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¿Cuáles son los libros históricos?

Diácono Orlando Fernández Guerra

Los libros de la Biblia que tradicionalmente se conocen como libros históricos son: Josué,
Jueces, primero y segundo libros de Samuel, primero y segundo libros de los Reyes, primero y
segundo libros de las Crónicas, Esdras, Nehemías, primero y segundo libros de los Macabeos, y los
libros de Ruth, Tobías, Judit y Esther. En algunas ediciones de la Biblia se les llama Escritos
Históricos o Historia y Narraciones, cambiando incluso el orden y el título de los libros, pero los textos
siempre son los mismos. Las Escrituras hebreas, sin embargo, sitúan este grupo de libros dentro de
la categoría de Ketubim o Escritos, junto a otros libros que nosotros llamamos “sapienciales y
poéticos”. Mientras que los libros de Josué, Jueces y Samuel los consideran profetas anteriores en
contraposición a los grandes profetas de Israel.
Por otra parte, los especialistas han divido estos libros en dos grandes bloques histórico-
literarios: uno llamado el Cronista, que incluye a primero y segundo libros de las Crónicas, Esdras y
Nehemías; y el llamado Deuteronomista, que incluye a Josué, Jueces, Samuel y Reyes. En general
nos encontramos con unos libros que tratan de la historia de Israel desde la entrada en Canaán,
alrededor del año 1230 antes de Cristo, hasta la época de los Seléucidas, hacia el año 130 antes de
Cristo. Asimismo, es fácil advertir por sus nombres, que algunos de estos libros tratan de narraciones
o hechos históricos, mientras que otros nos hablan de un personaje, no necesariamente histórico,
colocado dentro de una historia, es el caso de Ruth, Tobías, Judit y Esther.
Ahora bien, los seis libros que van desde Josué, Jueces, los dos libros de Samuel y los dos
libros de los Reyes, recorren 700 años de la historia de Israel y forman parte de lo que se ha llamado
la historiografía deuteronomista. En primer lugar porque tienen como trasfondo de su reflexión al libro
del Deuteronomio, que le sirve de hilo conductor. Los historiadores encuentran en ellos cierta unidad,
no solo en razón del material histórico que contienen sino también por el lenguaje, el estilo y la
interpretación teológica hacen de la historia de Israel.
Me voy a referir a ellos en este trabajo por la importancia de sus contenidos. Esta obra
llamada deuteronomista aborda temas que van desde la entrada en la tierra prometida hasta la
destrucción del Templo de Jerusalén en el año 587 antes de Cristo por las tropas de Nabucodonosor,
el Rey Babilonio. Como sabemos esto supuso la deportación de la clase noble y sacerdotal y la
mayoría del pueblo por espacio de unos ochenta años aproximadamente.
Todo parece indicar que la obra deuteronomista fue compuesta sobre materiales preexistentes
en forma de pequeñas narraciones, a mediados del siglo VI antes de Cristo en la ciudad de
Jerusalén. Una vez que se produjo la vuelta a la tierra prometida después que el rey persa Ciro les
autorizó, los sabios se dieron a la tarea de recopilar, elaborar y codificar el patrimonio religioso y
jurídico de Israel. Elaborándolo como una reflexión histórico-teológica. Aquí se asiste a la primera
síntesis de su pensamiento teológico. La angustiosa etapa del destierro, junto a la destrucción del
Templo, son los grandes temas con que se enhebra la reflexión de Israel. Estaban bajo la impresión
de la gran catástrofe, que había puesto fin a su autonomía política. El Deuteronomista presenta el
destino de Israel como resultado de las infidelidades a la Alianza.
Para el pueblo era realmente doloroso pensar que Dios les había abandonado, que se había
quedado en silencio, mientras eran esclavizados y aniquilados. El Salmo 137 es un bello y triste
ejemplo de esto. El pueblo se encuentra sin tierra, sin Templo, sin la ciudad santa de Jerusalén, y
clama: “A orillas de los ríos de Babilonia estábamos sentados y llorábamos, acordándonos de Sión;
[…] ¿Cómo podríamos cantar un canto de Yahve en una tierra extraña? ¡Jerusalén, si yo de ti me
olvido, que se seque mi diestra! ¡Mi lengua se me pegue al paladar si de ti no me acuerdo, si no alzo
a Jerusalén al colmo de mi gozo! Acuérdate, Yahve, contra los hijos de Edom, del día de Jerusalén,
cuando ellos decían: ¡Arrasad, arrasadla hasta sus cimientos!”
Pero Dios siempre es fiel, la catástrofe que se ha venido sobre Israel ha sido consecuencia de
sus infidelidades.

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