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El amante devocional

El varón puede cambiar la visión de masculinidad sexual que le ha dado la cultura, que es
pobrísima, y entrar en el amante devocional que es quien ve a la mujer como la manifestación
de la diosa. Pero no la ve así porque le dijeron en un curso que la mujer es la diosa, sino que
aprende a percibirlo en la realidad, cuando la ve percibe en la energía de la persona, en todas
las mujeres, la vibración de la fuerza de la diosa. Lo siente en su propio cuerpo, como un
reflejo en su cuerpo porque ahí también conecta con su lado femenino. Se vuelve devoto
porque entiende desde el corazón que esa es la energía de la vida, la energía que permite el
movimiento de la vida. Aprende a sumergirse en la voluptuosidad del gozo y del placer.

Al tomar el cuerpo como algo sagrado entendemos que la forma femenina tiene una
correspondencia con la naturaleza, con las montañas, con los acantilados, con las quebradas.
Ese hombre entiende que en ese momento está con la naturaleza misma, está con la madre
tierra y con la diosa de las estrellas.

Ese hombre devocional al sentir eso puede tener una experiencia de totalidad, desde lo genital
y desde todo su cuerpo viviendo en una plenitud de gozo al entrar en el mundo femenino, que
no es solo la penetración, sino el entrar al mundo de ella. Porque podría haber penetración
pero nunca entrar dentro del mundo femenino porque no se permite sentir otras cosas, solo
tiene una descarga.

Para salirnos de la sexualidad de descarga necesitamos hombres que tengan otro tipo de
sensibilidad y se permitan la riqueza del espíritu, la riqueza del corazón que tiene el ser
humano, sino se lo van a perder. Es una experiencia humana que está para todos.

Daniel Curbelo

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