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Facultad de Ciencias Psicológicas

Departamento de Psicología

Licenciatura en Psicología

Psicología Clínica II

Tp2

“Caso María”

Alumnos y Legajos: Stavisky, Tomas. 204703

Lopez, María Lucila 202174

Comisión: Turno Mañana

Sede: Piedras

Docente: Dr. Norberto I. J. Pisoni

2020
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Introducción
En el siguiente trabajo, desarrollaremos el caso “María”, como se fue dando su
evolución durante el trabajo psicoanalítico y que técnicas se fueron realizando durante
el proceso de cura.
  Lo trabajado se realizó sobre el diagnóstico, el motivo de consulta, la
transferencia,  donde se tuvo en cuenta las primeras entrevistas. Desde ahí, se emprende
el camino a la cura, estableciendo las condiciones a trabajar. 
María claramente es un caso de locura histérica. Se ve este diagnóstico en el
transcurso del tratamiento. En este caso, hay conciencia de enfermedad y deseo de
curarse.

Desarrollo
El motivo de la consulta de María era su inconveniente para poder dormir y su
temor a ser agredida mientras duerme, el cual se pudo llegar a entender casi al final del
tratamiento. Como marca el texto de “Más allá del principio del placer”, hay una clase
de sueños que son los denominados sueños traumáticos, como a María, que les sucede a
personas que han sufrido un accidente. En este caso, hablamos de los arañazos que
sufrió en una de sus internaciones mientras dormía, por otra interna. El otro motivo de
consulta eran problemas de pareja, de poder tener una pareja estable y poder formar una
familia, algo q tanto añoraba.
En este caso, se realiza una buena transferencia. María desplaza en la figura del
analista su problemática, tomando caminos como la rememoración, donde no le es
posible hablar y tiene a repetir. Nos confirma lo neurótica de María, ya que repite un
pasado olvidado. Repite sus inhibiciones para no recordar.
La transferencia es una repetición, no solo sobre el médico sino sobre todos los
demás sectores de la situación presente.  El analizado repite en lugar de recordar y lo
hace bajo las condiciones de la resistencia. ¿Qué es realmente lo que repite? Repite sus
inhibiciones, sus tendencias inutilizables y sus rasgos de carácter patológico. La
enfermedad no cesa con el inicio del tratamiento y no podemos tratarla como un hecho
histórico, sino como una potencia actual.  
  Se debe tener en cuenta los tiempos del paciente, tal como lo marca María
“Todavía no es el tiempo”. 
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Freud explica que aun cuando el médico le revela al analizado la resistencia,


esta no hace que desaparezca de inmediato.  En este tiempo el paciente elabora y
domina la resistencia, el analista sostiene la regla fundamental.  Se llega a descubrir los
impulsos instintivos reprimidos que alimentaban la resistencia, pero en todo esto el
médico no tiene más que hace que esperar.  No puede ser apurado ni eludido. Este
tiempo de espera ejerce sobre el paciente mayor acción modificadora y la que diferencia
al tratamiento analítico de todo influjo por sugestión.
Así mismo, Freud en “Repetir, recordar y reelaborar” señala que “la mejor
manera de refrenar la compulsión repetidora del enfermo y convertirla en un motivo de
recordar la tenemos en el manejo de la transferencia”.(p)  Surgirán ante los ojos del
analista todos los instintos patógenos ocultos en la vida anímica del analizado. Cuando
el paciente nos presta la mínima cooperación, consistente en respetar las condiciones de
existencia del tratamiento, conseguimos dar a todos los síntomas de la enfermedad una
nueva significación basada en la transferencia y sustituir su neurosis vulgar por una
neurosis de transferencia, de la cual puede ser curado por la labor terapéutica.
La transferencia crea una zona intermedia entre la enfermedad y la vida y a
través de esta zona va teniendo efecto la transición desde la primera a la segunda. Como
enfermedad artificial, hace asequibles los caminos ya conocidos para la evocación de
los recuerdos, los cuales sin esfuerzo aparente, una vez vencidas las resistencias.
Previo a cada episodio en que es internada, María enloquecía. Su yo no podía con la
elevada carga pulsional, que la avasallaba en cada situación traumática (compulsión a la
repetición).
María presentaba visiones, no alucinaciones. Ella decía que eran visuales (veía
santos, cucarachas).  Una esquizofrenia tiene prevalencia de alucinaciones auditivas (no
visuales).  Había yuxtaposición de temas durante la última crisis (en el mismo episodio
se daba: complot de los compañeros de trabajo, la vecina vista como cucaracha, los
santos que anunciaban que era una prueba de fe).  No quedaba déficit-deterioro. 
Durante la internación recibió un tratamiento propio de las psicosis delirantes agudas. 
Al principio, los médicos se lo atribuyeron al nacimiento con fórceps (creían que había
sido dañado algo).  Se observaba un retraso afectivo, debido a la inmadurez del Yo
psíquico, que no recibió el holding suficiente en sus inicios de formación.  En la cuarta
internación recién le ponen un nombre a su problema. Le diagnostican esquizofrenia.
Ella había sido ubicada en el pabellón de esquizofrénicas al ingresar. Probablemente,
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una identificación masiva con las demás pacientes hizo que aparentara el mismo cuadro
clínico al momento de ser diagnosticada por los médicos.  Sin embargo, María poseía
lenguaje simbólico, entendía que estaba enferma, pedía ayuda, incluía a la analista en
sus series psíquicas,  quien en lugar de internarla afuera (hospital) la internó adentro,
pero no desde un lugar omnipotente (pidió ayuda a un psiquiatra, enfermero, vecina).
Como la madre (analista) se acerca a la cama del bebé.  El aparato psíquico de María
necesitaba metabolizar la cantidad de energía no tramitada (como cuando al bebé le
falta el pecho materno, que no llega).  Al final en una carta a su psicóloga, dice “tuve
una analista linda y buena” (mamá) y comenzaba un tratamiento con un hombre que
decía que era un “papito” (papá).
Donald Winnicott, en su análisis complejo sobre los fracasos de crear el área
intermediaria en las organizaciones fronterizas, e indicando el destino de la
simbolización y el deterioro del valor funcional del campo transicional, así como los
fenómenos transicionales, insistió en que el encuadre que el analista crea no representa a
la madre: son la madre. Su conceptualización del “falso self” está referida a una
adaptación demasiado exigente al objeto que provee a las necesidades. La teoría del
“hueco” y la imposibilidad de crear desde él otra forma de reunión con el objeto, en la
construcción del espacio potencial, posibilito a los analistas a ensayar nuevas maneras
de ver su propia reacción como un instrumento. Como lo hace la Licenciada con María,
el analista debe prestar atención no solo a lo que está presente sino también a los
eslabones faltantes, que no están ocultos, sino que se experimentan como huecos que
son lo único real para el paciente fronterizo.

Se descarta el diagnóstico de esquizofrenia, porque María no presenta todas las


características de dicho cuadro clínico, se organiza sobre el eje falo-castración, el delirio
puede entenderse como una sensación reprimida en el interior, hay semejanza con la
lógica del sueño, son ordenadores la condensación y el desplazamiento, el significado
delirante  se revela como ligado a lo latente, el delirio se inscribe en una diacronía, los
neologismos pueden entenderse como condensaciones en el sentido de los sueños, hay
transferencia, el delirio se dirige a otro. El delirante pide ayuda, la culpabilidad y la
angustia son de naturaleza sexual, la angustia es angustia de castración, son
interpretables.
Tomando en consideración el concepto de “ser” y el “tener”, María venía de
tener angustias que desbordaban el aparato psíquico, que éste no podía tramitar
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(compulsión a la repetición),  así tuvo cuatro internaciones, en las cuales cuando el


aparato desbordaba por algún nuevo disparador traumático, terminaba hospitalizada. 
También se observaba un cierto apartamiento de la realidad (no perdida), en el sentido
que relataba lo acontecido, pero no vivido, desafectivizadamente.  El trabajo con María
permitió reforzar el verdadero Self, dándole herramientas para poder enfrentar
situaciones de elevación de tensión en el aparato, gracias a lo cual ya no volvió a tener
episodios que requiriesen internación.
María logra internalizar la presencia de la analista (construida gracias al holding
brindado), que se hace visible cuando ella le escribe a la analista contándole: “Claudia:
hubo momento en los que volví a sentir temor de enfermar, alguna que otra vez tengo
mis arranques de locura, pero nunca al punto de aquellos que me llevaron a la
internación. Pero cuando esto me pasa, cuando me pongo mal, enseguida te escucho
diciéndome: “María, ¡enloquecer no es estar loco!... y la sensación desaparece. ¿Sabes
por qué? Tengo una parte de vos que me protege.” (Identificación secundaria).
Dentro del diagnóstico metapsicológico, uno de sus puntos de vista es el
topográfica, el cual relacionamos con María, ya que sostiene la existencia de un
continuo que va de la conducta consiente hasta llegar a la inconsciente. Además
contamos con el punto de la adaptación donde hay estados psicológicos de
adaptabilidad, los procesos de adaptación son realizados hacia y con su sociedad y
viceversa. Como en el caso de María, con su familia, compañeros del trabajo y parejas.
Bajo el criterio de entropía psíquica descripto por Freud,  María siempre pensó
que podía curarse de sus ataques, nunca perdió la esperanza, aunque por otro lado vivía
sostenida por el padecimiento a través del beneficio secundario del síntoma.  María,  se
siente insegura al dormir, por miedo a ser atacada mientras duerme, tiene miedo a
volver a ser internada y que no volver a salir, ya que su madre falleció hace poco y no
mantiene confianza con otras personas, salvo con su psicóloga o como en el amor, a
conseguir al amor de su vida y tener hijos y la ansiedad a la cura, las ganas de no volver
a desequilibrarse ni tener las mismas sensaciones de miedo y aislamiento. Tal como le
sucedió reiteradas veces y logra una infelicidad hacia ella misma. La entropía psíquica
es el concepto opuesto del estado de flujo. 
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Conclusión
Dentro de los resultados obtenidos durante el proceso de terapia, podemos
diferenciar los siguientes puntos que se destacaron durante las sesiones.  Por más que
estuvo en estados confusos, no presentó agresión. Reconocía a los médicos (Psicóloga y
Psiquiatra). Respondió de manera rápida a la medicación. No recordó lo sucedido pero
agradeció la labor de la psicóloga y el psiquiatra haberles permitido quedarse en su casa,
recordemos que sufrió mucho en sus internaciones, y fueron situaciones que quedaron
grabadas en su consciente dentro de los episodios inconscientes que tenía.   Consultó
varias veces los gastos que se tuvieron en su cuidado dentro de su estado de alteración,
los cuales pagó de manera instantánea.  Retomo el tratamiento con la psicóloga como si
nada hubiese sucedido, pero reflotaron recuerdos que tenía en su inconsciente.
 Así mismo, enumeramos los recuerdos que afloran posteriores a la crisis. Por un
lado recuerda que su motivo de consulta fue porque no podía dormir, que siente miedo
al dormir, que teme ser agredida mientras duerme que se inicia luego de la cuarta
internación, donde por la noche descansando fue agredida con arañazos por una chica,
quien no le dio tiempo a defenderse. Según cuenta la enfermera fue por una chica que
padecía de esquizofrenia.  Otro recuerdo es el comentario que le hace una interna, en
una de sus internaciones, que le dice: “Cuando estas acá dentro la única persona
autorizada para sacarte es la que te interno”. Tenía la fantasía que si su madre la
internaba y a ésta le pasaba algo, quedaba internada para siempre “atada de pies y
manos”.
Tal como se marca en el texto de “Recuerdo repetición y elaboración” de Freud,
el olvido de impresiones, escenas y sucesos se reduce casi siempre a una retención de
los mismos.
Cuando María habla de su material olvidado, en general no los recuerda y los
mantiene en su inconsciente, dado que fueron escenas traumáticas las que tuvo que
vivir. Situaciones en las que no ha vuelto a pensar desde que sucedieron. Se ve como la
amnesia infantil es totalmente compensada por los recuerdos encubridores, es decir, que
constituyen una representación de los años infantiles, tal como se marca en “Recuerdo,
repetición y elaboración”.
  Freud piensa que la amnesia infantil es totalmente compensada por los recuerdos
encubridores.  En ellos se conserva todo lo que tuvo importancia esencial.  Hay que
saberlos extraer por medio del análisis, ya que constituyen una representación tan
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suficiente de los años infantiles olvidados, como el contenido manifiesto del sueño lo es
de las ideas oníricas latentes.  Al principio del análisis, el analizado no recuerda nada de
lo olvidado o reprimido, sino que lo vive de nuevo.  No lo reproduce como recuerdo
sino como acto.  Lo repite sin saber que lo está repitiendo.  En este sentido María logra
acceder a los recuerdos luego del ataque, en parte, gracias a que la situación ofrecida
por la psicóloga, el psiquiatra, la vecina y el enfermero de cuidarla y sostenerla durante
su recuperación es diametralmente distinta a lo que significa para María volver a estar
internada. Y, en parte, gracias al trabajo de “ordenamiento” que María refiere en una de
las sesiones, y a la estructura (Organización neurótica, histeria grave) que María
presenta le permite una reelaboración y acceso al consiente de los recuerdos, que traen
consigo que remita el síntoma.  

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