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Ricardo Maliandi ___Etica: conceptos y problemas Tercera edicién, corregida y aumentada I. Btiea y ethos. La étiea como. tematizacién del ethos LL. Consideraciones preliminares en decir que ella es " separado de todo con- fa ambiguo, ya que puede ser el sustantivo que desigma ere puede ser también la forma femenina del adjel a su vez, puede aludir tanto a la cualidad propia de los elementos del ethos como a ta de los de la ética (en tanto disci- plina), Queda claro, entonces, que lo que por de pronto tratamos de definir &s ol sentido de “étiea” como un sustantivo con el que se nom- bra una particular disciplina, La éematizacién en que consiste ésta tiene, camo se vera, cardcter reflexive. La ética es, en efecto, una de las formas en que el hombre se autoobserva, una operzeién eonsisten- te en dirigir la atenciin hacia operaciones propias: una intentio obli- qua. Asi ocurre también, por ejemplo, con Ia gnoseologia, In antropalo- a, la psicologia, ete. Pero en el caso de la ética, resulta que la refle- en que ella Se ejerce es también parte constitutiva del ethos, es Aecir, del objeto de tal reflexion. El ethos mismo no es indiferente a que £0 lo observe o no, sino que consiste él mismo, al menos parcial- | mente, en su observaciGn, su tematizaciin, su reflexién. Aunque hay, sin duda, jreas det ethos extrarreflexivas o prerreflexivas, éstas no ceubren todo el fendmeno sui generis que se acostumbra designar con ese nombre. El ethos (0 fendmeno de fa moralidad) comprende tam- bign todo esfuerzo por esclarecerio, lo cual da lugar a la paradoja de aque la ética, en cuanta te 0s, resulta ser, ala ver, te matizacién de si misma. No es que “ética’ y “ethos” sean sinénimos, Por el contrario, es necesario distinguiries Lo que ocurre es que la ética se integra en el riqueciéndolo y haciéndola mas compl En el lengugje corrionte suele em srmino “ética” como equivalente al término “moral”, En medios intelectualos, y particular- ‘mente en los flosificos y —sobro todo desde hace algunos aiios— en los a7) 108, se adhiere a él, en- cos, se procura distin es frecuente que esto ologia, podrian co jeriva del vooablo grieg na convencién basta la “tematizacion”) y en La “moral razén de Io que se ha considerado antes, es decis, de Ja inevi igracién de la “ética” en el ethos, nuevamente se acercan ambas signi- fleaciones, y se advierte que puede ser tan sencilla, Esta circunstancia explica por qué la ética es peeuliarmente cil: no parque st obj ito, sino mas bien i: porque no se puede salir de él, porque es demasiade jpécrifo maestro de Antonio Machady, Juan de Mairena, fad ge explieaba “por no haber sali de lo que estando bien pi liera empeorarse. Porque manera de ver las cosas sin sali nos de sus riveles —co- lo que esta bien y de lo que estat mi ‘tar mejor, de lo que estando mal requiere distancia, y no ha 1 La reflexién ética, al menos en al ma veremos-, puede hacerse, sin embat Es en tal caso algo mds que ana reflexién, ya que invaluera an com- promiso, una actitud préctica, normativa. Pero también esto puede entenderse en diversos sentidos. No es lo mismo un “mo icadar de normas, que un investigador de tales normas, esforzado en fundamentarias. Como decfa Arthur Schopenhauer, en una frase que vya se ha convertido en topico, “predicar moral es fils fundam es dificil”? ‘Ast aparece otro aspecto de la dificultad: hay grados, y hay va: riantes cualitativas del compromiso entrafado en Ia reflexisn ét ademas, una cosa es el compromiso como tal, ¥ ot cefectivo, Como de hecho la reflexién puede y sacl incumplimiento y, vieeversa, el eumplimiento puede y suele levarse a ‘cabo al margen de la reflexidn, los cuestionamientos, mas 0 menos es cépticos, de la ética como tal se elaboran muy a menudo como denun- cias de tal incongruencia. “No se puede disertar sobre la moral”, deca od, 1857, €1p. 190 La voluntad an fo not ‘ism autor, Los dos Buea y ethos. Ly tie somo actin del eho 1» Albert Camus, “He visto a pers compruebo todos quienes por ero admiten, coma B, Wi mucha moral y lez no necesita regias."* Hay obre moral, 8 dja al deseubierto mp io de ic drat en fom e Puen asi extraviarse en cestones realmente i ‘Todas estas referencias, mas a de quien diserta sabre cuestiones " de ejrwer sobre otros agentes morales, conducen a la conserarin ma del earseter prise” o normative” dela ie. (Ev eta ie lo pete, owt realmente prdtca ella misma? La ex fa prick fue abarcalaética, la ces tambien Ia ioe de I economia o, mas recentement Ae la asin, ee. clus la antropotogtafosoea a sido visto lon Uiltimos pos, como una rama de la “filosofia préctica”, 0 al menos a ee Lapis Pero Uy la “filoso- rants dela prats? Esto pusteformuarce asimiome como pregunta “normatividad” de la ia, La Stca tata stbre Lo Roem por la “norm: pera ges ella misma normativa?® Bs problema que requiere ser cién de Sniveles de refle- te presupone algunas ea” y “ethos” 12. El concepto de ethos La palabra “ethos” es un término téen! tar, al monos someramente, to, Si se recurre para ello a la e' So debe ahora explici- del correspondiente concep- ‘ologix del vocablo,$ surge ya una 20 rica cancaptasy problemas dificultad, puesto que en griego existen dos palabras, 100s y eos, eu ‘aunque mutuamente vinculadas, no son equivalentes, ‘Ambas podrian traduecirse, en un sen! y lato, eome “costumbre"; pero en @0s es mayor la connota 8 lo suele entender co- mo “cardeter”, Se alude asi a aquello que propio de una per- sona, de su modo de actuar. Fi otro vocablo, eBos, tiene sentide de “costumbre” o “habito”( bargo, tampoco es sindnimo). En su grafia moderna, ef derarse como derivade de noc; pero con frecuencia habia sido ya claramente advertida por los fentido, se sugiere, por ‘ojemplo, que el “cardetar” se forma a través del “habito”, de modo que, ‘Wdgico encuadra una determinada concep- cidn ético-psicologica ‘Bn el lenguaje filoséfico general, se usa hoy “ethos” para aludir al conjunto de aetitudes, convieciones, creencias morales y formas de conducta, sea de ana persona individual o de un grupo social, o étnico, ttc. En este tiltimo sentido, ol término es usado también por la antro- pologia cultural y la soeiologia, El ethos es un fendmeno cultural (el fe- émeno de la moralidad), que suele presentarse eon aspectos muy versos, pero que no puede estar ausente de ninguna cultura. Es, como se verd luego, la facticidad normativa que acompaia ineludiblemente ‘la vida humana, Cuando se quiere destacar el cardcter concreto de tesa facticidad, en oposicién a la *moralidad” (entendida entonces como se suele hablar, siguiendo on esto a Hegel, de “eticidad? (Sittlichkeis). Lo consideraremos més detalladamente en 11.9. Ts interesante sefialar el hecho de que og tenia en el griego désico una acepeién més antigua, equivalente a “vivienda”, ‘morada’, “cede”, “lugar donde se habita’, Asi era entendido el término, por ejemplo, en las epopeyas homéricas. Esta significacién no es total- mente extrafia a Ia otra: ambas tienen en comin Ia alusién a To pro- i endégeno: aquello de donde se sale y adonde se vuel- vve, 0 bien aquello de donde salen los propios actos, ja fuente de tales El fragmento 119 de Herédlito dice lextualmente: éthos anthro- poi daimon, que Diels traduce: Seine Bigenart ist dem Menschen sein ‘Diimon (dh sein Geschick). Bsa traductién podria vertirse al espati aproximadamente asi: “Su eardcter propio es para ¢l hombre su dai mon (es decir, su destino)", Bn otros términos: aquello que es en el hombre lo mas earacteristico, su peculiaridad, es también lo que de- 17, 0f Patén, Leyes, 7226; Acatbeles, Bien Nicomaquea, 1308 a 17-18, ica y etlos. La tes come tematizacisn del ethos a termina su destino, Hsta frase que en griego tiene sélo tres palabras ha suscitado, sin embatgo, controversias de interpretacién, de impor- ‘tancia para {a éti eos se ha visto ah una manifestacién pristina de osa di 1e5 niegan la importancia de la ética, por el contrario, tienden a ver las cosus de otra manera. Martin Heidegger, en su Carta sobre ef Aumanismo, acude a la acepeién antigua de 80s para proponer una interpretacién singular de] fragmento y apoyar ahi su iden de que la ética, en definitiva, no es mas que ontologia.® Segxin Heidegger, Heréclito habria querido preci- samente contraponer éthos y daimon y, a la vee, mostrar que, sin om bargo, esos conceptos coinciden en el hombre. La “morada” del hom. bro, su esencia, aquello a lo cual pertenece, aquello que le es mas pro- pio, contiene, sin embargo, al dios, es decir, x aquello que sparente- mente lo trasciende. El fragmento de Heréclito dirta entonces, seyxin la interpretaciin de Heidegger: Der Mensch wolnt, insofern er Mensch ist, in der Nahe des Gottes® ("El hombre, en la medida en que es hom bre, habita en la vecindad del dios”). En defensa de su propuesta, Heidegger a un texto de Aristételes (S: males, A-5, 645 a, 17), donde éste cuenta q legado a Kfeso para conocer a Herd tandose junto al horno de cocer el pan y se quedaron muy sorpre los invitaba a acerearse diciéndoles: “También ‘aqui estén presentes los dioses”. Comenta Heidegger que los foraste- 10s, que habian ido a Bfeso quiza con una idea casi mitolégica del gran sabio, se desi mo la de cobijarse del frio al ealor de un horno, en un lugar mezelado con los demiis hombres, sd oumtieen neta cin, “Y acaso piensan ya en volverse, sin siquiera conversar con él En ese momento Herdclito lee en sus rostros Ia decepeionada curios dad y les da dnimo a que pasen, con las palabras éinai gar kai en- tatitha theods, «también aquf estin presentes los dioses»."" Esa frase, segiin Heidegger, nos muestra el 80s como esa morada o vivienda, como estancia habitual, es decir, lo ordinario, lo corriente, o bien -y aqui vemos la cercania a la traduecién de Diels— lo més cercano y mas propio. ¥ el dion serfa precisamente todo lo eontraria: lo ox tracrdinario, insélito, el dios (o los dioses), o ~para el propio Heideg- gor el ser. En esta interpretacion, Heréelito muestra que la oposicion entre aquellos términos es sélo aparente, y que justamente en lo mas 8, CLM, Heidegger, Bray uber den Humanism, Prancfort, Klosterman 3 9. fem,» 39, 10. (dem, 40, Hee eeete ee He 22 x: uneeptoay problemas propio, en la propia morada, se presenta también Io extraordinario, lo insélito, En la jerga heidegyeriana, significa que el ser se manifiesta en [a *morada del hombre". Bl fragmento 119 no es para Heideguer tuna propasicion ética sino ontologica. Le verdadora étiea es “ontalo- gia’, o sea, un pensar que afirma la morada del hombre en el ser, 0 que sostiene que la verdad del ser es en el hombre lo primero y mis originario,!* Con todo lo sugestiva que resulta la propuesia de Heidegger, hay que apuntar, respecto de la ética, dos cosas. En primer lugar, la inter- pretacién del fragmento es discutible!? y ha sido de hecho diseutida por fildlogos clasicas y por historiadores de la flosofia (discusiones en Jas que no corresponde entrar aqui}; y, en segundo lugar, aun supo niendo que Ia interpretacisa fuera la intencién del propio Heréclito}, silo indicaria, a lo sumo, que el pensamiento ético en sentido estricto no se remonta a Herdelito, sino que es mas tardfo, En efecto, muchos piensan que comienza con Sé- crates, pensador poco grato @ impuxnadores de la ética, como Nietzs- che o Heidegger. Pero la prioridad eronoldgica de la ontologia respecto do la ética no prucha que ésta tenga que reducirse a aquélla El ethos, en todo caso, en su cardcter de facticidad normativa, re- mite siempre a determinados e6disos de normas o a (también deter ‘minados) sistemas de valores, 0 a ciertos tips de concepsiones sobre lo que es moral y lo que no Io es, Que hay una pluralidad de tales e6- ddigos, o sistemas o eoncepciones, es un hecho de experiencia, que pue- de ser siempro corcoborado. De ase hecho suele arrancar el relativis- ro ético, en el que, como veremos, se produce una confusion entre In “vigencia” y la “validez® de las normas o de los principios, Por ahora simplemente tenemos que tomar nota de esa plurali- ad, Bla es percibida no sélo por medio de Ia observacion metodolégi- ca, desde la ética entendida como disciplina particular, sino también por casi todos los hombres, aunque eon tanta mayor elaridad euanto ma- 11.66 idem, p41 ni, "Tato Rosario, Instiluto de henguas Cis eth. La ten come tamatizcin de 3 yor es su experiencia en el tiempo y en el espacio, es decir, cuanto mayor es su radio de observacién espontinea. ] vinjero percibe esa pluralidad mejor que quien no se mueve de su aldes natal (aunque puedan mencionarse al respecto honrosas excepeiones), y ios viejos la perciben mejor que los jévenes. Rste tipo de experiencia puede, como conducir al relativismg; pero es también el detonante de Ia refle- xin étiea racional, de Ia aplicacién de Ia razén a la consideracién de los problemas normativos, de la “tematizacidn del ethas", Cuando se ad vierte que no todos opinan undnimemente sobre lo que “se debe hacer" surge la duda, la pregunta basiea acerca de qué se debe hacer, y en caso de que se obtenga para ello alguna respuesta— la de por qué se lo debe hacer. Con ese tipo de preguntas se inicia entonces Ia ética filo- s6fica, que representa la continuacién sistematica de le tematizacién espontanea: en ella se procura explicitay nnstruir") los principios que rigen la vida moral, es decir, se intenta fundamentar Jas normas, hora bien, como la reflexién filosofica se efectia, a su vez, se- ‘vg, también alli se mantiene la pluralidad, y es as! como a determinados tipos de ethos les correspanden determinados ti pos de éticn. Aristiteles, el primer fildsofo que establecié la étiea como disciplina filoséfica auténoma, intenta eon ella la fandamentacién del ethos de Ia “eudaimonia"; San Agustin, en cambio, vera lo esencial en el amor cristiano. Los fildsofos madernos ~Bacon, Hobbes, Descar- tes y otros tematizan el ethos de la “emancipacidn’, en el que se procura articular e} orden cdsmico con el orden politico o civil. Kant inquguraré la tematizacidn del ethos de la “autonomia"; Hegel, Ia del ethos de |a “eticidad concreta’. Hay una historia de la ética, paralela a Ia historia del ethos y en estrecha conexién —aenque no identificable— con ella. La ética filoséfica o “flosofia moral” se desatrolla como un per- manente esfuerzo por poner claridad en un fenémeno sumamente complejo, cuya complejidad procisamente ella ha descubierto. La cla Sidad se logra, por lo pronto, indagando la estructura general del ethos, aguello que es comin a tas diversas formas y a los diversos tipos de ethos. Bn osa estructura sobresalen, por ejemplo, ciertas dieotomas que examinaremos después, Antes de entrar en ellas eonvendra que nos detengamos un poco unas en el sentido do la étiea como “tematizacién del ethos’. esuesuatcttcs gE eee Seg a u hic: eanauptoe ¥ problemas 13, Sentido de la “tematizacion” Se pueden dar, y se han dado do hecho, muy diversas definicio nes de “ética”, sat, los ejemplos que ‘uno quiera.'4Se verd, entances, cémo, en lineas generales, esas defini- clones convergen en un concepto: el de la ya mencionada reflexividad de Ja ética, Bla es un modo de reflexisn que apunta principalmente a dos cosas: 14H aq algunos pues emp, rcogidon al nar "ican rrfsin oe a meres oon gue bus orm, Its anes ce que a eftecone sbie l losifien do pomear en teria de moral kena, Bice, México, UTE, 1965, p. bicw y del por ideas aeres de io seca, Madrid, Ced thor. La ies com tematizacin del ethos an cuestionar presuntas fundamen lo mojor posible el sentido y ol uso de los términ: ppios del lenguaje moral, 70 Ganamos asi un grado més de determinacién en lo que significa la *tematizacion del ethos”, Es una tomatizacion reflexive, con un do- ble aspecto, que —como luego se vera~ corresponde a dos niveles de re- flexiéa (el de la “ética normativa” y el de la *metadtica” ‘Sin embargo, para entender qué es y eéma se desarralla una te matizacién, no basta con indicar que ella abarea, en el caso de la «a, dos niveles reflexivos:!s se necesita también, ya antes del andlisis de tales niveles y de las diferencias y ralaciones entre ellos, discri nar las eonnataciones propias del neologismo “tematizaciin”. Conver- ‘algo en “tema”, es decir, en el “asunto” sobre el que ha de varsar la ., puede hacerse mediante: 1) Bxplivitaciones: otro neologismo util, que alude a los procedi ‘a mis importante después—es la “reconstrucciGn normativa” =a la que nos referiremos 2) Problematisaciones: no bign descubrimientos de ellos. Las problema ls actitud erftiea en el examen de un tema. Nicolai Hartmann hablaba de la “aporética” como momento metodolégico, consistente en destu- brir los problemas (las “aporias". Bn la ética equivale @ asumir las dificultades de comprensién de loa elementos del ethas y de las rela- ciones entre ellos, Los problemas descubiertos exigen a la razin el es- fuerza de les investigaciones y las teorizaciones. 8) Investigaciones: esfuerzos por hallar soluciones posibles a los pro- blemas, La palabra “investigacién” tiene, etimolégicamente, el sentido de “ponerse on la huella (vestigi soa, “rastrear” algo. Sélo se puede investigar en la medida en que uno se pone a “seguir” el paso de otros, aunque el sentido de esto sea Hegar aun mas lejos. Bn fia la *huella” es el pensamiento ya 26 tin: conceptasy problemas ‘dra sobre todo a leer, Pero es necesario seleccionar lo que ha de leerse, discrimi ante; se requiere entrens- miento gia esper La investigacién flloséfiea es una manera de entrar en di jensadores, que a eu voz olaboran su pensamiento a través de faciones. La investigacion se traduce en acopio de informacién; pero su fin no est en ese acopio, sino en Las teorizacia- nos que ea informacién posibilita. 4) Teorizaciones: elaboraciones de respuestas teéricas (apoyadas en la investigacién) a los problemas deseubiertas © afrontados, Raramente se lloga a una “solucién” (por eso los problemas son “aporfas”: calle- jones sin salida); pero lo regular es que se apunte a ella, a menos que el problema sea visto aparente, es dé problema”, en cuyo eas: es reemplazada por la “dl En gu sentido originar peccién ordenada y consecuente que, cidn apetecida, ha de proporcionat cultad propia del problema. Y, como lo ha mente cuando una teorfa se revela como * vale a un progreso en ol conocimiento. Si zaciones” expresan una exigencia basica de la razén. 5) Ordenaciones (sistematizaciones): no en el sentido de construccién de “sistemas”, sino en el de oporar ordenade, sisteméticamente, en ea. da uno de los pasos de a tematizacion. Esta no puede quedar librada al azar, ni al arbitrio subjetivo del tematizador. El material disponible tiene que ser clasifieado, por ejemplo, para que sirva de apoyo a una toorfa, 0 para que permita aclarar los términos de un problema, ete. Bl orden en los procedimientos os también una exigencia racional; las sistematizaciones constituyen momentos instrumentales, que encie- tran en sf mismos problemas muy especificos, ante todo ligicos 0 me- todolégicos, La étiea, eomo las demas disciplinas, tiene que poner atencién a esos problemas, aunque no al punto de olvidar, por ellos, los problemas éticos en sentido estricto. Hay que encontrar en cada ‘caso un razonable “términa medio" entre el desentenderse de los deta- Nes metadolégicos y el dediearse exclusivamente a ellos, 18: toda auténtica reflexién filoséfica es a Ia voz una + © por lo menos esti ligada a alguna. Se puede, y se sue- | | hack del thos ” ar" a partir de los r re una meditacin gu 1s e8 posible comenzar a meditar en un te rreno sin “buellas", y entonees "se hace camino al andar", Sin embar- 0, hay que tener en cuenta las relaciones de la meditaeién con I tura tlos medievales ya habian visto la 6n de la leetio), Lo que oeurre es iazgo de nuevas ideas, 0 sca, hay en apartamiento de Io leido, el ps dicho de otros trabajos que ir adosados a] pensar, trabajos co- smo los de la lectura, el estu investigacion, Decfa sFosé Gaos que “es muchisimo menos teaba) ‘ante todo un dia que pensar durante sélo medin hora’ leer es puro darse aun gusto y darse gusto; pensar, darse a un trabajo y darse un trabajo, que no va acompafiado de gusto, digase lo que se diga de los placeres de la ereacidn, que son én y del dar a luz In obra gestada, pero no pla- cores de la gestacin’.!* Creo que la acotaciGn de Gaos es correcta; pe- que no habria que pasar por alta el hecho de que la asociada a La actividad del pensar (y por tan- ea como detonarnte de alguna meditacién, co 19 exigencia de esfuerzo intelectual para su comprensién e interpre- mn, en fin, como medio para la autocritiea, necesaria para evitar modo dogm‘itico al que tienden las raflexiones monaldgicas. No esta nada mal, metodolgicamonte, interrumpir a veces una meditacién con una lectura oportuna: ta ulterior “vuelta” a la meditacién hallard 8 sta enriquecida en posibilidades. Esto se debe, como se vera ense- guida, a que el pensamiento ravional es esencialmente dialdgico. In- cluso la meditacién solitaria, si se hace con eentido eritieo, consiste en tuna discusion del pensador consigo mismo, y “gesta” ideas que exigen ‘esencialmente ser discutidas con otras tados de una investigueién, Ineluso 7) Discusiones (disputaciones): ya Socrates habia advertido que para que el pensamiento “dé a luz” ideas, es necesaria una especie de arte do obstetricia (mayéutica), consistente en una secuencia de preguntas ¥ respuestas que ponen en funcionamiento los mecanismos del pen- sar. Las preguntas van exigiendo definiciones de conceptos, las cuales, ante nuevas preguntas, se revelan como insuficientes y abligan al terlocutor a intentar nuevas definiciones més precisas, Las preguntas ariamos como preguntas “eriticas”— estan formuladas lew oneeptos y problemas 23 C o J tal mao que le revelan al interlocter interrogado su propia gt tania ser de en detain tas, 2 ego discsin me Heats anguments (aque hoy ge me “sear, en ozo téisinos hace desoubrir problemas, posibilita la “problematizacion’ y obliga a eee bs sabido qe Plata Invrpret Ia mayéufea como wenanetecs” Creminiseenean, que equvale aun proces do evcacn sree: foclan peat elma ya antes del nacimints (nando se been tats ces ideas ores ears), Parola tra ga itis dela anamneis Ge, como seal Ni seo ge que rer om ena imagen ite, y representa ms bi TRneept pletnic el gpriar ea note Tn dica, fiom puode sor entendia como “mayeuti tones en saro que la -tmatizacon del La “dialéctiea” pl do lo esencial de ésta: Ia concepeién metodoléri nocimiento progresa mediante la contraposicién de la misma, que obliga a una nueva aft in ética contempordnea de aquel descubrimiento tiene lugar Sética del discurso” de pensadores como Jargen Habermas y Karl-Otto Apel 14, La reconstruceién normative La étiea contempordnea ha deseubierto el curdeter “reconstructs yo" de la tematizacién del ethos. Bsto significa que, cuando alguien se doupa de étiea, re-construye elementos propios del ethos. La “recons- truccién® constituye, como lo aclara Habermas, la elaboracion siste- mitica de un saber pre-tedrico.!® Es obvio que para obrar moralmente hho ge necesitan conocimientos de ética filoséfica. El fondo del ethos, la ‘moral en su propio y esponténeo funcionamiento, no os algo reservado f los especialistas que hacen su tematizacién, sino un patrimanio ¢o- nin de todos los seres humanos, Precisamente el supuesto més gene 47. Heartimana, obs ct, p. 28. "La losis platen’, agrega on poeo man adelante, 2% Nasesubrissionte histrio del elemento prior en el conocrstento hursano en ge Bticay ethan. La tio come tematizacin del thas s ral con el que trabaja toda tematizacién del ethos es el de que, en principio, todo ser humano puede ajustar su obrar a determinadas normas y puede asimismo juzgar los actos humanos (propios @ ajenos) de acuerdo con la adecuacidn de talas actos a aquellas normas y a los valores aceptados. Bsto significa que existe un saber moral (al que a ‘su ves corresponde, como se vera luogo, una reflexién moral) de earée- cin come tal. En Bn los procedimientos reconstructivas, en gene de una manera andloga a lo que ocurre en una novela esfuerzo sistemstico por explicitar un ber que ya posee Lodo ser racional dotado de voluntad, un saber que de expresar sin of recurso a la ‘a y la metodologia filosoficas. Como ese saber os parte del ‘ethos mismo, Ia ética, con su tematizacién, reconstruye el ethos. Ella es la reconstruecién normativa critiea de un saber intuitivo, pretedri- co, La problematizacién pone al descubierto la dificultad, haee ver el hecho de que atin ese saber no es explicito. Pero, justamente, lo hace ver, La problematizacién es ya un primer paso reconstructivo, Enton- ces tiene que comenzar la investigacidn: tanto el ético como el detecti- ve “investigan”, buscan, indagan, comparan, recogen informacién, Y sa tarea les perm: abo, presentar su teoria, su hipétesis, que yen formas de recons! vas’, que tratan de zan de un reconoei son las herederas de tar aquelles normas quo, on cada ca: universal. Para Habermas, esas cit convertir la conciencia implfcita de reglas (an “know how") en una explicit ( dentalismo, en una “pragmatics trascendental’ Digamos, por ahora, que toda reconstruccién normativa es una ‘especie de “saber acerca de un saber", Es un saber sapiente, en tanto que el saber sabido (objeto de la reconstruccién) no es realmente eons- ciente mientras no est reconstruido, y cuando lo est, es deer, ewan do se hace consciente, se confunde con el saber sapiente, el saber de la 2D. C&R Calli, Snilogia dela nota, Busnes Aires, Sur, 181, p. 62 30 tien eonaeptesy problemas ética normativa recons eonocimmiento de las regias gram: mayor o menor grado, poseen todos los propia lengua materna) no es eonsciente, en sentido estrieto, no se apela a la gramética, entencida precisamente como la di que ha “reeanstruido” tales reglas, jén normativa es taren ardua, ya desde su inicio, Ja vez, no se conoce Io que se trata de recons- su existencia, de su efecti ‘mo se vera después—eabe lamar “facticidad normativa’s pero ni tina aprehensién clara, aparecen confundides los niveles de reflexién, yy ni siquiera se han “problematizado” los aspectos en si mismos més probleméticas, Ademés, conforme comienza el proceso de reconstruc cidn, comienzan también las dificultades exegéticas o hermenduticas. rio interpretativo que pretenda aplicarse requiere una ‘on manifestaciones concretas del saber pre-tedrico que icitar, Pero, a su vez, esas manifestaciones sélo puo- den ser consideradas como tales si se recurre a la pre-compzonsién, al “saber pre-tedrico”, 0 sea, precisamente a lo que tiene que ser exami- nado. Bs el “ci pr porgue se "conoce truir: se esta cierto jo hermenéutico”, que volveremos a mencionar a ] ito de los métodos de Ia ética. Por ahora interesa destacar fo de que la reconstruceién normativa progresa a través de sucesi vas superaciones de las dificultades inevitables, y en Ia medida en ‘que las correcciones “cireulares” van reduciendo el eampo de lo im cito y aumentando correspondientemente el radio de explicitacién. ‘sfuerzo representado por la reconstruccién normativa, es de- cir, por no es ociog0 sino algo quo “vale la pena”, como lo ha- bia ya advertido Kant cuando sostuvo que, aunque hay un “conoci- rmiento moral racional comin”, presente en todo hombre, resulta no obstante necesaria la tr para evitar la seduccién de la que ingenuo del deber puede ser victima por parte de las naturales inelinaciones. La “razén hima: na” f'gemeine Menschenvernunfi”) es empujada —dice Kant~ “no por necesidad alguna de especulacién... sino por motivos précticos, a de su eireulo y dar un paso en el campo de ta filosofia préctica’”.?* El sentido de la ética depende, en ultima instancia, de que en el fenémeno del ethos esté incluido eso saber pre-tebrico, y de que se tra- to de algo que efectivamente es puesto en juego en las decisiones prac- ticas do los agentes morales. En su cardcter de “reconstruccion nor- mative’ contomy randose saber fica tematiza el ethos, no meramente como objeto de estudio, sino configu wr de saber, = partir del tedrieo de la étiea lo sovial: cada agente moral Toque yu aabia de mado ago poder expresar adecuadamente, Por eso Kant desarrolla su étiea coma doctrina de un princ mee is oa ser racional baja la idad que esta presente en de la razén, Il, Dicotomias del ethos IL. La complejidad del hecho morat Le ret Fantasia b ‘uefa fa post. Lat HAQTIIAAN, Behih 408 El ethos abarca, cumno se vio, todo nuestra obrar, con sus diversisimas variantes, pero también con que se lo asume 0 se lo impugna. Lo aprehendemos en conceptos oxpresamos en términos como “bueno”, *bien'", “mal “responsi ‘reciprocidad’, ete. La lista es inagotable, y a la vez cada uno de eses eonceptos puede ser innumerables cantroversias, y cada controversia tiende a ensanchar mas y mas el ambito del ethos. Si prestamos su Probaremos que la gran mayoria de nuestra di yoria de nuestras inquietudes, la gran mayut ciales, estan referidas a aspectos dol ethos, Hate constituye una re: dad ineludible, es nuestra realidad, lo que otorga sen if “como ocurre se le incorparen automaticamente, pasan- do a formar parte de él, Hl ethos es un conglomerado que alberga tam- bien las actitudes cinicas y todas las formas de relativismo o de escep- ticisma moral Si tan amplio es el ethos, pareceria que su tematizacién, (que, como ya vimos, resulta a su ves algo mas que se le afiad viene una taren desesperada. Sin embargo, y a pesar de toda la dif (29) Py ‘ica: eonceptos y problemas es, en primera instan- cia, la toma de conciencia de esa compl y 8 partir de esa toma de conciencia es el esfuerzo por esclarecer el ethos en Ia medida de lo posible. Es la aplicacién de la razén a ese conglomerado de costum- bres, ercencias y actitudes que tienen que yer con la conducta de los, hombres, La *reconstruccidn normativa”, a la vex que ex ber pretedrico, ordena, esquematiza, propone teorias y, en definitiva, procura hacer comprensible el complejo hecho de la moralidad. La complejidad del ethos y la consiguiente dif se explican no sélo en razén de la amplitud de aquél, es decir, de su connotacién 0 comprension logica (intensién), sino también en razin de su denotacién (estensién), en el sentido de abarcar a muchas for- mas de ethos féeticamente dadas. El ethos presenta una abigarrada variedad de manifestaciones en el tiempo y el espacio. Cada cultura, cada etnia, tiene, como una do sus caraterfsticas constitutivas, su pro- pio repertoria de costumbres y de creencias morales, y su propio cédi g0 de normas o su propia “tabla de valores", todo lo cual, a su ver, fs algo “fijado” de una vez para siempre, sino que esta sometido a cambios mas 0 menos profundos a través del tiempo y de la histori. Podemos hablar de variaciones “sinerénieas” cuando nos referimos a Ta eoexistencia de formas distintas de ethos, pertenecientes a distintas incluso dentro de una misma cultura compleja, y de varia. »” para aludir a las transformaciones que van ope- snporal. Esto ditimo ha sido denominado a ién del ethos”, La variedad sincrénica y diacrénica es un \dudable, y en él suelen apoyarse las interpretacio- nes relativistas del ethos y de la ética. Pero en esas interpretaciones se comete una falacia, consistente en la confusién de la relatividad antropolégico-cultural con ja relatividad étiea y, sobre todo, en La com- Gtica y de los conceptos de “validex” y “vigeneia”, a los que nos referiremos después, ‘Aunque es claro que las variaciones sincrénicas y diacrénicas del ‘ethos aumentan la dificaltad propia de la étiea (dificultad que ya es considerable como consecuencia de la mencionada imposibilidad de “to- mar distancia” frente al ethos y de la complejidad “connotativa” do Esto), ella no es, de ningtin modo, imposible, El trabajo paciente, con- secuente y sistematico de la razén aplicada a ese 4mbito ~y sus logros| efectivos determinan una historia do la ética, paralela @ la historia dol ethos logra ir esclareciendo aspeetos esenciales del ethos. La re- flexidn étiea consigue, por de pronto, abstraer elementos que son co- munes a toda forma de ethos y que revelan su estructura peculiar. réndose en ‘hecho empirico & Dicotsaias del ethos % Uno de esos elementos es de las dicotoatas. El ethos presenta, por asi decir, dimensiones bipolares a través de euyo estudio es posible com- ler mejor el fenémeno general. Pueden describirse muchas dico- ‘as; pero hay tres de ellas que son sumamente earacteristicas y merecen wna consideravién particular: Dieotomia axiolégica (verti Preece Dicotomfa ontodesntiea } extraética Acontinuacién vamos a verlas por separado, . La dicotomia deontoaxiolégica Observemos la siguiente contraposicién de términos’ norma deber imperative ” juicio de valor ‘good” conciencia de de lo moral Las dos listas aluden a conceptos éticos basicos. Los ejemplos del lado iaquier iustan aspecto de lo qu pnvamos lamar une des earas del ethos: lo “deéntico* 0 “normativo” (en sentido estricto puoe, como veremos, hay también un sentido amplio o Jato), Los det lado de. recho, en cambio, se refieren a la otra eara: lo “valorativo” o “axiol co” (también en sentido estricto), Esas dos “caras” pueden ser a su ver entendidas, metodolégicamente, como puertas de entrada al ethos, Po- demos imaginar el fensineno dela moralidad como un inmenso edif- n esas dos grandes puertas de acceso: la puerta normativa pucrtavalorative. Por cualquiera de ells que se one, suaado se te de ispeccionar ese eificio, so advirte que todo l est estructura do por referencias a esas dos pusrtas de entrada, Dentro de 6) hay in finitos Iaberintos, pasillos que desembocan nos en otros, y en los que orientarse, pero en todos hallaremos esa doble referen- cia, Lo normative (0 deéntica) y lo valor axiologieo) estan pre- sentes y contrapuestos en cada uno de los rincones y nos ofrocen, al i Brien: concepos y problems menos, un p) pisos del edificio sabiendo que en mensi iar horizontal que, en comprensible, inteligibl de a e6mo debemos obrar; Négico da pe ‘evaluacion de los actos y de Las personas que rt bos polos son objeto de problematizaciones y de teorias pero, particu larmente en estas tltimas, es muy probable que se ponga el avento en uno de ellos, La étien de Kant es un claro ejemplo de “ética del deber’; 1a de Max Scheler, uno de “ética de los valores", En otros casos la pr lacién de uno de los polos no es tan exprosa pero, generalmente, igual es posible descubritl. La dicotomfa deontom centrales de la ética, {qué debemos hace! igica marca también dos problemas lables, respectivamente, en las preguntas es Lo valiogo en sf nuisma?” fo “qué es \das, Pero iodmo lo estan? Ahf aparece un tercer problema, dis- le de Ios otros dos, Cul de las dos cuestiones es mas importan- te? {Cul hay que resolver primero? gNecesito saber qué es lo “bueno” para saber por qué debo hacer 0, por el contrario, tengo que haber aclarado mi deber para derivar do allf un eoncepto de lo “bueno”? todo caso, lo cierto es que hay relaciones en axiolégico, y que precisamente el cardeter de esas na problemas bisicos de la ética. La “norma” es alj moralidad no puede entenderse, Una norma es un tipo espect regia’, Una norma moral (que es la que aqui presidn de una determinada exigencia para la acci da lugar @ problemas éticos espeeificos: se trata, por ejemplo, de saber cudl es la correcta formulaciéa de Ja norma pero, sobre todo, interesa saber de donde extrae ella su validez, su obligatoriedad en sentido moral. El problema central de la “ética normativa” (denominacidn que aclarare mos después) es el de In “fandamentacién de normas”. La norma dice se lo Hay distintos niveles de normas: por ejemplo, normas “basicas” y nor- mas “derivadas”. De iguales normas bésicas pueden depender diver- sas normas derivadas, y con frecuencia es esta diversidad la que ven los relativistas sin advertir el fimdamento comin. B] problema de la fandamentacién de normas reside, en todo caso, en que él remite, en definitiva, a algtin “fandamento altimo”, es decir, a algo que no puede ‘ya ser fundamentado a su ver, (Bxiste algo asf? Alli se encuentra ia 08 a je la ética normativa, y Ia fuente de las més interesan- El “valor* ocasiona problemas semejantes. El concepto d fue usado primero on la economia politica del siglo xvi, y de jeokantianos. A principins del si temas filoséticns de moda, la cus) Jo XX 80 conv ugar a fa elaboracion de I or part de peneadores Schelery izll Hartmann, Desputs dela Segunde Guerra Munda 9 In mencionads ic fue sometida 8 1 npositivio, porn ldo, dels txistancia, por ato, Eas exten enaban a menos en ty destruyeron la tea pernicana” sir a que habia producido en el mundo gnoseolégico, Se con: : lances el hecho de que In evestin del ue debemos hacer sno tambie a de Las “ideas”, y el correspondiente concepta de lo “oueno", han sido siempre motivo de reflexidn, tanto étien como metafisiea (piénsese en el bonum coma uno de los “trascendentales” en In escolistiea medie- ueno", y estigmatizs como “falacia naturs finirlo Asi como el concepto de “deber" romite al di importantisima distineién kantiana entre imperativos hipotéticos @ imperativo categérico), asf también la cualifieacién que emploa el tér- weno” constituye ase tipo especial de juicio que se conoce como io de valor”, 0 “juicio valorativo" on ol campo de Ia étiea. Se ve, pues, claramente la conexion intima que guardan entre si, por un do, los eonceptos normativos y por otro los valoratives. En la filosofia rativo" (y a la 28 Blew: eneeptosy problemas anglosajona se inssto con especial énfasia en Ia distincin entre wrist" ood El primar de eos termince ade al aspect norma tive ol segundo, al valorativo, Hemos agrogado, onto los ejemplos, Ia contraposicion entre "eonsiuneia moral” (ewisten en alaman) y ‘oncenete de lo moral (moraisches Bewusstein) ce dente emeep- reonciencia’, porn lado, como intima instancia prescrptiva do abe” 0 “no debe” hacer lo qu suele lamarse“voe de a een or oto, la parepeién patquiea,reflexivao no, de elemen- cp (percepeion notusariamente presupueata en Los actos evaluativos morales), También ahi se manifiesta la dicotomia deonto- asildgca, esa polridad horizontal que iapregna todo el complejo f- niimeno de la moraidad. Esta dictom(a determina asimismo ~como fe veri mas dtalladamente en .8~ queen muchas ocasiones 9 wi ice una terminelogiadistinea do [a habitual para la dstincdn entre términos “mor 113. La dicotomia axiolégica * "en su sentido la- ‘Ahora tenemos que usar el término “axiolégico" en si to, que abarca también todas las connotaciones dednticas 0 normati- La horizontalidad o la verticalidad “mney “peor “Superior” e infor’, Observemos entonces axa ist de op vertivales: lor ober moral justicia honor “right” 4 1 t t t Gisvslor nodeber inmoral injusticia deshonor wrong” Ente es etait clscon de a ental righ ri os of Ethics, Londres, Macr ‘capt de valor en sentido atmo, Lose Dicotomiae de this 2 La lista podria extenderse indefinidamente. La dicotomta axiol6- sica es una de las caracteristicas mas sobresalientes del ethos, Esto se ica porque el ethos tiene una estructura azioldgica, y todo lo axio. 9 (amy I que también se cuenta, por ejemplo, lo es- te.) tiene, como sella peculiar inconfu ‘opone un valor negative no se apone lo malo, a lo bello lo feo, slo sagrado lo profano, ala sald la enlermedad, ete.~ es lo que so conoce como “polaridad axialdgie’ A diferencia de to que pasa on el ambito ontolégico, donde lo unico ‘oponible al ser es el no-ser, la nada (no hay algo asi como “contra-cer”, "ser negativ es Seles oponen “contravalores® negatives! La dicotoms en sentido moral, tiene en todo e ethos, ¥ en todas las formas reales o imaginables de ethos, una importants decisive, No se eancibe al ethos sin esa contraposicién. No hay que ol. vida, sin embargo, que esa dicotomfa, cuando esos mismos tsrminos se usan en otras posibles sentidos, es también una dicotomia oxtramno- uando hablamos de una "buena comida’, 0 do un “buen auto”, 6 de “buena miisca", ee,, no emplesmos el fenguaje moral. A eons pie. de haber umbigiedad, por ejemplo, en "buen ladrén” Bi rclato evan. gélico habla del “buen ladrén” como aquél que se arrepintis, Perg un “buen ladrén” puede ser también aquél que logra siempre robar sin se lo atrapen. Bs evidente que sélo en el primer caso la ealificacicn elude elo cada ver que se expane ta probl dele es siempre 0 5 ealidades no on sunca seme erst nogal enc plese ‘un posalgo lz nada. La negacion del valor Tnads constitoye sae en esa p ble decidir tun concept, rosin Gh pda tant pono cono I “perme Bt See Conceptos se eponen entre si peca we oponen amu vex al “0 gator “Permit ent ea, noe fora To sumo, meut, Estos tes concep Isoperadores dedntics, em av aba in oposion mila entre le to cienvamente clara yn Feuer por ahora mis em dlmog agregar a algo sobre lt pone doo ao Tera ne pucdepreuntare smo se rlaionan To "perio can Farin ato pentiv™ con Tats, o incl emo we eas fan entre ala “jerarqua’ la “plardad”axiligca, 0 qué impor tana nen tds exes elacones pa os valores morals en part ‘Glan tados estan son problemas dei cn de lo valores La étca do Ser muestra como ie valores merle enen una neceari rte Ws Injorogute etnts en os extramate los valores a ea pecamplen) cuando ol agente moral 3 extrmorel mas alto por 6 eaptado prefer “ha indica qu los valores, eng feuamt misao, o son gue bay tn Paar: sta es sufi Pero po Divot ol eine aa Cuando tomamos fs interesante sefalar proporeién inver- iso admitir también que mientras go que atin no existe, Li 8 de la *cantidad” o Ios de la implican icfensa” o *preservacién’ de algo que existe, La dicotomia axiolégica queda asi lignda a una dicotom: logica, més amplia, tematizada también desde siempre por La filoso- fia: la opasicién entre cambio y permaneneia. En el etitos esa oposicién determina una estructura eonflictiva general. El hecho de que lo infe- rior sea, al mismo tiempo, lo “fundante” (no por ser inferior sino por ser mds fuerte) hace que, en determinados casos, haya que optar por lo inferior y no por lo superior: aunque tanto lo uno eome lo otro se asocian a un “deber ser", puedan hacerse incompatibles y ontonces al in “deber ser” tiene que ser desatendido. Bs lo que Hartmann llama “antinomia ética fundamental’. Esa antinomia se da porque tanto la “altura” como la “fuerza” son legitimos criterias preferenciales. De a resultan dos clases de “morales”: las que se orientan hacia la posi teralidad, Ia cual sélo podria evitarse mediante ut los criterios. Tal sintesis es, entonces, como desiderditum racional, 0 como idea regulativa, la exigencia mo Se trata, en todo caso, de un problema paradigmética y dif €l que no podemos entrar aq he mencionado a manera Gicador de cémo las dicotom: mia axiolégica, se entretejen ci nantes de la inmensa complejidad del e 4.06 N. Hartwana, ab. cit, p, 610 Ver también es, Bibles, 1984, pp. 2285 2 ice: onsopize y problemas I1.4. La dicotoinéa ontodedntica Esta dieotom{a no es intrinsece del ethos sino que se refiere a la bipolaridad entre lo ético y lo extraético. Pero, como en los casos ante~ rioros, ol corte settala, a la vez, relaciones. Podemos ejemplificarla en el siguiente esquema: rormativided tateldad aber er 7 ‘alerfnorma - echo Yaloraivo noraative descriptions proasiptive os jure de feta valde vei (Giigteio il Seanoalo verdaderflso debidoindebiao | dtoveaboindereala desaicno detends Imodo detice imide letice ‘También osta lista puede seguirse extendiendo, Ademés, las opo- Jones presentadas tienen cierta earacter relative, y hay que tomar- Jas cum grano salis (es decir, “con pinzas", con suma preeaucién), Por de pronto, todas elles pueden, y de hecho suelen, dar lugar a contro- versins. Aqui he contrapuesto, por ejemplo, normatividad? y “factici dad” y, sin embargo, mas adelante hablaré de “facticidad normativa’ 1Cémo hay que enttenderlo? En primer lugar: lo meramente normative ‘se opone a lo meramente féctico, pero esto no excluye, por asi decir, 0- nas de interseccién. En segundo luger: Ie facticidad normativa, como se verd, es la normatividad vigente, reconocida de hecho. Hl reconoci- miento de determinadas normas o determinados valores (seguimos hhablando de lo dedatieo y lo axiolégico en sentido lat conbpartidas acerea de cdmo so debe obrar, ete, son, en sf, facta, ho- chos. Son hechos especificos caracterizados precisamente por su nnormatividad. Y hablar de ellos no os contradictorio con la afirmacién de que lo normative se opone a Io fictico. Del mismo modo se oponen lo quo es “de derecho" fe jure) y lo que es “de hecho" (de acto): no es ‘que aquello no exista, sino que su existencia ada”, En dlemén se suale distinguir entre “Giltigheit”(validez) y - gencia), Esta ultima alude a lo que vale de hecho; aqueélla, » lo que puede sostenerse por medio de ergumentos. La dupla “bueno-malo Diestamias del ethos 6 (igual que la de "debido-indebido”) es tipicamente étice, de modo que el cardcter del ethos como tal se destaca cuando se ta opone a la duple “verdadero-falso”. “Deseable” es claramente un coneepto normativo ¢ valorativo, mientras que “deseado" es un concopto empirico, deseripti- vo. Los modos dodnticos ("permitido”, “obl distinguen, por contraposicién, dk sario"). Todo esto, como dije, es Pero, en su conjunta, ofrece un primer atisbo, una imagen general, aproximada, de la dicatomta que separa al ethas de lo que no es el ethos. La necesitamos precisamente para empezar a entender el ethos, para identificarto como tal. Ahora, sin embargo, demos un pasa més; a ta de tuerea” al “ajuste” de auestra compre! (Por qué ~y en qué términas~ se discuten todas estas contraposicio- nes? Hay varios motivos de controversia; las froateras entre lo ético y lo extraético no son en realidad tan nftidas como aparecen en cl es- quema, Las relaciones son mucho més complejas, También estas dico- tomas inciden en osa complejidad. No slo, ya, parque puede efectiva- mente hablarse de una “facticidad normativa’, sino también, por ejemplo, porque se puede disentir radicalmente acorea de la exten- signe que se le asigna al ethos. Los extremos consisten en: 1) extender Jo normativo (en sentido lato) a todo, y 2) redueir lo normative (en sentido lato) a nada, En estos dos casos, aunque opuestos, la dieoto- mia pierde sentido; pero con ello pierde también sentido el ethos. $i queremos tematizar el ethos, si queremos hacer ética, tonemos que ‘empezar por demarear, por circunseribir nuestro objeto de tematiza- cisa y, en tal caso, tenemos que distinguir entre lo ético y lo extradtico, © bien —suponiendo (en vista de las ya aludidas dificultades) que no podemos especificar las diferencias admitir, al menos, qu: - rencias existen. Lo que no nos es Ifeito es despojar al ethos, de entra- a, de todo sentido. Podemos, e incluso debemos, discutir hasta dénde lo “téetico", por ejemplo, puede ser “neutral” desde el punto de vista deéntico 0 va. lorativo, Tenemos que plantesrnos problomas tales como el mites de lo normativo, tenemos que analizar viejas eoncepciones me- fisioas que se relacionaban con esto, eomo la “convertil avid Hume, o ans relaciones entre “ser” y “deber ser”, o tratar de explicitar los presu- uestos normativos en el diseurso “neutral”, o intervenir en la discu- sidn acerca de si las proposiciones morales tienen o no tienen que ver con el par verdad-falsedad. Todos estos, y muchos otros similares, son a Bien: enceptos y problemas problemas capitales de La étiea. Sélo que, por asi decir, en ellos edicamos a inspeccionar el interior del edificio dele fasomamos por sus ventanas ¥ halcones, y echamos miradas al exte: rior del edificio; tratamos de ver asimismo cuan grande es y dénde es- gin mode puede considera las estan, por ejempl correspondientes a las estructuras con/ vas del ethos, El sentido de la vida moral se 's, que se manifiestan siempre de maneras conere- tas, poro que la étiea puede contribuir a aclarar —e indireetamente, a resolver o evitar~ mediante la tematizaciéin de dicotomias representa- das, por ejemplo, por la contray ,,o entre Ia permanencia y el ¢ ala primera de estas dicotomias y “diacréniea’ a la segunda, Se trata, como se verd en el capitulo vt, de dos estructuras conflictivas basicas, comprensibles desde una teoria de la bidimensionalidad de I Hay asimismo en el ethos una tensidn constante entre las ini cias de lo racional y To emocional, es decir, una cabal dicotomt logos y pathos que, andlogamente, da lugar a mailtiples conflietos con- cretos, Todo ello contribuye a la caracteristica e insoslayable compleji- dad de los fenémenos morales. Hemos pasado revista, escuetamente, a algunas de las dicotomias ca- racteristicas del ethos, Con ello hemos ya entrado al edificio; hemos ado, de algdin modo, por ahora muy precario, la “tematiza- fo hemos atin *teorizado"; pero la mostracién de dicotom{as, La racién de ellas, ha sida un paso de “problematizacion’, Estamos tratando el ethos en sus aspectos més generales. Sin embargo, ya s0- ‘mos también conscientes de que cl ethos siempre se especifica y se in- facticidad normativa” es siempre una concrecién, que puede ser identificada, distinguida de otras concreciones posibles 0 teales, Pero justamente esa identificacién requiere que se la “ubique”™ dentro del ethos en general, Como hay una pluralidad de ethos y tam- bién plur re se puede agre- gar a 2 “griego”, el ethos “eristia- ac " tendremos accaso a ellos e1 medida en que los reconezcamos como casos 0 ejemplos de algo gone al ¥ coma la tematizacion os reflexiva, se hace imprescindible tomar ouciencia de los distintos niveles en que puede tener lugar esa re- flexion, Ill. Niveles de reflexion ética ILL. Concepto de “reflexién” y sentido de sus “niveles” La reflexisn, como vimos, es una intentio obliqua, un aeto por el que sujet se convierte en objeto de sf mismo: como en un espejo, se re {gj (y tal es el sentido etimolégieo del término). Es una autoobserva- die ta que tiene que surgir alguna forma de autoconocimiento tendlerse entonces como una operacion que la consicneia hur de su propio cardcter de “autoconcien- idad de esa "toma de distancia” con ees. pecta a lo propio constituye de por si un problema. Algunos pensa earls desde Ia antropologta floséfica, Hel- on To que lama la “posi ad excbntia” propia dal hombre! Sectiene que, diferencia det animal (que tiene una posicién “frontal” respecto de ta esfera en io circundante”: Umuvelt, y se constituye el hombre se halla siempre en una posed "encénriat a su esfera, que es la del “mundo® Welt). Pero, ademas, el “‘ivencia” del contro que constituye, 0 sea, earece de viveneia de si mismo, miontras que en el hombre el eentro se desplaca, toma distancia y provoea una especie de duplicacién subjetiva: por cjemplo, el hombre siente que “es” cuerpo, pero también que “tiene” ever po. De ese modo puede saber sobre sf, contemplarse a sf mismo, eecin. ‘iéndose en el contemplacdor y lo contomplado. Tal eseisién representa a la vez una “ruptura’, una hendidura entre el yo y sus vivencias, en virtud de la cual el hombre queda en dos lados aun mismo tiempo, pero también en ningtin lado, fuera del tiempo y del espacio. Al encon- trarse simultgneamente en sus “estados" y “fronto a sf mism objeto, su accién vuelve también constantemente sobre si: cl se hace a sf mismo, Tiene que vivir “conduciondo su vida’, ya que, de modo permanente ¢ includible, se encuentra con esa vida, 46 ‘Brca onceptos y problemas mente siempre (o, al menoa, en todos sus estados conscientes) el hom- bre esté on actitud “reflexiva’. O quizé haya que distinguir también aqut un sentido estrieto y un sentido lato. Bste tltimo abarearia ese permanente “encontrarse” del hombre con su propia vida, asi como la conciencia de conducir esa vida. Podria entenderse “reflexién”, en sen- lato, no obstante, como toda forma de “meditacién" (aunque el ob- de una meditacén determinada no fuera algo del propio sujeto ‘meditante). En sentido estrieto, en cambio, reservariamos la palabra “reflexién” para los casos en que es “clara y distinta” la actitud en que el pensamiento, mediante un giro de ciento ochenta grados, por ast decir, se vuelve sobre si mismo. Una cose es mostrar cdmo la refic~ xiGn (en sentido estricto) es “posible”, Otra, muy distinta, sostener que ella es “inevitable”, Creo que hay que admitir también la existencia de estados prerreflexivas de la conciencia humana, estados en qui atencién esta totalmente voleada hacia “afuera’, en que, sin que se haya perdido la “posi adopta una —al menos provisoria— posicién “front Pero lo que posibilita la reflexién no es sélo 1a “posicionalidad exeéntriea”, Esto constituye sin duda un factor fundaments rio, pero no sufiejente, No basta comprender que uno no es el del mundo, sino una “perspectiva” sobre él, junto a otras innumera- bles perspectivas. Para que Ia reflexion en sontido estrieto y, sobre to: do, Ia reflexidn deliberada, se haga posible, tiene que haberse produ- ido la contraposicidn con otras perspectivas, el intercambio comuni- cativo con ellas, Hs decir, tiene que haber didlogo, y especialmente tione que haber didlogo argumentativo, tiene que haber “discurso”. [La cuestidn que nos interesa ahora es la de los “niveles” de refle- xién. De nuevo nos valemos de una imagen metaférica, y podemos pensar entonces lo “prerreflexivo como un plano, o estrato, o nivel, por “encima” del cual se establecon distintos planos, estratos 0 ni les *reflexivas”. Bl primero de éstos corresponde a la reflexién espon. ‘vinea, natural, cotidiana, De ese nivel resulta facil distingui propio de la reflexién voluntaria e intelectuslmente deliberada, sis! matica, ordenada, atenta incluso a pautas motodologicas. Ahi estamos En ambos niveles estamos, sin embargo, nosotros mismos, sabre algo que nos es propio, sea como como especie. ¥ eso lo exprasamos lingusticamente. Otro nivel de re- flexién posible, entoness, es el de la atencién vuelta precisamente hacia esa expresiOn linguistica, y que tiene que expresarse en un “moti fuaje", Y aun podemos imaginar un cuarto nivel, en el que la refle- xin, paradgjieamente, toma ya tanta distancia que parece “endere: ‘Niveles de reflex dea ” var” la inter ‘mos eémo fane © sea, deja de ser, precisamente, una reflexién. Vea. ma esta en el easo del ethos. UL2, Bthos prerreflexivo y ethos reflexivo Las diferencias de nivel de reflexién no deben interpretarse coma diferencias axiologicas: no se trata de que unos nivetes sean “mejores” que otros, Las diferencias aluden a las maneras de operacién refloxi- a lo que se busca con ellas y, particularmente ahora en el caso de lo dtico, al grado de normatividad presente on la reflexién, Recordemos que el ethos es un conglamerado de creencias, actitu- des, castumbres, eédigos de normas, etc. Quiza en un sentido lato todo ello pueda concebirse como “reflexivo", pero en sentido estricto es pre- farible distinguir lo “refloxivo” como una seceion especial del ethos, Hablaremos, entonces, de ethos “prerreflexivo” y de ethas “reflexivo" En el primero nos encantramos con la normatividad pura, no cuestio- ada ain, la conducta ajustada a determinadas normas, simplemen- te, y las maneras de juzpar tal conducta, especialmente cuando ésta se aparta de aquellas normas. Incluso pueden incluirse aqui ciertas aspoctos de la prédica moral, Sin embargo, todo esto, en tal estado de “pureza” (en el sentido de ausencia de toda reflexién), sélo puede corresponder @ un sector diminuto en al complejo conglomerado del etlios, porque en todos esos clomentos siempre pueden surgir dudas 0 la nevesidad de reforzar loa propioa jui la prédica no puede permanecer siempre casi insensiblemente, se pasa de ese nivel “prerreflexivo” a'un primer de reflexidn. Se trata aqui de una reflexion clemental, espont- a, que surge a consecuencia de discrepancias morales, Bs el tipo de reflexion que va adosado a la toma de conciencia de que el otro no juz ga exactamente como yo. En el ethos hay certezas, pero también hay dudas. La actitud de “pedir cansejo”, por ejemplo porque, aunque se conocen las normas, no se mpafiadas nevesariamente de un tipo de roflexiéa que podemos \mar ‘reflexién moral". Un sogundo nivel esti constituide por las re- flexiones que es necesario desarrollar cuando no nos conformamos ya con saber, o con decir, gué se debe hacer, sino que nos planteamos la pregunta “por qué”, y tratamas de responderla. Abi se toma eoncien- cia de que la reflexidn no sélo es includible, sino también de que hay que desarroliarla racional y sistematicamente. Hse desarrollo equiva- 8 tia: eoncepesy problemas le ya a ung “tematizacién". O sea, entramos ya en Ia “ética”, La bis. queda de fundamentos de las normas y la critica de aquellas normas que no nos parecen stlicientemente fundamentadas, o de propuestas ide fandamentacién que nos parecen deficientes o incorrectas, son las tareas més caracteristicas de este segundo nivel que constituye la “etica normativa", Todo esta aqui, aiin, impregnado de normatividad {en sentido lato: normas y valores). Se sigue utilizando un lenguaje expresamente valorative, Pero se , a los argumentos tn favor o en contra de determin: nas. Conseiente o incons- losofia préetica, étien. Hay, entonces, norm: . a diferencia de lo que ocurria en | prerreflexivo o en la “reflexién moral’, lo normativo es cuest hay normas ni valoraciones “sacrosantas”, Un tercer niv “metastica’, 0 soa, un tipo do reflexién que analiza el significado y el uso de los términos morales. La metaética constituye un “metalen- ‘guaje” con respecto al lenguaje normativo. En principio, pues, preten- de ser ya una reflexién no normativa sino “neutral”. Ya vimos que esa pretensién quizé no puede justificarse, pera al menos es u ‘es obvio, en todo caso, que no puede haber grado de normatividad que se da en los niveles anteriores, te, existe un cuarto nivel de reflexin ética, consistente en observar el fendmeno moral desde una posicion lo mas apartada de él que sea posible, Se intenta, simplemente, desoribir la “facticidad normativ: No se toma posicién respecto de si algo esta “bien” o “m debe" o “no se debe" hacer. Sélo se dice cémo es; se investiga qué se cree que se debe hacer, se comprucha cémo se comportan los seres hu manos. No es una labor filostica, sino “cientifica": es parte de de le antropotogia, o de la psicologta, 0 de la sociologia, ete. A es! vel de reflexién (que, desde luego, también reclama para si la neutra- lidad valorativa) lo liamamos “ética descriptiva”. Aqu{ no s6lo ha dis- minuido el grado de normatividad sino que, por la distancia que 59 abre entro el obscrvador y lo observado, también parece desvanecerse, desdibujarse el cardcter "reflexive", ‘Vamos a ver con mas detalles estos cuatro niveles, que quedarén representados, por lo pronto, en el siguiente esquema: Iivales de relexisnétiea 0 Funes | semiaae avarwennan ethos prerreflexivo, o sea, el conjunto, no tematizado ni cues nado, de creencias morales, actitudes morales, cédigos de nor- mas, costumbres, ete. Es el fendmeno moral basico, del que par- ‘icipamos necesariamente todos los seres racionales, el desde el que en todo caso se inicia cualquier reflexidn sobre cues- tiones morales. Las tareas de fundamentacion y de erftica de normas, tareas que también forman parte del complejo fenémeno del ethos. Ellas requieren ya una reflexién més fina y sistemdtica que Ia mera La “semiosis" del ethos, es decir, el longuaje espacifico en el que ‘0 ‘tice: cooseptesy problemas se expresa To normativo y lo valorativo, La reflexién sobre la se miosis no puede ser ya expresada en el mismo lenguaje, sino que tiene que serlo desde un “metalengusje” 4) La “fact normativa como tal, ©: decir, Ia realidad empirica rudes, las costumbres, los cédigos, ete.; los aspectos objetives de ese fendmeno, incluyendo los actos de reflexion sobre el ne cardeter floss que puede hacer un ant determinada etnia) -9 (coma en la investigacién spSlogo acerca de las costumbres de una icados En la primera corona que sigue al circulo contral estan »al objeta de reflexidn es el indicado en el sector adyacente del circulo eontral La segunda corona permite separar las dos formas de reflexién “normativa” de las dos formas ‘neutrales”. Habria que aclarar, en el primer caso, expresumente normativa, y, en el segundo, pretendida- ‘mente neutral. La ultima y més amplia corona, finalmente, permite distinguir las dos formas de refloxidn filos6fiea (étiea normative y me- taética) de las dos no filosdficas (la reflexida moral, que es prefilosét- ca, y Ia étiea deseriptiva, que es, mas que reflexién, una modalidad de observacidn cientifica) Es necesario aclarar, de todos modos, que el gra ciona una primera aprox les de reflexidn. No hay que pensar esas di “compar- timientos estancos” de los buques, que no se conectan entre si (para indo aunque alguno de ellos se haya anegado). se entremezalan, y sus bien difusos. No es imposible, por ejemplo, que una reflexién de ética normativa se refiera a aspectos semistieos, o que una de metaética aluda a algo factico, 0 que una de ética descriptiva haga “excursiones” por el campo de la fundamentacién, etc. Bl grafico registra, por cir, lo que constituye las incumbencias prima facie de cada nivel de reflexion, La distincion de niveles ha sido destacada, en e cularmente por Ia ética analitica angi lar también que, en la gran mayoria de los casos, ésta ha carecida de visién clara para la diferencia entre la mera *reflexién moral” y ta “étiea normativa”, Curiosamente, esa diferencia habfa sido descubier- ta ya en la Antigtedad. Bpicteto, por ejemplo, distinguia explicita- siglo XX, parti- sjona, aunque hay que senia- Nivoles de elisa ica 3 mente, aunque no les diera esos nombres, los niveles que hoy Homa- ‘amos *moral", “ética-normativo" y “metastica”. Vale la pena reprod el fragmento de su Enquiridién donde registra esa distincién El primero y més necesario lugar de la flasoffa es el de ta pede sade los principias, eomo el "no mentir”. El segundo, olde aciones, como por qué av hay que «a mnsecuencia?, {qué contradiceién?, ;qué lo verdadero”, lsedad? tanto, el tercer lugar es necesario para el segundo, y el Segundo para el primero; pero el necesarisimo y en el que hay que ddescansarse es el primero? Desde luego, esto no es exactamente To mismo que se distingue fen ef ponsamiento contemporaneo. Habris que sevialar, por ejemplo, helenistico-romana) consideraba que vengo llamnanda “reflexidn moral” (la “prdctiea de los ios"). En lugar de “metaética’, por otro lado, vein el tereer nivel como una especie de légica general; ¥; finalmente, no advertfa el nivel de Ia “ética deseriptiva’, Pero es sumamente notable el hecho de que haya deslindado esos tres niveles que sin duda se aproximan mucho al sentido de los tres primeros del esquema aqui presentado, Los analiticos contemporaneos suelen hablar también de tres ni veles, pero incluyendo entre ellos al de fay excluye do, en cambio, el de la mera reflexi6n moral. Lo grave de esto es que entonces le adj funcién fundamentadora de normas y, en corr le sustraen a la ética normat va todo cardcter filoséfico, La confuusidn procede del hecho de que ica es la instancia desde la cual puede fundamentarse la ética es decir que la metaética tiene que decidir de los eriterios de fundamentacion de normas, Los cuatro niveles pueden, en general, distinguirse muy {écil- ‘mente por el tipo de pregunta que cada uno trata de responder: flexién moral): preguntas del tipo: “:Debo hacer x?”, fea normativa): preguntas del tipo: “;Por qué debo hacer x?” reguntas del tipo: “7Ests bien planteada la pregun- ta anterior?" (y “Por que sf 0 por qué no?"), o bien: “Qué earde 52 faves: concept y problaiaae ter tiene uma expresién Linguistica come sdebo hacer x; cognoscitiva o no cog. ‘gQué funcién eumplo”, etcétera 4, CEticn deseriptiva): preguntas del tipo: "{Cree A que debe hacer x?" (donde “A” puede ser un agente individual, un pueblo, una ‘cultura, un grupo religioso, una épova, eteétera), Podriamos decir, siempre en sentido muy general, que las pre- guntas del primer tipo solicitan un ficaoién, © sea, fundamentos norm: las del tipo 4 rec tra distincién que podemos hacer es de comparar Jos ewatro niveles con lo que ocurre respecto de una obra de teat de cine: Nivel 1 (Reflexién moral): (comparable a) las indicaciones que da et rector a los actores, Nivel 2 (Btiea normativa): (comparable a) la fundamentac ‘consideraciones eriticas de tales indieaciones; incluso | siones que los actores pueden tener con el director en tal respect. Nivel 3 (Metaética): (comparable a) el analisis téenico de las expresio nes teatrales (0 cinematograficas Nivel 4 (Etiea deseriptiva): (comparable a) lo que ve el espectador y deseribe el critica de teatro (o de cin Como creo que Ja discriminacién clara de estos cuatro niveles se ha convertido en una conditio sine que non para \a adecuada “temati zacidn" del ethos, insistiré alin un poco mas en el asunto, mediante al gunas acotaciones sobre eada uno de ellos y controntaciones de cada ‘uno con los dems, M114. La reflexion moral ‘Ya indiqué c6mo desde el “ethos prerreflexivo” se pasa casi insen- siblemente a este primer nivel de reflexién. Bl pasaje puade hacerse de diversas maneras: en la prédica, on la exhortacién, en el consejo, en el enjuiciamiento de una accién, en el esfuerzo por aleanzar ta for- mulacién precisa de una norma situacional, ete. Aunque no toda influeneia del lenguaje (hablado 0 escrito} sobre I lede ser encuadrada en el dim lo cierto ws que tipo de semejante Niveles de reflexidn ea 88 influoncis, Dice J, Hospers vede conseguir que La ges de cierta manera a través de morales, exhortacianes, persu- |, Sermones, propagant © psieoterapia"® ¥ aclara a eon- tinuacién que nada de eso eoncierne a la étien: ésta tiene, segun Hos pers, la funeidn de halla la verdad acerea de exas e de impulsar ia wjecucion do determinadas acciones. Esto p: exbovn do di “ética normativa’, pero en res ‘ye sobre la aceién y justam su parte, como verémos después, ejeree una pecal recia sobve la accién: pare reforzar su riamente al moralis- poder persuasive. No tenemos ta como un predicador profesional, 0 como alguien dedicado perm: hentemente a “moralizar”. Todo ser humane puede ser moralista, al ida ver que dice a otros deben o lo que nno deben hacer. Para ello suele ser impreseindible algtin grado de re- flexién, Bs obvio que, en nuestro desacreditada, pues s1 . ¥ referido partieularmente a toda “roflexién mo- se desenvuelve en el marco de la “moralina’, La reflexion norma- ido fato, es decit, tanto normativa esmo valorativa) es parte constitutiva del ethos, y representa a menuda el punte de arran- que de las reflexiones de ética normative, en virtud de que, eomo ya se ‘compartimientos estaneos”, También el reeha- A rechazo de la hipocresia, reguioren reflexién moral. Hay un “arte de vivir", que se alimenta de reflexiones morales y que no es desfiguracisn del ethos, En otras épacas, como se vio en el ejemplo de Epicteto, 0 como ocurre mas tarde en “moralistas” al modo de Charron, La Bruyére, La Rochefoucauld y tantos otros, habia al- canzado incluso categoria de pensar filosétieo. En nuestro tiempo, la reflexion moral, adecuadamente “ilustrada” por la ética normativa y por Ia informacién cientifica sobre determinadas estructuras situacio- ales, forma parte de la Hamada “ética aplicada’, a la que nos referi- rromos después, Madrid Tonos, 1964, p, 2, st Bic: eoneeplaey problemas ULS. La ética normativa En este nivel de reflexidn la atencién esta ditigida, deliberada y constientemente, a la cuestidn de la validez de los prin Aqui esta presenta la razén, y 8 dos los sentidos que hemos atribuido a Ia p: ética normativa es la bisqueda de los fundamentos de las las valoraciones. Rsta busqueda va asociacla indisolul al permanente cucstionamiento de eada fundame1 cidn, Fundamentacién y critica son tareas opuestas (ya que aquélla consolidar, y ésta, por el contrario, a conmover, a vez, compleimentarias (porque ‘cuanto ins ambates pueda res to 1a fundamentacién como la critiea son tareas filoséficas, E] tareas, y del correspondiente nivel de refles de que la reflexién moral, fa mera retlexién moral, por insufieiente, Esto es lo que Kant ha visto muy bien, y quo tes. timonia en el siguiente fragmento: 3 la ingcencia! Peto jaué desgracia que ao se en y a6 dele seducir! Por es0 Ja sahi ‘uria misma que eonsiste mas en el hacer y el omitir que en el ‘saber neces ‘dencia, no pars sprender de olla, sino para procurar a su precepta scceso y duracisn.¢ Qué magni pueda eonservai Bsa “eiencia” que menciona Kar mativa, Hay sin duda un “saber” mor cula @ la “facultad prictica de juzgar’, y permite decir qué as bueno y qué es malo, y qué se debe hacer y qué no so debo hacer. Es un saber natural del hombre, un saber espontineo, que esta ya en el ethos pre- rreflexivo y que se complementa, en todo caso, con la “reflexidn mo- ral", Bs, pues, un saber que no necesita de Ie filosofia, ni de todo el es- fuerzo y Ia erudicién que ésta implica. Es decir, no necesitarta de ella si no fuera por su “debilidad”; si no fuera porque resulta fécilmente “seduoible” por la “inclinacién”, como dice Kant (0 por las “racionaliza- cones", como diria hoy un psicoanalista). Aquel saber “natural”, “es- pontineo”, “pristino”, 0 como se lo quiera lamar, presente en tados lot hombres, es siempre lo bisico, es absolutamente nesesario, pero re sulta difaso, y sucumbe con frecuencia a lo que Kant llama una "dia- Baeelon, Avil, 1996, pp. 10-140) [voles de sole dice 35 ural”, por la cual s: le jiende a enest west Fel earécter riguroso 8 deseos o intereses. En otros tér~ ‘minos. la ética norma a) se hace necesaria porque el hom bre, junto a su saber moral, tiene también la tendencia a engafiarse a sf mismo. La refloxidn ético-normativa, sistematiea, operando con ar gumentos racionales, impide, o al menos difieulta, obstaculiza ese en- gafio. Ademas, como ya vimos, la étien es precisamente un esfuerz9 “reconstruetivo" de ese sabor. Es el pracedimiento que permite hacerlo exp! laro, libre de ambigitedades que pueden desfigurarlo. El pensamiento positivista, en sus diversas variantes, ha cues: tionado siempre el derecho de ls étiea normativa a erigirse en saber riguroso, Bl gran prejuicio positivista consiste en suponer que sélo las “ciencias positivas” revisten ese caréeter, y que todo lo “normal 8 una cuestion subjetiva, algo asf como ung “cuestion de gustos" (y de gustibus non est dis, Abi, on ose projui razon de por qué la filosofia analitica -que mantiene lastre de positivismo— sucle ignorar la diferencia entre xién moral” y la “ética normativa’, Pese a la co analitica tiene de | leber y a acomei te y con metodologta at Lo que el positivisme niega es la “posi tiva 0, més exactamente, sui tal negacién suele ir con el relativismo) fen el hecho de que existe una gran variedad de eddigos normativos De esa variedad se infiere, precipitadamente, que las normas no son fandamentables y, por lo tanto, que es “imposible” une disciplina ocu pada precisamente en fundamentar las normas, Se piensa entonces due todo intento de hallar semejantes fundamentos es arbitrario, En la historia de la Glosofia se han dado, en efecto, teorias arbitrarias, absolutistas; pero también es arbitaria meter todo, sin la menor dis. criminacién eritiea, en una misma bolea, La ética normativa genuina, sin embargo, no elabora teorias dogmaticas o absolutistas, sino ‘pera con criterios criticos, Dispone, desde luego, de respuestas racio- nales para explicar el hecho de la pluralidad do eédigos normativos (por ejemplo, la distincién entre normas “basicas” y normas “deriva das", o ergumentos can los que puede demostrar que la “tolerancia” no es la actitud coherente con ef relativismo sino, precisamente, un crite- rio normative objetivo y, por ende, firndamentable, ete.). Pera no pode- ‘mos entrar ahora en eso. E] mayor prajuicia positivista, ademas, no conceptesy problem la “objetivo” con Io "descriptive", y la canseeuente rem mativo” a “cuestién de gustos", Lo que abs no se advierte ~y que do puesto de reliove a fines del siglo xx por la dtica del discurso— es que lo “descriptivo® tiene que ser en cads caso demostrado por medio de argumentos, y los actos de argumentacién ya suponen necesaria- mente, como condicién de posibilidad, a ones normativas, afir maciones que tienen que ver con ese saber" originaria que es consti tutivo del ethos y que la ética normativa se oeupa en “reconstruir”, No 6 si tendré, en definitiva, alguin asidero el viejo topico de que dle gu tibus non est dispuntadum; pero puedo afirmar que de moribus est dis- puntadum, y esto quiere decir, precisamente, que la ética narmativa ies “posibl: Més adelante veremos cuales son los problemas bal cos, de la ética normativa, y cuales son los tipos de soluci han propuesto para ellos. Por ahora nos detendremos un instante la confrontacién del nivel de reflexiin ético-normativa con el de la re: flexién moral. Bsta confrontacién pusde hacorse, sin ultoriores expli caciones, mediante el esquema de la pagina 49. CONFRONTACION DE REFLEXION MORAL ‘YETICA NORMATIVA REFLEXION MORAL BTICA NORMATIVA A partir de las situaciones, busea tos prineipios. Presupone principios y procura aplica alas situaciones, se debe hacer lo norma ola Pregunta qué se debe hacer Pregunta por Janga sobre et carseter (0 valor) Indaga el fundamento do los moral do actos particulares Juicios aorales Bs un "saber" prefilosstico. Bs un “saber” Glossfice, Reclama respuesta situacionales, Reelema vespuestas (universalmente) Es un “saber” impresciible Noes imprescindible para nara el recto obrar el recto obrar. Bs reflexién sister, Bs aceiien Tiene que ser exticn Esun saber 9 ene “prerrflesiva™ apovado Bs "reconstructiva" COINCIDENCIAS Son reflewones normativas, Se expresan en le TIL6. La metaétioa Podemas ilustrar el senti de la metaética con un ejemplo may conereto ¥ muy priximo: casi tndo lo que hemos venido haciendo has- la ahora en estas piginas, y purticularmento estas referencias a los niveles de reflexion, y las comparacionas ontre ellas, se inscribe en el nivel reflexivo de la metaétiea. No hay que confundir la metaética con la ética analitica, aun cuando la ética analitica haya restringido reflexiones casi exclusivamente al Lo que califica, ética “analitica como tal es su metodologia (y su orientacién cons lente quizé en exagerar esa metodologia y on ateneree sélo a mientras que el termino “metaética” —nouiado, es cierto, en ol send de la filosofia analitiea— designa un nivel de reflexién en el que pue- den utilizarse también métados no analiticos y en el eual trahajé de hecho la filosofia practica (ademas de hacerlo en e] nivel normativo) desde la Antigdedad, aunque no fuera consciente de ello y aunque no oxistiera esa designacién, Incluso hablar, como lo estamos haciendo ahora, acerca de la me- taética, es también una forma de hacer metaética. Rista se expresa en todo “metalenguaje” cuyo referente es algin aspecta linguistico del ethos, y une se mantiene asimismo en el nivel metaétieo cuando sena- la que el ethos compronde, junto a su dimensién factioa (la “facticidad normativa”), una dimensién eemistica o Linguistica. Podemos decir que hay en el ethos, 0 sea, en el fendmeno moral, siempre un factum y 9, como lo expresa Abraham Edel, hay una moralidad “operante” y una moralidad “verbal” > 5 era. ae, en tear tea, Madrid, Teens, 1968, yp, 208.208, HEE ee sa Bula: conesptasy problemas la practica, un peculiar con respecio a la facticidad normativa en la que necesariamente est inmerso. Risto significa un cambio importan- te en relacién con los otros niveles de reflexién que hemos venido con- siderando, Quizit sea imposible dospojarse totalmente de la normati- vidad (y soguramente es imposible despojarse de los su en que la tema lecer 0 dafonder eualesqui ‘de valor, No trata de responder a proguntas les acerea de qué sea justo, buen 1s abligatorio. contastar a preguntas ligieas,epistemoligicas 0 semiinticas por el estilo de las siguientes: ,Cudl es el sentido o ol empleo de las ex- presiones “(moralmente) justo", 9 "bueno"? {Cémo pueden estable corse 0 justifiearse juicios élicos y de valor? ,Son éstns siquiera fieasiin? 0 tre lo moral y lo amoral ye) significado de Dro” o “responsable"”® Frankena es un pensador analitico y, como tal, cuando distingue los niveles, los reduce a tres (no separa Ia reflexién moral de la étiea normativa). Pero, a diferencia de otros analiticas, no eomparte la idea de que sélo la metaética merezca La calificacién do “filos6tica”. Sostie- ne, por el contrario, que la “ética" o "Hlosofia moral” abarca tanto la metaétiea como la ética normativa, si bien esta ultima slo cuando “se refiera a cuestiones generales acerca de lo que es bueno o juste, y ne, en cambio, cuando trata de resolvar problemas particulares".? Fran: kena est4, pues, muy cerea del reconocimiento de que la ética norma- tiva y la reflexion moral son dos nivelos distintos: él llama “ética nor- mativa” a ambos, pero distinguiendo abi la referencia a cuestiones ge- nerales de la referencia a cuestiones particulares, Richard Brandt admite que la étiea normativa no sélo se propone Ia formulaeién de principios éticos validos (sean abstractos o con- ceretos), "sino también una defensa o justifieacién de la aceptacién de dichos principios”.S No comote, pues, ese otro error freeuente siste en adjudicar a la metaética la funcién de fundamentar 6. WK. Frankeng, ob. ot, pp. 67. 7 at, Tova ica, Made, Alianza, 1982 . 22, ives de refloién éten 58 mas morales. Lo que sf corresponde a la metaetica es examinar la va- jea.de los argumentos que se utilizan para aquella fundamental gue lleva a cabo la ética normativa, Las tareas propias de la met: ca, en definitiva, serian, para Brandt: 1. Bstablever ei método correcto para fundamentar los enunciados éticos normativos (yo agregarfa que también establecer el méto- do correcto para si misma, seguin el problema concreto que ella plantee, 2, Bstablecer el significado de los términos y enuneiados éticos ‘decidir, por ejemplo, si tales enunciados son deseripciones de al- 0, © predicciones, 0 explicaciones, o mandatrs, 0 recomendacio- nes, 0 meras exclamaciones, 0 si acaso, c Con esas dos tareas esta estrechamente relacionada Ia cuestién de Ja valides de las proposiciones normativas, y es ésta la razén do que ta reflexion ético-normativa y la refloxién metadtiea a menudo se eneuentren entre si. Tales “encuentros” o confluencias, sin embargo, posibilitados ~de nuevo— porque no se trata de “eom tancos, no deben hacer olvidar que cons de refleaién, La metaéti por aclarar todo lo que “dice” Ia reflexién moral y todo lo que “dice” la re- flexion ético-normativa. Por eso convendr4, shora, eonfrontarla esque imiticamente con esos otras dos nivoles (véanse cundros de p. 77) IIL7. La ética deseriptiva La “ética descriptiva” (a la que se puede llamar también “meta: Sgena’” por excelencia, Esto quiere Aecir que la intentio reflexiva proviene de afuera del ethos, a diferen- ia de lo que ocurre en Ia rellexion moral y la ético-normativa, donde {ntentio proviene del ethos mismo. En la ética descriptiva, dijimos, reflexividad, en sentido stricto, se desvanece. Sélo se mantiene en el sentido de que el observador es un ser humano y, por tanto, asta imbuido de ethos; pero ese acto de obsorvacién no es un acto “étice”, no 8 un elemento de etlios como tal; el ethos es objeto, pero no sujeto de In observacién; su funcién es pasiva, no activa. En la reflexién moral y en la ético-normativa nos comportamos como pertenecientes al etitos, Nuestro reflexionar es allf, por asi decir, Parte del acontecer del ethos. Ocurre algo semejante a lo que hacemos 0 ae eee eee al mirarnos en un espejo: la imagen reflejada es la imagen det que es- t4 mirando ta imayen. En mos mirar. Aunque ramos una peli Gielo del ettos, aun cuando efectuemos wn sondev de su interior. Sim plemente observamos, y deseribimos lo que vemos. A esto podemas Hamarlo, respeetivansente "ethoseopia” y “ethografia”. Es una tarea fas ¢ instrumental cientifi- mente. De manera asiste- por ejemplo, cuando trata. pina alguien acerea de alyin n plantearnas la cuestién de si compartimas ono esa opinion, Bstando el ethos compuesto ‘entre otras cosas} de creen cias, la étiea dascriptiva verifiea cudles y edimo son tales ereencias, pe. ano las enjuicia, ni expone creencias del observador Las observaciones de Ia ética descriptiva intentan extraer infor. iad normativa, En realidad, éste no es el tinico se estudia especificamente esa facticidad en to tal, La “éptica” de observacién puade ser psicolégica, sectalogica 0 antropolégiea; pore la facticidad es la misma: es previsamente el fené: mena del ethos, en toda su complejidad. Los datos recogidos en cada caso por medio de procedimientos ethoscépicos particulares son ela: borados Iuego por cada ciencia segtin sus propisitas, pera de hecho pueden también servir a la étiea normativa, Lo importante es que se tenga clara conciencia de on qué nivel ge ests. Con este recaudo, la 6tica normativa puede utilizar provechosamente la informacién de la ca descriptiva. Estamos, entonees, ante algo mas que estudias (com- parativos 0 no comparativos) sobre costumbres, cédigos normativas, ‘ereencias, ete., sino también ante la deseripeidn (ethografia} de Ia “facticidad normativa", de su estructura, de su funcionamiento, de sus causas (u “orfgenes") en cuanto fendmeno general, y también de las ‘causas de su individuacin 0 desmembramiento en diversidad de cédi- ‘gos morales, La metodologia ethoscépica y ethografica, lo repito, es cientifica y no filoséfica; pera estamos ante un easo paradigmético det aporte que la ciencia puede hacer a la reflexién filoséfica, El cuidado de ésta ~insisto consiste en no confundir Ios niveles y, fundamen- talmente, como ys Kant, no confundir la causalidad con Ia racio- nalidad. En todo caso, convigne tenor siompre en euenta que toda obser- vacién —y, por tanto, también la ethoscopia— se hace forzosamente Ni lon de reflexion étien 81 desde un determinada punto de vista. Bste puede ser el del observa pero puede ser asimismo ty especialmente en e! case de Las cien: sociales! el de lo Bn la antropologfa cultural, por ejem: se pueden estudi ja conducta de los partic. antes en una cultura determinada desde la perspectiva de tales par ntes v desde ta de los observadores. Para la primera de estas es trategias se utiliza el tern Las descripciones de tipo “emfc” se adecuan perante en la cultura estudiada, mientras q) emplean Ios categorias del lenguaje de la cioncia antropolégica La reflexion del nivel ético-deseriptive es habitual dentro de la antropologia, la sociotogia y la psicologia, pero en oeasiones se ha pre: tendido convertirla en una ciencia especial, la “ciencia de las eostum- bres’. Lucien Lévy-Bruhl incluso intents, a comienzos del sigla xs, reemplazar con una ciencia semejante a toda otro tipo de ética."0 A amente deseriptiva de Ia moral entendida co- —una especie de “fisica moral”-, queria Lévy: zjorar \a sociedad, aplicando a la praxis so- cial los conocimientos cientificus adquiridos. Entendia tal aplicacién 10 un “arte social racional”. Agui nos encontramas, ahora, con un caso paradigmatico contrario al que habiarnos seftalado, Aqui se incw: tre precisamente en una confusidn de niveles y en una confusign de causalidad con cacionalidad. No sdlo se pasa por alta la “inderivabili- ded” de que habia hablado Hume, sino que ee pi la reflexion endégena. Se confunde a vigencia cor resante como ejemplo de lo que es necesario evitar, La conversiéa de la ética filositica en cientifies es un extremo tan arbitrario como el de la ética Flos6fiea apartada totalmente de la informacién cientifica, por el prejuicio de que esa informacién padiera contaminarla o degradarla, ti on las de tipo “etic” se 9.08 M. Hanis, 128, Los tein: ingdsica poe Kenneth wera, Mae, Alanna, Be 1986, iamente en el cumpe dela Jetvos en lenguas moderoes, praste» prazna vy sus derivades 10, CFL Lexe-Bruh, Lo Vengo tambien & 2 tic: caaceptos y problemas ivel de reflexién de la “étiva descriptive” puede ser otros ‘También el confrontado eon CONFRONTACION DE Ri (ON MORAL. DESCRIPTIVA Se basa en la creeneta moral ‘Tota de dirigir la acct. Obsorva eémo se dirige la accion Pregunta qué se debe hacer. Progunta qué ge cree que se dabe hacer. La practiea toda persona, La practica ciencias sociales tigador en Maxima normatividad Maxima nentralidad, COINCIDENCIAS No son pero pueden servic a lo ctienfloséica CONFRONTACION DE ETICA NORMATIVA DESCRIPTIVA ETICA NORMATIVA, BTICA DESCRIPTIVA, Se interesa por la validez de Se interesa por Ia vigencia de nnormas y valoraciones, normas y valoraciones Analiza la moral positiva como objeto de estudio, Critica la moral positiva Bs filesstica, Bs ciontifies _pues, que ahora nos detenga Niele de reflex sien 83 ‘Se expresa on “proposiciones Se expresa en “proposisiones ies interns”. rorales externas”! COINCIDENCIAS ‘Tematizan lo *feeticidad normative’, CONFRONTACION DE MBTAETICA Y STICA DESCRIPTIVA METARTICA ETICA DESCRIPTIVA, Se interesa por la factiridad ‘So express en un “metalonguaje”. Se express en un “lengaje-abjeto” COINCIDENCIAS. ‘Tienen pretansién de “neutralidad” Son exogenas, MLS. Sentido de la “ética aplicada” En toda esta exposiciin y confrontacién de niveles reflexivos del ethos no nos hemos referide todavia a un eoncepto de tanta importatt- cia en nuestro tiempo como lo es el de “ética aplicada". Conviene, sal menos un instante en 4 El problema de icacién” y de la “aplicabilidad” de las nor- mas a las situaciones concretas es un viejo problema de la ética nor- ‘, y volveremos a mencionarlo en ol capitulo V, cuando hagamos pido reeuento de los principales problemas étieos. Pero desde thora debemos tener en cuenta que la aplicacién, como que sucede de hecho continuamente en el ethos, indepen: desu tematizacién expresa. La aplicaciin es parte aseneial de la facti- “a tia: concuptos y problemas no habria tal fecticidad), La “refle- “aplicacora” de normas, E! “problema” do la “ética aplicada”, en realidad, sélo se le plantea a Ia ética norma: iva. Cuando hablamos de “ética aplicada”, en sentido ta aplicacién. La ética normativa no se ocupa de ap sino de doterminar eémo y euéndo eee aplication os mos que Ia ética normativa no nos dice “qué” debemus hacer sino “por qué" debemos hacerl sel an ones erp aed 29... Cortina ta, Kea de fa empreso, Madi, Tota, 6 2000, p27 24, idem, p. 92, 28.8, Guioto Introduecicn ata een, Midi, Cater, 1096, p. 47, 6 tice: conceptas y problemas ns prohibiciones, caracterizadas 2 por tna ig seraalidad y par un ofeeto de coor- cidn, Bn la distincicn entre aspiracion a le vida buone y obediencia normas so reconocoré ficilmente la opesicién do dos heren- ‘que Ia tien ge earacteriza por su pers kkantiana, donde la moral se define por cl cardcter de obligaciin de la norma, esio es, por un punto de vis- ‘ta deontolégico En sintesis, podris decirse que este uso téenico de los vocablos paralelo al ha- {que es también el que hemos adoptado en la presente obra) Reviste, en todo cae, una espacial importancia, no e6lo por el mencio- nado hecho de su vineulacién a Ia dicotomia deontoaxiolégica, sino también porque refleja una serie de confrontaciones de teorias éticas, actuales, como ocurre por ejemplo con actitudes derivadas de la dis- tincién weberiana entre “ética de la conviceién” y “étiea de la respon. ", 0 oon el extenso debate entre “comunitaristas” y “libera. del discurso” con el “neoa- smodernisimo”, o con las I “neopragmatismo’ distintas maneras de concebir una po: “moral” no pueden prescindir, al menos en ocasiones, de} uso de "étic wentido de la disciplina que estudia lo moral, y entonces sur- igtiedades, Si “ética” so entiende exelusivamente como al lado 165 precisas en cada ocasi normativa", ni cabe hacer la distincién entre ésta y “moral” se refiere exclusivamente al lado deontoligi de sentido la denominacién de “juicios morales” para "X eg bueno. Todo esto representa un problema ético (entondiondo expresiones como “ética metaética’. Si su vez, pier ahora “ético” como referido a la disciplina filos6fica que tematiza ol ethos) que puede, sin embargo, subsanarse en la medida en que se lo tenga expresamente en cuenta y en que se aciare el sentido en que se ‘usan esos términos clave. En a presente obra hemos preferido ate- nernos a las acepeionos ya analizadas desde el comienzo, por conside- ‘riterio, y porque las razones de este ultimo quedan, on lo eser ‘cabiertas con el recurco terminol6gico a Ia “dicotomia deontoaxiolégi- 28, Paul Riowur, “tica y ta tion del siglo, Mad as de resin ees n ca’ y el anélisis de la misma. Como se puede ver en V.2.1, el enfrenta miento de teorfas éticas que enfatizan uno u otro lado del ethos so puede estudiar en conexidn con el problema de la fundamentacién, para el que Las propuestas positivas ae encuadran dentro del esquema deontologisio-conseouer , ¥ las negativas (que niegan la posi- bilidad de fundamentacién) se escinden en formas de oscepticismo 9 relativiemo, Para la presente edicién incluimos wn tratamiento més Aotaliado dol central problema de la fundamentacién en el capitulo VI CONFRONTACION DE REFLEXION MORAL Y METARTICA REFLEXION MORAL ‘METABTICA Es netamente normativa, ‘Tiene protonsidn de neutralidad, Bs prafilosofica, Bs flasstia, Bsenulégena (desde el ethos), Bs exzigena (desde lo extraético), Bxamina las propias creencias _Examina la eemsiosis del rales. lenguaje moral, CONFRONTACION DE TIGA NORMATIVA Y MBTAETICA ‘TICANORMATIVA METAETICA, [is endégena y normativa Bs exdyena y “neutral” Intenta fundamentar normas Anata erro de fundamentacsn ‘ylo valoraciones. eee oa do normas ylo valoraciones, ee oe veminas ins encom ls trminos 6 (es lenguaje-objeto). (es metalenguaje). eet Betabecs rierios par unger tables criterios pura ungar Js moralidad de los actos. ads no Javalider do cnunciades morales _y 6lico-normativos, comciENcrAs ‘Son Hlos6ticas

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