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Francisco Alía Miranda

ESPAÑA CONTEMPORÁNEA: ENTRE DICTADURAS Y DEMOCRACIAS,


1923-2008
Curso 2018-2019

DOCUMENTOS BLOQUE 1

VIOLENCIA SOCIAL EN BARCELONA (1910-1923)

AÑO ACTOS MUERTOS HERIDOS HUELGAS HUELGUISTAS


VIOLENTOS* INDUSTRIA
1910 18 3 65 58 29.216
1911 46 2 29 35 6.175
1912 31 3 12 36 6.161
1913 5 1 19 72 51.555
1914 25 4 35 47 21.245
1915 7 2 9 37 13.291
1916 38 3 29 72 71.030
1917 13 6 25 50 21.170
1918 35 15 50 34 13.193
1919 41 20 60 40 10.107
1920 134 53 195 72 65.546
1921 41 95 170 20 1.904
1922 5 19 39 103 19.134
1923 19 59 53 103 24.047
TOTAL 458 285 781 779 353.864
(* Atracos, tiroteos, acciones con bomba, sabotajes, arsenales descubiertos)
Fuente: Eduardo González Calleja: El máuser y el sufragio. Orden público, subversión y violencia
política en la crisis de la Restauración. Madrid: CSIC, 1999, p. 247.

Carta de Primo de Rivera a Aguilera de fecha 28 de mayo de 1923:

“Y como usted es para mí y es para el país y el Ejército la persona llamada a


encauzar definitivamente este desconcierto, yo quiero tenerle advertido, para que si algo
extraordinario llega a sus oídos conozca los fundamentos de la resolución y, si lo juzga
patriótico, le dé el calor preciso”

Carta de 1 de junio de 1923 del general Aguilera a Primo de Rivera:

En ella le aconseja continuar conquistando la confianza del pueblo y del Ejército, y


liquidar el expediente de responsabilidades del desastre de Annual, “para que no pudiera
confundirse la revolución patriótica con movimientos de egoísmo personal: era
necesario merecer el Poder antes de poseerlo, porque de otro modo no podría ser
duradero y caeremos nosotros peor que los hombres civiles”.

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Carta de Miguel Primo de Rivera a Francisco Aguilera, 5 de junio de 1923:

“Usted es Jefe ecuánime y aclamado por todos; así es que usted es el que ha de
decirme por teléfono “siga en su puesto” u “obedezca”, en cuyo caso iré a Madrid (por
obedecer a usted) para no volver ni aceptar puesto, pues creo que éste es el momento de
salvar a España de la anarquía, de las vergüenzas de África y del separatismo mismo,
pues uno de los propósitos es desarmar el somatén que es lo más español de aquí y lo
más mantenedor del orden.
A los cincuenta y tres años he vivido bastante para no saber morir por una causa
digna y ante un Gobierno de ladrones y cobardes. Me acompaña toda Cataluña sana, los
70.000 somatenes y las guarniciones. Yo no los dejo en el aire más que si usted me lo
manda; pero tenga usted presente que en sus manos está salvar a España yéndose al Rey
y diciéndole: “Vengo a gobernar y V.M. a obedecer por bien suyo y de España”;
decretando usted la suspensión de garantías y el estado de guerra, toda España respirará
tranquila y ni una sola guarnición dejará de unirse a su prestigio; las mías las primeras,
puse ante su sola palabra por teléfono “siga en su puesto”, yo declaro el estado de
guerra y le telegrafío a usted poniéndome a sus órdenes y poniendo todas las
guarniciones. Será una revolución salvadora y sin sangre y esta vez no le flaqueará a
usted el hombre.
Hoy aquí gobierna Pestaña, que da la orden diaria en Solidaridad Obrera, y la
ciudad está aterrada y se levantará al grito de “viva España”, que curará el otro mal.
No tengo nada más que decirle a usted: peor que va la patria no puede ir y
tenemos el deber de salvarla y no hay más nombre ni más hombre que usted”.

Carta de Aguilera a Primo de Rivera, 6 de junio de 1923:

“Mi opinión es que en estos momentos difíciles hay que tener mucha serenidad
para bien de la Patria y de las Instituciones, en armonía con esto que es su sentir”

Carta del senador Aguilera a Sánchez de Toca con fecha 30 de junio de 1923:

“Muy señor mío: En el Diario de Sesiones del Senado del Jueves 28 de este mes
de Junio he leído su discurso, en el que falta a la verdad; en él se dice, que el
Suplicatorio del Señor Berenguer, no se le había mandado a usted, en aquella época
Presidente del Senado, con arreglo a las costumbres establecidas y por conducto del
Ministro de la Guerra, empleando adjetivos muy suyos. Como esta maldad de usted, va
dirijida (sic) contra mi persona, como Presidente del Consejo Supremo de Guerra y
Marina, maldad muy en armonía con su moral depravada, he de manifestarle que la
repetición de este caso u otro análogo, me obligará a proceder con usted con el rigor y
energía que se merecen los hombres de su calaña”.

Intervención en el Senado del presidente del Consejo de Ministros, marqués de


Alhucemas, el 5 de julio de 1923:

“Señor general Aguilera: yo me permito hacer a S.S. una sola indicación. Su


señoría es un militar pundonoroso y valiente. Bien lo acredita su historia. Yo creo que el
hecho de armas de más relieve, el que más acreditaría el valor en S.S. es el que, después

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de haber oído las frases que se han pronunciado en la tarde de hoy en esta Cámara, S.S.
dijera noble y caballerosamente que como no ha habido intención de ofender a S.S. en
el Sr. Sánchez de Toca, puesto que así lo ha declarado de manera expresa, S.S. no tiene
por qué mantener la carta. Crea su señoría que por mucho que le digan aquellos que
intenten seducirle, la laureada mejor ganada sería este acto de contrición y de valor
cívico”.

13-9-1923: 3,20 h., el gobernador civil de la provincia enviaba un telegrama oficial


al ministro de la Gobernación, dándole cuenta del golpe militar y de la
conversación mantenida con su cabecilla:

“Con noticia de que una comisión de Oficiales del Ejército parece que trata de
hacerse cargo de la Central telefónica y que de la Sub-Central de Gracia ya se ha hecho
cargo un Comandante –decía textualmente-, he tratado de informarme y según me
contesta por teléfono el Capitán General, las guarniciones de las cuatro provincias
catalanas, han declarado el estado de guerra, obrando ellas por sí, puesto que no se ha
celebrado Junta de Autoridades”.

13-9-1923: A las 12 horas, el presidente del Consejo de Ministros, marqués de


Alhucemas, enviaba un telegrama a Tetuán, dirigido al alto comisario en
Marruecos, y una hora más tarde al ministro de Estado, que se encontraba en San
Sebastián, con el rey:

“El Gobierno, reunido en consejo permanente, cumple el deber de mantenerse en


sus puestos, que sólo abandonaría ante la fuerza, si los promotores de la sedición se
decidiesen a arrostrar las consecuencias de sus actos”.

Telegrama enviado por el ministro de la Gobernación a los gobernadores civiles el


14 de septiembre, a las 15 h.:

“El Presidente ha dado cuenta a Su Majestad de cuantas noticias tenía el


Gobierno y proponiéndole, en cumplimiento del acuerdo del Consejo de Ministros de
ayer, el inmediato relevo de los Capitanes Generales de Cataluña y Zaragoza y la
separación de sus cargos de los demás que se han significado en el movimiento, así
como en la convocatoria de las Cortes para el martes próximo a fin de que se examinen
en ellas los cargos que se formulan contra el Gobierno y se depuren las
responsabilidades de los hombres que hemos gobernado, y habiéndose servido
manifestar su Majestad que, tanto por la falta de elementos de juicio suficientes como
por la importancia de las medidas propuestas, necesitaba reflexionar, el Sr. Presidente se
apresuró a devolver respetuosamente los Poderes con que el Rey le había honrado,
presentando la dimisión de todo el Gobierno”.

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EVOLUCIÓN DE AFILIADOS DEL SOMATÉN DE LA 1ª REGIÓN
(1925-1930)
PROVINCIA 1-12-1925 1-9-1926 2-4-1928 1-5-1930
Madrid (capital) 6.234 5.696 5.592 5.721
Madrid (provincia) 1.662 1.799 1.803 1.759
Toledo 3.563 3.862 3.871 3.842
Ciudad Real 1.532 1.709 1.838 2.127
Cuenca 2.323 2.448 2.506 2.593
Badajoz 2.523 2.738 2.739 2.744
Jaén 3.556 3.875 4.092 4.614
Total 21.393 22.127 22.441 23.400
Fuente: Archivo Histórico Nacional. Fondos Contemporáneos. Ministerio de Gobernación, Serie
A, leg. 59, nº 11-14. Elaboración propia.

RESUMEN DEL NÚMERO Y CLASE DE ARMAS DEL SOMATÉN CATALÁN


(1923-1924)
ARMAS 1923 1924
ARMAS DE GUERRA:
Pistolas 10.166 10.156
Revólveres 7.496 7.490
Máusers 880 891
Remingtons 13.202 13.193
Winchesters 6.516 6.742
Otros sistemas 1.129 1.912
ARMAS DE CAZA:
Escopetas de retrocarga 37.316 33.833
Escopetas de pistón 4.764 4.303
TOTALES 81.469 78.520
Fuente: Fernando del REY REGUILLO, “Ciudadanos honrados y somatenistas. El orden y la subversión
en la España de los años veinte”, en Estudios de Historia Social, nº 42-43 (1987), p. 106.

Parte de guerra del general Primo de Rivera desde la Bahía de Alhucemas, 3 de


octubre de 1925.

“Ha sido día de hondas y satisfactorias emociones. Las diversas playas de la


bahía de Alhucemas están llenas de soldados bañándose: la isla, antes prisionera, con
toda su gente fuera y tráfico continuo de ella a tierra en botes. Los soldados en el Guix y
en el Nekor hechos dueños del terreno recogiendo el botín, entre él cuatro cañones más
abandonados por enemigos. Los campamentos tranquilos dedicándose a sus faenas y
agua abundante en diversos puntos. En fin, el dominio absoluto del país como premio al
esfuerzo de tanto bravo. La realidad ha superado mis optimismo”.

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AFILIACIÓN A LA CNT

Declaraciones de José Sánchez Guerra al periódico ABC en 1925:

“Monárquico de toda mi vida y dispuesto a morir monárquico, quiero decir que


no he sido, ni soy, ni quiero, ni puedo, ni debo ser monárquico de la Monarquía
absoluta. A ello se oponen mis convicciones, mis antecedentes, mis deberes y los
juramentos que reiteradamente presté en la Cámara regia y en el salón de sesiones del
Congreso. (…). No son estas palabras anuncio de una acción, ni siquiera comienzo de
una propaganda. La primera sólo sería posible mediante procedimientos que repugnan a
mi conciencia, que juzgo contrarios a mis deberes y que estimo dañosos para mi país”.

Nota oficiosa de Primo de Rivera, junio de 1926:

“Un corto número de personas, cegadas, sin duda, por pasiones, ambición o
despecho, venían intentando desde hace unas semanas la organización de un complot,
fundándolo en que va transcurrido mucho tiempo sin gozar de las libertades ni del
régimen constitucional puro. Añoran, por lo que se ve, los tiempos anteriores al 13 de
Septiembre en que disfrutaban de eso y, además, del terrorismo, del separatismo, de la
impiedad, del descrédito monetario, del desdén mundial, del desbarajuste en Marruecos
y de la ruina y abandono de la producción agrícola e industrial. Allá ellos con su
parecer. La inmensa mayoría española demuestra a diario querer la perseverancia del
régimen y del Gobierno actual. Y quiere más: que se deje de consideraciones y
debilidades y sea severo con los inconscientes o desalmados que pretenden perturbar la
Patria en la hora augusta en que se reconstituye de tantos males como sufrió resignada.
La Jefatura de Seguridad, que tan brillantes servicios viene prestando, ha hecho
abortar la escandalera en proyecto, documentándose lo suficiente para conocer a las
personas que tramaban este absurdo complot. Cree el Gobierno contar en su historia de
indultos, amnistías y condonaciones de penas y multas, con títulos bastantes para ser
enérgico una sola vez, y ha decidido serlo ésta. Esta, que las cosas han estado a punto de

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rebasar el límite de los desahogos retóricos, de las caricaturas intencionadas, de las
hojillas clandestinas e injuriosas y de las conjuras platónicas y de los alborotos
callejeros.
Esta vez la cosa, sin la hábil labor de la Jefatura de Seguridad, podía haber
costado alguna sangre de incautos y hubiera trascendido al extranjero, con descrédito y
pérdida de la fuerza y autoridad que el Gobierno precisa para sacar adelante los
problemas que afectan a la honra y prosperidad de la nación.
El mosaico de los conspiradores no puede ser más abigarrado y grotesco: un
grupo de sindicalistas, otro de republicanos y de intelectuales anarquizantes, calificados
por su constante acción demoledora, algunas personas que, por su edad, categoría y
posición, nadie las creía capaces de marchar en tal compañía y la docena de militares
descontentos y de carácter rebelde e indisciplinado, que son excepción de la clase, y
siempre voluntarios agentes de enlace para esta clase de aventuras.
El Gobierno, desde el primer momento, se ha limitado a encomendar a las
autoridades medidas y providencias concretas y personales, y ninguna de carácter
general, pues tiene absoluta confianza en el pueblo y en el Ejército y organismos
encargados de mantener el orden, por lo que hubiera sido de un alarmismo injustificado
producir molestias innecesarias, tales como cuarteladas, refuerzos de servicios y otras.
Los conspiradores, naturalmente, no han encontrado eco en ningún sector social, y a
juzgar por el error en que han incurrido, no deben ser personas bastante inteligentes para
apreciar las circunstancias nacionales y las razones poderosísimas, por las que un
pueblo y un Ejército, por excepción que se puede dar una vez por siglo, dan su calor y
apoyo a un cambio de régimen político, cosa bien distinta de un pronunciamiento vulgar
a la antigua, movido por el despecho a la ambición, unidos a la insensatez.
No parece necesario anticipar las medidas que el Gobierno tomará disciplinaria y
gubernativamente, sin perjuicio de las penas que en su día impongan los Tribunales; la
opinión pública las irá conociendo, y es de esperar quede satisfecha del vigor con que el
Gobierno cuida la tranquilidad social y garantiza de perturbaciones al desenvolvimiento
general”.

Carta de José Sánchez Guerra al Rey en septiembre de 1926:

“Repugno yo y rechazo epidérmicamente todo lo que representa sedición o


indisciplina militar. Considero esencial para la vida de la Nación la disciplina del
Ejército y la autoridad del Poder Público y me he negado reiteradamente, no ya a
colaborar, a simpatizar siquiera, con todo lo que pudiera relacionarse con intentos tales.
He de reconocer, sin embargo, que el movimiento que han acaudillado los generales
Weyler y Aguilera tuvo más importancia que la que el general Primo de Rivera,
hábilmente, pareció concederle, y debía estimarse por todos como demostración de que
no estaba el Ejército tan unido y tan compenetrado con la dictadura como a toda hora
jactanciosamente se pregona”.

Carta de Sánchez Guerra a Sánchez de Toca en 1927:

“Yo no admito que nadie pretenda regalarnos a los españoles una parte de lo que
es nuestro, de lo que venimos poseyendo, porque generaciones anteriores, vencedores
en tres guerras civiles, conquistaron esos derechos con su sangre. Yo no admito que se
pretenda constituir de nuevo un país ya legítimamente constituido, sin querer contar
para nada con el país… La Monarquía niega la soberanía nacional. Yo niego derecho a
la monarquía que existe y subsiste para la voluntad del pueblo, y mediante el pacto que

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representa la Constitución para arrebatar artera y violentamente a España, que no es,
que no ha sido y no será patrimonio de una familia, el derecho a disponer libremente de
sus destinos.
Pero los pueblos no discuten su soberanía con los que intenta arrebatársela”.

Manifiesto titulado “Al pueblo español, al Ejército y a la Marina”, firmado por


José Sánchez Guerra. Enero de 1929:

“No es posible seguir soportando el espectáculo vergonzoso que viene


ofreciendo con cinismo jamás igualado un Gobierno que, ilegítimo en su origen y
arbitrario y despótico en su actuación, se ha lanzado en los últimos meses a deshonrar
los cargos públicos que ocupa, realizando y protegiendo verdaderos latrocinios que
asquean a la pública opinión y lanzan a la rebeldía a todos aquellos que por el dilatado
ejercicio de la paciencia no hayan perdido definitivamente la noción de la dignidad.
En la mayor parte de las provincias españolas elementos civiles y militares han
negado la obediencia al Poder público y están decididos a hacer cuanto sea necesario
para derribarlo. Cuantas noticias en contrario hace circular el Gobierno no son otra cosa
que una serie de interesadas mentiras amañadas para disimular la verdadera situación de
las cosas, que estamos dispuestos a poner de manifiesto luchando con las dificultades de
la desenfrenada censura.
No consienten los momentos en que escribo mayores ampliaciones y
esclarecimientos. Bastará, por de pronto, condensar nuestro pensamiento en estos gritos,
a los que invitamos a sumarse a todos los españoles, no solo con los labios, sino con el
corazón:
¡Abajo la Dictadura! ¡Abajo la Monarquía absoluta! ¡Viva la soberanía nacional!
¡Viva el Ejército unido y dignificado! ¡Viva la Marina española, víctima ahora de tantas
tropelías, a pesar de sus gloriosas tradiciones!
Quiero añadir que, respondiendo a la confianza de miles de españoles civiles y
militares, me comprometo, y para abonar esta declaración puedo invocar sin jactancia
mi historia toda de gobernante, a mantener de modo severísimo y enérgico el orden
público y la disciplina social”.

Proclama lanzada por la aviación “A la ciudad y a la guarnición de Ciudad Real”


el 29 de enero de 1929:

“El movimiento sedicioso y revolucionario preparado para la noche del 28 al 29


ha fracasado en toda España, menos en Ciudad Real, donde el Regimiento de Artillería
que lo guarnece ha cometido la criminal locura de lanzarse a la calle sin programa ni
bandera alguna, sin otro objeto, al parecer, que es el de perturbar el orden. El Gobierno
está seguro de que no son los soldados ni las clases de 2ª categoría, sino algunos jefes y
oficiales, que ciegos y despechados por cuestiones internas de Cuerpo y de escalas,
llevan a sus subordinados, con soberbia, a actos como este, que sólo pueden conducirlos
al deshonor propio, al del país y a lágrimas y estragos.
Esta proclama es el leal aviso que el Gobierno envía a los sublevados para que
inmediatamente que la reciban se repongan a sus deberes y prendan, e incluso fusilen, a
quienes los han conducido a esta situación de traicionar sus deberes. Tras los aparatos,
marchan en trenes y camiones numerosas fuerzas de Madrid, leales como la de toda
España al Rey y al Gobierno, que reprimirán el movimiento con la mayor energía.

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Nada más tiene que decir el Gobierno. Cada cual que cumpla su deber con la
firmeza que estamos dispuestos a cumplir el nuestro”.

Artículo de Primo de Rivera publicado en el diario La Nación (Buenos Aires), en


febrero de 1930:

“Los sucesos de Ciudad Real y Valencia, ligados entre sí menos graves en sí


mismos, con serlo tanto, que la forma en que fueron juzgados y sentenciados los
participantes en ellos, por un Consejo de Guerra de oficiales Generales, designados en
su turno, que me dieron la desalentadora impresión de que el Ejército, que con tanta
corrección, fidelidad y ciudadanía venía estando al lado de la Dictadura, se apartaba de
ella.
Todo esto llegó a impresionar a la opinión egoísta, (…), llegó a impresionar al
Rey y a mí y empecé a anunciar que la Dictadura había fijado límite a su vida”.

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