Chaux, Daza y Vega (2005, p. 130) señalan que “las relaciones de
cuidado favorecen el desarrollo de diversas competencias necesari- as para el comportamiento moral –entendido como las acciones ba- sadas en decisiones autónomas y que tienen la intención de benefi- ciar a otros o a la comunidad, o por lo menos no hacerles daño-. En última instancia, las relaciones de cuidado facilitan la convivencia pacífica y constructiva en una sociedad”.
Las competencias a las que hacen referencia estos autores son
aquellas que ya se han denominado como ciudadanas, que son las cognitivas, las emocionales y las comunicativas. Estas competen- cias facilitan la práctica cotidiana de la convivencia en paz, desde el respeto por la diferencia, la apertura hacia el otro y su recono- cimiento como “otro concreto”, el diálogo intersubjetivo, la responsa- bilidad con el otro y consigo mismo, el principio de la no violencia y de no hacer daño, la conciencia de conexión, el cuidado del entorno, y desde todos aquellos aspectos que soportan la ética del cuidado.