Texto: “18 Porque la palabra de la cruz es locura a los que se
pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.19 Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé el entendimiento de los entendidos.20 ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? 21 Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la 1 predicación.22 Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; 23 pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; 24 más para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios.” 1 Cor.1:18-24 La extraordinaria historia del sacrificio de Jesús demuestra cómo la gracia de Dios es capaz de redimir aun lo peor de la humanidad. Es asombroso pensar que algo que era símbolo de una completa desdicha, ruina, desprecio y derrota, llegó a ser símbolo de amor, fe y esperanza para el mundo. En este sentido, ¡incluso la horrible cruz fue “redimida” por la gracia de Dios! Introducción: En la carta del apóstol Pablo a los Colosenses podemos apreciar tres beneficios que fluyen de la cruz de Cristo, en términos extraordinarios: a) Reconciliación: Mediante el sacrificio de Cristo, fue la intención de Dios “por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz” Col.1:20 b) Libertad: Cristo nos ha hecho libres de la culpa “anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz” Col.2:14 c) Victoria: También nos ha dado la victoria sobre los poderes del mal cuando, “despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz” Col.2:15 Nadie jamás hubiera imaginado que una imagen tan horrenda como la cruz llegaría a significar cosas tan maravillosas. Eso es lo que sucede cuando lo peor de nosotros es alcanzado por lo mejor de Dios: ¡Su gracia! O.T.: La cruz nos enseña muchas lecciones que tienen su efecto práctico en la vida cristiana. Mencionaremos tres que son fundamentales:
I. La cruz nos humilla ante el amor de Dios.
a) La cruz nos enseña primeramente cuán profunda es nuestra culpa y perdición delante de Dios. “A la verdad, como éramos incapaces de salvarnos, en el tiempo señalado 2 Cristo murió por los malvados. Difícilmente habrá quien muera por un justo, aunque tal vez haya quien se atreva a morir por una persona buena. Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros” Ro.5:6–8 b) La cruz nos muestra que todos nuestros logros no alcanzan. “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo.” Gal.6:14 II. La cruz nos desafía a pagar un precio por seguir a Cristo. a) Convertirse en un discípulo suyo requiere de una auto negación completa. “El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí” Mt.10:37–38 b) Se trata del señorío de Cristo. “He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí” Gal.2:20 III. La cruz nos motiva a servir a la iglesia de Cristo. a) Pablo sufriendo por la iglesia. “Ahora me alegro en medio de mis sufrimientos por ustedes, y voy completando en mí mismo lo que falta de las aflicciones de Cristo, en favor de su cuerpo, que es la iglesia. De esta llegué a ser servidor según el plan que Dios me encomendó para ustedes: el dar cumplimiento a la palabra de Dios” Col.1:24–25 b) El padecimiento de Cristo por su iglesia en la cruz. “25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, 27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.” Ef.5:25–27 “5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de 3 cruz.” Fil2:5-8 Conclusión: ¡Humillémonos delante del Señor, por el sacrificio de la cruz y paguemos el precio de servirle con alegría en beneficio de la Iglesia del Señor!