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Antropología Teológica Marcos A.

Blanco

Tema 13

La causa de la “división”.

13.1 La causa de la actual situación humana es un pecado.

a) La respuesta de la razón. (este apartado no es muy importante)


a.1) San Agustín, después de describir las miserias que oprimen al hombre, afirma:
“¿Qué es lo que queda como causa de estos males, sino la injusticia o la impotencia de
Dios, o el castigo de un primer pecado anterior? Pero, puesto que Dios no es injusto ni
impotente, sólo queda que este pesado yugo no pesaría sobre los hijos de Adán si no
hubiese existido de antemano el demérito del pecado original”.
a.2) Santo Tomás: Utiliza el argumento de S. Agustín de varias maneras.
a.3) Pascal: Aunque cree que el dogma del pecado original es bastante difícil, afirma
que si este misterio es ininteligible, mucho más ininteligible es el hombre sin este
misterio.
a.4) Newman: Dice que resulta casi tan cierto un pecado de origen como la existencia
del mundo y la de Dios.
Se pueden establecer estas afirmaciones:
(a) Tiene mayor fuerza la argumentación que toma como fundamento el
complejo de males, especialmente la incapacidad para evitar el pecado.
(b) El argumento se hace más incisivo cuando la condición humana se pone en
comparación con la descripción de Dios que nos ofrece la revelación. Dios
aparece en la Biblia no sólo como Señor, sino también como padre.
(c) El argumento vale en cuanto pone la causa de la miseria humana en uno o en
varios pecados.
(d) Podemos concluir con el Vaticano II: El hombre, en efecto, cuando examina
su corazón, comprueba su inclinación al mal y se siente anegado por muchos
males, que no pueden tener origen en su santo creador” (GS 13).

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b) La Sagrada Escritura.

b.1 Antiguo Testamento: Gen 2-3.


Es un relato etiológico (partiendo de una situación actual, e iluminados por la fe,
los autores buscan la causa de esa situación actual) por:
(a) La oposición marcada entre las condiciones de vida que preceden al pecado y las
que le siguen: p.ej. el jardín de 2,8 es sustituido en 3,18 por la tierra que produce
abrojos y espinas.
(b) Señala que la muerte es consecuencia del pecado. Esta relación entre delito y castigo
se señala:
 Como amenaza (Gen 2,16-17).
 En la deliberación de la tentación (Gen 3,3-4).
 En la ejecución (Gen 3,19.22-24).
Esta misma doctrina vuelve a afirmarse en Eclo 25,24, y de forma más profunda en
Sab 2,24.
(c) El texto yavista ve una relación etiológica también entre el pecado y el despertar de
los instintos desordenados (desorden pasional).
(d) El hecho de que los redactores definitivos del Génesis antepusieran al texto yavista
(que es más antiguo) el texto sacerdotal (más moderno), para exaltar la bondad del
mundo creado por Dios y especialmente la del hombre.

Otras versiones del Génesis sobre el origen del mal.


 Matrimonio de los hijos de Dios: Se encuentra en Gen 6,1-4. Parece
provenir de un mito cananeo que explicaba el origen de los “gigantes” por un
matrimonio entre mujeres y seres suprahumanos. El sentimiento religioso de
Israel consideró estos matrimonios como pecaminosos, y por eso mismo,
perseguidos por una condenación divina que disminuyó “los días del hombre
sobre la tierra” (Gen 6,3).
 Difusión progresiva del mal: Enoc y Noé van con Dios. La perversidad se
va difundiendo por las fechorías que se multiplican progresivamente (Gen 6,11),
hasta el punto de que Dios en un momento determinado tiene que arrepentirse de
haber creado al hombre (Gen 6,5-6).

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Resumiendo, la enseñanza del Antiguo Testamento sobre el origen del mal parece
consistir en la afirmación de que Dios no ha querido que el hombre se vea oprimido
por tantas miserias; su causa ha sido el pecado humano.

b.2 Nuevo testamento.


En el nuevo testamento late la idea de que los males de la humanidad (la muerte,
la concupiscencia, la imposibilidad de observar la ley de Dios) son consecuencia del
pecado humano.
 En relación con la muerte, está unida al pecado no sólo como a su causa
(Rom 5.12 y otros), sino que ambos, muerte y pecado, son dos manifestaciones
del dominio diabólico en el que ha caído la humanidad (Jn 8,44; Heb 2,14).
 En relación con la concupiscencia prevalece la convicción de que no existía
al principio (Mt 19,3.12; Mc 10,1-8).
Pablo se sirve de la etiología del Génesis para exaltar la influencia salvífica de Cristo,
nuevo Adán, en dos textos: 1Cor 15,20-23 y Rom 5,12-21. Estudiaremos este último.

Rom 5,12-21 (muy importante):


1. Se trata de un pecador (v. 12,15,16,17,18,19), que se opone como tipo a “un solo
hombre, Cristo” (v. 15,18,19,21).
2. Se trata de una acción pecaminosa (: Transgresión, v.14;
: delito, v. 15,17,18,20; : desobediencia, v. 19), que se
opone a la acción de Cristo, descrita como  (don, v. 15),  (regalo,
v. 16),  (justicia, santidad, v. 18),  (obediencia, v. 19), 
(gracia, v. 20).
3. A través del pecado de uno, toda la multitud queda sometida a una nueva
condición, caracterizada por tres conceptos claves:
 El pecado: entra en el mundo, todos han pecado, todos son constituidos
pecadores, el pecado reina.
 La muerte (entendida como ruptura, no la muerte transformación): ha reinado, es
el término de ese proceso que es el pecado.
 El juicio: el destino a la condenación.

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Pues esa condición de la multitud, causada por el pecado, se opone a la


condición causada por la obediencia de Cristo, que es gracia, vida, justificación y
justicia.
4. Existe una conexión causal entre la acción pecaminosa del inicio de la historia y
la condición de la multitud, designada con las partículas  (v. 12,16,18,19), 
(v. 16), o por medio del ablativo causal (v. 15,17); con idénticas expresiones se
señala la influencia de Cristo en el mejoramiento de la condición humana.
Resumiendo, según Pablo, los hombres han caído bajo el reino del pecado, de la muerte
y de la condenación, a causa de un pecado cometido por un hombre.

c) Desarrollo dogmático.

c.1 San Agustín: En oposición a Julián de Eclana, niega que las miserias actuales
hayan podido afligir a la humanidad independientemente del pecado. Este argumento,
aplicado a los niños, que no han cometido pecados personales, demuestra para San
Agustín que el pecado ha sido cometido por el primer padre de todos los hombres.

c.2 El concilio de Cartago XVI (año 418, ya hemos hablado de él): Enseña el
carácter penal de la muerte (FIC 241-242).

c.3 El concilio de Orange (año 529): Condena a los semipelagianos (en toda obra
buena la iniciativa corresponde solamente al hombre con su voluntad, en un segundo
momento actúa la gracia de Dios) y afirma (FIC 245-246):
 El hombre, por el pecado de Adán se ha convertido en peor (“in deterius”).
 La libertad ha quedado dañada.
 Vuelve a condenar la doctrina pelagiana como ya lo había hecho el concilio
de Cartago XVI.

c.4 El Concilio de Trento (año 1546):


Sesión V (FIC 248-252):
 Canon 1: Trata del pecado original originante (pecado original y sus
consecuencias para Adán).

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 Canon 2: Trata del pecado original originado (la transmisión del pecado de
Adán a su descendencia).
 Canon 3: Trata del pecado original y su remedio:
 Es un solo pecado.
 Se propaga por herencia.
 Está en cada uno como propio (“inest unicuique propium”).
 No se quita por las propias fuerzas de la naturaleza.
 Sólo se quita por el bautismo.
 Canon 4: Trata de la necesidad del bautismo; por él se perdonan todos los
pecados.
 Canon 5: Redactado contra los protestantes, que niegan la remisión del
pecado por el bautismo, trata sobre la naturaleza del pecado original ( ver tema 12
de estos apuntes, apartado c.1, pág. 69) . Afirma que el bautismo borra el pecado y el
reato del pecado.

Sesión VI (FIC 832):


 Capítulo I: Por el pecado original no perdemos la libertad pero sí queda
atenuada.

13.2 El pecado del mundo y el primer pecado: interdependencia mutua en las


acciones libres de los hombres.

a) Concepto de “pecado del mundo”.


La situación de cualquier hombre está sometida a la influencia de todos los
pecados cometidos en el ambiente en que está situado. Todos los pecados están unidos
de alguna manera entre sí, bien porque un pecado provoca la imitación, bien porque
suscita una reacción igualmente pecaminosa. Además, los pecados particulares forman
una especie de unidad, ya que todos los pecadores se ven empujados por un mismo
espíritu a la búsqueda de su propio bien individual, excluyendo toda norma superior.
Por eso se suele hablar de pecado del mundo, como de una fuerza que reina, que
inclina a los hombres a multiplicar los pecados y les impide construir una verdadera
existencia humana. Este pecado del mundo es el mal que Jesucristo ha venido a quitar
(Jn 1,29).

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Según comenta Pablo VI, “el concilio, siguiendo el ejemplo del mismo San
Pablo, no presenta al pecado original como la única fuente del mal de la humanidad”.
Por eso es legítima la tendencia, hoy bastante difundida entre los teólogos, a explicar la
condición natural de la humanidad, fijándose en el pecado del mundo, esto es, en todos
los pecados cometidos por la humanidad, en el pasado y en el presente.

b) Valoración y eficacia del primer pecado.


b.1 ¿Pecado original originado sin pecado originante?
La inmensa mayoría de los teólogos católicos actuales responde que la idea del pecado
originado implica ineludiblemente la del pecado originante. Las razones de esta
convicción mayoritaria son tanto de carácter positivo como de índole especulativa.
 Razones de carácter positivo:
 Escritura:
- Gen 2-3: Intención etiológica del relato yavista.
- Rom 5,12ss: Pablo explica la irrupción de la hamartía apelando a
la iniciativa histórica de Adán.
 Magisterio:
- Canon 1 de Trento: Afirma (como mínimo) una ruptura en el plan
de Dios producida al comienzo de la historia por Adán.
Todos estos documentos inclinan a la aseveración de un pecado
originante que funciona como supuesto previo del pecado originado.
 Razones de índole especulativa: Quien asuma la realidad de un estado
nativo de pecaminosidad, que precede a la opción personal, no podrá menos de
preguntarse cómo se justifica tal estado. ¿Por qué nacemos todos pecadores? La
respuesta obvia y por ello mayoritaria, ha de remitir a la responsabilidad
humana, es decir, a un pecado histórico, para buscar en él el factor
desencadenante de la universal pecaminosidad. Fuera de esta justificación, sólo
nos queda:

 O la fijación metafísica del poder del mal (sistemas dualistas).


 O la poco razonable aceptación del misterio de iniquidad como
nudum factum (hecho al desnudo) sustraído a cualquier intento de
indagación.

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Así pues, y con palabras de Rahner, la existencia de una situación universal


contraria a la voluntad divina, en cuanto es un estado que no debiera darse, presupone
que ha sido causada por una culpa; en efecto, sólo la culpa personal puede fundar
el no ser de algo que, según el querer de Dios, debiera ser.

Resumiendo: Si se prescinde de un pecado originante, no hay modo de garantizar la


existencia y extensión del pecado originado:
 O se roza en un neopelagianismo (la culpa es sólo responsabilidad personal).
 O se recae en un neoagnosticismo (la pecaminosidad es un defecto inherente
a la naturaleza humana, endosable al autor de esta naturaleza, Dios).
Con otras palabras, es menester fundar en una causa histórica y humana el
nudum factum del pecado de todos si se quiere, por una parte, mantener ese factum,
y por otra, librar a Dios de la responsabilidad del mismo.

b.2 “Adán” ¿quién es?


A la teología no le interesa la personalidad histórica de Adán, sino su función
introductoria del reino del pecado. Adán es una cifra; es, precisamente, la cifra de una
mediación humana (Dios, porque así lo ha querido, se sirve de mediaciones para llevar a
cabo su proyecto de gracia: Jesucristo).
El hombre es un ser social, lo que significa que no puede relacionarse con Dios
directamente, sino en la mediación del tú humano. Al comienzo de la historia, esta
mediación en vez de ser receptora y transmisora de gracia, la ha rechazado,
respondiendo a Dios con un no. Es justamente la mediación fallida de esa libertad
opuesta a Dios lo que se designa con el término “Adán”.
Dando un paso más, si nos preguntamos cómo concebir el pecado originante, las
respuestas posibles son tres teorías:

A. Monoculpismo: El primer pecado de la historia basta por sí solo para constituir


el pecado originante. Es la tesis de Flick-Alszeghy. La especie humana, cuando llegue a
ser sujeto de opciones ético-religiosas (cuando llegue al Homo sapiens sapiens), la
evolución habrá de dar el salto a lo sobrenatural, efectuado libremente por una decisión
de la persona solicitada en tal sentido por Dios. Es ése el punto crítico del proceso
evolutivo. Como afirma el autor: “Parece probable que, aunque todos los pecados
ejerzan una causalidad sobre la condición actual humana, sin embargo el primer pecado

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ha tenido un “estatuto” especial, ya que su eficacia es cualitativamente diferente de la


eficacia de todos los pecados subsiguientes. Tuvo que haber un salto cualitativo, por el
que la humanidad se hizo incapaz de realizar su propio fin”.
También Rahner apoya esta teoría, y cree teológicamente obligado sostener la
importancia única del primer pecado. El carácter decisivo del primer pecado posee una
específica virtualidad conformadora del mismo.

B. Policulpismo: Propuesta por Schoonenberg en el Catecismo Holandés: el


pecado originante es el pecado del mundo, entendiéndose éste por el conjunto de
acciones pecaminosas cometidas a lo largo de la historia. No es preciso reconocer un
influjo especial al primer pecado; éste sólo es un eslabón más en la cadena.
La pregunta que suscita de inmediato es ésta: Si el primer pecado no es
todavía el pecado originante, ¿cuándo y cómo puede darse éste por constituido?
Schoonenberg pensó en un primer momento que se habría dado en el asesinato del Hijo
de Dios; actualmente ha abandonado esta conjetura, pero sigue dejando sin respuesta a
la pregunta.

C. Concasualidad del primer pecado y de los restantes: El primero en proponerla


ha sido Smulders (también la apoya Ruiz de la Peña). El pecado originante sería una
magnitud dinámica, no estática, que comienza a producir su efecto desde la comisión
del primer pecado histórico, y que se va engrosando, a modo de bola de nieve, con todos
los pecados personales.

Resumiendo: Ni un monoculpismo estricto ni un policulpismo acéfalo responden


satisfactoriamente a la pregunta sobre el sujeto del pecado originante; el primero porque
adolece de una concepción “robinsoniana” (¿por qué el pecado más alejado de mi
historia va a influir en mí, sin que me influyan los más cercanos?); el segundo, porque
pasa por alto el hecho de que toda realidad social tiene siempre su raíz en una acción
personal destacada.
Habría que concebir las dos primeras versiones de “Adán” como
complementarias; no como antinómicas (Ruiz de la Peña).

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13.3 El primer pecador ¿fue padre de todos los hombres?

a) La enc. Humani generis y el poligenismo.


(lo vimos en el tema 9, apartado 9.3.2, pág. 55)

b) Intentos de explicación para poder conciliar el poligenismo y el pecado


original.
Las reservas de la encíclica anterior sobre el poligenismo se basan en la dificultad
de cómo conciliar éste con la doctrina de fe sobre el pecado original. La teología
contemporánea ha elaborado algunos caminos por los que esta conciliación no parece
tan difícil. Veremos tres modos:
b.1 Primero: Recurre a la hipótesis de un pecado colectivo, cometido por todos
los representantes del género humano al comienzo de la historia.
b.2 Segundo: Creen bastante inverosímil que los primeros hombres, aparecidos en
la tierra quizá en diversos lugares, hayan podido conspirar para poder cometer un
pecado común, y suponen que al principio la humanidad fue emergiendo solamente de
forma progresiva de un estado infantil, y consideran como sujeto del pecado de origen
al individuo (o grupo de individuos) que fue el primero en llegar a poder distinguir entre
el bien y el mal, en el horizonte de la libertad.
Ninguna de las dos anteriores convencen; en el fondo sigue siendo un misterio.
Apuntaremos una tercera, que aún desde otro misterio, la Redención, es la que más luz
nos puede dar.
b.3 Tercero: Propuesta por Ladaria. Nos propone que en vez de remontarnos al
origen para aclararnos algo respecto al misterio del pecado original, lo veamos desde el
misterio de la Redención para que desde aquí intentemos “comprender” algo ese
misterio del pecado que está en el origen: Cristo murió por todos los hombres y por
todos los pecados, luego en el origen tuvo que haber pecado (“y no se le puede dar
más vueltas”).
El poligenismo excluye la unidad del género humano solamente en una visión
fixista. En una visión evolucionista, no se niega la unidad de descendencia: todos los
hombres provienen de una materia primordial común, creada por Dios en orden a la
hominización. Todos los primeros hombres han nacido de las formas inferiores bajo el
influjo del mismo concurso creativo. La comprensión del influjo (negativo) ejercido
sobre todos los hombres por aquel que no es físicamente su padre, se ve facilitado por el

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concepto bíblico de la personalidad corporativa (igual que las mediaciones). En la


escritura se describen casos en los que un acto singular de una persona física determina
la situación de una colectividad delante de Dios, porque la comunidad entera está como
encarnada en aquella persona (Abrahan, Moisés, David, y principalmente Jesucristo), y
por tanto también se puede aplicar al primer pecador.
Cuando el concilio de Trento dice que el pecado de Adán “se transmite por
propagación, no por imitación” (FIC 250), afirma categóricamente que todos tienen el
pecado original, antes de que puedan imitar el pecado de Adán, por el mero hecho de
entrar a formar parte de la humanidad, pero no parece que la intención didáctica del
concilio ponga en este mismo plano la afirmación de que sea necesaria la descendencia
física de Adán para contraer el pecado original.

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