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Qué hacer en caso de Apocalipsis Zombi, según la ciencia

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Al parecer, todos estaríamos muertos en menos de un año. Un grupo de estudiantes


de física de la Universidad de Leicester (Reino Unido) calculó que en tan solo 100 días,
los humanos serían superados en número por un millón si el contagioso"virus zombi"
apareciera. El trabajo fue publicado en la revista Journal of Physics Special Topics.

Después de solo tres meses, el escenario sería bastante terrorífico para la


humanidad, pues apenas varios centenares de nosotros seguiría con vida. Incluso si las
últimas personas de la Tierra resistieran de alguna manera durante otros nueve meses, es
poco probable que puedan repoblar el planeta sin antes ser infectados o comidos.

Dado el sombrío pronóstico, puede ser un alivio saber que la investigación se realizó
como parte de un ejercicio anual que prueba la capacidad de los estudiantes para aplicar
modelos científicos a escenarios hipotéticos, esto es, los científicos no esperan
realmente que el mundo tal y como lo conocemos termine.
 

Sin embargo, teniendo en cuenta que los humanos tenemos bastante pericia
adaptándonos y superando la adversidad, los estudiantes rehicieron sus cálculos
basándose en el hecho de que los supervivientes mejorarían sus habilidades
escapando y matando zombis, y que podrían tener descendencia sin problemas.
Podrían aprender, por ejemplo, que el mejor lugar para esconderse es en
las montañas y no en los centros comerciales.

Teniendo en cuenta las nuevas habilidades de supervivencia de la humanidad, a los


humanos finalmente les llevaría alrededor de 1.000 días, o 2.7 años, eliminar a
todos los zombis. En otros 25 años, la población humana debería comenzar a
recuperarse del ataque.

En ambos estudios, los estudiantes tuvieron que decidir sobre una serie de variables,
como los parámetros de la infección. Supusieron que un zombi podría encontrar a una
persona cada día, y tendría un 90% de posibilidades de infectarle con el virus zombi.
 

Nuestras posibilidades de sobrevivir no serían muchas,


aunque podríamos resistir si logramos desarrollar
habilidades de supervivencia efectivas
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Luego usaron una técnica epidemiológica llamada modelo SIR para crear un mapa
sobre cómo se propagaría la enfermedad. Usando el modelo, dividieron a la población
humana en tres categorías: la población susceptible (S), zombi (Z) y muerta (D).

La vida útil de un zombi va de S a Z a D. Los nacimientos naturales y las muertes


durante ese tiempo serían bastante insignificantes en comparación con la destrucción
causada por el virus zombi.

El modelo luego analizó con qué frecuencia los humanos infectados (zombis) entrarían
en contacto con humanos no infectados, y qué tan probable era que transmitieran la
enfermedad, para ver cuántos humanos podrían sobrevivir.
 

Cómo sobrevivir a un brote de zombis en el mundo real


 
Según otro informe llevado a cabo por científicos de la Universidad de Cornell
(EE.UU.), una de las principales claves para la supervivencia ante un apocalipsis zombi
es mantenerse en una zona montañosa poco poblada, específicamente en el norte de
las Montañas Rocosas en cuanto a Estados Unidos se refiere. "Dada la dinámica de la
enfermedad, una vez que los zombis invaden áreas escasamente pobladas, todo el brote
se ralentiza... hay menos humanos para morder, así que comienzas a crear zombis a un
ritmo más lento", comenta Alex Alemi, coautor del trabajo.
 
¿A dónde irías en caso de un verdadero apocalipsis zombi? :)
 
Referencia: You Can Run, You Can Hide: The Epidemiology and Statistical Mechanics
of Zombies. Universidad de Cornell / A zombie epidemic. University of Leicester Press
Office . Journal of Physics Special Topics

Cómo escapar de un apocalipsis zombi, según las matemáticas


¿Huimos al campo o nos encerramos en casa? Los modelos estadísticos explican la
diná mica de una infecció n y nos ayudan a evitarla

https://www.abc.es/ciencia/abci-como-escapar-apocalipsis-zombi-segun-matematicas-

201911241235_noticia.html

Imaginemos que al despertar escuchamos en la radio una noticia


urgente: “Se ha liberado un virus que convierte a las personas en
zombis y que se transmite mediante un mordisco”. ¿Qué podemos
hacer?

Las opciones son variadas. Podemos encerrarnos en casa a cal y canto


y esperar que no vengan infectados o salir corriendo al campo y huir
lejos, muy lejos, a algún refugio donde nadie nos encuentre. Cada
estrategia tiene sus ventajas y sus inconvenientes, y muchos factores
determinan cuál es la mejor. ¿Podría un zombi romper la puerta de
casa? ¿Correrá lo suficiente para alcanzarnos en el campo? ¿Cuántos
encontraremos de camino al refugio? ¿Cuánto tardaremos en
transformarnos si nos muerden? ¿Existe alguna cura?

Existe una solución alternativa: recurrir a las matemáticas y a la


estadística para escapar. Gracias a ellas podemos modelizar el
comportamiento de la epidemia mediante lo que se conoce
como modelos SIR.
A grandes rasgos, un modelo SIR es un sistema de ecuaciones
diferenciales que permite comprender la dinámica de una infección.
En concreto, cómo variará en el tiempo el número de personas
susceptibles de ser infectadas (S), el número de infectadas (I) y el de
recuperadas (R).

Gripe, varicela y ébola

Para poder comprender una epidemia tenemos que conocer cómo se


transmite y qué variables influyen. ¿Cómo se pasa de ser susceptible a
estar infectado? ¿Y a estar recuperado? ¿Se puede volver a ser
susceptible tras una recuperación? ¿Se puede salir del sistema de
alguna otra forma que no sea por fallecimiento?

Para responder a estas preguntas debemos conocer bien la epidemia.


Por suerte para nosotros aún no conocemos los datos de una infección
zombi, pero estos modelos son útiles para entender muchas otras
como la gripe, la varicela y el ébola.
En realidad, existen modelos matemáticos para entender casi todos
los aspectos de la vida. Modelos económicos, modelos físicos, modelos
climáticos, modelos biomédicos. Los hay de todas las formas y niveles
de complejidad y nos sirven para entender dónde invertir, cómo late
un corazón y cómo huir del flujo piroclástico de un volcán.

Pero (siempre hay un pero) todos estos modelos sufren el mismo


inconveniente. Son una forma de representar nuestro conocimiento
respecto a un fenómeno que es, casi siempre, incompleto. Esto deja un
hueco entre el modelo y la realidad que queremos explicar. Por ese
hueco se cuela la estadística.

Llegados a este punto estoy casi segura que está pensando


“¿Estadística? ¿En serio? ¿Pero eso no es lo de las encuestas?” Quizá
le hayan venido a la mente palabras como datos o gráficas. Pero la
estadística es mucho más que todo eso.

La estadística está detrás de cada nuevo tratamiento médico,


de la eficacia de cada vacuna, de cada nuevo fertilizante. Está también
detrás de muchas políticas medioambientales, de la recomendación de
no fumar y de la de que las embarazadas y los menores de 10
años no consuman atún y pez espada. Dicho de otra forma, la
estadística es la ciencia que nos permite entender todo aquello a lo
que nuestro conocimiento no llega, para cuantificar la incertidumbre
que nos rodea.
Volvamos al caso de los modelos matemáticos. La metodología
estadística permite captar aquello que difiere entre el proceso real y el
simulado y darle forma. Para entenderlo mejor piense en una reacción
química. Queremos saber como de rápido se produce y un experto nos
da una fórmula que nos permite estimar esa velocidad a partir de la
cantidad de producto sin reaccionar en cada instante de tiempo. Así
que repetimos tres veces la reacción, medimos en varios instantes de
tiempo y obtenemos una aproximación al valor deseado.

Hasta aquí todo genial, pero (maldito pero), en la fórmula no se ha


tenido en cuenta que siempre hay una parte del producto que no
reacciona por quedarse pegado a las paredes del recipiente. Con este
panorama es muy posible que el valor de la velocidad que hemos
estimado sea erróneo.

Lo podemos ver en la siguiente gráfica, donde los puntos representan


la cantidad de producto sin reaccionar en cada instante. La línea roja
es el modelo incorrecto, mientras la verde representaría el correcto. El
primero estima que la tasa de reacción (velocidad) es de 0,63 cuando,
en realidad, es de 1,7.
Funció n de discrepancia

¿Qué hacemos entonces? ¿Cómo podíamos saber que el modelo estaba


mal? En realidad no podíamos, pero sí añadir al modelo una
corrección estadística, algo que solo tenga efecto cuando lo que
observamos difiera del modelo. A esta corrección se la conoce como
función de discrepancia y, en este ejemplo concreto, permite
recuperar una estimación del parámetro en 1,72 (¡casi en el clavo!).

Tener en cuenta que hay incertidumbre, incluso sobre el modelo que


estamos utilizando, es fundamental para obtener mejores resultados.

Llegados hasta aquí, ¿como ayuda esto a huir de los zombis? (no me
había olvidado). Pues fácil: añadir esta función de discrepancia al
modelo SIR permite (si hay datos) estimar mejor la velocidad de paso
de los monstruos, cuánto tardamos en infectarnos tras el mordisco y la
eficacia de la cura. Así, la estadística nos ayuda a decidir dónde es
mejor escondernos.

Anabel Forte Deltell es doctora en Matemáticas y profesora


en la Universidad de Valencia, Departamento de
Estadística e Investigación Operativa, Universidad de
Valencia.
Este artículo   ha sido publicado originalmente en  «The
Conversation».

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