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Martes Con Mi Viejo Profesor.

(Marrie
Schwarte)
Mi viejo profesor impartió la última asignatura de su vida dando una clase
semanal en su casa, junto a la ventana en su despacho, desde el lugar donde
podía contemplar cómo se despojaba de sus hojas rosadas un pequeño hibisco.
La clase eran los martes comenzaba después del desayuno. La asignatura era el
sentido de la vida. Pues la impartía a partir de su propia experiencia. No daba
calificaciones, pero si había exámenes orales cada semana, el alumno tenía que
respondes a varias preguntas y formular otras por su cuenta; como también debía
realizar tareas físicas de vez en cuando, tales como levantar la cabeza al profesor
para dejarla en una postura cómoda sobre la almohada o colocarle bien los lentes
en la nariz. Si le daban beso de despedida podían ganar puntos adicionales. No se
necesitaba ningún libro, pero si se cubrían varios temas entre ellos, amor, trabajo,
la comodidad, la familia, la vejez, el perdón y por último la muerte. La última
lección fue breve, muy pocas palabras. El lugar de ceremonia de graduación se
celebró en el funeral. Aunque no hubo examen final, el alumno debía preparar un
largo trabajo sobre lo que había aprendido.
En las clases de la última asignatura de la vida de mi viejo profesor solo
había un alumno.
Ese alumno era yo…
A finales de la primavera de 1979, una calurosa y húmeda tarde de sábado.
Éramos centenares y estábamos sentados juntos, lado a lado, en filas de
sillas plegables de madera, en la entrada principal del campus. Escuchamos con
impaciencia los largos discursos, cuando termino la ceremonia

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