Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
100 AÑOS
EN 13 VOCES
Compilado por: Ricardo Romero Romero
EDICIONES MINCI
Ministerio del Poder Popular para
la Comunicación e Información
Final Bulevar Panteón, Torre Ministerio del Poder Popular
para la Comunicación e Información, parroquia Altagracia,
Caracas-Venezuela.
Teléfonos (0212) 8028314-8028315
Rif: G-20003090-9
Ilustraciones
Lorena Almarza
COMPILADOR:
RICARDO ROMERO ROMERO
CONTENIDO
1. Aquiles, centenario de ternura y humor
por Lorena Almarza
2. Aquiles mío
por Libeslay Bermúdez
3. Humor y amor entre bares y el santoral
por Alí Ramón Rojas Olaya
4. Aquiles y yo
por Mecedes Franco
5. Memorias de un transeunte sonreido
por Roberto Malaver
6. Aquiles, crónica de la identidad profunda
por Laura Antillano
7. Aquiles Nazoa, mi madre y yo
por Armando José Sequera
8. Aquiles como en casa: “Arte y parte”
por Flora Ovalles Villegas
9. Una relectura afectiva del Credo de Aquiles
por Miguel Antonio Guevara
10. Querido Aquiles
por Mercedes Chacín
11. Aquiles el físico, Nazoa el espiritual
por Luis Britto García
12. Ingenio y ternura en Aquiles Nazoa
por Gabriel Jiménez Emán
13. Al pie de la letra… Aquiles Nazoa
por Miyó Vestrini
El hombre de lo sencillo, de los detalles, de la poesía
simple para la sublime, el gran Aquiles Nazoa. El
hombre de los poderes creadores del pueblo.
Nicolás Maduro Moros
(13/12/2019)
7
PREFACIO
AQUILES NUESTRO
Ricardo Romero
10
AQUILES, CENTENARIO
DE TERNURA Y HUMOR
Lorena Almarza
Caricaturista, ilustradora y productora audiovisual. Escribe sobre cine
y medios audiovisuales en la revista Encuadre. Presidenta fundadora de
la Fundación Villa del Cine (2006-2009). Como caricaturista el Premio
Nacional de Periodismo Aníbal Nazoa (2016), y en ilustración recibió
el Premio Nacional Simón Bolívar (2015). Entre sus publicaciones
destacan: Heroínas (2013), Amor y Revolución (2015).
11
AQUILES, CENTENARIO
DE TERNURA Y HUMOR
Lorena Almarza
En Guachirongo lo conocí
Yo conocí a Aquiles en Guachirongo, por entonces una vieja casa
ubicada en la calle 46, desde la cual, Wilmer Peraza poeta y promotor
cultural, impulsaba el sueño de un centro cultural. Como homenaje,
la casa llevaba el nombre de un personaje popular de un cuento de
Salvador Garmendia, “que vivió entre las nubes de los crepúsculos”.
En su patio agreste, donde se disfrutaba de peña poética y musi-
cal, y cuyos detalles se encuentran resguardados en los pliegues de mi
memoria, había un rinconcito modesto con libros, sillitas destartala-
das y unas gaveras, que de llevar refrescos, se convirtieron en asiento
de soñadoras y soñadores a ojos abiertos No sé por qué, pero al
tratar de recordarlo con precisión, veo telas de colores que cuelgan y
bailan con el viento. Quizás esto lo haya sumado mi encanto por ese
lugar, pues fue allí donde escuché los primeros poemas de Aquiles.
Pasó también en aquella temporada en mi pueblo, y quienes co-
nocen a los guaros de entonces, que por todos lados se celebraba la
palabra, para ser más exacta, la echadera de cuento. Y entonces,
ya con El Caimán de Sanare metido en el corazón, en las voces de
cuenteras y cuenteros llegó la prosa y la poesía del Ruiseñor de Ca-
tuche. Entre muchas fábulas y otras “jocoserías”, “El Credo” y “La
Historia de un caballo que era bien bonito”. Sin pensarlo, se me
agrandó el corazón.
Unos pocos libros usados que conseguí en los libreros del Edificio
Nacional y otros prestados, me permitieron adentrarme en la ter-
nura del poeta, en el humor y la picaresca de su prosa, en la crítica
12
Aquiles Nazoa
13
100 AÑOS EN 13 VOCES
El Guarataro
Nació el 17 de mayo de 1920 en el barrio Nuevo Mundo en El
Guarataro, en una calle paralela a la vía de llegaba del tren de los
Valles de Aragua. Sobre su nacimiento escribió: “Los dioses que pre-
sidieron mi nacimiento en 1920, me fueron especialmente favorables
14
Aquiles Nazoa
Diversos oficios
En su libro “El Ruiseñor de Catuche” , escribió “(…) He ejercido
diversos oficios (…) A los doce años fui aprendiz en una carpintería; a
los trece, telefonista y botones del Hotel Majestic; y luego domiciliero
en una bodega de la esquina de San Juan, cuando esta esquina, que ya
no existe, era el foco de la prostitución más importante de la ciudad.
Más tarde fui mandadero y barrendero del diario El Universal,
cicerone de turistas, profesor de inglés, oficial en una pequeña
repostería, y director de “El Verbo Democrático”, diario de Puerto
Cabello. Durante los últimos diez años me he compartido entre las
redacciones de Ultimas Noticias, “El Morrocoy Azul”, El Nacional,
“Élite” y “Fantoches”, del que fui director”.
En “Vida Privada de las Muñecas de Trapo” contó que aprendió
inglés y francés gracias a una mujer de origen trinitario que vendía
dulces en la esquina de Sociedad, eso cuando era muchacho toda-
vía. El jovencito trabajó en El Universal como empaquetador, y allí
aprendió tipografía y corrección de pruebas. Fue también guía en el
Museo de Bellas Artes una temporada.
Refiere Laura Antillano, que “su vida de niño y adolescente estu-
vo siempre dedicada al trabajo (…) fue autodidacta, aprendió idio-
mas de lectura y escucha.
15
100 AÑOS EN 13 VOCES
Exilio y regreso
Su apoyo a las manifestaciones estudiantiles y de obreros contra la
dictadura, le valió la cárcel y en 1956 la expulsión del país. El poeta
relató que fue “embarcado con las manos esposadas” en un avión, y
fue antes de despegar que se enteró que su destino era La Paz, capital
de Bolivia. Allí se unió al círculo de escritores de la “Peña Navia”, y
publicó entre otros, “El Burro Flautista”. Bajo seudónimo, continuó
escribiendo para El Nacional.
Regresó a Caracas en 1958 y se incorporó a la revista “Domingui-
to” de Gabriel Bracho Montiel. Junto a su hermano Aníbal, fundó
en 1959 “Una Señora en apuros”, y al año siguiente dirigió la revista
“El Fósforo”. Ambas publicaciones enfrentaron la persecución del
gobierno de Betancourt. Entre 1960 y 1965 publicó “El Ruiseñor
17
100 AÑOS EN 13 VOCES
19
100 AÑOS EN 13 VOCES
Aquiles justiciero
Contó Fruto Vivas una anécdota, en la cual un día Aquiles fue
a hacer mercado en Quinta Crespo, y en el camino, dio cuenta de
una jaula de la policía llena de niños a la cual se acercó y le preguntó
por qué estaban allí. A lo que los niños respondieron que los habían
metido preso por recoger comida de la basura. Según Fruto Vivas, el
candado de la jaula no estaba cerrado, así que el poeta les abrió para
que salieran. Se metió en la jaula y le pidió a los niños que cerraran
el candado. Al pasar un rato y llegar la policía se encontraron con
Aquiles dentro y le preguntaron quién era y porqué estaba allí, a lo
que respondió – Soy Aquiles Nazoa y recojo comida de la basura.
Cronista
De igual modo vale referir que Aquiles, es también un referente
importante en la crónica venezolana. Cuenta su contexto sumando
datos y detalles provenientes casi siempre de un impecable trabajo de
investigación, análisis y vivencia, para mostrar personajes históricos
pero también personajes y situaciones cotidianas. El poeta desgrana
con belleza y los descubre ante nuestros ojos. Se interroga, plantea
su punto de vista; y a su vez, nos plantea a quienes lo leemos una
reflexión. Adicionalmente, cuenta con hermoso lirismo, musicalidad
e ingenio. Laura Antillano plantea que “su escritura es un alegato de
defensa y elegía. Su espíritu de investigación y su visión penetrante
de nuestra realidad enriqueció su escritura de nostalgia y ternura,
20
Aquiles Nazoa
Adiós al poeta
El 25 de abril de 1976 muere el poeta en un accidente automo-
vilístico. Su obra “Humor y Amor” circulaba desde 1970 y tras su
lamentable partida fueron publicadas “Vida privada de las muñecas
de trapo”, “Raúl Santana con un pueblo en el bolsillo” y “Leon-
cio Martínez, genial e ingenioso”. Sus libros “Raúl Santana con su
Pueblo en el Bolsillo” y “Vida Privada de las Muñecas de Trapo”
obtuvieron el “Mejor libro del año” en 1974 y 1975 respectivamente.
Tras su muerte, y en reconocimiento a su trabajo, la Academia
de la Lengua de Dinamarca le concedió el premio “Hans Cristian
21
100 AÑOS EN 13 VOCES
Aquiles Autobiográfico
Nací en la barriada El Guarataro, de Caracas, el 17 mayo de 1920.
He estudiado muchas cosas, entre ellas un atropellado bachillera-
to, sin llegar a graduarme en ninguna.
He ejercido diversos oficios, algunos muy desagradables, otros
muy pintorescos y curiosos, pero ninguno muy productivo, para ga-
narme la vida. A los doce años fui aprendiz en una carpintería; a los
trece, telefonista y botones del Hotel Majestic; y luego domiciliero en
una bodega de la esquina de San Juan, cuando esta esquina, que ya
no existe, era el foco de la prostitución más importante de la ciudad.
Más tarde fui mandadero y barrendero del diario El Universal,
cicerone de turistas, profesor de inglés, oficial en una pequeña repos-
tería, y director de El Verbo Democrático, diario de Puerto Cabello.
Durante los últimos diez años me he compartido entre las redac-
ciones de Ultimas Noticias, El Morrocoy Azul, El Nacional, Elite y
Fantoches, del que fui director.
22
Aquiles Nazoa
23
AQUILES MÍO
Libeslay Bermúdez
Poeta, filósofa, actriz, locutora y productora artística. Se ha dedicado
a la investigación, diseño y realización de eventos y talleres artísticos
literarios con énfasis en la poesía y en el público infantil. Autora de las
obras Juegos de Guerra (2000-2004), Fábula del Pájaro Oscuro (1999), Insectos
en el paraíso (2000). Algunos de sus textos han sido traducidos al inglés,
catalán, portugués y francés.
24
AQUILES MÍO
Libeslay Bermúdez
Dicen los que saben de eso que la poesía es de quién la lee, suele
suceder que nos apropiamos de un texto porque nos canta algo, nos
identificamos con eso, pensamos que el poeta habló certera, bella-
mente, como hubiéramos querido hacerlo y entonces ocurre, se com-
pleta el misterio propio del poema. Pero lo verdaderamente extraor-
dinario sucede cuando aparece un gran poeta y se apropia de uno sin
que podamos evitarlo. Y es que seguramente no querremos evitarlo.
Se apropia de nuestra imaginación, de nuestra risa, de nuestro cora-
zón y nada que hacer, entra en la vida para siempre, quedándose en
cada edad, cada etapa, cada historia. Y ocurre que es el poeta quien
lo completa a uno. Uno que ya venía medio descompuesto de fábrica
requiriendo ser completado y queriendo ser poema...
Por eso es que me atreveré aquí a compartir por primera vez esa
historia secreta, entre un escritor centenario y yo, entregarle este ho-
menaje íntimo por todo lo que hemos sido y seguimos siendo. Yo no
sabía cómo era el hombre, pero si se del poeta que se apropió de mí
cuando apenas contaba ocho años.
Mi vida secreta con Aquiles comenzó una tarde, cuando llegó a
mis manos el nuevo número de esos cuadernillos de poesía: Lo mejor
de los autores, recogidos y publicados por Alejandro Caraballo, impre-
sos en la avenida Urdaneta, que fueron apareciendo por entregas en
los quioscos de periódico. En la contraportada del primer número el
editor nos hablaba sobre su propósito de despertar la afición por la
poesía “que es un formidable medio para transmitir todos los mensa-
jes de los que estamos urgidos” y recalcaba unas palabras de Aristó-
25
100 AÑOS EN 13 VOCES
27
100 AÑOS EN 13 VOCES
29
100 AÑOS EN 13 VOCES
30
Aquiles Nazoa
33
HUMOR Y AMOR ENTRE
BARES Y EL SANTORAL
34
HUMOR Y AMOR ENTRE BARES
Y EL SANTORAL
Alí Ramón Rojas Olaya
Introito profano
Cuando ya me alistaba para huir de aquella mazmorra etílica,
que por espacio de cinco horas me había acogido en su seno junto a
otros parroquianos que intentaban ahogar sus desamores en las vo-
ces de María Luisa Landín y Daniel Santos, tocó a mi espalda como
si se tratara de una puerta el padre Iñaki de Errandonea. Se sentó
a mi lado en aquella barra atendida por personajes que parecían
escapados de una película de Chalbaud. Sacó su cartera del bolsillo
derecho de la parte trasera del pantalón y se dirigió al cantinero:
- Topo, cóbrate la cuenta del amigo y abre otra, por favor. Tráeme
dos mediajarras bien friítas.
Entre la humareda de exangües cigarros fui al baño, oriné, me
eché agua en la cara, me vi en el espejo espurio que estaba a medio
guindar y salí para el segundo round.
- Rector, necesito un gran favor. Dentro de tres meses vamos a
bautizar un libro en la clandestinidad sobre unas cuartetas que re-
copiló el escolapio D. Matías de Aguirreta en San Sebastián de los
Reyes. Miguel Otero Silva está escribiendo el prólogo y Fray Joseba
Escucarreta ya hizo las caricaturas. Yo hice una selección de las tan-
tas que hay y me encargué de transcribirlas ya que muchas estaban
prácticamente ilegibles. Quiero que escribas un ensayo de manera
que el mundo intelectual se entere de lo que estamos haciendo en
Venezuela en materia de humorismo santoral porque con toda segu-
ridad ese libro va a ser prohibido.
- ¿Tienes algún ejemplar?
35
100 AÑOS EN 13 VOCES
36
Aquiles Nazoa
aprovecharé de viajar al futuro para ver qué se opina desde ese mo-
mento ulterior al cual, si Dios y los santos lo permiten, llegaremos
sanos.
Inmediatamente abrí mi agenda, y escribí una lista tentativa de
nombres que me vinieron a la mente en ese momento de ingesta
garrafal de lúpulo y cebada: Aquiles Nazoa, Andrés Eloy Blanco,
José Ignacio Cabrujas, Gilda Girardi, Adriano González León, José
Gregorio Linares, Alexandra Mulino, Aníbal Nazoa, Francisco Pi-
mentel “Job Pim”, Eduardo Sanoja, Manuel Pérez Vila y Ramón J.
Velásquez. Se la leí al padre y, furioso, me gritó con aire de reclamo:
- ¡Coño! ¿Y a mí me vas a dejar por fuera como la guayabera?
- No diga eso, padre, es apenas una lista que escribí quizás algo
indelicadamente.
- ¡Es jodiendo, vale! Pero sí, me gustaría que me anotes en tu plan
de coloquios, pero como si yo no te hubiese invitado a escribir sobre
el libro. Me gustaría que incluyeras a Joseba Escucarreta y a Miguel
Otero Silva.
{Caminé con los brazos abiertos, por hallar un cariño, una sola
amistad y qué es lo que tengo y tú que me diste: tan sólo mentiras,
cansancio, miserias. Miseria que llevo en la vida hace mucho tiempo
como una tragedia escondida en mi sufrimiento, migajas de besos,
limosna de todo es lo que me han dado como a un ser malvado,
como a un criminal. Miseria que llena de espanto porque no me
quieres. Miseria que es odio y es llanto, porque sé quién eres. Quién
sabe hasta cuándo seguiré esperando que cambie mi suerte o venga
la muerte como bendición}3.
- Con Miguel tengo confianza. Al padre no lo conozco.
- No te preocupes, es un borracho como yo y además también es
jesuita y gran seguidor de San Agustín.
- ¿Y eso, padre?
– No olvides que San Agustín resaltó la necesidad de los mere-
tricios y hasta los comparó a las cloacas de las ciudades porque así
3 Miseria es un bolero de Miguel Ángel Valladares.
37
100 AÑOS EN 13 VOCES
como éstas son necesarios. Una vez dijo: “Quitad los meretricios de
la vida humana, y todo se llenará de libídine”.
- ¡Coño, padre, usted si tiene vainas! ¿Y usted también es devoto
de San Agustín?
- No, yo soy seguidor de San Luis. En su época se dictó una ley
francesa que decía: “Toda casa de prostitución debe abrirse a menos
de trescientos metros de una iglesia, con el fin de que, al salir, todos
puedan ir a purificarse”.
Mientras pedíamos las del estribo, yo no quitaba la vista del libro.
{Yo no he visto a Linda, ¡parece mentira, tantas esperanzas en su
amor cifré! No le ha escrito a nadie, no dejó una huella, no se sabe de
ella desde que se fue. ¡Sabrá Dios cuántos le estarán pintando ahora
pajaritos en el aire! Yo no he querido ni podré querer a nadie con
tan loco frenesí}4.
Mientras el inquieto Anacobero canta Linda, entre mocos y lá-
grimas un hombre, aferrado a la rockola, quiere difuminarse entre el
humo invisible de un recuerdo.
Ángel González
El padre Iñaki y yo salimos esa madrugada casi cayéndonos. El
Tartagal no es precisamente una zona de Caracas muy elegante que
digamos. Nos abrazamos ladeadamente para apoyarnos y así faci-
litar nuestros pasos al tiempo que desde los distintos garitos camu-
flajeados en casas de familia, voluptuosas damas otrora bellas nos
hacían propuestas nada decorosas. Un cantor acompañado por un
guitarrista detuvo nuestros pasos por unos pocos minutos:
{Fúlgida luna del mes de enero, raudal inmenso de eterna luz,
a la insensible mujer que quiero, llévale tiernos mensajes tú. Ella es
trigueña de negros ojos, de talle esbelto y de breve pie, de blancos
dientes y labios rojos, la más risueña y hermosa es. Búscala y dile
que ni un momento, desde que el hado nos separó, no se me quita
del pensamiento, ni se me borra del corazón. Fúlgida luna del mes
4 Linda es un bolero de Pedro Flores.
38
Aquiles Nazoa
El negro Muñoz
Nos acompañamos hasta la esquina de El Cristo. Atrás queda-
ban Aserradero, La Gorda, San Pablo, Miranda, Reducto, Mira-
cielos y Cipreses. En esta esquina nos detuvimos y entramos al bar
La Crema porque Iñaki quería comerse un mondongo de esos ma-
drugadores. Él entró como perro por su casa. Hizo una señal de dos
con la mano y el mesonero entendió que eran dos cervezas e inme-
diatamente después par de mondongos. Allí estaban en una mesa
totalmente ebrios Julio Jaramillo, Daniel Santos, el Indio Araucano
y Alci Sánchez. En otra mesa estaban Rafael Bosque “El Aguilu-
cho”, Andrés Aguilar Pérez “Papote”, Rafael Castarlenas, Roberto
Ruiz y William Blanco abrazado a una guitarra acompañando a
Jesús Rafael “El Negro” Muñoz Marquiz, quien estaba decidido a
levantarse a una dama algo levantisca que bebía como para ahogar
una pena, con un tango de Juan Carlos Cobián y letra de Enrique
Cadícamo:
{Rara…como encendida te hallé bebiendo linda y fatal...Bebías y
en el fragor del champán, loca reías por no llorar... Pena me dio en-
contrarte, pues al mirarte yo vi brillar tus ojos con un eléctrico ardor,
tus bellos ojos que tanto adoré...}6
39
100 AÑOS EN 13 VOCES
40
Aquiles Nazoa
El Gardeliano
La tarde del día siguiente me fui caminando al botiquín el Gar-
deliano de Caño Amarillo. Llegué una hora antes de lo convenido.
Pedí una mediajarra Unión y saqué mi cuaderno de apuntes. Varios
estudiantes de artes plásticas me saludaron con alegre efusividad.
Justo al terminarme la cerveza, llegó Aquiles Nazoa acalorado. El
41
100 AÑOS EN 13 VOCES
42
Aquiles Nazoa
43
100 AÑOS EN 13 VOCES
44
Aquiles Nazoa
13 Ensayo escrito por Aquiles Nazoa que sirve de introducción a su obra Los humo-
ristas de Caracas (1972).
14 Volver, tango de Carlos Gardel (música) y Alfredo Le Pera (letra).
15 Aquiles Nazoa. Historia de la música contada por un oyente.
45
100 AÑOS EN 13 VOCES
46
Aquiles Nazoa
descender sus egos desde la deidad hasta el nivel humano. Sólo así el
ego tendrá una función social, no competitiva, más cerca del entrea-
yudarse18 del que nos habla Simón Rodríguez. Este visionario cara-
queño explica que el pueblo sabe «que en la enemistad se engendra
el odio, y que el odio degenera en aborrecimiento»19, es decir, «el que
aborrece sabe ofender y la ofensa pide venganza. Casi no hay caso en
que la venganza no se considere justa—por consiguiente todo el mal
que pueda hacerse al enemigo es permitido. Se empieza minando la
reputación—con esta cae el crédito, se pasa a atacar el honor, y de
allí, el dar con la persona cuesta poco»20. ¿Quién es para ti Job Pim?
- «Francisco Pimentel “Job Pim” es el más fino y constante exége-
ta con que cuenta la vida criolla. Su vida la ha dedicado a un queha-
cer literario caracterizado por su facundia temática, por la maestría
y gracia de su expresión y su gentileza de buen “causeur” en verso,
muy criollo en la intención festiva y en el acento popular, pero entra-
ñablemente vinculado, en su fondo moral y aun en la docta elegancia
de sus formas, a las grandes corrientes del humorismo culto que nos
vienen desde Quevedo y Lope de Vega»21.
Pepepepedro
Cuando ya nos aprestábamos para salir, vimos entrar, algo em-
briagados, a Gonzalo Fragui y Alfredo Alvarado “el Rey del Joropo”.
Se dirigieron a nuestra mesa, nos saludamos con cariño. Alfredo ve-
nía con las maracas en sus pies.
– ¡Pon un malambo para zapatear a lo argentino!, le gritó al me-
sonero Alfredo.
47
100 AÑOS EN 13 VOCES
48
Aquiles Nazoa
49
100 AÑOS EN 13 VOCES
La bicicleta de jardinero
En un momento en que nos quedamos solos, Aquiles y yo habla-
mos de la naturaleza dialógica y la intertextualidad inagotable de
los borrachos y las putas, de las melodías de arrabal con sus historias
bohemias de seres inmersos en la cotidianidad, mujeres y hombres
que viven de barra en barra y de trago en trago la religiosidad en
los altares de todos los bares y burdeles de mala muerte. Hablamos
de la vida que yace en el subterfugio de los boleros, tangos, guara-
chas, mambos, cumbias y serenatas escritas y cantadas por mujeres
y hombres que conocen la miseria de los barrios pobres, del campo
abandonado por el desarrollismo malsano, seres humanos que en su
infancia se acostumbraron, cuales perros callejeros, a las patadas, los
maltratos de matones y contrabandistas y a la comida sólo posible al
azar de la mendicidad. Hablamos de las melodías que huelen a putas
acostumbradas a las caricias de manos ásperas y besos con sabor a
ron. Hablamos del mundo impregnado de billares, hurtos, trampas,
movidas, atracos, traiciones, caña, maromas, puñaladas, desamores
y embrujos de hombres y mujeres que se aferran al santoral como
esperanza redentora de redimir sus pecados.
50
Aquiles Nazoa
ella, pienso en mi amado padre. ¿Quieren oír algo que le escribí justo
antes de venir?
- Para nosotros es un placer oírte, Aquiles.
- «Ahí va mi padre pedaleando su bicicleta de jardinero. Él lleva
sin saberlo la poesía como una violeta en el sombrero y a mi niñez
le gustan entusiastamente sus zapatos, que son como unos caballos
viejos y cariñosos. En aquellos tiempos estaban muy baratas las co-
sas. Teníamos una casa de flores que sólo nos había costado a razón
de un sufrimiento insignificante el metro cuadrado. Figúrense como
estarían las cosas de tan baratísimas entonces, que yo tenía una her-
mana llamada Lilia a la que no llegué a conocer porque se murió
aprovechando lo barata que se había puesto la muerte por aquellos
días. Mi padre pagó en cómodas cuotas la muerte de aquella niña.
Todos los días al llegar del trabajo, lloraba un poquito sobre el hom-
bro de mi madre. Y en cosa de cinco meses estuvo saldada la deuda
con la muerte, cosa que no se puede hacer hoy día. ¡Todo está ahora
tan caro!
Con decir que las lágrimas están reguladas por el departamento
de control de precios. Teniendo yo nueve años y él me imagino que
treinta, me pidió delicadamente esa mañana que me volviera de es-
paldas mientras él se bañaba con sus inocentes calzoncillos, porque
el mar le gustaba mucho y estaba amaneciendo.
No sé como aquel hombre se las arreglaba para que yo y mi her-
mana Elba recorriéramos el mundo, pasajeros los tres en su bicicleta
de flores; lo cierto es que el buen hombre tenía un exquisito olfato co-
mercial, y los domingos nos llevaba, él puesto su bellísimo sombrero
de violetas y sus conmovedores zapatos, y nosotros sus hijos la niñez
como un vestido y colinas de estreno, a mágicos mercados donde los
campos con sus correspondientes ríos se vendían a dos paisajes por
centavo.
Y en aquellos lugares mi padre cumplía plenamente su vocación
de ladrón irredento, pues regresábamos los tres a casa con un insólito
botín de aromas. Y todos nos queríamos mucho por eso.
51
100 AÑOS EN 13 VOCES
52
AQUILES Y YO
Mercedes Franco
Novelista, docente, cronista y escritora de literatura infantil. Ha
trabajado los relatos de terror y leyendas de la tradición oral. Autora
de las obras Cantos de Sirena (Crónicas, 1987), La Piedra del Duende
(Cuentos infantiles, 2000), Crónica Caribana (novela histórica, 2006),
Ribas el invencible (Cuento) y La Sayona y otros cuentos de espantos (2015).
Merecedora del Premio Rómulo Gallegos, (2007), Lista de Honor del
IBBY (1998), y en 2009 fue nominada al Premio Astrid Lindgren de
literatura infantil.
53
AQUILES Y YO
Mercedes Franco
54
Aquiles Nazoa
Pensé que los otros poetas de esa antología eran adultos, pero no
Aquiles Nazoa. En mi inmensa sabiduría de ocho años, yo sabía que
él era un niño, como yo.
El poema que leí primero fue la elegía a Mambrú, y para mí fue
un gran consuelo, porque siempre había querido saber qué pasó con
el pequeño cuerpo dormido de ese valiente capitán de mis juegos,
que había marchado a la guerra sin saber cuándo volvería. Cómo
todos los guerreros.
¿Dónde habría quedado su cara de suave oruga de campo?
¿Dónde la roja florecita de su gorra? ¿Dónde sus brazos de ramas
verdes?
Era reconfortante saber que la hierba lo había recibido “en casa
fresca” y que su espadita de guerra tan pequeña, fue guardada por
alguien en la funda olorosa de una almendra.
“Si lo encuentras mañana dormido en el camino, alisarle el cabe-
llo con tus dedos de lino.”
Su paso marcial entre las rosas y las cayenas se me reveló íntimo y
diminuto, alegre y eterno, como el vuelo de oro de las abejas.
El poema “Los días de la semana” también me arrojó muchas
verdades poéticas a las manos, grandes y bellas verdades. Vi en toda
su luminosa certidumbre la levedad del jueves, “azul como un dedo
de cielo”.
Y esa gran claridad del jueves me ha acompañado durante toda
mi vida, igual que el dulce tintineo del domingo, “una campanita
que todo el año toca alegre”.
Descubrí para entonces con regocijo que a Aquiles, al igual que a
mí, le gustaba la lluvia. Ya tenía confianza con él, así que lo llamaba
por su nombre, Aquiles.
Había establecido un diálogo permanente con él. Ya más que mi
amigo, era yo misma, pero con otra voz, ajena, cercana, transparente
y más hermosa.
Y éramos el mismo, la misma, porque nos gustaba la lluvia tanto
como les gusta a los pájaros.
55
100 AÑOS EN 13 VOCES
57
MEMORIAS DE UN TRANSEÚNTE
SONREÍDO
Roberto Malaver
Periodista y escritor. Fue presidente de la Agencia Venezolana de
Publicidad. Moderador del programa “Como Ustedes pueden
ver”, conocido como Los Robertos, transmitido por Venezolana de
Televisión. Editor del suplemento comico-politico “El Especulador
Precóz”, articulista en el periódico Últimas Noticias. Autor del libro El
discurso más claro de la historia. Obtuvo el Premio Pedro León Zapata de
literatura humorística y el Premio Nacional de Periodismo (2005).
58
MEMORIAS DE UN TRANSEUNTE SONREÍDO
Roberto Malaver
62
AQUILES, CRÓNICA DE
LA IDENTIDAD PROFUNDA
Laura Antillano
Narradora, poeta, ensayista, crítica de cine y fotografía, promotora
cultural y titiritera. Ha desarrollado una importante obra en el género
infantil y juvenil. Entre sus novelas destacan: La muerte del monstruo come-
piedra (1971), Solitaria Solidaria (1990), Narcisa ha desaparecido (2006),
Ciudad Abandonada (2012). Entre sus relatos: La bella época (1969),
Un largo carro se llama tren (1975), La luna no es de pan-de-horno
(1988), Tuna de mar (1991), ¿Cenan los tigres la noche de Navidad?
(1991), Ha recibido múltiples premios, destacando el Premio Nacional
de Cultura, Mención Literatura (2014).
63
AQUILES, CRÓNICA DE
LA IDENTIDAD PROFUNDA
Laura Antillano
tierra tenían allí mismo los forasteros la invitación de uno de esos paisajes en que
el hombre se siente llamado a las tareas elementales del sembrador y del pastor.
En el Avila conocían el milagro cromático de un monte que no obstante su eleva-
ción y majestad, en lugar de infundirle a la villa esa adustez típica de los lugares
montañosos, les resultaba más bien el más generoso proveedor de colores.”(p.29).
El libro de Nazoa va viajando por las distintas circunstancias que
van haciendo de un espacio y unos habitantes, una ciudad, atraviesa
el proceso germinal de la misma.
Su visión de lo geográfico va hilando para relatarnos los hechos,
con el desglosamiento de las necesidades y las respuestas que da el
habitante para definir su cotidianidad. Así, sobre el siglo XVIII ano-
ta Nazoa:
“Las calles servían a la vez de acueductos: merced a la pendiente
continua del suelo, el agua bajaba con facilidad desde el Catuche
por acequias tajadas en el medio de la calle, y de allí la tomaban los
vecinos en grandes ánforas para llevarlas a sus viviendas”. (p.31).
La necesidad del agua y su disposición por decisión colectiva de
los nuevos habitantes:
“El agua tuvo la virtud de educar a los vecinos en el amor a las
tareas de interés colectivo. Cada sector tenía la obligación de con-
servar en buenas condiciones el tramo de acequia de que se servía.
Tuvo además la de concentrarlos en un núcleo viviendario orgánico
y urbanísticamente bien definido –lo que facilita en las ciudades la
acción de los servicios públicos- y, finalmente, con el asesor topo-
gráfico más experimentado le señaló con el impulso natural de sus
corrientes, la dirección en que podían abrir las nuevas calles.(p.33).
Tenemos noticia de como la definición de ciudadanía va apare-
ciendo como generada por la praxis en colectivo. Aquiles se sitúa
entonces en la aparición de los grandes problemas de salud que su
investigación le revelan. Las que son nuevas enfermedades para el
colonizador y su descendencia y la inclemencia del clima.
“Después de la plaga de langostas que había arruinado la agricul-
tura en 1574, no experimentaron los pobladores otra calamidad pú-
69
100 AÑOS EN 13 VOCES
Bibliografía.-
(Herrera, Earle, 2014) La magia de la crónica. Fondo editorial Fundarte. Caracas
(Nazoa, Aquiles 2004) Caracas física y espiritual. Editorial Panapo, reimpresión, Caracas.
74
AQUILES NAZOA, MI MADRE Y YO
75
AQUILES NAZOA, MI MADRE Y YO
Armando José Sequera
abuela –fui criado por ellas dos; mi padre murió cuando yo tenía
tres años–, aportaba a José Gregorio Hernández, al todavía beato
Antonio María Claret, a fray Martín de Porres –aún no lo habían
consagrado santo–, y al ánima de Gregorio de Rivera, a quien se le
rezaba un padrenuestro para que pusiera a nuestro alcance cualquier
objeto extraviado. Por cierto, sigue siendo infablible.
Mi madre amaba la poesía, especialmente la que hablara de amor
y, en el caso del poeta Nazoa, la que añadiera a su rostro un toque
risueño.
Hasta los once años miré la literatura como algo entre pesado y
ridículo, esto es, como a un peñasco cubierto con una funda rosada
de almohada, con faralaos. Desde los cinco, sin embargo, me gustó
leer la prensa todos los días, en principio solo las páginas deportivas
del entonces gran diario El Nacional. Luego, fui añadiendo otras sec-
ciones, más o menos en este orden: los cómics, las noticias curiosas,
más algunas crónicas y reportajes.
Por razones de salud, mi escolaridad se retrasó hasta los siete años,
aunque sabía leer –aprendí espontáneamente–, desde los cuatro. Mi
madre fue la primera sorprendida cuando se enteró, pero fue ella
quien me enseñó las operaciones básicas de la aritmética. Debido a
tales conocimientos, cuando ingresé a la escuela subí tres grados en
menos de tres semanas.
Se habla de la intolerancia adulta e incluso entre contemporáneos
en las primeras edades. Pero rara vez se hace referencia a las aver-
siones que se sienten en esos tiempos, cuando uno se niega a descu-
brir muchas de las maravillas de la existencia, como el amor hacia
alguien que no pertenece a la familia, las artes –cualquiera de ellas–,
y todo aquello que no suponga una diversión instantánea.
Parte del aprendizaje y la madurez consiste en derivar la curiosi-
dad que integra nuestro software original hacia eso que desdeñamos
gratuitamente en nuestra infancia. No conocemos algo y nos nega-
mos a saber qué y cómo es. Es el peor tipo de ignorancia.
77
100 AÑOS EN 13 VOCES
79
100 AÑOS EN 13 VOCES
81
100 AÑOS EN 13 VOCES
adivinar –no puedo negar que con impaciencia–, cuál sería el tema
siguiente. También admití que, por las tardes, ella me leyera uno o
dos poemas de la recopilación que cada vez era mayor.
En las semanas siguientes, llegué a ver a Nazoa como a un mago
cuyas manos esparcían palabras e ideas en el aire frente a él, igual a
un ventarrón que despeina los árboles a su paso por un bosque, a una
luz de Bengala encendida en una noche de fiesta o a un dispensador
de agua que mantiene el verdor de un jardín.
Por esos días, una de las prácticas de periodismo que debí hacer,
me llevó hasta el editor José Agustín Catalá, a quien debí entrevistar.
En su oficina había varios estantes repletos de libros repetidos. Ob-
viamente, los que él editaba. En una mesa, vi varios ejemplares de
Humor y amor, de Aquiles, que en aquel tiempo era un poquito caro
para los estudiantes como yo. Ya trabajaba –no recuerdo en qué, ni
dónde pues por esos días cambié de empleo casi como de camisa–,
pero igual no me alcanzaba el sueldo para un libro así.
Cuando terminó la entrevista, el señor Catalá que dijo que eligie-
ra uno o dos de los libros que estaban a la vista para regalármelo y
no dudé: puse mi mano derecha sobre el de Aquiles.
–Muy buena elección –dijo Catalá–. ¿Has leído algo de él?
Le referí que a mi madre le gustaba la poesía y me había presenta-
do algunos poemas. También que junto a ella lo veía en la televisión
y, además, que había asistido en días pasados a una conferencia suya.
Me pidió detalles y le conté lo poco que fui capaz de reproducir.
Mientras me entregaba el ejemplar sentenció:
–Ese que viste, es Aquiles.
En los días siguientes, no devoré el libro porque hice como ha-
bitualmente he hecho toda mi vida: cuando una obra me gusta, la
leo en varias sesiones, a las que divido en días o en una determinada
86
Aquiles Nazoa
87
100 AÑOS EN 13 VOCES
88
AQUILES COMO EN CASA:
“ARTE Y PARTE”
89
AQUILES COMO EN CASA: “ARTE Y PARTE”
Flora Ovalles Villegas
94
UNA RELECTURA AFECTIVA
DEL CREDO DE AQUILES
95
UNA RELECTURA AFECTIVA DEL CREDO
DE AQUILES
Miguel Antonio Guevara
así siga existiendo como parte de esa gran confluencia de discursos que
conforman nuestra identidad como venezolanos y latinoamericanos.
¿Acaso no revivimos cada vez que alguien nos nombra y nos
evoca?, ¿no se expanden las motivaciones de los autores y sus obras
cuando reciben atención, y son abordadas desde diferentes puntos
de vista?, y además, ¿acaso no vivimos nosotros como pueblo cada
vez que invocamos a través de las palabras al artista total que fue
Aquiles?
100
Aquiles Nazoa
10
11
12
102
QUERIDO AQUILES
Mercedes Chacín
Periodista, cronista, columnista, productora en el área audiovisual,
prensa digital e impresa. Premio Nacional de Periodismo mención
opinión. Directora de diario Ciudad CCS y de la revista dominical
Épale CCS. Profesora de la Universidad Bolivariana de Venezuela y
directora-fundadora de la Escuela de Comunicación Popular Yanira
Albornoz
103
QUERIDO AQUILES
Mercedes Chacín
con un caballo bien bonito que comía flores. Me gusta pensar que te
gustaría, me gusta pensar que serías uno de esos transeúntes sonreí-
dos que hacen que la vida sea esa felicidad que da simplemente estar
juntos y que yo te veo pasar y te alcanzo para caminar contigo un
rato. Y declamas para mí. Y yo sonrío. Sigamos.
108
AQUILES EL FÍSICO,
NAZOA EL ESPIRITUAL
109
AQUILES EL FÍSICO, NAZOA EL ESPIRITUAL
Luis Britto García
El transeúnte sonreído
La celda del monje se hace amable habitándola: Caracas, com-
prendiéndola. Sólo accederemos a la vida de la ciudad física enten-
diendo a su biógrafo espiritual.
Aquiles fue un poeta. Es decir, un hombre que asume la sensibili-
dad como forma de existencia, y todo lo contrario de un importador
de modas literarias, un manipulador de jurados o un rapiñador de
prebendas. Viven ellos de la poesía: el poeta la vive.
Aquiles fue además poeta popular. Dominó la difícil soltura de
comunicar sin degradar la calidad, que resulta de transmitir siempre
algo legítimo. Aquiles era en oportunidades complejo pero siempre
transparente. A diferencia del populista, que representa al pueblo
como amasijo de fealdades, torpezas y carencias, Aquiles siempre lo
describió en su armonía entrañable: reléanse “Polo Doliente”, “Ga-
lerón con una negra”, “Cholita barrendera”.
Aquiles fue humorista. El humor es inteligencia químicamente
pura, lucidez sin pedantería, nihilismo enamorado, capacidad de
revelar como evidentes verdades que nos enemistan y a la vez nos
reconcilian con la vida. Está el humorista en todo, estando en nada:
acompaña toda pasión con la activa solidaridad de la distancia.
Aquiles fue un revolucionario: es decir, entendió la vida como mi-
litancia y la estética como rebelión. De allí su poética franciscana,
que celebra las cosas y las existencias más sencillas. En las vastas
liturgias del poder que la ciudad desarrolla perennemente, Aquiles
no aspiró a otra condición, según titula uno de sus libros, que la de
Transeúnte sonreído. Transeúnte, peregrino minimalista de las modestas
mecas citadinas, ciudadano a pie, sin otro patrimonio que el deam-
bular, veraz baquiano de la ternura.
Aquiles fue un segregado. Madre terrible es la ciudad para el hu-
morista. A menos que se rebaje a bufón, le reserva el horrible destino
111
100 AÑOS EN 13 VOCES
Álbum de barajitas
Sabemos ahora el inaudito curso de sus errancias: cada paso tras-
ponía siglos. Toda conciencia comienza por la del tiempo. Por efec-
tos de su militancia en la Utopía, no quiso Aquiles pensar su yo sino
confundido con el drama colectivo. A la vuelta de la esquina veía
sembrar la ceiba de San Francisco; a media calle cedía el paso a la
procesión de Nuestra Señora de la Luz. Quizá ganaba apresurado
la acera para contemplar a los estudiantes derribando a Mangan-
zón y Saludante, las estatuas del vanidoso Antonio Guzmán Blanco.
Siempre prestaba oídos a la conversación del mendigo con su pan y
la del perro callejero con su libertad. A la altura de la Plaza Bolívar
se detenía para una sosegada tertulia con don Francisco Delpino y
112
Aquiles Nazoa
115
100 AÑOS EN 13 VOCES
117
100 AÑOS EN 13 VOCES
119
INGENIO Y TERNURA
EN AQUILES NAZOA
120
INGENIO Y TERNURA EN AQUILES NAZOA
Gabriel Jiménez Emán
lo que en este caso pudiera llamarse una cultura grave. Por supuesto,
a la larga ese humorismo permanente, ese juego paródico constante
termina por debilitar la expresión lírica, la cual se suele observar sólo
a través del lente de lo cómico o de lo risueño, de la ocurrencia pa-
sajera del gossip, del efecto momentáneo del chiste. Pues si hurgamos
bien en el mejor talante de su obra, hallamos un lirismo donde se
cobijan la ternura, el cariño y el amor desde una óptica radicalmente
distinta de cuanto estábamos acostumbrados en Venezuela, prueba
de lo cual son sus obras maestras Balada de Hans y Jenny y su célebre
Credo, textos que pudieran figurar en cualquier antología de la poesía
universal. Recordamos del primero fragmentos en prosa como:
Hans y Jenny eran soñadores y hermosos, y su amor compartían
como dos colegiales comparten sus almendras.
Amar a Jenny era como ir comiéndose una manzana bajo la llu-
via. Era estar en el campo y descubrir que hoy amanecieron madu-
ras las cerezas.
Hans solía contarles fantásticas historias del tiempo en que los
témpanos eran los grandes osos del mar. Y cuando venía la primave-
ra, él la cubría con silvestres tusílagos las trenzas.
La mirada de Jenny poblaba de dominicales colores el paisaje.
Bien pudo Jenny Lind haber nacido en una caja de acuarelas.
Al segundo hay que citarlo íntegro tal es su intensidad lírica y
confesional:
Creo en Pablo Picasso, todopoderoso, creador del cielo y de la
tierra; creo en Charlie Chaplin, hijo de las violetas y de los ratones,
que fue crucificado, muerto y sepultado por el tiempo, pero a cada
día resucita en el corazón de los hombres; creo en el amor y en el arte
como vías hacia al disfrute de la vida perdurable; creo en los grillos
que pueblan la noche de mágicos cristales; creo en el amolador que
vive de fabricar estrellas de oro con su rueda maravillosa; creo en la
cualidad aérea del ser humano, configurada en el recuerdo de Isado-
ra Duncan, abatiéndose como una purísima paloma bajo el cielo del
mediterráneo; creo en las monedas de chocolate que atesoro secreta-
123
100 AÑOS EN 13 VOCES
131
AL PIE DE LA LETRA… AQUILES NAZOA
Miyó Vestrini
Poeta, periodista, narradora y guionista. Se dedicó al periodismo
cultural, formó parte del grupo Apocalipsis de Maracaibo, el Techo
de la Ballena y la República del Este. Dirigió la página de arte del El
Nacional y también la revista Criticarte, realizó trabajos como guionista en
la televisión venezolana. Fue ganadora del Premio de Periodismo en dos
ocasiones. Entre sus obras se destacan: Las historias de Giovanna (1971),
Isaac Chocrón frente al espejo (1980) y Salvador Garmendia, pasillo de por
medio (1994).
132
AL PIE DE LA LETRA… AQUILES NAZOA
Miyó Vestrini
[…]
Las ferias pasan, pero los libros y sus autores, quedan. Hubo un
gran ausente en este jolgorio aniversario: un poeta llamado Aquiles
Nazoa, quien murió precisamente. Víctima del automóvil, doloro-
samente atrapado en un masijo de hierros retorcidos, esperando en
vano una ayuda que no llegó nunca. Aquiles Nazoa amaba y conocía
bien a Caracas. Era un nostálgico, dicen algunos. Pero habría que
precisar que practicaba la nostalgia militante. No escribía plañideras
observaciones sobre la vieja ciudad. Al contrario, la mantenía viva
porque siempre nos remitía a su verdadera esencia: la de su gente,
la de sus pequeñas y grandes historias, la de sus paisajes secretos y
encantados.
Uno de sus libros más esplendidos es Caracas física y espiritual, que
obtuvo el Premio Municipal de Literatura en 1967, año del cuatri-
centenario de Caracas. Editada por el Concejo Municipal, con un
tiraje de 2.500 ejemplares, diez años después del premio, es una obra
que jamás perderá su encanto porque fue escrita, como bien lo dice
su autor, “con los últimos cachivaches del corazón y de la memoria”.
En Caracas física y espiritual, el lector encuentra historia, crónica,
poesía, retratos, anécdotas. Todo cambia de una página a otra. El
único elemento de ensamblaje es el secreto hilo de amor que unía el
poeta a su ciudad.
Decía Aquiles Nazoa en su pequeño prólogo: “…quise trasladar
al ánimo del lector el cuadro de esta ciudad martirizada; de mi ama-
da Caracas interceptada en su proceso histórico normal, fracturada
133
100 AÑOS EN 13 VOCES
134
Aquiles Nazoa
139
100 AÑOS EN 13 VOCES
BIBLIOGRAFÍA
Vestrini, M. (Presentadora). (30 de septiembre, 1985). Aquiles Nazoa. (Transmisión de
Radio). Al pie de la letra. M. Vestrini (Productora). Caracas, Venezuela: Radio Nacional de
Venezuela.
140