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Javier Andrés Claros Chavarría

¿QUIÉNES SON LOS MONSTRUOS REALMENTE?

“No les mentimos amigos, les dijimos que teníamos monstruosidades vivas y
respirando. Ustedes irán a reírse de ellas, burlarse de ellas, sin embargo, por un
accidente de nacimiento, ustedes podrían haber sido como ellas. No pidieron venir al
mundo, mas al mundo vinieron”, es el diálogo introductorio del largometraje de Tod
Browning en el que se advierte al público sobre los “freaks”, “monstruos”, y lo que
aparentemente le habrían hecho a lo que “una vez fue una mujer hermosa”. Es ahí
cuando inicia la historia, una en la que la categoría “monstruo” cambia en su sentido
patológico, mostrando al público que el “monstruo” no nace, sino que uno puede
tornarse en uno.
Cleopatra aparece en escena, una mujer “hermosa” trapecista del circo, considerada
excepcional, mas no en el sentido negativo, ya que excepcional puede tener tanto una
connotación negativa como positiva. A seguir, surge en escena Hans, un freak, un
“monstruo”, el cual considera que “la mayoría de las personas no saben que soy un
hombre con los mismos sentimientos que ellos”. Es decir, él sabe que es diferente a la
“mayoría”, pero garantiza que tiene los mismos sentimientos, o sea, puede sentir desde
tristeza, miedo, hostilidad, frustración, ira, desesperanza, culpa, celos, hasta felicidad,
humor, alegría, amor, gratitud, esperanza. Justamente son esos sentimientos por los que
transita Hans desde que inicia su romance con Cleopatra hasta que se ve desengañado
por ella, pero no nos adelantemos.
Hans no es el único freak, “monstruo”, también esta Frieda, su amor verdadero, las
siamesas con microcefalia, Schlitze con la misma enfermedad, Josephine-Jhosep,
Frances una mujer que no posee brazos, Johnny el medio hombre, Ángelo el enano,
entre otrxs. Todxs ellxs son victimas de burlas por parte de los “normales”, aquellos que
no poseen anomalías anatómicas según las normativas médicas, y están a cargo de
Madame Tetrallini quien lxs protege porque sabe que “Dios ve por todos sus hijos”,
ante una normatividad social que los rechaza y a su vez los necesita para constituirse.
Si bien resaltan la interacciones entre los freaks, “monstruos”, también los “normales”
tienen momentos específicos para desarrollar la trama. Por ejemplo, recuerdo una en la
que Hércules, amante de Cleopatra, pelea con Venus, quien se iba de casa porque
descubrió que “el hombre más fuerte del mundo” la engañaba. Hércules al ver que
Venus se iba expresa: “yo te estoy echando”, haciendo énfasis en que él era quien está
decidiendo que ella se vaya. Lo curiosos es que esta escena de lxs “normales”
inmediatamente se asocia a otra en que Hans y Frieda dialogan, esta ultima
cuestionando ciertas prácticas que últimamente ha adquirido Hans, como el habito de
fumar, a lo que él responde “No recibo órdenes de una mujer”. De esa manera, podemos
inferir que tanto freaks, “monstruos”, como los “normales” son iguales, si bien sus
diferencias anatómicas son evidentes, sus modos de pensar, sentir y actuar pueden llegar
a ser los mismos. En su cuerpos, aunque diferentes como son los de todxs, se han
inscrito las mismas “verdades”, machistas por ejemplo. A esto se suma que cada tanto el
director muestra a los freaks, “monstruos”, en situaciones comunes de la vida social:
cenando, tomando vino, fumando un cigarrillo, resaltando que si bien cuentan con una
diversidad de capacidades pueden desarrollar su vida “normalmente”.
Asimismo, con astucia, el director presenta escenas en las que tanto freaks, “monstruos”
como los “normales” son capaces de interactuar sin esa incomodidad implícita. Por
ejemplo, cuando Phroso el payaso aparece en escena e interacciona con los freaks,
“monstruos”, puede percibirse espontaneidad en los diálogos, no hay diferencia, este
personaje invita al público a la posibilidad de interacciones “naturales” entre
“normales” y freaks, “monstruos”.1
En fin, para no alargar más, vamos al punto de quiebre de esta historia. Cleopatra y
Hans se casan, este último tiene una riqueza y la excepcional mujer quiere
aprovecharse, junto con Hércules, del freak. En ese contexto, llega la fiesta de la boda
que representa el rito de paso en el que Cleopatra será “una de nosotros”, una freak. Sin
embargo, ella no concibe ser “una de ellxs”, Cleopatra no quiere ser como ellxs, unas
“aberraciones” les dice rechazándolxs y, en consecuencia, rechazando a Hans. Este
hecho genera un quiebre, los freaks, “monstruos” se sienten una vez más engañados por
una “normal”, que para colmo envenena a Hans porque quería quedarse con su riqueza.
El desenlace de la historia muestra a los freaks, “monstruos” cobrando venganza contra
Hércules y Cleopatra, los verdaderos monstruos de esta historia, sobre el primero no se
conoce lo que sucede, pero si sobre la segunda, ella, la mujer “hermosa” es ahora una
freak, un “monstruo”, una “aberración”.
Capaces de sentir esperanza al pensar que Cleopatra sería “una de ellxs”, también
sintieron irá cuando Hans fue engañado por ella, “ofendan a uno y estarán ofendiendo a
todos”. Concluyendo, si bien la “normalidad” necesita de otrxs, freaks, “monstruos”,

1
Incluso el personaje que hace del payaso se anima a bromear con la mujer barbuda y su hija recién
nacida.
para constituirse, desde mi perspectiva el largometraje propone que las “verdades” que
se han inscrito en nuestro cuerpo como sujetos sociales, son en realidad las que nos
pueden llevar a ser verdaderos monstruos en cuanto modos de pensar, sentir y actuar.

Bibliografía:
Browning, T.1932. Freaks [cinta cinematográfica]. USA: MGM.

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