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Introducción
El accidente en Valdivia, cuando íbamos de vacaciones para el eje cafetero, en el año 2007.
Lucas 24.13-27
Y les dijo: ¿Qué discusión es esta que tienen entre ustedes mientras caminan, y
por qué están tristes? Aunque la pregunta que Jesús hace, desconcierta a los
viajeros, debido a que lo que ha ocurrido es un hecho tan notorio en Jerusalén,
Jesús pone de relieve el estado emocional de ellos. Lucas nos va decir que
cuando Jesús resucita encontró a un pueblo desorientado en sus emociones, una
fe por el piso y sin esperanza redentora; realmente sus discípulos estaban
desmoralizados.
Lo anterior es mas que entendible, ¿Quién quiere ver a su líder colgado en una
cruz a mano de sus enemigos? Realmente, había mas que razones para estar
desconsolados en todo sentido. Pero Jesús es sensible a este dolor. Jesús se
involucra directamente con lo que están sintiendo, les toca la fibra, es sensible al
dolor y sufrimiento evidente que se les nota. Lucas nos muestra un Jesús que
camina con sus discípulos en medio de sus debilidades, y desaciertos. Un Jesús
interesado en dialogar de los sin sabores de la vida y de la fe. Un Jesús
interesado en las problemáticas humanas. Jesús llega e interrumpe la ruta del
desconsuelo, que los llevaba a casa desesperanzados.
Ahora los roles se cambian: Jesús, pasa de desorientado a consejero; y los que se
suponían que lo sabían todo, ahora están desorientados. Lo primero que Jesús
confronta en ellos, es su incredulidad hacia las escrituras. “Entonces él les
dijo: !Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas
han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara
en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas,
les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían.”
Los discípulos tuvieron una clase de teología bíblica, enseñada por el mismo
autor de la biblia. Jesús se tomó el trabajo de mostrarles con biblia en mano,
todo lo que ella decía acerca de él y la forma como se llevaría a cabo su plan de
redención. Sin embargo, los caminantes no era que no lo sabían, sino que, según
Jesús, no lo creían. Había dureza en el corazón, Jesús los llama insensatos.
El salmo 23, toma una relevancia en este episodio de los caminantes. Jesús
como buen pastor, ahora ha reconfortado el alma, ha tranquilizado el espíritu de
los caminantes de Emaús, un espíritu agobiado por las sombras de la muerte;
ellos han sido pastoreados mientras caminan por el valle del desconsuelo. Pero a
diferencia del salmo, donde el Señor prepara la mesa y atiende a la oveja ahora
convertida en huésped, con copa rebosante, recibiéndola con dignidad y honores
y haciéndonos parte de su casa. Los caminantes, son ahora los anfitriones, y
Jesús el huésped, que ha sido recibido con el pan en la mesa, Jesús ahora está en
la casa, muy probablemente humilde y sencilla de sus discípulos, bendiciéndola
y llenándola con su presencia. Jesús no solo se ha sentado en la mesa y ha
bendecido el pan; sino que, ha abierto los ojos de sus discípulos para que lo
vean, y su gozo sea completo.