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Gianna Beretta nació en Magenta (provincia de Milán) el día 4 de octubre de 1922. Desde su tierna
infancia, acoge el don de la fe y la educación cristiana que recibe de sus padres. Considera la vida
como un don maravilloso de Dios, confiándose plenamente a la Providencia, y convencida de la
necesidad y de la eficacia de la oración.
Durante los años de Liceo y de Universidad, en los que se dedica con diligencia a los estudios,
traduce su fe en fruto generoso de apostolado en la Acción católica y en la Sociedad de San
Vicente de Paúl, dedicándose a los jóvenes y al servicio caritativo con los ancianos y necesitados.
Habiendo obtenido el título de Doctor en Medicina y Cirugía en 1949 en la Universidad de Pavía,
abre en 1950 un ambulatorio de consulta en Mésero, municipio vecino a Magenta. En 1952 se
especializa en Pediatría en la Universidad de Milán. En la práctica de la medicina, presta una
atención particular a las madres, a los niños, a los ancianos y a los pobres.
Su trabajo profesional, que considera como una «misión», no le impide el dedicarse más y más a la
Acción católica, intensificando su apostolado entre las jovencitas.
Se dedica también a sus deportes favoritos, el esquí y el alpinismo, encontrando en ellos una
ocasión para expresar su alegría de vivir, recreándose ante el encanto de la creación.
Se interroga sobre su porvenir, reza y pide oraciones, para conocer la voluntad de Dios. Llega a la
conclusión de que Dios la llama al matrimonio. Llena de entusiasmo, se entrega a esta vocación,
con voluntad firme y decidida de formar una familia verdaderamente cristiana.
Conoce al ingeniero Pietro Molla. Comienza el período de noviazgo, tiempo de gozo y alegría, de
profundización en la vida espiritual, de oración y de acción de gracias al Señor. El día 24 de
septiembre de 1955, Gianna y Pietro contraen matrimonio en Magenta, en la Basílica de S. Martín.
Los nuevos esposos se sienten felices. En noviembre de 1956, Gianna da a luz a su primer hijo,
Pierluigi. En diciembre de 1957 viene al mundo Mariolina y en julio de 1959, Laura. Gianna
armoniza, con simplicidad y equilibrio, los deberes de madre, de esposa, de médico y la alegría de
vivir.
Algunos días antes del parto, confiando siempre en la Providencia, está dispuesta a dar su vida
para salvar la de la criatura: «Si hay que decidir entre mi vida y la del niño, no dudéis; elegid -lo
exijo- la suya. Salvadlo».
La mañana del 21 de abril de 1962 da a luz a Gianna Emanuela. El día 28 de abril, también por la
mañana, entre indecibles dolores y repitiendo la jaculatoria «Jesús, te amo; Jesús, te amo», muere
santamente. Tenía 39 años.
Sus funerales fueron una gran manifestación llena de emoción profunda, de fe y de oración. La
Sierva de Dios reposa en el cementerio de Mésero, a 4 kilómetros de Magenta.
«Meditada inmolación», Pablo VI definió con esta frase el gesto de la beata Gianna recordando, en
el Ángelus del domingo 23 de septiembre de 1973: «una joven madre de la diócesis de Milán que,
por dar la vida a su hija, sacrificaba, con meditada inmolación, la propia». Es evidente, en las
palabras del Santo Padre, la referencia cristológica al Calvario y a la Eucaristía.
Fue beatificada por Juan Pablo II el 24 de abril de 1994, Año Internacional de la Familia.
Beato Pier Giorgio Frassati
Pier Giorgio nació en Turín, Italia, el 6 de abril de 1901. Creció en el seno de una familia muy rica.
Su padre fue el fundador y director del diario La Stampa y su madre una notable pintora que le
transmitió la fe.
En su adolescencia cultivó una profunda vida espiritual, se hizo activo miembro de la Acción
Católica, el Apostolado de la oración, la Liga Eucarística y la Asociación de jóvenes adoradores
universitarios.
Decidió estudiar Ingeniería Industrial Mecánica para trabajar cerca de los operarios pobres e
ingresó al Politécnico de Turín donde fundó un círculo de jóvenes que buscaban hacer de Cristo el
centro de su amistad.
Llevó una vida austera y destinaba a obras de caridad buena parte del dinero que sus padres le
daban para sus gastos personales. Su fuerza estaba en la comunión diaria y la frecuente adoración
al Santísimo.
Fue deportista, esquiador y montañista. Escaló los Alpes y el Valle de Aosta. Asimismo, nunca
perdió la oportunidad de llevar a sus amigos a la Santa Misa, la lectura de las Sagradas Escrituras y
el rezo del Santo Rosario.
Cuando cumplió 24 años de edad le diagnosticaron poliomielitis fulminante, una enfermedad que
lo llevó a la muerte en solo una semana.
Partió a la casa del Padre el 4 de julio de 1925 y tuvo un multitudinario funeral entre amigos y
personas pobres.
San Juan Pablo II lo beatificó en 1990 y destacó que “él proclama, con su ejemplo, que es ‘santa’ la
vida que se conduce con el Espíritu Santo, Espíritu de las Bienaventuranzas, y que solo quien se
convierte en ‘hombre de las Bienaventuranzas’ logra comunicar a los hermanos el amor y la paz”.
“Repite que vale verdaderamente la pena sacrificar todo para servir al Señor. Testimonia que la
santidad es posible para todos y que solo la revolución de la caridad puede encender en el corazón
de los hombres la esperanza de un futuro mejor”.
Chiara (Clara) Badano, Beata
Martirologio Romano: En Sassello (Italia), Beata Chiara Badano, laica, miembro del movimiento de
los focolares u Obra de María. ( 1990)
Chiara Badano nace en Sassello (Savona), el 29 de octubre de 1971, después de 11 años de espera
de parte de sus padres. En el 81, con su papá y su mamá, participa en Roma en el Family Fest
una manifestación mundial del Movimiento de los Focolares: es el inicio, para los tres, de una vida
nueva. En su pequeño pueblo, Chiara se lanza a amar a sus compañeras de escuela, a quien pasa a
su lado, decidida a vivir con radicalidad el Evangelio que la ha fascinado. Se compromete en
seguida y con pasión en el Movimiento, entre las muchachas de su edad.
Pocos meses después, un fuerte dolor en la espalda que notó durante un partido de tenis, hizo
sospechar a los médicos. Comienzan exámenes médicos de todo tipo para definir el origen del mal.
Muy pronto se descubre el origen del grave mal que la afecta: tumor óseo. Prosiguen los controles
médicos y exámenes, y a finales de febrero de 1989 Chiara enfrenta la primera operación: las
esperanzas son pocas. En el hospital las muchachas que comparten su mismo ideal se alternan con
otros amigos del Movimiento para apoyarla, a ella y a su familia, con la unidad y ayudas concretas.
Las hospitalizaciones se vuelven cada vez más frecuentes y con éstas los tratamientos bastante
dolorosos que Chiara enfrenta con gran valentía. En cada nueva y dolorosa sorpresa, su
ofrecimiento es decisivo: ¡Por ti, Jesús, si lo quieres tú, lo quiero también yo!.
Pronto llega otra gran prueba: Chiara pierde el uso de las piernas. Una nueva operación resulta
inútil. Para ella significa un sufrimiento enorme: se encuentra como en un túnel oscuro, pero
encuentra la fuerza para lanzarse de nuevo a amar, y la luz vuelve. "No tengo piernas pero el Señor
me ha dado alas... Si tuviera que escoger entre caminar o ir al Paraíso le confiesa a alguien
escogería sin titubear: ir al Paraíso. Ahora me interesa sólo eso".
Desde pequeña se había comprometido a vivir el Evangelio al 100%, aún con los altos y bajos
propios de la adolescencia. Escribe en su agenda, dirigiéndose a sus amigos:
Salí de sus vidas por un instante. ¡Cómo hubiera querido detener el tren en marcha que me
alejaba cada vez más! Pero en ese entonces no lo comprendía. Me encontraba todavía absorbida
por tantas ambiciones, proyectos y quién sabe qué otras cosas (que ahora me parecen tan
insignificantes, frívolas y pasajeras). Otro mundo me esperaba y no me quedaba más que
abandonarme. Pero ahora me siento envuelta en un espléndido designo que poco a poco se me va
revelando.
El médico que la asiste, no creyente, y muy crítico frente a la Iglesia, queda cada vez más
profundamente impresionado por su testimonio y el de su familia: Desde que conocí a Chiara,
algo ha cambiado dentro de mí. En ella hay coherencia, en ella todo el cristianismo me encaja.
Aun habiendo quedado inmóvil, Chiara es activísima: sigue por teléfono el grupo naciente de
Jóvenes por un Mundo Unido de Savona; se hace presente en los Congresos y actividades varias a
través de mensajes, tarjetas, carteles; hace locuras para que sus amigos y compañeros conozcan a
los gen y a las gen
Invita a muchos de ellos al Genfest 90 (manifestación internacional de los
Jóvenes por un Mundo Unido, en Roma, en mayo del 90), el cual por fortuna puede seguir en
directo gracias a la antena parabólica instalada en el techo de su casa.
Al inicio del verano, los médicos deciden interrumpir las terapias: el mal se presenta ya
incontenible. En seguida la joven informa a Chiara Lubich de su situación. Es el 19 de julio del 90:
La medicina ha depuesto sus armas. Al interrumpir el tratamiento médico, han aumentado los
dolores en la espalda, y ya no puedo prácticamente girarme hacia los lados. Me siento tan
pequeña, y el camino por recorrer es tan arduo
, con frecuencia me siento sofocada por el dolor.
Pero es el Esposo que viene a visitarme, ¿verdad? Sí, yo también repito contigo: Si lo quieres tú,
lo quiero también yo
¡Estoy contigo, convencida de que, junto a Él, venceremos al mundo!
Chiara Lubich en seguida le responde: No tengas miedo, Chiara, de decirle a Él tu sí, momento por
momento. Él te dará la fuerza, ¡tenlo por seguro! Yo también rezo por esto y estoy siempre allí
contigo. Dios te ama inmensamente y quiere penetrar en lo íntimo de tu alma y hacerte
experimentar gotas de cielo. Chiara Luce es el nombre que he pensado para ti; ¿te gusta? Es la
luz del Ideal que vence al mundo. Te lo mando con todo mi afecto
Chiara Luce parte para el Cielo el 7 de octubre de 1990. Había pensado en todo: los cantos para su
funeral, las flores, el peinado, el vestido, que había deseado de color blanco, de novia
Con una
recomendación: Mamá, mientras me preparas deberás repetir siempre: ahora Chiara Luce ve a
Jesús
. Sean felices, porque yo lo soy. El papá le había preguntado si estaba dispuesta a donar
las córneas: había respondido con una sonrisa luminosísima. Enseguida después de la partida de
Chiara Luce para el Cielo llega un telegrama de Chiara para sus padres: Agradecemos a Dios por
esta luminosa obra maestra suya.
El 19 de diciembre de 2009 S.S. Benedicto XVI autorizó la promulgación del decreto que reconoce
un milagro atribuido a la intercesión de la Sierva de Dios Chiara Badano, fue proclamada beata el
día 25 de septiembre de 2010 en el santuario de la Virgen del «Divino Amore» (Roma-Castel di
Leva).
La fiesta en la Iglesia para recordar a la nueva beata, Chiara "Luce" Badano, ha sido fijada para el
29 de octubre.
Invocamos al Espíritu Santo para que renueve en nosotros el ardor misionero. Rezamos juntos las
bienaventuranzas del misionero: (se puede repartir una bienaventuranza por persona)
• Bienaventurado el misionero que vive enamorado de Cristo, que se fía de Él como lo más
necesario y absoluto, porque no quedará defraudado.
• Bienaventurado el misionero que sabe discernir con sabiduría lo que conviene callar y
hablar en cada circunstancia, porque nunca tendrá que arrepentirse de haber ofendido a un
hermano.
• Bienaventurado el misionero que no puede vivir sin la oración y sin saborear las riquezas
de la Palabra de Dios, porque esto dará sentido a su vida.
• Bienaventurado el misionero que tiene tiempo para hacer felices a los demás, que
encuentra tiempo para los amigos, la lectura, el esparcimiento, porque ha comprendido el
Mandamiento del Amor y se conoce humano y necesitado.