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Néstor Perlongher lee a Roberto Piva y a Glauco Mattoso.

Literatura y perversión

“encuentro de los excéntricos que diluyen y vacían el centro”


Perlongher, “Los devenires minoritarios”, 1991

1. Hacer el mapa contemporáneo

Luego de haber llevado a cabo una lectura de las relaciones vía traducción con Haroldo
de Campos, quien fuera la figura intelectual de mayor relevancia en el Brasil
contemporáneo a la estadía de Néstor Perlongher en su país de exilio, este segundo
capítulo dedicado a la obra del poeta porteño escrita entre el portugués y el español en
vinculación con la escena literaria de los ochenta, se abocará a la indagación de un
conjunto de obras literarias que ligan al argentino con escritores que, a diferencia de
Haroldo de Campos, no ocupan un lugar central en la literatura brasileña. A partir de un
conjunto de escritos que van desde la traducción de poemas al ejercicio ensayístico que
Perlongher hizo de y para estos escritores pueden trazarse los recorridos que permiten
vincular y complejizar tanto los caminos que trazan su experiencia de exilio, así como
también los avatares de su reflexión acerca de la literatura y lo político en consonancia
con cierta producción brasileña. Traducción y escritura en portugués mediante,
Perlongher recurrirá a estos escritores para realizar operaciones de lectura que le
permitan continuar transitando la escena literaria brasileña de los ochenta, pero esta vez,
por zonas marginales, habitadas por escritores excéntricos con los que desafiar la
literatura consagrada, las morales políticas para la lectura y la escritura, los usos
legítimos del cuerpo, los emplazamientos del goce e incluso las premisas de
construcción de conocimiento.
Puede ensayarse una larga lista de escritores brasileños con los que Perlongher
tomó contacto y sobre los que demostró interés a través de sus escritos y en diversas
entrevistas y testimonios. En ella se encuentran el escritor neoconcreto Paulo Leminsky;
la poeta y traductora Josely Vianna Baptista; el autor de Mar paraguayo, novela entre
portugués, español y guaraní que conmovió a Perlongher y a la que le dedicó su último
escrito, Wilson Bueno; el poeta paulista maldito y de culto de los años sesenta Roberto
Piva; el escritor y activista del Grupo Somos ,Glauco Mattoso; entre otros. Todos ellos

 
pueden ser considerados escritores jóvenes1 en los que puede leerse una diversidad de
formas de creación literaria que, ya sea ubicándose en la estela de la Poesía Concreta o
acercándose a la Poesía Marginal, proponen modos de apropiación, tanto de la tradición
literaria como de la literatura contemporánea, a partir de gestos de ruptura,
distanciamiento, extremación. Reparar en estos escritores permite continuar figurando el
paisaje literario en el que se insertó Perlongher en los ochenta, en tanto con ellos se
amplían y diversifican los intereses literarios del poeta. En este sentido, la cuestión
barroca seguirá siendo el vector que rija su reflexión crítico-literaria, aunque, como se
verá, de un modo diferente al que proponía, por ejemplo, en “Caribe transplatino”; ya
no se tratará de ubicar unas poéticas que puedan ser pensadas como un mapa
latinoamericano de escrituras neobarrocas, sino que, anclado ahora específicamente en
el Brasil que habita, la escritura perlonghereana se despliega para captar otros escritores
En este grupo de jóvenes se encuentran los contemporáneos de Néstor
Perlongher. Con ellos, el poeta podrá mirar hacia la producción brasileña de los ochenta
y revisar sus propuestas artísticas, las consignas estético-políticas y los movimientos
culturales provenientes de la década del 60 y 70 -la militancia de izquierda y
homosexual, las drogas, la psicodelia, entre otras manifestaciones contraculturales-. Así,
toma fuerza un diálogo con el presente brasileño de reapertura democrática, a caballo
entre los restos de la censura y la persecución del gobierno militar, y los nuevos modos
de enunciación legitimados para narrar y hacer arte con la historia reciente.
Se trata, de esta manera, de buscar aquellas filiaciones, encuentros, acercamientos
entre Perlongher y sus contemporáneos. En este capítulo, entre ellos, se focalizará en
dos: Roberto Piva y Glauco Mattoso. La traducción y la escritura entre lenguas será la
pista a seguir, pero en esta ocasión el interrogante no se orientará a los modos en que
tradujo a otro o escribió en portugués, sino hacia el porqué de esas escrituras: ¿por qué
en los ensayos de Perlongher encontramos citados determinados escritores brasileños?
En la escritura de sus ensayos, el argentino acertará un movimiento crítico que haga de
esos otros sus contemporáneos en Brasil. El poeta exiliado, el sociólogo universitario, el
militante gay, será también un devorador –caníbal entre caníbales- y cada incorporación

                                                            
1
A pesar de que hay una notable diferencia de edad entre los escritores, me refiero a todos ellos
como jóvenes por dos motivos, uno relacionado con una modalidad vitalista y el otro para
remitir a una referencia histórica en el sentido en que se trata de una generación posterior a los
hombres de letras consagradas, lugar que ocupado en Brasil por los poetas del Concretismo.

 
funcionará también a modo de un legado, pista póstuma que dejó para ser releído una y
otra vez.

Contemporaneidad y marginalidad

Como se dijo, en la práctica de una escritura ensayística, Perlongher se hizo de unos


escritores contemporáneos. Esa contemporaneidad no se justificaba en la concomitancia
temporal entre las producciones del argentino y los brasileños, sino que más bien fue el
resultado de una operación por la cual se vinculó con unas escrituras que lograban
descomponer las cronologías y desagregar la lisura prístina de una época. La
contemporaneidad con Piva y Mattoso, dos escritores ubicados en una zona marginal
del mapa oficial de la literatura brasileña y que fueron, además, unos desfasados en su
tiempo -el primero en los 60 y el segundo de los 70- se construye en la escritura de
Perlongher en la medida en que en ellas despliega sus lecturas y apropiaciones.
En cierta medida, las páginas que siguen intentarán indagar sobre un conjunto de
preguntas que pueden ser enunciadas de la siguiente manera: ¿Cuál es el tiempo de
Perlongher en Brasil? ¿Con qué coordenadas se mide esa temporalidad? ¿En qué
medida pensar los contemporáneos a Perlongher desde sus lecturas y escrituras en
Brasil permite recalcular los tiempos del exilio? ¿Dónde empieza y dónde termina,
cómo se extiende y con qué caminos ese Brasil de los ochenta que habita el exiliado?
Así, si se trata de una contemporaneidad de escritores marginales,
evidentemente, existe un lazo que anuda la relación entre esos componentes: ser
contemporáneo y ser marginal.2 Estos escritores se ubican al margen de quienes
establecen los modos legitimados de escribir literatura, por el modo en que lo hacen y
los materiales que utilizan, y su literatura es además reconocida como marginal por los
que comparten con ellos un tiempo y un código de lectura, a un punto tal que se los ha
asociado a la figura del “escritor maldito”, emparentándolos a Baudelaire o Sade.
En este sentido, en la disquisición que realiza Giorgio Agamben sobre lo que es
ser contemporáneo a partir de las Consideraciones Intempestivas de Friedrich Nietzsche
se entrelazan de manera clara este lazo entre contemporaneidad y marginalidad. Según
el filósofo italiano, lo contemporáneo es lo intempestivo, en el sentido en que se piensa
                                                            
2
No diría “estar marginado” o “estar marginalizado”, ya que en el caso de estos escritores el
margen es una opción a la que se inclinan y no un lugar obligado al que lo confinan otros.

 
lo que va a contrapelo de lo que una época pretende instaurar como propio de sí. De
cierta manera, quien es contemporáneo a su época, entonces, es aquel que no coincide a
la perfección con su tiempo y le es inactual, cualidad que, sin embargo, le permitiría de
todos modos ser “más capaz que los otros de percibir y aferrar su tiempo”.3
La filiación de contemporáneos se arma justamente desde allí, desde un revés del
tiempo pautado e inteligido; por eso, su trama es más difícil de desplegar ya que se
mueve justamente, como diría Agamben, en la oscuridad de una época. Esa época, en el
caso de Perlongher, se sobreimprime y desarticula sus años de exilio (1980-1989), se
extiende por un Brasil que fue desde los sesenta hasta los ochenta, transitando los años
del sueño revolucionario, del milagro económico, del endurecimiento dictatorial y de un
caótico proceso de reapertura democrática. Estos escritores ponen a correr un tiempo y
recorren, en la fisura que instalan con sus producciones, las décadas del sesenta, setenta
y ochenta, al escribir sus indecibles y al realizar lecturas perversas. Así, Perlongher
buscó el modo de adherirse a su tiempo en el exilio, junto a otros escritores que, como
él, habitaban lo inhabitable y hacían del presente un tiempo otro a través de una
literatura en la que el cuerpo y su erotismo funcionaron con una potencia destructiva,
como una intervención política que conseguía desbaratar los discursos que ordenaban
los modos de leer, de gozar y de encontrarse con los otros. Con estos escritores, en fin,
Perlongher pudo articular en Brasil una vía para dar cuenta del modo en que su presente
en el exilio lo interpelaba a la vez en que contribuía a instalar ese tiempo heterogéneo.4

Relectores de la tradición

Siguiendo los razonamientos de Agamben, la contemporaneidad se figura no solo como


cuestión temporal sino también espacial. El contemporáneo, dice, “hace de la fractura el
lugar de una cita” donde poder encontrarse con sus pares, otros contemporáneos. Esta
metáfora toponímica resultará iluminadora para comenzar a pensar el encuentro de estos
tres escritores, que no será pensado en términos de vida literaria -aunque hay razones y

                                                            
3
Agamben, Giorgio. Desnudez. Buenos Aires: Adriana Hidalgo, 2011, p. 18.
4
“Quienes han tratado de pensar la contemporaneidad pudieron hacerlo solo a costa de
escindirla en varios tiempos, de introducir en el tiempo una des-homogeneidad esencial”, op.
cit., pp.27-28.
 

 
testimonios que habilitan a hipotetizar que un encuentro pudo haber ocurrido alguna
vez-, sino a partir de una operación literaria por la que se ubicaron en determinado lugar
respecto de las tradiciones consolidadas. Los tres se han encargado de contestar a la
tradición apropiándose a su vez de sus modos críticos de enunciación: Mattoso y Piva lo
hicieron desde sus manifiestos al reescribir las consignas de la vanguardia del veinte
atravesadas por el concretismo y Perlongher en sus ensayos, como ya se mostró más
arriba, confrontó con la tradición instaurada en torno de la figura borgeana en una
lectura que busca hacerle espacio a otras literaturas asociadas al neobarroco. Con sus
modos y propuestas particulares, lo cierto es que en los tres casos hay una búsqueda por
afirmar una tradición marginal en la literatura de sus respectivos campos literarios. El
cuerpo, en tanto presencia deseante, perturbadora y excesiva, será la fuerza que dispare
el discurso desde el cual estos escritores realizan su afirmación marginal, impugnando
las lecturas nacionalistas totalizantes y sus identidades resultantes que, tanto de un lado
como del otro, tanto desde Brasil como desde Argentina, desde los 20 y reforzada en la
década del 50, el campo literario había buscado consolidar. En el caso de Glauco
Mattoso y Roberto Piva esto puede verse, como se dijo, en la escritura de manifiestos.5
Así, con el “Manifesto Coprofágico” (1977), publicado en el Jornal Dobrabil,6 Glauco
Mattoso instaló la fecalidad en el centro de su construcción poética, como una fuerza
invasiva y subrepticia que va reescribiendo la literatura nacional; Mattoso va tras ese
resto inasimilable de la modernización brasileña para desde allí realizar una relectura de
la tradición a partir de las heces que la antropofagia del veinte había arrojado en su
digestión.7 Por su parte, Roberto Piva, con el manifiesto “A catedral da desordem”

                                                            
5
Sobre esta cuestión y a partir de una lectura de sus manifiestos, Diana Klingler sostuvo que
estos escritores retomaron las vanguardias a partir de un doble movimiento de parodia y
homenaje, en pos de deconstruir la identidad nacional desde “la diversidad de lo particular”,
donde el homoerotismo funciona como el dato diferencial y crítico frente a la sociedad y al
canon. Klinger, Diana. “Dois antropófagos (des)viados: Glauco Mattoso e Roberto Piva”, en
Grumo, n°2, 2003, p. 107.
6
El “Manifesto coprofágico” fue publicado como hoja suelta del Jornal Dobrabil en 1977. Esta
datación corresponde a la edición en libro del Jornal. Mattoso, Glauco. Jornal Dobrabil. São
Paulo: Iluminuras, 2001, p. 11.
7
Los versos finales del manifiesto son los siguientes: “ó merda com teu mar de urina/com teu
céu de fedentina/tu és meu continente terra fecunda onde germina/minha independência minha
indisciplina/és avessa foste cagada de vagina/da américa latina” / “oh mierda con tu mar de
orina/con tu cielo de `hedorina´/tú eres mi continente tierra fecunda donde germina/mi
independencia mi indisciplina/eres invertida, fuiste cagada por la vagina/de américa latina. La
traducción al español pertenece a Mario Cámara y Luciana di Leone, quienes la incluyeron en la
antología bilingüe Delirios líricos. Mattoso, Glauco. Delirios líricos. Buenos Aires: Eloísa

 
(1962), incluido dentro de Os que viram carcaça, reescribe el “Manifiesto
Antropófago” de Oswald de Andrade remitiendo a materiales, experiencias, imágenes y
poéticas omitidos por la tradición brasileña, todas las que a su vez ponen al cuerpo en
estado de delirio y a la racionalidad en jaque: las drogas, la velocidad, el surrealismo, la
sátira, el erotismo.8 El punto de encuentro entre las dos propuestas se dará, entonces, en
el cuerpo como instancia de desborde y exceso; un cuerpo deseante inclinado por lo
bajo y lo extremo, para desde allí ironizar la gesta heroica que el modernismo y el
concretismo intentaron crear a partir de un colectivo artístico y un proyecto nacional sin
fisuras.

La máquina de lectura
                                                                                                                                                                              
Cartonera, 2006, p. 7. Al respecto de la coprofagia, Mario Cámara, sostiene que la misma es
factible de ser pensada como un “retorno” dadaísta y satírico a los vacíos que dejaba el proyecto
modernista, de modo que las vanguardias son retomadas sin su proyecto nacionalista. Cámara,
Mario. Cuerpos Paganos. Usos y efectos en la cultura brasileña (1960-1980). Buenos Aires:
Santiago Arcos editor, 2011, p.32.
8
“Só a desordem nos une. Ceticamente. Barbaramente, sexualmente. A nossa Catedral está
impregnada do grande espectáculo do Desastre. Nós nos manifestamos contra a aurora pero
crepúsculo, contra a lambreta pela motocicleta, contra o licor pela maconha, contra o tênis
pelo box, contra a radio-patrulha pela Dama das Camélias, contra Válery por D.H. Lawrence,
contra as cegonhas pelos gambás, contra o futuro pelo presente, contra o poço pela fossa,
contra Eliot pelo Marquês de Sade.” / “Solo el desorden nos une. Escépticamente.
Bárbaramente, sexualmente. Nuestra Catedral está impregnada por el gran espectáculo del
Desastre. Nosotros nos manifestamos contra la aurora por el crepúsculo, contra la lambreta por
la motocicleta, contra el licor por la marihuana, contra el tenis por el boxeo, contra el patrullero
por la Dama de las Camelias, contra Válery por D.H. Lawrence, contra las cigüeñas por las
comadrejas, contra el futuro por el presente, contra el pozo por la fosa, contra Eliot por el
Marqués de Sade”. Piva, Roberto. Os que viram carcaça, Obras reunidas. Um estrangeiro na
legião. São Paulo: Globo, 2005, p.139. Este manifiesto, como reescritura del Manifiesto
Antropófago de Oswald de Andrade, reproduce su retórica de la confrontación violenta y su
sintaxis punzante. En el desplazamiento entre una y otra, Piva condensa gran parte de lo que
luego podrá leerse en su poesía. En primer lugar, el escepticismo de una escritura que abandona
cualquier forma de racionalidad y se mueve por la experimentación intensiva, por las
sensaciones y la distorsión que producen las drogas. En segundo lugar, si la antropofagia
oswaldiana buscó nombrar y dar una historia a la identidad cultural brasileña, por su parte, Piva
da vuelta los valores establecidos por esa misma vanguardia y arma una suerte de antiparadigma
compuesto por lo bajo, lo perverso, lo feo. Por último, tiene lugar un desplazamiento respecto
de cómo referenciar la ciudad y más precisamente de la capital paulista, en el que se va de los
centros públicos, visibles y consagrados en los que intervenían los modernistas tanto del veinte
como del cincuenta y se mueve hacia una San Pablo nocturna, marginal, pobre y delirante donde
la poesía circula por fuera de los valores de cambio del mundo productivo y se consagra a partir
de una economía del desborde, de la pérdida y del gasto. En el cierre del manifiesto, al Marqués
de Sade se le suma Lautréamont, un maldito que la tradición antropofágica y concreta brasileña
no pudo asimilar porque había decidido borrar al surrealismo de su historia. 

 
Si para la relectura de la tradición argentina Perlongher recurrió al barroco y su
resurgimiento como una “máquina de lectura”, en esta ocasión, es decir, en la apuesta
por encontrar en la literatura brasileña unos escritores contemporáneos, pondrá en
funcionamiento las mismas herramientas. Es desde el barroco y el neobarroco que
Perlongher otorga al cuerpo una potencia desordenadora de los regímenes establecidos
de lectura y escritura, para así encontrar otros que, como él, deciden escribir con el
cuerpo o, en términos perlonghereanos, “escribir un cuerpo”.9 Entre la poesía del libro
Paranóia de Roberto Piva y la autobiografía sexual de Glauco Mattoso, entre un
pederasta que extático recorre las plazas y un pedólatra que pega afiches en las cabinas
telefónicas, existe un punto de encuentro en el cuerpo como instancia donde se
experimenta la intensidad del desborde y con el que perderse en la ciudad guiado por el
deseo. La fisura que los encuentra Perlongher la lee en sus modos de inscribir en el
cuerpo deseante la puesta en funcionamiento de una fuerza capaz de romper y desarmar
los procesos subjetivación que consolidan identidades fijas y normativizadas.
La máquina exploratoria de lectura se sustenta en una premisa que Perlongher
escribe casi como una máxima en varios de sus ensayos: “La perversión –diríase- puede
florecer en cualquier canto de la letra”.10 En ella se cifra de qué fuerza se trata y las dos

                                                            
9
Un año antes de su muerte, 1991, Néstor Perlongher viajó a Buenos Aires para dictar un curso
en el Colegio Argentino de Filosofía. El curso se denominó “Las formas del éxtasis” y su
transcripción fue publicada en Prosa plebeya bajo el título “Antropología y éxtasis”. En él, en el
marco de la presentación de la religión del Santo Daime, su historia en Brasil y sus formas
rituales, Perlongher comienza su disquisición realizando una apreciación histórica respecto de lo
que tuvo lugar entre las décadas del setenta y del ochenta –en Brasil en particular, pero
remitiendo también a Argentina-, lo que denomina un “desplazamiento” de un interés por la
sexualidad hacia las drogas, cuya. Según él, en el cuerpo tiene lugar la continuidad entre ambas
experiencias, en tanto buscan modos de salir de sí y abandonar el cuerpo personal. Esta lectura
se sostiene a partir de una articulación, perceptible en sus ensayos sobre la religión del Santo
Daime, que consiste en el enlazamiento de las tesis de Gilles Deleuze y Félix Guattari sobre el
cuerpo y la subjetivación con las reflexiones de Georges Bataillle sobre el “cuerpo místico” o
una experiencia mística del cuerpo. Lo que interesa entonces es que aquí el cuerpo es el lugar de
la continuidad posible de experiencias disímiles pero igualmente intensas: “Ahora, entre el
éxtasis y la sexualidad, esas dos experiencias aparentemente tan distantes, ¿cuál es el nexo?
Pienso que el vínculo es intensivo; ambas son experiencias corporales intensas.” Del mismo
modo, como se verá, el cuerpo será el lugar que permite conectar las experiencias de las que dan
cuenta producciones literarias heterogéneas como son las de Roberto Piva y Glauco Mattoso.
Perlongher, Néstor. “Antropología y éxtasis”, Prosa Plebeya. Buenos Aires: Excursiones, 2013,
p. 192.
10
El enunciado “La perversión –diríase- puede asomar en cualquier canto de la letra” comporta
una ambigüedad semántica legible en el término “canto” que puede señalar una emisión musical
realizada con la voz, una composición poética o bien funcionar como sinónimo menos frecuente

 
dimensiones en las que opera: la lectura y la escritura. Se trata de encontrar en el exilio
una literatura perversa, hecha de lectores y escritores perversos que, con una escritura
del cuerpo, desbaratan los discursos que dominan sobre los procesos de subjetivación al
tiempo en que levantan las morales que rigen qué escribir y cómo leer en los ochenta.
En las páginas que siguen, se abordará el encuentro entre estos tres escritores
tomando como referencia aquellos escritos de Néstor Perlongher en los que se refirió a
la literatura de los dos brasileños. En primer lugar, se tratará el ensayo “O desejo do pé”
publicado en portugués e incluido a modo de postfacio para la primera edición en 1986
del libro Manual do pedólatra amador, de Glauco Mattoso. En segundo lugar, se leerá
la inclusión de la traducción del poema de Roberto Piva “Visão de São Paulo à noite”,
parte del poemario Paranóia de 1963, en el ensayo “Poética urbana” publicado en Letra
A en 1991 y en su tesis de maestría O negócio do michê/La prostitución masculina
publicada en Brasil en 1987 y en Argentina en 1993.
Una lectura que conecte a estos tres escritores a partir de los lazos escriturarios
que estableció Perlongher permite un doble movimiento. Por un lado, consigue insertar
la escritura y la intervención de Perlongher en la escena cultural brasileña en el marco
de una serie de transformaciones que estaban teniendo lugar en la década del ochenta,
las que a grandes rasgos pueden nombrarse como la transición democrática después del
golpe que había comenzado en 1964 imponiendo un régimen autoritario y la suspensión
de los derechos civiles, así como también la persecución sistemática a la disidencia –
sexual, social y política- y sus consecuentes encarcelamientos, torturas, exilios y
diversos modos de la censura; una efervescencia de rebeliones populares en los centros
urbanos –cuyo hito serían los saqueos de 1983-, ocasionados por una fuerte crisis
económica que siguió al milagro económico de los primeros años del régimen; una
transformación de los modos de intervención política que pasa de la búsqueda de la
realización de un futuro revolucionario y utópico movilizado por las masas a una
politización del comportamiento individual –la consigna: “lo personal es político”- que

                                                                                                                                                                              
de los términos “rincón”, “esquina” e incluso “borde”. En este sentido, el portuñol aporta un
plus, sino de significación, al menos de fuerza, en esa ambigüedad. En portugués, a diferencia
del español, el término “canto” remite a esas tres acepciones en igualdad de condiciones, ya que
es el término utilizado comúnmente para referir a un ángulo o esquina. De este modo, pensado
desde el portuñol, la expresión “canto de la letra” acaba remitiendo más fuertemente a la idea de
aquello que, en lo legible, se encuentra agazapado, escondido, marginado -es decir, su
perversión- pero cuya inminencia no puede evadirse.  

 
encontraba en las expresiones contraculturales, lo que se conoció como el desbunde y la
curtição, nuevos modos de rebeldía y contestación a las limitaciones sociales. Por otro
lado, las lecturas que realizó en sus ensayos en los que se dedicó a estos escritores van
especificando sus operaciones crítico literarias, aquellas que lo llevaron a hacer de ellos
sus contemporáneos.11 Así, sobre ese Brasil empiezan a sobreimprimirse mapas
singulares creados por el movimiento del escritor por el espacio de exilio, en los que sus
lazos e intereses van delineando los caminos del recorrido. Se percibe así una grilla
pautada por la experiencia académica y el trabajo de campo antropológico que recorta y
traza una circulación nocturna en la ciudad de San Pablo, en las bocas de lixo con los
michês, y otra diurna por los pasillos y cátedras de las universidades de Campinas y San
Pablo, consultado bibliotecas, dialogando con estudiantes y profesores; y superpuesta a
esa se divisa la cartografía literaria, de afinidades, intereses e intercambios, de escritos
dedicados y traducciones que funcionan como citas con los que señaló a quienes, como
él, apostaban a una escritura poderosa, gozosa y sobre todo perturbadora y desafiante de
ese tiempo, la década del ochenta en Brasil.

                                                            
11
Una lista de bibliografía esencial sobre la cultura brasileña y la política entre los años sesenta
y ochenta, incluye entre sus títulos: Buarque de Hollanda, Heloísa. Impressões de viagem. CPC,
Vanguarda e Desbunde: 1960/1970. São Paulo: Brasiliense, 1980; Garramuño, Florencia. La
experiencia opaca. Literatura y desencanto. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2009;
Napolitano, Marcos. Cultura e poder no Brasil contemporâneo (1977-1984). Curitiba: Jaruá,
2006; Pereira, Carlos Alberto Messeder. Retrato de época: poesia marginal anos 70. Rio de
Janerio: Funarte, 1981; Ridenti, Marcelo. Em busca do povo brasileiro: artistas da revolução,
do CPC à era da tv. São Paulo: Editora Record, 2000; ensayos de Silviano Santiago incluídos
en volúmenes como O cosmopolitismo do pobre: crítica literária e crítica cultural. Belo
Horizonte: Editora UFMG, 2004 y Uma literatura nos trópicos. Ensaios sobre dependência
cultural. Rio de Janeiro: Rocco, 2000; Sussekind, Flora. Papéis colados. Rio de Janeiro: Editora
UFRJ, 1993; entre otros que serán citados a lo largo de estas páginas.
 

 
Bibliografía

Agamben, Giorgio. Desnudez. Buenos Aires: Adriana Hidalgo, 2011.

Cámara, Mario. Cuerpos Paganos. Usos y efectos en la cultura brasileña (1960-1980).


Buenos Aires: Santiago Arcos editor, 2011.

Klinger, Diana. “Dois antropófagos (des)viados: Glauco Mattoso e Roberto Piva”, en


Grumo, n°2, 2003, pp. 106-111.

Mattoso, Glauco. Jornal Dobrabil. São Paulo: Iluminuras, 2001.


Mattoso, Glauco. Delirios líricos. Buenos Aires: Eloísa Cartonera, 2006.

Perlongher, Néstor. “Antropología y éxtasis”, Prosa Plebeya. Buenos Aires:


Excursiones, 2013. pp. 191-209.

Piva, Roberto. Os que viram carcaça, Obras reunidas. Um estrangeiro na legião. São
Paulo: Globo, 2005.

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