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MASTER EN ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

FACULTAD DE FILOSOFIA E HISTORIA


UNIVERSIDAD DE BARCELONA

“LA FUNDACION COMO ACTO SIMBÓLICO”


Fernando Delgado Mayorga
MASTER EN ESTUDIOS LATINOAMERICANOS
FACULTAD DE FILOSOFIA E HISTORIA
UNIVERSIDAD DE BARCELONA
“Y en esas carabelas se embarcaron, descubridores y conquistadores a la busca de
nuevos territorios, de nuevas sensaciones y de nuevas ideas. Con ellos viajaron sus
costumbres, sus ritos y sus religiones. Sus historias, sus mitos y sus creencias. Todo el
imaginario de la cultura medieval que empapaba a sus protagonistas, cruzó con
ellos el océano para asentarse en las nuevas tierras descubiertas” (Armas, J.)

Analizar la “aparición” de América, o más específicamente de América Latina en el contexto de la cultura


occidental (Literatura, Filosofía, Historiografía) se torna en un desafío demasiado ambicioso para ser
considerado en tan poco y breve espacio. Sin embargo, a través de esta pequeña reseña daremos un vistazo a
aquellos elementos que consideramos más significativos en dicho proceso.

Partimos de la base que, producto del debate desarrollado en los años 80`, damos por sentado que se ha
llegado a cierto consenso de que la Literatura Latinoamericana puede encontrar su origen en los primeros
relatos y textos que se generan a partir del “encuentro” entre los europeos de fines de siglo XV,
específicamente Colón, y el continente americano y su población. Encuentro trascendente, entre el “yo”
europeo, y los “otros yos” desconocidos hasta ese momento para dicha sociedad, encuentro que palabras de
Todorov “nunca volverá a alcanzar tal intensidad” (Todorov, 1992).

De este modo nos concentraremos en la significación que tubo aquella dinámica del “descubrimiento”, del
“encuentro” o quizá, del “desencuentro” entre ambos mundos, y su trascendencia y repercusiones en la
historiografía y literatura posteriores.

La base será analizar resumidamente algunas cuestiones relativas a la primera “textualización” que hace
Colón de estas tierras y de sus habitantes, reflejadas en su Diario y en aquella primera carta donde da cuenta
de su periplo al “escribano de ración Luis Santángel y al Tesorero General de Aragón, Gabriel Sanchez”
(Ramos, 1986).

Conviene, antes de analizar directamente la cuestión, dejar claridad de ciertos conceptos, como por ejemplo
el de “Descubrimiento” que en más de una ocasión usaremos. En este sentido, nos hacemos eco y
declarados seguidores de las ideas de O´Gorman, en lo concerniente a lo inadecuado y erróneo del concepto.
Según el autor, resumiendo, sería, en lo principal, que Colón no puede “Descubrir”, pues no “tiene
conciencia del Ser” de América, o sea, no tiene conciencia del ser distinto de esta realidad, y siempre, hasta
su muerte, se declaró convencido de haber llegado a las Indias orientales, al extremo oriental de la “Isla
Tierra”, por lo cual no se le puede atribuir la gloria de una acto que él mismo nunca supo ni tubo conciencia
de haber realizado. Más bien nos encontramos ante la “Invención” de América” que es posterior al miso
navegante Genovés (O`Gorman, 1986). De esta manera, si utilizamos el concepto “Descubrimiento”, aunque
lo evitaremos de ser posible, será teniendo en cuenta esta salvedad, trascendental por lo demás.

El Inicio del “Imaginario” de América Latina.

Es fundamental que a partir de los relatos primigenios que Colón realiza a partir de sus cartas y Diario,
relatos cargados de intencionalidad, es dónde se inicia la construcción de esta realidad que llamamos
América Latina. De esta textualización, trascenderán muchas ideas, generalizaciones, prejuicios, miradas,
que se proyectarán por los siglos, permeando visiones de la Historia y de la Literatura, como por ejemplo,
las dualidades “vencedor-vencido”, “inferior-superior”, “letra (texto)-oralidad”, “centro-periferia”, entre
otras. De allí el interés particular por analizar este primer momento, y de tratar de explicarnos cómo se
produjo, por qué el Viajero, Comerciante y hombre de Fe llamado Cristóbal Colón percibió este mundo
como lo percibió, por qué lo calificó como lo calificó, por qué se equivocó tanto o por qué acertó tanto en
sus imágenes y en sus conclusiones en torno al lugar, al paisaje y a las personas con las que se encontró. En
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definitiva, entender, aunque sea medianamente, ese relación con la “otredad”, esa dinámica en que la
alteridad humana se revela y niega a la vez.

COLON: producto de su época

Primero debemos establecer que Colón es un hombre imbuido del espíritu de su época, y de los conceptos
que pululaban por los ambientes académicos y populares de la Europa de fines del s. XV.

En este sentido, ante todo hay que señalar que Colón tiene o maneja, o es producto de un intertexto, de un
referente literario, que lo marcara definitivamente y del cual se desprenderán muchas, por no decir todas,
las visiones e imágenes que se hará del Nuevo Mundo. Señalaremos lo principal:

Imago Mundi, Pierre D`Ailly (1480-1483); Historia Natural, Plinio, (Versión de 1489); Historia Rerum
Ubique Gestarunt, Aeneas Sylvius; Los Viajes de Marco Polo (Il Milione) (1485) (Pastor, B. 1983)

De estas y otras lecturas, que se intensificarán tras su fracaso ante la corte portuguesa, Colón madurará y
confirmará sus convicciones acerca de las llamadas “tierras Ignotas”. Es imposibles entender su
comportamiento posterior al llegar a Guanahani en su primer viaje, y posteriores, sin comprender el impacto
que estas lecturas habían causado en la mentalidad de Colón, además de su fuerte connotación religiosa, casi
mesiánica, de considerarse como elegido por Dios para una misión tan trascendente como llevar el evangelio
a las tierras donde arribara, que según algunos habría sido su principal motivación.

Ya desde el inicio, estas convicciones se plasmaron en su proyecto, incluyendo el tamaño de la Isla Tierra,
considerándola, intencionalmente o no, más grande de lo que se creía, por lo cual los extremos de Europa y
Asia extraían más cerca de lo presumido (idea tomada de Toscanelli), lo que daría viabilidad a su proyecto.
Pero el momento y lugar donde sus preconceptos y arquetipos encontrarían su campo más fecundo, sería en
las tierras a las que arribaría el 12 de octubre de 1492, fecha casi mítica, preñada de consecuencias para la
conformación de la identidad Latinoamericana.

El encuentro: La deformación, ficcionalizacion, reducción, negación: el triunfo del Ego

Obligados a resumir y generalizar, sintetizamos a continuación los aspectos más llamativos de estas
consideraciones.

Siguiendo el derrotero marcado por Todorv, Beatriz Pastor, O´Gorman, Abellán, Henríquez Ureña, entre
otros, entendemos que el Almirante, desde su llegada a América e incluso antes, viene cargado de hipótesis
apriorísticas, de preconceptos, de ideas formadas o deformadas por años de lecturas, arquetípicas, que han
llegado a ser creencias, y ante las cuales Colón solo hará un esfuerzo permanente de identificar la nueva
realidad que tiene ante sus ojos, con aquella realidad que ha diseñado en su mente. Cuando la realidad no
calce con su modelo, la transformará, la acomodará, la reducirá. Cuando la contradicción sea insuperable,
simplemente la deformará a tal punto que terminara por obviarla o eludirla, llegando al extremo del ridículo.

Así, a modo de ejemplo, en el caso de los lugares, como tiene la convicción previa del mundo al que ha
llegado es concretamente Asia, su esfuerzo permanente será identificar todo lo que ve, cada lugar, cada Isla,
con el oriente asiático. La Española, es Cipango, Cuba será Catay (tierra firme). Tan seguro está, y para
evitar disensión en las filas, hará jurar a todos, que cuba es Tierra Firme (Juramento de Cuba). Su convicción
se transforma en obsesión. Incluso, en su visión religiosa-mesiánica, cree encontrar el paraíso terrenal, en la
desembocadura del Orinoco.
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En cuanto al paisaje, Colón se pierde en una catarsis de grandilocuencias exaltando la exuberancia y
fertilidad de la tierra, limitándose sin embargo a ciertos adjetivos que repite constantemente, referidos a la
altura, el color, y a la fertilidad de la naturaleza que tiene ante sus ojos. Colón no pierde de vista que esa es la
descripción que Plinio, Sylvio, D`Ailly y sobre tod Marco Polo hacen de Oriente, por lo tanto debe hacer
calzar su descripción con aquello. Además no pierde de vista que también es lo que los reyes están
esperando oír o leer. El futuro de su proyecto y de sus ambiciones personales también dependen de eso.

Lo más dramático a mi manera de ver, es lo que ocurre a nivel humano. Una vez más aquí, Colón tiene
una mirada parcial y sesgada. Funciona por oposición o asimilación. Según los relatos de Polo, las gentes
del reino del Gran Khan, donde el oro cubre techos y paredes, son gente civilizada, que usa ropas y tiene
comercio y avances técnicos. Ante ello, Colón, se limita a considerar que la gente que él ve “no tiene”
aquello, van desnudos, no conocen el comercio, no tiene armas, etc. Vale decir, no hay esfuerzos por
reconocer realmente a ese “otro” diferente de él, esos “otros que también son yos, sujetos como yo”
(Todorov). Por el contrario, cuando observe gentes vestidas, de piel más clara, con cierta producción
material, los identificará con la descripción de las gentes orientales, y la cercanía del reino del Khan, y por
lo tanto, con las riquezas. Ningún esfuerzo por conocer realmente al otro. Todo es reducido a una
identificación positiva o negativa de su molde preestablecido.

El punto final de esta breve consideración, está en el tema de la lengua. Colón entra en continuas
contradicciones, dependiendo del viaje (1º,2º,3º o 4º) y de las circunstancias particulares. A veces cree
entender, dice que las gentes que ve tienen lengua, entiende e interpreta gestos y señas, siempre confirmando
sus ideas y convicciones. En otras, dice que carecen de lenguaje y que llevará algunos a España para que
aprendan a hablar.

Las contradicciones son, en parte, producto de las frustraciones que Colón encuentra por el camino, pues no
encuentra finalmente lo que tanto desea, aunque la negación de la frustración también es una constante en
Colon. Aunque no ha encontrado nada de lo que pretendía, deforma la realidad, encubre lo que no conviene,
ficcionaliza lo que ve, finalmente termina mintiendo abiertamente, sobre todo en lo referido a la existencia
de oro, especiería y piedras preciosas. Aunque no ha encontrado nada de aquello, está seguro de que están
ahí, pues está seguro de haber llegado al Asia. Todo para hacer calzar la realidad innegable que tiene ante él,
con su proyecto e ideas inamovibles.

Si los nativos dicen Cibao, el reinterpreta como Cipango, si dicen Sabó, será Saba. El argumento final de
Colón será que los nativos no pronuncian bien, o no conocen bien el nombre del lugar. Este es el epilogo
de este encuentro. Se les niega a los nativos el conocimiento y uso de su propia lengua. Son corregidos por
un europeo que desconoce totalmente el idioma. La visión de los indígenas, sus aportes e indicaciones que el
almirante ha ignorado o deformado constantemente acomodando todo a sus propios conceptos e intereses,
ahora son abiertamente rechazados. Colón se hace con el monopolio del lenguaje. Esta es la primera creación
de nuestra América. Una América negada en su esencia, creada y dibujada en los parámetros del europeo. Lo
que pudo ser una visión parcial y subjetiva, pasa ahora a ser “La verdad” objetiva y total. Es la construcción
primera del imaginario latinoamericano, que estará basado en los referentes literarios del Almirante, en su
intertexto, desconociendo el aporte y visión particular de sus habitantes, de sus paisajes, de su “otredad”.

Se niega la evidente diferencia con el otro, se niega por lo tanto la pluricultaridad. Lengua y cultura, serán
sinónimos de La Lengua y La Cultura europea. Estamos ante la creación del discurso de la dialéctica entre
Superioridad-Inferioridad, de vencedor-vencido, que por tanto tiempo se proyectará en las letras y en la
historiografía latinoamericana.
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Será el triunfo del egocentrismo, entendido como la identificación y el trasplante de los valores del
“descubridor-conquistador”, del europeo en última instancia, como los valores universales, con su “yo”
como el yo universal, de la visión de mundo, como un solo mundo, el mundo blanco, cristiano y occidental.

Bajo esta perspectiva, podemos entender mejor la frase de Ana Pizarro: “La fundación es un acto simbólico,
un acto de cultura y por lo tanto de construcción social en los términos en que lo resuelven las fuerzas en
juego”. Claramente, el acto fundacional de Colón y todas las connotaciones que él le da a las nuevas tierras,
y a su paisaje y sobre todo a sus habitantes, es un acto supeditado a la cultura, es producto de su realidad
cultural, de su contexto filosófico-histórico, y esa realidad cultural, la de fines del siglo XVI, de la cual
Colón está imbuido, es el eje explicativo de su imagen del Nuevo mundo y de las proyecciones que eso
tendrá en Latinoamérica en los siglos venideros. Todo el proceso de los primeros viajes de Colón fue un
proceso de construcción de este discurso, donde las fuerzas en juego estuvieron caracterizadas por la
supeditación de la visión del nativo indígena, a la visión eurocentrista representada por Colón.
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BIBLIOGRAFIA

ABELLAN, J.L “La Idea de América. Origen y evolución”. Ediciones Istmo. España.1972.

ANTEQUERA, J.J “La Carta de Colón anunciando el descubrimiento”. Alianza Editorial.


España. 1992.

ARMAS, F.J “Jirones de un sueño. Los mitos de la conquista de Indias”. Ediciones


Belacqva. España. 2003.

HENRIQUEZ UREÑA, P. “La Utopía de América”. Biblioteca Ayacucho Ediciones. España. 1989

O`GORMAN, E. “La Invención de América”. Fondo de Cultura Económica. México. 1986

PASTOR, B. “Discurso Narrativo de la Conquista de América”. Ediciones Casas de la


Américas. Cuba. 1983.

RAMOS, D. “La Primera Noticia de América”. Serie Cuadernos Colombinos, Nº 14.


España. 1986.

TODOROV, T. “La Conquista de América, el problema del otro”. Siglo XXI Editores. España.
1992.

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