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Bruguera
CIRUGÍA ORTOPÉDICA Y TRAUMATOLOGÍA
La rotura parcial o completa del ligamento cruzado anterior (LCA) de la rodilla es una
lesión relativamente frecuente, sobre todo en ambientes deportivos, y también en otro
tipo de situaciones como accidentes de trabajo, tráfico, etc.
Sobre todo en personas jóvenes que realizan habitualmente esfuerzos con la rodilla, la
rotura del LCA puede producir una incapacidad suficiente como para valorar la
reconstrucción quirúrgica de este ligamento.
Este mecanismo no sólo pone en peligro al LCA sino que también hay unas estructuras
como el ligamento lateral interno y los meniscos, que corren el riesgo de romperse al
mismo tiempo que el LCA (de ahí que se hable en ocasiones de triada fatal de rodilla,
etc.).
Estos dos problemas, obviamente, son más importantes cuanto mayores son la actividad
física y el vigor con que se realiza. De hecho es habitual ver pacientes de más de 40-45
años que toleran bien esta lesión, al contrario de lo que suele ocurrir en pacientes más
jóvenes.
Además, en lesiones aisladas del LCA es habitual que, precisamente por la inestabilidad
de la rodilla, se produzcan a medio-largo plazo lesiones de meniscos y/o cartílago
articular que aumentan lógicamente la complejidad de la lesión y, por tanto, de su
tratamiento.
J. de Pablos ! J. A. Bruguera
CIRUGÍA ORTOPÉDICA Y TRAUMATOLOGÍA
Los injertos “H-T-H” se fijan en su posición final con muy diferentes sistemas pero,
cada día son más populares, los llamados tornillos interferenciales de titanio y
reabsorbibles. Lo normal es usar uno en el fémur y otro en la tibia
B) Otra técnica, creemos que cada vez más popular y la que ahora nosotros practicamos
más habitualmente, consiste en utilizar los tendones del m. semitendinoso y m. recto
interno (isquiotibiales) como injerto (también se llama “4T”).
También pueden sujetarse a los puntos de anclaje de múltiples maneras pero nosotros
utilizamos con mayor frecuencia un botón apoyado en la cara anterior del fémur y un
tornillo interferencial reabsorbible en tibia. Por lo demás los túneles y el aspecto del
tendón una vez colocado (se denomina la “plastia”) presenta un aspecto muy similar al
de la técnica anterior (rotuliano).
La principal ventaja que vemos de la segunda técnica (“4T”) con respecto a la primera
(H-T-H) es la más rápida y fácil y menos dolorosa recuperación postoperatoria con la
técnica “4T”.
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CIRUGÍA ORTOPÉDICA Y TRAUMATOLOGÍA
En este punto hay una gran controversia pero, en nuestra experiencia, la cirugía es más
fácil y la recuperación más rápida si se esperan al menos dos semanas después de la
lesión, es decir cuando la rodilla está ya “fría” y el derrame que suele existir también ha
cedido, al menos parcialmente.
Finalmente, la cirugía artroscópica nos parece más elegante y las cicatrices cutáneas son
menores con esta técnica que con la cirugía abierta.
El ingreso hospitalario suele ser no mayor de 2 días. Durante este tiempo el paciente
inicia suaves movilizaciones de la rodilla y ejercicios isométricos (levantar la pierna
extendida) y comienza la deambulación con apoyo parcial ayudado con muletas
(bastones ingleses).
Con los tornillos reabsorbibles, obviamente, no. Con los tornillos interferenciales de
titanio, debido a la inercia de este metal que es generalmente muy bien tolerado por el
organismo humano, solo se deben retirar cuando producen molestias en el paciente, bien
porque protruyen debajo de la piel o porque se han movilizado y producen algún
compromiso intraarticular.
Cuanto antes, tras el alta del hospital, el paciente inicia un programa de rehabilitación
diario en Centro Especializado que dura entre dos y cuatro meses y con el que se tiende
a recuperar sobre todo la potencia muscular y la movilidad de la rodilla de la extremidad
intervenida. Es crucial recordar que, en esta fase, el propio paciente es quizá el
eslabón más importante en “la cadena” del tratamiento del paciente. Sin su
colaboración máxima, el resultado de una operación perfecta puede ser un fracaso
y al contrario.
El apoyo total se permite desde los 10-15 días postoperatorios, pero es conveniente
seguir con muletas (primero dos y después una), durante los primeros dos meses del
postoperatorio con el fin de estabilizar la marcha.
La férula articulada (también llamada rodillera) es conveniente durante las 4-8 primeras
semanas del postoperatorio. En las revisiones periódicas que se hacen desde el alta
hospitalaria, el cirujano va dando progresivamente mayor movilidad a dicha férula
según el paciente progresa en la fisioterapia.
Todas estas precauciones no tienen otro objetivo que el de permitir que el injerto se
incorpore (prenda) de la mejor manera posible, y por lo tanto su función sea eficaz y
permanente a lo largo del tiempo.
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CIRUGÍA ORTOPÉDICA Y TRAUMATOLOGÍA
Las complicaciones posibles de esta cirugía son, como en cualquier otra, las derivadas
de la cirugía en general (problemas anestésicos, infecciones, problemas de cierre de las
heridas...) y las propias de la cirugía ligamentaria.
De estas últimas las más frecuentes son el derrame articular (hemartros), el déficit de
movilidad (sobre todo para realizar la extensión completa de la rodilla), el dolor patelar,
generalmente pasajero y las lesiones del menisco interno. La rotura del injerto (plastia)
es una complicación grave y es más probable cuanto más violentos son los ejercicios o
esfuerzos con la rodilla intervenida en los primeros meses del postoperatorio.
En general, podemos decir que esta es una cirugía donde, poniendo todos los medios a
nuestro alcance, son raras las complicaciones que puedan comprometer el resultado
final de la operación.
AVISO
Toda la información aquí contenida es una guía general. Casos concretos pueden variar
en cuanto al tratamiento o postoperatorio. Cualquier duda o problema, consulte con
nosotros en la dirección indicada en el reverso.