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Director Coordinador
Tratado de cultivo
sin suelo
3.a edición
re v isa d a y a m p lia d a
E d ic io n e s M u n d i- P r e n s a
M a d rid • B a r c e lo n a • M é x ic o
2004
G rupo Mundi-Prensa
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La información de cada capítulo es exclusiva responsabilidad del autor o autores del mismo.
L a recompensa por salvar las dificultades que plantean los cultivos sin suelo se
ve ampliamente compensada por la obtención de productos en cantidad, calidad y
sanidad global de la cosecha magnífica.
A los amigos y colegas que me acompañan en estas páginas les agradezco sin
ceramente el acceder a compartir con nosotros sus conocimientos y experiencia.
V II
Relación de capítulos y sus autores
IX
7. L a disolución de fertirrigación
M ig u e l U rre sta ra z u G a v ilá n
X
15. Semilleros en sistema flotante
G ild a A s trid C a rra sco S ilv a
XI
índice
PARTE 1
G eneralidades. Aspectos fisiológicos, bases físicas, quím icas y biológicas
p a ra el cultivo sin s u e lo .........................................................................................
P A R T E II
M a n e jo : sustratos, fe rtirrig a c ió n , clim a y fito s a n id a d ............................... 159
P A R T E III
C u ltivos com erciales ........................................................................................ 539
X III
17. C ultivo en lana de r o c a ................................................................................ 603
18. C ultivo en fibra de c o c o .............................................................................. 637
19. Cultivos en sustratos alte rn a tivo s............................................................... 669
P A R T E IV
Eje m p lo s de cultivo s .......................................................................................... 701
PARTE V
Aspectos am bientales y e c o n ó m ic o s ................................................................ 847
PA RTE VI
A p é n d ic e s ............................................................................................................. 883
X IV
PARTE I
, ,
GENERALIDADES. ASPECTOS FISIOLÓGICOS
BASES FÍSICAS QUÍMICAS Y BIOLÓGICAS
PARA EL CULTIVO SIN SUELO
i
1 Bases y sistemas de los cultivos sin suelo
3
continente antártico, las naves espaciales o el actual auge que está teniendo en cier
tas regiones de Latinoam érica la llamada H id r o p o n ía P o p u la r (Izquierdo, 1996),
basada esta última en la producción para el autoabastecimiento con escasos medios
e infraestructura muy simple.
En las modernas instalaciones tanto de investigación com o de producción co
mercial, que en nuestra comarca se realizan en invernadero, se controlan los s i
guientes factores:
• M icro clim a tal y com o se em plea en cultivo en suelo tradicional (enarenado),
se estudia en más detalle en el capítulo 10.
• Com plicados sistemas de fertirrigación cuyas principales características y
condiciones modernas a considerar son (figura 1.1):
■ Sectorización de los diferentes circuitos:
- Zona de cultivo donde se disponen las tablas, sacos o contenedores (un i
dades de cultivo).
- Sistema de filtrado y limpieza.
- C ircuito de retorno para la recirculación de la disolución nutritiva y tan
que de reserva.
- Dosificadores y entrada de refresco.
■ Inyección individualizada de la solución por planta o grupo de plantas.
■ V ig ilan cia continua de los diferentes circuitos donde se establecen los c o n
tro le s de fertirriego:
- Flu jo de la disolución nutritiva y drenaje.
- Conductividad eléctrica y pH por sondas específicas.
- Se están desarrollando otros electrodos selectivos (M orad , 1997).
■ Toda la inform ación se centraliza en un ordenador que, con unos algorit
mos de funcionamiento flexible y en realidad cada vez más complejos, re-
troalimentan a los diferentes componentes y circuitos.
A filtrado
y limpieza
Unidad
de
refresco
Figura 1.1. Esquem a general de una unidad experim ental de cu ltivo sin suelo
(Gieling e l a l., 1995).
4
U na descripción más detallada de la historia de los cultivos sin suelo se puede
encontrar en el artículo de Steiner (1985) y sobre los aspectos de su aplicación en
estudios de nutrición mineral los descritos por Benton Jones (1982).
1.3. Clasificación
HIDR0P0N1A Cultivo en medio exclusiva Las plantas sumergen su aparato radical en la solución nutritiva y son sostenidascon sistemas
PROPIAMENTE mente líquido ( Waterculture) diversos según la especie
DICHA
Cultivo en sustrato sólido, L a solución nutritiva atra Por irrigación superficial dis Con recuperación de la solu
inerte y poroso (las plantas viesa el sustrato de arriba a continua (sfo/i method) ción nutritiva
están ancladas al sustrato! abajo, por percolación (sind Sin recuperación de la solu
culture) ción nutritiva
SF.MI- Cultivo en sustrato sólido, E l sustrato está mezclado a pequeñas cantidades de turba u La solución nutritiva es sumi
HIDROPONIA inerte y poroso (las plantas otros materiales que absorben la solución nutritiva nistrada con uno de los méto
están ancladas al sustrato) dos arriba mencionados
E l sustrato está mezclado a materiales sintéticos (resinas! in- Suministro de sólo agua
lercambiadoras de iones saturados oportunamente de los ele
mentos nutritivos necesarios, antesde la actuación del cultivo
Benton Jones (1983) recoge la clasificación de los sistemas de cultivo sin suelo
de Larsen:
5
Cultivos en sustrato
Cultivos en agua Orgánicos Inorgánicos Mixtos
1. N F r (N u tría n Film 1. Mezclas de turbas 1. Grava 1. Turba-vermiculita
Technique) 2. Corteza de pino 2. Escoria volcánica 2. Corteza de pino-
2. Aeroponía 3. Cascarilla de arroz 3. Vermiculita vermiculita
3. En disolución nu 4. Etc. 4. Etc. 3. Etc.
tritiva continua
mente aireada
A . C ultivos en agua
Cultivos
B. C ultivos en sustratos
Cultivos sin suelo hidropónicos
B l . Sustratos inertes
B2. Sustratos orgánicos naturales
L o s in ic io s : s iste m a G ericke
L a figura 1.2 muestra un esquema de los primeros cultivos com erciales des
arrollado por G ericke (1929, 1937 y 1938). Básicam ente consistían en unos cana
les realizados inicialmente con cartón recubierto con una capa bituminosa y poste
riormente construidos con hormigón también con esta misma capa bituminosa para
aislarlos de la disolución nutritiva. Sus dimensiones correspondían a 0.6 m de an
cho por 15 cm de alto y 10 n i de largo, en la parte superior encajaba una bandeja de
malla metálica, que lógicamente también iba recubierta con una capa de pintura as-
6
Espacio entre las dos formas
Tanque construido en cemento de raíces especializadas,
reforzado u otros materiales favorece el desarrollo de la
planta
Estructura de malla
metálica sobre la Disolución nutritiva
solución para donde tiene lugar
soportar las plantas la mayor parte del
en la bandeja desarrollo radical
7
bujeo de aire continuo con un compresor, un ejem plo se puede observar en la figura
1.3 diseñado con fines científicos. Su facilidad de construcción así como su flexi
bilidad para el uso en unidades caseras (Resh, 1992) lo hacen m uy recomendable,
también se ha utilizado con fines com erciales (figura 1.4). E n general, por debajo
de los 3-4 m g L 1 (G islerp d y Kempton, 1983) de oxígeno disuelto en la solución,
se produce una dism inución en el crecim iento radical, apareciendo un colo r pardo
de éste, tal vez sea el síntoma más precoz y fácilm ente detectable de los primeros
problemas al respecto. U na consecuencia secundaria, al dism inuir el oxígeno, es
la aparición de poblaciones de microorganismos no deseados en el medio, la im
portancia de este factor se ve al observar la estrecha correlación exponencial entre
la concentración de oxígeno en la solución nutritiva y los pesos secos de la raíz y
vastago (Zeroni e l a i , 1983) (v e r también capítulos 3 y 4). E n todos los sistemas
que trabajan a disolución recirculante es posible aumentar la oxigenación provo
cando un salto del drenaje en el tanque de recogida. Según nos recomienda C a
rrasco e Izquierdo (1996) el salto debe ser de al menos 50 cm tanto en la caída de
retorno del drenaje, com o en el agua de relleno para la preparación de la disolu
ción (ver figura 6.17). Se han recomendado también para este mismo fin especia
les diseños com o los que muestra la figura 1.5, en ellos a la disolución en el re
torno no sólo se le hace saltar para provocar esta turbulencia, y así su oxigenación,
sino que también se le obliga a atravesar una pieza perforada diseñada para que
aumente la superficie de contacto con el aire, y consecuentemente su oxigenación.
Cuando se trata de un sistema N F T . ver también su capítulo correspondiente
(capítulo 13), el propio diseño permite ir aumentando la oxigenación de la disolu
ción nutritiva a medida que ésta circula por el canal (tabla I . I ), esto ocurre cuando
no está en condiciones de cultivo, sin embargo en la práctica la demanda de oxí
geno por las raíces es superior a la oxigenación que el especial diseño físico del sis
tema genera en la disolución circulante (v e r figura 1.6). D e nuevo en un sistema
Microbureta
Figura 1.3. D iseño de una unidad de experim entación con burbujeo com o fuente de aireació n
de la disolución n u tritiva (Gil de Carrasco e l a l., 1994).
8
Compresor de aire Grifo de evacuación
9
Figura 1.5. Esquem a del equipam iento com plem entario p ara un sistem a de N F T
(Winsory Schwarz, 1990, y Noguera, 1993).
T A B LA 1.1
Disminución de la presencia de oxígeno (m g I r ' ) en función de la distancia
al punto de inyección de la disolución nutritiva en un cultivo en N FT
10
TA BLA 1.2
Solubilidad del oxígeno en agua expuesta al aire saturado de humedad
y una atmósfera de presión
11
P E P IN O TOMATE
Agosto (26° C) Septiembre (24,5° C)
y 8 ,2
y 8,4
Media = 8,3
Media = 6,2 ■
5,0
Puntos de
medida
. 6,0 7,5
5.9
7 9\ >,7
3,3
Media = 4,8 .
□. ■
- 3,8 7,3X
co
rco
O
Ubicación de
las plantas
Figura 1.6. Esquem a de la dism inución d e l oxígeno (mg L ') en la disolución n u tritiva que
experimenta un cu ltivo de pepino y tom ate en un can al de N F T (Gislerod y Kempton. 1983).
12
Balance de oxígeno en la disolución nutritiva
Factores que afectan a la demanda Factores (pie afectan a la oferta posible
del aparato radical desde la disolución nutritiva
V con la temperatura del sustrato ■*. solubilidad del O, con la temperatura
V con la radiación solar V la velocidad de difusión del oxígeno con la
temperatura
13
Respecto a la tem p eratu ra ya hemos comentado que juega un papel muy impor
tante sobre el oxígeno en la disolución nutritiva, por ello es difícil discernir cuándo la
temperatura juega un papel importante de por sí, o lo hace a través de su efecto en re
lación con la limitación de la cantidad de oxígeno presente en la rizosfera. S e ha des
crito una fuerte disminución en la absorción de diversos nutrientes como N, P, K y C a
en cultivos hidropónicos cuando la temperatura es baja de unos 10 a 13° C (C hu y
Toop. 1975; Cornillon. 1980; Engel y Marschner. 1990; Com illon y Fellahi. 1993;
Cornillon y Obeid, 1993; Engel. 1993), en los mismos trabajos antes mencionados y
de otros como los de Adam s y Massey (1984) se puede deducir que cuando la tem
peratura se sitúa sobre los 20 a 2 5 ° C (hasta los 30 ° C según el caso) parece que se in
crementa fuertemente esta absorción, y no existe una gran fluctuación en su influen
cia dentro de estos márgenes. Po r encima de estas temperaturas no se permite un
buen desarrollo de las plantas en cultivos hidropónicos. provocando algunos efectos
no deseados como la subida a flor en los cultivos de lechuga.
S istem as h id ro p ó n ic o s flo ta n te s
14
Figura 1.7. Esquem a de dos bancadas de un sistem a hidropónica flotante, en una de ellas se
lia elim inado una unidad de cultivo p ara ver e l sistema radical.
15
Perforación para
introducir las plántulas
Espuma plástica
que cubre la
totalidad del canal
Canal
Tubo de suministro
Tubo rebosadero de la disolución
nutritiva
la disolución
controlado
rebosadero
--------------------------------------------- -----
16
N utrien t F ilm T e c n iq u e (N F T)
Aeroponía
De forma general se presentan dos grandes diferencias con los cultivos en agua
(ver también apartado 6.3):
a) L a aireación es mayor que en los cultivos en agua, incumpliéndose esta re
gla general sólo en caso de estar totalmente ocupada su porosidad con la
fase acuosa de forma permanente. Po r lo tanto en los cultivos en sustrato
son menos frecuentes los problemas de hipoxia radical, por lo que el uso
de los sustratos supone la solución a uno de los principales problemas de
los cultivos en agua.
b) Por el contrario, cuando se usan los sustratos hortícolas, no existe una ili
mitada disponibilidad de agua constante para las raíces, por tanto ésta si
tuación mal manejada podría dism inuir o cuando menos lim itar algún pro
ceso biológico de la planta. Este problema puede surgir por dos razones
básicas: l ) por disponer de una cantidad de agua limitada cuando sea ne
cesaria, y/o 2) que la tensión a la que esté retenida ésta sea superior a la re
comendada (ver capítulos 4 y 5). Este es el inconveniente de estos cultivos
frente a los cultivos en agua.
17
Para conseguir la mejor producción en los cultivos sin suelo en sustrato, es ne
cesario encontrar el punto de equilibrio entre agua-aire mediante el manejo del
riego y fertirriego con la frecuencia y duración del mismo ajustada a las necesida
des de las plantas y características físicas del sustrato.
A continuación se describen los diferentes sistemas de cultivo sin suelo usando
sustrato, m orfología y el volumen del contenedor de cultivo com o criterios de c la
sificación de este apartado.
C u ltivo en arena
18
Capa impermeable
de polietileno
Tuberías perforadas de drenaje
B)
Contenedor
de PV C
C)
Orificio de
drenaje
Rebaje para la
calefacción
todas las anteriores, que finalmente lleva el drenaje al exterior del invernadero. La
distancia entre las tuberías de drenaje es de 1.2 a 1.8 m . dependiendo de la granu-
lometría de la arena utilizada. A s í. para mantener un correcto drenaje a granulóme-
tría más fina corresponde a la distancia entre tubería menor. E l grosor del lecho de
arena en donde se cultiva es de unos 30 cm de espesor y sobre e lla se dispone el sis
tema de riego localizado por goteros. L a granulometría es un factor m uy im por
tante, no siendo recomendables las arenas que tienen una alta proporción de granos
de tamaño muy lino (m enor de 0 ,15 m m ).
E l sistema requiere, en este tipo de ambiente m uy árido, de hasta 8 riegos dia
rios. E n cuanto al drenaje se recomienda no sobrepasar del 8 a 10% (R csh , 1992).
C ultivo en b an c ad a de arena: se construyen de albañilería o están excavadas
en el suelo. U na vez nivelado el terreno se coloca una lám ina de polietileno o se re
aliza una im permeabilización y aislamiento con pintura epoxi, sus dimensiones
suelen ser de i m de ancho por varios de largo. Po r lo demás su funcionamiento y
diseño coincide con el apartado anterior, salvo en el hecho de que el riego suele ser
por una única tubería en sentido longitudinal que funciona con riego por subirriga-
ción y posterior drenaje a través de la misma. Este sistema sería m uy sim ilar a los
cultivos en grava donde se rellenaría con este material la totalidad de la bancada.
C ultivos en sacos y contenedores. Este siguiente paso consiste en pasar de
ocupar el sustrato de cultivo toda la superficie del invernadero a limitarse a líneas
coincidentes con el sistema de fertirriego. Inicialm ente consistía en rellenar de
arena una lám ina de polietileno bicolor, con el color blanco hacia el exterior. Sus
dimensiones son de unos 30 cm de ancho y varios metros de largo dependiendo de
la estructura del invernadero y la dirección de su colocación (figura 1.9 B y foto
grafía 1.4). Los dos extremos se cierran y el drenaje se realiza por orificios perió
dicos en la base de este contenedor, a principio de la década de los 90 había unas
490 ha (M artínez y G arcía. 1993) y en la actualidad se estima que existen más de
700 ha con este sistema en la región de M u rcia y Alicante. Otro sistema sim ilar de
nominado localmente en c a n a le ta consiste en unidades de cultivo también alarga
das con unas dimensiones que se detallan en la figura 1.10. Están hechas de un ma
terial resistente com o el propileno y se surten en rollos de gran longitud que
facilitan su transporte, son cortados y montados in s itu permitiéndole por ello una
gran versatilidad de adaptación a los diferentes invernaderos. Aparte de la propia
arena se pueden rellenar de sustratos como perlita, fibra de coco, cualquier sustrato
alternativo o bien mezclas de ellos. U na de sus ventajas es que suelen arrojar ma
yor proporción de volumen de sustrato por planta.
Esta unidad de varios metros de largo se puede sustituir por sacos individuales
o contenedores plásticos que evitan la propagación de los problemas fitosanitarios
radicales (figura 1.9 C y fotografía 1.10), por tanto este tipo de agrosistemas podría
ser considerado en el apartado siguiente.
C o m p on e nte s y fu n c io n a m ie n to b á s ic o en lo s c u ltiv o s
en c o n te n e d o re s in d iv id u a le s
20
Pendiente general mínima (1-2%)
2I
Figura 1.10. Esquema general de una bancada o canaleta de cultivo de rosa usando perlita como sustrato.
damente todos, ya que cada uno se explica en su capítulo correspondiente y en es
pecial en el capítulo 5. tampoco son absolutamente imprescindibles para el co
rrecto manejo y la máxima producción todos los elementos que describimos aquí.
E l funcionamiento básico respondería (figura l . l I ) a la siguiente descripción he
cha en función de su ubicación:
A. Componentes previos al cultivo:
• Elementos propios del sistema de fertirrigación.
• Centros de recogida de información: sensores.
• Unidad de procesado de la información.
B. Zona de cultivo:
• Red de distribución de la fertirrigación.
• Recogida de información en el cultivo.
• Unidad de cultivo individualizada.
A. C o m p o n e n te s p re v io s al c u ltiv o
22
Solarimetro
l jopas
23
Figura 1.11. Infraestructura básica tlel procesa de fertirrigación para cultivos sin suelo.
que las de riego en las que. en función de su tamaño, se realiza la mezcla directa con
los fertilizantes y ácido: de aquí, y una vez controlada la C E y el pH final mediante
pHmetros y conductivímetros portátiles, es bombeada directamente a la zona de cul
tivo (ver su manejo en el capítulo 7). E l tercero de los sensores es el de radiación so
lar (solarímetro). no es imprescindible por lo que no siempre está presente en el sis
tema que describimos, se suele colocar en el techo de la caseta, cercano a la
ubicación del ordenador; si bien este método es muy usado en otras partes del
mundo como en el centro de Europa, Reino Unido y Norteamérica (U S A y Canadá),
en el sur de España su uso no está generalizado (ver su manejo en el capítulo 5), en
la escasa información que sobre este tema existe (Moreno. 1997) se puede estimar
en la actualidad su uso en un 17% de los cultivos sin suelo (fotografía 1.5).
U nidad de procesado de la inform ación. Este componente del sistema pro
cesa la información de tres entradas fundamentales C E . pH e intensidad lum i
nosa. es aquí conveniente resaltar que aunque el objeto de este capítulo sea sólo
describir el funcionamiento de los componentes de fertirrigación. este sistema
informático es también el que puede recibir y controlar toda la inform ación c li
mática en el invernadero (en su caso) tanto de: a ) recepción de los datos (senso
res de humedad relativa ambiental, temperatura, C 0 2, etc.); b ) el procesado de
los algoritmos matemáticos de las funciones programadas, y c ) como resultado
em itir las respuestas en forma de órdenes sobre las acciones de control clim ático
(abertura de ventanas, acción sobre calefacción-refrigeración, hum illcadores am
bientales. aporte de C 0 2. etc.).
Los valores de la C E retroalimcntan a las proporciones de aporte de los tanques
de fertilizantes sobre unos valores bases previamente establecidos y programados en
el ordenador. De igual forma actúa el valor del pH sobre el tanque de ácido, que suele
ser de menor volumen, así como el valor de la radiación recogida por el solarímetro1.
B. Z o n a de cu ltivo
24
queta (v e r figura 1.11) que se puede clavar en el mismo contenedor o cepellón de
las plántulas tal y com o provienen de los semilleros. Transcurrido el tiempo nece
sario para el arraigo de éstas en el contenedor de cultivo definitivo, se trasladan a
zonas más lejanas del cuello de la planta y así evitar problemas de alteraciones pa
tológicas de éste a la vez que se permite una m ejor distribución del riego y aprove
chamiento del contenedor, si bien este punto es discutido por los diversos autores
(ver capítulo 17). E l final de la línea de riego portagotero está rematada por una
llave que facilita las labores de limpieza de las tuberías (ver también capítulo 17).
Recogida d e inform ación en el cultivo. U na de las principales fuentes de in
formación sobre la buena marcha del cultivo se realiza mediante el seguimiento del
drenaje (figura 1.12). Se puede m odificar la componente a gracias a la información
recogida desde el cultivo con las componentes b y d. y más rara vez a través de c.
Cada una de ellas es tratada en detalle en su capítulo correspondiente, por lo que
aquí no mostramos m ayor información. Podemos clasificar la información de la d i
solución nutritiva en dos facetas:
• Disolución nutritiva disponible para la rizosfera: en ciertos sustratos como la
lana de roca es frecuente el uso de jeringuillas (fotografía 1.6) para la extrac
ción de muestras y así poder analizar la disolución disponible por las plantas
por sus aparatos radicales. Aunque se han descrito métodos similares para
perlita, en la práctica no se realiza más seguimiento que el análisis de los dre
najes. E l método de la jering uilla también se usa en sustratos como la fibra de
coco (ve r también apartado 8.8.2), aunque en ésta incluso se puede usar la
presión de las manos para extraer el fluido necesario com o para medir la C E .
• Inform ación proveniente del drenaje de la unidad de cultivo: el drenaje de la
disolución nutritiva que se elim ina del cultivo aporta una información vital
tanto en su aspecto cuantitativo com o cualitativo. Esta información es la que
se utiliza com o retroalimentación para variar el número de riego y su compo
sición (figura I . I 1) (v e r también apartado 7.7).
E s la base de un buen manejo del sustrato com o se verá en sus capítulos corres
pondientes.
Una vez que hemos tratado las fu en tes de inform ación que en el cultivo hay
que controlar, pasaremos a la descripción física de sus com ponentes y su funcio
namiento se puede enumerar como:
• E l gotero de control de entrada de la disolución nutritiva.
• L a bandeja de drenaje.
• L a bandeja de riego por demanda.
G otero de control. Se utiliza como validación del sistema de fertirrigación en
su conjunto, permite verificar la bondad del funcionamiento, es decir compara la
programación teórica de cada uno de los factores que hemos considerado con la sa
lida real que termina en la planta o grupo de ellas. A veces se utiliza el mismo go
tero que llega a la planta separando éste desde su ubicación hasta el recipiente de
muestreo, pero lo más habitual es que exista un gotero idéntico al que va a las plan
tas de forma fija conectado a un recipiente que debe ser más o menos hermético
para evitar la evaporación, y protegido de la luz, con el fin de evitar la evaporación
y el crecim iento de las algas y microorganismos.
25
En tra d as
Riego
E
Cuantitativamente
Volumen
Proporcionalmente
Calcio
Magnesio
Sulfato
Fosfato
Nitrato
Bicarbonato
Amonio
Potasio
Nitrato
Sulfato
Fosfato
Figura 1.12. Esquem a del com portam iento general de algunos parám etros de la disolución
nutritiva en la unidad de cultivo.
E l grosor de la flecha indica su aumento o dism inución más usual.
26
B andeja de d re n a je . Recibe este nombre por su aspecto y función, ya que se
adapta al contenedor del sustrato, recoge todo el drenaje de un contenedor, si bien
para aumentar la representatividad sobre el resto de las unidades de cultivo puede
llegar a canalizar el drenaje de más de una unidad de cultivo (usualmente dos). En
general hay, o debiera de haber, una bandeja de drenaje por sector de riego, de
forma que si se producen diferencias m icroclim áticas en el invernadero, tan fre
cuente en nuestra com arca (la topografía suele ser abrupta y el invernadero poco
hermético y m al o m uy desigualmente ventilado), se pueda fertirregar indepen
dientemente. E l drenaje se canaliza hacia un cubo o recipiente que en general está
enterrado en el suelo, con lo cual se evita tener que levantar la propia bandeja y las
plantas que se cultivan m uy por encim a del resto de los contenedores y de esta
forma m antener las mism as condiciones de cultivo. A través del volum en así
como su com posición cualitativa respecto a la disolución nutritiva de entrada se
modifica la programación de su suministro, en esta programación juega un papel
muy importante el estadio fenológico de la planta (v e r capítulos 5 y 7), informa
ción que es vital para su m anejo práctico (figura 1.13 A ; fotografía 1.7). Esta in
formación, expresada normalmente com o porcentaje de volumen drenado en rela
ción al volum en del gotero de control, es la que gobierna la d o ta c ió n (= volumen)
y fr e c u e n c ia (= número) de riegos a efectuar.
B andeja de riego a la demanda. Consiste en una bandeja (o recipiente) que al
berga una unidad de cultivo (o dos, por el mismo criterio antes mencionado), la ban
deja canaliza el drenaje hacia un lateral de la misma donde hay dos electrodos que
mantienen el circuito cerrado mientras existe un nivel de drenaje determinado (figura
I.I3 B , fotografía 1.8). ver su funcionamiento en el apartado 5.7.2. E l drenaje se va
acumulando en un contenedor y de éste a su vez por capilaridad asciende a través de
un fieltro (o manta) absorbente, que está en amplio contacto con el sustrato del con
tenedor, cuando existe una fuerte demanda de disolución por el cultivo (y no se re
pone por el riego) se puede elim inar parte del drenaje de este contenedor, por ello,
cuando el nivel correspondiente de fluido desciende por debajo de un límite estable
cido, al menos uno de los electrodos queda al aire por lo que el circuito está abierto y
con ello la señal se transmite al ordenador, que se puede interpretar como que existe
la necesidad de un nuevo riego. A través de la regulación de la altura de los electro
dos para que contacten con el líquido del drenaje y la altura del rebosadero se puede
controlar o atender los requerimientos de riego del cultivo. L o normal en el funciona
miento es que se den riegos fijos, denominados rie g o s a tie m p o , y entre estos durante
un número de veces determinado se controla si los riegos han sido suficientes me
diante la comprobación del nivel de drenaje con el sistema descrito, sin embargo si el
funcionamiento es correcto se puede mantener de forma fija como único m éto d o d e
rie g o . Existe en el mercado una gran gama de tipos particulares de rie g o a la d e
m an d a según diversos criterios usando la gravedad, la radiación solar, la evaporación
de agua, etc. (ver capítulo 5). U no de estos modelos está basado en un contrapeso
puesto en una balanza y en función de la demanda gracias al método antes explicado
— y un único contactor— ordena un nuevo riego. H ay que tener presente que cual
quiera de estos métodos de orden de riego según un criterio de demanda ha de estar
supeditado al principio de mantener el riego que origina un drenaje de salida deter-
27
Gotero
Lámina plástica
o contenedor
Bandeja de drenaje
A
Sustrato
Recipiente
Volumen
drenado
Gotero
-► Al control de riego
B Tornillo regulable
de la altura del
Salida del drenaje electrodo
regulable
Electrodos
Fieltro o manta
■ absorbente
minado arriba explicado. Por lo que ha de quedar muy claro que este método de riego
nunca sustituye a la bandeja de drenaje que es la que realmente verifica que se está
haciendo el sistema correcto en función de los o b je tivo s ele rie g o perseguidos, por lo
tanto es una ayuda o salvaguarda, nunca el único medio de controlar el riego.
28
Las bandejas de riego a la demanda deben estar cubiertas por una lámina plás
tica que evite la evaporación del drenaje y conviene que sea representativo del resto
de las unidades de cultivo.
U n id a d de c u ltivo in d ivid u aliz a d a . E l cultivo en unidades individuales pre
senta el inconveniente de su m ayor carestía sobre otras formas, pero tienen como
ventaja la dificultad de la propagación de patógenos vía raíz, así como una impor
tante posibilidad de movilidad.
Tanto la m orfología com o el volumen de los contenedores de sustratos son muy
variados. Desde un punto de vista de la morfología se pueden clasificar en:
a) Contenedores con la m ayor dimensión en el plano horizontal.
b) Contenedores con la mayor dimensión en la vertical.
Esta m orfología es muy importante a la hora de manejo del fertirriego reque
rido en relación con el sustrato y la tensión de retención de agua disponible para las
plantas (v e r sus capítulos específicos por sustratos com erciales), de ahí que sea un
buen criterio de uso para establecer la clasificación que aquí recogemos.
Los contenedores del prim er tipo tienen la ventaja de una mayor retención de
agua, ya que la colum na de presión de agua es menor (Ansorena, 1994) (ver tam
bién actividades prácticas), se disponen de forma que la m ayor dimensión sea d iri
gida en la misma alineación que la línea de riego portagoteros, de esta forma se fa
cilita el tránsito para las labores mecanizadas o manuales del agricultor. Dentro de
este tipo incluim os a:
• Los sacos de perlita que tienen una sección transversal más o menos c ilin
drica y una longitud de 1,20 m con un volumen de 40 L (G arcía e l a l., 1997)
(fotografía 1.9; figura 1.14), en Reino U nid o se ha descrito un contenedor si
m ilar pero manejados con subirrigación (figura 1.15).
• Las tablas de lana de roca de las que se com ercializan varios tamaños siendo
una de las más usadas la tabla 10 x 10 x 100 cm . aunque se utilizan tamaños
de m ayor y menor volumen (v e r el capítulo 17).
• Contenedor alargado de unos 34 L de volumen, que se suelen emplear relle
nos de arena (fotografía 1.10).
• Contenedor alargado más o menos cilindrico con fibra de coco, son de diver
sos tamaño y de un volumen de hasta unos 24 L (fotografía 1.11).
E n la tabla 1.3 se pueden observar algunos parámetros de interés que pueden ilus
trar a manera de ejemplo el número de plantas, su distribución por agujeros y el vo
lumen que les correspondería a cada una en función de la capacidad de contenedor.
Los contenedores con una dimensión m ayor en la vertical tienen com o princi
pales ventajas: a ) la m ayor inercia térmica, que para algunos clim as muy áridos y
ciertas plantas puede ser un factor de suma importancia, y b ) por su propia morfo
logía se pueden rellenar fácilmente y. por tanto, pueden fabricarse con materiales
de mayor duración y con ello dism inuir el impacto ambiental al generar menor can
tidad de residuos. Entre los tipos usados destacamos:
• Sim ples bolsas de polietileno negro de volum en variable que se rellenan con
mezcla de perlita y compost.
• Contenedor de unos 22-24 L de volumen de poliestireno expandido, que se
suelen emplear rellenos de fibra de coco (fotografía 1.12) o perlita.
29
7,5 cm
Planta
Figura 1.14. Sa co p ara e l cu ltivo en p e rlita. con descripción de las aberturas de m anejo
más frecuente.
TABLA 1.3
Tanto los contenedores verticales com o los horizontales a veces se pueden dis
poner en forma piramidal en el campo como muestra la fotografía 1.13, cuando
esto se hace hay que considerar el efecto que esto tiene sobre los contenedores co-
30
4 cm de reserva
de disolución nutritiva
locados en la parte inferior, consideración que también hay que extender al agro-
sistema denominado cultivo en colum na que consiste en una disposición vertical
del contenedor con la entrada del fertirriego por arriba y la salida de los drenaje en
el punto inferior.
31
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Teléfono 31 (0)317-413809.
http://www.hidroponia.org.inx/ Sociedad Hidropónica Mexicana.
Sociedad Española de Ciencias Hortícolas. SECH. Grupo de Trabajo de Sustratos de cultivo.
Presidente: Manuel Abad. Dpto. Producción Vegetal. Escuela Superior de Ingenieros Agró
nomos. Univ. Politécnica de Valencia. 46022 Valencia.
ASSOCIATION INTERNATIO NALE POUR L'OPTIMISATION DE LA NUTRITION DES
PLANTES (A.I.O.N.P).
INTERNATIONAL ASSOCIATION FOR TH E OPTIM IZATION O F PLA N T NUTRITION
(I.A.O.P.N.).
Presidente: Pierre MARTIN-PRÉVEL. 3. rué de Si. Hubert. 34820 TF.YRAN. Francia. Telé
fono/fax (+33)0467702295.
Aunque esta sociedad internacional no es una asociación de científicos que trabajen en cul
tivo sin suelo, sí se suele presentar en sus reuniones tetraanuales gran cantidad de experi
mentos realizados en este ámbito.
Direcciones de Internet
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para el cultivo de ornamentales. Materiales susceptibles de ser utilizados en España, como
sustratos o componentes de sustratos de cultivo. Resultados de un proyecto de Investigación
Investigador Principal: Dr. Manuel Abad Berjón.
http://www.sustratos.com /xerojar.htm l - Tema: Desarrollo, información, investigación, experi
mentación y control de calidad en tecnología de sustratos.
37
Fotografía 1.1. Sistem a hidropónica flotante.
38
Fotografía 1.3. Sistem a N F T co m ercial (C h ile ).
39
Fotografía 1.5. Solarím etro sobre la cáselo ile l cabezal de riego utilizado com o método
de riego p ara e l control de la frecu en cia de riego y la corrección de la conductividad
de la disolución nutritiva.
40
Fotografía 1.7. Ban deja de drenaje y contenedor p ara re cib ir e l mismo.
42
Fotografía 1.9. /.incas ele sacos ele cu ltivo de tom ate ch e n y en perlita.
43
a)
b)
44
Fotografía 1.11. Sa co de cu ltivo de fib ra de coco.
45
a) b)
c)
46
Fotografía 1.13. D isposición escalonada de los contenedores en un cultivo de fresas en
H u ch a (Esp añ a). D e talle de la estructura con tres pisos.
47
2 Análisis y diagnóstico n u trició n a l en los
cultivos sin suelo
2.1. Introducción
Hace tiempo que los científicos descubrieron que los elementos quím icos eran
utilizados por las plantas y resultaban esenciales para su crecimiento. Durante al
gún tiempo se llegó a pensar que el agua era el único nutriente que necesitaban las
plantas. Posteriormente se descubre que lo que vinieron en denominar « s u s ta n c ia s
d e la tie r r a » eran elementos beneficiosos para el crecim iento vegetal.
Aproximadamente en el año 1800, Von Lieb ig sostuvo el criterio de esenciali-
dad de determinados elementos y propuso que el crecim iento de una planta estaba
limitado al grado de carencia de un elemento esencial (Tisdale e t a l., 1985).
E n el año 1930, ya se conocían 14 elementos esenciales (L y o n y Buckman,
1937: M c ye r y Anderson. 1939). Adem ás del Carbono (C ). Hidrógeno ( H ) y O x í
geno (O ), eran elementos esenciales, conocidos en aquellas épocas como elemen
tos principales y secundarios, el Nitrógeno (N ). Fósforo (P ), Potasio ( K ) , C alcio
(Ca). M agnesio (M g ) y Azufre (S ). Estos elementos se precisan en cantidades rela
tivamente elevadas, y se referían a ellos com o elementos «principales». Existen
otros elementos que se precisan en concentraciones relativamente pequeñas, que
los denominaron como elementos «traza», «menores» o «secundarios», y entre los
que se encuentran el H ierro (F e ), Z in c (Z n ), Manganeso (M n ), Cobre (C u ) y Boro
(B ), (Lyo n y Buckm an, 1937).
49
Alrededor de los años 50, se añadieron a esta lista de «elementos secundarios»,
el Cloro (C l) y M olibdeno (M o ) (B ro y e r e l a l., 1954; Buckm an y Brady, 1960),
mientras que se seguía manteniendo una gran discusión sobre la esencialidad o no
del Sílic e (S i). Sodio (N a ). Vanadio ( V ) y Cobalto (C o ). Estos cuatro elementos
fueron añadidos a la lista en 1966.
Posteriormente aparecen los términos macronutrientes y micronutrientes, alu
diendo principalmente, a elementos que se necesitan en cantidades relativamente
grandes y pequeñas respectivamente, y se com ienza a reemplazar los términos
primarios, secundarios, trazas o elementos menores (B u ck m an y Brady, 1960). Tis-
dale e l a l. (1985) elaboran una lista con veinte elementos que consideran esencia
les para el crecim iento de una planta.
Lo s criterios de esencialidad de un elem ento no siem pre son consistentes.
Para llegar a probar que un elem ento es esencial, hay que dem ostrar que la
planta no crece norm alm ente ni com pleta su c ic lo vita l a menos que se le sum i
nistre una cierta cantidad m ínim a de dicho elem ento. E n ocasiones, la om isión
de un elem ento en el m edio de cu ltivo interfiere indirectam ente el crecim iento,
al impedir, tal vez, la absorción de otro elem ento necesario para la planta o al
favorecer la absorción de una sustancia tóxica. A rnon, en 1939, fue uno de los
primeros en establecer criterios de esencialidad de los nutrientes. M e y e r y An-
derson tam bién establecieron criterios de esencialidad que concordaban estre
chamente con los de Arnon. Según ellos, la esencialidad de un elem ento solo
puede ser demostrada si su carencia se traduce en un daño, desarrollo anorm al
o muerte de la planta. Para N ich o la s, un elem ento es esencial si form a parte de
compuestos orgánicos o interviene en el m etabolism o de la planta (T isd ale e l
a l.. 1985).
Excepto en cultivos altamente productivos crecidos en condiciones controla
das, donde el C 0 2 podría ser un factor limitante, los elementos C, H y O no suelen
formar parte de un régimen de fertilización. Desde un punto de vista económico to
dos los macronutrientes son importantes, al igual que los micronutrientes Fe, M n ,
Zn, C u y B . E l C l y el M o cada vez están cobrando más importancia com o micro-
nutrientes esenciales para determinados cultivos. E l S i. Na, C o y V se consideran
elementos poco importantes, desde un punto de vista económico, excepto para de
terminados cultivos especiales.
Los elementos que en general se consideran esenciales para el crecim iento ve
getal aparecen reflejados en la tabla 2.1. así com o su sím bolo quím ico y la(s)
forma(s) en que es absorbido por la planta.
Existen otros elementos, com o los halógenos Brom o (B r ). Iodo ( I ) y Flú o r (F ),
algunos de los cuales juegan un papel secundario en determinadas especies vege
tales, o como el Estroncio (S r), W olfram io ( W ) , Níquel (N i) y Rubidio (R b ). A lg u
nos elementos no esenciales, com o el Selenio (Se ), pueden acumularse en tal can
tidad que resulten tó x ico s para los a n im a le s u hom bres. E s to s elem entos
reemplazan, con frecuencia, a un elemento esencial, desempeñando el mismo pa
pel en determinados procesos; a este tipo de elementos a menudo se les reconoce
con el nombre de «elementos beneficiosos».
50
T A B LA 2.1
Nutrientes esenciales para el crecimiento vegetal
Macronutrientes
Carbono C CO,
Hidrógeno H H,Ó
Oxígeno O H.O, O,
Nitrógeno N N H f. NO,
Fósforo P H ,P O ,. HPOf
Potasio K K*
Calcio Ca Ca2*
Magnesio Mg Mg2*
Azufre S so4
2
Mieronutrientes
Hierro Fe Fe2*. Fe'*
Zinc Zn Zn2*. Z.n(OH);
Manganeso Mn Mn2*
Cobre Cu Cu2*
Boro B B(OH),
Molibdeno Mo M oO r
Cloro Cl Cl
Silicio Si Si(OH)4
Sodio Na Na*
Cobalto Co Co2*
Vanadio V V*
51
2. C om o activador, cofactor o grupo prostético de sistemas enzimáticos:
- K . M g , Ca, Fe, Z n. M n , C u, M o , Na, y C l.
3. C om o transportador de cargas en reacciones de óxido-reducción:
- P. S. Fe. M n . C u y Mo.
4. C om o osmorregulador del equilibrio electroquím ico de las células:
- K . N a y C l.
Para comprender los conceptos que aquí trataremos de toxicidad, niveles ópti
mos, deficiencias y carencias, se puede observar la Figura 2.1.
Figura 2.1. Com portam iento d eI crecim iento o rendim iento de la p lan ta en fu n ción de la
presencia de un elemento esencial.
2.3.1. Nitrógeno
52
E l N ejerce numerosas funciones en la planta. E l ion N O , experimenta una
transformación tras su absorción, siendo reducido a la forma de amina ( N H , ). para
posteriormente utilizarlo en la form ación de am inoácidos. Existen veinte am i
noácidos que son precursores de las cadenas polipeptídicas de todas las proteínas.
Otros dos am inoácid os, g lic in a y glutam ina, son precursores de bases nitro
genadas. U na parte de los ácidos nucleicos ( A D N y A R N ) contienen la inform a
ción genética para la síntesis directa de proteínas (B o u ld e t a l., 1984). Adem ás de
aminoácidos, proteínas, ácidos nucleicos y bases nitrogenadas, el nitrógeno es
constituyente de otros compuestos, entre los que se incluyen nucleótidos. amidas,
aminas y varios coenzimas, por lo que juega un importante papel en numerosas re
acciones metabólicas.
Po r otra parte, debido a que el nitrógeno forma parte de la m olécula de cloro
fila, una deficiencia del m ism o origina un color am arillento en las hojas (clorosis),
debido a la falta de clorofila. E l nitrógeno es también un constituyente estructural
de las paredes celulares (Schrader, 1984).
Las proteínas de una planta son sintetizadas y degradadas continuamente, de
ahí que el N sea un elemento muy m óvil dentro de la planta y se dirija progresiva
mente desde las partes más maduras de la planta hacia las hojas más jóvenes
(Schrader, 1984), por lo que son las hojas ya viejas las que muestran primero los
síntomas de deficiencia. Las interacciones de un nutriente con otros son frecuentes
en procesos metabólicos. U n ejem plo lo constituye el proceso de reducción del ni
trato. A sí, el K controla la cantidad de ácidos orgánicos que influyen en la reduc
ción de nitrato. E l P. debido al papel que desempeña en la formación de enzimas,
también influye en el proceso. E l S está involucrado por el efecto que ejerce en la
formación de enzimas y proteínas, mientras que el M o aparece im plicado en los
procesos de transferencia de electrones (A dam s, 1980).
2.3.2. Fósfo ro
E l P es absorbido por los vegetales en una de sus dos formas, bien com o ion
fosfato m onovalente ( H 2P 0 4 ) o com o ion fosfato divalente ( H P 0 42~). L a forma
del ion absorbido viene determ inada por el pH del suelo. A s í, en suelos con un
pH inferior a 7,2 predom ina la form a m onovalente, mientas que por encim a de
7,2 predomina la form a divalente (T isd ale e t a l. , 1985), y por tanto igual argu
mentación cabe incorporar a la rizosfera en cu ltivo sin suelo. Existe un efecto no
table del N sobre la captación del P por las plantas. Cuando N y P se encuentran
física o quím icam ente asociados en el suelo, la captación del fósforo aumenta
(Adam s, 1980).
E l fósforo es un componente de los ácidos nucleicos, fosfoproteínas, fosfo-
lípidos com o las lecitinas, constituyentes de las membranas citoplasmáticas, así
como enzimas y proteínas. Puesto que forma parte de ácidos nucleicos, genes y
cromosomas, su papel resulta vital en el cic lo de vida de las plantas. Facilita la ma
duración precoz y mejora la calidad del fruto. Algunos autores comentan que el
fósforo es ubicuo en la planta, de ahí que esté involucrado en casi todos los proce
sos metabólicos.
53
Este elemento interviene en varios coenzimas, incluidos los nicotín-adenosín-
d inucleótido fosfato ( N A D P ) , fundam entales en los procesos fotosintéticos
(Ozanne, 1980). Una de las funciones más conocidas del fósforo es la de almacenar
y transferir energía a través de los compuestos adenosín-difosfato ( A D P ) y adeno-
sín-trifosfato (A T P ). Es parte integral del ciclo reproductivo, al ser uno de los com
ponentes del A R N y A D N , estando implicado en la transferencia de información
genética. Interviene, asimismo, en el transporte de electrones en reacciones de
óxido-reducción (Tisdale e l a l., 1985).
Igualmente, ejerce un papel regulador en la formación y translocación de sus
tancias como azúcares y almidón, interviene en los procesos de maduración y for
mación de sem illas y está involucrado en la fijación sim biótica del nitrógeno
(Ozanne. 1980).
2 .3.3. P o ta s io
Nutriente requerido por las células para incrementar su turgor, mantener su po
tencial osmótico; en especial las células oclusivas, encargadas de la apertura de los
estomas (Huber, 1985). Resulta evidente que el potasio juega un papel importante
como regulador osmótico y, por tanto, resulta fundamental en las relaciones hfdri-
cas de la planta. Por otra parte, se encuentra im plicado en la captación de agua del
suelo, retención de agua en los tejidos vegetales y transporte a larga distancia de
agua y asimilados en el floema y xilem a (M engel. 1985). Interviene, igualmente,
en la estabilización del pH celular, contrarrestando la carga negativa de ácidos or
gánicos y aniones inorgánicos, tales como C E y S ü 4: . E l potasio es requerido tam
bién como activador de más de 60 enzimas en tejidos meristemáticos (Suelter.
1985; Tisdale e l a l., 1985).
Asim ism o, juega un papel importante en el crecimiento primario de las células
por su efecto en la elongación celular. U n aporte adecuado de potasio aumenta el
espesor de las paredes celulares, proporcionando una mayor estabilidad a los teji
dos; este efecto sobre el crecim iento celu lar mejora la resistencia a plagas y
enfermedades (B e rin g e ry Northdurft. 1985).
Otros papeles, igualm ente atribuidos a este ion. son. por ejem plo, su re
querimiento para la producción de energía en forma de fosfato (A T P ). síntesis de
azúcares y proteínas (W eber. 1985). procesos fotosintéticos y metabólicos de los
hidratos de carbono (Huber. 1985).
Incluso se le suelen atribuir ciertos efectos sobre la calidad (B o u ld e l a l., 1984;
Usherwood, 1985). debido a que las frutas y verduras que crecen con un aporte
adecuado de potasio resisten, durante mucho más tiempo, que las que no han te
nido un adecuado suministro en dicho ion.
2 .3.4. C a lc io
54
membranas celulares. E l calcio actúa com o ion regulador en la translocación de
carbohidratos, por el efecto que ejerce sobre células y paredes vegetales. También
juega su papel en el proceso mitótico. Igualmente ejerce un papel beneficioso ya
que proporciona vigor a la planta, rigidez a la paja y a granos, e interviene en la
formación de semillas. También ejerce un papel regulador de unas pocas enzimas y
forma parte de determinados compuestos estructurales com o el oxalato cálcico y el
pectato cálcico (B o u ld e t a l.. 1984).
2.3.5. M agnesio
2.3.6. Azufre
2.3.7. Hierro
2.3.8. Z inc
55
de las hormonas implicadas en la regulación del crecim iento vegetal (Tisdale e l a l.,
1985). Este elemento puede ser reemplazado en determinados enzimas por otros
elementos metálicos como el C o. M n. Cd y Pb.
2.3.9. M anganeso
2.3.10. Cobre
2.3.11. Boro
2.3.12. M olibdeno
56
cual está im plicada en la fijación del nitrógeno atmosférico hasta N H 4+en las rela
ciones simbióticas de las leguminosas (Tisdale e t a l., 1985).
2.3.13. C loro
2.3.14. S ilicio
Elemento que forma complejos Si-enzima, que actúan como protectores y re
guladores de la fotosíntesis y otras actividades enzimáticas. Juega un importante
papel en la rigidez estructural de las paredes celu lares. E s absorbido com o
S i(O H )4, y al igual que ocurría con el boro, es captado como una molécula indiso-
ciable. En determinadas especies vegetales, aparece con frecuencia en porcentajes
mayores que el nitrógeno o el potasio (Tisdale e t a l., 1985).
2.3.15. S o d io
2.3.16. Vanadio
2.3.17. Cobalto
En principio, los podríamos definir como aquellos elementos que sin ser esen
ciales pueden reemplazar y desempeñar las funciones propias de uno que sí lo es.
Uno de estos elementos es el Estroncio (S r). que puede reemplazar al calcio en al
57
gunos hongos y algas. E l Tungsteno o W olfram io ( W ) compite con el molibdeno.
E l Níquel (N i) es un componente de la enzima llamada ureasa en determinadas es
pecies. Oíros elementos como el Rubidio (R b ) pueden llegar a reemplazar a nu
trientes como el potasio en determinados sistemas enzimáticos.
Los halógenos Brom o (B r ). Iodo ( I) y Flú o r (F ). con frecuencia suelen sustituir
al cloro. Sus funciones, por tanto, son físico-químicas, fotosintéticas. protectoras
como si se trataran de antimetabolitos y reguladores de determinados procesos hor
monales.
58
A menudo, una sintomatología que puede inducir a error es la aparición de un
color rojizo en las hojas. Generalm ente este color rojo es debido a un nivel anormal
de antocianinas, pigmento de color rojo, y que se acumulan cuando los procesos
metabólicos se desorganizan. Este m ism o síntoma puede ponerse de manifiesto
cuando haya ocurrido alguna de estas tres causas: D eficiencia de fósforo. Bajas
temperaturas o M aduración del vegetal.
Los síntomas de las deficiencias son solo uno de los varios métodos de diag
nóstico que pueden ser empleados para determinar las necesidades nutritivas de un
determinado cultivo.
Otras tres técnicas de diagnóstico comúnmente utilizadas además del suelo en
su caso son:
• A nálisis quím ico de la rizosfera (a través de la disolución de extracción de
ella, ver capítulo I ), drenaje o la propia disolución nutritiva del contenedor.
• A nálisis físico del tejido vegetal.
• A nálisis biológico.
De todos modos, el mejor método para determinar las necesidades nutritivas de
una planta es el em pleo conjunto de dos o más técnicas. Los síntomas de deficien
cia pueden, en un determinado momento, indicar con toda precisión una defi
ciencia específica de un nutriente, sin embargo, dicha sintomatología con deter
minada frecuencia puede ser engañosa, ya que puede ser causada por algo más que
no sea problema de índole nutricional. Son numerosos los casos de este tipo que
existen, por ejem plo: daños producidos por herbicidas, insectos, suelos fríos,
demasiado húmedos o secos, o incluso los causados por problemas de salinidad.
Por último, señalar que un síntoma típico de deficiencia nutricional puede ser re
sultado de un carácter hereditario.
2.5.2. S ín to m a s de toxicidad
Determinados nutrientes esenciales para las plantas, así como los elementos no
esenciales, pueden ser absorbidos en cantidades tales que pueden resultar tóxicos
para el crecim iento y productividad del cultivo. Entre los nutrientes que pueden re
sultar tóxicos para las plantas se incluyen el N, P, K , C a, M g , S, Fe, Zn. N a y Si.
Dichos nutrientes, si por cualquier causa son absorbidos en exceso, con relativa
frecuencia originan desequilibrios con otros nutrientes, dando como resultado un
pobre crecimiento, desarrollo y producción de los vegetales, así com o un retraso en
la madurez y plantas enanas y delgadas.
Entre los elementos esenciales, que ocasionalmente provocan toxicidad, po
dríamos citar al M n , Cu, B , M o y C l, de modo que incluso son conocidos los sínto
mas de toxicidad que provocan algunos de ellos. A s í, por ejemplo, el M n provoca
necrosis y rizado de las hojas más altas en el algodón (E o y e t a l.. 1981). U n exceso
de C l produce necrosis de las puntas de las hojas que con frecuencia progresa hacia
los bordes, síntoma bastante sim ilar al provocado mediante deficiencia de K.
Los elementos no esenciales también son absorbidos por las plantas, de modo
que la lista de éstos, que pueden causar problemas de toxicidad es bastante larga. A
este grupo pertenecen varios metales pesados, entre los que podíamos citar: Plom o
59
(Pb ). Cadm io (C d ), Níquel (N i), A lum inio (A l). Estroncio (Sr), Rubidio (R b ) y
W olfram io ( W ). L a sintomatología tóxica, causada por cualquiera de ellos, rara vez
es definitoria o específica.
Marschner, en 1995. publica una excelente revisión sobre la toxicidad de los
nutrientes, en la cual señala las razones por las que aparecen toxicidades. E l
M n . por ejem plo, inhibe la captación del K y com pite con la absorción del Fe,
C a y M g . U n exceso de C u , igualmente, com pite con la toma de Fe y también
inhibe la elongación de la raíz y daña las membranas celulares de las células ra
dicales. E n este m ism o sentido, una elevada absorción de M o puede con cluir
con la form ación de com plejos de m olibdocatecol en la vacuola, lo que provoca
fenómenos de in hib ición de los procesos de crecim iento. L a razón, señala, es la
com petencia con los elem entos esenciales, al ser sim ilares, tanto en valencia
com o en reacciones, alterándose, por consiguiente, todos los procesos metabó
licos esenciales.
60
2.6.1. D eterm inación de los requerim ientos nutricionales
TA B LA 2.2
Niveles críticos, suficiente y tóxico, de los nutrientes vegetales
%
N <2.0 2.0-5.0 No tóxico
1» <0.2 0.2-0.5 No tóxico
K < 1.0 1.0-5,0 No tóxico
Ca <0.1 0,1-1.0 No tóxico
Mg <0.1 0,1-0.4 No tóxico
S <0.1 0.1-0.3 No tóxico
ppm
Fe <50 50-250 No tóxico
Zn 15-20 20-100 > 400
Mn 10-20 20-300 >300
Cu 3-5 5-20 >20
B < 10 10-100 > 100
Mo <0.1 0,1 -0,5 >0.5
%
Cl <0.2 0.2-2.0 >2,0
Si <0.2 0.2-2.0 No tóxico
Na < 1,0 1.0-10 No tóxico
ppm
Co <0,2 0,2-0.5 > 0.5
V <0.2 0.2-0.5 > 1.0
61
la confusión que se podría causar cuando la sintomatología fuese chamuscamiento
de las hojas, provocado por la sequía o abrasamiento por el viento, o si por el con
trario la causa fuera una deficiencia de K y M g . o incluso provocado por la sola au
sencia de K . Cuando los síntomas han sido perfectamente identificados, los análi
sis estarán dentro del rango descrito para la m ayoría de los cultivos.
T ercero: Fertilizar en concordancia con los requerimientos nutricionales, bien
haciendo una prueba o sobre todo el campo, o bien dejando una parcela de terreno
sin fertilizar, con objeto de realizar una comparación.
C u a rto : C onfirm ar mediante la toma de muestras de hojas de las parcelas, des
pués de una precipitación o irrigación, para asegurar que los fertilizantes aplicados
han sido absorbidos por las plantas y que la posible deficiencia ha sido corregida.
Q u in to : Prevenir las deficiencias nutricionales y la pérdida del presente y sub
siguientes cultivos mediante la aplicación de programas planificados de segui
mientos o análisis de las plantas. U n programa sistemático de análisis de las plan
tas puede ser usado no solo para prevenir deficiencias nutricionales. sino incluso
para prevenir un exceso de fertilización. A p lica r una excesiva fertilización para
asegurar un suministro en exceso de nutrientes al suelo, es sin ningún género de
dudas inadecuado y antieconómico, y políticamente inaceptable máxime cuando se
interpreta como posible fuente de contaminación.
Los elementos denotados com o no tóxicos, cuando se encuentran en exceso,
pueden causar desequilibrios nutricionales y por tanto afectar negativamente sobre
el crecim iento de las plantas, antes de que se manifiesten la toxicidades propias de
ellos mismos.
E l éxito de este programa puede verse incrementado cuando tanto las propieda
des físicas y quím icas del suelo estén perfectamente definidas, al igual, no cabe
duda alguna, que el tipo de fertilizante a utilizar desde el inicio de cultivo, planta
ción. hasta su total recolección.
2.7.1. Preám bu lo
62
perturbaciones nutritivas latentes, ya sea deficiencia o exceso. D e esta forma, el
análisis vegetal controla el uso eficiente de fertilizantes (orgánicos o minerales)
con respecto a la economía, energía y ecología. Por esta razón, las empresas agrí
colas deberían utilizar estos resultados con más frecuencia como parte de sus pro
gramas de cultivo intensivo, que im plica el uso de fertilizantes.
Únicam ente con la ayuda del análisis vegetal se puede determinar:
Si en el momento de la toma de muestras (que debería ser durante el tiempo de
máximo crecim iento) las plantas están provistas de todos los nutrientes esenciales
y si los minerales individuales no están limitando la cosecha. Todo esto significa:
• S i el sistema de fertilización en uso provee óptimamente todos los nutrientes
esenciales para un alto nivel de calidad y cantidad de los productos.
• Si es posible y necesario mejorar la cosecha mediante aportes suplementarios
de nutrientes (por ejemplo: N , K , M g , etc.).
• Si los próximos años es necesario aumentar la cantidad de abonado o usar
otras formas más adecuadas al crecim iento de las plantas.
• O si, por el contrario, se debiera dism inuir la aplicación de fertilizantes por
que las condiciones económicas y ecológicas así lo aconsejan.
Y com o com plemento del diagnóstico visual, si daños abióticos visibles se atri
buyen a deficiencia o exceso de un nutriente o si se atribuyen a efectos de elemen
tos no necesarios para la vida del vegetal, como por ejem plo metales pesados o
emisiones gaseosas (vapores de desinfectantes fitotóxicos). De esta manera, el aná
lisis vegetal puede elim inar las dudas y apoyar el diagnóstico visual.
2.7.2. Nitrógeno
A sp e cto s fis io ló g ic o s
S in to m a tolog ías
D eficien cia
Debido a su gran influencia sobre el crecim iento y desarrollo del vegetal, así
como sobre la cosecha, las deficiencias de este elemento aparecen rápidamente, y
en general no se suelen confundir con la de otros elementos: se reducen la veloci
dad de crecimiento y se descompone la clorofila.
63
A consecuencia de la inhibición del crecim iento, las plantas deficientes en N
ven reducido su desarrollo en m ayor o menor medida; dependiendo del grado de
ésta, se impide el crecim iento longitudinal y el de los vástagos.
L a inhibición de la actividad cloroplastídica y de la síntesis de clorofila en plantas
desarrolladas en medios deficientes de N, se traduce en una apariencia amarillo-ver
dosa y si la deficiencia se hace más severa, gradualmente la planta se tornará más ama
rillenta. Finalmente se necrosa, comenzando por el ápice de las hojas, para posterior
mente proseguir por los márgenes, cambiándose de color desde amarillo a pardo.
S i las leguminosas (que son parcialm ente independientes del N edáfico), de
bido a la capacidad de fijación del N por parte de los nodulos bacterianos, adquie
ren coloraciones verde-pálidas y las hojas más viejas se tornan am arillas y m archi
tas, es señal de que la infección bacteriana no ha tenido lugar (lo que puede ocurrir
en suelos que no han sido previamente utilizados para cultivar leguminosas, a me
nos que las semillas hayan sido inoculadas), o bien que la actividad del nodulo se
ha inhibido debido a una deficiencia de otros nutrientes como, por ejem plo, P, Ca,
M g , S, M o o C o. L a absorción de N desde el suelo generalmente no es suficiente
para mantener un aporte adecuado de N , debido principalm ente a que los fertili
zantes nitrogenados no se aplican a las leguminosas, sin tener en cuenta los sem i
lleros en los que estos aportes se hacen necesarios.
En Cucurbitáceas, com o por ejem plo los pepinos, presentan un aspecto del
gado, duro y fibroso. Las hojas, en especial las más viejas, presentan coloraciones
amarillentas. Lo s espacios internerviales permanecen verdes, pero por un corto pe
ríodo de tiempo, contrastando con el color am arillo de los nervios. Lo s frutos pre
sentan pequeño tamaño, coloración pálida y encogidos en el ápice de éstos.
Las Solanáceas, com o por ejem plo el cultivo de tomate, sometidas a una defi
ciencia de N , presentan aspecto rígido y erecto. Las hojas presentan un tamaño pe
queño y color am arillento, y en etapas sucesivas adquieren una coloración marrón
y se marchitan. Los tallos son de aspecto delgado, duro y fibroso, semejante a los
nervios, y adquieren un tono purpúreo. Lo s frutos son más pequeños de lo normal,
permanecen con coloración verde durante mucho tiempo para posteriormente tor
narse de una tonalidad rojo intenso.
L a fam ilia Cruciferas, los cultivos de nabos, sometidos a una deficiencia de N,
se caracterizan porque sus hojas más jóvenes adquieren un color verde-pálido,
mientras que las más viejas pasan a presentar coloraciones que van desde amari-
llamiento hasta rojo-violáceo.
Toxicidad
64
Desde un punto de vista de la producción vegetal, observando tanto económica
como energéticamente, de forma general se debe contar con una fertilización exce
siva de nitrógeno cuando ocurra:
A n á lis is fo lia r
C o rre cció n
D e ficie n cia
Toxicidad
65
T A B L A 2.3
Contenidos óptimos de nutrientes minerales en algunos cultivos hortícolas intensivos
cultivados en hidroponía (en % materia seca)
Especie vegetal N P K Ca Mg S
2.7.3. Fósforo
A s p e c to s fis io ló g ic o s
66
S in to m a to lo g ía s
D e ficie n cia
Toxicidad
Bajo condiciones normales casi nunca se cuenta con un exceso de P. con con
secuencias directas sobre el cultivo. Sin embargo, en determinados casos, con ele
vadas o m uy altas concentraciones edáficas de P. pueden aparecer deficiencias de
Zn y de Fe, parcialmente también se pueden ver favorecidas o inducidas deficien
cias de Ca, B . C u y Mn.
A n álisis fo lia r
67
Especialmente importante su control cuando son cultivos para obtención de se
millas en la época de desarrollo del grano de polen, fecundación y desarrollo de las
semillas.
C o rre cció n
D e ficie n cia
T oxicidad
2.7.4. Potasio
A s p e c to s fis io ló g ic o s
S in to m a to io g ía s
D e ficie n cia
68
Cruciferas. Lo s síntomas en la col son similares. Las cabezas permanecen pe
queñas. blandas y esponjosas, y no llegan a formarse si la deficiencia es intensa. En
el caso de la col blanca las lesiones necróticas tienen una coloración violeta blan
quecina. L a s hojas de la lombarda muestran una coloración rojo pálido con un ma
tiz azulado, márgenes pardos y marchitos. Las cabezas, pequeñas y sueltas, presen
tan un color desagradable. E n las coles de Bruselas las manchas tienden a ser pardo
blanquecino, formándose pocas cabezas.
Solanáceas. Las plantas de tomate presentan hojas verde oscuro, presentando
las más viejas una tonalidad más oscura. E n éstas aparecen puntos necróticos ama
rillo-blanquecinos en la zona internervial, uniéndose y dando lugai a zonas necro-
sadas en los márgenes. Los tallos son linos y si la deficiencia es seria muestran
también lesiones necróticas. Lo s frutos maduran irregularmente y presentan una
coloración pálida.
Plantas de tomate cultivadas bajo invernadero, y algunas veces aquellas culti
vadas en cam po abierto desarrollan la «m aduración moteada». Según W in sor
(1966) se puede diferenciar entre «coronas verdes», motas verde brillante, clara
mente definidas e irregulares, alrededor del punto de inserción del pedúnculo (si
los tomates no están maduros, las manchas son más oscuras que las partes de su al
rededor), «moteado verde» y «moteado am arillo», motas verdes y am arillas en la
epidermis del fruto, y «frutos céreos», en los que partes de la epidermis del fruto
son prácticamente incoloras. Esta enfermedad de los tomates, cuya incidencia o se
riedad se puede reducir aplicando las dosis adecuadas o disponibles de potasio, res
pectivamente, no debe ser considerada exclusivamente com o consecuencia de una
deficiencia de potasio. Según W oods (1966), que produjo una gran cantidad de in
formación en relación con la sintomatología, la incidencia de esta enfermedad
puede ser reducida por medio de fertilización potásica: en el caso de que se pro
duzca en plantas que crecen en suelos ricos en potasio se puede controlar fertili
zando o fumigando con sales de magnesio. W oods menciona también que una sin
tomatología leve está relacionada con la intensidad luminosa, mientras que la
presencia de síntomas más severos está en cam bio relacionada con el potasio dis
ponible para la planta. E l aporte de dosis muy altas de nitrógeno refuerza la apari
ción de estos síntomas, debido a las interacciones K/M g y K/N.
Finalmente, Foster y Venter (1975) demostraron que las «coronas verdes» y los
tomates con «moteado verde» son más comunes en cultivos bajo invernadero (baja
intensidad de luz, temperaturas elevadas) que en cultivos al aire libre con el resto
de factores de crecim iento similares. D ado que las temperaturas elevadas aumen
tan la tasa de fotorrespiración y las bajas intensidades luminosas inhiben la asim i
lación de C 0 2, estos autores defienden que el «moteado verde» puede estar rela
cionado con una alteración del balance energético de los tomates durante la
maduración. D ado que los iones K + son esenciales para la transferencia de luz y
energía química, el efecto beneficioso de la fertilización potásica se puede explicar
en términos de una mejora del estado energético de las plantas. Esto puede tam
bién explicar los efectos beneficiosos del m agnesio m encionados por W oods
(1966), dado que este elemento juega también un importante papel en el metabo
lismo energético.
69
Toxicidad
A n á lis is fo lia r
C orrección
D e ficie n cia
T oxicidad
2.7.5. C alcio
A s p e c to s fis io ló g ic o s
70
permite el escape de iones. Igualmente se destruyen las estructuras dentro de los
núcleos celulares, y por consiguiente la estabilidad de los cromosomas, pertur
bando así la división nuclear y celular, y se destruyen mitocondrias. por lo que el
metabolismo respiratorio es dañado.
S in to m a to lo g ía s
D e fic ie n c ia
71
un pobre estado calcico, llegan a ser necróticas durante la germinación (Carolus
1975; Maynard 1979).
En Cucurbitáceas, las hojas más jóvenes de pepino se desarrollan blancas, con
manchas translúcidas y el tejido internervial un poco clorótico y las puntas y los
márgenes enrollados hacia arriba. Las hojas viejas se curvan hacia abajo, adqui
riendo un aspecto parecido a una cuchara o forma parecida a una garra, y los már
genes se vuelven pardos. Los pecíolos llegan a ser quebradizos y las hojas caen
prematuramente; las puntas de los vástagos mueren. Lo s frutos son pequeños, arru
gados y de mal sabor.
En Solanáceas, las hojas jóvenes, pequeñas y deformadas de tomate se vuelven
amarillas, pardas o púrpuras, comenzando en los márgenes, y llegan a ser necróti
cas. E l resto de la hoja es verde oscuro. Lo s folíolos se curvan hacia abajo, dando a
la hoja una apariencia parecida a una garra. Los pecíolos y los puntos vegetativos
mueren, así como las flores. E n berenjena se endurece la piel.
E n Cruciferas, en coles de Bruselas el pardeo interno frecuentemente afecta
sólo a las coles individuales, pero esto quiere decir que la calidad del conjunto de
la remesa es reducido, al igual que ocurre con lechugas, coles chinas, coles, etc. E l
rápido crecimiento vegetal, debido al efecto de dilución del calcio, promueve su
aparición.
Toxicidad
A n á lis is fo lia r
C o rre cció n
D e ficie n cia
E n turba, que suele ser ácida: aplicar 4 k g de carbonato cálcico por m e tro c ú
b ic o , y en casos de deficiencia acusada, pulverización con 7,5 g de nitrato cálcico
por litr o .
T oxicidad
Regar abundantemente para corregir las posibles toxicidades que pudieran apa
recer, a ser posible con agua de baja conductividad eléctrica. Suprim ir los fertili
72
zantes calcicos e incluso se pueden utilizar iones complementarios, como, por el
ejemplo, el magnesio. Igualmente se corregiría mediante adición de H 2S 0 4.
2.7.6. M ag nesio
A s p e c to s fis io ló g ic o s
S in to m a to io g ía s
D e fic ie n c ia
Cuando las plantas son deficientes en magnesio, las actividades de enzimas in
fluidos por iones M g 2+ son reducidos, pero no de una form a que lleve al colapso
completo repentino del metabolismo. Aunque no son tan m óviles com o los iones
K +, los iones M g 2+ pueden, sin embargo, moverse bastante rápidamente, en espe
cial acropétalamente. S i el sum inistro de iones magnesio desde las raíces es inade
cuado, por tanto, los iones M g 2+, com o los de nitrógeno, fósforo y potasio, son
transferidos desde las hojas viejas a las jóvenes, a los órganos en crecim iento y es
pecialmente a las sem illas y frutos.
Legum inosas. Las hojas de ju d ía desarrollan una clorosis internervial central
en un m odelo en espiga. Lo s márgenes foliares inicialm ente permanecen verdes.
Las hojas después se vuelven am arillas, y las lesiones necróticas en form a de cuña
avanzan desde los márgenes foliares hacia el centro.
Cucurbitáceas. L a s hojas v iejas de pepino son verde pálidas, con estrechas
bandas m arginales verdes y nervios verdes. L a s áreas in ternerviales llegan a
blanquear desde la punta al centro y mueren. M anch as necróticas pardas exten
didas a los márgenes foliares han sido observadas durante una d eficien cia fuerte
de magnesio. L a s partes clo ró tica s algunas veces tienen la apariencia de m an
chas internerviales deprim idas, grandes, que contienen lesiones necróticas par
das, y las hojas están m architadas. Ap arecen lesiones necróticas blancas en las
hojas viejas de espinacas. L a s lesiones después tom an una estructura parecida al
papel.
Solanáceas. E n plantas de tomate los folíolos de las hojas viejas desarrollan
clorosis internervial que avanza hacia el interior desde los márgenes, envolviendo
los nervios finos hasta que finalmente la hoja com pleta se vuelve am arilla. L a s le
siones necróticas pardas aparecen en las manchas cloróticas. L a s hojas cuelgan en
el tallo y mueren.
Cruciferas. E n las brasicáceas, las hojas viejas tienen una apariencia jaspeada
de rojiza a púrpura rojiza, en algunas variedades, o am arillo cloróticas y nervios
verdes.
73
Toxicidad
A n á lis is fo lia r
C orrección
D e ficie n cia
T oxicidad
2.7.7. Azufre
A sp e c to s fis io ló g ic o s
74
S in to m a to lo g ía s
D e fic ie n c ia
Toxicidad
75
A n á lis is fo lia r
C o rre cció n
D e fic ie n c ia
T oxicida d
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78
Fotografía 2.1. D eficien cia de calcio
en plañían de lóm ale cu ltivad as en N FT.
Peter A dam s
3.1. Introducción
81
trientes se aplican sólo por la disolución. Estos puntos se resumen en la tabla 3 .1.
Fertilizantes comunes se emplean en suelo y antes de la plantación en sustratos or
gánicos, pero sales más puras que esas se requieren para el fertirriego para evitar
bloqueos. E n hidroponia se deben utilizar las sales más puras disponibles para pre
venir la acumulación de contaminantes indeseados en el sistema.
A l trasladarse desde el suelo a sustratos orgánicos, la capacidad de control de la
zona radical aumenta, y ésta es mayor al trasladarse a hidroponia. Pero también se
requiere un incremento en el conocimiento y habilidad para manejar el cultivo con
éxito, ya que el número de factores que pueden ser controlados económicamente
aumenta al cambiarse desde el suelo a hidroponia. S in embargo, los principios dis
cutidos se aplican a todos los cultivos, excepto donde una respuesta o requeri
miento sea específico a un cultivo en particular.
TA B LA 3.1
E l cultivo sin suelo puede dividirse en dos categorías, las cuales difieren en naturaleza
y en la forma en que los nutrientes se apliquen
Hidroponia
Sustratos orgánicos Con medio inerte Sólo disolución
82.
T A B L A 3.2
Concentraciones de nutrientes ideales para algunos cultivos en hidroponía.
Las concentraciones se presentan en m g I~ '
Las concentraciones ideales en hidroponía, las cuales pueden variar con los re
querimientos del cultivo, derivaron desde el trabajo efectuado en el H R I, Little-
hampton. R ein o Unido, y desde Sonneveld y Straver (1994; tabla 3.2). Por ejem
plo, cambios en el medio ambiente, desde clim as fríos a cálidos, pueden requerir
un cambio a una disolución nutritiva más diluida. Los cambios en el estado fenoló-
gico de un cultivo pueden también requerir más o menos de uno o más nutrientes.
Así, los valores ideales son realmente lineamientos. los cuales pueden necesitar
modificación según los cam bios de las circunstancias.
83
Tal vez las elecciones más difíciles están asociadas con la fuente de nitrógeno a
emplear. A lg o de N H 4-N es usualmente benéfico para el cultivo, y también ayuda a
reducir el pH de la disolución nutritiva del cultivo. Sin embargo, com o el N H 4-N
reduce la absorción de calcio por parte de las raíces, siempre debería emplearse
cuidadosamente.
84
Este método de control del pH se emplea junto con la neutralización por ácido en
la m ayoría de los sistemas hidropónicos.
Arnon y Johnson (1942) encontraron que el óptimo de crecimiento de plántulas
de tomate ocurría a alrededor de pH 6,0 de la dilución de cultivo; 9 0 % del poten
cial de crecim iento fue alcanzado entre pH 5,1 y 6,5. y el crecim iento rápidamente
bajó sobre esos valores críticos (figura 3.1).
100 - 100
80 - 80
o 60 - L 60
ai
a.
ai
■o 40 - . 40
20 - 20
4 5 6 7 8 9
pH
“ Lechuga ■ Tomate
85
plear nitrato de magnesio en vez de sulfato de magnesio, reemplazando los micro-
nutrientes en la forma de sulfato por micronutrientes quelatados, y usando ácido
nítrico en vez de ácido ortofosfórico. pudieron obtener lechugas de buena calidad
para un am plio intervalo de salinidades (1-5 d S m ') .
L a pureza del agua es un factor vital para determinar la viabilidad de los siste
mas hidropónicos cerrados. S i la C E del agua empleada es demasiada alta, las con
centraciones acumuladas de iones innecesarios o indeseados en la disolución serán
rápidas, y necesitará ser reemplazada a intervalos frecuentes. Esto no se perm itiría
donde existen estrictas regulaciones controlando el desecho de nutrientes de diso
luciones con el fin de proteger el medio ambiente contra la contaminación, particu
larmente por N O , y F L P O , .
86
3 3
Potasio Nitrógeno
0
4 6 8 10 12 14 16 18 20 22 24 26
Semanas
Figura 3.2. Dem anda de nitrógeno y potasio en un cu ltivo de tomate en N F T durante
la s diferentes sem anas de cultivo, de W ilcox (19841.
dida de las tablas, pudiendo ser el ajuste de la disolución bastante diferente que
para N F T . Por ejemplo, si el objetivo es reducir la salinidad total, se alcanza la
vando las tablas con agua, reduciendo la concentración de nutrientes, o por au
mento de la proporción de disolución aplicada para drenaje, ya sea para desecho o
recirculación. L a aplicación excesiva de nutrientes se utiliza también para lavar las
tablas y restaurar el balance, si uno o más nutrientes se encuentra en baja concen
tración o acumulado en altos niveles.
En un sistema de lana de roca de tipo cerrado, el 3 0 % de disolución extra apli
cado se colecta para reciclaje. A l ajustar esta disolución, el problema principal es
evitar un aumento en salinidad. Para lograrlo, los iones bivalentes (C a, rng y S 0 4)
se deben evitar cuando sea posible, y los iones monovalentes (N H 4, N O , y K ) se
emplean para restaurar las concentraciones ideales. A lg o de agua fresca puede
agregarse para lograr el valor de C E requerido (Voogt y Sonneveld, 1997).
Los micronutrientes requieren un análisis más especializado, y por lo tanto son
de mayor costo. Ello s se revisan menos frecuentemente, a menudo a intervalos men
suales. L a depleción de uno de los seis micronutrientes esenciales usualmente se co
rrige por la adición de la disolución concentrada apropiada. L a acumulación de un
micronutricnte, sin embargo, requiere una modificación de la disolución concentrada
para reducir la entrada de ese elemento. U na acumulación seria puede requerir el la
vado del sistema (lana de roca o N F T ) y/o la omisión de ese micronutriente desde la
disolución nutritiva hasta que el nuevo crecimiento de la planta sea normal y libre de
síntomas de toxicidad. Entonces, se debiera agregar otra vez a la disolución nutritiva
por la vía normal, pero a una reducida proporción. Mantener el pH óptimo en el cul
tivo es, naturalmente, crucial para optimizar la disponibilidad de micronutrientes.
87
E l tema del seguimiento de los nutrientes en la zona de raíces es mucho más
importante en hidroponía que en suelo, o incluso en los sustratos orgánicos, los
cuales retienen pequeñas reservas de nutrientes. E n hidroponía, los nutrientes se
aplican sólo por la disolución, y el éxito del cultivo depende de la manutención de
las concentraciones ideales en la disolución nutritiva. Además, como los errores
humanos son posibles al preparar las disoluciones nutritivas concentradas que
luego se diluyen para emplearlas con los cultivos, es de vital importancia que cual
quier error se detecte lo antes posible, y así esas correcciones puedan ser hechas
evitando serias consecuencias.
Hasta hace poco, los sistemas hidropónicos podían ser «abiertos», es decir, el
exceso de la disolución nutritiva se drena al suelo del invernadero, o «cerrados», o
sea donde no existe drenaje de la disolución. Pero ya que las regulaciones concer
nientes a contaminación del ambiente del suelo han llegado a ser más estrictas,
existe una tendencia hacia el uso de solo sistemas cerrados.
Los sistemas abiertos tales como lana de roca, en los cuales el exceso de disolu
ción nutritiva se libera como desecho, son las modalidades de hidroponía más fáciles
de manejar. Esto ocurre porque no es posible sobre regar, ya que toda la disolución en
exceso drena. Por lo tanto, las concentraciones de nutrientes en la zona de raíces se
restauran frecuentemente a través del riego, y el ajuste de la disolución nutritiva no es
a menudo necesario, excepto en climas cálidos. Las concentraciones de los nutrientes
aplicados son usualmente más bajas que aquellas existentes en la zona radical, debido
a que alrededor de las raíces, la absorción de agua es superior a la de nutrientes.
E n sistemas cerrados como N F T , todos los iones en el sistema son absorbidos
por las raíces de las plantas, o permanecen en la disolución y aumenta la salinidad.
Esto significa que un sistema cerrado requiere una fuente de agua más pura que
uno de tipo abierto, ya que las impurezas se acumulan y no se eliminan. Por la
misma razón, la pureza de los químicos es muy importante, y la formulación de la
disolución nutritiva requiere cuidado, es decir, evitar incluir más sulfato del que es
absolutamente necesario. S i la proporción de iones no esenciales que se acumula es
muy alta, entonces parte o toda la disolución debe ser bombeada fuera del sistema
o reemplazada. Esto, sin embargo, debería evitarse debido al problema de la conta
minación mencionado anteriormente. E l exceso de disolución desde la lana de roca
se colecta ahora para ajustarla en pH y de nutrientes antes de recircularla.
Otra diferencia importante entre algunos sistemas cerrados se relaciona a la po
sible depleción de disolución nutritiva inmediatamente alrededor de las raíces. Con
una disolución recirculante en un sistema cerrado no existe virtualmente una de
pleción alrededor de la superficie de la raíz, al prever un ritmo de flujo adecuado.
E n un sistema como lana de roca, con irrigación intermitente, el grado de depleción
de la disolución alrededor de las raíces depende de la frecuencia de riego con rela
ción a los ritmos de absorción de agua y nutrientes. L a respuesta a una concentra-
88
ción de nutrientes dada en cualquier sistema hidropónico debería ser idéntica asu
miendo que existe una pequeña o ninguna depleción en la disolución nutritiva alre
dedor de las raíces. Considerando que el nivel de depleción varía entre sistemas,
esto podría ser una razón de las diferencias en las respuestas a menudo encontradas
entre sistemas utilizando disoluciones nutritivas idénticas. N o obstante, las diferen
cias en el medio ambiente pueden ser mucho más importantes.
Con el actual énfasis de evitar la contaminación del ambiente por pérdida de
nutrientes, parece probable que los sistemas abiertos desaparecerán en Europa en
un futuro cercano. Entonces, los productores tendrán que utilizar los sistemas ce
rrados con agua de buena calidad.
Para determinar el estado nutricional de un cultivo, las hojas de las plantas a me
nudo se analizan para conocer el porcentaje de los nutrientes en la materia seca. El
muestreo de las hojas jóvenes expandidas desde la parte superior del tallo usualmente
se utiliza como la mejor guía para conocer el estado nutricional actual de la planta. El
análisis de las hojas más viejas podría revelar la acumulación de algunos nutrientes que
han sido aplicados en exceso de los requerimientos de las plantas, es decir, Ca. B . Mn.
o la depleción de otros tales como N y P. los cuales pueden ser traslocados al brote,
cuando la oferta desde las raíces llega a ser inadecuada para el crecimiento nuevo.
L a concentración de un nutriente en las hojas depende del nivel de nutriente
aplicado a las raíces, y también de la cantidad de materia seca acumulada en las ho
jas. L a relación entre la oferta y el contenido foliar no es linear usualmente. Por
ejemplo, a bajos niveles de K . la respuesta del K agregado es muy marcada, mien
tras que a niveles altos de K . existe una muy pequeña respuesta.
Las hojas completas (lámina y pecíolos) se emplean a menudo para determinar el
estado nutricional de un cultivo. E n algunos casos, sin embargo, es más satisfactorio
analizar sólo la lámina, debido a la distribución desuniforme de nutrientes entre las
partes de las hojas. P o r e jem p lo , en tom ate. K se acu m u la en los p ecíolos
(< 10%) y es mucho más bajo en la lámina (< 5 % ), estos valores dependen de la
oferta de K (W in so r y Adam s, 1987). E n forma similar, el contenido de Na de los pe
cíolos fue 3 a 4 veces superior al encontrado en la lámina (Adam s, 1989b). L a distri
bución de los otros macronutrientes es más uniforme, aunque la concentración en la
lámina es usualmente más alta que en los peciolos bajo condiciones de verano. Sin
embargo, bajo condiciones restrictivas de luz, los contenidos de nutrientes de la lá
mina pueden ser menores que en los pecíolos, por ejemplo para Calcio. Las interac
ciones entre los nutrientes pueden también afectar a los contenidos de nutrientes de la
lámina y pecíolos. Ejem plos del contenido de nutrientes en las hojas de algunos cul
tivos se presentan en la tabla 3.3 (Adaptado de W in sor y Adams, 1987).
E l pH en la zona radical afecta la disponibilidad y absorción de muchos nu
trientes. E l pH óptimo para la m ayoría de los cultivos de invernadero está entre 5,5
y 6,2. A un pH alto, P y M n se afectan más seriamente ya que precipitan más fácil
mente que los otros nutrientes en las zonas localizadas de pH alto (Voogt, 1994).
89
T A B L A 3.3
Los contenidos de nutrientes de la lámina foliar (pecíolos en paréntesis) de hortalizas,
y hojas completas de llores (macronutrientes,%; micronutrientes, m g k g ~‘ ;
N = dosis normal; D = deficiente; T = toxicidad)
h ílen le: A d a p ta d o d e W in so r y A d a m s (1 9 8 7 ).
* L a e stim a c ió n d el F e to tal e n la h o ja p u e d e s e r e rró n e a , u n a p ru e b a e n /im á tic a s e ría m á s a p ro p ia d a para
d e te rm in a r e l n iv e l d e l Fe fis io ló g ic a m e n te a ctiv o e n la h o ja.
90
T A B L A 3.4
Contenido de micronutrientes de hojas de pepino (láminas solamente) en función al pH
del sustrato turba, expresado como m g kg~‘ (= p p in ) en la materia seca
pH del sustrato
5.5 6,1 6,9 7.2
B 61 60 51 34
Cu 6.2 5.7 4.7 4.1
Fe 77 76 72 77
Mn 124 113 107 87
Zn 64 53 43 36
Mo 0.40 0.50 0.71 1.76
M ientras el análisis del porcentaje de un nutriente en la materia seca puede ser sa
tisfactorio bajo condiciones normales, los resultados pueden ser bastante confusos en
ciertas circunstancias. Po r ejemplo, cuando se compararon plantas cultivadas con
muy alta humedad (bajo déficit de presión de vapor, dpv) con aquellas a humedad
normal no hubo diferencias en los contenidos de C a de las hojas; se esperaba de
aquellas de la alta humedad que tuviesen un menor porcentaje de Ca. Sin embargo,
cuando el porcentaje de C a se m ultiplicó por el peso seco de las hojas para obtener el
peso total de C a por hoja, se encontraron grandes diferencias (tabla 3.5).
Aunque a menudo se analizan las hojas completas, algunas veces las partes de
una hoja poseen un m ayor grado de sensibilidad a un desorden, debido a la distribu
ción desigual de los nutrientes dentro de éstas. Por ejemplo, cuando el K se analizó
en las hojas cultivadas en condiciones de alta humedad, se observó una pequeña di
ferencia en las concentraciones para hojas completas, o entre la m ayoría de las lámi
nas, bajo condiciones normales y de altos niveles de humedad. N o obstante, el por
centaje de K en los folíolos te r m in a le s se redujo a 3 9 % bajo un régimen de alta
humedad. E l cálculo de los m g K reveló una disminución de un 3 0 % en el peso total
de K en las hojas completas, y de un 6 6 % de disminución en los folíolos terminales.
Este último valor fue muy sim ilar a la disminución observada para Ca. A sí, la pre
sencia de dos deficiencias (C a y K ) , causada por un transporte inadecuado de estos
nutrientes hacia las puntas de las hojas cuando crecieron continuamente bajo alta hu-
T A B L A 3.5
Efecto de la humedad relativa alta sobre el contenido de Ca en hojas de tomate
Fuenle: A d a m s y H o ( 19 9 3 ).
91
medad, se detectó sólo al analizar la parte más susceptible de las hojas. L a respuesta
a la alta humedad fue más obvia cuando los resultados se calcularon como m g en la
parte foliar, más que en la forma convencional de porcentaje del elemento expresado
en la materia seca (Adam s, 1991b). Desgraciadamente, existe escasa información
disponible en la forma de m g nutriente por hoja/folíolo u otra parte de la planta.
U na consideración sim ilar a la distribución desigual de nutrientes es relevante
para frutos de tomate. Otra vez ésta mostró ser particularmente importante en el es
tudio del Ca. E l análisis completo del fruto frecuentemente mostró escasa o nin
guna diferencia entre porcentaje de C a en el fruto normal y en aquellos afectados
por pudrición apical. L a remoción de un disco de tejido desde la parte apical, sin
embargo, reveló las diferencias importantes en el contenido de Ca. Po r ejemplo, en
estudios de respuesta de tomate a salinidad sobre el rango de 3,3 a 9,1 d S m el
porcentaje de C a en el disco tomado desde alrededor, la punta apical disminuyó
desde 0,0087 a 0.043% mientras que en el resto del fruto dism inuyó de 0.108 a
0.089% C a, respectivamente (A dam s, 1990).
L a utilización de N a C l para aumentar la C E de 2.5 a 5,2 d S m 1 (110 y 570 m g
N a L r ‘, y 178 y 888 m g C1 L r ', respectivamente) resultó en contenidos foliares de
tomate de 0,09 y 0 .4 % N a y 0,3 y 0 ,6 % C l. respectivamente a esas dos C E . E l con
tenido de N a del fruto fue algo más bajo que en la hoja, pero los contenidos de C l
fueron algo más altos. Con pepino, los contenidos de N a de la hoja fueron sim ila
res a aquellos de tomate, mientras que los contenidos de C l fueron más altos (1 ,2 %
a 5,3 d S m ~ '). E n cl fruto, los contenidos de N a y C l fueron más altos que en tomate
(0 .8 % N a y 1% C l a 5,2 d S m ~ '). Am bos contenidos de N a y C l en hojas y frutos de
pimiento fueron bajos (Sonneveld y van der Burg, 1991).
E l efecto de salinidad en el contenido de nutrientes de las hojas depende en la
fuente de la salinidad. Po r ejemplo, el aumento de la C E de 3 a 8 d S m 1 por adición
de macronutrientes ( K . C a y N O ,- N ) o N a C l resultó en respuestas diferentes, com o
se muestra en la tabla 3.6. Con N a C l, hubo un pequeño cam bio en los contenidos
foliares de P, K y M g , mientras que con la adición de macronutrientes el contenido
de K se dobló aproximadamente, pero todos los contenidos de P. C a y m g dism inu
yeron. También hubo efecto en la estimulación del crecim iento debido al aumento
del nivel de N en la disolución, la cual podría contar por la disminución del conte
nido de P en las hojas.
TABLA 3 .6
F uenle: A d a m s (1 9 9 1a).
L a s a lin id a d se a u m e n tó s o b re 3 d S m 1 c o n m a c ro n u trie n te s (* ) o N aC l (**).
92
Estos resultados demuestran las complejidades existentes para interpretar los
análisis de plantas. Usualm ente, el diagnóstico se basa en el análisis foliar, con es
casa inform ación acerca de la historia del cultivo o el medio ambiente. O b via
mente, puede ser una deficiencia o toxicidad. M ás a menudo, sin embargo, un ines
perado resultado de un análisis de un nutriente se debe a la interacción de éste con
otro nutriente, o de algún factor medio ambiental desfavorable.
L a absorción de nutrientes y el crecim iento vegetal puede ser afectado por una
interacción entre dos o más nutrientes. Donde existe una incipiente o leve deficien
cia de un nutriente, cualquier factor, nutricional o medio ambiental, que aumenta la
velocidad de crecim iento hará más severa la deficiencia. Po r ejemplo, la deficien
cia de Z n en pepino llegó a ser más severa cuando se incrementó el nivel de N apli
cado. Esto se hizo así. porque la deficiencia parecía una deficiencia de N, tanto en
hojas com o en fruto (Adam s, datos no publicados). Existen también interacciones
entre nutrientes las cuales resultan en deficiencias más severas que la deficiencia
individual, por ejemplo, una interacción de C u con B . la que afecta la floración en
crisantemo (A dam s e t a l ., 1975). L a comprensión de los efectos de las interaccio
nes de nutrientes permite evitar las respuestas inesperadas, las posibles pérdidas de
rendimiento y calidad del cultivo.
L a absorción de nutrientes puede estar profundamente afectada por la forma
del N aplicado (N H 4-N o N O ,- N ) al cultivo. Estas respuestas varían con el pH, y
una comparación válida puede ser hecha solo cuando el pH es idéntico, y se man
tiene constante en ambos tratamientos. E n un estudio concentraciones más altas de
K , Ca, m g y N a se encontraron en la materia seca de las plantas que recibían NO,-
N (K u rvits y Kirkby, 1980). A medida que el pH disminuye bajo 6,0, la absorción
de K puede ser inhibida en forma creciente por altos niveles de N H 4-N. debido a
que tanto el N H 4 y los iones H a pH 7 y superior, el crecim iento se inhibe por la
presencia de N H , libre (Findenegg, 1987).
L a deficiencia de m g en tomate es más severa con concentraciones crecientes
de K , N y C a las cuales pueden causar reducciones de rendimiento, las mayores
pérdidas de rendimiento ocurren con altos niveles de N y K (A d atia y Winsor,
1971). E n forma similar, niveles altos de N y K aumentaron la severidad de la defi
ciencia de m g en tomate (A dam s e t a l.. 1978) y en pepino (Adam s e t a l.. 1992) y
causaron reducciones considerables en rendimiento, aunque el efecto de altos nive
les de K sería más perjudicial cuando la fuente de N es N H 4-N.
E l contenido de K en hojas de tomate, y particularmente del fruto, se dismi
nuye al aumentar el nivel de N a en la disolución nutritiva. E n hidroponía, la utili
zación de N a para aumentar la salinidad dism inuye tanto la absorción de agua
como de Ca, pero la absorción de K se dism inuye más fuertemente, indicando una
mayor interacción entre N a y K y no así entre N a y C a (A dam s y Ho, 1995). L a re
ducción en la absorción de C a es igual a la reducción de la absorción de agua cau
sada por la m ayor salinidad.
93
Niveles altos de P reducen la absorción de M n en plantas de tomate (Davies,
1957), y los contenidos de B (Adam s, 1986) y Z n de las hojas (Burleson e l a l.,
1961).
Algunas veces las interacciones de nutrientes tienen un efecto suave en el cu l
tivo y otras veces éste es marcado. Por lo tanto, es esencial poseer algún conoci
miento de estas respuestas, si se quiere tener un control real en la producción del
cultivo.
Varios factores en el ambiente radical pueden interactuar entre sí. C ada factor,
tal com o una pobre aireación, puede tener un gran efecto en circunstancias extre
mas. B a jo condiciones normales, sin embargo, los efectos de los factores in divi
duales pueden no ser tan fácilmente detectables debido a sus interacciones con los
otros factores.
3.9.1. Salin id ad
94
T A B L A 3.7
Efecto de un intervalo amplio de salinidades sobre el peso seco (g ) de plantas de tomate
cultivadas en un cultivo flotante profundo y aireado
F uente: A d a m s y H o (1 9 8 9 a).
TABLA 3 .8
Fuente: S o n n e v e ld y van d e r B u rg h (1 9 9 1 ).
por herrumbre epidérm ica ( ru s s e tin g ). Con pepino, hubo un mayor tiempo de es
tante e índice de color a la más alta C E . L a incidencia de podredumbre apical en pi
miento aumentó de 2 .1 % (2.5 d S m ' ) a 7 .0 % (5,2 d S m '), aunque la herrumbre
epidérmica dism inuyó desde 23,0 a 18,0% a medida que la C E disminuyó (Sonne
veld y van der Burg, 1991).
Aunque un nivel alto de salinidad restringe el crecim iento vegetal, éste puede
ser utilizado para mejorar la calidad de frutos en tomate. Para cultivos precoces de
tomate en el Norte de Europa, la C E de la disolución nutritiva usualmente se au
menta entre diciem bre y febrero para restringir el vigor vegetativo e incrementar el
crecimiento reproductivo bajo condiciones restrictivas de luz. L a C E se disminuye
otra vez lentamente antes de que el prim er fruto madure. U n nivel alto de salinidad
mejora la calidad del fruto, ya que la salinidad restringe la absorción de agua, y por
lo tanto el contenido de agua del fruto. Po r otra parte, tiene un pequeño efecto en la
entrada de otros constituyentes del fruto. A sí, a pesar de que el tamaño del fruto
disminuye, otros atributos de calidad, incluyendo la concentración de azucares y
ácidos, los principales componentes del sabor, se aumentan. Esta repuesta a la sali
nidad ha sido utilizada para dar a los tomates tipo cereza (cherry) su distintivo sa
bor. Por ejemplo, un incremento en la salinidad en N F T (R ein o U nido) de 32,9 a 9.3
d S m 1con N a C I aumentó la proporción de tomates clase 1 en 11-14%, pero el ren
dimiento m áxim o fue alcanzado con C E 4,6-5,5 d S in ', con 500 m g L 1 Na
95
(Adam s, 1989a). Las salinidades más altas resultaron en aumentos considerables
en la materia seca, contenidos de azúcar y ácidos del fruto (tabla 3.9; datos para
N aC l solamente).
A l aumentar la salinidad de 3 d S m 1 a 8 y 12 d S m ' por adición de maeronu-
trientes (N O ,-N . K and C a) se obtuvo una mayor proporción de frutos con Pudri-
ción Ap ical que cuando se agregó N a C l. a pesar de un m ayor contenido de C a en la
disolución nutritiva (Adam s, 1991a). A medida que los frutos se cosechaban a in
tervalos regulares, un panel independiente prefirió los frutos cultivados a 8 d S m 1
con N aC l que aquellos con un contenido extra de macronutrientes; esta respuesta
se intensificó a 12 d S m '.
TABLA 3 .9
Efecto de un amplio intervalo de salinidades sobre el peso seco (g) de plantas de tomate
cultivadas en un cultivo flotante profundo y aireado
Fílenle: A d a m s ( 19 9 1a).
* Por 100 n iL d e ju g o o b te n id o d e sp u é s d e d e sc o n g e la r e l fru to p re v ia m e n te c o n g elad o . PA = P o d red u m b re
apical.
96
L a incidencia de pudrición apical se atribuye frecuentemente a salinidad alta en
la zona radical. Esto es, sin embargo, una sim plificación. A l agregar ya sea macro-
nutrientes (N O ,- N , K y C a ) o N a C l a una disolución nutritiva básica, la C E de la
disolución de N F T se aumentó desde 3 a 17 d S m 1. Los datos en la tabla 3.10 cla
ramente muestran que la salinidad muy alta debido a N a C l, no causó virtualmente
pudrición apical, mientras que la misma salinidad originada por un excesivo aporte
de macronutrientes resultó en casi 100% de pudrición apical en frutos en un perí
odo de dos meses. L a explicación parece ser que la concentración muy alta de K,
causada por la adición de un aporte extra de macronutrientes, a pesar del muy alto
nivel de C a, redujo la absorción de C a y el m ovim iento de C a hacia la parte distal
del fruto. Altos niveles de K también resultan en una alta acidez en el fruto, y esto
puede ser otro factor responsable para el bajo contenido de C a en la parte distal del
fruto. Estos datos muestran que el N a p e r s e no induce pudrición apical en tomate;
aquí la disolución contenía 4.500 m g N a L 1 (A dam s y Ho, 1993). L a causa usual
de pudrición apical en cultivos producidos en condiciones salinas es la interacción
entre la salinidad y la temperatura (ver bajo Podredumbre apical).
Aunque el pepino es más sensible a la salinidad que el tomate, la manutención
de 400-500 m g N a L r ' y 450-550 m g C l L 1 en la disolución a través de un cultivo de
3 meses no afectó el rendimiento. E n este caso, la adición de N a C l incrementó la sa
linidad desde 1,4 d S m 1 en la disolución básica a 3 d S m ~' (M assey e l a l., 1986).
Los efectos de una salinidad elevada pueden ser positivos, tales como el mejora
miento en la calidad del fruto de tomate, o negativos como ocurre en algunos cultivos
de flores, cuando el rendimiento disminuye. L a fuente del aumento en la salinidad es
también importante, desde que el N a C l puede ser más beneficioso que al emplear al
tas concentraciones de macronutrientes. E s vital el conocimiento de las respuestas al
aumento en la salinidad y de los efectos de las diferentes fuentes de salinidad, cuando
la manipulación de la salinidad sea beneficiosa en el manejo del cultivo.
T A B LA 3.10
Efecto de la fuente de .salinidad sobre la composición de la disolución a 17 d S n r '
(se incrementó la C E desde 3 d S n r ') , porcentaje de frutos con podredumbre apical,
y sobre la acidez y contenido mineralógico de frutos de tomate
Fuente de salinidad
Macronutrientes NaCl
Concentraciones de nutrientes en solución (mg L ')
Ca 1.580 230
K 5.486 420
Na 120 4.500
% frutos con Pudrición Apical
en abril 100 0
mayo 94 0.5
junio 9 0
Acidez del fruto (m e por fruto) 4.2 2,9
Contenido de minerales ( % en materia seca del fruto)
Ca 0.024 0,027
K 3.27 1.64
Fuente: Adaptada de Adams y Ho ( 1991(.
97
3.9.2. C o n ce n tra c ió n de nutrientes
98
también contribuyen al desarrollo de estos desórdenes. Pepino y pimiento no re
quieren de altos niveles de K ya que sus frutos no son ácidos.
L a reducción de rendimientos se asocia a deficiencias de nutrientes o toxicida
des. y. usualmente, los rendimientos com ienzan a dism inuir antes de que el desor
den nutricional sea obvio.
99
aumento de salinidad, y tal vez por las interacciones entre nutrientes, usualmente
no existe una relación simple entre la absorción y la concentración del nutriente
aplicado, excepto en el rango más bajo de concentración aplicado.
Estudios efectuados con plantas de tomate en el periodo de fructificación y cul
tivadas en N F T (R e in o U n id o ) presentaron absorciones diarias de 15 mg N, 25 m g
P y 290 m g K por planta por día (A dam s, 1986). L a absorción correspondiente para
pepino (543 m g N, 89 m g P y 759 m g K ) fueron superiores debido a la velocidad de
crecim iento más rápida (M assey, datos no publicados).
L o s resultados discutidos muestran que la absorción de nutrientes puede variar
enormemente entre cultivos y, para cualquier cultivo, puede cam biar con ya sea el
tamaño del cultivo y con el medio ambiente. A s í, la magnitud de cada respuesta a
factores nutricionales está determinada parcialm ente por el m edio ambiente de la
planta.
100
diación solar y la temperatura del aire, pero no tan bien relacionadas con la tem
peratura de la disolución; mientras que la absorción de P fue m ejor correlacionada
con la temperatura de la raíz (A d am s, 1993). Resultados sim ilares se obtuvieron
bajo condiciones de verano, excepto que las absorciones de N y K no fueron tan
bien correlacionadas con las temperaturas del aire o de la disolución (A d am s y
Massey, 1984). Aunque las plantas estaban más maduras en este momento, las re
laciones más pobres en el verano se debieron probable y principalm ente al m ovi
miento del aire causado por la ventilación de los invernaderos. Los estudios de la
absorción total de nutrientes en tomates cultivados en suelo mostraron que las
plantas cultivadas cercanas a los bordes del invernadero, donde la luz y la tempe
ratura aérea fueron mayores, absorbieron más de N y K (2 7 % N y 2 4 % K ) , y sólo
3 % más de P aquellas plantas de la parte central del invernadero (W in s o r e l a l.,
1958).
Estos resultados delinean la im portancia de com prender los efectos del medio
ambiente sobre el crecim iento del cultivo y la absorción de nutrientes. Tales consi
deraciones deben ser tomadas en consideración si el programa nutricional se op
timiza.
3.10.2. H um edad
101
fruto, ya que la transpiración alta dirige la m ayoría del C a extra absorbido hacia las
hojas. Aunque la humedad alta normalmente resulta en un incremento marcado en
el C a en el fruto. E l efecto c o m b in a d o de la humedad alta y de la concentración alta
de C a en la disolución nutritiva aumentó el contenido de C a del fruto sobre un 7 0 %
(Adam s y Holder. 1992; ver tabla 3.1 I ).
En algunas circunstancias, la humedad alta puede causar un desorden en to
mate conocido como mancha dorada. Esta es producto de la acumulación de un ex
ceso de Ca. depositado com o oxalato de calcio, en células bajo la epidermis. Estas
usualmente se encuentran alrededor del cáliz y sobre los hombros del fruto. A hu
medad alta, más C a se mueve hacia el fruto, y el desorden se promueve por niveles
altos de C a en la zona radical, y también por niveles altos de P, aunque la suscepti
bilidad depende del cultivar (D e K rcij e t a l ., 1992).
T A B LA 3.11
Efecto de la humedad diaria y la concentración de Ca en la disolución nutritiva
sobre el contenido de Ca (porcentaje en materia seca) de la podredumbre apical de frutos
de tomate cultivados en lana de roca
F u e n te : A d a p tad a d e A d a m s y H o ld e r (1992).
Las raíces de las plantas se afectan por varios factores. Estos incluyen la tem
peratura. la que afecta la permeabilidad de la raíz, la aireación, la cual afecta el me
102
tabolismo radical, y la salinidad, la que afecta la absorción de agua y nutrientes. A
medida que el volumen radical disminuye, el intervalo de temperaturas experimen
tado por las raíces aumenta probablemente por el grado de depleción de oxígeno
por las raíces y la microflora.
T A B LA 3.12
Efecto de la temperatura radical sobre el promedio del área foliar y la absorción total
de agua y nutrientes (g) en plantas de tomate después de 10 semanas en los tratamientos
3.11.2. A ireación
103
8:00 11:00 14:00 17:00 20.00 23:00
10
- 9
- 8
- 7
- 6
- 5
- 4
- 3
- 2
- 1
0
8:00 11:00 14:00 17:00 20.00 23:00
Hora del día
104
En N F T . la aireación de la disolución recirculante, de vital importancia, ocurre
al retornar la disolución al estanque colector. Si la distancia de la disolución que
cae al retornar al estanque es demasiado corta para causar una suficiente turbulen
cia, la disolución pobremente aireada llevará a un crecim iento reducido del cultivo.
La disminución del oxígeno en las canaletas también depende de a ) el flujo en las
canaletas. Si ésta es demasiado baja, entonces la depleción de oxígeno en la diso
lución será más grande, en clim as temperados se recomienda un flujo de 4 L n iin
b ) la velocidad del intercambio gaseoso entre la disolución que circula y la atmós
fera sobre ésta. M ediciones de disoluciones nutritivas en canaletas N F T mostraron
que la disminución en el contenido de oxígeno entre la disolución en el inicio y la
parte terminal de las canaletas, fue m ayor con pepino (6.2 a 2.9 m g L '\ 26° C ) que
con tomate (de 8.3 a 7.5 m g l. 24,5° C : Gislerod y Kem plon. 1983). También en
contraron que en una disolución con un contenido de oxígeno reducido, que fluía a
través de una canaleta sin plantas, la concentración de oxígeno aumentaba desde
2,3 a 5,8 m g L 1 sobre una distancia de 5 m . E l balance entre la depleción de oxí
geno en cl estanque colector y en las canaletas es crucial para una operación exi
tosa en los sistemas N FT.
Estudios de los efectos de una pobre aireación sobre el crecimiento vegetal re
velaron reducciones en la absorción de nutrientes de hasta un 5 0 % (X u y Adams.
1994). Intentos para definir el lím ite de la concentración de oxígeno en la disolu
ción sugirieron un valor alrededor de 3 m g L 1 en la disolución de cultivo. M ante
ner el nivel de oxígeno sobre este valor es más fácil con cultivos como tomate que
con cultivos que crecen más rápido y tienen un sistema radical mucho mayor tal
como pepino.
105
para pepino no estuvo bien aireado. Esto podría deberse a la insuficiente distancia
entre el retorno de la disolución y el estanque colector, o porque el flujo fue dema
siado bajo para las condiciones prevalentes. Tal vez la razón principal de esos nive
les bajos de oxígeno fue la alta población de microflora, la que se alimenta de los
exudados de las raíces de las plantas. L a exudación de las raíces de pepino es mu
cho mayor que la de las raíces de tomate, de este modo, la población microbiana es
mayor, y el contenido de oxígeno de la disolución nutritiva es correspondiente
mente menor comparado a los sistemas donde se cultiva tomate.
Aunque la temperatura tiene un efecto marcado sobre la disponibilidad de oxí
geno en la zona radical, la temperatura radical alta es muy d ifícil de controlar; in
cluso en N F T . cl enfriamiento de la zona radical no es económico. L o mejor que
puede efectuarse para m inim izar una elevación de la temperatura radical es maxi-
mizar la reflexión de luz sobre la superficie del sistema y emplear materiales ais
lantes.
3.11.4. Salinidad
106
cual parece estar unido al tamaño del fruto, al número de frutos y al total de frutos
cuajados (A dam s y Ho, 1992). N i la eficiencia del C a o una alta absorción de Ca
parecen estar unidas a la resistencia a pudrición apical (H o e t a !., 1995). Sin em
bargo, es posible que las diferencias en el desarrollo del xilem a en el fruto sean
cruciales para transportar el C a suficiente a la parte distal del fruto.
Con cultivares no susceptibles, la pudrición apical usualmente es causada por
la interacción de dos o más factores de ios m edio am bientes radical y aéreo
(Adam s y Ho. 1993; ver tabla 3.13). E l problema se debe principalmente a la com
petencia entre las hojas y el fruto por el C a absorbido por las raíces. C om o el C a no
es translocado por el floema, y se mueve solo en el xilema, el fruto debe obtener Ca
directamente desde las raíces, más que desde las hojas. Por lo tanto, cualquier fac
tor que aumente el ritmo de transpiración reduce la oferta de C a al fruto. Este
efecto es exacerbado por una alta salinidad, o altos niveles de N H 4-N, K o m g en la
zona radical, los cuales reducen la absorción total de Ca. Si existe un aumento de la
transpiración, debido a una m ayor temperatura del aire, entonces la expansión de
crecimiento del fruto se incrementa. Éste aumenta la demanda del fruto por Ca. al
mismo tiempo que la oferta de C a al fruto se lim ita por el m ayor movimiento de
agua hacia las hojas. A sí, las condiciones para inducir pudrición apical son inter
nas. S i las condiciones son extremas, entonces la madurez del fruto parcialmente
puede ser afectada. Normalmente, sin embargo, es el fruto joven el que se afecta
por este desorden. Esto se debe a que su ritmo de expansión es muy rápido, lo que
T A B LA 3.13
Algunos factores medioambientales que afectan la incidencia de pudrición apical,
su efecto sobre la absorción y movimiento de agua y Ca en plantas de tomate,
y sobre el ritmo de crecimiento del fruto
En el m edio ra d ical
Absorción de nutrientes Niveles altos de NH4-N. K o mg reducen Ca
Humedad/salinidad Estrés hídrico reduce la absorción de agua y Ca. distribución del Ca
en el fruto, y el movimiento de Ca hacia la parte distal del fruto
Temperatura Baja temperatura reduce la absorción de agua y Ca
Aireación y Ca Niveles bajos de oxígeno reducen la absorción de agua y Ca
En e l medio aéreo
Luz Alta radiación aumenta la fotosíntesis y la acumulación de materia
seca en el fruto
Temperatura El ritmo de transpiración y de crecimiento del fruto aumentan con
temperatura
Movimiento de aire Aumenta la transpiración
Humedad Baja humedad aumenta la transpiración y reduce el movimiento del
Ca hacia el fruto. A la inversa, alta humedad disminuye la transpira
ción y permite que más Ca se mueva hacia el fruto
Enriquecimiento con Estimula la proporción de materia seca, acumulación en el fruto, así
CO, como el aumento de la demanda por Ca
Fílenle: A d a p tad o d e A d a m s y H o (1 9 9 3 ).
107
ocurre entre alrededor de I I y 33 días después de la antesis. Aunque estos frutos
están continuamente recibiendo C a, la alta velocidad de expansión en el fruto joven
no se ajusta al ritmo de importación de Ca. D e este modo, puede o cu rrir una dism i
nución temporal de hasta 5 0 % en la concentración de C a (porcentaje en materia
seca). Po r lo tanto, cuando la velocidad de expansión del fruto se acelera por una
m ayor temperatura, y la transpiración aumenta, desviándose más C a hacia las ho
jas, la pudredumbre apical es inevitable.
Los resultados registrados avalan la importancia de com prender los efectos del
medio ambiente sobre el crecim iento del cultivo y la absorción de nutrientes, por lo
cual deben ser tomados en consideración si el programa nutricional se optimiza.
Aunque los métodos actuales de control del m edio ambiente no son perfectos, ellos
permiten el ajuste suficiente de las condiciones medioambientales para alcanzar
mejoramientos considerables en el crecim iento y para evitar las condiciones me
dioambientales que afectan detrimentalmente al cultivo.
108
resto del invernadero. También debería ser una advertencia de que todos los facto
res que contribuyen a la inducción de la pudrición apical no están bajo
control.
3.13. Conclusión
3.14. Bibliografía
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i I I
Los sustratos en los cultivos sin suelo
M anuel A b ad Berjón
Patricia N oguera M urray
C arolina C arrión Benedito
4.1.1. Introducción
113
rosidad total elevada, y que un buen suelo agrícola se haga inadecuado
para el cultivo cuando se coloque en un contenedor.
Desde el punto de vista hortícola, la finalidad de cualquier sustrato de cultivo
es producir una planta/cosecha de calidad y abundante en el más corto período de
tiempo, con los más bajos costes de producción. En adición, la obtención y la eli
minación del sustrato, una vez haya sido utilizado, no deberían provocar un im
pacto medioambiental de importancia.
De tip o té c n ic o
114
aumentar las cantidades de fertilizantes. Por el contrario, con sistemas de
subirrigación, es recomendable reducir las cantidades de fertilizantes, en
comparación con las que se aplican con el riego superficial.
Finalidad. Las características del sustrato han de ser también distintas, según
la finalidad con que vaya a ser utilizado. Así, variarán dependiendo de que se vaya
a usar para:
1) Semilleros: Para la germinación de las semillas se requiere un sustrato de
fácil preparación y manejo, con el mínimo de perturbación para las raíces,
de textura fina, con estructura estable y fluida, con elevada capacidad de
retención de agua, que mantenga la humedad constantemente, con escasa
capacidad de nutrición, y con un bajo nivel de salinidad.
2) Crecimiento y desarrollo: E l crecimiento y el desarrollo de las plantas exi
gen sustratos de textura media a gruesa, con una mayor capacidad de aire
ación, un buen drenaje, un nivel óptimo de fertilizantes y una moderada
capacidad tampón y de intercambio catiónico, con objeto de controlar el
pH y mantener su capacidad de nutrición.
3) Enraizamiento de estacas: E l medio de enraizamiento desempeña tres fun
ciones: a) mantener la estaca en su lugar durante el período de enraiza
miento, b) proporcionar humedad a la estaca, y c) permitir la penetración de
aire a la base de la estaca. E l medio de enraizamiento ideal debe, por tanto,
proporcionar suficiente porosidad y tener una alta capacidad de retención
de agua, junto con un buen drenaje, para permitir una aireación adecuada.
De tip o e c o n ó m ic o
S u stra to s: C o n ce p to y c la s ific a c ió n
115
E l sustrato puede intervenir o no en el complejo proceso de la nutrición mineral
de la planta.
Entre los diferentes criterios de clasificación de los sustratos, merece ser desta
cado el que se basa en las propiedades de los materiales:
1) Químicamente inertes: arena granítica o silícea, grava, perlita, lana de
roca, etc.
2) Químicamente activos: turbas rubias y negras, corteza de pino, vermicu-
lita. materiales lignocelulósicos, etc.
La diferencia entre ambos tipos de materiales viene determinada por la capaci
dad de mtercambio catiónico, una propiedad físico-química directamente relacio
nada con la capacidad de almacenamiento de nutrientes por parte del sustrato. En
el prin r caso, el material a. .a única y exclusivamente como soporte de la planta,
no intt finiendo en el proce o de adsorción y fijación de los nutrientes. Estos han
de sun nistrarse mediante la solución fertilizante, que debe ajustarse al máximo
con objeto de no crear disfunciones en la planta. E l cultivo en este tipo de sustratos
es en la práctica un verdadero cultivo hidropónico, exigiendo una avanzada tec
nología de las instalaciones y una elevada especialización del personal. En el se
gundo caso, el sustrato, además de soporte para la planta, actúa como depósito de
reserva de los nutrientes aportados mediante la fertilización, almacenándolos o ce
diéndolos según las exigencias del vegetal.
P ro p ie d a d e s fís ic a s
116
D . B a ja densidad aparente.
E . Elevad a porosidad total, y
F. Estructura estable, que im pida la contracción (o hinchazón) del sustrato.
P ro p ie d a d e s q u ím ic a s
O tra s p ro p ie d a d e s
P ropiedades físicas
I 17
E spa cio p o ro s o to ta l
Se define como la proporción del volumen del sustrato de cultivo que contiene
aire después de que dicho sustrato ha sido saturado con agua y dejado drenar,
usualmente a 10 cm de tensión de columna de agua.
118
más de oxígeno que las plantas cultivadas en sustratos minerales, sin abundante
materia orgánica.
El oxígeno es transferido hacia las raíces (mediante difusión) a través de la lá
mina de agua que las rodea. L a velocidad de difusión del oxígeno en el agua es 104
veces más pequeña que en el aire. A s í pues, el espesor de la lámina de agua alrede
dor de las raíces es de marcada importancia. Si la textura y la estructura del sustrato
son tales que la mayoría de los poros permanecen llenos de agua después del riego,
el suministro de oxígeno se verá reducido de modo severo, el C 0 2 se acumulará, se
producirá una liberación de etileno, etc., todo lo cual resultará en una inhibición
del crecimiento y, a veces, en el marchitamiento de la planta.
La distribución del tamaño de los poros es el factor clave en el estado hídrico y
aéreo de los sustratos.
L a profundidad (o altura) del contenedor tiene un efecto marcado sobre el con
tenido en aire del sustrato. Cuanto más profundo es el contenedor, mayor es el con
tenido en aire. Cuando se usan contenedores pequeños o poco profundos, son pre
feribles los sustratos de textura gruesa, que mantienen una aireación adecuada.
A gua fá c ilm e n te d is p o n ib le
Los poros que se mantienen llenos de agua después del drenaje del sustrato son
los de menor tamaño. Es necesario, entonces, distinguir entre: 1) E l agua retenida
por el sustrato y que es accesible para la planta, y 2) E l agua fuertemente retenida
por el sustrato y que no es utilizable por la planta, ya que la succión aplicada pol
las raíces no supera la fuerza con la que el agua es retenida por las partículas del
sustrato. Por lo tanto, y en relación con los sustratos, lo que interesa es la capacidad
de retención de agua fácilmente disponible y no la capacidad de retención total de
agua.
Un sustrato puede tener una baja capacidad de retención de agua fácilmente
disponible porque: 1) Su porosidad total es baja, 2) Los poros son grandes y gran
parte del agua se pierde por gravedad, 3) Los poros son muy pequeños y la planta
es incapaz de extraer una parte importante del agua antes de marchitarse, y 4) Una
combinación de las situaciones anteriores.
119
Agua de reserva
Figura 4.1. Curvo d e liberación de anua de un sustrato (De Boodt et al., 1974),
Muchos sustratos están constituidos por una mezcla de partículas con tamaños
diferentes. Las propiedades físicas de estos sustratos variarán en función de la dis
120
tribución del tamaño de sus partículas, siendo por tanto de importancia fundamen
tal la caracterización granulométrica de los materiales utilizados como medios de
cultivo.
E l tamaño de las partículas afecta al crecimiento de la planta a través del ta
maño de los poros. La distribución del tamaño de las partículas y de los poros de
termina el balance entre el contenido en agua y en aire del sustrato, a cualquier ni
vel de humedad.
Los materiales de textura gruesa, con tamaño de partícula superior a 0,9 ///».
con poros grandes, superiores a 100 p m , retienen cantidades reducidas de agua y
están bien aireados. Los materiales finos, con partículas inferiores a 0,25 gm y ta
maño de poros inferior a 30 pin, retienen grandes cantidades de agua difícilmente
disponible y están mal aireados. E l mejor sustrato se define como aquel material de
textura media a gruesa, con una distribución del tamaño de los poros entre 30 y
300///» — equivalente a una distribución del tamaño de las partículas entre 0,25
y 2,5 pm — , que retiene suficiente agua fácilmente disponible y posee, además, un
adecuado contenido de aire.
La distribución del tamaño de las partículas de los sustratos se expresa frecuen
temente como un único parámetro: el Indice de Grosor. Este índice se define como
el porcentaje acumulado (en peso o en volumen) de partículas con diámetro supe
rior a 1 mm, y suele estar bien correlacionado con las características hidrofísicas
del sustrato.
D ensidad aparente
Se define como la masa seca del material sólido por unidad de volumen apa
rente del sustrato húmedo, es decir, incluyendo el espacio poroso entre las partí
culas.
L a densidad aparente juega un papel importante, ya que los sustratos y los con
tenedores se transportan durante su manejo y manipulación y, consecuentemente,
su peso ha de ser tenido en cuenta. En adición, el anclaje de las plantas debería ser
también considerado como un factor de importancia. En los invernaderos, donde el
viento no es un factor limitante, la densidad aparente del sustrato puede ser tan baja
como 0,15 g cm~-.
M o ja b ilid a d
121
C o n tra cció n de volum en
C apacidad de in te rc a m b io c a tió n ic o
Se define como la suma de los cationes que pueden ser adsorbidos por unidad
de peso (o de volumen) del sustrato. Dichos cationes quedan así retenidos frente al
efecto lixiviante del agua y están disponibles para la planta.
El valor óptimo de la capacidad de intercambio catiónico de los sustratos de
pende estrechamente de la frecuencia de la fertirrigación. Si la fertirrigación se
aplica permanentemente, la capacidad de adsorción de los cationes no representa
ninguna ventaja, siendo recomendable en este caso la utilización de materiales
inertes, con muy baja o nula capacidad de intercambio catiónico. Si, por el contra
rio, la fertirrigación se aplica de modo intermitente, será interesante la utilización
de sustratos con moderada a elevada capacidad de intercambio catiónico, en todo
caso superior a 20 m e 100 g
Los materiales orgánicos presentan una elevada capacidad de intercambio catió
nico y una alta capacidad tampón frente a cambios rápidos en la disponibilidad de
los nutrientes y en el pH. Una capacidad de intercambio catiónico elevada consti
tuye un depósito de reserva para los nutrientes, mientras que los materiales con baja
capacidad de intercambio, como la mayoría de los sustratos minerales, retienen can
tidades reducidas de nutrientes y requieren una aplicación frecuente y regular de los
fertilizantes. Se pueden prevenir los cambios rápidos en la acidez o la alcalinidad de
los sustratos, usando materiales orgánicos en las mezclas de cultivo.
122
L a materia orgánica, especialmente las sustancias húmicas, contiene grupos
funcionales cargados negativamente (carboxílico, fenólico, enólico, etc.), que
son los responsables de la capacidad de los materiales orgánicos para retener los
cationes en forma no lixiviable. Durante el proceso de intercambio catiónico,
los iones orgánicos cargados negativamente son capaces de adsorber cationes
(N H 4+, K +, Ca2*, M g 2+, N a+, etc.) en proporciones variables, en función de la
afinidad del catión por los centros de adsorción y de su concentración en la diso
lución.
L a capacidad de los sustratos orgánicos para adsorber cationes metálicos de
pende del pH: cuanto más alto es el pH. más elevada es la capacidad de intercam
bio catiónico. Para una turba rubia, la capacidad de intercambio catiónico se incre
menta desde 50 hasta 100 m e 100 g~' cuando el pH aumenta desde 3,5 hasta 5,5.
Como consecuencia del encalado de las turbas rubias, se incrementa la capacidad
de intercambio catiónico y se aumenta la proporción de cationes que pueden ser
adsorbidos sobre los centros activos.
D is p o n ib ilid a d d e lo s n u trie n te s
123
T A B L A 4.1
Niveles de referencia de los nutrientes asimilables para el cultivo en sustrato de las plantas
ornamentales. Los niveles de los nutrientes se expresan como concentración del elemento
en el extracto de saturación del sustrato
N-NO,- 100-199
N-NHj* 0-20
P 6-10
K* 150-249
Ca2* > 200
Mg:* >70
Fe 0.3-3.0
Mn 0.02-3,0
Mo 0.01-0,1
Zn 0.3-3.0
Cu 0.001-0,5
B 0.05-0,5
Fuente: Abad et al. (1993).
T A BLA 4.2
Niveles de referencia de los nutrientes en la disolución del sustrato, para el cultivo
hidropónico del tomate sobre materiales minerales inertes
S alinida d
124
Las causas que provocan un incremento en la salinidad del sustrato, después de
estar éste en el contenedor, son:
1) L a presencia de fertilizantes insolubles, como los de liberación lenta,
cuando se mineralizan para producir nitratos o bien, cuando liberan sales
mediante difusión, en una cuantía superior a las cantidades absorbidas o
lixiviadas.
2) Cuando la cantidad de sales aportadas con el agua de riego o la solución
nutritiva es superior a las cantidades absorbidas por la planta o las pérdidas
por lixiviación, y
3) Cuando el sustrato presenta una elevada capacidad de intercambio catió-
nico y, al mismo tiempo, se descompone con el transcurso del cultivo, li
berando nutrientes.
Todas estas situaciones pueden ser prevenidas en gran parte, conociendo las
cantidades de nutrientes requeridas por los cultivos y evitando las aplicaciones
excesivas de abonos.
Un incremento en la salinidad, si se presentase, puede ser prevenido, o corre
gido, mediante lixiviación controlada. L a lixiviación con agua de buena calidad
hasta conseguir un volumen de lixiviado equivalente al volumen del contenedor,
debería corregir el problema de la salinidad. Otras medidas para atenuar los efectos
de la salinidad, son: 1) Mantener el medio de cultivo permanentemente húmedo,
2) No aplicar fertilizantes en polvo ni soluciones fertilizantes con elevada fuerza
iónica cuando el medio esté seco, y 3) Reducir el estrés de las plantas mediante
sombreado e incremento de la humedad relativa ambiente.
L a respuesta de las plantas a la salinidad depende de la edad de éstas, de las
condiciones ambientales, de las prácticas de manejo del cultivo y de las caracte
rísticas de la especie. Las fases de germinación y nascencia son más sensibles a
las sales que las de crecimiento posterior y desarrollo. Las plantas cultivadas en
condiciones ambientales frescas y húmedas, o durante las épocas no calurosas del
año, son más tolerantes a la salinidad que aquellas cultivadas durante períodos
más cálidos, con baja humedad relativa y/o elevada transpiración. Ejemplos de es
pecies que muestran diferentes grados de tolerancia a las sales, son: I ) M uy sensi
bles: Azalea, Camellia, fresa, Gardenia , etc.; 2) Sensibles: Aphelandra , Erica
(brezo), F icus b en ja m in a , lechuga, pim iento, etc.; 3) Tolerantes: C lavel.
Chrysanthemun, Dieffenbachia, pepino, tomate, etc.; y, 4) M uy tolerantes: A ca
cia, A triplex. Yut ea, etc.
Interpretación de los niveles de la salinidad (Bunt, 1988), determinada en el ex
tracto de saturación del sustrato (conductividad eléctrica, en dS m 1):
< 0.75 muy bajo
0,75-1,99 apropiado para germinación de semillas y crecimiento de plán
tulas
2,00-3,50 satisfactorio para la mayoría de las plantas
> 3,50 elevado para la mayoría de las plantas
125
pH
Las plantas pueden sobrevivir en un amplio intervalo de pH del sustrato sin sufrir
desórdenes fisiológicos aparentes, siempre y cuando todos los nutrientes se suminis
tren en forma asimilable. No obstante, el crecimiento y el desarrollo de las plantas se
ven reducidos de modo marcado en condiciones de acidez o alcalinidad extremas.
El pH ejerce sus efectos principales sobre la asimilabilidad de los nutrientes, la ca
pacidad de intercambio catiónico y la actividad biológica. Bajo condiciones de cultivo
intensivo, se recomienda mantener el pH del sustrato dentro de un intervalo estrecho.
Nivel de referencia en el cultivo de plantas ornamentales en contenedor: pH
(extracto de saturación) - 5,2-6.3. Nivel óptimo en el cultivo sin suelo de hortali
zas: pH (disolución del sustrato) - 5,5-6,8.
L a asimilabilidad de los elementos nutritivos es afectada de modo marcado por
el pH. Con pHs de 5,0 a 6.5. la mayoría de los nutrientes mantienen su máximo ni
vel de asimilabilidad. Por debajo de pH = 5,0 pueden presentarse deficiencias de N.
K. Ca, Mg, etc., mientras que por encima de pH = 6,5 puede disminuir la asimila
bilidad de Fe. P, Mn, B. Zn y Cu. Los óxidos metálicos (de Fe. Mn, Cu. Zn, etc.) se
hacen más solubles al bajar el pH (por debajo de 5,0), pudiendo llegar a resultar fi-
totóxicos (ver figura 7.2).
Los materiales orgánicos presentan mayor capacidad tampón (en un amplio in
tervalo de pH) que los materiales minerales.
Si el pH del sustrato está fuera del intervalo recomendado, se deberá llevar a
cabo el ajuste de dicho pH. En el caso de los sustratos ácidos (turba rubia), se re
quiere la adición de cal o dolomita para provocar un incremento en el pH. El pH al
calino de los sustratos básicos (corteza de pino) puede reducirse mediante la adi
ción de azufre. Las cantidades de cal o azufre a añadir a un sustrato dependen de su
pH original y de su capacidad de intercambio catiónico, siendo las necesidades de
enmienda tanto mayores cuanto mayor es la capacidad de intercambio del material.
P ropiedades b io ló g ic a s
126
V elocidad d e d e s c o m p o s ic ió n
Todos los sustratos orgánicos, incluso los relativamente estables, son sus
ceptibles de degradación biológica, viéndose favorecida esta situación por las
condiciones ambientales que prevalecen en los invernaderos. L a población m i
crobiana es la responsable de dicho proceso, pudiendo resultar finalmente su ac
tividad biológica en deficiencias de oxígeno y de nitrógeno, liberación de sus
tancias fitotóxicas y contracción del sustrato. A s í pues, la descomposición de la
materia orgánica en los sustratos de cultivo, considerada de modo global, es
desfavorable desde el punto de vista hortícola, debiéndose tomar precauciones
con objeto de minimizar sus efectos sobre las plantas. L a disponibilidad de
compuestos biodegradables (carbohidratos, proteínas, etc.) determina la veloci
dad de descomposición. Desde un punto de vista práctico, se puede reducir el
contenido relativo de dichas sustancias mediante compostaje y, también, man
teniendo niveles suficientes de nitrógeno asimilable. Las condiciones de cultivo
deberían ser también consideradas: si el cultivo se prolonga durante largos perí
odos de tiempo, resulta recomendable el uso de materiales más estables (turbas
negras o cortezas de tamaño grueso), mientras que si las plantas son de creci
miento rápido, pueden prosperar en materiales menos resistentes a la degrada
ción (turbas rubias).
E fecto s de lo s p ro d u c to s de d e s c o m p o s ic ió n
A c tiv id a d re g u la d o ra d e l c re c im ie n to
127
Los fenómenos de supresividad de las cortezas de árboles compostadas son de
bidos principalmente a la microflora presente en dichos composts.
4.2.1. Introducción
128
cambio en el medio ambiente, a menudo proporcionan resultados completamente
diferentes.
I. M a teria les o rg á n ic o s
¿Qué so n las tu rb a s?
Fundamentalmente son vegetales fosilizados.
Penningsfeld y Kurzmann (1983) han definido la turba como la forma disgre
gada de la vegetación de un pantano, descompuesta de modo incompleto a causa del
exceso de agua y la falta de oxígeno, que se va depositando con el transcurso del
tiempo, lo que favorece la formación de estratos más o menos densos de materia or
gánica. en los que se pueden identificar los restos de diferentes especies vegetales.
Strasburger et al. (1986) han señalado que este material natural está formado
por depósitos de restos de musgos y de otras plantas superiores, que se hallan en
proceso de carbonización lenta, fuera del contacto con el oxígeno, por lo que con
servan largo tiempo su estructura anatómica.
130
Como consecuencia de la evolución del perfil en las turberas altas, se distin
guen dos tipos de turba, en función de su grado de descomposición:
1. Turba ligeramente descompuesta o turba «rubia», de color pardo-claro.
Corresponde al estrato más superficial y es la formada más recientemente.
Es ampliamente utilizada como sustrato hortícola, ya que está poco des
compuesta — conservando parcialmente la estructura de los musgos y las
plantas que la integran— , y posee excelentes propiedades físicas y quími
cas: estructura mullida, porosidad total elevada, alta capacidad de reten
ción de agua, aceptable contenido de aire, baja densidad aparente, elevada
capacidad de intercambio catiónico y baja salinidad.
2) Turba fuertemente descompuesta o turba «negra», de color oscuro. Es la
turba más antigua y ocupa los estratos inferiores. Desde el punto de vista
hortícola, posee una calidad inferior, ya que ha perdido prácticamente su
estructura. Sin embargo, la congelación natural de estas turbas negras du
rante la estación fría, mejora significativamente su calidad y las hace muy
útiles para la preparación de sustratos.
Las turberas de transición muestran características intermedias entre las turbe
ras bajas y las altas. Se han formado en parte sobre un lago previamente rellenado
y, en parte, por encharcamiento de un bosque, una vez que falló el suministro de
agua y nutrientes desde el fondo, y se había alcanzado la fase de turbera de cárices
o de turbera arbolada (figura 4.2).
Figura 4.2. Evolución d el p e rfil de una turbera de transición medio-europea, form ada
en p arte sobre un tapo rellenado, y en parte p o r encharcam iento de un bosque.
(Elaboración propia a partir de Penningsfeld y Kur/mann: Strasburger et a l.. 1986).
131
Para conocer el grado de descomposición (humificación) de las turbas, se uti
liza el método de Von Post o «del estrujado»: una muestra de turba saturada de
agua se comprime con los dedos de la mano, y se evalúa su grado de descom
posición, que puede variar desde H-l (nada descompuesta) hasta H-lü (completa
mente humificada), según cl color del agua que escurre, la cantidad de papilla de
turba que pasa entre los dedos, y la estructura de las plantas que la integran.
P ropiedades
T A BLA 4.3
Propiedades físicas de las turbas.
Influencia de la composición botánica y el grado de descomposición
Turba
Propiedad Sphagnum rubia Sphagnum negra Herbácea negra
Indice de grosor ( % ) 46 42 _
Densidad aparente (g cm ') 0.07 0.14 0.08
Espacio poroso total ( % vol.) 96 91 94
Capacidad de aireación (% vol.) 41 18 15
Agua fácilmente disponible ( % vol.) 25 28 18
Agua de reserva (% vol.) 6 7 8
Agua total disponible (% vol.) 31 35 26
Agua difícilmente disponible (% vol.) 24 38 53
Capacidad de retención de agua (mt/l) 687 804 741
Mojabilidad (min.) 17 3 <0.5
Contracción (% vol.) 22 34 90
F uente: A b a d e / a l. (1996).
132
T A B L A 4.4
Propiedades físico-químicas y químicas de las turbas. Influencia de la composición
botánica y el grado de descomposición
Turba
Propiedad Sphagniim rubia Sphagnum negra Herbácea negra
Ventajas
Las turbas son. desde hace muchos años, los componentes orgánicos más im
portantes y más ampliamente utilizados en los medios de cultivo de las plantas que
crecen en contenedores, debido a sus excelentes propiedades físicas, físico-quími
cas, químicas y biológicas.
Adicionalmente, este material orgánico presenta un efecto estimulador sobre el
crecimiento y el desarrollo vegetal, lo que se ha atribuido a la presencia de activa
dores del crecimiento (compuestos de naturaleza hormonal, sustancias húmicas so
lubles. etc.).
Inco n ve n ie n te s
133
4 .2 .4 . C o r t e z a d e p in o
TA BLA 4.5
Algunas propiedades físicas de una corteza de pino (Pin u s ra d ía la ) compostada
Propiedad Valor
Indice de grosor (% ) 85
Densidad aparente (g etn ') 0.190
Espacio poroso total (% vol.) 80.6
Capacidad de aireación (% vol.) 28.4
Agua fácilmente disponible (% vol.) 12.7
Agua de reserva ( % vol.) 2.6
Agua total disponible (% vol.) 15,3
Fuente: Departamento de Horticultura. Servicio de Investigación y Mejora Agraria del Gobierno Vasco.
Derio (Bizkaia).
134
(cortezas frescas) a neutro (cortezas compostadas) y su nivel de fertilidad es supe
rior al de las turbas Sphagnum, especialmente para fósforo, potasio y calcio. La ca
pacidad de intercambio catiónico se sitúa alrededor de los 55 me 100 g .
Las cortezas de los árboles que han crecido sobre suelos ácidos acumulan nive
les altos de manganeso, lo que puede resultar en problemas de fitotoxicidad. Esta
situación, que es relativamente frecuente en el centro y en el norte de Europa, no se
presenta en nuestro país.
Las cortezas compostadas muestran adicionalmente propiedades supresivas de
determinados patógenos vegetales, particularmente hongos ( Phytophthora,
Pythium, etc.).
Por último, señalar que las cortezas se vienen utilizando últimamente como
material sustitutivo (alternativo) de las turbas Sphagnum , debido a sus excelentes
resultados, su abundante disponibilidad y su bajo coste.
4.2.5. Arena
135
T A BLA 4.6
Propiedades físicas de diferentes arenas y gravas. Influencia del tamaño de las partículas
Si bien las arenas presentan un buen drenaje y una baja capacidad de retención
de agua, ello no quiere decir que exhiban el mismo comportamiento cuando se uti
licen en mezclas con otros materiales, particularmente orgánicos. En estos casos, el
efecto de la arena depende estrechamente de las propiedades físicas de los otros
componentes. Cuando se mezcla, la arena no mejora significativamente la airea
ción de los sustratos con elevada capacidad de retención de agua; para obtener un
sustrato bien aireado, deberían añadirse grandes cantidades de aquella (70-80% en
volumen). En las mezclas con turba Sphagnum se recomienda una distribución del
tamaño de las partículas de la arena tal que el 100% pase por el tamiz de 40 mesh,
pasando el 4 0 % a través del tamiz de 60 mesh.
Las propiedades físicas varían en función del tamaño de las partículas (tabla
4.7). La densidad aparente de las arenas es superior a 1,50 g cm siendo el espa
cio poroso total inferior al 50% (vol.). Las arenas finas, con tamaño de partícula in
ferior a 0.5 mm, presentan una buena capacidad de retención de agua, pero están
pobremente aireadas, especialmente cuando la altura del sustrato en el contenedor
es pequeña. Su pH puede variar entre 4 y 8. Son inertes desde el punto de vista quí
mico, siempre y cuando estén exentas de limos, arcillas, carbonato cálcico, etc. Su
capacidad de intercambio catiónico es nula o muy baja (inferior a 5 me 100 g 1).
T A BLA 4.7
Distribución recomendada del tamaño de las partículas de arena para el cultivo sin suelo
de hortalizas
> 4.760 1
2.380-4,760 10
1.190-2.380 26
0.590-1.190 20
0.277-0.590 25
0.149-0.277 15
0,074-0.149 2
< 0.074 1
Fuente: Jensen y Collins (1985).
136
L a arena es un sustrato fuerte y, consecuentemente, una de sus funciones es au
mentar la densidad aparente de las mezclas. En adición, el uso de arenas con ta
maño de partícula adecuado aumenta la mojabilidad de la mezcla.
La arena, debido a su extraordinaria resistencia mecánica, puede decirse que es
un sustrato prácticamente permanente.
E l cultivo de planta hortícola comestible en sacos de arena se encuentra
ampliamente introducido y desarrollado en nuestro país. Si bien existe una ade
cuada disponibilidad para la arena a corto plazo, cabe pensar que se presentarán
problemas de suministro en un futuro no muy lejano, ocasionados, fundamental
mente, por el impacto ambiental que provoca su extracción. Esta última situación,
junto con los problemas derivados del uso de determinadas arenas de baja calidad,
hace necesaria la búsqueda y utilización de nuevos materiales alternativos/sustitu-
tivos para el cultivo sin suelo de hortalizas.
4.2.6. L an a de roca
137
T A BLA 4.8
Propiedades físicas de distintas lanas de roca comerciales
4.2.7. Perlita
Es básicamente un silicato alumínico de origen volcánico.
La perlita procede de rocas volcánicas vitreas (grupo de las riolitas), que se han
formado por enfriamiento rápido, constituyendo un material amorfo, que contiene
un 2-5% de agua combinada. En su tratamiento industrial, este material se frag
menta en partículas de pequeño tamaño, se precalienta a 300-400° C y se deposita
en hornos a 1.000° C. E l agua combinada se evapora rápidamente, expandiéndose
138
el producto, para formar un material particulado (agregados ligeros), con una den
sidad aproximada de 125 kg n i 3, cuando la roca original pesaba 1.500 kg m 3.
L a perlita conforma una estructura celular cerrada. Su superficie es rugosa y
contiene numerosas indentaciones, lo que le proporciona una gran área superficial
y le permite retener agua en su superficie. Debido a esta estructura celular cerrada,
el agua es retenida solamente en la superficie de las partículas o en los poros exis
tentes entre dichas partículas. En consecuencia, las mezclas de sustratos con ele
vada proporción de perlita están usualmente bien aireadas y no retienen cantidades
elevadas de agua. Esta condición determina que la perlita se utilice ampliamente
como componente de aireación en los sustratos de cultivo.
Durante estos últimos años se viene observando un importante incremento en
la superficie dedicada al cultivo de hortalizas en sacos de perlita.
Se comercializan distintos tipos de perlita. que se diferencian en la distribución
del tamaño de sus partículas y en su densidad. Entre éstos, merecen ser destacados:
1. Tipo « A - 13», constituido por la fracción gruesa (3-5 mm\ densidad 100-
120 k g n i 1).
2. Tipo «B-12». formado por las fracciones medias y gruesas, junto con las
fracciones finas (0-5 m n r, densidad 105-125 k g n i 3).
3. Tipo «B-9», constituido por las fracciones finas (0-1.5 m n r, densidad 80-
90 kg m ’ ).
4. Tipo «B-6», también constituido por las fracciones finas, pero con una
densidad inferior (0-1,5 m n r, densidad 50-60 kg n i 3).
Resulta evidente que las características físicas de la perlita van a verse afecta
das de modo significativo por el tamaño y la densidad de sus partículas (tabla 4.9).
L a densidad aparente varía entre 0,053 y 0.143 g cm 3, encontrándose los valores
más bajos en los materiales más finos y menos densos. L a porosidad total es ele
vada y oscila entre el 86 y el 9 7 % (vol.), presentándose los valores máximos en los
tipos más finos. Las diferencias en porosidad total entre las perfilas trituradas y sin
triturar revelan la existencia de una porosidad ocluida (es decir, encerrada en cavi
dades internas aisladas), que es considerable (= 10%) en los materiales que contie-
TABLA 4 .9
Propiedades físicas de distintos tipos de perlitas comerciales, con diferente granulometría
Perlita tipo
Propiedad A-13 B-12 B-9 B-6
139
nen partículas gruesas y mínima (< 3 % ) en los finos. L a porosidad ocluida dismi
nuye al aumentar el grado de pulverización de la muestra. E l tipo A - 13, al estar
constituido por partículas gruesas, presenta una elevadísima capacidad de aireación
(> 5 8 % ) y un contenido en agua fácilmente disponible muy bajo (< 7 % ). Los tipos
que contienen fracciones finas (B-12. B-9 y B-6) muestran un elevado contenido
en agua fácilmente asimilable (> 2 5 % ) y una capacidad de aireación no limitante
(> 18%). Dado que en los tipos más finos (B-9 y B-6) puede aumentar el grado de
pulverización de las partículas con el transcurso del cultivo, con el correspondiente
riesgo de anegamiento en la base de los sacos, ofrece mayor seguridad la uti
lización del tipo B-12. Este último comprende todo el intervalo granulométrico,
presuponiendo un manejo del riego bastante sencillo y sin riesgos importantes de
asfixia radical o de déficit hídrico.
La perlita es un material inerte que no se descompone biológica ni química
mente. Está compuesta principalmente por S iO : (73-75%) y A L O , (1 1-13%) y,
desde el punto de vista práctico, se puede considerar desprovista de nutrientes. Sin
embargo, la utilización de soluciones nutritivas medianamente ácidas, en todo caso
con pH < 5, puede resultar en problemas de fitotoxicidad, debidos a una excesiva
solubilización del aluminio. Esta situación se presenta con una incidencia e inten
sidad elevadas en el cultivo del clavel y en el del crisantemo. Su pH es neutro o li
geramente alcalino (7-7,5) y su salinidad es muy baja. Exhibe una bajísima capaci
dad de intercambio catiónico (1.5-2,5 me 100 g ') y una capacidad tampón para el
pH también muy limitada.
Puede degradarse durante el ciclo de cultivo, perdiendo su estabilidad granulo-
métrica, lo que puede favorecer el establecimiento de condiciones de anegamiento
en la parte inferior del saco, con la consiguiente reducción de la aireación.
Experimenta una reducción en su inercia térmica después de los primeros
riegos.
140
N .° 3: 1-2 mm.
N .° 4: 0.75-1 mm.
Si bien el comportamiento hídrieo de la vermiculita es en cierto modo parecido
al de las perlitas con tamaño de partícula similar, las propiedades químicas y el
comportamiento mecánico de aquella son. por el contrario, bien diferentes.
L a densidad aparente de la vermiculita, una vez expandida, varía entre 0,050 y
0.192 g cm~3, según el tamaño de sus partículas. Es un material muy poroso, lle
gando su porosidad total a superar el 9 5 % del volumen. Tiene capacidad para rete
ner agua dentro de los espacios interlaminares, y también entre las partículas indi
viduales, pero presenta una retención de agua disponible muy baja (< 10% vol.) y
una elevadísima capacidad de aireación (> 5 0 % vol.).
E l pH de la vermiculita es neutro, si bien debido a la presencia de impurezas de
naturaleza magnésica puede llegar a presentar una reacción débilmente alcalina. La
capacidad de intercambio catiónico es elevada, entre 90 y 150 m e 100 g 1, y muy
similar a la de muchos materiales orgánicos, como, por ejemplo, las turbas. M u
chas vermiculitas contienen del 5 al 8 % de potasio asimilable, y del 9 al 12% de
magnesio, también asimilable. En consecuencia, se pueden reducir sensiblemente
las fertilizaciones magnésica y potásica, cuando se cultive sobre vermiculita. No
adsorbe C L . S 0 42 ni N O ,', pero puede llegar a adsorber cantidades importantes de
P 0 43', que queda fuertemente fijado y en condición de no disponible para la planta.
Este sustrato es también capaz de fijar grandes cantidades de amonio. Este nitró
geno, sin embargo, puede quedar como asimilable, después de pasar por la activi
dad de las bacterias nitrificantes.
Se trata, por tanto, de un material con una elevada capacidad tampón, siendo
además muy activo desde el punto de vista físico-químico.
Se degrada física (fragmentación y exfoliación) y químicamente (contracción
de las láminas después de la adsorción preferencial de amonio y potasio), colap-
sándose y disminuyendo su capacidad de aireación. En consecuencia, el medio de
cultivo se vuelve asfixiante y su duración es limitada.
C u ltiv o e n s u s tra to d e p la n ta s o rn a m e n ta le s
141
más importantes y más ampliamente utilizados durante muchos años. Sin embargo,
se ha emprendido una activa búsqueda de materiales alternativos y/o sustitutivos de
estas turbas en numerosas partes del mundo, siendo sus principales razones: I ) El
elevado precio de la turba hortícola de calidad, particularmente en países sin recur
sos locales de turba Sphagnum, y 2) Su cuestionable disponibilidad futura por mo
tivos ecológicos, ya que las reservas de turba no son renovables e intervienen, ade
más, como potentes centros sumidero del C 0 2 atmosférico.
Esto ha conducido a la utilización de materiales orgánicos alternativos y/o susti
tutivos de las turbas, particularmente autóctonos y con una disponibilidad loca. En
este contexto, y con objeto de proceder a la transformación ecológica y al reciclado
de los materiales de desecho, numerosos residuos y subproductos agrícolas y
agropecuarios, forestales, industriales, urbanos, etc., están siendo utilizados con
éxito como componentes de los sustratos de cultivo. Como han demostrado múlti
ples investigaciones llevadas a cabo durante los últimos años, el sector profesional
de los sustratos de cultivo es capaz de aprovechar muchos materiales que son resi
duos o subproductos de nulo o escaso valor económico, facilitando así una demanda
creciente de materiales de desecho y revalorizando, a la vez, dichos productos.
Por otra parte, se están introduciendo en el mercado español algunos residuos y
subproductos ya conocidos y utilizados como sustratos de cultivo en otros países.
Entre éstos merece destacarse la fibra de coco, un residuo orgánico agroindustrial
de origen tropical (ver capítulos 18 y 19). Se genera después de que el mesocarpo
fibroso del fruto del coco (Cocos nucífera ) ha sido procesado para extraer las fibras
más largas, las cuales se destinan a la fabricación de cuerdas, esteras, cepillos, etc.
E l tratamiento industrial de la fibra del coco genera cantidades elevadas de polvo y
fibras cortas como residuo. Desde hace unos años, el residuo de la fibra de coco se
viene utilizando con éxito como componente orgánico alternativo de la turba
Sphagnum en los medios de cultivo de las plantas ornamentales en maceta, y en
otras aplicaciones de los cultivos sin suelo. E l residuo de la fibra de coco se genera
y acumula en los países tropicales, siendo Sri Lanka el principal productor de sus
tratos de cultivo mediante el reciclado de dicho residuo orgánico.
Con objeto de conocer las características de este nuevo material, se estudiaron
las propiedades físicas, físico-químicas y químicas de trece muestras de fibra de
coco procedentes de Costa Rica (3 muestras), India (1), Méjico (4), Sri Lanka (2) y
Tailandia (3). con diferente presentación, color, tamaño de las partículas, etc. Se
encontró una gran variabilidad en las propiedades entre las diferentes muestras es
tudiadas (Tabla 4.10), que está probablemente relacionada con diferencias en la va
riedad cultivada, el estado de maduración del fruto, el medio edáfico, el procedi
miento industrial seguido para la obtención de la fibra, la edad del residuo, etc. La
textura (índice de grosor) varió desde muy fina hasta muy gruesa. L a fibra de coco
es un material ligero y presenta una porosidad total muy elevada, por encima del
93% (vol.). Es de destacar que este residuo retiene cantidades aceptables de agua
fácilmente disponible al tiempo que está bien aireado. Las relaciones aire-agua es
tuvieron lineal y estrechamente relacionadas con el tamaño de las partículas. L a fi
bra de coco se contrajo poco cuando se dejó secar. E l pH osciló entre 4,76 y 6.25.
La conductividad eléctrica varió entre 0.39 dS m 1 y 6.77 d S n r ', situándose el va-
142
T A B L A 4.10
Intervalo de variación y valor mediano de las propiedades físicas, físico-químicas y
químicas de trece muestras de fibra de coco con orígenes diferentes,
en comparación con una turba Sp h ag n u m '
lor de dicha propiedad alrededor de 1.6 dS ni 1 en las muestras de Sri Lanka. El in
tervalo de variación de la capacidad de intercambio catiónico corrió entre 3 1 me
100 g~‘ y 97 me 100 g~'. L a relación C/N fue marcadamente superior a la de la
turba Sphagnum, alcanzándose en algunos casos valores superiores a 190. Los ni
veles de los nutrientes asimilables fueron bajos, excepto para fósforo y potasio.
Este último se presentó en cantidades elevadas, superándose en alguna muestra las
2.300 ppm de K * en el extracto de saturación.
En la tabla 4.11 se presenta un listado de los residuos y subproductos genera
dos en diferentes actividades de producción y consumo, los cuales son susceptibles
de utilizar como sustrato o componentes de los sustratos en el cultivo sin suelo.
143
T A BLA 4.11
Materiales residuales y subproductos orgánicos generados en diferentes actividades
de producción y consumo, susceptibles de ser utilizados como sustratos
o componentes de los sustratos de cultivo
Actividad Residuo/subproducto
Explotación agrícola Compost de champiñones ya utilizado, pajas de cereales, restos de
poda. etc.
Explotación forestal Cortezas de árboles, pifias de desecho, residuos del corcho, serrín
y virutas de la madera, tierra de bosque, etc.
Explotación ganadera Estiércoles, gallinaza, pieles y lana. etc.
Industria agroalimentaria Cascarilla de arroz, fibra de coco, Iodos de alpechín, orujos de uva
y de aceituna, residuos de café y de cacao, restos de frutas y
hortalizas, etc.
Industria papelera Lodos de papelera
Industria textil Algodón, fibras aerificas, lana, etc.
Núcleos urbanos Lodos de depuración de aguas residuales, residuos sólidos
urbanos, restos de poda de jardinería urbana, etc.
F u em e: A b a d e l al. (1997).
Durante estos últimos años se viene mostrando un marcado interés por el me
dio ambiente, lo que ha facilitado el estudio del impacto ambiental de la actividad
agraria sobre la atmósfera, el suelo y las aguas (superficiales y subterráneas).
Los agentes más contaminantes en la industria del cultivo sin suelo, son: I ) La
lixiviación de los elementos fertilizantes, especialmente en los sistemas abiertos, 2)
El vertido de los residuos y los materiales de desecho, 3) La emisión de productos
fitosanitarios, y 4) L a emisión de gases y el consumo extra de energía, como con
secuencia de la calefacción, la desinfección, etc.
El mayor problema de residuos en el cultivo hidropónico lo constituyen, sin
duda, los residuos de los materiales utilizados como sustratos. Los materiales mi
nerales transformados o tratados industrialmente, y muy especialmente la lana de
roca, presentan problemas graves de eliminación de sus residuos — una vez que ha
finalizado su vida útil— , al no ser biodegradables. Desde el punto de vista me
dioambiental los criterios más importantes para la elección de un material como
sustrato en el cultivo sin suelo de hortalizas, son: I ) Su durabilidad, y 2) Su capaci
dad para ser reciclado posteriormente. Debería limitarse o restringirse el uso de
materiales con una breve vida útil (1 ó 2 años), aunque se disponga de las técnicas
de reciclado para los mismos.
Los problemas ambientales originados por la eliminación de los residuos de
los sustratos transformados o tratados, han obligado a la búsqueda de nuevos
materiales alternativos o sustitutivos, menos agresivos con el medio ambiente,
muchos de los cuales son residuos orgánicos biodegradables, no contaminantes.
La literatura internacional ha acuñado nuevos términos para estos sustratos, que
son poco agresivos con el medio ambiente: Ecológica! grow ing media, envi-
144
ronm entally so u n d substrates, ecologically fr ie n d ly substrates, etc. De este
modo se están poniendo en práctica, en diferentes partes del mundo, sistemas de
cultivo sin suelo de hortalizas, que utilizan residuos orgánicos, frescos o com
postados, en forma pura o en mezcla, tales como: corteza de árboles (pino,
p. ej.), fibra de coco, fibra de madera, serrín y virutas de la madera, etc. Por otra
parte, algunos residuos industriales de naturaleza inorgánica o mineral, están
siendo también utilizados localmente como sustratos en el cultivo sin suelo: es
corias cristalizadas de horno alto (País Vasco), estériles del carbón (Asturias),
etc. Estos últimos se generan como consecuencia de la explotación de pozos y
minas de hulla y antracita.
Finalmente, señalar que el rápido crecimiento de la industria de los plásticos ha
favorecido el uso como sustratos de algunos materiales orgánicos sintéticos, como
el poliuretano expandido reciclado. Se obtiene a partir de los residuos de la indus
tria de la espuma de poliuretano y presenta una gran durabilidad en condiciones de
cultivo en campo, hasta unos 10 años.
Se puede obtener una información más detallada sobre las características y pro
piedades de todos estos nuevos materiales alternativos y/o sustitutivos en Raviv el
al. (1986), Moinereau el al. (1987). Bunt (1988), PAO (1990). Handreck y Black
(1991). Resh (1992). Burés (1997) y Noguera el al. (1997).
P rin c ip io s de la s m ezclas
145
M e tod o lo gía de la fo rm u la c ió n
4.3.1. Introducción
146
cu la caracterización de las propiedades físicas, físico-químicas, químicas y bioló
gicas de los sustratos son de tipo analítico, mientras que en el caso de la carac
terización agronómica, el procedimiento es de síntesis.
Como ya se ha indicado al principio de este capítulo, la finalidad de cualquier
sustrato de cultivo es producir una planta/cosecha de calidad y abundante en el más
corto período de tiempo, con los más bajos costes de producción. En adición, la ob
tención y la eliminación del sustrato, una vez haya sido utilizado, no deberían pro
vocar un impacto medioambiental de importancia.
EST U D IO C RÍTICO DE L A S
P R O P IE D A D E S
E N S A Y O S DE M E JO R A D E LA S
C R E C IM IE N T O V E G E T A L P R O P IE D A D E S
147
c) la mejora sencilla, en su caso, de dichas propiedades y, finalmente,
d) la realización de ensayos de crecimiento vegetal.
Todas estas etapas se desarrollan ampliamente a continuación.
TA BLA 4.12
Niveles óptimos de las propiedades físicas de los sustratos de cultivo
148
T A BLA 4.13
Niveles óptimos de las propiedades físico-químicas y químicas de los sustratos de cultivo
T A B LA 4.14
Valor límite de concentración de los metales pesados en los materiales utilizados
como sustratos de cultivo
149
La utilización de materiales inadecuados, con propiedades físico-químicas y
químicas desfavorables para cl crecimiento vegetal (salinidad elevada, presencia de
ácidos alifáticos de cadena corta, amoníaco, fenoles, etc.), resulta en la inhibición
de la germinación de las semillas y la reducción del crecimiento de la radícula.
Un buen bioensayo debe reunir las siguientes características: a) ser simple,
sencillo y fácil de manipular con una instrumentación elemental; b) ser rcpctible,
reproducible; c) ser rápido; y, d) mostrar una sensibilidad elevada.
E l modo de operar de estos bioensayos de germinación consiste básicamente
en obtener un extracto acuoso del material en estudio, incubar las semillas con di
cho extracto, y evaluar el proceso de la germinación, controlando diferentes pará
metros (número de semillas germinadas, longitud de la radícula, etc.).
Se han descrito muchos bioensayos en la bibliografía, utilizando semillas de
distintas especies (cebada, judía, lechuga, rábano, etc.), que se incuban en diferen
tes medios (arena, papel de filtro, etc.).
Entre los diferentes ensayos recogidos en la literatura, merece ser destacado el
de Zucconi et al. (1981a, b). Este bioensayo está siendo utilizado ampliamente
durante estos últimos años y ha sido adoptado oficialmente en Italia. La humedad
del material se fija en el 6 0 % y el extracto acuoso es extraído mediante presión,
recomendándose una exposición de 15 minutos a 250 atmósferas. Semillas de Le-
pidium sativum L. (berro) son colocadas en placas Pctri de 5 cm de diámetro, con
papel de filtro conteniendo 1 m i del extracto. Se recomiendan 10-15 repeticiones
de 6-8 semillas cada una. Las semillas se incuban durante 24 horas en la oscuridad
a 27° C. Se calcula un «índice de germinación» (IG ) multiplicando el porcentaje
de germinación de las semillas por la longitud media de la radícula (ambos pará
metros expresados como porcentaje respecto del control — agua destilada/desio
nizada— ).
Si bien un material con un IG > 5 0 % es considerado como aceptable para ser
utilizado como abono orgánico (Zucconi et al.. 1981 a, b), en el caso de los sustra
tos de cultivo, deberían considerarse IG s mucho más elevados, en todo caso no sig
nificativamente inferiores al IG del control.
150
nivel de las raíces, etc. Entre los diferentes métodos de adecuación de los materia
les orgánicos para fines hortícolas destaca el compostaje, que permite su transfor
mación en un material orgánico maduro y estable, denominado compost, el cual
puede ser utilizado en Horticultura sin efectos negativos sobre la planta (Abad el
al., 1997).
E l «compostaje» se define como el proceso bio-oxidativo controlado, que se
desarrolla sobre sustratos orgánicos en estado sólido, en condiciones de humedad
adecuadas, por la acción de numerosos y variados microorganismos. E l proceso
implica el paso por una etapa termofílica, con producción temporal de fitotoxinas,
generándose, como productos de la biodegradación, dióxido de carbono, agua, sus
tancias minerales y una materia orgánica estabilizada, libre de fitotoxinas y de pa
tógenos, y con ciertas características húmicas.
E l compostaje se viene realizando desde hace años según diferentes métodos,
destacándose los sistemas en pilas sobre los métodos que utilizan reactores, por su
menor coste. Dentro del primer grupo, se distinguen los métodos de pila estática ai
reada (Beltsville, Rutgers) — frente al sistema tradicional de pila móvil o con vol
teos— , por la mayor rapidez de descomposición de los materiales orgánicos.
E l «compost» se define como el producto que resulta del proceso de compos
taje y maduración, el cual consta, como ya se ha indicado, de una materia orgánica
estabilizada semejante al humus. Debe ser un producto inocuo y sin sustancias fi-
totóxicas, de modo que pueda utilizarse en Horticultura sin riesgos de daño a la
planta y almacenarse sin que sufra alteraciones posteriores.
L a técnica del compostaje se aplica a multitud de materiales orgánicos, la gran
mayoría de ellos residuos y subproductos, con objeto de adecuarlos como sustratos
de cultivo: cortezas de árboles, lodos de depuración de aguas residuales, orujos de
uva, residuos sólidos urbanos (R .S.U .), restos de poda, serrín y virutas de la ma
dera, etc.
Se entiende por envejecimiento («ageing») los cambios que ocurren en un ma
terial orgánico, como resultado del paso del tiempo, debidos fundamentalmente a
factores ambientales, y bajo condiciones poco controladas.
Las toxinas orgánicas (fenoles, resinas, taninos, etc.) e inorgánicas (manga
neso) de las cortezas de los árboles (pino, pícea, etc.) pueden ser eliminadas o re
ducidas, envejeciendo dichas cortezas previamente a su utilización como sustrato
de cultivo.
E l envejecimiento del compost ya utilizado en el cultivo del champiñón resulta
en: a) un incremento de la capacidad de retención de agua fácilmente disponible y
de la densidad aparente; y, b) una reducción altamente significativa de la contrac
ción del volumen y del contenido en N - N H /, todo ello favoreciendo la utilización
de este residuo como sustrato de cultivo.
L ix iv ia c ió n de sales
151
La lixiviación con agua de calidad, aplicando un volumen aproximadamente
igual a 1,5 ó 2 veces la cantidad de agua retenida por el sustrato, corrige el pro
blema de la salinidad. De acuerdo con esta condición, se han obtenido resultados
altamente satisfactorios lavando la turba negra de las formaciones turbosas litorales
del Levante español, el compost ya utilizado en el cultivo del champiñón, la frac
ción sólida fibrosa del estiércol vacuno (obtenida tras separación y digestión anae
robia). etc.
C o rre cció n d e l p H
Raramente un material reúne por sí solo las características requeridas para unas
determinadas condiciones de cultivo. En la mayoría de los casos será necesario re
currir a mezclas de varios materiales, en distintas proporciones, con objeto de ade
cuarlos a las condiciones requeridas.
L a mezcla de un componente (sustrato) con otros materiales naturales, de sín
tesis o residuales, orgánicos o minerales, tiene un efecto marcado sobre las propie
dades físicas y químicas de aquél.
La mezcla de los materiales orgánicos autóctonos o alternativos (con dispo
nibilidad local) con turba rubia, resulta en unas propiedades físicas muy favora
bles: baja densidad aparente, porosidad total elevada, alta capacidad de reten
ción de agua fácilm ente disponible, baja contracción, etc. Estos efectos
positivos se han encontrado mezclando turba rubia con turbas negras eutróficas,
con orujo de uva compostado, con compost de residuos sólidos urbanos, con
cortezas de pino compostadas, con compost de lodo de depuradora más corteza
de pino, etc.
152
En adición, la mezcla de la turba rubia con otros materiales orgánicos salinos
y/o básicos, se traduce en una reducción de la salinidad y/o del pH.
En otras ocasiones, la baja capacidad de aireación de muchas turbas rubias se
ha incrementado mediante la mezcla de éstas con otros materiales, tales como ver
miculita, perlita, cortezas de pino compostada, etc.
Siempre que se mezclen dos o más materiales, deberá prestarse una especial
atención a la homogeneidad de la mezcla resultante, con objeto de obtener mezclas
lo más homogéneas posibles.
Una amplia gama de especies son susceptibles de ser utilizadas como planta
control en los ensayos de crecimiento.
Para ser utilizada como planta testigo, una especie debería reunir las siguientes
características:
a) Disponer de extensa información bibliográfica,
b) Ser fotoperiódicamente indiferente (de día neutro),
c) Ser de crecimiento rápido,
d) Proceder de material vegetal uniforme (híbridos, clones),
e) Ser de fácil cultivo, y
f ) Mostrar una especial sensibilidad a las propiedades que interesa estudiar en
el sustrato.
153
En relación con este último apartado, Handreck y Black (1991) han clasificado
los cultivos hortícolas y ornamentales en diferentes categorías, de acuerdo con su
tolerancia/sensibilidad a la salinidad. L a adaptación de los cultivos ornamentales al
pH del sustrato ha sido presentada por Jiménez y Caballero (1990). Por último,
Johnson (1968) ha recogido las necesidades de aireación en la zona radicular, para
distintas especies ornamentales.
C o n te n e d o re s
Riego
Regar correctamente una planta consiste en aportar el agua según las exigen
cias de ésta.
En comparación con los cultivos en el suelo, el riego de los cultivos hidropóni
cos y en sustratos presenta las siguientes particularidades (Lemaire el al., 1989):
a) elevadas necesidades instantáneas de agua por unidad de masa radicular; b) vo
lumen reducido de sustrato disponible para la planta; c) existencia de una pared
impermeable en la base del sustrato; y, d) importancia relativa de los fenómenos de
advección.
154
Todo lo anterior implica un riesgo de estrés hídrico, el cual debe prevenirse con
un mejor control del riego. Este control se traduce en la regulación correcta del vo
lumen o dosis de agua a aplicar y de la frecuencia del riego.
Varios factores son decisivos en este control, debiendo ser integrados: a) la de
manda climática; b) la especie y el estado de desarrollo de la planta; y, c) las pro
piedades del sustrato. L a demanda climática transpiratoria viene determinada por
la radiación solar y el déficit de presión de vapor del aire ambiente. Esta demanda,
junto con el estado de desarrollo de la planta y su capacidad de respuesta a las con
diciones ambientales — en términos de resistencia estomática-, son los parámetros
que determinan la respuesta transpiratoria del cultivo. E l sustrato interviene a tra
vés de su capacidad de retención de agua fácilmente disponible y de su capacidad
de aireación. En función de estos parámetros, la dosis de agua a aportar se calcula
como el producto del agua disponible en el sustrato por el volumen del contenedor.
En la práctica del riego en contenedores, el agua se maneja de forma exceden-
taria, por dos razones: 1) Conseguir uniformidad en la distribución del agua en el
sustrato; y, 2) Evitar, por lavado, la acumulación de sales. Este exceso suele oscilar
entre el 10 y el 30% del drenaje, en función de la época del año, el estado de des
arrollo de la planta y la calidad del agua de riego.
F e rtiliz a c ió n
155
E v a lu a c ió n d el c re c im ie n to d e la s p la n ta s
M e d id a de s ín to m a s d e to x ic id a d
156
E l factor más importante a la hora de elegir un determinado material como sus
trato de cultivo, es la ausencia de sustancias que sean tóxicas para la planta. Un ele
vado número de materiales cumplen esta condición y pueden, por tanto, ser utiliza
dos con éxito, siempre que su manejo esté adaptado a los requerimientos del medio
y de la planta. L a conclusión «... este sustrato particular proporcionó los mejores
resultados desde el punto de vista del crecimiento vegetal», realmente quiere decir
«... este sustrato dio los mejores resultados bajo el sistema particular de manejo
que prevaleció durante el experimento». Un cambio en las prácticas de manejo o un
cambio en el medio ambiente, a menudo, proporcionan resultados completamente
diferentes.
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158
PARTE II
, ,
MANEJO: SUSTRATOS FERTIRRIGACIÓN
CUMA Y FITOSANIDAD
159
5 Métodos de riego
y fe rtirrig a c ió n en c u ltiv o sin suelo
5.1. Introducción
Para conocer las necesidades de riego primero es necesario conocer qué varia
bles influyen en la absorción de agua de un cultivo. En el caso particular de los cul
161
tivos sin suelo, que asumimos ligados a sistemas de producción protegidos, pode
mos suprimir variables tales como las aportaciones de agua por precipitación y el
aporte capilar desde la capa freática del suelo. De manera que las variables que in
tervienen directamente en el gasto de agua se pueden resumir en la absorción di
recta de la planta, el término particular de drenaje propio de los cultivos en sustrato
con volumen limitado y la evaporación. E l término de evaporación en la mayoría
de los sistemas de cultivo sin suelo también puede suprimirse, aunque su justifica
ción se desarrollará en apartados posteriores. Los términos que usaremos se pue
den simplificar en:
G A S T O C U L T IV O = A B S O R C IÓ N D E L A P L A N T A + D R E N A JE
+ E V A P O R A C IÓ N
C O N S U M O P L A N T A = T R A N S P IR A C IÓ N + A G U A C O N S T IT U C IO N A L
Transpiración
162
Existen numerosos métodos para medir la transpiración, aunque ninguno de
ellos es aplicable directamente en campo. Entre los más utilizados destacan:
• Pérdida de peso de una planta en maceta.
• Peso de vastagos y hojas cortados.
• Método de Freeman (Sutcliffe, 1984).
• Cámara de presión y psicrómetro termopar (miden potencial hídrico de la
hoja).
• Termómetro de infrarrojos (temperatura de la hoja).
• Potómetro (resistencia a la transpiración de la hoja).
• Variaciones físicas y morfológicas (G iu livo y Pitacco, 1993).
Existen multitud de ejemplos que demuestran la importancia de disponer de
una estimación correcta de la transpiración. L a aplicación de una frecuencia de
riego totalmente empírica no permitirá cubrir las variaciones que experimenta la
transpiración en función de las variables climáticas (González-Real, 1996).
E l ritmo de transpiración real del cultivo viene determinado por factores físicos
que determinan la demanda climática (radiación solar, déficit de saturación de va
por de agua) y un cierto número de factores fisiológicos (la conductancia estomá
tica, superficie foliar...). Se podría acceder a una evaluación de la transpiración si
se dispone de una estimación del efecto que ejercen los factores involucrados en su
control.
Un modelo de transpiración debería incluir dos términos, uno correspondiente
a la influencia biológica y otro que incluya la influencia física. E l término corres
pondiente a la influencia biológica depende del estado de los estomas, que a su vez
depende del suministro de agua a la planta, de las condiciones del aire que se en
cuentra próximo a las hojas, las condiciones de iluminación, ontogenia de la
planta, etc.; y el término físico depende de la temperatura y humedad del aire, y
temperatura de la hoja.
La intensidad de transpiración experimenta como característica una periodici
dad diurna que está relacionada con varias características ambientales. En general,
la transpiración es baja durante la noche, aumenta con rapidez después del amane
cer hasta un máximo al final de la mañana o principio de la tarde y luego disminuye
de modo gradual hasta volver al valor de la noche, por ello no debemos presuponer
que el consumo de las plantas en condiciones de campo siga tal simetría en la curva
diaria. De los factores meteorológicos que fluctúan durante el día, la radiación so
lar parece ser el más estrechamente correlacionado con la intensidad de transpira
ción (Sutcliffe, 1984), siempre que no existan otros factores limitantes. El nivel de
la transpiración nocturna tampoco es nulo y puede representar una fracción impor
tante de la transpiración total diaria, sobre todo en invierno, o cuando el nivel de ra
diación solar es bajo y las noches son largas. E l coeficiente obtenido del cociente
entre transpiración durante la noche y la que tiene lugar durante las 24 horas del
día, en función de la radiación solar varía entre un máximo del 60%, para niveles
de radiación solar bajos, y un mínimo del 10% cuando la radiación es elevada
(González-Real, 1996).
L a transpiración puede variar también de manera brusca en el curso de dos días
consecutivos en función de las condiciones climáticas existentes. Bajo condiciones
163
de elevada radiación, el ritmo de transpiración puede alcanzar niveles tres veces su
periores a los que alcanza durante un día nublado (González-Real. 1996).
La demanda por transpiración viene determinada básicamente por la radiación
solar (Stanhill y Scholbe, 1974; Baille et al., 1994a; Caballero et al., 1997) y la di
ferencia de presión de vapor (binomio temperatura-humedad relativa). Como ca
bría esperar, a mayores valores absolutos de Diferencia de Presión de Vapor (D P V )
el nivel de transpiración aumenta (Zafri y Burrage, 1998). E l aumento en la con
centración de C 0 2 dentro del invernadero también influye en el grado de transpira
ción, disminuyéndola (Zafri y Burrage, 1998).
La transpiración puede ponerse en forma de la ecuación de Penman-Monteith,
donde aparecen términos que están en función de la conductancia estomática junto a
otros factores como intensidad con la que el aire se renueva en las inmediaciones de
las hojas, y que deben ser identificadas para cada especie. A su vez es necesario me
dir los parámetros del clima, que junto a la estimación de los datos relacionados con
la planta, permitirá evaluar la transpiración de la especie (González-Real. 1996).
Es frecuente llegar a pensar que en los cultivos sin suelo la humedad ambiental
es baja porque, como se ha dicho, es muy poca la evaporación en estos agrosis-
tema. Sin embargo, en cultivo intensivo, con temperaturas controladas y niveles
adecuados de fertirrigación, los estomas permanecen comúnmente abiertos durante
períodos más largos aumentando así la absorción de agua y su pérdida por transpi
ración (ver capítulo 4), por lo que en cierta manera este exceso de humedad am
biental que se produce compensa la evaporación que existe en cultivo en suelo tra
dicional. E l resultado final es que los valores de D P V son menores de los que
cabría esperar en este tipo de sistemas sin suelo donde es más baja la evaporación
(ver apartado 5.2.2) pero más alta la transpiración.
E l valor conocido como evapotranspiración potencial de un cultivo (E T P ), se
define como la cantidad de agua perdida en una unidad de tiempo por una área
dada de terreno, de cobertura vegetal escasa y uniforme, que lo cubra por com
pleto, y con un suministro adecuado de agua en el suelo. La E T P se corresponde
con el máximo valor de evapotranspiración (E T ), que en cultivo sin suelo podemos
sustituirlo por el agua absorbida por un cultivo en unas condiciones similares o
equivalentes donde no existiese una limitación de absorción de agua por no estar
ésta limitada y en la práctica sin tensión mátrica ninguna, características que reúne
un sistema como el N F T (Urrestarazu et al., 1998), puesto que en él no se da eva
poración, si está correctamente diseñado el sistema y por tanto la planta está en si
tuación de consumir en cada momento la cantidad máxima de agua que necesita.
Sin embargo, en la práctica, un cultivo de N F T en similares condiciones que otro
con sustrato, pero muy irrigado, puede llegar a absorber menor agua que cuando se
cultiva en sustrato (Urrestarazu et al., 1998), obviamente otro factor limitante es el
que actúa y no la disponibilidad de agua ilimitada de continuo.
A gua c o n s titu c io n a l
164
de transpiración en el balance hídrico de un cultivo como se ha dicho ya es muy
alto, así por ejemplo se ha estimado para este fin en plantas hortícolas entre 90 y
9 8 % del agua total que absorben para su desarrollo (Sutcliffe, 1984; Boyer, 1985).
A nivel práctico, y con vistas a una aplicación para la gestión del riego, se puede
considerar que, a corto plazo (minutos), el consumo de agua equivale a las pérdidas
por transpiración y que ésta difiere poco del consumo total (transpiración más agua
constitucional).
5.2.3. Drenaje
165
plantas y la calidad de agua de riego. Aunque durante el desarrollo del cultivo los
porcentajes de drenaje se pueden modificar con una tendencia lineal decreciente
según los objetivos perseguidos por el agricultor, desde un 75% en el trasplante
hasta aproximadamente un 20% en la fase de recolección como utiliza Bnayahu
(1996), o incluso menores como se verá en un caso práctico en el apartado 5.8.7.
La conductividad eléctrica (C E ) del extracto del sustrato o la C E del drenaje
sería más fiable como indicador del correcto manejo del fertirriego que el por
centaje de drenaje para cumplir los objetivos de fertirriego. Cuando la C E au
menta progresivamente a lo largo de los días, significa que la dosis de riego es in
suficiente, para el cumplimiento de los objetivos, y no permite restablecer las
condiciones deseadas de la rizosfera en el sustrato, es decir uno los objetivos del
riego — ver su apartado— , por consiguiente es necesario aumentar el volumen de
riego hasta conseguirlas. También podría condicionarse al contenido en el sus
trato o en el drenaje de un elemento, tanto por una concentración que pudiera ser
tóxica como por encontrarse en valores excesivamente bajos, es decir, determina
dos niveles son en realidad las consignas de fertirriego que harían retroalimentar
cl sistema, ambas formas son más complicadas y poco prácticas para su aplica
ción directa y rápida.
El volumen de drenaje debe registrarse con una periodicidad de entre I y 3 días
— con media de 24 h de seguimiento— , sobre todo si no se conoce con detalle el
comportamiento de un sistema completo. Incluso, es conveniente medir periódica
mente la distribución del drenaje que corresponde a cada riego del día, con el fin de
asegurar que tanto el volumen aplicado por riego como la frecuencia permitan ob
tener un reparto homogéneo a lo largo de la jornada y corregir cualquier desviación
importante (ver apartado 5.8.5).
166
Si nos centramos en la estimación de la nutrición mineral, subsisten actual
mente una serie de lagunas al carecer de conocimientos científicos como son la im
portancia de la nutrición mineral día/noche en el crecimiento de la planta, la rela
ción entre el consumo de agua y la nutrición mineral a corto y a largo plazo, etc. La
mayor parte de la información disponible al respecto trata estos aspectos solamente
a largo plazo (semana, mes) y se basan en relaciones empíricas establecidas entre
el consumo de agua y el consumo de elementos minerales. No obstante, la validez
de estas estimaciones puede fallar incluso a largo plazo, bajo condiciones de estrés,
ya que estas afectan más negativamente a la nutrición mineral que al consumo de
agua (González-Reai, 1996). Las relaciones que existen entre la absorción mineral
y el consumo de agua son complejas y reflejan la dificultad para disponer de una
estimación fiable de ambos para aplicarlo posteriormente al manejo de la fertirri-
gación. Desde que Hasselbring (1914) o Kiesselbach (1916) abrieron esta temática
hasta la actualidad siguen sin existir respuestas concluyentes. Autores como Mars-
chner en sucesivas ediciones afirma que la transpiración no afecta a la nutrición
mineral en 1990, mientras en la edición de 1995 añade a la frase la componente
«...o sí». L a dificultad de emitir una relación indiscutible es debida a la imposibili
dad práctica de controlar los parámetros que afectan a un agrosistema en campo y,
aunque así fuera, las interrelaciones son tan complejas que de hecho sólo se miden
con carácter experimental bajo determinadas condiciones y así consecuentemente
se pueden encontrar resultados en una u otra dirección en función de esas propias
condiciones del desarrollo de cultivo.
Aunque sólo el 1% del peso total de las plantas es de nutrientes inorgánicos, la
aplicación de fertilizantes es crítica por su influencia en el crecimiento y desarrollo
de los cultivos, y en la cantidad y calidad de los frutos, esta temática fue recogida
en el capítulo 2 y 3, por lo que en este apartado sólo trataremos algunas de las con
sideraciones que se pueden plantear entre la interrelación que existe entre la absor
ción de varios nutrientes y la proporción de agua consumida por las raíces, ya que
esta relación puede afectar al logro de los objetivos del riego que se verán en el
apartado 5.5, numerados como 1 y 5.
E l consumo de nitrógeno está muy relacionado con el consumo de agua, y por
lo tanto con la intensidad luminosa y la temperatura, siendo poco importante la
temperatura del medio radical (Papadopoulos, 1998). Otros autores opinan que el
consumo de N no se ve afectado por los cambios de C E de la disolución nutritiva y
tampoco por las variaciones de D P V (Bellert el al., 1998), asumiendo que el con
sumo de N es independiente del grado de transpiración (Triboi-Blondel, 1979; Pan
e t a i , 1987; Tanner y Beevers, 1990; Le Bot y Kirkby, 1992; Andriolo, 1995). An-
driolo (1995) al estudiar a corto plazo la dinámica de absorción de nitratos parece
desvinculada de la absorción de agua bajo condiciones en las que se maneja bajo
invernadero, mientras que los cambios de higrometría del aire sí afectaban a la tasa
de transpiración. E l aumento del nivel higrométrico del aire mediante nebulización
no afectó al proceso fotosintético ni tampoco a la absorción de nitrato pero sí re
dujo de manera drástica la tasa de transpiración. En cambio González-Real (1995)
sugiere que el manejo de la humedad del aire guarda una fuerte correlación entre la
fotosíntesis y la absorción de nitratos, y también desvincula a esta última del pro
167
ceso de iranspiración. Este tipo de respuesta plantea a efectos prácticos un cierto
número de interrogantes acerca de las estimaciones que se deben aplicar al manejo
del fertirriego en el caso de suministraren igual proporción este elemento y el agua
que los transporta y que es consumida en distinta proporción. La absorción de ni
trato durante el período nocturno es significativa (L e Bot. 1994; Urrestarazu,
1996). Por otro lado en estas consideraciones es muy importante la variación que
se experimenta en la demanda de N a lo largo de los diferentes estadios fonológicos
como se comentó en el capítulo 3 y que coincide en detalle con la descripción que
hace Sheen y Hsu (1996) donde nos dicen que el consumo total de nitrato es mayor
durante la etapa de polinización, seguido de la etapa de maduración de los frutos,
desarrollo de los mismos y. por último, en la etapa vegetativa.
Con relación al fósforo la tendencia de su absorción expresada en planta y día
por etapas de desarrollo muestra la misma tendencia que el nitrógeno (Sheen y
Hsu, 1996).
La absorción de potasio frente a los estados de desarrollo también fueron mos
trados en el capítulo 3 y según los mismos autores (Sheen y Hsu, 1996) su absor
ción diaria por planta y por etapas de desarrollo presenta los mayores niveles en las
etapas de polinización y cuajado de frutos, y durante el desarrollo de los mismos,
disminuyendo en la etapa de maduración y aún más en períodos vegetativos (Sheen
y Hsu. 1996). Los niveles de potasio son particularmente importantes en el mo
mento del trasplante para el control del crecimiento, y posteriormente para preve
nir los desórdenes nutricionales durante la maduración de los frutos. La relación
entre el K y el N se utiliza para el control del crecimiento, si la relación es alta el
crecimiento es más lento. Problemas en la calidad de los frutos, principalmente en
tomate, están asociados a niveles bajos de K y en ocasiones pueden contrarrestarse
con altos niveles de K en la disolución de fertirrigación. Se producen reducciones
en el rendimiento del cultivo si los niveles de K son muy elevados, cuando el K:N
en la solución nutritiva es demasiado alto, o cuando ambos ( K y N ) son también
elevados. Estas disminuciones en el rendimiento son atribuidas al efecto indirecto
del incremento de la salinidad en el medio de cultivo. Altos niveles de K mejoran el
aspecto y decrece el calibre de los frutos, y reduce la proporción de frutos huecos
en tomate (un desorden asociado con un crecimiento rápido bajo condiciones de
baja iluminación). Sin embargo, muy altos niveles de potasio afectan adversamente
a la calidad de los frutos por una disminución en el consumo de Ca y/o Mg. Su con
sumo está muy relacionado con la absorción de agua, y por lo tanto con la intensi
dad luminosa y la temperatura, siendo poco importante la temperatura del medio
radical. Altos niveles de humedad en el ambiente reducen las pérdidas de agua de
las hojas por transpiración, si estas condiciones se mantienen durante varios días,
se producirá un amarilleo de las hojas más altas de la planta, síntoma provocado
por la falta de potasio y calcio en los tejidos en crecimiento.
Es bien sabido que el calcio se desplaza con movimiento acrópcto «a larga dis
tancia» mediante el flujo xilemático. Por tanto, los factores que afectan directa
mente al ritmo de transpiración afectarán indirectamente pero de forma notable a la
disponibilidad de Ca en los tejidos distantes de la raíz. Estos factores pueden ser:
bajas temperaturas, altos niveles de salinidad en el sustrato, o una elevada humedad
168
ambiental. Otras condiciones que impiden la absorción de calcio es una elevada
concentración de otros cationes como K \ Na*. M g 2+ y N H 4+. Si por estas u otras
razones el suministro de calcio a los meristemos de tallo o raíz es interrumpido por
un período corto, se producirá una deficiencia localizada, e incluso la muerte de los
mismos. En tomate existen muchas evidencias de que los desórdenes de podre
dumbre apical ( blossom -end rol, B E R ) están relacionados con las deficiencias en
calcio, sin embargo los factores que influyen en la aparición de B E R son comple
jos y también están relacionados con el estrés de las plantas por agua. E l consumo
de Ca está muy relacionado con el consumo de agua, y por lo tanto con la intensi
dad luminosa y la temperatura, siendo poco importante la temperatura del medio
radical. Proporcional mente el consumo total de calcio mantiene la misma tenden
cia en las distintas etapas de desarrollo que el nitrógeno (Sheen y Hsu, 1996).
En relación al M g algunos autores como López et a!. (1998) observan que su
contenido en las hojas incrementa con valores elevados de D PV. En la práctica, los
problemas de deficiencia de M g sólo suelen aparecer en cultivo sin suelo si está por
debajo de un nivel mínimo, o si se encuentra mal equilibrado con el resto de los ca
tiones aportados en la disolución nutritiva o pH descontrolado durante un largo pe
ríodo. E l consumo de magnesio casi no varía dentro de las distintas etapas del cul
tivo (Sheen y Hsu. 1996).
Sin entrar en consideraciones ecofisiológicas podemos decir que en la práctica,
cuando se estudia a largo plazo la absorción mineral y el consumo de agua, estos
dos procesos aparecen generalmente vinculados, lo cual no quiere decir que no
existan diferencias que se puedan reflejar en determinados problemas, por ejemplo,
en los sistemas cerrados como se explica en el capítulo 8. No obstante, bajo condi
ciones de estrés, la absorción de elementos minerales se muestra generalmente des
vinculada al consumo de agua, sugiriendo que ambos procesos no están influencia
dos con igual intensidad por las condiciones medioambientales. Para niveles de
consumo de agua bajos (inferiores a 12 L planta 1 m es ', Duchein et al., 1994).
existe una clara relación lineal entre la absorción de agua y de macroelementos. Sin
embargo esta relación no se mantiene para valores elevados de absorción de agua,
a niveles superiores a 12 L plantar' mes ', la absorción de elementos minerales dis
minuye de manera sensible (excepto para el fósforo), indicando que la absorción
mineral está más negativamente afectada por otros factores como la temperatura
del sustrato que por la absorción de agua (Duchein et al., 1994). Recordemos aquí
que la absorción activa de nutrientes por las células de las raíces es el origen de la
presión radical que todos conocemos y que es la responsable del exudado xilemá-
tico de plantas decapitadas, y por tanto independiente de la transpiración del follaje
de una planta.
L a estimación a corto plazo (menos de un día, circadiana) de la absorción de
elementos minerales es compleja y ha sido estudiada recientemente (Urrestarazu,
1996). Estimaciones del consumo de nitrógeno (nitrato) y potasio realizadas en in
tervalos pequeños de tiempo a lo largo de un día para un cultivo de tomate de
muestran que están altamente correlacionados con el consumo de agua (r = 0,91 y
0,95 respectivamente) y ambos elementos poseen la misma curva de absorción dia
ria que el agua, por cada m L de agua consumido por una planta en una hora depen
169
diendo del momento del día absorbe entre 0,13-0,20 mg de K y 0,1-0,2 de N, a la
vez ambos elementos y el consumo de agua están altamente correlacionados con la
intensidad luminosa (Adams y Massey, 1984) (ver también figura 5.1). Sin em
bargo, es destacable que la mayor correlación entre el consumo de agua y de N y K
se producen durante el período nocturno y es menor durante los períodos de mayor
transpiración (horas centrales del día).
En un futuro próximo aparecerán modelos capaces de distinguir entre la absor
ción mineral y la absorción de agua. Por ejemplo, la estimación de la transpiración
en función de la radiación solar y el déficit de saturación del aire, ya se aplica ex
perimentalmente. Sin embargo, la influencia que ejercen en la absorción mineral la
radiación solar y la concentración de anhídrido carbónico del aire (influencia en la
fotosíntesis) está actualmente en investigación.
□K
£ 25-
H o ra d e l d í a
R (W m -2) HR (% )
T (° C ) D PV x10
Figura 5.1. A rrib a : ritm o d ia rio de absorción de nutrientes, consumo de agua e intensidad
lum inosa en un cu ltivo de tomate de Adam s y M assey 11984).
A bajo: variació n d ia ria de diversos parám etros m icrodim áticos en e l in terio r de un
invernadero tipo A lm e ría: Radiación global IR , eje izquierda), tem peratura (T, eje derecha)
y humedad relativa (H R. eje derecha), la s líneas p aralelas a l eje de abscisa indican
e l intervalo deseado de D éficit de Presión de Vapor (D R V , kPa, eje derecha).
170
No obstante, existen estimaciones de la absorción mineral aplicables a una es
cala diaria que utilizan la medida de la radiación solar. Este tipo de estimaciones
integran a la vez la absorción mineral de la planta y del sustrato, ya que se han ba
sado en medidas experimentales de la composición mineral en la solución de
aporte y en el drenaje. En este caso, la absorción mineral se estima en función de la
radiación solar global a partir de relaciones sencillas (Jemaa, 1995). Existen mode
los de estimación de la absorción (sustratos + plantas de tomate) de macroelemen-
tos (K . Ca. M g, N y P ) en la que el valor de la absorción mineral varía con la con
centración de la disolución pero depende también del desarrollo del cultivo
(González-Real. 1995).
Se ha observado experimentalmente en tomate que este tipo de estimaciones
puede ser fiable a una escala diaria bajo condiciones de salinidad normal y con
buen manejo del nivel de drenaje (González-Real, 1996). En el caso de elevada sa
linidad, no puede considerarse que las variaciones de la composición del riego y el
drenaje sean un buen indicador de la absorción mineral de la planta ya que integra
también, implícitamente, la acumulación de sales en el sustrato.
5.4.1. S u s tra to
Las plantas han vivido en su ambiente natural, casi sin excepción, asociadas al
suelo. El suelo provee de cuatro necesidades básicas para las plantas: agua, nu
trientes. oxígeno y soporte. Con los avances de la ciencia se ha conseguido prove
erlas de estas necesidades de una forma artificial por medio del cultivo en sustrato
o incluso sin él.
Dentro del medio donde se desarrollan las raíces aparecen tres factores:
I7 l
1. Aquellos relacionados con factores físicos como pueden ser la radiación
solar que actúa aumentando o disminuyendo la temperatura del medio de
cultivo y facilitando o no la disponibilidad para la planta de oxígeno de la
disolución nutritiva (ver apartado 1.4.2).
2. Químicos, según el contenido en sales del medio de cultivo, que evidente
mente están muy estrechamente relacionados con los anteriores a través de
la presión osmótica radical, C E , etc.
3. Características físicas del sustrato y su influencia en la tensión de reten
ción del agua (capítulo 4).
4. Factores innatos de la propia raíz, o sea dotación genética de la misma
planta (especie, variedad,...).
Es importante destacar que el tipo de sustrato de por sí — sobre todo si es quí
micamente inerte— no ¡nteracciona con el consumo de agua de la planta (Nicolás
y Cruisiat, 1991), aunque las características del sustrato deban tenerse en cuenta en
la gestión del riego para el cálculo de la dosis a aplicar, en un ensayo realizado en
melón (Segura el al., 1998) con idéntico manejo del fertirriego con un volumen to
tal aportado en el ciclo igual, pero con diferente tipo de sustrato el consumo de las
plantas es prácticamente el mismo aunque en el porcentaje de drenaje aparezcan
diferencias entre uno y otro tipo de sustrato (tabla 5 .1).
TA BLA 3.1
Consumo hídrico o aporte suministrado según el tipo de sustrato
172
sustratos en el proceso de respiración. De forma general, las deficiencias de oxí
geno en el medio radical producen un efecto negativo en el crecimiento de las raí
ces y en el consumo de nutrientes, puntualizando que la falta de oxígeno nocturno
puede ser una de las causas de la podredumbre apical (blosson-end rol) en tomate
por problemas en la asimilación de calcio (Tachihana, 1991). Por razones simila
res, la temperatura del medio radical debe mantenerse dentro de un intervalo razo
nable, si la temperatura de la disolución nutritiva es muy baja, la absorción de agua
y nutrientes (Urrestarazu et a i . 2002) se reduce y el crecimiento de las plantas tam
bién (Moorby y Graves, 1980; Gosselin y Trudel, 1984; Cave, 1991), que unido a
una carencia de oxígeno tiene un efecto negativo en la productividad de los cultivos
(Cockshull, 1998). En esta línea, los experimentos de Cornillon (1987) han dejado
bien patente la relación entre la temperatura del medio ambiental donde están las
raíces y el consumo de agua por las plantas, así como la relación de ambos factores
con la radiación solar (figura 5.2).
Del incremento de las necesidades de oxígeno por parte de las raíces durante la
tarde podemos concluir que sería recomendable aumentar la frecuencia de los riegos
a dichas horas del día, comparativamente a los suministrados en las primeras horas.
En determinadas áreas de producción, niveles de elevada radiación solar vienen
a menudo asociados a una temperatura elevada del sustrato, provocando durante las
estaciones más calurosas situaciones de estrés (déficit de oxígeno en la disolución
nutritiva, elevado nivel de salinidad...). L a temperatura del sustrato puede alcanzar
30° C o más, sobre todo bajo condiciones en las que el escaso desarrollo foliar del
1.000
900
800 _
«5
700 i?
6
600 «
0
O3
500 *
« » !
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03
200 *
100
Figura 5.2. R elación entre la tem peratura de la disolución nutritiva, consumo de agua
y radiación solar, p a ra un cu ltivo d e tom ate Isegún C ornillon , 1987).
173
cultivo no frena la incidencia de la radiación solar a nivel del sustrato. Estas situa
ciones tienden a provocar un déficit de oxígeno en la rizosfera, debido a que la de
manda de oxígeno asociada con la respiración de mantenimiento de las raíces, do
bla su ritm o cu an do la tem peratura de la so lu ció n aum enta de 10° C
(González-Real, 1996). La temperatura de la disolución nutritiva influye de ma
nera sensible en la absorción mineral, desarrollo y crecimiento de las raíces (Coo-
per, 1973), atribuyéndosele a la disminución en la asimilación de nitratos (Gan-
more Neumann y Kafkafi, 1980). de fósforo (Hurewits, 1984) o absorción de agua
(Kramer, 1949). E l nivel óptimo de absorción durante el día se sitúa a 25° C (Le
Bot. 1994). En ocasiones el consumo de agua de las plantas de pepino (ver tabla
5.2) puede triplicarse con un incremento de temperatura de 12 a 28° C, aunque a
valores superiores el consumo comienza a decrecer (Daskalaki y Burrage, 1998),
estos hechos están en sintonía con los experimentos mencionados de Cornillon
(1987) señalados anteriormente (ver figura 5.2). Cuando la temperatura radical se
aumentaba de 14 a 26° C, el consumo diario de agua para una planta de tomate se
incrementaba hasta un 30%, con un aumento proporcional en el consumo de Ca
(Ho y Adams, 1995). Aumentos en la temperatura radical contribuyen no sólo a in
crementar el consumo de elementos nutritivos sino que indirectamente las emisio
nes de éstos al medio y la C E de los drenajes disminuyen, con lo que la cantidad de
agua utilizada para lavado también puede ser menor (Urrestarazu el al.. 2002).
Sin embargo, cuando la temperatura de la disolución nutritiva aumenta, la
oferta de oxígeno permanece relativamente estable debido a la existencia de dos
efectos físicos antagonistas: la solubilidad del oxígeno disminuye mientras que su
capacidad de difusión aumenta (ver apartado 1.4.1). Esto explica que la demanda
de oxígeno aumente en proporciones superiores a la oferta, generando en el medio
un déficit que puede inducir una inhibición parcial de la apertura estomática, y por
ello una limitación del flujo de transpiración. Por otro lado, la absorción de nitrato
es un proceso energético y depende de la energía suministrada por la respiración de
las raíces. Así, al aumentar la temperatura de la disolución nutritiva, aumentan tam
bién las necesidades energéticas de la componente de mantenimiento de la respira
ción radical quedando menos energía disponible para la absorción mineral (Gonzá
lez-Real. 1996).
La distribución del tamaño de los poros es clave en la aireación del sustrato
(ver capítulo 4), la capacidad de aireación óptima de un sustrato debe oscilar entre
el 20 y el 3 0 % de su volumen total.
C o n te n id o de sales de la d is o lu c ió n de n u tric ió n
174
TA BLA 5.2.
Consumo hídrico o aporte suministrado en función de la temperatura del medio radical
de riego es superior a las cantidades absorbidas por las plantas o las perdidas por li
xiviación.
En el caso de que se produzca un incremento en el contenido de sales del sus
trato, las plantas deberán vencer potenciales osmóticos más elevados, si no son ca
paces de vencerlos éstas se pueden marchitar a pesar de la presencia de agua. Para
C E medias (1,5-3,0 dS m ') la presión osmótica, consecuencia de la presencia de
sales en la disolución nutritiva, se mantendrá dentro de los valores medios reco
mendados entre 0,5 y 1,0 atm. El valor del potencial osmótico según la concentra
ción de sales en la solución evoluciona según se resume a continuación (Van lepe-
ren. 1996):
0 dS nr 1 = -0,01 MPa
2,5 dSm = -0,09 MPa
10,0 dS ni ' = -0,36 MPa
175
explica que pueda producirse un aumento de la salinidad de la disolución nutritiva
(González-Real. 1996).
Elevados contenidos en sales de las aguas de partida para riegos dificultan en
muchas áreas de producción un manejo racional de los cultivos sin suelo. E l efecto
negativo de la C E tanto en la pasta saturada del suelo, en nuestro caso sustrato, o por
la propia agua de riego con C E elevada es bien conocido. Este efecto ha sido tabu
lado por investigadores como Ayers y Westot (1976) o Cárter (1981) (ver tabla 5.3),
e incluso han calculado el rendimiento esperado a través de fórmulas como la de
Maas y Hoffman (1977) usando los parámetros descritos en la tabla mencionada:
Y = lO O -B(CEs-A )
donde:
Y = rendimiento relativo ( % ) .
C Es = C E del extracto de pasta saturada en dS m~' a 25° C.
A = salinidad umbral. Nivel máximo de la salinidad promedio en la zona
radical que puede ser tolerado por las plantas, sin afectarnegativa
mente a su desarrollo.
B = porcentaje en que disminuye el rendimiento por aumento unitario de
C E.
T A BLA 5.3
Relación del rendimiento esperado (R ) y la conductividad eléctrica del sustrato
en pasta saturada (C E S) y agua (C E a) para algunas especies. S = sensible, T = tolerante
Haba (S) 1.6 9.6 1.6 1.1 2.6 1.8 4.2 2.0 6.8 4.5
Judía (S) LO 18.9 1.0 0.7 1.7 LO 2.3 1.5 3.6 2.4
Fresa (S) LO 33,3 1.0 0,7 1.3 0.9 11.8 1.2 2.5 1.7
Tomate (S) 2.5 9.9 2.5 1.7 3,5 2.3 5.0 3.4 7.6 5.0
Pepino (S) 2.5 13.0 2.5 1.7 3.3 2.2 4.4 2.9 6.3 4.2
Melón (S) 2.5 — 2.2 1.5 3.6 2.4 5.7 3.8 9.1 6,1
Espinaca (T) 2.0 7.6 2.0 1.3 3,3 2.2 5,3 3,5 8.6 5.7
Col (T) 1.8 9.7 1.8 1.2 2,8 1.9 4.4 2.9 7.0 4.6
Pimiento (S) 1.5 14.1 1.5 LO 2.2 1.5 3.3 2.3 5.1 3.4
Lechuga(S) 1.3 13,0 1.3 0,9 2.1 1.4 3.2 2,1 5.2 3.4
176
o 5 10 15 20 25 30 35
Figura 5.3. R elació n de las pérdidas esperadas de rendim iento de lo s cultivos en función
de su to leran cia relativa a la salin id ad (De Moreno et a l.. I996).
177
T A B L A 5.4
Absorción hídrica en función de las conductividades eléctricas (C E ) del fertirriego
C o n te n id o e n a gu a d e l s u s tra to
178
plantas en maceta oscila entre 20 y 60 cm c.a., y en planta forestal entre 30 y 60 cm
c.a. (Terés el al., 2000).
L a absorción de agua por parte de las raíces se produce como consecuencia de
la diferencia de potencial existente entre el agua del sustrato y el de la planta. Pol
lo general, el mayor esfuerzo que tienen que vencer las plantas es el potencial má-
trico, debido a las fuerzas que retienen el agua entre las partículas de sustrato, en
cultivo sin suelo estos potenciales deben mantenerse bajos realizando riegos fre
cuentes al no retener grandes cantidades de agua por su volumen limitado. Cuando
la raíz extrae agua del sustrato se incrementa el potencial hídrico o de agua en las
zonas próximas (Rizosfera), lo que supone que se produzca un desplazamiento del
agua desde las zonas adyacentes.
Si se reduce la disponibilidad de agua de las plantas, la absorción disminuye
debido a una reducción del gradiente de potencial hídrico entre el sustrato y la raíz,
como resultado del descenso de potencial matricial. De igual manera ocurre si au
menta la concentración de iones disueltos en la disolución del sustrato (Sutcliffe,
1984) (ver apartado 5.4.1).
El potencial hídrico del medio depende de las características físicas del sustrato
(destacar la velocidad de rehumectación del mismo), de algunos parámetros fisio
lógicos (actividad y densidad de las raíces) y del volumen del contenedor. Es im
portante destacar, para sustratos en uso o reutilizados, que la materia orgánica (raí
ces en descomposición) tiene una elevada porosidad, que le permite retener una
cantidad considerable de agua (Puustjárvi, 1994). E l tipo de riego y su frecuencia
pueden también influir en el nivel al que se establece el potencial hídrico. Los pe
ríodos de transición entre el estado seco y el estado de saturación del sustrato de
penden del ritmo de riego y pueden tener repercusiones negativas sobre el poten
cial. Para un mismo sustrato, su límite máximo de humedad depende del tipo de
riego (siendo mínimo para el riego por goteo y máximo para los riegos por inmer
sión) y el volumen del contenedor, la capacidad de retención de agua de un sustrato
por unidad de volumen es tanto mayor cuanto más pequeño sea el volumen del
contenedor (Riviere el al., 1990), por ello se determinó un coeficiente medio óp
timo relativamente bajo de 0,33 para contenedores de 3 a 5 litros regados con goteo
por el que se debe multiplicar el agua disponible nominal del sustrato ( % ) para co
nocer el valor de agua disponible real (Foucard. 1997).
A la hora de establecer el consumo de las plantas es muy importante tener en
cuenta que las tensiones de succión que deben realizar las plantas para extraer el
agua no deben alcanzar valores muy altos, porque podemos obtener valores que
confunden al intentar estimar el consumo de agua del cultivo. Si la frecuencia de
riego es baja los valores de consumo de agua serán inferiores porque las plantas co
mienzan a consumir el agua de reserva que está retenida a mayores tensiones (más
de 50 cm c.a .) y, si la dotación y frecuencia es elevada el consumo será notable
mente superior (Urrestarazu el al., 1998). Tomemos un ejemplo: un cultivo de me
lón con igual dotación diaria de agua pero distribuida en diferente número de rie
gos al día 3, 6 y 9; en el segundo y tercer caso se incrementa el consumo por
transpiración respecto del primero en un 20 y un 40% , respectivamente (Bnayahu,
1996).
179
En la práctica, según lo explicado anteriormente, algunos autores recomiendan
regar cuando las plantas hayan consumido entre el 5 y el 10% del agua total dispo
nible en el sustrato (Smith. 1987) (ver también capítulos 16, 17 y 18).
En ensayos realizados en cultivos de plantas ornamentales se obtienen efectos
positivos en el crecimiento y en el peso fresco de las plantas cuando se riega a - 1,0
kPa de potencial de agua (Nowak y Strojny, 1998).
En estudios realizados en un cultivo de pepino se estableció la relación entre la
tensión del agua en el suelo y el consumo de agua, encontrándose un alto coefi
ciente de correlación (Beck y Schmidt, 1998). Hemos visto en el capítulo 4 que en
general existe una tensión de retención de agua óptima donde por encima de la cual
puede ocurrir que la planta no pueda tomar agua o al menos esté limitada su absor
ción manifestándose a travé. 1e la disminución del crecimiento o producción, tam
bién e: .ierto que en opiniói. de otros autores (por e j„ González-Real. 1997) el in
tervalo óptimo de potencial dentro del cual una planta puede continuar extrayendo
agua del medio es una característica propia de la especie.
E l concepto de agua fácilmente disponible y sus valores óptimos se expusieron
en el capítulo 4.
5.4.2. A m b ientales
H u m e da d d e l a ire
L a humedad relativa se utiliza para medir el contenido hídrico del aire. Está ex
presada en tanto por ciento de la cantidad de agua presente en un volumen dado
con respecto a la cantidad de agua máxima que podría contener a la misma tempe
ratura.
Dentro del invernadero, el agua aparece principalmente en forma de gas. L a di
ferencia de presión de vapor de agua o déficit de presión de vapor (D P V ) repre
senta el gradiente o diferencia de presión de vapor entre el interior de las hojas (que
asumimos está saturada con vapor de agua) y el ambiente en el interior del inver
nadero. L a diferencia de presión de vapor de agua (D P V ) de la atmósfera tiene un
efecto directo sobre la transpiración de las plantas e incluso puede afectar a inci
dencia de enfermedades.
Existen ecuaciones que relacionan la humedad relativa del aire ( H R ,% ) y la
temperatura (T, en °C ) para obtener el valor de la D P V (en kPci):
180
E l movimiento del aire sobre la superficie de la hoja elimina el vapor de agua y
aumenta el potencial hídrico, favoreciendo la transpiración. Si la velocidad del
viento fuese muy alta la transpiración disminuye al producirse un cierre estomático
por perturbación mecánica o desecación de la hoja (Sutcliffe, 1984), esta situación
no es frecuente en invernaderos.
L a variación de la humedad del aire en distintos puntos del invernadero es de
gran importancia para justificar las diferencias de consumo de agua según las plan
tas estén más o menos próximas a las ventanas que permiten la ventilación, factor
que es de suma importancia a la hora de hacer el diseño físico del sistema de riego
(se verá más adelante).
A valores próximos a 0,1 kPa, la transpiración se encuentra marcadamente in
hibida, lo que supone consecuencias negativas para las plantas, especialmente por
ejemplo en relación al transporte de calcio, y sobre todo en hojas jóvenes en desa
rrollo (Bakker y Sonneveld, 1988; Adams y Hand, 1993) y en tomate (Armstrong y
Kirkby, 1979; Adams, 1991). Otros autores consideran valores de D P V altos
cuando rondan 1,13 kPa y bajos los de 0,69 kPa , lo que se corresponde en diferen
tes regímenes de transpiración en la planta como alto y bajo respectivamente (Be-
llert el al., 1998). demostrando que la transpiración decrece cuando disminuye el
valor absoluto de la D P V (ver figura 5.1) (Tanner y Beevers, 1990). Pudiendo esta
blecer como intervalo óptimo de D P V a aquél comprendido entre 0,5 y 1,5 kPa
(para valores de humedad ambiental entre 60 y el 85 % ), siempre con los valores
más bajos durante la noche con respecto al día. Los valores registrados en inverna
deros tradicionales de Almería oscilan entre 0,2 kPa (90% de humedad) durante el
periodo nocturno en otoño-invierno, y próximos a 3 kPa durante el mediodía solar
en primavera-verano y frecuentemente en los inicios del cultivo (poca masa foliar)
(Salas et al., 2001).
Las variaciones en los valores de D P V tienen un efecto diferente en la transpi
ración absoluta si se realizan durante el día o durante la noche. L a diferencia entre
los valores de la D P V del día y la D P V de la noche se recomienda que esté próxima
a 0,1 kPa. siendo mayor durante el día con respecto a la noche para obtener un in
cremento en el peso fresco y seco de las hojas, y aumentar el número de frutos co
mercial (López et a i . 1998), un valor alto de la D P V puede contribuir a aumentar
el crecimiento de las plantas por un incremento en la transpiración de las mismas
(López et a!., 1998).
Si la demanda evaporativa de la atmósfera es moderada y el sustrato contiene
suficiente agua, la transpiración y la absorción del agua del sustrato están en equi
librio. Pero si se produce una gran diferencia de potencial entre la atmósfera y la
planta, la demanda evaporativa es superior al abastecimiento de agua por absor
ción. Para evitar la pérdida del agua de constitución de la planta (deshidratación y
pérdida de turgencia) la planta disminuye la transpiración mediante un mecanismo
que regula la apertura de los estomas. Este fenómeno es muy importante y justifica
la falta de correlación existente entre absorción de agua y parámetros que debieran
estar ligados a ésta, o exceso de drenajes en los cultivos sin suelo cuando las con
signas de riego están exclusivamente comandadas por parámetros ambientales sin
considerar el estado de la planta.
181
Cuando un cultivo está en condiciones de alta humedad (0,1 kPa) durante un
largo período, las hojas disminuyen en tamaño y pueden mostrar síntomas de defi
ciencia de calcio (H oldery Cockshull. 1990: Cockshull, 1998); loque tiene un efecto
negativo en el rendimiento del cultivo por deficiencia localizada de calcio inducida
por una disminución en la transpiración, recuérdese que el calcio tiene una especial
sensibilidad cuando aparece cualquier problema relacionado con la transpiración.
Aunque las plantas inicialmente crecen más rápido en condiciones de elevada
humedad en el ambiente (Armstrong y Kirkby, 1979), si se mantiene durante un
período prolongado el crecimiento de las hojas disminuye y en consecuencia el ta
maño final de las mismas es menor (Bakker, 1990; Holder y Cockshull, 1990). En
períodos de baja radiación solar la producción disminuye si la humedad es elevada,
presumiblemente porque las plantas interceptan menos radiación al tener las hojas
más pequeñas (Holder y Cockshull, 1990; Bakker, 1990).
Existen modelos bastante ajustados para predecir el ritmo de transpiración de
un cultivo en invernadero (Stanghellini. 1987; Jolliet, 1994; Beck y Schmidt. 1998)
que incluyen la D P V del aire alrededor de las hojas y el término de la radiación so
lar incidente sobre el cultivo, la resistencia a la transpiración de la cutícula y los es
tomas de las hojas, y la superficie foliar susceptible de perder agua. Estos modelos
permiten predecir que en condiciones de baja radiación solar incidente, la transpi
ración del cultivo se reduce notablemente a medida que declina el valor de DPV.
Sin embargo, la importancia de la D P V en la transpiración disminuye a medida que
la ¡rradiancia incidente sobre las hojas aumenta (Aikman y Houter. 1990; Jolliet y
Bailey, 1992), caso de aquellos invernaderos situados en el sur de España u otras
zonas de ambientes semiáridos.
A veces los efectos del D P V y el comportamiento de la transpiración no guar
dan una estrecha correlación (Bakker, 1991; Jolliet, 1993), encontrándonos opinio
nes como la de que no todos ios cultivos responden de igual manera a los cambios
de D P V (Cockshull, 1998). E l tamaño de la hoja y desarrollo de las llores de cri
santemo no se vieron afectadas por una alta humedad (Hand el a i , 1996), tampoco
repercutió sobre el rendimiento en pimiento (Bakker, 1989), sin embargo en pepino
la producción aumenta paralelamente con la disminución de la D P V en el día de
0.9 a 0.6 kPa (Bakker et al., 1987).
T A B L A 5.5
Absorción hí<lrica según el nivel de D PV en la atmósfera
Tem peratura
Los cambios bruscos de temperatura influyen en el ritmo de absorción de agua
y en el ritmo de absorción mineral. Con independencia de lo comentado en el
182
apartado 5.5 algunos autores observan que el ritmo de transpiración tiende a al
canzar un nivel máximo y estabilizarse cuando la radiación solar es elevada (Bai-
lle et al., 1994a). Como ya ha comentado en estas condiciones de estrés, la planta
reacciona regulando el nivel de transpiración para evitar una pérdida excesiva de
agua. L a limitación que resulta del (lujo de transpiración tendrá como consecuen
cia una reducción del nivel de higrometría del aire dentro del invernadero. Esta si
tuación viene a menudo potenciada bajo condiciones de cultivo sin suelo en las
que el sustrato está cubierto de plástico y no participa en el nivel de humedad del
invernadero, casi no se produce evaporación (ver apartado 5.2.2). Es conveniente
resaltar de nuevo aquí que a veces existe una interrelación entre varios de los apar
tado que estamos comentando, así, por ejemplo, se ha recogido que en la transpi
ración también influyen conjuntamente la temperatura de la hoja y la D PV
(Cockshull, 1998).
En zonas del sudeste español y en general en el litoral mediterráneo como en
cualquier zona semiárida, son más frecuentes los problemas derivados de las eleva
das temperaturas que los descensos excesivos de los mínimos tolerables (períodos
muy cortos). En el caso del consumo de agua, sin embargo, los efectos de la tem
peratura deben ser relacionados con efectos en el tamaño de las hojas y consecuen
temente con la transpiración (Cockshull. 1998). West y Taylor (1980) describieron
tres veces mayor el ritmo de transpiración a 28° C que a 20° C.
Dentro del invernadero se producen, en general, las máximas temperaturas con
un retraso de dos horas con respecto al momento en el que se produce el máximo
de radiación. Esto es importante en zonas y épocas donde los valores de tempera
tura alcanzados son excesivamente altos, limitando de esta manera la absorción de
agua y nutrientes por parte de la planta, aspecto a considerar en aquellos sistemas
de riego controlados por radiación solar.
Este consumo no incrementa de forma indefinida, a temperaturas por encima
de ciertos valores específicos a cada especie, tiene lugar un cierre estomático cua
lesquiera que sean las demás condiciones, estas condiciones podemos encuadrarlas
en una situación de estrés en este caso hídrico. Estas situaciones se presentan más
frecuentemente de lo deseado en los invernaderos del sudeste español y otras mu
chas partes del mundo con invernaderos no controlados climáticamente, donde en
horas centrales del día en los meses de final de primavera y verano se alcanzan
temperaturas excesivas. Esto rompe la curva normal de consumo de agua de las
plantas relacionada con la radiación solar.
C o n te n id o en C 0 2
E l nivel normal de C 0 2 al aire libre es algo más de unas 300 ppm , dentro de un
invernadero este valor oscila entre 180 y 250 ppm durante el día y entre 400 y 500
durante la noche, estando el valor óptimo recomendado según la especie entre 500
y 3.000ppm , siendo en cualquier caso valores inferiores a los registrados dentro de
un invernadero.
183
T A B L A 5.6
Absorción hídrica o aporte suministrado según el nivel de concentración de CO,
en la atmósfera
Nivel CO, L p la n ta c ic lo
A escala día (ver también apartado 8.2), existen estudios que reparten el consumo
de agua en 25-35% entre las 8 y las 13 horas, 45-60% entre las 13 y las 19 horas y 10-
25% después de las 19 horas (Michelot y Lora, 1993). aunque existe una gran varia
ción entre las especies y las variedades. Estas variaciones del consumo de agua según
el momento del día están provocadas por la evolución que el potencial hídrico de la
hoja experimenta en función de la transpiración y de la absorción. En la primera parte
del día. la transpiración es superior a la absorción, creando un déficit hídrico en la
planta: es la fase de dcshidratación. que viene acompañada de una bajada del poten
cial hídrico en la hoja entre -10 y -15 bar (Fourcard. 1997). Después, en la segunda
parte del día, la transpiración disminuye y la absorción, si la disponibilidad de agua
en el sustrato no es limitante, aumenta. Es la fase de rehumectación, que viene acom
pañada de una subida del potencial hídrico foliar (-7 bar).
Durante la noche se produce, en condiciones normales de cultivo, un elevado
consumo de agua (fase de turgencia), destacando el importante consumo de N que
se produce paralelamente (L e Bot, 1994). La cantidad de agua consumida durante
la noche fue estimada en el 15% del total del consumo del día (Maruo et al.. 1995),
en nuestras latitudes para tomate en el ciclo de otoño alcanza el 28,3% del con
sumo total del día y en primavera-verano el 16% (Salas et al.. 2000). Adams en
1980 registró para una planta de pepino 25 m L li '. el mismo autor para tomate da
10-12 mL I r 1 (Adams, 1980) mientras que Norrie (1994), también para tomate, ob-
184
tiene una absorción de 15 g I r 1. Es importante prever el consumo nocturno a la
hora de planificar la distribución de los riegos, colocando uno a última hora de la
tarde o uno a primera de la mañana para evitar que las plantas pasen por situacio
nes que si bien no deben considerarse verdadera situación de estrés, tampoco se
vean obligadas a absorber el agua a tensiones no deseadas. Para ello debemos co
nocer la capacidad de reserva de agua fácilmente disponible del sustrato y prever el
consumo nocturno según el número de horas de la noche. Este valor puede alcan
zar gran importancia en el período de otoño-invierno por la gran duración del pe
ríodo nocturno con respecto al diurno. Sin embargo, en la práctica comercial del
manejo del riego, no es frecuente que se apliquen dosis de agua durante la noche, y
en todo caso sería una práctica aconsejable para lavar cuando el sustrato está muy
salinizado ya que aumentaría la eficacia respecto al día.
E l consumo de agua según el momento del año se constata que los mayores va
lores aparecen en los meses de primavera y verano, seguidos por los de otoño y por
último, como cabría esperar, en invierno (ver tabla 5.7).
T A B LA 5.7
Absorción o aporte hídrico según época del año
185
hasta un 2 0 % (Schwarz y Kuchenbuch. 1998). de manera que mantiene una elevada
relación el consumo de agua con la radiación solar siempre que ésta permanezca
dentro de unos valores medios. Brun y Chazelle (1996) cuantifican en un 9 0 % el
consumo de agua debido a la radiación global y el 10% restante a la influencia de
otros factores. Correlaciones significativas fueron obtenidas entre el consumo de
agua de las plantas y la cantidad de radiación solar medida una hora antes del con
sumo (M arvo el al.. 1995). L a relación entre el consumo de agua en N F T para me
lón con la radiación solar es de 0,64 al I % de nivel de significación (Pardossi el al..
1995), otros autores realizaron el mismo trabajo para pepino en sustrato obteniendo
elevados valores de correlación (Beck y Schmidt, 1998). En la tabla 5.8 se observan
algunos valores de consumo hídrico en función de la radiación existente.
En la práctica es interesante considerar que cuando el suministro de agua no está
limitado como ocurre en el NFT. por ejemplo, las plantas tienen un comportamiento
muy diferente en el consumo diario de aquellas que están cultivadas en contenedores.
Es frecuente que en un día concreto el consumo sea hasta 10 veces superior al del día
anterior o al del siguiente (ver figura 5.4). si relacionamos este hecho con la luz o ra
diación tan variable que recibe una planta en las horas centrales del día fácilmente se
puede encontrar la justificación por lo que estas observaciones coinciden con lo su
gerido por los experimentos arriba mencionados de Brun y Chazelle (1996).
La compleja interacción sobre el consumo de agua que tiene la temperatura, el
D P V en cl ambiente, radiación solar y otros parámetros ambientales, hace que en
distintas regiones incluso relativamente cercanas como el sur de Inglaterra y el sur
de España se produzcan grandes diferencias en el consumo hídrico de un mismo
sistema. Así, podemos ver como dos cultivos de tomate (figura 5.5) sólo con un
mes de diferencia en su plantación a favor del cultivo en Inglaterra, termina consu
miendo mucho más en cultivo en cl sur de España, situado en la región más cálida
(de mayor irradiación), tanto en el ciclo completo como en los mismos meses a pe
sar de ser más jóvenes las plantas, esta misma consideración queda reflejada si ob
servamos un mes concreto en varias regiones (tabla 5.8).
T A B LA 5.8
Influencia de la localización geográfica en el consumo medio de una planta de tomate
O tro s fa c to re s e s tru c tu ra le s
En los puntos anteriores hemos descrito los efectos de cada uno de los paráme
tros climáticos independientemente, sin embargo sus efectos son conjuntos y a su
186
Días de cultivo en N FT
Figura 5.4. Absorción híd rico de piam os de tom ate cultivados en N F T en e l período
prim avera-verano y la radiación m edia en la s horas centrales del día
(Datos propios. Almería, España, 1997).
187
2,5
CU Sur de España
H Sur de Inglaterra
2 .a 1a 2.
diciembre enero
quincenas
Figura 5.5. Ritm o de absorción de las plantas en dos cultivos de tomate en N FT , localizado
en e l sur de In g laterra (según Coopee 1996) y en e l su r de España (datos propios, 1995-1997).
T A B L A 5.9
Absorción hídrica o aporte suministrado según la radiación solar incidente R
188
vez dentro de una parcela de cultivo se presentan numerosas diferencias microclimá-
ticas. Estas diferencias son más marcadas en los invernaderos de bajo coste, mayori-
tarios en las zonas mediterráneas (Valera el al., 1999). Esto es especialmente cierto
en aquellos que sólo disponen de sistemas pasivos de control climático, limitándose
al uso del sombreo del cultivo y a la presencia de ventanas laterales y en ocasiones
de cenitales. La variación interna de los distintos parámetros microclimáticos está en
función de factores extrínsecos al sistema como son: temperatura exterior, radiación
solar, humedad, viento, sus variaciones estacionales y diarias ( Verlinde et al., 1998;
Boulard el al., 1997); y factores propios del sistema como son orientación del inver
nadero, geometría, tipo de cubiertas (Goedhart el al. . 1984; Castilla el a i . 2001), y la
ubicación y superficie de ventanas. Todos ellos van a influir conjuntamente sobre la
demanda climática y consecuentemente en las necesidades hídricas del cultivo según
el lugar de la parcela donde se localicen las plantas.
A manera de ejemplo podemos ver como para el tradicional tipo parral de
raspa y amagado y cumbreras de orientación norte-sur, la transmisividad de la ra
diación solar está afectada por la posición norte o sur de la zona en la que se mide
(Castilla, 1991). Similares resultados en la misma localidad obtienen López Gálvez
y López Hernández (1991) en un invernadero a dos aguas y de orientación de cum
breras este-oeste, registrando en un día de invierno una diferencia de irradiación
global media diaria de un 15% más en la parcela sur que en la norte. Los estudios
que analizan el posible efecto que se produce en el interior del invernadero en fun
ción de la posición de la parcela en la orientación este-oeste son escasos. Quizás
porque parece evidente que, considerando estructuras, geometría de cubierta e in
clinación del sol sobre el horizonte, ésta debe ser muy pequeña frente a la influen
cia de la disposición en el norte o en el sur de la parcela. Por ello, en el mismo tra
bajo de López-Gálvez y López-Hernández (1991) se obtienen para la radiación
global una influencia menor del 3 % entre las posiciones relativas este-oeste, donde
existía una diferencia del 15% para la posición norte-sur. Asumiendo la diferencia
con respecto a la orientación norte-sur, con respecto a la este-oeste, los datos de ra
diación muestran una clara tendencia creciente con relación a la posición desde la
zona este hacia la oeste en la parcela de cultivo (Salas y Urrestarazu, 2001). En to
dos los ciclos de cultivo la zona localizada más hacia el oeste registra una mayor
irradiación. En general, los datos de radiación muestran valores intermedios en la
zona central del cultivo con respecto a las partes exteriores de las parcelas por el
efecto de sombreo de las propias plantas.
Sin embargo, también existe una variación interna de los parámetros climáticos
en el interior del invernadero en función de la posición de las parcelas con respecto
a las superficies de ventilación (ventanas laterales y cenitales) con un efecto directo
sobre el consumo hídrico de las plantas y consecuentemente sobre los parámetros
de fertirrigación (C E y porcentaje de drenaje). Trabajos de Salas y Urrestarazu
(2001) determinan la variación interna de los parámetros climáticos en un inverna
dero tipo Alm ería con cubierta de raspa y amagado, y su efecto sobre los principa
les parámetros de fertirriego y la producción.
En el ciclo de otoño-invierno cuando las temperaturas limitantes son las míni
mas, resultando del orden del 8 % menor en la zona central del cultivo respecto a la
189
zona próxima a la ventana lateral. En primavera-verano es la zona intermedia de
cultivo respecto a las ventanas donde ejercen su efecto las temperaturas extremas,
las máximas, apareciendo en la zona más cercana a la ventana lateral las menos ex
tremas. del orden del 6 % menor promovido por el efecto de ventilación provocado
m L m 2 d ía '
J D S M (95% )
VC Zl VL VC Zl VL VC Zl VL VC Zl VL
O to ñ o 1996 P rim a v e r a 1997 O to ñ o 1997 P rim a v e r a 1996
0
VC Zl VL VC Zl VL VC Zl VL VC Zl VL
O to ñ o 1996 P rim a v e ra 1997 O to ñ o 1 9 9 7 P rim a v e r a 1996
VC Zl VL
O to ñ o 1996
VC Zl VL
P rim a v e r a 1997
VC Zl VL
O to ñ o 1997
Ih
VC Zl VL
P rim a v e r a 1996
190
por las ventanas (Salas e l a l., 2001). De aquí se puede concluir la alta heterogenei
dad m icrociim ática existente en el interior del invernadero.
L a variación m icrociim ática comentada anteriormente tiene un efecto directo
sobre la absorción de agua, lo que consecuentemente se refleja en diferentes valo
res en la C E y el volumen de los drenajes según la localización de las plantas en la
parcela (v e r figura 5.6).
L a zona de la ventana lateral orientada al oeste presenta las mejores condicio
nes medioambientales, tanto en el cic lo de otoño como de verano, no limitantes de
temperaturas e irradiación, sin embargo la respuesta a un manejo deficiente del su
ministro de fertirriego según las m ayores necesidades hídricas del cultivo lleva
com o consecuencia a una disminución significativa de la producción (del 10 al
4 0 % ) (Salas y Urrestarazu. 2001). Estas especiales circunstancias de mayor necesi
dad de fertirriego aconsejan aplicar rutinariamente una mayor dotación de ferti
rriego que compense estas deficiencias.
A modo de resumen, podemos recoger una variabilidad interna respecto a la
posición de las zonas de cultivo en función de la posición respecto a las ventanas,
proporcional creciente sobre el volumen consumido, y la C E y volumen de drenaje.
Este efecto se produce en los parámetros utilizados com o controles del fertirriego
pero con distinta magnitud. E l efecto cuantificado como la diferencia entre el má
ximo y el m ínim o valor de los medios del ciclo, oscila independientemente del c i
clo de cultivo de la siguiente manera: Tom a de agua (15-35%) < C E de los drenajes
(15-60%) < % Volúmenes drenados (60-500% ) (Salas y Urrestarazu, 2001). De esta
manera, una variación en el consumo de agua se verá reflejada en la C E del drenaje
en la misma dirección pero con distinta magnitud. A l igual que se reflejaría en el
volumen de drenaje pero en sentido opuesto.
D e forma general, el m ayor consumo hídrico se produce en las plantas próxi
mas a la ventana lateral y los menores en las localizadas en las zonas medias de las
parcelas. Este consumo diferencial entre las zonas tiene un efecto sobre los contro
les del fertirriego: C E y porcentaje de drenaje. L a gran diferencia de C E en los dre
najes de las diferentes zonas de cultivo debe hacernos reflexionar a la hora de reco
m endar la ubicación del sistem a que acciona el riego (bandeja de demanda,
tensiómetros, etc.), y la bandeja de drenaje en el interior del invernadero, ya que
muchas veces aunque se conoce y se asume la importancia de esta ubicación no se
valora en su justa medida.
L a producción, com o consecuencia de la variación m icrociim ática y los pará
metros de fertirriego, se ve directamente afectada con peores consecuencias para
las plantas próximas a las ventanas al no suplir el mayor consumo hídrico promo
vido por una m ayor demanda clim ática. Este efecto se marca principalmente en los
cultivos de primavera, su m ayor consumo hídrico no supone una mayor produc
ción, precisamente la C E — observada a través de los drenajes— hace que cuando
se produce una gran absorción de agua com o consecuencia se provocan unas altas
C E que en definitiva afectan a la producción (A yers y Westcot; 1987; Cárter, 1988).
S i se hubiera regado para evitar valores elevados de C E en los drenajes las produc
ciones también hubiesen sido mayores. E l efecto de la disminución de la produc
ción de las plantas cercanas a la ventana lateral y las especiales circunstancias de
191
variación del fertirriego aconsejarían también por esta razón, com o se ha dicho
arriba, aplicar por defecto una m ayor dotación de riego que compense las deficien
cias promovidas por: una mayor absorción de agua, un menor drenaje, y una C E en
la rizosfera constantemente superior con respecto a la que sufren las plantas situa
das en zonas más privilegiadas. D e forma práctica para no tener que sectorizar el
fertirriego en esta zona, autores como Salas y Urrestarazu (2001) han aconsejado
incorporar un gotero más a cada unidad de cultivo en esta zona o bien cam biar los
existentes por un caudal mayor lo cual compensaría aproximadamente esta mayor
absorción en dicha zona. Esta recomendación, en general, es extensibie a la zona
de todos los pasillos, ya que aquí también existe una mayor iluminación y conse
cuencias similares. N o deja de ser sorprendente que antes de hacer estas m edicio
nes muchos agricultores de las zonas del sudeste español ya habían adoptado esta
medida intuitivamente.
5.4.3. Cultivo
Uno de los factores que condicionan el consumo de agua de una planta por su
influencia en la transpiración, son las características genéticas de la propia planta,
principalmente las peculiaridades de los órganos de consumo y transpiración de
agua. E l máximo de transpiración es una característica propia de la especie y va
ría en grandes proporciones, com o por ejem plo entre un cultivo de Im p a tie n s
(0,6 m m li ' ) y un cultivo de P o in s e ttia (0.2 m m li ' ) (González-Real, 1997). Todos
estos aspectos sugieren que no puede definirse de manera em pírica la frecuencia
de riego sin tener en cuenta la respuesta de la especie al clim a.
Otro factor importante viene determinado por la edad de la planta y el estado
fenológico en el que se encuentre, existe una relación clara entre éste y la absorción
de agua. Estas diferencias en el consumo hídrico según estado fenológico también
T A B LA 5.10
Absorción hídrica o aporte suministrado al sistema en función del estadio fenológico
192
aparecen en el consumo total de elementos minerales (ver apartado 5.3). Para ase
gurarnos que las plantas se encuentran regadas según sus necesidades de agua en
cada momento es importante d ivid ir el ciclo completo de cultivo en cuatro etapas
según las diferencias en la absorción de agua y nutrientes (Yamasaki e l a l., 1976;
Sheen y Hsu, 1996) que estarán más o menos diferenciadas según la especie en:
• Período vegetativo (desde el trasplante).
• Polinización-frutos recién cuajados.
• Desarrollo (engorde) de los frutos.
• M aduración de los frutos.
E n general, el consumo de agua diario de una planta ordenado de mayor a me
nor por etapas es: el engorde de frutos, el período de maduración, la etapa de poli
nización y frutos recién cuajados y, por último, el periodo vegetativo. E n el con
sumo total de cada etapa, casi el 5 0 % del agua total consumida por el cultivo se
produce durante el engorde de los frutos, aproximadamente el 2 5 % durante la ma
duración y el resto en las primeras etapas del cultivo (Sheen y Hsu, 1996), el orden
decreciente se mantiene aunque en las dos primeras etapas es aproximadamente
igual.
193
6. Por último, se debe mediante el propio fertirriego mantener la homogenei
dad o uniformidad de los cinco objetivos anteriores por todo el contenedor
donde se desarrollan las raíces; o lo que es lo mismo mantener la uniformi
dad en todo el contenedor facilitando el aprovechamiento físico de todo el
volumen de sustrato, ya que las raíces lo colonizarán en su totalidad. E s bien
conocido, y ha sido muy documentado desde muy antiguo hasta la actuali
dad, que cuando se produce una diversificación de las condiciones me
dioambientales en el contenedor por un mal manejo del fertirriego. las raíces
de las plantas crecerán desmesuradamente allá donde las condiciones sean
mejores, encontrándonos prácticamente vírgenes las zonas de condiciones
más adversas (ver por ej.. van Noordwijk y Raats, 1980; Lin k y Klapw ijk,
1986; D e R ijck y Schrevens, 1998; Sonneveld y Voogt 2001).
De cualquier manera aunque hemos resumido algunos de los principales obje
tivos de riego, hay que tener muy en cuenta las ¡deas, recogidas por H o y Adams
(1995) que pronostican que en el futuro la fertirrigaeión debería mejorar no para
ajustarse al balance en las necesidades de crecimiento de las plantas sino a los de
seos de tamaño y calidad de los frutos. Podemos generalizar que las nuevas ten
dencias sobre el fertirriego discurren no ya en conseguir el mejor desarrollo y pro
ductividad de las plantas, sino en usar a éste como una herramienta de manejo del
cultivo de igual manera que se usa por ejemplo la poda para conseguir los tiñes de
seados. Por tanto a través del fertirriego se conduce al cultivo en la dirección dese
ada por el productor, tanto para conseguir el objetivo general del cultivo como para
en tiempo real realizar modificaciones en función del fin en un instante. Esta línea
de manejo del fertirriego en función de los fines pretendidos ha sido aplicada por
múltiples investigaciones, así. por ejemplo, la floración de plantas jóvenes bajo es
casa iluminación se ha aumentado mediante flujos intermitentes en N F T (G raves y
Hurd. 1983). o el reducir el suministro de fertirriego en lana de roca para disminuir
la expansión de las hojas jóvenes (H o y Adam s, 1995).
Del logro de estos objetivos dependerá el éxito de nuestro cultivo, por lo que se
deben considerar los métodos y controles del fertirriego como herramientas para
lograrlos.
E n los cultivos sin suelo, desde un punto de vista práctico, para un crecimiento
óptimo de las plantas, deberán añadirse siempre nutrientes adicionados com o ferti
lizantes en los riegos durante el ciclo de cultivo (fertirrigaeión).
Para conocer si el programa de fertirrigaeión es correcto, es normal comparar
la disolución nutritiva de riego con la del sustrato y/o los drenajes, pudiendo com
plementar la información con el análisis de los tejidos vegetales y con la observa
ción del aspecto de las plantas (ver capítulos 2 y 7).
E l aporte de agua, además de satisfacer la demanda de las plantas, debe ser su
ficiente para evitar la acumulación de sales en el sustrato, drenando más o menos.
Las cantidades mínimas a drenar dependerán, por tanto, de la calidad del agua y de
I94
la cantidad y tipo de fertilizantes utilizados e incluso de la fase de producción en la
que se encuentre el cultivo.
Prácticam ente se debería trabajar estableciendo un valor lím ite para la conduc
tividad eléctrica ( C E ) del drenaje (diferencia entre C E del drenaje y C E del riego
no debería superar la unidad), superado el cual sería preciso aumentar la cantidad
de agua aportada (K liirin g , 1998) (v e r también apartado 8.2). E n ocasiones se
puede producir un descenso de la C E en el drenaje prom ovido por períodos en los
que el consumo de sales es muy elevado con respecto al consumo de agua y, nor
malmente. cuando el agua utilizada para preparar la disolución nutritiva es de muy
buena calidad. Esto hace que, como regla general, cuanto m ejor es la calidad del
agua de riego m ayor sea la proporción de incremento de la C E que se pueda y deba
realizar con los nutrientes añadidos, el lím ite se podría establecer entre 1,7 y
2,2 d S m 1 de aumento por los fertilizantes cuando la conductividad del agua de
riego es inferior a 0,5 c/S m dando una C E de la disolución nutritiva final entre
Disolución de
1,7-2,2 2,0-2,5 2,2-2,8 2.8-3,8 4,2-4,5
fertirrigación
% d e Drenaje
10-20 20-35 25-40 40-70 <75
Recom endable
% volum en de
fertirriego a drenar
Contribución de
los fertilizantes a
la C E final
Producción total:
(Homogeneidad,
calibre, características
externas de los frutos,
etc.)
Calidad d e la
producción
(Parám etros
organolépticos,
algunos com ponentes
nutritivos de los
frutos, etc.)
195
1.7 y 2,2 d S in '. E n el extremo opuesto, en aguas de m uy mala calidad con C E por
encima de 3,5 d S n i 1 se debería bajar la proporción de C E debida a los nutrientes
que se han de añadir, a lo sumo que supusiese entre 0,5 y 0,75 décimas más en la
C E final de la disolución nutritiva, resultando ésta en el m ejor de los casos de unos
3,5 d S rn '. Evidentem ente esta última situación no es la más deseable pero debe
mos asum ir la lim itación del desarrollo del cultivo por la salinización del medio
(ve r apartado 5.4.1) o por la falta de nutrientes (v e r figura 5.7).
Existen trabajos que corrigen la C E eléctrica del riego semanalmente en fun
ción de la C E del drenaje y de la disolución nutritiva obtenida y suministrada en la
semana anterior respectivamente (K la rin g e l a l., 1998). E l problema reside en que
cl control exclusivo de la C E no aporta inform ación relativa a la com posición indi
vidual de iones y puede provocar con el tiempo un desequilibrio mineral. Esto
exige que se practiquen análisis frecuentes de la disolución nutritiva y drenaje, que
suelen y deben efectuarse aproximadamente cada dos semanas y que permiten co
rregir, « a p o s t e r io r i» , el desequilibrio observado. E l desarrollo futuro de electrodos
selectivos útiles en condiciones de cam po para los iones de N O ó, C a 2+. K +. N a + y
C l" permitirán un seguimiento en tiempo real y más ajustado del equilibrio mineral
de la disolución nutritiva. Actualm ente, sólo el electrodo de N a+ presenta una dura
ción de 2 años y una precisión aceptable de ± 2 % . L a duración de los electrodos de
N O ,', C a 2+, K + es, por el momento, corta ( I -4 meses) y la precisión del electrodo
específico de C a 2+es baja (M orard. 1995).
Los niveles de sales deberían evaluarse diariamente en una selección al azar de
las unidades de cultivo, midiendo la C E de una muestra de solución de estas unida
des de cultivo extraída con una jeringa o de los drenajes (fotografía 1.6 y apartado
1.4.2). Los valores deben estar cercanos a los de la solución nutritiva, una C E de
2,3 a 2,5 d S n r 1 son un ejem plo de valores aceptables (Resh, 1997). L a conductivi
dad puede cam biar con el estado fisiológico de la planta y con las condiciones am
bientales. L a C E de la solución de saturación de las tablas se establece en 2.5-3.0
d S n i 1 y se puede tolerar según época y el tipo de cultivo, que suba hasta 4,0 o 5,0
d S tn~ ' (Terry. 1997; Segura e l a l., 1998). Si los niveles de C E medidos son sig nifi
cativamente mayores, o los niveles de pH no son los óptimos, las tablas tendrán que
ser fertirregadas con más frecuencia o con riegos más largos, m ayor dotación.
H ay varias razones que explican porqué son diferentes las com posiciones de la
C E de la disolución nutritiva del riego y del sustrato. Norm alm ente en el sustrato
hay una C E de 0,5 a 1,0 d S m 1 más alta que en la disolución nutritiva aportada de
bido a la absorción selectiva de iones por la planta, las variaciones de ritmos de ab
sorción y de transpiración asociadas al clim a, la fase de crecim iento y desarrollo, y
criterios de manejo del riego. S e considera entonces por ejem plo que para con
seguir una C E en la rizosfera de entre 2,5 y 3,0 d S m ' en el caso del tomate, la d i
solución de riego debe ser de 1,7 a 2,2 d S n i ' (Sm ith, 1987).
Las condiciones clim áticas influyen sobre las variaciones en el eq uilib rio de la
solución de riego. E n épocas de intensa radiación la solución del sustrato suele au
mentar su C E con facilidad y será necesario contrarrestarlo aumentando el número
de riegos, o reduciendo la C E de la disolución, lo que por un lado facilitará la ab
196
sorción radical y, por otro, evitará m ayores concentraciones salinas del sustrato.
Por el contrario, en épocas frías, el drenaje o el extracto del sustrato tienden a dis
m inuir su C E , por lo tanto, será conveniente aumentar la concentración de la diso
lución de riego. Trabajos com o los de K lárin g e t a l. (1998) llevan a cabo variacio
nes en la C E del riego en función de la radiación incidente, variándola entre 2,5,
2,2 y 1,9 d S m ', según clasificaran al día en nublado, parcialm ente nublado y so
leado respectivamente, constatando una m ayor eficie ncia en la absorción de ele
mentos m inerales con respecto al consum o de agua (van N o rd w ijk, 1990). Existen
evidencias de que la producción de los cultivos, tanto en suelo com o en sin suelo,
se m ejora si la d isolución n u tritiva próxim a en la rizosfera tiene una C E alta
cuando la radiación solar es baja, y la C E es baja cuando la radiación solar es alta
(So n n eveld y Voogt, 1981). Estos autores obtuvieron estas conclusiones anali
zando los cam bios que se producen en la radiación solar durante las distintas esta
ciones del año en las que se desarrolla el cultivo. New ton y Sahraoui (1996) reali
zaron un m anejo sencillo de la C E en función del momento del día, incrementando
la C E de la disolución nutritiva durante la noche y en las primeras y últimas horas
del día, y dism inuyendo la C E durante las horas centrales del día (períodos de ma
yor radiación solar). Sm ith (1987) usa durante el período de elevada radiación
(9.00 a 17.00 h ) una disolución con C E de 2,5 d S m 1 y durante el resto del día de
3,5. los cultivos ensayados fueron tomate, pepino y lechuga. E n pepino, los resul
tados ponen de m anifiesto que aunque las diferencias en el número de hojas ex
pandidas al final del cultivo no eran significativas sí lo eran en la cantidad de fru
tos com erciales, siendo m ayor en el tratamiento de variación de la C E . E n lechuga,
se analizó el peso de las plantas, y de igual manera se obtuvieron diferencias sig
nificativas en el peso fresco por planta cuando era variada la C E . Y por último, en
las plantas de tomate, la producción total y el peso por fruto era superior cuando la
C E cam biaba con la radiación solar. S i disponemos de un radiómetro asociado al
sistema de fertirriego se pueden realizar m odificaciones en tiempo real de la C E
del fertirriego en función de la radiación recibida por el cultivo, los trabajos reali
zados por Salas y Urrestarazu (2001) dism inuyen la C E programada de base hasta
en un 1 0 % si se superan 600 W m 2 en el exterior del invernadero, concluyeron sin
apreciarse consecuencias en la producción aunque mejoraron considerablemente
la absorción de nutriente y dism inuyeron hasta en un 5 0 % las em isiones de nitra
tos y fosfatos al m edio ambiente. Estas m odificaciones en la C E permiten mante
ner condiciones más estables de salinidad en los drenajes y consecuentemente en
el interior del sustrato (v e r figura 5.8), m ejorando la eficiencia en la asim ilación de
elementos nutritivos (fig u ra 5.9).
D urante el ciclo de cu ltivo se pueden presentar tres situaciones bien distintas,
si se sum inistra una d isolución nutritiva con una concentración in icial conocida;
pasado un tiem po, la planta ha consum ido agua y elem entos nutritivos, puede su
ceder que la planta consum a proporcionalm ente m ás agua que sales, en cuyo
caso las sales se acum ulan en el agua de drenaje y en el m edio haciendo que en
ellos la C E sea m ayor que la in icial o de riego. Po r el contrario, la planta puede
consum ir m ás sales que agua, en cu y o caso la planta em pobrece el m edio en sa
les haciendo que C E sea m enor que la sum inistrada con el fertirriego, por ejem-
197
Hora M
Figura 5.9. N itrato m edio d ia rio incorporado a l sistem a p o r sem ana ( mmolc m - día-1) y p o r
ciclo (T x 100) ( mmolt m ■) de un cu ltivo de tom ate en e l c ic lo de otoño en función d e l método
de fe rtirrie g o utilizado: bandeja de riego p o r dem anda sin m od ificar la C E d e l riego (I.)
y p o r rad iació n so la r con corrección de la C E d e l riego, los números de ab a jo representan las
I’ asociadas a la t de Student en la com paración de m edias (Salas y Urresta/u, 2(X)1).
198
pío puede o cu rrir en la etapa de polinización y cuaje de los frutos en la cual el
consum o de nutrientes es m uy elevado (.Sheen y H su. 1996). Y. por últim o, que la
planta consum a proporcionalm ente igual cantidad de sales que de agua, en cuyo
caso la C E del drenaje será igual a la del fertirriego. A u nq ue existen estas tres po
sibilidades puntuales a lo largo del cu ltivo , hay que hacer notar que en nuestros
T A B L A 5.11
Absorción hídrica y su relación con la C E según los niveles de radiación solar
Radiación Solar
Especie Referencia Sistema (\1 J m~2d ítr') L p la n ta d ítr '
pH
199
ñera que en casos extremos deberemos m odificar el valor de entrada de pH de la d i
solución nutritiva, acidificándola más de lo recomendado en situaciones normales.
Por el contrario, en períodos de floración y fructificación es frecuente la acidifica
ción del drenaje provocado por la absorción selectiva de iones por parte de la
planta, preferentemente cationes (Sheen y Hsu. 1996), y en especial K +. De igual
manera, si obtuviéramos valores m uy extremos de pH (ácidos) en el drenaje debe
remos basificar la disolución nutritiva con el objetivo de que en el interior del sus
trato se encuentre dentro de los valores normales recomendados (usando K O H , por
ejemplo ya que también se enriquece en potasio, aunque sería recomendable no es
muy frecuente su aplicación real en el cam po en nuestras regiones agrícolas). D u
rante el desarrollo y maduración de los frutos de cultivos com o el melón se han lle
gado a registrar importantes descensos del pH , que de no ser contrarrestados o co
rregidos pueden causar daños considerables, este fenómeno es bien conocido y
considerado en el sudeste español donde es incluido com o rutina en el manejo de la
fertirrigación; también, aunque con menor intensidad, se ha descrito para otros cu l
tivos hortícolas (G a rc ía e t a l., 1998), sim ilares consideraciones son recogidas en
otras localidades geográficas (Sheen y Hsu, 1996).
También las variaciones del pH pueden deberse a la manera en que se sum inis
tra el nitrógeno (fertilización nitrogenada), ya que la forma nítrica tiende a alcali-
nizar el medio, en tanto que la forma am ónica tiende a acidificarlo (Sm ith, 1987).
También, las raíces producen ácidos orgánicos (Sheen y Hsu, 1996) induciendo
una acidificación del medio, y la liberación de C 0 2 de la respiración radical que
contribuye a elevar el pH . Detalles de las explicaciones fisiológicas que producen
estos fenómenos de indiscutible interés práctico se pueden encontrar en los traba
jos de Van Beusichen e t a l. (1985; 1988).
5.5.2. O xígeno-aireación
200
5.5.3. D ispon ib ilidad de ag ua y po tencial m atricial
201
Los objetivos del fertirriego se han definido suficientemente arriba, pudiendo
venir impuestos tanto por el cultivo y condiciones clim áticas como por el propio
agricultor según sus objetivos productivos.
Lo s m é to d o s d e c o n tr o l d e l rie g o , o simplemente c o n tro le s d e rie g o , sea cual
sea el método de riego elegido son: todas aquellas mediciones que corroboren o
confirmen que estamos cum pliendo los objetivos perseguidos. E n la m ayoría de
los casos quedan resumidos a las características del riego y del drenaje, tanto en
volumen como sus características quím icas en C E . pH y elementos quím icos que
por sus características o concentraciones sean limitantes para conseguir los objeti
vos perseguidos para el cultivo con la fertirrigación. Los métodos de control de fá
cil y rápida aplicación en campo son, en primer lugar, el porcentaje diario de dre
naje con respecto al volumen aplicado con el riego y. en segundo lugar, la C E y pH
del drenaje comparado con los correspondientes al fertirriego. E n general se ca
racterizan porque son más fácilmente medióles que los propios objetivos que real
mente se quieren cum plir; por ejem plo en la práctica: el porcentaje de volumen
drenado (D ) es más fácil de medir que la conductividad eléctrica de la disolución
( C E ) y ésta más fácil que un pormenorizado análisis de los nutrientes (A N ) , por
otro lado si el objetivo del riego en este momento es mantener en la rizosfera el
adecuado equilibrio de iones, no habrá nada mejor que un análisis pormenorizado
de cada uno, que será sin duda el mejor control, pero en la práctica es caro y mu
cho más difícil que medir «a». Otra regla básica para los controles de riego es que
exista una significativa correlación (en la práctica) con los objetivos de fertirriego.
no hay que olvidar que D está muy correlacionado con la C E y esta a su vez con
A N . y obviamente para un agricultor es más fácil y posible medir «a» o «b» dia
riamente que un análisis.
La disolución nutritiva se distribuye mediante riego por goteo, al que se le de
ben exigir las mismas condiciones de calidad que a una instalación de cultivo en
suelo en invernadero. A l igual que en los cultivos hortícolas en suelo, son preferi
bles los goteros de caudales bajos, entre 2 y 3 L I r 1 a 1 k g cm 2 de presión del
fl nido.
En pleno verano las reservas de agua de una tabla de lana de roca son suficien
tes para suministrar agua a un cultivo durante un día. Si el agua no está disponible
durante más tiempo el cultivo morirá. Consecuentemente, es necesario asegurar
una continuidad en el suministro de agua en cantidad suficiente para cubrir las ne
cesidades del cultivo en todo momento (Sm ith. 1987).
Los cultivos sin suelo en sustrato con un volum en lim itado no pueden ser
usados en invernadero a menos que se disponga de un sistema de distribución de
la fertirrigación seguro y que perm ita que cada unidad de cultivo reciba la canti
dad requerida de disolución nutritiva. Esto no significa que todas y cada una de
las tablas, sacos o contenedores de cu ltivo reciba el mismo volum en de disolu
ción. E l suministro tendrá que asegurar que las plantas que tienen m ayores con
sumos de agua estén abastecidas para sus necesidades. L o correcto sería d ivid ir
el área total del invernadero en un apropiado número de sectores equivalentes al
número de m icroclim as existentes, para que cada uno pueda ser controlado se
gún sus propias necesidades. E l número y tamaño de los sectores de riego esta
202
rían determinados por la experiencia del agricultor en su propia finca, pero en
opinión de algunos autores como Smith (1987) no deberían sobrepasar las 0,4
ha. en la práctica en nuestras regiones agrícolas por simplificación o simple
mente por razones económicas se incumple frecuentemente esta limitación. Las
variaciones en el consumo de agua según la localización de las plantas en el in
vernadero, justifica la presencia de un mayor numero de bandejas de control
para asegurar una distribución ajustada del riego. De todas formas, para un ma
nejo práctico en campo, es importante mencionar que en las bandas del inverna
dero. principalmente en aquellas donde soplan los vientos dominantes y durante
períodos en los que es necesario mantener abiertas las ventanas laterales, se pro
ducen diferencias extremas en los valores de drenaje pudiendo llegar a ser pro
blemáticas para el desarrollo normal del cultivo por acumulo de sales en el inte
rior del sustrato. L a solución más sencilla y práctica pasaría por incrementar el
caudal de disolución nutritiva aportado en las zonas de mayor demanda con res
pecto al resto del invernadero. Se puede optar por dos soluciones fáciles como
ya se explicó. En determinados momentos se encontrarán excesivamente rega
das pero esto es a efectos prácticos menos perjudicial que la situación contraria.
Salas y Urrestarazu (2001) encontraron este efecto en los invernaderos tipo pa
rral (poco sofisticado), al menos, en las tres primeras filas contiguas a las ban
das del invernadero (laterales), a partir de las cuales aparece un gradiente de di
cho factor.
Cualquier modelo de fertirrigación aplicado a un invernadero con una alta he
terogeneidad microciimática debería tenerla en cuenta, en caso contrario la propia
variación de los parámetros microclimáticos afectará a los parámetros de ferti
rriego aplicados homogéneamente y consecuentemente se expresaría en la produc
ción. Las diferencias de consumo de fertirriego pueden, atendiendo a la variación
microciimática ambiental, llegar a ser entre un 15 y 3 5 % diferente a favor de las
plantas próximas a la ventana lateral, esta misma variación microciimática puede
llegar a provocar una heterogeneidad en los parámetros de control de riego: C E y
volumen de los drenajes (Salas el al., 2001).
203
El método de fertirrigación se define como el criterio y la infraestructura direc
tamente implicada con los cuales se emite la orden del comienzo de un nuevo riego
(salto del riego) y la orden de interrupción del mismo (final del fertirriego), ambos
determinarán el volumen de fertirriego para cada instalación por unidad de conte
nedor de cultivo. También se incluyen las características de los nutrientes y los pa
rámetros de pH y C E de dicha disolución nutritiva. Recordemos que se intenta con
seguir los objetivos perseguidos para el cultivo con el fertirriego. Los métodos de
fertirriego tienen como finalidad: 1) el ahorro de agua y 2) de energía, a la vez que
intentan 3) automatizar el manejo en lo posible, y en relación a esta última 4) un
ahorro económico. Por lo tanto tendremos que responder básicamente a las si
guientes cuestiones:
• Cuándo regar: frecuencia de riego (incluyendo su distribución circadiana).
• Cuánta cantidad de agua aplicar en un riego: dotación.
L a dotación o dosis de fertirrigación es la cantidad de agua que se aporta en un
riego, referenciada como a continuación se explica. Este volumen se debería ex
presar como volumen por unidad de superficie, aunque es frecuente hacerlo como
mm de altura de agua (en un m2) o lo que es lo mismo litros por metro cuadrado.
Otra forma correcta, en el caso de los cultivos sin suelo, es litros por plantas o litros
por unidad de cultivo. También se expresa en tiempo, este valor debe ir acompa
ñado de la presión de trabajo nominal de los goteros o su caudal y del número de
goteros por unidad de superficie. En general no es recomendable que la dotación de
cada riego supere en exceso la capacidad de retención del sustrato, porque podría
provocar la aparición de vías preferentes de desagüe del agua, no permitiendo ya
una distribución homogénea de ésta en el contenedor.
La frecuencia del riego es el número de riegos por unidad de tiempo. En los
cultivos sin suelo esta frecuencia es de varios riegos por día.
Ambos conceptos están muy relacionados, en cultivos sin suelo se pueden ma
nejar los riegos dentro de un período de tiempo de dos formas diferentes. Mantener
fija la dotación de riego y variar la frecuencia dentro del período o mantener fija la
frecuencia y variar la dotación de cada uno de los riegos. Esta última es de utilidad
cuando con un riego se persiguen determinados objetivos como puede ser el lavado
de sales, pero podría darse el problema de disponibilidad de agua para el cultivo en
unos riegos y escasez en otros, con las consecuencias negativas para la planta y
para el control de los parámetros de la disolución nutritiva en el sustrato: pl I y CE.
Con el primer tipo de manejo se mantienen condiciones estables y homogéneas de
aire y agua para las raíces a lo largo del tiempo.
En cultivo en contenedor con sustrato es importante realizar un seguimiento de
la frecuencia de los riegos, porque si es incorrecta puede traducirse en una alter
nancia de fuertes humectaciones y desecaciones del sustrato, pudiendo aparte de
provocar un estrés hídrico modificar las propiedades físicas y por tanto de reten
ción del agua del sustrato, especialmente en ciertas turbas de mala mojabilidad (ver
capítulos 4 y 19).
Además de las razones expuestas anteriormente, la dosis de riego no puede ser
mucho mayor que la capacidad de retención del sustrato, ya que el exceso se pierde.
Una vez establecido el exceso de riego, como porcentaje de volumen a aplicar, la do
204
tación se fija en la mínima posible que satisfaga la retención máxima del sustrato
para evitar pérdidas excesivas. A partir de este dato, el suministro de fertirriego se re
aliza aumentando o reduciendo la frecuencia de los riegos, o el tiempo de cada uno
de ellos. Siempre hay que tener en cuenta que en sustratos reutilizados como la per-
lita. donde las partículas más finas aumentaban, el porcentaje de retención de agua
aumenta (García el a i. 1998). Conviene destacar cuál es el nivel de acción que se
puede ejercer sobre los diferentes componentes del balance hídrico bajo inverna
dero. Los flujos hídricos que intervienen en el balance en condiciones de cultivo sin
suelo son el flujo de entrada y el flujo de salida. E l flujo de entrada es el volumen de
disolución nutritiva añadida por medio de la fertirrigación. Y el flujo de salida es la
suma del volumen de drenaje, transpiración, más o menos las variaciones temporales
del contenido de agua en la planta y en el sustrato, y el agua constitucional.
^ e n tra d a ^ s a lid a
205
cultor establece basado en la experiencia local o si ésta no está disponible en las
condiciones climáticas y agronómicas más parecida, de manera que podemos con
siderarlo una variable fija sólo dependiente del flujo de entrada. Sería necesario,
por alguno de los métodos que se describirán a continuación, conocer directa o in
directamente el consumo por transpiración de la planta.
Las posibilidades que ofrece hoy día el manejo integrado del sistema clima-
planta-sustrato están estrechamente asociadas a la infraestructura que posee el in
vernadero. Existen al respecto una amplia escala de niveles de equipamiento que
ofrecen también diferentes grados de flexibilidad a la hora de manejar al ambiente
(microclima), el riego y la fertilización. Bajo invernadero es posible intervenir so
bre el flujo de transpiración si se dispone de un modelo de estimación del ritmo de
transpiración en función de los parámetros del clima que la controla. Además, la
automatización de los medios de climatización permite al agricultor actuar sobre
los parámetros del clima ajustando las consignas de humedad y de la temperatura
del aire (gestión de la nebulización y de la calefacción).
A continuación se describen distintos métodos de fertirrigación. la mayoría ac
túan sobre la frecuencia, o sea dando las órdenes de cuando deben saltar los riegos,
algunos integran también la dotación de riego e incluso los más sofisticados permi
ten modificar la frecuencia y la dotación según los datos recopilados de los contro
les de fertirriego. Están clasificados según el o los parámetros que son medidos
para enviar la orden de riego.
En las aplicaciones comerciales del control del riego y la fertilización hay mu
cho que mejorar, ya que el manejo del riego repercute no sólo en el cultivo, sino
también en un mejor aprovechamiento del agua y los fertilizantes.
Antes del establecimiento del sistema de riego, se deberían superar diferentes
etapas, siendo la primera, y también la más difícil, el reagrupamiento de las plantas
en sectores con necesidades similares en parcelas homogéneas según su micro-
clima.
A continuación se describen algunos de los métodos de riego agrupados en
función de que sean parámetros relacionados con el estado de las propias plantas,
el sustrato donde se desarrollan u otras características propias del agrosistenia en
cuestión.
206
M e d ida s de la s v a ria cio n e s d e l d iá m e tro d e l ta llo
207
cié y su estado de desarrollo (índice foliar del cultivo) y que deben de identifi
carse, como se ha recogido anteriormente, de forma experimental. Se muestra un
ejemplo de este tipo de relaciones (ver apartado 5.8.1). Puede observarse que si se
tiene una estimación del índice foliar del cultivo, se dispone de la medida de la ra
diación solar global y del déficit de saturación del aire (medida de temperatura y
de humedad relativa) se puede calcular a un instante dado la proporción de trans
piración.
Los valores dependientes de la especie varían sensiblemente. Por ejemplo, para
un cultivo de Impatiens el 6 7 % de la radiación solar que recibe la planta lo trans
forma en vapor de agua a través de la transpiración, mientras que alcanza sola
mente el 12% en un cultivo de Poinsettia.
Estos métodos de riego facilitan los riegos en tiempo real, o sea automatismos
de arranque, y el ajuste tanto al clima como a la especie utilizada. Este tipo de mé
todo se denomina modelo de transpiración de un cultivo. Existen multitud de ellos,
un ejemplo del modelo de transpiración derivada de la ecuación de Penman-Mon-
teith que se podría implantar en un ordenador para manejar el riego es el siguiente
(Baille et a i , 1994b):
E = A f , ( I F ) t G „ + B f2( I F ) D
f , ( IF ) = 1 - e'-°M IF)
f2 (IF ) = IF
T A B LA 5.12
Valores de los coeficientes A y B para diferentes especies
ornamentales en maceta para el cálculo de las
necesidades de riego (de Baille et al., 1994b)
208
Los valores de A y B varían sensiblemente con la especie. E l coeficiente A hace
referencia a la cantidad de radiación solar que una especie transforma en vapor de
agua por medio de la transpiración y no tiene unidades, y las unidades de B son mm
hr' kPa \ Deben ser identificados para cada especie antes de proceder a aplicarlo
en campo, estos valores son conocidos para numerosas plantas ornamentales (ver
tabla 5.12). Esta fórmula es válida para aquellos cultivos que no están sometidos a
restricciones hídricas.
En la gestión del riego, el ordenador procesa la información exterior que pro
viene de los sensores del clima al igual que la información que proviene del agri
cultor. Este debe aportar ciertos parámetros como put Je ser el número de días
transcurridos después de la plantación, valor que se utiliza para calcular el índice
foliar del cultivo; dosis de riego, es decir, a qué nivel de la reserva hídrica del sus
trato debe intervenir el riego; nivel del drenaje deseable que vendrá sobre todo im
puesto por las medidas de C E del sustrato. A partir del algoritmo de estimación de
la transpiración, el ordenador va a calcular, a un intervalo de tiempo previamente
definido, la transpiración. E l integrador se encarga de sumar los valores calculados
de la tasa de transpiración, los compara con la dosis previamente fijada por el or
denador de riego y cuando la suma de la transpiración sea igual a la dosis fijada se
abre el sistema. E l riego se aplica hasta que se haya aportado una dosis de agua
equivalente a la transpiración más el drenaje (ver ejemplo 1).
5.7.2. A s o c ia d o s al sustrato
Los métodos de riego asociados al sustrato son aquellos que cuantifican la can
tidad de agua disponible en el sustrato. Se pueden agrupar en directos e indirectos,
los métodos directos son aquellos que miden el potencial hídrico del sustrato por
medio del uso de tensiómetros, y los métodos indirectos son aquellos que cuantifi-
can la reserva de agua en el sustrato por otros medios entre los que se encuentran el
método de la balanza, la bandeja de riego por demanda y medidas de la Ce en el
sustrato.
Tensióm etros
209
Sin embargo, uno de los problemas inherentes a este tipo de medidas es que los
sensores disponibles en el mercado no registran con precisión las presiones que se
manejan en los cultivos sin suelo. Los sensores se venden calibrados para trabajar
a potenciales típicos del cultivo en suelo (0-100 kPa) mientras que en los cultivos
sin suelo se trabaja dentro de intervalos menores que deben estar entre 0 y -10 kPa
(Marfá. 1996). Los valores de tensión dependen del tipo de sustrato, por ejemplo,
la turba libera una gran parte de su reserva de agua entre -1 y -10 kPa y la lana de
roca entre 0 y -3 kPa (W allach el al., 1992). Las oscilaciones de tensión entre rie
gos durante el día va desde 2 a 4 cm de columna de agua y alcanza hasta 10 durante
la noche en lana de roca, en perlita son muy parecidas aunque por la noche son in
feriores (Terés el al., 2000).
E l uso de estos sensores es útil en medios homogéneos en los que la parte sen
sible del sensor haga un buen contacto con las partículas del sustrato. Se deben ins
talar varias unidades para evitar los problemas derivados de la ruptura de la conti
nuidad entre el tensiómetro y el sustrato, y existir cierta heterogeneidad en la
humidificación de los mismos.
Un ejemplo de aplicación de tensiómetros para medir el potencial mátrico del
sustrato es el desarrollado por Charpentier (1988). El potencial hídrico se ha expre
sado en función de la transpiración acumulada para un cultivo de Pelargonium. La
caída del potencial del sustrato está correlacionada con la pérdida de agua por trans
piración. E l potencial hídrico muestra, para valores superiores (menos negativos) a
-10 kPa, una zona de relativa estabilidad, seguida de una caída brusca que corres
ponde a la zona en la que la reserva hídrica del sustrato es limitada. Se han aplicado
diferentes niveles de potencial para definir la frecuencia de riego. L a reserva hídrica
del sustrato utilizado es de unos 400 g plantar', la consigna de potencial que permite
mantener una reserva hídrica aceptable está comprendida entre -2 y -6 kPa. En este
caso, la consigna de riego debe definirse para valores del potencial superiores a
-10 kPa. Paschold y Zengerle (1998) recomiendan en pimiento valores de tensión
para el salto del riego de -8 kPa. Según Raviv el a i (1993) el umbral de tensión
para activar el riego se fijaría en 1.5 kPa.
Método útil para determinar la frecuencia del riego (inicio) y la dotación del
mismo (parada) vendría determinada por las características del sistema.
Existen otros tipos de sensores que detectan el peso completo de una unidad de
cultivo. Una balanza se coloca debajo de la bandeja de cultivo y es regada para
mantener un peso constante. Se colocan dos puntos de contacto en la balanza, el
riego es iniciado o parado cuando el contacto de la balanza toca el correspondiente
punto de contacto; si la aguja conecta el punto de contacto más bajo, comienza el
riego, si toca el punto más alto el riego para. Usando este sistema de riego, el peso
medio se puede calibrar al nivel deseado, y el punto de contacto podría ser ajustado
para facilitar el peso medio apropiado para dar los riegos.
E l método de pesada (Smith. 1987) es posible utilizarlo para cultivos tutorados.
tales como tomate, judía y pepino. E l peso del cultivo será soportado por el tutor.
210
La escala será ajustada de tal manera que la orden del nuevo riego se produzca
cuando el peso de la bandeja de control esté por debajo de un valor. En plantas que
no se tutoran. como las fresas (Yasuba el al.. 1995). sería necesario hacer ajustes de
este valor semanalmente porque durante el desarrollo del cultivo aparecen fluctua
ciones en el peso de las plantas. Como con el resto de los sistemas de riego es ne
cesario su control, siempre basado en medidas directas sobre el drenaje de las ta
blas representativas. Para poder ajustar el riego al desarrollo del cultivo también
deberíamos ir realizando los controles del drenaje para conseguir el porcentaje del
drenaje programado o deseado.
Este sistema se basa en el mismo principio que los riegos con tensiómetros.
consumido un porcentaje del agua total disponible en el sustrato (5-10%) se hace
saltar un riego, el valor estándar de 500 gramos es igual que hablar de 500 mL de
agua, de manera que este valor variará según la capacidad de retención de agua del
sustrato utilizado y las unidades de cultivo colocadas sobre la balanza. Este método
controla en tiempo real la frecuencia de riego y sería posible controlar la dotación,
sólo influenciada por el porcentaje deseado de drenaje.
211
M é todos basa d os en la C o n d u c tiv id a d E lé ctrica
Las medidas de los parámetros del clima son las más utilizadas como métodos
prácticos para el manejo del fertirriego a través de sus implicaciones con las nece
sidades hídricas de las plantas. Estos métodos utilizan un conjunto de medidas de
parámetros que pueden registrarse de manera continua y fiable bajo invernadero,
medidas de clima como son temperatura, humedad relativa, déficit de presión de
vapor, etc. La información que aportan los sensores no puede utilizarse directa
mente en la gestión del riego y exige que previamente se establezcan relaciones
más o menos empíricas entre el ritmo de transpiración y el estado de desarrollo del
cultivo y los parámetros del clima. Para evaluar las variaciones de este ritmo de
transpiración muchas de estas fórmulas utilizan solamente la medida de la radia
ción solar y otras integran también la temperatura del aire y las condiciones de hi
grometría bajo invernadero.
En la mayoría de este tipo de fórmulas que pueden aplicarse al manejo del
riego, se asume que la absorción de agua equivale a la pérdida de agua por transpi
ración dentro de un intervalo de tiempo determinado. En este caso, el paso previo
al manejo del riego es elaborar un modelo de estimación de la transpiración que
podrá aplicarse para determinar la frecuencia de riego (ver apartado 5.7.1. Nivel de
transpiración). La transpiración debe de medirse experimentalmente.
A l potencial hídrico de la atmósfera se le conoce como «demanda climática» y
su valor oscila a lo largo del día (-5 kPa) (Foucard. 1997).
212
R a d ia c ió n s o la r
En la práctica, la relación que más se ha utilizado hasta ahora se basa en una esti
mación de la transpiración a partir de la radiación global solar y del coeficiente de cul
tivo (K c ) que traduce el desarrollo del mismo. E l coeficiente depende de la especie y
debe identificarse experimentalmente. El inconveniente que presenta este tipo de fór
mulas es que no son muy fiables cuando se utilizan para la gestión del riego a corto
plazo en cultivo sin suelo ya que no integran la influencia que ejercen las condiciones
de humedad en el ritmo de transpiración. Además, no pueden aplicarse para calcular la
transpiración en período nocturno puesto que la radiación solares cero. Es posible au
tomatizar la frecuencia de riego asociando éste a su puesta en marcha con un integra-
dor de radiación solar, de modo que a una cantidad de radiación solar, se suministre la
dotación de riego que corresponde a la transpiración estimada (más drenaje deseado).
Para aplicar este procedimiento es necesario conocer la correspondencia entre la ra
diación solar recibida y la transpiración potencial del cultivo que implica, corregida
con uno o varios coeficientes que representen el tamaño de la planta, la especie, el
agrosistema concreto, el manejo deseado, etc. Este método, aunque pueda ser prác
tico, no está exento de inconvenientes cuando se usa para la aplicación de riegos de
alta frecuencia, que requiere el cultivo hidropónico. L a dotación de cada riego debe
corregirse constantemente para obtener la proporción necesaria de drenaje.
L a utilización de la radiación solar para el seguimiento del riego es bastante
precisa en invernaderos donde el resto de los parámetros climáticos no sufren gran
des variaciones a lo largo del día, o sea, no se producen situaciones de estrés pro
vocadas por otras variables climáticas (temperatura, humedad, viento, variaciones
de presión osmótica, etc.).
En invernaderos con pocos elementos para realizar el control climático, como
la mayor parte de los localizados en el sudeste español, la radiación solar se puede
utilizar como un nivel de referencia para realizar los riegos en tiempo real. Su fun
cionamiento, entonces, no va a diferir sustancialmente del realizado por la llamada
bandeja de riego a la demanda.
En ocasiones, se maneja el riego en campo de forma que éste comience a fun
cionar cuando se haya acumulado una cantidad fija de radiación total. Se suma la
radiación total de todo un día, se divide por este valor y se obtiene el número de ve
ces que debe saltar el riego, es decir la integral de energía solar que debe ordenar el
nuevo riego. L a dotación de cada riego variará según el estado de desarrollo del
cultivo, tipo y volumen de sustrato utilizado y los objetivos perseguidos en el
cultivo.
En cualquier caso, antes de plantearse utilizar el riego por radiación solar de
ben quedar claras las diferentes maneras de medir de los sensores existentes en el
mercado. L a unidades utilizadas con mayor frecuencia son radiación solar total o
global y radiación P A R (radiación fotosintéticamente activa), en el apéndice puede
encontrar el lector las unidades y la conversión entre ellas. También es importante
a la hora de interpretar los datos recogidos tener en cuenta donde está localizado el
sensor, teniendo que considerar el coeficiente de transmisividad del invernadero
completo, si el sensor está en el exterior del mismo.
213
T A B L A 5.13
Diferentes parámetros para aplicar los métodos de riego según radiación solar
* Se inicia el riego.
Es importante destacar que cuando se trabaja con radiación solar como método
de fertirriego nos debemos asegurar que no existe ningún otro factor que sea lim i
tante en ese momento para el cultivo en relación a las necesidades hídricas o que
pueda provocar un estrés hídrico, ya que la planta podría responder cerrando los es
tomas con independencia de la radiación incidente, por lo que evidentemente este
sistema de fertirriego basado en la relación entre la radiación solar y la correspon
dencia de transpiración que genera sería inútil. Por ejemplo, en ocasiones pueden
surgir problemas derivados del cierre estomático provocado por elevadas tempera
turas o elevados niveles de salinidad en el medio radical de manera que a pesar de
existir radiación suficiente no se corresponde con el consumo esperado (Caballero
et a i , 1997).
Existen múltiples estudios que determinan diferentes valores de radiación solar
para tomar las decisiones sobre el fertirriego (consignas de manejo) en función de
la especie cultivada y los diferentes objetivos perseguidos. Pueden actuar sobre el
salto del riego como orden para determinar la frecuencia del riego, sin embargo la
dotación del mismo será la suficiente para suplir el consumo y conseguir el drenaje
deseado.
Cuando el programa de riego es controlado directamente desde las lecturas de
un solarímetro, obviamente las plantas no recibirán riegos durante las horas de os
curidad. E l consumo por el cultivo es continuo día y noche, aunque sea menor du
rante la noche. Si el último riego del día es aplicado temprano en la noche, es posi
ble que las tablas, sacos o contenedores de cultivo estén por debajo del nivel
deseado al comienzo del día siguiente, por la mañana, ya que no se ha repuesto la
cantidad de agua que las plantas han consumido por la noche. Com o en las prime
ras horas del día los niveles de luz son bajos se aplicarán escasas cantidades de di
solución nutritiva en el primer riego para suplir el consumo acumulado. Esto im
plica modificar los programas de manejo del riego por solarímetros para permitir
un mejor reparto del riego durante las 24 horas del día.
214
Para concluir, se deduce que en el caso de utilizar solarímetros para determinar
la frecuencia de riego nos permitiría regar en tiempo real y es necesario combinar
su acción al menos con los riegos a tiempos para suplir las necesidades hídricas de
las plantas en los períodos de baja o nula radiación solar, por ejemplo para paliar el
problema que en el párrafo anterior se ha comentado bastaría con programar un
riego a tiempo al principio de la mañana (inicio de la radiación solar). Autores
como Paschold y Zengerle (1998) concluyen que sería interesante combinar el mé
todo de tensiómetros con el de la radiación solar.
5.7.4. A s o c ia d o s al sistem a
C a n tid a d de d re n a je
C o n d u c tiv id a d e lé c tric a d e l d re n a je
215
líela del contenedor de cultivo, pero puede ser también usada la medida en el inte
rior del contenedor.
R iegos a tie m p os
216
calcular una dosis real que debe de satisfacer a la vez las pérdidas por transpiración
y la consigna de drenaje. Por ejemplo, si el drenaje real es mayor que la consigna
previamente definida o deseada, se corrige la dosis de riego que será disminuida o
aumentada (cuando cl drenaje es inferior a la consigna). Este proceso de cálculo
permite mantener la consigna de drenaje fijada. Además, permite también corregir
las imprecisiones del modelo de cálculo de la transpiración ya que éste no tiene en
cuenta la heterogeneidad que puede existir en el invernadero, que viene provocada
por la variabilidad espacial de las condiciones climáticas, del desarrollo de las plan
tas y por las diferencias que pueden existir en el caudal de los goteros individuales
que, aunque deben evitarse en la práctica, suele existir (menor al ± 20%).
Se puede disponer en invernadero de diferentes tipos de herramientas para con
trolar el estado hídrico del cultivo. Las medidas de los parámetros climáticos y del
drenaje, que permiten calcular en un instante dado la dosis de agua y ajustarla a las
pérdidas por transpiración del cultivo y a la consigna del drenaje. L a aplicación a
una escala práctica de estas herramientas exige que se determine experimental
mente la influencia que ejercen los parámetros climáticos en la tasa de transpira
ción, las condiciones climáticas responsables de condiciones de restricción hídrica
al igual que las características físicas del sustrato.
Para contestar a esta cuestión es necesario conocer a nivel práctico las necesi
dades de agua del cultivo, conocer la cantidad de agua que se pretende drenar en
cada riego según el estado de desarrollo de las plantas y conocer la capacidad de re
tener agua fácilmente disponible de nuestro sustrato. A partir de aquí podremos co
nocer con mayor o menor precisión cuanto y cuando regar, o sea, dotación y fre
cuencia respectivamente.
Antes de abordar ejemplos numéricos sencillos de diferentes métodos de riego,
convendría identificar a un instante dado:
• L a demanda hídrica del cultivos, es decir la D E M A N D A de agua de la planta
por cualquiera de los métodos descritos.
• L a O F E R T A , es decir, la reserva de agua que ofrece el sustrato y que depende
de sus propiedades físicas.
Y. por último, la fracción de agotamiento del agua disponible en el sustrato al
que se desea intervenir y el volumen de drenaje que se quiere conseguir determina
rán la dosis de riego: D O T A C IÓ N , y el modelo de cálculo del consumo de la planta
determinaría la F R E C U E N C IA con la que aportar dicha dosis.
217
apartado 5.6.1. Los valores de A y B son en nuestro caso 0.36 y 0.020 mm li 1
k P a '. respectivamente. Las funciones f, y f2 pueden calcularse si se conoce el ín
dice foliar del cultivo (IF ). Se puede medir en continuo la radiación solar (G 0). tem
peratura (T ) y la humedad del aire (H R ), parámetros a partir de los cuales se cal
cula el déficit de saturación (D).
Supongamos que tenemos un sustrato que libera 500 L m 1a p F - 1 (ver apar
tado 5.4.1) y que es equivalente, por ejemplo, a 5 L m 2 de suelo o 5 mm. Se quiere
lijar la dosis de riego cuando se alcance un 10% del volumen liberado a p F = 1 (es
decir, una dosis de 0.5 mm). L a dosis de drenaje se fija en un 3 0 % del aporte total,
es decir a 0 .15 mm. el riego debe intervenir cuando el valor acumulado de la tasa de
transpiración, calculado por el algoritmo residente en el ordenador, alcance
0,35 mm (= 0,5-0.15. la diferencia entre la dosis y el drenaje). Ahora bien, si que
remos manejar la frecuencia de riego a partir de la radiación solar, es necesario
transformar el valor de la transpiración en radiación solar equivalente. Suponga
mos que cuando la transpiración acumulada durante un intervalo de tiempo alcanza
0.35 mm. el valor medio del déficit de saturación, durante este intervalo, es igual a
2 kPa. E l valor de 1F en el ejemplo, necesario para el cálculo de las funciones fj y
f2, es 3 m2hoja m ' 2 A partir de estos valores y teniendo en cuenta que el t (coefi
ciente de transmisión del invernadero) es 0.60, la radiación solar equivalente puede
deducirse de la fórmula para calcular la transpiración y representa en este caso un
valor de 1.25 mm que. transformado en energía, corresponde a 3 M J m :.
Es decir, el riego debe intervenir cada vez que el valor integrado de la radiación
solar en el exterior sea igual a 3 M J m 2. nivel que puede alcanzarse con una fre
cuencia variable a lo largo del día y también a lo largo del año.
T A B LA 5.14
Factores considerados en el sistema que se utilizan para el ejemplo de cálculo de
frecuencia y dotación de fertirriego a tiempo y que pueden variar en otro caso particular
Porcentaje del agua total disponible del sustrato (atd) considerada 59.1
Volumen del contenedor (ve) 15 L
N.° de goteros por contenedor (ng) 3
Caudal nominal del gotero a 1 kg cm 2 (c) 2 L li 1
Porcentaje de drenaje que se desea en el período de tiempo considerado (d) 20
N.° de plantas en un contenedor (np) (en nuestro caso melón) 3
Porcentaje del volumen de agua total disponible que consumen las plantas
del contenedor tras el cual se desea iniciar un nuevo riego (ac) 7
218
litros de volumen (ve), y el sustrato utilizado responde a las características óptimas
relacionadas en el capítulo 4 (asumiendo un 59,1% de agua total disponible (atd)
como valor medio), el agua total disponible es la suma del agua fácilmente disponi
ble y de la reserva. En la tabla 5.14 se muestran los parámetros y factores que se asu
men del agrosistema en el presente ejemplo. Se pueden realizar los cálculos que
abajo figuran para cada sustrato con ayuda de las tablas 4.3, 4.8, 4.9 y 4.10.
E l lector puede ir sustituyendo cada dato que aparece en la tabla 5.14 para su
propio caso en todos los pasos del ejemplo.
En primer lugar vamos a calcular el volumen de agua total disponible (ats) con
siderando el volumen de sustrato (v ) por contenedor de una unidad de cultivo des
pués de saturar el sustrato y dejar drenar:
ats = atd/100 x v, sustituyendo:
ats = 59,1/100 x 15 L = 8,865 L.
Otra consigna de manejo a considerar es «cuando» iniciar los riegos, según lo
enunciado en el apartado 5.5.3, debemos regar cuando el sustrato ha perdido entre
el 5 y el 10% (Smith, 1987) del agua total disponible en el sustrato (atd), en nues
tro caso elegimos un valor intermedio, cuando hayamos perdido el 7 % (ac), luego
el volumen de gasto por contenedor (vac) tras el cual se debe iniciar el riego es:
vac = ac/l()0 x ats, sustituyendo:
vac = 7/100 x 8,865 L = 0,621 L = 621 mi.
También necesitamos disponer de un dato de consumo de agua diario de una
planta de melón cultivada en circunstancias similares a las que estamos conside
rando para estimar la demanda, en la tabla 5.7 vemos para el melón un consumo
diario de 4 L (cd).
cd = 4 1 . planta ' día 1 = 4000 mL planta 1 día '
Para conocer el número de riegos conviene expresar el consumo en intervalos de
tiempo más pequeños {mi. planta ' minuto ') (cm), hacemos el cambio de unidades y
consideramos que se establecerán los riegos sólo durante las horas de luz (12 horas):
ch = cd/n° horas de luz, sustituyendo:
ch = 4000 m i. planta 1día V 12 li = 333,3 mL planta ' I r 1
cm = ch / 60 minutos
cm = 333,3 m L planta ' h '160 minutos = 5,6 mL planta ' minuto 1
En cada unidad de cultivo hay tres plantas de melón, de manera que su con
sumo (cu) será:
cu = cm x np (n ° plantas por unidad de cultivo contenedor: tabla de lana de ro
ca, saco perlita, fibra de coco, etc.), sustituyendo:
cu = 5,56 mL planta 1 minuto 1 x 3 planta contenedor 1 - 16,7 m L contenedor'
minuto 1
Como hemos establecido que los riegos deben comenzar cuando se hayan con
sumido 621 m L, vamos a calcular en cuanto tiempo (ti) las tres plantas de cada
saco consumen dicha cantidad, es decir el tiempo que tiene que transcurrir para que
se consuma el 7 % de volumen atd de un contenedor con un volumen determinado
(ve) con un número de plantas concreto (np):
ti = vac/cu
ti - 6 2 1 mL c o n ten ed o r1/16,7 mL co n ten e d o r' minuto~' = 37,2 minutos
219
De manera que el número total de riegos (nr) — que es el máximo ya que también
se ha considerado el consumo máximo— en un día lo calculamos, dividiendo las ho
ras (minutos) que tiene un día (horas de luz, hl) entre los intervalos establecidos:
nr = hl x 60 m inutos/t
nr= 12 h x 60 m inuto/ 37,2 minuto riego ' = 19,3 riegos en las 12 horas de luz,
aproximadamente 19,3 riegos.
A continuación vamos a calcular la dotación de cada uno de los riegos para co
nocer el tiempo que debe durar, o sea, establecer el momento de parada. E l volu
men a aportar en cada riego (v ) deberá ser igual al volumen de fertirriego que se
desea reponer (vac) más el porcentaje que se desea emplear como lavado (drenaje,
d), en nuestro caso vac era igual a 420 m L y el d se estableció para este momento
en el 20%, así que:
v = vac + v d/l()0, sustituyendo:
v - (d/100 v ) = vac
v (1 —d/100)= vac
v = 621/0,8 m L c o n te n e d o r1 = 776 m L co n ten e d o r'
En cada contenedor hay tres goteros (ng), dicho volumen será aplicado por los
tres, para saber el tiempo que debe funcionar el sistema debemos saber cuanto debe
aportar cada gotero (ag):
ag = v/ng, sustituyendo:
ag = 776 m L contenedor '/3 goteros co n te n e d o r' = 259 m L gotero '
Cada gotero suministra (c ) 2 L I r ', o lo que es lo mismo 33,33 m L m i n u t o el
tiempo que durará cada riego se obtiene (tr):
tr (en minutos) = a/c (en minuto), sustituyendo:
tr = 259 m L gotero 733,33 m L minuto ' gotero ' = 7,76 minutos, aproximando
8 minutos será la duración de cada uno de los riegos.
De esta manera queda definida la dotación con el tiempo de riego, y la frecuen
cia de los mismos (intervalos de tiempo entre riegos):
19 riegos en un día y una duración de 8 minutos cada uno.
L a frecuencia no responde a ningún criterio de consumo en tiempo real de las
plantas, pudiendo encontrarse en determinados momentos los tiempos de riego o
sobrestimados o infraestimados (ver ejemplo 5). También es necesario tener en
cuenta que se estableció para los máximos requerimientos hídricos, por lo que será
necesario controlar el drenaje para, a partir de estos valores, modificar la frecuen
cia de riego para mantener la consigna de control (drenaje).
220
T A B L A 5.15
F a c t o r e s c o n s id e ra d o s e n e l s is te m a q u e se u tiliz a n p a r a e l e je m p lo d e c á lc u lo
d e f r e c u e n c ia y d o ta c ió n d e f e r t ir r ie g o u s a n d o c o m o m é to d o la r a d ia c ió n s o la r
Porcentaje del agua total disponible en el sustrato (atd) considerado, perlita B12 31,6
Volumen del contenedor (ve) 40 L
N ° de goteros por contenedor (ng) 3
Caudal nominal del gotero a 1 kg cm~2 (c) 2 L li 1
Porcentaje de drenaje que se desea en el período de tiempo considerado (d) 30
N ° de plantas en un contenedor (np) (en nuestro caso tomate) 6
Porcentaje del volumen de agua que consumen las plantas del contenedor tras el
cual se desea iniciar un nuevo riego (ac) 7
Coeficiente de transmisividad del invernadero en su conjunto (t) expresado en % 40
T A B L A 5.16
D a to s h o r a r io s d e r a d ia c ió n g lo b a l e x t e r io r e in t e r io r e n el in v e r n a d e r o n ecesa rio s
p a r a e l f e r t ir r ie g o u s a n d o c o m o m é to d o la r a d ia c ió n s o la r
(d ía 23-m arzo-98, s u re s te d e E s p a ñ a , d a to s p ro p io s )
Interior Integral en
Exterior expresadas en cada minuto
flora Jm - 2r ' Jm - 's - ' J m '2 I r ' M J n r2I r 1 M J m~2min~'
221
radiación solar total, este dato nos da idea de la dotación diaria según el consumo
de una planta en función de la radiación solar recibida.
Para realizar riegos por radiación solar en tiempo real (frecuencia) debemos
disponer de un integrador de radiación que mida en continuo y que pueda enviar
ordenes de riego. En la tabla 5.16 se presentan en la primera columna las horas del
día. en la segunda los datos medios registrados por segundo de radiación solar total
en el exterior del invernadero, en la tercera columna según el coeficiente de trans-
misividad de nuestra estructura (4 0 % ) calculamos el valor de radiación solar al que
están expuestas las plantas, en la cuarta columna aparecen los valores de radiación
solar ya integrados a la hora completa correspondiente, en la quinta se realiza un
cambio de unidades de la tercera columna a M J m '2 I r ', y por último en la sexta co
lumna los valores integrados en cada hora por minutos.
En primer lugar, podemos trabajar sólo intentando conocer el consumo por
planta durante las horas de luz de un día. para poder por medio de los riegos repo
ner el agua consumida en el sustrato. ¿Cuánto consumiría una planta en un día con
tales características de radiación solar? Para ello, realizando la integral del día
completo (ir), en la tabla 5.16 se puede ver que es 9.287 MJ ni 2 y multiplicando
por el consumo medio de una planta de tomate por cada unidad de radiación reci
bida (cnir) que en la tabla 5.8 se cuantifica en 125 m L p la n ta 1 se obtiene:
cd = edr x ir. sustituyendo:
cd = 125 m i. plantar' M J in 2 x 9.287 M J ni 2 día ' = 1161 mi. d ía '1
es decir, cada planta consume 125 m L por cada M J m 2 recibido, como ha habido
9.287 M J ni 2 a lo largo de todo el día. el resultado, como se ve. es de 1161 in L de
consumo por planta.
Deberíamos aplicar dicho volumen (dotación diaria) en varios riegos, que po
demos distribuir en cualquier momento del día y por cualquiera de los métodos
descritos.
Sin embargo, si dispusiéramos de un integrador de radiación solar podríamos
establecer la frecuencia de los riegos, en cualquier caso es necesario conocer las
características del sustrato que nos va a determinar en que momento (por radiación
acumulada) debe saltar el riego, éstas figuran en la tabla 5 .15. el volumen total (ve)
es de 40 L y la perfila de granulometría tipo B I 2 (ver tabla 4.9) y el volumen de
agua total disponible en el sustrato (ats) es del 31,6%.
Después de saturar la tabla y dejado drenar, disponemos del siguiente volumen
de agua total disponible (ats) en el contenedor (saco):
ats = atd/100 x ve, sustituyendo:
ats = 31.6/100 x 40 = 12,64 L sacar' = 12.640 m L sa c o 1
Se quiere ordenar el nuevo riego cuando las plantas hayan consumido un 7 %
(ac) del volumen total de agua disponible en el volumen del saco (vac):
vac = ac/100 x atd. sustituyendo:
vac - 7/100 x 12640 L = 885 m L saco '
Basándonos en los datos de consumo según radiación solar (cm r, 125 mL
p la n ta '1 por cada I M J n r 2 recibido), si en cada saco hay 6 plantas (np) por cada
I MJ ni 2 recibido se consumen en un saco (cu):
222
cu = cmr x np, sustituyendo:
cu = 125 mL planta ' x 6 planta saco~J = 750 n¡L por cada 1 M J m 2
Si vamos a dar un riego cuando se consuman 885 m L s a c a r la radiación acu
mulada (ra) a la que se debe activar un riego se obtiene:
ra = vac/cu, sustituyendo:
ra = 885 m L saco 'H 50 m L s a c o 1 M J m 2= 1.18 M J m~2
Este valor nos servirá para obtener la frecuencia de riego en tiempo real. La do
tación de cada uno de los riegos debe servir para compensar el volumen de ferti
rriego consumido (vac) (que se desea reponer) y además obtener el porcentaje de
drenaje establecido (d) (30% ).
L a dotación de un riego se obtiene (ver ejemplo 2):
v = vac + v x d/100, sustituyendo:
v = 885/0.7= 1.264 mL saco 1
Igual que en el ejemplo 3, como en cada contenedor hay tres goteros (ng), di
cho volumen será aplicado por los tres, para saber el tiempo que debe funcionar el
sistema debemos saber cuanto debe aportar cada gotero (ag):
ag = v/ng, sustituyendo:
ag = 1.264 mL saco V3 goteros saco 1 = 4 2 1 mL gotero 1
Como cada gotero aporta (c) 2 L h ' , o lo que es lo mismo 33,33 mL minuto ',
el tiempo que durará cada riego se obtiene (tr):
tr (en minutos) = ag/c (en minuto), sustituyendo:
tr = 421 m L gotero V33.33 m L minuto 1 gotero 1 = 12.6 minutos, aproximando
13 minutos será la duración de cada uno de los riegos.
En un día con las características descritas en la tabla 5.16 daremos un total de
unos 9 riegos de 12 minutos cada uno. para obtener en cada uno de ellos un 30% de
drenaje.
Si el consumo diario (cd) por planta es de 1161 mL, el consumo diario de un
saco será:
cu = cd x np. sustituyendo:
cu = 1.161 niL p l a n t a d í a ' x 6 plantas saco 1 = 6.966 m L saco 1 día '
E l número de riegos al día será (nr):
nr = cu / vac, sustituyendo:
nr = 6.966 m L saco 1 dícr '! 885 m L saco ' - 7,9 riegos día ‘ o lo que es lo
mismo, 8 riegos, que distribuiremos según alguno de los métodos de riego.
Con este esquema resolvemos los problemas a posteriori, pero si disponemos
de un integrador de radiación como indicador de la frecuencia de riego podremos
regar con la misma dotación diaria pero distribuida en el día según las necesidades
en tiempo real de las plantas.
Para observar cómo trabajaría el integrador se describe paso a paso cómo, a lo
largo del día. obtenemos el valor que dará orden de comenzar el riego, la dotación
de cada uno de ellos responde al mismo cálculo que en el caso anterior (cada riego
durará 13 minutos) de manera que la orden de parar el riego será establecida de
antemano.
223
T A B LA 5.17
S im u la c ió n d e u n m o d elo q u e c o n te m p la e l u so un in t e g r a d o r d e r a d ia c ió n co m o m étodo
d e f e rtirrie g o
Tiempo
(niin) Integral
Inicio Fin Irradiancia utilizado Integral hasta el Hora
integral integral M J n r 1s-' integral M J tiempo momento riego
224
5 .8 .4 . E j e m p l o 4 : C E y f r e c u e n c i a d e r i e g o e n f u n c i ó n
d e la r a d i a c i ó n s o l a r i n c i d e n t e
T A B LA 5.18
F a c to re s c o n s id e ra d o s en e l siste m a q u e se u tiliz a n p a r a el e je m p lo 5 d e c á lc u lo
d e fre c u e n c ia y d o ta c ió n d e f e r t ir r ie g o u sa n d o c o m o m é to d o rieg o s a tie m p o
Porcentaje del agua total disponible en el sustrato (atd) considerado, perlita B 12 31,6
Volumen del contenedor (ve) 40 L
N.° de goteros por contenedor (ng) 3
Caudal nominal del gotero a I kn cm 2 (c) 2 /. h 1
Porcentaje de drenaje que se desea en el período detiempo considerado (d) 30
N .° de plantas en un contenedor (np) (en nuestro caso tomate) 6
N .° de sacos de cultivo en la bandeja de drenaje 2
T A B LA 5.19
D a to s de los rieg o s y d re n a je s d e u n d ía c o m p le to con p ro g ra m a c ió n te m p o ra l
d e los rieg o s p o r tie m p o s
9:46 8 267 0 0 0
10:30 8 267 324 54 20
1LIO 8 267 936 156 58
12:20 8 267 1176 196 73
13:50 8 267 600 100 37
15:46 8 267 306 51 19
18:10 8 267 636 106 40
Total = 56 1869 663 Media = 35
225
5 .8 .5 . E j e m p l o 5 : R i e g o a t i e m p o s , p o r c e n t a j e d e d r e n a j e
TA B LA 5.20
F a c to re s c o n sid e ra d o s e n el siste m a q u e se u tiliz a n p a r a el e je m p lo 6 d e c á lc u lo
de fre c u e n c ia y d o ta c ió n d e f e r t ir r ie g o u sa n d o co m o m é to d o rieg o s p o r b a la n z a
Porcentaje del agua total disponible en el sustrato (atd) considerado, lana de roca 59.1
Volumen del contenedor (ve) 15/.
N.° de goteros por contenedor (ng) 3
Caudal nominal del gotero a 1Ag cm 2 (c) 3 L li
Porcentaje de drenaje que se desea en el período de tiempo considerado (d) 30
N.° de plantas en un contenedor (np) (pepino) 4
N.° de sacos de cultivo en la bandeja que se utiliza para el pesado (ntb) 2
Porcentaje del volumen de agua que consumen las plantas del contenedor tras
el cual se desea iniciar un nuevo riego (ac) 10
Consumo diario medio (cd) en una planta de pepino Schnitzler e l a l. (1996).
noviembre (tabla 5.7) 4.38 1.
226
5 .8 .6 . E j e m p l o 6 : R i e g o p o r b a l a n z a
227
§8
Algunos loses
«I
relevantes en s §
el desarrollo
del cultivo
Lavado
F a v o r e c e r la P o te n c ia r los M a d u ra V d e sin
O b je tivo p re te n d id o E n r o lla m ie n
to d e la p la n -
F a v o re c e r el d e riv a c ió n
p a rá m e tro s
c ió n a c e -
le r o d a d o
fe c c ió n
m á x im o d e s a d e l m d x tm o d e l sus
c o n el m a n e jo d e tu la o n la rrollo v e g e t a d e so rro H o d e c a lid a d los últi trato p a
to ta lid a d d e l tivo m os
la fertirrigación co n te n e d o r
a la p a rte d e los frutos
ra el
p ro d u c t iv o nuevo
frutos cu ltivo
i i r I l i 1
Días d e s d e
30 60 90 120 Í50
la s ie m b ra
a) re c dre‘^|e ___
60 -75 25-35 20-25 5 -1 0 • :
"O — 'O
e n tra d a 2,0-2,2 2,0-2,4 2,2 -2 ,4 2,4-2,6 2 ,8 -3,0 0,5-1,2
"C ■ S 'wi ú i'fe
O ) .O .O) üSg d r e n a je 1,8-2,2 1,8-3,0 2,4-3,2 2 ,9 -3,6 3 ,8 -4,2 0,5-2,8
’3> ® fc
5,5-6,0 5,5-6,5 6,0-6,8 6,0-7,0 6,0 -7 ,0 5 ,5 -7,8
„
o ™ t
C Qj X
e n tra d a
(J c |£ u.
d r e n a je 5,8-7,5 6 ,0 -7,5 5,8-7,5 5,8-7,8 5,8 -7 ,8 5 ,5 -7 ,8
nr = cu/vac
nr= 17.520 mi, día bandeja ~'/\.773 g riego ' = 9.88 riegos día ' ~ 10 riegos
diarios
Resumiendo, en un día de noviembre se producirían automáticamente por este mé
todo (saltarían) 10 riegos de 9 minutos cada uno. acorde a las características del sistema
y al manejo del riego expresado en este ejemplo y mostrados en la tabla 5.20.
Existen unos procedimientos simples que hemos llamado controles clel fe rti
rriego y que verifican que el método usado se ajusta a los objetivos pretendidos. En
la actualidad se cuenta con cierta experiencia basada en ensayos cercanos
— e incluso de la misma comarca agrícola— , que nos permiten disponer de los ni
veles de referencia para poder realizar los cultivos sin suelo en casi cualquier con
dición agroclimática en la que el lector se encuentre. De manera que en ocasiones
con sólo el adecuado manejo de ios controles, por ejemplo mediante el porcentaje
en volumen del drenaje obtenido, pH y conductividad eléctrica, podrían ser sufi
cientes para llevar a buen término un cultivo sin necesidad de especiales cálculos,
es decir se puede trabajar de una manera «intuitiva».
En general se pueden considerar los siguientes controles para verificar el co
rrecto manejo del fertirriego:
228
• Si estamos trabajando con un drenaje medio del 25-35%.
• Aproximadamente a una C E del drenaje una unidad superior a la de entrada.
• Un pH no superior (o inferior) a una unidad y media del programado.
Si partimos de unas condiciones de cultivo, frecuentes para el ámbito medite
rráneo, como son aguas de aproximadamente 1 dS m 1 y aportamos con los fertili
zantes hasta una unidad o unidad y media (como se explica en el capítulo 7), po
demos conseguir los objetivos de riego como es el surtir a las plantas de sus
necesidades hídricas y el de mantener el debido equilibrio nutricional con los con
troles expuestos anteriormente.
Aplicar esta programación de fertirrigaeión no garantiza que se va a tener éxito
en la obtención de los fines pretendidos con el cultivo, pues obviamente el número
de factores y las interacciones que afectan al fertirriego son muy complejas como a
lo largo de todo el presente capítulo y otros se han ido tratando. Sin embargo, para
alentar al lector que se inicia en estos temas, podemos decir que también es cierto
que las plantas son capaces de soportar y producir en una amplia horquilla en lo
que respecta a las condiciones microclimáticas y nutricionales en las que se de
sarrollan.
En la figura 5.10 se muestra una ejemplificación media para todo el cultivo,
considerando un cultivo muy común como el de tomate, y unas aguas de riego que
podemos clasificar de intermedias, en esta figura se ilustra como se podría ir modi
ficando el fertirriego en función de la edad de la planta y las pretensiones que se
persiguen.
En la figura 5.7 se muestran algunas posibles modificaciones recomendadas de
los niveles base que se mostraron en la figura 5.10, estas modificaciones se realizan
en función de las variaciones de algunos parámetros que ejercen una gran influen
cia en el manejo del fertirriego a la hora de mantener los objetivos del mismo.
Una de las principales diferencias del fertirriego en cultivos sin suelo usando
sustrato en comparación con los cultivos tradicionales en suelo es el mayor número
de fertirriegos que se han de realizar, es decir, una mayor frecuencia de fertirriego.
Esto viene relacionado con dos factores, uno de ellos es que se trabaja a potencia
les mátricos más bajos, o sea. el esfuerzo necesario para poder consumir agua en
competencia con el propio sustrato es mucho menor, y en segundo lugar se trabaja
con volúmenes disponibles para el desarrollo de las raíces limitado, generalmente
mucho menores.
E l manejo del fertirriego se ha de diseñar en función de los objetivos persegui
dos para el cultivo en cada momento. Sobre este manejo se han de considerar todos
los factores ambientales que afectan al fertirriego y que están globalmente interre-
lacionados de forma compleja, estos son ios físicos (radiación solar, temperatura,
humedad ambiental y radical, sustrato y sus parámetros, etc.), químicos (suminis
tro y equilibrio de nutrientes, conductividad eléctrica de la disolución nutritiva,
pH,...) y los biológicos (especie, su tolerancia, ...).
229
Los objetivos del cultivo se consiguen a través de un adecuado nivel nutricional
y suministro de agua y pretendiendo la mejor condición medioambiental posible.
En segundo lugar, debemos establecer el método para conseguir los objetivos — las
herramientas— mediante la dotación y la frecuencia en el tiempo del fertirriego, y
luego se supervisa con un buen nivel de control para cerciorarnos de que se están
cumpliendo los requisitos que conducen a conseguir el objetivo del cultivo. Por úl
timo, si no se logra este objetivo, y no existe ningún factor de cultivo limitante
(clima adverso, graves problemas fitosanitarios, agua de partida muy inadecuada,
etc.) hay que revisar cada uno de los componentes del método y sus controles ya
que como es obvio algo se está realizando mal.
No existe ninguna receta mágica, de manera que si se llevan a cabo individual
mente los consejos prácticos a través de las tablas, figuras o texto descritos y aún
persiste el problema, es seguro que otro factor ha sido considerado inadecuada
mente y es el origen del problema.
A manera de resumen de recomendaciones podemos enumerar:
1. En los cultivos de verano se debe regar a C E menores que en los de in
vierno.
2. Fertirrigar a mayores C E cuando se quiera tender a un predominio de la
parte productiva (entendiendo a ésta por los frutos), y cuando se quiera
madurar más o más rápido los frutos. Esta recomendación es también vá
lida cuando se quiere aumentar la calidad de producción (mayor presencia
de azúcares, más sabor, etc.). Este mismo efecto se logra disminuyendo el
número de riego.
3. Cuando en la zona de cultivo existan microclimas diferentes originados
por cualquier condición de cultivo (heterogeneidad en el invernadero por
topografía, aterrazamiento, zona de ventanas, pendiente acentuada,..) se
deberá fertirrigar y controlar independientemente cada zona. En cualquier
caso, si es posible, se debe fertirrigar para el más desfavorecido cuando no
exista posibilidad de sectorizar la superficie de cultivo.
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237
6
Aspectos del m anejo de los diferentes
sustratos, su com paración elección y
fa ctores m edioam bientales a considerar'
,
Peter Adam s
6.1. Introducción
Los cultivos sin suelo han sido desarrollados para evitar las enfermedades en
démicas del suelo, ya que la esterilización parcial del suelo no solo es de alto costo,
sino también ineficiente. De este modo, la superficie del suelo se esteriliza y se cu
bre con una lámina de polietileno; usualmente el sustrato se coloca en bolsas de po
lietileno, las cuales se ponen sobre esta lámina. E l éxito de los cultivos sin suelo
depende de la disponibilidad de sustratos de bajo costo, los cuales, bien se des
echan después del cultivo, o se reutilizan luego de una esterilización con vapor.
Este método de esterilización es eficiente porque todo el pequeño volumen del sus
trato se esteriliza, comparado con solo las capas superficiales (20-30 cm) del suelo
en los invernaderos.
Los sustratos sólidos se pueden dividir en dos grupos:
1. Materiales orgánicos tales como turba, serrín o corteza de pino, que re
quieren la adición de fertilizantes sólidos, y algunas veces materiales limo
sos, antes de la plantación. Estos pueden ser clasificados como sustratos en
cultivos sin suelo pero no como hidropónicos.
2. Sustratos inertes como arena, lana de roca y perlita. que actúan como an
claje de las raíces y un reservorio de la disolución nutritiva. Los fertilizan
tes sólidos no son empleados con estos materiales, y todos los nutrientes
esenciales deben suministrarse en la disolución. Ellos se incluyen en la
clasificación amplia de cultivos sin suelo, pero más específicamente hidro-
ponía; todas estas modalidades son de cultivo solo en disolución, ya que
las plantas obtienen los nutrientes solo de la disolución aplicada. En teoría,
todos los sistemas de cultivo sin suelo tienen el mismo potencial de rendi
miento, aunque esto puede no alcanzarse en la práctica. No obstante, los
rendimientos en hidroponia son generalmente superiores a aquellos alcan
zados en los sustratos orgánicos, y son de consistente buena calidad.
Los sistemas de cultivo sin suelo proveen un volumen radical más pequeño que
el encontrado en plantas cultivadas en suelo. La gran ventaja de esto es que posibi
lita al productor controlar el ambiente radical en forma más precisa y económica
239
que en el cultivo en suelo. También significa, sin embargo, que el productor re
quiere más conocimiento y destreza para alcanzar el potencial del sustrato.
El cultivo sin suelo se emplea para el cultivo comercial en muchas partes del
mundo. En el Oeste de Europa, las hortalizas cultivadas en ambiente protegido fue
ron producidas con sustratos orgánicos (principalmente turba) al inicio, pero ahora
ha aumentado la proporción de cultivos de estación larga que se realizan en hidro-
ponía. Por ejemplo, en Holanda, sobre el 80% de los tomates y pepinos en am
biente calefaccionado se cultivan en lana de roca, a menudo con rendimientos su
periores de 25 kg y 30 kg por metro cuadrado, respectivamente.
240
tos alternativos para la propagación de tomate y pepino, no obstante, ha tenido gran
éxito debido a la utilización en aumento de la hidroponía; los cubos de lana de roca
han reemplazado la turba, lo cual fue una adición indeseable de un material orgá
nico a un sistema hidropónico.
E l cambio de sustratos inertes a otros como lana de roca o hidroponía pura (ej.,
N F T ) ha reducido en gran proporción el uso de turba nara el cultivo de hortalizas.
Esto no ha sido el caso ocurrido para el cultivo de flores, cultivos en maceta o de
viveros, ya que en todos ellos se trabaja con turba como constituyente importante
del sustrato.
Las bolsas de corteza de pino o serrín fueron emple Jas con éxito para la pro
ducción de pepinos en Sudáfrica, pero ambos materiales son más variables que la
turba Sphagnum. L a selección cuidadosa de la fuente de esos materiales es muy
importante, ya que tanto altos contenidos de boro como de manganeso causan toxi
cidad severa en plantas jóvenes. E l pino también contiene taninos y compuestos fe-
nólicos los cuales pueden causar toxicidades; estas sustancias se destruyen con cl
calor generado en el compostaje. Ambos sustratos inmovilizan considerablemente
más nitrógeno que la turba. Un material nuevo llamado fibra de coco se importa
desde zonas tropicales. Se presenta como un sustituto útil a la turba, con propieda
des similares, excepto que se humedece más lentamente. Los principales proble
mas parecen ser la variación existente en el grado de compostaje y en el contenido
de sales. Los importadores están tratando de minimizar esas variaciones y selec
cionando material con bajo contenido de sales. La fibra de coco ha permitido muy
buenos rendimientos en tomates y pepinos, similares a aquellos obtenidos con lana
de roca (comunicación personal. Dutch Plantin BV , 1993).
Los intentos para utilizar los desechos de la ciudad, después de la remoción de
los componentes metálicos y vidrios no han tenido éxito. Esto se debe a la gran va
riabilidad del material y la presencia de concentraciones tóxicas de algunos meta
les. Por ejemplo, la inclusión de este material a los sustratos tales como turba o
arena, e incluso al suelo, redujo el rendimiento en lechuga (Fritz y Venter. 1988).
Los residuos compostados son también muy variables, y contienen altas concentra
ciones de metales tóxicos. Por lo tanto, tampoco estos materiales alternativos pue
den ser empleados de forma segura.
241
qué algunos resultados calculados en base a peso son muy altos para turba. Sin em
bargo. las raíces de las plantas exploran un volumen de suelo o sustrato más que un
peso, por esto lo que parece lógico es presentar los resultados analíticos en similar
base, es decir volumen (Bunt y Adams, 1966). La diferencia entre los resultados
obtenidos según ambas bases se muestran en un ejemplo con turba de uso hortícola
en la tabla 6 .1. Los valores para suelo son solo una muestra para las muestras pesa
das. hay una diferencia escasa ente los de base de peso y volumen, las D A son muy
cercanas a 1.
E l contenido de nitrógeno total de la turba es usual mente más bajo en turba que
en suelo, debido a la inmovilización del N. producto de la descomposición de la
materia orgánica. A l comparar los valores en la tabla 6 .1 para suelo con aquellos
obtenidos para turba basados en el volumen, la carencia de nutrientes en turba
nueva llega a ser muy obvia. En general, las diferencias correspondientes de conte
nidos de micronutrientes son más grandes. Por lo tanto, la comprensión de como
controlar la nutrición de sustratos orgánicos es de vital importancia, si son emplea
dos para una producción adecuada de los cultivos.
T A BLA 6.1
V a lo re s c o m p a r a tiv o s p a r a a lg u n o s co m p o n e n tes de su elo s m in e ra le s p ro m e d io y d e tu r b a
Arcilla 20-35 0 0
Materia orgánica 1-5 95.0 97.0
Relación Carbono:nitrógeno 10:1 30:1 30:1
Nitrógeno 0,15 0.25 0.025
Fósforo 0.05 0.03 0.003
Potasio 1,80 0.04 0.004
Calcio 0,35 0.20 0.02
Magnesio 0.30 0.15 0,015
Azufre 0.04 0.15 0,015
242
inmoviliza gran parte del nitrógeno agregado, ya sea como fertilizante sólido o lí
quido. Parte del nitrógeno inmovilizado se libera más tarde por el proceso de hu-
mificación normal. Si el material se esteriliza entre cultivos, no obstante, esta libe
ración será inmediata y tal vez bastante sustancial, por lo tanto, se debe considerar
en el programa de fertilización. De otra manera, el nitrógeno en exceso puede re
sultar un cierto daño radical después de la amonificación, y entonces causa un in
cremento en la salinidad del sustrato a medida que se nitrifica. L a cantidad actual
de nitrógeno liberado dependerá de la cantidad de nitrógeno inmovilizado por el
cultivo anterior, y las condiciones ambientales prevalentes para el nuevo cultivo.
C apacidad de re te n c ió n d e agua
243
pacidad de retención de agua es proporcional al total del espacio poroso del medio.
E l espacio poroso total, como un porcentaje del volumen total, disminuye al au
mentar la densidad aparente del material.
No todo este espacio poroso retiene el agua disponible, sin embargo, ya que
las plantas no son capaces de extraer el agua desde los poros muy pequeños. Por
ejemplo, la corteza saturada retiene cerca del 4 0 % del agua por volumen, pero
solo cerca del 25% de esta agua (es decir 10% del volumen de la corteza total)
está disponible a las plantas, ya que el movimiento del agua desde los poros pe
queños internos hacia las partes externas de las partículas de la corteza es muy
lento.
Las diferencias en la capacidad de retención de agua necesitan considerarse
cuando se cambia desde el suelo a los sustratos en cultivo sin suelo. Por ejemplo, la
turba retiene mucho más agua que en el suelo y. en invierno, el riego debe restrin
girse más que en suelo para evitar sobremojamiento. La sequedad en turba también
es un problema, ya que la turba es bastante difícil rehumedecerla después de que se
ha secado. Producto de la alta solubilidad de los nutrientes en turba, el drenaje de
biera mantenerse en un mínimo. De este modo, el riego en cultivos en turba re
quiere más destreza que la requerida para cultivos en suelo.
E l espacio poroso es la proporción del volumen total que contiene aire después
que un sustrato ha sido saturado con agua y luego drenado. Los valores general
mente fluctúan entre 5 a 20%. L a buena aireación del sustrato es de vital importan
cia para el crecimiento de la planta, el tomate requiere al menos 10% de espacio
poroso para un normal crecimiento (Bunt, 1988).
6.2.3. Hidroponía
244
drenaje. L a calefacción de la zona radical se alcanza también más eficientemente
que en los sustratos orgánicos. De hecho, la zona radical puede controlarse com
pletamente una vez que el operador tiene el equipamiento y conocimiento adecua
dos. En general, la capacidad de controlar la zona radical aumenta a medida que
uno se traslada desde el suelo a sustratos orgánicos y a hidroponía.
Los primeros intentos para cultivar hortalizas en forma comercial y a gran es
cala se centraron en turba, ya que este material ha sido ampliamente utilizado en
horticultura durante muchos años. A l trabajar con turba existió más dificultad para
regarla que el suelo, debido a que la mayoría del agua tendió a sobrehumedecerla,
mientras que muy poco de este sustrato resultó en turba más seca la cual fue difícil
de rehumedecer. Sin embargo, tomates, y luego pepinos, se cultivaron con un grado
de éxito considerable en bolsas de turba (por ej., ver fotografía 6.1). Sin embargo, la
limitación de este sustrato pareció disminuir el rendimiento a mediados del periodo
de producción, y la calidad de los frutos presentaron algún deterioro. Este cambio
gradual se atribuyó a la degradación del material orgánico por la actividad micro
biana dentro del saco de polietileno, que presenta una pobre aireación. Intentos para
mejorar la capacidad de aireación del sustrato turba por la adición de materiales ta
les como esferas de poliestireno o perlita. Aunque estas aplicaciones llevaron a una
mejoría, no solucionaron el problema, y el desarrollo de la lana de roca resultó en un
rápido descenso en el uso de perlita para este propósito.
6.3.2. L an a de roca
245
jóvenes en cubos pequeños de lana de roca (fotografía 6.2). Sin embargo, una vez
que el cultivo se estableció, se observó que es esencial aplicar un exceso de disolu
ción nutritiva (cerca del 3 0 % ) para mantener las condiciones óptimas en la zona ra
dical. E l exceso de disolución cumplía tres funciones: 1) mantener un pH adecuado;
2) lavar las sales acumuladas, y 3) introducir una disolución lo suficientemente ai
reada para mantener un nivel adecuado de oxígeno en la zona radical.
La lana de roca llegó a ser muy popular en Holanda, y actualmente alrededor del
9 0 % de tomates, pepinos y pimientos de periodo de cultivo largo se cultivan en este
material (ver fotografías 6.3-6.5). La lana de roca es demasiado costosa para cultivos
de bajo valor como lechuga, pero se utiliza en el cultivo de flores como rosa.
6.3.3. Perlita
NFr fue desarrollado en la década de 1970 como un sistema en el cual una fina
lámina de disolución nutritiva recircula, y que era conveniente emplear en climas
cálidos. Los componentes distintivos del sistema se muestran en la fotografía 6.9,
estos son los siguientes: un estanque que contiene una disolución nutritiva com
pleta, la cual se bombea hasta la parte más alta de las canaletas que contienen las
plantas. L a disolución entra a las canaletas a través de un estrecho tubo a una tasa
de 4 L min 1 (fotografía 6.10), y fluye a través de las raíces por gravedad (pen
diente, 1 en 100) (ver también el capítulo específico 13 y el 14). Esta retorna al es
tanque colector desde una altura suficiente que permita turbulencia, lo cual permite
que la disolución recirculante se airee nuevamente. E l volumen de la disolución se
mantiene con una válvula de bola simple que permite agregar agua cuando se re
quiere. E l pH se controla empleando un sensor en el estanque; cuando el pH co
mienza a aumentar, el controlador de una bomba se enciende y se inicia el goteo de
ácido diluido (usualmente ácido nítrico) hasta que el pH original se restablece. De
forma similar, cuando la C E baja por debajo del valor establecido (usualmcnte
cerca del 2 % ). dos bombas se encienden para adicionar disolución A y B hasta que
246
la C E deseada se restaura. Las dos disoluciones de nutrientes se requieren para se
parar calcio de fosfato y sulfato.
Los sistemas N F T pueden ser muy simples, con o sin control del pH o C E , de
este modo se requieren mediciones manuales de pH y C E , y aplicaciones manuales
de ácido y nutrientes. Tales sistemas pueden ser útiles para investigación (fotogra
fía 6.11) pero no adecuados para una producción comercial. Mientras que las cana
letas se pueden fabricar con láminas de polietileno, que se colocan sobre bandejas,
y sus bordes sujetos con pinzas luego de la plantación, algunos productores han in
vertido en canaletas permanentes hechas de polipropileno.
E l sistema de N F T más grande en el mundo fue construido en el norte de In
glaterra, cercano a una estación generadora de energía, para utilizar el calor de des
echo al generar energía. Este proyecto fue muy costoso, pero tuvo un gran éxito en
la producción comercial de tomates, expandiéndose de 8 a 14 ha. E l estableci
miento y el sistema se presentan en las fotografías 6.12 y 6.13.
N F T también ha sido empleado para la producción de pepinos (fotografías 6.14
a 6.18). pero está restringido a cultivos cortos de 10a 12 semanas, dependiendo del
clima. Un sistema móvil de canaletas de polipropileno se desarrolló para lechugas
de invierno (van Os, 1986; fotografías 6.19 a 6.21).
T A B L A 6.2
Rendimientos (kg n r 2) de frutos de tomate y pepino de plantas cultivadas en distintos
sustratos, y el aumento ( % ) en rendimiento comparado con los obtenidos en suelo
247
T A B L A 6.3
N ú m e ro y peso d e f ru to s d e p e p in o (c v . P e p in e x )
c u ltiv a d o s e n c o rte z a d e p in o y s e r r ín
E n un experim ento con el sustrato nuevo llam ado libra de coco, se obtuvieron
rendim ientos tan altos com o aquellos obtenidos en lana de roca y serrín (tabla 6.4).
Com o se ha dicho que la fibra de coco se podrá reutilizar para cu ltivo hasta diez
años, experim entos que evalúen sobre ese periodo serían de gran interés.
Cuando todos los aspectos del m edio am biente radical se optim izan, el rendi
m iento obtenido en todos los sistem as hidropónicos debería ser idéntico. E n arena,
no obstante, se observaron menores rendim ientos que en lana de roca y perlita (ta
bla 6.4). Probablem ente, esto se reflejó por el hecho de que la disolución nutritiva
se encuentra disponible más rápidam ente en arena que en ios otros sustratos, los
cuales retienen más disolución después de el riego.
T A BLA 6.4
R e n d im ie n to s y ta m a ñ o de los fru to s d e p e p in o c u ltiv a d o s
en tres su stra to s (D u t c h P la n t in B V , c o m u n ic a c ió n p e rs o n a l)
T A BLA 6.5
R e n d im ie n to d e to m a te s o b te n id o s en tre s su s tra to s (kg m ’)
Precoz Total
A l com parar la lana de roca y N F T , este últim o presenta una ventaja considera
ble (tabla 6.6). Esta ha sido la experiencia general de los m ejores productores que
han experim entado con N F T en el R ein o U nid o, aunque las diferencias en rendi
miento fueron algo menores (5-10% ). Rendim ientos altos de pepino en N F T son
sólo posibles en cultivos de período corto de alrededor de 12 semanas. Después de
248
este tiempo, las plantas tienden a detener su crecimiento hasta que la disolución
nutritiva antigua se reemplaza por una fresca. Esta respuesta parece ser más rápida
en primavera, cuando las condiciones de luz mejoran, que en otoño. Una vez que se
renueva la disolución nutritiva, el crecimiento se inicia otra vez, sugiriendo que la
acumulación de algún inhibidor del crecimiento se libera desde las raíces. Las cito-
quininas han sido citadas como causantes, pero aún no ha sido probado. En lana de
roca, no existe este problema. Se presume que el exceso de disolución nutritiva
aplicada para lavar las sales acumuladas, y que reduce el pH, también previene la
acumulación de cualquier inhibidor.
Uno de los problemas con sustratos empleados en cultivos sin suelo, es que la
mayoría de los sistemas han involucrado un tipo de cultivo en mente. Por ejemplo,
la lana de roca es ideal para la producción de tomates y pepinos, cultivos de alto va
lor comercial, pero no para lechuga, un cultivo de menor valor. Un sustrato dife
rente llamado esferas de poliestireno, esencialmente una tela fina de alta capilari-
dad, fue introducida por Schroeder (1992). para permitir más flexibilidad para
utilizarlo en invernadero. Tiene la ventaja de ser relativamente más barato, que
puede ser utilizado durante tres años, y se coloca entre láminas de polietileno. Es
tos pueden cubrir el piso completo del invernadero cuando se cultiva lechuga. El
único requerimiento específico es que el piso debería tener una pendiente suave
(1 % ) para permitir que la disolución nutritiva aplicada desde la parte más alta fluya
en forma uniforme hacia la parte más baja, regando así todas las plantas. La infor
mación disponible (tabla 6.7) muestra que este sistema permite rendimientos simi
lares a aquellos obtenidos con turba.
T A B LA 6.6
E l número, tamaño de fruto (T ) y rendimiento (R ) de tomates (16 semanas)
y pepinos (13 semanas) cultivados en lana de roca y N FT
Tomate Pepino
T A B LA 6.7
Rendimientos (kg m~2) de frutos de tomate (cv. Counter) y pepino
(cv. Saladin) cultivados en turba y en esferas de poliestireno
Tomate Pepino
249
Las comparaciones de los distintos sustratos originan muchas contradicciones
concernientes con cual de ellos se obtiene el mayor rendimiento. Esta variación no
fue centrada solo en comparaciones entre sustratos orgánicos y los sistemas hidro
pónicos, pues también es evidente en aquellos entre métodos hidropónicos. De los
sistemas hidropónicos se esperan mejores resultados que los sustratos orgánicos,
debido a la mejor aireación y distribución de nutrientes. Los resultados contradic
torios obtenidos de las comparaciones entre sistemas hidropónicos, no obstante,
pueden explicarse por la variación de la pericia de los operadores. Por ejemplo, un
buen productor en lana de roca no trabajaría bien en N F T debido a que desconoce
ría como optimizar cada factor en la zona radical. Existe gran evidencia de las con
tradicciones en la literatura publicada, indicando que estas comparaciones son de
escaso valor. Si todos los datos relevantes se encontraran disponibles, sería posible
demostrar que un sistema hidropónico permite un mejor rendimiento en una situa
ción pero más pobre ante otra. Desafortunadamente, esto es difícilmente posible,
ya sea porque alguna información no ha sido registrada, o porque no se entendió
como un factor que afectara el rendimiento. Esta diversidad de resultados destaca
dos. la necesidad de comprender cada factor afecta la conducta del cultivo en cl
sustrato escogido. Como se indicó en la Introducción, todos los sistemas hidropó
nicos tienen el mismo rendimiento potencial, al menos sin considerar el sistema en
sí mismo, o las condiciones bajo las cuales se utilizan, impuesto por algún tipo de
contenedor de las plantas.
250
Una de las características que hace que la lana de roca sea tan fácil de utilízal
es que no puede ser sobrehumedecida; el exceso de la disolución nutritiva simple
mente drena. Esto resulta una pérdida de grandes cantidades de nutrientes por hec
tárea cada año. Cuando se trabaja con lana de roca como sistema cerrado es mucho
más difícil de manejar, pero los productores tendrán que adoptar esta modalidad,
para cumplir con las nuevas regulaciones que se han introducido para detener la
contaminación del medio ambiente con disoluciones nutritivas indeseadas.
Los desarrollos futuros de los cultivos sin suelo de distintos países dependerán
mucho de dos factores locales, la fuerza del tema medioambiental y la relación en
tre el costo del cultivo y el valor de mercado.
Donde se sigue fuertemente el tema medioambiental, el productor enfrentará
costos crecientes de la mayor dependencia de la tecnología para controlar la diso
lución de su sistema de cultivo. En algunas situaciones existe la necesidad de este
rilizar la disolución nutritiva antes de recircularla, para controlar el esparcimiento
potencial de enfermedades. Esto aún no se requiere en el Reino Unido, pero tal vez
sí en Holanda, donde la transmisión de patógenos de un semillero a otro podría
ocurrir fácilmente, debido a la densidad muy alta de invernaderos, y al requeri
miento muy alto de agua utilizada.
No existe duda que el uso del cultivo sin suelo para la producción de cultivos
en ambiente protegido continuará expandiéndose, en países tanto desarrollados
como en vías de desarrollo. Ya que existen diferencias en las disponibilidades de
materiales y economía entre los países, el costo del sustrato, su durabilidad y
conveniencia continuará influyendo al momento de elegir el sustrato por parte de
los productores. Usualmente, el factor decisivo es el costo total de producir el
cultivo con relación a su valor en el mercado. Por lo tanto, los sustratos que son
valiosos y aceptables por el medio ambiente por cultivos de alto valor en Europa
no serían adoptados en países donde los precios de mercado de aquellos cultivos
son mucho menores. Por eso, mientras el desarrollo de sustratos baratos, a me
nudo basados en productos de desecho, continuará, es de esperar que los intentos
realizados reduzcan cualquier incremento de la contaminación del medio am
biente al emplearlos.
6.7. Conclusiones
Las claves para el éxito del cultivo en sustratos a emplear en cultivos sin suelo
se pueden resumir de la siguiente forma:
Riego uniforme. Los sistemas hidropónicos son generalmente más exitosos en
esto, que los sistemas de riego empleados en sustratos orgánicos.
Buena aireación. Se requiere una mínima capacidad de aireación del sustrato,
de 10%, para obtener un cultivo sano.
251
N u tric ió n o p tim iz a d a . Todos los nutrientes esenciales deben ser aportados, y no
deberían lim itarse las concentraciones de nutrientes; usualm ente las concentracio
nes disponibles en un sustrato se encuentran sobre los requerim ientos, pero tam
poco esto es excesivo.
O b s e rv a c ió n c u id a d o s a d e la s p la n ta s . E l volum en radical en cultivo sin suelo
es pequeño com parado al disponible potencialm ente en suelo. Adem ás, las res
puestas a los factores adversos son más rápidas, ya que son las respuestas a m edi
das curativas.
H ig ie n e . Las precauciones para prevenir la introducción de patógenos y hongos
deberían ser estrictas. Las plantas jóvenes llevadas desde el exterior del inverna
dero, provenientes de centros de propagación, pueden resultar una fuente seria de
enfermedades. Las enferm edades externas al invernadero se llevan en los pies o
manos de los trabajadores o visitas, por ello es necesario em plear bandejas para
mojarse los pies, lavarse las manos y ropa de trabajo. Existen a menudo un número
de hospederos para enferm edades de cu ltivo alrededor del área de los invernaderos.
E l m aterial enferm o se distribuye por el viento infectando fácilm ente el inverna
dero o reservorios abiertos, si no se toman precauciones.
C o n o c im ie n to y h a b ilid a d e s . S e requiere aum entar las habilidades y conoci
mientos cuando se cam bia desde el uso del suelo a sustratos orgánicos y, más aún,
cuando se m ueva hacia hidroponia, si e l productor debe alcanzar el potencial má
xim o de su inversión en un sustrato en cultivo sin suelo. Esto se debe parcialm ente
a la dism inución del volum en radical de las plantas, parcialm ente a las característi
cas del sustrato nuevo y parcialm ente debido al número de factores que pueden ser
controlados. Algunos aspectos de la zona radical fácilm ente no se controlan en sus
tratos orgánicos. De este modo, su rendim iento potencial es m enor en hidroponia,
en el cual, teóricam ente, es posible controlar todos los aspectos de la zona radical.
Po r esta razón, todos los sistem as hidropónicos deberían tener los m ism os rendi
mientos. Sin em bargo, esto depende del conocim iento que tiene el productor y del
equipam iento que tiene para utilizar.
E l paso desde el suelo al uso de sustratos orgánicos y luego a la hidroponia ha
llevado a un aum ento en la capacidad de control de la zona radical. N o obstante,
esto ha requerido un m ayor conocim iento y destreza por parte de los productores,
para que ellos manejen sus cultivo s en form a exitosa y alcancen el potencial del
sustrato elegido, y de su inversión.
6.8. Bibliografía
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253
Fotografía 6.1. C u ltivo en turba
muy utilizada en e l comienzo de
los cultivos sin suelo, tres plantas
p o r saco.
255
Fotografía 6.6. C u ltivo en p erlita.
Un cu ltivo de tom ate propagado
en cubos de la n a de roca.
258
Fotografía 6.13. C u ltivo de tomate
en N FT.
Fotografía 6.14.
C ale facto r de aire
caliente.
259
Fotografía 6.16. D isposición de tres
bom bas p ara d istrib u ir la disolución
nu tritiva a las plantas, fun cio n an como
salvaguarda cuando se averian.
260
Fotografía 6.18. Pepino cultivado
en N FT.
261
Fotografía 6.20. M ecanism o de cosechado de lechugas cu ltivadas en N FT.
262
7 La disolución de fe rtirrig a c ió n
7.1. Introducción
Ya Steiner en los inicios de los años sesenta definió con carácter práctico tres fac
tores a considerar en la disolución nutritiva en los cultivos sin suelo (Steiner, I9 6 l):
I ) la concentración de cada ion, 2) el pH de la disolución, y 3) la concentración iónica
(total). Básicam ente la estructura de este capítulo está basada en la consideración de
estos tres puntos. E l prim ero y segundo están en relación estrecha con la nutrición m i
neral clásica y el diagnóstico nutricional, diferentes aspectos de este apartado fueron
tratados en los capítulos 2 y 3. L a concentración iónica relaciona la conductividad
eléctrica (C E ) de la disolución nutritiva con su presión osm ótica y cuando ésta es muy
alta surgen problemas propios de este estrés salino que se detallan en cl capítulo 8.
En este capítulo se tratarán los eq uilib rios nutricionales en la disolución de fer
tirrigación y los diferentes cálculos para obtenerla desde los distintos fertilizantes,
el agua disponible para el riego y la propia infraestructura de fertirriego.
En e l capítulo 2 se trató la im portancia de cada nutriente individualm ente, en la
práctica cada nutriente m ineral se suele sum inistrar a través de sal o ácido com o fi
gura en las tablas de la 7 .1 a la 7.3 que son los fertilizantes com erciales que apor
tan tanto los m acronutrientes com o los m icronutrientes, o bien que se utilizan para
el ajuste del pH de la disolución final que se tratará en el apartado posterior corres
pondiente 7.4. Para exp licar la disolución de fertirrigación y su m anejo práctico,
abordaremos el problem a de producirla mediante varios pasos que no correspon
den necesariam ente con el orden cronológico a la hora de su realización, sino más
bien se ajustan a la form a de com prender el procedim iento, su nivel de com plejidad
o los cálculos que conducen a dicha disolución final de fertirrigación . Luego el lec
tor puede recapitular y ver en su caso cual sería el procedim iento m ás ajustado, o
sim plem ente m ás fá cil o ap licab le a sus condiciones y necesidades.
263
T A B L A 7.1
Pesos atómicos (Pa), moleculares o iónicos (Pm ) para los diferentes iones presentes
en las aguas de riego v fertilizantes más frecuentes en agricultura, así como su peso
equivalente (Pe) en función de la valencia (v)*
Formulación
Forma Pm Pe de la sal o Pm Pe
Memento Pa iónica mol V f fertilizante Nombre mol \ f
TABLA 7 .2
Densidad y riqueza de los ácidos comerciales más usados en agricultura
1 ,1 0 15 20
1 .2 0 33 34 27 40
1.23 37
1.25 37
1 .3 0 48 46 39
1.37 59
1 ,4 0 65 58 50
1 .5 0 95 69 60
1.58 75
1 .6 0 77 69
1 .7 0 86 77
F u e n te : M a rtín e z y G a rc ía . 1993.
264
T A B L A 7.3
L is t a d e los fe rtiliz a n te s c o m e rc ia le s m á s u sad os p a r a el a p o r te d e los m ic ro n u trie n te s
a la d is o lu c ió n n u t r it iv a , su riq u e z a ( R ) , peso m o le c u la r ( P m ) . d e n sid a d (D , g c m r 3),
e l p H d e m á x im a e s ta b ilid a d p a r a la m o lé c u la q u e la n te (m ) e in te r v a lo d e p H a l q u e es
e s ta b le (ie ) en el p H . A s í c o m o a lg u n o s p ro d u c to s q u e s u m in is tra n la c o m b in a ció n
d e m ic ro n u trie n te s m á s o m eno s a d e c u a d a
F e r t iliz a n t e F ó r m u la % K Pm li m ie
D T P A .Fe .(N H 4 )2 "' Especial para hidroponia 6 Fe 480.2 1.300 6.5 0-10
que la propone, supone la combinación de sales disueltas que induce el mejor logro
de nuestros fines en esas condiciones y cultivo determinado.
En este ejemplo se explica el caso más sencillo, pero que desde luego es el
más improbable pues estrictamente sólo sería válido para trabajar con agua desti
lada o desionizada, o bien en el caso de disponer de agua de riego de excelente ca
lidad (< 0,05 d S /?/')•
Veamos el caso más simple. Queremos saber qué cantidad — en peso— de sa
les fertilizantes se necesita de cada sal para obtener un volumen determinado de
265
una disolución estándar de fertirrigación. para ello se hace necesario disponer una
disolución ideal, donde se nos fija de antemano cual es la proporción de cada uno
de los fertilizantes en su forma de sal correspondiente. En la tabla 7.4 se puede ob
servar algunas de las disoluciones nutritivas apropiadas para el cultivo de plantas
superiores dada por diferentes autores, se ha elegido desde las antiguas que tienen
un indudable valor histórico hasta algunas diseñadas recientemente. El número de
ellas junto a los ejemplos que abajo se explican puede llegar a ser ilimitado, para
más información a este respecto revisar la bibliografía al final de este capítulo. En
la tabla 7.4 se puede observar como la complejidad de las disoluciones va en au-
T A B LA 7.4
D ife re n te s d is o lu c io n e s n u t r itiv a s tip o s p a r a p la n ta s s u p e rio re s
KN O , 1.00 Sachs(1860)
C a,(P0 4)2 0,50
M gSOj 7H ,() 0,50
C aS()4 0,50
NaCI 0,25
FeSOj Traza
CatNO,), 0.8 Knop (1865)
KN O , 0.2
K H 2POd 0.2
M gS04 7H>0 0.2
FePO„ 0.1
Macronutriente (g L 1) Arnon y Hoagland (1940)
KNO, 1.02
Cal N O ,), 0.49
NH4H2PÓ4 0,23
MgSOj.7H.O 0.49
Micronutrienle (m g L ')
II, BO , 2.86
MnCI2.4H.O 1.81
CuS04.5H,0 0,08
ZnS04.7H20 0.22
H ,M o0 4.H ,0 0.09
Fc S0 4.7H:6 0.5% 1 0.6 m i L 1 añadidos 3 veces
Ac. Tartárico 0.4% r por semana
S L ‘ Cooper (1996)
KH 2P 0 4 0.263
KN O , 0.583
C a(N 0,),.4H ,0 1.003
M gSOj.7H,0 0,513
EDTA Fe 0,079
M nS04.H ,0 0,0061
II,B O , 0.0017
C u S0 4.5H20 0.00039
(NH4)„M o70 ,4.4H,0 0.00037
ZnS04.7H,0 0.00044
266
T A B L A 7.4 (continuación)
Hewitt 119661
mM Elemento Concentración 0aporteen
Sal g /•-' (mmol I : ') 11radical mM (mmol i ' 1) m\ (me L~') ppm
Macronutrientes (g L ')
KNO, 0.505 5.0 K* 5.0 5.0 195
NOr 5.0 5.0 310
N 70
CaíNO,), 0.82 5.0 Ca2t 5.0 10 200
NO { 10.0 10 620
N 140
NaH,P0 4.2H;0 0,208 1.33 P — — 41
H ,P O ., 1.33 1.33 129
M g .S O 4.7 H 2O 0,369 .3.00 Mg2*' 1.50 3.00 36
SOf- 1.50 3.00 144
Micronutrientes (mg L ')
Citrato férrico 24.5 0.1 Fe 5.6
M 11SO 4 2.23 0.01 Mn 0.55
Z n S ( ) j. 7 H , 0 0.296 0.001 Zn 0,065
C 11SO 4.5H.O 0.24 0.001 Cu 0.064
H ,BO , 1.86 0.033 B 0.37
( N H ,) „ M o 70 , 4. 4 H , 0 0.035 0.002 Mo 0.019
CoSO.,.711,0 0.028 0.001 Co 0,0006
NaCI 5,85 0.1 Cl 3,55
mentó. Además observamos que en las disoluciones ideales o tipo actuales, diseña
das para uso en agricultura, sólo aparecen sales o fertilizantes que figuran en las ta
blas de la 7.1 a la 7.3.
La tabla 7.4 muestra también otras formas de expresión de las concentraciones
de las sales, mediante su concentración molar {m m o l L 1 o m o la r ) para una disolu
ción tipo, corresponde a la recomendada por Hewitt (1966). Se puede observar
como transformar la concentración expresada en gramos por litros a su forma en
milimoles por litro o milimolar (m M ). así como a normalidad y las partes por mi
llón (p p m ) para cada uno de los radicales que componen la sal. pudiendo locali
zarse en las columnas 5.a, 6.a y 7.a, respectivamente.
¿Cómo hay que proceder para obtener los distintos valores que figuran en estas
columnas?
Elijamos como ejemplo el nitrato calcico, éste se disocia al disolverse en agua
de la siguiente manera:
267
de la sal (P m ) que figuraba en la tabla 7 .1 y multiplicado por 1.000 para pasar de
gramos a miligramos:
cm = cp/Pm
cm = 0.82 g L'U 164 = 0.005 m ol L '\
c = 0,005 m ol Lr' x 1.000 = 5.00 m m ol L ' o m M
Nótese que del peso molecular que figura en la tabla 7 .1 se ha eliminado el peso
molecular del agua que contiene (236-72) que aparece en la sal que se utiliza como
fertilizantes, ya que la recomendación de 0.82 g L ' se hace para la sal anhidra.
Una vez que se tiene la concentración molar (cm ) desde su expresión en gra
mos por litro (cp). también puede ser conveniente, como se verá más adelante,
pasar a su expresión normal (me L ' o mN, por ejemplo), a ésta aquí la llamaremos
en. Apoyándose en la relación de milimoles por litro de catión (C a 2+) y anión
(N O , ) que origina la correspondiente de sal como se acaba de exponer, obtenemos
como se puede ver en la columna 5.a (tabla 7.4) que los 5 milimoles por litro de ni
trato cálcico dan. respectivamente, 5 y 10 m m ol L ' (mM) para su catión y anión
respectivamente. De ellos a su vez multiplicando por la valencia del radical (v)
— ver tabla 7.1— correspondiente se consigue expresar los milimoles por litro
(mM) en equivalentes por litro (mN):
en = cm v
Para el Ca2+en = 5 m M x 2 = 10 m e Lr' (mN)
Para el N O , en = 10 m M x I = 10 me L ' (mN)
Evidentemente este paso se podría hacer dividiendo en vez cp por peso equiva
lente (pe) que figura en la tabla 7 .1 en sus columnas 6a y 1I a.
E l caso más sencillo a partir del punto anterior es cuando se dispone de una balsa
donde se realiza la preparación de la disolución nutritiva final que se suministra di
rectamente a la planta, ya sea porque se trata de algún sistema flotante (ver capítulo
15) o para rellenar el tanque que abastecerá un sistema N F T o N G S (ver capítulos 13
y 14. respectivamente) o bien porque ésta se envía directamente al cultivo sin diluir.
Veamos un ejemplo práctico: un agricultor posee una balsa de riego general y
además de ésta dispone de una balsa auxiliar de 7.000 L donde realizar la disolu
ción final de fertirrigaeión, que mediante una bomba y un programador temporal o
simplemente con una activación manual enviará directamente al cultivo a través del
sistema de goteros-emisores (ver figura 1.10). Supongamos igualmente que elegi
mos la disolución de Cooper 1996 (tabla 7.4), simplemente multiplicando por los
litros que necesitamos (7.000 L) la segunda columna tendríamos cuántos gramos
de cada sal debemos pesar para obtener la disolución deseada.
Para el nitrato potásico sería:
Peso de nitrato potásico a considerar 0,583 g L ' x 7.000 L = 4.081 g, y divi
diendo por 1.000 lo expresamos en kg necesarios para obtener la adición de nitrato
a la balsa de 7.000 litros.
Peso a considerar = 4.081 g / 1.000 = 4.081 kg
Es decir, aproximadamente unos 4 kg de Nitrato potásico
268
¿ C óm o se debe re lle n a r la b alsa a u x ilia r c o n la d is o lu c ió n de
fe rtirrie g o ?
Una vez que se han realizado todos los cálculos necesarios para cada fertili
zante de la disolución tipo, es recomendable proceder de la siguiente forma: se
llena la balsa de agua de riego hasta aproximadamente la mitad de ella, se disuelve
individualmente, una a una cada sal fertilizante, comenzando preferentemente por
aquella de menor solubilidad (ver tabla 7.5) y se va añadiendo cada uno de ellos
previamente disueltos. Aquí deben tenerse en consideración los apartados 7.4 y 7.5
en referencia al pH y C E de la disolución final.
T A B L A 7.5
S o lu b ilid a d ( g I r ' ) a p r o x im a d a p a r a a lg u n o s fe rtiliz a n te s c o m e rc ia le s c o n s id e ra n d o
la te m p e r a tu r a d e a g u a d e rie g o y la d e n sid a d o peso es p e c ífic o ( g cm ~J) d e los m ism os,
a s í c o m o la te n d e n c ia a m o d ific a r el p H a l d is o lv e rs e ( T D )
y su ex p re sió n e n e q u iv a le n te á c id o * * ( E A )
* a 18“ C, ** til equivalente ácido es la cantidad de carbonato cálcico (expresada en kg) necesarios para neu
tralizar 100 kg de fertilizante.
F i ie m e : 11' Fuentes (1992).121Martínez y García (1993),1,1California Fertiiizer Association (1980),141Merck
(1999).151Catálogo Panreac Química (2002).
269
simple tendremos que resolver es ¿cuántas veces puede concentrarse la disolución
madre?, la respuesta parece poder encontrarse en la tabla 7.5: sin embargo, hay que
tener muy en cuenta que este grado de solubilidad:
1) desciende bruscamente en muchos fertilizantes con las bajas temperaturas;
2) la solubilidad está expresada para cada sal individualmente lo cual hace
que en la práctica mezclar fertilizantes puede provocar la precipitación de
algunas de las sales (ver también tabla 16.4);
3) existen otros factores como el pH, carbonatos, bicarbonatos, etc., que jue
gan un papel importantísimo respecto a la solubilidad o la precipitación de
las sales en la disolución nutritiva;
4) no es independiente de la calidad de cada fertilizante, su pureza y su pre
sentación.
Esto hace que en la práctica cuando se concentra directamente la disolución
madre no se deba pasar de 10 a 20 veces concentrada si empleamos una sola diso
lución madre (figura 7.1).
Inyección proporcional
o
1 sola disolución dosificación proporcional
madre concentrada
D isolución final
Máxima recomendable: o en gote ro
10-15 veces concentrada
C aso m ás co m plejo
Figura 7.1. Posibles form as de sum inistrar la disolución en e l gotero desde e l cabezal de riego.
Esta forma de trabajar con la disolución tipo expresada directamente como uni
dad de peso de fertilizante es una forma sencilla y práctica que incluso se puede
usar considerando aguas de riego relativamente malas, ya que muchos autores han
270
considerado esta posibilidad, resolviendo tanto el caso de que el agua sea salina
como una misma disolución ideal con la posibilidad de diferentes combinaciones
de fertilizante según la disponibilidad del agricultor (tabla 7.6).
T A B LA 7.6
D is tin ta s p o s ib ilid a d e s d e los m a c ro n u trie n te s en u n a d is o lu c ió n n u t r itiv a tip o en fu n c ió n
de d iv e rs o s fe rtiliz a n te s c o m e rc ia le s d is p o n ib le s , u tiliz a n d o a g u a s a lin a y no sa lin a ,
c o n c e n tra c io n e s e x p re s a d a s en m g I ' 1
27!
cluso las actuales tendencias parecen dirigirse en este sentido incorporando ade
más el uso de fertilizantes líquidos que facilitan las operaciones de fertirriego al
agricultor y técnico.
Por lo tanto si quisiésemos aplicar la recomendación de la disolución tipo de
Cooper (1996) que figura en la tabla 7.4 y considerando la posibilidad de hacer un
tanque A y otro B ambos de 1.000 litros (x 1.000). 100 veces concentrada (x 100)
y expresada en kilogramos (x 1.000), nos llevaría a los valores que figuran en la ta
bla 7.7. Igualmente en esta tabla recogemos la recomendación de Smith (1987)
para la separación de los fertilizantes en dos tanques en el cultivo en lana de roca
que a su vez recoge los valores generales usados en Holanda y Guernsey (Inglate
rra). Aclaramos aquí que cuando se dispone de una fuente comercial adecuada de
micronutrientes los cálculos se pueden simplificar, ya que se recurre a suministrar
complejos de micronutrientes que eliminan los cálculos individuales de cada mi-
cronutriente. por lo que siguiendo las recomendaciones del fabricante se puede lle
gar a unos equilibrios o disoluciones tipos que suelen variar escasamente y que res
ponden en general a las medias recomendadas por distintos autores para cultivos
hortícolas como se observa en la tabla 7.8. Para más información del uso de los mi
cronutrientes y quelatos en horticultura recomendamos la lectura de Wreesmann
(1996) y Cadahía et al. (2000).
T A B LA 7.7
R e c o m e n d a c ió n d e d ife re n te s a u to re s p a r a r e a liz a r u n a d is o lu c ió n m a d re c o n c e n tr a d a
s e p a r a d a e n dos ta n q u e s
Cooper (1 9 % )
Tanque A (1.000 /. y 100 veces concentrado) Tanque B (1.000 /. y 100 veces concentrado)
kft kg
C a(N 0,)2.4H20 100.300 K H 2P0 4 26,300
EDTA Fe 7,900 KN O , 58,300
MgSÓ4.7H.O 51,300
M nSO j.fLÓ 0,610
H ,BO , 0.170
C uS 0 4.5H20 0,039
(N H 4)„M o70 ,4.4H,0 0,037
ZnSO ,.711,0 0,044
Sm ith (1987)
Tanque A Tanque B
272
T A B L A 7.8
E je m p lo d e d ife re n te s p ro p o rc io n e s d e los m ic ro n u trie n te s en la d is o lu c ió n n u t r itiv a tip o
r e c o m e n d a d a p o r d is tin to s a u to re s p a r a p la n ta s h o rtíc o la s (p p in )
Referencia Fe Mn Cu Zn It Mo Observaciones
Smith (1987) 0,55 0,55 0.03 0.25 0.30 0.05 Lana de Roca, Tomate
Sonneveld y Straver (19941 0.84 0.55 0.048 0.262 0,324 0.048 Lana de Roca. Tomate
T A B LA 7 .9
mnwl L '1
Coic-Lesaint (1983) 12.0 — 1.65 0.75 2.0 3.1 0.75 5.2 Tomate
Sonneveld (1980) 10,5 1.50 - 2.5 0.5 3.75 LO 7.0 Tomate. Lana de roca
Sonneveld y Straver (1994) 15,5 1.25 - 1.75 1.25 4.75 1.5 6.5 Pimiento. Lana de roca
Escobar (199.3) 13.5 1.5 - 1.35 — 4.50 1.5 5,5 Pimiento. Perlita
Sonneveld y Straver (1994) 16.0 1.25 - 1.375 1.25 4.00 1.375 8.0 Pepino. Lana de roca
Sonneveld y Straver (1994) 12.0 1.25 - 1.125 LO 3.25 1.25 5.5 Judía. Lana de rtxa
García y Urrestarazu (1999) 13.5 1.75 - 1.65 — 3.25 1.75 6.0 Judía. Perlita
Una vez elegida la disolución ideal para nuestro caso pasamos al cálculo de los
fertilizantes y las proporciones de los mismos necesarias para hacerla. En la expli
cación que abajo figura describimos como hacerlo, pero adelantamos que nos po
demos encontrar con algunos de estos resultados:
273
1. A priori las concentraciones que suministra el agua de riego son superiores
a las deseadas para uno o varios iones (por ejemplo, Ca2+. M g 2+, S 0 42
etc.) o añade otras no deseadas (Cl~, Na+, etc.) y consecuentemente no po
demos eliminarlas de la disolución final suministrada al cultivo.
2. Después de realizar todos las pasos necesarios para el cálculo de los pesos
(o litros) de fertilizantes a añadir en cada tanque, nos encontramos que
como cada nutriente se suministra en forma de una sal que añade otro ion
o nutriente (cotransportado) el ajuste exacto final no pudo ser posible, o
bien si se trata de un ácido tenemos que considerar la acidez que provoca.
3. Por la razones arriba expuestas podemos encontrar varias posibilidades de
aproximación con los fertilizantes comerciales o disponibles a la disolu
ción ideal final, o lo que es más frecuente que añadamos un exceso de al
gún elemento concreto o una proporción inferior a la deseada de otro, en
este caso habrá que decidir cual es el menor de los males.
El lector no ha de preocuparse excesivamente por estos aspectos ya que más de un
autor de amplia experiencia profesional llega a la conclusión de que en la práctica de
una u otra manera la flexibilidad de adaptación de las plantas a distintas condiciones
de nutrición mineral es muy amplia, de forma que pueden tomar la proporción que de
sean de cada nutriente dentro de una relativamente amplia y diferente concentración
de la disolución nutritiva. No hay que olvidar que a su vez los fenómenos de nutrición
mineral: absorción, transporte y removilización dentro de la planta están relacionados
con las condiciones microclimáticas ambientales — ver, por ejemplo, Steiner (1996);
Adams (1999); García y Urrestarazu, 1999— . De esta forma sería permisible un, rela
tivamente amplio, intervalo de recomendación de la presencia de cada nutriente o su
contribución a la composición individual en la disolución nutritiva, dentro del cual su
variación no determina un detrimento apreciable en la producción. Por ello no nos ha
de preocupar el carecer de una disolución tipo para la estación, cultivo y geografía
donde nos dispongamos a realizar nuestro cultivo, la recomendación puede ser reco
ger de la amplia bibliografía existente la más próxima a nuestros intereses y fines per
seguidos, y partir de ella, la experiencia nos dirá como ir modificándola. Conviene re
cordar que no existe, ni probablemente existirá, una disolución ideal que se ajuste
perfectamente a cada circunstancia, y aunque así fuese la influencia de otros factores
agronómicos (microclimáticos. genéticos y de manejo) puede ser mucho mayor que
pequeños desajuste nutricionales con relación a esa disolución ideal.
A efectos prácticos para realizar la disolución nutritiva final los pasos a seguir
en este apartado serán:
1. Elegir una disolución nutritiva tipo o ideal, en las tablas 7.9 o capítulos 17
y 22, se pueden ver algunos ejemplos.
2. Descontar los iones nutritivos presentes en el agua de riego al cómputo fi
nal de nutrientes a aportar por los fertilizantes.
3. Ajustar las concentraciones de fertilizantes a aportar para obtener las con
centraciones de nutrientes deseadas (disolución final).
4. Calcular y distribuir en los diferentes tanques (mínimo dos más uno de
ácido) los pesos o volúmenes de cada fertilizante a disolver o añadir en el
cabezal de riego.
274
Desarrollemos un caso práctico sin considerar el agua de riego en primer lugar:
Realizamos el paso I eligiendo de la tabla 7.9 la recomendación de Sonneveld
(1980). Ahora quedaría por disponer de un análisis de agua Hable, si éste no es el
caso o asumimos que el agua es de buena calidad y no aporta nutrientes en cantidad
significativa, o simplemente despreciamos su aporte — como estamos haciendo en
este ejemplo— nos quedaría completar la ficha que se presenta en blanco en la ta
bla 7.10 y resuelto en la 7 .11. Después de ello y para facilitar los cálculos se pasa a
su expresión en miliequivalentes por litro multiplicando por la valencia del radical
correspondiente, en nuestro caso se obtiene de la tabla 7.11 la tabla 7.12. Poste
riormente se rellena la ficha que figura en blanco en la tabla 7.13 en un esquema si
milar al usado por Steiner en 1961. la podemos ver resuelta en la tabla 7.14, a con
tinuación pasamos a describir como se rellenaría. En primer lugar se completan las
T A B L A 7.10
F ic h a a r e lle n a r p a r a el c á lc u lo de los a p o rte s p re v is to m e d ia n te los fe rtiliz a n te s y otros
p a rá m e tro s d e in te ré s e n la d is o lu c ió n d e fe r t ir r ig a c ió n
Agua de riego
Disolución tipo
A aportar por fertilizante
TA BLA 7.11
C á lc u lo d e los a p o rte s p re v is to s m e d ia n te los fe rtiliz a n te s u tiliz a n d o la d is o lu ció n ideal
re c o m e n d a d a d e S o n n e v e ld (19 80) y s u p o n ie n d o n u lo el a p o rte d e agu a
Agua de riego
Disolución tipo 10,5 1.5 2.5 0,5 7.0 3,75 LO
A aportar por fertilizante 10,5 1.5 2.5 0.5 7.0 3,75 1,0
TA BLA 7.12
Aniones Cationes
NO; ll.l'O; so4
2- nh; K* Ca2* Mg2’
275
cinco primeras columnas (en blanco) de la tabla utilizando los miliequivalentes por
litro que deseamos ajustar, de forma que la columna de los totales de cada ion
(aniones y cationes) se ajuste lo más posible a los datos pretendidos (fila última de
la tabla 7.12), en este caso se puede ver que se logra un ajuste exacto, pero no de
bemos olvidar que es un caso simple en el que no se considera los iones aportados
por el agua de riego, consecuentemente conseguir dicho ajuste es relativamente fá
cil. en ejemplos posteriores veremos como en la práctica esto no es tan fácil y ten
dremos que decidir que posibilidad de «desajuste» es la más conveniente o la «me
nos desajustada o mala». Abajo explicamos los criterios a considerar pero antes
observe el lector este caso, el mismo problema anterior tiene también la solución
que figura en la tabla 7.15 con un mismo número de fertilizantes, donde se ha uti
lizado el nitrato magnésico como fuente de Magnesio y aunque éste es ligeramente
más caro que el Sulfato de Magnesio como la cantidad requerida para el ajuste del
Potasio y Sulfato en forma de Sulfato Potásico es mayor, el precio final es más ba
rato que la opción de la tabla 7.14. Entre los criterios que determina la posible so
lución más adecuada destacamos:
1. aquella solución que proporcionalmente ajuste a los distintos niveles de
nutriente a los deseados más estrechamente, o lo que es lo mismo se des
ajusten menos;
2. aquella que mantenga individualmente a cada ion nutriente en los límites
tolerables por cada cultivo, de forma que no puedan aparecer problemas de
toxicidad, por ejemplo si para ajustar el K recurrimos a sulfato potásico y
éste eleva a 10 m e L 1 de Sulfato, ésta sería una solución no adecuada;
3. elegir los iones que sean aportados por los fertilizantes más baratos, este
criterio es especialmente a considerar cuando se encuentran dos o más po
sibilidades, (totalmente ajustadas o muy similar a las deseadas) pero que
vienen aportadas por distintas proporciones o sales fertilizantes (como se
vio arriba),
4. aquellas que aumenten menos la conductividad eléctrica de la disolución,
cuando esto pueda ser un factor limitante, por ejemplo, cuando se parta de
agua de calidad agronómica mala como pueda ser el caso de agua de riego
de C E de partida superior a 1.5 cIS ni 1 (ver su apartado correspondiente
7.5);
5. las opciones que usen menor número de fertilizante ya que simplifican el
trabajo al agricultor; y
6. las opciones que utilicen menor proporción de fertilizante general, en es
pecial aquellas combinaciones que sean menos contaminantes en las em i
siones a través de los drenajes desde un punto de vista medioambiental.
Luego se realiza la suma de cada anión (columna 7.a) y catión (última fila) para
comprobar que cada nutriente está ajustado exactamente o aproximadamente, de
no ser así o si se encuentra una posibilidad mejor usando los criterios arriba ex
puesto se revisa esta fase de ajuste de los nutrientes a las sales fertilizantes que los
transportan. Los números entre paréntesis pueden indicar el orden de relleno de la
tabla pero en la práctica esto puede variar ya sea porque como se explicará más
adelante debamos primero ajustar el pH con los ácidos disponibles (normalmente
276
E
Ficha para calcular los gramos o litros a aportar de cada fertilizante comercial en función de los me L~' requeridos de cada ion nutriente en
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la disolución tipo, utilizando una tabla de doble entrada
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278
ácido nítrico o fosfórico), o como es el caso del Magnesio que normalmente se
añade en forma de Sulfato (salvo cuando este último es abundante en el agua de
riego) y por tanto suele resolverse en primer lugar.
A continuación se puede ver cuales son los fertilizantes utilizados y calcular el
peso de fertilizante necesario (Pf). Para ello hará falta I) el peso equivalente del
equivalente de la sal correspondiente (Pe) que figura en la tabla 7.1. 2) los milie-
quivalentes litros que son necesarios (ce), 3) la concentración (c) a la que se desea
preparar cada una de las disoluciones madre, por ejemplo para un caso concreto su
pongamos que sea 100 veces (x 100): y 4) el volumen de disolución concentrada a
preparar, por ejemplo si se dispone de un tanque de un volumen (vi) de 1.000 L
(x 1.000). Con estos puntos se puede realizar el siguiente cálculo para el primer
caso del ejemplo en nitrato amónico, por consiguiente la cantidad de nitrato amó
nico a pesar será:
P f = ce x Pe x vi x c, sustituyendo
P f = 0,5 m e I r 1x 80 mg me 1 x 1.000 L x 100 = 4.000.000 mg a añadir al tan
que de 1000 litros; por lo que dividiendo por 1.000.000 podemos expresar el resul
tado en kg
P f = 4 kg serán los que tengamos que pesar para nuestro caso, como se ve en la
columna 9.a de la tabla 7.14.
Para facilitar los cálculos, en la tabla 7.16 se pueden leer los factores corres
pondientes por los que habrá que multiplicar los m e L ' de cada de sal (8.a co
lumna), para obtener la columna 9.a, es decir, su peso en kg para unas condiciones
estándar media (100 veces concentrada y tanque de 1.000 L). Para el caso de los
ácidos se ha tenido en consideración la densidad de los mismos y su riqueza que fi
gura en la tabla 7.2.
T A B LA 7.16
R e la c ió n d e k ilo g ra m o s o litro s (e n los á c id o s ) p o r m e tro c ú b ic o d e c a d a f e rtiliz a n te a
in c o r p o r a r en u n a d is o lu c ió n m a d re 100 ve ces c o n c e n tr a d a p a r a q u e re su lte u n a
c o n c e n tra c ió n fin a l d e 1 m e p o r lit r o d e c a d a ion n u t r it iv o q u e lo f o r m a (a n ió n y c a tió n )