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La economía colombiana atraviesa por uno de los momentos más críticos de los

últimos años El debilitamiento de estos los sectores más importantes, que son el
motor de la actividad productiva, se ha extendido al comercio, los servicios y la
construcción privada. La minería es la única actividad de la economía que muestra
algún dinamismo. No es un resultado que pueda desvirtuarse formulando
comparaciones con países desarrollados que han alcanzado altos niveles de ingreso
por capital y registran tasas moderadas de crecimiento de la población. Implicaría
mayores niveles de desempleo, el mantenimiento de bajos salarios y el emplazamiento
de las soluciones a los problemas de pobreza.
Este panorama resulta agravado por las condiciones inflacionarias y por el decaimiento
de las actividades externas. No obstante los esfuerzos del gobierno anterior para
combatir la inflación y el estado recesivo de la economía. De otro lado, las
exportaciones menores vienen decreciendo desde hace varios años, las exportaciones
de servicios permanecen estáticas y los ingresos de divisas por concepto de café
disminuyen por la reducción de las cuotas y el descenso de los precios externos. Las
importaciones, por su parte, no muestran ningún incremento.
La experiencia colombiana muestra que nuestra economía no cuenta con mecanismos
automáticos poderosos de recuperación. No se cumple el presupuesto de ciertas
escuelas de que las perturbaciones negativas de la economía son corregidas por el
mismo sistema. Por el contrario, la recesión y la inflación crean fuerzas que tienden a
perpetuarlas y agravarlas.
En este punto ya es posible discutir las perspectivas de la economía. Además, no se
puede ignorar que el país se enfrentará en los próximos años al debilitamiento del
comercio internacional y al ciclo negativo de los precios del café originado por la
superproducción del grano, los cuales a menos que se neutralicen con medidas de
comercio internacional,
Hoy en día hay un cierto consenso en el país sobre algunas de las acciones requeridas
De todas maneras se trata de medidas buenas que deben formar parte primordial de
cualquier programa de reactivación de la producción. Pero a estas alturas sería
prematuro entrar a inferir sus efectos sobre el conjunto de la economía. Todo depende
de su diseño, ejecución y coordinación con el resto de la política económica. Medidas
bien intencionadas pueden resultar inconvenientes a la postre, bien porque no se
adaptan al marco institucional del país o bien porque son incompatibles con las que se
adaptan en otros campos.
Es presumible, además, que el arsenal de medidas sea más extenso. Para modificar
una situación de recesión e inflación, como la que enfrenta actualmente la economía
colombiana es preciso operar en diferentes campos y muchas veces con acciones muy
específicas.
EL ciclo negativo de los precios del café originado por la superproducción del grano, los
cuales a menos que se neutralicen con medidas de comercio internacional, una política
equivocada en el sentido de que no consulte con las realidades de los problemas,
propagarían las tendencias recientes de la producción con todas sus secuelas en
materia de estancamiento del empleo y los ingresos. Esperamos, por lo tanto, que la
nueva política tenga la consistencia y la fortaleza para sacar la producción del estado
recesivo, reducir la inflación y movilizar los recursos hacia las actividades más
convenientes, creando las condiciones para reducir el desempleo, elevar el salario real
y continuar acortando las brechas con relación a los países desarrollados.

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