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Los intelectuales ¡

y la política <5
Palabras con motivo del otorgamiento
de la Orden Gerardo Molina al autor
Universidad Nacional de Colombia,
septiembre 21 de 1999

GONZALO SANCHEZ GÓMEZ

Recibir de la Universidad Nacional de co e intelectual A ntonio García, el escri­ GONZALO


Colom bia una d istin ción , cuya figura tor Baldomero Sanín Cano y el joven di­ SÁNCHEZ
GÓMEZ
em blem ática es el m aestro Gerardo M o­ rigente Jorge Eliécer Gaitán. Hizo parte Historiador,
lina, suscita desde luego enorm e alboro­ de un sector inconform ista abanderado profesor
zo, pero al m ism o tiem po cierto pudor de las grandes reformas sociales. Incur- Instituto de
por lo que ella representa y por los com ­ sionó tem pranam ente en la vida públi­ Estudios
Políticos y
prom isos que evoca. Porque, es oportu­ ca en calidad de parlamentario, durante
Relaciones
no recordarlo en esta ocasión, el legado los años treinta de la República Liberal; Internacionales
de Gerardo M olina, de su obra y de su su rectoría de la Universidad Nacional, Universidad
práctica, es el de la indisoluble relación en particular entre 1944 y 1948 en los Nacional de
entre el quehacer intelectual y la políti­ Colombia.
albores de la Violencia, se hizo m em ora­
ca. M olina vivió de m anera ejem plar su ble por sus realizaciones, pero tam bién
doble condición de intelectual y de polí­ por las circunstancias que la rodearon y
tico. que le valieron un liderazgo nacional,
Se form ó al lado de hom bres renova­ ratificado cuando se le convocó com o
dores del p e n sa m ie n to de su época, m iem bro de la Ju n ta Revolucionaria que
co m o el h isto ria d o r e co n ó m ico Luis in tentó im poner algún orden en el alza­
Eduardo Nieto Arteta, el tam bién políti­ m iento popular del 9 de abril. Llegó a su

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cúspide en 1982, com o candidato presi­ m ico que com enzó estudiando los pro­
dencial del m ovim iento Firmes, funda­ blem as agrarios centrado en los cam pe­
do en 1978 en asocio, entre otros, de sinos; que se hizo vocero gubernam en­
Gabriel García Márquez, Diego M ontaña tal para hablar con los insurgentes; que
Cuéllar, Luis Carlos Pérez y Eduardo viajó a Centroamérica a escribir la expe­
Umaña Luna. En todos estos escenarios riencia negociadora de Guatemala y El
y en relación con los tem as más álgidos Salvador para com partirla luego con sus
-legislación laboral, educativa, agraria-, com patriotas, ávidos de luz para una paz
adoptó las posiciones más progresistas negociada. Chucho Bejarano, que cerró
de su tiem po y agitó ideas que chocaron su ciclo sobre el m undo rural colom bia­
con los dogm atism os doctrinarios, polí­ no escribiendo la historia por arriba, la
ticos, ideológicos o religiosos1. Al lado de historia de la Sociedad Agraria de Colom ­
todas estas incursiones en la vida públi­ bia, de la cual fue su Presidente y de la
ca ejerció con vocación y con lucidez, por que por cierto se apartó cuando se le h i­
todos reconocida, la cátedra universita­ cieron presiones inconfesables, para re­
ria: dejó huella perenne com o Maestrode gresar en su honestidad intelectual a la
toda una vida en las universidades Na­ cátedra universitaria.
cional y Libre. Aquí y allá hay una cons­ Intelectual y político fue a su manera
tante en su vida: la independencia in te­ Jaim e Garzón, el hum orista que se des­
lectual y política. pojó de su propia identidad para darle
Hoy podemos tener las más distintas rostro y voz a la sinfonía de personajes,
valoraciones de su obra, superable y su­ a través de los cuales hablaba, reía, fusti­
perada en m uchos aspectos por el sor­ gaba el país.
prendente avance de las disciplinas in ­ Función política com o intelectuales es
telectuales en las últim as décadas. Pero la que tenem os todos, ustedes colegas
lo que sí queda, subrayo, es el espíritu que galardonados y todos los presentes en
im prim ió Molina, el Maestro Molina, a tanto m iem bros de la com unidad u ni­
un quehacer que se podría sintetizar así: versitaria, de la principal universidad
firm e pero tolerante; de convicciones pública, cuyos fines son particularm en­
pero de diálogo; independiente pero no te pertinentes para el m om en to que vi­
aislacionista; crítico pero no sectario. In­ vimos, según se establece en la legisla­
telectual, político, dem ócrata... d em ó­ ción orgánica: a) Contribuirá la unidad nacional,
crata rebelde. Enaltece pues haber sido en su condición de centro de vida intelectual y cul­
convocado por los m iem bros de la Or­ tural abierto a todas las corrientes de pensamiento
den y por el Consejo Superior de la U ni­ y a todos los sectores sociales, étnicos, regionales y
versidad Nacional, a form ar parte de un locales... c) Formar ciudadanos libres y promover
núcleo privilegiado de colegas que se re­ valores democráticos, de tolerancia y de compromi­
únen bajo la inspiración de esta trayec­ so con los deberes civiles y los derechos hum anos...

toria de vida. ¡Qué más noble función política podía


atribuírsele a la com unidad universita­
ria!!
QUE EL PENSAMIENTO DEJE DE SER
OBJETIVO MILITAR
Pero al m ism o tiem po qué contraste
entre este suprem o em peño y la doloro-
Pero esta distinción m e cupo en un m o ­ sa realidad que periódicam ente ha vivi­
m ento en que la violencia se interpone do la universidad pública en años recien­
brutalm ente a la vida intelectual y al ejer­ tes. A tal punto que se podría afirmar que
cicio de la política. Porque intelectual y la ecuación cartesiana de "Pienso luego
político fue Chucho Bejarano, el acadé­ existo” perdió vigencia en Colombia. Pen-

(l) Véase de Darío Acevedo. Gerardo Molina. El intelectual, el político. Ediciones del Frente Acción Política Edu­
cativa: Medellín, 1986.
sar es una actividad de alto riesgo en este En Europa y Estados Unidos la diso­
país. Precisam ente por ello, en uno de ciación de cultura y política ha sido fá­
los carteles en que se d en u n ciab a la c ilm e n te a sim ila b le , dado el escaso
desaparición del colega y alum no Darío protagonism o de los intelectuales en la
Betancourt, el IEPRI levantaba este clamor: arena pública, con la parcial excepción
Que el pensamiento deje de ser objetivo militar. Éste, de Francia e Italia en ciertos m om entos.
creo, debería ser hoy el grito de las u ni­ Precisam ente por lo relativam ente im ­
versidades y centros de investigación a los pensable es que se hacen tan notorios
actores envueltos en el conflicto armado, los casos com o el del dramaturgo checo
cualesquiera que sean sus pretensiones y Vaclav Havel. En América Latina, por el
justificaciones. ¡Que el pensam iento deje contrario, ha habido una verdadera im ­
de ser objetivo m ilitar!! bricación histórica entre intelectuales y
política. Por eso se recibió con gran m a­
LOS DESAFÍOS lestar en el sur del continente, hace unos
años, la constatación de la tendencia que
Hoy por hoy los intelectuales colom bia­ d io c o m o re su lta d o unos p a rtid o s sin
nos tienen el in m enso desafío de res­ intelligentsia y una intelligentsia sin parti­
ponder a una triple crisis. La crisis de los dos. Era algo totalm ente anorm al en un
grandes discursos organizadores de la socie­ continente que guardaba la m em oria de
dad, el pensam iento y la acción, que ex­ intelectuales políticos com o D om ingo
hibían por doquier modelos triunfantes: Faustino Sarm iento (el Larousse lo pre­
Rusia, China, Vietnam , Cuba. Es la crisis senta com o político, escritor y pedago­
de los m etarelatos, construidos pacien­ go), José Enrique Rodó, José Martí, Car­
tem en te durante la era m oderna pero los M ariáteg u i, G erm án A rcin iegas,
que, súbitam ente, vieron estallar sus ar­ Camilo Torres, Vargas Llosa, Ernesto Car­
senales teóricos y sus fortalezas históri­ denal, para tom ar sólo algunos nom bres
cas cayendo ante los adm inistradores de de m uy dispares tonos ideológicos.
las certezas. Es lo que se ha convenido Pero tam poco se pretende silenciar los
en llam ar “crisis de los paradigmas e in ­ desencuentros, profundos a veces, en esa
auguración de la postm odernidad". No relación de intelectuales y políticos. Una
se trata de una simple "deserción" de los anécdota ilustrativa: se cuenta que cuan­
intelectuales, com o lo sugiere el sociólo­ do Domingo Sarm iento, considerado en
go norteam ericano Jam es Petras, sino del el siglo XIX el m ejor escritor argentino,
reconocim iento de un hecho de dim en­ alcanzó la presidencia de su país, redac­
siones globales para cuya interpretación tó un discurso para su posesión recha­
se quedaron sin herram ientas los in te­ zado por los políticos. El que finalm ente
lectuales de vieja m entalidad. Un reco­ pronunció fue escrito por un político,
nocim iento que no significa la adhesión Nicolás Avellaneda, adaptado a las nece­
acrítica a las virtudes del m ercado o a las sidades de la política. Es la tensión que
ilusiones del fin de la historia. se vive desde los tiem pos de Sócrates y
Crisis, en segundo lugar, derivada de Platón entre los practicantes del saber y
la dbociación de cultura y política y por lo tan ­ los practicantes del poder.
to la carencia de proyectos colectivos La tercera crisis, la más propia nues­
enu nciados por los intelectuales, que tra, es la surgida de la guerra con su esen­
bien pueden coexistir -sin necesidad de cial m ultidim ensionalidad. En efecto, en
apostasías-con los descubrimientos con­ Colombia el traum a de los intelectuales
tem poráneos de la subjetividad y con ha sido m ayor que en otras latitudes
miradas más atentas a las batallas par­ puesto que en los últim os años se han
ciales de instituciones com o la familia, ido desmarcando, casi sim ultáneam en­
la cárcel, los sanatorios, la vida cotidiana te, de la política, de los partidos, de la
y la sexualidad, retom ando a título de insurgencia y la contrainsurgencia. Cada
ejem plo los tem as preferidos de M ichel cual puede tener sus valoraciones, pero
Foucault. el hecho cierto es la disociación. Por eso
a los intelectuales se les intim ida hoy, no la sensación de im potencia. Cada vez los
tanto por estar de un lado o del otro, sino intelectuales se mueven más en un m u n ­
por no querer estar ni con el uno ni con do, no de opciones sino de amenazas y
los otros. Dicho de otra manera, refleja un coacciones. Lo subrayo no para alim en­
hecho mayor: el déficit de intelectuales en tar un sentim iento derrotista, sino para
los actores armados, y no lo ocultem os, crear conciencia sobre las dim ensiones
idéntico déficit en el Establecim iento. In­ de la crisis actual de los intelectuales, que
telectuales por doquier escépticos con es la de la sociedad.
el poder y más escépticos aún con los Pero tengo la certeza de que la U ni­
contrapoderes. Por eso hoy andam os en versidad aún puede y debe hacer m ucho
una guerra sin política y una política sin con respecto a lo que es el problema de
ideas. Rasgo del presente que a m enudo nuestro tiem po: pensar de m anera indi-
aparece sólo com o un problema de los sociable la crisis y la paz. Por supuesto,
intelectuales, que habrían pasado de "re­ no se trata de soñar y de hacer de la U ni­
beldes a dom esticados" o a contem pla­ versidad una Arcadia de consensos, en
tivos, y que sirve de excusa para rehuir donde lo posible se confunda con lo real­
cualquier cuestionam iento a las fuerzas m ente existente, sino un ágora en d on­
que han operado com o expulsoras o de proliferen y se controviertan de m a­
cercenadoras de intelectuales. nera ilimitada visiones contrapuestas de
Si la oposición y el enfrentam iento sociedad y de nación.
habían signado tradicionalm ente las re­
laciones entre los intelectuales y el poder, UNA NUEVA RELACIÓN ENTRE ACADEMIA
hoy se habla por el contrario de repliegue Y POLÍTICA
y desencanto, de derrumbe de muros, de
ilusiones, de proyectos. Pudo ser lam en­ Constatada la crisis, ¿a partir de qué re­
table en el pasado, pero lo es aún más hoy, ferentes volver a pensar la función de los
en pleno proceso de negociaciones o de intelectuales? No voy a dar lecciones a
forcejeos, cuando más se los pudiera ne­ este selecto auditorio sobre el paradig­
cesitar para aportar ideas, controvertir y ma a seguir en un cam po donde las op­
ayudar a reinventar la Colombia que que­ ciones válidas son m últiples. Enumero
remos, la que en últimas tendremos que brevem ente las aproxim aciones clásicas.
construir todos. No deja de ser dramático La que con Weber piensa que debe haber
que el papel de los intelectuales, com o ha una separación expresa entre el qu eha­
venido sucediendo con otras identidades cer del intelectual y el del político, regi­
(las negritudes por ejemplo), se redescu­ dos por principios éticos diferenciados
bra a través de la violencia, o de la guerra (ética de la convicción y ética de la res­
para usar térm inos m enos equívocos. ponsabilidad). La que con Gramsci pos­
En todo caso, no hay esa fluidez que tula que el intelectual está orgánicamente
hubo en los años treinta, y luego en los ligado a uno de los polos de la estructu­
sesenta, entre intelectuales y grandes ra social, es decir que siempre, conscien­
proyectos colectivos. De ahí tam bién la te o inconscientem ente, tiene una fun­
im portancia y la necesidad de preservar ción política. La de quienes consideran,
a la universidad pública com o aglutina­ con Maquiavelo, que la realización su­
dora de los esfuerzos por pensar y recon- prema del intelectual es ser consejero e
figurar la nación, así sea a partir de las intérprete del Príncipe. La del "intelectual
cenizas esparcidas por todo el territorio. com prom etido" de Franz Fanón. La de
Pero claro, en todo esto no se puede quienes siguiendo el ideal sartriano y
om itir otra verdad de a puño: en Colom ­ universalista asignan al intelectual la ta­
bia el silencio de los intelectuales no es rea histórica de ser "conciencia crítica" de
propiam ente prueba de abdicación. A su época y de su sociedad. La m enos
m enudo, no es que ellos callen volunta­ am biciosa del intelectual crítico especí­
riam ente, los están callando para produ­ fico, propuesta por Foucault, que apun­
cir la parálisis colectiva, el inm ovilism o, ta a develar y transform ar las prácticas y
relaciones de poder concretas en que está con el poder no pierda de vista que su
inm ersa la figura del in telectual. Y el saber es su poder. Es la circularidad en ­
m odelo más pragmático de hoy, sin pa­ tre la cátedra y la plaza que tan ejem ­
ternidad responsable con sus influencias plarm ente com binó Gerardo Molina.
y preocupaciones esencialm ente zonales, Pero ninguna de las definiciones del
el de los “expertos". En fin, tantas opcio­ papel de los intelectuales tendrá sentido
nes legítimas a los problemas éticos y si no logramos recuperar tradiciones y as­
políticos de la función de los intelectua­ piraciones dem ocráticas com o las que
les, que uno quisiera reconocer convi­ nos legó el M aestro M olina, tradiciones
viendo en la Universidad en em ulación que perm itan que algún día, en Colom ­
perpetua. Es lo natural. Im ponerle des­ bia, pensar y existir vuelvan a ser térm i­
de afuera alineaciones específicas a la nos y actividades intercam biables, que
Universidad es desnaturalizarla. se puedan volver a conjugar en todas las
Relación activa e inevitable de la aca­ formas en la vida cotidiana de la Univer­
demia con la política, sí, pero a condi­ sidad y el país. Es nuestro pliego m ín i­
ción de que la una no se disuelva en la m o com o intelectuales y pedagogos fren­
otra, sino que conserven su distancia crí­ te a los despotism os de todas las armas.
tica. Que el intelectual en sus relaciones Lo demás que corra por nuestra cuenta.
Luis Caballero
S in t it u l o
Óleo sobre tela. 1991

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