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�Llevo dentro de m� la memoria de un mundo cuya gloria no puedes imaginar, anciano.

�Ataru alej� la vista de su interlocutor y apret� con fuerza el m�rmol de la


balaustrada, oblig�ndose a no estallar en c�lera contra aquel simio insolente�. Los
rostros de h�roes y dioses cuyas presencias te har�an enmudecer y desesperar. �Qu�
puede tener este pobre mundo tuyo que se le compare a la riqueza de mis recuerdos?

El ciego empuj� otra vez la mitad de la granada en direcci�n a �l.

�Sabor, perfume, textura �contest� con la boca llena de granos carmes�es�. La


simple ventaja que tiene lo vivo sobre lo muerto, el encuentro sobre la nostalgia,
la presencia m�s humilde sobre la m�s dulce ausencia.

Ataru no respondi�. A menudo las palabras del ciego le resultaban incomprensibles,


y entonces sencillamente las dejaba caer en el vac�o. La granada qued� ah�, a un
palmo de su antebrazo, intacta.

��Qu� hay para ti ah� adentro? �insisti� el anciano.

��D�nde?

�En tu interior.

�No entiendo tu pregunta �murmur� y se alej� unos pasos. Quer�a acabar aquella
conversaci�n, cosa que solo a veces resultaba.

�Qu� hay para ti en tu interior� �Qu� es lo que buscas sin cesar cuando te internas
en ti mismo, desesperadamente? �continu� su carcelero, sin moverse de su inestable
asiento.

Ataru guard� silencio y suspir�, como queriendo recuperar la calma. Estaba agitado.
Le ocurr�a a menudo durante sus breves conversaciones con el viejo. Intent�
internarse m�s en la penumbra de su habitaci�n. El ciego lo dejar�a en paz, como
siempre que se negaba a responderle. Pero la pregunta volver�a m�s tarde, sin lugar
a dudas. Pod�a tardar un d�a o dos, incluso una semana, pero el maldito jam�s
olvidaba las cosas. Esta vez decidi� encarar su desaf�o.

�Dentro de m� me encuentro a m� mismo �contest� por ?n�. Mi estirpe y mi historia.


El honor de mi sangre. Mi deber.

�Tu estirpe, tu historia. El honor de tu sangre. Tu deber. Todas esas son cosas que
te pertenecen, pero �qui�n eres t�, que las posees?

�Yo soy un v�stago de la Casa de las Espinas, hijo de Asuarvar-Tharisag �dijo Ataru
con voz ?rme, pero contenida. Estaba harto de aquella interrogaci�n�. Soy un dios
guerrero, de la estirpe de Asur-Gabankir. Soy un ?el servidor de Asuarvar-Tayak,
dios de dioses, el Emperador Drag�n.

�Pero �no tiene la C

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