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Isabella Mazuera Granja.

Cristian Villamarin Bedoya.


Examen final Acumulativo.

El salado, relato de una masacre.

El conflicto armado en colombia, ha sido una de los más grandes luchas que ha tenido el
pueblo colombiano, esto no solo el gobierno nacional, sino todo un país, en donde las
acciones de unos afectan la virtud y paz de otros, el conflicto armado ha generado violencia
en muchos pueblos de colombia, algunos marginados por la misma sociedad en la que
vivimos, en donde mujeres y hombres campesinos, viven y batallan diariamente por una paz,
personas de estas comunidades, saben lo que siente tener una pérdida de algún ser querido,
que ha sido arrebatada, ignorada, marginada, por la violencia.

De todos los acontecimientos violentos, que han sido afectados por el conflicto armado, en
esta ocasión nos enfocaremos en la masacre que sucedió en el febrero del 2000, en donde
muchos vivieron acontecimientos horribles, que ni ellos ni nadie deben de merecer, lo que
ocurrió en ese pueblo, no solo fueron muertos, sino torturas físicas y emocionales a personas
campesinas humildes, como lo relatado en el documental, que por medio de la “suerte” los
causantes de este acontecimiento histórico, jugaban con la vida de las personas de ese pueblo,
sin importar, que son seres vivos, que son de un mismo país y de un mismo territorio.

Enfocándonos en el documental producido por EL TIEMPO, vemos a dos protagonistas que


nos relatan, todo lo sufrido, todo lo horrible que fue esa masacre, hombres siendo degollados,
mujeres siendo violadas por grupos de hombres participantes al conflicto armado,
“paramilitares”, lo que nos cuentan estas dos mujeres, es algo muy profundo, siendo un tema
de superación que ellas fueron obligadas, debido al cambio psicológico que surge del antes y
el después de la lamentable situación que tuvo lugar en el corregimiento de “El Salado” en
los Montes de María (Caribe colombiano), se revistió como uno de los hechos violentos más
lamentables y desgarradores de la historia moderna de nuestra nación. Esto es un
acontecimiento, muy triste en el cual no se sabes cuántos exactamente sufrieron por lo lo
sucedido en el saldado, perdiéndose la vida de más de 60 personas, esto sin contar con los
desaparecidos y las personas que fueron afectadas, muchas, sino todas, ajenas al conflicto
armado que ha carcomido a Colombia y ha apagado las luces no sólo del progreso, sino de los
propios sueños de quienes fueron silenciados por las injustas balas de la guerra. Desde ningún
punto de vista moral, ético e incluso humano, la muerte violenta o el homicidio tiene una
explicación racional y mucho menos un argumento a su favor, por el contrario, se encuentran
variadas posiciones contrarias al “deber ser” del comportamiento del hombre, en las que, por
ninguna parte, se vislumbra la posibilidad de arrebatarle la vida a otro ser.

Existen en la ética antigua varios postulados que, a través de la historia, han servido para
orientar el comportamiento del hombre siempre con un común denominador: el bien. Este, ha
trascendido las barreras de la historia y siempre se ha configurado como un elemento
determinante en la consideración ética y moral de la acción del hombre. En esta medida, es
pertinente hacer citar a quienes fueren un referente de los postulados éticos en la Antigüedad
y hacer un breve esbozo sobre lo que se pudiere aplicar de sus reflexiones a la acción
concreta que estamos tratando. En primer lugar, es posible trazar relación con el pensamiento
de Sócrates, quien plantea que quien hace el mal es porque no conoce el bien; en ese orden de
ideas, es una víctima de la ignorancia. Según lo anterior, serían los paramilitares “víctimas”
de esta falta de sabiduría, de esta falta de conocimiento y, por tanto, agentes ajenos al bien,
que por su mismo desconocimiento piensan que aquello que es tan terrible como un
homicidio masivo puede ser la prevención para problemas futuros, como lo planteó su
máximo jefe. Por otro lado, y continuando con el pensamiento socrático, si quienes hacen el
mal, considerarán formarse hacia el bien, validaron que el bien propio sería el bien de la
comunidad, lo que les permitiría dormir cómodamente con la almohada de la buena
conciencia. Sócrates plantea que es mejor sufrir una injusticia que cometerla, puesto que el
ser víctimas no nos hace injustos, lo que sería, para el efecto de esta masacre, el papel de los
habitantes de El Salado. Aristóteles también formule su propia posición ética, en la que
presenta a la felicidad como el bien supremo, no representado en los bienes materiales, como
el dinero o el mismo placer, sino en el desarrollo de las virtudes.

Caso contrario a lo que sucede en los antecedentes de la masacre, en la que se desencadena


esta carrera de la muerte por la desaparición de un número de cabezas de ganado propios de
una de las más influyentes gamonales de la zona Caribe. El movilizar un grupo armado de
tales proporciones y abocarse a cometer asesinatos con una causa tan vana es el exceso de
interés por lo superfluo, por lo corruptible, por lo malsano, es la representación de la ausencia
de virtud, como lo plantearía el estagirita. Finalmente, en los epicúreos se puede perfilar una
posición ética concebida como hedonismo, que como objetivo tiene la búsqueda del placer
que lleva a la felicidad, pero con la salvedad de que ese “placer” no se refiere a la
consecución de bienes materiales, sino orientado a la consecución de la ausencia del
sufrimiento en el cuerpo y en el alma, lo cual, relacionado con lo sucedido en El Salado, es
una completa violación a las estructuras éticas. Desde esta óptica, se pueden reforzar los
argumentos socráticos y aristotélicos en los que se plantea la dejación de los bienes
materiales como fuente de felicidad, virtud o bien mismo, manifestando que estos solo traen
sufrimiento, como se puede evidenciar en la masacre perpetrada por las autodefensas
colombianas. Se puede decir, a manera de conclusión, que cualquier acción que se lleve a
cabo tiene una consideración ética, y de cualquier forma esta puede afectar de manera
positiva o negativa al entorno en el que nos desarrollemos. Por ello, tratando de mantenerse
en la estela de bien, se debe intentar permanecer cercano a la prudencia, la virtud y la
búsqueda de herramientas para la consecución de la felicidad como el “bien supremo” que
representa.

La sociedad es el pilar del mundo en el que vivimos, cada integrante de ella afronta una
realidad, y debe de contribuir para buscar una mejor vida, para esto la ética y moral de cada
persona debe de reconocerse como una sola, esto para evitar acontecimientos catastróficos, el
conflicto armado ha dejado huella en las personas, heridas que no sanan, familias que no se
reconstruyen y dolor. Colombia a dejado muchas de esta cosas de lado, marginado a grupos
de ciudades, como los campesinos, que además de lo que han sufrido, a diario tienen que
vivir con factores discriminatorios, por el hecho de ser campesinos, “ser de pueblo”, y que
una sociedad pluralista en donde conviven variedad de comunidades, se debe reflejar la
armonía, y la paz de ellas, sin interrumpir la identidad de la gente, para que nuestro mundo
progrese, no solo tecnológicamente, sino en aspectos morales y éticos

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