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UNIVERSIDAD POLITÉCNICA

TERRITORIAL
“JOSÉ ANTONIO
ANZOÁTEGUI”
ANACO- EDO. ANZOÁTEGUI

SOCIO POLITICA
PARA LA CIVILIZACION
MODERNA
Profesor: Autor:
Romero Miguel Carrasquero Luis
C.I.: 26.313.220

Anaco, noviembre de 2019

INTRODUCCIÓN
Las sociedades evolucionan con la historia y las circunstancias. Para muchos han surgido
diferentes nociones de sociedad, vinculadas a las experiencias y prácticas realizadas, así
como a las concepciones sociales y políticas clásicas. Diversos pensadores estudiaron el
asunto, proveyeron a los actores sociales de interpretaciones de la realidad que
contribuyeron a su comprensión y posterior transformación, y colaboraron en la
redefinición de la sociedad moderna. Sobre los cambios sociales y la nueva dinámica
mundial se han planteado disímiles definiciones: "sociedad de conocimiento", "sociedad
informacional", "nueva era", "nueva sociedad", entre otros términos.

Algunas de estas definiciones interpretan parcial o aproximadamente a la sociedad, los


cambios en el capitalismo y su problemática actual. Además, con otros términos se intenta
configurar desde los medios de comunicación un conocimiento interesado y parcializado
del orden global. Por ejemplo, existen conceptos asociados a la idea de que se están
produciendo transformaciones vinculadas a un cambio sistémico indispensable, los cuales,
por otra parte, son concebidos en los debates de funcionarios y ejecutivos de
organizaciones públicas internacionales, de grandes corporaciones privadas y de naciones
altamente industrializadas. Sin embargo, es importante señalar que la mayoría de las
representaciones conceptuales en curso se conecta en el mundo con escasa o abundante
entidad epistemológica con los debates académicos y teóricos. En este artículo no se
pretende estudiar a profundidad este debate.

Las cuestiones se examinan dentro de un marco amplio de perspectivas sobre la sociedad


y la modernidad. El objetivo de este informe es aproximarse a la sociedad moderna y
como la sociopolítica transforma o moderniza a la civilización que ganan o pierden su
fuerza en una realidad caracterizada por cambios regionales y mundiales.

Entre los autores destacamos, en sus estudios sobre la naturaleza de la sociedad moderna,
a Marx (1818-1883), a Durkheim (1864-1920) y a Weber (1858-1917). El tema de la
modernidad significó en Marx la caracterización del modo de producción capitalista, el
estudio de su funcionamiento y de los cambios y fenómenos sociales vinculados a la lucha
de clases entre la burguesía y 62 Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales el
proletariado. Para Weber, la modernidad significaba aproximarse a los procesos que
implicaban la racionalización de la vida, a las estructuras de dominación y poder, a los
tipos de autoridad racional ya su legitimación.

Desde sus posturas teóricas desarrolla una crítica de la razón que podemos entender
como racionalidad técnico-instrumental. En cambio, Durkheim estudia los procesos de
transformación derivados de la división social del trabajo en el mundo moderno; las
razones por las cuales se producen incertidumbres crecientes desorientaciones valorativas
y anomia en la sociedad industrial. Llega a considerar que la industria y el comercio
generan injusticias, pero su análisis del cambio social plantea la necesidad de reconocer
que la evolución y diversificación de las funciones del trabajo social no giran alrededor de
la noción de cambio del sistema capitalista, sino de su renovación por la vía de la
integración, del consenso social y de la reorganización de los modos de trabajo social para
establecer entre los grupos e individuos relaciones de solidaridad.

La modernidad puso en movimiento dos tendencias: una, sostenida en la posibilidad de


controlar y transformar la realidad con el uso racional de los recursos materiales y
humanos; y otra que propicia el reconocimiento de que los individuos debían ser sujetos
de cambio social, participar en la construcción de la gran obra modernizadora, y, con la
libertad y la fuerza de su imaginación ilimitada, desarrollar su propia vida y definir los
términos de la convivencia humana. Sin embargo, la sociedad industrial, el capitalismo y el
denominado socialismo existente, expresiones de la modernidad, se concentraron en el
primer propósito: "Durante mucho tiempo, la modernidad sólo se definió por la eficacia
de la racionalidad instrumental, por la dominación del mundo que la ciencia y la técnica
hacían posible.

Las investigaciones sociales y políticas están afectadas por esta situación; tienen severas
limitaciones para comprender y explicar los nuevos fenómenos en virtud de un
pensamiento hegemónico, racional-instrumental y objetivista, que ha hecho retroceder
las relaciones sociales creativas y ha impedido la renovación de las instituciones y que la
ciencia sea una fuente de comprensión y transformación del mundo social. No obstante,
se pretende exponer en este trabajo algunas de las más representativas posturas teóricas
sobre el proceso y dinámica social, cultural, política y económica que afrontan la sociedad
y el Estado en la actualidad. Son intentos significativos para precisar y formular
acercamientos teóricos, sociales y políticos en tiempos de incertidumbre, paradojas,
confrontaciones, incontrolabilidad e inseguridad en el mundo.

La Socio Política como método para evolucionar la civilización moderna


El estudio de la teoría socio-política que surge en el contexto del mundo moderno
ilustrado y las primeras décadas de la contemporaneidad, nos permite acceder a las
nociones teórico-filosóficas que sirvieron de base a la instauración del Estado moderno. El
análisis y la reflexión acerca de la trascendencia de estos aportes filosóficos y teóricos
para la educación, así como el contexto en el cual se producen constituyen el propósito
fundamental del presente ensayo.

El mismo, se desarrolló dentro de una investigación documental, de carácter crítico y


reflexivo cuyos resultados se expresaron en los cambios sobre la emergencia de una
nueva episteme, la burguesa o moderna, en los sistemas de enseñanza, como fue la
introducción del método científico-racional como vía  para la producción de conocimiento;
el fomento de virtudes políticas como el amor a la patria creación de leyes y en la
formación ciudadana, basada en la adquisición de los valores democráticos modernos
como la libertad y la igualdad. 

Una civilización es un orden económico, político y cultural de vastas dimensiones. En ella,


la economía, la política y la cultura tienen ciertas características típicas, diferentes de las
de otras civilizaciones. Y en una civilización, la economía, la política y la cultura se articulan
orgánicamente, esto es, son recíprocamente funcionales. Esta organicidad es lo que hace
estables y durables a las civilizaciones. Cuando esta organicidad entre la economía, la
política y la cultura se deteriora o pierde, las civilizaciones entran en la que Antonio
Gramsci llama ‘crisis orgánica’, y que hoy se acostumbra denominar ‘crisis sistémica’.

Las civilizaciones se expanden y consolidan en la medida en que crecen, en que van


integrando, asimilando, incluyendo a más personas, a más grupos sociales, a más
población humana, en sus estructuras y dinámicas. El deterioro y decadencia de una
civilización se manifiesta en que sus capacidades de inclusión e integración se agotan, de
modo que las desasimilaciones comienzan a ser mayores que las asimilaciones. Más
personas, más grupos sociales, más población humana, van siendo expulsadas del orden
económico, se sienten excluidas del orden político, y se distancian del orden cultural.  

La civilización moderna comenzó a construirse en el siglo XVI y ha durado hasta ahora. Se


caracteriza, en lo económico, por el industrialismo y el capitalismo; en lo político, por el
estatismo y el régimen de partidos; y en lo cultural, por el cientismo materialista y las
ideologías. Tres sub-sistemas orgánicamente funcionales.
En las últimas décadas del siglo XX la civilización moderna comenzó a desarticularse,
generándose fuertes disfuncionalidades entre la economía, la política y la cultura. Los tres
subsistemas han venido agotando sus capacidades de asimilación e inclusión social, y las
exclusiones han llegado a ser cada vez más evidentes. En lo económico, el desempleo y el
sobreendeudamiento limitan la satisfacción de necesidades en grupos sociales
numerosos. En lo político, los partidos ven reducidas sus capacidades de motivar a las
personas, y las instituciones estatales pierden credibilidad entre los ciudadanos, de modo
que la representatividad y la legitimidad de las instituciones del Estado se debilitan. En lo
cultural, las ideologías ya no seducen ni movilizan a las multitudes, y las ciencias sociales,
económicas y políticas no saben elaborar respuestas y soluciones eficaces a los problemas
crecientemente complejos de la sociedad.

Los instrumentos de la civilización

El crecimiento de la cultura está basado en el desarrollo de los instrumentos de la


civilización. Y los instrumentos que el hombre utilizó para salir del estado salvaje fueron
eficaces en la medida exacta en que liberaron las capacidades del hombre para poder
realizar otras tareas más elevadas.

Ahora en un ambiente moderno de cultura en ciernes y de progreso incipiente en asuntos


sociales, vosotros que disponéis realmente de algunos ratos libres para pensar acerca de
la sociedad y la civilización, no debéis pasar por alto el hecho de que vuestros antepasados
primitivos tenían poco o ningún tiempo libre para poder dedicarlo a la reflexión cuidadosa
y a la meditación social.

Los cuatro primeros grandes progresos de la civilización humana fueron:

1. El dominio del fuego.

2. La domesticación de los animales.

 3. La esclavización de los cautivos.

4. La propiedad privada.

Durante la era anterior a las máquinas, la única manera que tenía el hombre de realizar un
trabajo sin hacerlo él mismo consistía en utilizar un animal. La domesticación de los
animales puso en sus manos unas herramientas vivientes cuya utilización inteligente
preparó el camino para la agricultura y el transporte. Sin estos animales, el hombre no
podría haberse elevado desde su estado primitivo hasta los niveles de la civilización
posterior.

El Proceso de Modernización

Los innumerables cambios que ocurren en una sociedad para que ´esta se convierta en
moderna constituyen lo que se llama proceso de modernización. En la ´época actual, es la
tendencia global que siguen todas las sociedades del mundo y puede afirmarse, casi con
absoluta certeza, que no hay paıs que se sustraiga de esta corriente. Sin tener en cuenta,
por el momento, los tipos y vías de modernización que ha experimentado la sociedad,
puede afirmarse que la lucha por lograrla es el empeño fundamental de la ´época actual y
se ha convertido en la aspiración dominante de los pueblos, en un “tipo especial de
esperanza”. La complejidad del proceso de modernización y las distintas formas que ha
adoptado, siguiendo las peculiaridades históricas y estructurales de una sociedad u otra,
implica, en el fondo, el eslabonamiento de tres aspectos inseparables: el desarrollo
económico, los cambios estructurales de la sociedad y la vigencia real de formas políticas
de gobierno que satisfagan las metas del desarrollo económico y social.

La concurrencia simultánea de estos aspectos implica que los mismos actúan de manera
congruente. Así, el desarrollo económico no se da exclusivamente por la acción
espontanea de los factores económicos de la producción y la distribución, sino que a ´el
concurren decisiones pol´ıticas que consideran los niveles de participación de los distintos
sectores de la estructura social. El proceso de modernización, al producir una gran
movilización social, acelerar la urbanización, abatir los ´índices de mortalidad, aumentar el
promedio de vida, modificar la estructura familiar y del parentesco, ampliar los servicios
públicos, perfeccionar los sistemas de comunicación, o -para decirlo brevemente- al
desatar una “revolución de las aspiraciones”, no borra las diferencias ni suprime los
conflictos de clase, sino que puede avivar las contradicciones de clase en los conflictos
económicos, ideológicos y políticos, especialmente en la modernización de tipo capitalista.

Determinadas sociedades tienen la capacidad de impulsar este proceso, porque los


factores internos que actúan dentro de ellas son lo suficientemente dinámicos y fuertes
para pasar de formas y de niveles inferiores de producción económica y de organización
social, de tecnologías tradicionales, de anacrónicas estructuras del poder político, de
sistemas jurídicos y de servicios públicos obsoletos, a formas y niveles nuevos y superiores
con que la sociedad, desde los puntos de vista teórico y concreto, pueda ostentar,
disponer y disfrutar de una abundancia de bienes y servicios.
Este tipo de modernización podrıa llamarse autónomo o central y corresponde a aquellos
paıses altamente industrializados que han alcanzado un notable grado de desarrollo. Para
ellos, la modernización es la continuación del estado de modernidad en que se
encuentran; en consecuencia, no les significa sacrificios excesivos ni trastornos drásticos.
Empero, el hecho de que tengan capacidad propia para impulsar este proceso, no quiere
decir que sean países que se hubieran desarrollado “fuera” de toda relación con los
demás; por el contrario, en su historia económica, social y política se encuentran largos
períodos, que han durado décadas y siglos, en los que ejercieron dominación colonial
sobre otros territorios y países. La riqueza intercambiada les produjo enormes beneficios y
los excedentes extraıdos de ultramar multiplicaron sus posibilidades de desarrollo. Los
países centrales modernos obtuvieron, en el fondo, sus niveles actuales combinando su
capacidad interna con diversas formas de dominación colonial y neocolonial. Otras
sociedades participan del proceso de modernización por la acción que ejercen sobre ellas
los sistemas socioeconómicos existentes o los países cercanos o distantes. En este caso, se
percibe con nitidez una incorporación de sociedades tradicionales (no modernas) a los
mecanismos de dominación y dependencia, generados por el sistema capitalista en
expansión durante los ´últimos siglos. Para muchas de ellas, los cambios han sido
drásticos, han demandado un esfuerzo considerable para atender sus necesidades y, en
muchos casos, les ha significado una subordinación completa de su economía, de su
política, de su cultura y de su individualidad histórica. Esta subordinación adquiere
caracteres nıtidos a través del colonialismo, considerado como una fase histórica en que
se universaliza la modernización. La incorporación violenta o pacıfica de distintas
sociedades a este proceso produce efectos contradictorios en los que pesan más los
aspectos negativos. El establecimiento de colonias ha tenido muchas variantes; así, los
modelos español o portugués fueron diferentes del inglés, francés, holandés o belga, pero
todos ellos se caracterizaron por las formas específicas de explotación económica,
opresión política y dominación social con que se ha reforzado la prosperidad de las
metrópolis, haciéndola más aptas para su propia modernización, su desarrollo económico
y su industrialización sostenida. Los modelos clásicos de colonialismo pretenden
justificarse como procesos “civilizadores” de gran escala, por haber introducido en
sociedades tradicionales formas y roles que supuestamente constituyen elementos
revolucionarios de modernización y de trasmisión de cultura. Lo que importa destacar es
que las metrópolis, a tiempo de establecer sus fabricas, minas y plantaciones, difundir
nuevas lenguas y costumbres, introducir nuevas modalidades de trabajo, implantar
técnicas de producción o instalar nuevos medios de transporte o medios de comunicación,
estaban “incorporando” sus posesiones coloniales a una economía central, sin
preocuparse de lo que efectivamente podrían ganar el territorio ocupado y la población
colonizada. Si bien en la actualidad se derrumba precipitadamente el mundo colonial,
todavia son fuertes las relaciones de neocolonialismo que predominan en vastas regiones
del planeta. Esta nueva forma de dominación también es vista como otra modalidad
“pedagógica” que sigue el proceso de modernización. Las dependencias económicas y
tecnológicas determinan una subordinación casi total del paıs semicolonial, preservando
las apariencias de la independencia política. Los esquemas neocoloniales que se
administran desde las metrópolis altamente industrializadas, con el concurso de las
empresas transnacionales, facilitan una regida división internacional del trabajo y una
monopolización cada vez mayor del conocimiento científico y técnico, en manos de las
potencias imperialistas que asumen el papel de dosificadores del proceso de
modernización.

Referencias Bibliográficas.

https://www.urantia.org/es/el-libro-de-urantia-edicion-europea/documento-81-el-
desarrollo-de-la-civilizacion-moderna

https://www.elviejotopo.com/topoexpress/la-crisis-la-civilizacion-moderna/

file:///E:/Revista36_S3A1ES.pdf/ La Sociedad Moderna Y El Proceso De Modernización

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