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Martín Álzaga Unzué es “Macoco” (1901-19082) fue un playboy y automovilista argentino.

Fue educado en los mejores colegios de la


época, tanto de Argentina como de Europa, aunque fue expulsado de la mayoría de ellos. La fortuna heredada por su familia le permitió
llevar una vida de gastos sin control que lo haría famoso mundialmente.

En 1925, después de su etapa deportiva se instala en Nueva York para regentear, junto a John Perona, un cabaret de lujo: "Bath Club".
Funcionó con éxito hasta 1928, cuando tuvieron que cerrar por problemas con los gánsteres locales. En 1931 abrieron "El Morocco". Ese
cabaret fue el más célebre y exclusivo del mundo entero, los personajes famosos de la época, como Humphrey Bogart, Marilyn
Monroe y Truman Capote. Una de las características distintivas de dicho cabaret eran los tapizados de cebra, las mismas fueron cazadas
en un safari al África por Macoco.

A Macoco se le atribuye la frase “Tirando manteca al techo” cuando se encontraba con sus amigos cenando en el exclusivo
restaurant Maxim’s de París, observó que en el techo del salón había una pintura de valquirias de pechos prominentes que
sobresalían de los escotes. Macoco no pudo resistir la tentación y tras poner manteca en un tenedor la arrojaba para ver si
embocaba entre los pechos de la pintura. A Macoco le siguieron el resto de los comensales en una especie de competencia para
ver quién tenía mejor puntería. Al terminar la fiesta, a la cuenta de la cena que de por sí era abultada, se agregaron los gastos de
limpieza que Macoco pagó sin chistar. Así surgió la expresión “tirando manteca al techo”, que es sinónimo de derroche.
Biografía del increíble playboy “Macoco” de Álzaga Unzué . Ámbito Financiero . 23 de Febrero 2011 . Por Máximo Soto

MACOCO
Toda la calle Florida lo vio
Con sus polainas, galera y bastón
Dicen que fue, allá por su juventud
Un gran Don Juan del Buenos Aires de ayer
Engalanó la puerta del Jockey Club
Y en el ojal llevaba un clavel.

Estas estrofas son parte del tango Shusheta de Juan Carlos Cobián y Enrique Cadícamo. Músico y letrista se inspiraron en el más
famoso personaje de la noche porteña, el aristócrata que dilapidó su fortuna en forma descontrolada y uno de los que dio origen a la
frase que circulaba por toda Europa cuando se hacía referencia a quién estaba forrado en dinero: “es más rico que un argentino”.
…………………………….

Macoco : Personaje de Buenos Aires.


Descendiente de Martín de Álzaga, un comerciante de origen vasco que luchó al servicio de la reconquista de Buenos Aires en
las invasiones inglesas.1
 Fue educado en los mejores colegios de la época, tanto de Argentina como de Europa, aunque fue expulsado de la mayoría de
ellos.2 La fortuna heredada por su familia le permitió llevar una vida de gastos sin control que lo haría famoso mundialmente.

Además otros biógrafos del playboy recuerdan sus picadas frente al hipódromo, que no dejaban dormir al presidente Marcelo T.de
Alvear, su amistad con Al Capone, el caso de una rubia que quiso tirarse de cierto piso 25 y otros tormentosos acontecimientos que
de algún modo duermen encerrados en polvorientos álbumes fotográficos.
Viajaba repentinamente a París nada más que para comer con Sarah Bernhardt.
Otras veces viajaba a Norteamérica para administrar el laberinto de sus boites.
Su verdadera fuente de ingresos, le confiesa a Serra, era el Morocco, el club nocturno más caro del mundo.
Martín de Alzaga Unzué se casó dos veces, siendo la segunda esposa Kay Williams, una modelo famosa que luego se casó con
Clark Gable.4
En 1925, después de su etapa deportiva se instala en Nueva York para regentear, junto a John Perona, un cabaret de lujo: "Bath
Club". Funcionó con éxito hasta 1928, cuando tuvieron que cerrar por problemas con los gángsters locales. En 1931 abrieron "El
Morocco". Ese cabaret fue el más célebre y exclusivo del mundo entero, los personajes famosos de la época, como Humphrey
Bogart, Marilyn Monroe y Truman Capote. Una de las características distintivas de dicho cabaret eran los tapizados de cebra, las
mismas fueron cazadas en un safari al África por Macoco.

Martín Máximo Pablo de Álzaga Unzué vivió su vida como un “bon vivant” gastando una fortuna inmensurable en diversión y
aventuras placenteras, las cuales representaban para él la suprema finalidad de la existencia. Pasó sus últimos años solo, aislado
en su departamento con los recuerdos de una vida que fue una fiesta.
Martín Máximo Pablo de Álzaga Unzué, más conocido popularmente como Macoco, fue un personaje famoso del siglo XX, un
hombre real que nació en Argentina, habitó en Buenos Aires y recorrió buena parte del mundo. Algunos años de su vida los dedicó
al automovilismo.
Vivió su vida como un “bon vivant” gastando una fortuna inmensurable en diversión y aventuras placenteras, las cuales
representaban para él la suprema finalidad de la existencia.
La noche porteña empezó siendo su centro juvenil de operaciones. Luego, lo fueron París, Londres, Nueva York y Beverly Hills. Su
leyenda incluye romances con importantes estrellas de cine, como Rita Hayworth, Claudette Colbert y Dolores del Río. Por sus
múltiples romances se le atribuye haber acuñado la palabra “Playboy”.
La manera exagerada que tenía de gastar su dinero motivaron las frases de Sacha Guitry “Il est riche comme un argentin” (el es rico
como un argentino); o “La ambición de toda mujer francesa es tener un perrito pequinés y un amante argentino”.

Tirar manteca al techo


Una de las frases más recurrentes entre los argentinos cuando se hace referencia a alguien que derrocha su dinero es “tirar
manteca al techo”. La creación de esta expresión fue inspirada por Macoco. Según sus propias palabras se acuñó cuando estaba en
el restaurant Maxim`s de París comiendo con amigos. En el salón donde se encontraban había en el techo una pintura de valquirias
de pechos prominentes que sobresalían de los escotes. Macoco no pudo resistir la tentación y tras poner manteca en un tenedor
empezó a tírala para ver si embocaba entre los pechos de la pintura. A Macoco le siguieron el resto de los comensales en una
especie de competencia para ver quién tenía mejor puntería. Al terminar la fiesta todo el techo y el piso estaba hecho un desastre lo
que generó una gran cuenta que pagó, por supuesto, Macoco.
Socio de Al Capone
Saliendo un día de su mansión en Nueva York, Macoco fue abordado por dos hombres que lo tomaron del brazo y lo subieron
rápidamente a un auto que se dirigió una mansión de gran tamaño totalmente blanca. Entraron y lo hicieron sentar. Al poco tiempo
se abrió una puerta y apareció una hombre joven, más bien rechoncho, en mangas de camisa, con un puro en la boca. Lo reconoció
enseguida, era el mismo Alphonse Gabrielle Capone, el gran padrino de la mafia norteamericana.
Rápidamente empezó a pensar qué podría haber hecho para que lo mandara a buscar Al Capone, a qué mujer podría haber
ofendido, pero no se le ocurría nada, o mejor dicho se le ocurrían muchas.
Finalmente Capone se presentó y le dijo “Míster De Alzaga qué gusto conocerlo” y le tendió la mano amablemente. “Es usted un
hombre famoso en todo el mundo. Mi nombre es Alphonse Capone, soy su admirador”. Macoco casi cae de espaldas. Disimulando
la sorpresa le contestó: “Míster Capone, el gusto es mío por favor…”.
Luego Capone mostró sus cartas, y le propuso -e impuso- una sociedad para abrir el mejor cabaret en Manhattan: El Morocco, el
cual superaba a muchos cabarets de Europa.
Rápidamente Macoco se convirtió en el rey de la noche. Grandes empresarios, actrices y actores, deportistas, príncipes, reyes
árabes e hindúes, todos apenas llegaban a Nueva York querían pisar el Morocco.

Zeppelín y Howard Hughes


Llegado a París desde Nueva York en 1930, Ferdinand Cleophas, descendiente del escritor Gustave Flaubet, convenció a Macoco
en realizar un viaje en dirigible rumbo a Hamburgo. El viaje se realizaría en el tristemente famoso Zeppelín. Volaron sobre el
Mediterráneo y luego hacia Alemania. Antes de aterrizar una fuerte tormenta arrastró el globo y por muy poco no se estrelló contra
un hangar. Con este viaje Macoco fue el primer argentino en viajar en el Zeppelín.
Howard Hughes fue uno de los magnates más excéntricos, obsesivos y caprichosos de la historia norteamericana. Padecía
microfobia por lo que trataba de aislarse de todos los gérmenes ambientales. En poco tiempo triplicó la fortuna que había heredado
de su padre dedicándose a la industria aeronáutica y cinematográfica.
Hughes y Macoco se conocieron en el Royal Burn, uno de los exclusivos restaurantes de Beverly Hills. La actriz Katherine Hepburn
los presentó. Pero fue un comienzo de relación un tanto tensa, por sus fobias. Luego de saludar al argentino, Howard se lavó las
manos en un balde para enfriar el champagne.
De todos modos, la pasión por la aviación los unió y las aventuras cinematografías los asociaron en la filmación.
Varios films le permitieron a Macoco conocer y tener romances con estrellas de cine de la época como Merlen Dietrich, Greta
Garbo, Rita Hayworth, Claudette Colbert y Ginger Rogers y Carmen Miranda.

Tirando manteca al techo


No fue la única sentencia atribuida a este bon vivant que hallándose con sus amigos cenando en el exclusivo restaurant Maxim’s de
París, observó que en el techo del salón había una pintura de valquirias de pechos prominentes que sobresalían de los escotes.
Macoco no pudo resistir la tentación y tras poner manteca en un tenedor la arrojaba para ver si embocaba entre los pechos de la
pintura. A Macoco le siguieron el resto de los comensales en una especie de competencia para ver quién tenía mejor puntería. Al
terminar la fiesta, a la cuenta de la cena que de por sí era abultada, se agregaron los gastos de limpieza que Macoco pagó sin
chistar. Así surgió la expresión “tirando manteca al techo”, que es sinónimo de derroche.
                        Macoco con sus amigos de parranda
              
Martín Álzaga Unsué, nació en 1901 y era descendiente del comerciante español Martín de Alzaga que luchó contra las invasiones
inglesas. Cuando niño, su padre lo apodó Macoco y lo mandó a estudiar a las mejores escuelas de Argentina y de Europa, aunque
fue expulsado de la mayoría de estos institutos. La inmensa fortuna que heredó de su familia y que dilapidó en forma descontrolada
lo posicionó en forma destacada en los ambientes más refinados de lo que quedaba de la belle epoque parisina al término de la
Primera Guerra Mundial.
Automovilismo, mujeres y el Morocco
Su primer capricho y obsesión fueron las carreras de auto, participando en competencias locales y extranjeras. Frecuentó las pistas
de Indianápolis y en Europa ganó el Grand Prix de Marsella. Por entonces consideró que ya había hecho lo suficiente en el rubro del
volante y en 1925 se trasladó a Nueva York, su ciudad favorita después de Buenos Aires y París. Allí regenteó el cabaret Bath
Tub, que debió cerrar tres años más tarde por desacuerdos con la mafia.
                      Macoco automovilista

Macoco no se desanimó, se trasladó al East River de Manhattan y abrió el night club Morocco, sin saber que acababa de crear una
leyenda. Con sus tapizados de cebra de animales casados con la puntería de su propio dueño en safaris africanas, sus ríos de
champagne y sus tres orquestas, una tropical, una de tango y otra de jazz, el Morocco fue el punto infalible de reunión de toda la
alta sociedad neoyorquina y de todos los artistas de Hollywood de los años '30.

El techo era azul, con estrellas titilantes, que no podían competir con las otras estrellas, las que visitaban el lugar: Clark Gable,
Humphery Bogart, Ginger Rogers, Marlene Dietrich, Los Hearst, Truman Capote, los Astor y cuanto personaje llegara a la ciudad,
que no existía si no pasaba una noche por el Morocco. Al cabo de tres años abandonó la empresa agobiado por los impuestos al no
haberse hecho ciudadano norteamericano, vendiendo su parte al socio John Perona.
                              Marilyn Monroe y Joe Di Maggio en El Morocco

En la Meca del cine


Macoco se trasladó esta vez a la costa oeste de Estados Unidos, más precisamente Beverly Hills, donde conoció al famoso Howard
Hughes quien por entonces estaba enfrascado en la industria cinematográfica. Este magnate norteamericano se dedicó después a
los aviones, donde no solo estableció records de altura, velocidad y permanencia, sino que llegó a diseñar las máquinas aéreas más
avanzadas de la época. Padecía un trastorno obsesivo compulsivo caracterizado por un terror a la contaminación con cualquier
objeto o persona que con los años lo llevaría a la tumba. Ver El obsesivo Howard Hughes haciendo click aquí. 

                                                         Howard Hughes
Macoco lo conoció en su mejor época y participó en sus emprendimientos cinematográficos. Esta actividad le permitió conocer y
tener romances con Marlene Dietrich, Greta Garbo, Rita Hayworth, Claudette Colbert, Carmen Miranda y Ginger Rogers. A varias de
ellas ya las conocía cuando recalaron en el Morocco. En Beberly Hills, contrajo un efímero matrimonio con Kay Williams, famosa
modelo que después se casó con Clark Gable.

Encuentro con el general


Una tarde de 1953, Macoco recibió un llamado de la Presidencia de la Nación, Juan Domingo Perón lo quería ver. Después de la
muerte de su mujer, el general se había mudado a la Quinta de Olivos, donde funcionaba la UES (Unión de Estudiantes
Secundarios) y hasta se hablaba del romance con una muchacha menor de edad. Todo un escándalo, agitado en especial por los
dignatarios de Iglesia, pero a Macoco esto no lo sorprendía demasiado.

Acudió preocupado a la cita, había tenido un romance con Fanny Navarro, por entonces la amante de Juan Duarte y éste lo había
amenazado con unos matones, pero el tema por el que había sido convocado no tenía nada que ver con ese affaire.

A la hora establecida, Macoco estaba frente a Perón, quien, sin protocolo alguno, lo recibió sonriente y fue hacia él con los brazos
extendidos para estrecharlo en un abrazo.
-¡Querido Macoco, tanto años sin verte! –dijo Perón, en tono lisonjero -. ¡Cómo nos cambia la vida!
¡Te acordás cuando practicábamos boxeo en Gimnasia y Esgrima! –le comentó sonriente-. Hicimos guantes algunas veces. ¡Qué
cross de izquierda que tenías! ¡Había que aguantarte en el ring, che!

Después de este recibimiento, el general le manifestó que lo había mandado llamar porque quería conocer a Ginger Rogers. - Es
una estrella por la que siento una gran admiración. ¡Cómo baila la rubia, es formidable, viejo! Me enteré que va seguido a Río de
Janeiro, donde tiene una residencia, y me gustaría que pegue un salto hasta nuestro país. Sería mi invitada especial. Y nadie mejor
que vos para cumplir esa misión. –

A la semana siguiente, enviado por el gobierno, Macoco viajó a Río con pasaporte diplomático y cumplió exitosamente su tarea. La
Rogers le debía varios favores, entre ellos la financiación de la película Vampiresa, donde ella era la estrella principal.  

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