Laureano Gómez Castro

Óleo de Guillermo Camacho.

Casa de Nariño, Bogotá.

Administración
de Laureano Gómez
(1950-1953)
C a r l o s M a r i o Perea R e s t r e p o

Laureano Gómez Castro es, en palabras de un estudioso de su pensamiento, «el

más controvertido de todos los colombianos del siglo veinte».
Y en efecto, la figura del político conservador se ha visto revestida de un carác-
ter altamente polémico. Su controvertido papel de primer plano en la conducción
de los destinos nacionales a lo largo de cincuenta años y los complejos rasgos de
su accionar político lo terminaron transmutando en un mito. Cuando Colombia
transita nuevamente por la convulsión de los conflictos violentos apenas cuarenta
años después de que se diera inicio a la Violencia de mediados de siglo, se impo-
ne una renovada y desmitificada lectura de Laureano Gómez.

Trayectoria y vida p ú b l i c a

La vida pública de Laureano Gómez, nacido en febrero de 1889 y fallecido en

julio de 1965, tuvo su comienzo con la dirección de un periódico, La Unidad,
publicación auspiciada por los jesuítas con el propósito expreso de responder
a las críticas dirigidas contra el clero. El sacerdote jesuíta Luis Jáuregui tenía
162 | Gran Enciclopedia de Colombia

arrojo y la impetuosidad con que asumió tales cam-

E L SIGLO
pañas proselitistas, rasgos que le caracterizarían du-
rante todo su accionar público, le granjearon la sim-
patía de militantes liberales y el motete de «hombre
41.» SMW lí. ÉLBUBTiiusii nía AVLI CN tempestad». Posteriormente, y durante el gobierno
A COMA i u , su w«aw»"»;íí,., ••••ni
mi muí
1 BMJMBI
«mi» mu ntua UB Dt afina AL t M wm
VOTO

de Pedro Nel Ospina, asumió el cargo de diplomá-

Primera plana del
primer numero de El
Siglo, febrero 1 de
1936, dirigido por
Laureano Gómez y José
de la Vega.
Biblioteca Nacional,
Primera plana de La
Unidad, periódico dirigido
por Laureano Gómez.
Biblioteca Nacional,
República de Colombia—Bogotá, Octubre rr ne 1910
tico y luego se desempeñó como ministro de Obras
Públicas. Su trayectoria durante la década del veinte
fue sellada con su controvertida participación en las
famosas conferencias del Teatro Municipal en 1928.
r¿rj~ **" i • M U convocadas por iniciativa de Alfonso López Puma-
rejo: su intervención fue como un polvorín que de-
sató toda clase de críticas y de reconocimientos al
enjuiciar el país, su raza y su gobierno.
Hasta este punto de su carrera pública había for-
jado una imagen de doctrinario conservador y de
plena certeza del papel que habría de desempeñar político vehemente en sus criticas, pero que, con
todo, aparecía como un personaje de compleja ubi-
Laureano Gómez en este debate. Días antes lo había
invitado a pronunciar un discurso con motivo de la cación en el concierto de la disyuntiva entre ten-
celebración de los 25 años del retorno al país de la dencias liberales y tendencias conservadoras. Er.
Compañía al país, pues bien le conocía desde sus especial, los ataques que haría durante esta déca-
años de estudio en el Colegio de San Bartolomé. La da al gobierno conservador hacían del trabajo de
impronta intelectual de los jesuítas sería rememo- clasificación política de Gómez una tarea difícil, no
rada siempre por el político conservador, evocando faltando quien viera en él al primer presidente pro-
las enseñanzas adquiridas durante las aciagas épo- gresista del siglo xx.
cas de la Guerra de los Mil Días. Por encima de su Los años treinta y el inicio de la República Libe-
formación original de ingeniero, el ofrecimiento de ral, por el contrario, forjarían en Laureano Gómez
trabajo en el periódico lo puso inesperadamente en el más decidido opositor de los nuevos gobiernos,
el camino de la vida política. De 1909 a 1916 edi- redefiniendo su imagen de adversario avasallador e
torializó desde La Unidad contra los copartidarios intransigente. Al retorno de un viaje a Alemania en
1932, país en el que estuvo en calidad de ministre
conservadores que daban muestra de comporta-
plenipotenciario, afirmaba venir como el represen-
mientos reprobables, contra la filosofía y la prácti-
tante de la oposición al liberalismo y sus propues-
ca liberales y en defensa del ideario católico, temas
tas. Y así lo hizo. Luego de despejar el camino en la
todos que constituirían los ejes de su carrera y su
conducción de su propio partido, acusando a sus
pensamiento políticos.
rivales de colaboracionistas con el régimen liberal,
Desde 1918 tuvo una destacada participación
fue nombrado jefe único del conservatismo. Bajo su
en la agitación contra el gobierno, en ese entonces
dirección, calificada por sus mismos copartidarios
conservador, liderando una coalición que presionó
con el epíteto de «disciplina para perros», el con-
la renuncia del presidente Marco Fidel Suárez. El
Bogotá. servatismo se abstuvo de participar en las eleccio-
nes de 1934 bajo la consigna de la incapacidad del
gobierno para detener la violencia rural contra sus

LA UNIDAD adherentes. Pero su intransigencia contra el libera-

lismo se vio agigantada en la segunda presidencia
de Alfonso López Pumarejo en 1942, lucha que se
•T.'.-.v-.-r. ZjíirQSAJfO vio gratificada con la renuncia de este en 1945, así
un j í í r <W tilwtnSiim'), y níítmiif.i QOt ativituia .iin|>litu<l y IM*'**" S.H1 miintU* JwU
ni fe m muy importante, wícmiij ilí e»e *«unicNi i k imei/-» jí<mr.(J, como
ron por otif.i Je t» l l U b n -
No IIÜ w^lrt íiilIÁul lüumtí .i. i como con el triunfo presidencial de Mariano Ospina
íinlfCi (r.fif>CÍ'Íí) *'«t1 (.'! nfiüíííf*.: iV»
IitKnUmt.t la (r*n'|i«va. Su» al
•da'.'lntif* i l f M — >
La ShÜAt-t re wt cJitíAn cM d U U n a JB^WMMM, n m q n ^ h*
j M i-TMífii* MiMie* un «nfcwlo vpniiln, Mytn MI i n M fífíntón.
<iuw vart íkmjire dlracw ¿ mhít
Mnwrtltí n.>nir.* un 'ntmig'i '1"^ t
Pérez en 1946: el declarado enfrentamiento contra
•rtl-tv UjT m l'rrn»*, «i rual m » I '* vcníwJefit RH|HÍ
M M ^ M »t tturn:a M nmvibTa.
•jcrmíiiiní* hmvr -T«un». ul**n> tf, & xnwntiut \v* dMMhM M '"• L08
1v.n1-,, M »i>-. Kitvntif i | w rl ii4r- d i » lo* i j l w n É w n y * ptwhmtt
BftOTeiiIR08 t'ero ^1 rncmi«o - - ^ y hay <)' el liberalismo, emprendido a partir de 1932, apare-
aiaratlo uaj» m.wl.w* drt
n al H M M M t t * • * H | U libcru-i fft tffJa» m*nií«t»'
< > í ««i i<* tarUilinf»? Son un» ca4a nomhfr de K»<» » *
i nixwríí Juicio, ilc ¿rliita Jo
|HKi{iki • ! NOÍMis cpirtuno «le M g t a d t j m » »*>«*t'i"'>n. un [«'ti'
rampa lira in»if.n¡a. cía finalmente recompensado.
C 0 1N M

««•MlÑMM «Vfl'r» itc 1» itwl p*> I'of « M l<w J"«..üno«í »"» )M

•,-rr, /ju* ha .luerid-i ' I w r i h i r w t
r-.t:i> .i.'CH.
N? Niljemo* t\u>- futid»mMiu.i im
n !••!• • » « C4T(* f*r» prtotr «n
• IU'U 1 ¡'•<!,.'"I - lW l l i ' l'-l.ii-.ilMi
rWtor lV»ÍiVwir. <-.inw,(H4dí* *m M
,M»-n*(^ 4 la rwrn'.fjl.lí Aaamblw,
I' »t pira < r—r <(0« im d¿J->
«t>L U v.cí.i'l 'ti ••*< i.m aincern
•OMJSM wootcdaiiwWoi pnwte U M R di., BM lueií» uncitlí
un H o mi# Jeta*> i M M d i Siem|irc * M H > M N M H t O Ü » rilo* un Wir—. p a « nmnf^n
M M B M l«T(iJ>íi<ift*l¡, >' porf]ix> JÉ U k t * lo» «luinfl"* 'le !W> BllW
• Ñ S á »ew«—.juc invite p o J r i I m H prr« h'iy p H M 'I«C «:»«
cml-kw»-
El 9 de abril de 1948 marcaría un nuevo hito en
njjüuniit—M ikKtfCfjtife «n* tfc «Ir» b u M tmpiii y *e dmn prnen
CÜKM: ¿ ta Ley de l ' f r n n . i t m «lijrtivo rurticuUf " IÍW la trayectoria de su pensamiento y su acción políti-
(u*t <»i » ' l « etlHt» o í tkliciciiie, ñ l U a . Justa ác B(it5«4»
y M M cívo <bl« nMOMOft j ' i r * QMNMMM '''' i , J

lo» lílwnhM i i i i e t t n < * « « l > ' *J* 1w- | H ( l'H jirriiWicot N b M l N Jt" * » •
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Conservador» ca. Los hechos de El Bogotazo, que hicieron objeto
cb-i y w f mtdMX'tiobni'4, U lib*f- Hiifiu raiiin y tr? d k m n * t M i t»
de las llamas a su residencia y a su periódico E¡ Si-
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y raiioao •locumíoi-t. So da ahora U-J tic jirtftM, n « lo* romwr- > r i h H É ó «í P»rti'!xj C«iw;tv4'lorf
»:•)•> i k tiitnp» alrft», * l Sr, 1H- • M É m «•) peOtme*. Y t » « n l i l n t « 1'UM ..¡li « t * l * n IH twrwlim.».
H-MF"|... hA I I K J , U ll-c.-¡.Ull ib* »**)». ^* —«ooaVl » '"• ' "
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Hulxi en Ut t w r r « n a y i r l * S J »
glo, fundado junto con José de la Vega en 1936, le
• ..nh.i ,•,[-*. ,-i i)uienn ^ a t t l f W I M
NÉÑMV U U f ' k Cicnua vipinlr, !Um4r jx-íit^fto» ( f j w » , cor.tr* d » •mrvíOwr» y por ' ' i n , , ,

witAn t i M H M d • un i ' l ^ ' i m - i
.íírigkir. & /•:<• MNN ftiqfh IVX-U
mtot'i '¡ur 4'>.l'n • ' - i - , ' creo* y '|u<
iíri'rí •Idilio»m'» trronlar p*ra ow
.,u- iW-liIwi (Jirijínw i f u r j u y U * lint** mi puitifron í»M.<;r >J« ta* ta-
y u r I V * allí mulMtn 1'» bMW
p r n t u l u <tí * ) « í t o * w h M * MCríW-
r n , fjM, & iii-.IU'iúi. út\i
no»; y ])....< mayor /stJitJil' M «» infundieron a su pensamiento un viraje hacia la de-
 Administración de Laureano Gómez (1950-1953) 163

recha aún más decisivo. La amenaza de un enemigo
exterior se convertiría en el centro de su reflexión
sobre los episodios de abril y serviría de justifica-
ción a sus consignas de un gobierno autoritario.
Meses después, en 1949, es elegido presidente de
la República, sin competencia de la oposición por la
abstención de los liberales en las justas electorales.
Toma posesión de la presidencia de la República
el 7 de agosto de 1950. Lo hace ante la Corte Supre-
ma de Justicia y no ante el Congreso, como está esti-
pulado constitucionalmente, debido al cierre que se
ha decretado del parlamento a partir de noviembre
de 1949. En noviembre de 1951, ante complica-
ciones en la salud del presidente, lo reemplaza el
primer designado, Roberto Urdaneta Arbeláez. La
materialización del proyecto político-social de Lau-
reano Gómez, inspirado en la visión conservadora,
tendría lugar mediante la adopción de una reforma
constitucional emitida por una Asamblea Nacional
Constituyente, convocada a sus sesiones ordinarias,
justo en el momento en que su gobierno es derroca-
do: el 13 de junio de 1953 Gómez va al Palacio de
la Carrera, a la sazón el palacio presidencial, a exigir
que Urdaneta expida la resolución de destitución
del comandante de las Fuerzas Armadas, el gene-
ral Rojas Piniila. El presidente encargado se niega a
hacerlo solicitando a Gómez que reasuma el cargo
presidencial. En la tarde, El Espectador, periódico
el oscurantismo. La encarnación simbólica de Lau-
reano Gómez resulta comprensible en el contexto
del sectarismo e intransigencia de la vida política
de mediados de siglo, pero es una materialización
simbólica sobre la que el perfil de la actuación y el
pensamiento de Gómez tuvieron una cuota más que
decisiva en su construcción. El encono del que hacía
gala contra sus adversarios, incluso contra miem-
bros de su mismo partido, se hizo proverbial. En el
enfrentamiento que mantuvo contra Román Gómez
por la dirección del partido, no escatimó recursos
en sus enjuiciamientos. En una sesión del Senado,
a comienzos de los años treinta, lo acusaba bajo la
figura de un personaje de Jacinto Benavente:
Este Crispín de ahora se diferencia del de lafarsa
benaventina en que carece de la donosura y brillo
del ingenio, del ademán gallardo y cortés y del
decir pulcro y castizo(...) Este Crispín de ahora
no se esfuerza para otros, sino para sí mismo y no
acierta a disimular sus codicias y concupiscen-
cias. La trama sí es la misma, solamente más bur-
day menos embozada. Y tú, Crispín, mal hombre,
el del tinglado de lafarsa, violador de la Consti-
tución y de las Leyes. ¡Tú! Crispín, aprovechador
de las influencias oficiales en favor de tus perso- Roberto Urdaneta Arbeláez.
nales ambiciones y de las de tus parientes, alle- Óleo de José Bascones
gados y servidores (...) ¡Tú, Crispín, que violas el Agneto, 1953.
Musco Nacional, Bogotá.

de emisión matinal, edita el telegrama enviado a los

gobernadores anunciando que el presidente titular
reasume el mando. Pero ese mismo día, recién en-
trada la noche, se declara la destitución de Laureano
Gómez como presidente de la República y se anun-
cia que Rojas asume el poder.

Sectarismo e intransigencia
Desde los años treinta, cuando asumió el ataque
abierto contra el liberalismo, Gómez fue el símbolo
del sectarismo que atravesaba radicalmente el en-
frentamiento entre los partidos políticos. Para los
unos, los conservadores, aparecía como la materia-
lización viva de un espíritu de cruzada destinado a
redimir al país de los males que le aquejaban. Ima-
gen mesiánica que él mismo contribuyó a elaborar
y que nunca ocultó como justificación última de los
actos de su vida pública. En el discurso de posesión
presidencial, que se anunciaba como su gran tarea,
afirmaba: «Preciso es limpiar la mente popular de
las punzadoras malezas del materialismo histórico
(...) pero esta redentora tarea de regeneración de
los sentimientos íntimos del pueblo no puede ser
acometida con éxito, sino por aquellos ministros
que Dios diputó». A la vez, y de manera opuesta,
para los otros, los liberales, Gómez era la encarna-
ción de un engendro sobrevivido a los tiempos os-
curos del medioevo y tras de quien sólo era- posible
164 i Gran t n c í c l o p e d i a de Colombia
«El verbo de Laureano
Gómez». Caricatura de
Alvaro Orduz, en El Gráfico, sacrosanto silencio de las tumbas que no debiera
agosto de 1939. ser perturbado, para hacer cieno con las cenizas
y tratar de arrojarlo contra mí creyendo, iluso,
que me detendrías en el camino de la justicial
No sólo las condenas de sus adversarios y del
liberalismo le granjearon la imagen sectaria. Su ló-
gica y sus razonamientos sofísticos, muy frecuen-
tes en sus alocuciones y escritos, terminaban por
definir la imposibilidad de trabar un diálogo con
Gómez. Sus enrevesadas comparaciones históricas
y el endurecimiento, desde el 9 de abril, de sus tesis
de la conspiración exterior, del peligro inminente
que para la estabilidad del país representaban los
judíos, los masones y el comunismo, se sumaban
igualmente a esta dificultad de entendimiento con
el líder conservador. Los titulares de El Siglo del 2
de julio de 1948 afirmaban: «El nueve de abril fue
preparado en la ciudad de La Habana. Diplomáticos
de diversos países se hallan comprometidos. Libera-
les y comunistas recibieron dinero de Rusia y Vene-
zuela». Declan poseer pruebas irrefutables de ello,
mencionando nombres propios de los cabecillas del
levantamiento y hasta consignando la dirección de
la oficina de La Habana en la que se había incubado
el complot comunista internacional.
Pensamiento c a t ó l i c o
Laureano Gómez, el ideólogo por excelencia del
partido azul, profesaba un conservatismo de
estilo neotomista. La filosofía política y so-
cial del catolicismo opera entonces como
fundamento de la totalidad de nociones
y perspectivas de comprensión del mun-
do: los determinantes del ordenamiento
y de la construcción de la realidad social
se hallan contenidos en los princi-
pios de la cosmovisión católica.
Vale decir, la philosophia perennis,
aquella en la que aparece prescri-
to que el Estado, de naturaleza
orgánica, está constituido con-
forme a un plan divino e m a n a d o
de una ley natural en el que la l i -
bertad de los hombres proviene de
Dios, y no de los hombres mismos
a través de un contrato social. En
el contexto de este plan beatífico
para la sociedad, las alternativas
de los individuos y su libertad
están limitadas por un orden que
tiene como esencia primordial el
logro del bien común.
Un eje central del pensamiento de Laureano Gó-
mez reposaba en la noción de una vasta y demo-
ledora crisis que azotaba al mundo en general y a
Colombia en particular. Su percepción apocalíptica
del momento lo llevaba a concluir que el único ca-
mino de salvación residía en beber de nuevo de las
fuentes primordiales del cristianismo, únicas garan-
tes de una restitución moral y de la refundación de
una «unidad fundamental», regida por la armonía y
la justicia. Y en el origen de esa crisis devastadora se
hallaba la propuesta liberal. La armonía magnífica
que reinaba en el mundo con el advenimiento del
cristianismo se había visto deshecha bajo la difusión
de los principios de la Ilustración: su proclamación
de un individualismo y un materialismo que termi-
nan por corroer todo vestigio de una forma funda-
mental de vida, someten el orden social a una pugna
en la que los más fuertes tienen todas las ventajas
para la obtención de sus particulares intereses; se-
gún decía en 1945:
Los herederos políticos de Rousseau han logrado
deformar en cada etapa y en cada cláusula de
sus sistemas lo que han ostentado como igualdad
de derechos y que no ha sido más que la falsa
aleación para hacerse ambiente en las masas que
caen en la ebriedad del dominio del poder, para
unos cuantos aprovechados...
 Administración de Laureano Gómez (1950-1953) 165

Colombia, por su parte, no era una excepción a •*> *> ^ o» ^ ^ ^ M

esta obra destructora de los principios liberales y, CANDIDATO DE EXCLUSION?

en particular hacia la primera mitad del siglo, la Re-
pública Liberal se había encargado de demoler ese
edificio majestuoso de justicia y tranquilidad que
había edificado el conservatismo desde la Regenera-
ción, concluyendo con que los principios liberales
no eran nada más que un espejismo encaminado al
montaje de la manipulación de las masas:

El caso de nuestra nación es concreto: aristocracia

oligárquica y democracia demagógica(...) Sobre
este podrido andamiaje descansa esta democracia
que nos gobierna. Una democracia sostenida por
los de abajo a base de engaños y explotada por los
de arriba con las tácticas de la oligarquía.

La única alternativa ante la disolución es, como

queda dicho, el retorno a la filosofía social y política
del cristianismo, cuya utopía básica consiste en la
constitución de una comunidad cristiana. La comu-
nidad es todo aquel conjunto de grupos educativos,
profesionales, religiosos, políticos y familiares a tra-
vés de los cuales el ser humano se asocia con otros
hombres en el transcurso de su vida. El individuo
es formado en el seno de estas asociaciones corpo-
rativas y por intermedio de los vínculos allí creados
se constituye el Estado. El funcionamiento estatal se
halla regido por el ejercicio de todo acto en función
del bien común. El logro de dicho bien común y la
edificación de una armonía absoluta entre los hom-
bres, al abrigo de todo desasosiego de la lucha de
clases, se alcanza mediante la colaboración de cada
hombre según sus posibilidades y en consonancia
con el sitio que ocupa en la jerarquía socio-econó-
mica. Todo intento de modificar esta estructura je-
rarquizada de la sociedad, contrariando el sentido
natural de la convivencia humana al difundir fatí-
dicas proclamas de igualdad entre los hombres, ter-
mina por correr el freno del que son portadores los
valores tradicionales, precipitando invariablemente
el caos y la destrucción.
Así las cosas, una «paz perfecta» reinaría en Co-
lombia si se le organizara siguiendo los principios
de la filosofía católica. Con todo, y mientras así ha-
blaba sobre una paz posible, afirmaba tajantemente
que quienes profesaran ideas y concepciones dife-
rentes a las contenidas en la philosophia perennís del
cristianismo, no sólo estaba en un grave error, sino
que constituía un peligro para la patria. Las referen-
cias de Laureano al error en que se encontraba todo
aquel que poseyera una visión distinta a la filosofía
social y política del cristianismo y la tajante afirma-
ción de entenderse como el incuestionable portador
de la verdad, constituyen una de las constantes de
sus manifestaciones públicas. «Se ha pretendido
LAUREANO GOMEZ
Caricatura de " Cara» y Caretas "
Ingeniero, patriota, buen vigía,
E«te e s el hombre que el país querría
enemigo de toda fechoría,
ver de Ministro de Obras actualmente: enipujador, tenar e inteligente.
Laureano Gómez,
hallar la verdad mediante la fijación de puntos de «¿candidato de
exclusión?». Caricatura
referencia extrínsecos que nada tiene que ver con la publicada en Fantoches,
esencia de ella», decía en 1951. en marzo de 1927.
Sobre Gómez se ha dicho que era un remanente
del pensamiento medieval. Y en efecto, las raíces de
sus concepciones guardaban relación estrecha con
el modo de pensar del cristianismo clásico: «Yo ha-
blo en nombre de los principios de la doctrina cató-
lica, que están expresados en las obras filosóficas de
Santo Tomás, que dicen cómo debe organizarse un
Estado para que todos los derechos de los ciudada-
nos sean respetados», decía en 1942.
Gobierno y Violencia
La generalización de la violencia se erige en el indi-
cador por excelencia de la profundización de una
crisis. Su adopción como modo privilegiado de re-
solución de la conflictividad social denuncia la di-
solución de los fundamentos del régimen político
en cuestión. Este es justamente el caso del período
de gobierno de Laureano Gómez: la violencia se ge-
neraliza dentro del conjunto del tejido social.
En estos términos, la administración que va de
agosto de 1950 ajunio de 1953, se caracterizaría por
166 | Gran h n c i c l o p e d í a de Colombia

Credencial como presidente de

Colombia, expedida a Laureano
Gómez por el presidente de
la corte Electoral, Domingo
Sarrastry.
Museo Nacional, Bogotá.

los nexos entre gobierno y violencia. Naturalmente

no cualquier tipo de violencia, sino aquella Violen-
cia, con mayúscula, en la que se comprometen los
conflictos sociopolíticos de mediados del presente
siglo, que buscan su resolución a través de acciones
violentas. Con todo, la relación entre el gobierno de
Laureano Gómez y la Violencia debe comenzar por
despejar un escollo. Pero no se trata de reafirmar el
mito del líder conservador como artífice último y
resorte final de la Violencia, pues el inicio de esta
antecede a su posesión presidencial.
A pesar de las dificultades que para la memo-
ria colectiva representa el intento de fijar una fecha
o un evento que dé comienzo a la Violencia, hay
un acuerdo generalizado en que ella tuvo su ini-
« n w i a J> can uooui
cio hacia el año de 1946, con los enfrentamientos
que por ese entonces comenzaron a protagonizarse
en los departamentos de Boyacá, Cundinamarca y
Nariño, extendiéndose luego a otras regiones de la
geografía nacional a partir de abril de 1948, cuando
cae asesinado Jorge Eliécer Gaitán. El último lapso
del mandato de Mariano Ospina y el comienzo de
la vigencia presidencial de Gómez, durante 1950,
conocerán el pico más alto en las estadísticas de las
vidas sacrificadas.
Así las cosas, Laureano Gómez asume el mando
presidencial cuando la Violencia ha cobrado la for-
ma de expresión predominante de la conflictividad
Número y distribución cronológica social. Es cierto que, ya sea bajo el anuncio de su
de los muertos en la Violencia candidatura presidencial y de su elección, o bien
bajo su ejercicio efectivo a partir de 1950, la subi-
Muertos en la Porcentaje Muertos por cada da de Gómez a la presidencia de la República está
Año
Violencia de muertos 1000 habitantes signada por el período de mayor recrudecimiento y
1947 13.968 7,75 profundización de los enfrentamientos. Sin embar-
go, la continuidad en la que se inscribe su manda-
1948 43.553 24,16 404
to, respecto de la presencia del fenómeno violento,
1949 18.519 10,27 168 pone en tela de juicio el mito del artífice último de
1950 50.253 27,88 447 la Violencia.
En consecuencia, la adopción de la relación entre
1951 10.319 5,72 90
gobierno y Violencia como eje ordenador de la re-
1952 13.250 7,35 113 flexión obedece a las preguntas que dicha relación
1953 8.650 4,8 71 obliga a responder: ¿Cuál es el papel del gobierno
respecto de los determinantes sociopolíticos que po-
1954 900 0,5 7
sibilitan el desarrollo de la Violencia, en su época
1955 1.013 0,57 8 más cruenta, en un período de bonanza económi-
1956 11.136 6,18 86 ca sin precedentes? ¿Cuáles son las líneas de con-
tinuidad del ejercicio estatal del gobierno Gómez
1957 2.877 1,6 22
en relación con el contexto político-económico que
Fuente: Paul Oquist. Violencia, conflicto y política en Colombia.
encuentra en el momento de su ascenso al poder?
Instituto de Estudios Colombianos. Bogotá, Banco Popular, 1978, p. 59.
¿Cuál es el significado de las rupturas que su admí-

nistración adopta, como la reforma constitucional,
en referencia a la crisis que la Violencia denuncia?
¿Cuáles son, por último, los nexos entre democracia
y Violencia y por qué es necesario que la continuidad
de la democracia civil se vea interrumpida en 1953
con el golpe del general Gustavo Rojas Pinilla?
Economía: bonanza para pocos,
deterioro para muchos
«Al país le va muy mal, pero a la economía muy
bien», diría en 1949 el presidente de la Asociación
Nacional de Industriales, José Gutiérrez Gómez.
Luego ratificaría su apreciación: «La situación co-
lombiana es hoy en día la mejor que se haya ja-
más conocido». Las frases, formuladas en plena
expansión de ía Violencia, suenan a frío cinismo.
Pero ellas expresan muy bien la primera pregunta
formulada en el apartado anterior: mientras la ge-
neralización de la Violencia conoce sus más altas
manifestaciones de 1949 a 1953, en el mismo lapso
la economía nacional experimenta una expansión y
un crecimiento sin precedentes, con márgenes que
sólo se habían conocido durante las bonanzas de los
años veinte.
La agroexportación cafetera, actividad producti-
va determinante en el concierto económico nacio-
nal desde comienzos del siglo xx, experimenta un
Ceremonia de juramento y discurso de posesión presidencial
de Laureano Gómez en el Salón Elíptico del Capitolio Nacional,
7 de agosto de 1950.
Administración de Laureano Gómez (1950-1953) 1167
vertiginoso crecimiento a partir de 1949. En efecto,
el aumento desde tiempo atrás de los terrenos de-
dicados al cultivo del grano y el incremento en los
niveles de productividad, se unen ese año al alza
de los precios en los mercados externos, sentando
con todo ello la posibilidad de elevar las utilidades y
las tasas de ganancia a niveles sin antecedentes. Los
niveles de remuneración de la producción cafetera
a partir de finales de la década de 1940 son impre-
sionantes. Los márgenes de utilidad alcanzados de-
finen el cuadro de una situación de auge que cobija
incluso a los departamentos de menores rendimien-
tos: las utilidades se ven en dos casos virtualmen-
te dobladas, y hasta triplicados en Antioquia, en el
momento de comenzar la administración Gómez
otro tanto acontece con otros sectores de la econo-
mía. El incremento en el valor de las exportaciones,
que casi se duplicó entre 1949 y 1953, indujo un
ingreso de divisas que posibilitó una multiplicación
de la capacidad de importación. El sector indus-
trial se incremento, entre 1948 y 1953, en un 56%.
En estas condiciones, las tasas de crecimiento del
 producto bruto pasaron del 3% en 1951 al 6,2%
promedio entre 1952-1953, al tiempo que el por-
centaje de formación de capital ascendió del 14,2%
al 28,2% entre 1948 y 1952.
La bonanza fiscal, como consecuencia, no puede
mostrar mejores condiciones. En los debates parla-
mentarios de diciembre de 1951 se aprueba un pre-
supuesto nacional de rentas y gastos para la vigencia
fiscal de 1952 con un superávit de casi 44 millones
de pesos, cantidad que para un monto presupuestal
total de 632 millones de pesos, representa un 7%.
Proporción nada despreciable. Como consecuen-
cia, la inversión pública crece durante el período
de gobierno en cuestión. Su participación en el to-
tal de la inversión bruta sube del 20% en 1949 al
27,9% en 1952. La destinación al estímulo y avance
de la producción industrial se ve incrementada: de
una cantidad casi nula en 1945-1947, aumenta al
12,2% del total de la inversión pública en 1951; al
21,7% en 1952; y al 14% en 1953. Paralelamente,
la inversión estatal en el sector agropecuario aparece
fortalecida: mientras que en 1944-1946 alcanzaba
sólo al 10% del total de la inversión del sector, para
1952-1953 asciende al 20%.
Pero a tiempo que se da esta situación de auge
económico, los sectores populares ven golpeadas las
condiciones de su existencia cotidiana. La bonanza
es solamente para el sector de los propietarios, los
exportadores y los industriales; sus mayores márge-
nes de rentabilidad descansan sobre los hombros de
los trabajadores. Basta observar el comportamiento
de los salarios reales de estos últimos, tanto en el sec-
tor del agro cafetero, como en el de los asalariados
urbanos, durante el mismo lapso de 1949 a 1953.
Los precios del café, tanto internos como exter-
nos, reflejan el nivel de ingresos que percibían los
cafeteros. Dan cuenta directa de la remuneración
obtenida por los exportadores, pero también dicen
de los ingresos reales de los medianos y pequeños
productores, que no exportan, en la medida en que
refieren su capacidad de consumo. El gran bene-
ficiario resulta ser el exportador. Pero, obviando
la decisiva participación del pequeño y mediano
propietario en la producción cafetera, el gran per-
judicado es el jornalero. En Antioquia los precios
externos e internos superan con creces las alzas
salariales: mientras que los salarios se incrementan
entre 1949 y 1954 en un 22%, los precios externos
lo hacen en un 232% y los internos en un 125%. El
Viejo Caldas, el departamento con mayores utilida-
des desde 1950, presenta un deterioro salarial en
los mismos años: los jornales tienen una tendencia a
la baja, mientras que los precios suben en un 244%
y en un 74%, respectivamente.
Ante esta situación de deterioro de los salarios
en el sector de mayor dinamismo de la economía, el
cuadro de otros trabajadores en diferentes sectores
productivos no resulta nada halagüeño. Los salarios
de los obreros sufren una caída desde 1948, con
una baja del 14% en 1954 con respecto de 1947, e
incluso mostrando valores inferiores a los salarios
de 1933. La situación de apropiación desigual de
la bonanza revestía un carácter tan evidente, que el
mismo ministro de Hacienda y Crédito Público, An-
tonio Álvarez Restrepo, en su informe anual 1951,
reconocía que «no existe un paralelismo justo entre
los precios del café en los últimos diez años y los
precios de los salarios que se pagan a los trabajado-
res de estas industrias».

F o r t a l e c i m i e n t o de las é l i t e s
Las medidas económicas adoptadas durante el ejer-
Utilidades por hectárea
cicio presidencial de Gómez terminan por legiti-
en departamentos cafeteros
mar el poder gremial y la situación boyante de los
(pesos corrientes)
hombres de negocios. Tal apoyo no está exento de
Año Antioquia Viejo Caldas Cundinamarca Tolima conflictos, cada vez que el Estado pretende mode-
1940 27,6 33,6 2,5 13,1 rar los altos niveles de ingreso que estos perciben.
Así, por ejemplo, sobre la medida de compra de los
1945 102,4 116,4 67,9 165,9
dólares provenientes de las exportaciones cafeteras
1948 207,2 265,7 167,1 326,5 al 208% promedio, adoptada como un mecanismo
1949 322,1 419,3 216,8 492,2 para conjurar las presiones inflacionarias ocasiona-
das por un elevado ingreso de divisas, el ministro de
1950 1015,5 933,2 365,8 705,2
Hacienda se ve obligado a decir que la medida «ha
1951 1010,9 1307,9 457 881,5 suscitado reclamos muy vivos por parte del gremio
1952 1058,7 1282,5 534,5 965,9 cafetero, campaña que ha sido respaldada en forma
pública por la Asociación Nacional de Industriales
1953 1181,2 1360,8 503,3 1013,1
y por la Federación Nacional de Comerciantes». La
1954 1732,8 1992 848,4 1503,9 solidaridad entre los gremios económicos es eviden-
Fuente: Mariano Arango. El café en Colombia, ¡930-1958. Bogota, Carlos Valencia, 1982. te; constituye un ingrediente obligado de la impo-
sición de su poder frente al Estado. «En los países
 Administración de Laureano Gómez (1950-1953) 169

rroductores de café de Centro América, existe en

todos, sin excepción, un impuesto a las exportacio-
nes del café que fluctúa entre diez y quince dólares
por saco. ¿Por qué no sucede otro tanto en Colom-
bia?». La declaración del ministro no puede ser más
reveladora de las posiciones adquiridas y usufruc-
tuadas por los gremios. Y no obstante los reparos y
las pasajeras desavenencias, la proclamación del no
intervencionismo del Estado y el principio de la l i -
bertad en materia económica se convierten en pana-
cea declaratoria de toda medida estatal: la elevación
del tipo de cambio es un paso «al retorno a la liber-
tad como remedio eficaz para los males (...) y como
única fórmula justa». La lista expedida en 1951 con
el objeto de prohibir la importación de determina-
dos artículos, t e r m i n a siendo justificada como una
decisión que ampara «la libertad de importación de
los propios comerciantes que hoy pueden hacer sus
compras en el exterior».
El declarado estímulo a la inversión extranjera
deja ver con claridad el apoyo de la política econó-
mica al gran capital. En 1951 se autoriza el aumen-
to del capital de los bancos foráneos y ese mismo
año, se expiden los decretos que permiten la libre
importación de capital extranjero, medida ratifica-
da al año siguiente por el Congreso: la importación
de capital extranjero es enteramente libre, ya sea en
dinero o ya en equipo. Tales capitales serían reex-
portables en cualquier momento, podrían remesar-
se las utilidades netas y podrían registrarse como
capital las utilidades no distribuidas. Los capitales
importados para el establecimiento de industrias
inexistentes en el país estarían exentos del impues-
to de patrimonio durante los cinco primeros años. Laureano Gómez Castro.
La medida, con otras prerrogativas adicionales, hizo Óleo de José Bascones
Agneto, 1953.
sentir inmediatamente sus efectos: desde la vigencia misma empresa; se amplían los períodos iniciales Museo Nacional, Bogotá.
del decreto, los capitales importados ascienden a de exploración y se suprime el límite de 200.000
19 millones de pesos, mientras que en 1949 habían hectáreas máximas para cada concesión, entre otras
sido solamente de $169.000. «Ni restricciones, ni concesiones especiales.
discriminaciones, ni reglamentaciones arbitrarias,
En este mismo sentido, el de un claro interés en
ni límites, contempla el proyecto», dice un senador
propiciar el ingreso del capital extranjero al país, es
en el debate de aprobación de la ley, resumiendo
que puede leerse el apoyo del gobierno colombiano
bien su espíritu.
al enfrentamiento que para la época se sostenía en
Se confirma la tendencia de la política petrole- Corea. Laureano Gómez, a diferencia de las posicio-
ra adoptada desde el mandato de Ospina. En 1952 nes de apoyo que diera a los países del Eje al comien-
se ratifica en el Congreso un conjunto de medidas zo de la Segunda Guerra Mundial, ahora concretaba
en el ramo, tomadas con anterioridad mediante de- su irrestricto respaldo a las fuerzas norteamericanas
cretos de situación de «anormalidad». Se aplican por intermedio del envío del batallón Colombia y
exenciones fiscales, sobre todo para los trabajos de de la fragata Almirante Padilla a la zona en conflicto
exploración, y se asignan deducciones por agota- bélico. La participación allí, se aclamaba como una
miento y depreciación; se declara la libertad para el «lucha ecuménica contra el comunismo, en defensa
establecimiento de trabajos de refinación; se elimi- de nuestra civilización puesta a prueba».
nan las zonas de reserva nacional, abriendo la costa El modelo liberal de desarrollo, que otorga con-
Pacífica, el golfo de Urabá y zonas de Santander del siderable autonomía al sector privado represen-
Norte a la explotación petrolera extranjera; se elimi- tado en los gremios, se ha impuesto radicalmente
na la limitación de no más de dos concesiones a una desde mediados de la década de los cuarenta. Es
170 ¡ G r a n Enciclopedia de Colombia
I

cierto que la intervención estatal durante Gómez ha
aumentado, haciendo uso de la situación boyante
en el fisco nacional. Sin embargo, el aumento de
la inversión pública mencionado párrafos atrás, no
termina mostrando un incremento real respecto del
crecimiento de la actividad económica en su con-
junto. El gobierno invierte dineros en el desarrollo
de Acerías Paz del Río, pero mantiene la consigna
del rápido traspaso de la siderúrgica al sector priva-
do. Gómez termina entonces por hacer gala de un
inmaculado liberalismo económico, cosa de la que
los gremios se sienten más que satisfechos.
Ante una crisis institucional de grandes propor-
ciones, como la que enfrenta el país en medio del
recrudecimiento de la violencia, el fortalecimiento
del poder gremial significa un debilitamiento in-
gente del Estado; este ya no puede reclamar para
sí, ni siquiera la posibilidad de gestión en lo social.
Los gremios protestan airadamente en contra de las
leyes de seguridad social, argumentando que ello
les afecta su desempeño económico y su relación en
la empresa frente a los trabajadores. Así las cosas,
los poderes privados inscritos en la sociedad civil
se ufanan de su triunfo y los gremios terminan por
aparecer como las únicas instancias del tejido social
capaces de garantizar una unidad: el manejo que
hacen de la paridad política en los asientos de sus
juntas directivas servirá para legitimar esta imagen.
Neutralización de los sectores populares
Laureano Gómez sube a la presidencia, en este con-
texto, con unos sectores populares urbanos entera-
mente neutralizados. En septiembre de 1949 se ha
derogado la ley que prohibe el paralelismo sindical,
avalando la Unión de Trabajadores de Colombia y el
esfuerzo clerical por cimentar un sindicalismo con-
fesional defensor de la negociación concertada en
la empresa. Si bien los sindicatos de la UTC, con ex-
cepción de la Unión de Trabajadores de Antioquia,
tienen para este momento una existencia ante todo
teórica, producto más de las imposiciones venidas
desde la Iglesia y de los empresarios, que a partir
de la movilización de los trabajadores, su presen-
cia materializa el ingreso definitivo del sindicalismo
bajo la pugna partidista y el debilitamiento frontal
de la CTC.
El gobierno de Gómez da su total espaldarazo
al fortalecimiento del paralelismo sindical. El 8 de
enero de 1952 se aprueba la Ley de « A u x i l i o al iv
Congreso de la UTC», a celebrarse ese mismo mes
en Tunja, bajo la justificación de ser una confede-
ración
... nacida en momentos trascendentales para la
estabilidad social del país. Se creó en una época
bien difícil cuando aún el sindicalismo controla-
do por los comunistas ponía en peligro la autori-
dad del gobierno(...) El 9 de abril hubiera tenido
consecuencias más desastrosas para la Nación si
entonces no hubiera existido la UTC.

índices de precios relativos del café (externo e interno)

y jornales reales (1938 = 100)

Antioquia Viejo Caldas

Año
Pr. externo Pr. interno Jornal real Pr. externo Pr. interno Jornal real
1935 105,2 138 104,4 109,6 98
1940 79,1 100,7 140 75,3 77,4 167,3
1945 105,3 96,2 80 108 89,3 103,8
1946 123,7 123,7 111,1 127,5 104,6 103,8
1947 155 134,3 104,4 160 118,8 138,4
1948 182,9 130,5 115,6 184,5 110 98,1
1949 195,7 161,7 122,2 204,1 132,3 132,6
1950 263,9 187,2 115,6 275,5 136,8 113,4
1951 293,8 225,7 128,9 276,5 142,6 75
1952 208,8 276,1 144,4 200,1 150,4 140,3
1953 289,2 263,5 142,2 302,7 162,5 126,9
1954 427,7 327 144,4 448 206,1 126,9
Fuente: Mariano Arango. El café en Colombia, 1930-1958. Bogotá, Carlos Valencia, 1982.

Y la exposición de motivos de la ley concluía:
«La justicia de este auxilio para una Confederación
que ha dado en todo tiempo muestras de respal-
do irrestricto al Gobierno, no puede tener la menor
discusión».
La administración expide resoluciones que me-
joran las prestaciones sociales de los trabajadores.
Además de apoyar el montaje y la extensión del Se-
guro Social, iniciado durante el gobierno anterior, y
de crear la Bolsa de Empleo, se emitió un Código
Sustantivo del Trabajo que imponía obligaciones de
prestación de servicios médicos, de invalidez y de se-
guridad industrial a los trabajadores de empresas con
capitales superiores a los $800.000; igualmente re-
glamentaba las cesantías sin los problemas del estan-
camiento salarial y ampliaba las prerrogativas en la
jubilación; introducía las vacaciones y descansos re-
munerados, entre otras cosas. Pero la nota predomi-
nante del gobierno es el apoyo a la neutralización del
movimiento de los trabajadores y de la organización
popular en su conjunto. El mismo código estipulaba
la declaratoria de ilegalidad de las huelgas para los
servicios públicos, incluyendo los petróleos en esta
categoría, y dotando al Ministerio de Trabajo con la
potestad de declarar el carácter de ilegalidad de los
conflictos laborales. Las élites no tenían motivo nin-
guno de preocupación. «Es un hecho innegable que
el país ha disfrutado de completa paz social», decía
en 1951, Alfredo Araújo Grau, ministro de Trabajo.
Agregaba que el Departamento de Supervigilancia
Sindical, entidad del Ministerio,
... ha logrado impedir que la actividad de los sin-
dicatos se desvíe de los cauces legales e invada te-
rrenos que le están vedadosL..) Los beneficios de
esta política han sido reconocidos en más de una
ocasión por los propíos obreros sindicalizados,
que han comprendido las ventajas de la existen-
cia de un organismo que, al propio tiempo que los
ampara y protege, les impide transitar por sendas
peligrosas.
Crisis política y violencia
En torno a la resistencia popular, el caso más signi-
ficativo de desbordamiento de la lucha puramente
partidista, entre liberales y conservadores, por el
planteamiento de aspiraciones de contenido social,
es la Guerrilla del Llano. En esta se dio el caso de
sectores en sus filas que llegaron a plantear un pro-
yecto político para los sectores populares. La Confe-
rencia en Boyacá de agosto de 1952, con asistencia
de representantes de frentes guerrilleros de diversos
lugares del país, terminó convertida en la Primera
Conferencia Nacional del Movimiento Popular de
Liberación Nacional. El mes siguiente se promulga
la «Primera Ley del Llano», dando cuerpo al desa-
Administración de Laureano Gómez (1950-1953) 1171
rrollo de una institucionalidad alternativa, nacida
de la experiencia de los mismos combatientes y su
vivencia en la confrontación con el gobierno. No
obstante el proyecto enunciado y las aspiraciones
de revolución allí defendidas, los guerrilleros no se
salieron del alinderamiento partidista: mientras se
condicionaba todo tipo de negociación con el go-
bierno a «programas de trabajo, Ley agraria, policía
rural montada», la consigna de « ¡Viva el Partido
Liberal!, ¡Viva la Revolución!», se hizo omnipresen-
te todo el tiempo. Y la rapidez con la que se so-
metieron a la amnistía declarada por Rojas Pinilla
deja ver, no sólo el nivel de agotamiento en que se
encontraban, sino también la confianza en el viejo
pacto entre los liberales y el Ejército.
Por otra parte, no resulta comprensible por qué
las élites tendrían que armar un dispositivo cu lumu
a la Violencia para recuperar un poder que nunca
han perdido. La consolidación de los gremios y la
neutralización de la movilización popular están allí
para probarlo. Pero, igualmente, no en todas las re-
giones los beneficiados por la presencia de los fenó-
menos de enfrentamiento fueron los poderes políti-
cos y económicos, hubo zonas donde los primeros
sectores afectados fueron, justamente, los hacenda-
dos. En otras, los poderes políticos tradicionales se
vieron desplazados por la emergencia de nuevas ca-
pas de políticos que entraban a hacer el relevo.
En consecuencia, hablar de una unidad de la
Violencia, en el momento mismo de su desarrollo,
resulta cosa imposible. Según Daniel Pécaut, esta se
presenta más bien como una mezcla heterogénea y
superpuesta de
... choques electorales, acción política y militar,
terror ejercido por mercenarios de toda clase,
vendettas locales, espíritu de cruzada religiosa,
venganzas individuales, desalojo de poblaciones,
transferencias de propiedad, extorsión económica,
formación de guerrillas organizadas, bandoleris-
mo social, grandes temores campesinos. La hete-
rogeneidad del fenómeno se manifiesta también
por la presencia de los más diversos protagonis-
tas: pequeños propietarios, jornaleros, arrendata-
rios, grandes propietarios, pequeña burguesía de
los pueblos o de las ciudades medianas, jefes po-
líticos de todos los niveles, algunas veces también
miembros de la gran burguesía urbana.
Propuesta de reforma constitucional
La propuesta de reforma de la Carta constitucional
impulsada por Gómez es su gran obra. Es su obra
primordial, bien sea porque se la mire como el in-
tento del ideólogo conservador por dar materiali-
dad concreta a su utopía de la comunidad orgánica
172 | Gran Enciclopedia de Colombia

del cristianismo, o bien porque con ella termine de
consumar su derrota y su propio derrocamiento.
Desde el primer punto de vista, la propuesta
es coherente con la cosmogonía conservadora que
Laureano Gómez había proclamado a lo largo de
toda su vida. En efecto, el contenido de la nueva
Carta, redactado por una Comisión de Estudios
Constitucionales configurada expresamente para tal
propósito, seguía punto por punto las tesis del pen-
samiento de Gómez: proponía la constitución de un
Estado orgánico corporativista fundado en la vida
del municipio y la célula familiar.
Las tesis laureanistas poseían una concepción
particular de la democracia. Creían en ella, pero
de una manera restringida, elitista y jerarquizada.
El núcleo básico de su encarnizado debate con la
democracia liberal tomaba cuerpo en la crítica al
sufragio universal: «Jamás el mayor número podrá
destruir a la menor de las razones. Pero en nuestra
organización jurídica, después de idear institucio-
nes benéficas que fueron creación prodigiosa de la
inteligencia, se las entregó para su funcionamiento
al arbitrio irresponsable de los sentimientos multi-
tudinarios», decía en 1951 en el discurso de ins-
talación del Congreso, al proponer la convocatoria
de una Asamblea Nacional Constituyente. Las ins-
tituciones loables eran las de la Carta de 1886 de
Núñez y el corrosivo sentimiento multitudinario era
el sufragio universal de la República Liberal. Con-
cepción detrás de la cual estaba su visión de una
sociedad inmutablemente jerarquizada:
E¡ sufragio universal generalizado excluye la
dos el de los varones, «puesto que el cabildo es la
primera entidad de derecho público que en nombre
del Estado sigue a la organización familiar», decía
Gómez en un escrito sobre los efectos de la reforma
constitucional. Los ediles, a su vez, escogerían a los
diputados de las asambleas y al Colegio Electoral,
institución cuya misión era la de escoger a los sena-
dores representantes de los departamentos.
Para el Congreso, por su parte, se proponía un
origen distinto para los miembros de la Cámara y el
Senado. Los primeros serían elegidos por sufragio
universal al igual que el presidente de la República,
mientras los segundos serían escogidos, una parte
por los colegios electorales y el resto por los inte-
reses corporativos de los gremios, los trabajadores,
las universidades y el clero. Con ello se buscaba
«haber concentrado toda la materia política en la
Cámara de Representantes, dejando la del Senado
para otros intereses, múltiples y vitales, que requie-
ren representación idónea y auténtica en el manejo
del Estado».
La propuesta constitucional pretendía consumar
la consagración del sistema de dominación elitista.
La invocación del corporativismo, en las condicio-
nes de fortalecimiento sin límites de los gremios, no
haría sino reforzar su situación de preeminencia y
autonomía frente al Estado y frente a las restantes
fuerzas de la sociedad civil. La misma carta se cui-
Sello de correos en
homenaje a Laureano
Gómez, emitido en 1Q72.

COLOMBIA
excelencia de la dirección política y ni siquiera
permite la mediocridad: impone la inferioridad.
El estudio de la sociedad humana demuestra que
los sujetos de inteligencia excelsa, y realmente
justos, en un pueblo dado son muy escasos(...) $130 AEREO
El sufragio universal suma los excelentes y muy
pocos con el «infinito número de los estultos», y
proclama que el criterio de la verdad y de la jus-
ticia es la mitad más uno de las opiniones de esta
adición extravagante.

El primado de los iluminados en la conducción

del gobierno político tenía como fundamento un
ordenamiento social estructurado sobre la primacía
de la organización municipal y, dentro de esta, de la
conducción de la unidad familiar. Del texto comple-
to de propuesta de reforma, el único título que fue
escrito en forma totalmente nueva fue justamente
el xx. «De la Administración Departamental y Mu-
nicipal». Y desde allí, la familia, «el núcleo primi-
genio y fundamental de la sociedad», como rezaba
el título tv, se montaba el edificio de conjunto de la
PRESIDENTE LAUREANO GOMEZ • 1898 - 1966
sociedad: los padres y madres de familia escogerían
a los miembros de los cabildos, computando por
daba de proclamar el primado del modelo liberal
de desarrollo al introducir un nuevo articulo en el
título de «Derechos y Garantías Civiles»: «El régi-
men de producción económica está fundado en la
libertad de empresa y en la iniciativa privada...».
Asimismo, para ser miembro electo del Senado,
pieza fundamental de toda la arquitectura social, se
exigía haber desempeñado el cargo de vicepresiden-
te, designado, congresista, magistrado, consejero,
ministro, jefe de misión diplomática, gobernador,
procurador o contralor. Cargos de muy difícil ac-
ceso a no ser para aquellos con una alta figuración
partidaria o económica.
Una propuesta de esta naturaleza propendía por
el conjuro de la crisis del régimen político vigen-
te hasta los años cincuenta. Buscaba paliar factores
precipitantes de su disolución al fortalecer la orga-
nización partidaria. Cierto es que Laureano Gómez
criticaba fuertemente el partidismo, denunciándole
como factor esencial en la postración de las institu-
ciones, con el mismo nivel de responsabilidad que
el del sufragio universal: «Tras la maniática implan-
tación del sufragio universal sobrevino la invasión
de la politiquería», anunciaba en el diagnóstico
que precedía su justificación de una reforma a la
Constitución. Pero la crítica al partidismo no estaba
encaminada a disolver los partidos políticos tradi-
cionales como modo exclusivista de participación
política; no estaba destinada a abrir las puertas a
la emergencia de nuevos protagonismos políticos.
Todo lo contrario, su posición buscaba reforzar el
caduco y exangüe sistema partidario, pero bajo la
forma más extrema y excluyeme posible: la hege-
monía y primacía radical del partido conservador, y
de la visión que este sostenía sobre la sociedad y el
mundo. Ello exigía la proclamación constitucional
de principios como que la libertad e iniciativa priva-
das en lo económico han de ser «ejercidas dentro de
los límites del bien común», o aquella según la cual
«es permitido formar compañías, asociaciones y
fundaciones que no sean contrarias a la moral cris-
tiana o al orden legal». Por otro lado, el primado del
municipio, en las condiciones de mediados de siglo,
precipitaba la mayor fragmentación y concentración
del poder en las redes de poder fortalecidas en el
interior de la sociedad civil. Su propuesta estaba le-
jos de buscar el fortalecimiento de la democracia
mediante la generación de nuevos y más amplios
espacios para la participación y la gestión ciudadana
en la conducción de los destinos del Estado y de la
sociedad. Todo lo contrario, pretendía dar forma a
un endurecimiento sin precedentes de la democra-
cia elitista y excluyeme que, con todo, ha manteni-
do Colombia hasta los días presentes.
Los rasgos claramente autoritarios están presen-
tes en toda la vida pública de Gómez. La propues-
ta constitucional no es la excepción. Hay libertad
de agremiación, pero «el legislador establecerá las
salvedades necesarias en relación con el sindica-
lismo de empresa... y La prensa hablada deberá
someterse a un régimen de censura previa». Tales
declaraciones, con el estatuto de principios cons-
titucionales, así lo manifiestan. No obstante, el go-
bierno de Laureano Gómez no puede catalogarse
como un régimen totalitario. Hablar de un orden
dictatorial supone la hegemonización de un pun-
to de vista frente a las fuerzas sociopolíticas que se
le oponen. Hegemonización que cubre la totalidad
de la práctica política en la sociedad en su conjun-
to, desde la actividad proselitista hasta la práctica
organizativa encaminada a enfrentar y resolver los
conflictos. El totalitarismo supone un régimen po-
lítico estabilizado, capaz de otorgar la primacía ex-
clusivista al poder central frente a la sociedad, así
ese poder esté constituido en muy buena medida
por la fuerza. El gobierno que tiene su comienzo en
agosto de 1950, por el contrario, está sometido a un
fenómeno de total fragmentación del poder en ma-
nos de los poderes locales y de diversas fuerzas que
asumen la lucha armada. Todo lo cual supone que
el ejercicio de una brutal violencia oficial, que cobró
su más trágica forma con los «chulavitas», precipita
aún más la ruptura y el derrumbe del régimen y el
sistema políticos. El gobierno de Gómez no es una
dictadura. Es más bien la expresión contundente
del derrumbe del orden político tradicional y de la
pretensión ilusoria de restituirle.
La ingenuidad de Laureano Gómez residió en su
incomprensión de las proporciones de la crisis del
orden político tradicional; estribó en los intentos de
superar la crisis mediante la restitución, por la lí-
nea más dura y autoritaria, de un régimen político
agónico y en sus últimos estertores. Las élites en su
conjunto, por el contrario, ven la perentoriedad de
constituir un nuevo sistema político. El golpe de Ro-
jas Pinilla al presidente que representaba el intento
de reencauche del sistema en crisis, es una primera
tentativa de instituir un renovado sistema político.
Pero se hará necesario el Frente Nacional.
174 I Gran Ene o p e ó l a de Colombia

Bibliografía

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Momento en que el jefe de la Marina entrega la bandera de

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