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El profe Julián estaba estudiando una especialización en pedagogía y un día en una clase, que él
recibía, vio una caricatura, en la cual estaban un elefante, un pájaro y una ardilla, los tres trataban
de subir a la copa de un árbol de treinta metros de altura.
Junto a esa caricatura el profe Julián vio una leyenda que decía: “un buen docente tiene que
entender que a sus estudiantes no se les puede exigir lo mismo”
Esa frase le quedó sonando en la cabeza al profe Julián, la pensó en el bus, la repasó en la comida
y a la hora de dormir ya la repetía de memoria. En un cerrar y abrir de ojos el profe Julián ya
estaba en su salón de clase y a trabar…, pero esta vez algo no estaba bien, solo habían tres
estudiantes los cuales eran, un elefante, una ardilla y un pajarito, el profe Julián extrañado miró al
tablero y vio un título de decir: la clase de hoy es cómo subir a un árbol de treinta metros.
El profe Julián no tuvo tiempo para analizar lo extraño del asunto pues por la ventana del salón de
clase que daba al pasillo, vio a la coordinadora que pasaba revisando que los salones estuvieran en
orden y las clases ya hubieran empezado, así que el profe Julián inició su clase. Esta vez no hubo
tiempo para la oración, tan solo los saludó y tras un breve comentario llamó al pajarito al frente
del tablero y le señaló el árbol de treinta metros que estaba a un paso de él y le dijo: Pajarito
Hernández, enfócate en la punta y ¡Vuela!, como si allá estuviera su nido. Al momento y sin
dudarlo Pajarito Hernández subió y se posó en el nido.
El profe Julián se sintió muy orgulloso y sin poder hacer uso de este sentimiento llamó a su segundo
estudiante al tablero y le dijo: Ardilla Martínez, bueno… ¡Corre¡ corre con todas tus fuerzas y con
tus uñas bien afiladas escala por la corteza del árbol, mira que allá en la copa esta la nuez más
deliciosa que puedas probar en tu vida. Ardilla Martínez, corrió, por el camino tropezó un par de
veces, el profe Julián con angustia seguía sus pasos, pero al escalar, no pasó un segundo y llegó a
la copa del árbol, allí lo esperaba la nuez que el profe Julián había prometido.
Ya casi terminaba la hora de la clase y el profe Julián miró al único estudiante que quedaba
sentado en su salón, era Elefante Zambrano, quien lleno de sudor en la frente y algo tímido le dijo:
profe ya va a cavar la clase, dejemos esto para mañana. El profe Julián suspiró, extendiendo su
brazo, lo llamó al tablero y juntos reunieron todas las sillas del salón e hicieron un montón junto al
árbol, después, encima de este el profe Julián puso una escalera y le indico a Elefante Zambrano
que se subiera en la escalera peldaño tras peldaño, le dijo que no tuviera miedo que él estaría
detrás y con mucho cuidado, guardando las normas de cortesía, lo empujaría para que lograra
subir. Estaban en esta penuria cuando la escalera no aguanto más, un peldaño se partió, los
brazos del profe Julián flaquearon y elefante y profesor cayeron desbaratando el montón y
sufriendo en sus cabezas el golpe da la escalera, Elefante Zambrano, si desilusionarse, miro al
profe Julián y le dijo: profe, para que tengo que subir, no tengo nido allá y no me gustan las
nueces, pero si usted me dice que allá esta algo que realmente me interese, podemos juntos, ir al
supermercado de la esquina y lo compramos.
Julián Mendoza.
Algunas personas sueñan desde sus primeros sueños con ser docentes, otras por accidente
llegamos a esta profesión, sea como sea, nos preparamos, estudiamos, leemos y nos preocupamos
por lograr nuestra misión al acompañar a nuestros estudiantes, seguimos parámetros establecidos
por instituciones, modelos pedagógicos recomendados por nuestros coordinadores,
recomendaciones dadas por el ministerio de educación y al iniciar cada año escorar nos enteramos
de las nuevas directrices que la secretaria de educación nos proporciona. Que si las pruebas pisa,
que si los resultados del icfes, que el índice de eficiencia y que si una cosa u otra… y cuando
llegamos al salón de clase ¿Dónde queda todo eso? En los salones el mundo cambia, entramos a
una dimensión paralela donde treinta o cuarenta seres, muy distintos a nosotros, nos asechan,
ellos quieren aprender, pero también quieres respirar y vivir; yo les quiero enseñar y cumplir con
tantas cosas que estaban en mi cabeza, pero que fueron olvidadas en el primer llamado al orden y
primer intento de captar su atención. Algunos llevamos anotado en papelitos las directrices que
podemos extraer de las planeaciones que realizamos días atrás, e iniciamos, el tablero es nuestro
cómplice y la clase inicia semejando ser una montaña rusa, que el grito, que la pregunta, que el
que duerme y el que quiere sacar el celular, quien sabe para que, tal vez quiera profundizar sobre
el tema tratado, a este grupo le gustan los superhéroes, y si, les explico la filosofía de Nietzsche, la
visión apolínea y dionisiaca con una escena de Batman en la cual habla con el Joker. Eso se me
acaba de ocurrir, y no está en la planeación, ¿será que lo hago?
Estas nuevas tendencias no deben ser inculturizada, sino que deben ser culturizadas, es decir,
primero hay que tener en cuenta que el centro del proceso educativo es el estudiante, quien no es
un individuo aislado, sino que es un sujeto que dentro de un contextos interactúa y tienen unas
necesidades propias que deben ser presupuestadas y deben ser cubiertas, teniendo en cuanta
este contexto y no solamente este, sino también lo que hace que él sea lo que es, “el estudiante y
sus circunstancias”. Como segundo paso hay que dejar de un lado la idea de imponer lo que ya
funcionó para otros, y más bien debe verse como funcionó para esos otros y que tan pertinentes
son para nuestros contextos educativos, a partir de esto adecuar, apropiar y desarrollar, siempre
guardando un control de cambios proporcionado por la constante evaluación, no hay que
demeritar y desechar lo que se lleva en avances o retrocesos, sino que hay que tomar estos
esfuerzos y a partir de estos, dar nuevas luces, no todos somos pajaritos o ardillas, también existen
elefantes.
En conclusión no debemos perder la esperanza en nuestro sistema educativo, los docentes somos
personas versátiles, que si bien queremos lo mejor y lo podemos lograr, necesitamos preparación,
los colegios en Colombia deben dejar de ser pensados como misas de oro para sus dueños, el
estado debe pensar más en los maestros y debemos dejar de querer ser lo que no somos con
modelos importados. Las nuevas tendencias de la educación deben inspirarnos deben llevarnos a
identificar la articulación más pertinente dentro del proceso educativo, a saber, no solo se centra
en el maestro y el estudiante, pues existen contextos, que articulan la educación, existen
preconscientes y superyós que son motores y espíritus que están encerrados dentro de seres que
no son potenciados. El centro de la educación es el estudiantes, pero más allá de este está la
sociedad, los maestros muchas veces les decimos a nuestros estudiantes que ellos tienen en sus
manos el futuro, pero más cierto es que ese futuro lo tenemos los maestros y de nosotros es su
dinamismo, si nosotros mismos dejamos de ver esta profesión, como una profesión y más que eso
la entendemos como una obligación social, lograremos crear ciudadanos, seres sociales y políticos
dentro de contextos que los necesitan. Más que modelos debemos ver tendencia, las nuevas
tecnologías y nuevas relaciones sociales, interacciones que forman sujetos los cuales hay que
entender y descubrir cómo se articulan dentro del ser político y social de nuestra sociedad. Somos
niños realmente libre, jugando a construir con bloque de lego, pero estos bloques son irregulares y
cada uno debe encajar en su lugar determinado, solo lograremos encontrar ese lugar
conocimiento a cada uno y al contexto que nos rodea tanto que naturalmente lo llevemos al lugar
sobre el cual realmente ellos sean piedras angulares para formar algo mejor.