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Cada vez está conversación entre los miembros de la familia era más recurrente porque sus
cambiantes estados de ánimo se daban con más frecuencia de la que un ser humano
pestañea al Día; la tarde parecía calmarlo, pero nos contaba que atroz y escalofriante era la
ansiedad que experimentaba por la mañana; la verdad, era abrumante no saber la realidad.
Sólo se especulaban los motivos y razones, pero nadie aún conocía la realidad.
Para Enrique era muy importante el aseo personal, lo impecable que pudiera lucir, lo
perfumado que pudiera estar, las combinaciones de ropa a diario resultaba algo
estrictamente planeado. Pero todo esto había cambiado, y una cama resultaba más
emocionante que manejar su carro recién lavado, con el tanque de gasolina recién llenado,
5 días de libertad y una buena compañía en el asiendo de al lado. ¡Definitivamente algo
había cambiado!
Era de pensar que a Enrique algo le estaba pasando, porque como aguas calmadas era hoy
el carácter de alguien que algún día un tsunami fácilmente lo podía describir. Aunque ya se
sabía que era, (Estaba Deprimido) nadie lo podía entender, y por eso nadie lo podía ayudar,
más que El.
Los momentos fueron pasando, el tiempo fue avanzando y con ellos los cambios de ánimo
de Enrique... Desanimo, tristeza, Desesperación, Ya no disfrutaba nada, todo el tiempo se
sentía fatigado, no podía pensar con claridad, una pantalla de TV apagada era preferible
que la mejor serie de TV que se encontraba, Y aunque rodeado de personas algunas veces
estaba, El se sentía como si nadie lo acompañaba.
Al pie de la letra el tratamiento fue cumplido y mágicamente Enrique mejora. Pero lo que
nadie sabía era que Enrique tenía un problema y lo había solucionado…
Paso el Tiempo y Enrique volvió a ser el mismo, su sonrisa se volvió a dibujar y junto con
ella la pasión por recorrer las calles, por viajar; vestido de manera impecable y perfumada
hasta donde ustedes ni se imaginan. Definitivamente Enrique un vencedor parecía,
¡Había vencido la depresión!
Pasaron los meses y El tsunami, ahora se había convertido en un volcán erupciónado y que
estaba asechando con todo a su paso, pero que de manera ilógica solo quemaba la alegría,
la tranquilidad, la calma, y dejaba la tristeza, la angustia y el pánico.
Los problemas habían vuelto, y aunque a los ojos de todos, esos problemas tenían
soluciones fáciles algo le había pasado a Enrique, se apodero de él un malestar terrible,
acompañado de una persistente tristeza profunda, esta vez por las noches sentía que podía
respirar, pero por las mañanas el temor daría lugar...
Daria lugar a una decisión repentina que acabaría con su vida, y junto con su vida, con la
vida de muchos que lo rodeaban, que si bien aunque vivos están, destruidos ese día
muchos quedaron.
Enrique en medio del temor de una mañana, planeó una salida a ese estado de profunda
tristeza que lo invadía. Caminó al patio de su casa, (cegado por la lava hirviendo que se
desbordaba en su mente y ahora quemaba sus pocos buenos sentidos) visualizó el fino
mecate de su hamaca favorita, esa que algún día le proporciono descanso y paz mientras
dormía, lo ható a su cuello y de acuerdo a su plan así dio fin a su vida.