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Se aísla muchas veces lo rural a la mera actividad agropecuaria, e incluso después de desarrollar la

discusión resulta sorpresivo el hecho hablar de una vida más allá de la meramente productiva,
hablar de nociones culturales y étnicas, hablar de la inevitable relación entre lo doméstico y lo
salvaje… y es aquí precisamente donde surge la necesidad de entender el espacio rural como algo
más allá de lo estrictamente productivo, sea industrial, turístico, minero, ganadero, etc… e incluso
verlo como algo más que un simple soporte de la cuidad, aislado y olvidado.
Aquí nace entonces la necesidad de comprender la sociedad como un sistema complementario
entre campo y la cuidad, como engranajes que permiten el correcto funcionamiento de un todo,
como dos partes supremamente importantes de un mismo sistema… y nace la conciencia, como
participantes activos de este sistema, que esto nos involucra a todos y que es responsabilidad de
todos conservar este legado histórico, natural y social (Más como veterinarios zootecnistas y
agrónomos)… Y entonces, fortalecer la lucha de estos sectores, entender su contexto y reivindicar
al campo, devolver al entendimiento general la vital importancia de este y de su gente, sus
derechos, sus necesidades… Para nadie es un secreto que, desde un punto de vista político, la
visión del campo no tiene en cuenta a todos sus actores y solo se preocupa, por decirlo de alguna
manera, por explotar y obtener las mieles que provee a la cuidad y la industria sin tener en cuenta
el deterioro que genera: deterioro ambiental, deterioro social, deterioro cultural… ¿Cómo se
pretende que subsista si no se protegen el medio y sus actores?
La concepción de lo rural en un contexto más amplio al acostumbrado permite entonces,
apropiarse de estas raíces y este espacio, respetarlo, aprovecharlo y protegerlo para asegurar la
continuidad y el funcionamiento de este complejo sistema.

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