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Dinámica del gesto. Gestualidad.

La comunicación interpersonal es el lenguaje con el que el sujeto social se comunica


por sí mismo, a través de la dinámica de sus gestos y de sus facultades sensoriales;
de sus movimientos y actitudes; de sus lágrimas y sus risas; de los ademanes hasta
los sonidos gástricos. Se trata del lenguaje kinésico aplicado a las pautas y formas de
la comunicación no verbal. Es la llamada comunicación analógica, que no se produce
ni por medios hablados, ni por medios escritos; sin necesidad de sofisticadas
tecnologías de punta. Sino con todas las interacciones del lenguaje del cuerpo
humano, el que va de las posturas corporales a las expresiones faciales, de la
fisiología a la fisonomía.
La comunicación a través del gesto y el cuerpo humano ha olvidado su ascenso
ininterrumpido hasta llegar a la sociedad actual, dominada por la imagen y por una
masificación que provoca la rebeldía individual o grupal, mediante los signos
expresivos de la mirada y el cuerpo.
El protagonismo en las pantallas televisivas descubre y llega a anular a quienes, al
margen de otras aptitudes, carecen de la elocuencia de los gestos o los prodigan
falsamente. La palabra, sin el auxilio de la expresión gestual, puede condenar en vez
de glorificar. Parafraseando a
McLuhan “el cuerpo es el mensaje”. Al decir de Flora Davis: “los rostros que
adquirimos y la manera de llevar nuestros cuerpos no solamente tienen el sello de
nuestra cultura, sino que al mismo tiempo poseen nuestro propio sello. Es una de las
formas que tenemos para indicar a la sociedad si merecemos o no su aprobación”.
¡Cuántos hombres y mujeres han sido traicionados por una mirada inapropiada, por
una actitud de soberbia o por un movimiento incorrecto del cuerpo!. ¡Cuántos hombres
y mujeres se han rendido conciliadoramente al efecto amable de un gesto cordial, de
una delicada sonrisa o de un guiñar de ojo! El rostro es un transmisor de emociones y
el cuerpo un reforzador de ellas.
Situado al margen de la palabra hablada y la palabra escrita, el lenguaje del gesto y
del cuerpo, pudiera ser el comienzo de la comunicación por imágenes.
Es un largo y fascinante recorrido entre el mundo de la mímica y el del mimetismo
como forma de representación activa de necesidades, deseos e identificaciones de los
sujetos sociales. Se trata del espacio concentrado de la mirada, centro del semblante
facial, condicionadora, expresiva no sólo de cejas y párpados, sino de la boca y el
mentón: los ojos no solo son para ver, sino para ser vistos.
La mirada es uno de los principales atributos de la comunicación no verbal: puede
identificar al débil y al fuerte, la afinidad y la hostilidad, la preferencia y el rechazo, el
amor y el odio.
Además del rostro, hay que incluir en el universo de la comunicación no verbal, la
acción decisiva de los brazos, las manos y los dedos, también las piernas y los pies;
que significan el poder de hacer, obrar y actuar. Si el cuello simboliza la sede del
alma, como puente de unión con el cuerpo, las manos simbolizan la cordialidad del
saludo y la despedida, de la amistad iniciada y del trato cerrado.
Inclinar la cabeza, representa algo más que el respetuoso saludo, es el testimonio que
mejor refleja ese sentido de paz conciliadora. Desde otros enfoques, bajar la cabeza
indica el fin de una conversación y el levantar la cabeza suele ser el fin de una
pregunta. Cuando se quiere dar al saludo el sello cordial de la confianza, los hombres
se abrazan dos veces; de derecha a izquierda y de izquierda a derecha.
Entre el oído que recibe el mensaje y el ojo que lo contempla, funciona una cadena
receptiva que lleva al tacto y, las sensaciones, en una especie convergente de
acciones y reacciones, las cuales se vinculan comunicativamente a la presentación
personal del sujeto: indumentaria, peinado, cosmética, adornos. La verdad y la
persuasión del discurso son mejores no sólo con las inflexiones de la voz y con la
ayuda de los gestos y el énfasis corporal, sino con la toga del rigor: el cuerpo y su
ropaje.
No es de extrañar que en el mundo de hoy, se procure cuidar tanto el lenguaje verbal
como el no verbal, ya sea en la comunicación personal o en la interpersonal, en la
agrupación celular o en la manifestación colectiva. De todas formas, acaso convenga
subrayar que el lenguaje perdurable del gesto y el cuerpo, la denominada
comunicación no verbal, seguirá resistiendo el peso abrumador de las nuevas
tecnologías, sin ignorar la influencia determinante de ellas. El cómo se dice, suele ser
tan importante, como el qué se dice.
Por último, es bueno recordar que en los negocios, al igual que en la vida en general,
la credibilidad del que comunica es fundamental para el éxito de la presentación. La
credibilidad de la persona es esencial para cualquier éxito interpersonal. No importa lo
que se diga, no va a significar mucho para la mente de la persona que escucha, a
menos que una persona sea creíble y digna de confianza. No puede haber acción
donde no hay credibilidad ni acuerdo.
Las buenas relaciones de comunicación, brindando y recibiendo información, son
puntos clave del éxito en todas las actividades humanas y muy en especial en el
turismo, al ser éste, además de un sector económico, un inmenso campo de acción
comunicativa.

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