Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Carlos Machado
LA TELARAÑA
Si a alguien le dicen que nada en el mundo es lo que parece: que las ideologías y
los enfrentamientos bélicos; lo que lee en los grandes medios de prensa mundiales;
las grandes decisiones políticas y económicas; los movimientos financieros y de
armas; de tropas y de la Bolsa mundial; los precios del oro y el petróleo; y la
aparición de virus mortales que arrasan con poblaciones enteras, entre muchas
otras cosas más, es todo digitado, controlado y observado por un selecto grupo de
pocas personas, puede llegar a esbozar una sonrisa socarrona y pensar que su
interlocutor no está en sus cabales o es gran consumidor de películas de ciencia-
ficción.
Sin embargo, aunque ello no trascienda a la opinión pública, esos hechos y
muchos otros, que parecerían obra de la imaginación, son reales, tanto como lo es
la existencia de ese selecto grupo de personas. Un grupo que desde 1954 viene
reuniéndose cada año y durante cuatro días en un país distinto –siempre en Europa
o América del Norte-, ocupando exclusivamente un hotel de lujo, para lo cual sus
huéspedes han sido convenientemente desalojados. Un lugar que en esos cuatro
días permanece cerrado a la vista de los curiosos, de los fotógrafos y de la prensa,
que nunca tiene acceso a lo que sería una noticia espectacular dado el origen,
funciones y categoría de quienes acuden a ese encuentro, protegido además por
una mezcla de cientos de policías con perros, militares y agentes de servicios
secretos, entre ellos la CIA. Múltiple protección externa para el más absoluto
secreto de lo que se trata puertas adentro del lugar elegido para ese encuentro
anual. Protección que incluye el maltrato físico y el arresto para aquel periodista o
fotógrafo que se atreva a acercarse por sorpresa, o que pretenda “asaltar” a una de
las figuras que eventualmente salga caminando de allí, ya que por lo general llegan
y se van en automóviles con vidrios polarizados que en un costado de sus
parabrisas llevan la letra “B”.
Se trata del Club Bilderberg, así llamado porque su primera reunión se llevó a
cabo en el hotel de ese nombre, en la ciudad holandesa de Oosterbeeck. La
Enciclopedia Británica, única que lo registra, lo define brevemente así: “Conferencia
de tres días a la que asisten cerca de 100 de los banqueros de Europa y Estados
Unidos, economistas, políticos y líderes gubernamentales más influyentes. Se
realiza cada año en un país occidental, en una atmósfera de rígido secreto”. Nada
más podrá encontrar quien pretenda saber algo de este Club, salvo algunas escasas
y siempre repetidas referencias en Internet, copiadas unas de otras, o en dos o tres
libros que se han escrito sobre el tema. Si intenta buscar información en algún
importante medio de prensa de cualquier parte del mundo, sólo recibirá una mirada
incómoda y evasivas o expresiones de desconocimiento. Lo mismo si tiene la suerte
de poder acceder a algún Banco de prestigio o a un agente financiero de renombre.
A lo sumo, en medio de todo, quizás sólo perciba una sombra de temor. De mucho
temor.
El fundador del Club Bilderberg fue el príncipe Bernardo de Holanda, padre de la
actual reina Beatriz y un hombre que cometió varios pecados de juventud. Como
por ejemplo haberse afiliado en 1933 al Partido Nazi de Adolfo Hitler, con número
de afiliación 2.583.009 y fecha de ingreso 1º de mayo de 1933. Alemán de
nacimiento, también colaboró con las tristemente célebres “SS” con el grado de
oficial, desafiliándose del Partido Nazi en 1937 ya que iba a contraer matrimonio
con la entonces princesa Juliana y la casa real no quería escándalos, pero
manteniendo siempre su fervor nazi y su admiración por el Führer. Algo que le
reiteró poco antes de su casamiento y entrada en la casa real holandesa, cuando
envió al pequeño y demente cabo austríaco algunas cartas muy elogiosas en las
que además resaltaba su sentimiento alemán y hacía profesión de fe nazi,
saludándolo con aquel clásico “¡Heil,Hitler!” antes de firmar. Dos de esas cartas
fueron publicadas luego de su fallecimiento, en diciembre de 2004, y luego
archivadas en un museo alemán. Antecedentes que, a decir verdad, resultan
bastante más “pesados” que los del argentino Jorge Zorreguieta, el padre de la
princesa Máxima de Holanda, a quien la casa real le prohibió asistir al casamiento
de su hija porque había trabajado unos meses en la secretaría de Agricultura
durante la dictadura militar que encabezó Jorge Rafael Videla.
Como sea, Bernhard von Lippe Biesterfeld –nombre completo del príncipe nazi-
decidió fundar en 1954 el Club Bilderberg en el hotel homónimo de Oosterbeeck,
donde había concentrado a varios representantes de la política, la banca y las
finanzas occidentales, con el objeto de implementar una “asociación interatlántica
que fomentara los lazos de cooperación y desarrollo económico entre Europa y
Estados Unidos”. Uno de los que lo acompañó en esa fundación era Otto Wolf von
Amerongen, a quien pocas personas conocían, quizás por el hecho de haber sido
vinculado al robo nazi de pertenencias judías antes y durante la Segunda Guerra
Mundial, antes de recalar en el Deutsche Bank. Dicho sea de paso, Estados Unidos
seguramente estaba en conocimiento de las andanzas nazistas del príncipe
Bernardo, pero parecieron no importarle en tanto su nuevo emprendimiento sirviera
para frenar al comunismo. Por otra parte, el Club no se reunió en 1976 ya que su
entonces presidente, el polifacético Bernardo, fue salpicado por el escándalo de la
empresa Lockheed al haber recibido coimas por la compra de aviones caza para
Holanda, por lo cual se vio obligado a renunciar a esa presidencia.
Eso sí, el Club es tan exclusivo para las figuras más importantes de Occidente –a
las que ya se agregaron también los rusos- que nunca son invitados africanos,
asiáticos, latinoamericanos y mucho menos personajes provenientes de Medio
Oriente. Para ello cuenta con el Steering Committee, integrado por unas 40
personas que seleccionan rigurosamente, cada año, a quiénes se invitará, lo cual
debe ir de acuerdo con los temas que se tratarán en esa agenda. Y que en muchos
casos derivarán en graves perjuicios para uno o varios países, como se verá más
adelante. Porque si hay algo seguro que el Club Bilderberg nunca hará, es obras de
beneficencia.
Conclusión
Existen otros “lobbys” y encuentros de personalidades, algunos de los cuales
podrían ser considerados “parientes” del Club Bilderberg ya que entre sus
miembros hay muchos socios de este Club. Tenemos así al Foro Económico Mundial
de Davos, El Club de Roma, la Mesa Redonda de Industriales Europeos –cuyos
miembros son representantes de alrededor de 50 grandes compañías que facturan
más de 950.000 millones de euros y tienen gran influencia sobre decisiones de la
Unión Europea-, y la Trilateral, fundada en 1973 por David Rockefeller y que tiene
entre sus más destacados miembros a otro bildeberger como (cuándo no) Henry
Kissinger. Más miembros de una familia numerosa que hacen de las suyas cada vez
que se sientan a la mesa, por lo general en detrimento de entidades, organismos y
familias de menos recursos económicos y estratégicos ubicados en lo que se define
como Tercer Mundo.
Se estima que la reunión del 2007 del Club Bilderberg se llevaría a cabo en
Turquía, la que es considerada como la llave de entrada desde Europa en Asia.
Quizás por ello a la reunión del año anterior, desarrollada en Canadá, fueron
invitados por primera vez funcionarios del gobierno turco y los directores de dos de
los diarios más importantes de ese país. Los temas, según aprecian algunos
analistas, ya no serían en adelante la guerra de Irak –en todo caso sí el Irak de
posguerra-, sino fundamentalmente China y su explosión comercial, Irán y su plan
nuclear, la relación entre el presidente venezolano Hugo Chávez y Fidel Castro y los
tratados de Libre Comercio.
Lo cierto es que el Club Bilderberg pretende hace tiempo imponer un Nuevo
Orden Mundial, y según los investigadores entre los objetivos que se ha fijado
para ello figuran establecer una era de post-nacionalismo en un mundo en que no
haya más países, sino solamente regiones y valores universales: un gobierno
universal, designado y no elegido; una sola economía universal; un ejército
también universal, conformado por tropas de las Naciones Unidas; una sociedad
post-industrial de crecimiento cero; un estricto control sobre la educación; y la
existencia de sólo tres monedas, como el dólar para el futuro Mercado de las
Américas –luego de extender los Tratados de Libre Comercio (TLC) por todo el
continente-, el euro para Europa y otra moneda para la unión Asia-Pacífico.
En tal sentido, resultan bien gráficas las expresiones que no hace mucho tiempo
emitieron dos destacados bilderbergers, y que no dejan de causar escalofríos.
David Rockefeller dijo en un reportaje a la revista “Newsweek”: “Algo debe
reemplazar a los gobiernos y el poder privado me parece la entidad
adecuada para hacerlo”.
Por su parte, el banquero James P. Warburg afirmó: “Guste o no guste
tendremos un gobierno mundial. La única cuestión es si será por concesión
o por imposición”.
¿El orwelliano “1984” escrito en 1930, con su “Gran Hermano”, se ha instalado
ya en el Siglo XXI?.
Anexos
En el punto 29, los Bilderbergers sugieren “intensificar programas de
población” para poder reducirla (desde 1974) en unos 500 millones hacia
el año 2000, y en unos 3.000 millones hacia el año 2050.
El entonces director de la CIA, William Casey, revela una conversación secreta con
su predecesor, William Colby, quien “cándidamente” le admitió el tráfico de drogas
por parte de la agencia, en nombre de la “lucha contra los comunistas” en América
Central.
Descripción de cómo Oliver North y los gobiernos de Israel e Irán
negociaban la venta de armas a los iraníes en plena guerra de éstos con
Irak, mientras a su vez Irak era armado por Estados Unidos.