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En pleno siglo XXI asistimos a contemplar y vivir en un mundo cuya construcción global fue
edificada con pilares de rentabilidad y ganancia. El mundo ilimitado del progreso, ensueño
de la modernidad baconiana, la usurpación de la naturaleza se fue vivificando desde la
modernidad, el dominio se impuso, la conquista y la colonización puso sus normas, leyes,
conductas, estratificaciones, jerarquías, sistemas económicos bajo su reino. El capital
consolidado en sistemas homogéneos con su sequito nos arrebató el mundo, su expansión
estructuró la nueva naturaleza, hecha objeto, sin libertad aprisionando su destino natural,
mercantilizando el aire, los ríos, la tierra y su expropiación, la naturaleza humana se
objetualizo por su valía de acuerdo a su rentabilidad o no, a caracterizar a sus habitantes en
superiores o inferiores, a reducir a la marginalidad y esclavitud a los y las más débiles,
silenciar a las mujeres y las niñas privándolas de sus derechos y de la vida misma, a clasificar
el prestigio racial o el exterminio, estigmatización y discriminación por raza, religión,
identidad de género orientación sexual e ideologías, a magnificar el poder de la raza
suprema o su extinción, si son blancos, negros, mestizos, o amarillos, amos y esclavos,
dominantes y dominados, con alma o sin alma, el mundo de los ricos y el de los pobres o
indigentes, en sujetos con derechos o sin derechos, de sujetos objetos valiosos y desechos
según las condenas moralistas, a confinar a las personas en mundos privados o públicos
justificando la enajenación, la alienación ,el destierro, exclusión y muerte, se cosificaron los
sentimientos nobles, reducida la angustia, los miedos a meras perturbaciones del sistema.
El reino de la felicidad pensamiento esperanzador de la mentalidad burguesa cartesiana se
esfumo en la Ilusión de los tiempos modernos.
El Patriarca subió al trono en todos los rincones, tomo sus vestiduras, tuvo mil rostros y
domino el mundo, justifico guerras, fortaleció la ciencia y celebró el éxito triunfal de la
industria y la tecnología, se enamoró del dominio de ser el superhombre, invencible
trascendental, eterno e infalible. Forjó su imagen plasmada en el circulante de la moneda,
acumulo riquezas, aseguro reservas monetarias en la bolsa de valores, pasó a vivenciar la
ilusión de tenencia en tarjetas de crédito, acrecentó fortunas mediante la imposición de
impuestos y aranceles y en el mejor de los casos embargos o adquisición ilegal de la riqueza.
El Patriarca y el Mercado tienen el mismo rostro, trascienden y configuran el entorno,
abrazan la sobrevivencia del más fuerte, compiten, hacen guerras, provocan genocidios, con
la religión justifican un reino eterno para quien muere. El sistema regula y mantiene su
equilibrio. Al sistema la moral no cuenta y mucho menos señalar actos de corrupción. El
mercado tiene sus propios correctivos, ¡ hay que elogiar a Maquiavelo!
El pacto social se estableció entre normas, ofertas y demandas, competencia y
acumulación, tránsito por modelos económicos, llego al neoliberalismo, siguió explotando
la naturaleza, el almacén abierto a su disposición, se olvidó de los límites, del agotamiento
de recursos, matematizó el mundo, contabilizó la vida , afianzó la desigualdad para
mantener la esclavitud de sus peones, se olvidó de la existencia, esta se volvió un objeto
más en la relación espacio- tiempo, sus coordenadas dieron y dan cuenta de lo hechos en
un aquí y ahora predecible, la visión de futuro se aniquilo, y así se entró al mundo de las
redes e irrumpe el florecimiento imaginario del siglo XXI .
La nueva caverna de los mejores tiempos, bienaventurados los que habitan en ella y han
quedado ciegos y vacíos de humanidad.
Orwell anticipo la presencia del “ojo vigilante”, ahora el gran hombre virtual que ordena y
ve las jugadas intachables del buen ajedrecista que no debe perder la partida. Que debe
vigilar que los peones cumplan sus labores, que las voces disidentes se anulen, hay que
expulsar a toda costa la entropía en el sistema. El Ojo del patriarca no tiene límites, ya lo
dijo Foucault “Vigilar y castigar” fue el fundamento de los cautiverios y eso fue bien
comprendido en el sistema del poderío. El Yo simbólico, su representación, su narcisismo se
viriliza, premia, seduce o mata a sus adversarios, la desobediencia a sus reglas configura el
escenario de diferentes facetas de la muerte.
La razón cuestionadora, el desacuerdo, la opción por recatar la vida, la exhortación por los
derechos humanos, la dignificación de la vida humana, la inclusión de los excluidos y
excluidas, el sentido de la justicia, el desenmascaramiento por develar las mentiras en el
reino del patriarca, cruel tirano de la humanidad no tiene razón de ser, no hay cabida en el
sistema.
La resistencia tiene sus logros, no con la prisa deseada, sufre dolor traición e impotencia, las
mujeres logran espacios aun falta mucho por la igualdad deseada, los colectivos de personas
de la diversidad sexual continúan sus luchas por el reconocimiento de sus derechos y así los
grupos de población discriminados suman sus mejores esfuerzos por defenderse y
posicionarse en el lugar que les corresponde, como iguales en sus diferencias. Han sufrido
dolor, destierro exclusión y muerte. Pero el dolor que conduce a la muerte social se ha
construido desde la discriminación.
La naturaleza paulatinamente nos pasa la factura, hoy el cambio climático, la naturaleza
desenmascara la ficción donada y volvemos nuestra mirada a nuestra humanidad corpórea
y espiritual ( no necesariamente religiosa) que somos naturaleza, nos muestra nuestra
propia finitud, desenmascara la fuerza del superhombre y su miedo a la muerte. La
humanidad se ha venido enfrentando a diferentes pestes y ha sobrevivido, pero ha
discriminado a las personas que tuvieron lepra, a las víctimas de la peste bubónica, al las
que padecieron con el colera y no digamos a las personas con tuberculosis o con la infección
por VIH, donde hasta el lenguaje utilizado fue y sigue siendo cruel en algunos ámbitos y no
digamos en el trato humano.
El ropaje del patriarca global y de sus subalternos/as queda al desnudo, ya no está solido
nunca lo estuvo, el simbolismo del poder le dio vida. Nunca imaginamos tal fragilidad y la
ubicación de todas y todos sujetos y sujetas de discriminación y estigmatización, la
exposición es dolorosa y cruel ,ahora talvez se comprenderá el impacto de la discriminación
hacia las personas con VIH, con discapacidades o con orientación sexual e identidad de
género diferente a lo establecido, ahora se desnuda la miseria humana, surgen los miedos
, no se capitalizan los miedos al menos en la ficción, Ya no justifica la discriminación por
desconocimiento como nos lo han querido hacer saber para que no discriminemos a las
personas con VIH, porque con la supuesta información de cómo se transmite la infección
hemos logrado erradicar la discriminación, o al menos sensibilizar ala persona (Triste
ingenuidad momentánea colocar a la persona en los zapatos de la otra ) que ingenuidad, la
instrumentalización de la razón, se nos olvida que el ser humanos no es solo razón
instrumental, hay que recordar al Filósofo Español Xavier Subire ,cuando evoca la razón
sentiente y esa razón ya tiempos quedo en el olvido, o bien cuando se castiga la razón critica
capaz de cuestionar verdades que se asumen con las absolutas y verdaderas a manera
dogmática.
“No dejar a nadie atrás” en los nuevos objetivos del desarrollo sostenible, sin negar que es
una buena intención, pero bajo el mundo de sombras de la caverna del siglo XXI difícil de
alcanzar. Ahora la urgencia de sobrevivir a la epidemia con la incertidumbre de si el precepto
darwiniano se cumple o no “sálvese el más apto y aquella persona que pueda contar con el
privilegio de la asistencia sanitaria” aun esa hipotética realidad es incierta.
El COVID-19 puso la realidad de la existencia humana en su justo término…. Y aun así hay
resistencia a comprender las circunstancias que estamos viviendo. La insensibilidad
humana sale de la caverna cree que ha visto la luz de la sabiduría, no obstante mira y se
refugia en la estupidez, el valor del mercado le nubla, la insensibilidad humana esta puesta
a prueba, pero también hay inocencia e ingenuidad en un gran sector de la población que
no goza de los privilegios del sistema, uno que se ha desbordado y en el que se ha agudizado
la pobreza, ahora el hambre aflora… Morir a causa del COVID19 o morir de hambre.
EL COVID-19 nos coloca en la incertidumbre y a la vez en el desmoronamiento del sistema
capitalista, inaugura la depresión económica en pleno siglo XXI sin prever alternativas para
su contención.