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Solaris, de Stanislaw Lem

(por Des Frankenstein)

Solaris de Stanislaw Lem es la mejor


novela de ciencia ficción de todos los
tiempos.

Se ha hablado mucho de su temática:


la imposibilidad de comunicación con seres
extraterrestres debida a las diferencias de
comprensión de la realidad; hasta dónde llega
la posibilidad de averiguarlo todo mediante
la “Ciencia”; las diferencias entre las
personas que conocemos y el concepto que
tenemos de las mismas; y un gran etcétera.
Por otro lado, es un libro que, a la manera de
Borges, trasciende el libro en sí. La
solarística en la novela es la ciencia que
estudia el planeta Solaris, pero me gusta
pensar que también es la mirada de todos los
que se acercan a la novela y dan su opinión sobre la misma (en la introducción de la nueva
edición de Impedimenta, escrita por Jesús Palacios, se ven variados ejemplos de esto entre
sesudos críticos).

Desde que hace un tiempo se anunció la nueva edición de Solaris he de reconocer


que estaba algo nervioso. Siempre he tenido la sensación que la edición de Minotauro tenía
un “toque” diferente a las otras novelas de Lem publicadas por Bruguera. Es difícil
describirlo, pero Solaris me parecía más “oscura”, menos clara que el resto de su obra. Algo
que me producía mucha extrañeza puesto que Lem es de los escritores más precisos y
comprensibles a la hora de explicar las cosas. He de reconocer que lo achacaba a la
traducción. En Bruguera estas eran directas del polaco por parte de Jadwiga Mauricio, y
siempre me parecieron magníficas. ¿Cómo si no podrían ser comprensibles La
investigación, La fiebre del heno o las demás novelas de una complejidad enorme? En
cambio, la de Minotauro se trataba de una traducción a partir de una lengua intermedia, es
decir, primero del polaco a otra lengua y de esta al castellano. Con todo esto no quiero
poner en duda el trabajo de Matilde Horne (en compañía de Francisco Porrúa), que, creo,
está bien demostrado por su labor en Minotauro, sino al método utilizado: la doble
traducción.

Para comparar ambas ediciones he seguido una metodología que me parece


adecuada. He leído primero un capítulo de la versión nueva, traducida por Joanna
Orzechowska, y después el equivalente de la versión antigua, Minotauro-Matilde
Horne/Francisco Porrúa. Es difícil de precisar, pero creo que mis sospechas se confirman.
No falta nada (no he notado ningún “recorte”) pero con la doble traducción se pierde parte
de la claridad habitual del autor. Lógico cuando es una traducción de una traducción, fuente
de imprecisiones, cambios de sentido, alteraciones en el estilo del autor, etc. Todo esto se
puede apreciar al comparar ambas versiones.

Pese al humor habitual en sus obras, Lem era un escritor que se tomaba muy en
serio lo que hacía. Solaris está escrita como un diario técnico de exploración. Como si un
científico, con una capacidad prodigiosa para la escritura, relatase su experiencia y, a la
vez, el mayor enigma de la humanidad. Y en la traducción que hasta ahora hemos leído de
Solaris hay ciertos detalles que no encajan. Es como leer dos textos que dicen lo mismo
pero que no son igual de accesibles; la traducción de Impedimenta resulta menos hermética.
De manera absolutamente subjetiva, encuentro las siguientes diferencias:

En la versión de Minotauro se tiende a resumir (acortar) en la medida de lo posible


las frases.

Parece imposible, pero paralelamente a lo expuesto en el punto anterior hay un poco


más de “poesía” o florituras o embellecimiento del lenguaje en la versión de Minotauro.

Hay algunos (pocos) localismos de castellano neutro en la versión de Minotauro,


que no están presentes en la edición de Impedimenta.

Para muestra un botón. Aquí tenéis uno de los párrafos iniciales de la novela. La
primera vez que lees esta parte de Solaris funciona como si la obra se circunscribiera al
género de terror (diría que con toques de Lovecraft o, incluso, con la extrañeza que
provocan las películas de David Lynch).

Versión Minotauro
—Snaut… —murmuré.
Snaut se estremeció, como si yo lo hubiese golpeado. Mirándome con un
horror indescriptible, articuló, con voz enronquecida:
—No te conozco… no te conozco… ¿qué quieres?
El líquido derramado se evaporaba rápidamente. Aspiré una vaharada de
alcohol. ¿Bebía? ¿Estaba borracho? Pero ¿por qué tenía tanto miedo? Yo
seguía de pie en el centro de la cabina. Sentía flojas las piernas; creía
tener los oídos tapados con algodones. De algún modo, el suelo bajo mis
pies no parecía real. Detrás del combado cristal de la ventana, un
movimiento regular animaba el océano. Snaut no apartaba de mí los ojos
inyectados en sangre. El terror se le había retirado de la cara, pero la
expresión era aún de una repugnancia invencible.
Versión Impedimenta:
—Snaut… —susurré. Tembló como si le hubieran golpeado. Me miró con
una repugnancia indescriptible.
—No te conozco, no te conozco, ¿qué quieres…? —gimió.
El líquido derramado se evaporaba rápidamente. Noté el aroma a
alcohol. ¿Había estado bebiendo acaso? ¿Estaba ebrio? Aún seguía
plantado en mitad de la cabina. Me flaqueaban las piernas y tenía los
oídos taponados. Percibía la presión del suelo bajo los pies, como si fuera
poco seguro. El océano se bamboleaba rítmicamente tras el abombado
cristal de la ventana. Snaut no me quitaba de encima sus ojos inyectados
en sangre. La expresión de miedo fue abandonando su cara, pero no así la
de aversión por mi presencia.
Mi conclusión: la traducción de Impedimenta me parece más clara y parecida al
estilo de Lem habitual de Bruguera. Pese a que podría parecer que el ejercicio que he
realizado ha sido aburrido, he sentido la misma pasión en las dos lecturas. Desde un punto
de vista retorcido y personal me ha parecido que una complementa a la otra y he disfrutado
mucho haciendo esta reflexión. Me gustaría poder ser más contundente en un sentido u en
otro, pero mis limitaciones y el no conocer el polaco me lo impiden. Eso sí no quiero que se
interprete de mis palabras que la traducción de Minotauro no es correcta; era la mejor
posible cuando se realizó. Es normal que ni Matilde Horne ni Paco Porrúa conociesen el
lenguaje de Lem en Solaris porque no lo habían leído en original. Además tampoco tenían
en ese momento a su alcance las traducciones de Bruguera: la primera fue La investigación
en 1977 y fueron casi coincidentes (1977 también es la fecha de la primera edición de
Minotauro de Solaris). Eso sí, después de tantas ediciones en tantos formatos diferentes
(1977,1985, 1998, 2002, 2003, otra de 2003, 2007, 2008), ¿por qué Minotauro nunca hizo
lo que finalmente ha hecho ahora Impedimenta?

Finalmente quiero mencionar dos cosas sobresalientes en la edición de


Impedimenta. La introducción de Jesús Palacios es de lo mejor que he leído refiriéndose a
la obra cumbre del maestro de maestros. Habitualmente no me gusta su manera de enfocar
sus artículos (desde un punto de vista muy cinéfilo y frikista). Pero en esta ocasión va al
grano de lo que es Solaris como obra literaria y da unas cuantas pautas muy acertadas. No
se me ocurre mejor elogio para su trabajo que el decir que es una gran contribución a la
solarística. También la ilustración de cubierta me parece de lo más acertada. Es un dibujo
que pertenece a la obra Kunstformen der Natur del alemán Ernst Haeckel. Representa a una
Anthomedusae (una especie de medusa) y es un dibujo de una rara y extraterrestre belleza
que casa perfectamente con el “espíritu” de Solaris.

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