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MINISTERIO DE EDUCACIÓN

DIRECCIÓN DE NIVEL SUPERIOR


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2020 - “AÑO DEL GENERAL MANUEL BELGRANO”

Profesorado de Educación Secundaria en Historia


Espacio curricular: Ética y Ciudadanía
En relación con la formación docente
Abordar hoy la formación de docentes implica necesariamente examinar su relación con los proyectos
sociales y políticos y con la historia y la realidad cotidiana, buscando recuperar el sentido de la
formación, a la vez que contribuir a la construcción de una sociedad más justa e inclusiva, con equidad
y respeto a la diversidad, que amplíe el horizonte cultural. Por ello será necesario preguntarse acerca
de los saberes que resultan relevantes para la construcción de las herramientas intelectuales necesarias
para fortalecer su identidad como profesional de la educación en este nivel educativo, como así
también los valores suficientes y acordes a un marco democrático, que formen individuos activos y
protagonistas de las nuevas sociedades que necesitan nuestros pueblos. Es primordial “formar” al ser
humano responsable de los marcos ideológicos colectivos de nuestros hijos. La formación docente
así pensada supone un tiempo y un espacio de construcción personal y colectiva donde se configuran
los núcleos de pensamiento, conocimientos y prácticas. Desde este enfoque, la propuesta de
formación docente necesita construir prácticas de formación que recuperen la centralidad de la
enseñanza; que forjen el reconocimiento de
las nuevas realidades contextuales; que
fortalezcan el compromiso con la igualdad
y la justicia; que amplíen la confianza en el
aprendizaje de los estudiantes; y que se
constituyan en una posibilidad constante y
particular de apropiación del conocimiento.
Pensar en procesos de formación de
profesores/as para la Educación Secundaria
requiere reflexionar sobre el lugar del profesional comprometido con prácticas de construcción y
reconstrucción de saberes sociopolíticos según se elaboran las acciones humanas de los procesos
ideológicos que configuran la realidad. Dichos conocimientos operan como portadores de referencias
identitarias, de pertenencia a un entramado social y cultural, a unos modos de trabajar, escuchar y ser
escuchado, lo que configura un modo particular de “estar en el mundo”.

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La formación de ciudadanos autónomos,
conscientes y críticos transformadores.
En consecuencia, la formación de
profesores/as para la Educación
Secundaria reclama la articulación de
una triple referencia con relación a
conocimientos que deberán entramarse y
profundizarse a medida que el sujeto
avance en su formación: saberes disciplinares específicos, saberes generales de la formación y saberes
construidos a partir de su inclusión progresiva en los ámbitos reales de desempeño laboral. Para llevar
adelante este desafío, es prioritario interpretar lo político en prácticas concretas, lo cual supone
generar acciones que aporten a una educación que vuelva a ocupar un lugar estratégico en la
distribución de saberes. En este sentido, lo político y lo instrumental no pueden estar desarticulados:
se necesita de definiciones amplias, globales, complejas y sistemáticas para la formación docente que
acompañen la convicción política con estrategias de distribución del conocimiento. La importancia
de los saberes pedagógicos como encuadre interrelacional, con un anclaje sociohistórico del hecho
educativo en su conjunto, y de la experiencia formativa docente en particular define perspectivas
desde las cuales entender la formación del futuro docente para la enseñanza secundaria. Se requiere,
entonces, enfocar el conocimiento y cada conocimiento desde finalidades educativas y desde
perspectivas pedagógicas que posibiliten trascender la situación educativa, desde procesos de
interpretación e intervención. Las nuevas formas de construcción subjetiva han de ser reinterpretadas
en sus formas de elaboración como categoría social y en su modo particular de interactuar en la
enseñanza y el aprendizaje. Esto implica la necesidad de promover procesos que habiliten la
emergencia de formas de aprender y estrategias de enseñanza fundadas en la consideración sobre la
heterogeneidad de los sujetos y sus contextos, que imponen significativas diferencias en sus modos
de comprensión. En este sentido, la formación de profesores/as para la Educación Secundaria supone
un conjunto de actividades que se centran en la enseñanza, entendida como acción intencional y
socialmente mediada para la transmisión de la cultura y el conocimiento en las escuelas, como uno
de los contextos privilegiados para dicha transmisión, y para el desarrollo de potencialidades y
capacidades de los alumnos. Como se expresa en la Resolución Nº 24/07 del Consejo Federal de
Educación, la enseñanza es una acción compleja que requiere de la reflexión y comprensión de las
dimensiones sociopolíticas, histórico-culturales, pedagógicas, metodológicas y disciplinarias para un
adecuado desempeño en las escuelas y en los contextos sociales locales, cuyos efectos alcanzan a los
alumnos en distintas etapas de importancia decisiva en su desarrollo personal. Así, la formación
docente desde una perspectiva crítica, a partir de un complejo juego de significados, pretende quebrar

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lógicas de sentido común y contribuir a la reflexión sobre la necesidad de cambiar las
representaciones y mandatos para procurar un posicionamiento autónomo que revalorice la tarea
pedagógica y el trabajo intelectual reflexivo en torno a la producción y recreación del conocimiento.
A su vez, y desde una mirada integral, exige generar las condiciones para que los futuros docentes
realicen un proceso de desarrollo personal que les permita reconocer y comprometerse en un itinerario
formativo que va más allá de las experiencias educativas formales. En síntesis, y como sostiene el
artículo 71 de la Ley de Educación Nacional: “La formación docente tiene la finalidad de preparar
profesionales capaces de enseñar, generar y transmitir los conocimientos y valores necesarios para la
formación integral de las personas, el desarrollo nacional y la construcción de una sociedad más justa.
Promoverá la construcción de una identidad docente basada en la autonomía profesional, el vínculo
con la cultura y la sociedad contemporánea, el trabajo en equipo, el compromiso con la igualdad y la
confianza en las posibilidades de aprendizaje de los/as alumnos/as.”

Ética y ciudadanía
Se configura como un espacio
complejo, que pretende comprender,
analizar y reflexionar críticamente
una realidad en permanente cambio y
enmarcada, según varios autores, en
la sociedad del conocimiento. La
Ética y Ciudadana enfrenta el desafío
de incorporar una mirada sobre las
profundas transformaciones en
campos tan importantes como la
globalización de las comunicaciones, nuevas tecnologías de la información y comunicación,
problemas ambientales, cambios en la institución familiar, nuevos grupos urbanos, entre otros. Todos
ellos influyen en la conformación de nuevas subjetividades, las que debemos considerar desde las
instituciones educativas. Estos cambios socio- culturales contribuyen a la configuración de sujetos
que necesitan otras competencias para desenvolverse en la sociedad. Ello implica el desarrollo de un
modelo que posibilite una mayor comprensión de la realidad, con un carácter interpretativo, teniendo
en cuenta además la complejidad de la que es portadora el sujeto en sí mismo.
Nuestras prácticas pedagógicas se pueden y deben enriquecer con la inter, multi y pluri
disciplinariedad que permiten un entrecruzamiento de relaciones entre los diversos métodos y
conceptos propios de los espacios curriculares, con apertura a todo aquello que dé nuevos sentidos al
conocimiento, como lo estético, lo ético y lo afectivo.

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El aprendizaje en relación con la ética ciudadana no puede reducirse a una buena conducta o a conocer
solamente principios normativos de la constitución. Es necesario crear situaciones a partir de las
cuales, cada estudiante logre construir un entramado conceptual, junto con actitudes y acciones que
lo capaciten para un desenvolvimiento social responsable. Es decir, formar un sujeto con
posibilidades de actuar según principios autónomos, justos y solidarios, argumentados, y siempre
abiertos a la crítica, a la posibilidad de cambio. La democracia, la práctica de la ciudadanía y el pleno
ejercicio de los derechos humanos se suponen recíprocamente, y no se reducen a elegir
periódicamente a las autoridades del sistema político.
Los alumnos deberán lograr la participación escolar y la construcción de ciudadanía, que es uno de
los propósitos de la Formación Ética y Ciudadana. Cada estudiante estará habilitado para expresar
sus opiniones, escuchar propuestas alternativas, deliberar sobre la legitimidad y viabilidad de cada
postura, decidir por consenso o elección mayoritaria y tomar parte en las definiciones resultantes.
Es importante que el estudiante se encuentre, con capacidades para participar en la sociedad, para
comprender el funcionamiento de las distintas instituciones que la conforman, y sean capaces de ser
críticos objetivos y constructores.
Se debe pensar a la educación con el compromiso -desde este espacio- de aportar a la formación de
una ciudadanía activa, que interprete las acciones propias y ajenas, realizadas o por realizarse.

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