En la actualidad, no queda duda del impacto que ejerce el desarrollo personal y profesional de
los docentes sobre el logro de capacidades de sus estudiantes. Más aún el relacionado al
autocuidado y desarrollo socioemocional, porque quienes entienden mejor el mundo de sus
emociones, logran relacionarse mejor y generan un ambiente emocional que entre otros
obtiene los siguientes resultados en sus estudiantes:
Asimismo, un docente que presta atención y regula sus emociones, contribuye en el desarrollo
de niñas, niños y adolescentes con habilidades socioemocionales que logran interrelacionarse
mejor con otros, ser asertivos, expresar sus afectos, ponerse en el lugar de otro, así como
prevenir conductas de riesgo y reducir la violencia.
El autocuidado se sustenta en el amor hacia uno mismo, a través de la siguiente ecuación: “Me
quiero = Me preservo + me cuido”. ¿En qué consiste el autocuidado? El autocuidado consiste
en “… la repetición constante de muchos pequeños hábitos, que en conjunto calman y
aseguran que una persona está en su punto óptimo: emocional, física y mentalmente.”2
Las ocupaciones del trabajo y búsqueda de metas personales y profesionales, así como las
responsabilidades personales y/o familiares, hacen que resulte muy difícil encontrar tiempo
para valorar y desarrollar estrategias de cuidado personal tan necesarios para vivir la vida.
Como dice Ellen Bard, “… si no te cuidas, no pasará mucho tiempo antes de que te sientas
abatido por el agotamiento y funciones en una niebla mental en la que es difícil preocuparse
por nada ni por nadie.”
Daniel Goleman (1998) propone una inteligencia ligada a estas habilidades denominada
Inteligencia Emocional, definida como: conjunto de rasgos y atributos, que debemos poseer y
esforzarnos por desarrollar (rasgos de personalidad, rasgos de motivación y rasgos de
emoción).