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Hay un sentir en esta cuarentena, que abre el apetito de lo "dulce".

Por dulce me
refiero a ese consumo banal o innescesario que uno requiere
para satisfacer un gustito. Quizas sea ese premio consuelo que nos arranque un
poquito de la rutina y nos encienda la seratonina que viene en stand by hace
rato...

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