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El sobre esfuerzo supone una exigencia de fuerza que supera a la considerada como extremo
aceptable y sitúa al trabajador en niveles de riesgo no tolerables. La fuerza aplicada es mayor a la
fuerza que pueden soportar los músculos o tendones del cuerpo.
Los movimientos únicos que requieren mucho esfuerzo, al igual que aquellos que requieren un
menor uso de la fuerza, pueden causar lesiones en caso de que se realicen de manera incorrecta.
Los efectos ante estos movimientos pueden presentarse como dolores difusos con fatiga e
impotencia funcional sin ninguna manifestación clínica, así como en una enfermedad bien definida
tal como tendinitis, síndrome del túnel carpiano, neuralgia cérvico-braquial entre otras.
Entre los trabajos que se requieren tensión muscular y movimientos repetitivos a gran velocidad
de un pequeño grupo localizado de músculos o tendones encontramos: embalar, mecanográfica,
confección, cableado y atornillar. Por otro lado, algunos de los empleos con mayor presencia de
estos factores de riesgo son: limpiadoras, peluqueras o barberos, cajeras, costureras.
Los riesgos del manejo manual de cargas están presentes en tareas como: levantamiento, el
empuje, la colocación, la tracción o el desplazamiento, que por sus características o condiciones
ergonómicas inadecuadas conlleva a riegos para el sistema musculo esquelético del trabajador.
Incluye la sujeción con las manos y con otras partes del cuerpo, como espalda, y lanzar la carga de
una persona a otra. El esfuerzo físico incluye: levantamiento, descenso, transporte, tracción o
empuje de objetos pesados.
La capacidad física varía mucho de unas personas a otras, y en general nadie debería manipular
cargas de más de 25 kg.
3. Posturas: posiciones mantenidas de trabajo que suponen que una o varias regiones
anatómicas no se encuentran en una posición natural y cómoda para permanecer un
tiempo prolongado. Las extensiones, flexiones y/o rotaciones osteoarticulares forzadas
con frecuencia provocan lesiones musculo-esqueléticas.
Las tareas con posturas forzadas que afectan a tronco, brazos y piernas son comunes en trabajos
en posiciones, de pie o sentado y prolongadas, algunas de las actividades donde más se presentan
son en talleres de reparación, centros de montaje mecánico, instalaciones eléctricas entre otros.
Eliminar posturas forzadas, realizar pausas activas y poder cambiar de postura de vez en cuando
reduce los riesgos considerablemente.
El riesgo aparece cuando se mantienen posturas estáticas y en las que aparece alguna de las
siguientes situaciones a evitar:
Troco inclinado.
Rodillas flexionadas
Trabajo de rodillas
La zona lumbar debe estar protegida: si la persona está sentada, la parte baja de la espalda debe
apoyarse cómodamente del asiento; si la persona está de pie, debe buscar centrar su pelvis, de
manera que se evite una curva en la parte baja de la espalda. Entre los tipos de posturas
encontramos:
Postura prolongada: Mantener una misma postura principal a lo largo del 75% de la jornada
laboral.
Postura mantenida: Mantener una misma postura sedente o bípeda durante un periodo de 2 o
más horas (Postura de rodillas o cuclillas)
Tomado de:
https://en.calameo.com/read/005896045536f9d3a9acb
Postura forzada: Postura donde el cuerpo pasa de estar en una posición de confort a una posición
forzada que puede implicar hiperextensiones, hiperflexiones y/o hiper-rotación.