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Luciana Rubio
“Toda la gente que hasta oy ha hallado dizque tiene grandíssimo temor de los caniva o canima, y dizen que biven en esta isla de
Bohío2 […] Y a esta causa le parece que aquellos indios que traían no suelen poblarse a la costa de la mar, por ser vezinos a esta
tierra, […] temiendo que los avían de comer, y no les podía quitar el temor, y dezían que no tenían sino un ojo y la cara de perro”.
A media noche levantó las velas con el viento Sudeste y navegó al Esnordeste; llegó a una punta que llamó Punta Roja, que está
justamente al Este del Monte Cristi 3 sesenta millas. Y al abrigo de ella surgió a la tarde, que serían tres horas antes de que
anocheciese. No osó salir de allí de noche, porque había muchas restingas 4, hasta que se sepan, porque después serán provechosas si
tienen, como deben tener, canales, y tienen mucho fondo y buen surgidero seguro de todos vientos. Estas tierras, desde Monte Cristi
hasta allí donde surgió, son tierras altas y llanas y muy lindas campiñas, y a las espaldas muy hermosos montes que van de Este a
Oeste, y son todos labrados y verdes, que es cosa de maravilla ver su hermosura, y tienen muchas riberas de agua. En toda esta
tierra hay muchas tortugas, de las cuales tomaron los marineros en el Monte Cristi que venían a desovar en tierra, y eran muy
grandes como una grande tablachina. El día pasado, cuando el Almirante iba al Río del Oro, dijo que vio tres sirenas que salieron
bien alto de la mar, pero no eran tan hermosas como las pintan, que en alguna manera tenían forma de hombre en la cara. Dijo
que otras veces vio algunas en Guinea, en la Costa Manegueta. Dice que esta noche, con el nombre de Nuestro Señor, partiría a su
viaje sin más detenerse en cosa alguna, pues había hallado lo que buscaba, porque no quiere más enojo con aquel Martín Alonso
hasta que Sus Altezas supiesen las nuevas de su viaje y de lo que ha hecho; «y después no sufriré -dice él- hechos de malas
personas y de poca virtud, las cuales contra quien les dio aquella honra presumen hacer su voluntad con poco acatamiento».
Bestiario
Eduardo Galeano
Fuera de Europa, pululaban los monstruos, rugía la mar y ardía la tierra. Pocos viajeros habían sido capaces de
atravesar el miedo. Al regreso, contaron.
Odorico de Pordedone, que viajó desde el año 1314, vio pájaros de dos cabezas y gallinas cubiertas de lana en vez
de plumas. En el mar Caspio, de las plantas brotaban corderitos vivos. En el desierto de Gobi, los testículos llegaban a las
rodillas de los hombres. En el África, los pigmeos se casaban y tenían hijos no bien cumplían seis meses de edad.
Jean de Mandeville, visitó algunas islas de Oriente en 1356. Allí vio gente sin cabeza que comía y hablaba por la
boca abierta en el pecho, y también vio gente con un solo pie, que a veces servía de sombrilla o de paraguas. Otros tenían
tetas y pene, o barba y vagina, y podían ser hombre o mujer a voluntad. Los habitantes de la isla de Tacorde, que sólo
comían serpientes crudas, no hablaban. Silbaban.
En 1480, el cardenal Pierre d'Ailly describió el Asia según la contaban los viajeros. En la isla Taprobana había
montañas de oro, custodiadas por dragones y hormigas grandes como perros.
Antonio Pigafetta dio la vuelta al mundo en 1520. Vio árboles que echaban hojas vivas, con pies y todo, y durante el
día las hojas se desprendían de las ramas y se iban a pasear.
1
Se encuentra en la isla Guadalupe
2
Actual Santo Domingo
3
Actual Puerto Rico
4
1. f. Punta o lengua de arena o piedra debajo del agua y a poca profundidad.