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que ha cambiado en el profesionalismo
DESDE TEMPRANA
EDAD ME MOTIVÉ
A REGISTRAR
MOMENTOS
—Adrián Barros
Hilandera margariteña y Amanecer
de Pampatar. Ambas son fotografías
de Adrián Barros
vado sus propias motivaciones. De
manera que no hay reproches ni
evaluaciones en negativo. Pero, en un
ejercicio de reminiscencia se evoca a sí
misma trazando “esas cositas rosadas”
que hacen las criaturas bien portadas
antes de los 10 años de edad. “Hasta
que un día decidí comprar pintura,
varios lienzos, y me puse en mi papel
de pepito preguntón. En ese aprendiza-
je fui paseándome por el uso de varias
técnicas. Todo fue autodeterminación.
Entendí que además de pintar hay
que colocar un protector, aunque
cuando lo hacía todo el trabajo se me
empegostaba”.
El camino es parecido al de Barros,
pues él nunca obtuvo formación ni
recibió clases formales de fotografía.
“No pagué en clases de fotografía sino
en películas”, habla sobre un pasado
que muestra como fotógrafo por encar-
go de algunas publicaciones.
La plataforma de trabajo, en el caso de
la mayor de la dinastía Alvarado, no son
las galerías, sino un estudio de su casa,
donde no se obliga a disciplinas de hora-
rios. Ejecuta el trabajo cuando le provo-
ca, sin ataduras por satisfacer el gusto
externo. “De hecho tuve tiempo sin
agarrar un pincel porque en el espacio
donde estaba no había ventilación.
Era suicida. Yo trabajo con óleo y el olor
es muy malandro (fuerte) y si el aparta-
mento es muy pegado a otro entonces
te imaginas lo que pasará con el vecino”.
No era eso precisamente lo que in-
quietaba a Nacho Huett, entonces aspi-
rante a Dj. Becado por el gobierno es-
pañol, viajó a Madrid en el año 2000,
cuando cursó estudios en el Liem, un
laboratorio de investigación de música
electroacústica.
“A mí esta pasión se me despertó en
España, donde el movimiento Dj es in-
tenso. Allá puedes tenerlo como oficio
de alto perfil profesional y vivir cómo-
do. Eso me entusiasmó porque se abría
otra posibilidad para mí en Venezuela”.
En efecto, al llegar a Caracas, Huett se
introdujo en la movida nocturna, pero no
como díscolo habitué sino como un mez-
clador bien desempeñado. “Los jueves —
rememora— eran los días de mayor furor,
pero todo ha cambiado en los locales,
un poco por la crisis y otro tanto por la
inseguridad. Ahora experimento más
la electroacústica en mi casa”.
Por lo visto, caerse a pasiones también
tiene su momento para los famosos. ❋
nllabanero@eluniversal.com
Estampas
Otros
faranduleros
Unos cuantos faranduleros venezo-
lanos “matan tigres” o desembocan
su ímpetu en tareas diversas. La ac-
triz Carolina Perpetuo y el narrador
de noticias de Venevisión, Eduardo
Rodríguez, trazan formas artísticas
que intentan saludar el arte de
manera cordial. Mientras que
frecuentemente Freddy Aquino
abandona el uniforme de doctor
en Los misterios del amor para
animar la movida nocturna con su
grupo de reggae.
Algo más pausado, el actor Roberto
Messutti se deja seducir por las
letras. Así que cuando la musa está
de su lado escribe libros de poesía
que son firmados por las editoriales.
Ya lleva dos.
Diva de los escándalos, María
Conchita Alonso ha asegurado
que en el moldeado de las velas
ha encontrado una luz para elevar
sus pasiones. Y John Paul Joubran,
guitarrista de Entre Nos, soporta
entre sus hombros la responsabili-
dad de dirigir las operaciones de
Hard Rock Café. Ni una nota
se le pasa como administrador
de las sedes de Caracas, Margarita
y Aruba. Andreína Álvarez, por su
parte, demuestra que no siempre
ella es la chistosa del grupo, espe-
cialmente cuando diagrama el perfil
académico de su escuela de baile.
Hay para todos los gustos.
Un último ejemplo: la pasión
de Jean Carlos Simancas
por la cría de caballos.
15 NOVIEMBRE 2009 ?