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Expresiones de multiculturalismo en la historia de la música del Caribe colombiano.

Resumen

Esta reflexión se centra en el papel que juega las diversas expresiones del multiculturalidad en la historia de

la música del Caribe colombiano, tomando de base la categoría de análisis del campo ideológico como

elemento de construcción de identidades colectivas, se identificarán de manera descriptiva algunos rasgos

del mestizaje musical como una importante instancia mediadora en las negociaciones culturales,

resignificación y apropiación de procesos de identidad desde finales de siglo XIX einicios de siglo XX.

Las diversas funciones desempeñadas por la música en los grupos sociales y éstos en la

vida musical permiten comprender sus aportes en la vida contemporánea, sobre todo en el

desarrollo histórico de identidades colectivas.

En Colombia los círculos políticos e intelectuales de finales de siglo XIX y comienzos de

siglo XX buscaban definir la cuestión nacional, en medio un país heterogéneo. Por delante

estaba un país dividido en regiones mal comunicadas debido a las complejidades

geográficas, como también a la carente infraestructura, por supuesto poblaciones numerosas

que se declaraban como diferentes, es decir mestizas con gran proporción de indígenas y

negros (WADE, 1999: 41).

Por lo tanto, la música pasó a formar parte de los discursos de identidad nacional

colombiana, donde el bambuco y el pasillo fue el icono nacional y por razones políticas este
predomino de aires criollos con ciertas herencias de la música hispánica predominaron en la

conformación de llamada música nacional.

Pero distintamente a lo que se escuchaba en el interior de país, durante el siglo XIX resulta

ser un momento muy particular en la música del Caribe colombiano, como probablemente

ocurrió con casi toda la música latinoamericana, y es que durante este tiempo experimentó

el impacto de las contiendas independentistas, de las guerras civiles y de las relaciones

clientelistas instauradas por los partidos políticos, además de seguir viviendo batallas

complejas, pero ya en terreno cultual entre autoridades civiles y eclesiásticas, y entre éstas

y el resto de la población.

En el fondo, en los inicios de la República la música del Caribe colombiano vivió el

conflicto entre la cultura dominante y las culturas dominadas, éstas luchando por su

supervivencia y aquéllas proyectando todo el espíritu europeo clerical en contra de

actividades generadas por el mestizaje, ejemplo de ellos se reseña en los primeros los

permisos que se solicitaba para las celebraciones del grito de Independencia en Cartagena

que desataron un conflicto musical entre la Iglesia y la nueva Junta de gobierno que

buscaba en la naciente República un sonido característico que se representaba

constantemente en los campo de batalla al compás de la banda de guerra, con bailes alegres

y adecuados al temperamento del Caribe, el clero no quería dar permiso para los populares

bundes y fandangos originarios de España y que se asemejaban a los bailes gallegos.

(GONZALEZ, 2003: 6)
Al parecer las expectativas emancipación social incidieron en el desarrollo de una nueva

forma de mestizaje musical típicamente regional; lo cierto es que dada la abierta e

irresistible disposición musical de los habitantes del Caribe colombiano, la vena

experimental, es decir, la tendencia a combinar elementos tomados de diferentes culturas

sonoras en la búsqueda consciente o no de un nuevo contexto, el mestizaje musical como

forma de identificar una identidad colectiva.

Fueron las fiestas comunitarias, los carnavales que se celebraban en distintos sitios durante

gran parte del siglo XIX, los que permitieron canalizar este mestizaje musical, donde el

status social desde la cultura estaría determinado en caso de Cartagena por la categoría de

salón de baile más elevado que pudiera frecuentar un hombre, rango que adquiría por

nacimiento o por matrimonio con un mujer de clase social más encumbrada

Mientras en Barranquilla, gracias un registro del norteamericano Rensselaer van Rensselaer

quien tuvo la oportunidad de asistir a un baile que mostraba el universo festivo de las

“buenas familias” barranquilleras, donde como en los tiempo coloniales las mujeres y

hombres en mesas separadas y al compás de vales y contradanza; y mientras tanto, en las

calles este visitante logro registrar lo que hasta ahora se conoce del primer Carnaval de

Barranquilla en 1829, donde se reducía a tres días porque gran parte de la población

dependía del trabajo cotidiano, donde se registran juegos de carnaval y en especial grupos

de danzas y disfraces que escenificaban un acto destinado a mantener en la memoria


colectiva el recuerdo de la sangrienta llegada de los españoles, acompañados del sonido de

gaitas generadoras de un “aire melodioso, salvaje y alegre, tono familiar a un grito de

guerra especialmente profundo hacía renacer ecos ancestrales (GONGALEZ, 1989: 24).

En efecto, los sectores populares, descendientes directos del proceso de mestizaje,

dirigieron la fiesta con una astucia muy propia: desprovistos de los atributos occidentales

de poder, esgrimieron aquí su propio lenguaje político que combinó el placer con la

práctica de las ceremonias rituales que apelaban a la memoria ancestral, tal vez como una

expresión de las expectativas y premoniciones de emancipación social despertadas en el

movedizo ambiente de la joven República, o también con el ejercicio de vida colectiva, una

demostración típica y vernácula de un poder popular embrionario hablando en el lenguaje

caribeño.

Esta la posibilidad de congregar nuevos y mayores espacios de expresión así como de

nuevas influencias extranjeras, hacen pensar en el siglo XIX como el momento histórico

crucial y sin precedentes en la conformación de la cultura sonora del Caribe colombiano.

(GONZALEZ, 2003: 6)

Pero el ámbito nacional, la música del caribe, nos presentó tanta importancia debido a las

disparidades geográficas y económica, la formación nacional señorial a partir de la una

burguesía comercial (FALS, I B46), imprimió un sello característico al desarrollo del


campo ideológico de la cultura por parte de las dirigencias políticas y económicas del

interior del país para con la región Caribe.

El origen y desarrollo de la música costeña presenta grandes resonancias, porque encaja en

los paradigmas mentales ligados con lo regional y lo local, espacialmente cuando hay raíces

indígenas y negras; asociadas a tradiciones auténticas amenazadas, con el creciente impacto

de la modernidad en siglo XX, por la comercialización y la posibilidad de perder

autenticidad, que para el caribe está ligado hacia la tradición y con claras muestras de

representación de dicha tradición en los componentes de la innovación moderna.

El origen mestizo de la música del Caribe colombiano, se presenta a finales de siglo XIX

como una muestra como importante estancia mediadora en las negociaciones culturales,

resignificación y apropiación de procesos de identidad, teniendo en cuenta el lugar que

ocupa la región, dentro de la topografía cultural racializada del país, caracterizada por cierta

ambigüedad: es negra, pero también indígena y blanca.

Esta identificación racial es un campo ideológico crucial para comprender la música del

Caribe, donde existen importantes rasgos relacionados con la tradición y modernidad, que

para el caso concreto de los tres ritmos principales el porro, que surgido con las banda de

vientos de la sabanas del Gran Bolívar; la cumbia, caracterizada que ser todo un ritual a la

encuentro sexual estimulado por la música y el baile en las zonas de ribereñas, y el


vallenato como triple esencia de nuestro mestizaje incorporando las vivencias del hombre

con la naturaleza y la vida.

Estos tres ritmos ha persistido una tendencia a proyectar una continuidad y representación

sonora del proceso de mestizaje que juega la tríada clásica de lo indígena, blanco, negro,

como parte de identidades colectivas construidas a partir de fusiones, usos y variaciones de

instrumentos, estilos y elementos ligados al mestizaje musical. (WADE, 2001; 86)

Durante comienzo de siglo XX tres aire musicales constituye el eje central de música del

Caribe colombiano, el porro, la cumbia y el vallenato, localizados en lugares específicos de

la geografía regional, el nacimiento de estos ritmos en particular están relacionados con la

preservación de identidades colectivas reafirmadas en la autenticidad y memoria de un

cultura sonora que tiene sus orígenes en los procesos de independencia y que toma su

formación y estructura durante el siglo XX, con el advenimiento de la “modernidad”.

Lo paradójico y esencial presupone que los registros históricos han establecido que la

continuidad de estos aires musicales está construida sobre la base de identidades colectivas,

bien se han de origen español o producto del mestizaje entre indios, negros y criollos, lo

cierto es que el dominio de la tradición y la creciente influencia de patrones modernos

como la comercialización y globalización, por un lado han llevado a la degradación y

pérdida de identidad; y por el otro a un éxito nacional o la resignificación de una identidad

nacional reflejada en la música del Caribe colombiano.


En este sentido, varios factores indicativos, que el origen histórico de la música del Caribe

colombiano tiene sus bases en el multiculturalismo, donde el crisol donde las expresiones

musicales se han ido transformando a partir de cambios culturales y las dinámicas

económicas y políticas, al ser reconocida oficialmente como símbolo útil de la democracia,

donde el rescate de los raíces y valores de la música.

En conclusión, para determinar y adentrando con más detalles con elementos científicos al

tema de música del caribe, es necesario responder a las exigencias del multiculturalismo las

variadas formas en que se representas las expresiones culturales, así como también

redefinición de la nacionalidad y las condiciones generadas por la sociedad de masas, el

consumo y sociedad del información. Por lo menos están las bases para seguir la pista a los

hechos transcendentales en el desarrollo de la historia de música del Caribe colombiana, sus

orígenes, transformaciones y adaptaciones a la nuevas dinámicas impuestas desde la

Constitución de 1991, a la Ley General de Cultual (70 de 1993) y las políticas públicas que

impulsen en desarrollo de esta autorreflexión critica.


Bibliografía

WADE,Peter (2002). Música, raza y nación: música tropical en Colombia. Bogotá:

Vicepresidencia de la República

POSADA CARBÓ, Eduardo (1989) Bongos, champanes y vapores en la navegación fluvial

colombiana del siglo XIX. Boletín Cultural y Bibliográfico (Bogotá). -- Vol. 26, no. 21

(1989). -- p. 2-14.

GONZÁLEZ HENRÍQUEZ Adolfo (s.f.) La musca del Caribe colombiano en la guerra de

independencia y comienzos de la República. Barranquilla: Universidad del Norte.

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