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POESIAS DE CESAR VALLEJO

1. Considerando en frío, imparcialmente...

Considerando en frío, imparcialmente,


que el hombre es triste, tose y, sin embargo,
se complace en su pecho colorado;
que lo único que hace es componerse
de días;
que es lóbrego mamífero y se peina…

Considerando
que el hombre procede suavemente del trabajo
y repercute jefe, suena subordinado;
que el diagrama del tiempo
es constante diorama en sus medallas
y, a medio abrir, sus ojos estudiaron,
desde lejanos tiempos,
su fórmula famélica de masa…

Comprendiendo sin esfuerzo


que el hombre se queda, a veces, pensando,
como queriendo llorar,
y, sujeto a tenderse como objeto,
se hace buen carpintero, suda, mata
y luego canta, almuerza, se abotona…

Considerando también
que el hombre es en verdad un animal
y, no obstante, al voltear, me da con su tristeza en la cabeza…

Examinando, en fin,
sus encontradas piezas, su retrete,
su desesperación, al terminar su día atroz, borrándolo…

Comprendiendo
que él sabe que le quiero,
que le odio con afecto y me es, en suma, indiferente…

Considerando sus documentos generales


y mirando con lentes aquel certificado
que prueba que nació muy pequeñito…

le hago una seña,


viene,
y le doy un abrazo, emocionado.
¡Qué mas da! Emocionado… Emocionado…
El poema construye la imagen del ser humano en todos sus aspectos mediante la enumeración
de características presentadas con un tono objetivo, científico y distante.

Enfatiza su ser perecedero y limitado, aniquilado por la rutina y los órdenes jerárquicos,
perdido en las masas. Pero también su capacidad de profundidad e introspección: su vacío y
tristeza, el hambre de conocimiento.

Contrapone los aspectos más bajos, como sus características animales y “su retrete”, aspectos
asociados a la vergüenza que quisiéramos esconder y negar, con los éxitos y logros de la
historia: las medallas, los avances científicos.

Se hace así un homenaje al ser humano, celebra su capacidad de resiliencia y sugiere la


reconciliación y aceptación con sus carencias y faltas. Acoge al ser humano tal y como es, con
una emotividad que contrasta y termina ganando la victoria sobre el tono racional y científico
del poema.

Sugiere que los sentimientos de hermandad y compasión tienen la última palabra y finalmente
prevalecen por sobre todo lo demás.

2. Me viene, hay días, una gana ubérrima, política...

Me viene, hay días, una gana ubérrima, política,


de querer, de besar al cariño en sus dos rostros,
y me viene de lejos un querer
demostrativo, otro querer amar, de grado o fuerza,
al que me odia, al que rasga su papel, al muchachito,
a la que llora por el que lloraba,
al rey del vino, al esclavo del agua,
al que ocultóse en su ira,
al que suda, al que pasa, al que sacude su persona en mi alma.
Y quiero, por lo tanto, acomodarle
al que me habla, su trenza; sus cabellos, al soldado;
su luz, al grande; su grandeza, al chico.
Quiero planchar directamente
un pañuelo al que no puede llorar
y, cuando estoy triste o me duele la dicha,
remendar a los niños y a los genios.

Quiero ayudar al bueno a ser su poquillo de malo


y me urge estar sentado
a la diestra del zurdo, y responder al mudo,
tratando de serle útil en
lo que puedo, y también quiero muchísimo
lavarle al cojo el pie,
y ayudarle a dormir al tuerto próximo.

¡Ah querer, éste, el mío, éste, el mundial,


interhumano y parroquial, provecto!
Me viene a pelo,
desde el cimiento, desde la ingle pública,
y, viniendo de lejos, da ganas de besarle
la bufanda al cantor,
y al que sufre, besarle en su sartén,
al sordo, en su rumor craneano, impávido;
al que me da lo que olvidé en mi seno,
en su Dante, en su Chaplin, en sus hombros.

Quiero, para terminar,


cuando estoy al borde célebre de la violencia
o lleno de pecho el corazón, querría
ayudar a reír al que sonríe,
ponerle un pajarillo al malvado en plena nuca,
cuidar a los enfermos enfadándolos,
comprarle al vendedor,
ayudarle a matar al matador —cosa terrible—
y quisiera yo ser bueno conmigo
en todo.

El poema le da un giro humorístico a uno de los grandes temas de la poética de Vallejo: la


hermandad, el compañerismo y la compasión. Por medio del recurso de la caricatura y con un
tono pícaro, se responde a una necesidad, vocación o llamado de expresar la emoción y el
cariño.

Encontramos la enumeración dictada por la libre asociación y el recurso del oxímoron. El juego
de juntar elementos opuestos da la sensación de complemento fallido: “un pañuelo al que no
puede llorar”.

También podemos ver la influencia del cubismo que desarrolla la visión del hombre
fragmentado y compuesto de sus partes.

Parte de la riqueza del poema está dada por la convergencia de objetos disímiles que tiene la
capacidad de evocar múltiples sensaciones, emociones, recuerdos y asociaciones en el lector.

3. Piensan los viejos asnos

Ahora vestiríame
de músico por verle,
chocaría con su alma, sobándole el destino con mi mano,
le dejaría tranquilo, ya que es un alma a pausas,
en fin, le dejaría
posiblemente muerto sobre su cuerpo muerto.

Podría hoy dilatarse en este frío,


podría toser; le vi bostezar, duplicándose en mi oído
su aciago movimiento muscular.
Tal me refiero a un hombre, a su placa positiva
y, ¿por qué no? a su boldo ejecutante,
aquel horrible filamento lujoso;
a su bastón con puño de plata con perrito,
y a los niños
que él dijo eran sus fúnebres cuñados.
Por eso vestiríame hoy de músico,
chocaría con su alma que quedóse mirando a mi materia...

¡Mas ya nunca veréle afeitándose al pie de su mañana;


ya nunca, ya jamás, ya para qué!

¡Hay que ver! ¡qué cosa cosa!


¡qué jamás de jamases su jamás!

Se refiere al recuerdo cariñoso de “un hombre” que ha muerto. El hombre puede ser
cualquiera y remite a un hombre genérico.

Encontramos la añoranza que toma la forma de los gestos afectuosos y regalos que quisiera
darle, o en imaginar lo qué haría este hombre si estuviera presente ahora.

En este caso, “vestiríame de músico” es una forma completamente original de hacer


referencia, quizás, a una serenata, una canción predilecta y con un toque de humor, podemos
asociarlo con quienes aparecen disfrazados en las fiestas de cumpleaños de los niños: de
payaso, mago, el hombre araña, la princesa Elsa o “de músico”.

El peso de la presencia del hombre del poema aparece encarnada en sus prendas y en los actos
más rutinarios y cotidianos: “su bastón con puño de plata con perrito” y en el “verlo
afeitándose al pie de la mañana”.

De manera implícita hay una pregunta por la existencia y la trascendencia del hombre, dado
que su tiempo es efímero y este hombre que es cualquiera y a la vez es único en su
individualidad, desaparecerá: “¡qué jamás de jamases su jamás!”.

1. OBRA: PACO YUNQUE (1951)


Esta historia transcurre en una escuela de un pueblo innominado; si bien sabemos que el
personaje principal, Paco Yunque, procede del campo, no podríamos precisar si la escuela se
sitúa en la costa o la región andina peruana. Tampoco podemos precisar la época en que se
desenvuelven los hechos, aunque lo obvio sería situarlo en las primeras décadas del siglo XX.

El relato empieza con el primer día de clases de Paco Yunque, hijo de una empleada doméstica
que labora en la casa de Dorian Grieve, el gerente inglés de los ferrocarriles de la Peruvian
Corporation y alcalde del pueblo. Precisamente, la razón por la que Paco iba a la escuela era
para que acompañara en sus juegos y estudios a Humberto Grieve, el hijo de patrón, de la
misma edad de Paco.

Desde su llegada, Paco Yunque se enfrenta a la hostilidad de un lugar ajeno al campo donde
siempre había vivido. Sencillamente queda aturdido al ver tantos niños juntos y tanto bullicio.
Cuando ingresa al salón, el profesor lo sienta adelante, al lado de otro niño llamado Paco
Fariña, quien desde un primer momento se propone ser su protector, frente a los abusos y
maltratos de Humberto Grieve, quien se justifica aduciendo que Yunque es «su muchacho». El
profesor tolera o minimiza el comportamiento de Grieve, incluso su pereza y sus
despropósitos, solo por ser el hijo del hombre más poderoso del pueblo. Mientras que con el
resto de alumnos se muestra muy inflexible y severo.
Este abuso e impunidad se ve reflejada aún más durante el examen. El profesor les dicta un
cuestionario sobre el tema de los peces. Mientras todos se dedican a responder las preguntas,
Humberto se pasa el tiempo garabateando y haciendo dibujos en su cuaderno. Ya en el recreo,
se pone a jugar brutalmente con Paco Yunque, hasta hacerlo llorar; luego, de vuelta al salón,
sustrae el examen de Yunque, borra su nombre y pone el suyo. Al momento de la entrega de
los exámenes, Paco Yunque no sabe explicar la desaparición de su prueba y por lo tanto, es
descalificado y amonestado con reclusión. Grieve, quien entrega el examen de Yunque como el
suyo, obtiene la más alta nota y su nombre queda registrado en el cuadro de honor del colegio.
Lleno de impotencia por la injusticia, Paco Yunque se limita a llorar, mientras que su amigo
Paco Fariña lo trata de consolar.

2. OBRA: LOS HERALDOS NEGROS (1919)


Los heraldos negros (Lima, 1919) reúne poesías de filiación modernista, pero que son a la vez
el comienzo de la búsqueda de una diferenciación expresiva. La muerte, el dolor, la conciencia
de orfandad, el absurdo, el hogar de infancia, son algunos de los temas que Vallejo ya empieza
a tratar desde este poemario con un acento muy personal. Esos momentos de profundo dolor
que nos arrancan de nuestro devenir cotidiano ("las crepitaciones de algún pan que en la
puerta del horno se nos quema"), de las efímeras distracciones con las que pasamos el tiempo,
y que nos recuerdan que allí, al final, nos espera implacable la muerte. Dicen que se inspiró en
la realidad de los indígenas de su país. Y que no lo hizo, como otros hasta el momento lo
habían hecho, con una visión europeizante, folclórica, basada en mitos y lugares comunes, sino
que tomó los propios símbolos de esos indígenas. Quizás de allí proceda el lóbrego poder de su
obra.

3. OBRA: TRILCE (1922)

En una mistura de hechos, acontecimientos, ideas y recuerdos; Vallejo expresa una cadena de
sentimientos y emociones, resaltando la tristeza y melancolía ante una política aparentemente
rica ,pero verdaderamente pobre ,cubierta con una manta vieja y agujereada que solo es
limpiada por aquellas personas cuyos interese es aparentar una falsa imagen para luego
guardarla en un ataúd, una política donde el pueblo no vive en una tierra con grandes praderas
donde se puede observar la salida del sol en el horizonte ,sino en una prisión de grandes
paredes donde solo se escucha murmullos y radica un sentimiento de opresión, donde los
buenos son considerados como malos , los humildes y solidarios como presumidos ,los justos
como injustos . En este poemario queda en evidencia aquella fiera pacifista que llevaba dentro
Vallejo, una arma tan poderosa, pero tan sumisa a la vez, la palabra, la palabra que tiene el
poder de hacer resurgir de la cenizas a los hombres como un fénix renovado y luchador,
decidido a afrontar cualquier obstáculo con el fin mancomunado de ser verdaderamente
libres, de sentir la brisa del mar recorriendo nuestro rostro; César Vallejo es un ejemplo de
luchador, de héroe discreto por su ideología. Transmite un panorama realista del pueblo que
verdaderamente son como islas cuyos puentes que las conectan están derrumbados y se
aprecia la pobreza, la hambruna y agonía de mujeres, niños y acianos; Concentrándose la
riqueza en un punto y creando una ilusión de superioridad, dónde sus carros están oxidados,
sus casas están demolidas, sus negocios están en la quiebra y su alma sea ido y están
completamente muertos, como si realmente no hubiesen vivido y los considerados pobres y
abandonados, son los ricos, ricos de corazón, en valores, de sentimientos y sobre todo de alma
. Gracias a sus experiencias relata la situación económica difícil por las que atravesó (poema
XIV: Pero he venido de Trujillo a Lima. Pero gano un sueldo de cinco soles)y de aquellas noches
,en aquel cuarto, donde el oxígeno se agotaba lentamente y las esquinas se reducían cada vez
más tratando de inducir desesperación, un verdadero criadero de nervios , es en aquel lugar
conde se ponía a meditar y sacaba a flote sentimientos hacia un amor, era el rincón amado en
donde esperaba aquel caluroso abraso de ella para fusionar y unir sus almas, constituir una
unidad un universo y coser sus pensamientos para que siempre estén enlazados; Expresa
también recuerdos de su infancia, en donde jugaba y se sentía como un ave que podía volar
hacia cualquier dirección tenía una alma joven, inocente, limpia y pura y sobre todo revive el
amor que siente por su madre ,palabras de cariño que calentaban el corazón y le hacían sentir
vivo ,protegido y amado; Trilce cuenta con un contenido profundo, intelectual y realista del
misterioso pensar de Cesar Vallejo.

POESIAS DE ALCIDES SPELUCIN

CARBÓN MARINO

A Pedro Valer

¡El barco abandonado parece un alma en pena!

Tiene el negro ungimiento de las hechicerías;

medrosa, de su casco se aleja esa sirena

que tienta de pecado a las marinerías.

En las mágicas noches, ―azul y luna llena―

hay a su bordo danzas de fantasmagorías,

al ritmo chirriante de una vieja cadena

que reza un oxidado responso de agonías.

Alma de exorcizado, perfil de misa negra,

parece que en las noches, taumaturgo, señala

con el largo trinquete fantasmal que lo integra,

La exodación de Lyra, el paso de Saturno,

y el gesto de esos mundos que nos tienden su escala

de anhelos infinitos entre el azul nocturno!

EL POEMA DE LAS HORAS


 

A Mario Spelucín

La hora increíble

Raros instrumentos obsequian al viento

notas prohibidas e incomprensibles…

¡Es la medianoche! Dedos invisibles

han lanzado el disco del encantamiento.

Su cara de enferma, que el embrujamiento

de la luna ha dado gestos apacibles,

levanta mi ánima!… ¡Y se oyen terribles

aullidos de perros que beben absento!

¡Palabras untadas de luz y armonía!…

¡Gritos cabalísticos de honda poesía!…

¡Caballos que piafan al soplo vernal!…

¡Estatuas perdidas, jardines lontanos,

y la eucaristía de unas finas manos

sobre la fogata que arde en mi frontal!

NO TE LLEVÉIS AL NIÑO…

¡No te llevéis al niño! ¡Sus manitas rosadas

te buscan en un tierno balbuceo de rezo!

¡Vuelve la celestía de sus claras miradas!

¡Que sepa mis caricias y comprenda mi beso!

Como un Eros heleno él ha sido travieso;


sus cabellos de oro los tejieron la hadas…

¿Cómo es posible entonces que le hayan hecho preso

los tan oscuros lazos de fuerzas ignoradas?

¡Anímalo, Dios mío! ¡Que sea el mismo infante

inquieto y pequeñito, cariñoso y amante,

que me ha dado este fuego lacerado de Amor!

¡Ahuyenta de su carne ese obscuro desmayo,

y en la rubia mañana de algún jocundo mayo

te llevará sus rosas más fragantes, Señor!

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