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Espacios del Saber Slavo] Zizek

24. J. T ono M artínez (comp.), Observatorio siglo X X I Reflexiones sobre


arte, cultura y tecnología
25. E. Grüner, El fin de las pequeñas historias
26. P. Virilio, El procedimiento silencio
27. M . Onfray, Cinismos
28. A. Jmkielkraut, Una voz viene de la otra orilla
29. S. Zizek, Las metástasis del goce
30. I. Lewkowicz, Sucesos argentinos
31. R. Forster, Crítica y sospecha
32. D. Oubiña, J. L. Godard: El pensamiento del cine
33. F. Monjeau, La invención musical
34. P. Virno, El recuerdo del presente
35. A. Negri y otros, Diálogo sobre la globalización, la multitud y la
Las metástasis del goce
experiencia argentina
36. M .Jay, Campos de fuerza
37. S. Amin, Más allá del capitalismo senil
Seis ensayos sobre la mujer
38. P. Virno, Palabras con palabras
39. A. Negri, Job: la fuerza del esclavo y la causalidad
40. I. Lewkowicz, Pensar sin Estado
41. M .Jiard t, Gilles Deleuze. Un aprendizaje filosófico
42. S. Zizek, Violencia en acto. Conferencias en Buenos Aires Traducción de Patricia Willson
43. M . Plotldn y F. Neiburg, Intelectualesy expertos. La constitución del
conocimiento social en la Argentina
44. P. Ricoeur - Sobre la traducción
45. E. p rim er - La Cosa política o el acecho de lo Real
46. S. Z izek- El títere y el enano
47. E. Carrió y D. Mafia (comps.) - Búsquedas de sentido para una
nueva política
48. P. Furbank - Placeres mundanos
49. D. W eschler. y Y. Aznar - La memoria compartida. España y
Argentina en la construcciñon de un imaginario cultural

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, PAIDÓS d ||
Buenos Aires - Barcelona - México NIr
s
Titolo original: The Métastasés of Enjoyment. Six Essays on Woman and
Causalityv
© Slavo] Zizek, 1994
Londres, Verso, 1994
Cubierta de Gustavo Maori

891.844 Zizek, Slavoj


Z iZ Las m etástasis dei goce : seis ensayos sobre la mujer
y la causalidad.- I a ed. 1« reimp.- Buenos Aires : Paidós,
2005.
328 p. ; 21x13 cm - (Espacios dei saber)

Traducción de: Patricia W illson

ISBN 950-12-6529-3
I. Título - 1 . Ensayo Esloveno Introducción: De Sarajevo a Hitchcock... y a la inversa 11
I a edición, 2003 P r im e r a P a r t e
I a reimpresión, 2005
La causa
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright,
bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por 1. El callejón sin salida de la
cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la
distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos. “desublimación represiva” ........................................ 17
La teoría crítica contra el “revisionismo”
© 2003 de todas las ediciones en castellano psicoanalítico...................................................... 20
Editorial Paidós SAICF La contradicción como índice de la verdad teórica 27
Defensa 599, Buenos Aires
e-mail: literaria@editorialpaídos.com.ar
La “desublimación represiva” ................................ 30
www.paidosargentina.com.ar Habermas: el psicoanálisis como autorreflexión .. 40
“La preponderancia del objeto” ............................ 47
Queda heclio el depdsito que previene la Ley 11.723
Impreso en la Argentina - Printed in Argentina
2. ¿El sujeto tiene causa?................................................ 49
Lacan: de la hermenéutica a la causa................... 49
Entre la sustancia y el sujeto................................. 57
Impreso en Primera Clase, El silogismo del cristianismo................................ ' 64
California 1231, Ciudad de Buenos Aires, en marzo de 2005
Tirada: 1000 ejemplares
¿Por qué Hegel no es un humanista ateo?.......... 70
El enigma de la “memoria mecánica”.................. 74
La lógica hegeliana del significante...................... 81
ISBN 950-12-6529-3
o Slavoj Zizek
3. El superyó por defecto................................................ 87 Las “fórmulas de la sexuación” ............. ............... 233
Una Ley que goza................................................. 87
El sujeto escindido de la interpelación................ 92 A p é n d ic e
Kundera, o cómo gozar de la burocracia............. 101 Toma de partido: una autoentrevista
“¡No cedas en tu deseo!”....................................... 105
Mal del yo, mal del superyó, mal del ello............ 113 La destitución subjetiva .............. 249
La mirada impotente y su culpa........................... 119 ¿Por qué la cultura popular?......... ................
La guerra de los fantasmas.................................... 123 El fantasma y el objeto a............................................
257
263
Atravesando el fantasma........................................ 129 Psicoanálisis, marxismo, filosofía................... 270
Se g u n d a Pa r te
El sujeto descentrado............ ............... 274
La mujer Lacan y Hegel.................. 278
Lacan, Derrida, Foucault........................................... 285
4. El amor cortés, o la mujer como la Cosa.................. 135 “Falocentrismo” ......................................................... 295
El teatro masoquista del amor cortés.................. 135 Poder........................................................................... 301
El cortés “demonio de la perversidad” ................ 144 Del patriarcado al cinismo......................................... 304
Ejemplos................................................................ 153 Bosnia..................................................................... 311
Del juego cortés a Eljuego de las lágrimas............ 158 índice analítico............. 321
Eljuego de las lágrimas va a Oriente..................... 162
5. David Lynch, o la depresión femenina..................... 169
Lynch como prerrafaelita...................................... 169
Una voz que desuella el cuerpo........................... 173
Una fisura en la cadena causal............................. 176
El nacimiento de la subjetividad a partir
de la depresión femenina.................................. 180
La pura superficie del acontecimiento de sentido 187
Deleuze como materialista dialéctico.................. 191
Los problemas de la “génesis real” ...................... 197
6. Otto Weininger, o “La mujer no existe”................... 205
“La mujer es total y únicamente sexual...” .......... 206
La femenina “noche del mundo”......................... 214
Más allá del falo..................................................... 224
Introducción:
De Sarajevo a Hitchcock...
y a la inversa

¿Dónde podemos captar el “goce como factor político” en


su más pura expresión? Una famosa foto de la época de los po­
gromos antisemitas del nazismo muestra a un aterrorizado
muchacho judío rodeado por un grupo de alemanes. El grupo
es en extremo interesante, pues las expresiones de sus miem­
bros muestran la escala completa de reacciones posibles: uno
de ellos “goza” de una manera inmediata, estúpida; otro está
claramente asustado (tal vez tiene la premonición de que él
puede ser el próximo); la fingida indiferencia del tercero ocul­
ta tina curiosidad que acaba de despertar, y así sucesivamente,
hasta la expresión única de un hombre joven que se siente ob­
viamente molesto, incluso disgustado por toda la situación, in­
capaz de entregarse sin reservas a ella, aunque al mismo
tiempo fascinado, gozando con una intensidad que supera de
lejos la estupidez del placer inmediato. Es el máspeligroso: su in­
decisión temblorosa corresponde exactamente a la expresión
única del Hombre de las Ratas, referida por Freud, mientras
relataba la historia de la tortura de la rata: “En los momentos
más importantes, mientras estaba narrando su historia, su ros­
tro adquiría una expresión extraña y compleja. Sólo podía
interpretarla como una expresión de horror ante su propio pla­
cer, del cual él mismo no era consciente”.11
1. Sigmund Freud, “Notes upon a case of obsessional neurosis”, en Ja-
12 Slavoj Zizek Introducción 13
Este goce es el elemento generativo primordial, con sus ta en una colina cercana; en una disco que funciona “normal­
metástasis que se esparcen en dos series interrelacionadas: mente”, aunque uno puede oír explosiones de fondo; en una
una política y la otra sexual, que explican la división de este joven que se abre paso entre ruinas rumbo a la corte para ob­
libro en dos partes. Entonces, ¿cómo hemos de concebir esa tener su divorcio y poder empezar una nueva vida con su
interrelación? En el otoño de 1992, al cabo de una conferen­ amante; en el número del mensuario bosnio sobre cine que
cia sobre Hitchcock que di en una universidad estadouniden­ apareció en Sarajevo en la primavera de 1993 y publicaba en­
se, un miembro del público me preguntó indignado: ¿Cómo sayos sobre Scorsese y Almodóvar...
puede hablar de un tema tan insignificante cuando su país de Lo insoportable no es la diferencia. Lo insoportable es el
origen arde en llamas? Mi respuesta fue: ¿Cómo ustedes, en hecho de que, en cierto sentido, no haya diferencia: no hay
Estados Unidos, pueden hablar sobre Hitchcock? No hay na­ exóticos “balcánicos” sedientos de sangre en Sarajevo, sino
da traumático en que me comporte como conviene a una víc­ ciudadanos normales como nosotros. En el momento en que
tima, relatando los horribles acontecimientos de mi país; esta tomamos nota de este hecho, la frontera que “nos” separa de
conducta no puede sino despertar compasión y un falso sen­ “ellos” está expuesta en toda su arbitrariedad, y nos vemos
timiento de culpa que es el negativo de la satisfacción narci- forzados a renunciar a la segura distancia de observadores ex­
sista, es decir, de la conciencia de mi público de que todos ternos: como en la cinta de Moebius, la parte y el todo coin­
están bien mientras las cosas funcionan mal para mí. Pero ciden, de modo que ya no es posible trazar una línea clara y
violo una prohibición tácita en el momento en que comien­ nítida de separación entre nosotros, que vivimos en una paz
zo a comportarme como ellos y a hablar sobre Hitchcock, no “verdadera”, y los residentes de Sarajevo, que fingen vivir en
sobre los horrores de la guerra en la ex Yugoslavia... paz tanto como les es posible; entonces estamos forzados a
Esta experiencia personal dice mucho sobre lo que es real­ admitir que, en cierto sentido, también nosotros imitamos la
mente intolerable para la mirada occidental en el actual con­ paz, vivimos en la ficción de la paz. Sarajevo no es una isla,
flicto de los Balcanes. Basta con recordar el informe típico una excepción dentro del mar de normalidad; por el contra­
desde la sitiada Sarajevo: los reporteros compiten entre sí por rio, esta pretendida normalidad es en sí misma una isla de ficr
encontrar la escena más repulsiva -cuerpos lacerados de ni­ ciones dentro de la guerra común. Esto es lo que tratamos de
ños, mujeres violadas, prisioneros famélicos-: todo es buen eludir estigmatizando a la víctima, es decir, ubicándola en el
pasto para los hambrientos ojos occidentales. Sin embargo, mancillado espacio entre dos muertes: como si la víctima fue­
los medios no son tan pródigos en palabras para referirse al ra un paria, una suerte de muerto vivo confinado al sagrado
modo como los residentes de Sarajevo se desesperan por espacio del fantasma.
mantener la apariencia de una vida normal. La tragedia de Esta experiencia explica el contexto teórico y político de
Sarajevo puede resumirse en un empleado de cierta edad que este libro. La Primera Parte analiza el rol estructural de la
camina hacia su oficina diariamente, pero tiene que apurar el violencia en el capitalismo tardío, proporcionando un tras­
paso en ciertos lugares pues un francotirador serbio se ocul- fondo político-ideológico más amplio a los recientes horro­
res en Bosnia; la Segunda Parte está centrada en las
mes Strachey (ed.), The Standard Edition of the Complete Psychological Works vicisitudes de la figura de la mujer en el arte y la ideología
of Sigmund Freud, vol. 10, Londres, Hogarth Press, 1955, pp. 166-7. [Ed. modernos; el objetivo es “rescatar” para el pensamiento pro­
cast.: “A propôsito de un caso de neurosis obsesiva”, Ohras Complétas, Bue­ gresista a autores que habitualmente son descalificados como
nos Aires, Amorrortu Editores (AE), 1978-1985, vol. 10.] reaccionarios perdidos. Las dos partes del libro, lejos de per-
14 Slavoj Zizek
íenecer a dos ámbitos diferentes, el del análisis político y el
de los estudios culturales, se relacionan entre sí como las dos
superficies de la cinta de Moebius: si avanzamos lo suficiente
en una superficie, nos encontramos de pronto en la superfi­
cie opuesta. En la Primera Parte, el análisis de la ideología
conduce a los lazos entre violencia y jouissance féminine-, en la
Segunda Parte, el examen del estatuto discursivo de las mu­
jeres vira continuamente al tópico de las relaciones de poder.

Primera parte
La causa
1 . El callejón sin salida
de la “desublimación
ó jj
represiva

Uno de los rituales periódicos de nuestra vida intelectual


consiste en que, de tanto en tanto, el psicoanálisis es declara­
do démodé, superado, finalmente muerto y enterrado. La es­
trategia de esos ataques es bien conocida, y tiene tres motivos
principales:
® alguna nueva “revelación” sobre la “escandalosa” con­
ducta científica o personal de Freud; por ejemplo, su
supuesto escape de la realidad de la seducción paterna
(véase El asalto a la verdad, de Jeffrey Masson);
® las dudas que surgen acerca de la eficacia de la terapia
psicoanalítica: si tal terapia funciona, es el resultado de
la sugestión del analista; esta duda está generalmente
sustentada por las noticias (que también aparecen re­
gularmente) de un gran descubrimiento en biología: fi­
nalmente, se han descubierto las bases neuronales, etc.,
de los desórdenes mentales...
® el rechazo del estatuto científico del psicoanálisis: és­
te sería, en el mejor de los casos, una interesante y
provocativa descripción literario-metafórica del mo­
do como funciona nuestra mente; en definitiva, no se
trata de una ciencia capaz de formular claras relacio­
nes causales.
18 Slavoj Zizek E l callejón sin salida de la “desublimación represiva ” 19
Desde el punto de vista del materialismo histórico, mucho na volver, de tanto en tanto, a las bases, esto es, a las pregun­
más interesante que la crítica inherente a estos ataques es su tas más “ingenuas”, más elementales. ¿Es el psicoanálisis la
interpretación como indicadores del estado de la ideología en versión más radical del determínismo psíquico?, ¿es Freud un
un momento histórico determinado. Es fácil demostrar que “biologista de la mente”?, ¿denuncia el psicoanálisis a la
el reciente resurgimiento de la teoría de la seducción (el abu­ mente misma como juguete del determínismo inconsciente
so sexual parental del niño como causa de sus posteriores y, en consecuencia, a su libertad como ilusión? O, por el
perturbaciones psíquicas) es ciego a la idea fundamental de contrario, ¿es el psicoanálisis la “hermenéutica profunda”
Freud sobre el carácter fantasmático del trauma; es decir que que abre un nuevo campo para el análisis del sentido demos­
niega la autonomía del campo psíquico y reafirma la noción trando cómo, aun en el caso de (lo que parecen ser) pertur­
tradicional de una cadena causal lineal. Sin embargo, es más baciones puramente fisiológicas, estamos ante la dialéctica
productivo ubicar este resurgimiento en el contexto del mo­ del sentido, ante la comunicación distorsionada del sujeto
do narcisista de subjetividad del capitalismo tardío, dentro consigo mismo y su Otro? Lo primero que debe notarse es
del cual el “otro” como tal -el otro real, deseante- es experi­ que esta dualidad está reflejada en el edificio mismo de la teo­
mentado como una perturbación traumática, como algo que ría freudiana, bajo la forma de la dualidad de la metapsicoló-
interrumpe violentamente el cerrado equilibrio de mi yo. gica teoría de las pulsiones (estadio oral, anal, fálico, etc.), que
Todo lo que haga el otro -él o ella me acaricia, él o ella fu­ se basa en las metáforas físicas y biológicas de los “mecanis­
ma, él o ella me formula un reproche, él o ella me mira con mos”, la “energía” y los “estadios”, y las interpretaciones (de
lascivia, incluso él o ella no festejan mi broma sinceramen­ los sueños, los chistes, la psicopatología de la vida cotidiana,
te- es (potencialmente, al menos) una violenta usurpación los síntomas...), que siguen estando ampliamente dentro del
de mi espacio.1 campo del sentido.
En el nivel intrínsecamente teórico, todos estos ataques se ¿Prueba esta dualidad que Freud no resolvió el antagonis­
centran en el problema de la causalidad: o se asume el punto mo de la causalidad y el sentido? ¿Es posible reunir ambos as­
de vista “científico” y se critica el psicoanálisis porque no for­ pectos en una “teoría unificada del campo freudiano”, para
mula leyes causales exactas y verificables, o se asume el punto evocar la adecuada formulación einsteiniana de Jacques-Alain
de vista de las Geistemissenschaften y se critica el psicoanálisis Miller? Evidentemente, ninguna solución podrá encontrarse
por “reificar” la dialéctica intersubjetiva en el nexo de las re­ en la “síntesis” pseudodialéetica de ambos aspectos, ni en la
laciones causales, reduciendo así al individuo a marioneta a postulación de uno de ellos como clave del otro. Ya no pode­
merced de los mecanismos inconscientes. La única manera mos concebir la noción de determínismo causal de la psique
de responder a estas acusaciones efectivamente es, por ende, como caso paradigmático de la “reificación” objetivista, de la
proporcionar una explicación completa de cómo el psicoa­ errónea interpretación positivista de la dialéctica subjetiva
nálisis se sitúa respecto del par tradicional Naturwissen- del sentido, como tampoco podemos reducir el campo de és­
schaften y Geistemissenschaften, es decir, el determínismo cau­ te a una ilusoria experiencia regulada por ocultos mecanis­
sal y la hermenéutica. Para mantener viva nuestra conciencia mos causales. Sin embargo, ¿qué sucedería si el verdadero
del verdadero alcance de la revolución freudiana, vale la pe-1 alcance de la revolución freudiana debiera ser buscado en su
modo de socavar la oposición misma entre hermenéutica y
1. Resulta evidente, pues, que lo que la comedón política combate es explicación, entre sentido y causalidad? Hasta ahora, la con­
simplemente la manifestación del deseo del otro. cepción explícita del psicoanálisis como ciencia que cuestio­
20 Slavoj Zizek E l callejón sin salida de la “desublimación represiva 21
na la oposición de la hermenéuica y la explicación,causal ha de a sí mismo en su proyecto existencial, cuyos determinan­
provenido sólo de dos fuentes: la Escuela de Frankfurt y tes instintuales objetivos son meros constituyentes “inertes”
Jacques Lacan. que adquieren su significación dentro del marco de la activa
y totalizadora relación del hombre con el mundo. En el nivel
L a t e o r ía c r ít ic a c o n t r a
propiamente psicoanalítico, este enfoque equivale, desde lue­
e l “ r e v is io n is m o ” p s ic o a n a l ít ic o
go, a reafirmar el rol central del yo como instancia de la sín­
tesis: la fuente primaria del desorden psíquico no es la
Mucho antes de Lacan, la Escuela de Frankfurt articuló su represión de los deseos ilícitos, sino más bien el entorpeci­
propio proyecto de “retorno a Freud” como reto al “revisio­ miento del potencial creativo del hombre. Así, los desórdenes
nismo” psicoanalítico. Para marcar los contornos de este “re­ psíquicos incluyen la “realización existencial” contrariada; las
torno a Freud” de Russell Jacoby, La amnesia social,2 puede relaciones interpersonales inauténticas; la falta de amor y
servir como referencia inicial: tal como lo indica el subtítulo confianza; las condiciones reificadas del trabajo moderno y el
(“Una crítica de la psicología conformista, de Adler a conflicto moral provocado por las demandas de un entorno
Laing”), el libro analiza el “revisionismo” analítico en su to­ alienado, que fuerza al individuo a renunciar a su verdadero
talidad, desde Adler y Jung hasta la antipsiquiatría, sin omitir Yo y a usar máscaras. Aun cuando los desórdenes psíquicos
a los neofreudianos y los posfreudianos (Fromm, Horney, asuman la forma de perturbaciones sexuales, la sexualidad si­
Sullivan), así como las diferentes versiones del psicoanálisis gue siendo un escenario en el cual están representados los
“existencial” o “humanista” (Allport, Frankl, Maslow). El ob­ conflictos más fundamentales (relacionados con la realización
jetivo principal de Jacoby es demostrar que toda esta orienta­ creativa del yo, la necesidad de una comunicación auténtica,
ción equivale a urna progresiva “amnesia” respecto del núcleo etc.). (La ninfómana, por ejemplo, sólo expresa de forma alie­
sociocrítico del descubrimiento freudiano. De un modo u nada y reificada, determinada por la insistencia de la sociedad
otro, todos estos autores y analistas le reprocharon a Freud en que las mujeres sirvan como objetos de satisfacción sexual,
sus supuestos “biologismo”, “pansexualismo”, “naturalismo” su necesidad de un contacto interpersonal estrecho.) Según
o “determinismo”: suponen que Freud concibió al sujeto co­ esta perspectiva, el inconsciente no es un depósito de pulsio­
mo una entidad “monádica”, como un individuo abstracto a nes ilícitas, sino más bien el resultado de conflictos morales y
merced de determinantes objetivos, como el campo de bata­ de bloqueos creativos que se vuelven insoportables para el su­
lla de “instancias” reificadas. Supuestamente, Freud abrazó jeto.
tal concepción sin considerar el contexto concreto de la prác­ En consecuencia, el “revisionismo” aboga por una “socia­
tica intersubjetiva del individuo, sin ubicar la estructura psí­ lización” y una “historización” del inconsciente freudiano: a
quica del individuo dentro de su totalidad sociohistórica. Freud se le reprocha que haya proyectado hacia la “eterna
Los “revisionistas” se oponen a esta concepción “limita­ condición humana” rasgos que dependen estrictamente de
da” en nombre del hombre como ser creativo que se trascien­ circunstancias históricas específicas (el carácter “anal” sado-
masoquista está imbricado con el capitalismo, etc.). Con
Erich Fromm, esta orientación revisionista adquiere un
2. Jacoby, Russell, Social Amnesia: A Critique of Conformist Psychology abierto giro marxista: Fromm apunta a detectar en el super-
from Adler to Laing, Brighton, Harvester, 1977. [Ed. cast.: La amnesia social,
Barcelona, 2 Cultures, 1977.]
yó la “internalización” de las instancias ideológicas histórica­
mente específicas, y trata de integrar el complejo de Edipo en
22 Slavoj Zizek E l callejón sin salida de la adesublimación represiva ” 2d
la totalidad del proceso social de producción y reproducción. Tal “historización” del edificio teórico freudiano no tiene
Sin embargo, los miembros de la Escuela de Frankfurt, en es­ nada en común con la focalización en los problemas sociocul-
pecial Theodor Adorno y Herbert Marcase, combaten esta turales, en los conflictos morales y emocionales del yo; antes
tendencia “revisionista” desde el comienzo, en nombre de un bien, se alza contra el gesto revisionista de “domesticar” el
estricto enfoque materialista histórico: en el llamado Kultur- inconsciente, es decir, de atenuar la tensión fundamental e
ismus-Debatte, la primera gran escisión dentro de la Escuela irresoluble entre el yo, que está estructurado de acuerdo con
de Frankfurt, estaba precisamente en juego el repudio del re­ las normas sociales, y las pulsiones inconscientes, que se opo­
visionismo neofreudiano de Fromm. nen al yo; es la tensión misma la que le confiere a la teoría
¿Cuáles eran, entonces, las objeciones de la Escuela de freudiana su potencial crítico. En una sociedad alienada, el
Frankfurt a este intento revisionista de “socializar” a Freud campo de la “cultura” está fundado en la exclusión violenta
desplazando el acento desde el conflicto libidinal entre el yo (la “represión”) del núcleo libidinal del hombre, que asume
y el ello hasta los conflictos sociales y éticos del yo? Mientras entonces la forma de una cuasi “naturaleza”: la “segunda na­
que el “revisionismo” reemplaza “naturaleza” (las pulsiones turaleza” es la prueba petrificada del precio pagado por el
“arcaicas”, “preindividuales”) por “cultura” (el potencial “progreso cultural”, la barbarie inherente a la “cultura” mis­
creativo del individuo, su alienación en la “sociedad de ma­ ma. Esta lectura “jeroglífica”, que detecta en el reservorio
sas” contemporánea), para Adorno y Marcuse, el verdadero cuasi biológico de las pulsiones los rastros de la historia con­
problema reside en esta “naturaleza” misma. En lo que apare­ gelada, fue practicada ante todo por Marcuse:
ce como “naturaleza”, como herencia biológica o, al menos,
filogenética, el análisis crítico debe descubrir los rastros de la A diferencia de los revisionistas, Marcuse se aferra a los con­
mediación histórica. La “naturaleza” psíquica es el resultado ceptos cuasi biológicos de Freud, pero más fielmente que
de un proceso histórico que, en razón del carácter alienado Freud mismo -y contra Freud, los despliega-. Los revisio­
de la historia, asume la forma “reificada”, “naturalizada” de nistas introducen en el psicoanálisis la historia, la dinámica
su opuesto, de un estado de cosas pre-histórico y dado: social, desde el exterior, por así decirlo, mediante valores,
normas, objetivos sociales. Marcuse encuentra la historia
Los “factores subindividuales y preindividuales” que definen al dentro de los conceptos. Interpreta el “biologismo” de Freud
individuo pertenecen al dominio de lo arcaico y lo biológico; como naturaleza segunda, como historia petrificada.4
pero no es una cuestión de pura naturaleza. Antes bien, es una Es imposible pasar por alto el fondo hegeíiano de esta no­
segunda naturaleza-, la historia que se ha esclerosado en natura­ ción de inconsciente: la apariencia de una objetividad positi­
leza. La distinción entre naturaleza y segunda naturaleza, si
bien no es familiar para la mayor parte del pensamiento social, va, de una fuerza “sustancial” que determina al sujeto desde
es vital para la teoría crítica. Lo que constituye la segunda na­ afuera, debe concebirse como el resultado de la alienación del
turaleza para el individuo es historia acumulada y sedimenta­ sujeto, que no se reconoce en su propio producto; en resu­
da. Lo que coagula es la historia durante tanto tiempo no men, el inconsciente representa la “sustancia psíquica aliena­
liberada -historia tanto tiempo monótonamente opresiva-. La da”. Sin embargo, no basta con decir que la Escuela de
segunda naturaleza no es simplemente naturaleza o historia, Frankfurt descubre la historia allí donde Freud sólo veía las
sino historia congelada que emerge como naturaleza.3 pulsiones naturales; decir esto no explica el estatuto efectivo,
3. Ibíd., p. 31. 4. Ibíd.
24 Slavoj Zizek E l callejón sin salida de la “desublimación represiva” 25
real de la “segunda naturaleza”. La apariencia bajo la cual el dicción es la imposibilidad de distinguir teóricamente entre
inconsciente se presenta como pulsiones “arcaicas”, cuasi la represión de una pulsión y su sublimación-, todo intento de
“biológicas”, es en sí misma una indicación de una realidad trazar una clara línea divisoria entre ambos conceptos funcio­
social “reíficada”; como tal, esta apariencia no es una simple na como una construcción auxiliar inapropiada. Esta falla
ilusión que debe abolirse mediante la “historización” del in­ teórica señala la realidad social, en la cual toda sublimación
consciente, sino la manifestación adecuada de una realidad histó­ (todo acto psíquico que no apunta a la satisfacción inmediata
rica que es en sí misma “falsa”, es decir, alienada, invertida. En de una pulsión) está necesariamente afectada por el estigma
la sociedad contemporánea, los individuos no son sujetos de la represión patológica o, al menos, patógena. Hay, pues,
efectivamente “condenados a la libertad”, comprometidos en una indecisión constitutiva y radical que corresponde a la in­
realizar sus proyectos existenciales; son átomos a merced de tención fundamental de la teoría y la práctica psicoanalíticas:
las fuerzas cuasi “naturales” alienadas, y no están en condi­ la escisión entre el gesto “liberador” respecto del potencial li-
ciones de “mediar” ni de extraer sentidos de ellas. Por este bidinal y el “resignado conservadurismo” de aceptar la repre­
motivo, el enfoque freudiano, que priva al yo de su autono­ sión como el precio que es necesario pagar por el progreso de
mía y describe la dinámica de las pulsiones “naturalizadas” a la civilización.
las que está sometido el sujeto, está mucho más cerca de la La misma impasse se repite en el nivel del tratamiento: en
realidad social que cualquier glorificación de la creatividad sus comienzos, el psicoanálisis, inspirado por la pasión de un
humana. Iluminismo radical, exigía la demohción de toda instancia de
Aunque se encuentren en Freud algunos pasajes que control autoritario sobre el inconsciente. Sin embargo, con la
apuntan a una “mediación” histórica de la dinámica de las diferenciación tópica entre el ello, el yo y el superyó, la tera­
pulsiones,5 su posición teórica implica, sin embargo, la con­ pia analítica apuntó cada vez más no a demoler el superyó, sino
cepción de las pulsiones como determinaciones objetivas de a establecer la “armonía” de las tres instancias; los analistas
la vida psíquica. Según Adorno, esta noción “naturalista” in­ introdujeron la distinción auxiliar entre el superyó “neuróti­
troduce en el edificio freudiano una contradicción irresolu­ co, compulsivo” y el superyó “sano”, saludable -puro desati­
ble: por una parte, todo el desarrollo de la civilización está no teórico, pues el superyó se define por su naturaleza
condenado, al menos implícitamente, debido a la represión “compulsiva”-. En los trabajos del propio Freud, el superyó
de potenciales pulsionales en beneficio de las relaciones so­ ya emerge como una construcción auxiliar cuya función es
ciales de dominación y explotación; por otra parte, la repre­ resolver los roles contradictorios del yo. El yo representa la
sión como renuncia a la satisfacción de pulsiones está instancia de la conciencia y el control racional que media en­
concebida como la condición necesaria e insuperable de la tre las fuerzas intrapsíquicas y la realidad exterior: restringe
emergencia de actividades humanas “más elevadas”, es decir, las pulsiones en nombre de la realidad. Sin embargo, esta
de la cultura. Una consecuencia intrateórica de esta contra­ “realidad” -realidad social alienada- fuerza a los individuos a
renuncias que no pueden aceptar de manera consciente, ra­
S. Jacoby cita el siguiente pasaje de una carta publicada por Jones que cional.
concibe toda compulsión interna como la internalización de una presión Así, pues, el yo, como representante de la realidad, opera
originalmente externa: “toda barrera interna de represión es el resultado paradójicamente en apoyo de las prohibiciones inconscientes,
histórico de una obstrucción externa. Así pues, la oposición es incorporada irracionales. En síntesis, necesariamente quedamos bloquea­
dentro [Verinnerlichung der Widerstände]; la historia de la humanidad está dos en la contradicción según la cual “el yo -en la medida en
depositada en las actuales tendencias innatas a la represión” (ibíd , p. 32).
26 Slavoj Zizek E l callejón sin salida de la “desublimación represiva ” 27
que representa la conciencia- debe ser el opuesto de la repre­ La c o n t r a d ic c ió n c o m o ín d ic e d e l a v e r d a d t e ó r ic a
sión, aunque simultáneamente -en la medida en que es en sí
mismo inconsciente- debe ser la instancia de la represión”.6 En este punto, debemos ser cuidadosos para no pasar por
Por esta razón, todos los postulados acerca del “yo fuerte” alto las cuestiones epistemológicas y prácticas que están en
adoptados por los revisionistas son profundamente ambi­ juego en Adorno: de ninguna manera apunta a “resolver” o
guos: las dos operaciones del yo (la conciencia y la represión) “abolir” esta contradicción por medio de una “clarificación”
están inextricablemente imbricadas, de modo que el método conceptual; por el contrario, apunta a concebir esta contradic­
“catártico” del primer psicoanálisis, animado por la exigencia ción como índice inmediato de la “contradicción ”, es decir, del anta­
de demoler las barreras de la represión, inevitablemente ter­ gonismo que corresponde a la realidad social misma, en la cual
mina demoliendo el yo mismo, es decir, desintegrando los todo desarrollo de capacidades “superiores” (“espirituales”)
“mecanismos de defensa que operan en las resistencias, sin se paga mediante la “represión” de las pulsiones en beneficio
los cuales sería imposible sostener la identidad del yo como de la dominación social; en la cual el reverso de toda “subli­
oposición a los múltiples deseos de las pulsiones”;7 por otra mación” (el redireccionamiento de la energía libidinal hacia
parte, toda exigencia de fortalecimiento del yo entraña una objetivos no sexuales, “más elevados”) es una opresión inde­
represión aún mayor. leble, “bárbara”, violenta. Lo que en primera instancia pare­
El psicoanálisis escapa de este callejón sin salida por me­ ce una “insuficiencia teórica” o una “imprecisión conceptual”
dio de una solución de compromiso, un “absurdo práctico- de Freud, posee un valor cognitivo inherente, pues marca el
terapéutico según el cual los mecanismos de defensa deben punto mismo en el cual su teoría se toca con la verdad. Y es
ser alternativamente demolidos y fortalecidos”:8en el caso de precisamente esta “contradicción” insoportable lo que los di­
las neurosis, donde el superyó es demasiado fuerte y el yo no versos revisionismos intentan evitar, cuyo aguijón intentan
es lo bastante fuerte para proporcionar la satisfacción míni­ suavizar en nombre de un “culturalismo” que aboga por la
ma de las pulsiones, la resistencia del superyó debe ser que­ posibilidad de una “sublimación” no represiva, de un “desa­
brada; mientras que en el caso de las psicosis, donde el rrollo de los potenciales creativos humanos” no saldado por
superyó, la instancia de la normalidad social, es demasiado el mudo sufrimiento articulado en las formaciones del in­
débil, debe ser reforzada. El objetivo del psicoanálisis y su ca­ consciente. Se construye, pues, un edificio teórico homogé­
rácter contradictorio reproducen, por ende, el antagonismo neo y coherente, pero lo que se pierde es simplemente la
social fundamental, la tensión entre los deseos del individuo verdad del descubrimiento freudiano. La teoría crítica, por el
y las exigencias de la sociedad. contrario,
[...] valora a Freud en tanto pensador no ideológico y en
tanto teórico de las contradicciones -contradicciones que
sus sucesores intentan abandonar y enmascarar-. En esto
6. Theodor W. Adorno, “Zum Verhältnis von Soziologie und Psycho­ Freud era un pensador burgués “clásico”, mientras que los
logie”, en Gessellschafstheorie und Kulturkritik, Francfort, Suhrkamp, 1975, revisionistas eran ideólogos “clásicos”. “La grandeza de
p. 122. Freud”, escribió Adorno, “consiste en que, como todos los
7. Ibid., p. 131. grandes pensadores burgueses, dejó sin resolver esas con­
8. Ibid., p. 132. tradicciones y desdeñó la afirmación de una pretendida ar­
28 Slavoj Zizek E l callejón sin salida de la “desublimación represiva ” 29

monía en la cual la cosa misma es contradictoria. Reveló el “socialización” sumaria del inconsciente: el complemento so­
carácter antagónico de la realidad social”.9 cio-psicológico de la naturalización del inconsciente
Aquellos que alinean la Escuela de Frankfurt con el “fren- es meramente la mentira consolidada. Por una parte, la com­
do-marxismo” encuentran aquí su primera sorpresa: desde el prensión psicológica, sobre todo la distinción entre consciente
vamos, Adorno denuncia la falla y la falsedad teórica intrínsecas e inconsciente, está aplanada; por otra, las fuerzas motrices de
en los intentos “freudo-marxistas” de proveer un lenguaje co­ la sociedad están falseadas en poderes psicológicos, más preci­
samente, en los poderes de la superficial psicología del yo.13
mún para el materialismo histórico y el psicoanálisis, es decir,
un puente entre las relaciones sociales objetivas y el sufrimien­ La “socialización” precipitada del inconsciente se venga,
to concreto del individuo. Esta falla no puede ser pensada me­ pues, doblemente: la severidad de la represión social está des­
diante el procedimiento teórico inmanente de la “superación” dibujada (dado que todo su impacto puede ser descifrado só­
del carácter “parcial” tanto del psicoanálisis como del materia­ lo a partir de los estigmas del inconsciente excluido de lo
lismo histórico gracias a algún tipo de “síntesis mayor”, dado Social) y las relaciones sociales están subrepticiamente trans­
que registra el “conflicto real entre lo Particular y lo Univer­ formadas en relaciones psíquicas; de este modo, los dos polos
sal”,101entre la experiencia del individuo y la totalidad social ob­ del antagonismo desaparecen: la heterogeneidad radical del
jetiva. La “autonomía” del sujeto psicológico es, desde luego, inconsciente y la objetividad reificada, “no psíquica”, de las
un señuelo ideológico que proviene de la “opacidad de la ob­ relaciones sociales.14
jetividad alienada”:11la impotencia del individuo frente a la obje­ Esta “regresión” teórica del revisionismo emerge clara­
tividad social está ideológicamente invertida en la glorificación mente a través de la relación planteada entre teoría y terapia.
del sujeto monádico. La noción de sujeto “psicológico”, de re- Poniendo la teoría al servicio de la terapia, el revisionismo
servorio “inconsciente” de pulsiones independientes de la me­ anula su tensión dialéctica: en una sociedad alienada, la tera­
diación social, es, pues, incuestionablemente, el efecto pia está destinada en última instancia al fracaso, y las razones
ideológico de las contradicciones sociales. de este fracaso son proporcionadas por la teoría misma. El
La no simultaneidad del inconsciente y del consciente reve­ “éxito” terapéutico equivale a la “normalización” del pacien­
la simplemente los estigmas de una evolución social contra­ te, a su adaptación al funcionamiento “normal” de la socie­
dictoria. El inconsciente acumula lo que queda rezagado en dad existente, mientras que el aporte crucial de la teoría
el sujeto, lo que no es tenido en cuenta por el progreso y el psicoanalítica consiste precisamente en explicar cómo la “en-
Uuminismo.12 13. Ibíd., p. 110.
14. Ni siquiera Freud logra escapar de este “cortocircuito” entre la vi­
A pesar del énfasis legítimo en la mediación social de to­ da libidinal y la realidad social: el reverso paradójico de su desconocimiento
do contenido psíquico, es imperativo mantener la tensión de la mediación social del contenido psíquico es su traducción precipitada
dialéctica entre la psique y lo social, con el fin de evitar la del contenido psíquico en acontecimientos sociales supuestamente reales,
como es el caso de su postulado del hecho prehistórico del parricidio. Es­
9. Jacoby, Social Amnesia, pp. 27-28. te postulado es posible sólo si uno olvida las premisas básicas de la teoría
10. Adorno, “Zum Verhältnis”, p. 97. psicoanalítica, según las cuales “la realidad social entra en el inconsciente
11. Ibíd., p. 106. sólo en la medida en que éste está ya ‘traducido’ en el lenguaje del ello”
12. Ibíd., p. 113. (ibíd., p. 112).
30 Slavoj Zizek E l callejón sin salida de la “desublimación represiva ” 31
fermedad mental” proviene de la estructura misma del orden quica alienada (el “inconsciente”) -condición que convierte
social existente; es decir que la locura individual está basada en superfluo al psicoanálisis mismo-. Sin embargo, Freud
en cierto “malestar” que es endémico en la civilización como concebía su propia teoría como positiva, describiendo la con­
tal. Así, la subordinación de la teoría a la terapia requiere la dición inalterable de la civilización. Debido a esta limitación,
pérdida de la dimensión crítica del psicoanálisis: es decir, porque concebía la “sublimación represiva” (la re­
presión traumática qua reverso de la sublimación) como
El psicoanálisis como terapia individual actúa necesariamen­ constante antropológica, Freud no podía prever la inespera­
te dentro del ámbito de las restricciones, en tanto que el psi­ da condición paradójica que tuvo lugar en nuestro siglo: la de
coanálisis como teoría es libre para trascender y criticar ese la “desublimación represiva”, característica de las sociedades
mismo ámbito. Tomar sólo el primer momento, el psicoaná­ “posliberales”, en las que “los triunfantes deseos arcaicos, la
lisis como terapia, es despojarlo de su crítica a la civilización, victoria del ello sobre el yo, viven en armonía con el triunfo
es convertirlo en un instrumento del ajuste y la resignación de la sociedad sobre el individuo”.17
individuales.... El psicoanálisis es una teoría de una sociedad res­ La autonomía relativa del yo estaba basada en su rol como
tringida que necesita al psicoanálisis como terapia.1S mediador entre el ello (la instancia viva no sublimada de las
Jacoby formula, pues, lo que equivale a la versión sociocrí- pulsiones) y el superyó (la instancia de la “represión” social,
tica de la tesis de Freud sobre el psicoanálisis como “métier el representante de las demandas de la sociedad). La “desu­
imposible”: la terapia puede tener éxito únicamente en una blimación represiva” logra deshacerse de esta instancia autó­
sociedad que no la necesite, es decir, una que no produzca noma, mediadora, de “síntesis”, que es el yo: a través de tal
“alienación mental”; o, citando a Freud “el psicoanálisis en­ “desublimación”, el yo pierde su autonomía relativa y sufre
cuentra el máximo de condiciones favorables allí donde su una regresión al inconsciente. Sin embargo, este comporta­
práctica no es requerida, es decir, entre los sanos”.16Se trata miento “regresivo”, compulsivo, ciego, automático, que pre­
de un tipo especial de “encuentro fallido”: la terapia psicoa- senta todos los signos del ello, lejos de liberarnos de las
nalítica es necesaria donde no es posible, y es posible sola­ presiones del orden social existente, adhiere perfectamente a
mente donde ya no es necesaria. las demandas del superyó, y está por tanto al servicio del or­
den social. Como consecuencia de ello, las fuerzas de “repre­
sión” social ejercen un control directo sobre las pulsiones.
L a “ d e s u b l im a c ió n r e p r e s iv a ”
El sujeto burgués liberal reprime sus deseos inconscientes
por medio de las prohibiciones internalizadas y, como resul­
La lógica de este “encuentro fallido” aporta pruebas para tado de ello, su autocontrol le permite dominar su “esponta­
la concepción de la Escuela de Frankfurt del psicoanálisis co­ neidad” libidinal. En las sociedades posliberales, sin
mo teoría “negativa”: una teoría de los individuos alienados, embargo, la represión social ya no actúa bajo la apariencia de
divididos, que entraña como objetivo práctico intrínseco el una Ley o Prohibición internalizada que exige renuncia y au­
logro de una condición “desalienada”, en la cual los indivi­ tocontrol; antes bien, asume la forma de una instancia hipnó­
duos no estén divididos, ni dominados por la sustancia psí­ tica que impone la actitud de “ceder a la tentación”; es decir,
su mandato equivale a una orden: “¡Goza!”. Este goce estú-
15. Jacoby, Social Amnesia, pp. 120, 122.
16. Ibíd., p. 125. 17. Adorno, “Zum Verhältnis”, p. 133.
52 Slavoj Zizek E l callejón sin salida de la íídesublimación represiva ” 55
pido está dictado por el entorno social que incluye al psicoa­ tosuficiencia y autonomía. No es por casualidad que el siglo
nalista anglosajón, cuyo objetivo principal es volver al pa­ XIX haya sido la gran era del pensamiento psicológico. En
ciente capaz de placeres “normales”, “saludables”. La una sociedad completamente reificada, en la cual virtualmen-
sociedad requiere que nos quedemos dormidos en un trance te no hay relaciones directas entre los hombres, y en la cual
hipnótico, generalmente bajo la apariencia de la orden cada persona ha sido reducida a un átomo social, a una mera
opuesta: “El grito de batalla nazi ‘Despierta, Alemania’ ocul­ función de la colectividad, los procesos psicológicos, aunque
ta propiamente su opuesto”.18Adorno interpreta la formación siguen persistiendo en cada individuo, han cesado de aparecer
de las “masas” en el mismo sentido que esta “regresión” del como las fuerzas determinantes de los procesos sociales. Así
yo hacia un comportamiento automático y compulsivo: pues, la psicología del individuo ha perdido lo que Hegel ha­
bría llamado sustancia. Tal vez el mayor mérito del libro de
Desde luego, este proceso tiene una dimensión psicológica, Freud [Psicología de las masasy análisis delyo] sea que, aunque se
pero también indica una tendencia creciente hacia la abolición limita al campo de la psicología individual y se abstiene sabia­
de la motivación psicológica en el sentido antiguo, liberal. Es­ mente de introducir factores sociológicos del exterior, alcanza
ta motivación está sistemáticamente controlada y absorbida sin embargo el punto de inflexión en el que la psicología ab­
por los mecanismos sociales dirigidos desde arriba. Cuando dica. El “empobrecimiento” psicológico del sujeto que “se
los líderes toman conciencia de la psicología de las masas y la rindió al objeto” con el que “ha reemplazado a su constituyente
toman en sus manos, ésta deja de existir en cierto sentido. Es­ más importante”, es decir, el superyó, anticipa casi con clari­
ta potencialidad está contenida en el constructo básico del psi­ videncia los átomos sociales post-psicológícos y desindividua­
coanálisis, en la medida en que, para Freud, el concepto de lizados que forman las colectividades fascistas. En esos átomos
psicología es esencialmente negativo. Freud define el ámbito sociales la dinámica psicológica de formación de grupos ha ido
de la psicología mediante la supremacía del inconsciente y demasiado lejos y ya no es una realidad. La categoría de “im­
postula que lo que es ello debe convertirse en yo.19La eman­ postura” se aplica a los líderes así como al acto de identifica­
cipación por parte del hombre de la regulación heterónoma ción por parte de las masas y a sus supuestos frenesí e histeria.
de su inconsciente sería equivalente a la abolición de su “psi­ Así como la gente en el fondo de su corazón no cree que los
cología”. El fascismo profundiza esta abolición en el sentido judíos son el mal, la gente cree completamente en su líder. En
opuesto, a través de la perpetuación de la dependencia en lu­ realidad, no se identifican con él, sino que actúan esta identi­
gar de la realización de la libertad potencial, a través de la ex­ ficación, representan su propio entusiasmo, y participan así en
propiación del inconsciente por el control social, en lugar de la representación de su líder. A través de esta representación,
volver a los sujetos conscientes de su inconsciente. Pues, si alcanzan el justo medio entre sus deseos instintuales continua­
bien la psicología siempre denota alguna sujeción del indivi­ mente movilizados y el estadio histórico de iluminísmo que
duo, también presupone la libertad en el sentido de cierta au­ han alcanzado, y que no puede ser revocado arbitrariamente.
Es probablemente la sospecha de este carácter ficticio de su
18. Theodor W. Adorno, “Freudian theory and the pattern of fascist
propia “psicología de grupo” lo que hace que las multitudes
propaganda”, en The Culture Industty: Selected Essays on Mass Culture, Lon­ fascistas sean tan despiadadas e inaccesibles. Si se detuvieran
dres, Routledge, 1991, p. 132. un segundo para razonar, la representación completa se de­
19. ... daß, was Es war, Ich werden soll. Adorno cambia de modo crucial rrumbaría, y estarían abandonadas al pánico.20
el wo Es war, soll Ich werden, en el cual no hay mención del quidditas, del
“qué es el ello”, sino sólo de un lugar, de “dónde estaba”: debo llegar al lu­
gar donde estaba.
20. Adorno, “Freudian theory”, pp. 130-131.
34 Slavo] Zizek E l callejón sin salida de la “desublimación represiva 35
Este largo fragmento ofrece una versión condensada de formación artificial, el resultado de un proceso “administra­
toda la apropiación crítica del psiconálisis que realiza la Es­ do”, dirigido; en síntesis, son un fenómeno “post-psicológi-
cuela de Frankfurt. La noción de psicología que opera en el co”. La “espontaneidad”, el “fanatismo”, la “histeria de las
psicoanálisis es en última instancia negativa: el campo de lo masas”, son en última instancia fingidas. La conclusión gene­
“psicológico” comprende todos aquellos factores que domi­ ral que debe extraerse de estas consi der acicones es que el
nan la “vida interior” del individuo a sus espaldas, bajo la apa­ “objeto del psiconálisis”, su tópico central, es una entidad de­
riencia de una fuerza “irracional”, heterónoma, que elude su limitada históricamente, el “individuo monádico, relativa­
control consciente. En consecuencia, el objetivo del proceso mente autónomo, en tanto escenario del conflicto entre las
psicoanalítico consiste en “que lo que es ello se convierta en pulsiones y su prohibición”;21 en síntesis, el sujeto burgués li­
yo”, es decir, “que el hombre se emancipe de la regulación beral. El universo preburgués, en el cual el individuo está in­
heterónoma de su inconsciente”. Ese sujeto libre y autónomo merso en la sustancia social, no conoce aún este conflicto; el
sería, stricto sensu, un sujeto sin psicología; en otras palabras, el “mundo administrado” contemporáneo, completamente so­
psicoanálisis apunta a “des-psicologizar” al sujeto. cializado, ya ha dejado de conocerlo:
Es en este contexto donde debemos medir el impacto de
la “desublimación represiva”: en él, la psicología es también Los tipos contemporáneos son aquellos en los cuales el yo
superada, pues los sujetos se hallan privados de la dimensión está ausente; en consecuencia, no actúan inconscientemente
“psicológica” en el sentido de una profusión de “necesidades en el sentido propio de este término; simplemente reflejan
naturales”, de motivaciones libidinales espontáneas. Sin em­ rasgos objetivos. Juntos, participan de este ritual insensato,
bargo, es superada no a través de una reflexión liberadora que siguiendo el ritmo compulsivo de la repetición, y crecen po­
le permita al sujeto apropiarse de su contenido reprimido, si­ co afectivamente: la demolición del yo refuerza el narcisismo
no “en el sentido opuesto”: es superada a través de una “so­ y sus derivaciones colectivas.22
cialización” directa del inconsciente provocada por el El último gran acto que cumple el psicoanálisis es, por tan­
“cortocircuito” entre el ello y el superyó a expensas del yo. to, “llegar al develamiento de las fuerzas destructivas que, en
La dimensión psicológica, es decir, la sustancia vital libidinal, medio de lo Universal destructivo, operan en lo Particular
es por tanto “superada” en el sentido hegeliano estricto: es mismo”.23 El psicoanálisis debe discernir los mecanismos sub­
mantenida, pero está privada de su carácter inmediato y apa­ jetivos (narcisismo colectivo, etc.), que, de acuerdo con la coer­
rece completamente “mediada”, manipulada por el mecanis­ ción social, funcionan para demoler al “individuo monádico,
mo de la dominación social. relativamente autónomo” como objeto propio del psicoanáli­
Como ejemplo, tomemos nuevamente la formación de las sis. En otras palabras, el último acto de la teoría psicoanalítica
“masas”: en una primera aproximación, encontramos aquí un es articular las condiciones de su propia obsolescencia...
caso ejemplar de “regresión” del yo autónomo, que es presa Hay algo que no cierra en esta ingeniosa concepción de la
repentinamente de una fuerza más allá de su control, ante cu­ “desublimación represiva”. Adorno se ve obligado una y otra
yo hipnótico poder heterónomo cede. Sin embargo, esta apa­ vez a reducir la “des-psicologización” autoritaria a una acti-
riencia de “espontaneidad”, de explosión de la fuerza
irracional primordial que puede ser aprehendida solamente a 21. Adorno, “Zum Verhältnis”, p. 134.
través del análisis psicológico, no debe en modo alguno ocul­ 22. Ibíd., p. 133.
tar el hecho de que las “masas” contemporáneas son ya una 23. íd.
36 Slavoj Zizek E l callejón sin salida de la “desublimación represiva 31
tud de “cálculo egoísta” consciente o, al menos, preconscien­ Según esta perspectiva, la “des-psicologización” significa
te (manipulación, adaptación conformista), supuestamente que el sujeto está enfrentado con una cadena significante
oculta tras la fachada de la captación irracional. Esta reduc­ “inerte”, que no se apodera de él performativamente, afectan­
ción tiene consecuencias radicales para su enfoque de la do su posición subjetiva de enunciación: respecto de esta ca­
ideología fascista: Adorno se niega a tratar el fascismo como dena, el sujeto mantiene una “relación de exterioridad”.26 Es
una ideología en el sentido propio del término, es decir, co­ esta misma exterioridad la que, según Lacan, define el estatu­
mo la “legitimación racional del orden existente”. La llama­ to del superyó: el superyó es una Ley en la medida en que no
da “ideología fascista” ya no posee la coherencia de un está integrada en el universo simbólico del sujeto, en la medi­
constructo racional que exige un análisis conceptual y una re­ da en que su función como orden incomprensible, sin senti­
futación ideológico-erítica. La “ideología fascista” no es to­ do, traumático, inconmensurable con respecto a la riqueza
mada seriamente ni siquiera por sus promotores; su estatuto psicológica de las actitudes afectivas del sujeto, manifiesta una
es puramente instrumental y, en última instancia, se basa en suerte de “neutralidad malevolente” dirigida hacia el sujeto,
la coerción externa. El fascismo ya no funciona como “men­ indiferente a sus empatias y temores. En este punto preciso, a
tira experimentada necesariamente como verdad”, que es el medida que se enfrenta con la “instancia de la letra” en su ex­
signo por el que se reconoce una ideología verdadera.24 terioridad original y radical, al sinsentido del significante en su
Pero, ¿es la reducción de la “ideología fascista” a la mani­ estado más puro, el sujeto encuentra la orden del superyó
pulación consciente o a la adaptación conformista la única “¡Goza!”, que se dirige al núcleo más íntimo de su ser.
manera de comprender la des-psicologización que opera en Basta con recordar al infortunado Schreber, el psicótico
los edificios ideológicos totalitarios? Lacan abre la posibili­ cuyos escritos fueron analizados por Freud, el juez iluso con­
dad de un enfoque diferente cuando, a propósito de la des­ tantamente bombardeado por “voces” divinas que le ordena­
cripción de Clérambault del fenómeno psicótico, insiste en ban gozar (esto es, convertirse en mujer y copular con
que siempre tenemos que tener presente su Dios): el rasgo crucial del Dios de Schreber es ser totalmen­
te incapaz de comprendernos a nosotros humanos, o, para citar al
[...] naturaleza ideatoriamente neutra, que en su lenguaje sig­ propio Schreber: "... de acuerdo con el Orden de las Cosas, Dios
nifica que está en total desacuerdo con el estado mental del no sabía realmente nada sobre los hombres y no necesitaba sa­
sujeto, que ningún mecanismo de los afectos lo explica ade­ ber”.27 Esta inconmensurabilidad radical entre el Dios psi­
cuadamente, y en el nuestro significa que es estructural [...] còtico y la vida interior de un hombre (en contraste con el
El núcleo de la psicosis debe vincularse con la relación entre Dios “normal” que nos comprende mejor de lo que nos
el sujeto y el significante en su dimensión más formal, en su comprendemos nosotros mismos, es decir, el Dios para el
dimensión como significante puro y [...] todo lo construido cual “nuestro corazón no guarda secretos”) es estrictamen­
alrededor consiste solamente en reacciones afectivas al fenó­ te correlativa de su estatuto como instancia que impone el
meno primario, la relación con el significante.25
goce. En el ámbito de la literatura, el ejemplo supremo de
24. Véase Theodor W. Adorno, “Beitrag zur Ideolgienlehre”, en Ge­ 26. íd.
sammelte Schriften: Ideologie, Fráncfort, Suhrkamp, 1972. 27. Sigmund Freud, “Psychoanalytic notes on an autobiographical ac-
25. The Seminar of Jacques Lacan. Book 111: The Psychoses (1955-1956), count of a case of paranoia (Schreber)”, en Case Histories II, Flardmons-
Nueva York, Norton, 1993, p. 251. [Ed. cast.: El Seminario. Libro 3. Las psi­ worth, Penguin, 1979, p. 156. [Ed. cast: “Puntualizaciones psicoanalíticas
cosis, Barcelona, Paidós, 1984.] sobre un caso de paranoia”, AE, voi. 12.]
38 Slavoj Zizek E l callejón sin salida de la “desublimación represiva ” 39
este cortocircuito entre Ley y goce es la instancia obscena de la cómo el fascismo “finge”, “pone en escena”, el poder perfor-
Ley en las grandes novelas de Kafka (que, por esta misma mativo del discurso político, trasponiéndolo en la modalidad
razón, anuncian la llegada de la economía libidinal totalita­ del como si. Todo el énfasis en el “líder” y su “séquito”, en la
ria).28En ello consiste la clave de la “desublimación represi­ “misión” y el “espíritu de sacrificio”, no debe engañamos: ta­
va”, de esta “reconciliación perversa del yo y el superyó a les exaltaciones equivalen en última instancia a una simulación
expensas del yo”: la “desublimación represiva” es un modo -el teatral del discurso preburgués del Amo. Adorno tiene razón
único modo abierto dentro del horizonte de la Escuela de Frank- cuando destaca este momento de “simulación”. Su error resi­
furt- de decir que, en el “totalitarismo ”, la Ley social asume los de en otra parte: en percibir esta simulación como un efecto de
rasgos de un mandato del superyó. la coerción externa y/o búsqueda de una ganancia material
Es precisamente la falta del concepto explícito de superyó (“cui bono?”), como si la máscara del discurso ideológico
lo que subyace a la continua reducción por parte de Adorno “totalitario” ocultara a un individuo “normal”, con “sentido
de la “des-psicologización” de la masa fascista a un efecto de común”, es decir, el buen sujeto “utilitarista”, “egoísta” del
manipulación consciente. Esta insuficiencia se origina, en el individualismo burgués, que simplemente finge ser alejado
punto de partida de Adorno, en su concepción del psicoaná­ por la ideología “totalitaria” del miedo o la esperanza de be­
lisis como teoría “psicológica”, es decir, una teoría cuyo ob­ neficio material. Por el contrario, hay que insistir en el ca­
jeto es el individuo psicológico: apenas aceptamos esta rácter completamente “serio” del fingimiento: entraña la
noción, no podemos evitar concluir que lo único que el psi­ “no integración del sujeto en el registro del significante”, la
coanálisis puede hacer, frente al pasaje del individuo “psico­ “imitación externa” del juego significante emparentado con
lógico” de la sociedad burguesa liberal al individuo los llamados fenómenos como si, característicos de los estados
“post-psicológico” de la sociedad “totalitaria”, es discernir protopsicóticos.29
los contornos del proceso que conduce a la demolición de su Esta distancia interna del sujeto respecto del discurso “to­
propio proyecto. Sin embargo, el “retorno a Freud” de La- talitario”, lejos de permitirle “eludir la locura” del espectácu­
can, basado en el rol clave de la “instancia de la letra en el in­ lo ideológico “totalitario”, es el factor mismo por el cual el
consciente” -en otras palabras, en el carácter estrictamente sujeto está efectivamente “loco”. A veces, Adorno mismo tie­
no psicológico del inconsciente-, invierte toda la perspectiva: en ne un presentimiento de ello; por ejemplo, cuando sugiere
el punto donde, según Adorno, el psicoanálisis alcanza su lí­ que el sujeto “bajo la máscara” que “finge” ser cautivado de­
mite y presencia la demolición de su “objeto” (el individuo be ya estar “loco, vacío”. Con el fin de escapar de este va­
psicológico), en este punto mismo, la ílinstancia de la letra”emer­ cío, el sujeto está condenado a refugiarse en el incesante
ge como tal en la “realidad histórica” misma, bajo la forma del espectáculo ideológico: si el “espectáculo” se detuviera por
imperativo superyoico que opera en el discurso “totalitario”. un momento, todo su universo se desintegraría...30 En otras
Esta inversión lacaniana del enfoque de Adorno nos per­
mite explicar la llamada “estetización de lo político” fascista: 29. The Seminar ofjacques Latan. Book III, p. 251.
la acentuada “teatralidad” del ritual ideológico fascista revela 30. En el caso de Schreber, el fenómeno correspondiente es su necesi­
dad de un acompañamiento constante del flujo del discurso de Dios: “ya no
tiene la seguridad significante habitual, excepto a través del acompaña­
28. En cuanto a la noción de superyó y su conexión con el universo de miento de un comentario constante en sus gestos y actos” (ibíd., p. 307).
Kafka, véase Slavoj Zizek, Porque no saben lo que hacen, Buenos Aires, Pai- Algunos intérpretes de Freud y críticos de Lacan perciben el texto de
dós, 1998, pp. 304-314. Freud sobre Schreber como una simulación patriarcal-reaccionaria de la
40 Slavoj Zizek E l callejón sin salida de la “desublimación represiva ” 44
palabras, la “locura” no depende de la creencia efectiva en la “desublimación represiva” es un “pseudo-concepto” que
el complot judío, en el carisma del líder, etc.; tales creencias señala la necesidad de rearticular todo el campo teórico.
(en la medida en que son reprimidas, es decir, son el sopor­ ¿Cómo fue resuelta esta tensión extrema en los desarro­
te fantasmático inadvertido de nuestro universo de signifi­ llos posteriores de la Escuela de Frankfurt? Fue jiirgen
cación) son una parte constitutiva de nuestra “normalidad” Habermas quien llevó a cabo el corte radical en la relación
ideológica. La “locura”, sin embargo, emerge en ausencia de entre la Escuela de Frankfurt y el psicoanálisis. Comienza
tales creencias vinculantes, en el hecho de que, “en la pro­ preguntándose: “¿Qué sucede en el proceso psicoanalíti-
fundidad de sus corazones, la gente no cree que los judíos co?”; es decir, rehabilita la cura como la piedra angular del
son el diablo”. En síntesis: la locura emerge a través de la edificio teórico del psicoanálisis, en claro contraste con
“simulación” y la “imitación externa” por parte del sujeto Adorno y Marcuse, para quienes la terapia psicoanalítica
de tales creencias; se nutre de la “distancia interna” mante­ equivale apenas a una técnica de adaptación social. Este
nida respecto del discurso ideológico que constituye la red cambio de énfasis habla de un corte más fundamental:
social simbólica del sujeto. Adorno y Marcuse aceptan la teoría psicoanalítica como es,
dado que en el antagonismo dialéctico entre teoría y tera­
pia, la verdad para ellos reside del lado de la teoría. Pero
fiAJBERMAS: e l ps ic o a n á l is is c o m o a u t o r r e f l e x ió n según Habermas, la teoría freudiana está rezagada respec­
to de la práctica psicoanalítica, principalmente debido a
Así pues, la “desublimación represiva” desempeña el rol que Freud no reconoció la dimensión crucial de esta últi­
del elemento “sintomático” que hace posible discernir la an­ ma: el poder autorreflexivo del lenguaje. En consecuencia,
tinomia fundamental en la apropiación del psicoanálisis por Habermas realiza su propio “retomo a Freud” interpretan­
parte de la Escuela de Frankfurt. Por una parte, la noción de do todo el marco teórico freudiano desde la perspectiva del
“desublimación represiva” destila la actitud crítica de la Es­ lenguaje. Su punto de partida es la división de Dilthey de
cuela de Frankfurt respecto de Freud, destacando lo que de­ las “formas elementales de la comprensión” en elementos
bía permanecer “impensable” para Freud: la siniestra lingüísticos, patrones de acción y expresiones:
“reconciliación” del ello y el superyó en las sociedades “tota­
litarias”. Por otra parte, la naturaleza autosupresiva, estructu­ En el caso normal, estas tres categorías de expresiones son
ralmente ambigua de esta noción demuestra hasta qué punto complementarias, de modo que las expresiones lingüísticas
“se adecúan” a las interacciones, y el lenguaje y la acción “se
adecúan” a las expresiones experienciales; desde luego, su in­
insoportable verdad del texto de Schreber: el deseo de Schreber de conver­ tegración es imperfecta, lo que hace posible la amplitud ne­
tirse en “una mujer llena de espíritu ¡geistreicbes Weib]” ha de tomarse co­ cesaria para las comunicaciones indirectas. En el caso límite,
mo presentimiento de una sociedad no patriarcal; sólo una perspectiva
patriarcal podría reducir afirmaciones como ésta a la expresión de una “ho­
sin embargo, un juego de lenguaje puede desintegrarse al
mosexualidad reprimida” o una “paternidad fallida”. En oposición a tales
punto en que las tres categorías de expresiones dejan de co­
lecturas, vale la pena recordar la homología estructural fundamental entre rresponderse. Entonces las acciones y las expresiones no ver­
las “visiones” de Schreber y la “visión de mundo” de Hitler (el complot bales contradicen lo afirmado expresamente... El sujeto
universal, el cataclismo general seguido por un renacimiento, etc.): en di­ actor mismo no puede observar la discrepancia; o si la obser­
ferentes circunstancias, uno bien podría haber imaginado a Schreber con­ va, no puede comprenderla, porque se expresa y al mismo
virtiéndose en un político parecido a Hitler. tiempo se comprende erróneamente a sí mismo en esta dis­
42 Slavoj Zizek E l callejón sin salida de la “desublimación represiva ” 43
crepancia. Su comprensión de sí debe ajustarse a lo preten­ La actitud hermenéutica estándar parece, pues, radical­
dido conscientemente, a la expresión lingüística o, al menos, mente subvertida: la verdadera posición del sujeto hablante
a lo que puede ser verbalizado.31 emerge precisamente en los huecos de su autocomprensión,
en las distorsiones aparentemente “sin sentido” de su texto.
Si, por medio de un tono o gesto irónicos, damos a enten­ Pero el alcance de esta subversión está estrictamente limita­
der que no tomamos seriamente lo que estamos afirmando, la da: el modelo estándar de Dilthey de la unidad del lenguaje,
brecha entre el contenido de nuestro enunciado y nuestra in­ los patrones de acción y las expresiones, mantiene su validez,
tención verdadera sigue siendo “normal”; si la refutación de no como descripción del funcionamiento real de las activida­
lo que estamos diciendo ocurre “a nuestras espaldas”, bajo la des comunicativas, sino como paradigma práctico-crítico, la
forma de un lapsus linguae “espontáneo”, no buscado, enton­ norma por la cual medímos la “patología” de nuestra comu­
ces estamos ante un caso patológico. Así, el criterio de “nor­ nicación real. El error de Dilthey fue usar como modelo pa­
malidad” reside en la unidad de la intención-de-significación ra describir las estructuras reales de significación uno que
(consciente) que gobierna las tres formas de expresión. Más podía ser usado únicamente bajo las condiciones de una so­
precisamente, dado que nuestra intención consciente coinci­ ciedad “no represiva”, desentendiéndose así de lo que es re­
de con lo que puede ser expresado en el lenguaje, la “norma­ primido por el discurso real:
lidad” reside en la traducibilidad de todos nuestros motivos
en intenciones que puedan ser expresadas en público, y reco­ En sentido metódicamente riguroso, conducta “equivocada”
nocidas intersubjetivamente como lenguaje. Lo que causa las significa todo desvío del modelo deljuego de lenguaje de la acción
discrepancias patológicas es el deseo reprimido: excluido de comunicativa, en el cual los motivos de la acción y las inten­
la comunicación pública, halla una salida en los gestos y ac­ ciones lingüísticamente expresadas coinciden. En este mo­
tos compulsivos, así como en el uso distorsionado, “privado”, delo, no tienen cabida los símbolos escindidos y las
del lenguaje. A partir de estas discrepancias, Habermas arri­ disposiciones que ellos requieren. Se presupone que o bien
ba a la falsedad ideológica de toda hermenéutica que se limi­ no existen, o si existen, carecen de consecuencias en el nivel
te a la intención-de-significación (consciente), dejando a la de la comunicación pública, la interacción habitual y la ex­
filología los errores y distorsiones del texto interpretado; lo presión observable. Este modelo, sin embargo, puede ser
que la hermenéutica no puede admitir es que no basta con re­ aplicable en general sólo en las condiciones de una sociedad
parar las mutilaciones y restaurar el texto “original” en su in­ no represiva. Por ende, los desvíos respecto de él son el ca­
tegridad, dado que las “mutilaciones tienen significado en so normal en las condiciones sociales conocidas.33
tanto tales”: Este pasaje ya sugiere el lazo establecido por Habermas
Las omisiones y distorsiones que [la interpretación psicoanalí- entre el psicoanálisis y la crítica de la ideología. Lo que Freud
tica] rectifica tienen un rol y una función sistemáticos. Pues las llamó el superyó emerge como la prolongación intrapsíquica
estructuras simbólicas que el psicoanálisis busca comprender de la autoridad social, es decir, el patrón del saber y del de­
están corrompidas por el impacto de las condiciones internas?2 sear, de las elecciones de objeto, etc., sancionados por la so­
ciedad. En la medida en que este patrón es “internalizado”
31. Jürgen Habermas, Knmkdge and Human Interest, Londres, Heinemann, por el sujeto, los motivos que entran en conflicto con él son
1972, pp. 217-218. [Ed. casta Conocimiento e interés, Madrid, Taurus, 1992.]
32. Ibíd., p. 217. 33. Ibíd., p. 226.
44 Slavo] Zizek E l callejón sin salida de la “desublimación represiva ” 45
“reprimidos”; excomulgados del ámbito de la comunicación lenguaje cotidiano distorsionando la gramática y confundien­
pública, asumen una existencia “reificada” bajo la forma del do el uso apropiado del lenguaje público a través de falsas
ello, de un poder extraño en el cual el sujeto no se reconoce. identificaciones semánticas: en los síntomas, el sujeto habla
Esta defensa del sujeto contra sus propias motivaciones ilegí­ una suerte de “lengua privada” que es incomprensible para su
timas no tiene el carácter de un autocontrol consciente sino yo consciente. En otras palabras, los síntomas son fragmen­
que es inconsciente; por eso mismo, el superyó se parece al tos del texto público encadenados a los símbolos de los de­
ello, dado que sus símbolos están “sacralizados”, exceptuados seos ilícitos excluidos de la comunicación pública:
de la comunicación argumentativa, racional.
Esta concepción entraña toda una “pedagogía”, una lógi­ En el plano del texto público, el símbolo suprimido es obje­
ca del desarrollo del yo hasta su “madurez”. En los estadios tivamente comprensible a través de reglas que son el resultado
(tanto onto como filogenèticamente) inferiores, el yo no es de las circunstancias contingentes de la historia de vida del
capaz de controlar sus pulsiones de modo racional, conscien­ individuo, pero no está conectado con ella según reglas reco­
te; por ende, sólo una instancia “irracional”/ “traumática” de nocidas intersubjetivamente. Es por ello que el ocultamiento
prohibición puede inducirlo a renunciar al plus irrealizable. sintomático del sentido y la correspondiente alteración de la
Con el gradual desarrollo de las fuerzas productivas y de las interacción no pueden ser comprendidos al principio ni por
formas de la comunicación simbólica, se vuelve posible el en­ los otros ni por el sujeto mismo.34
foque racional de la renuncia, es decir, el sujeto puede em­ La interpretación psicoanalítica exhuma el lazo idiosin­
prender conscientemente los sacrificios necesarios. crásico entre los fragmentos del texto público y los símbolos
El principal reproche que Habermas le hace a Freud no es de las motivaciones libidinales ilícitas; retraduce estas moti­
que fije la barrera de la represión “demasiado bajo”, convier­ vaciones en la lengua de la comunicación intersubjetiva. El
tiéndola en una suerte de constante antropológica en lugar de estadio final de la cura psicoanalítica es alcanzado cuando el
historizarla; el reproche de Habermas se refiere al estatuto sujeto se reconoce a sí mismo y sus propias motivaciones en
epistemológico de la teoría freudiana: el marco conceptual los capítulos censurados de su propia expresión, y es capaz de
por medio del cual Freud intenta reflejar su práctica no cum­ narrar la totalidad de su historia de vida. En una primera
ple con tal objetivo. La teoría psicoanalítica le confiere al yo aproximación, el psicoanálisis avanza, pues, a lo largo del ca­
la función de acomodarse inteligentemente a la realidad, y mino de la explicación causal: saca a la luz la cadena causal
regular las pulsiones; lo que se desatiende es el acto específi­ que, desconocida por el sujeto, producía el síntoma. Sin em­
co cuyo negativo son los mecanismos de defensa: la autorre- bargo, y en esto reside la noción de autorreflexión propia­
flexión. El psicoanálisis no es ni una comprensión del mente dicha, esta misma explicación de la cadena causal anula su
significado oculto de los síntomas ni una explicación de la ca­ eficacia. Una interpretación adecuada no sólo conduce al
dena causal que los provoca: el acto de autorreflexión tras­ “verdadero conocimiento” del síntoma; simultáneamente en­
ciende dialécticamente esta dualidad de comprensión y traña la disolución del síntoma y, por ende, la “reconcilia­
explicación causal. ¿De qué modo? ción” del sujeto consigo mismo: el acto de saber es en sí
Cuando las motivaciones libidinales no pueden emerger mismo un acto de liberación de la coerción del inconsciente.
como intenciones conscientes, asumen los rasgos de causas En consecuencia, Habermas puede concebir el inconsciente
pseudo-naturales, es decir, del ello qua fuerza ciega que do­
mina al sujeto a sus espaldas. El ello penetra la textura del 34. Ibíd., p. 257.
46 Slavoj Zizek E l callejón sin salida de la “desubtímación represiva 47
según el modelo hegeliano de la alienación: en el inconscien­ “L a p r e p o n d e r a n c ia d e l o b je t o ”
te, la comunicación del sujeto consigo mismo está interrum­
pida, y la cura psicoanalítica equivale a la reconciliación del Mediante la anulación del “peso material” de lo real his­
sujeto con el ello, su sustancia alienada, su objetivación no re­ tórico, mediante su reducción a una fuerza contingente que,
conocida; es decir, la cura equivale al desciframiento por par­ desde afuera, afecta la red del lenguaje e impide su funciona­
te del sujeto del síntoma en tanto expresión de sus propias miento “normal”, Habermas desfigura el proceso interpreta­
motivaciones desconocidas: tivo psicoanalítico. Lo que se pierde en el proceso es la
distinción freudiana entre el pensamiento onírico latente y el
Pues la com prensión a la cual el análisis debe conducir es so­ deseo inconsciente, es decir, su insistencia en que “un tren
lam ente ésta: que el yo del paciente se reconozca en su otro, normal de pensamiento” -normal y, como tal, expresable en
representado p o r su enferm edad, com o en su propio ser alie­ el lenguaje de la comunicación pública- “sólo está sometido
nado y se identifique con él.35 al procesamiento psíquico anormal de la clase que hemos
descripto” -al trabajo del sueño- “si un deseo inconsciente,
Sin embargo, no hay que rendirse demasiado rápidamen­ derivado de la infancia y en estado de represión, ha sido
te a este aparente “hegelianismo”: detrás de él ya opera una transferido a él.37
suerte de “retorno a Kant”. La coincidencia de las motivacio­ Habermas reduce el trabajo de la interpretación a la retra­
nes verdaderas con el sentido expresado y la concomitante ducción del “pensamiento onírico latente” en el lenguaje reco­
traducción de todas las motivaciones en el lenguaje de la co­ nocido intersubjetivamente de la comunicación pública, sin
municación pública desempeñan el papel de la Idea reguladora explicar que ese pensamiento es “llevado” al inconsciente sólo
kantiana enfocada en un movimiento asintótico. La represión si algún deseo ya inconsciente encuentra en él un eco por me­
de los símbolos de los deseos ilícitos, la comunicación inte­ dio de una suerte de “cortocircuito” transferencial. Y, como dijo
rrumpida del sujeto consigo mismo, la falsedad del Universal Freud, ese deseo ya inconsciente es “reprimido primordial­
ideológico que oculta un interés particular, todo esto ocurre mente”: constituye el “núcleo traumático” que no tiene “origi­
debido a razones empíricas que actúan desde afuera sobre el nal” en el lenguaje de la comunicación intersubjetiva y que,
marco del lenguaje. Para decirlo en términos hegelianos: la por tanto, para siempre, constitutivamente, resiste la simbolización,
necesidad de distorsión no está inscripta en el concepto mis­ es decir, la (rejtraducción en el lenguaje de la comunicación intersub­
mo de comunicación, sino que es ocasionada por las circuns­ jetiva. Estamos ante la inconmensurabilidad entre la herme­
tancias contingentes reales de trabajo y dominación, que néutica (por “profunda” que pueda ser) y la interpretación
impiden la realización del ideal; las relaciones de poder y vio­ psicoanalítica: Habermas puede afirmar que las distorsiones
lencia no son inherentes al lenguaje.36 tienen significado como tales; lo que es impensable para él es
que el significado como tal es el resultado de cieña distorsión, que la
emergencia del significado se basa en la negación de un núcleo
traumático “primordialmente reprimido”.
35. Ibíd., pp. 235-236.
36. Sucede lo mismo con la sexualidad, en contraste con Lacan, para
quien la diferencia sexual es lo real no simbolizable que trunca el orden 37. Sigmund Freud, The Interpretation of Dreams, Harmondsworth,
simbólico desde adentro; por esta razón, el sujeto lacaniano del significan­ Penguin, 1977, p. 757. [Ed. cast.: La interpretation de lossuenos, AE, vols. 4
te es siempre “sexuado”, nunca neutro-asexuado. y 5.]
48 Slavoj Zizek
Este núcleo traumático, este resto que resiste la subjetiva-
ción-simbolización, es stricto sensu la causa del sujeto. Y es con 2. ¿El sujeto
respecto a este núcleo que la insuperable brecha que separa a
Habermas de Adorno aparece más clara que nunca: Haber-
mas resucita el modelo pseudohegeliano de la apropiación
tiene causa?
por parte del sujeto del contenido sustancial alienado-reifica-
do, mientras que el motivo tardío de Adorno de la “prepon­
derancia del objeto” pone este modelo en cuestión evocando
un “descentramiento” que, lejos de demostrar la alienación
del sujeto, esboza la dimensión de la posible “reconciliación”.
Es cierto que Habermas resuelve la tensión detectable en el
último Adorno; sin embargo, no lo hace “poniendo en con­
ceptos” lo “impensado” de Adorno, sino cambiando toda la
problemática de modo tal que simplemente vuelve invisible, LACAN: d e la h e r m e n é u t ic a a la ca u sa
aplana, la tensión que opera en Adorno. Entonces, en un exa­
men más minucioso, ¿cómo Lacan pone en conceptos lo im­ El gesto de apertura de Lacan consistió en una adhesión
pensado de Adorno (dado que, si tenemos que poner todas las incondicional a la hermenéutica: ya en su tesis doctoral de
cartas sobre la mesa, el aporte de Lacan al respecto ha sido la 1933, y especialmente en el Discurso de Roma, Lacan se opo­
premisa subyacente en nuestra lectura de Adorno)? ne al determinismo en nombre del (psicoanálisis como) enfo­
que hermenéutico: “Toda experiencia analítica es una
experiencia de significación”.1Allí se origina el gran motivo
lacaniano del futuro anterior de la simbolización: un hecho
cuenta no como factum brutum, sino sólo en tanto ya histori-
zado. (Lo que está en juego en la fase anal, por ejemplo, no
es la excreción como tal, sino el sentido que le atribuye el ni­
ño: como sumisión a la demanda del Otro -del padre-, como
triunfo de su control, etc.) Este Lacan puede traducirse fácil­
mente en la posterior problemática de la antipsiquiatría o psi­
coanálisis existencial: las designaciones clínicas freudianas
(histeria, neurosis obsesiva, perversión, etc.) no son clasifica­
ciones “objetivas” que estigmatizan al paciente; antes bien,
apuntan a actitudes subjetivas, “proyectos existenciales”, que
1. The Seminar of Jacques Lacan. Book II: The Ego in Freud’s Theory and
in the Technique of Psychoanalysis (1954-1955), Nueva York, Norton, 1991,
p. 325. [Ed. cast.: El Seminario. Libro 2. Elyo en la teoria de Freud y en la téc-
nicapsicoanaUtica, Barcelona, Paidos, 1983.]
50 Slavoj Zizek ¿E l sujeto tiene causa? 51
proceden de la situación intersubjetiva concreta del sujeto y en lo real, y, aquí también, lo que está en juego en última ins­
por las cuales el sujeto, en su libertad, es en ultima instancia tancia en este descen'cramieiito de lo real con respecto a lo
responsable. simbólico es la causa: lo real es la causa ausente de lo simbó­
Ya a mediados de la década de 1950, sin embargo, esta acti­ lico. El nombre íreudíano y iacaniano para esta causa es, des­
tud hermenéutica estaba corroída por la duda. Al menos, el he­ de luego, trauma. En este sentido, la empresa teórica de Lacan
cho es que Freud se resistía sin ambigüedades a reducir el ya reside “más allá de la hermenéutica y el estructoralismo”
psicoanálisis a la hermenéutica: su interpretación de los sueños (subtítulo del libro de Dreyfus y Rabinow sobre Foucault).
tomó forma a través de su ruptura con la indagación tradicio­ La relación entre la causa y la ley -la ley de la causalidad,
nal sobre su significado. Esta resistencia de Freud, su persisten­ de la determinación simbólica- es, pues, antagónica: “La cau­
te búsqueda de una causa (en el trauma), no puede ser sa se distingue de lo que hay de determinante en una cadena
catalogada de prejuicio naturalista-determinista. Del mismo o, dicho de otra manera, de la ley. [...] En suma, sólo hay cau­
modo, el alejamiento de Lacan de la hermenéutica no entraña sa de lo que cojea’5.2La causa qua lo real interviene donde la
una regresión al naturalismo; antes bien, vuelve visible la “ex- determinación simbólica tropieza, falla, es decir, donde un
timidad”, el descentramien'co propio del campo de la significa­ significante cae. Por esa razón, la causa qua lo real nunca pue­
ción, es decir, la causa que opera en el seno de este campo. El de ejercer su poder causal de un modo directo, como tal, si­
cambio se produce en dos pasos. Primero, Lacan abraza el es- no que debe operar con un intermediario, bajo la forma de
tructuralismo: la causa descentrada de la significación es iden­ perturbaciones dentro del orden simbólico. Basta con recordar
tificada como la estructura significante. Lo que está en juego en los lapsus linguae cuando el autómatm de la cadena significan­
este primer cambio de la hermenéutica al estructoralismo es, te es, por un breve instante, interrumpido por la intervención,
pues, precisamente, la pregunta por la causa. Al movemos de la de algún recuerdo traumático. Sin embargo, el hecho de que
significación a su causa, la significación es concebida como efecto- lo real opere y sea accesible sólo a través de lo simbólico no
de-sentido: es la experiencia-de-sentido cuyo constituyente in­ nos autoriza a concebirlo como factor inmanente de lo sim­
trínseco es el no reconocimiento de su causa determinante, el bólico: lo real es precisamente lo que se resiste y elude la
mecanismo formal de la estructura significante misma. aprehensión de lo simbólico y, en consecuencia, lo que es de-
Este cambio de la significación a la causa significante (co­ tectable dentro de lo simbólico sólo bajo la forma de sus per­
rrelativo de la noción de significación como efecto) no redu­ turbaciones.
ce la significación a producto del determinísmo positivo, es En síntesis, lo real es la causa ausente que perturba la cau­
decir que no es un paso de la hermenéutica a las ciencias na­ salidad de la ley simbólica. En este sentido, la estructura de la
turales. Lo que anticipa esta reducción es la hiancia que sepa­ sobredeterminacíón es irreductible: la causa ejerce su in­
ra lo simbólico de lo real. Así, el próximo paso de Lacan fluencia sólo como reduplicación, a través de cierta discre­
entraña precisamente la idea de que esta hiancia entre lo realy pancia o brecha temporal; es decir, si el trauma “original” de
lo simbólico afecta el orden simbólico mismo: funciona como la li­ lo real ha de ser efectivo, debe anclar en, hallar eco en, algún
mitación intrínseca de este orden. El orden simbólico está bloqueo presente. Recuérdese la crucial afirmación de Freud
“barrado”, la cadena significante es intrínsecamente incohe­
rente, “no-toda”, y está estructurada alrededor de un aguje­ 2. Jacques Lacan, The Four Fundamental Concepts ofPsycho-Analysis, Lon­
ro. Este escollo no simbolizable mantiene la hiancia entre lo dres, Hogarth Press, 1977, p. 22. [Ed. casta El Seminaria. Libro 11, Los cua­
simbólico y lo real, es decir, impide que lo simbólico “entre” tro conceptosfundamentales del psicoanálisis, Buenos Aíres, Paidós, 1986.]
52 Slave j Zizek ¿E l sujeto tiene causa? 55
sobre cómo “un tren normal de pensamiento” -que expresa po simbólico. Por todo ello, el trauma no tiene existencia pro­
un bloqueo presente- “sólo está sometido al procesamiento pia previa a la simbolización; sigue siendo una entidad ana­
psíquico anormal de la clase que hemos descripto” -al traba­ mórfica que gana su coherencia sólo retrospectivamente, vista
jo del sueño- “si un deseo inconsciente, derivado de la infan­ desde dentro del horizonte simbólico: su coherencia proviene
cia y en estado de represión” -es decir, un deseo de la necesidad estructural de incoherencia del campo simbó­
concomitante al trauma “original”- ha sido transferido a él”.3 lico. Apenas anulamos este carácter retrospectivo del trauma
La sobredeterminación significa que esta afirmación también y lo “sustancializamos” en una entidad positiva, que puede ais­
debe ser leída en la dirección opuesta: “Un deseo inconscien­ larse como causa que precede sus efectos simbólicos, opera­
te, derivado de la infancia y en estado de represión, sólo pue­ mos una regresión al determinismo lineal común. Por tanto,
de ejercer su influencia si es transferido a un tren normal de con el fin de aprehender esta paradoja del objeto-causa trau­
pensamiento”.4 mático (el objeto a lacaniano), se requiere un modelo topoló-
En consecuencia, cierta ambigüedad radical pertenece a la gico en el cual el límite que separa Adentro y Afuera coincida con
causa: la causa es real, es el escollo presupuesto que resiste la el límite interno. Visto desde dentro del orden simbólico, el
simbolización y perturba el curso de su autómaton, aunque la objeto aparece en su Afuera irreductible/constitutivo, como
Causa sea simultáneamente el producto retroactivo de sus un escollo que curva el espacio simbólico, que perturba el
propios efectos. En el caso del Hombre de los Lobos, el más circuito simbólico; como un trauma que no puede integrar­
famoso paciente de Freud, la causa era, desde luego, la esce­ se en él, un cuerpo extraño que le impide al orden simbóli­
na traumática del coitus a tergo parental; esta escena era el nú­ co constituirse completamente. Sin embargo, en el
cleo no simbolizable en torno del cual giraba toda la momento en que “salimos” para aprehender el trauma tal
posterior simbolización sucesiva. Esta causa, sin embargo, no como es en sí mismo y no a través de las reflexiones distor­
sólo fue eficiente luego de cierta brecha temporal; literal­ sionadas dentro del espado simbólico, el objeto traumático
mente se convirtió en trauma -es decir, en causa- gracias al di- se evapora en la nada.5
ferimiento: cuando el Hombre de los Lobos presenció, a la Esta paradoja del trauma qua causa que no preexiste a sus
edad de 2 años, el coitus a tergo, nada traumático marcó esa es­ efectos sino que es retroactivamente “postulada” por ellos
cena; la escena adquirió rasgos traumáticos sólo retrospecti­ entraña un tipo de bucle temporal: es a través de su “repeti­
vamente, con el posterior desarrollo de las teorías sexuales ción”, a través de sus ecos dentro de la estructura significante, como
infantiles dél niño, cuando se hizo imposible integrar la esce­ la causa se convierte retroactivamente en lo que siempre-ya era. En
na dentro del horizonte emergente de narrativización-histo- otras palabras, un enfoque directo falla necesariamente: si
rización-simbolización. tratamos de aprehender el trauma directamente, sin tener en
Allí reside el círculo vicioso del trauma: es la causa que cuenta sus efectos posteriores, nos quedamos con xmfactum
perturba el mecanismo aceitado de la simbolización y lo de­ brutum sin sentido; en el caso del Hombre de los Lobos, con
sequilibra; da origen a una indeleble incoherencia en el cam­ el hecho del coitus a tergo parental, que no es en absoluto la
causa, dado que no entraña una eficiencia psíquica directa.
3. Sigmund Freud, The Interpretación ofDreams, Harmondsworth, Pen-
guin, 1977, p. 757. 5. Para una exposición detallada del estatuto ex-timado, “siniestro”, del
4. En este sentido, el estatuto de la libertad en Kant es también real: la objeto a, véase Mladen Dolar, ‘“I shall be with you on your wedding night’:
libertad es la causalidad de la Ley moral como el objeto paradójico (la “voz Lacan y lo siniestro”, Octohet; 58 (Cambridge, MA, M IT Press, 1992),
del deber”) que suspende la cadena causal fenoménica. pp. 5-23.
54 Slavo] Zizek ¿E l sujeto tiene causa? 55
Sólo a través de sus ecos dentro de la estructura simbólica el cias” (de lo que es “solamente para el sujeto”) y el “en sí”. El
factum brutuin del cotias a tergo parental adquiere retroactiva­ objeto a corno causa es un en sí que resiste la subjetivización-
mente su carácter traumático y se convierte en la causa. simbolización, aunque lejos de ser “independiente del suje­
Esto es lo que Lacan tiene en mente cuando habla de la to”, es stricto sensu la sombra del sujeto entre los objetos, una
sincronía del significante, opuesta a la simple simultaneidad suerte de sucedáneo para el sujeto, una pura apariencia que
atemporal: la sincronía designa la sincronización, la coinci­ carece de toda consistencia propia.
dencia paradójica del presente y el pasado, es decir, el bucle En otras palabras, si el sujeto emerge, debe oponerse a un
temporal donde, mediante el avance, regresamos adonde objeto paradójico que es real, que no puede ser subjetivado.
siempre-ya estuvimos. Allí reside el sentido de la obsesión de Ese objeto sigue siendo un “no-sujeto absoluto” cuya presen­
Lacan por los modelos topológicos de espacio “curvo” en las cia misma entraña la afánisis, el borramiento del sujeto; aun­
décadas de 1960 y 1970 (la cinta de Moebius, la botella de que, como tal, esta presencia es el sujeto mismo en su
Klein, el ocho interno, etc.): lo que todos estos modelos tie­ determinación oposicional, el negativo del sujeto, un pedazo
nen en común es el hecho de que no pueden ser aprehendi­ de carne que el sujeto tiene que perder si ha de emerger co­
dos “de una mirada”, “de un vistazo”; todos entrañan un tipo mo el vacío de la distancia respecto de toda objetividad. Este
de temporalidad lógica, es decir, primero debemos dejamos objeto siniestro es el sujeto mismo en el modo de la objetivi­
atrapar, convertimos en la víctima de una ilusión óptica, pa­ dad, un objeto que es la otredad absoluta del sujeto precisa­
ra poder llegar al punto de inflexión en el cual, de pronto, la mente en la medida en que está más cerca del sujeto que
perspectiva completa cambia y descubrimos que ya estamos cualquier cosa a la que el sujeto pueda oponerse en el campo
“del otro lado”, en otra superficie. En el caso de la cinta de de la objetividad.6Esto es lo que no ve la cuasi hegeliana on-
Moebius, por ejemplo, la “sincronía” se produce cuando, tología negativa de Kojéve del sujeto qua negatividad, la na­
después de pasar a través de todo el círculo, nos encontramos da, un agujero en la positividad de lo real, etc.: este vacío de
en el mismo punto, aunque ya en la superficie opuesta. Es
imposible pasar por alto los matices hegelianos de esta para­ 6. La paradoja de este objeto -del objeto a- es que, aunque imaginario,
doja: ¿acaso esta repetición de lo mismo, este retomo a lo ocupa el lugar de lo real, es decir, es un objeto no especularizable, un ob­
mismo, que produce el cambio de superficie, no ofrece la jeto que no tiene imagen especular y que, como tal, impide toda relación
perfecta ilustración de la tesis hegeliana sobre la identidad de empatia, de reconocimiento simpático. En el curso del psicoanálisis, el
como contradicción absoluta? Además, ¿no fue el propio He- analizante tiene que alcanzar el punto en el cual experimenta su identidad
gel quien afirmó que, a través del proceso dialéctico, la cosa imposible con esta otredad absoluta: “¡Tú eres eso!” El hecho de que los
objetos lacanianos sean parte de la doxa aceptada hoy tiende a volvemos in­
deviene lo que es} sensibles a lo sorprendente que es el signo de igualdad entre el plus-de-jouir
Esta superficie-estructura “curva” es la estructura del su­ y el objeto a\ entre el plus de gozar sobre cualquier objeto positivo y, nue­
jeto: lo que llamamos “sujeto” puede emerger solamente vamente, un objeto. Es decir que a representa precisamente un objeto “im­
dentro de la estructura de la sobredeterminación, es decir, en posible” que da cuerpo a lo que nunca puede convertirse en un objeto
ese círculo vicioso en el que la causa misma es (presu)puesta positivo. Debido a este rasgo, el abismo que separa a Lacan de la línea de
por sus efectos. El sujeto es estrictamente correlativo de este pensamiento que va de Bergson a Deleuze no puede superarse: el objeto a
real qua causa: S - a. Para aprehender la paradoja constituti­ significa que la libido tiene que ser entendida no como reservorio de ener­
gía libre sino como objeto, como “órgano incorpóreo” (“laminilla”). Nos
va del sujeto, por tanto, debemos ir más allá de la oposición enfrentamos aquí con una causa-, el deseo (esto es, el sujeto) tiene causa pre­
estándar de “subjetivo” y “objetivo”, el orden de las “aparien­ cisamente en la medida en que el plus de gozar es un objeto.
56 Slavoj Zizek ¿El sujeto tiene causa? 57
subjetividad es estrictamente correlativa de la emergencia, en sujeto; no el ímpetu inicial de la cadena lineal de causas que
lo real mismo, de una mancha que “es” el sujeto. (En el cam­ produce al sujeto, sino, al contrario, el eslabón perdido en la
po de la filosofía, quizás el único concepto que corresponde cadena, es decir, la causa como resto, como “el objeto intraga­
a este objeto siniestro es el objeto trascendental kantiano: el ble, si me permiten la expresión, que queda atorado en la gar­
“en sí” noumenal, el presupuesto absoluto, aunque simultá­ ganta del significante”.8Como tal, es correlativo del sujeto qua
neamente puro ponerse, es decir, el único objeto completa­ ruptura en la cadena de la causalidad significante, qua agujero
mente puesto por el sujeto y no -como en el caso de los en la red significante: “el sujeto se ve a sí mismo causado como
objetos fenoménicos ordinarios- algo moldeado trascenden­ falta por a”.9Este concepto lacaniano de sujeto como S, corre­
talmente bajo cuya apariencia el en sí afecta al sujeto pasivo.7) lativo de a, también elucida el presentimiento de Adorno de un
Ahora podemos ver cómo la teoría de Lacan supera el anta­ sujeto paradójicamente concomitante de una “preponderancia
gonismo de la explicación y la comprensión, de la significación del objeto”; este objeto sólo puede ser el objeto a.
y el determinismo: lo real traumático es stricto sensu la causa del
7. El verdadero alcance de la revolución kantiana está condensado en E n t r e la su s t a n c ia y e l s u je t o
la noción de esquematismo trascendental, que es más paradójica de lo que
parece: significa el opuesto exacto de lo que parece significar. No significa Entonces, ¿cómo tenemos que comprender la proposición
que, dado que las nociones puras son ajenas a la experiencia temporal, fi­ hegeliana sobre la sustancia como sujeto, a la luz de este con­
nita, sensible, tiene que intervenir un mediador entre el marco intelectual cepto lacaniano de sujeto? En la Escuela de Frankfurt clásica,
de las nociones a priori y los objetos de la intuición sensible. Por el contra­
rio, significa que el tiempo (dado que el esquematismo concierne precisa­
así como en Habermas, el motivo de la “sustancia como suje­
mente a la relación con el tiempo: vincula las nociones con el tiempo qua to” entraña la noción tradicional de desalienación: la “repre­
forma de la intuición pura) es el horizonte insuperable del uso legítimo de las sión” designa la autoalienación del sujeto, y mediante el gesto
nociones puras mismas-, estas nociones pueden aplicarse sólo a los objetos de de desalienación, el sujeto reconoce en la sustancia alienada, en'
la experiencia temporal, finita, sensible. En esto reside el corte de Kant con esa falsa apariencia de un poder ajeno, el resultado reificado de
la metafísica tradicional: lo finito no es simplemente un modo deficiente de su propia actividad. En síntesis, la sustancia se convierte en su­
lo infinito que persiste en sí mismo fuera del tiempo; entraña simultánea­
mente su propia versión del infinito noumenal. Es por ello que la dualidad kan­
jeto cuando éste se apropia del contenido sustancial alienado.
tiana de noúmenos y fenómenos no coincide con el dualismo metafísico Por “hegeliana” que pueda parecer, esta concepción nunca fue
tradicional de esencia-sustancia y apariencia: con respecto a este dualismo, realmente la de Hegel, y es precisamente la noción lacaniana
Kant introduce una división suplementaria, la división entre el en sí nou­ de sujeto la que nos permite evitar este “hegelianismo” tradi­
menal y, no lo fenoménico, sino el modo en que éste en sí aparece dentro del cional; o, para decirlo en el lenguaje de la tríada de la reflexión
campo fenoménico. Desde nuestra perspectiva -desde la perspectiva de mor­ ponente-externa-determinante: el hegelianismo de la Escuela
tales finitos cuya experiencia está limitada a los objetos sensibles tempora­
les-, la esfera noúmenal aparece bajo la forma de la libertad, del reino de
de Frankfurt supera la reflexión externa por medio de una
los fines éticos, etc. Sin embargo, si tuviéramos acceso directo a la esfera vuelta a la reflexión ponente, a la noción de sujeto que pone to­
noumenal, salteando el nivel fenoménico, esa esfera perdería esas caracte­ do el contenido sustancial, mientras que Hegel se opone direc­
rísticas de libertad: el sujeto sería capaz de discernir su inclusión en el me­ tamente a esa resolución. ¿De qué modo?
canismo noumenal causal. Esta escisión de lo noumenal en el en sí y el modo
como este en sí se aparece a nosotros, sujetos finitos, significa que la “sus­ 8. Lacan, The Four Fundamental Concepts of Psycho-Analysis, p. 270.
tancia deviene sujeto”. 9. Ibid.
58 Slavoj Zizek ¿E l sujeto tiene causal 59
Abordemos el problema en el punto preciso del pasaje de tado de cosas y sus condiciones ele posibilidad, es decir, aque­
la sustancia al sujeto, en el extremo de la “lógica de la esencia”, llas circunstancias que deben haber estado presentes cuando
donde, con el cambio de la necesidad absoluta a la libertad, la este estado particular de cosas se produjo. En este nivel, la
lógica objetiva se convierte en subjetiva. En términos de la posibilidad no designa una simple no-contradicción formal;
tercera y última parte de la lógica de la esencia hegeliana es real, equivale a la totalidad de las condiciones reales. Sin
(“Realidad”), el problema de la “sustancia como sujeto” está embargo, un análisis más exhaustivo revela la contradicción
planteado en los siguientes términos: ¿cómo podemos formu­ intrínseca de la categoría de la posibilidad real: apenas la po­
lar una contingencia que no se convierta en necesidad?10 Es sibilidad en cuestión es verdaderamente real, es decir, apenas
decir, la comparación abstracta, inmediata, de la necesidad con están presentes todas las condiciones de una cosa, ya no esta­
la contingencia conduce a la identidad abstracta entre ambas, mos ante la posibilidad, sino ante la necesidad; esa cosa ocurre
es decir, a la imposibilidad de su diferenciación conceptual: necesariamente. Si, por el contrario, no todas las condiciones
están presentes, la posibilidad en cuestión es simplemente no
®El primer intento de diferenciar la contingencia de la ne­ real todavía.
cesidad, “la realidad, posibilidad y necesidad formales”, define
categorías de una manera puramente lógico-formal, sin nin­ ®El tercer intento, la necesidad absoluta, corresponde a la
guna determinación-de-contenido (lo contingente es una en­ noción estándar de la síntesis dialéctica de necesidad y con­
tidad real cuyo opuesto también es posible; lo necesario es una tingencia, es decir, de una necesidad que se afirme a través de
entidad real cuyo opuesto es intrínsecamente imposible; lo la interacción de las contingencias. Esta necesidad abarca su
posible es una entidad esencialmente no contradictoria); el otredad, “permanece consigo en su otredad”, contiene la
análisis dialéctico de estas nociones conduce a la tautología va­ contingencia como su momento ideal, superado; en ello resi­
cía según la cual todo lo que existe existe necesariamente, da­ de su carácter “absoluto”. En otras palabras, lejos de ser un
do que, por el mero hecho de su existencia, su opuesto ya no proceso en el cual “todo está gobernado por la necesidad ab­
es posible. De este modo, el pensamiento se reduce a una aser­ soluta” sin siquiera el más leve elemento de contingencia, la
ción formal de la necesidad de la realidad empírica más trivial. necesidad absoluta es un proceso cuya necesidad misma se
realiza no en oposición a la contingencia, sino en la forma de la
®En el segundo intento, “la realidad, posibilidad y nece­ contingencia. Podríamos invocar infinitos ejemplos de esta
sidad reales”, todas las distinciones volverían a convertirse en necesidad qua totalidad del proceso que domina la multitud
necesidad. Aquí se intenta articular la relación entre posibili­ de sus momentos contingentes. Basta con mencionar el clási­
dad y realidad de un modo más concreto, más vinculado con co ejemplo marxista: la necesidad del cambio de la Revolu­
el contenido, en términos de relación entre determinado es­ ción Francesa al bonapartismo, que se realizó en la persona
contingente de Napoleón.
10. En esta paradoja es fácil discernir el enfoque típicamente hegelia- Un ejemplo de necesidad absoluta más apropiado que es­
no: el problema no es cómo probar, a través de una sofística dialéctica, la ta desafortunada referencia marxista es el argumento de
identidad última de los opuestos, necesidad y contingencia (como la noción Marx del sistema capitalista como totalidad: el sistema capi­
común de “hegelianismo” nos lleva a esperar), sino, por el contrario, cómo talista es una “necesidad absoluta” en la medida en que se re­
discernir uno de otro en un esfí'icto nivel conceptual-, la solución de Hegel, des­
de luego, es que la única manera de diferenciarlos es definir la necesidad
produce a sí mismo y a su estructura nocional, a través de un
de la contingencia. conjunto de circunstancias externas, contingentes. Estas cir-
60 Slavoj Zizek ¿E l sujeto tiene causa? 61
cunstancias contingentes presentan la estructura de la nece­ Ésta no es, sin embargo, la última palabra de Hegel. La
sidad real que corresponde en general a lo que concebimos síntesis dialéctica de necesidad y contingencia no puede redu­
habitualmente como necesidad mecánica, es decir, una nece­ cirse a la preservación-superación de la contingencia como
sidad en la cual la cadena causal es lineal, y va de las circuns­ momento subordinado, parcial, de la necesidad global; el ac­
tancias o condiciones de una cosa a la cosa misma como mé de la dialéctica de la necesidad y la contingencia llega con
efecto necesario de esas mismas circunstancias o condiciones. la aserción del carácter contingente de la necesidad como tal.
Lo que se nos escapa cuando observamos fenómenos desde el ¿Cómo debemos concebir esta aserción? Su matriz elemental
punto de vista de la necesidad real es la totalidad vital que se es proporcionada por la narrativización, el modo en el cual la
reproduce a sí misma a través de la interacción de las necesi­ contingencia de los hechos pasados se halla transpuesta en una
dades lineales contingentes. estructura simbólica homogénea. Si, por ejemplo, somos mar-
Para cada acto individual perteneciente al sistema capitalis­ xistas, todo el pasado es percibido como una larga narración
ta, puede encontrarse un conjunto de causas externas que ex­ cuyo tema constante es la lucha de clases y cuyo argumento
plican completamente la ocurrencia del acto (por qué se tiende hacia la sociedad sin clases que resuelve los antagonis­
encontró oro en cierto lugar, por qué un capitalista introdujo mos sociales; si somos liberales, el pasado cuenta la historia de
la primera máquina textil, etc., así ad infinitum). Sin embargo, la emancipación gradual del individuo de las constricciones de
esta “infinidad perniciosa” de momentos cuya ocurrencia pue­ la colectividad y la Fatalidad, etc. Y es aquí donde la libertad
de explicarse mediante las categorías de la necesidad real es y el sujeto intervienen: la libertad es stricto sensu la contingen­
contingente en su totalidad, dado que no proporciona una cia de la necesidad, es decir, está contenida en el “si...” inicial,
respuesta a la pregunta crucial: ¿cómo se reproduce el capita­ en la elección (contingente) de la modalidad por medio de la
lismo en tanto totalidad vital a través de esta red de circuns­ cual simbolizamos lo real contingente o le imponemos alguna
tancias indiferentes, externas -indiferentes en el sentido de necesidad narrativa. La “sustancia como sujeto” significa que
que su conexión con el sistema capitalista es contingente y no la necesidad misma que supera la contingencia postulándola
está comprendida en la noción misma de capitalismo-? La ne­ como su momento ideal es en sí misma contingente."
cesidad absoluta qua totalidad vital que se reproduce a través Expliquemos este pasaje de una manera más inmanente.
de la interacción de circunstancias indiferentes contiene el La necesidad absoluta como causa sui es una noción intrínse-
momento de la teleología, pero no en el sentido habitual del
término. Para explicar cualquier fenómeno particular, no ne­
cesitamos recurrir a sus supuestos objetivos externos; todo fe­ 11. Aquí Hegel es más subversivo que aquellos de sus críticos -Schelling,
nómeno, por separado, puede ser explicado a través de la por ejemplo- que le reprochan “superar” la contingencia en la necesidad glo­
necesidad real. El verdadero enigma consiste, sin embargo, en bal de la Noción. Schelling limita el alcance de la deducción nocional a la es­
tructura ideal a priori de la posibilidad; la actualización de esta posibilidad
cómo la totalidad hace uso de las circunstancias contingentes depende de la contingencia del fundamento real del ser, la voluntad “irracio­
previamente dadas para su reproducción. Aquí Marx habla el nal”. Según Schelling, el error de Hegel reside en su intento de deducir el
lenguaje de la necesidad absoluta hegeliana: señala que el ca­ hecho contingente de la existencia a partir de la noción: la noción pura de
pitalismo es indiferente a su génesis empírica (¿se fundó en el una cosa sólo puede rendir lo que esa cosa es, nunca el hecho de que sea. Es
robo, por ejemplo?); una vez que alcanza el equilibrio y em­ Schelling mismo, sin embargo, quien excluye así la contingencia del campo
pieza a reproducirse, el sistema postula sus condiciones exter­ de la noción: este campo es exclusivamente el de la necesidad, es decir, lo que
sigue siendo impensable para Schelling es ima contingencia que pertenezca a la
nas presupuestas como momentos inherentes. noción misma.
62 Slavo] Zizek ¿El sujeto tiene causa? 63
camente contradictoria; su contradicción es explicada, postu­ -y a. El objeto a es en sí sólo en la medida en que se pone; co­
lada como tal, cuando la noción de sustancia (sinónimo de la mo causa del sujeto, es enteramente puesto por el sujeto. En
necesidad absoluta spinoziana) se divide en sustancia activa otras palabras, la “reciprocidad” designa el mismo círculo vi­
(causa) y sustancia pasiva (efecto). Esta oposición es entonces cioso de la causa real y sus efectos significantes a partir del cual
superada por la categoría de lá reciprocidad, donde la causa emerge el sujeto, es decir, ese círculo en el que la red simbóli­
que determina su efecto está en sí misma determinada por el ca de efectos plantea retrospectivamente su causa traumática.
efecto; pasamos, pues, de la sustancia al sujeto: Llegamos así a la más concisa definición de sujeto: el sujeto es
un efecto que pone completamente su propia causa. Hegel di­
Esta infinita reflexión-en-sí / reciprocidad /, es decir, ese ser ce lo mismo cuando concluye que la necesidad absoluta
es en y para sí sólo en la medida en que se pone, es la consu­
mación de la sustancia. Pero esta consumación ya no es sustan­ es una relación porque es una distinción cuyos momentos
cia, sino algo superior, el concepto, el sujeto.12 son en sí mismos su completa totalidad, y sin embargo sub­
siste absolutamente, pero de una manera tal que sólo hay
Esta categoría de reciprocidad, sin embargo, es más in­ una subsistencia, y la diferencia es solamente el Schein del
trincada de lo que puede parecer: para comprenderla adecua­ proceso expositivo, y este [Schein] es lo absoluto mismo.”
damente (esto es, para evitar los lugares comunes habituales
acerca de los momentos de una totalidad vital que se condi­ La vertiginosa inversión es producida por la última cláu­
cionan recíprocamente) debemos volver a la relación entre Si sula de la última oración. Es decir que si la oración hubiera
terminado sin “y este es lo absoluto mismo”, nos habríamos
quedado con la definición tradicional de sustancia como ab­
La relación entre Schelling y Hegel puede también concebirse como la soluto: cada uno de sus momentos (atributos) es en sí mismo
relación entre los dos aspectos de lo real lacaniano: la contingencia pura la totalidad completa de la sustancia, “subsiste absolutamen­
del caos “irracional”, prelógico, y un constructo lógico sin sentido. La ló­ te”, de modo que sólo hay una subsistencia, y la diferencia só­
gica de Hegel (“Dios antes de la creación del universo”) intenta cumplir lo lo afecta la apariencia. (En Spinoza, por ejemplo, todo
que Lacan más tarde concibió como “maternas”: no proporciona un tipo de
“horizonte de sentido”, simplemente traduce el vacío, el marco sin sentido
atributo expresa la sustancia en su integridad, es decir, la to­
llenado más tarde por un contenido simbólico (el tema de la Filosofía del talidad de sus determinaciones. La silla y la noción de silla no
Espíritu). A este respecto, la lógica de Hegel es el opuesto mismo de la fi­ son dos entidades diferentes, sino una y la misma entidad ex­
losofía de Schelling, en la cual lo real es el campo de las pulsiones divinas presada en dos atributos, es decir, en dos modalidades de la
(véase el capítulo 5). Es fácil pensar en Schelling como el precursor del úl­ “absolutamente misma subsistencia”.) Sin embargo -y aquí
timo Lacan, y establecer un vínculo entre la crítica de Schelling al idealis­ encontramos el pasaje hegeliano de la sustancia al sujeto-, lo
mo (al que le reprocha no tomar en cuenta lo real en Dios) y la insistencia
de Lacan sobre lo real como aquello que resiste la simbolización, la inte­
“absoluto” no es esta “subsistencia absoluta” idéntica a sí
gración-mediación simbólica; sin embargo, esa reducción apresurada de lo misma que sigue siendo la misma en todos los atributos, co­
real al abismo de las pulsiones “irracionales” pasa por alto el crucial punto mo una suerte de núcleo de lo real. Si aceptamos tal noción
de Lacan de que lo real es al mismo tiempo un “materna”, una formación de lo absoluto, el momento de diferencia (la diferenciación
puramente lógica a la que nada corresponde en la “realidad”. del contenido de lo absoluto en una multitud de determina-
12. Hegel’s Science of Logic, Atlantic Highlands, NJ, Humanities Press
International, 1989, p. 580. [Ed. cast.: Ciencia de la Lógica, 2 vols., Buenos
Aires, Hachette, 1974.] 13. Ibíd., p. 554.
64 Slavoj Zizek ¿El sujeto tiene causa? 65

dones particulares) afecta solamente el “proceso expositivo”, creencia (de los otros) misma. A continuación, un pasaje carac­
Darstellungsweise, el modo como nosotros, en tanto sujetos fi­ terístico de la Fenomenología de Hegel:
nitos, desde nuestra posición de reflexión externa, concebi­
mos el absoluto, no el absoluto en sí. La “sustancia como [...] el ser absoluto de la fe no es esencialmente el ser abstrac­
sujeto”, por el contrario, significa precisamente que el “pro­ to, el Más Allá de la conciencia creyente. Antes bien, es el Geist
ceso expositivo” -el modo como, desde nuestra posición de de la comunidad, la unidad del ser abstracto y la conciencia de
reflexión externa, concebimos lo absoluto- es la determinación sí. Que este Geist sea el Geist de la comunidad depende esen­
inherente de lo absoluto mismo.14 cialmente del hacer de la comunidad. Pues este Geist existe
únicamente a través de la acción productiva de la conciencia -o
más bien, no es si no ha sido provocado por la conciencia-.
E l s il o g is m o d e l c r is t ia n is m o
Pues aunque tal hacer es esencial, no es sin embargo el único
fundamento esencial de ese ser, sino meramente un momento.
Al propio tiempo, el ser [de la fe] existe en y por sí mismo.15
Podemos ver ahora cómo la inversión de la necesidad ab­
soluta en libertad, de sustancia en sujeto, entraña una conver­ Así es como debemos leer la proposición de Hegel de que
sión puramente formal: en el nivel de la sustancia, lo absoluto “el ser es en y para sí sólo en la medida en que se pone”: no
es una subsistencia que sigue siendo la misma a través de to­ como lugar común subjetivista, según el cual todo ser está ya
dos sus momentos; en el nivel del sujeto, lo absoluto es este subjetivamente puesto, sino como la paradoja de un objeto
mismo Schein de la diferenciación de momentos, cada uno de que es puesto precisamente como existente en y para sí. (La
los cuales contiene en sí mismo la totalidad de la sustancia. clave de esta paradoja reside en cómo el gesto de subjetiva-
La tensión entre reflexión externa y ponente, entre “sustan­ ción-ponente, en su dimensión más fundamental, consiste en
cia” y “sujeto”, aparece en su forma más pura en la paradoja el gesto puramente formal de concebir como el resultado de nuestra
de la causa social, que es el producto de la creencia del sujeto postulación algo que ocurre inevitablemente, a pesar de nuestra ac-
en sí mismo. Declarar “Creo en... (el comunismo, la libertad, tividad.)16La causa social, el objeto de la fe, es producido por
la nación)”, ¿qué significa? Atestigua mi creencia de que no la labor de la comunidad en su capacidad misma como fun­
estoy solo; existen otros, y también ellos creen en la misma damento presupuesto que existe en y para sí. Hegel afirma la
causa. En cuanto a su estructura semántica intrínseca, la pro­
posición “creo en...” es por tanto reflexiva, es decir, autorre-
ferencial; su forma expresa (la forma de una relación 15. G.W.F. Hegel, Pbenomenology ofSpirit, Oxford, Oxford University
inmediata del sujeto con la causa) no debe engañamos: creer Press, 1977, p. 391. [Ed. cast.: Fenomenología del Espíritu, Madrid, Fondo de
Cultura Económica, 1981.]
en una causa social significa, en última instancia, creer en la 16. Véase un examen más detallado de esta paradoja en el capítulo 6 de
Slavoj Zizek, El sublime objeto ele la ideología, Londres, Verso, 1989. Lo
14. En la medida en que el sujeto qua absoluto es este Schein -es decir, opuesto también se sostiene: el hecho de que algo se nos aparezca como un
en la medida en que el estatuto del sujeto es esencialmente superficial, el de estado de cosas crudo, sin sentido, injustificado, es también un resultado de
una superficie “espectral”-, la oposición hegeliana sustancia/sujeto sub­ nuestra “postulación”. Basta con recordar la temprana oposición burguesa
vierte la dualidad metafísica estándar de esencia y apariencia y está, en tan­ a la represión feudal. Uno de los motivos clásicos del melodrama burgués
to tal, próxima a la oposición deleuziana entre la profundidad corporal temprano (por ejemplo, Clarissa, de Richardson) es la lucha desesperada de
impenetrable y el acontecimiento de superficie. Sobre este vínculo inespe­ la muchacha burguesa contra las intrigas del libertino feudal que plantea
rado entre Hegel y Deleuze, véase el final de este capítulo. una amenaza a su virtud. Es crucial la mutación simbólica por medio de la
66 Slavo] Zizek ¿El sujeto tiene causa? 67
misma paradoja con respecto a la relación entre conocimien­ ¿Cómo entender, precisamente, esta unidad dialéctica de
to y verdad: el sujeto no sólo refleja pasivamente la verdad, la Dios qua fundamento sustancial de los individuos transitorios
“pone” por medio de su actividad cogniíiva, aunque la pone y de estos mismos individuos qua sujetos cuya actividad ani­
como “lo verdadero existente en y para sí”: “El concepto, ma a Dios? La “reflexión ponente”, que concibe el conteni­
desde luego, produce la verdad -pues tal es la libertad subje­ do religioso como algo producido por los sujetos, y la
tiva-, pero al mismo tiempo reconoce esta verdad no como “reflexión externa”, que concibe a los sujetos como momen­
algo producido, sino como lo verdadero existente en y para tos pasajeros de Dios-Sustancia religiosa, son ambas en sí
sí ” . 17 mismas la totalidad completa: el contenido religioso entero es
En este preciso sentido, la “muerte de Dios” designa pa­ puesto por los sujetos, y los sujetos son enteramente momen­
ra Hegel la muerte del Más Allá trascendente que existe en tos de la Sustancia religiosa que existe en sí. Por esta razón,
sí: el resultado de esta muerte es Dios qua Espíritu Santo, es la “síntesis dialéctica” de los dos momentos -la “reflexión de­
decir, el producto de la labor de la comunidad de creyentes. terminante”- no equivale a un compromiso que le concede a
La relación entre causa y efecto está aquí dialécticamente re­ cada uno de los dos extremos su justificación parcial (“el con­
flejada. Por una parte, la causa es, sin ambigüedades, el pro­ tenido religioso es en pane producido por los hombres y en
ducto de la actividad de los sujetos; está “viva” sólo en la pane existe en sí”). En cambio, entraña la mediación absolu­
medida en que es continuamente resucitada por la pasión de ta de ambos lados en la persona de Cristo, quien es simultá­
los creyentes. Por otra parte, esos mismos creyentes experi­ neamente el representante de Dios entre los sujetos humanos
mentan la causa como lo Absoluto, como lo que pone en y el sujeto humano que pasa a ser Dios. En el cristianismo, la
marcha sus vidas; en resumen: como la causa de su actividad. única identidad entre el hombre y Dios es la identidad en
Por el mismo motivo, se experimentan a sí mismos como Cristo, en claro contraste con la actitud precristiana, que
meros accidentes transitorios de su causa. Los sujetos ponen, concibe tal identidad como el punto asintótico del infinito
por tanto, la causa, aunque lo hacen no como algo subordi­ acercamiento del hombre a Dios por medio de su purifica­
nado a ellos, sino como su causa absoluta. Lo que encontra­ ción espiritual. En el lenguaje de la especulación hegeliana,
mos aquí es nuevamente el paradójico bucle temporal del este rol intermediario de Cristo significa que el cristianismo
sujeto: la causa es puesta, pero es puesta como lo que “siem­ tiene la estructura de un silogismo: la tríada cristiana de Doc­
pre ha sido”. trina, Fe y Ritual está estructurada de acuerdo con la tríada
del silogismo cualitativo, el silogismo de la reflexión y silogis­
cual el sujeto experimenta como presión insoportable contra su libre indi­
mo de la necesidad.18
vidualidad lo que previamente era simplemente el marco social en el que La matriz paradigmática del primer silogismo es S-P-U:
estaba inserta. N o basta con decir que el individuo “se vuelve consciente el ascenso de lo Singular a lo Universal, con lo Particular co­
de” la represión (feudal): lo que se pierde en esta formulación es la dimen­ mo término medio que desaparece en la conclusión (Sócrates
sión performativa, es decir, el hecho de que, a través del acto de “tomar es un hombre; el hombre es mortal; luego Sócrates es mor­
conciencia”, el sujeto postule que las condiciones sociales ejercen una pre­ tal). La naturaleza del segundo silogismo es inductiva, es de-
sión insoportable sobre su libre individualidad, constituyéndose a sí mismo,
por tanto, como “individuo libre”.
17. G.W.F. Hegel, Lectures on the Philosophy of Religión, vol. III, Berke- 18. Sobre esta estructura silogística del cristianismo, véase John W.
ley, Universíty of California Press, 1985, p. 345. [Ed. cast.: Lecciones sobre Burbidge, “The Syllogisms of Revealed Religion”, en Hegel on Logic and
filosofía de la religión, Madrid, Alianza, 1984.] Religion, Albany, NY, SUNY Press, 1992.
68 Slavoj Zizek ¿El sujeto tiene causa? 69
cir, su matriz es P-S-U: lo Singular es el término medio que jeto y el predicado, de lo Individual perecedero y lo Univer­
nos permite conectar lo Particular con lo Universal (este cis­ sal perenne-. En este nivel, por tanto, el silogismo es el si­
ne es blanco; ese cisne es blanco, etc.; luego, los cisnes son guiente: “Cristo, este individuo, está expuesto a la muerte, al
blancos). Finalmente, el tercer silogismo es S-U-P, es decir, juicio que espera a todos los seres vivos particulares; pero se
su término medio es lo Universal, que media entre lo Singu­ levanta de la muerte y asciende al cielo, es decir, se une a lo
lar y lo Particular; por ejemplo, en el caso del silogismo dis­ Universal imperecedero”. En este sentido, uno podría decir
yuntivo “Los seres racionales son hombres o ángeles; que la muerte de Cristo en la Doctrina es “objetiva”, es su te­
Sócrates, que es un ser racional, es un hombre; luego, no es ma, y no es experimentada aún existencialmente. En este sen­
un ángel”.19 ¿Cómo se vincula esta trinidad silogística con el tido, seguimos dentro de la oposición abstracta de la Finitud
cristianismo? La respuesta es proporcionada por la tríada perecedera y la Infinitud trascendente: la muerte es todavía
cristiana de la Doctrina, la Fe y el Ritual: experimentada como la fuerza de negatividad que afecta a un
ser finito, particular; no es todavía experimentada como la
® El contenido de la Doctrina cristiana es el ascenso de muerte simultánea del Más Allá abstracto.
Cristo a través de su muerte, que significa que el rol del tér­
mino medio es desempeñado por la muerte qua negatividad, • El contenido de la Fe cristiana es la salvación, realizada
que.es el camino de toda carne. La muerte denota aquí el mo­ por Cristo cuando asume los pecados de la humanidad y ex­
mento de juicio en el sentido judicial -la sentencia de Cristo pira en la cruz como un mortal común; la salvación entraña,
a morir- así como en el sentido lógico -la distinción del su­ pues, la identidad del hombre y Dios. Esta identidad, que en
la Doctrina era un mero objeto de conocimiento, ocurre en
19. La lógica de Hegel del silogismo está por tanto basada en la estruc­ la Fe como experiencia existencial. ¿Qué significa esto res­
tura del “mediador evanescente”: lo que se desvanece en la conclusión del
silogismo es el tercer elemento que, gracias a su rol mediador, permite la
pecto de la estructura del silogismo? ¿Cómo yo, mortal fini­
unificación final (copulación) del sujeto y el predicado. (Hegel diferencia
to, experimento concretamente mi identidad con Dios? La
los tres tipos básicos de silogismo precisamente basándose en la naturaleza experimento en mi propia desesperación radical que -para­
de su “mediador evanescente”: particular, singular o universal). dójicamente- entraña una pérdida de fe: cuando, aparente­
Uno se siente tentado de explicar la “imposibilidad de la relación se­ mente abandonado por Dios, soy llevado a la desesperación,
xual” de Lacan en términos de esta estructura silogística: contrariamente a arrojado a la soledad absoluta, puedo identificarme con Cris­
la apariencia inmediata, la relación sexual no posee la estructura del juicio,
de la copulación entre los dos sujetos involucrados, sino la del silogismo. Es
to en la cruz (“Padre, ¿por qué me has abandonado?”). En la
decir, la relación sexual está condenada al fracaso, dado que en ella un hom­
identidad del hombre y Dios, mi experiencia personal de ser
bre no se relaciona directamente con una mujer -su relación con una mujer abandonado por Dios se superpone, pues, con la desespera­
está siempre mediada por un tercer término, el objeto a: Juan desea a, su ob­ ción de Cristo cuando es abandonado por el padre divino, y
jeto-causa del deseo; Juan presupone que María posee, tiene en ella a-, Juan es en este sentido que nos enfrentamos con el silogismo de la
desea a María. Sin embargo, el problema es que este a está irreductiblemen­ analogía/inducción: la analogía es trazada entre mi posición
te descentrado con respecto al sujeto al cual es atribuido: entre a -es decir,
el fantasma bajo cuya forma el sujeto estructura su relación hacia a—y la mu­
miserable y la posición de Cristo en la Cruz. Así, la identidad
jer concreta, el núcleo real de su ser más allá del fantasma, el abismo sigue del hombre con Dios en la Fe no es “inmediata”, consiste en
siendo infranqueable. Vulgari eloquentia-, un hombre piensa que está copu­ la identidad de dos escisiones. Así, la diferencia entre esta expe­
lando con una mujer, pero en realidad, copula con el fantasma adscripto a riencia de la Fe y la Doctrina es doble: aquí la muerte de
esa mujer. Cristo no es meramente “objetiva”, sino también “subjetiva”,
70 Slavoj Zizek ¿El sujeto tiene causal 71
y entraña mi experiencia íntima de la desesperación; en este ¿Por qué Hegel resiste tal lectura? Esta resistencia no es
sentido, me encuentro absolutamente solo, me “contraigo” prueba de una inconsecuencia por parte de Hegel, debida a
en la noche del puro yo, en la cual toda realidad se desinte­ su actitud apaciguadora respecto de la teología tradicional o
gra. Lo que expira en la cruz es, pues, no sólo el representan­ incluso de su conformismo político; antes bien, proviene del
te terrenal de Dios (como apareció en el primer silogismo de hecho de que Hegel imaginó todas las consecuencias de la
la Doctrina) sino Dios mismo, es decir, el Dios del Más Allá, “muerte de Dios”, es decir, las consecuencias de reducir todo
Dios como la Sustancia trascendente, como la Razón divina contenido objetivo al puro yo. Concebida de este modo, la
que garantiza que nuestras vidas tengan Sentido. “muerte de Dios” ya no puede parecer una experiencia libe­
radora, el retiro del Más Allá que libera al hombre, abriéndo­
®El contenido del Ritual, finalmente, es el Espíritu Santo le el campo de la actividad terrena, en el que reafirmará su
como unión positiva del hombre y Dios: el Dios que expiró en subjetividad creativa; por el contrario, la muerte de Dios en­
la Cruz resucita bajo la forma del espíritu de la comunidad re­ traña la pérdida de la realidad “terrenal” coherente. Lejos de
ligiosa. Ya no es el padre quien, a salvo en Su Más Allá, regula anunciar el triunfo de la capacidad creativa autónoma del
nuestra fatalidad, sino la obra de todos nosotros, miembros de hombre, la “muerte de Dios” es más afín a lo que los grandes
la comunidad, dado que él está presente en el ritual represen­ textos del misticismo designan habitualmente como la “no­
tado por nosotros. La estructura del silogismo en este caso es che del mundo”: la disolución de la realidad (simbólicamen­
S-U-P: lo Universal, el Espíritu Santo, media entre nosotros te constituida).
como humanos particulares, y Cristo como el individuo singu­ En términos lacanianos, nos enfrentamos con la suspen­
lar. En el ritual de la comunidad cristiana, Cristo resurrecto es­ sión del gran Otro, que garantiza el acceso del sujeto a la rea­
tá, también en este caso, vivo entre nosotros, los creyentes. lidad: en la experiencia de la muerte de Dios, nos tropezamos
con el hecho de que “el gran Otro no existe” [IJAutre n'exis­
te pas] (Lacan).20En el Espíritu Santo, el gran Otro es puesto
¿P o r q u é H e g e l n o e s u n h u m a n is t a a t e o ? como ficción simbólica, desustancializada, es decir, como en­
tidad que no existe como un en sí, sino solamente en la me-
El rasgo crucial que no debe perderse de vista es el abismo
que sigue separando a Hegel del humanismo ateo, según el 20. La reciente crisis ecológica ofrece, quizás, la experiencia más estric­
cual Dios es un producto de la imaginación colectiva del pue­ ta de S qua subjetividad vacía, sin sustancia. En ella, el fundamento mismo
de nuestra vida diaria está amenazado, el circuito de lo real que “siempre
blo. Es decir, a primera vista podría parecer que Hegel inter­ vuelve a su lugar” está perturbado: de pronto, el más básico patrón y so­
preta el contenido filosófico del cristianismo como postulación porte de nuestro ser -el agua y el aire, el ritmo de las estaciones del año,
de una “muerte de Dios”: ¿acaso la muerte de Dios en la cruz, etc., el fundamento natural de nuestra actividad social- aparece como algo
y su posterior resurrección en el espíritu de la comunidad reli­ contingente y poco confiable. La visión iluminista de la dominación comple­
giosa, no equivalen al hecho de que Dios muera, deje de exis­ ta del hombre sobre la naturaleza y su explotación llega así a su verdad en
tir como el Más Allá trascendente que domina las vidas de los una forma invertida: no podemos dominar totalmente la naturaleza; lo que
podemos hacer es perturbarla. Sólo aquí la “sustancia se convierte en suje­
hombres (y esto, precisamente, es lo que la palabra “Dios” sig­ to”: el sujeto está privado del fundamental soporte “sustancial” de la natu­
nifica en el uso religioso común), para ser restituido a la tuda raleza, que siempre encuentra su equilibrio y sigue su camino a pesar de las
bajo la forma del espíritu de la comunidad, es decir, como el re­ perturbaciones de la vida social. La reacción habitual a la crisis ecológica
sultado-producto de la actividad comunitaria de los hombres? -los esfuerzos desesperados por encontrar un camino de regreso al “equi-
72 Slavoj Zizek ¿E l sujeto tiene causa? 73
dida en que está animada por la “obra de todos y cada uno”, red material funcione como metáfora del gran Otro. En La al­
es decir, bajo la forma de sustancia espiritual. ¿Por qué, en­ fombra del Rey Salomón (King Salomones Carpet), por ejemplo,
tonces, esta sustancia espiritual no es comprendida como el esta metáfora es la red del transporte subterráneo londinense.
producto del sujeto colectivo? ¿Por qué el lugar del Espíritu Cada uno de los protagonistas de la novela está preso en un
Santo es irreductiblemente Otro respecto del sujeto? La res­ universo psicótico cerrado, sin comunicación adecuada con
puesta aparece cuando invocamos el concepto lacaniano del otras criaturas e interpretando los accidentes contingentes co­
gran Otro. mo significativas “respuestas de lo real”, es decir, como confir­
¿Qué es el gran Otro? Recordemos la escena del Acto II maciones de sus presentimientos paranoicos. Por todo ello,
de Cosìfan tutte, de Mozart, en la cual Don Alfonso y Despi­ parece que sus encuentros están controlados por una mano in­
na reúnen a ambas parejas y superan la reticencia de estas visible, que todos son parte de un oculto esquema materializa­
conversando literalmente en su lugar (Alfonso se dirige a las do en la red de túneles y trenes subterráneos, ese Otro Lugar
damas en nombre de los dos “albanos” - “Se voi non parlate, nocturno, subterráneo (metáfora del Inconsciente), que dupli­
per voi parlerò...”, y Despina da la respuesta afirmativa de las ca el “mundo cotidiano” de las caóticas calles de Londres.22
damas - “Per voi la risposta a loro darò...”). La naturaleza có­ Nos enfrentamos aquí con el descentramiento del Otro
mica, caricaturesca, de este diálogo no debe engañarnos ni un respecto del sujeto, debido al cual éste, apenas retorna de la
instante: las cosas van en serio, “todo es decidido” de esta for­ “noche del mundo”, de la negatividad absoluta del yo = yo,
ma externalizada. Las dos parejas enamoradas se constituyen hacia el mundo “cotidiano” del logos, queda atrapado en una
precisamente a través de los representantes, y todo lo que si­ red cuyos efectos a priori eluden su comprensión. Es por ello
gue (el reconocimiento explícito del amor) es apenas una que la autoconciencia es estrictamente correlativa del incons­
cuestión de ejecución. Por este motivo, una vez que las pare­ ciente en el sentido ffeudiano del término, que es afín con el
jas unen sus manos, Despina y Alfonso pueden retirarse rápi­ juicio infinito kantiano: afirmar que un pensamiento “es in­
damente y dejar que las cosas tomen un curso propio; su tarea consciente”, es totalmente distinto que afirmar que ese pen­
mediatoria está hecha...*21 samiento “no es consciente”. En el segundo caso -cuando
En el ámbito totalmente distinto de la novela de crímenes, niego el predicado “consciente”-, el sujeto (lógico) está sim-
Ruth Rendell ejerce el extraordinario poder de hacer que una
22. Otro ejemplo de este carácter “subterráneo” del Otro es proporcio­
nado por los filmes norteamericanos de Milos Forman. Aunque la mayoría
librio natural”- es simplemente un modo de eludir la verdadera dimensión de ellos transcurren en Estados Unidos, no podemos evitar la impresión de
de esta crisis: el único modo de enfrentarla en toda su magnitud es asumir que, en cierto sentido, siguen siendo checos: su “sustancia espiritual” implí­
totalmente la experiencia de contingencia radical que entraña. cita, su “humor” elusivo, es checo. El problema al que nos enfrentamos es
21. En un nivel más profundo, tendríamos que centrarnos en la enig­ cómo fue posible para el universo específico del socialismo checo tardío
mática relación entre Despina y Alfonso: aparentando desempeñar el papel contener una dimensión universal que le permitió funcionar como matriz
de mediadores entre las otras dos parejas, ¿acaso no se declaran el amor para una descripción (del todo convincente) de la vida estadounidense mo­
mutuamente? En resumen, ¿acaso la verdad de Cosifan tutte no reside en el derna. Entre numerosos ejemplos similares, basta con mencionar el filme
hecho de que su verdadera pareja amorosa, entorpecida en el reconoci­ televisivo sobre Stalin, con Robert Duvall: rápidamente se vuelve obvio que
miento del amor, es la pareja de Despina y Alfonso? ¿No ponen en escena su referencia oculta son las sagas mañosas del tipo de El padrino. Lo que en
la farsa con las otras dos parejas con el fin de resolver la tensión de su pro­ realidad estamos mirando es una película acerca de la lucha por el poder en
pia relación? Ésta es la concepción en la que se basa la gran producción que una familia mafíosa, en la que Lenin es el anciano y mortalmente enfermo
Peter Sellars realizó de la ópera. Don, y Stalin y Trotski, los dos consiglieri que pelean por su legado.
14 Slavoj Zizek ¿El sujeto tiene causa? 15
plemente situado en el campo de lo no-psíquico (de la biolo­ Hegel desarrolla su teoría del lenguaje en “Representa­
gía, por ejemplo; en síntesis, en el vasto campo de todo lo ción”, sección segunda de la “Psicología”, que delinea los lí­
que, en nuestro cuerpo, está más allá del alcance de nuestra mites de la transición de la “Intuición” al “Pensamiento”, es
conciencia). Sin embargo, cuando afirmo un no-predicado y decir, el proceso de la gradual liberación del sujeto del con­
declaro que un pensamiento es inconsciente, estoy abriendo tenido encontrado e impuesto externamente y provisto por
un tercer campo, siniestro, que subvierte la distinción misma los sentidos, gracias a su internalización y universalización.
entre psíquico-consciente y somático, un campo que carece Como es habitual en Hegel, el proceso ocurre en tres mo­
de lugar en la distinción ontológico-fenomenológica entre mentos. Primero, en “Recolección”, una intuición es arran­
psíquico y somático, y cuyo estatuto es, por tal motivo, tal co­ cada del contexto externo espacio-temporal causal y llevada
mo lo señala Lacan en el Seminario XI, “pre-ontológico”.23 al espacio y tiempo internos y propios del sujeto; de esta ma­
nera, está a su disposición como elemento contingente que
puede ser recordado en todo momento. Una vez que la intui­
E l e n ig m a d e l a “m e m o r ia m e c á n ic a ” ción es transpuesta a la Inteligencia, queda bajo su poder. La
Inteligencia puede hacer con ella lo que le plazca: puede des­
Sin embargo, el Otro lacaniano qua orden descentrado del componer una intuición en sus constituyentes y luego re­
significante ¿no se define mediante la primacía del sinsentido combinarlos en un Todo diferente, “no natural”; puede
del significante sobre la dimensión de la expresión? ¿Dónde compararla con otras intuiciones y establecer marcadores co­
se encuentra esto en Hegel? La gran sorpresa que nos espera munes. Todo esto es el trabajo de la “Imaginación”, que lle­
en los párrafos sobre el lenguaje en la Encyclopaedia de Hegel va gradualmente al Símbolo.
(§ 4S1-464)24es la repentina e inesperada aparición de la lla­ Primero, una imagen particular representa una red más
mada “memoria mecánica” luego de la “superación” total del compleja de representaciones, o algún rasgo universal (la
signo del lenguaje en su contenido espiritual.25 imagen de una barba, por ejemplo, puede recordarnos la vi­
rilidad masculina, la autoridad, etc.). Este rasgo universal,
23. Por otra parte, esta aserción sobre el estatuto “pre-ontológico” del sin embargo, está todavía teñido por la imagen particular
inconsciente es intrínsecamente ambigua: también puede ser comprendida sensible que lo representa; alcanzamos la verdadera univer­
(como lo hizo Lacan en sus dos primeros Seminarios) fenomenològicamen­ salidad sólo cuando todo parecido entre el rasgo universal
te, como una afirmación de que el inconsciente no es, sino que persiste úni­
camente en el futur antérieur de un “habrá sido”. No existe como entidad
y la imagen que representa es abolido. De esta manera, lle­
positiva; su única coherencia es la de una hipótesis confirmada retroactiva­ gamos a la Palabra como signo arbitrario, externo, cuyo
mente por el constructo interpretativo que luego confiere sentido a los ras­ vínculo con su sentido es totalmente arbitrario. Es sola­
tros fragmentarios mediante la atribución de su contexto de significación. mente esta degradación del signo a pura externalidad indi­
Sólo la lectura del estatuto “pre-ontológico” del inconsciente contra el ferente lo que permite que el sentido se libere de la
trasfondo del juicio infinito kantiano nos permite evitar esta trampa feno­ intuición sensible, y se purifique por tanto en la universali­
menològica, y conferirle al inconsciente un estatuto que elude las distin­
ciones fenomenológicas y ontológicas estándar.
dad verdadera. De este modo, el signo (la palabra) se pone
24. Véase Hegel’s Philosophy ofMind, Oxford, Clarendon Press, 1992. en su verdad: como el movimiento puro de autosuperación,
25. Nos basamos aquí en la excelente, aunque un tanto unilateral, re­
construcción de la línea argumentativa de Hegel en el capítulo 7 (“Hege- Language, and Systematic Philosophy, Evanston, IL, Northwestern Univer­
lian Words: Analysis”) de John McCumber, The Company of Words: Hegel, sity Press, 1993.
76 Slavoj Zizek ¿E l sujeto tiene causa? 77
como entidad que alcanza su verdad destruyéndose frente a este medio: el medio en sí mismo funciona como trasmisor
su significado. de un contenido independiente. Lo que falta es una palabra
La “memoria verbal” luego internaliza y universaliza el que no represente meramente su contenido externo, sino que
signo externo que significa un rasgo universal. El resultado al constituya, además, una palabra a través de la cual ese conte­
que llegamos es, pues, un “lenguaje representacional”, com­ nido significado se convierta en lo que es; para decirlo breve­
puesto de signos que son la unión de dos componentes: por mente, un “performativo”.
una parte, el nombre unlversalizado, el sonido mental, un ti­ Entonces, ¿cómo pasamos de aquí a un discurso que actúe
po reconocido como el mismo en diferentes emisiones; por como medio adecuado para el pensamiento infinito? En este
otra, su significado, una representación universal. En el “len­ punto nos encontramos con una sorpresa que causa descon­
guaje representacional”, los nombres poseen un contenido cierto a los intérpretes de Hegel: entre la “memoria verbal”,
universal fijo determinado no por su relación con otros nom­ que garantiza la unidad concreta del significado y la expre­
bres, sino por su relación con la realidad representada. Se tra­ sión, y el “pensamiento” mismo, Hegel interpone misterio­
ta de la noción estándar de lenguaje como conjunto de signos samente, como transición a la actividad de pensar, la “memoria
con un significado universal fijo que refleja la realidad, noción mecánica”, un recitado de memoria de palabras a las cuales
que entraña la tríada del signo mismo qua cuerpo, contenido no les atribuimos un significado; en resumen, un “abandono
significado en la mente del sujeto y realidad a la que el signo del espíritu” [Geistesverlassen]. Habiendo expuesto cómo el
refiere... una simple sensibilidad pre-teórica nos dice que fal­ signo permanece dentro de los confines de la representación,
ta algo, que esto no es todavía un lenguaje verdadero, vivo. Lo es decir, de la síntesis externa del significado y la expresión,
que falta son principalmente dos cosas: por un parte, las rela­ Hegel no desmantela la “falsa” unidad del signo desechando
ciones sintácticas y semánticas entre los signos mismos, es de­ su lado externo, la expresión como medio externo del conte­
cir, la circularidad. autorreferencial por la cual siempre puede nido designado; por el contrario, descarta, sacrifica, el conte­
decirse que el significado de una palabra es una serie de otras nido interno mismo. El resultado de tal reducción radical es
palabras (si nos preguntan “¿Qué es un camello?”, habitual­ que, dentro del espacio del lenguaje, “hacemos una regre­
mente responderemos con una serie de palabras: “mamífero sión” al nivel del Ser, la categoría más pobre: Hegel se refie­
de cuatro patas parecido a un caballo, aunque con una joroba re a la Inteligencia en la memoria mecánica como “el Ser, el
en el lomo”, etc.); por otra parte, la relación con el sujeto hablan­ espacio universal de los nombres como tales, esto es, de las
te: no queda claro de qué modo el hablante mismo está ins­ palabras sin sentido” (§ 463), que de algún modo desaparecen
cripto en el “lenguaje representacional” como reflejo de los aun antes de surgir completamente; de “tonos articulados”
tres niveles de signos, ideas mentales y realidad. como “realizaciones transitorias, evanescentes, completa­
En términos hegelianos, la fatal debilidad del lenguaje re­ mente ideales, que se suceden en un elemento que no ofrece
presentacional reside precisamente en su carácter representa­ resistencia” (§ 444).
cional: en el hecho de que permanezca bloqueado en el nivel Lo que ahora tenemos ya no son las palabras representa-
de la Vorstellung, de la externa y finita representación que re­ cionales como tipos universales de la conexión fija de una ex­
fiere a un contenido externo y trascendente. Para decirlo en presión con su significado (la palabra “caballo” siempre
términos contemporáneos: el lenguaje representacional es el significa...), sino un puro devenir, un flujo de emisiones de
medio -que se borra a sí mismo- para representar-transmitir individualidad sin sentido: lo único que las une es la “cinta
un contenido nocional universal que sigue siendo externo a conectora vacía” de la Inteligencia misma. En este nivel, el
78 Slavoj Zizek ¿E l sujeto tiene causa? 79
significado de un nombre puede residir solamente en el he­ sión performativa. ¿Por qué? Enfoquemos este punto crucial a
cho de que sigue y/o dispara otros nombres. Es sólo entonces través del pasaje de Filosofía real, donde Hegel describe cómo
cuando emerge la verdadera y concreta negatividad del signo lin­
güístico-. para que esta negatividad emerja, no es suficiente que a la pregunta “¿Qué es esto?” habitualmente respondemos
la palabra sea reducida al puro flujo de la autodestrucción; su “Es un león, un burro”, etc. Es, lo cual significa que no es
significado Más Allá de sí debe ser “aplanado”, debe perder una cosa amarilla que tiene pies, etc., algo independiente
su contenido positivo, de manera que lo único que perma­ por derecho propio, sino un nombre, un tono de mi voz;
nezca sea la negatividad vacía que “es” el sujeto. algo completamente diferente de lo que es en la intuición.
La connotación cristológica de este sacrificio del significa­ Y ese es [su] verdadero Ser.27
do representacional-objetivo es inconfundible: la reducción Hegel atrae nuestra atención a la paradoja de la nomina­
de la palabra al puro flujo del devenir no es la autodestruc­ ción, tan obvia que es en general pasada por alto: cuando di­
ción de la palabra frente a su significado, sino la muerte de go “Esto es un elefante”, lo que literalmente estoy afirmando,
este Significado mismo, como sucede con Cristo, cuya muer­ en el nivel más elemental e inmediato, es que esta criatura gi­
te en la Cruz no es la muerte del Dios terreno representati­ gantesca con trompa, etc., realmente es un sonido en mi bo­
vo, sino la muerte del Dios del Más Allá de Sí Mismo. Aquí ca, las ocho letras que acabo de pronunciar. En su Seminario
reside la idea propiamente dialéctica de Hegel: el obstáculo a I, sobre los escritos técnicos de Freud, Lacan juega con la
la actividad verdadera e infinita del Pensamiento en el nom­ misma paradoja: una vez que la palabra “elefante” es pronun­
bre representacional no es su visión externa, sino la propia ciada, el elefante está aquí en toda su masiva presencia; aun-
universalidad fija de su significado interno.
El vaciamiento que se produce es doble. En primer lugar, ritu, como el lugar lleno de contenido espiritual. En resumen, realizando
todo el contenido objetivo-representacional es evacuado, de la anulación radical del contenido representacional enunciado, la “memoria
manera que lo único que permanece es el vacío de la Inteli­ mecánica” deja espacio para el sujeto de la enunciación. Lo crucial es la co-
gencia (sujeto); en términos lacanianos, pasamos del signo, dependencia de la reducción del signo a la externalidad sin sentido del sig­
que representa algo (un contenido positivo) para alguien, al nificante y la emergencia del sujeto “barrado” qua puro vacío (S): aquí
significante, que representa al sujeto mismo para otros signi­ Hegel está inesperadamente cerca de Althusser, quien también articula la
ficantes. En el mismo gesto, sin embargo, el sujeto (S) deja de codependencia de los aparatos ideológicos del Estado (práctica ideológica
qua pura externalidad de un ritual “mecánico”) y el proceso de subjetiva-
ser la completud del contenido interno experimentado, del ción. El problema con Althusser, sin embargo, es que carece del concepto
significado, y es “barrado”, vaciado, reducido a S, o, como se­ de sujeto del significante ($): dado que reduce al sujeto al reconocimiento
ñala Hegel, la tarea de la memoria mecánica es “aplanar el imaginario en el sentido ideológico, no ve la correlación entre la emergen­
fundamento de la interioridad al Ser puro, al espacio puro” cia del sujeto y la pérdida radical de sentido en el ritual sin sentido. En un
(§ 464).26Este “aplanamiento”, esta reducción al Ser, a la in­ nivel ligeramente distinto, la misma paradoja define el estatuto de la mu­
mediatez nueva de la palabra, es lo único que abre la dimen­ jer en Weininger (véase el capítulo 6): la mujer es el sujeto par excellence
precisamente en la medida en que la posición femenina entraña la evacua­
26. Esto es lo que parece eludir la lectura derrideana, que concibe la ción de todo el contenido espiritual; este vaciamiento nos enfrenta con el
“memoria mecánica” como un tipo de “mediador evanescente”, una exter- sujeto qua contenedor vacío de sentido...
nalización que subsiguientemente se supera a sí misma en la Interioridad 27. G.W.F. Hegel, jenaer Realphilosopbie, Hamburgo, Meiner, 1931,
del Espíritu: anulando todo el contenido interno representacional, la “me­ p. 183. [Ed. cast.: Filosofía real, Madrid, Fondo de Cultura Económica,
moria mecánica” abre y mantiene el Vacío absoluto como medio del Espí- 1984.]
80 Slavo] Zizek ¿E l sujeto tiene causai 81
que no está en ningún lugar donde pueda ser visto en reali­ L a l ó g ic a h e g e l ia n a d e l s ig n if ic a n t e
dad, su noción se vuelve presente. Encontramos aquí el as­
pecto inesperadamente estoico de Hegel (y Lacan): a los De lo que acabamos de decir no es difícil deducir que la
lógicos estoicos les gustaba señalar que, cuando pronuncia­ dualidad hegeliana de los “nombres representacionales” y
mos la palabra “carro”, efectivamente un carro atraviesa los “nombres como tales” que emergen en la memoria me­
nuestra boca. cánica corresponde perfectamente a la oposición lacaniana
Sin embargo, Hegel piensa en algo más: la simple, aparen­ entre signo y significante. El signo se define por una relación
temente simétrica inversión de “un elefante es... /un mamífe­ fija entre el significante y el significado representado por el
ro de cuatro patas con una trompa/” en “esto es un elefante” significante -su significación-, mientras que el significante, a
entraña la inversión de un enunciado constatativo represen- través de su incesante deslizamiento, se refiere a otros signi­
tacional en uno performativo. Es decir, cuando digo “un ele­ ficantes de la cadena, y produce el efecto de sentido. El signo
fante es... /un mamífero de cuatro patas con una trompa/”, es un cuerpo relacionado con otros cuerpos; el significante es
estoy procesando “elefante” como nombre representacional, puro flujo, “acontecimiento”; el signo se refiere a la plenitud
y señalando el contenido externo que designa. Cuando digo sustancial de las cosas, el significante se refiere al sujeto qua
“esto es un elefante”, le estoy confiriendo a un objeto su el vacío de la negatividad que media en la relación interna de
identidad simbólica; estoy agregando al haz de propiedades la cadena signicante (“un significante representa al sujeto
reales un rasgo simbólico unificador que transforma este haz para otros significantes”). Hegel como deleuziano: aunque
en un objeto único, idéntico a sí mismo. La paradoja de la parece impensable un contraste más fuerte, encontramos en
simbolización reside en el hecho de que el objeto es consti­ la “memoria mecánica” de Hegel la noción de Sentido qua
tuido como Uno a través de un rasgo que es radicalmente ex­ Acontecimiento puro más tarde articulada por Deleuze en la
terno al objeto mismo, a su realidad; a través de un nombre Lógica del sentido... La prueba de que la dialéctica hegeliana
que no tiene ninguna semejanza con el objeto. El objeto se es realmente la lógica del significante avant la lettre es pro­
convierte en Uno a través de la adición de un Ser completa­ vista por John McCumber, quien, en The Company ofWordsfi
mente vacío, autodestructivo, le peu de réalité de un par de so­ propone una provocativa y perspicaz lectura del proceso dia­
nidos -la mosca que hace al elefante- como sucede con el léctico hegeliano como una operación con “marcadores”
monarca, ese imbécil cuerpo contingente de un individuo simbólicos (el término alemán de Hegel es Merkmal, su
que no solamente “representa” el Estado qua totalidad racio­ equivalente francés sería le trait signifiant, el rasgo signifi­
nal sino que lo constituye, lo vuelve efectivo. Esta dimensión cante). Llegamos al punto de partida del proceso, la “tesis”,
performativa, por medio de la cual el significante está ins­ a través de la operación de “inmediación-abreviación”: una
cripto en el contenido significado mismo como su constitu­ serie de marcadores, Mj... Mj, está abreviada en el marcador
yente (o, como lo define Lacan, por medio de la cual el Mk, cuyo contenido (esto es, lo que este marcador designa)
significante “entra en el significado”), es lo que falta en el es la serie misma:
nombre representacional.28
(l)(M 1...Mj) - M k

28. Véase McCumber, The Company of Words, p. 130-143.


82 Slavoj Zizek ¿El sujeto tiene causal 83
Lo que sigue luego es la operación inversa de “explica­ ¿En qué reside, precisamente, la diferencia entre (1) y (3)?
ción”, en la cual la serie Mq... Mj explica Mk: En (3), “judío” explica la m ism a serie que inm edia-abrevia : abre­
viación y explicación coinciden dialécticamente. Esto equivale
(2) Mk -(M 1...M j) a decir que, dentro del espacio discursivo del antisemitismo,
un conjunto de individuos no sólo pasan por judíos porque
Lo que ocurre es, sin embargo, otra inversión, y el punto presentan la serie de propiedades (avaro, aprovechador, cons­
crucial que no hay que perderse aquí es que esta inversión pirador, sucio...), sino que además tienen esta serie de propieda­
adicional no nos devuelve a nuestro punto de partida, a (1) (o, des PORQUE SON JUDÍOS. Esto se aclara cuando traducimos la
en términos hegelianos, la “negación de la negación” no im­ abreviatura en (1) como
plica un retorno a la posición inicial):
(1) (aprovechador, conspirador...) se llama judío
(3) (M1...M j) /M k
y la explicación en (2) como
Para indicar este cambio respecto de (1), McCumber usa un
símbolo diferente, / en lugar de - ; determina / como la “sín­ (2) X es judío porque es (aprovechador, conspirador...)
tesis” en la cual explicación y abreviación ocurren simultánea­
mente. ¿Qué puede significar esto? En (3), el marcador Mk es Según esta perspectiva, la singularidad de (3) consiste en
stricto sensu “reflexivo”: ya no representa la inmediación que se que retoma a (1) mientras mantiene la copulativa de (2):
opone abstractamente a la explicación, ya que explica la serie que
explicaba Mj, mismo en (2). Para explicar esta “reflexividad”, re­ (3) X es (aprovechador, conspirador...) porque es judío
curramos a la lógica del antisemitismo. En primer lugar, la se­
rie de marcadores que designan las propiedades reales son En síntesis, “judío” designa aquí el fundamento oculto
abreviados-inmediados en el marcador “judío”: de la serie fenoménica de propiedades reales (avaro, aprove­
chador, conspirador, sucio...). Lo que sucede es, pues, un ti­
(1) (avaro, aprovechador, conspirador, sucio...) - judío po de “transustanciación”: “judío” comienza a funcionar
como marcador del fundamento oculto, el misterioso je ne
Luego invertimos la orden y “explicamos” el marcador sais quoi, que explica el “judaismo” de los judíos. (Los cog­
“judío” con la serie (avaro, aprovechador, conspirador, su­ noscenti de Marx, desde luego, notarán inmediatamente có­
cio...); esta serie proporciona ahora la respuesta a la pregun­ mo estas inversiones son homologas del desarrollo de la
ta “¿Qué significa ‘judío’?”: forma de la mercancía en el capítulo I de El Capital: la sim­
ple inversión de la forma “desarrollada” en la forma del
(2) Judío - (avaro, aprovechados conspirador, sucio...) “equivalente general” produce una nueva entidad, el equi­
valente general mismo como excepción constitutiva de la
Finalmente, invertimos el orden nuevamente y plantea­ totalidad.29
mos “judío” como la abreviación reflexiva de la serie:
29. Véase el capítulo 1 de Slavoj Zizek, Porque no saben lo que hacen,
(3) (avaro, aprovechados conspirador, sucio...) / judío Buenos Aires, Paidós, 1998.
84 Slavoj Zizek ¿E l sujeto tiene causai 85

Nuestro último comentario es, por tanto, técnico: las fór­ no está comprendido dentro de la “cosa misma”como un constitu-
mulas de McCumber ganan considerable claridad y poder de yenté intrínseco; la distancia que mantiene separados al signo y
evocación si reemplazamos la serie de marcadores Mj... M; al contenido designado desaparece.
por el materna lacaniano S2, el significante de la cadena del
saber, y Mp, la abreviación de la serie Mj... Mj con S j, el sig­ Volviendo a la relación entre Lacan y la Escuela de Frank-
nificante amo. Elucidemos este punto a través de un ejemplo furt: ¿acaso la solución lacaniana (objeto a como la causa del
que es estructuralmente homólogo del antisemitismo, el sar­ sujeto) no es ideológica, sin embargo, en el sentido que este
casmo antisocialista polaco: “Es cierto, no tenemos suficien­ término adquiere en la Escuela de Frankfurt? Es decir, ¿aca­
te alimentos, electricidad, viviendas, libros, libertad, pero qué so no repite el gesto del “revisionismo” psicoanalítico repu­
importa a fin de cuentas, dado que tenemos Socialismo.” La diado por Adorno, el de proporcionar una teoría nueva,
lógica hegeliana subyacente aquí es la siguiente: en primer “mejor”, que anule las incoherencias de la teoría previa, de­
lugar, el socialismo es postulado como la abreviación simple jando fuera de consideración los antagonismos sociales que
de una serie de marcadores que designan cualidades efectivas eran la “causa ausente” de esas incoherencias? Lo que se ne­
(“Cuando tenemos suficientes alimentos, electricidad, vivien­ cesita para responder a este reproche es una mirada más mi­
das, libros, libertad..., tenemos socialismo”); luego se invier­ nuciosa sobre las paradojas del concepto de superyó,
te la relación y se evoca esta serie de marcadores para concepto que, tal como vimos al final del capítulo 1, conden­
“explicar” el socialismo (“socialismo significa suficientes ali­ sa el problema de la relación entre Lacan y el legado de la Es­
mentos, electricidad, viviendas, libros, libertad...”); cuando cuela de Frankfurt.
realizamos otra inversión, sin embargo, no volvemos a nues­
tro punto de partida, dado que “socialismo” pasa a ser ahora
“Socialismo”, el significante amo, es decir, ya no se trata de
una simple abreviación que designa una serie de marcadores,
sino el nombre del fundamento oculto de esta serie de mar­
cadores que actúa como una de las tantas expresiones-efecto
de este fundamento. Y dado que “Socialismo” es ahora la
Causa expresada en la serie de marcadores fenoménicos,
uno puede decir en última instancia “Qué importa si todos
esos marcadores desaparecen: ¡nuestra lucha no se refiere a
ellos!¡Lo principal es que seguimos teniendo Socialismo!”
Resumiendo, en (1) el marcador de abreviación-inmedia­
ción es un signo simple, una designación externa de una serie
dada; mientras en (3), este marcador es un significante que es­
tablece performativamente la serie en su totalidad. En (1), so­
mos víctimas de la ilusión de que la serie completa es un en
sí que persiste independientemente de su signo; en (3) queda
claro que la serie es completada, constituida, sólo a través del
marcador reflexivo que la suplementa; es decir, en (3), el sig­
U n a L ey q u e g o za
El modo apropiado de enfocar el tema del “psicoanálisis y
la Ley” es preguntarse: ¿qué tipo de Ley es el objeto del psi­
coanálisis? La respuesta es, desde luego: el superyó. El super-
yó emerge cuando la Ley -la Ley pública, la Ley articulada
en el discurso público- fracasa; en este punto de fracaso, la
Ley pública está obligada a buscar apoyo en un goce ilegal.
El superyó es la obscena ley “nocturna” que necesaria­
mente duplica y acompaña, como una sombra, la Ley “públi­
ca”. Esta escisión inherente y constitutiva de la Ley es el
tema del filme de Rob Reiner Algunos hombres buenos (A Few
Good Men), el drama sobre una corte marcial en la que dos
marines son acusados de asesinar a uno de sus camaradas. El
fiscal militar sostiene que el acto de los dos marines fue un
asesinato deliberado, mientras que el abogado defensor lo­
gra probar que los acusados siguieron simplemente el llama­
do “Código rojo”, que autoriza la paliza nocturna de un
soldado que, en opinión de sus pares o del oficial superior,
ha contravenido el código ético de los marines.
La función de este “Código rojo” es extremadamente in­
teresante: tolera un acto de transgresión -el castigo ilegal de
un soldado-, pero al mismo tiempo reafirma la cohesión del
grupo -apela a un acto de identificación suprema con los va-
88 Slavoj Zizek E l superyó por defecto 89
lores del grupo-. Este código debe permanecer oculto en la chamientos, entre otras manifestaciones, como forma crucial
noche, desconocido, inconfesable; en público todos fingen de “suspensión carnavalesca de la jerarquía social”.) Lo que
desconocerlo, o incluso niegan activamente su existencia. Re­ “mantiene unida” una comunidad profundamente no es tanto
presenta el “espíritu de la comunidad” en su estado más pu­ la identificación con la Ley que regula el circuito cotidiano
ro, ejerciendo una gran presión sobre el individuo para que “normal” de esa comunidad, sino la identificación con m ajom a
cumpla con su demanda de identificación con el grupo. Sin específica de transgresión de la Ley, de suspensión de la Ley (en tér­
embargo, simultáneamente, viola las reglas explícitas de la vi­ minos psicoanalíticos, con una forma específica de goce).
da comunitaria. (La situación de los dos acusados es que son Consideremos las comunidades blancas de los pueblos del
incapaces de entender esta exclusión del “Código rojo” del sur de los Estados Unidos en la década de 1920, donde el ám­
“Otro”, el ámbito de la Ley pública: se preguntan desespera­ bito de la Ley oficial y pública está acompañado por su doble
damente “¿Qué error cometimos?”, dado que simplemente sombrío, el terror nocturno del Ku Klux Klan, con sus lin­
siguieron la orden de un oficial superior.) ¿De dónde viene chamientos de negros desamparados: a un hombre (blanco)
esta escisión de la ley en Ley pública escrita y su reverso, el se le perdonan fácilmente las infracciones menores a la Ley,
código “no escrito”, secreto y obsceno? Del carácter incom­ especialmente cuando pueden justificarse mediante un “códi­
pleto, “no-toda”, de la Ley pública: las normas explícitas, pú­ go de honor”; la comunidad sigue reconociéndolo como
blicas, no bastan, y deben por tanto ser suplementadas por un “uno de nosotros”. Sin embargo, será efectivamente exco­
código clandestino “no escrito”, dirigido a aquellos que, aun­ mulgado, percibido como “no uno de nosotros”, en el mo­
que no violen ninguna norma pública, mantienen una espe­ mento en que reniegue de la forma específica de transgresión
cie de distancia interna y no se identifican verdaderamente que pertenece a esa comunidad; por ejemplo, en el momen­
con el “espíritu de la comunidad”.1 to en que se rehúse a participar en el ritual de linchamientos
Así, el sadismo se basa en la escisión del ámbito de la Ley en del Klan, o incluso los denuncie ante la Ley (la cual, desde
Ley qua “ideal del yo”, es decir, un orden simbólico que regula luego, no quiere oír hablar de eso, dado que ejemplifica su
la vida social y mantiene la paz social, y su inverso obsceno, su- propio reverso oculto). La comunidad nazi se basaba en la
peryoico. Como numerosos análisis, de Bajtin en adelante, han misma solidaridad-en-la-culpa inducida por la participación
demostrado, las transgresiones periódicas de la Ley pública son en una transgresión común: condenaba al ostracismo a aque­
inherentes al orden social; funcionan como condición de esta­ llos que no estaban dispuestos a participar en el lado oscuro
bilidad de este último. (El error de Bajtin -o, más bien, de al­ de la idílica Volhgemeinschafi-. los pogromos nocturnos, el ata­
gunos de sus seguidores- fue presentar una imagen idealizada que a los opositores políticos; en resumen, aquello que “to­
de estas “transgresiones”, al tiempo que pasaba por alto los lin­ dos sabían, aunque no querían comentar en voz alta”.12
1. Esto también arroja una nueva luz sobre la resistencia del ejército es­ 2. De lo dicho se desprende por qué el marqués de Sade mismo no era
tadounidense contra la legalización del estatuto de los homosexuales en sus un sádico: subvertía, volvía inoperante, la lógica del sadismo exhibiéndola
filas: la propia estructura libidinal de la vida en el ejército es en latencia ho­ públicamente en sus escritos; este es, precisamente, el gesto intolerable pa­
mosexual, es decir, el “espíritu de la comunidad (militar)” deviene una ho­ ra el sadismo propiamente dicho. Este es el reverso “nocturno”, obsceno,
mosexualidad renegada, una homosexualidad contrariada, obstaculizada, del poder institucional; no puede sobrevivir a su propio develamiento pú­
de alcanzar su objetivo [zielgehemmte]. Por este motivo, el reconocimiento blico. (En este sentido, Lacan señala que Sade no era una víctima de su
público, abierto, de la homosexualidad socavaría la “sublimación” perversa propio fantasma sádico: era la distancia mantenida respecto de su fantasma
que forma la base misma del “espíritu de la comunidad (militar)”. lo que le permitía revelar su funcionamiento.) El contenido de la obra de
90 Slavoj Zizek E l superyó por defecto 91
Cuando, como consecuencia de la llegada de la ideología bia miradas irónicas y condescendientes con otros invitados a
burguesa igualitaria al poder, el espacio público pierde su ca­ sus espaldas, lo que entraña el mensaje “¡Pobrecito, hagá­
rácter patriarcal directo, la relación entre la Ley pública y su mosle pensar que es el amo!”. La oposición del poder mascu­
reverso superyoico obsceno también sufre un cambio radical. lino y femenino es entonces percibida como la oposición
En la sociedad patriarcal tradicional, la transgresión de la Ley entre poder aparente y poder real: el hombre es un impostor,
asume la forma de una inversión carnavalesca de la autoridad: condenado a realizar vacíos gestos simbólicos, mientras que
el rey se convierte en mendigo, la locura es presentada como la responsabilidad real recae en la mujer. El punto que no hay
sabiduría, etc. Un caso ejemplar de esta inversión es una que olvidar, sin embargo, es que este espectro del poder de la
práctica habitual en los pueblos del norte de Grecia hasta mujer depende estructuralmente de la dominación masculi­
mediados del siglo XX: por un día, las mujeres asumían el po­ na: sigue siendo su sombra, su efecto retroactivo y, como tal,
der; los hombres tenían que permanecer en casa cuidando a su momento inherente. Por esta razón, la idea de sacar a la
los hijos, mientras las mujeres se reunían en la taberna local, luz el poder sombrío de la mujer y reconocer su posición cen­
tomaban en exceso y organizaban simulacros de procesos a tral públicamente es el modo más sutil de sucumbir a la tram­
los hombres... Lo que interrumpe esta transgresión-suspen­ pa patriarcal.
sión carnavalesca de la Ley patriarcal vigente es, por tanto, el Sin embargo, una vez que la Ley pública se despoja de su
fantasma del poder femenino. Cuando Lacan llama la aten­ vestidura patriarcal directa y se presenta como neutra e igua­
ción sobre el hecho de que un término para “esposa” en el litaria, el carácter de su doble obsceno también sufre un cam­
francés cotidiano es la bourgeoise, es decir, aquella que, bajo la bio radical: lo que ahora surge en la suspensión carnavalesca
apariencia de la dominación masculina es quien, en realidad, de la Ley pública igualitaria es precisamente la lógica patriar­
lleva las riendas, esto no puede de ningún modo ser reducido cal autoritaria que sigue determinando nuestras actitudes,
a una versión de la broma masculina y chovinista estándar se­ aunque su expresión pública directa ya no esté permitida. El
gún la cual, después de todo, la dominación patriarcal no es “carnaval” se vuelve entonces la salida para hjouissance social
tan mala para las mujeres, dado que -al menos en el círculo reprimida: persecución de judíos, violaciones en grupo...
reducido de la familia- son ellas las que mandan. En la medida en que el superyó designa la intrusión del
El problema es más profundo: una de las consecuencias goce en el ámbito de la ideología, también podemos decir
del hecho de que el Amo sea siempre un impostor es la du­ que la oposición de la Ley simbólica y el superyó apunta a la
plicación del Amo; su instancia siempre es percibida como un tensión entre significado ideológico y goce: la Ley simbólica
semblante que esconde a otro Amo, el “verdadero”. Basta con garantiza el significado, mientras que el superyó proporciona
recordar la anécdota de Adorno en Mínima Moralia, acerca el goce que sirve como soporte no reconocido del significa­
de una esposa que aparentemente se subordina a su esposo y, do. Hoy, en la llamada era “postideológica”, es crucial evitar
cuando están a punto de abandonar una fiesta, obediente­ confundir el fantasma que soporta un edificio ideológico con
mente sostiene la chaqueta de su marido, mientras intercam­ el significado ideológico. ¿Cómo, si no, habríamos de expli­
car la alianza paradójica del poscomunismo y del nacionalis­
mo fascista (en Serbia y Rusia, por ejemplo)? En el nivel del
Sade es “sádico”; el elemento no sádico en ella es solamente su posición de significado, su relación es de mutua exclusión; sin embargo,
enunciación, es decir, el hecho de que haya un sujeto listo para articularlo. comparten un soporte fantasmático común (cuando el comu­
Este acto de poner en palabras el fantasma sádico ubica a Sade mismo del nismo era el discurso del poder, jugaba hábilmente con las
lado de la víctima.
92 Slavoj Zizek E l superyó por defecto 93
fantasías nacionalistas, desde Stalin a Ceausescu). En conse­ partida o, más precisamente, en la renegación fetichista de esa
cuencia, tampoco hay incompatibilidad entre la cínica actitud culpa. Cuando, por ejemplo, un comunista en la Unión Sovié­
“posmoderna” de la no identificación, de la distancia respec­ tica de la década de 1930 contesta el reproche de que el régi­
to de toda ideología, y la obsesión nacionalista con la Cosa men comunista es terrorista, que miles son condenados y
étnica. La Cosa es la sustancia del goce: según Lacan, el cíni­ ejecutados sin culpa probada, que toda la agricultura está en
co es una persona que cree sólo en el goce. ¿Y no es acaso el ruinas, la estrategia real de su respuesta no consiste en una
ejemplo más claro de ello precisamente el cínico obsesiona­ negación directa de esos hechos, sino más bien en afirmar
do con la Cosa nacional? que los autores de esos reproches “son incapaces de penetrar
La diferencia entre Ley y superyó también coincide con la en la esencia de lo que está ocurriendo” y de percibir la emer­
que existe entre escritura y voz. La Ley pública es esencial­ gencia de un Nuevo Hombre, de la solidaridad sin clases. Un
mente escrita-, precisamente porque “es escrita”, nuestra igno­ comunista sabe muy bien que millones están muriendo en los
rancia de la Ley no puede servir como excusa, no nos exculpa campos, aunque este conocimiento sólo confirma su creencia
a los ojos de la Ley. El estatuto del superyó, por el contrario, en que el sublime “Pueblo verdadero” construye feliz y entu­
es el de una voz traumática, un intruso que nos persigue y que siastamente el socialismo... Cuanto más miserable y depresi­
perturba nuestro equilibrio psíquico. Se invierte aquí la rela­ va es la verdad, más se aferra a su fetiche un verdadero
ción derrideana clásica entre voz y escritura: es la voz la que comunista estalinista.
suplementa la escritura, funcionando como una mancha no Toda fidelidad a una comunidad entraña finalmente este
transparente que trunca el campo de la Ley, aunque es nece­ fetiche, que funciona como la renegación de su crimen fun­
saria para su realización. dante: ¿no es “Estados Unidos” el fetiche de un espacio infi­
Otra faceta de este reverso obsceno de la Ley aparece en nitamente abierto que le permite a cada individuo perseguir
los hábitos de la elite del poder en los Estados Unidos. Exis­ la felicidad a su manera? La naturaleza de esta solidaridad-
te el rumor de que todos los años, la elite del poder (los más en-la-culpa puede también ser mucho más específica; cuan­
importantes políticos, empresarios, militares, periodistas, los do, por ejemplo, el líder es atrapado en una situación
más ricos...) se reúnen durante una semana en un lugar cerra­ embarazosa, la solidaridad del grupo se fortifica gracias a la
do al sur de San Francisco, con el fin de “socializar”. Lo que renegación común de los sujetos de la desgracia que pone al
en realidad hacen es, en gran parte, permitirse juegos obsce­ descubierto el fracaso o la impotencia del líder. Una mentira
nos que suspenden la dignidad de los rituales sociales: be­ compartida es un lazo incomparablemente más efectivo para
biendo, bailando y cantando canciones vulgares en ropa de un grupo que la verdad. Tal vez uno debería volver a leer “El
mujer, contando historias “sucias”... traje nuevo del Emperador”, de Hans Christian Andersen:
por supuesto que todos sabían que el emperador estaba des­
nudo y, sin embargo, era precisamente la renegación de este
E l s u je t o e s c in d id o d e l a in t e r p e l a c ió n hecho lo que mantenía unidos a los sujetos; afirmando esta
realidad, el niño desafortunado disolvió precisamente el lazo
También podríamos decir que esta ley obscena, nocturna, social.
consiste en el proton pseudos, la mentira primordial que funda Esta paradoja de la solidaridad-en-ía-culpa, sin embargo,
una comunidad. Es decir, la identificación con la comunidad está lejos de ser verdadera sólo en las comunidades totalita­
siempre está basada en última instancia en alguna culpa com­ rias; basta con recordar las comunidades de la crítica cultural
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“progresista” de la actualidad: ¿no es acaso su gesto fundacio­ gará por sí misma”, delinea un intrincado mecanismo reflexi­
nal una elevación fetichizante de un autor (candidatos típicos: vo del fundamento “autopoiético” retroactivo que excede en
Alfred Hitchcock, Jane Austen, Virginia Woolf...), cuyos erro­ mucho la aserción reduccionista de que la creencia interna de­
res “políticamente incorrectos” son perdonados de antemano pende de la conducta externa. En otras palabras, la lógica im­
o reinterpretados como subversivos y progresistas de un mo­ plícita de su argumento es: arrodíllate y creerás que te has
do inaudito u oculto...? El goce de la comunidad es provisto arrodillado a causa de tu creencia, es decir, que tu obediencia al
por esta renegación colectiva; por ejemplo, por nuestra insis­ ritual es una expresión/efecto de tu creencia interna. En resu­
tencia en el carácter “progresista” de Hitchcock, que suspen­ men, el ritual “externo” genera performativamente su propio
de la eficacia simbólica de lo que obviamente no entra en este fundamento ideológico. En ello reside la interrelación entre el
marco. ritual que pertenece a los “aparatos ideológicos del Estado” y
En este sentido, estamos haciendo lo mismo que el comu­ el hecho de la interpelación: cuando creo que me arrodillé a
nista estalinista occidental que, en la década de 1930, seguía causa de mi creencia, me “reconozco” simultáneamente en el
fielmente los cambios de la línea partidaria y vio primero al llamado del Otro-Dios que ordenó que me arrodillara...
enemigo principal en el fascismo, luego se convirtió en un Las cosas son aún más complejas en el caso de la interpela­
pacifista comprometido que apoyó de manera entusiasta el ción; el ejemplo de Althusser contiene algo más de lo que su
pacto germano-soviético y alertó en contra del militarismo propia teorización extrae de él. Althusser evoca a un individuo
inglés o francés, y terminó llamando a un frente común de que, mientras camina por la calle despreocupadamente, es in­
todas las fuerzas “progresistas”, comunistas y demócrata- terpelado repentinamente por un policía: “¡Eh, usted!” Al res­
burgueses, contra el fascismo. Lejos de ponerlo en proble­ ponder el llamado, esto es, al detenerse y volverse hacia el
mas, estos cambios sólo lo confirmaban en su credo comunis­ policía, el individuo se reconoce y se constituye a sí mismo co­
ta. O -como afirmó Jean-Claude Milner-5 quizá la función mo el sujeto del poder, del Otro-Sujeto: la ideología
principal del Amo es establecer la mentira que puede soste­
ner la solidaridad del grupo: sorprender a los sujetos con afir­ [...] “transforma” a los individuos en sujetos (los transforma a
maciones que manifiestamente contradicen los hechos, todos) por esa precisa operación que he llamado interpelación
afirmar una y otra vez que “lo negro es blanco”... En conse­ o saludo, y que puede imaginarse junto con las líneas del más
cuencia, no es suficiente decir “¡Mi país, equivocado o en lo común saludo cotidiano de la policía (u otros): “¡Eh, usted!”
cierto!”: mi país es verdaderamente mío sólo en la medida en Asumiendo que la escena teórica que he imaginado se pro­
que, en un punto crucial, está equivocado. duce en la calle, el individuo interpelado se dará vuelta. Por
esta mera conversión física de ciento ochenta grados, se con­
Esta tensión entre la Ley pública y su reverso superyoico vierte en sujeto. ¿Por qué? Porque ha reconocido que el salu­
obsceno también nos permite aproximarnos de una nueva do estaba “realmente” dirigido a él, y que “realmente era él el
manera a la noción de Althusser de interpelación ideológica. saludado” (y no otro). La experiencia muestra que la trans­
La teoría althusseriana de los “aparatos ideológicos del Esta­ misión práctica de saludos es tal que rara vez no dan con el
do” y la interpelación ideológica es más compleja de lo que hombre: ante un llamado verbal o silbido, el saludado siem­
puede parecer: cuando Althusser repite, siguiendo a Pascal, pre reconoce que es realmente él el destinatario del saludo.
“Actúa como si creyeras, reza de rodillas, y creerás, la fe lle-3 Y sin embargo, es un fenómeno extraño, que no puede ser
explicado únicamente por “sentimientos de culpa”, a pesar
3. Véase Jean-Claude Milner, Les noms indistincts, París, Seuil, 1981. de que muchos “tienen algo en sus conciencias”.
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Naturalmente para la conveniencia y claridad de mi peque­ el sentido kantiano), una culpa que, por esta misma razón,
ño teatro teórico, he tenido que presentar las cosas en forma pesa más fuertemente en aquellos individuos que “no tienen
de secuencia, con un antes y un después, y por tanto en for­ nada en sus conciencias”. Es decir, ¿en qué consiste, precisa­
ma de sucesión temporal. Hay individuos caminando. En al­ mente, la primera reacción del individuo al “¡Eh, usted!” del
gún lugar (generalmente detrás de ellos), el saludo es policía?6 En una incoherente mezcla de dos elementos: (1)
escuchado: “¡Eh, usted!” Un individuo (nueve de cada diez ¿por qué yo, qué quiere el policía de mí? Soy inocente, esta­
veces es el correcto) se da vuelta creyendo/sospechando/sa- ba enfrascado en mis cosas y de paseo... ; sin embargo, esta
biendo que es para él, es decir, reconociendo que “es real­ protesta perpleja de inocencia siempre está acompañada por
mente él” a quien apunta el saludo. Pero en realidad estas
cosas suceden sin ninguna sucesión. La existencia de ideolo­ (2) un indeterminado sentimiento kafldano de culpa “abstrac­
gía y el saludo o interpelación de los individuos como suje­ ta”, sentimiento de que, a los ojos del Poder, soy a priori te­
tos son una y la misma cosa.4 rriblemente culpable de algo, aunque no me sea posible
saber de qué soy culpable precisamente, y por esta razón
Lo primero que sorprende en este pasaje es la referencia -por no saber de qué soy culpable- soy aún más culpable; o,
implícita de Althusser a la tesis de Lacan sobre una carta que más exactamente, en esta ignorancia misma consiste mi ver­
“siempre llega a su destino”: la carta interpelativa no puede dadera culpa.
equivocar su destinatario, dado que, debido a su carácter “in­ Lo que aquí tenemos es, pues, la estructura lacaniana de la
temporal”, es sólo el reconocimiento-aceptación del destina­ escisión del sujeto entre inocencia y culpa abstracta, indeter­
tario lo que la constituye como carta.5 El rasgo crucial del minada, confrontado a un llamado no transparente que ema­
pasaje citado, sin embargo, es la doble negación que está en na del Otro (“¡Eh, usted!”), llamado en el que no está claro
juego: la negación de la explicación del reconocimiento inter- para el sujeto qué es lo que el Otro quiere de él (“Che
pelativo por medio de un “sentimiento de culpa”, así como la vuoi?”). En resumen, lo que encontramos aquí es la interpela­
negación de la temporalidad del proceso de interpelación (es­ ción previa a la identificación. Antes del reconocimiento en el
trictamente hablando, los individuos no se “convierten” en llamado del Otro por medio del cual el individuo se constitu­
sujetos, son “siempre-ya” sujetos. Esta doble negación debe ye como “siempre-ya” individuo, estamos obligados a reco­
leerse como una denegación ffeudiaria: lo que el carácter “in­ nocer este instante “intemporal” de la impasse en la que la
temporal” de la interpelación vuelve visible es un tipo de se- inocencia coincide con la culpa indeterminada: la identifica­
cuencialidad atemporal que es mucho más compleja que el ción ideológica por medio de la cual asumo un mandato sim­
“teatro teórico” puesto en escena por Althusser en nombre de bólico y me reconozco como el sujeto del Poder sólo se
una coartada sospechosa de “conveniencia y claridad”. produce como respuesta a esta impasse.
Esta secuencia “reprimida” se refiere a un “sentimiento de Estamos de nuevo ante la tensión entre la Ley pública y su
culpa” de naturaleza puramente formal, “no-patológica” (en reverso superyoico obsceno: el reconocimiento ideológico en
el llamado del Otro es el acto de identificación, de identifi­
4. Louis Althusser, “Ideology and Ideological State Apparatuses”, en
Essays in Ideology, Londres, Verso, 1984, p. 163.
carse como el sujeto de la Ley pública, de asumir el propio
5. Véase una descripción más detallada de cómo “la carta siempre llega a
su destino” en el capítulo 1 de Slavoj Zizek, Enjoy Your Symptom!, Nueva 6. Sigo aquí las perspicaces observaciones de Henry Krips; véase su ex­
York, Routledge, 1992. [Ed. cast. ¡Goza tu síntoma!, Buenos Aires, Nueva celente manuscrito inédito “The Subject of Althusser and Lacan” (Depart­
Visión, 1994.] ment of Communication, Universidad de Pittsburgh).
98 Slavoj Zizek E l superyó por defecto 99
lugar en el orden simbólico; mientras que la “culpa” abstrac­ des discours” (I960).8En la primera nota, Althusser propone
ta, indeterminada, confronta al sujeto con un llamado impe­ la hipótesis según la cual cada uno de los cuatro tipos funda­
netrable que impide precisamente la identificación, el mentales de discurso implica un modo específico de subjetivi­
reconocimiento del propio mandato simbólico. La paradoja dad, es decir, produce su propio “efecto-sujeto” [effet-sujet]: en
es que el reverso superyoico obsceno es, en un único y mis­ el discurso ideológico, el sujeto está presente en personne-, en el
mo gesto, el soporte necesario de la Ley pública simbólica y el discurso científico, está ausente en personne-, en el discurso es­
círculo vicioso traumático, la impasse que el sujeto se esfuer­ tético, está presente por interpósitas personas [parpersonne in­
za por evitar refugiándose en la Ley pública: para afirmarse, terposées]; en el discurso inconsciente, el sujeto no está ni
la Ley pública tiene que resistir su propio fundamento, vol­
verlo invisible. sonas, las que hacen realmente cosas horribles y las que sólo sueñan con
hacerlas) de dar una respuesta que causaría pánico del otro lado de la línea;
Lo que permanece “impensado” en la teoría althusseriana decir, por ejemplo: “¿No sabías? ¡Tuvo un accidente, han venido a buscar­
de la interpelación es, pues, el hecho de que, previo al reco­ la en ambulancia, no se sabe si sobrevivirá!” o “¡Acaba de irse en brazos de
nocimiento ideológico, tenemos un momento intermedio de Roberto!”... En casos como éste, y por un instante, tengo permitido hablar
interpelación obscena, impenetrable, sin identificación, una como si fuera desde un vacío simbólico (dado que -en Europa, al menos-
suerte de “mediador evanescente” que tiene que volverse in­ la lista de números a los que uno llama no está adjuntada a la factura de te­
visible si el sujeto ha de alcanzar la identidad simbólica, si ha léfono): nadie será capaz de identificarme, y por eso estoy libre de toda res­
ponsabilidad por mis palabras.
de completar el gesto de la subjetivación. En resumen, lo Lo que es aquí un ejemplo de imaginación mórbida asume trágicos colo­
“impensado” de Althusser es que ya hay un sujeto siniestro res éticos en el caso de la comunidad gay. Es decir, la última tendencia en San
que precede el gesto de la subjetivación. ¿No es este “sujeto Francisco es arriesgarse y omitir las precauciones del “sexo seguro”: la certe­
previo a la subjetivación” una construcción puramente teóri­ za de que el sida está presente es considerada preferible a la incertidumbre
ca y, como tal, carente de utilidad para un análisis social con­ no resuelta de los compromisos defensivos. O -como uno de los gays de Cas­
creto? Pruebas en contrario aporta el sintagma que se repite tro Street afirmó recientemente- “Cuando te enteras de que eres HIV posi­
tivo, eres finalmente libre”. En este caso, la libertad designa precisamente el
regularmente cuando los trabajadores sociales intentan tra­ estado del entre-dos-muertes, cuando el sujeto está “vivo, aunque ya marca­
ducir su experiencia del criminal adolescente “antisocial”, do por la muerte”; la sombra de la muerte lo libera de los lazos simbólicos.
que carece de lo que llamamos ideológicamente el “sentido Bku, el filme de Kieslowski, primera parte de la trilogía Tres colores
elemental de la compasión y la responsabilidad moral”: cuan­ (Trois couleurs), despliega los atolladeros de tal libertad radical: el tema del
do uno mira a sus ojos, parece que “no hay nadie en casa”.7 filme es la “libertad abstracta”, (la imposibilidad de) un corte con toda la
El texto althusseriano clave es “Trois notes sur la théorie tradición simbólica en la cual el sujeto ha sido integrado. Luego de la trá­
gica muerte de su esposo e hijo, la mujer (Juliette Binoche) se esfuerza por
deshacerse de los fantasmas del pasado recomenzando su vida a partir de
cero (rompiendo con sus amigos, cambiando de residencia, ignorando la
7. Un caso similar de pura construcción teórica parece ser la noción de herencia artística de su esposo, etc.). El Bku en el título del filme represen­
libertad como el estado del “entre-dos-muertes”, cuando mi identidad sim­ ta efectivamente “libertad”, el primer término de los tres colores de la Re­
bólica está suspendida -¿es accidental que todos los ejemplos, de Antfgona volución Francesa, liberté-égalité-fratemité. Kieslowski eligió sabiamente
al Valdemar de Poe, provengan del campo literario-? El estado del “entre- desplegar las consecuencias de la noción político-ideológica de libertad en
dos-muertes” puede, sin embargo, ser ejemplificado por una experiencia el campo más “íntimo”, más evidentemente “apolítico”.^
cotidiana. Cuando contesto el teléfono y una voz desconocida dice “María, 8. Publicado por primera vez en Louis Althusser, Ecrits sur la psycha-
¿estás ahí?” -un obvio caso de número equivocado-, siempre estoy tenta­ nalyse, París, Stock/IMEC, 1993 [ed. cast.: Escritos sobre psicoanálisis. Freud
do (nunca lo hago, aunque fue Platón quien dijo que hay dos clases de per- y Lacan, Madrid, Siglo XXI].
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presente ni simplemente ausente, sino que es una hiancia re­ ría, la autorreferencialidad de la teoría, es decir, la noción de
presentada por un portador de lugar.9En la tercera nota, sin que la teoría está incluida en su objeto-, no es un tipo de “re­
embargo, Althusser de pronto e inesperadamente retrocede, torno de lo reprimido”, de la dimensión del sujeto del signi­
y restringe al sujeto al discurso ideológico, enfatizando que uno ficante? Lo indicativo aquí es la nueva definición de filosofía
puede hablar del “sujeto de la ciencia” o del “sujeto del in­ que propone Althusser, que encapsula este cambio: “la filoso­
consciente” sólo en un sentido metafórico. En el momento fía [ya no] es la Teoría de la práctica teórica”, sino que “re­
en que aceptamos esta posición estamos, desde luego, obliga­ presenta la política (la lucha de clases) en la teoría”. ¿No es
dos a repudiar la noción misma de “sujeto dividido”: como
afirma Althusser, no hay sujeto dividido, hay solamente el su­ ésta una clara variante de “un significante representa al suje­
jeto más el abismo [Spakung] que se abre entre el sujeto y el to para otro significante”, de Lacan? La lucha de clases como
orden del discurso: “le manque de sujet ne peut être dit su­ el hueco que impide la totalización es el único “sujeto” ver­
jet”.10En resumen, Lacan identifica ilegítimamente el vacío, dadero de la historia, mientras que la filosofía es el significan­
la hiancia que socava la identidad del sujeto, con el sujeto te amo (Sj), que representa al sujeto -la lucha de clases- para
mismo. la teoría, dentro del campo del saber (S2).u
Nuestra perspectiva lacaniana nos obliga a apoyar a Alt­
husser I (el de los cuatro “efectos-sujeto”) contra Althusser II
(el del estatuto ideológico del sujeto): la limitación althusse- K u n d e r a , o c ó m o g o z a r d e l a b u r o c r a c ia
riana del sujeto a la ideología es un claro caso de “regresión”
teórica. Los cuatro “efectos-sujeto” en Althusser I no tienen Debemos subrayar la dimensión intrínsecamente política
igual peso: dos son candidatos al rol de sujeto par excellence de la noción de goce, el modo en que este núcleo de goce
-tanto el sujeto ideológico, presente en personne, como el su­ funciona como factor político. Analicemos esta dimensión a
jeto del inconsciente, un hueco en la estructura (S') que está partir de uno de los enigmas de la vida cultural en la Europa
representado meramente por un significante. Althusser optó oriental post-comunista: ¿por qué Milán Kundera, aún hoy,
por la primera elección (el estatuto ideológico del sujeto),
mientras que, desde el punto de vista lacaniano, la segunda 11. Este desconocimiento problemático del sujeto también marcadla
elección parece mucho más productiva: nos permite concebir reflexión althusseriana sobre el psicoanálisis. La apasionada afirmación de
los tres restantes efectos-sujeto como las derivaciones-ocul- Althusser de la primacía de la contratransferencia sobre la transferencia
tamientos de S, como los tres modos de aceptar el hueco en apunta precisamente a socavar la barrera epistemológica que separa al anali­
la estructura que “es” el sujeto. zante, atrapado en las trampas imaginarias de la transferencia, del analista
Un argumento adicional para la elección lacaniana es pro­ que está ya liberado de sus restricciones. En consecuencia, el analista mismo
porcionada por la lectura sintomática de Althusser mismo: está involucrado en su objeto, atrapado en la transferencia, dado que -como
señala Althusser en su irónico pasticcio de Freud- uno no debería olvidar que
¿acaso el cambio en la teoría de Althusser, anunciado por su la contratransferencia del analista es también una especie de transferencia.
ensayo sobre “Lenin y la filosofía” -el repudio crítico del (Véase “Sur le transferí et le contre-transfert”, ibíd., pp. 175-186.) Uno se
“desvío teórico”; la afirmación de la lucha de clases en la teo siente tentado de ir un paso más allá y afirmar que lo que “retorna” aquí es
la problemática de la autoconáencia, esa hete noire del althusserianismo: ¿no es
la aserción de que la transferencia es siempre-ya contratransferencia (en su
trabajo con el analizante, el analista continúa con su propio análisis) una va­
9. Véase ibíd., p. 131. riación del motivo fundamental de Kant y Hegel según el cual la conciencia
10. Ibíd., pp. 164-166. (de un objeto) es siempre-ya autoconciencia?
102 Slavo] Zizek E l superyó por defecto 103
luego de la victoria de la democracia, sufre una suerte de ex­ 0 Debemos por tanto dar un paso más y tener en cuenta
comunión en Bohemia? Sus escritos son rara vez publicados, que no hay modo de apartarse de la ideología: la complacen­
los medios lo ignoran, todos sienten cierta incomodidad al cia privada en el cinismo, la obsesión por los placeres priva­
hablar sobre él... Para justificar este tratamiento, se sacan a dos, todo esto marca precisamente cómo la ideología
relucir viejas historias sobre su colaboración oculta con el ré­ totalitaria opera en la vida cotidiana “no-ideológica”, cómo
gimen comunista, sobre su refugio en los placeres privados, esta vida está determinada por la ideología, cómo la ideolo­
evitando el conflicto moralmente correcto a la Havel, etc. Sin gía está “presente en ella bajo la forma de una ausencia”, si
embargo, las raíces de su resistencia son más profundas: Kun- podemos recurrir a éste sintagma de la época heroica del es-
dera transmite un mensaje que resulta insoportable para la tructuralismo. La despolitización de la esfera privada en las
conciencia democrática “normalizada”. sociedades socialistas tardías es “compulsiva”, y está marcada
por la prohibición fundamental de la discusión política libre;
®En una primera aproximación, el eje fundamental que por este motivo, esta despolitización siempre funciona como
estructura el universo de su obra parece ser la oposición en­ la evasión de lo que está verdaderamente en juego. Esto ex­
tre el pathos pretencioso de la ideología socialista oficial y plica el rasgo más inmediatamente sorprendente en las nove­
las islas de la vida cotidiana privada, con sus pequeñas ale­ las de Kundera: la despolitizada esfera privada no funciona en
grías y placeres, risas y llantos, más allá del alcance de la absoluto como el ámbito libre de los placeres inocentes;
ideología. Estas islas nos permiten asumir una distancia siempre hay algo ahogado, claustrofóbico, inautèntico, inclu­
desde la cual el ritual ideológico se vuelve visible en toda su so desesperado, en la búsqueda de los personajes de placeres
vana y ridicula pretensión y grotesca falta de sentido: no va­ sexuales y de otros placeres. En este sentido, la lección de las
le la pena rebelarse contra una ideología oficial con discur­ novelas de Kundera es el opuesto exacto de una confianza in­
sos patéticos sobre la libertad y la democracia; tarde o genua en la inocencia de la esfera privada: la ideología socia­
temprano, esa rebelión conduce a una nueva versión de la lista totalitaria vicia desde dentro la esfera misma de lo
“Gran Marcha”, de la obsesión ideológica... Si Kundera es privado, en la cual nos refugiamos.
reducido a esa actitud, es fácil descalificarlo a través de la
idea “althusseriana” fundamental de Yáclav Havel de que la ®Esta idea, sin embargo, dista de ser conclusiva. Debe­
actitud conformista definitiva es precisamente tal posición mos dar otro paso, dado que la lección de Kundera es aún
“apolítica”, que, mientras públicamente obedece el ritual más ambigua. A pesar del ahogo de la esfera privada, la situa­
impuesto, en privado se permite una cínica ironía: no es su­ ción totalitaria sigue dando origen a una serie de fenómenos
ficiente determinar que el ritual ideológico es una mera registrados por numerosas crónicas de la vida cotidiana en los
apariencia que nadie toma en serio; esta apariencia es esen­ países del Este: como reacción a la dominación ideológica to­
cial. Es por ello que uno tiene que arriesgarse y rehusarse a talitaria, no sólo había un escape cínico a la “buena vida” de
participar en el ritual público (véase el famoso ejemplo de los placeres privados, sino también un extraordinario floreci­
Havel, en su ensayo “El poder de los sin poder”, de un miento de la amistad auténtica, de las visitas, de las cenas
hombre común, de un verdulero, quien, desde luego, no compartidas, de apasionadas conversaciones intelectuales en
cree en el socialismo; sin embargo, cuando la ocasión lo exi­ sociedades cerradas -rasgos que habitualmente fascinaban a
ge, adorna debidamente las ventanas de su tienda con los es- los visitantes occidentales-. El problema, desde luego, es que
lóganes oficiales del partido). no hay modo de trazar una línea divisoria entre los dos lados:
104 Slavoj Zizek E l superyó por defecto 105
son la cara y ceca de la misma moneda; es por ello que, con dente” de cada minuto libre, carece stricto sensu de finalidad;
el advenimiento de la democracia, ambos se perdieron. Es mé­ es un puro ritual repetido ad infinitum.
rito de Kundera no ocultar esta ambigüedad: el espíritu de El compositor ruso contemporáneo Alfred Schnittke lo­
“Mitteleuropa” [Europa Central], de la auténtica amistad y la gró exponer este rasgo en su ópera La vida con un idiota (Life
sociabilidad intelectual, sobrevivió sólo en Bohemia, Hun­ with an Idiot): el llamado estalinismo nos enfrenta con lo que
gría y Polonia, como forma de resistencia a la dominación Lacan llamaba la imbecilidad inherente al significante como
ideológica totalitaria. tal. La ópera narra la historia de un hombre casado común
(“yo”), quien, por un castigo impuesto por el partido, es obli­
° Tal vez debamos aventurar otro paso: la subordinación gado a llevar a su casa para que viva con su familia a un luná­
misma al orden socialista trajo aparejado un goce específico, tico de un asilo; este idiota, Vava, que parece un intelectual
y no sólo el goce proporcionado por una conciencia de que el normal, con barba y anteojos, constantemente pronuncia fra­
pueblo estaba viviendo en un universo absuelto de incerti­ ses políticas sin sentido, y muestra rápidamente sus verdade­
dumbres, dado que el sistema poseía (o fingía poseer) una ra condición como intruso obsceno: primero tiene relaciones
respuesta para todo. Se trataba sobre todo del goce de la es­ sexuales con la esposa de “yo” y luego con “yo” mismo. En la
tupidez misma del sistema, una delectación en la vacuidad del medida en que vivimos en el universo del lenguaje, estamos
ritual oficial, en las gastadas figuras estilísticas del discurso condenados a esta imbecilidad del superyó: podemos asumir
ideológico dominante. (Basta con recordar que algunos sin­ una mínima distancia para que se vuelva más tolerable, pero
tagmas clave del estalinismo se convirtieron en parte de las fi­ nunca podemos deshacemos de él...
guras irónicas del discurso, aun entre los intelectuales
occidentales: “responsabilidad objetiva”, por ejemplo.)
Un caso ejemplar de este goce que pertenece a la maqui­ “ ¡N O CEDAS EN TU DESEO!”
naria burocrática “totalitaria” es el que proporciona una es­
cena de Brazil, el filme de Terry Gilliam: en los laberínticos En un examen más minucioso, ¿cómo está estructurado
corredores de un vasto edificio gubernamental, un funciona­ este superyó? En su perspicaz lectura de Zinoviev, Jon Elster
rio de alto rango camina rápidamente, acompañado por un propone una definición formal de mecanismo “totalitario”
grupo de empleados menores que tratan desesperadamente elemental: un cortocircuito entre la negación interna y exter­
de seguirle el paso; el funcionario actúa como un hombre sú- na, es decir, en el nivel de la lógica deontológica, un cortocir­
per ocupado, que inspecciona documentos y espeta órdenes a cuito entre la no obligación y la prohibición.12 La negación
las personas que lo rodean mientras camina rápidamente, co­ externa de nuestra obligación de hacer H es que no tenemos que
mo si estuviera en camino a un encuentro importante. Cuan­ hacer H; la negación interna es que tenemos que hacer no-H.
do el funcionario se encuentra con el héroe del filme En una sociedad totalitaria, toda no-obligación tiende a ser
(Jonathan Pryce), intercambia un par de palabras con él y si­ interpretada como prohibición. Esta tendencia puede ilus­
gue avanzando, ocupado como siempre... Media hora más trarse mediante numerosos ejemplos, desde las elecciones y
tarde, sin embargo, el héroe vuelve a verlo en un corredor
distante, persistiendo en su marcha ritual sin sentido. El go­ 12. Vease el capitulo 2 de Jon Elster, Political Psychology, Cambridge,
ce es proporcionado por el sinsentido mismo de la actitud del Cambridge University Press, 1993. [Ed. cast.: Psicologia polttica, Barcelona,
funcionario: aunque su frenética caminata imita el uso “efi- Gedisa, 1995.]
106 Slavo] Zizek E l superyó por defecto 101
la posibilidad de crítica hasta la obsesión totalitaria con las filmes de Orson Welles. Welles está obsesionado con la figura
“conspiraciones”. Las elecciones son formalmente libres, to­ de un individuo “más-grande-que-la-vida”, desde Kurtz en su
dos pueden votar tanto a favor como en contra; sin embargo, primer (no realizado) proyecto cinematográfico, El corazón de
todos saben cómo deben votar, es decir, saben que está prohi­ las tinieblas, pasando por El ciudadano (Citizen Kane), El cuarto
bido votar en contra. Oficialmente, la crítica no sólo está per­ mandamiento (The Magnificent Ambersons), Sed de mal (The
mitida sino que es alentada, aunque todos saben que sólo la Touch ofEvil) y Mister Arkadin hasta Falstaff en Campanadas a
crítica “constructiva”, es decir, ninguna crítica, es realmente medianoche (Chimes at Midnight). Este individuo “más-grande-
tolerada. Así, el fracaso de nuestra intención se convierte (en que-la-vida” está caracterizado por su relación ambigua con la
términos hegelianos: “se refleja en sí mismo”) en un fracaso moral: viola despreocupadamente las normas de la moral co­
intencional: cuando algún proyecto del régimen comunista mún e ignora al dios de sus semejantes, explotándolos despia­
fracasa miserablemente porque sus objetivos irreales dan origen dadamente para sus propios fines, aunque también está
a una resistencia pasiva en el pueblo, este fracaso es inmedia­ enteramente dedicado a sus metas y es generoso, el opuesto
tamente interpretado como el resultado de una conspiración mismo de una actitud utilitaria calculadora. No puede decirse
urdida por los enemigos del régimen. de él que es simplemente no ético; sus actos irradian una “éti­
La estructura subyacente de tal cortocircuito entraña un ca de la Vida misma” más profunda que se desentiende de
tipo de distorsión psicòtica del “cuadrado semiotico” de la nuestras mezquinas consideraciones. Welles solía designar a
necesidad, la posibilidad, la imposibilidad y la contingencia: estos individuos “escorpiones”, refiriéndose a la historia del
en un perfecto universo “totalitario” sólo nos enfrentamos escorpión que pica a la rana que lo lleva a través de la corrien­
con la necesidad y la imposibilidad. Una decisión contingente te de agua: sabe que como resultado de ello se ahogará, pero
del líder pasa por ser una expresión de la Necesidad histórica; no puede evitarlo, dado que ésa es su naturaleza.1314En una en­
es por ello que toda forma de resistencia a esa decisión -aun­ trevista para Cahiers du Cinema, Welles incluso insistió en una
que formalmente posible- es en realidad imposible, es decir, es­ diferencia entre Góring y Himmler: Himmler era la “banali­
tá prohibida. Esta distorsión da origen, pues, a la paradoja de dad del Mal” personificada, un empleado que dirigía la má-
la elecciónforzada, según la cual se nos permite realmente ele­
gir sólo una de dos opciones, mientras la otra es un conjunto eonsecutivos era esencial, pues le permitía rendirse a los deseos de la asam­
vacío (esta paradoja no es otra que la de la servitude volontaire). blea en la segunda Legislatura sin parecerforzado a hacerlo, es decir, sin per­
Y es este mismo corcircuito el que proporciona la más ele­ der su dignidad y majestad. Véase Elster, PoliticalPsychokgy, p. 28.
mental definición de superyó: el supeiyó es una ley “enloqueci­ 14. Véase la descripción de Bazin de este tipo a propósito de Quinlan
da” en la medida en que prohíbe lo que formalmente permite en Sed de mal: “Quinlan es físicamente monstruoso, pero ¿es moralmente
monstruoso también? La respuesta es sí y no. Sí, porque es culpable de co­
¿Cuál es el lugar del superyó dentro de la matriz de dife­ meter un crimen para defenderse; no, porque desde un punto de vista mo­
rentes actitudes éticas? Aquí puede ayudar una referencia a los ral más elevado es, al menos en ciertos aspectos, superior al honesto, justo,
inteligente Vargas, que siempre carecerá de ese sentido de la vida que lla­
13. En la democracia y en la monarquía constitucional, sin embargo, maré shakespeariano. Estos seres excepcionales no deben ser juzgados por
también hay un punto en el cual la necesidad impuesta asume la forma de las leyes comunes. Son a la vez más débiles y más fuertes que los demás...
un acto libre: cuando el presidente o (en una monarquía constitucional) el mucho más fuertes por estar directamente en contacto con la verdadera na­
rey expresa la decisión0del Parlamento como un acto libre propio. Este fue turaleza de las cosas, o quizá deberíamos decir con Dios. (André Bazin, Or­
el problema que preocupó a todos los defensores de la monarquía consti­ son Welles: A Critical View, Nueva York, Harper & Row, 1979, p. 74) [Ed.
tucional: Neeker, por ejemplo, sostenía que el derecho del rey a dos vetos cast.: Orson Welles, Valencia, Femando Torres Editor, 1973.]
108 Slavoj Zizek E l superyó por defecto 109
quina asesina de la Gestapo como una oficina de correos de rente: el héroe es inmoral, pero ético, es decir, viola (o más
un pueblo; Gòring era una personalidad renacentista, un es­ bien, suspende la validez de) las normales morales explícitas
píritu amplio dentro de su propia maldad.15 existentes en nombre de una ética superior de la vida, la Ne­
La matriz nocional subyacente se vuelve evidente si am­ cesidad histórica, por ejemplo; el superyó, por su parte, de­
pliamos la oposición de la ética y la moral a un cuadrado se­ signa la antítesis del héroe, una Ley moral no ética, una Ley
miotico greimasiano: en la cual un goce obsceno se atiene a la obediencia a las nor­
mas morales (por ejemplo, un maestro severo que atormenta
SantoN a sus alumnos en nombre de su propio bien, y no está dis­
✓ puesto a reconocer su propio investimiento sádico en este
tormento).
Ética -a* W M oral Esto no entraña, sin embargo, que en el ámbito de la éti­
ca no haya modo de evitar la tensión entre Ley y superyó. La
máxima de Lacan de la ética del psicoanálisis (“no compro­
Héroe Superyó meter el propio deseo”) no debe confundirse con la presión
del superyó. Es decir, una primera aproximación puede pare­
cer que la máxima “¡No cedas en tu deseo!”) coincide con el
mandato del superyó “¡Goza!” -¿no comprometemos nues­
tro deseo precisamente renunciando al goce? ¿No es una te­
sis fundamental de Freud, una suerte de lugar común
freudiano, que el superyó forma el núcleo básico, primitivo,
de la instancia ética? Lacan va contra estos lugares comunes:
entre la ética del deseo y el superyó plantea una relación de
En la parte superior y en la inferior tenemos dos posicio­ exclusión radical. En otras palabras, Lacan toma en serio y li­
nes planas: el santo es ético (no compromete su deseo) y mo­ teralmente la “paradoja económica” freudiana del superyó, es
ral (considera al Dios de los otros), mientras que el canalla es decir, el circulo vicioso que caracteriza al superyó: cuanto
inmoral (viola las normas morales) y no ético (no persigue el más nos sometemos al imperativo del superyó, mayor es su
deseo sino los placeres y los beneficios, y por eso carece de presión y más culpables nos sentimos. Según Lacan, este
todo principio firme). Mucho más interesantes son las dos “sentimiento de culpa” no es una ilusión que debe disiparse
posiciones horizontales que expresan un antagonismo inhe­ en el curso de la cura psicoanalítica: realmente somos culpa-
15. La economía libidinal subyacente del héroe wellesiano puede ser
detectada a propósito de lo que es, quizá, en su mismo carácter excepcio­ cesidad sexual y traiciona la noble memoria del padre, mientras que en El
nal, su caso ejemplar: George en El cuarto mandamiento. La interpretación cuarto mandamiento, el hijo logra imponerse a la madre: aunque ama a Eu­
de El cuarto mandamiento como una permutación de Hamlet está totalmen­ gene, ésta renuncia a él en nombre del amor a su hijo; en consecuencia, so­
te justificada: en este filme, como en Hamlet, la escena clave es la confron­ brevive como una caparazón vacía de su yo anterior. En otras palabras, lo
tación del héroe con su madre. El héroe le reprocha que, por su nuevo que le confiere la dimensión “más grande que la vida” al sujeto es la victo­
matrimonio con el mecánico Eugene, traicionará la memoria de su padre ria sobre el intruso en el duelo edípico por el amor de la madre, victoria que
y el honor de su clase. En Hamlet, sin embargo, la madre persiste en su ne- le permite continuar ocupando el lugar estructural del falo de la madre.
110 Slavo] Zizek E l superyó por defecto 111

bles; el superyó extrae la energía necesaria para presionar al mún); en el momento en que invoco “circunstancias” o “con­
sujeto del hecho de que éste no sea fiel a su deseo y haya ce­ secuencias desfavorables” como excusa, estoy en mi camino a
dido. Nuestro sacrificio al superyó, el tributo que le paga­ la perdición. Las razones por las cuales cedo en mi deseo
mos, sólo corrobora nuestra culpa. Por esa razón, nuestra pueden ser muy convincentes y fundamentadas, incluso ho­
deuda con el superyó es irredimible: cuanto más pagamos, norables; puedo invocar cualquier cosa, hasta el daño ecoló­
más debemos. El superyó es como el chantajista que lenta­ gico. El artificio de la búsqueda de excusas no tiene límites;
mente nos desangra hasta la muerte: cuanto más obtiene, más puede ser “verdadero” que el bienestar de mis congéneres es­
influencia tiene sobre nosotros. té amenazado por mi acto, pero el abismo que separa la ética
El caso ejemplar de esta paradoja del superyó es, desde de la consideración del Bien sigue siendo insuperable. El de­
luego, la obra literaria de Franz Kafka: la llamada “culpa irra­ seo y el rigor de la ética kantiana coinciden en su desprecio
cional” del héroe kafkiano demuestra que, en algún lugar, ha por las “demandas de la realidad”; ninguno de ellos reconoce
cedido en su deseo. Con el fin de evitar los lugares comunes, la excusa de las circunstancias o de las consecuencias desfavo­
sin embargo, podemos referirnos a Las relacionespeligrosas, de rables; es por ello que Lacan los identifica en última instan­
Choderlos de Lacios: cuando le ofrece a la marquesa de Mer- cia (“esta ley moral, todo bien mirado, no es más que el deseo
teuil su famosa “ce n’est pas ma faute”, “no es mi culpa”, co­ en estado puro”16).
mo la excusa por su enamoramiento de la presidenta de La famosa aserción de Freud de que las mujeres no tienen
Tourvel, Valmont confirma que “cedió en su deseo” y se rin­ superyó -o, al menos, que el superyó de la mujer es más dé­
dió a una pasión patológica, es decir, es culpable. Para redi­ bil que el del hombre- aparece, pues, bajo una nueva luz: la
mirse a los ojos de la marquesa, procede luego a sacrificar a falta de superyó de las mujeres es una prueba de su ética. Las
la presidenta, repitiéndole las mismas palabras (“no es mi cul­ mujeres no necesitan un superyó, dado que no tienen culpa
pa” si ya no te amo, pues está más allá de mi control). Este en la cual el superyó pueda parasitar, por ser mucho menos
sacrificio, sin embargo, no le permite deshacerse de su culpa; proclives a ceder en su deseo. No es en absoluto accidental
por el contrario, ésta se ve duplicada: traiciona a la presiden­ que Lacan evoque como caso ejemplar de una actitud ética
ta sin reducir su culpa en absoluto a los ojos de la marquesa. pura a Antígona, una mujer que “no cedió”: en un nivel in­
En esto consiste el círculo vicioso en el cual somos arrastra­ tuitivo preteórico, es obvio que Antígona no hace lo que ha­
dos una vez que “cedemos en nuestro deseo”: no hay un sim­ ce debido a la presión del superyó; el superyó no interviene
ple camino de retorno, dado que cuanto más nos esforzamos aquí. Antígona no es culpable, aunque no se preocupa en ab­
por exculparnos sacrificando el objeto patológico que nos in­ soluto por el Bien de la comunidad, por las posibles conse­
ducía a traicionar nuestro deseo, mayor es nuestra culpa. cuencias catastróficas de sus actos. En ello reside el vínculo
La ética lacaniana entraña la disyunción radical entre el entre el superyó masculino y el hecho de que en el hombre el
deber y la consideración del Bien. Es por ello que Lacan se sentido del Bien de la comunidad se expresa más que en la
refiere a Kant, al gesto kantiano de excluir el Bien como mo­ mujer: el “Bien de la comunidad” es la excusa estándar para
tivación de un acto ético: Lacan insiste en que la forma más ceder en nuestro deseo. El superyó es la venganza que capi­
peligrosa de traición no es una rendición directa a nuestros taliza nuestra culpa, es decir, el precio que pagamos por la
impulsos “patológicos”, sino más bien la referencia a algún
tipo de Bien, como cuando falto a mi deber con la excusa de 16. Jacques Lacan, The Four Fundamental Concepts of Psycho-Analysis,
que podría comprometer el Bien (el mío propio o el Bien co­ Hardmonsworth, Penguin, 1979, p. 275.
112 Slavo] Zizek E l superyó por defecto 113
culpa que contraemos al traicionar nuestro deseo en nombre la ética lacaniana del deseo, de este fíat desiderium, pereat
del Bien. En otras palabras, el superyó es el reverso necesa­ mundus, puede detectarse incluso en Kant, quien, según La-
rio, el otro lado del ideal del yo, de las normas éticas funda­ can, fue el primero en formular una ética del deseo que igno­
das en el Bien de la comunidad.17 ra las consideraciones patológicas: ¿no es la restricción
Esta ética de persistencia en el propio deseo más allá del impuesta por “¿Qué sucedería si todos hicieran lo que yo ha­
Bien común da origen inevitablemente a la ansiedad: esa ac­ go?” la forma elemental del modo en que cedemos en nues­
titud radical, ¿no está reservada a unos pocos “héroes”, mien­ tro deseo? Renuncia a tu deseo, ¡puesto que no es
tras nosotros, personas ordinarias, también tenemos derecho universalizable!
a sobrevivir? En consecuencia, ¿no necesitamos también una ¿Acaso tomar en cuenta la posibilidad de universalizar
“ética” ordinaria del “Bien común” y de la justicia distributi­ nuestro acto silenciosamente introduce la consideración pa­
va que llenaría los requisitos de la mayoría, por despreciable tológica de las consecuencias de nuestro acto en la realidad? Es
que pueda parecer a los ojos de la suicida ética heroica pre­ en este nivel donde también podemos situar el momento pre­
conizada por Lacan?18El temor a este carácter “excesivo” de ciso del compromiso ético del budismo: en el budismo Ma-
hayana, se acepta la diferencia entre rueda “grande” y rueda
17. La referencia a este problema de no ceder en el propio deseo abre
“pequeña”, es decir, la necesidad de formular, además de una
un modo de enfocar La doble vida de Verónica, de Kieslowski, sin caer presa enseñanza “pura” para aquellos que ya son capaces de supe­
del oscurantismo New Age que impregna el filme (la conexión mística rar toda codicia en esta vida, un tipo de ética “menor”, reglas
“profunda” de las dos Verónicas, el presentimiento de cada una de ellas de de conducta para personas ordinarias que son incapaces de
que “no está sola”, de que tiene un doble). La primera mitad del filme des­ renunciar a la sexualidad, por ejemplo. En claro contraste
cribe la corta vida de la Verónica polaca, que sabe que tiene una enferme­ con esto, Lacan persiste en el perturbador imperativo “no re­
dad cardíaca, pero prefiere el esfuerzo del arte (cantar) a una vida privada nuncies a tu deseo”, aunque sabe que no es universalizable.19
tranquila, pagando por esta elección con un ataque al corazón y la muerte
en escena. La otra Verónica “aprende” del triste destino de su doble, a tra­
vés de una misteriosa intuición, y se abstiene de seguir su destino hasta el
final: evita el error de la Verónica polaca, y elige en su lugar una vida tran­ M a l d e l y o , m a l d e l su p e r y ó , m a l d e l e l l o
quila en una pequeña ciudad... Pero, ¿fue realmente errada la elección de
la Verónica polaca? ¿No están las dos Verónicas, la polaca y la francesa, re­ Nuestra experiencia contemporánea nos obliga a complicar
lacionadas entre sí del mismo modo en que lo están Antígona e Ismena en
Sófocles, o Julieta y Justina en Sade? Su diferencia, ¿acaso no depende del
este cuadro aún más. Es decir, lo que sorprende en la reciente
hecho de que la Verónica polaca persiste en su deseo, mientras que la fran­ ola de violencia antünmigratoria es el nivel “primitivo” de la
cesa cede y se apega a las consideraciones cotidianas “humanas, demasiado economía libidinal subyacente; “primitivo” no en el sentido de
humanas”? En otras palabras, ¿no nos confrontan las dos Verónicas con las una “regresión” a un estrato arcaico, sino en el sentido de la
dos historias alternativas de una y la misma persona que hace dos eleccio­ naturaleza más elemental de la relación entre placer y goce, en­
nes éticas fundamentalmente opuestas? La Verónica francesa, ¿no “retro­ tre el círculo del principio del placer que lucha por el equili­
cede” porque teme las consecuencias de su propio deseo verdadero, vuelto
visible para ella en su premonición sobre el destino de su doble?
brio, por la reproducción de su circuito estrecho, y el cuerpo
18. Yo mismo cedí a esta tentación en el último capítulo de Miranda al
sesgo (Buenos Aires, Paidós, 2000), donde propongo la máxima “no violes
el espacio fantasmático del otro” como complemento de la ética lacaniana 19.- Para una lectura lacaniana estricta de la ética kantiana, véase Alen-
de persistir en el propio deseo. ka Zupancic, Die Etbik des Realen, Kant-Lacan, Viena, Turia & Kant, 1994.
114 Slavoj Zizek E l superyó por defecto in
extraño ex-tima do. La economía libidinal que sostiene el fa­ jeros, que su presencia lo perturba... Se trata del mal
moso grito de batalla “Ausländer raus!” [“¡Extranjeros fue­ del ello, estructurado y motivado por el más elemental
ra!”] puede ejemplificarse mediante el esquema lacaniano de desequilibrio en la relación entre Ich y jouissance, por la
la red de anillos, donde a impide el cierre del círculo,2021o, me­ tensión entre el placer y el cuerpo extranjero de la
jor aún, con el esquema de la relación entre Ich y Lustf don­ jouissance en su corazón mismo. El mal del ello pone en
de Unlust se define en términos de (no)asimilación, como “lo escena, pues, el más elemental “cortocircuito” en la re­
que permanece inasimilable, irreductible al principio del pla­ lación del sujeto con el perdido objeto-causa elemental
cer”.22 Los términos usados por Freud y por Lacan para de su deseo: lo que nos “molesta” en el “otro” (judío,
describir la relación entre Ich y jouissance se adecúan perfecta­ japonés, africano, turco...) es que parece mantener una
mente a las metáforas de la actitud racista frente a los extran­ relación privilegiada con el objeto; el otro o bien posee
jeros: asimilación y resistencia a la asimilación, expulsión del el objeto-tesoro, porque nos lo ha arrebatado (y por
cuerpo extraño, equilibrio perturbado... eso no lo tenemos), o bien plantea una amenaza para
Para situar este tipo de Mal dentro de los tipos habituales nuestra posesión del objeto. En resumen, la “intoleran­
de Mal, es tentador usar como principio clasificatorio la tría­ cia” del skinhead con respecto al otro no puede ser con­
da freudiana del yo, superyó y ello: cebida adecuadamente sin referencia al objeto-causa
del deseo, que está, por definición, ausente.
® el tipo más común de mal es el mal del yo: la conducta
motivada por el cálculo egoísta y la ambición, es decir, ¿Cómo hemos de combatir efectivamente este mal del
el desconocimiento de los principios éticos universales; ello que, debido a su naturaleza “elemental”, permanece
® el mal atribuido a los llamados “fanáticos fundamenta- impermeable a toda argumentación racional o incluso pura­
listas”, por el contrario, en un mal del superyó: el mal mente retórica? Es decir, el racismo está siempre sustenta­
realizado en nombre de la devoción fanática a algunos do por un fantasma particular (de cosa nostra, de nuestra
ideales ideológicos; Cosa étnica amenazada por “ellos”, de “ellos” que, por me­
® cuando los skinheads golpean a los extranjeros, sin em­ dio de su goce excesivo, plantean una amenaza para nuestro
bargo, no podemos discernir un claro cálculo egoísta ni “modo de vida”), lo cual, por definición, resiste la universa­
una clara identificación ideológica. Todo lo que se dice lización. La traducción del fantasma racista en el medio
sobre los extranjeros, que nos roban el trabajo o la universal de la intersubjetividad simbólica (la ética haber-
amenaza que representan para nuestros valores occi­ masiana del diálogo) no debilita en absoluto la influencia de
dentales, no debe engañamos: en un examen más mi­ ese fantasma sobre nosotros.23 Para socavar su poder, se re­
nucioso, resulta obvio que esos dichos proporcionan quiere una estrategia política diferente, una que sea capaz
una racionalización secundaria más bien superficial. La de incorporar lo que Lacan llamó “la traversée du fantas-
respuesta que obtenemos en última instancia de un
skinhead es que le hace sentir bien golpear a los extran­ 23. Véase el capítulo 6 de Slavoj Zizek, Tarrying with the Negative, Dur-
ham, N C, Duke University Press, 1993. Esta insensibilidad del fantasma ra­
cista para la argumentación racional-simbólica significa que el fantasma sólo
20. Lacan, The Four Fundamental Concepts of Psycho-Analysis, p. 144 puede ser mostrado, no dicho. Nos referimos desde luego a la oposición
21. Ibid., 240. wittgensteniana en el Tractatus, de aquello sobre lo que podemos hablar y
22. Ibid., 241. aquello que sólo puede ser mostrado: podemos hablar sobre síntomas, sue-
116 Slavoj Zizek E l superyó por defecto 117
me”, una estrategia de sobreidentificación, que tome en cuen­ cando a la luz el obsceno reverso superyoico del sistema, la
ta el hecho de que el superyó obsceno qua base y soporte de sobreidentificación suspende su eficiencia.*24
la Ley pública es operativo sólo en la medida en que perma­ El recurso fundamental de Laibach es su hábil manipula­
nece no reconocido, oculto para el ojo público. ¿Qué suce­ ción de la transferencia: su público (sobre todo los intelectua­
dería si, en lugar de la disección crítica y la ironía que les) está obsesionado por el “deseo del Otro”. ¿Cuál es la
revelan su impotencia frente al núcleo racista fantasmático, posición real de Laibach? ¿Son verdaderamente totalitarios o
procedemos a contrario y nos identificamos públicamente no? Es decir, le formulan a Laibach una pregunta y esperan
con el superyó obsceno? de ellos una respuesta, sin notar que Laibach nofunciona como
En el proceso de desintegración del socialismo en Eslove- respuesta sino como pregunta. Por medio del carácter elusivo de
nia, el grupo post-punk Laibach puso en escena una mezcla su deseo, de la indecidibilidad respecto de “dónde están pa­
agresiva e incoherente de estalinismo, nazismo e ideología rados realmente”, Laibach nos obliga a tomar una posición
Blut und Boden [“sangre y suelo”]. La primera reacción de los propia y decidir sobre nuestro deseo.
críticos iluministas de izquierda fue concebir a Laibach como Laibach cumple realmente con la inversión que define el
la imitación irónica de los rituales totalitarios; sin embargo, final de la cura psicoanalítica. Al comienzo de la cura está la
su apoyo a Laibach estuvo siempre acompañado por un sen­ transferencia: la relación transferencial entra en vigor tan
timiento de incomodidad: “¿Y si realmente quieren decir pronto como el analista aparece bajo la forma del sujeto su­
eso? ¿Y si verdaderamente se identifican con el ritual totali­ puesto saber -saber la verdad acerca del deseo del analizan­
tario?” O (en una versión más astuta), transfiriéndole al otro te-. Cuando, en el curso del psicoanálisis, el analizante se
la propia duda: “¿Y si Laibach sobreestima a su público? ¿Y queja de que no sabe lo que quiere, toda su queja está dirigi­
si el público toma en serio lo que Laibach imita burlonamen­ da al analista, con la suposición implícita de que éste sabe. En
te, de modo que el grupo en realidad realmente refuerza otras palabras, en la medida en que el analista representa al
aquello que se propone socavar?” Este sentimiento de inco­ gran Otro, la ilusión del analizante reside en reducir su igno­
modidad está alimentado por la suposición de que la distan­ rancia acerca de su deseo a una incapacidad “epistemológica”:
cia irónica es automáticamente una actitud subversiva. ¿Y si, la verdad sobre su deseo ya existe, está registrada en algún lu­
por el contrario, la actitud dominante del universo “post- gar en el gran Otro, sólo hay que sacarla a la luz y su desear
ideológico” contemporáneo es precisamente una distancia cí­ surgirá suavemente... El fin del psicoanálisis, la disolución de
nica respecto de los valores públicos? ¿Y si esta distancia, la transferencia, ocurre cuando esta incapacidad “epistemoló­
lejos de plantear una amenaza para el sistema, designa la for­ gica” se convierte en imposibilidad “ontològica”: el analizante
ma suprema del conformismo, dado que el funcionamiento tiene que experimentar que tampoco el gran Otro posee la
normal del sistema requiere una distancia cínica? En ese ca­
so, la estrategia de Laibach aparece bajo una nueva luz: “frus­ 24. Para clarificar el modo en que este develamiento, esta puesta en es­
tra”el sistema (la ideología dominante) precisamente en la medida cena pública del núcleo fantasmático obsceno de un edificio ideológico
en que no es su imitación irónica, sino su sobreidentificación. Sa­ suspende su funcionamiento normal, recordemos un fenómeno homólogo
en la esfera de la experiencia individual: cada uno de nosotros tiene algún
ritual, frase (apodos, etc.) o gesto privado, usado únicamente dentro del
fios, lapsus lingrne, etc., podemos interpretarlos, mientras que el fantasma -el círculo más íntimo de nuestros amigos o parientes más cercanos; cuando
marco fantasmático- es una “forma de vida (psíquica)” que sólo puede ser estos rituales se vuelven públicos, el efecto es necesariamente de extrema
mostrada a través de un tipo de gesto puramente demostrativo. turbación y vergüenza: queremos que la tierra nos trague...
118 Slavoj Zizek E l superyó por defecto 119
verdad acerca de su deseo, que su deseo carece de garantía, de L a m ir a d a l m p o t e n t e y s u c u l pa
fundamento, y está autorizado sólo en sí mismo. En este sen­
tido, la disolución de la transferencia marca el momento en El fantasma fundamental de la guerra tecnológica, fantas­
que la flecha de la pregunta que el analizante dirige al analis­ ma que estructura nuestra percepción de la Guerra del Gol­
ta se vuelve hacia el analizante mismo: primero la pregunta fo, entraña la suspensión de la violencia física “cruda”. La
(histérica) del analizante es dirigida al analista, quien se supo­ primera “materialización” de este fantasma fue la construc­
ne posee la respuesta; luego el analizante es forzado a reco­ ción de la línea Maginot en la década de 1930. En primer lu­
nocer que el analista mismo no es nada más que un gran gar, tenemos una barrera absoluta que nos separa del otro
signo de interrogación dirigido al analizante. Puede especifi­ lado, el “enemigo”; impidiendo todo contacto directo con el
carse aquí la tesis de Lacan según la cual un analista está au­ enemigo, esta barrera despersonaliza totalmente la guerra y
torizado sólo por sí mismo: un analizante se convierte en vuelve posible su organización como profesión ordinaria. Un
analista cuando asume que su deseo no tiene soporte en el soldado pelea ocho horas por día (en su posición detrás del
Otro, que la autorización de su deseo puede venir sólo de sí arma); luego se desplaza hacia los barrios residenciales, des­
mismo. Y en la medida en que esta misma inversión de la di­ cansa, lee, va al cine, y luego hace otro tumo de ocho horas...
rección de la flecha define la pulsión, podemos decir (como De este modo, “nada real sucede”: la realidad erada de san­
dice Lacan) que lo que se produce al final del psicoanálisis es gre y muerte está superada por datos abstractos: la ubicación
el cambio del deseo a la pulsión.25 del blanco, el resultado del bombardeo...
El fantasma fundamental de la guerra tecnológica con­
temporánea es, por tanto, el fantasma mismo, dado que en és­
te, el sujeto está reducido a una pura mirada impasible que
presencia la escena fantasmática cuya realidad está suspendi­
25. La lógica inherente a la tríada histeria-perversión-psicosis puede da. ¿Cómo tenemos que concebir, entonces, el lazo entre es­
ser formulada precisamente por referencia al estatuto de la pregunta- en ca­ ta posición de testigo pasivo -de pura mirada- y el estallido
da uno de los tres casos. En la histeria, el sujeto mismo tiene el estatuto de de violencia “real”? Uno de los lugares comunes del feminis­
una pregunta dirigida al gran Otro, una pregunta que articula su ansiedad mo desconstruccionista es el vínculo entre mirada y poder: el
acerca de su estatuto a los ojos del Otro: “¿Qué soy para el Otro?” En la que “ve”, aquel cuyo punto de vista organiza y domina el
perversión, la pregunta está desplazada al Otro, es decir, un perverso tiene
la respuesta (un comunista estalinista que sabe lo que el pueblo quiere real­
campo visual, es también el que detenta el poder; ya en la fan­
mente, en oposición al pueblo real, que está confundido y desorientado por tasía de Bentham del panóptico, el lugar del poder se sitúa en
la propaganda enemiga), mientras que la pregunta es impuesta al Otro, en la mirada central. Según esta concepción, la relación de po­
el cual el perverso se esfuerza por despertar ansiedad. En la psicosis, la di­ der en el cine está determinada por el hecho de que la mira­
mensión de la pregunta desaparece: el síntoma psicótico (la alucinación, da masculina controla el campo visual, mientras que el
por ejemplo) es una “respuesta de lo real” en el sentido preciso de una res­ estatuto de la mujer es el del objeto privilegiado de la mirada
puesta sin pregunta, una respuesta que no puede ser ubicada en su contex­
to simbólico. El psicótico rompe el círculo de la comunicación en el cual
masculina. La lección de las grandes obras maestras de
el hablante recibe del destinatario su propio mensaje en su forma verdade­ Hitchcock, de Tuyo es mi corazón (Notorias) a La ventana indis­
ra e invertida, es decir, en el cual el hablante, gracias a su destreza, funda­ creta (Rear Window), sin embargo, es que la dialéctica de la
menta el espacio de la posible respuesta. En la psicosis, una respuesta mirada y el poder es mucho más refinada: la mirada connota
emerge sin su contexto simbólico. poder, aunque simultáneamente, en un nivel más fundamen­
120 Slavoj Zizek E l superyó por defecto 121
tal, connota el opuesto mismo de poder -la impotenciaen la observar pasivamente los hechos, dado que sus manos están
medida en que entraña la posición de un testigo inmoviliza­ atadas debido a la complicidad, a la solidaridad oculta con el cri­
do que sólo puede observar lo que está sucediendo. minal: sin que el gran Otro lo sepa, él mismo ha obrado en su
La reciente guerra en Bosnia plantea muy agudamente la contra.
cuestión de la culpa de la mirada-, ¿por qué el observador im­ Esta posición de “testigo impotente” también es un com­
potente forzado a presenciar un horror inenarrable parece ponente crucial de la experiencia de lo sublime: esta expe­
inevitablemente infectado con la culpa, aunque “no sea culpa riencia se produce cuando nos enfrentamos a algún hecho
suya”? Tomemos el caso de la violación como “arma”, usada horroroso cuya comprensión excede nuestra capacidad de re­
especialmente por los serbios en contra de los musulmanes. presentación; es tan apabullante que no podemos hacer otra
La forma que toma -la violación de una niña (o de un niño) cosa que mirar con horror. Sin embargo, al mismo tiempo,
en presencia de su padre, forzado a presenciar el hecho- está este acontecimiento no plantea una amenaza inmediata para
destinada a poner en movimiento el círculo vicioso de la cul­ nuestro bienestar físico, de manera que podemos mantener la
pa: el padre -representante de la autoridad, del gran Otro- es distancia segura de un observador. Kant confina la experien­
expuesto en su impotencia más extrema, lo que lo vuelve cul­ cia de lo sublime a ejemplos de la naturaleza (el mar embra­
pable a sus ojos así como a los de su hija; la hija es culpable vecido, los precipicios de montaña...), pasando por alto el
por causar la humillación del padre; etc. La violación entra­ hecho de que un acto humano también puede disparar tal ex­
ña, pues, además del sufrimiento físico y psíquico de la niña, periencia: el acto de tortura y asesinato sólo puede observarse
la desintegración de toda la red sociosimbólica familiar. con horror. Thomas de Quincey articuló su teoría del “subli­
La mirada impotente ya funciona en la “escena primitiva” me arte de matar” a través de una referencia a Kant; en su
de “La carta robada”, de Poe: el ministro que escamotea la práctica literaria, tradujo esta dimensión sublime presentan­
carta en presencia de la reina y el rey; en este caso, la mirada do el asesinato desde el punto de vista del observador (la mu­
impotente es la mirada de la reina, que sólo puede observar cama que sabe que el asesino que acaba de matar a su patrón
el acto, pues es incapaz de hacer nada para impedirlo, dado está acechando tras las puertas; el pasajero de hotel que ob­
que cualquier acción de su parte revelaría su complicidad al serva desde un rincón oscuro en lo alto de la escalera cómo el
rey. La mirada impotente es, pues, un elemento en el trián­ asesino masacra a toda la familia del propietario del hotel).27
gulo que compromete también la mirada ignorante del otro Y la lección del psicoanálisis es que tendríamos que agregar
y el acto del criminal torturador. Hablando estrictamente, la tortura y el asesinato como fuentes de una posible expe­
¿quién es impotente en este caso? En primer lugar, desde lue­ riencia de sublime e intenso goce (sexual).
go, el sujeto de la mirada impotente. En un nivel más profun­ La posición del observador impotente también es la matriz
do, sin embargo, una impotencia más radical pertenece al de una de las escenas estándar del film noir. En El sueño eterno
tercero ignorante, el gran Otro, el agente de la autoridad so­ (The Big Sleep), de Howard Hawks, por ejemplo, Marlowe ob­
cial (el rey en “La carta robada”): el acto criminal pone al
desnudo la impotencia del gran Otro, sin que éste sea cons­
ciente de ello.26 El sujeto de la mirada impotente sólo puede tender que el secreto de la “carta robada” es el amorío ilícito de la reina.
¿Y por qué la reina buscaría un amante si no fuera por la incapacidad del
rey para satisfacerla?
26. Es posible extraer la conclusión de que “La carta robada” trata li­ 27. Véase el capítulo 1 de Joel Black, The Aesthetics ofMurder, Baltimo­
teralmente de la consecuencias de la impotencia del rey: Poe nos da a en­ re, MD, Johns Hopkins University Press, 1991.
122 Slavoj Zizek El superyó por defecto 123
serva, sin ser visto, la muerte, a manos de un asesino a sueldo, L a g u e r r a d e l o s fa n ta sm a s
de un criminal de poca monta que prefiere perder la vida antes
que traicionar a la muchacha que ama. Tal vez el ejemplo más La doxa sobre la violencia en la “sociedad del espectácu­
claro ocurre en el comienzo de Mala mujer (Scarlett Street), de lo” posmoderna funciona así: hoy, nuestra percepción de la
Fritz Lang, cuando Edward Robinson es testigo del violento realidad está mediada por las manipulaciones estetizadas de
estallido de Dan Duryea contra Joan Bennett: cegado por su los medios hasta tal punto que ya no nos es posible distinguir
marco fantasmático, Robinson malinterpreta una simple “riña la realidad de su imagen mediática; la realidad misma es ex­
de amantes”, que Joan Bennet está gozando claramente, como perimentada como un espectáculo estético. Los estallidos de
el subimiento del que debe ser rescatada. Esta escena propor­ violencia irracional deben entenderse en este marco: como
ciona la clave para la constelación de la mirada impotente: el intentos desesperados de establecer una distinción entre fic­
elemento insorportable, traumático, de que es testigo la mira­ ción y realidad por medio de un passage a Pacte, es decir, de
da es en última instancia el goce femenino, cuya presencia sus­ apartar la telaraña de la pseudo-realidad estetizada y llegar a
pende la autoridad del gran Otro, del Nombre-Del-Padre, y el la dura realidad. Lejos de estar simplemente equivocada, es­
fantasma (el fantasma de la amenaza de la que la mujer debe ser ta doxa es más bien correcta por razones equivocadas-, lo que pa­
“rescatada”) es un eácenario que construimos con el fin de elu­ sa por alto es la crucial distinción entre orden imaginario y
dir el goce femenino. El “Pegan a un niño” de Freud debe ser ficción simbólica.
suplementado por lo que es quizás un ejemplo aún más elemen­ El problema de los medios contemporáneos no reside en
tal de escena fantasmática : “lorturan-poseen a una mujer”. su capacidad de hacernos confundir ficción con realidad, sino
¿Por qué, entonces, el observador es pasivo e impotente? más bien en su carácter “hiperrealista”, por medio del cual sa­
Porque su deseo está escindido, dividido entre la fascinación turan el vacío que mantiene abierto el espacio para laficción simbó­
del goce y la repulsión ante él; o -para decirlo de otro modo- lica. El orden simbólico puede funcionar sólo manteniendo
porque su ansia de rescatar a la mujer de su torturador está una distancia mínima respecto de la realidad, gracias a la cual
obstaculizada por el conocimiento implícito de que la víctima tiene, en última instancia, el estatuto de una ficción. Basta con
está gozando su sufrimiento.2829La habilidad del observador pa­ recordar la ansiedad que surge cuando nuestras palabras se
ra actuar -para rescatar a la mujer víctima del torturador o de realizan “al pie de la letra”. En Festín diabólico (Rope), el filme
sí misma- atestigua el hecho de que se haya convertido en de Flitchcock, el profesor Cadell recibe una poco grata sor­
“víctima por su propio fantasma” (como Lacan lo expresa a presa cuando dos de sus alumnos “toman literalmente” sus
propósito de Sade): el golpe apunta al intolerable plus de gozan19 teorías acerca del derecho de los superhombres al asesinato y
las realizan: esta sorpresa demuestra la “normalidad” de Ca­
28. Esta figura misteriosa del torturador que tiene influencia sobre la dell. Así, si ha de funcionar normalmente, el orden simbólico
mujer e impide el acceso del sujeto a ella, blanco final del estallido de vio­ no debe ser tomado “literalmente”. Cuando por ejemplo, un
lencia del sujeto, es lo que Lacan llama Padre-goce [Père-jouissance], la camarero me saluda con un “¿Cómo está usted hoy?”, el me-
imagen fantasmática del amo del goce femenino, el opuesto mismo del pa­
dre simbólico muerto, cuya muerte significa pi-ecisamente que es total­
mente ignorante del goce. Sobre esta figura del Padre-goce, véase el xi Driver, de Martín Scorsese, donde Txavis (Robert de Niro) recurre a un
capítulo 4 de Zizek, ¡Goza tu síntoma! violento passage a l’acte para resolver la impasse de su relación con la joven
29. Esta constelación está en funcionamiento en una serie de filmes prostituta que se rehúsa a ser rescatada (Jodie Foster). Véase el capítulo 4
americanos, desde Centauros del desierto (Searcbers), de John Ford, hasta Ta- de Black, The Aesthetics of Murder.
124 Slavoj Zizek E l superyó por defecto 125
jor modo de causar sorpresa es tomar esta pregunta seriamen­ secuencia, el psicótico, a diferencia del histérico, no duda, sa­
te y responderla (“En realidad tuve un mal día. Primero, una be que a está contenido en la realidad; es por ello que puede
terrible migraña por la mañana. Luego...”). En la sociedad del actuar y realmente matar al otro, asestándole un golpe a a. El
espectáculo, la hipertrofia de las “presentaciones realistas” passage a Pacte psicótico debe ser concebido como un intento
imaginarias deja cada vez menos espacio abierto para esta fic­ desesperado del sujeto de expulsar a a de la realidad por la
ción simbólica. Lo que se pierde con el realismo mediático, fuerza, y así ganar el acceso a la realidad. (La “pérdida de la rea­
desde los juguetes hasta los videos, es la experiencia de “me­ lidad” psicótica no surge cuando algo se pierde en la realidad
nos es más”: cuando escuchamos una ópera en un CD, el he­ sino, por el contrario, cuando hay demasiado de una Cosa en
cho mismo de “no ver todo” nos permite llenar este vacío con la realidad.) Esta expulsión de « también produce la matriz de
ficción creativa. En contraste, siempre hay algo vulgar en una una violencia bélica “irracional”. En este punto, la lectura
ópera en video, debido al hecho mismo de “ver siempre todo”. que Richard Rorty hace de 1984, de Orwell, quizá pueda ser
¿Qué es, entonces, lo que se produce cuando esta hiper­ de alguna utilidad: a propósito del quiebre de Winston en
trofia imaginaria satura el espacio para la ficción simbólica? manos de O’Brien, su torturador, Rorty señala que las perso­
El vacío llenado por la ficción simbólica creativa es el objeto nas pueden experimentar
a., el objeto-causa del deseo, el marco vacío que proporciona
el espacio para la articulación del deseo. Cuando este vacío la humillación última de decirse a sí mismos, retrospectiva­
está saturado, la distancia que separa a de la realidad se pier­ mente, “Ahora que he creído o deseado esto, no puedo nunca
de: a entra en la realidad. Sin embargo, la realidad misma es­ ser lo que esperaba ser, lo que pensaba que era. La historia
tá constituida por medio del retiro del objeto a: podemos que he estado contándome sobre mí mismo... ya no tiene sen­
relacionarnos con la realidad “normal” sólo en la medida en tido. Ya no tengo un yo a partir del cual producir sentido. No
que el goce sea evacuado de ella, en la medida en que el ob­ hay un mundo en el cual pueda describirme como habitante,
jeto-causa del deseo esté ausente. La consecuencia necesaria porque no hay vocabulario en el cual pueda contar una histo­
de la proximidad excesiva de a respecto de la realidad, que so­ ria coherente sobre mí mismo”. Para Winston, el enunciado
foca la actividad de la ficción simbólica, es, por tanto, una que no puede pronunciar sinceramente y seguir siendo capaz
“des-realización” de la realidad misma: la realidad ya no está de reconstruirse a sí mismo fue “¡Hazlo a Julia!” y la peor co­
estructurada mediante ficciones simbólicas; los fantasmas que sa en el mundo resultaron ser las ratas. Pero presumiblemen­
regulan la hipertrofia imaginaria intervienen directamente en te cada uno de nosotros se encuentra en las mismas relaciones
con algún enunciado y con alguna cosa.30
ella. Y es entonces cuando la violencia entra en escena, bajo
la forma del passage à Pacte psicòtico. Una de las proposiciones fundamentales del psicoanálisis
Cuando Hamlet el histérico, oculto detrás del cortinado, lacaniano es que este enunciado o cosa que encapsula el nú­
observa al orante Claudio, no puede decidir si lo atacará con cleo del ser del sujeto más allá de las identificaciones imagi­
la espada o no: esta muerte de Claudio qua carne y hueso, narias está irreductiblemente descentrado con respecto a la
¿también le asestará un golpe a la sustancia sublime de Clau­ textura simbólica que define la identidad del sujeto: el sujeto
dio, a lo que es “en él más que él mismo”, el objeto ai La du­
da de Hamlet nos permite entender per negationem el passage
à Pacte psicòtico. En la psicosis, a no está excluido de la rea­ 30. Richard Rorty, Contingency, Irony, and Solidarity, Cambridge, Cam­
lidad; no funciona como el vacío de su marco formal. En con­ bridge University Press, 1989, p. 179. [Ed. cast.: Contingencia, ironía y soli­
daridad, Barcelona, Paidós, 1996.]
126 Slavo] Zizek E l superyó por defecto 12 7
puede enfrentarse a este núcleo ex-timado sólo al precio de La actual guerra en Bosnia, por tanto, es un caso paradig­
su afánisis temporaria. Esto es lo que designa la fórmula la- mático de guerra “posmoderna”: materializa de modo ejem­
caniana del fantasma -S' O a--. el borramiento del sujeto fren­ plar la tríada de mal del yo, mal del superyó y mal del ello. Se
te a este cuerpo, extraño, “ex-timado” (creencia, deseo, trata de una extrema violencia física, conquista de territorios,
proposición) que forma el núcleo de su ser.31Basta con recor­ pillaje; de violencia simbólica, la destrucción del universo
dar que nos ruborizamos cuando nuestro modo más íntimo simbólico del enemigo, el “culturocidio” como consecuencia
de goce es revelado públicamente: querríamos que la tierra del cual “la historia que la comunidad ha estado contándose
nos tragara. En otras palabras, la afánisis atestigua el desa­ acerca de sí misma ya no tiene sentido”; y, en el nivel más ra­
cuerdo irreductible entre el núcleo duro y fantasmático y la dical, de un esfuerzo por asestarle un golpe al insoportable
textura de la narración simbólica: cuando corro el riesgo de plus de gozar, a, contenido en el Otro. Dado que el odio no
enfrentarme con este núcleo duro, “la historia que he estado se limita a las “propiedades reales” de su objeto sino que
contándome sobre mí mismo ya no tiene sentido”, “Ya no apunta a su núcleo real, el objeto a, lo que está “en el objeto
tengo un yo a partir del cual producir sentido”, o, en térmi­ más que él mismo”, el objeto del odio es, stricto sensu, indes­
nos lacanianos, el gran Otro (el orden simbólico) se desplo­ tructible-. cuanto más destruimos el objeto en la realidad, más
ma en el otro, el objeto a, el objeto-fantasma. La extracción poderosamente surge ante nosotros su núcleo sublime.
del objeto a del ámbito de la realidad le da a este ámbito su Esta paradoja, que ya emergió a propósito de los judíos en
coherencia: en la afánisis, el objeto a ya no es extraído, ad­ la Alemania nazi (cuanto más despiadadamente eran extermi­
quiere presencia plena; en consecuencia, no sólo es la textu­ nados, más horrorosas eran las dimensiones que adquirían los
ra simbólica lo que constituye mi realidad desintegrada, sino que quedaban), puede percibirse hoy a propósito de los mu­
que el núcleo fantasmático mismo de mi goce queda expues­ sulmanes en Bosnia: cuanto más masacrados y hambreados
to y puede, por tanto, ser atacado. son, más poderoso es el peligro del “fundamentalismo musul­
Tal vez, en cierto sentido no hay mayor violencia que la su­ mán” a los ojos de los serbios. Nuestra relación con este nú­
frida por un sujeto que es forzado, contra su voluntad, a expo­ cleo traumático-real del plus de gozar que “nos perturba” en
ner en público el objeto a en sí mismo. Y casualmente, aquí el Otro está estructurado en fantasmas (acerca de la omnipo­
reside el argumento definitivo en contra de la violación: aun si, tencia del Otro, acerca de “sus” extrañas prácticas sexuales,
en cierto sentido, el chovinismo masculino es correcto -aun etc.). En este sentido, la guerra es siempre una guerra defan­
cuando algunas mujeres de alguna manera y algunas veces quie­ tasmas.
ren ser tomadas brutalmente-, por esa misma razón no hay na­ Con respecto al contexto social de esta guerra “posmoder­
da más humillante que forzar a una mujer, contra su voluntad, na”, Etienne Balibar32articuló agudamente el doble desplaza­
para satisfacer su deseo. Es lo que el Coriolano de Shakespeare miento del racismo contemporáneo con respecto al racismo
piensa cuando se rehúsa a “oír mi nada monstruosa”: prefirió “clásico”. Este último funciona como suplemento del nacio­
convertirse en traidor antes que recurrir al elogio de sí mismo nalismo: es una formación secundaria que emerge en el con­
en público y exponer esa “nada” que era el núcleo de su ser. texto de la afirmación de la identidad nacional y designa su
intensificación “patológica”, su negativo, su inversión, su
31. Véase un vínculo entre afánisis y el motivo de la amnesia (pérdida cambio de dirección hacia la otredad “interna”, hacia el cuer-
de la memoria y del sentido de identidad personal) en el film noir, en el ca­
pítulo 5 de Zizek, /Goza tu síntoma! 32. Manuscrito inédito, “Violence et politique”, pp. 24-25.
128 Slavoj Zizek El superyó por defecto 129

po extraño que amenaza nuestro Cuerpo-Nación desde Esta inversión, este cambio de lugares entre el género y su
adentro. Hoy, la relación parece invertida -o, en términos especie, depende de la gradual desintegración del Estado-na­
hegelianos, reflejada-en-sí-misma: el nacionalismo funciona co­ ción qua marco predominante de la identificación con la Co­
mo una especie o suplemento del racismo, como delimitación res­ sa étnica. Hoy este marco es atacado desde ambos lados, a
pecto del cuerpo extraño “interno”. En esta concepción, el través de procesos transnacionales de integración así como a
“nacionalismo no racista” es imposible en la actualidad, dado través de la emergencia de nuevas formas de identificación
que el nacionalismo, en su noción misma, está planteado co­ locales, intranacionales, étnicas y protoétnicas, incluyendo la
mo una especie de racismo (el “otro” contra el cual afirma­ “Nación Gay”. Dentro de este marco global, toda diferencia
mos nuestra identidad nacional siempre nos amenaza “desde étnica es eo ipso percibida como “interna”; es por ello que to­
adentro”). Las dudas de la izquierda acerca de un nacionalis­ do nacionalismo ya es una especie de racismo, y todo racismo
mo “no agresivo”, “bueno” -acerca de la posibilidad de tra­ ya posee la estructura del antisemitismo.
zar una clara línea divisoria entre el nacionalismo “bueno” de
las naciones pequeñas y amenazadas, y el nacionalismo “ma­
lo” y agresivo- están, pues plenamente, justificadas. At r a v e s a n d o e l fa n ta sm a
Dentro del campo del racismo, el equivalente de este des­
plazamiento es el cambio estructural en el rol del antisemitis­ La eminencia gris, de Aldous Huxley, una biografía del Pa­
mo. En el racismo clásico, el antisemitismo funciona como dre José, consejero político del cardenal Richelieu, debería
excepción: en el discurso nazi, por ejemplo, la actitud hacia los estar en la lista de lecturas de todo aquel que quiera echar luz
judíos (que son el doble unheimlich de los propios alemanes y, sobre la oscura relación entre ética y fantasma. Si, en una re­
como tales, deben ser aniquilados) difiere radicalmente de la construcción ficcional de la historia europea moderna, uno
actitud hacia otras naciones “inferiores”, en cuyo caso el ob­ quisiera aislar el episodio que interrumpió el curso “normal”
jetivo no es su aniquilación, sino únicamente su subordina­ de los acontecimientos e introdujo el desequilibrio cuya con­
ción -tienen que asumir su “lugar apropiado” en la jerarquía secuencia final fueron las dos guerras del siglo XX, el candi­
de las naciones-. Los judíos son un elemento perturbador dato principal para este papel sería indudablemente la
que incita a otras naciones inferiores a la insubordinación, de fragmentación del Reich alemán en la Guerra de los Treinta
modo que es sólo a través de la aniquilación de los judíos que Años en la primera mitad del siglo XVII; como resultado de
las otras naciones aceptarán su propio lugar subordinado. esta fragmentación, la afirmación de Alemania como Estado-
También aquí, sin embargo, una inversión específica está nación fue postergada. Y si hay una persona que, dentro de
produciéndose en la actualidad: estamos ante un antisemitis­ esta reconstrucción ficticia, puede considerarse responsable
mo unlversalizado, es decir, toda “otredad” étnica es concebi­ por los resultados catastróficos, el candidato principal para
da como un doble unheimlich que amenaza nuestro goce; en este papel sería el Padre José, quien, a través de su fenome­
resumen, el racismo “normal”, no excepcional, no antisemi­ nal capacidad para la intriga, logró introducir una ruptura en
ta, ya no es posible. La universalización de la metáfora del el campo protestante, que concluyó con un pacto entre la
Holocausto (a propósito de toda limpieza étnica se afirma Francia católica y la Suecia protestante, llevando así el centro
que es comparable al holocausto nazi), por excesiva que pue­ de la guerra al territorio alemán.
da parecer, está por tanto fundada en la lógica inherente a la El Padre José es la encarnación definitiva del político
cosa misma, en la universalización del antisemitismo. conspirador, maquiavélico, listo para sacrificar miles de vidas
130 Slavoj Zizek E l superyó por defecto 131

y recurrir a espionaje, mentiras, asesinato y extorsión por la puede ser un amante esposo que cuida a su suegra anciana e
raison d’État. Pero -y éste fue el rasgo que fascinó a Huxley- inválida... El caso del skinhead en su casa es aún más claro
había otro lado en el Padre José: no sólo era sacerdote; tam­ que el del Padre José, dado que se trata de un caso ejemplar
bién era un místico auténtico. Todas las noches, después de de la “coincidencia de opuestos” hegeliana: un skinhead bru­
un día de tortuosas intrigas diplomáticas, se sumergía en una tal no es la oposición externa a -el otro de- el sentimental
profunda meditación; sus visiones místicas dan prueba de una hombre de familia, sino este mismo hombre de familia senti­
autenticidad digna de Santa Teresa o de San Juan de la Cruz; mental en su otredad; es decir, presenta la brutal reacción de
tenía una continua relación epistolar con las hermanas de un este mismo hombre cuando su seguro refugio familiar es
pequeño convento francés, y siempre encontró tiempo para amenazado. En otras palabras, el skinhead que se enfurece y
aconsejarlas en sus penas espirituales... ¿Qué debemos pensar empieza a golpearlos a “ellos” sin ningún fundamento racio­
de estos dos lados reunidos? En su punto crucial, Huxley nal ni ideológico “más profundo”, simplemente porque “lo
mismo evita la verdadera paradoja y opta por una fácil salida hace sentirse bien”, no es otro que el individuo narcisista de
poniendo el acento en el supuesto punto débil de la experien­ la llamada “sociedad de consumo” en una modalidad dife­
cia mística del Padre José: su excesivo cristocentrismo, su ob­ rente: la línea que los separa es extremadamente delgada;
sesión con el Cristo sufriente del Camino de la Cruz son consiste en una conversión puramente formal, dado que es­
responsables de hacer posible la manipulación temeraria del tamos ante una y la misma actitud fundamental inscripta
sufrimiento de otras personas. (Por esta razón, Huxley se ale­ tanto dentro como fuera del marco ideológico de lo que es
jó del Cristianismo y buscó la salvación espiritual en la sabi­ “socialmente permisible”.
duría oriental.) Lo que debemos hacer, sin embargo, es No es difícil discernir de qué modo este ejemplo del skin­
precisamente persistir en esta conjunción aparentemente im­ head difiere de los otros ejemplos previamente mencionados
posible: una persona puede ser un monstruoso conspirador; de la escisión constitutiva de la ideología en Ley pública y su
sin embargo, su “comprensión de sí”, su experiencia existen- reverso obsceno, oculto de la mirada pública (el “Código ro­
cial-religíosa, puede ser impecablemente “auténtica”. Ningu­ jo”, los linchamientos del Ku Klux Klan). El ejemplo del skin­
na experiencia “no ideológica”, por “auténtica” que pueda head invierte casi simétricamente los anteriores: en él, la
ser, garantiza que no se lleven a cabo políticas horrorosas en superficie misma está “manchada”; el skinhead realiza bajo la
su nombre. ¿Acaso Los hermanos Karamazov, de Dostoievski, mirada pública lo que los dos soldados de Algunos hombres
no es un ejemplo literario supremo de esta paradoja? Tal co­ buenos (A Few Good Men) o los miembros del Ku Klux Klan
mo lo sabemos ahora a partir de los fragmentos publicados hacen en la oscuridad, mientras el lado “honesto”, “huma­
postumamente, es Alioscha el modelo de esta espiritualidad no”, se refugia en la esfera de la privacidad. A pesar de la
inocente y humilde, quien, en la continuación no escrita de la crueldad de sus acciones públicas, el skinhead es privadamen­
novela, iba a convertirse en el terrorista revolucionario. te una persona cálida, como nosotros, que ama a su madre; en
Se ha puesto de moda hoy en día entrevistar a los skinheads lugar de una faz pública de orden con un reverso obsceno, te­
“en su hogar”, demostrando que en su entorno hogareño son nemos una faz horrorosa que oculta un reverso tierno, hones­
“gente normal, como nosotros”, miembros de una familia, to, “humano”. Algo similar funciona en la hagiografía
tiernos esposos o hijos; también en este caso, tenemos que estalinista de Lenin: los textos estalinistas admiten abierta­
enfrentarnos a una contradicción: una persona puede golpear mente que Lenin, en su esfuerzo por cumplir con la Necesi­
brutalmente a los inmigrantes, pero en su círculo familiar dad histórica, se vio forzado a recurrir a medidas firmes, es
132 Slavoj Zizek
decir, a violar normas morales burguesas y ordenar la ejecu­
ción sumaria de numerosas personas; sin embargo, lo conmo­
vían profundamente las sonatas para piano de Beethoven, le
gustaban los niños y los gatos... Esta diferencia es así la dife­
rencia misma entre poder tradicional y poder “totalitario”: en
el primero, el superyó es activo clandestinamente, mientras
que en el orden “totalitario” se apodera del espacio público,
y la llamada “cálida humanidad” aparece como el rasgo pri­
vado de las personas para las cuales la necesidad de la Histo­
ria impone la realización de horrores obscenos...
Los recientes acontecimientos en la ex Yugoslavia de­
muestran que uno de los más estúpidos proverbios de que
disponemos es el famoso “Comprender es perdonar”. ¿A qué
equivale esto en términos de la masacre étnica en Bosnia?
“Comprender” a los serbios significa trasponerse en su com­
prensión de sí mismos y “reexperimentar” el modo como
perciben y justifican sus actos, sumergirse en el bric-à-brac de
los mitos serbios por medio de los cuales éstos narrativizan su
experiencia histórica. La paradoja que hay que enfrentar es
que la monstruosidad de los crímenes serbios no disminuye
en nada la autenticidad y una suerte de belleza trágica pre­
sentes en esos mitos.
En esto reside la actitud ética del psicoanálisis, el reverso
bautizado por Lacan como “la traversée du fantasme”, la tra­
vesía del fantasma: en la distancia que estamos obligados a
asumir respecto de nuestros sueños más “auténticos”, respec­
to de los mitos que garantizan la coherencia misma de nues­
tro universo simbólico.
E l amor cortés,
o

o la mujer como la Cosa

¿Por qué hablar acerca del amor cortés \Pamour courtois]


hoy, en una era de permisividad en la cual el encuentro sexual
es a menudo nada más que un “trámite” en un oscuro rincón
de una oficina? La impresión de que el amor cortés está fue­
ra de moda y ha sido vastamente suplantado por los hábitos
modernos es un señuelo que no nos deja ver que su lógica si­
gue definiendo los parámetros dentro de los cuales los dos se­
xos se relacionan entre sí. Esta afirmación, sin embargo, no
implica de ningún modo un modelo evolucionista según el
cual el amor cortés proporcionaría la matriz elemental a par­
tir de la que generamos sus últimas y más complejas variacio­
nes. Nuestra tesis es, por el contrario, que la historia debe ser
leída retrospectivamente: la anatomía del hombre ofrece la
clave para la anatomía del simio, tal como dijo Marx. Sólo
con la emergencia del masoquismo, de la pareja masoquista,
hacia fines del siglo XIX, podemos ahora entender la econo­
mía libidinal del amor cortés.

E l t e a t r o m a s o q u is t a d e l a m o r c o r t é s
La primera trampa que debe evitarse a propósito del amor
cortés es la noción de la Dama como objeto sublime: en ge­
neral, se evoca el proceso de espiritualización, el cambio de la
136 Slavoj Zizek E l amor cortés, o la mujer como la Cosa 137
avidez sensual cruda al deseo espiritual elevado. La Dama es tado de la higiene personal en la Edad Media), sobre el peli­
así percibida como un tipo de guía espiritual en la alta esfera gro inminente de que, mientras él está cumpliendo con su
del éxtasis religioso, en el sentido de la Beatriz de Dante. En deber, la Dama orine sobre su cabeza... La Dama está, pues,
contraste con esta noción, Lacan enfatiza una serie de rasgos lo más lejos posible de toda espiritualidad purificada: funcio­
que contradicen tal espiritualización: es cierto que la Dama na como una pareja inhumana en el sentido de una Otredad
en el amor cortés pierde los rasgos concretos y es evocada co­ radical que es completamente inconmensurable para nues­
mo Ideal abstracto, de modo que “muchos autores observa­ tros deseos y necesidades; como tal, es simultáneamente una
ron que todos parecían dirigirse a la misma persona [...] En clase de autómaton, una máquina que enuncia demandas sin
este campo poético, el objeto femenino está vaciado de toda sentido y al azar.
sustancia real”.1 Sin embargo, este carácter abstracto de la Esta coincidencia de la Otredad absoluta, inescrutable, y
Dama no tiene nada que ver con la purificación espiritual; la máquina pura es lo que le confiere a la Dama su carácter
antes bien, señala la abstracción que pertenece a un compa­ siniestro, monstruoso: la Dama es el Otro que no es nuestro
ñero frío, distanciado, inhumano: la Dama no es de ningún “semejante”, es decir, es alguien con el cual ninguna relación
modo un semejante cálido, compasivo, comprensivo. de empatia es posible. Esta otredad traumática es lo que La-
can designa por medio del término freudíano das Ding, la Co­
La creación de la poesía consiste en plantear, según el modo sa -lo real que “siempre retorna a su lugar”- ,3el núcleo duro
de sublimación propio del arte, un objeto al que designaría que se resiste a la simbolización. La idealización de la Dama,
como enloquecedor, un partenaire inhumano. su elevación a Ideal espiritual y etéreo, debe concebirse por
Nunca la Dama es calificada por sus virtudes reales y concre­ tanto como un fenómeno estrictamente secundario: es una
tas, por su sabiduría, su prudencia o ni siquiera su pertinen­ proyección narcisista cuya función es volver invisible su di­
cia. Si es calificada de sabia, sólo lo es en la medida en que mensión traumática. En este sentido preciso y limitado, La-
participa en una sabiduría inmaterial, en tanto que, más que can reconoce que “ciertamente, se ha resaltado el aspecto de
ejercer sus funciones, las representa. En cambio, en las exi­ exaltación ideal a que la ideología del amor cortés apunta ex-
gencias de la prueba que impone a su sirviente es lo más ar­
bitraria posible.12 3. ¿No es la definición de Lacan de lo real como lo que siempre retor­
na a su lugar “pre-einsteiniano” y, como tal, está des-valorizado por la re-
La relación entre el caballero y la Dama es, pues, la rela­ lativización del espacio con respecto al punto de vista del observador, es
ción del súbdito, del vasallo, con su Señor feudal, que lo so­ decir, por la cancelación de la noción de espacio y tiempo absolutos? Sin
mete a ordalías sin sentido, atroces, imposibles, arbitrarias, embargo, la teoría de la relatividad entraña su propia constante absoluta: el
caprichosas. Es precisamente para enfatizar la naturaleza no intervalo de espacio-tiempo entre dos acontecimientos es un absoluto que
espiritual de estas ordalías que Lacan cita un poema acerca de nunca varía. El intervalo de espacio-tiempo se define como la hipotenusa
una Dama que pidió que su siervo literalmente le lamiera el de un triángulo rectángulo cuyos vértices son la distancia espacial y tem­
trasero: el poema consiste en las quejas del poeta sobre los poral entre los dos acontecimientos. Un observador puede estar en un es­
tado de movimiento tal que para él hay un tiempo y una distancia entre
malos olores que lo esperan allí (se conoce el lamentable es­ ambos; otro puede estar en un estado de movimiento tal que sus dispositi­
vos de medición indiquen una distancia diferente y un tiempo diferente en­
1. Jacques Lacan, The Ethics ofPsychoanalysis, Londres, Routledge, 1992, tre ambos acontecimientos, pero el intervalo entre ellos no varía. Esta
p. 149.[Ed. cast.; La ética del psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 1988.] constante es lo real lacaniano, que “sigue siendo el mismo en todos los uni­
2. Ibíd., p. 150. versos posibles”.
138 Slavoj Zizek E l am or cortés, o la m ujer como la Cosa 139
presamente, es decir, su carácter fundamentalmente narcisis­ del espejo ya debe estar presente. Esta superficie funciona co­
ta”.4 Privada de toda sustancia real, la Dama funciona como mo un tipo de “agujero negro” en la realidad, como un lími­
espejo en el cual el sujeto proyecta su ideal narcisista. En te cuyo Más Allá es inaccesible.
otras palabras -las de Christina Rossetti, cuyo soneto “En el El siguiente rasgo crucial del amor cortés es que se trata
estudio de un artista” habla de la relación de Dante Gabriel completamente de una cuestión de cortesía y etiqueta, no tie­
Rossetti con Elizabeth Siddal, su Dama-, la Dama aparece ne nada que ver con la pasión elemental que supera todas las
“no como es, sino tal como llena el sueño de él”.5Para Lacan, barreras, inmune a todas las normas sociales. Es una estricta
sin embargo, el acento crucial se encuentra en otra parte: fórmula ficcional, con un juego social “como si”, donde un
hombre finge que su querida es la Dama inaccesible. Y es
El espejo, dado el caso,, puede implicar los mecanismos del precisamente este rasgo lo que nos permite establecer un la­
narcisismo y, principalmente, la disminución destructiva, zo entre el amor cortés y un fenómeno que, al principio, pa­
agresiva, que luego volveremos a encontrar. Pero cumple rece no tener nada en absoluto que ver con él: el
otro papel -un papel de límite. masoquismo, como forma específica de la perversión articu­
Es lo que no se puede franquear. Y la organización de la inac­ lada por primera vez a mediados del siglo XIX en las obras li­
cesibilidad del objeto es realmente la única en la que participa.6 terarias y en la práctica concreta de Sacher-Masoch. En su
Así pues, antes de adoptar los lugares comunes de que la celebrado estudio sobre el masoquismo,7 Gilíes Deleuze de­
Dama en el amor cortés no tiene nada que ver con la mujer muestra que el masoquismo no debe ser concebido como
real, de que representa la proyección narcisista del hombre simple inversión simétrica del sadismo. El sádico y su víctima
que entraña la mortificación de la mujer de carne y hueso, te­ nunca forman una pareja “sado-masoquista” complementa­
nemos que contestar esta pregunta: ¿de dónde viene esa su­ ria. Entre los rasgos evocados por Deleuze para probar la asi­
perficie vacía, esa fría y neutra pantalla que abre el espacio metría entre sadismo y masoquismo, es crucial la oposición
para posibles proyecciones? Es decir, si los hombres han de de las modalidades de negación. En el sadismo encontramos
proyectar en el espejo su narcisismo ideal, la muda superficie la negación directa, la destrucción violenta y el tormento,
mientras que en el masoquismo, la negación asume la forma
de rechazo, es decir, de simulación, de un “como si” que sus­
4. Lacan, The Ethics of Psychoanalysis, p. 151. pende la realidad.
5. Es evidente, por tanto, que sería un error fatal identificar a la Dama Dependiendo estrechamente de esta primera oposición, se
del amor cortés, este Ideal incondicional de Mujer, con la mujer en la me­
dida que no está sometida al goce fálico: la oposición entre la mujer coti­ encuentra la oposición entre institución y contrato. El sadis­
diana, “domesticada”, con quien la relación sexual puede parecer posible, mo sigue la lógica de la institución, del poder institucional
y la Dama qua “pareja inhumana” no tiene nada que ver con la oposición que atormenta a su víctima y encuentra placer en su resisten­
de la mujer sometida al significante fálico y la mujer qua portadora del go­ cia inerme. Más precisamente, el sadismo funciona en el re­
ce del Otro. La Dama es la proyección del ideal narcisista del hombre; su
figura emerge como el résultado del pacto masoquista por el cual la mujer
verso superyoico obsceno que necesariamente duplica y
acepta el rol de dominatrix en el teatro puesto en escena por el hombre. Por acompaña, como una sombra, la Ley “pública”. El masoquis­
esta razón, Beata Beatrix, de Rossetti, por ejemplo, no debe percibirse co­ mo, por el contrario, está hecho a la medida de la víctima: es
mo la figuración del goce del Otro: como en la muerte de amor de Isolda
en Tristán e Isolda, de Wagner, estamos ante un fantasma masculino. 7. Gilles Deleuze, “Coldness and Cruelty”, en Masochism, Nueva York,
6. Lacan, The Ethics of Psychoanalysis, p. 151. Zone Press, 1991.
140 Slavoj Zizek E l amor cortés, o la m ujer como la Cosa 141

la víctima (el siervo en la relación masoquista) quien inicia el lo más mínimo. Una vez que el juego ha terminado, el maso­
contrato con el amo (la mujer), autorizándola a humillarlo de quista adopta la actitud de un burgués respetable y comienza
cualquier modo que considere apropiado (dentro de los tér­ a conversar con la Dama Soberana de una manera casual, im­
minos definidos por el contrato) y comprometiéndolo a ac­ personal: “Gracias por el favor. ¿Nos vemos el próximo fin de
tuar “de acuerdo con los caprichos de la Dama soberana”, semana?”, etc. Lo que tiene una importancia crucial es la to­
como afirma Sacher-Masoch. Es el siervo, pues, el que escri­ tal externalización de la más íntima pasión del masoquista:
be el guión, es decir, quien realmente lleva las riendas y dic­ los deseos más íntimos se convierten en objeto del contrato
ta la actividad de la mujer (,dominatrix): pone en escena su y de la negociación. La naturaleza del teatro masoquista es,
propia servidumbre.8 Otro rasgo diferencial es que el maso­ por tanto, completamente “no psicológica”: el juego maso­
quismo, a diferencia del sadismo, es intrínsecamente teatral: quista, apasionado y surrealista, suspende la realidad social,
la violencia es la mayoría de las veces simulada, e incluso pero se adecúa fácilmente a esa realidad cotidiana.9
cuando es “real” funciona como componente de una escena, Por esta razón, el fenómeno del masoquismo ejemplifica
como parte de una representación teatral. Además, la violen­ en su forma más pura lo que Lacan concebía al insistir una y
cia nunca es llevada a cabo hasta su conclusión: siempre per­ otra vez en que el psicoanálisis no es psicología. El masoquis­
manece suspendida, como la repetición interminable de un mo nos enfrenta con la paradoja del orden simbólico qua or­
gesto interrumpido. den de “ficciones”: hay más verdad en la máscara que usamos,
Es precisamente esta lógica del rechazo lo que nos permi­ en el juego que jugamos, en. la “ficción” que obedecemos y
te entender la paradoja fundamental de la actitud masoquista. seguimos, que en lo que está oculto detrás de la máscara. El
Es decir, ¿cómo es la típica escena masoquista? El hombre- núcleo mismo del ser del masoquista es externalizado en el
siervo establece de manera fría, comercial, los términos del juego puesto en escena, respecto del cual mantiene una dis­
contrato con la mujer-amo: lo que ella habrá de hacerle, qué tancia constante. Y lo Real de la violencia estalla precisamen­
escena debe ensayarse infinitamente, qué vestido habrá de te cuando el masoquista es histerizadó -cuando el sujeto
usar, cuán lejos habrá de ir en la tortura física real (cuán se­ rechaza el rol de un objeto-instrumento de goce de su Otro,
veramente habrá de azotarlo, de qué modo preciso habrá de cuando se horroriza ante la perspectiva de ser reducido a los
encadenarlo, dónde habrá de estampar las puntas de sus tacos ojos del Otro a un objeto para escapar de este atolladero,
altos, etc.). Cuando finalmente pasan al juego masoquista recurre al passage á Pacte, a la “violencia “irracional” que
propiamente dicho, el masoquista mantiene constantemente apunta al otro. Hacia el final de Sabor a muerte, de P. D. Ja­
un tipo de distancia reflexiva; nunca da verdadera rienda suel­ mes, el asesino describe las circunstancias del crimen y per­
ta a sus sentimientos ni se abandona totalmente al juego; en mite ver que el factor que resolvió su indecisión y lo impulsó
el medio de éste, puede asumir repentinamente la postura del
director, dando instrucciones precisas (pon más presión en 9. Aquí, la lógica es la misma que en el universo “no psicológico” de
ese punto, repite ese movimiento...), sin “destruir la ilusión”en Twin Peaks, en el cual encontramos dos tipos principales de persona: la
gente “normal”, corriente (basada en los clichés de las comedias de televi­
8. Por esta razón, el sadomasoquismo lésbico es mucho más subversi­ sión), y los “locos” excéntricos (la mujer con el leño, etc.); la cualidad si­
vo que el lesbianismo habitual, que exalta las relaciones tiernas entre mu­ niestra del universo de Twin Peaks proviene del hecho de que la relación
jeres en contraste con la agresiva penetración fálica masculina: aunque el entre estos dos grupos sigue las reglas de la comunicación “normal”: la
contenido del sadomasoquismo lésbico imita la heterosexualidad fálica gente “normal” no está en absoluto sorprendida por la extraña conducta de
“agresiva”, este contenido está subvertido por la propia forma contractual. los excéntricos, los aceptan como parte de su rutina cotidiana.
142 Slavoj Z izek E l am or cortés, o la m u jer como la Cosa 143

hacia el acto (el asesinato) fue la actitud de la víctima (Sir resumen, lo que instigó al asesino fue la experiencia de que su
Paul Berowne): deseo de matar a la víctima coincidiera con la pulsión de
muerte de ésta.
¡Quería morir, maldito sea, quería morir! Prácticamente lo Tal coincidencia recuerda el modo en que un “sádico” his­
pedía. Pudo haber intentado detenerme, rogarme, discutir, térico justifica sus palizas a una mujer: “¿Por qué hace que le
iniciar una pelea. Pudo haber implorado clemencia, “¡No, pegue? Ella realmente quiere que la lastime, me obliga a pe­
por favor, no lo haga, por favor!” Eso es lo que yo esperaba. garle para poder gozar. ¡Voy a golpearla hasta que aprenda lo que
Una palabra solamente... Me miró con tal desprecio... Lo sa­ realmente significa provocarmei” Se trata de una suerte de cir­
bía. Por supuesto que lo sabía. Y yo no lo habría hecho si me cuito en el cual el efecto (mal) percibido del acto brutal sobre
hubiera hablado como si yo fuera al menos medio humano.”101 la víctima legitimiza retroactivamente el acto: me dispongo a
golpear a una mujer y cuando, en el momento mismo en que
Ni siquiera parecía sorprendido. Se suponía que debía estar pienso que la domino totalmente, descubro que en realidad
aterrorizado. Se suponía que debía evitar que sucediera... yo soy su esclavo -dado que ella quiere la paliza y me provo­
simplemente me miró como diciendo “Entonces eres tú. có para que se la diera-, me vuelvo loco y la golpeo...12
Qué extraño que seas tú.” Como si yo no tuviera elección.
Apenas un instrumento. Estúpido. Pero tenía elección. Y él
también. Dios mío, pudo haberme detenido. ¿Por qué no me
detuvo?" 12. Un caso ejemplar de la constelación inversa -de la mirada qua ob­
jeto a que histeriza al otro- es proporcionada por La dama del lago (Lady in
Varios días antes de su muerte, Sir Paul Berowne experi­ the Lake), filme de Robert Montgomery cuyo interés consiste en su propio
fracaso. El punto de vista del detective duro al cual estamos confinados a
mentó un “colapso interno” parecido a una muerte simbóli­ través de una continua cámara subjetiva no despierta en nosotros, especta­
ca: renuncia como ministro del gobierno y corta sus dores, la impresión de que realmente estamos observando los hechos a tra­
principales “lazos humanos”, asumiento la posición “excre­ vés de los ojos de la persona mostrada por la cámara en el prólogo o el
menticia” de un santo, de objeto a, que impide toda relación epílogo (las únicas “tomas objetivas” del filme), o cuando está frente a un
intersubjetiva de empatia. Esta acritud fue lo que el asesino espejo. Aun cuando Marlowe “se mira en el espejo”, el espectador no acep­
encontró intolerable: se aproximó a su víctima como S, un ta que la cara que ve, los ojos de esa cara, es el punto de vista de la cáma­
ra. Cuando la cámara erra torpe y lentamente, parece que el punto de vista
sujeto escindido; en otras palabras, quería matarlo, aunque al es el de un muerto vivo de La noche de los muertos vivos (Night ofthe Living
mismo tiempo esperaba un signo de miedo, de resistencia, Dead), de Romero (la misma asociación se ve luego sustentada por la mú­
por parte de la víctima, un signo que impidiera al asesino eje­ sica coral de Navidad, completamente inusual en un film noir). Más preci­
cutar el acto. La víctima, sin embargo, no dio tal signo, que samente, es como si la cámara estuviera ubicada cerca o detrás de Marlowe
habría subjetivado al asesino, reconociéndolo como sujeto y de algún modo mirara su espalda, imitando la mirada virtual de su som­
(dividido). La actitud de Sir Paul de no resistencia, de provo­ bra, de su sublime doble “viviente”. No hay un doble para ver cerca de
Marlowe, pues este doble, lo que es en Marlowe “más que él mismo”, es la
cación indiferente, objetivó al asesino, reduciéndolo a instru­ mirada misma en tanto objeto a lacaniano que no tiene una imagen espe­
mento de la voluntad del Otro y dejándolo sin elección. En cular. (La voz que comenta la historia pertenece a esta mirada, no a M ar­
lowe qua personaje diegétíco.) Esta mirada-objeto es la causa del deseo de
10. P. D. James, A Tastefor Death, Londres y Boston, MA, Faber & Fa­ las mujeres, que, en todo momento, se vuelven hacia ella (es decir, miran
ber, 1986, p. 439. [Ed. cast.: Sabor a muerte, Barcelona, Versal, 1989.] hacia la cámara): las expone de un modo obsceno, o, en otras palabras, las
11. Ibíd., p. 440. histeriza atrayéndolas y, simultáneamente, repeliéndolas. Debido a esta ob-
144 Slavoj Zizek E l amor cortés, o la mujer como la Cosa 14S
E l c o r t é s “ d e m o n io d e l a p e r v e r s id a d ” obstáculos externos que contrarían nuestro acceso al objeto están allí
precisamente para crear la ilusión de que, sin ellos, el objeto sería
En un examen más minucioso, ¿cómo debemos conceptua- accesible directamente; lo que esos obstáculos ocultan es la im­
lizar la inaccesibilidad de la Dama-Objeto en el amor cortés? posibilidad intrínseca de alcanzar el objeto. El lugar de la Da­
El principal error a evitar es reducir esta inaccesibilidad a la ma-Cosa está originalmente vacío: funciona como un tipo de
simple dialéctica del deseo y la prohibición, según la cual codi­ “agujero negro” alrededor del cual está estructurado el deseo
ciamos el fruto prohibido precisamente en la medida en que del sujeto. El espacio del deseo es curvo, como el espacio en
está prohibido, o, para citar la clásica formulación de Freud: la teoría de la relatividad; la única manera de llegar a la Da­
...la necesidad erótica pierde considerable valor psíquico en ma-Objeto es indirectamente, en un camino desviado, mean-
cuanto se le hace fácil y cómoda la satisfacción. Para que la droso: proceder directamente garantiza que no daremos en el
libido alcance un alto grado es necesario oponerle obstáculo blanco. Esto es lo que Lacan piensa cuando, a propósito del
y siempre que las resistencias naturales opuestas a la satisfac­ amor cortés, evoca “el significado que debemos atribuirle a la
ción han resultado insuficientes, han creado los hombres negociación del desvío en la economía psíquica”:
otros, convencionales, para que el amor constituyera verda­ El rodeo, en el psiquismo, no está hecho siempre únicamen­
deramente un goce.*13 te para reglar el paso que reúne lo que se organiza en el do­
Desde esta perspectiva, el amor cortés aparece simple­ minio del principio del placer con lo que se propone como
mente como la estrategia más radical para elevar el valor del estructura de la realidad. También hay rodeos y obstáculos
objeto construyendo obstáculos convencionales a su accesibi­ que se organizan para hacer aparecer como tal el dominio de
lidad. Cuando, en su seminario Aun, Lacan proporciona la la vacuola. Se trata de proyectar como tal cierta transgresión
formulación más sucinta de la paradoja del amor cortés, dice del deseo. Aquí entra en juego la función ética del erotismo.
El freudismo, en suma no es más que la perpetua alusión a la
algo que es aparentemente similar, aunque fundamentalmen­ fecundidad del erotismo en la ética, pero no la formula co­
te distinto: “Una manera muy refinada de suplir la ausencia mo tal. Las técnicas en juego en el amor cortés -son lo bas­
de relación sexual fingiendo que somos nosotros los que la tante precisas como para permitirnos entrever lo que, dado
obstaculizamos”.14El punto es entonces no simplemente que el caso, podría ocurrir de hecho en lo que respecta al orden
establecemos obstáculos para realzar el valor del objeto: los sexual en sentido estricto, en la inspiración de este erotismo-
son técnicas de la circunspección, de la suspensión, del amor
interruptus. Las etapas que el amor cortés propone antes de
jetivación de la mirada, La dama del lago no es un film noir: el rasgo esen­ lo que es llamado misteriosamente -a fin de cuentas, no sa­
cial de un film noir propiamente dicho es que el punto de vista de la narra­ bemos qué era el don de merced- se articulan aproximada­
ción es el de un sujeto. mente con lo que Freud articula en sus Tres ensayos como
13. Sigmund Freud, “On the Universal Tendency to Debasement in siendo del orden de los placeres preliminares.15
the Sphere of Love” (1912), en James Strachey (ed.) The Standard Edition
of the Complete Psychological Works of Sigmund Freud, vol. 11, Londres, H o­ Por esta razón, Lacan acentúa el motivo de la anamorfosis
garth Press, 1986, p. 187. [Ed. cast.: “Sobre la más generalizada degrada­
ción de la vida amorosa”, AE, vol. IL] (en su seminario sobre la ética del psicoanálisis, el título del ca-
14. Jacques Lacan, Le séminaire, livre XX: Encore, Paris, Editions du
Seuil, 1975, p. 65. 15. Lacan, The Ethics of Psychoanalysis, p. 152.
146 Slavo] Zizek E l amor cortés, o la m ujer como la Cosa 147
pítulo sobre el amor cortés es “El amor cortés en anamorfo­ autobiografía habla de “la inexplicable imposibilidad de cum­
sis”): el Objeto puede ser percibido sólo cuando es visto desde plimiento de un deseo simple”, y una serie completa de fil­
un lado, en una forma parcial, distorsionada, como su propia mes ofrece variaciones sobre este motivo: en La vida criminal
sombra -si dirigimos una mirada directa no vemos nada, ve­ de Archibaldo de la Cruz, el héroe quiere cometer un simple
mos un mero vacío-. De manera homologa, podemos hablar asesinato, pero todos sus intentos fallan; en El ángel extermi-
de anamorfosis temporal: el Objeto es alcanzable sólo por me­ nador, luego de una fiesta, un grupo de personas ricas no pue­
dio de una incesante posposición, como su punto de referen­ den cruzar el umbral y abandonar la casa; en El disa'eto
cia ausente. El Objeto, por tanto, es literalmente algo creado encanto de la burguesía, dos parejas quieren cenar juntas, pero
-y cuyo lugar está cercado- por una red de desvíos, aproxima­ inesperadas complicaciones siempre impiden la realización
ciones y cuasi colisiones. La sublimación se instala; la sublima­ de este simple deseo...
ción en el sentido lacaniano de elevación de un objeto a la Debería quedar claro, ahora, aquello que determina la di­
dignidad de la Cosa: la “sublimación” ocurre cuando un obje­ ferencia con respecto a la dialéctica habitual del deseo y la
to que es parte de la realidad cotidiana se encuentra en el lu­ prohibición: el objetivo de la prohibición no es “elevar el pre­
gar de la Cosa imposible. En ello reside la función de aquellos cio” de un objeto dificultando su acceso, sino elevar ese ob­
obstáculos artificiales que súbitamente estorban nuestro acce­ jeto mismo al nivel de la Cosa, del “agujero negro” alrededor
so a algún objeto ordinario: elevan el objeto a sucedáneo de la del cual se organiza el deseo. Por esta razón, Lacan está to­
Cosa. Es así como lo imposible se convierte en lo prohibido: a talmente justificado al invertir la fórmula habitual de la subli­
través del cortocircuito entre la Cosa y algún objeto positivo mación, que entraña el pasaje de la libido de un objeto que
convertido en inaccesible mediante obstáculos artificiales. satisface una necesidad concreta, material, a un objeto que no
La tradición de la Dama como objeto inaccesible está vi­ tiene conexión aparente con esta necesidad: por ejemplo, la
va en el siglo XX -en el surrealismo, por ejemplo-. Basta con crítica literaria destructiva se convierte en agresividad subli­
recordar Ese obscuro objeto del deseo, de Luis Buñuel, donde una mada, la investigación científica en el cuerpo humano se con­
mujer, por medio de un serie de trucos absurdos, pospone vierte en voyeurismo sublimado, etc. Lo que Lacan designa
una y otra vez el momento final de la re-unión sexual con su como sublimación, por el contrario, es el desplazamiento de
amante maduro (cuando, por ejemplo, el hombre finalmente la libido desde el vacío de la Cosa inutilizable hasta algún ob­
está con ella en la cama, descubre bajo su camisón un antiguo jeto concreto, material, que asume una cualidad sublime en el
corset con numerosos ganchos imposibles de desprender...). momento en que ocupa el lugar de la Cosa.56
El encanto del filme radica en este cortocircuito sin sentido La paradoja de la Dama en el amor cortés equivale en úl­
entre el Límite fundamental, metafísico, y algún trivial impe­ tima instancia a la paradoja del desvío: nuestro deseo “oficial”
dimento físico. Encontramos aquí la lógica del amor cortés y
de la sublimación en su forma más pura: un objeto o acto co­ 16. “...mediante tina inversión del uso del término sublimación, tengo
mún, cotidiano, se vuelve inaccesible o imposible de realizar derecho a decir que vemos cómo aquí la desviación en cuanto al fin se pro­
una vez que se encuentra en la posición de la Cosa; aunque la duce en una dirección inversa a la del objeto de una necesidad” (Jacques
Lacan, Le séminaire, livre VÜI: Le mnsfert, París, Editions du Seuil, 1991,
cosa debería ser fácilmente alcanzable, el universo entero ha p. 250) [Ed. cast.: El Seminario. Libro 8, La transferencia, Buenos Aires, Pai-
sido ajustado de algún modo para producir, una y otra vez, dós, de próxima aparición.] Lo mismo sucede con el objeto mismo que
una contingencia insondable que bloquea el acceso al objeto. funciona como signo de amor: su uso está suspendido, se convierte en un
Buñuel mismo era consciente de esta paradoja lógica: en su modo de articulación de la demanda de amor.
148 Slavo] Zizek E l amor cortés, o la m ujer como la Cosa 149

es que queremos dormir con la Dama; mientras que, en ver­ factible esta “paradoja económica”, cómo puede la maquina­
dad, no hay nada que temamos más que una Dama que podría ria del deseo ser “puesta en marcha”, es decir, cómo puede el
ceder generosamente a este deseo nuestro -lo que verdadera­ sujeto ser llevado a renunciar al goce no por otra Causa, más
mente esperamos y queremos de la Dama es simplemente otra elevada, sino simplemente con el fin de ganar acceso a él? O
nueva ordalía, una dilación más-. En su Crítica de la razón -para citar la formulación hegeliana de la misma paradoja-
práctica, Kant ofrece una'parábola acerca de un libertino que ¿cómo es que podemos alcanzar la identidad sólo perdiéndo­
afirma que no puede resistir la tentación de gratificar su deseo la? Hay una única solución a este problema: el falo, el sig­
sexual ilícito; sin embargo, cuando se le informa que lo espe­ nificante del goce, tenía que ser simultáneamente el
ra la horca como precio a pagar por su adulterio, descubre re­ significante de la “castración”, es decir, un único y mismo sig­
pentinamente que puede resistir la tentación después de todo nificante tenía que significar tanto el goce como su pérdida. De es­
(prueba, para Kant, de la naturaleza patológica del deseo se­ te modo, se vuelve posible que la instancia misma que nos
xual; Lacan se opone a Kant afirmando que un hombre de persuade de buscar el goce nos induzca a renunciar a él.18
verdadera pasión amorosa se sentiría aún más inflamado ante
la perspectiva de la horca...). Pero para el fiel servidor de la que distingue el campo democrático de la égaliberté del campo preburgués
Dama, la elección está estructurada de modo totalmente dis­ de la autoridad tradicional es la infinitud potencial de los derechos: los de­
tinto: quizá preferiría la horca a una gratificación inmediata rechos nunca son completamente realizados o siquiera formulados explíci­
de su deseo por la Dama. La Dama funciona entonces como tamente, dado que estamos ante un proceso sin fin de articulación continua
un cortocircuito único, en el cual el Objeto del deseo coincide con de nuevos derechos. En este sentido, el estatuto de los derechos en el uni­
la fuerza que impide alcanzarlo: en cierto modo, el objeto “es” verso democrático moderno es el del objeto a, de un evasivo objeto-causa
del deseo. ¿De dónde viene este rasgo? Sólo una respuesta coherente es
su propio retiro, su propia retracción. posible: los derechos son (potencialmente) infinitos porque la renuncia en la cual
En este contexto podemos concebir el a menudo mencio­ se basan también es infinita. La noción de renuncia radical, “infinita”, como
nado, y no menos a menudo incomprendido, valor “fálico” de precio que el individuo debe pagar por su entrada en el universo social-
la mujer en Lacan: su ecuación Mujer = Falo. Es decir, preci­ simbòlico -es decir, la noción de “malestar en la cultura”, de antagonismo
samente la misma paradoja caracteriza el significante fálico irreductible entre la “verdadera naturaleza” del hombre y el orden social-,
qua significante de la castración. “La castración significa que emergió sólo con el universo democrático moderno. Previamente, dentro
el goce debe ser rechazado, de modo que pueda ser alcanza­ del campo de la autoridad tradicional, la “sociabilidad”, en tanto propen­
do en la escalera invertida de la Ley del deseo.”17 ¿Cómo es sión a la subordinación a la autoridad y a alinearse con alguna comunidad,
era concebida como parte integrante de la “naturaleza” misma del hombre
qua zoon politikón. (Esto no significa, desde luego, que esta renuncia - “cas­
17. Jacques Lacan, Écrits: A Selection, Nueva York, Norton, 1977, p. 324. tración simbólica”, en términos psicoanalíticos- no estuviera operando,
El primero en formular esta “paradoja económica de la castración” en el implícitamente, desde el comienzo mismo. Nos enfrentamos aquí con la
campo de la filosofía fue Kant. Una de las críticas estándar a Kant es que lógica de la retroactividad, donde las cosas “se convierten en lo que siem-
era un pensador contradictorio que se quedó a mitad de camino: por una pre-ya eran”: el universo burgués moderno de los Derechos hizo visible
parte, ya dentro del nuevo universo de los derechos democráticos (égaliber- una renuncia que estuvo siempre-ya ahí.) Y el campo infinito de los dere­
té, para usar el término de Etienne Balibar); por otra parte, aún atrapado chos plantea precisamente un tipo de “compensación”: es lo que obtenemos
por el paradigma de la subordinación del hombre a una Ley superior (im­ a cambio de la renuncia absoluta en tanto precio que tuvimos que pagar por
perativo). Sin embargo, la fórmula de Lacan del fetichismo (una fracción entrar en la sociedad.
con a arriba, menos la phi de la castración) nos permite entender la code- 18. Esta paradoja de la castración también ofrece la clave del funciona­
pendencia de estos dos aspectos supuestamente opuestos. El rasgo crucial miento de la perversión, de su circuito constitutivo: el perverso es un suje-
no Slavo] Zizek E l amor cortés, o la mujer como la Cosa 151

Volvamos a la Dama: ¿estamos en lo cierto al concébir a Oswald Ducrot de que todo predicado posee, por sobre y
la Dama como la personificación de la pasión metafísica oc­ más allá de su valor informativo, un valor argumentativo. Es­
cidental, como un ejemplo exorbitante, casi paródico, de la tamos dentro del campo de la ciencia positiva siempre y
hybris metafísica, de la elevación de una entidad o rasgo par­ cuando intentemos simplemente discernir en cada predicado
ticular a Fundamento de todo ser? En un examen más dete­ el nivel de información y el nivel de argumentación, es decir,
nido, ¿qué es lo que constituye su hybris metafísica o la modalidad específica de “concordancia” de cierta informa­
simplemente filosófica? Tomemos lo que parece ser un ción con una actitud argumentativa. Entramos en la filosofía
ejemplo sorprendente. En Marx, la dimensión específica­ con la hipótesis “excesiva” de que el predicado como tal, inclu­
mente filosófica funciona cuando señala que la producción, yendo su contenido informativo, no es sino una actitud argumenta­
uno de los cuatro momentos de la totalidad de la produc­ tiva condensadla, de modo que nunca podemos “destilarlo” de
ción, distribución, intercambio y consumo, es simultánea­ su contenido informativo “puro”, libre de toda actitud argu­
mente la totalidad que incluye los cuatro momentos, mentativa. Aquí encontramos, desde luego, la paradoja del
confiriéndole su color específico a esa totalidad. (Hegel sos­ “no-todo”: el hecho de que “todos los aspectos del contenido
tuvo lo mismo al señalar que todo género tiene dos especies, de un predicado estén afectados por una actitud argumenta­
él mismo y su especie; es decir, el género siempre es una de tiva” no nos autoriza a extraer la aparentemente universal y
sus dos especies.) Lo filosófico o metafísico es esta misma obvia conclusión de que “todo el contenido de un predicado
“absolutización”, esta elevación de un momento particular es argumentativo”; el plus elusivo que persiste, aunque no
de la totalidad a su Fundamento, esta hybris que “interrum­ puede ser aislado, es lo Real lacaniano.
pe” la armonía del Todo en equilibrio. Éste ofrece, quizá, otro modo de considerar la “diferencia
Mencionemos dos enfoques del lenguaje: el de John L. ontológica” de Heidegger: como la distancia que siempre se
Austin y el de Oswald Ducrot. ¿Por qué es legítimo conside­ abre entre el (rasgo específico, elevado a) Fundamento de la
rar su obra como “filosofía”? La división que hace Austin de totalidad y lo Real que elude este fundamento, que no puede
todos los verbos en perfcrmativos y constativos no es aún fi­ estar “fundado” en él. Es decir, lo “no-metafísico” no es una
losofía propiamente dicha: entramos en el campo de la filoso­ totalidad “equilibrada”, desprovista de toda hybris, una totali­
fía con su “desequilibrada”, “excesiva”, hipótesis de que toda dad (o en términos más heideggerianos: el Todo de las entida­
proposición, incluyendo las constativas, ya esperformativa; que des) en la cual ningún aspecto particular o entidad es elevado
lo performativo, como uno de los dos momentos del Todo, es a Fundamento. El campo de las entidades obtiene su coheren­
simultáneamente el Todo. Lo mismo sucede para la tesis de cia de su Fundamento su-puesto, de modo que la “no-metafí-
sica” sólo puede ser una concepción de la diferencia entre el
to que asume directamente la paradoja del deseo e inflige dolor con el fin Fundamento y lo Real elusivo que, aunque su contenido posi­
de permitir el goce, el que introduce el cisma con el fin de permitir la tivo (“realidad”) esté basado en el Fundamento, no deja por
unión, etc. Y, entre paréntesis, la teología recurre a un oscuro discurso so­ ello de eludir y socavar el reino del Fundamento.
bre el “inescrutable misterio divino” precisamente en el punto en que es­
taría obligada de otro modo a reconocer la naturaleza perversa de Dios:
Y ahora, volvamos nuevamente a la Dama: es por ello que
“los caminos del Señor son misteriosos”, lo que habitualmente significa la Dama no es otro nombre para el Fundamento metafísico
que, cuando la desventura nos sigue a todas partes, debemos presuponer sino, por el contrario, uno de los nombres de lo Real retrác­
que Él nos ha sumido en la miseria con el fin de forzarnos a encontrar la til que, en cierto modo, fundamenta el Fundamento mismo.
posibilidad de lograr la salvación espiritual... Y en la medida en que uno de los nombres del Fundamento
152 Slavoj Zizek E l amor cortés, o la mujer como la Cosa 153
metafísico de todas las entidades es el “Bien supremo”, la Da­ tétiea (“determinación sin propósito”, etc.). Lo que no debe­
ma qua la Cosa también puede ser designada como la encar­ mos pasar por alto es el hecho crucial de que este mandato
nación del mal radical, del mal que Edgar Alian Poe, en dos - “¡Usted debe hacerlo pues no le está permitido!”, es decir, un
de sus cuentos, “El gato negro” y “El demonio de la perver­ fundamento puramente negativo para un acto cumplido sólo
sidad”, llamó “el espíritu de la perversidad”: porque está prohibido- es posible solamente dentro del orden
La filosofía no tiene en cuenta a este espíritu; y, sin embar­ simbólico diferencial en el que la determinación negativa co­
go, tan seguro estoy de que mi alma existe como de que la mo tal tiene un alcance positivo, en el que la ausencia misma
perversidad es uno de los impulsos primordiales del corazón de un rasgo funciona como rasgo positivo. El “demonio de la
humano... ¿Quién no se ha sorprendido a sí mismo cien ve­ perversidad” de Poe marca entonces el punto en el que la mo­
ces en momentos en que cometía una acción tonta o malva­ tivación de un acto corta su lazo externo con los objetos em­
da por la simple razón de que no debía cometerla? ¿No hay. píricos y se fundamenta únicamente en el círculo inmanente
en nosotros una tendencia permanente, que enfrenta desca­ de la autorreferencia; en síntesis, el demonio de Poe corres­
radamente el buen sentido, una tendencia a transgredir lo ponde al punto de libertad en el estricto sentido kantiano.
que constituye la Ley por el solo hecho de serlo? Esta referencia a Kant dista de ser accidental. Según Kant,
(“El gato negro”) la facultad de desear no posee un estatuto trascendental, da­
do que depende completamente de objetos y motivaciones
... es, en realidad, un móvil sin motivo, un motivo no moti­ patológicos. Lacan, por el contrario, apunta a demostrar el
vado. Bajo sus incitaciones actuamos sin objeto comprensi­ estatuto trascendental de esta facultad, es decir, la posibilidad
ble, o, si esto se considera una contradicción en los términos, de formular una motivación de nuestro deseo totalmente in­
podemos llegar a modificar la proposición y decir que bajo dependiente de la patología (este objeto-causa de deseo no
sus incitaciones actuamos por la razón de que no deberíamos patológico es el objeto a lacaniano). El “demonio de la per­
actuar. En teoría, ninguna razón puede ser más irrazonable; versidad” de Poe nos ofrece un ejemplo inmediato de moti­
pero, de hecho, no hay ninguna más fuerte... Tan seguro co­ vación pura: cuando realizo un acto “sólo porque está
mo que respiro sé que en la seguridad de la equivocación o prohibido”, estoy dentro del ámbito universal-simbólico, sin
el error de una acción cualquiera reside con frecuencia la referencia a ningún objeto empírico contingente, es decir,
fuerza irresistible, la única que nos impele a su prosecución. realizo lo que. es stricto sensu un acto no-patológico. Kant,
Esta invencible tendencia a hacer el mal por el mal mismo pues, se equivocó en su apuesta: limpiando el ámbito de la
no admitirá análisis o resolución en ulteriores elementos. Es
un impulso radical, primitivo, elemental. ética de las motivaciones patológicas, quería extirpar la posi­
(“El demonio de la perversidad”) bilidad misma de hacer el Mal bajo la apariencia del Bien; lo
que en realidad hizo fue abrir un nuevo ámbito del Mal mu­
La afinidad del crimen como acte gratuit inmotivado con el cho más siniestro que el Mal “patológico” habitual.
arte es un tema estándar de la teoría romántica (el culto ro­
mántico del artista comprende la noción del artista qua crimi­ E je m p l o s
nal). Es-proftmdamente significativo que las fórmulas de Poe
(“un móvil sin motivo, un motivo no motivado”) inmediata­ Desde el siglo XIII hasta los tiempos modernos encontra­
mente recuerden las definiciones de Kant de la experiencia es- mos numerosas variaciones en esta matriz del amor cortés.
154 Slavoj Zizek E l amor cortés, o la m ujer como la Cosa 155
En Las relaciones peligrosas, por ejemplo, la relación entre la poéticos; el desafortunado y simplón soldado no está a la al­
marquesa de Merteuil y Valmont es claramente la relación tura de la tarea, de modo que Cirano se apresura a asistirlo,
entre una Dama caprichosa y su siervo. La paradoja gira en escribiendo apasionadas cartas de amor para el soldado desde
torno de la naturaleza de la tarea que el siervo debe realizar el campo de batalla. El desenlace se produce en dos estapas,
con el fin de ganar el gesto de Gracia prometido: debe sedu­ una trágica y otra melodramática. Roxana le dice al soldado
cir a otras damas. Esta ordalía requiere que, aun en el pico de que no ama tínicamente su hermoso cuerpo; ama aún más su
pasión, mantenga una distancia fría hacia sus víctimas: en el refinada alma: está tan conmovida por sus cartas que seguiría
momento mismo del triunfo, debe humillarlas abandonán­ amándolo aun si su cuerpo estuviera mutilado o fuera feo. El
dolas sin razón, probando así su fidelidad a la Dama. Las co­ soldado tiembla ante estas palabras: se da cuenta de que Ro­
sas se complican cuando Valmont se enamora de una de sus xana no lo ama como realmente es, sino en tanto autor de las
víctimas (la presidenta de Tourvel) y, por tanto, “traiciona su cartas; en otras palabras, ama a Cirano sin saberlo. Incapaz de
deber”: la marquesa tiene justificativos para rechazar la excu­ soportar tal humillación, se lanza a un ataque suicida y pere­
sa de Valmont (el célebre “no es mi culpa”: está más allá de ce. Roxana entra en un convento, donde recibe las visitas re­
mi control, es el modo de ser de las cosas...), pues la conside­ gulares de Cirano, quien la mantiene informada sobre la vida
ra por debajo de su dignidad, como un recurso miserable a social de París. Durante una de estas visitas, Roxana le pide
un estado “patológico” de cosas (en el sentido kantiano del que lea en voz alta la última carta de su amante muerto. El
término). momento melodramático se produce ahora: Roxana com­
La reacción de la marquesa frente a la “traición” de Val­ prueba que Cirano no lee la carta, la recita, probando así que
mont es, pues, estrictamente ética: la excusa de Valmont es es su autor verdadero. Profundamente conmovida, reconoce
exactamente la misma que la que invocan los débiles cuando en este deforme personaje a su verdadero amor. Pero ya es
no cumplen con su deber - “No pude evitarlo, está en mi na­ demasiado tarde: Cirano ha venido al encuentro mortalmen­
turaleza, no soy lo suficientemente fuerte...”-. El mensaje de te herido.
la marquesa a Valmont recuerda la divisa kantiana “Du Una de las más dolorosas y perturbadoras escenas de Co­
kannst, denn du sollst!” [Puedes, porque debes]. Por esa ra­ razón salvaje (Wild at Heart), de David Lynch, sólo puede
zón, el castigo impuesto por la marquesa a Valmont es apro­ comprenderse dentro de la matriz de la lógica de suspensión
piado: al renunciar a la presidenta, debe recurrir exactamente que caracteriza al amor cortés. En una solitaria habitación de
a las mismas palabras, es decir, debe escribir una carta en la motel, Willem Dafoe ejerce una brutal presión sobre Laura
que le explica que “no es su culpa” si su pasión por ella ha ex­ Dern: la toca y la pellizca, invadiendo el espacio de su intimi­
pirado, es el modo de ser de las cosas... dad y repitiendo de un modo amenazante “Say fuck me!”, es
Otra variación en la matriz del amor cortés emerge en la decir, arrancando de ella una palabra que señalara su consen­
historia de Cirano de Bergerac y Roxana. Avergonzado de su timiento al acto sexual. La desagradable escena se prolonga y
obscena deformidad natural (una nariz demasiado larga), Ci­ cuando, finalmente, la exhausta Laura Dern pronuncia un
rano no se ha atrevido a confesar su amor por la bella Roxa­ apenas audible “Fuck me!”, Dafoe retrocede abruptamente,
na; interpone entre ambos a un apuesto y joven soldado, asume una amistosa sonrisa y replica alegremente: “No, gra­
confiriéndole el papel de vicario a través del cual expresar su cias, no tengo, tiempo hoy; pero en otra ocasión lo haría con
deseo. Como corresponde a una Dama caprichosa, Roxana gusto...” Logró lo que realmente quería: no el acto mismo,
exige que su amante articule su amor en elegantes términos sino el consentimiento de ella, su humillación simbólica. Lo
156 Slavoj Zizek E l amor cortés, o la mujer como la Cosa 157
que interviene es la función del Otro, el orden simbólico ¿Por qué esta mentira? Porque la verdad habría despertado la
transubjetivo: por medio de su presión intrusiva, Dafoe quie­ sospecha de que Maud también ocupaba el lugar de la Dama,
re obtener la inscripción, el “registro”, del consentimiento de con la cual un breve encuentro sexual sin compromiso no es
ella en el ámbito del Otro. posible; precisamente diciéndole una mentira a su esposa, afir­
La variación inversa del mismo motivo opera en una breve mando que tuvo sexo con Maud, le asegura que Maud no fue
escena de amor de La noche americana (La nuit américaine), de su Dama, sino una amiga pasajera.
François Truffaut. Cuando en el camino del hotel al estudio es­ La versión definitiva del amor cortés en las últimas décadas,
tallan los neumáticos de un automóvil, el cameraman asistente desde luego, llega en la figura de lafemmefatale en elfilm noir: la
y la script-girl se encuentran solos en el borde de un lago. El traumática Mujer-Cosa que, a través de sus demandas ávidas y
asistente, que ha perseguido a la joven largo tiempo, aprovecha caprichosas lleva a la ruina al héroe duro. El rol principal es de­
la oportunidad y lanza un patético discurso sobre sus deseos sempeñado por la tercera persona (en general, por el jefe de la
por ella y sobre todo lo que significaría para él que consintiera banda), a quien pertenece “legalmente” la femme fatole-, su pre­
una rápida relación sexual; la muchacha dice simplemente “Sí, sencia la vuelve inaccesible y le confiere a su relación con el hé­
¿por qué no?” y empieza a desabotonarle los pantalones... Es­ roe la marca de la transgresión. Por medio de su vínculo con ella,
te gesto no sublime, desde luego, desorienta totalmente al se­ el héroe traiciona la figura paternal que es también su jefe (en La
ductor, que la concibe como la Dama inalcanzable: sólo puede llave de cristal [The Glass Key], Los asesinos [Killers], El abrazo de la
balbucir “¿Qué quieres decir? ¿Así como así?” Lo que esta es­ muerte [Criss Cross\ Retomo alpasado [Out ofthe Past], etc.).
cena tiene en común con la de Corazón salvaje (y la sitúa den­ Este lazo entre la Dama cortés y la femme fatale del uni­
tro de la matriz del amor cortés) es el inesperado gesto de verso noir puede parecer sorprendente: ¿no es \&femme fata­
rechazo: la respuesta del hombre al “¡Sí!” de la mujer, obteni­ le del film noir la antítesis misma de la noble Dama soberana
do luego de un largo y arduo esfuerzo, es rechazar el acto. a quien el caballero jura servir? ¿No está el héroe duro aver­
Encontramos una variación más refinada en la matriz del gonzado de la atracción que siente por ella; no la odia (y se
amor cortés en Mi noche con Maud (Ma nuit chez Maud), de Eric odia a sí mismo) por amarla; no experimenta su amor por ella
Rohmer: el amor cortés proporciona la única lógica que puede como una traición a su verdadero yo? Sin embargo, si pensa­
explicar la mentira del héroe al final. La parte central del filme mos en el impacto traumático original de la Dama, no en su
describe la noche que comparten el héroe y su amiga Maud; idealización secundaria, la conexión es clara: como la Dama,
charlan largamente hasta la madrugada y hasta duermen en la la femme fatale es una “compañera inhumana”, un Objeto
misma cama, pero el acto sexual no se produce, debido a la in­ traumático con el que ninguna relación es posible, un vacío
decisión del héroe; es incapaz de aprovechar la oportunidad, apático que impone ordalías sin sentido, arbitrarias.19
obsesionado como está por la misteriosa mujer rubia que vio la
víspera en una iglesia. Aunque no sabe aún quién es, ya ha de­ 19. Los filmes que transponen la matriz mire a otro género (ciencia-fic­
cidido casarse con ella (la rabia es su Dama). La escena final se ción, comedia musical, etc.) a menudo ofrecen algún ingrediente crucial del
produce varios años después. El héroe, felizmente casado con universo noir de manera más patente que el noir propiamente dicho. Cuan­
la rubia, se encuentra con Maud en una playa; cuándo su espo­ do por ejemplo, en ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (Whojramed Roger Rab-
sa le pregunta quién es esa mujer desconocida, el héroe mien­ bit?), Jessica Rabbit, un personaje de historieta, responde el reproche a su
corrupción con “¡No soy mala, simplemente me vi obligada a serlo!”, está
te: aparentemente en detrimento suyo, le dice a su esposa que desplegando la verdad acerca de la femmefatale como fantasma masculino,
Maud fue su última aventura amorosa antes del matrimonio. es decir, como criatura cuyos contornos son diseñados por el hombre.
158 Slavoj Zizek E l amor cortés, o la m ujer como la Cosa 159
D e l j u e g o c o r t é s a E l j u e g o d e l a s l a g r im a s te. Es en este punto cuando emerge el verdadero amor, amor
como metáfora en el preciso sentido lacaniano;20somos testi­
La clave del extraordinario e inesperado éxito de El juego gos del momento sublime en que erómenos (el amado) se con­
de las lágrimas (The crying game), filme de Neil Jordán, es tal vierte en erastés (el amante), estrechando la mano de ella y
vez la variación que propone sobre el motivo del amor cor­ “retribuyendo su amor”. Este momento designa el “milagro”
tés, Recordemos las líneas generales de la historia: Fergus, un del amor, el momento de la “respuesta de lo real”; como tal,
miembro del IRA que custodia a un soldado británico negro quizás permite entender lo que Lacan concibe al insistir en
capturado, desarrolla con éste lazos amistosos; el soldado le que el sujeto mismo tiene el estatuto de una “respuesta de lo
pide, en el trance de ser liquidado, que visite a su novia, Dil, real”. Es decir, hasta esta inversión, el amado tiene el estatu­
una peluquera de los suburbios de Londres, y que le dé sus to de un objeto: es amado por algo que está “en él más que
últimos recuerdos. Luego de la muerte del soldado, Fergus se él mismo” y de lo que no es consciente; nunca puedo res­
retira del IRA, se instala en Londres, encuentra empleo co­ ponder a la pregunta “¿Qué soy en tanto objeto para el otro?
mo albañil y va a visitar al amor del soldado, una hermosa ¿Qué ve el otro en mí que causa su amor?”. Nos enfrenta­
mujer negra. Se enamora de ella, pero Dil mantiene una dis­ mos, pues, a una asimetría: no sólo una asimetría entre suje­
tancia irónica, soberana. Finalmente, Dil da cabida a sus to y objeto, sino también en un sentido mucho más radical
avances, pero antes de ir juntos a la cama, ella abandona la es­ de desacuerdo entre lo que el amante ve en el amado y lo que
tancia por un momento, y cuando vuelve viste una túnica el amado sabe sobre sí.
transparente; mientras lanza una ávida mirada a su cuerpo, Encontramos aquí el ineluctable callejón sin salida que defi­
Fergus percibe de pronto su pene: “ella” es un travestí. De­ ne la posición del amado: el otro ve algo en mí y quiere algo de
sagradado, la aparta brutalmente. Conmovida y en lágrimas, mí, pero no puedo darle lo que no poseo, o, como afirma La-
Dil le dice que pensaba que él todo el tiempo sabía cómo can, no hay relación entre lo que el amado posee y lo que le fal­
eran las cosas (en su obsesión por ella, el héroe -al igual que ta al amante. La única manera que el amado tiene de escapar de
el público- no advierte una multitud de detalles elocuentes, este atolladero es extender su mano al amante y “retribuir el
incluyendo el hecho de que el bar donde habitualmente se amor”, es decir, intercambiar, en un gesto metafórico, su esta­
reúnen es un lugar de encuentro de travestís). Esta escena del tuto como amado por el estatuto del amante. Esta inversión de­
fallido encuentro sexual está estructurada como la inversión signa el punto de la subjetivación: el objeto del amor deviene
exacta de la escena referida por Freud como el trauma pri­ sujeto en el momento en que responde al llamado del amor. Y
mordial del fetichismo: la mirada del niño, deslizándose so­ es sólo por medio de esta inversión que el amor genuino emer­
bre el cuerpo femenino hacia el órgano sexual, se sorprende ge: estoy realmente enamorado no cuando estoy simplemente
al no encontrar nada allí donde espera ver algo (un pene). En fascinado por el ágalma en el otro, sino cuando experimento al
el caso de Eljuego de las lágrimas, el shock se produce cuando otro, el objeto de amor, como frágil y perdido, como carente de
el ojo encuentra algo cuando esperaba encontrar nada. “eso”, y mi amor sin embargo sobrevive a esta pérdida.
Luego de esta revelación dolorosa, la relación entre am­ Debemos estar especialmente atentos para no pasar por
bos es invertida: ahora resulta que Dil está apasionadamente alto lo importante de esta inversión: aunque ahora tenemos a
enamorada de Fergus, aunque sabe que su amor es imposible.
De Dama caprichosa y soberana, deviene la figura patética de 20. Véanse los capítulos 3 y 4 de Lacan, El Seminario. Libro 8, La trans­
un muchacho delicado y sensible que ama desesperadamen­ ferencia (1960-1961).
160 Slavoj Zizek E l amor cortés, o la m ujer como la Cosa 161

dos sujetos amantes en lugar de la dualidad inicial del aman­ Así, volviendo a Eljuego de las lágrimas, Dil está ahora lis­
te y el amado, la asimetría persiste, dado que fue el objeto ta para hacer cualquier cosa por Fergus, y él está más y más
mismo el que confesó su falta por medio de su subjetivación. conmovido y fascinado por el carácter absoluto e incondicio­
Algo profundamente inquietante y verdaderamente escanda­ nal del amor de ella, de modo que supera su aversión y sigue
loso se mantiene en esta inversión por medio de la cual el consolándola. Al final, cuando el IRA vuelve a intentar invo­
misterioso, fascinante y elusivo objeto del amor devela su lucrarlo en un acto terrorista, llega a sacrificarse por Dil y
atolladero y adquiere así el estatuto de otro sujeto. asume la responsabiliad por el asesinato que ella cometió. La
Encontramos la misma inversión en los relatos de ho­ última escena del filme se desarrolla en la prisión, adonde va
rror: ¿no es el momento más sublime de Frankenstein, de a visitarlo, nuevamente vestida como una mujer provocativa
Mary Shelley, el momento de la subjetivación del monstruo, y seductora, de modo que todos los hombres en la sala de visi­
el momento en que el monstruo-objeto (que ha sido des- ta están atraídos hacia ella. Aunque Fergus tiene que enfren­
cripto continuamente como una brutal máquina asesina) tar más de cuatro mil días de prisión -los cuentan juntos-
comienza a hablar en primera persona, revelando su mísera ella se compromete gozosamente a esperarlo y a visitarlo con
y lamentable existencia? Es profundamente sintomático que regularidad... El impedimento externo -la división de vidrio
todos los filmes basados en el Frankenstein de Shelley hayan en la prisión que impide todo contacto físico- es aquí el equi­
evitado este gesto de subjetivación. Y quizá, en el amor cor­ valente exacto del obstáculo en el amor cortés que vuelve
tés mismo, el largamente esperado momento de la más alta inaccesible el objeto; equivale, pues, al carácter absoluto, in­
realización, cuando la Dama le otorga la Gnade, la gracia, a condicional de este amor a pesar de su imposibilidad intrínse­
su siervo, no es la rendición de la Dama, su consentimiento ca, es decir, a pesar del hecho de que su amor nunca será
del acto sexual, ni ningún misterioso rito de iniciación, sino consumado, dado que él es heterosexual y ella es un homose­
simplemente un signo de amor por parte de ella, el “mila­ xual travestido. En la introducción al guión publicado, Jor­
gro” de que el Objeto responda, extendiendo su mano hacia dan señala que
el suplicante.21
el relato termina con una especie de felicidad. Digo “espe­
21. Este momento, cuando el objeto de la fascinación se subjetiva y estre­ cie”, porque entraña la separación de una celda carcelaria y
cha su mano, es el momento mágico de cruce de fronteras que separa el es­ otras separaciones más profundas, de identidad racial, nacio­
pacio fantasmático de la realidad “ordinaria”: es como si, en este momento, nal y sexual. Pero para los amantes, era la ironía de lo que los
el objeto que, de otro modo, pertenece a un espacio otro y sublime, intervi­ dividía lo que les permitía sonreír. De modo que quizá toda­
niera en la realidad “ordinaria”. Basta con recordar una escena de Amor en vía hay esperanza para nuestras divisiones.22
venta (Possessed), un melodrama temprano de Hollywood de Clarence Brown,
con Joan Crawford. Crawford, una pobre pueblerina, mira maravillada el lu­
joso tren privado que pasa lentamente frente a ella en la estación local; a tra­ 22. A Neil Jordán Reader, Nueva York, Vintage Books, 1993, pp. xii-xiii.
vés de las ventanas de los vagones ve la rica vida del interior iluminado: las La cuestión que surge es también la de insertar El juego de las lágrimas en
parejas danzantes, los cocineros preparando la cena, etc. El rasgo crucial de la serie de otros filmes de Jordán: ¿no son Mona Lisa y Milagro variaciones
la escena es que nosotros, espectadores, junto con Crawford, percibimos el del mismo motivo? En los tres casos, la relación entre el héroe y la mujer
tren como aparición mágica, inmaterial, de otro mundo. Cuando el último enigmática con la que está obsesionado está condenada al fracaso -porque
vagón pasa, el tren se detiene y vemos a un borracho jovial con una copa de ella es lesbiana, porque es la madre del héroe, porque no es una “ella”, si­
champagne en su mano, que se estira en dirección a Crawford,' como sí, por no un travestí-. Jordán proporciona, entonces, una verdadera matriz de
un momento, el espacio fantasmático interviniera en la realidad... imposibilidades de la relación sexual.
162 Slavoj Zizek E l amor cortés, o la mujer como la Cosa 163
¿No es la división -la barrera insuperable- que permite David Henry Hwang a partir de su propia pieza teatral), un
una sonrisa hacia el mecanismo más conciso del amor cortés? filme cuyo subtítulo podría haber sido “El juego de las lágri­
Lo que tenemos es un amor “imposible” que nunca será con­ mas”va a la China. El primer rasgo de este film que sorpren­
sumado, que puede ser realizado sólo como espectáculo si­ de es la extrema “improbabilidad” de su narración: sin la
mulado dirigido a fascinar la mirada de los espectadores información (dada en los créditos) de que la historia está ba­
presentes, o como expectativa interminablemente pospuesta; sada en hechos verdaderos, nadie la habría tomado seriamen­
este amor es absoluto precisamente en la medida en que te. Durante la Gran Revolución Cultural, un diplomático
transgrede no sólo las barreras de clase, religión y raza, sino francés de segunda línea se enamora de una cantante de ópe­
también la barrera última de la orientación sexual, de la iden­ ra china que canta algunas áreas de Puccini en una recepción
tificación sexual. En esto reside la paradoja del filme y, al mis­ para extranjeros (John Lone). Su cortejo termina en una re­
mo tiempo, su encanto irresistible: lejos de denunciar el amor lación amorosa duradera; la cantante, que es para él el objeto
heterosexual como producto de la represión masculina, amoroso fatal (en referencia a la ópera de Puccini, él la lla­
muestra las circunstancias precisas en las cuales este amor ma cariñosamente “mi mariposa”), aparentemente está em­
puede hoy conservar su carácter absoluto, incondicional. barazada, y tiene un hijo. Mientras este ajfaire se desarrolla,
ella lo induce a espiar para China, afirmando que es el único
modo en que las autoridades chinas tolerarían su relación.
E l ju e g o d e l a s l a g r im a s va a O r ie n t e Luego de un fracaso profesional, el diplomático es transferi­
do a París, donde se lo nombra en un puesto menor como co­
Esta lectura de Eljuego de las lágrimas evoca inmediatamen­ rreo diplomático. Poco después, su amor se le une y le dice
te uno de los reproches estándar a la teoría lacaniana: en todo que, si sigue siendo espía para China, las autoridades de ese
su discurso sobre la incoherencia femenina, Lacan habla sobre país permitirán que “su” hijo esté con ellos. Cuando, final­
la mujer sólo tal como ésta aparece o es reflejada por el discur­ mente, la seguridad francesa descubre las actividades de es­
so m ascu lin o, sobre su reflejo distorsionado en un medio que le pionaje y ambos son arrestados, se descubre que “ella” no es
es ajeno, nunca sobre la mujer tal como es en sí misma: para La- una mujer, sino un hombre: en su ignorancia eurocéntrica, el
can, al igual que antes para Freud, la sexualidad femenina es un héroe no sabía que en la ópera china los roles femeninos son
“continente oscuro”. En respuesta a este reproche debemos cantados por hombres.
afirmar enfáticamente que si la paradoja hegeliana fundamental Es aquí donde el relato supera los límites de nuestra cre­
de la reflexividad permanece vigente en algún lugar, es aquí: la dulidad: ¿cómo puede ser que el héroe, durante años de amor
distancia, el paso atrás, desde la mujer en sí hasta la mujer qua consumado, no haya visto que estaba con un hombre? La
Causa ausente, distorsiona el discurso masculino y nos acerca cantante evocaba incesantemente el sentido chino del pudor,
mucho más a la “esencia femenina” que un enfoque directo. Es nunca se desvestía, tenían sexo discretamente (sin que él lo
decir, ¿no es la “mujer”, en última instancia, apenas el nombre supiera, se trataba de sexo anal), cuando él/ella se sentaba en
de una distorsión o inflexión del discurso masculino? El espec­ su regazo... En resumen, lo que confundimos con la timidez
tro de la “mujer en sí”, lejos de ser la casua activa de esta distor­ de la mujer oriental, era, de parte de “ella”, una hábil mani­
sión, ¿no es más bien su efecto reificado-fetichizado? pulación destinada a ocultar el hecho de que no era una mu­
Todas estas cuestiones están implícitamente planteadas en jer. La elección de la música que obsesiona al héroe es
M. Butíeifly (dirigida por David Cronenberg, con guión de crucial: la famosa aria “Un bel di, vedremo”, de Madame But-
164 Slavoj Zizek E l amor cortés, o la mujer como la Cosa 165
terfly, tal vez.el más expresivo ejemplo del gesto de Puccini que extraerle información vital (o viceversa), terminan con un
está en las antípodas del ocultamiento púdico, la cándida y a la matrimonio feliz; lejos de despejar el espejismo del amor, el
vez obscena exposición del sujeto (femenino) que siempre bor­ develamiento de la manipulación tramposa que unió a los
dea lo kitsch. El sujeto declara patéticamente lo que es y lo que amantes sólo fortalece sus lazos. Para decirlo en términos de-
quiere, expone sus más íntimos y frágiles sueños, confesión leuzianos: nos enfrentamos con una escisión entre la “pro­
que, desde luego, llega a su apogeo en el deseo de morir (en fundidad” de la realidad, la mezcla de cuerpos en los cuales el
“Un bel di, vedremo”, Madame Butterfly imagina la escena del otro es el instrumento que exploto sin piedad, en el cual el
retorno de Pinkerton: al principio, no responderá su llamado, amor mismo y la sexualidad están reducidos a medios mani­
“en parte para divertirse y en parte para no morir en el primer pulados con fines político-militares, y el nivel del amor qua
encuentro \pernon morir al primo incontro]”). puro acontecimiento de superficie. La manipulación en el ni­
De lo dicho se desprende que la trágica gaffe del héroe vel de la realidad corporal vuelve aún más manifiesto el amor
consiste en proyectar su imagen fantasmática en un objeto qua acontecimiento de superficie, qua efecto irreductible de
inadecuado, es decir, en confundir a una persona real con su su soporte corpóreo.23
imagen fantasmática del objeto amoroso, la mujer oriental La dolorosa escena final del filme transmite el total reco­
del tipo Madame Butterfly. Sin embargo, las cosas son defi­ nocimiento del héroe de su culpa.24En la cárcel, el héroe po­
nitivamente más complejas. La escena clave del filme se pro­ ne en escena una representación para sus ruidosos y vulgares
duce luego del juicio, cuando el héroe y su compañero chino, compañeros de celda: vestido como Madame Butterfly (ki­
ahora en un traje de hombre común, se encuentran solos en mono japonés, la cara muy maquillada) y acompañado por
el compartimento cerrado del carro de policía en su camino extractos de la ópera de Puccini, cuenta su historia; en el clí­
a la cárcel. El chino se quita la ropa y se ofrece desnudo al hé­ max de “Un bel di, vedremo”, se corta el cuello con una na­
roe, proclamando desesperadamente su disponibilidad: vaja y cae muerto. Esta escena de un hombre suicidándose en
“¡Aquí estoy, soy tu mariposa!” Se propone como lo que es público vestido de mujer tiene una larga y respetable historia:
por íuera del marco fantasmático del héroe de una mujer orien­ basta con mencionar Asesinato (.Murder, 1930), de Hitchcock,
tal misteriosa. En este momento crucial, el héroe se retrae: evi­ donde el asesino Handel Fane, vestido de trapecista, se cuel­
ta los ojos de su amante y rechaza el ofrecimiento. Cede en su ga frente a una sala llena luego de terminar su número. En
deseo y, por tanto, está marcado por una culpa indeleble: trai­ M. Butterfly, como en Asesinato, este acto es de una estricta
ciona el verdadero amor que apunta al núcleo real del objeto naturaleza ética: en ambos casos, el héroe pone en escena una
debajo de las capas fantasmáticas. Es decir, la paradoja reside en identificación psicótica con su objeto amoroso, con su sinthome
el hecho de que aunque amaba al chino sin ningún pensamien­ (la formación sintética de una mujer inexistente, “Butterfly”),
to turbio, mientras que el chino manipulaba su amor en nom­ es decir, “regresa” de una elección de objeto a una identifica­
bre del servicio secreto de su país, ahora se vuelve evidente que ción inmediata con el objeto; el único modo de salir del ato­
el amor del chino era de algún modo más puro y mucho más lladero insoluble de esta identificación es el suicidio qua
auténtico. O, como afirmajohn Le Carré en Un espíaperfecto (A passage a Pacte definitivo. Por medio de su acto suicida, el hé-
Perfect Spy): “Es amor aquello que aún puedes traicionar”.
Como saben todos los lectores de “verdaderas” aventuras 23. Sobre esta oposición deleuzíana del acontecimiento superficial y la
profundidad del cuerpo, véase el capítulo 5 de este libro.
de espionaje, un gran número de casos en los cuales una mu­ 24. En este punto, el filme difiere de la “realidad”: el héroe “verdade­
jer ha seducido a un hombre desviándolo de su deber, para ro” está todavía vivo, pudriéndose en una cárcel francesa.
166 Slavoj Zizek E l amor cortés, o la mujer como la Cosa 167
roe compensa su culpa por su rechazo al objeto cuando el ob­ deseo de éste. Desde esta estructura fantasmática surge la
jeto se le ofrecía fuera del marco fantasmático. reacción de pánico -no sólo de los hombres, sino también de
Desde luego, sigue esperándonos la vieja objeción: en de­ muchas mujeres- a un feminismo que quiere deprivar a la
finitiva, ¿no ofrece M. Butterfly una tragicómica gaffe de fan­ mujer de su propia “feminidad”. Oponiéndose a la “domina­
tasías masculinas sobre las mujeres, en lugar de una verdadera ción patriarcal”, las mujeres socavan simultáneamente el so­
relación con una mujer? Toda la acción del filme se produce porte fantasmático de su propia identidad “femenina”.
entre hombres. La inverosimilitud grotesca de la trama, ¿no El problema es que, una vez que la relación entre los dos
enmascara y simultáneamente señala el hecho de que se trata sexos se concibe como simétrica, recíproca, voluntaria o con­
de un caso de amor homosexual por el travestí? El filme es tractual, la matriz fantasmática que emergía en el amor cortés
simplemente deshonesto y se rehúsa a reconocer este hecho sigue vigente. ¿Por qué? En la medida en que la diferencia se­
obvio. Esta “elucidación”, sin embargo, no plantea el enigma xual es un Real que se resiste a la simbolización, la relación sexual
verdadero de M. Butterfly (y de Eljuego de las lágrimas)-, ¿có­ está condenada a seguir siendo una no-relación asimétrica en
mo puede un amor desesperado entre el héroe y su compa­ la cual el Otro, nuestra pareja, antes de ser sujeto, es una Co­
ñero, un hombre vestido de mujer, realizar la noción de amor sa, una “pareja inhumana”; como tal, la relación sexual no
heterosexual más “auténticamente” que una relación “nor­ puede ser transpuesta en una relación simétrica entre sujetos
mal” con una mujer? puros. El principio burgués del contrato entre sujetos iguales
puede aplicarse a la sexualidad sólo bajo la forma del contrato
Entonces, ¿cómo debemos interpretar esta perseverancia perverso -masoquista-, en el cual la forma misma del contrato
de la matriz del amor cortés? Da prueba de cierto callejón sin equilibrado sirve para establecer una relación de dominación.
salida en el feminismo contemporáneo. Es cierto que la ima­ No es accidental que en las llamadas prácticas sexuales alter­
gen cortés del hombre sirviendo a su Dama es una apariencia nativas (parejas lesbianas y gay “sadomasoquistas”) la relación
que oculta la realidad de la dominación masculina; es cierto Amo-Esclavo reemerja con una venganza, incluyendo todos
que el teatro masoquísta es una mise en scéne privada diseñada los ingredientes del teatro masoquista. En otras palabras, es­
para recompensar la culpa contraída por la dominación social tamos lejos de inventar una nueva “fórmula” capaz de reem­
del hombre; es cierto que la elevación de la mujer a objeto plazar la matriz del amor cortés.
amoroso sublime equivale a su rebajamiento a materia pasi­ Por esta razón, es engañoso leer Eljuego de las lágrimas co­
va, o a pantalla para la proyección narcisista del ideal del yo mo un relato antipolítico de escape a lo privado, es decir, co­
masculino, etc. Lacan mismo señala que, en la época del mo una variación del tema de un revolucionario que,
amor cortés, el estatuto social real de las mujeres como obje­ desilusionado por la crueldad del juego del poder político,
tos de intercambio en los juegos de poder masculino era pro­ descubre el amor sexual como único ámbito de la realización
bablemente baja. Sin embargo, esta apariencia misma del personal, de la realización existencial auténtica. Políticamen­
hombre que sirve a su Dama proporciona a las mujeres la sus­ te, el filme es fiel a la causa irlandesa, que funciona como su
tancia fantasmática de su identidad, cuyos efectos son reales: trasfondo intrínseco. La paradoja es que en la esfera de lo pri­
le proporciona todos los rasgos que constituyen la llamada vado, donde esperaba encontrar un puerto seguro, el héroe es
“feminidad” y definen a la mujer no como es en sujouissance obligado a llevar a cabo una revolución aún más vertiginosa
féminine, sino tal como ella se refiere a sí misma con respec­ en sus actitudes personales más íntimas. Así, Eljuego de las lá­
to a su relación (potencial) con el hombre, como objeto del grimas elude el usual dilema ideológico de “lo privado como
168 Slavoj Zizek
isla de autenticidad, exento del juego de poder político” ver­
sus “la sexualidad como otro campo de la actividad política”:
vuelve visible la complicidad antagónica entre la actividad po­
lítica pública 7 la subversión sexual personal, antagonismo
que ya está presente en Sade, quien pedía una revolución se­
xual como realización definitiva de la revolución política. En
síntesis, el subtítulo de Eljuego de las lágrimas podría haber si­
do “¡Irlandeses, aún otro esfuerzo para convertirse en repu­
blicanos!”.

L y n c h c o m o pr e r r a fa el it a

En la historia del arte, los prerrafaelitas ofrecen un para­


dójico caso límite de superposición de vanguardia y kitsch:
primero fueron considerados portadores de una revolución
antitradicionalista en pintura, que rompió con toda la tradi­
ción desde el Renacimiento en adelante; apenas poco tiempo
después -con el auge del impresionismo en Francia- fueron
devaluados como el epítome del kitsch pseudo-romàntico Vic­
toriano. Esta evaluación peyorativa persistió hasta la década
de I960 -es decir, hasta la emergencia del posmodernísmo-,
cuando los prerrafaelitas súbitamente experimentaron mi re­
greso crítico. ¿Cómo fue que se volvieron “legibles” sólo re­
trospectivamente, a través del paradigma posmoderno?
En este sentido, el artista crucial es William Holman
Hunt, habitualmente descartado como el primero de los pre­
rrafaelitas en venderse al establishment para convertirse en un
próspero productor de pinturas religiosas “edulcoradas” (El
triunfo de los inocentes, etc.). Una mirada más atenta, sin em­
bargo, nos enfrenta con una dimensión siniestra, profunda­
mente perturbadora, en su obra; sus pinturas no dejan de
producir cierto malestar, un sentimiento indeterminado de
que, a pesar del contenido “oficial” idílico y elevado, hay al­
go que desentona. En Pastor veleidoso, en apariencia un sim-
170 Slavoj Z izek David Lynch , o la depresión fem enina 171
pie idilio pastoral que pinta a un pastor empeñado en seducir Basta con recordar la secuencia inicial de Terciopelo azul (Blue
a una campesina y que, por ese motivo, descuida a sus ovejas Velvet). Luego de las viñetas del idílico pueblito norteameri­
(una obvia alegoría de la Iglesia descuidando a sus feligreses). cano y el ataque cardíaco que el padre del héroe sufre mien­
Cuanto más largamente observamos la pintura, más cons­ tras riega el césped (cuando se desmaya, el chorro de la
cientes nos volvemos de los muchos detalles que dan prueba manguera remeda un acto de orinar surrealista, exagerado),
de la intensa relación de Hunt con el goce, con la jouissance la cámara apunta al césped, descubriendo allí la vida: los hor­
como sustancia vital, es decir, su disgusto ante la sexualidad. migueantes insectos y coleópteros, el modo en que crepitan
El pastor es musculoso, rústico y toscamente voluptuoso; la y devoran la hierba... En el comienzo mismo de Twin Peaks:
mirada astuta de la joven indica una maliciosa y manipulado­ el fuego camina conmigo (Twin Peaks: Pire Walk with Me), en­
ra explotación de su propio atractivo sexual; la demasiado vi­ contramos el procedimiento opuesto, que equivale al mismo
vaz paleta roja y verde predomina en la pintura con tonos efecto: vemos primero las blancas formas protoplasmáticas
repulsivos, como si estuviéramos ante una naturaleza pútrida. flotando en un fondo azul, un tipo de forma de vida elemen­
Lo mismo sucede con habella y eljarrón de Basil, donde nu­ tal en su centelleo primordial; luego, a medida que la cámara
merosos detalles, como los cabellos como serpientes y las ca­ se aleja lentamente, nos vamos dando cuenta de que lo que
laveras en el borde del jarrón, contradicen el contenido vimos fue un primer plano de una pantalla de televisión.12Lle­
“oficial” trágico-religioso. gamos a reconocer el rasgo fundamental del “hiperrealismo”
La sexualidad que irradia la pintura es húmeda, “malsana”, posmoderno: la proximidad excesiva con la realidad produce
está impregnada con la putrefacción de la muerte... estamos la “pérdida de realidad”; los detalles siniestros resaltan y per­
ya en medio del universo de David Lynch. Es decir, toda la turban el efecto apacible de la escena total.3
“ontología” de Lynch está basada en la discordancia entre la El segundo rasgo, estrechamente vinculado con el prime­
realidad, observada desde una distancia segura, y la absoluta ro, consiste en la designación misma de “prerrafaelismo”: la
proximidad de lo real. Este procedimiento elemental entraña reafirmación de traducir las cosas como “realmente son”, no
un movimiento desde el plano de conjunto hasta una proxi­ distorsionadas aún por las reglas de la pintura académica que
midad perturbadora que vuelve visible la asquerosa sustancia
del goce, el hormigueo y el brillo de la vida indestructible.1
2. El mismo procedimiento fue empleado por Tim Burton en la sobre­
1. Se trata del motivo lacaniano de la “laminilla”, la indestructible sustan­ saliente secuencia de créditos de Batmam la cámara vaga por sinuosas e in­
cia vital. En Freud, este motivo está anunciado en el capítulo 4 de Más allá del determinadas tuberías de metal; luego se retira gradualmente, adquiere
principio delplcccer, donde habla de los “pequeños fragmentos de sustancia vi­ una distancia “normal” respecto de su objeto, y se ve claramente que éste
viente... suspendidos en medio de un mundo exterior cargado con las más po­ es en realidad la pequeña insignia de Batman...
derosas energías”: la estimulación que mana de ellos lo mataría, si no estuviera 3. El equivalente de esta actitud de Lynch es, quizá, la filosofía de Leib-
provisto dfe un escudo protector contra los estímulos. Adquiere el escudo de niz: Leibniz estaba fascinado por los microscopios, porque confirmaban
esta manera: su superficie más externa deja de tener la estructura propia de la para él que lo que lo que aparecía como un objeto sin vida desde el punto
materia viva, se convierte en cierto grado en inorgánica y, por ello mismo, de vista “normal”, cotidiano, estaba en realidad lleno de ella. Uno sólo te­
funciona como un envoltorio especial o membrana resistente a los estímulos. nía que mirarlo con mayor cercanía, observarlo desde una proximidad ab­
(Sigmund Freud, Beyond the Pleamre Principie, Nueva York y Londres, N or­ soluta: bajo las lentes de un microscopio, uno puede percibir el salvaje
ton, 1989, p. 30). [Ed. east.: Más allá del principio del placer, AE, vol. 18.] hormigueo de innumerables y minúsculos seres vivos... Véase el capítulo 2
Lo central del argumento freudiano es, desde luego, que esta corteza de Miran Bozovic, Der grosse Andere: Gotteskonzepte in der Philosophie der
sensitiva también recibe excitaciones desde adentro. Neuzeit, Viena y Berlín, Turia & Kant, 1993.
1 72 Slavoj Zizek D avid Lynch, o la depresión fem enina 173
estableció Rafael. Sin embargo, la propia práctica de los pre- que “lo llenan”: si destruimos o eliminamos la materia que
rrafaelitas contradice esta ideología ingenua de retorno al ocupa un espacio dado, el espacio qua vacío persiste. Pero el
modo “natural” de pintar. Este rasgo necesariamente nos pa­ ruido primordial, el último resto del big bang, es constitutivo
rece a nosotros, acostumbrados al realismo moderno, un sig­ del espacio mismo: no es un ruido “en” el espacio, sino un rui­
no de torpeza: las pinturas prerrafelitas de algún modo do que mantiene el espacio abierto como tal. Por ende, si lo
carecen de la “profundidad” del espacio organizado según lí­ borráramos, no obtendríamos el “espacio vacío” que ese rui­
neas de perspectiva que se encuentran en un punto distante; do llena: el espacio mismo, el receptáculo de toda entidad
es como si la propia “realidad” que estas pinturas describen “intramundana”, se desvanecería. Ese ruido es, pues, en cier­
no fuera una realidad “verdadera”, sino más bien una realidad to sentido, el “sonido del silencio”. En la misma línea, el rui­
estructurada como en un bajorrelieve. (Otro aspecto de este do fundamental en los filmes de Lynch no es causado
mismo rasgo es la cualidad artificial, mecánicamente com­ simplemente por los objetos que son parte de la realidad; an­
puesta, que queda adherida a los individuos descriptos: de al­ tes bien, forma el horizonte ontológico, el marco de realidad
gún modo carecen de la profundidad abisal de personalidad mismo, la textura misma que mantiene la realidad: si este rui­
que habitualmente asociamos con la noción de sujeto.) El do tuviera que ser erradicado, la realidad misma se derrum­
término “prerrafaelismo” debe, pues, tomarse literalmente, baría. Desde el universo infinito y “abierto” de la física
como indicador del cambio desde el perspectivismo renacen­ cartesiana-newtoniana, nos movemos hacia el universo “ce­
tista al universo medieval “cerrado”. rrado” premoderno, limitado por un “ruido” fundamental.
En los filmes de Lynch, esta “chatura” de la realidad des­ Encontramos este mismo raido en la secuencia de la pesa­
cripta, que cancela efectivamente la perspectiva de una aper­ dilla en El hombre elefante (The ElephantMan), cuando se cra­
tura infinita, encuentra su equivalente preciso en el nivel del za la frontera que separa lo interior de lo exterior; es decir, en
sonido. Volvamos a la secuencia inicial de Terciopelo azul-, su este ruido, la externalidad extrema de una máquina coincide
rasgo crucial es el ruido siniestro que surge cuando nos apro­ ominosamente con la gran intimidad del interior del cuerpo,
ximamos a lo real. Este ruido es difícil de localizar en la rea­ con el ritmo del corazón palpitante. Otro punto que no debe
lidad; para determinar su estatuto podríamos invocar la omitirse es que este ruido aparece después de que la cámara
cosmología contemporánea sobre los raidos en los límites del entra en el agujero en la capucha del hombre elefante que re­
universo. Éstos no son simplemente internos al universo; son presenta la mirada: la inversión de la realidad en lo real co­
los restos, los últimos ecos del big bang que creó el universo rresponde a la inversión del ver (del sujeto que escruta la
mismo. El estatuto ontológico de este ruido es más interesan­ realidad) en mirada; en otras palabras, esta inversión ocurre
te de lo que puede parecer, dado que subvierte la noción fun­ cuando entramos en el “agujero negro”, en la grieta del en­
damental del universo infinito, “abierto”, que define el tramado de la realidad.
espacio de la física newtoniana.
Esta noción moderna de universo “abierto” está basada en
la hipótesis de que toda entidad positiva (ruido, materia) ocu­ U n a v o z q u e d esuella el cu erpo
pa algún espacio (vacío): depende de la diferencia entre espa­
cio qua vacío y las entidades positivas que ocupan el espacio, Lo que encontramos en este “agujero negro” es simple­
“llenándolo”. En este caso, el espacio es fenomenológica- mente el cuerpo desprovisto de su piel. Es decir, Lynch per­
mente visto como algo que existe previamente a las entidades turba nuestra más elemental relación fenomenológica con el
174 Slavoj Zizek D avid Lynch, o la depresión fem enina 175
cuerpo vivo, que está basada en la radical separación entre “brotes de goce”, en los cuales el interior del cuerpo emerge
la superficie de la piel y lo que yace bajo ella. Recordemos en la superficie. La extraña escena en la que el barón asalta a
la sensación siniestra de disgusto que tenemos cuando nos un joven de modo oral y homoerótico también juega con es­
esforzamos por imaginar lo que se encuentra justo bajo la ta relación ambigua entre el interior y la superficie: el ba­
superficie de un hermoso cuerpo desnudo: músculos, órga­ rón ataca al joven tirando del tapón del corazón, de modo
nos, venas... En resumen, relacionarse con el cuerpo impli­ que la sangre comienza a manar. (Se trata de la típica fanta­
ca suspender lo que está bajo la superficie. Esta suspensión sía infantil de Lynch, la noción de que el cuerpo humano es
es un efecto del orden simbólico; puede ocurrir solamente un globo, una forma hecha de piel inflada, sin sustancia só­
en la medida en que nuestra realidad corporal es estructu­ lida en el interior...) Los cráneos de los siervos de la congre­
rada por el lenguaje. En el orden simbólico, aunque este­ gación espacial también empiezan a agrietarse cuando se
mos desvestidos, no estamos realmente desnudos, dado que quedan sin especia, otro caso de superficies fracturadas, dis­
la piel misma funciona como el “vestido de la carne ”.4 Esta torsionadas.
suspensión excluye lo real de la sustancia viva, su palpita­ Lo crucial es la correlación entre estas grietas en el crá­
ción: una de las definiciones de lo real lacaniano es que se neo y la voz distorsionada: el siervo emite unos murmullos
trata del cuerpo desollado, la palpitación de la cruda carne ininteligibles, que se transforman en discurso articulado so­
roja sin piel. lamente al pasar por un micrófono o, en términos lacania-
Entonces, ¿cómo perturba Lynch nuestra relación feno- nos, al pasar por el medio del gran Otro. También en Twin
menológica más fundamental con la superficie corporal? Por Peaks, el enano del Pabellón Rojo habla un inglés incom­
medio de una voz, de tina palabra que “mata”, rompiendo la prensible, distorsionado, vuelto inteligible sólo con ayuda
superficie de la piel para cortar directamente la carne cruda; de subtítulos, que asumen el rol del micrófono, es decir, el
en resumen, por medio de una palabra cuyo estatuto es el de rol del medio del Otro. Esta dilación -el proceso por el cual
lo real. Este rasgo es más expresivo en la versión de Lynch de los sonidos inarticulados que pronunciamos se convierten
Duna, de Herbert. Basta con recordar a los miembros de la en discurso sólo a través de la intervención de un orden ex­
congregación espacial que, debido a que han abusado de la terno, mecánico, simbólico- es habitualmente ocultada; se
“especia”, la droga misteriosa en torno de la cual gira el rela­ vuelve visible sólo cuando la relación entre la superficie y su
to, se han convertido en seres distorsionados con cabezas gi­ debajo o su más allá es perturbada. Se trata, por tanto, del
gantes; como criaturas-gusano hechas de carne sin piel, reverso oculto de la crítica derrideana del logocentrismo, en
representan la indestructible sustancia vital, la pura encama­ la cual la voz funciona como el medio de las ilusorias trans­
ción del goce. parencia y presencia: en su lugar, tenemos la obscena, cruel,
Una distorsión similar surge en el reino corrupto del mal­ egoísta, incomprensible, impenetrable, traumática, dimen­
vado barón Harkonnen, donde muchas caras están desfigura­ sión de la Voz, que funciona como un tipo de cuerpo extra­
das de manera siniestra, con ojos y orejas cosidos, etc. La cara
del propio barón está llena de protuberancias desagradables, po, que pertenece a otro reino, oscuro, infernal, repentinamente se encon­
trara en nuestro universo cotidiano “normal”, habiendo salido de su pro­
4. Una excepción a esta noción es proporcionada por el cuerpo desnu­ pio elemento, como un pulpo encallado o cualquier otra criatura de los
do de Isabella Rossellini hacia el final de Terciopelo azul: cuando, habiendo mares profundos; un cuerpo herido, expuesto, cuya presencia material
soportado la pesadilla, deja la casa y se acerca a Jeffrey, es como si un cuer- ejerce una presión casi insoportable en nosotros.
176 Slavoj Zizek D avid Lynch, o la depresión fem enina 177
ño que perturba el equilibrio de nuestra vida.5 que ella las percibe. En resumen, la relación “normal” entre
En Duna, nuestra experiencia como espectadores de la su­ la causa (las palabras de Paul) y el efecto (la reacción de la
perficie corporal está también perturbada en la experiencia mujer ante ellas) está perturbada, como si una brecha los se­
mística del héroe, Paul Atreid, al tomar el “agua de la vida” (el parara, como si el efecto nunca correspondiera a su supuesta
misticismo, desde luego, representa el encuentro con lo real). causa. El modo habitual de leer esta brecha sería imaginarlo
Nuevamente el interior pugna por entrar en erupción a través como un índice de la histeria de una mujer: las mujeres no
de la superficie; la sangre mana no sólo de los ojos de Paul si­ pueden percibir las causas externas claramente, siempre pro­
no también de las bocas de su madre y hermana, que saben de yectan en ellas su propia visión distorsionada... Michel
su ordalía por empatia directa, no simbólica. (Los consejeros, Chion, sin embargo, en un verdadero conato de genio, pro­
las “computadoras vivientes” que son capaces de leer los pen­ pone una lectura completamente distinta de esta perturba­
samientos de la gente y ver el futuro, también tienen extrañas ción.6 Podríamos “poner en orden” su progresión un poco
manchas como de sangre alrededor de sus labios.) asistemática, esparcida a través de su libro sobre Lynch, dis­
Finalmente, la voz de Paul tiene un impacto directo, físico: poniéndola en tres pasos consecutivos.
al levantar la voz, no sólo puede perturbar a su adversario, pue­
de incluso hacer estallar la roca más dura. Al final del filme, ®El punto de partida de Chion es la brecha, la discrepan­
Paul levanta la voz y rechaza a la vieja sacerdotisa que intenta­ cia, el décalage, entre la acción y la reacción que siempre ope­
ba penetrar su mente, haciéndola saltar como si se enfrentara ra en Lynch: cuando un sujeto -un hombre, por lo general-
con un soplo físico. Paul mismo dice que sus palabras pueden se dirige a una mujer o la “electrocuta” de algún otro modo,
matar, es decir, su discurso no sólo funciona como acto simbó­ la reacción de la mujer siempre es inconmensurable respecto
lico; también interviene directamente en lo real. La desinte­ de la señal o el “impulso” que recibió. En esta inconmensu­
gración de la relación “normal” entre la superficie corporal y rabilidad está en juego una suerte de cortocircuito entre cau­
su más allá o su debajo es estrictamente correlativa de este sa y efecto: su relación nunca es “pura” o lineal, nunca
cambio en el estatuto del discurso, de esta emergencia de una podemos estar del todo seguros acerca del grado en el cual el
palabra que opera directamente en el nivel de lo real. efecto mismo “tiñe” retroactivamente su propia causa. En­
contramos la lógica de la anamorfosis presentada de un modo
ejemplar en el Acto II, Escena 2 de Ricardo II de Shakespea­
U n a fisu r a e n l a c a d e n a c a u sa l re, en las palabras de Bushy, el fiel servidor de la reina:
Otro rasgo crucial marca esta última escena: la vieja sacer­ Como las perspectivas, que miradas de frente
dotisa reacciona a las palabras de Paul de manera exagerada, Sólo muestran confusión; miradas al sesgo
casi teatral, de modo que no está claro si está reaccionando a Distinguen formas: de este modo su dulce majestad
sus palabras reales o al modo distorsionado, amplificado, en Mirando al sesgo la partida de su señor
Encuentra más formas de aflicción que él mismo;
Las cuales, mirándolas tal como son, no son más que sombras
5. El gran dictador (Great Dictator), de Chaplin, presenta una perturba­
ción equivalente en la relación entre la voz y la palabra escrita: la palabra
oral (en los discursos del dictador Hynkel) es obscena, incomprensible, ab­ 6. Véase Michel Chion, David Lynch, París, Cahiers du Cinéma, 1992,
solutamente inconmensurable respecto de la palabra escrita. especialmente pp. 108-117, 227-228.
178 Slavoj Zizek D avid Lynch, o la depresión fem enina 179
De lo que no es. matriz elemental de la relación entre causa y efecto es ofreci­
da por la relación sexual. En última instancia, la brecha irre­
En su respuesta a Bushy, la reina ubica sus temores en el ductible que separa un efecto de su causa equivale al hecho de
contexto de las causas y los efectos: que “no todo el goce femenino es un efecto de la causa mascu­
lina”. Este “no-todo” debe concebirse precisamente en el
[...] la fantasía proviene aún sentido de la lógica lacaniana del “no-todo ¡pas-tout}”: no en­
De alguna aflicción antecesora; no es el caso de la mía, traña en absoluto que una parte del goce de una mujer no es
Pues nada ha engendrado mi pena por algo; el efecto de lo que un hombre le hace. En otras palabras, el
O algo tiene la nada que me causa pesar: he heredado, “no-todo” designa incoherencia, no incompletud: en la reac­
Pero aún no se sabe qué; no ción de una mujer siempre hay algo imprevisto, la mujer
Sé nombrarlo; es una miseria sin nombre, lo sé.7 nunca reacciona del modo esperado; un día no reacciona a al­
go que hasta entonces nunca había dejado de excitarla: otro
La inconmensurabilidad entre causa y efecto proviene en­ día la excita algo que el hombre le hace al pasar, inadvertida­
tonces de la perspectiva anamórfica del sujeto que distorsio­ mente... La mujer no está totalmente sometida al vínculo
na la causa “real” precedente, de modo que su acto (su causal; con ella, el orden lineal de la causalidad se rompe, o,
reacción a esta causa) nunca es un efecto directo de ella, sino para citar a Nicolás Cage cuando, en Corazón salvaje (Wild at
más bien una consecuencia de su percepción distorsionada. Heart), de Lynch, es sorprendido por la reacción inesperada
de Laura Dern: “El modo en que tu mente trabaja es un mis­
®El siguiente paso de Chion consiste en un gesto “loco”, terio privado de Dios”.8
merecedor de la más atrevida interpretación freudiana: plan­
tea la hipótesis de que la matriz fundamental, el caso paradig­
mático, de esta discrepancia entre acción y reacción es la
(no)relación sexual entre hombre y mujer. En la actividad se­ 8. Dado que esta brecha que separa el efecto de su causa no es un ras­
xual, los hombres “les hacen ciertas cosas a las mujeres”, y la go positivo de una mujer, no sólo sorprende al hombre, también confunde
pregunta es: ¿es el goce de una mujer reducible a un efecto, a una a la propia mujer qua “persona” psicológica, tal como aparece ejemplifica­
simple consecuencia de lo que un hombre le hace a ella? Desde los do en la escena de Terciopelo azul del encuentro sadomasoquista: Isabella
viejos buenos tiempos de la hegemonía marxista, uno puede Rossellini primero amenaza a Kyle MacLachlan con un gran cuchillo de
recordar los vulgares y materialistas esfuerzos “reduccionis­ cocina, ordenándole que se desvista, y luego se sorprende ante su reacción.
tas” para ubicar la génesis de la noción de causalidad en la El efecto se refleja en su causa, de modo tal que la causa misma está perple­
práctica humana, en la relación activa del hombre con su ja ante su propio efecto. Esto, desde luego, significa que esta causa (la mujer)
contexto: llegamos a la noción de causalidad mediante la ge­ debe estar en sí misma descentrada; la verdadera causa es “algo en la causa
más que la causa misma”. ¿Y acaso esta inversión no demuestra que, en un
neralización de la experiencia de presenciar cómo, toda vez nivel más fundamental, la verdadera causa qua lo Real es la mujer que, en
que hacemos cierto gesto, el mismo efecto ocurre en la reali­ el nivel de la cadena simbólica de causas y efectos, parece ser el objeto pa­
dad... Chion propone un “reduccionismo” aún más radical: la sivo de la actividad del hombre? Tal vez esta perplejidad de la causa ante su
propio efecto proporcione la clave de la categoría hegeliana de la “acción
recíproca” [Wechselwirkung]: lejos de entrañar una suerte de interrelación
7. Véase una lectura más detallada de estas líneas en Ricardo II, en el ca­ simétrica de causa y efecto, la retroacción del efecto sobre la causa señala
pítulo 1 de Slavoj Zizek, Mirando al sesgo, Buenos Aires, Paidós, 2000. un descentramiento interno de la causa misma.
180 Slavoj Zizek D avid Lynch , o la depresión fem enina 181

®El último paso de Chion es doble: una especificación ul­ ®La primera respuesta parece obvia: para Jeffrey. ¿No es
terior, seguida de una generalización. ¿Por qué es precisa­ esta escena un caso ejemplar de un niño presenciando el coi­
mente una mujer quien, por medio de su inconmensurada to parental? ¿No está Jeffrey reducido a una pura mirada pre­
reacción a la señal del hombre, rompe la cadena causal en pe­ sente en el acto de su propia concepción (la matriz elemental
dazos? El rasgo específico de la mujer, que parece ser reduci­ del fantasma)? Esta interpretación se sustenta en dos rasgos
ble a un eslabón en la cadena causal aunque en realidad peculiares de lo que Jeffrey observa: Dorothy introduciendo
suspende e invierte la conexión causal, es la depresión femeni­ un material azul aterciopelado en la boca de Frank; Frank
na, su propensión suicida a deslizarse hacia un letargo perma­ respirando pesadamente en una máscara de oxígeno colocada
nente: el hombre “bombardea” a la mujer con “shocks” con el en su boca. Estos dos rasgos, ¿no son alucinaciones visuales
fin de sacarla de esta depresión. basadas en lo que el niño oye? Cuando el niño escucha a es­
condidas a sus padres haciendo el amor, oye un hablar hueco
y pesado, una respiración entrecortada, de modo que imagi­
E l n a c im ie n t o d e l a s u b je t iv id a d na que algo debe de haber en la boca de su padre (quizá un
A PARTIR DE LA DEPRESIÓN FEMENINA pedazo de sábana, dado que está en la cama), o que está res­
pirando con una máscara...9
En el centro de Terciopelo azul (y de toda la obra de
Lynch) se encuentra el enigma de la depresión de una mu­ ®Pero lo que esta lectura ignora es el hecho crucial de que
jer. Que la fatal Dorothy (Isabella Rossellini) está deprimi­ el juego sadomasoquista entre Dorothy y Frank es una repre-
da va de suyo, dado que las razones para su angustia
parecen obvias: su hijo y su esposo han sido secuestrados 9. En el análisis de filmes, por ende, es crucial exponer la realidad die-
por el cruel Frank (Dennis Hopper), quien llega a cortar gética homogénea, continua, como un producto de “elaboración secunda­
una de las orejas de su marido, y la extorsiona requiriendo ria”, para discernir en ella el papel de la realidad (simbólica) y el papel de la
sus favores sexuales como precio para mantener vivos a sus alucinación fantasmática. Basta con recordar M i pobre angelito (Home Alone)-.
todo el filme gira en tom o del hecho de que la familia del niño -su propio
rehenes. Entonces, el lazo causal parece claro y falto de entorno intersubjetivo, el “gran O tro”- y los dos ladrones que lo amenazan
ambigüedad: Frank ha causado todos sus problemas inter­ cuando la familia está lejos nunca se cruzan. Los ladrones entran en escena
firiendo en la feliz familia y provocando el trauma. El go­ cuando el niño se encuentra solo, y cuando, en el final del filme, la familia
ce masoquísta que Dorothy experimenta es un simple vuelve a su hogar, toda huella de la presencia de los ladrones se evapora ca­
efecto secundario de este shock inicial: la víctima está tan si mágicamente, aunque como resultado de la confrontación de éstos con el
desorientada y confundida por la violencia sádica a que es niño la casa entera está en ruinas. El hecho de que la existencia de los ladro­
nes no sea reconocida por parte del gran Otro indudablemente demuestra que
sometida que “se identifica con el agresor” y se dispone a estamos ante el fantasma del niño: en el momento en que los dos ladrones
imitar su juego... Sin embargo, un análisis detallado de la aparecen en escena, cambiamos de terreno y saltamos de la realidad social
escena más famosa de este filme -el juego sexual sadoma- al universo fantasmático, en el cual no hay ni muerte ni culpa; en el univer­
soquísta entre Dorothy y Frank, observada por Jeffrey (Ky- so de las farsas mudas y las historietas, en las cuales un pedazo de hierro cae
le MacLachlan), oculto en el armario- nos obliga a invertir en nuestra cabeza, y el único daño que sufrimos es que algunos cabellos se
toda la perspectiva. Es decir, la pregunta crucial que debe nos han chamuscado... Quizá de este modo deba concebirse el notable gri­
to de Macaulay Culkin: no como la expresión de su miedo a los ladrones, si­
ser planteada es: ¿para quién se representa esta escena? no más bien como la expresión de su horror ante la perspectiva de ser
arrojado (nuevamente) a su propio universo fantasmático.
182 Slavo] Zizek D avid Lynch , o la depresión fem enina 183
sentación total, es deliberadamente teatral: ambos actúan, no “terapéutico” desesperado por impedir que la mujer caiga
sólo Dorothy, que sabe que Jeffrey está mirando dado que es en el abismo de la depresión absoluta, una suerte de terapia
ella la que lo ha introducido en el armario. En realidad, am­ de electroshock que se esfuerza por atraer su atención?10La
bos sobreactúan -como si ambos supieran que están siendo crudeza del “tratamiento” (secuestrar a su marido e hijo,
observados-; Jeffrey no es un testigo inadvertido, accidental, contarle una oreja al primero, requerir su participación en
de un ritual secreto: el ritual es representado para su mirada el juego sexual sádico) simplemente corresponde a la pro­
desde el principio. Desde esta perspectiva, el verdadero orga­ fundidad de su depresión: sólo shocks de tal crudeza pueden
nizador del juego parece ser Frank. Sus ruidosos y teatrales mantenerla activa.
manierismos, que lindan con lo cómico y recuerdan la ima­ En este sentido, Lynch puede pensarse como un verdade­
gen clásica del archivillano, revelan cuán desesperadamente ro anti-Weininger. En Sexo y carácter, de Otto Weininger, pa­
está tratando de fascinar e impresionar a la tercera mirada. radigma del antifeminismo moderno, la mujer se presenta al
¿Para probar qué? La clave, quizá, la ofrece la obsesiva frase hombre tratando de fascinarlo con la mirada y arrastrándolo
que repite a Dorothy: “¡No me mires!” ¿Por qué no? Puede así desde las alturas espirituales hasta las profundidades del li­
haber sólo una respuesta posible: porque no hay nada para ver; bertinaje sexual; para Weininger, el “hecho original” es la es­
es decir, no hay erección, dado que Frank es impotente. Leí­ piritualidad del hombre, mientras que su fascinación por la
da de este modo, la escena toma una significación total­ mujer proviene de su Caída. En Lynch, el “hecho original” es
mente distinta: Frank y Dorothy fingen un acto sexual la depresión de la mujer, su deslizamiento hacia el abismo de
salvaje para ocultarle al hijo la impotencia del padre; los la autoaniquilación, de la letargía absoluta; por el contrario,
gritos e improperios de Frank, su imitación cómica y es­ es el hombre el que se presenta a la mujer como objeto de su
pectacular de los gestos coitales, sirven para enmascarar mirada. El hombre la “bombardea” con shocks con el fin de
la ausencia de coito. En términos tradicionales, el acento atraer su atención y sacarla así de su parálisis; en síntesis, con
pasa del voyeurismo al exhibicionismo: la mirada de Jef­
frey no es sino un elemento en el escenario del exhibicio­ 10. Una inversión homologa del orden de la causalidad es uno de los
nista, es decir, en lugar de un hijo presenciando el coito rasgos de la práctica psicoanalítica: su dispositivo estándar es interpretar
parental, tenemos el desesperado intento del padre de como causa lo que se presenta como efecto. Si un analizante afirma que no
convencer al hijo de su potencia. puede abrirse y “decirle todo” al analista, porque encuentra que éste es
personalmente repulsivo, o porque no le despierta la necesidad de confi­
®Sin embargo, una tercera lectura se centra en la propia dencia, podemos estar seguros de que la relación entre ambos términos es
la inversa: el analista es “repulsivo” para que el paciente pueda evitar “cort
Dorothy. Desde luego, no compartimos los lugares comu­ tarle todo”, es decir, el verdadero núcleo de sus traumas. Lo que viene pri­
nes antifeministas acerca del masoquismo femenino, acer­ mero es la resistencia del analizante a “contar todo”, y el “carácter
ca de cómo las mujeres gozan secretamente al ser tratadas repulsivo” del analista sólo da cuerpo a esa resistencia, es la forma “reifica-
brutalmente, etc. Antes bien, nuestra hipótesis es la si­ da” en la cual el analizante percibe (erróneamente) su resistencia. La excu­
guiente: dado que en la mujer el lazo causal lineal está sus­ sa del analizante meramente confirma, pues, que la transferencia ya está
pendido, incluso invertido, ¿acaso no podría ser la depresión funcionando: bajo la apariencia del “carácter repulsivo” del analista, el ana­
lizante toma nota, de manera invertida, de la repulsión que siente hacia la
el hecho original, lo que está primero, y toda actividad sub­ verdad acerca de su propio deseo, y de su reticencia a confrontarlo. Encon­
siguiente -el terror ejercido por Frank sobre Dorothy-, le­ trar “repulsivo” al analista implica que éste ya funciona como el “sujeto su­
jos de ser la causa de su malestar, es más bien un intento puesto saber” que sabe la verdad sobre el deseo del analizante.
184 Slavoj Z izek D avid Lynch, o la depresión fem enina 185
el fin de reinstalarla en el orden “apropiado” de la causa­ De crucial importancia es la estructura formal universal
lidad .11 que está operando aquí: la relación “normal” entre causa y
La tradición de un mujer insensible, letárgica, sacada de efecto es invertida; el efecto es el hecho original, viene pri­
su parálisis por el llamado de un hombre ya era vigente en el mero, y lo que aparece como su causa -los shocks que supues­
siglo XIX: basta con recordar a Kundry, en Parsifal, de Wag- tamente ponen la depresión en movimiento- es en realidad
ner, quien, en el comienzo de los Actos II y III, es desperta­ una reacción a este efecto, una lucha contra la depresión.
da de un sueño catatónico (primero, gracias a los rudos También en este caso, la lógica es la del “no-todo”: el no-to­
llamados de Klingsor, luego a través de la atención de Gur- do en la depresión proviene de las causas que la disparan; sin
nemanz), o -tomada de la vida “real”- la figura única de Jane embargo, al mismo tiempo, no hay elemento de la depresión
Morris, esposa de William Morris y amante de Dante Ga­ que esté disparado por una causa externa activa. En otras pa­
briel Rossetti. La famosa foto de Jane de 1865 presenta a una labras, todo en la depresión es un efecto; todo, excepto la de­
mujer depresiva, profundamente absorbida en sus pensa­ presión como tal, excepto la forma de la depresión. El
mientos, que parece esperar la estimulación del hombre para estatuto de la depresión es, pues, estrictamente “trascenden­
que éste la saque de su letargo: esta foto ofrece, quizá, la me­ tal”: la depresión proporciona un marco a priori dentro del
jor aproximación a lo que Wagner tenía en mente cuando cual las causas pueden actuar como lo hacen.13
creó la figura de Kundry.12 Puede parecer que simplemente hemos expuesto los pre­
juicios más comunes acerca de la depresión femenina: la con­
11. Uno también encuentra este motivo de una mujer sacada de sus es­ cepción de la mujer que sólo puede ser excitada por los
tados letárgicos donde normalmente no lo buscaría: en Los papeles de As- estímulos del hombre. Sin embargo, hay otro modo de con­
pem, de Henry James, por ejemplo. El narrador se introduce en un siderar el problema: la estructura elemental de la subjetividad
decadente palazzo veneciano, hogar de dos damas: una anciana estadouni­
dense que, años atrás, en su juventud, había sido la amante del gran poeta
depende de cómo el no-todo del sujeto está determinado por la ca-
estadounidense Aspern, y su sobrina, algo más joven. Hace uso de todas las
posibles tretas para obtener el objeto de su deseo: un conjunto de cartas de puntos de vista. Véase, entre otras, la peculiaridad de Duna, que ha sido
amor de Aspern, cuidadosamente mantenidas en secreto por la anciana da­ fuertemente menospreciada por ciertos críticos como un recurso a la inge­
ma. Lo que no toma en cuenta, obsesionado como está por el objeto de su nuidad no fílmica: el comentario de múltiples voces sobre la acción.
deseo, es simplemente su propio impacto en la vida del decadente palazzo-. 13. Esta lógica es exactamente homologa de la articulada por Deleuze
a través de su actividad introduce un espíritu de vivacidad que despierta a a propósito de la dualidad freudiana del principio del placer (y la realidad)
las dos mujeres de su vegetación letárgica e incluso estimula, en la más jo­ y su “más allá”, la pulsión de muerte (¿qué es la depresión de las heroínas
ven, un interés sexual... de Lynch sino una manifestación de la pulsión de muerte?). Según Freud,
12. ¿Cómo se relacionan estas tres lecturas entre sí? Son mutuamente no es que haya fenómenos que no pueden explicarse a través del principio
excluyentes; no es posible pensarlas juntas dentro del mismo espacio ho­ del placer (y la realidad) (es fácil para él demostrar, a propósito de todos los
mogéneo; a pesar de ello, su pluralidad es irreductible y necesaria, es decir, ejemplos de “placer en el dolor” que aparentemente van en contra del
ninguna de las tres lecturas puede ser privilegiada como la “apropiada” y principio del placer, la ganancia narcisista oculta transmitida por la renun­
concebirse como la “verdad” de las dos restantes. En ello reside un aspec­ cia al placer), sino más bien que, cotí elfin de explicar elfuncionamiento mis­
to importante de la revolución de Lynch: en toda la historia del cine, es só­ mo de los principios del placer y la realidad, estamos obligados a plantear la
lo una perspectiva subjetiva la que organiza el espacio narrativo (en el film dimensión más fundamental de la “pulsión de muerte” y la compulsión re­
noir, por ejemplo, esta perspectiva es la del héroe mismo, cuya voz comen­ petitiva, que mantienen abierto el espacio donde el principio puede ejercer
ta la acción); mientras que en Lynch, la dominación del sonido sobre la sus reglas. Véase el capítulo 10, “Frialdad y crueldad”, en Masochism, Nue­
imagen (esto es, la banda de sonido) hace posible la multiplicación de los va York, Zone Books, 1991.
186 Slavoj Zizek David Lynch, o la depresión femenina 187
dena causal. El sujeto “es” esta brecha misma que separa la fico para esta “depresión” es negatividad absoluta, lo que He­
causa de su efecto; emerge precisamente en la medida en que gel llamó “la noche del mundo”, el retiro del sujeto en sí mis­
la relación entre causa y efecto deviene “inexplicable”.14 En mo. En síntesis, la mujer, no el hombre, es el sujeto par
otras palabras, ¿qué es esta depresión femenina que suspende excellence, 16 Y el lazo entre esta depresión y la indestructible
el lazo causal, la conexión causal entre nuestros actos y los es­ sustancia vital es también clara: la depresión, el retiro-en-sí-
tímulos externos, sino el gesto fundante de la subjetividad, el mismo, es el acto primordial de recogimiento, de manteni­
acto de libertad primordial, por el cual rechazamos nuestra miento de una distancia respecto de la indestructible sustancia
inserción en el nexo de causas y efectos?15El nombre filosó- vital, haciéndola aparecer como un destello repulsivo.
14. Esta “inexplicabilidad” es aquello a lo que Freud apuntaba con su
concepto de sobredeterminación: una causa externa contingente puede dispa­ La p u r a s u p e r f ic ie d e l a c o n t e c im ie n t o d e s e n t id o
rar consecuencias catastróficas imprevistas reavivando el trauma que siem-
pre-ya brilla bajo las cenizas, y que “insiste” en el inconsciente.
15. Esta suspensión de la causalidad lineal es, al mismo tiempo, el ras­ El eje fundamental del universo de David Lynch consiste
go constitutivo del orden simbólico. En este sentido, el caso de Jon Elster en la tensión entre el abismo de la profundidad “femenina”
es muy instructivo. Dentro del marco de un enfoque sociopsicológico “ob­ y la pura superficie epidérmica del orden simbólico: la pro­
jetivo”, Elster se esfuerza por aislar el nivel específico del mecanismo, ubi­ fundidad corporal invade constantemente la superficie y
cado entre un método ideográfico meramente descriptivo o narrativo y la amenaza tragársela. ¿Qué diada filosófica proporciona las
construcción de teorías generales: “U n mecanismo es un patrón causal es­
pecífico que puede ser reconocido post boc, pero rara vez puede ser previs­ coordenadas de este eje? En su Lógica del sentido, Deleuze se
to... Es menos que una teoría, pero mucho más que una descripción” (Jon propone desplazar la oposición que define el espacio plató­
Elster, Political Psychology, Cambridge, Cambridge University Press, 1993, nico, la de las Ideas suprasensibles y sus copias sensibles ma­
pp. 3, 5). El punto crucial que Elster pasa por alto es que los “mecanismos” teriales, hacia la oposición de profundidad sustancial-opaca
no están simplemente en el medio, es decir que no ocupan la posición me­ del Cuerpo y la pura superficie del acontecimiento de senti­
dia en la escala común en cuyos extremos encontramos la verdadera teoría do. Esta superficie depende de la emergencia del lenguaje: es
universal con poder predictivo y una mera descripción: antes bien, los “me­
canismos” constituyen un dominio separado de la causalidad simbólica cu­ el vacío no sustancial que separa las Cosas de las Palabras.
ya eficiencia obedece a leyes radicalmente distintas. En otras palabras, la Como tal, tiene dos caras: una está vuelta hacia las Cosas, es
especificidad de los mecanismos reside en cómo la misma causa puede dis­ decir, es la pura superficie no sustancial del Devenir, de los
parar efectos opuestos: si los hombres no pueden tener lo que querrían te­ Acontecimientos heterogéneos con respecto a las Cosas sus­
ner, a veces simplemente prefieren lo que tienen, o, por el contrario,
prefieren lo que no tienen por la razón misma de no tenerlo; si los hom­
tanciales para las cuales suceden esos Acontecimientos; la
bres siguen cierto hábito en una esfera, a veces tienden a seguirlo también otra cara está vuelta hacia el Lenguaje, es decir, es el puro
en otras esferas (el “efecto de derrame”), o, por el contrario, actúan en las flujo del Sentido en contraste con la Significación represen-
otras esferan de manera opuesta (el “efecto de exclusión”), etc. Este hecho tacional, con la referencia de un signo a los objetos materia­
de no poder nunca afirmar de antemano cómo las causas que nos determi­ les. Deleuze, desde luego, sigue siendo un materialista: la
nan ejercen su poder causal sobre nosotros no tiene nada en absoluto que
ver con la generalidad insuficiente y la ímpredicibilidad debidas a la com­
plejidad excesiva: estamos ante una causalidad simbólica específica en la 16. La perspectiva infame según la cual la mujer es “ilógica”, “no reac­
cual el sujeto mismo, de manera autorreflexiva, determina qué causas lo ciona racionalmente”, etc., designa pues el modo como esta suspensión fe­
determinarán a él, o determina las causas de aquello que será las causas que menina de la cadena causal es percibida dentro del espacio ideológico
lo determinen. dominante.
188 Slavoj Zizek D avid Lynch, o la depresión fem enina 189
superficie del Sentido es un efecto de la interacción de cau­ aquellos que son formalmente posibles (dado que no son
sas materiales; sin embargo, es un efecto heterogéneo, un contradictorios) aunque no existan en la realidad, como la
efecto de orden radicalmente distinto del Ser (corporal). Te­ “montaña de oro” -en este caso, lo que existe es su no-ser-;
nemos pues, por una parte, la mezcla material generativa de y finalmente los objetos “sin hogar”, que no existen tout court.
causas y efectos y, por otra, la superficie incorpórea de los Además, Meinong sostiene que toda actitud del sujeto, y no
puros efectos-acontecimientos que son “estériles”, “asexua­ sólo la actitud asertiva del conocimiento, posee su correlato
dos”, ni activos ni pasivos. objetivo: el correlato de la representación es el objeto [Ge-
Esta otra línea antiplatónica que emerge por primera vez genstand\; el correlato del pensamiento es el objetivo [Objek-
en el estoicismo, con la perversión (más que la subversión) tiv]; el correlato del sentimiento, la dignidad, y el correlato
estoica del platonismo a través de la teoría del Sentido qua de la pulsión, lo desiderativo. De modo que se abre un nue­
Acontecimiento incorpóreo (nuestra fuente principal, aun­ vo campo de objetos que no sólo es “más amplio” que la rea­
que escasa, son los fragmentos sobre lógica de Crisipo); rea­ lidad, sino que constituye un nivel separado por derecho
parece triunfalmente en el giro “antiontológico” de la propio: los objetos están determinados sólo por su cualidad,
filosofía a comienzos del siglo XX. La oposición deleuziana Sosein, más allá de su existencia real o de su mera posibilidad;
de los cuerpos y el efecto de sentido abre, pues, un nuevo en­ en un sentido “despegan” de la realidad.
foque no sólo a la fenomenología de Husserl, sino también a ¿Acaso el Tractatus de Wittgenstein no pertenece a la mis­
su menos conocido doble, la “teoría de los objetos” [Gegen- ma línea “estoica”? En su primera proposición, Wittgenstein
standstheorie] de Alexis Meinong: ambos apuntan a liberar los establece una distinción entre las cosas [Dinge] y el mundo
fenómenos de las restricciones del ser sustancial. La “reducción fe- [Die Welt] como la totalidad de los hechos [Tatsachen], de to­
nomenológica” de Husserl pone entre paréntesis la profundi­ do lo que es un caso [der Fal¡¡, que pueden ocurrir: “Die Welt
dad material sustancial: lo que resta son los “fenómenos” qua ist die Gesamtheit der Tatsachen, nicht der Dinge”. En su
pura superficie del Sentido. La filosofía de Meinong también prefacio, que habitualmente se publica con el Tractatus, Ber­
trata de los “objetos en general”: según Meinong, un objeto trand Russell se esfuerza precisamente por domesticar este
es todo lo que es posible concebir intelectualmente, más allá carácter “sin hogar” del acontecimiento, reinscribiéndolo
de su existencia o no existencia. Meinong admite, pues, no nuevamente en el orden de las cosas.
sólo el célebre “el actual rey de Francia es calvo”, de Bertrand La primera asociación a la cual esta tensión entre la pro­
Russell, sino también objetos como “hierro de madera” o fundidad presimbólica y la superficie de los acontecimien­
“cuadrado redondo”. A propósito de cada objeto, Meinong tos da origen en el campo de la cultura popular es, desde
distingue entre su Sosein (ser-así) y su Sein (ser): un cuadrado luego, el “alien” del filme homónimo. Nuestra primera res­
redondo tiene su Sosein, dado que es definido por las dos pro­ puesta es concebirlo como una criatura de la profundidad
piedades de ser redondo y cuadrado, aunque no tiene Sein, caótica del cuerpo materno, como la Cosa primordial. Sin
dado que, debido a su naturaleza contradictoria, ese objeto embargo, el incesante cambio de forma del “alien”, la ex­
no puede existir. trema “plasticidad” de su ser, ¿acaso no señala también en
El nombre que da Meinong a tales objetos es objetos “sin la dirección exactamente opuesta?, ¿no estamos ante un ser
hogar”: no hay lugar para ellos, ni en la realidad ni en el ám­ cuya coherencia reside en la superficie fantasmática, con
bito de lo posible. Más precisamente, Meinong clasifica los una serie de puros acontecimientos-efectos vaciados de to­
objetos en aquellos que tienen ser, que existen en la realidad; do soporte sustancial?
190 Slavo] Zizek D avid Lynch, o la depresión fem enina 191
Quizás esta diferencia de los dos niveles también ofrezca tu deseo, reconoce su vanidad!”: si fuera posible, por medio
la clave para Cosifan tutte, de Mozart. Uno de los lugares co­ de un experimento cuidadosamente planificado, inducir a las
munes de esta ópera es que subvierte constantemente la línea dos Hermanas a olvidar a sus novios y enamorarse nuevamen­
que separa las emociones sinceras de las fingidas: no sólo el te con pasión sin igual en el lapso de un día, entonces es inú­
heroísmo patético (el de Fiordiligi, que quiere reunirse con til preguntar cuál es el amor verdadero y cuál el falso: un
su amado en el campo de batalla, por ejemplo) es denunciado amor iguala al otro; todos provienen del mecanismo corporal
una y otra vez como una postura vacía; la subversión también al cual el hombre está esclavizado.
va en la dirección opuesta: el filósofo Alfonso, el cínico supre­ Despína, por el contrario, sostiene que, a pesar de todo,
mo, es víctima de su propia manipulación y es arrastrado por vale la pena seguir siendo fiel al propio deseo; la suya es la
sus emociones fingidas, que inesperadamente demuestran ser ética desplegada por Sam Spade, quien, en un célebre pasaje
sinceras (en el trío “Soave il vento”, por ejemplo). de El halcón maltés, de Hammet, informa cómo fue contrata­
Esta pseudo-dialéctica de las emociones sinceras y fingi­ do para encontrar a un hombre que repentinamente había
das, aunque no está enteramente fuera de lugar, no toma en dejado su trabajo y su familia y había desaparecido. Spade es
cuenta, sin embargo, la brecha que separa la máquina corpo­ incapaz de rastrearlo, pero unos años más tarde tropieza con
ral de la superficie de los efectos-acontecimientos. El punto él en un bar de otra ciudad, donde el hombre vive bajo un
de vista de Alfonso es el del materialismo mecánico: el hom­ nombre ficticio y lleva una vida notablemente similar a aque­
bre o la mujer son una máquina, una marioneta; sus emocio­ lla de la cual había escapado. El hombre está convencido, sin
nes -el amor, en este caso- no expresan una libertad auténtica embargo, de que el cambio no ha sido en vano...17Una de las
y espontánea, sino que pueden ser producidas automática­ arias clave de toda la ópera es “Una donna a quindici anni”,
mente, por medio de su sumisión a las causas apropiadas. La cantada por Despina en el comienzo del Acto II. Si se le pres­
respuesta de Mozart a este cinismo del filósofo es la autono­ ta la debida atención, como Peter Sellars hace en su mereci­
mía del “efecto” qua puro acontecimiento: las emociones son damente famosa producción, puede comprobarse una
efectos de la máquina corporal, pero también son efectos en inesperada ambigüedad en el personaje de Despina: lo que se
el sentido de un efecto-de-emoción (como cuando hablamos oculta tras la máscara de la jovial intrigante es la ética melan­
sobre un “efecto-de-belleza”), y esta superficie del efecto qua cólica de la persistencia en el propio deseo, a pesar de su fra­
acontecimiento posee su propia autenticidad y autonomía. O gilidad y su inconstancia.
para decirlo en términos contemporáneos: aun cuando la bio­
química logre aislar las hormonas que regulan el surgimien­
to, la intensidad y la duración del amor sexual, la experiencia D e l e u z e c o m o m a t e r ia l ist a d ia l é c t ic o
real del amor qua acontecimiento mantendrá su autonomía,
su radical heterogeneidad respecto de su causa corporal. Tal vez la más aguda experiencia de la brecha que separa
Esta oposición entre máquina corporal y acontecimiento la superficie de la profundidad corporal corresponda a nues­
de superficie está personificada en la pareja de Alfonso y Des­ tra relación con el cuerpo desnudo de nuestra pareja: pode­
pina. Alfonso es un cínico mecanicista-materialista, que cree mos tomar ese cuerpo como puro objeto del conocimiento (y
solamente en la máquina corporal, mientras que Despina re­
presenta el amor qua puro acontecimiento de superficie. La 17. Véase una lectura más detallada de esta historia en Zizek, Mirando
lección del filósofo Alfonso es -como siempre- “¡Renuncia a al sesgo, pp. 112-114.
192 Slavoj Zizek D avid Lynch, o la depresión fem enina 193
concentrarnos en la carne, en los huesos, en las glándulas ba­ cuestión de su “génesis”. Así concebido, el materialismo dia­
jo la piel), como objeto de un desinteresado placer estético, léctico se opone estrictamente al materialismo mecánico, que
como objeto del deseo sexual... Para decirlo de modo un po­ es reduccionista por definición: no reconoce la heteronomía
co simplificado: la “apuesta” de la fenomenología es que ca­ radical del efecto con respecto a la causa, es decir, concibe la
da una de estas actitudes y/o sus correlatos objetivos posee superficie del efecto de sentido como simple apariencia, la
una autonomía propia: no es posible “traducir” nuestra expe­ apariencia de una esencia material más profunda y subyacen­
riencia del cuerpo de nuestra pareja como el objeto del deseo te. El idealismo, por el contrario, niega que el efecto de sen­
sexual en términos de su proceso bioquímico. La superficie, tido sea un efecto de la profundidad corporal; lo fetichíza
desde luego, es un efecto de las causas corporales, pero un como entidad autogenerada, y el precio que paga por esta ne­
efecto que es irreductible a su causa, dado que pertenece a un gación es la sustancialización del efecto de sentido: el idealis­
orden radicalmente heterogéneo. mo califica secretamente el efecto de sentido como nuevo
El problema fundamental para Deleuze en Lógica del sen­ cuerpo (el cuerpo inmaterial de las Formas platónicas, por
tido (y también para Lacan) es cómo concebir teóricamente el ejemplo). Por paradójico que pueda parecer, sólo el materia­
pasaje de la profundidad corporal al acontecimiento de su­ lismo dialéctico puede pensar el efecto de sentido, sentido
perficie, la ruptura que tiene que ocurrir en el nivel de la pri­ qua acontecimiento, en su autonomía específica, sin una re-
mera si ha de emerger el efecto de sentido; en resumen: ¿cómo duccción sustancialista (es por ello que el materialismo mecá­
hemos de articular la génesis “materialista”del sentido? Formular nico vulgar constituye el complemento necesario del
esta pregunta es entrar en la problemática del materialismo idealismo).
dialéctico-, usamos aquí el término en su sentido más pleno, co­ El universo del sentido qua “autónomo” forma un círculo
mo el nombre que designa la dimensión que es irreductible a vicioso: somos siempre-ya parte de él, desde el momento en
la problemática del “materialismo histórico”.18Este, qua teo­ que asumimos la actitud de la distancia externa respecto de él
ría de los procesos socio-simbólicos, presupone el horizonte y dirigimos nuestra mirada del efecto a su causa, perdemos el
de la praxis simbólica como siempre-ya ahí, y no plantea la efecto.19El problema fundamental del materialismo dialécti­
co es, por tanto: ¿cómo emerge este círculo de sentido, que
18. Sin embargo, ¿no es el “materialismo dialéctico” el ejemplo supre­ no admite la externalidad? ¿Cómo puede la inmixibilidad de
mo de la estupidez filosófica, la “visión de mundo” ingenua por excelencia, los cuerpos dar origen al pensamiento “neutro”, al campo
la ontología universal que comprende el materialismo histórico como me- simbólico que es “libre” en el sentido de no estar atado por la
taphysica specialis, la ontología regional de la sociedad? Nuestra elección es­
tuvo determinada por este hecho mismo: el materialismo dialéctico debe
economía de las pulsiones corporales, de no funcionar como
ser leído como el “hueso” en el juicio infinito de Hegel “El espíritu es un prolongación de la lucha de las pulsiones por la satisfacción?
hueso”, es decir, su verdad es producida por el sinsentido mismo que este
término evoca. El “materialismo dialéctico” representa su propia imposi­
bilidad; ya no es la ontología universal: su “objeto” es la brecha misma que, do fuera del horizonte simbólico, este horizonte es en sí mismo finito y
para siempre, constitutivamente, vuelve imposible la ubicación del univer­ contingente. En síntesis, el “materialismo dialéctico” es un recuerdo de
so simbólico dentro del horizonte más vasto de la realidad, como su región que el horizonte de la práctica histórico-simbólica es “no-todo”, que está
especial; nuestro acceso a la “realidad como tal” está siempre-ya mediada intrínsecamente “descentrado”, fundado en el abismo de una fisura radical:
por el universo simbólico. ¿Por qué, entonces, tenemos que recurrir a este en resumen, que lo Real como su causa está para siempre ausente.
término? Es usado como una determinación puramente negativa que re­ 19. Sobre este círculo vicioso, véase el capítulo 5 de Slavoj Zízek, Por­
presenta el abismo de todo horizonte trascendental: aunque nada está da- que no sahen lo que hacen, Buenos Aires, Paidós, 1998.
194 Slavo] Zizek D avid Lynch , o la depresión fem enina 195
La hipótesis freudiana es la siguiente: a través de la impasse ahí. Como lo ha demostrado Deleuze, la perversión entra en
intrínseca de la sexualidad. No es posible derivar la emergen­ escena como el reverso intrínseco de esta relación “normal”
cia del pensamiento “desinteresado” de otras pulsiones cor­ entre el sentido asexual literal y el co-sentido sexual: en la
porales (hambre, autoconservación...). ¿Por qué no? perversión, la sexualidad se transforma en un objeto directo
La sexualidad es la única pulsión que está en sí misma tra­ de nuestro discurso, pero el precio que pagamos por ello es
bada, pervertida: simultáneamente insuficiente y excesiva, la desexualización de nuestra actitud hacia la sexualidad; ésta
con el exceso como forma de aparición de la falta. Por una deviene un objeto desexualizado entre otros. El caso ejem­
parte, la sexualidad está caracterizada por la capacidad uni­ plar de tal actitud es el enfoque “científico”, desinteresado
versal de proveer el sentido metáforico o sobreentendido de de la sexualidad, o el enfoque sadiano, que trata la sexuali­
toda actividad y objeto: todo elemento, incluyendo la refle­ dad como objeto de una actividad instrumental. Basta con
xión más abstracta, puede ser experimentado como si estuvie­ recordar el papel de Jennifer Jason Leigh en Vidas cruzadas
ra “aludiendo a eso”. (Basta con recordar el ejemplo (Short Cuts), de Robert Altman: una ama de casa que gana
proverbial del adolescente que, con el fin de olvidar sus ob­ dinero extra con sexo telefónico, entreteniendo a los clien­
sesiones sexuales, se refugia en las matemáticas y la física pu­ tes con un diálogo caliente. Está tan acostumbrada a su tra­
ras; todo lo que haga, le recordará “eso”: ¿cuánto volumen se bajo que puede improvisar en el teléfono, diciendo que
necesita para llenar un cilindro vacío? ¿Cuánta energía se siente la humedad entre sus muslos, etc., mientras cambia a
descarga cuando dos cuerpos colisionan...?) su bebé o prepara el almuerzo; mantiene una actitud total­
Este plus tmiversal -esta capacidad de la sexualidad de inva­ mente externa, instrumental, hacia las fantasías sexuales: és­
dir todo el ámbito de la experiencia humana de modo que to­ tas simplemente no la preocupan.20
do, desde la comida a la excreción, de la paliza a nuestro Con la noción de “castración simbólica”, Lacan apunta pre­
semejante (o la paliza de él) al ejercicio del poder, puede adqui­ cisamente a este vel, esta elección: o bien aceptamos la desexua­
rir una connotación sexual- no es signo de su preponderancia. lización del sentido literal que entraña el desplazamiento de la
Antes bien, es signo de cierta deficiencia estructural: la sexua­ sexualidad a un “co-sentido”, a la dimensión suplementaria de
lidad puja hacía fuera e invade los sectores adyacentes precisa­ la connotación-sobreentendido sexual, o bien enfocamos la se­
mente porque no puede encontrar satisfacción en sí misma, xualidad “directamente”, convertimos la sexualidad en tema
porque nunca alcanza su objetivo. Justamente, ¿cómo una ac­ del discurso, por lo cual pagamos con la “desexualización” de
tividad que es en sí misma definitivamente asexual adquiere nuestra actitud subjetiva hacia él. Lo que perdemos en todos
connotaciones sexuales? Es “sexualizada” cuando no logra su los casos es el enfoque directo, una conversación directa acer­
objetivo asexual y queda atrapada en el círculo vicioso de la re­ ca de la sexualidad, que sería “sexualizada”.
petición fútil. Entramos en la sexualidad cuando un gesto que
“oficialmente” sirve a algún objetivo instrumental se convierte
en un fin en sí mismo, cuando empezamos a gozar la repeti­ 20. Se abre aquí la posibilidad de la “resexualización perversa secunda­
ción “disfuncional” dé este gesto, suspendiendo por ello mis­ ria” (Deleuze): en un metanivel, esa relación instrumental, no-sexualizada
mo su propósito. con la sexualidad puede “excitamos”. Un modo de animar nuestra prácti­
La sexualidad puede funcionar como co-sentido que su- ca sexual es fingir que estamos frente a una actividad instrumental ordina­
ria: con nuestra pareja, enfocamos el acto sexual como una tarea técnica
plementa el sentido “desexualizado”, neutro, literal, precisa­ difícil, discutimos cada paso en detalle y establecemos el plan exacto de có­
mente en la medida en que este sentido neutro está siempre mo habremos de proceder...
196 Slavoj Zizek D avid Lynch, o la depresión fem enina 191
En este sentido, el falo es el significante de la castración: Entonces, ¿cómo pasamos del estado en el cual “el senti­
lejos de actuar como el potente órgano-símbolo de la sexua­ do de todas las cosas es sexual”, donde la sexualidad funciona
lidad qua poder creativo universal, es el significante y/o el ór­ como el significado universal, a la superficie del sentido literal
gano de la desexualización misma, del pasaje imposible del neutro-desexualizado? La desexualización del significado ocu­
“cuerpo” a “pensamiento” simbólico, el significante que susten­ rre cuando el elemento mismo que (no) coordinó el sentido
ta la superficie neutra del sentido “asexual”. Deleuze conceptúa- sexual universal (esto es, el falo), es reducido a significante. El
liza este pasaje como la inversión del “falo de la coordinación” falo es el “órgano de la desexualización” precisamente en su
en el “falo de la castración”: el “falo de la coordinación” es capacidad de significante sin significado: es el operador de la
una imago, una figura a la que el sujeto se refiere con el fin de evacuación del sentido sexual, es decir, de la reducción de la
coordinar las zonas erógenas dispersas en la totalidad de un sexualidad qua contenido significado a significante vacío. En
cuerpo unificado; mientras que el “falo de la castración” es un síntesis, el falo designa la siguiente paradoja: la sexualidad
significante. Aquellos que conciben el significante fálico se­ puede universalizarse sólo por medio de la desexualización,
gún el modelo del estadio de la mirada, como imagen o co­ sólo experimentando una suerte de transustanciación y cam­
mo parte corporal privilegiada que proporciona el punto de bio a una connotación-suplemento del sentido literal, neutro
referencia central que le permite al sujeto totalizar la multi­ y asexual.
tud dispersa de las zonas erógenas en una totalidad única y je­
rárquicamente ordenada, están en el nivel del “falo de la
coordinación”, y le reprochan a Lacan lo que es en realidad LOS PROBLEMAS DE LA “GÉNESIS REAL”
su idea fundamental: esta coordinación a través de la imagen
fálica central fracasa necesariamente. El resultado de este fra­ La diferencia entre Lacan y alguien que, como Habermas,
caso, sin embargo, no es un retorno a la pluralidad incoordi­ acepta el medio universal de la comunicación intersubjetiva
nada de las zonas erógenas, sino precisamente la “castración como el horizonte definitivo de la subjetividad, no está, por
simbólica”: la sexualidad conserva su dimensión universal y tanto, donde se la busca: no reside en el hecho de que Lacan,
continúa funcionando como la connotación (potencial) de to­ de manera posmoderna, enfatice el residuo de una particula­
do acto, objeto, etc., sólo si “sacrifica” el sentido literal, sólo ridad que nos impide para siempre nuestro acceso pleno a la
si el sentido literal está “desexualizado”. El paso del falo de la universalidad, condenándonos a la textura múltiple de juegos
coordinación al falo de la castración es el paso de la sexuali- de lenguaje particulares. El reproche básico de Lacan a al-
zación total imposible-fallida, del estado en el cual “todo tie­ quien como Habermas es, por el contrario, que no reconoz-
ne significado sexual”, al estado en el cual este significado
sexual se vuelve secundario, se convierte en un “sobreenten­
dido universal”, en el co-sentido que potencialmente suple- se imbrican. Digamos que comercio evoca en nuestra mente la figura de un
menta todo sentido neutro-asexual.21 comerciante de cierta edad que da tediosas lecciones sobre cómo tenemos
que proceder en el comercio, sobre cómo debemos ser cuidadosos en nues­
tros tratos, preocupándonos por el beneficio, evitando los riesgos excesi­
21. Para ejemplificar esta lógica de la connotación sexual, tomemos el vos, etc.; o supongamos que realmente está hablando del comercio sexual.
significante “comercio”, cuyo significado predominante es “negocio”, “co­ De pronto, todo el asunto adquiere una dimensión superyoica obscena, el
mercialización”, aunque es también un término (arcaico) para el acto se­ pobre comerciante se convierte en un viejo verde que nos da cifrados con­
xual. El término está sexualizado cuando los dos niveles de su significado sejos sobre el goce sexual, acompañados de obscenas sonrisas...
198 Slavoj Zizek D avid Lynch, o la depresión fem enina 199
ca ni tema tice el precio que el sujeto debe pagar por su acceso a la “entrega” que nada sustenta. La “pre-historia” de Dios pro­
universalidad, al medio “neutro” del lenguaje: este precio, piamente dicha comienza con un acto de contracción pri­
desde luego, no es otro que el traumatismo de la castración, mordial por medio del cual Dios se procura un Fundamento
el sacrificio del objeto que “es” el sujeto, el pasaje de S (el su­ fírme, se constituye como Uno, un sujeto, una entidad posi­
jeto pleno “patológico”) a S (el sujeto “barrado”). Esta es tiva. Al “contraerse” como mía enfermedad, Dios queda atra­
también la diferencia entre Heidegger y Gadamer: Gadamer pado en la alternancia loca, “psicòtica”, de la contracción y la
es un idealista, en la medida en que, para él, el horizonte del expansión; luego crea el mundo, pronuncia la Palabra, da na­
lenguaje está “siempre-ya ahí”, mientras que la problemática cimiento al Hijo, con el fin de escapar de su locura. Antes de
de Heidegger de la di-ferencia [Unter-Schiel] como dolor la emergencia de la palabra, Dios es un “maníaco depresivo”,
[Schmerz] inherente a la esencia misma de nuestro habitar en y esto provee la respuesta más perspicaz al enigma de por qué
el lenguaje, por oscurantista que pueda parecer, señala la pro­ Dios creó el universo: como una suerte de terapia creativa
blemática materialista del corte traumático, de la castración, que le permitió salir de la locura...22 El Schelling tardío de la
que marca nuestra entrada en el lenguaje. “filosofía de la revelación” se retracta de su previa radicali-
El primero en formular esta problemática materialista de dad, aceptando que Dios posee su existencia de antemano: la
la génesis real como el anverso de la génesis trascendental fue contracción ya no concierne a Dios mismo; designa única­
Schelling: en sus fragmentos Weltalter (1811-1815), desplie­ mente el acto por el cual Dios crea la materia de la que lue­
ga el programa de derivar la emergencia de la Palabra, el Lo­ go saldrá el universo de criaturas. De este modo, Dios mismo
gar, a partir del abismo de lo “real en Dios”, del vórtice de ya no está involucrado en el proceso de génesis: la génesis
pulsiones [Triebe] que es Dios antes de la creación del mun­ atañe únicamente la creación, mientras que Dios supervisa el
do. Schelling distingue entre la existencia de Dios y el oscu­ proceso histórico desde un lugar seguro fuera de la historia,
ro, imprenetrable Fundamento de la Existencia, la horrenda y garantiza su resultado satisfactorio. En este retiro, en este
Cosa pre-simbólica como “aquello que, en Dios, no es to­ cambio de Weltalter a la “filosofia de la revelación”, la problemá­
davía Dios”. Este Fundamento consiste en la tensión anta­ tica de Weltalter es traducida a los tradicionales términos onto-
gónica entre “contracción” [Zusammenziehung, contractio] lógicos aristotélicos: la oposición de la Existencia y su
-retiro-en-sí-mismo, furor egoísta, locura destructiva- y “ex­ Fundamento se convierte ahora en la oposición entre Esencia
tensión” -la donación, la versión de Amor por parte de Dios-. y Existencia, es decir, el Logos es concebido como la Esen­
(¿Cómo no reconocer en este antagonismo la dualidad de cia divina que necesita una Existencia positiva para lograr su
Freud de las pulsiones del yo y las pulsiones de amor, que realización.23
precede su dualidad entre libido y pulsión de muerte?) Este
antagonismo insoportable es eternamente pasado, un pasado 22. Véase una insuperable presentación de esta problemática en Jean-
que nunca fue “presente”, dado que el presente implica ya el François Marquet, Liberté et existence. Etude sur la formation de la philosophie
Lagos, la Palabra hablada que convierte el latido antagónico de Schelling, Paris, Gallimard, 1973.
de las pulsiones en diferencia simbólica. 23. Este retiro también entraña un cambio radical en la actitud políti­
Dios es entonces primero el abismo de la “indiferencia ab­ ca: en los fragmentos Weltalter, el Estado es denunciado como la encarna­
soluta”, la volición que no desea nada, el reino de la paz y la ción del Mal, como la tiranía de la máquina externa del Poder sobre los
individuos (y como tal, debe ser abolido), mientras que el Schelling tardío
beatitud; en términos lacanianos: el puro goce femenino, la concibe el Estado como la encamación del Pecado del hombre; precisa­
pura expansión en el vacío que carece de toda consistencia, la mente en la medida en que el hombre nunca puede reconocerse en él (en
200 Slavoj Zizek D avid Lynch , o la depresión fem enina 201
En ello reside la “apuesta” materialista de Deleuze y La- No hay estructura sin el momento “fálico” como punto de
can: la “desexualización”, el milagro del advenimiento de la cruce de las dos series (del significado y el significante), co­
superficie neutra-desexualizada del acontecimiento de senti­ mo punto de cortocircuito en el cual -como señala Lacan
do, no se basa en la intervención de una fuerza trascendente, precisamente- “el significante entra en el significado”. El
extra-corporal; puede provenir de la impasse intrínseca del punto de no-sentido dentro del campo del Sentido es aquel
propio cuerpo sexualizado. En este sentido preciso -por sor­ en el cual la causa del significante está inscripta en el campo
prendente que pueda parecerles a los materialistas vulgares y del sentido -sin este cortocircuito, la estructura del signifi­
a los oscurantistas en su insospechada solidaridad-, elfalo, el cante actuaría como causa corporal externa, y sería incapaz
elemento fálico como significante de la “castración”, es la categoría de producir el efecto de sentido. Sobre esta base, las dos se­
fundamental del materialismo dialéctico. El falo qua significante ries (del significado y el significante) siempre contienen una
de la castración media la emergencia de la pura superficie del entidad paradójica que está “doblemente inscripta”, es decir,
acontecimiento de sentido; como tal, es el “significante tras­ como plus y como falta, simultáneamente: plus del signifi­
cendental”, el no-sentido dentro del campo del sentido, que cante sobre el significado (el significante vacío, sin significa­
distribuye y regula la serie del sentido. Su estatuto “trascen­ do) y falta del significado (el punto de no sentido dentro del
dental” significa que no hay nada sustancial en él: el falo es la campo del sentido). Es decir, apenas emerge el orden simbó­
apariencia par excellence. El falo “causa” la brecha que separa lico, estamos ante la diferencia mínima entre un lugar estruc­
el acontecimiento de superficie de la densidad corporal: es la tural y el elemento que ocupa, que llena ese lugar: un
“pseudo-causa” que sostiene la autonomía del campo del sen­ elemento está siempre lógicamente precedido por el lugar
tido con respecto a su causa verdadera, efectiva, corporal. que llena en la estructura. Las dos series pueden también ser
Aquí habría que recordar la observación de Adorno sobre có­ descriptas, pues, en tanto estructura formal “vacía” (signifi­
mo la noción de constitución trascendental proviene de una cante) y la serie de elementos que llenan los espacios vacíos
suerte de inversión de perspectiva: lo que el sujeto percibe en la estructura (significado).
(erróneamente) como su poder constitutivo es en realidad su Desde esta perspectiva, la paradoja consiste en el hecho de
impotencia, su incapacidad para ir más allá de las limitacio­ que las dos series nunca se superponen: siempre encontramos
nes impuestas de su horizonte; el poder constitutivo trascen­ una entidad que es simultáneamente -con respecto a la es­
dental es un pseudo-poder que es el anverso de la ceguera del tructura- un lugar vacío, no ocupado, y -con respecto a los ele­
sujeto a las verdaderas causas corporales. El falo qua causa es mentos- un objeto escurridizo, que se mueve rápidamente,
la pura apariencia de una causa.24 un ocupante sin lugar.25 Queda producida así la fórmula laca-
niana del fantasma, SO a, dado que el materna para el sujeto
la medida en que el Estado sigue siendo una fuerza externa, alienada, que es S, un lugar vacío en la estructura, un significante elidido,
aplasta a los individuos) es un castigo divino por el engreimiento del hom­
bre, un recuerdo de sus orígenes pecaminosos (y como tal, debe ser obede­
cido incondicionalmente). Véase Jürgen Habermas, “Dialektischer del “retomo a Melanie Klein” de Jacqueline Rose (véase su Why War?, Ox­
Idealismus im Übergang zum Materialismus -Geschichtphilosophische ford, Blackwell, 1993). Por tal motivo, aunque el autor de estas líneas se
Folgerungen aus Schellings Idee einer Contraction Gottes”, en Theorie und considera un “lacaniano” dogmático puro, siente una profunda solidaridad
Praxis, Francfort, Suhrkamp, 1966, pp. 108-161. con la empresa de Rose.
24. El esfuerzo por formular esta intersección “imposible” entre la ne- 25. Deleuze, The Logic ofSense, Nueva York, Columbia University Press,
gatividad “simbólica” y el cuerpo parece también ser la fuerza impulsora 1990, p. 41. [Ed. cast.: Lógica del sentido, Barcelona, Paidós, 1994, p. 61.]
202 Slavoj Zizek D avid Lynch, o la depresión fem enina 203
mientras que el objeto a es, por definición, un objeto excesi­ reducido a la reflexión en el vidrio de la ventana, a una enti­
vo, un objeto que carece de lugar en la estructura. Por consi­ dad frágil que es pura apariencia, ni un ser ni un no-ser. El
guiente, lo central no es el plus de un elemento sobre los sujeto es tal entidad paradójica que emerge cuando el Todo
lugares disponibles en la estructura, o el plus de un lugar que mismo (todo el castillo) aparece comprometido en una parte
no tiene elemento que lo llene; un lugar vacío en la estructu­ propia (una ventana).
ra seguiría sosteniendo el fantasma de un elemento que emer­ Deleuze se ve obligado a ignorar esta pseudo-profundidad
gerá y llenará ese lugar; un elemento excesivo que carece de simbólica: no hay lugar para ella en su dicotomía de cuerpo y
lugar seguirá sosteniendo el fantasma de un lugar aún desco­ sentido. Lo que se abre aquí es, desde luego, la posibilidad de
nocido que lo está esperando. Antes bien, lo central es que el la crítica lacaniana a Deleuze: ¿no es el significante qua es­
lugar vacío en la estructura es estrictamente correlativo del tructura diferencial lo que, precisamente, no pertenece ni a la
elemento errante que carece dé lugar: no hay dos entidades profundidad del cuerpo ni a la superficie del acontecimiento
diferentes, sino el anverso y reverso de una sola y misma en­ de sentido? En términos concretos, con respecto a C osí fan
tidad, inscripta en las dos superficies de una cinta de Moebius. tutte, de Mozart: la “máquina”, el automatismo en el cual se
En síntesis, el sujeto qua % no pertenece a la profundidad: basa el filósofo Alfonso, ¿no es acaso la máquina simbólica, el
emerge de una torsión topològica de la superficie misma. ' “automatismo” de la “costumbre” simbólica, ese gran motivo
Sin embargo, ¿no estamos acaso en el opuesto exacto de de los Pensamientos de Pascal? Deleuze distingue entre la cau­
nuestro punto de partida? Comenzamos concibiendo al suje­ salidad corporal “propiamente dicha” y el paradójico mo­
to como la “noche del mundo”, como el abismo de la profun­ mento “fálico”, la encrucijada de la serie del significante y la
didad impenetrable, mientras que ahora el sujeto aparece serie del significado, el sinsentido qua pseudo-causa, es decir,
comoda torsión topològica de la superficie misma. ¿Por qué la causa descentrada del sentido inherente al flujo de superfi­
se produce ,esta ambigüedad? El problema con Deleuze es cie del sentido mismo. Lo que no toma en cuenta es la natu­
que no distingue entre profundidad corporal y pseudo-pro- raleza radicalmente heterogénea de la serie del significante
fundidad simbólica. En otras palabras, hay dos profundidades: con respecto a la serie del significado, de la sincronía de una
la opaca impenetrabilidad del cuerpo, y la pseudo-profundidad estructura diferencial con respecto a la diacronía del flujo del
generada por el “pliegue” del orden simbólico mismo (el abis­ acontecimiento'de sentido. Lo que se vuelve visible es, quizá,
mo del “alma”, lo que uno experimenta cuando mira a otra la limitación de Deleuze, quien, finalmente, sigue siendo un
persona a los ojos...). El sujeto es tal pseudo-profundidad, que fenomenólogo -ésta fue la limitación que, en última instancia,
proviene del pliegue de la superficie. Recordemos la última to­ provocó su “regresión” teórica en el “anti-Edipo”, la rebelión
ma de Lo que queda del día (The Remains ofthe Day), de Ivory: contra lo Simbólico-. En este preciso sentido, se podría de­
el lento fundido de la ventana del castillo de Lord Darling- cir que los estoicos, Husserl, etc., son psicóticos más que per­
ton, convirtiéndose en la toma desde un helicóptero del cas­ versos: es la forclusión del nivel simbólico propiamente dicho
tillo entero alejándose. Este fundido dura demasiado, de lo que da origen a los cortocircuitos paradójicos entre senti­
modo que por un momento el espectador no puede evitar la do y realidad (“cuando dices ‘carro’, un carro atraviesa tu bo­
impresión de que una tercera realidad emergió, sobre y enci­ ca”, etc.).2*5
ma de la realidad común de la ventana y el castillo: es como
si, en lugar de que la ventana sea simplemente una pequeña 26. La omisión de Deleuze, entonces, ¿no es correlativa de la de Al­
parte del castillo, el castillo mismo, en su totalidad, estuviera thusser? Deleuze se limita al eje Imaginario-Real y forcluye lo Simbólico,
204 Slavoj Zizek
Para clarificar esta distinción crucial entre profundidad '71
del cuerpo y pseudo-proíundidad simbólica que determina el
estatuto del sujeto, tenemos que descender a lo que es quizás 5?
el punto más abominable de la ideología europea moderna, al
autor que llevó la lógica del antifeminismo a un acmé insupe­
rable: Otto Weininger.

“Esperemos que el público no juzgue indigno de un filó­


sofo y por debajo de él interesarse por el coito...” (p. 237).1
Este enunciado podría ser tomado como una divisa en la obra
de Weininger: elevó la diferencia sexual y la relación sexual a
tema central de la filosofía. El precio que pagó fue terrible:
suicidio a los 24 años, apenas meses después de la aparición
de su gran libro, Sexo y carácter. ¿Por qué?
Lo primero que sorprende acerca de Weininger es la au­
tenticidad no mitigada de su escritura: no estamos ante una
teoría “objetiva”; el escritor está completamente y sin reser­
vas comprometido en su tema. No es accidental que, en las pri­
meras décadas del siglo XX, Sexo y carácter haya encabezado
las listas de lectura de los adolescentes con problemas: pro­
porcionaba una respuesta a todas las preguntas que atormen­
mientras que la dualidad althusseriana del “objeto real” (esto es, la realidad taban sus vidas interiores. Es fácil descalificar esa respuesta
experimentada, objeto de la experiencia imaginaria) y el “objeto de cono­ diciendo que se trata de la combinación de prejuicios antife­
cimiento” (la estructura simbólica producida a través del proceso del cono­ ministas y antisemitas contemporáneos, con algunos lugares
cimiento) se adecúa al eje Imaginario-Simbólico: Lacan es el único que comunes filosóficos poco profundos. Pero lo que queda fue-
tematiza el eje Simbólico-Real, que está en el origen de los otros dos ejes.
Además, esta oposición de Deleuze y Althusser, ¿acaso no explica la sinies­
tra cercanía y la diferencia fundamental de sus respectivas lecturas de Spi­ 1. Los números entre paréntesis se refieren a las páginas de la versión
noza? El Spinoza de Althusser es el Spinoza de la estructura simbólica, del inglesa (muy poco confiable), Sex and Character (Authorized translation
conocimiento sin sujeto, liberado de los afectos imaginarios, mientras que from the sixth German edition), Londres, William Heinemann/Nueva
el Spinoza de Deleuze es el Spinoza de lo real, de las “anárquicas” mezclas York, G.R Putnam’s Sons (sin fecha). Todos los subrayados están en el ori­
corporales. ginal. [Ed. cast.: Sexo y carácter, Barcelona, Península, 1985.]
206 Slavoj Zizek Otto Weininger.; o “La mujer no existe 201
ra de esa descalificación es el efecto de reconocimiento provo­ Por esta razón,
cado por la lectura de Weininger: era como si “llamara por su
nombre” todo lo que el discurso “oficial” tácitamente presu­ la idea de apareamiento es la única concepción que tiene un
ponía, y no se atrevía a pronunciar públicamente. En síntesis, valor positivo para las mujeres... El apareamiento es el bien
Weininger proclamó a la luz del día el soporte fantasmático supremo para la mujer; busca realizarlo siempre y en todo
“sexista” de la ideología dominante. lugar. Su sexualidad personal es sólo un caso especial de es­
te instinto universal, generalizado, personal.
(p. 260)
“La m u je r e s t o t a l y t ín ic a m e n t e s e x u a l ...” Esta universalidad debe ser conceptualizada de dos mane­
Para Weininger, la diferencia sexual está basada en la opo­ ras. En primer lugar, el coito tiñe toda la actividad de la mujer
sición ontològica entre sujeto y objeto, entre espíritu activo y con su tonalidad específica. La mujer no es capaz de una acti­
materia pasiva. La mujer es un objeto pasivo, impresionable, vidad espiritual pura, no puede apuntar a la verdad por la ver­
lo que significa que está enteramente dominada por la sexua­ dad misma, al cumplimiento del deber por el deber mismo; no
lidad: puede sostener una contemplación desinteresada de la belleza.
Cuando parece asumir tal actitud espiritual, la observación más
La mujer es total y únicamente sexual, dado que su sexuali­ atenta nunca deja de discernir un interés sexual “patológico”
dad se extiende a todo su cuerpo y es en ciertos lugares, pa­ oculto en el trasfondo (una mujer dice la verdad con el fin de
ra ponerlo en términos físicos, sólo más densa que en otros: impresionar a un hombre y facilitar la seducción, etc.). Incluso
está sexualmente afectada y penetrada por todas las cosas, siem­ el suicidio qua acto absoluto es cometido por consideraciones
pre. y en toda la superficie de su cuerpo. Lo que habitual­ narcisistas patológicas: “Tales suicidios están acompañados ca­
mente llamamos coito es meramente un caso especial de la si siempre por pensamientos de otras personas, qué pensarán,
mayor intensidad... La paternidad es, por tal motivo, una de­ qué duelo harán, cuán apenadas -o furiosas- estarán” (p. 286).
cepción miserable: siempre tenemos que compartirla con No hace falta decir que lo mismo también es cierto y más
otras innumerables cosas y personas... Una entidad que pue­ intensamente en el caso del amor, que siempre esconde el
de ser en todos los puntos sexualmente penetrada por todas motivo de la relación sexual: la mujer nunca es capaz de ad­
las cosas también puede quedar embarazada en todas partes miración pura, desinteresada, por la persona amada. Además,
y por todas las cosas; la madre es en sí misma un receptáculo. En para una mujer, la idea del coito es eí único modo de superar
ella, todas las cosas están vivas, dado que fisiológicamente su egoísmo, la única idea ética disponible para ella; “ética” en
todo actúa sobre ella y forma su hijo. (pp. 258-259) el sentido de expresar un ideal hacia el cual la mujer tiende
más allá de su interés particular “patológico”:
(Encontramos ya aquí la fuente de todas las dificultades de
Weininger: su confusión del goce fálico con el goce del Otro Su deseo de actividad para su propia vida sexual es el impul­
femenino: éste no está centrado en el falo, y bombardea el so más fuerte, pero es sólo un caso especial de su profundo,
cuerpo desde todas las direcciones. Todo el edificio teórico de su único interés vital, el interés de que se produzcan las
de Weininger se basa en la posibilidad de reducir el goce del uniones sexuales; el deseo de que ocurran tanto como sea
Otro al goce fálico.) posible, en todos los casos, lugares y momentos.
(pp. 257-258)
208 Slavoj Zizek Otto Weininger, o “La mujer no existe ” 209
El coito es, por tanto, el único caso a propósito del cual mujer es el amor del hombre; no son dos cosas, sino una y la
la mujer es capaz de formular su propia versión del impe­ misma.
rativo ético universal: “Actúa de modo que tu actividad (p. 242)
contribuya a la realización del ideal infinito del aparea­
miento general”. Una inevitable conclusión ulterior es que el amor de un
A diferencia de la mujer, que está completamente domi­ hombre por una mujer -su amor “espiritual”, “puro”, opues­
nada por la sexualidad, es decir, por la noción del coito, el to al deseo sexual- es un fenómeno completamente narcisista-,
hombre, en su relación con la mujer, está escindido entre en su amor por una mujer, el hombre sólo se ama a sí mismo,
los polos mutuamente excluyentes de la avidez sexual y el ama su propia imagen ideal. El hombre es consciente de la
amor erótico: brecha que separa para siempre su realidad miserable de este
ideal, de modo que lo proyecta, lo transfiere a otro, a una
El amor y el deseo son dos condiciones diferentes, mutuamente ex­ mujer idealizada.2Es por ello que el amor es “ciego”: se basa
cluyentes y opuestas, y durante el tiempo en que un hombre real­ en la ilusión de que el ideal al que aspiramos está ya realiza­
mente ama, el pensamiento de la unión física con el objeto de su do en el otro, en el objeto del amor:
amor es insoportable... Cuanto más erótico es un hombre, me­
nos estará perturbado por su sexualidad y viceversa... hay En el amor, el hombre se ama solamente a sí mismo. No su
únicamente un amor “platónico”, porque cualquier otro “amor” yo empírico, no las debilidades y vulgaridades, no los fraca­
pertenece al reino de los sefitidos. sos y las pequeñeces que exhibe en apariencia, sino todo lo
(pp. 239-240) que quiere ser, todo lo que debe ser, su más verdadera y pro­
funda naturaleza inteligible, libre de todas las cadenas de la
Sin embargo, si por la naturaleza misma de la mujer, el al­ necesidad, de toda contaminación de la tierra... Proyecta su
cance de su interés está limitado al coito, ¿de dónde viene la ideal de existencia absolutamente digna, el ideal que es incapaz de
belleza de la mujer? ¿Cómo puede funcionar como objeto de aislar dentro de sí, sobre otro ser humano, y este acto, y sólo este ac­
un amor puramente espiritual? Aquí Weininger llega a una to, no es otro que el amor y la significación del amor.
conclusión radical: la naturaleza de la belleza de la mujer es (pp. 243-244)
“performativa”, es decir, es el amor del hombre el que crea la
belleza femenina: El amor, no menos que el odio, es por ende un fenómeno
de cobardía, una salida fácil: en el odio, externalizamos y
El amor prodigado por el hombre es el estándar de lo que es transferimos al otro el mal que reside en nosotros mismos,
bello y lo que es odioso en la mujer. Las condiciones de la evitando así toda confrontación con él; mientras que en el
estética son totalmente distintas de las de la lógica o la ética. amor, en lugar de esforzarnos por realizar nuestra esencia es-
En la lógica hay una verdad abstracta que es el estándar del
pensamiento; en la ética hay un bien ideal que proporciona
el criterio de lo que debe hacerse... En la estética, la belleza 2. Éste es quizás el lugar adecuado para denunciar uno de los malenten­
es creada por el amor... Toda belleza es realmente más una pro­ didos cruciales a propósito de Lacan: Lacan no afirma de ninguna manera
yección, una emanación de los requerimientos del amor, y así la que el amor puede ser reducido a un fenómeno imaginario, a una obsesión
belleza de la mujer no está separada del amor, no es un ob­ narcisista con el propio yo ideal. En un nivel más radical, el amor qua pa­
jetivo al cual está dirigido el amor, sino que la belleza de la sión apunta al núcleo real del otro más allá de las identificaciones imagina­
rias y/o simbólicas: al amarte, amo lo que es “en ti más que tú mismo”.
210 Slavoj Zizek Otto Weininger, o “La m ujer no existe 211
piritual, la proyectamos sobre el otro en tanto estado del ser Sólo cuando acepta su propia sexualidad, niega lo absoluto en
ya realizado. En este sentido, el amor es cobarde y tramposo, él, se vuelve hacia lo más bajo, el hombre da existencia a la
no sólo en relación con el hombre mismo, sino, sobre todo, mujer.
en relación con su objeto: desprecia completamente la verda­ Cuando el hombre se volvió sexual formó a la mujer. Esa
dera naturaleza del objeto (la mujer), y sólo lo usa como una mujer ha tenido lugar simplemente porque el hombre ha
suerte de pantalla de proyección vacía. aceptado su sexualidad. La mujer es el mero resultado de es­
ta afirmación; es la sexualidad misma... Por tanto, el objeto
El amor por una mujer es posible únicamente cuando no de la mujer debe ser que el hombre siga siendo sexual... ella
considera las cualidades reales de ésta, y es por tanto capaz no tiene más que un propósito, el de continuar la culpa del
de reemplazar la realidad física por una realidad diferente hombre, pues desaparecería en el momento en que el hom­
y completamente imaginaria. El intento de realizar el pro­ bre hubiera superado su sexualidad.
La mujer es el pecado del hombre.
pio ideal en una mujer, en lugar del de la mujer misma, es (pp. 298-299)
una destrucción necesaria de la personalidad empírica de
la mujer. Así pues, el intento es cruel para una mujer; es el Aquí la relación normal entre causa y efecto está inverti­
egoísmo del amor que desprecia a la mujer, y no se preo­ da: la mujer no es la causa de la Caída del hombre, sino su conse­
cupa en absoluto por su vida interior real... El amor es un
asesinato. cuencia.* Por este motivo, no es necesario combatir a la mujer
(p. 249) activamente, dado que ella no posee consistencia ontológica
positiva: “Por ende, la mujer no existe” (pp. 302). Para que la
Aquí, desde luego, Weininger está diciendo en voz alta la mujer cese de existir, basta con que el hombre supere el de­
verdad oculta de la figura idealizada de la Dama en el amor seo sexual en sí mismo. Ahora podemos ver con precisión por
cortés.3 El enigma clave del amor es, entonces: ¿por qué un qué el hombre ha elegido a la mujer como objeto de su amor:
hombre elige a la mujer como objeto idealizado en el cual la falta insoportable de haber creado a la mujer por medio del
percibe (erróneamente) la realización de su esencia espiri­ reconocimiento de su sexualidad pesa sobre él. El amor no es
tual? ¿Por qué proyecta su salvación en el ser que es justamen­ más que el intento cobarde, hipócrita, del hombre de com­
te responsable de su Caída, dado que -como ya hemos visto- pensar su culpa respecto de la mujer:
el hombre está dividido entre su esencia espiritual-ética y el
deseo sexual que despertó en él la permanente invitación de El crimen que el hombre ha cometido al crear a la mujer, y
la mujer a la relación sexual? El único modo de resolver este que sigue cometiendo al asentir al propósito de ella, a tra­
enigma es aceptar que la relación del hombre hacia la mujer vés de su erotismo, excusa a la mujer... La mujer no es más
como objeto de amor erótico y su relación con ella como ob­ que la expresión y la proyección de la propia sexualidad del
jeto de avidez sexual son ambas “performativas”. Hablando hombre. Todo hombre se crea una mujer, en la cual se en­
carna a sí mismo en su propia culpa. Pero la mujér no es
estrictamente, la mujer no es la causa de la Caída del hombre: ella misma culpable; se vuelve culpable por la culpa de los
es la Caída del hombre en la sexualidad misma lo que crea a otros, y todo aquello por lo cual se condena a una mujer
la mujer, confiriéndole la existencia: debería ser puesto en la cuenta del hombre. E l amor se es-
4. Sobre esta inversión en la relación entre causa y efecto, véase el ca­
3. Sobre la figura de la Dama en el amor cortés, véase el capítulo 4. pítulo S.
212 Slavoj Zizek Otto Weininger, o “La m ujer no existe ” 213
fuerza por disimular la culpa, en lugar de superarla-, eleva a la es que cuanto más desesperadamente se esfuerza por asumir
mujer, en lugar de anularla. los valores espirituales del hombre, más histérica se vuelve.
(p. 300) Cuando una mujer actúa de acuerdo con preceptos morales,
lo hace de manera heterónoma, por miedo al Amo masculino
La existencia de la mujer demuestra que el hombre “cedió o en un esfuerzo por fascinarlo: la autonomía de la mujer es
en su deseo”, que traicionó su verdadera naturaleza como su­ fingida, es una imitación impuesta externamente de la auto­
jeto ético autónomo, al dar rienda suelta a la sexualidad. En nomía. Cuando dice la verdad, no lo hace por veracidad, sino
consecuencia, la verdadera naturaleza de la mujer consiste en para impresionar al hombre, para seducirlo de manera más
el apetito ilimitado por las relaciones sexuales, expresión de) sutil: “De modo que la mujer siempre miente, aun cuando,
modo como el falo “domina enteramente -aunque a menudo objetivamente, diga la verdad” (p. 287). Allí reside la “false­
de manera inconsciente- toda la vida de la mujer”. Según es­ dad ontològica de la mujer”; en este sentido, el “amor [de la
ta sumisión constitutiva al falo, la mujer es heterónoma en el mujer] por la verdad es sólo un caso especial de su mendacidad”
estricto sentido kantiano, es decir, no es libre, está sujeta a la (p. 291). La más alta percepción que una mujer puede alcan­
fatalidad externa: zar es una oscura premonición de su esclavitud constitutiva,
lo que la lleva a buscar la salvación a través de la autoaniqui-
El órgano masculino es para la mujer el ello cuyo nombre no lación.
conoce; su destino reside en él, en algo de lo que no puede
escapar. Por esta razón, no le gusta ver al hombre desnudo y Para el lector familiarizado con la teoría lacaniana de la
nunca expresa una necesidad de verlo: siente que está perdi­ sexualidad femenina, no es difícil discernir en este breve bos­
da en ese momento. El falo priva a la mujer completa e »revo­
cablemente de su libertad. quejo algunas de las proposiciones fundamentales de Lacan.
(p. 269) ¿No podemos ver en el “Por ende, la mujer no existe” de
Weininger el anuncio de “la femme n’existe pas” de Lacan?
La mujer no es libre: en última instancia, el deseo de ser vio­ ¿Acaso la noción de que la mujer da cuerpo a la falta del hom­
lada por el hombre de algún modo siempre prevalece en ella; bre -su propia existencia se basa en la traición del hombre
la mujer está gobernada por el Falo. hacia su postura espiritual y ética- no presenta una variación
(p. 274) de la tesis lacaniana “la mujer es un síntoma del hombre”?
(Según Lacan, el síntoma como formación de compromiso
En consecuencia, cuando una mujer resiste su deseo se­ demuestra que el sujeto ha “renunciado a su deseo”.) Cuan­
xual y se avergüenza de él, está suprimiendo su verdadera na­ do Weininger insiste en que la mujer nunca puede estar to­
turaleza. La internalización de los valores espirituales del talmente integrada en el universo espiritual de la Verdad, el
hombre puede llegar hasta expulsar fuera de la conciencia de Bien y la Belleza, dado que ese universo es para ella un orden
la mujer la percepción de su propia naturaleza verdadera; sin heterónimo impuesto externamente sobre ella, ¿no está seña­
embargo, esta naturaleza lucha por volver violentamente, re­ lando la aserción lacaniana de que la mujer no está totalmen­
tomando bajo la forma de síntomas histéricos. Lo que la mu­ te integrada en el orden simbólico? Y finalmente, con
jer histérica experimenta como deseo extraño, maligno e respecto al motivo de la total subordinación de la mujer al
inmoral es, pues, su naturaleza más interna, su subordinación Falo (a diferencia del hombre, que está sólo parcialmente so­
al Falo. La prueba definitiva del carácter amoral de la mujer metido a su regla): las “fórmulas de la sexuación” de Lacan,
214 Slavoj Zizek Otto Weininger.; o “La mujer no existe ” 214
¿acaso no afirman que ninguna parte de la mujer está exenta la gente hasta el último centavo.6El violento estallido antife­
de la función fálica, mientras que la posición masculina en­ minista de Weininger - “No hay secreto femenino en absolu­
traña una excepción, un X que no está sometido a la función to; detrás de la máscara del Enigma ¡simplemente no hay
fálica? nada!”- es paralelo al nivel de la furia del polaco que estalla
cuando finalmente se da cuenta de que el judío, posponiendo
interminablemente la revelación final, estaba extrayendo más
L a f e m e n in a “ n o c h e d e l m u n d o ” y más dinero de él. Weininger no realiza el gesto que corres­
pondería a la respuesta del judío al estallido del polaco:
Desgraciadamente, un examen más detenido desestabiliza “Bien, ahora ya sabes cómo nosotros, los judíos, le sacamos el
esta aparente homología, sin desvalorizarla completamente. dinero a la gente...” -es decir, un gesto que reinterpretaría,
El gran mérito de Weininger, que debe ser tenido en cuenta reinscribiría el fracaso como éxito-; algo así como “Mira, es­
por el feminismo, es su ruptura total con la problemática ta nada detrás de la máscara es la negatividad absoluta por la
ideológica del “enigma de la mujer”, de la feminidad qua se­ cual la mujer es el sujeto par excellence, ¡no un objeto limita­
creto que supuestamente elude el universo racional, discursi­ do, opuesto a la fuerza de la subjetividad!”.7
vo. La aserción “La mujer no existe” no se refiere en absoluto El estatuto de esta Nada puede ser explicado por medio de
a una esencia femenina inefable más allá del campo de la exis­ la distinción lacaniana entre sujeto de la enunciación y suje­
tencia discursiva: lo que no existe es este Más Allá inalcanzable. to del enunciado. Lejos de ser una paradoja sin sentido, el
En síntesis, jugando con la un poco gastada fórmula hegelia- enunciado “No existo” puede adquirir un auténtico peso
na, podríamos decir que “el enigma de la mujer”, en definiti­
va, esconde el hecho de que no hay nada que esconder.s Lo
que Weininger no logra es una inversión reflexiva hegeliana, 6. Véase una interpretación de esta broma en el capítulo 2 de Slavoj Zi­
reconociendo en esta “nada”la negatividadmisma que define la no­ zek, El sublime objeto de la ideología, ob. cit.
7. En este caso, a propósito de esta broma con doble desenlace, debe­
ción de sujeto. ríamos recordar que el proceso del pase (el pasaje del analizante a analista)
Recordemos la conocida broma sobre un judío y un pola­ está caracterizado por la misma escansión del doble desenlace. A propósi­
co, en la cual el judío le saca dinero al polaco con el pretexto to del pase, Lacan distingue entre passeur [pasador] y passant [pasante] co­
de transmitirle el secreto de cómo los judíos logran extraer de5 mo sus dos momentos sucesivos. El analizante se convierte en passeur al
asumir su no ser como sujeto, es decir, al renunciar al apoyo de las identifi­
caciones imaginarias y/o simbólicas, y asumir plenamente el vacío de la
5. Véase un rechazo ejemplar de esta lógica del “secreto femenino” subjetividad (S); se convierte en passant al emprender la “destitución sub­
desde una perspectiva feminista en Mary Ann Doane, “Veiling over Desi- jetiva”, al identificarse con el objeto a, el resto no-simbolizable del proce­
re: Close-ups of tlie Woman”, en Femmes Fatales, Nueva York, Routledge, so de simbolización; al reconocer en este “excremento” el soporte único de
1991. su ser. Y en la broma acerca del judío y el polaco encontramos la misma
Entre paréntesis, una mistificación homologa opera en el llamado “vuelta de tuerca” suplementaria desde “No soy nada” a “Soy ese objeto
“orientalismo”, la admiración occidental por la sabiduría oriental y su ele­ que da cuerpo a mi nada”. Primero, el polaco advierte que el judío lo está
vación a cura para nuestra obsesión occidental con la producción y la do­ engañando: detrás de las palabras del judío no hay nada, no hay secreto; el
minación. El infausto “enigma de Oriente” sigue la misma lógica que el judío está apenas postergando las cosas con el fin de obtener más dinero de
“enigma de la M ujer”. En síntesis, el primer paso para romper con el eu- él. Lo que sigue és la experiencia crucial de cómo el judío, a través de este
rocentrismo debe ser repetir mutatis mutandis “La mujer no existe” y afir­ engaño, entregó el objeto prometido («), es decir, cumplió con su promesa
mar “Oriente no existe”. de develar cómo los judíos...
216 Slavoj Zizek Otto Weininger, o “La mujer no existe ” 217
existencial en la medida en que señala la contradicción del su­ timar mi acto de nominación y asegurar su poder performa-
jeto en el vacío y evanescente punto de enunciación que pre­ tivo. La idea de Lacan es que una brecha insuperable separa
cede toda identificación imaginaria o simbólica: puedo para siempre lo que soy “en lo real” del mandato simbólico
encontrarme fácilmente excluido de la red simbólica inter­ que procura mi identidad social: el hecho ontológico primor­
subjetiva, de modo que carezco del rasgo identificatorio que dial es el vacío, el abismo por el cual soy inaccesible a mí mis­
me permitiría declarar victoriosamente: “¡Soy yo!”. Es decir, mo en mi capacidad de sustancia real, o, para citar la
en un sentido que está lejos de ser simplemente metafórico, formulación de Kant en su Crítica de la razón pura, por el cual
“Soy” sólo lo que soy para otros, en la medida en que estoy nunca puedo saber lo que soy en tanto “Yo o él o ello (la co­
inscripto en la red del gran Otro, en la medida en que poseo sa) que piensa [Ich, oderEr, oder Es (das Ding), welches denkt]”.
una existencia socio-simbólica; fuera de esta existencia ins­ Toda identidad simbólica que adquiero es, en última instan­
cripta no soy nada, nada más que el punto evanescente del cia, nada más que un rasgo suplementario cuya función es lle­
“Pienso”, vacío de todo contenido positivo. Sin embargo, nar este vacío. Este puro vacío de la subjetividad, esta forma
“Soy yo el que piensa” ya es una respuesta a la pregunta vacía de la “apercepción trascendental” tiene que ser distin­
“¿Quién es el que piensa?”, es decir, ya explica una mínima guida del cogito cartesiano, que es una res cogitans, un peque­
identidad positiva del sujeto pensante. Esta misma distinción ño pedazo de realidad sustancial milagrosamente salvada de
subyace a la aserción de Wittgenstein de que “yo” no es un la fuerza destructiva de la duda universal: sólo con Kant se hi­
pronombre demostrativo: zo esta distinción entre la forma vacía de “Pienso” y la sus­
Cuando digo “yo siento dolor”, no señalo a una persona que
tancia pensante, la “cosa que piensa”.10
siénte dolor, dado que en cierto sentido no sé en absoluto
Entonces, Weininger yerra su blanco: cuando, en su inter­
quién siente dolor... No dije que tal o cual persona siente do­ pretación ontológica de la seducción del hombre por parte de
lor, sino “yo siento”...8 la mujer como “apetito infinito de Nada por Algo”, concibe a
La palabra “yo” no significa lo mismo que “L.W.” aun si yo la mujer como objeto. En esta búsqueda de la Nada por con­
soy L.W.9 vertirse en Algo, Weininger no reconoce la lucha misma del su­
jeto por el soporte sustancial. O, en la medida en que el sujeto es
Es en el contexto de esta brecha donde las aserciones de la un “ser-de-lenguaje”, Weininger no reconoce en esta búsque­
autoridad simbólica deben concebirse: cuando afirmo patéti­ da el movimiento constitutivo del sujeto qua vacío, falta del
camente: “Yo, Ludwig Wittgenstein, presidente de esta socie­ significante, es decir, la búsqueda por parte de un agujero, de
dad, por la presente nomino...”, evoco mi mandato simbólico, un eslabón perdido en la cadena significante, (S) de un repre­
mi lugar dentro de la red socio-simbólica, con el fin de legi­ sentante de la significación (Sq). En otras palabras, lejos de ex­
presar el temor del sujeto a una mancha “patológica”, a la
positividad de un objeto inerte, la aversión de Weininger ha­
8. Ludwig Wittgenstein, Philosophical Investigations, Oxford, Blackwell,
1976, § 404. [Ed. cast.: Investigaciones filosóficas, Barcelona, Laía,1983.]
cia la mujer demuestra el temor a la dimensión más radical de
9. Ludwig Wittgenstein, The Blue and the Brown Book, Oxford, Black­ la subjetividad misma: el Vacío que “es” el sujeto.
well, 1958, § 67, [Ed. cast.: Los cuadernos azul y marrón, Madrid, Tecnos,
1993.] Véase un análisis más detallado de esta distinción de Wittgenstein 10. Sobre este cambio de Descartes a Kant, véase el capítulo 1 de Sla­
en el capítulo 4 de Slavoj Zizek, Porque no saben lo que hacen, Buenos Aires, voj Zizek, Tarrying with the Negative, Durham, NC, Duke University Press,
Paidós, 1998. 1993.
218 Slavoj Zizek Otto Weininger, o “La m ujer no existe” 219
En un manuscrito para Jenaer Realphilosophie (1805-1806), “representaciones fantasmagóricas” mencionadas por Hegel,
Hegel caracterizó esta experiencia del puro Yo qua “negativi- es decir, las formaciones fantasmáticas que emergen donde la
dad abstracta”, este “eclipse de la realidad (constituida)” esta palabra fracasa, dado que su función es precisamente llenar el
contracción-en-sí-mismo del sujeto, como la “noche del vacío de su fracaso? En esto reside la paradoja del antifemi­
mundo”: nismo de Weininger: lejos de ser el resultado de su actitud
oscurantista antiiluminista, su antifeminismo demuestra su
El ser humano es esta noche, esta nada vacía, que contiene adherencia al ideal del Iluminismo, su evasión del abismo de
todo en su simplicidad, una riqueza interminable de muchas la pura subjetividad.13
representaciones, imágenes, ninguna de las cuales le perte­ Lo mismo sucede con el notorio antisemitismo de Wei­
nece, o que no están presentes. Esta noche, el interior de la ninger, que tampoco puede anular su deuda con el Iluminis­
naturaleza, que existe allí -puro yo- en representaciones fan­ mo. A pesar del voluntarismo ético de Weininger, el hecho es
tasmagóricas, es la noche alrededor, donde emerge una ca­ que su principal referencia filosófica es Kant, el filósofo del
beza ensangrentada -donde otra aparición blanca y Iluminismo par excellence (el lazo entre el antisemitismo y
espantosa, repentinamente, y luego desaparece. Uno obser­ cierto tipo de pensamiento iluminista ya fue sugerido por
va esta noche cuando ve a los seres humanos a los ojos -en Adorno y Horkheimer en su Dialéctica del Iluminismo). En el
una noche que deviene horrible.“ nivel más fundamental, el antisemitismo no asocia a los ju­
Y el orden simbólico, el universo de la Palabra, el Logos, díos con la corrupción como rasgo positivo, sino más bien
puede emerger sólo de la experiencia de este abismo. Como con la falta de forma misma, con la falta de una definida y de­
afirma Hegel, esta interioridad del puro yo “debe también limitada disposición étnica. En esta vena, Alfred Rosenberg,
comenzar a existir, convertirse en objeto, oponerse a esta in­ el principal ideólogo de Hitler, afirmó que todas las naciones
terioridad para ser externa; retornar al ser. Este es el lengua­ europeas poseen una bien definida “forma espiritual” [Ger-
je como poder de nominación... A través del nombre, el talt] que le da expresión a su carácter étnico, y esta “forma es­
objeto como entidad individual nace del yo”.1112 piritual” es precisamente lo que no tienen los judíos. También
Debemos ser cuidadosos y no pasar por alto que el modo en este caso, ¿no es la “falta de forma” [Gestaltlosigkeit] el ras­
como Hegel rompe con la tradición iluminista puede ser dis­ go constitutivo de la subjetividad? Por definición, ¿la subjeti­
cernido en el reverso de la metáfora misma de sujeto: el suje­ vidad no trasciende toda forma espiritual positiva? Queda
to ya no es la Luz de la Razón, opuesta a la no transparente, claro, pues, que el antisemitismo y el corporativismo fascista
impenetrable Materia (de la Naturaleza, de la Tradición...);
su núcleo, el gesto que abre el espacio para la Luz del Logos, 13. El lazo entre la femme n ’existe pas y el estatuto de ésta como puro
es la negatividad absoluta qua “noche del mundo”. ¿Y qué sujeto también puede ser determinado a partir de una referencia precisa a
son las infames “hénidas” de Weininger -las confusas repre­ Kant. En la filosofía de Kant el pasaje de sujeto a sustancia se produce a
sentaciones femeninas que no habían alcanzado aún la clari­ través de la “esquematización”: el “sujeto” es una entidad puramente lógi­
ca (sujeto de un juicio), mientras que la “sustancia” designa el sujeto esque­
dad de la Palabra, la identidad de la Noción- sino las matizado, sujeto qua entidad real que persiste en el tiempo. Sólo la
sustancia existe en el significado preciso de entidad que es parte de una rea­
11. Citado de Donald Phillip Verene, Hegel’s Recollection, Albany, NY, lidad empírico-fenoménica; un ser que es un puro sujeto -es decir, que no
SUNY Press, 1985, pp. 7-8. está esquematizado, atrapado, en el continuum causal-temporal de la reali­
12. Ibid., p. 8. dad- stricto sensu no existe.
220 Slavoj Zizek Otto Weininger, o “La m ujer no existe ” 221
forman las dos caras de una única y misma moneda. En su re­ un caso ejemplar de la dialéctica política: ¿cuándo es que una
pudio del “universalismo abstracto” judeo-democrático, minoría particular (étnica, sexual, religiosa, etc.) apela a lo
opuesto a la noción de sociedad qua forma orgánica armonio­ Universal? Precisamente cuando el marco existente de rela­
sa en la que cada individuo y cada clase social tiene su propio ciones sociales no satisface las necesidades de esa minoría, y
lugar bien definido, el corporativismo se inspira en la idea que le impide realizar su potencial. En ese punto preciso, la mi­
muchos demócratas prefieren esquivar: sólo una entidad que es­ noría se ve obligada a fundamentar sus demandas en lo Uni­
tá en sí misma trabada, dislocada -es decir, una que carezca de su versal y en los principios ' umversalmente reconocidos,
“'propio lugar”, que estépor definición “fuera de quicio”-puede re­ afirmando que a sus miembros se les impide participar en la
ferirse inmediatamente a la universalidad como tal. educación, en las oportunidades de trabajo, en la libre expre­
O, para poner la cuestión en términos de la relación entre sión, en la actividad política pública, etc., en la misma medi­
lo Universal y lo Particular: ¿cómo participa lo Particular en lo da que los demás.
Universal? De acuerdo con la ontología tradicional, lo Uni­
versal garantiza la identidad de lo Particular: los objetos par­
ticulares participan de su género universal en la medida en
que “verdaderamente son lo que son”, es decir, en la medida Esta crucial distinción entre el en sí y el para sí nos permite elucidar la
en que realizan su noción o se adecúan a ella. Una mesa, por lógica hegeliana de la autorreflexión, de la reflexión en otro como reflexión
en sí. Recordemos la crítica hegeliana a la democracia representativa: su
ejemplo, participa de la noción de mesa en la medida en que ilusoria, falsa presuposición es que, previo al acto eleccionario, los indivi­
es “verdaderamente una mesa”. Aquí la universalidad es un duos ya saben lo que quieren, lo que es su verdadero interés, como si, por
rasgo “mudo”, indiferente, que conecta las entidades particu­ medio del voto electoral, eligieran a alguien que pudiera transmitir este in­
lares, un en sí que no es planteado como tal. En otras pala­ terés, del que ya son completamente conscientes, a la esfera política propia­
bras, lo Particular no se relaciona con lo Universal como tal, mente dicha. Al oponerse a esta noción, Hegel señala que la representación
a diferencia del sujeto qua “autoconciencia”, que participa de (política), lejos de simplemente realizar un interés ya consciente, trae este
lo Universal precisa y únicamente en la medida en que su interés a la conciencia. En otras palabras, el representante político realiza
identidad está trunca, marcada por una falta, en la medida en la conversión de mí interés de un “en sí” a un “para sí”: proporcionando
una clara formulación pública de mi interés, sirve como medio de su reco­
que no es totalmente “lo que es”; esto es lo que Hegel pien­ nocimiento por mi parte (“Sólo ahora tengo claro lo que siempre quise
sa cuando habla de “universalidad negativa”.*14 Recordemos realmente”). Cuando elijo a mi representante, en cierto sentido, me elijo a
m í mismo, mi propia identidad política. En este sentido preciso, la elección
14. Se trata de la diferencia entre Universal en sí -el rasgo universal de un representante no es mi reflexión en otro, el reflejo de mi interés en
“mudo” que reúne los elementos de un género- y el Universal postulado la esfera política, sino simultáneamente mi autorreflexión.
como tal; es decir, el Universal con el cual el sujeto se relaciona en su opo­ Un ejemplo de este para sí del Universal, desde un ámbito totalmente
sición con el Particular. De acuerdo con Hegel, esta diferencia es lo que distinto, es la relación refleja de una obra literaria respecto de su género.
distingue el enfoque dialéctico: “Una tarea primaria es siempre distinguir En nuestra opinión, no se trata únicamente del explícito juego con las re­
claramente entre lo que es.simplemente en sí y lo que es postulado-, entre có­ glas del género, sino más bien de casos más refinados, como por ejemplo,
mo son las determinaciones en el concepto, y cómo son cuando son postu­ El temblor de la falsificación, de Patricia Highsmith, el retrato de una esta­
ladas o cuando existen para otro. Esta es una distinción que pertenece dounidense solitaria de vacaciones en Túnez. La identificación de Highs­
solamente al desarrollo dialéctico, y que el modo metafísico de filosofar (y mith con el thriller psicológico cambia totalmente nuestra percepción de lo
que incluye el modo crítico) no conoce”. (Hegel’s Science of Logic, Atlantic que, de otro modo, sería recibido como un estudio psicológico estándar: el
Highlands, NJ, Humanities Press, 1969, p. 122.) lector está mucho más atento a los signos de locura, a los potenciales de te­
rror de las diferentes constelaciones subjetivas.
/
222 Slavoj Zizek Otto Weininger.; o “La m ujer no existe ” 223
Un caso ejemplar de este para sí de lo Universal, es de­ terrelación de los dos rasgos que distinguen el corporativis-
cir, de la relación dialectizada respecto de lo Universal, es el mo fascista: su obsesión con la imagen de la sociedad como
que ofrece la afirmación de Malcolm X de que “el hombre comunidad orgánica cuyos constituyentes supuestamente
blanco como tal es malo”. El significado de este pronuncia­ “ocupan su lugar apropiado”; su resistencia patológica contra
miento no es que todos los blancos son malos, sino más bien la universalidad abstracta como fuerza de desintegración so­
que, debido a las injusticias cometidas por los hombres blan­ cial, es decir, contra la idea de que un individuo pueda direc­
cos contra el pueblo negro, el mal pertenece a la noción uni­ tamente, a despecho de su lugar dentro del organismo social,
versal de hombre blanco. Esto, sin embargo, no me impide, participar de lo universal (la idea, por ejemplo, de que poseo
como hombre blanco individual, convertirme en “bueno” derechos inalienables simplemente como ser humano, no só­
tomando conciencia del Mal que define la sustancia misma lo por mi capacidad como miembro de cierta clase, corpora­
de mi ser, asumiendo completamente esta culpa y trabajan­ ción, etc.).
do para superarla. (Lo mismo sucede con la noción cristiana En un pasaje de la Fenomenología cuyos matices “weínin-
de pecado inscripta en el corazón de la naturaleza humana gerianos” son inconfundibles, Hegel formula esta relación
en la medida en que todos somos “hijos de Adán”: el cami­ negativa entre lo Universal y lo Particular precisamente a
no de la salvación consiste en asumir reflexivamente esta propósito de la mujer como “enemigo interno” de la comu­
culpa.) nidad ética:
Citemos la pertinente formulación de Ernesto Laclau
(una formulación completamente hegeliana, a pesar del de­ Dado que la comunidad se procura la subsistencia sólo inte­
clarado antihegelianismo de Laclau): rrumpiendo la felicidad de la familia y disolviendo la con­
ciencia de sí en lo universal, se crea a sí misma sobre lo que
lo universal es parte de mi identidad en la medida en que reprime [erzeugt es sich an dem, roas es unterdrückt\ y sobre lo
estoy penetrado por una falta constitutiva, es decir, en la me­ que es al mismo tiempo esencial para ella: las mujeres en ge­
dida en que mi identidad diferencial ha fracasado en su pro­ neral, su enemigo interno. Las mujeres -la eterna ironía de
ceso de constitución. Lo universal emerge de lo particular la comunidad- convierten mediante la intriga el propósito
no como un principio que subyace a él y que lo explica, sino universal del gobierno en un fin privado.17
como un horizonte incompleto que sutura una identidad
particular dislocada.15 La relación de lo Particular (la familia) con lo Universal
(la comunidad) no es una incorporación armoniosa de la fa­
En este sentido, “lo Universal es el símbolo de una com- milia en la comunidad más amplia, sino que está mediada por
pletud perdida”:16puedo relacionarme con lo Universal sólo la negatividad: un individuo (“conciencia de sí”) puede rela­
en la medida en que mi identidad particular es contrariada, cionarse con lo Universal más allá de la familia sólo a través
“dislocada”; sólo en la medida en que algún impedimento me de su relación negativa respecto de ésta, es decir, su “trai­
impida “transformarme en lo que ya soy”. Como ya hemos ción” a la familia, que entraña su disolución (esta negatividad
señalado, la prueba per negationem es proporcionada por la in­ es exactamente lo que la metáfora corporativa de la sociedad
qua gran familia intenta anular). En este sentido, la eomuni-
15. Ernesto Laclau, “Universalista, particularism, and the question of
identity”, October 61, p. 89. 17. G.W.E Hegel, Phemmenologp ofSpirit, Oxford, Oxford University
16. Ibid. Press, 1977, p. 496.
224 Slavo] Zizek Otto Weininger.; o “La m ujer no existe ” 225
dad universal, su espacio público, “se crea sobre lo que re­ tenido (características positivas que oponen las dos figuras),
prime”, sobre los despojos de la familia. Lo que sorprende sino que es de naturaleza puramente formal; en otras pala­
de este pasaje es que Hegel mismo presenta como parte in­ bras, designa las dos inscripciones, las dos modalidades, de
tegrante del movimiento dialéctico aquello mismo que sus una misma entidad. Sus coordenadas ideológicas se vuelven
críticos se esfuerzan por denunciar como su debilidad fatal, claras cuando las relacionamos con la escisión del hombre en
es decir que el gesto de superación [Aufhebung] nunca suce­ Aventurero, destructor de la familia, en la esfera privada, y en
de sin cierto resto: luego de la “superación” de la familia en Héroe Ético en la esfera pública: la mujer qua Madre (el so­
la comunidad universal, no sólo la familia sigue existiendo porte confiable de la familia) entraña la oposición con el
como fundamento inmediato de la sociedad universal, sino hombre qua Aventurero dislocado (en contraste con la iner­
que la relación negativa entre la familia y la comunidad univer­ cia y la permanencia sustancial femenina, el hombre es acti­
sal se ve reflejada en la familia misma, bajo la forma de la mu­ vo, sale al exterior, se trasciende a sí mismo; el marco familiar
jer, que reacciona negativamente a la comunidad universal lo restringe, está listo a arriesgarlo todo: en síntesis, él es el
con su “eterna ironía”. La mujer es la cínica capaz de discer­ Sujeto); en cambio, la mujer qua Prostituta dislocada (super­
nir, en las pomposas afirmaciones sobre el bienestar público, ficial, inconstante, no confiable, ser de apariencia engañosa)
los motivos privados de aquellos que propalan tales afirma­ entraña la oposición al hombre qua agencia de la confiabili­
ciones. dad ética (la palabra del hombre es su vínculo, él es la encar­
Puede parecer que Hegel simplemente adscribe a la mu­ nación misma del compromiso simbólico confiable, posee la
jer la estrechez de un punto de vista privado: la mujer es el profundidad espiritual apropiada, en contraste con el parlo­
“enemigo interno” de la comunidad en la medida en que no teo femenino...). Obtenemos así una doble oposición: la Sus­
comprende el verdadero peso de los propósitos universales tancia femenina contra el Sujeto masculino y la Apariencia
de la vida pública, y es capaz de concebirlos sólo como me­ Femenina contra la Esencia Masculina. La mujer representa
dios de realizar los fines privados. Sin embargo, esto dista de la plenitud sustancial y la inconstancia de la Apariencia; el
ser el cuadro completo: es esta misma posición de “enemigo hombre representa la fuerza perturbadora de la negatividad y
interno” de la sociedad lo que hace posible el sublime acto la honestidad de la Esencia. Estos cuatro términos, desde lue­
ético de exponer la limitación inherente al punto de vista de go, forman un cuadrado semiótico greimasiano:
la totalidad social (Antígona).
Sustancia ------------------------------- ----------------------------- Esencia
MÁS ALLÁ DEL FALO /

\
\
/ v . v.
y "W
/ T\ / v \
s / \

En esta dualidad de las esferas privada y pública está arrai­ /


/
/ \
\
\\ /
/
/ \
\
\

gada la escisión de la mujer en Madre y Prostituta. La mujer


/

>hombre
/ \

mujer <( ÉÁ
/ x.

no es Madre y Prostituta, sino que la misma mujer es Madre \


"V /
/ ' v
\ /
/

en la esfera privada y Prostituta en la esfera pública -y cuan­ X


\ /
/
\
\
\\ /
/
/

to más Madre es en la esfera privada, más Prostituta es en la X / /


\ XA '

pública-. En otras palabras, a pesar de las apariencias, la di­


\ /

Apariencia Sujeto
X

visión Madre/Prostituta no se refiere a la diferencia de con- (no-Esencia) (no-Sustancia)


226 Slavoj Zizek Otto Weininger, o “La mujer no existe ” 227

¿Cómo desplaza Weininger estas coordenadas ideológi­ mo, nada sino la falta de forma, la materia mucosa de la sus­
cas tradicionales? También aquí está más cerca del feminis­ tancia vital.
mo precisamente donde parece ser más antifeminista que la Basta con mencionar el encuentro de Edvard Münch con
ideología “oficial”. A diferencia de ésta, Weininger niega la histeria, que le dejó una marca tan profunda. En 1893,
aun el valor ético (limitado) de la Madre, el pilar de la fa­ Münch estaba enamorado de la bella hija de un comerciante
milia, y reformula la escisión tradicional: el hombre está di­ en vinos de Oslo. Ella se aferró a Münch, pero él temía tal
vidido en una actitud espiritual autónoma y una sexualidad vínculo y estaba angustiado por su obra, de modo que la de­
fálica (dentro de la heteronomía); la mujer está dividida en jó. Una noche tormentosa, un velero vino a buscarlo: le in­
su “verdadera naturaleza” (que consiste en su falta misma formaron que la joven estaba a punto de morir y quería
de naturaleza propia: no “es” nada más que apetito del hablarle por última vez. Münch estaba profundamente con­
hombre, existe sólo en la medida en que atrae su mirada) y movido y, sin preguntar, fue a su casa, donde la encontró en
la moralidad heterónoma, impuesta externamente. Sin em­ la cama, entre dos velas encendidas. Pero cuando se aproxi­
bargo, si reconocemos en el Vacío ontològico de la mujer mó a la cama, ella se levantó y comenzó a reír: toda la escena
el vacío mismo que define la subjetividad, esta doble divi­ no era más que una farsa. Münch dio media vuelta y se dis­
sión se convierte en las “fórmulas de la sexuación” de La- puso a partir; en ese momento, ella lo amenazó con matarse
can: si la dejaba; y sacando un revólver, apuntó a su pecho. Cuan­
do Münch se inclinó para arrancarle el arma, convencido de
®La división de la mujer es de naturaleza histórica, asume que eso era también parte del juego, el arma se disparó y lo
la forma de la incoherencia de su deseo: “Pido que rechaces mi hirió en la mano...18Aquí encontramos el teatro histérico en
demanda, dado que esto no es eso” (Lacan). Cuando, por su más pura expresión: el sujeto es atrapado en una mascara­
ejemplo, la Kundry de Wagner seduce a Parsifal, en realidad da en la cual lo que parece mortalmente serio se revela como
quiere que él resista sus avances; ¿acaso esta obstrucción, es­ un fraude (la agonía), y lo que parece ser un gesto vacío, se
te sabotaje de su propio intento, no corrobora en ella una di­ revela como mortalmente serio (la amenaza de suicidio).19El
mensión que resiste la dominación del Falo? (Weininger pánico que invade al sujeto (masculino) frente a este teatro
mismo habla de un oscuro deseo de la mujer de liberarse, de expresa el terror de que, detrás de las muchas máscaras, que
sacudirse el yugo del Falo a través de la autoaniquilación.) El caerán una a una como las capas de una cebolla, no haya na­
terror masculino a la mujer, que tan profundamente marcó el da, ningún Secreto femenino último.
Zeitgeist en el paso del siglo XIX al XX, de Edvard Münch y
August Strindberg a Franz Kafka, se revela entonces como el 18. Véase J2P, Hodin, Edvard Münch, Londres, Thames & Hudson,
terror a la incoherencia femenina: la histeria femenina, que 1972, pp. 88-89.
traumatizó a esos hombres (y también marcó el nacimiento 19. Asesinato, de Hitchcock, ofrece un caso ejemplar del mismo movi­
del psicoanálisis), los enfrentó a una multitud de máscaras in­ miento doble en el cual la realidad demuestra ser ficticia y la ficción, real.
coherentes (una mujer histérica se mueve inmediatamente de En la última toma del filme podemos ver la pareja felizmente unida en un
salón; cuando luego la cámara retrocede, se ve que lo que acabamos de pre­
ruegos desesperados a una cruel y vulgar irrisión, etc.). Lo senciar estaba sucediendo en un escenario. El suicidio del asesino Fane
que causa tal malestar es la imposibilidad de discernir detrás diez minutos antes entraña el movimiento opuesto: presenciamos una es­
de las máscaras a un sujeto coherente que las manipule: de­ cena teatral (el número de un trapecista) que súbitamente termina mortal­
trás de las múltiples capas de máscaras no hay nada; o, a lo su­ mente; Fane se suicida en público, colgándose de la cuerda del trapecio.
228 Slavoj Zizek Otto Weininger, o “La mujer no existe ” 229
Sin embargo, debemos evitar un malentendido fatal. En la “No iré más allá aquí”, señala el continuo tabú de las muje­
medida en que estas máscaras histéricas son el modo que una res; lo que ellas quieren es “ir más allá”, desplegar los contor­
mujer tiene de cautivar la mirada masculina, la conclusión nos de un “discurso femenino” más allá del orden simbólico
inevitable parece ser que el Secreto femenino inaccesible pa­ “fálico”.
ra la economía fálica masculina -el “eterno femenino” [das ¿Por qué esta operación -que, desde el punto de vista del
ewig Weibliche] (Goethe) más allá de las máscaras simbólicas- sentido común, no puede sino parecer completamente justi­
consiste en la sustancia femenina que elude el reino del “fa- ficada- no da en el blanco? En términos tradicionales, el Lí­
logocentrismo”. La conclusión complementaria es que en la mite que define a la mujer no es epistemológico, sino
medida en que no hay nada detrás de las máscaras, la mujer ontològico, es decir, más allá no hay nada. Lo “femenino” es
está completamente subordinada al Falo. Según Lacan, sin esta estructura del límite como ta% un límite que precede lo
embargo, sucede lo contrario: el “eterno femenino” pre-sim- que puede o no existir en su Más Allá: todo lo que percibimos
bólico es un fantasma patriarcal retrospectivo (como la no­ en este Más Allá (el eterno femenino, por ejemplo) son nues­
ción antropológica de un Paraíso matriarcal original, que fue tras propias proyecciones fantasmáticas.21 La Mujer qua
destruido por la Caída en la civilización patriarcal y que, des­ Enigma es un espectro generado por la superficie incoheren­
de Bachofen en adelante, sostiene firmemente la ideología te de las máscaras múltiples -el secreto del “Secreto” mismo
patriarcal, dado que se basa en la noción de la evolución te- es la incoherencia de la superficie-.22Y el nombre lacaniano
leológica desde el matriarcado hasta el patriarcado). Es, pues, para esta incoherencia de la superficie (para un espacio topo­
la falta misma de toda excepción al Falo lo que vuelve la eco­ lògico complicado como la cinta de Moebius) es simplemen­
nomía libidinal femenina incoherente, histérica, y, por tanto, te el sujeto.
socava el reino del Falo. Cuando, como afirma Weininger, la
mujer es “penetrada por todos los objetos”, este extensión ili­ 21. En El ocaso de los dioses, de Wagner, el momento de la intrusión del
mitada del falo socava el Falo como principio de lo Univer­ superyó en su obscenidad socíopolítica sucede con el llamado de Hagen a
sal y su Excepción fundadora. los hombres \Mdnnermj\ y el consiguiente coro: una escena de cruda vio­
La “subversión del sujeto...” de Lacan termina con el am­ lencia jamás oída antes en la ópera... Sin embargo, cuando procede a legi­
biguo “No iré más allá aquí”.20 Ambiguo, dado que puede timar la violencia que está instigando, Hagen apela a la diosa Fricka.
considerarse que implica que más tarde, en otro lugar, Lacan Fricka, la protectora de la familia y el hogar, es desde luego una proyección
fantasmátíca del discurso masculino. Esto no significa, sin embargo, que
irá “más allá”. Este señuelo sedujo a algunas críticas feminis­ debamos oponer a la mujer como es “para el otro”, para el hombre (“la
tas de Lacan, que le reprocharon hacer un alto en el punto proyección narcisísta masculina”, etc.) y la “verdadera” mujer en sí.” Uno
preciso donde debía dar el paso decisivo más allá del faloeen- podría afirmar exactamente lo contrario: “La mujer en sí” es en definitiva
trismo freudiano: aunque Lacan habla del goce femenino un fantasma masculino, mientras que estamos mucho más cerca de la mu­
eludiendo el campo de lo fálico, lo concibe como un inefable jer “verdadera” siguiendo simplemente hasta su conclusión los atolladeros
inherentes al discurso masculino sobre la mujer.
“continente oscuro” separado del discurso (masculino) por 22. Habría que releer el ensayo de Mary Anne Doane sobre Gilda (en
una frontera imposible de atravesar. Para las feministas como Pemmes Fatales)-, el strip-tease de Gilda está sostenido por el fantasma mas­
Irigaray o Rristeva, este rechazo a atravesar la frontera, este culino de que, después de que haya arrojado todas sus ropas, nosotros -los
hombres- encontraremos su núcleo intacto, una “buena esposa” que esta­
20. Jacques Lacan, Écrits: A Sélection, Nueva York, N orton, 1977, ba sólo “fingiendo” ser una libertina. Al contrario, el rasgo básico de lo que
p. 324. Lacan llama “sujeto” es precisamente que no hay tal núcleo: el sujeto es co­
mo una cebolla, cuyas capas no ocultan nada...
230 Slavoj Zizek Otto Weininger, o “La m ujer no existe” 231
®En el caso del hombre, por el contrario, la escisión está, Causa (pública) como prueba suprema de su amor por ella, es
por así decirlo, externalizada: el hombre escapa de la incohe­ decir, de que “ella lo es todo para él”. El momento sublime
rencia de su deseo estableciendo una línea de separación en­ del reconocimiento se produce cuando la mujer finalmente se
tre el ámbito del Falo, es decir, el goce sexual, la relación con da cuenta de que el hombre la ha dejado en nombre de su
una pareja sexual, y lo no Fálico, es decir, el ámbito de los ob­ amor por ella. Una variación interesante de este tema es la
jetivos éticos, de la actividad “pública” no sexual (la Excep­ que ofrece la versión de Vincent Minnelli de Los cuatrojinetes
ción). Encontramos aquí la paradoja de los “estados que son del Apocalipsis (The Four Horsemen of the Apocalypse): Glenn
esencialmente subproductos”: el hombre subordina su rela­ Ford tiene el papel de Julio, un rico argentino que lleva una
ción con una mujer al campo de los objetivos éticos (forzado vida alegre en París durante la ocupación nazi, codeándose
a elegir entre una mujer y el deber ético -bajo la forma de con los oficiales alemanes y viviendo con la bella esposa de un
obligaciones profesionales, etc - inmediatamente opta por el líder de la Resistencia ausente (Ingrid Thulin). Aunque está
deber); sin embargo, es al mismo tiempo consciente de que apasionadamente enamorada de Julio, la mujer siente que el
sólo una relación con una mujer puede procurarle genuina hombre con el que vive es un débil, que se refugia en los pla­
“felicidad” o realización personal. Su “apuesta” es que la mu­ ceres privados, mientras el esposo, al que abandonó por el
jer será seducida más eficazmente precisamente cuando él no amante, es un verdadero héroe. Súbitamente, todo el guión
subordine toda su actividad a ella; lo que ella sexia incapaz de está expuesto como mascarada: en una emergencia, Julio es
resistir es la fascinación por la actividad “pública” de él, es contactado con urgencia por un hombre que ella sabe que es
decir, su secreta conciencia de que él lo está haciendo en rea­ parte de la Resistencia, entonces la mujer supone que Julio
lidad por ella. Se trata de la economía libidinal invertida del estaba fingiendo ser un hombre de placer con el fin de tener
amor cortés: en el amor cortés, me consagro directamente a la trato con los más altos oficiales alemanes y ganar acceso a
Dama, planteo mi servicio a ella como mi Deber supremo, y preciosa información sobre el enemigo. Formalmente, Julio
por este motivo la mujer es una Déspota fría, indiferente, ca­ traicionó su amor, aunque a pesar de esta traición, ella le per­
prichosa, una “compañera inhumana” (Lacan) con la cual una mite seguir en su última y probablemente suicida acción: ella
relación sexual no es posible ni deseable, mientras que aquí es consciente cíe que en un sentido más profundo, él lo está
vuelvo posibles las relaciones sexuales precisamente porque haciendo por ella, con el fin de ser digno de su amor...24
no las planteo como mi objetivo explícito...23
Esta paradoja emerge en casi todo melodrama que inter­
prete la disposición del hombre a sacrificar a su amada por la ova cuya función es hacer posible la relación sexual “normal” con otra mu­
jer, “ordinaria”. Esta versión del mito de Tristán e Isolda también confir­
ma que el fetiche qua objeto parcial no genital, lejos de ser un obstáculo
23. Una de las versiones apócrifas del mito de Tristán e Isolda lleva es­ para la relación sexual “normal”, puede incluso funcionar como una de sus
ta paradoja al punto de la autorreferencia: la relación entre el deber y la condiciones de posibilidad.
mujer se superpone con la que existe entre la Dama y la mujer “ordinaria”. 24. En general, la inversión crucial de casi todos los melodramas ocu­
Tristán, casado con la Isolda rubia, a la que no ama, erige un fetiche de pie­ rren cuando la instancia que representa al gran Otro reconoce la verdad sobre
dra en el bosque cercano a su castillo: una estatua de la verdadera Isolda, el sujeto y por tanto deshace lo erróneo. Tomemos un ejemplo (quizá sor­
su Dama. Visita la estatua regularmente de noche; esta veneración del fe­ prendente), El amor de Alyosha (Alyosba7s Lave), un filme soviético de prin­
tiche restaura sus capacidades sexuales con la Isolda rubia, y le permite cipios de la década: de 1960 (la época del llamado “deshielo de Kruschev”):
mantener la apariencia de una vida marital normal. Quizá el Ideal inacce­ su inversión sublime se produce cuando el amor apasionado del héroe es
sible (la Beatriz de Dante, etc.) como tal es una instancia puramente nega- finalmente reconocido públicamente por el aparentemente ignorante y cí-
252 Slavo] Zizek Otto Weininger, o “La m ujer no existe ” 255
Lo que Lacan designa como la “función fálica” es esta es­ lista es el objeto a, no otro sujeto: debido a su carácter “auto­
cisión entre el ámbito del goce fálico y el ámbito “público” mático”, el amor transferencial prescinde de la ilusión de que
desexualizado que lo elude, es decir, lo ‘fálico ”es esta autolimi- nos enamoramos por las propiedades positivas de la persona
tación del Falo, este planteo de una Excepción. En este sentido, el amada, es decir, por lo que él o ella es “en realidad”. Nos ena­
Falo es el significante de la castración: la “castración simbó­ moramos del analista qua lugar formal en la estructura, vacío de
lica” es, en última instancia, otro nombre para la paradoja de “rasgos humanos”, no de una persona de carne y hueso.25)
los “estados que son esencialmente subproductos”: si hemos de
alcanzar la plenitud a través del gocefálico, debemos renunciar a él
como objetivo explícito. En otras palabras, el amor verdadero L as “ fó r m u l a s d e l a s e x u a c ió n ”
puede emerger solamente dentro de una relación de “compa­
ñerismo” que está animada por un objetivo diferente, no se­ La noción de diferencia sexual abre una serie de conexio­
xual (véanse las novelas de Marguerite Duras). El amor es nes filosóficas; lo primero que impresiona al ojo es la homo­
-una respuesta imprevisible de lo real: (puede) emerge(r) “de logía estructural entre las “fórmulas de la sexuación”
la nada” sólo cuando renunciamos a todo intento de dirigir y lacanianas y la dualidad kantiana de las antinomias matemá­
controlar su curso. (Aquí, desde luego, como con todas las ins­ tica y dinámica.26 En la filosofía contemporánea, una de las
tancias de lo real, los opuestos coinciden: el amor es al mismo posibles asociaciones es ofrecida por la oposición de la signi-
tiempo el producto previsible de un mecanismo absoluto, co­
mo lo demuestra el carácter absolutamente previsible del amor 25. El automatismo del amor es puesto en movimiento cuando algún
transferencial en el psicoanálisis. Este amor es producido “au­ objeto (libidinal) contingente y en última instancia indiferente, ocupa un
tomáticamente” por la situación analítica misma, a despecho lugar fantasmático predeterminado. Este rol del fantasma en la emergen­
de las características reales del analista. En este sentido, el ana- cia automática del amor se basa en el hecho de que “no hay relación se­
xual”, no hay fómula universal ni matriz que garantice una relación sexual
armoniosa: debido a la falta de esta fómula universal, todo individuo tiene
nico Otro; lo que se confirma es el hecho de que el cinismo del Otro era que intentar un fantasma propio, una fórmula “privada” para la relación se­
fingido, que funcionaba desde el comienzo mismo como la Ordalía a la xual; para un hombre, la relación con una mujer es posible sólo en la me­
cual el gran Otro súmete al héroe. dida en que ésta corresponde a su fórmula. La fórmula del Hombre de los
El amor de Alyosha transcurre en un campamento de geólogos cerca de Lobos, el famoso paciente de Freud, consistía en “una mujer, vista desde
un pueblo en medio de la Siberia. El joven Alyosha se enamora de una jo­ atrás, hincada de rodillas y lavando o limpiando algo en el piso frente a
ven del pueblo; a pesar de todos los problemas que atraviesa su amor (al ella”; la visión de una mujer en esta posición daba origen automáticamen­
principio, la joven es indiferente; los compañeros del antiguo novio de ella te al amor. En el caso de John Ruskin, la fórmula que seguía el modelo de
le dan a Alyosha una brutal paliza; sus propios colegas se burlan de él cruel­ las estatuas griegas y romanas antiguas produjo una desilusión tragicómica
mente, etc.), Alyosha utiliza todo su tiempo libre en largas caminatas al cuando Ruskin, en su noche de bodas, vio el vello pubiano que no existe en
pueblo, de modo que sólo puede lanzar una rápida y distante mirada a la las estatuas: el descubrimiento lo vuelve totalmente impotente, dado que es­
joven. Al final del filme, ésta se rinde a la fuerza del amor: pasa de ser la taba convencido de que su esposa era un monstruo. En el filme de Jennifer
amada a ser la que ama, da ella misma largas caminatas y se une a Alyosha Lynch M i obsesión por Helena (Boxing Helena), el ideal fantasmático no es
en el campamento. Los colegas de éste, que están trabajando en la colina otro que la Venus de Afilo: el héroe secuestra a la joven amada y realiza una
cercana, detienen las excavaciones y siguen en silencio a la joven, que se operación con el fin de hacerla corresponder con el ideal, y hacer posible la
acerca a la tienda de Alyosha: la distancia cínica y la burla han terminado, relación sexual (le corta las manos, hace una cicatriz para emular el lugar
el gran Otro mismo es obligado a reconocer su derrota, su fascinación pol­ donde la estatua está trunca, etc.)
la fuerza del amor. 26. Véase un desarrollo detallado de esta homología en el capítulo 2 de
234 Slavo] Zizek Otto Weininger, o “La m ujer no existe ” 235
ficación objetal (el significado universal de los términos) y el duría tradicional era completamente antropomórfica y “se­
efecto incorpóreo del sentido, articulado por Deleuze en Ló­ xuada”; su comprensión del universo estaba estructurada por
gica del sentido. Deleuze asocia esta oposición a los dos tipos oposiciones con una connotación sexual indeleble: yin-yang,
de paradojas que se adecúan perfectamente a la dualidad kan­ Luz-Sombra, activo-pasivo... Este fundamento antropomór­
tiana de antinomias: fico hizo posible la correspondencia metafórica, la relación
especular, entre el micro y el macrocosmos: el establecimien­
Las paradojas de significación son esencialmente el conjunto to de homologías estructurales entre el hombre, la sociedad
anormal (que se comprende como elemento o que compren­ y el universo (la sociedad como organismo con el monarca
de elementos de diferentes tipos) y el demento rebelde (que como la cabeza, los obreros como las manos...; el nacimiento
forma parte de un conjunto cuya existencia presupone y per­ del universo gracias al apareamiento de la Tierra y el Sol,
tenece a los dos subconjuntos que determina). Las paradojas etc.). En el mundo moderno, por el contrario, la realidad
de sentido son esencialmente la subdivisión ad infinitum aparece como inherentemente no antropomórfica, como me­
(siempre pasado-futuro y nunca presente), y la distribución
nómada (distribuir en un espacio abierto' en lugar de distri­ canismo ciego que “habla el lenguaje de las matemáticas” y,
buir un espacio cerrado).27 por consiguiente, puede expresarse únicamente en fórmulas
sin sentido; toda búsqueda de un “sentido más profundo” de
¿No es el sujeto libre kantiano precisamente ese “elemen­ los fenómenos es ahora experimentada como un resto del
to rebelde”: en su capacidad como entidad fenoménica no es “antropomorfismo” tradicional. El sujeto moderno ya no es­
parte del encadenamiento causal, completamente sujeto a las tá “en casa” en el universo; la dificultad de sostener esta sole­
leyes naturales, mientras que como entidad noumenal es li­ dad queda atestiguada por el retorno recurrente de la visión
bre, es decir, interrumpe la cadena de causas y comienza una de mundo antropomórfica-sexuada bajo la forma de una Sa­
nueva serie de sí mismo? ¿No es el problema de Dios el he­ biduría pseudo-ecológica (“nuevo holismo”, “nuevo paradig­
cho de que, en un sentido, sea parte del mundo y su causa? ma”, etc.).
¿Y no es el problema de la segunda antinomia de la razón pu­ Y es nuevamente contra este trasfondo donde podemos
ra, por otra parte, precisamente el problema de la infinita di­ medir la magnitud del aporte lacaniano: simplemente, Lacan
visibilidad de la materia? fue el primero en trazar los contornos de una teoría no ima­
En un nivel más general, esta noción de la diferencia se­ ginaria, no naturalizada de la diferencia sexual; de una teoría
xual nos permite situar adecuadamente la aparentemente pa­ que rompe radicalmente con la sexualización antropomórfica
radójica aserción de Lacan de que el sujeto del psicoanálisis (“macho” y “hembra” como los dos principios cósmicos, etc.)
no es otro que el sujeto cartesiano de la ciencia moderna. Es­ y, como tal, es apropiada para la ciencia moderna. El proble­
te sujeto emerge por medio de una desexualización radical de ma que enfrentaba Lacan era: ¿cómo pasamos del aparea­
la relación del hombre con el universo. Es decir que la Sabi- miento animal, guiado por el saber instintivo y regulado por
los ritmos naturales, a la sexualidad humana, poseída por el
deseo que está eternizado y, por esta misma razón, es insacia­
Zizek, Tarryine with thè Negative, y Toan Copiée, Read My Desire, Cambrid­ ble, está inherentemente perturbado, condenado al fracaso,
ge, MA, M IT Press, 1994. etc.? (Aun la lección de una novela pastoral idílica como Daf­
27. Gilles Deleuze, The Logic ofSense, Nueva York, Columbia University ne y Cloe es que uno no puede lograr una relación sexual “nor­
Press, 1990, p. 75. [Ed. cast.: Lògica delsentido, Barcelona, Paidós, 1994, p. 92.] mal” siguiendo los apetitos naturales o imitando la conducta
236 Slavoj Zizek Otto Weininger, o “La mujer no existe” 231
sexual de los animales: lo que se requiere es la instrucción de sexual”, toda relación entre los sexos se produce solamente
una mujer experimentada, es decir, la referencia a la tradición contra el trasfondo de una imposibilidad fundamental, etc.
simbólica. También en ello se basa la doctrina freudiana del Este injerto es radicalmente contingente, en el sentido de
complejo de Edipo: lo que nosotros -o al menos, la mayoría que se basa en la homología entre el pene del hombre y el he­
de nosotros- experimentamos como la relación sexual más cho de que, en las fórmulas “masculinas”, estamos ante la ex­
“natural” es algo aprendido, internalizado a través de una se­ cepción que funda la universalidad: el cortocircuito entre
rie de cortes traumáticos, de intervenciones de la Ley simbó­ ambos convierte al pene en soporte material del significan­
lica.) Así pues, la respuesta al problema de Lacan es: te fálico, el significante de la castración simbólica. Enton­
entramos en la sexualidad humana gracias a la intervención ces, ¿cómo están estructurados los lados “masculino” y
del orden simbólico qua parásito heterogéneo que irrumpe “femenino”?
en el ritmo natural del apareamiento. Un ejemplo estándar del ámbito del “no-todo” es propor­
A propósito de las dos antinomias asimétricas de la sim­ cionado por la noción marxista de lucha de clases: toda posi­
bolización (el lado “masculino”, que entraña la universalidad ción que asumimos respecto de esta lucha, incluyendo la
de la función fálica fundada en una excepción; el lado “feme­ teórica, ya es un momento de ella, entraña “tomar partido”;
nino”, que entraña un ámbito del “no-todo” y que, por esta es por ello que no hay punto de vista imparcial y objetivo que
razón, no contiene excepciones a la función fálica), una pre­ nos permita delinear la lucha de clases. En este sentido, la
gunta se impone como evidente: ¿cuál es el lazo que conec­ “lucha de clases no existe”, dado que “no hay elemento que
ta estas dos antinomias puramente lógicas con la oposición la eluda”: no podemos aprehenderla “como tal”; nos enfren­
femenino y masculino, que, aunque simbólicamente media­ tamos siempre a los efectos parciales cuya causa ausente es la
da y culturalmente condicionada, sigue siendo un hecho lucha de clases. (En el universo discursivo estalinista, por el
biológico? La respuesta a esta pregunta es: no hay tal lazo. Lo contrario, la lucha de clases existe, pues hay una excepción a
que experimentamos como “sexualidad” es precisamente el ella: la tecnología y el lenguaje son concebidos como instru­
efecto del acto contingente de “injertar” el atolladero fun­ mentos neutros a disposición de todos y, como tales, externos
damental de la simbolización a la oposición biológica de a la lucha de clases.)
masculino y femenino. La respuesta a la pregunta: ¿no es ilí­ Volvamos, sin embargo, a un ejemplo más abstracto, el de
cito este lazo entre las dos paradojas lógicas de la universa­ la filosofía. Una mirada rápida a cualquier manual de filoso­
lización y la sexualidad?, es por tanto: ése es precisamente el fía demuestra que toda noción universal, abarcadora, de filo­
punto en Lacan. Lo que Lacan hace es simplemente traspo­ sofía está arraigada en una filosofía particular, que entraña el
ner este carácter “ilícito” del nivel epistemológico al nivel punto de vista de una filosofía particular. No hay una noción
ontológico: la sexualidad misma, lo que experimentamos neutra de filosofía que pueda ser dividida en filosofía analíti­
como la más alta, la más intensa afirmación de nuestro ser, ca, filosofía hermenéutica, etc.; cada filosofía particular se
es un hricolage, un montaje de dos elementos heterogéneos. abarca a sí misma y a (su visión de) otras filosofías. O -como
En esto reside la “desconstrucción” lacaniana de la sexuali­ Llegel lo expresa en su Lecciones de historia de la filosofía- cada
dad. filosofía de una época es de algún modo el todo de la filoso­
Este “injerto” parasítico del atolladero simbólico en el fía, no es una subdivisión del Todo sino ese Todo mismo en­
apareamiento animal socava el ritmo instintivo de éste y le tendido en una modalidad específica. Entonces, no tenemos
confiere una marca indeleble de fracaso: “No hay relación una simple reducción de lo LTniversal a lo Particular, sino más
238 Slavoj Zizek Otto Weininger.; o “La m ujer no existe ” 239
bien un tipo de plus de lo Universal: ningún Universal único términos individuales, y el giro reflexivo por medio del cual
abarca el contenido particular completo, dado que cada Par­ este Universal es postulado como tal. En su introducción a
ticular tiene su propio Universal, es decir, contiene una pers­ Grundrisse, Marx afirma que es posible formular la noción
pectiva específica de todo el campo. universal abstracta de trabajo sólo cuando la “indiferencia
Y la posición masculina designa precisamente el esfuerzo real” respecto de las formas particulares de trabajo reina en la
por resolver esta impasse de “los demasiados Universales” por vida social real, cuando los individuos reales experimentan su
medio de la exclusión de un Particular paradójico; este Parti­ trabajo particular como algo contingente, en última instancia
cular excepcional da cuerpo inmediatamente al Universal co­ indiferente a su esencia; en resumen, como una “profesión”
mo tal y, simultáneamente, niega su rasgo constitutivo. Así es (libremente elegida). O, con respecto al eurocentrismo: el
como el Universal homo tal”, en su oposición al contenido particu­ multiculturalismo real puede emerger únicamente en una
lar, llega a existir. Un caso ejemplar es la figui'a de la Dama en cultura dentro de la cual la propia tradición, el legado comu­
el amor cortés, que pertenece completamente a la economía nitario, parece contingente; es decir, en una cultura que es in­
simbólica masculina. En la figura de la Dama, la mujer qua diferente respecto de sí misma, respecto de su propia
objeto sexual alcanza la existencia, aunque al precio de ser especificidad. Por esa razón, el multiculturalismo es, stricto
postulada como la Cosa inaccesible, es decir, desexualizada, sensu, “eurocèntrico”: sólo dentro de la subjetividad de la era
transformada en un objeto que, precisamente en la medida en moderna es posible experimentar la propia tradición como
que da cuerpo a la sexualidad como tal, vuelve impotente al elemento contingente que deba ser metodológicamente
sujeto masculino.28 “puesto entre paréntesis” en la búsqueda de la verdad. En es­
Un modo privilegiado de mantener la ficción de la exis­ to reside la paradoja del Universal y su excepción constituti­
tencia de la mujer como la excepción que inmediatamente da va: la noción universal de la multiplicidad de pueblos, cada
cuerpo a lo Universal es el aria operística: su momento de clí­ uno imbricado en su propia tradición, presupone una excep­
max, cuando la soprano “se entrega entera en la voz”, quizá la ción, una tradición que se experimenta como contingente.
ejemplificación más neta de lo que Lacan llama jouis-sense, el En Hegel mismo, esta paradoja está articulada de un mo­
momento en el cual el agudo goce de la voz eclipsa el signi­ do ejemplar a propósito del Estado, de la tensión inherente
ficado (las palabras del aria). En ese momento, uno puede que pertenece a la noción misma del Estado en la medida en
brevemente alimentar la ilusión de que la mujer “tiene en sí que está escindido entre la universalidad “muda” (la noción
misma” el objeto a, la voz-objeto, la causa del deseo, y, por neutra abstracta de Estado, cuyos ejemplos son Estados par­
consiguiente, existe. ticulares) y la noción empática de Estado como la idea de Ra­
La clave de estas paradojas del Universal fundado en una zón que se realiza gradualmente y para la cual ningún Estado
Excepción es proporcionada por la noción hegeliana del pa­ existente, positivo, es totalmente adecuado.29En la medida en
ra sí del Universal, es decir, de la diferencia entre un Univer­ que la noción de Estado es “planteada como tal”, deviene
sal “mudo”, que constituye un lazo impasible que vincula los “para sí”, necesariamente entra en una relación negativa res-

28. Por esta razón, el hombre como objeto amoroso en las canciones 29. U n malentendido fatal debe evitarse aquí: el “universal concreto”
de las mujeres trovadoras nunca es planteado de un modo simétrico como de Hegel no designa un Estado particular, “concreto”, que finalmente se
la Cosa-Ideal inaccesible, sino que obedece a mía economía completamen­ corresponde con la noción universal de Estado, sino la totalidad de los in­
te distinta. tentos fallidos de realizar la noción de Estado.
240 Slavoj Zizek 241
Otto Weininger, o “La m ujer no existe ”
pecto de los Estados particulares realmente existentes; en De significación especial para la teoría del significante es
otras palabras, estos Estados particulares parecen inadecua­ el cuarto y último nivel, que, como una suerte de plus para­
dos, deficientes, con respecto a su Noción. (Quizá esta mis- dójico, agrega una perfecta conformidad con la última moda.
ma tensión también provea la matriz de lo que Heidegger Este nivel entraña una suerte de reverso reflexivo del nivel
designaba la estructura onto-teológica de la metafísica: onto- precedente: en cuanto al contenido, los dos últimos niveles
representa la universalidad neutra de la noción abstracta de son exactamente el mismo; la diferencia entre ellos es de na­
Estado, y teo-, el Estado totalmente realizado, opuesto a los turaleza puramente formal. El rico que marca las tendencias
imperfectos Estados existentes.) En otras palabras: la “tram­ se viste de la misma manera que la clase media alta, pero no
pa” de lo Universal reside en lo que secretamente excluye. El por las mismas razones: es decir, no porque quieran seguir la
“hombre” de los derechos humanos universales excluye a última moda, sino simplemente porque todo lo que usen es la
aquellos que no son considerados “completamente humanos” última moda.
(salvajes y bárbaros no civilizados, locos, criminales, niños, Encontramos los mismos cuatro niveles con respecto al
mujeres...). Esta lógica fue llevada a su extremo en la época poder legal: más allá de aquellos que son indiferentes a las le­
del Terror jacobino, cuando todo individuo concreto era al yes, aquellos que violan las leyes mientras permanecen inte­
menos potencialmente excluido: todo individuo está marca­ grados en el sistema legal, y aquellos que se atienen
do por alguna mancha “patológica” (de corrupción, egoísmo, estrictamente a la letra de la ley, están aquellos en el vértice
etc.) y, como tal, no se ajusta a la noción de Hombre, de mo­ cuyos actos siempre son de acuerdo con la ley, no porque la si­
do que la culpa, en última instancia, pertenece a la existencia gan con obediencia, sino porque su actividad determina lo que
individual. es la ley de un modo performativo. Lo que (quiera) que hagan
Hace unos años, la revista Mad publicó una serie de cari­ simplemente es la ley (el Rey en la monarquía absoluta, por
caturas que ejemplificaban los cuatro niveles posibles en los ejemplo). Este punto de inversión es la excepción que funda
cuales un sujeto puede relacionarse con una norma simbólica lo Universal.30
adoptada en su comunidad. Limitémonos a la norma de la La tesis de Hegel de que todo género tiene sólo una espe­
moda. En el nivel más bajo están los pobres, cuya actitud ha­ cie, siendo las demás especies el género mismo, apunta a es­
cia la moda es la indiferencia: su único objetivo es evitar te­ te mismo punto paradójico de inversión. Cuando, por
ner aspecto pobre, es decir, mantener un estándar de ejemplo, decimos “Los ricos son pobres con dinero”, esta de­
decencia. Luego están las clases medias bajas, que luchan de­ finición no es reversible -no podemos decir “Los pobres son
nodadamente por seguir la moda; debido a la restricción eco­ ricos sin dinero”-. No tenemos un género neutro “personas”
nómica, sin embargo, siempre llegan “demasiado tarde” y
usan lo que estaba de modas una temporada atrás. Luego es­
tán las clases medias altas, que pueden pagarse la última mo­ 30. Otro ejemplo es el más notorio caso de juicio universal: “Todos los
hombres son mortales”. En su economía libidinal-simbólica implícita, este
da, pero que no representan el nivel más elevado; por encima juicio siempre me excluye: es decir, la singularidad absoluta del hablante
de ellas están los ricos, que fijan las tendencias y que también qua sujeto de la enunciación. Es fácil determinar, desde la distancia segura
(como ocurre con el nivel más bajo) son indiferentes respec­ del observador, que “todos” son mortales; sin embargo, este enunciado
to de la moda, pero por una razón muy distinta: no tienen mismo'entraña la excepción de su sujeto de enunciación. Como señala La-
normas externas que cumplir, dado que son ellos los mismos can, en el inconsciente, nadie cree verdaderamente que es mortal; este co­
los que fijan la norma. Lo que usan es la moda. nocimiento es negado, se trata de una escisión fetichista: “Sé muy bien que
soy mortal, pero aun así...”
242 Slavoj Zizek Otto Weininger.; o “La mujer no existe ” 243
dividido en dos especies, “ricos” y “pobres”: el género es “po­ Es por ello que se justifica plenamente el paralelo entre las
bres”, para quienes debemos agregar la differentia specìfica (el “fórmulas de la sexuación” de Lacan y las antinomias kantia­
dinero) con el fin de obtener su especie, los “ricos”. El psi­ nas de la razón pura: en Lacan, “masculino” o “femenino” no
coanálisis concibe la diferencia sexual de una manera bastan­ es un predicado que proporciona información positiva acerca
te homologa: “La mujer es el hombre castrado”. También en del sujeto, es decir, que designa algunas de sus propiedades
este caso, la proposición no puede invertirse en “El hombre fenomenológicas; antes bien, es un caso de lo que Kant con­
es la mujer con falo”. Sería erróneo, sin embargo, concluir cibe como una determinación puramente negativa que sólo
que el hombre qua masculino posee algún tipo de prioridad designa, registra, cierto límite -más precisamente, una moda­
ontologica. La paradoja propiamente hegeliana es que el lidad específica del fracaso del sujeto en su tentativa de iden­
“corte” de la diferencia especifica es constitutivo del género mismo. tidad que lo o la constituiría como objeto dentro de la
En otras palabras, la castración define el género del hombre; realidad fenoménica-. En este sentido, Lacan está lo más le­
la universalidad “neutra” del Hombre no marcado con la cas­ jos posible de la noción de diferencia sexual como relación de
tración ya es un índice de la renegación de la castración. dos polos opuestos que se suplementan y forman juntos el to­
El aporte de Lacan consiste en concebir la diferencia se­ do del Hombre: “masculino” y “femenino” no son las dos es­
xual en el nivel trascendental en el sentido kantiano del tér­ pecies del género Hombre sino más bien los dos modos del
mino, es decir, sin referencia a ningún contenido empírico fracaso del sujeto en lograr la identidad plena del Hombre.
“patológico”. Al mismo tiempo, su definición de la diferencia “Hombre” y “mujer” juntos no forman un Todo, dado que
sexual evita la trampa del “esencialismo” concibiendo la cada uno de ellosya es en sí mismo un Todofallido.
“esencia” de cada una de las dos posiciones sexuales como Debería estar claro ahora por qué la conceptualización de
una forma específica de inconsistencia, de antagonismo. La Lacan de la diferencia sexual evita la trampa de la infausta
“esencia de la mujer” no es una entidad positiva, sino una “lógica binaria”: en ella, “masculino” y “femenino” no están
impasse, un callejón sin salida que le impide “devenir mujer”. opuestos bajo la forma de una serie de predicados contrarios
En este sentido, Lacan simplemente sigue a Hegel, cuya res­ (activo/pasivo, causa/efecto, razón/sentimiento, etc.); antes
puesta al reproche del esencialismo habría sido que la esencia bien, “masculino” y “femenino” entrañan una modalidad di­
misma es una noción no esencialista -la “esencia de la esencia” ferente de la relación antagónica entre estos opuestos. El
reside en su inconsistencia, en su escisión intrínseca; o, como “hombre” no es una causa del efecto-mujer, sino una moda­
Derrida habría afirmado, la esencia misma puede afirmar su lidad específica de la relación entre causa y efecto (la sucesión
carácter “esencial” sólo recurriendo a las estrategias inconsis­ lineal de causas y efectos con un elemento único exceptuado,
tentes, como el argumexrto de Freud acerca del paraguas la Causa Ultima), en contraste con la “mujer”, que implica
prestado de su sueño sobre Irma (le devuelvo el paraguas en una modalidad diferente (un tipo de “interacción” compleja,
buen estado; ya estaba dañado cuando me lo prestó...). Un donde la causa funciona como efecto de sus propios efectos).
caso ejemplar de tal “desconstrucción” es proporcionado por Dentro del campo de los placeres sexuales propiamente di­
la crítica de Hegel a Kant en su Fenomenología del Espíritu-. chos, la economía masculina tiende a ser “ideológica”, cen­
Hegel demuestra que Kant, con el fin de afirmar su “forma­ trada en el orgasmo fálico qua placer par excellence, mientras
lismo ético”, se ve obligado a cumplir una serie de Verstelhm- que la economía femenina entraña una red dispersa de place­
gen “ilegítimas” (cambiar la significación de los conceptos res particulares que no están organizados en torno de un
clave en el medio de una deducción, etc.). principio central teleológico. Como resultado de ello, “mas­
244 Slavoj Zizek Otto Weininger.; o “La mujer no existe ” 245
culino” y “femenino” no son dos entidades sustanciales posi­ herente a su posición “oficial”: es la mujer, no el hombre, la
tivas, sino dos modalidades distintas de una única y misma que puede alcanzar el “más allá del Falo”. Weininger optó en
entidad: con el fin de “feminizar” un discurso masculino bas­ cambio por el suicidio -por este ejemplo único de represión
ta con cambiar -a veces, casi imperceptiblemente- su “tona­ exitosa, una represión sin el retomo de lo reprimido-. Por
lidad” específica. medio de su suicidio, Weininger confirmó dos cosas: que en
Es aquí donde los “construccionistas” foucaultianos y La- algún lugar “profundo en él”, en su inconsciente, lo sabía-, y,
can se separan: para los “construccionistas”, el sexo no es un simultáneamente, que este saber le era totalmente insoporta­
dado natural sino un bricolage, una unificación artificial de ble. La elección para él no era “vida o muerte”, ni “dinero o
prácticas discursivas heterogéneas; mientras que Lacan re­ muerte” sino más bien “saber o muerte”. El hecho de que la
chaza esta perspectiva sin volver a un sustancialismo inge­ muerte fuera el único posible escape para su saber demuestra
nuo. Para él, la diferencia sexual no es una construcción la incuestionable autenticidad de su posición subjetiva. En
discursiva, simbólica; antes bien, emerge en el punto mismo otras palabras, la insoportable tensión en la posición subjeti­
donde la simbolización fracasa: somos seres sexuados porque va de Weininger, ¿no atestigua la naturaleza histérica de su
la simbolización siempre se choca con su propia imposibili­ discurso? Por esta razón aún vale la pena leerlo.
dad inherente. Lo que está en juego no es que los seres “rea­
les”, “concretos”, nunca puedan corresponderse plenamente
con la construcción simbólica de “hombre” o de “mujer”: el
punto es, más bien, que esta construcción simbólica suple-
menta cierto atolladero fundamental. En síntesis, sifuera po­
sible simbolizar la diferencia sexual, no tendríamos dos sexos, sino
solamente uno. “Masculino” y “femenino” no son dos partes
complementarias del Todo, son los dos intentos (fallidos) de
simbolizar ese Todo.
El resultado de nuestra lectura de Weininger es, pues, una
paradójica aunque inevitable inversión del aparato ideológi­
co antifeminista abrazado por Weininger, de acuerdo con el
cual las mujeres están totalmente sometidas al goce fálico,
mientras que los hombres tienen acceso al campo desexuali-
zado de los objetivos éticos más allá del Falo: es el hombre
quien está totalmente sometido al Falo (dado que postular
una Excepción es el modo de mantener la dominación uni­
versal del Falo), mientras que la mujer, gracias a la incohe­
rencia de su deseo, alcanza el ámbito del “más allá del Falo”.
Sólo la mujer tiene acceso al goce (no fálico) del Otro.
El elemento traumático que Weininger se rehusó a reco­
nocer, aunque se sigue de su propia obra, es esta inversión in­
j
Toma de partido:
una autoentrevista

El diálogo que sigue es un juego en el cual yo mismo, ba­


jo la apariencia de un interrogador, trato de asumir el rol del
“gran Otro” lacaniano: me miro con los ojos del “saber co­
mún”, planteando todas las cuestiones que parecen preocu­
par a ese “saber” a propósito de la teoría íacaniana.

L a d e s t it u c ió n su b je t iv a
¿En qué consiste el impacto más elemental del psicoa7iálisis, de
la terapiapsicoanalítica, como experiencia subjetiva específica? Es
habitual sostener que elpsicoanálisis socava el narcisismo del sujeto,
pues le permite a éste experimentar su descentramiento, su depen­
dencia del Otro...
Todo esto se produce aun antes del psicoanálisis propia­
mente dicho, en los llamados encuentros preliminares. Esta
“corrección de la actitud subjetiva”, como la llama Lacan, es
doble: el sujeto tiene que reconocer una imposibilidad inhe­
rente en lo que se le aparece como obstáculo contingente, co­
mo resultado de circunstancias desafortunadas, y -la misma
operación al revés- reconocer el éxito en lo que parece su fra­
caso. Basta con recordar las figuras retóricas que abundan en
los textos teóricos: “Las restricciones del presente libro no
250 Slavoj Zizek Toma de partido: una autoentrevista 251
permiten una explicación más detallada...”, “Aquí sólo po­ los cínicos burócratas del partido se sintieron amenazados
demos delinear un esbozo de lo que debe ser completa­ por ella...
mente sustanciado en un desarrollo conceptual más
exhaustivo...”, etc. En todos estos casos, uno puede estar ¿No es esta pérdida narasista -o, más radicalmente, la “desti­
seguro de que la referencia a limitaciones externas, empíri­ tución subjetivauna versión sublime de la humillación extrema,
cas, es una excusa que oculta la imposibilidad esencial: la de la “desubjetivación”descripta por Orwell, entre otros, en 1984,
“explicación más detallada es a priori imposible -o, más cuyo caso ejemplar en “realidad” eran los procesos del estalinism.o?
precisamente, socavaría la tesis misma que se supone viene ¿No designa el cambio que fuerza al sujeto a renunciar al núcleo
a explicar-. Un caso ejemplar de tal posposición sintomáti­ interno de su dignidad?
ca son los títulos de los numerosos libros marxistas de la
década de 1960, que presentan el temor obsesivo de en­ ¿Por qué no? En un sentido muy preciso, las cosas son aun
frentar la “cosa en sí”: nunca directamente “Teoría de la peor en el psicoanálisis que en el estalinismo. Sí, tenemos que
ideología, sino siempre “Hacia una teoría de la ideología”, renunciar al tesoro secreto en nosotros mismos, al ágalma
“Elementos para una futura teoría de la ideología”, etc. que nos confiere nuestra más interna dignidad, todas esas co­
Con respecto al acto opuesto de reconocer el éxito en los sas tan queridas del personalismo; tenemos que experimentar
aparentes fracasos, en lugar de confiar en el ejemplo estándar la conversión de este tesoro en un “poco de mierda”, en pú­
de un lapsus en el cual el verdadero deseo del sujeto se mani­ tridos excrementos, e idenficarnos con eso. Sin embargo -y
fiesta, volvamos al ámbito político-ideológico. Oficialmente, es por ello que las cosas son peores en el psicoanálisis-, el
el objetivo de la “educación socialista” en la Europa oriental analizante tiene que cumplir esta conversión por sí mismo, sin
comunista era producir a un nuevo Hombre Socialista -ho­ la coartada de circunstancias monstruosas que puedan ser
nesto, dedicado al bienestar de la sociedad, capaz de sacrifi­ culpadas por ello.
car sus mezquinos intereses personales por el bien del futuro, La “destitución subjetiva” que entraña la posición del ana­
etc.-. Su resultado real, desde luego, fue un individuo cínico lista qua objeto a puede ser ilustrada por un relato del sur es­
que, mientras públicamente participaba en el ritual ideológi­ tadounidense anterior a la guerra civil. En los burdeles de
co oficial, mantenía su distancia interna, se mofaba de la im­ Nueva Orleans, el sirviente negro no era percibido como una
becilidad de la ideología socialista y confinaba su interés persona, de modo que la pareja blanca de la prostituta y su
verdadero a los placeres privados. Así, medida por sus objeti­ cliente no se sentía perturbada cuando el siervo entraba a la
vos proclamados, la “educación socialista” fue un fracaso la­ habitación para llevar las bebidas; simplemente seguían con
mentable. ¿Y si su verdadero objetivo fuera precisamente un la copulación, dado que la mirada del negro no contaba co­
cínico individuo despolitizado, dado que se adecúa a la per­ mo la mirada de otra persona. Y en un sentido, es lo mismo
fección a la reproducción de las relaciones de poder existen­ con el analista: nos deshacemos de toda nuestra vergüenza
tes? Mucho más peligroso que el cínico era alguien que cuando hablamos con él, somos capaces de confiarle los se­
ingenuamente creyera en el sistema y que, dado que estaba cretos más profundos de nuestros amores y odios, aunque
dispuesto a aceptar literalmente lo que éste decía, estaba a nuestra relación con él sea enteramente “impersonal”, caren­
medio camino de ser un disidente. Conozco personalmente a te de la intimidad de una verdadera amistad.
una mujer en la ex Yugoslavia que perdió su empleo en el Co­ Esta dialéctica de la intimidad es en general extremada­
mité Central debido a su sincera creencia en la autogestión: mente interesante: la verdadera intimidad sexual no es alean-
252 Slavoj Zizek Toma de partido: una autoentrevista 253
zada cuando, a la luz de la luna, mi pareja y yo nos rendimos ¿Có?no afecta esta “destitución subjetiva ”la posición del Amo?
a la pasión sensual; me expongo mucho más radicalmente a
mi pareja cuando develo la intimidad de mi goce a su mirada En uno de los recientes thrillers tipo “pesadilla empresa-
que mantiene una distancia respecto de mí. Vulgari eloquen- ría”, The Virtual Boss, una compañía está dirigida en realidad
tia, se necesita mucha más confianza en mi pareja cuando le (y sin que lo sepan sus empleados) por una computadora que
permito observarme durante la masturbación que cuando repentinamente “enloquece”, sale de control y comienza a
realizo el acto de copulación con él o ella. Quizá sea por ello implementar medidas contra los ejecutivos principales (insti­
que Brecht prefería el orgasmo no simultáneo: primero tú, ga conflictos entre ellos, da órdenes para que sean despedidos,
para que pueda observarte, y luego tu puedes observarme a etc.); finalmente, establece un complot mortal en contra de su
mí alcanzando mi clímax... Se necesita confianza, pues me ex­ propio programador... La “verdad” de este complot es que el
pongo al peligro de que a los ojos del que me observa repen­ Amo es, en cierto sentido, siempre virtual, una persona con­
tinamente parezca ridículo; para un observador indiferente, el tingente que llena un lugar predeterminado en la estructura,
acto sexual no puede sino parecer una repetición sin sentido mientras que el juego es en realidad dirigido por el “gran
de gestos mecánicos, acompañados por suspiros dolorosos. Otro” qua máquina simbólica impersonal. El Amo debe tomar
Para que el acto sexual parezca ridículo, basta con asumir una nota de esto a través de la experiencia de la “destitución sub­
distancia “formanesca” con él: estoy pensando en el procedi­ jetiva”: que él es por definición un impostor, un imbécil que
miento de “extrañamiento” aplicado por Milos Forman en percibe como el resultado de sus decisiones lo que en realidad
sus primeros filmes checos, procedimiento que se basa en la surge de la dirección automática de la máquina simbólica.
“malevolente neutralidad de la cámara”. Forman mismo evo­ Y en definitiva, lo mismo sucede con todos los sujetos: en
ca el cambio en nuestra recepción que se produce cuando, de su autobiografía, Althusser escribió que durante toda su vida
pronto, el sonido de un televisor falla debido a algún desper­ adulta lo persiguió la idea de que no existía, el temor de que
fecto mecánico: el apasionado discurso de un político o la otros se dieran cuenta de su no-existencia, es decir, del hecho
deslumbrante aria operística se convierten en un absurdo y de que era un impostor que sólo fingía existir. Su gran temor
cómico movimiento de manos... luego de la publicación de Para leer “El Capital”, por ejemplo,
Volvamos a la figura del analista. El analista también es era que algún crítico perspicaz revelara el hecho escandaloso
“impersonal”, pues es absolutamente responsable por los efectos de que el autor principal del libro no existía...
de sus palabras. Cuando el resultado de nuestra acción es el En cierto sentido, el psicoanálisis trata de esto: la cura psi-
opuesto a lo que teníamos en mente, nosotros, personas co­ coanalítica terminó efectivamente cuando el sujeto pierde su
munes, cada uno con nuestras limitaciones, tenemos dere­ temor y libremente asume su propia no existencia. Así pues, el
cho a decir: “¡Dios mío, no es esto lo que quería!”; el psicoanálisis es el exacto opuesto del solipsismo subjetivista:
analista, por el contrario, es alguien que nunca tiene permi­ a diferencia de la noción de que puedo estar absolutamente
tido refugiarse en decir “¡No es esto lo que tenía en men­ seguro sólo de las ideas de mi propia mente, mientras la exis­
te!”. Por tal razón, el discurso analítico -lazo social- es algo tencia de la realidad exterior a mí siempre es una inferencia
excepcional y sorprendente. Lo que tiene de inusual no es no conclusiva, el psicoanálisis afirma que la realidad exterior
que bien podría desaparecer; mucho más inusual es el hecho a mí existe definitivamente; el problema es, más bien, que yo
de que emerja. mismo no existo...
En este sentido, la “destitución subjetiva” está estrecha­
mente vinculada con otro motivo clave hegeliano-lacaniano,
254 Slavoj Zizek Toma de punido: una autoentrevista 255
el del “sacrificio del sacrificio”. En una de las historias maca­ Entonces ¿hay, en esta “destitución subjetiva” lacaniana, al
bras de Roald Dahl, una esposa cuyo marido murió joven le •menos un eco distante del renunciamiento al “vuelo leve de la sub­
dedica toda su vida a él asumiendo el rol de guardiana de su jetividad” -es decir, de la demanda de una completa auto-instru-
memoria, elevándolo a objeto perdido idealizado; veinte años mentalización- que el partido estalinista dirige al sujeto? Después
más tarde, sin embargo, descubre accidentalmente que justo de todo, la mayor parte de los lacanianos nucleados en tomo dejac-
antes de morir, su marido había tenido un apasionado affair ques-Alain Miller, al menos la primera generación de sus cama-
amoroso, y había intentado abandonarla... Este vacío en el radas, son ex maoístas...
cual la mujer se encuentra es la “pérdida de la pérdida” hege-
liana. Allí reside el interés de Bleu, la primera parte de la tri­ Uno debería reconocer abiertamente que gran parte de la
logía Tres colores, de Kieslowski, en la cual la esposa de un crítica a la supuesta naturaleza “totalitaria”, “estalinista”, de
famoso compositor (Juliette Binoche), traumatizada por la las comunidades lacanianas hace de ello un mundo proce­
pérdida de su esposo e hijo en un accidente automovilístico, diendo por alusión: sí, el “espíritu”, el principio estructurante,
descubre que su esposo tenía una amante a la que amaba y que se expresaba distorsionadamente en el partido estalinis­
que ahora, después de su muerte, está esperando un hijo de ta, encontró su propia forma en la comunidad de analistas la­
' él; la belleza ética del filme reside en el hecho de que la espo­ canianos, en el reverso del travail du transferí, el trabajo de la
sa, con este descubrimiento inesperado, no se enfurece con­ transferencia que se produce durante una cura psicoanalítica,
tra la amante, sino que se reconcilia con ella, en cierto modo, en el transferí du travail, la “transferencia del trabajo” qua ex-
e incluso se regocija ante la perspectiva del último hijo de su ternalización absoluta del resultado del autoanálisis del ana­
marido... lizante en el “materna”, en una formulación teórica que es
Por otra parte, Bleu también es interesante por un rasgo liberada de la última sombra de la “iniciación” y, como tal,
formal notable: el uso poco común del fundido. El uso están­ completamente transparente para la comunidad de analistas.
dar del fundido es marcar el pasaje de una secuencia (conti­ En este sentido, el pase equivale a la disolución de la transfe­
nuidad espacio-temporal) a otra. En Bleu, sin embargo, uno rencia. Mientras está en la transferencia, el analizante reco­
pasa de una secuencia a la siguiente a través de un corte di­ noce en cada enunciado o gesto del analista un de te fabula
recto; en medio de una conversación continua, la toma del narratur: “él está realmente hablando de mí, están apuntan­
hablante se funde de pronto, y el siguiente fundido nos lleva do a mi ágalma, el secreto inefable de mi ser”. La cura analí­
a una continuación de la misma toma. Estamos aquí ante al­ tica alcanza su conclusión cuando el analizante es capaz de
go que se parece a la práctica lacaniana del final variable de la formular el resultado de su análisis en un materna que ya no
sesión psicoanalítica: el gesto del analista de señalar que la se­ “habla de él”, sino que es, en un sentido radical, imperso­
sión terminó, como el fundido de Kieslowski, no sigue una nal. En ello reside la apuesta del pase: conferir al núcleo
lógica externamente impuesta (los cincuenta minutos prees­ más íntimo de nuestro ser la forma de una anónima fórmu­
tablecidos), puede cortarse de pronto en medio de la escena la “sin sentido” en la cual no resuene ninguna subjetividad
y así actuar como gesto interpretativo sui generis, resaltando única.
un elemento especialmente significante en el flujo discursivo La elección aquí es inevitable; es decir, ¿qué sucede luego
del analizante (o, en Kieslowski, en el discurso de una perso­ del pase, cuando el psicoanálisis ha terminado? Por un lado,
na en la pantalla). está la elección “oscurantista”: el pase es una experiencia ín­
tima, un momento extático de autenticidad que sólo puede
256 Slavoj Zizek Toma de panido: una autoentrevista 251

transmitirse de persona a persona en un acto iniciático de WITTGENSTEIN: Puedo entender perfectamente por qué los niños
adoran la arena.1
comunicación. Por otro, está la elección “estalinista”: el
pase como acto de externalización total a través del cual re­ Comentarios comunes, completamente cotidianos y, sin
nuncio indeclinablemente al precioso núcleo inefable en embargo, el modo como están citados nos lleva a buscar en
mí que me hace un ser único, y me abandono sin reservas a ellos alguna profundidad insospechada... Es decir, ¿se moles­
la comunidad analítica. Esta homología entre el analista la- taría alguien en escribirlos si estuvieran hechos por un tío se­
caniano y el comunista estalinista puede desplegarse aún nil? Esta relación transferencia! es lo que la comunidad de
más: por ejemplo, el analista lacaniano, como el comunista analistas lacanianos evita a través de su “infalibilidad”: esta
estalinista, es, en cierto sentido, “infalible”; a diferencia de comunidad no está fundada en un conocimiento supuesto-, es
las personas comunes, no “vive en el error”, el error (la ilu­ simplemente una comunidad de aquellos que saben.
sión ideológica) no es un constituyente inherente de su dis­ En síntesis: es la “destitución subjetiva”, la externalización
curso. Así, cuando está empíricamente “equivocado”, las completa del sujeto, lo que vuelve superfluo al Amo: un Amo
causas.son puramente externas: “fatiga”, “sobrecarga ner­ es un Amo sólo en la medida en que yo, su sujeto,2 no estoy
viosa”, etc. Lo que necesita no es una iluminación teórica completamente externalizado; sólo en la medida en que con­
de su error, sino simplemente “hacer un descanso” y resta­ tenga el ágalma en algún lugar profundo de mí, el tesoro se­
blecer su salud... creto que explica el carácter único de mi personalidad -un
Esta “infalibilidad” del analista lacaniano, ¿no implica que el Amo se convierte en Amo cuando me reconoce en mi carác­
discurso lacaniano esté totalmente dominado, impregnado, por el ter único-. La ilusión constitutiva del discurso religioso, por
significante amo? ejemplo, es que Dios se dirige a cada individuo por su nom­
bre: sé que Dios me tiene presente...
Muy por el contrario: por paradójico que pueda parecer,
implica que la comunidad psicoanalítica es la única comuni­ ¿P o r q u é l a c u l t u r a p o p u l a r ?
dad capaz de prescindir del significante amo. ¿Qué es el sig­
nificante amo, estrictamente hablando? El significante de la Los dos leitmotiv de su enfoque de Lacan son ya discernibles
transferencia. Su caso ejemplar ocurre cuando, mientras se en lo que ha dicho. El primero es que usted no oculta la incohe­
lee un texto o se escucha a una persona, asumimos que cada rencia de Lacan: siempre parece estar al acecho de cambios inespe­
oración guarda algún significado profundo escondido; y dado rados de la posición lacaniana. Su Lacan es un teórico
que lo asumimos de antemano, generalmente también lo en­ comprometido en una polémica continua contra sí mismo, sus pro­
contramos. 'Tomemos el siguiente fragmento de las memorias pios enunciados previos...
de Wittgenstein, de M. O’C. Drury:
El día siguiente estuvo templado y soleado; caminamos por 1. M. O ’C. Drury, “Conversations with Wittgenstein”, Rush Rhees
la colina hasta la playa de Tully. (ed.) en Recollections of Wittgenstein, Oxford, Oxford University Press, 1984,
WITTGENSTEIN: Los colores del paisaje son maravillosos. ¿Por p. 125.
qué aun la superficie del camino está coloreada? 2. En inglés, la palabra subject -que aquí se traduce como sujeto- signi­
Cuando llegamos a la playa, caminamos a lo largo de la costa. fica tanto “sujeto” cómo “súbdito” [N. de la T.].
258 Slavoj Zizek Toma de partido: una autoentrevista 259
Es cierto, la presuposición fundamental de mi enfoque de presenta aquí el gran Otro, todavía no el “otro”, el objeto a,
Lacan es la extrema incongruencia de una lectura “sincróni­ el cuerpo extraño, la mancha, dentro del orden simbólico.
ca” de sus textos y seminarios: el único modo de comprender La tensión interna del Seminario VII sobre la ética del
a Lacan es enfocar su obra como una obra en proceso, como psicoanálisis concierne a la relación entre deseo y ley. Por
una sucesión de intentos de asir el mismo núcleo traumático otra parte, tenemos la noción “paulina” de la relación anta­
persistente. Los cambios en la obra de Lacan se vuelven ma­ gónica o “transgresiva” entre la Ley y el deseo: mediante una
nifiestos en el momento en que uno se concentra en sus referencia a San Pablo, Lacan afirma que un objeto se con­
grandes tesis negativas: “No hay Otro del Otro”, “El deseo vierte en el objeto del deseo sólo en la medida en que está
del analista no es un deseo puro”... Cuando uno encuentra prohibido (no hay deseo incestuoso previo a la prohibición
estas tesis debe siempre plantear la simple pregunta: ¿quién del incesto, etc.); el deseo mismo requiere la Ley, su prohibi­
es el idiota que afirma que hay otro del Otro, que el deseo ción, como el obstáculo a ser transgredido. En un nivel más
del analista erun deseo puro, etc.? Desde luego, hay una profundo, sin embargo, está la noción mucho más radical de
única respuesta: Lacan mismo, un par de años atrás. La única una identidad directa del deseo y la Ley, la afirmación de que
manera de abordarlo es, por tanto, leer a “Lacan contra La- la Ley moral kantiana es el deseo en su estado puro. En am­
can” (el título del seminario Jacques-Alain Miller de 1993- bos casos nos encontramos “más allá del principio del pla­
1994). cer”, en el ámbito de una pulsión que persiste y se abre
A propósito de la primera tesis, “No hay Otro del Otro”, camino sin tener en cuenta el bienestar del sujeto.
por ejemplo, habría que recordar que aparece más bien tar­ En ello reside la idea de Lacan de “Kant con Sade”: la afir­
díamente en la obra de Lacan, al comienzo de la década de mación de Sade de un deseo ilimitado entraña un imperativo
1960, como correlato de la noción del Otro incoherente: que cumple plenamente los rigurosos criterios kantianos pa­
“No hay Otro del Otro”, dado que el gran Otro, el orden ra un acto ético. Es así como Lacan subvierte la oposición y
simbólico, carece de un significante definitivo que garantice proporciona el eje de toda la historia del psicoanálisis: o bien
su coherencia. En franco contraste, la tesis fundamental del la aceptación resignada-conservadora de la Ley/Prohibición,
Seminario III sobre las psicosis (1954-1955) es precisamente de la renuncia, de la “represión” como el sine qua non de la ci­
que hay otro del Otro, es decir, el nombre-del-padre qua sig­ vilización; o bien el esfuerzo por “liberar” las pulsiones de las
nificante central que garantiza la coherencia del campo sim­ restricciones de la Ley. Hay una ley que, lejos de oponerse al
bólico. Y lo mismo sucede con la tesis de que “el deseo del deseo, es la Ley del deseo mismo, el imperativo que soporta
analista no es un deseo puro”, desde la última página del Se­ el deseo, que le dice al sujeto que no renuncie a su deseo: la
minario XI sobre los cuatro conceptos fundamentales: su te­ única culpa que esta ley reconoce es la traición del deseo.
sis discute implícitamente el Seminario VII sobre la ética del Otro cambio crucial en las preocupaciones docentes de
psicoanálisis, en el cual el deseo de Antígona está determina­ Lacan se refiere a la relación entre el inconsciente y el len­
do precisamente como deseo puro, como un deseo purifica­ guaje. Uno de los topoi clásicos de las décadas de 1950 y 1960
do de todo contenido imaginario “patológico”, como un es el “ga parle”, ello habla: el inconsciente está “estructurado
deseo cuyo único ímpetu es el corte del significante [coupure]. como un lenguaje”, los procedimientos del trabajo del sueño
En consecuencia, el deseo del analista está también determi­ (condensación, desplazamiento) corresponden a la metáfora
nado como deseo puramente simbólico (la pureza es, por su y la metonimia en tanto figuras retóricas fundamentales. Es
naturaleza misma, siempre simbólica); es decir, el analista re­ profundamente significativo, sin embargo, que Lacan nunca
260 Slavo] Zizek Toma de partido: una autoentrevista 261
desarrolle esta homología en detalle; todo lo que tenemos es sible no sólo para mis lectores sino también para mí mismo:
la habitual afirmación inespecífica de que estamos ante un el idiota para quien intento formular un punto teórico tan
hecho que es obvio para todo aquel que se acerque al proble­ claramente como sea posible es, en última instancia, yo mis­
ma con una mente abierta, acompañado por una vaga refe­ mo. Para mí, un ejemplo de la cultura popular tiene el mis­
rencia al ejemplo de Signorelli... mo rol funcional que los dos passeurs en el procedimiento
En el Seminario XX (Aun), Lacan cambia radicalmente su lacaniano de la passe: en la cura psieoanalítica, puede afirmar
posición (probablemente bajo la influencia de Discursofigura, efectivamente que he ganado el acceso a la verdad acerca de
de Lyotard); en lalangue (“Mengua”), “ello” no habla, “ello” mi deseo sólo cuando soy capaz de formular su verdad de tal
goza: en el desciframiento psicoanalítico de las formaciones modo que cuando lo paso a los dos passeurs -dos idiotas, dos
del inconsciente, no estamos ante una interpretación que hombre promedio que representan la imbecilidad esencial
apunta a alcanzar el significado oculto, sino ante el desplie­ del gran Otro-, ellos a su vez son capaces de transmitirlo al
gue de las cifras del goce. La fórmula del Hombre de las Ra­ comité de la passe sin perder ningún elemento del mensaje. De
tas, “Gleisamen”, por ejemplo, proporciona claramente la manera homologa, estoy convencido de mi propia compren­
matriz de su goce en relación con su Dama. Lalangue opera sión de un concepto lacaniano sólo cuando puedo traducirlo
no en el nivel de una estructura significante diferencial, sino satisfactoriamente a la imbecilidad inherente a la cultura po­
en el nivel de los juegos de palabras, las homonimias, etc.; es pular. En ello -en esta plena aceptación de la externalización
por ello que Lacan está al acecho de nuevos términos que di­ en un medio imbécil, en este rechazo radical de todo secre­
ferenciarían lalangue del orden del significante: su inesperada to iniciático- reside la ética de encontrar una palabra ade­
reafirmación del “signo”, su uso de “letra”, opuesto a “signi­ cuada.
ficante”... Tomemos la noción kantiana de juicio infinito; cuánto
Entre paréntesis, no deberíamos confundir goce con placer. más iluminador que una pura exposición conceptual es una
Si su oposición no parece clara, basta con recordar la diferen­ simple referencia a la escena de El ciudadano, en la cual Kane
cia entre la actitud protestante y la católica frente al adulterio. responde el reproche de que incita a las clases bajas a la de­
En los países católicos, el adulterio -en la medida en que per­ sobediencia y despierta sus bajas pasiones, afirmando que él
manece oculto a los ojos públicos- proporciona placer sin cul­ meramente habla por ellos y articula sus quejas, a lo cual aña­
pa; el único problema es guardar el secreto, dado que “ojos que de, significativamente: “Tengo los medios y la riqueza para
no ven, corazón que no siente”. En los países protestantes, por hablar por ellos. Si no lo hago, ¡entonces alguien sin medios ni
el contrario, los adúlteros se sienten terriblemente culpables; riqueza lo hará!”. En resumen, la negación determinante ha­
experimentan su acto como una monstruosidad que amenaza bría sido: “Si no lo hiciera, ellos no tendrían a nadie que ha­
con romper el equilibrio del orden natural, y este sentimiento blara por ellos y articulara sus quejas”, mientras que la
de culpa aumenta su goce inmensamente... negación infinita niega la presuposición muy común del jui­
cio positivo y negativo -que uno tiene que tener los medios
El segundo leitmotiv de su enfoque de Lacan es su obsesión por adecuados y riqueza si ha de hablar por los desposeídos-; así,
proporcionar ejemplos del ámbito de la cultura popular... la negación infinita anuncia el siniestro espectro de la revo­
lución... O tomemos la otra noción kantiana crucial, la del
Recurro a esos ejemplos sobre todo con el fin de evitar la Mal radical; ¿no nos da acaso la clave de Macbeth? Es decir, el
jerga pseudo-lacaniana, y para alcanzar la mayor claridad po­ enigma principal de Macbeth es el vacío motivacional de su
262 Slavoj Zizek Toma de partido: una autoentrevista 263
personaje principal: ¿por qué Macbeth realiza el terrible acto bargo, es en vano buscar la respuesta al enigma de por qué
del regicidio, aunque carece de la motivación psicológica fue precisamente el epiléptico Dostoievski quien devino tan
apropiada? En el comienzo de este siglo, A.C. Bradley resol­ grande artista únicamente en la psique de Dostoievski; esta
vió este misterio cuando observó que Macbeth comete su cri­ respuesta debe ser encontrada “afuera”, en la red simbólica
men como si fuera “un deber espantoso”.3 radicalmente no psicológica que formó el espacio de inscrip­
ción de su actividad. Esta red decidió que el modo de Dos­
Uno de los prejuicios comunes acerca de la teoría y los ejemplos toievski de articular sus traumas psíquicos funcionaran como
de arte elevado o de la cultura popular es que demasiado conoci­ gran arte; es fácil imaginar cómo, en un espacio simbólico
miento daña de algún modo nuestro goce. Si vamos a ver un filme distinto, este mismo Dostoievski habría sido considerado un
con un bagaje excesivo de preconceptos teóricos sobre lo que vamos a tonto y confuso escritor menor.
ver, ¿no se arruina nuestro goce espontáneo del espectáculo?
El argumento más persuasivo contra este prejuicio es pro­ E l fa n ta sm a y e l o b je t o a
visto por el modo en que nos relacionamos con el film noir o
con las películas de Hitchcock: este goce nostálgico está De acuerdo, tenemos que renunciar alfetiche del tesoro oculto res­
siempre mediado teóricamente. Hoy, sólo la teoría puede en­ ponsable de mi carácter único, y aceptar la extemalización radical en
señarnos a gozar de ellos; si nos acercamos directamente, nos el medio simbólico. Sin embargo, ¿no halla el carácter único de mi
impresionan como ingenuos, ridículos, “intragables”... personalidad una salida en el fantasma, en mi modo absolutamente
particular, no universalizable, deponer en escena el deseo...?
Otro reproche gastado se refiere a la supuesta incapacidad de la
interpretación psicoanalíticapara explicar la especificidad de las obras Sí, pero ¿el deseo de quién? No el mío. Lo que encontra­
de arte: “Aun si Dostoievski era realmente un epiléptico con un com­ mos en el núcleo mismo del fantasma es la relación con el de­
plejo sin resolver con la autoridad paterna, no todo epiléptico con un seo del Otro, con la opacidad de éste: el deseo puesto en escena
complejo sin resolver con la autoridad paterna fue Dostoievski”... en elfantasma no es el mío, sino el deseo del Otro. El fantasma es
el modo que tiene el sujeto de responder a la pregunta sobre
Es un poco extraño considerar este lugar común como un qué objeto es él mismo a los ojos del Otro, para el deseo del
reproche contra Lacan, dado que, a propósito del amor cor­ Otro; es decir, ¿qué ve el Otro en él, qué rol desempeña en el
tés y la poesía trovadoresca, Lacan dice exactamente lo mis­ deseo del Otro? Un niño, por ejemplo, se esfuerza por resol­
mo: lo crucial es recordar que, en la época de los trovadores, ver, por medio de su fantasma, el enigma del rol que desem­
el sujeto tenía a su disposición el medio de la poesía y el amor peña como punto medio de las interacciones entre su madre
cortés como institución social por medio de la cual era capaz y su padre, el enigma de cómo madre y padre libran sus ba­
de articular, simbolizar, su relación traumática con la Dama tallas y saldan sus cuentas a través de él. En resumen, el fan­
qua la Cosa. Es cierto, no todo epiléptico con un complejo tasma es la prueba más evidente de que el deseo del sujeto es
sin resolver con la autoridad paterna es Dostoievski; sin em­ el deseo del Otro. Es en este nivel donde tenemos que ubicar
la versión del neurótico obsesivo del Cogito ergo sum: “Lo que
3. A. C. Bradley, Shakespearean Tragedy, Londres, St. Martin’s Press, yo pienso que soy, es decir, lo que soy a mis propios ojos, pa­
1985, p. 358. ra mí mismo, también lo soy para el Otro, en el discurso del
264 Slavoj Zizek Toma de partido: una autoentrevista 265
Otro, en mi identidad sociosimbólica, intersubjetiva”.4 El mático de su ser, con algo que el sujeto nunca es capaz de re­
neurótico obsesivo apunta al control completo sobre lo que conocer plenamente, de integrar en su universo simbólico. El
es para el Otro: quiere impedir, por medio de rituales com­ develamiento público de su núcleo fantasmático entraña una
pulsivos, que el deseo del Otro emerja en su heterogeneidad insoportable vergüenza que lleva al sujeto a la afánisis, a la
radical, inconmensurable respecto de lo que él piensa que es. desaparición.
El elemento clave de la neurosis obsesiva es la convicción
de que el nudo de la realidad es mantenido sólo a través de la El objeto delfantasma es elfamoso objeto a...
actividad cumpulsiva del sujeto: si el ritual obsesivo no es rea­
lizado adecuadamente, la realidad se desintegrará. Encontra­ Nunca deberíamos olvidar que el objeto a emerge para re­
mos esta economía entre los antiguos incas, que creían que su solver la dificultad del sujeto de encontrar sostén en el gran
negligencia al efectuar sacrificios humanos provocaría una Otro (el orden simbólico). La primera solución, desde luego,
perturbación en el circuito natural (el sol no volvería a salir, es: en un significante, es decir, identificándose con un signi­
etc.); y en la madre solícita, pilar de la familia, convencida de ficante en el gran Otro, un significante que luego represente
que, después de su muerte, la vida familiar se desintegrará. para él los demás signficantes. Sin embargo, en la medida en
(La “catástrofe” que están tratando de evitar no es, desde lue­ que el gran Otro es en sí mismo incoherente, no-todo, y es­
go, sino la emergencia del deseo.) Escapamos de la economía tá estructurado en torno de una falta, una falla constitutiva,
obsesiva en el momento en que somos conscientes de que se abre una nueva posibilidad para el sujeto: encontrar un ni­
eppur si innove-, no todo depende de mí, la vida continúa aun cho en el Otro mediante la identificación con este vacío en el
si no hago nada... En este sentido, el neurótico obsesivo es el medio, con el punto en el cual el Otro falla. Y el objeto a po-
opuesto mismo del histérico: cree que todo depende de él, no sitiviza, da cuerpo, a este vacío en el gran Otro: encontramos
puede aceptar el hecho de que su desaparición no cambiará el objeto donde la palabra falla.
mucho el curso normal de las cosas. El histérico, por su par­ El concepto de Lacan del objeto a invierte entonces la no­
te, se percibe a sí mismo como observador neutral, víctima de ción estándar del orden simbólico (el significante) como ins­
circunstancias desafortunadas que son independientes de su tancia que media, se interpone, entre el sujeto y la realidad de
voluntad; lo que no puede aceptar es el hecho de que las cir­ los objetos: para Lacan, el sujeto y el Otro se superponen en
cunstancias de las que es víctima puedan reproducirse sólo a el objeto (o, para decirlo en los términos de la teoría de los
través de su participación activa. conjuntos: el objeto es la intersección de S y el gran Otro).
Volviendo a la noción de fantasma: lo primero es desha­ El “objeto” da cuerpo al vacío que es el sujeto qua S, y al va­
cerse de la noción simplificada de fantasma como imagen cío que se abre en medio del gran Otro. También en este ca­
idealizada que esconde la horrenda realidad subyacente -el so estamos ante la topología de espacio “curvo”, en el cual el
“fantasma corporativo de una sociedad armoniosa, libre de interior coincide con el exterior: la identificación con el ob­
antagonismos”, por ejemplo-. El “fantasma fundamental” es, jeto no es externa a lo simbólico, es una identificación con el
por el contrario, una entidad extremadamente traumática: ar­ núcleo ex-timado de lo simbólico mismo, con aquello que es
ticula la relación del sujeto con el goce, con el núcleo trau­ en lo simbólico más que simbólico, con el vacío que está en
su propio corazón.
4. Véase Stuart Schneiderman, The RatMan, Nueva York, NYU Press, Lo primero que habría que recordar a propósito del obje­
1986, p. 115. to a es que, como suele ocurrir con las categorías de Lacan,
266 Slavoj Zizek Toma de panido: una autoentrevista 261
estamos ante un concepto que se comprende a sí mismo y tam­ estadio anal reside precisamente en cómo habremos de des­
bién a su opuesto y/o su simulación. El objeto a es simultánea­ hacernos de ese resto. Por esa razón, la tesis de Lacan de que
mente la pura falta, el vacío en tomo del cual gira el deseo y el animal deviene humano en el momento en que enfrenta el
que, como tal, causa el deseo, y el elemento imaginario que problema de qué hacer con sus excrementos debe ser toma­
oculta este vacío y lo vuelve invisible mediante su llenado. do seriamente y en sentido literal: para que este plus plantee
Desde luego, el punto es que no hay falta sin el elemento de un problema, el cuerpo ya debe haber sido atrapado en la red
llenado: el relleno sostiene aquello que disimula. simbólica.
Más que un puro “esto”, un objeto sin propiedades, a es No menos crucial es evitar confundir el objeto a con un
un haz de propiedades que carece de existencia. En un bri­ objeto material ordinario. Aun a fines de la década de 1950,
llante ensayo, Stephen Jay Gould -un biólogo lacaniano, si es Lacan distinguía entre el cuerpo común y el cuerpo sublime,
que algo así existe- extrapola ad absw'dum la tendencia a lar­ distinción que, quizá, sea ejemplificada de la mejor manera
go plazo en la relación entre precio y cantidad de las barras por la posición subjetiva de una monja. Una monja rechaza
de chocolate Hershey. Por algún tiempo el precio sigue sien­ radicalmente el estatuto de objeto sexual para otro ser huma­
do el mismo, mientras la cantidad disminuye gradualmente; no; este rechazo, sin embargo, afecta únicamente su cuerpo
luego, de pronto, el precio aumenta y, con él, la cantidad, común, material, mientras le permite ofrecer tanto más apa­
aunque la nueva cantidad es todavía menor que la que había­ sionadamente su cuerpo sublime, aquél que es “en ella más
mos obtenido con el aumento previo... La cantidad de la ba­ que ella misma”, a Dios qua Otro absoluto.
rra de chocolate en un lapso de tiempo sigue un zigzag: También habría que tomar en cuenta el estatuto intersub­
disminuye gradualmente, luego aumenta súbitamente, luego jetivo radical del objeto a\ el objeto a es algo “en mí más que
vuelve a disminuir, y así sucesivamente, con la tendencia a yo mismo” que los otros ven en mí. En El secreto detrás de la
largo plazo a la disminución. Extrapolando esta tendencia al puena (Secret Beyond the Door), de Fritz Lang, así es como
extremo sin sentido, podemos calcular no sólo el momento Joan Bennett describe su traumática experiencia de la mirada
exacto en que la cantidad llegará a cero -es decir, cuando ob­ de Michael Redgrave: “Repentinamente, sentí que alguien
tengamos un vacío primorosamente envuelto-, sino también me estaba observando... Sentí ojos que me tocaban como de­
cuánto costará ese vacío. Este vacío -que, sin embargo, está dos. Había una corriente fluyendo entre nosotros. Caliente y
primorosamente envuelto y tiene un precio definido- es una suave. Y también atemorizadora. Porque él veía detrás de mi
metáfora casi perfecta del objeto a lacaniano. maquillaje lo que ningún otro había visto nunca. Algo que yo
En este sentido, el objeto a es un objeto anal. En la teoría no sabía que estaba allí”. Ella no lo sabía, y era capaz de dis­
lacaniana, uno habitualmente concibe el objeto anal como cernirlo sólo a través de la mediación de la mirada del otro.
elemento significante: lo que importa efectivamente es el rol
de la mierda en la economía intersubjetiva -¿funciona como El objeto hitchcockiano, ¿no es el ejemplo definitivo del objeto a?
prueba para el Otro del autocontrol y la disciplina del niño,
de su cumplimiento de la demanda del Otro, como un rega­ ... que se encuentra no sólo en Hitchcock, sino también
lo para el Otro...? Sin embargo, antes de este estatuto simbó­ donde no esperaríamos encontrarlo, por ejemplo, en Jurassic
lico de regalo, el excremento es el objeto a en el sentido de Park. Este filme fue considerado por la mayoría de los críti­
un plus no simbolizable que resta luego de que el cuerpo es cos como un tecno-espectáculo cuyo único interés reside en
simbolizado, inscripto en la red simbólica: el problema del los efectos especiales, mientras las relaciones intersubjetivas
268 Slavo] Zizek Toma de partido: una autoentrevista 269
entre los personajes son completamente chatas y poco desa­ En términos de su economía simbólica intersubjetiva, el fil­
rrolladas. Sin embargo, ¿es así? ¿Y si, también en este caso, el me ha terminado; todo lo que sigue es la mezcla de fragmen­
mal residiera en la mirada misma que percibe el mal, es de­ tos de diferentes géneros que carecen de todo impacto
cir,, y si la crítica zjurassic Park en tanto tecno-kitsch expresa­ libidinal coherente.
ra no tanto la calidad del filme como la limitación de la Tampoco es difícil establecer el lazo con otros filmes de
propia mirada crítica? Spielberg, dado que la mayoría de ellos, desde El imperio del
El primer rasgo que debería llamar nuestra atención es el sol (Empire ofthe Sun) hasta La lista de Schmdler (Schindler’s
inusual carácter estático del film: la acción pronto “queda pe­ list), están centrados en el trauma de la paternidad. ET, por
gada” a un lugar con repetidos ataques de dinosaurios. Si Ju- ejemplo: ¿qué es ET mismo sino un tipo de “mediador eva­
rassic Park es un espectáculo, entonces, representa la paradoja nescente” que permite a la familia sin padre reconstituirse en
de un espectáculo de cámara. Es decir, mi tesis es que Jurassic familia completa (ET aparece en una familia abandonada por
Park es un drama de cámara acerca del trauma de la paterni­ el padre, que huyó a México; al final del filme, el científico
dad, al estilo del primer Antonioni o de Bergman. Esta di­ “bueno” asume claramente el rol del futuro padre: ya tiene el
mensión se vuelve visible apenas dirigimos nuestra atención brazo alrededor de los hombros de la madre...)?
al objeto hitchcockiano del filme: el pequeño hueso de dino­
saurio utilizado por Sam Neill en la primera escena para for­ ¿En qué difiere el objeto a de la Cosa primordial?
talecer su posición contra el chico que está acosándolo a
preguntas. Este hueso, en su rol de objeto hitchcockiano (no Tal vez la mejor manera de distinguirlos sea a través de la
está en la novela de Crichton; fue agregado por Spielberg), referencia a la distinción filosófica entre los niveles ontològi­
condensa el trauma de la paternidad de Neill, su rechazo a co y óntico. El estatuto de la Cosa es puramente óntico; re­
asumir la función paterna. ¿Y qué es lo que atacan los dino­ presenta un exceso irreductible de lo óntico que elude la
saurios, sino este mismo objeto, convertido en un monstruo Lichtung, la claridad ontològica dentro de la cual aparecen las
resucitado que materializa el superyó paterno, es decir, la fu­ entidades: la Cosa es la paradoja de una X óntica en la medi­
ria destructiva del padre dirigida a sus hijos (análoga a Los pá­ da en que no es aún una entidad “intra-mundana”, que apa­
jaros, de Hitchcock, donde los pájaros materializan el superyó rece dentro del horizonte trascendental-ontológico. Por el
materno)? contrario, el estatuto de a es puramente ontològico; es decir,
Por esa razón, la otra escena clave del filme sucede cuan­ a como objeto fantasma es una forma vacía, un marco que de­
do, luego de la lucha contra el mal, los dinosaurios carnívo­ termina el estatuto de las entidades positivas. (Así es como
ros, Neill y los dos niños se refugian en un gran árbol. Allí, debemos interpretar la afirmación de Lacan según la cual el
en las seguras ramas, Neill se reconcilia con ellos y acepta su fantasma es el soporte definitivo de nuestro “sentido de la
paternidad, su rol simbólico de padre; su conversión está se­ realidad”.) En esto reside el enigma de la relación entre la
ñalada por el hecho de que una vez que los tres se han dor­ Cosa y a: ¿cómo puede el plus de lo óntico respecto de su ho­
mido, el huesito, el objeto del mal, cae de su bolsillo al suelo, rizonte ontològico convertirse en el plus de lo ontològico?
y se pierde de su vista. No debe sorprender, entonces, que a ¿Cómo puede la plenitud de lo real convertirse en una pura
la mañana siguiente, la atmósfera adquiera milagrosamente falta, en un objeto que coincide con su propia ausencia y, co­
una maravillosa paz: los dinosaurios que se aproximan ahora mo tal, mantiene abierto el espacio dentro del cual las enti­
son buenos, herbívoros, dado que ha cesado la furia paterna. dades ónticas pueden emerger?
270 Slavoj Zizek Toma de partido: una autoentrevista 271
P sic o a n á l isis , m a r x is m o , f il o s o f ía el psicoanálisis). Antes bien, la “topicalidad” se refiere al ca­
rácter tópico del “'pensamiento mismo la teoría siempre es par­
Hemos llegado ahora al tema de lafilosofía. La primera impre­ te de la coyuntura en la cual interviene. El “objeto” del
sión que provoca su obra es que se esfuerza por resucitar elfreudo- marxismo es la sociedad; sin embargo, la “lucha de clases en
marxism.o, una empresa claramente fuera de moda, superada... la teoría” significa que el tema fundamental del marxismo es
la “fuerza material de las ideas”, es decir, el modo como el
El lazo que conecta el marxismo con el psicoanálisis está marxismo qua teoría revolucionaria transforma su objeto
suficientemente justificado por el paralelo entre el movi­ (provoca la emergencia del sujeto revolucionario, etc.). Esto
miento político marxista y el movimiento psicoanalítico. En es análogo del psicoanálisis, que tampoco es simplemente
ambos casos estamos ante la paradoja de un saber ilustrado una teoría de su “objeto” (el inconsciente), sino una teoría
no tradicional, fundado en la relación transferencial con la cuyo modo intrínseco de existencia entraña la transformación
insuperable figura del fundador (Marx, Freud): el conoci­ de su objeto (a través de la interpretación en la cura psicoa-
miento no progresa a través de refutaciones y reformulacio­ nalítica).
nes graduales de las. hipótesis iniciales, sino a través de una Ambas teorías están, por ende, completamente justificadas
serie de “retornos a... (Marx, Freud)”. En ambos casos, esta­ cuando les contestan a sus críticos con lo que una mirada ex­
mos ante un campo del saber que es intrínsecamente antagóni­ terna percibe erróneamente como una petitio principa: la opo­
co-. los errores no son simplemente externos al conocimiento sición al marxismo no es una simple refutación de una teoría
verdadero, no son algo de lo que podemos liberarnos una vez errónea que hace uso de las herramientas neutras de la argu­
que alcanzamos la verdad y, como tales, son de un interés pu­ mentación racional, sino que es en sí misma parte de la lu­
ramente histórico, es decir, irrelevantes para el estado actual cha de clases, y expresa la resistencia de la ideología dominante
del saber (como es el caso en la física, la biología, etc.). En el al movimiento revolucionario, como la resistencia al psicoaná­
marxismo, como en el psicoanálisis, la verdad emerge literal­ lisis, que participa en los mecanismos de la represión...
mente a través del error; es por ello que en ambos casos la lu­ En resumen, una teoría “tópica” reconoce completamen­
cha con el “revisionismo” es una parte inherente de la teoría te el cortocircuito entre el marco teórico y un elemento in­
misma. La “estructura” entera de la relación entre el campo terno de ese marco: la teoría misma es un momento de la
de saber y la subjetividad del “científico” implicado en él di­ totalidad que es su “objeto”. Por esta razón, el marxismo y el
fiere radicalmente de la ciencia positiva contemporánea, así psicoanálisis son dos casos ejemplares de un pensamiento que
como de las formas tradicionales de conocimiento (sabiduría se esfuerza por entender su propia limitación y dependencia,
iniciática, etc.) un pensamiento que continuamente plantea la pregunta por
En resumen, en el marxismo y en el psicoanálisis encon­ su propia posición de enunciación. En contraste con la có­
tramos lo que Althusser llama topique, el carácter tópico del moda posición evolucionista -siempre lista a admitir la limi­
pensamiento. Esta topicalidad no afecta únicamente -ni si­ tación y el carácter relativo de sus propias proposiciones,
quiera principalmente- el hecho de que el objeto del pensa­ aunque hablando desde una distancia segura que le permite
miento tiene que ser concebido como un Todo complejo de relativizar toda forma determinada de conocimiento-, el mar­
instancias que no pueden ser reducidas a ningún Fundamen­ xismo y el psicoanálisis son “infalibles” en el nivel del conte­
to subyacente idéntico (la interrelación intrincada de base y nido enunciado, precisamente en la medida en que cuestionan
superestructura en el marxismo; el yo, el superyó y el ello en continuamente el lugar mismo desde el cual hablan.
272 Slavoj Zizek Toma de partido: una autoentrevista 213
Mi único reproche a Althusser es su ceguera al lazo intrín­ ¿Cómo se relaciona el psicoanálisis (lacaniano) con lafilosofía en
seco entre esta noción de “topicalidad” del pensamiento y la un nivel más general? ¿Necesita relacionarse con la filosofía? Y en
problemática hegeliana de la “conciencia de sí” qua inscrip­ caso afirmativo, ¿por qué?
ción reflexiva de la propia actividad del sujeto en su objeto:
Althusser es la clara víctima de una concepción ridiculamen­ Lacan no apunta a un “fundamento filosófico del psicoa­
te inadecuada de la conciencia de sí (total autotransparencia nálisis”, ni a la operación inversa de un “descubrimiento”
del sujeto, etc.). psicoanalítico de la filosofía como ilusión paranoica-megalo-
maníaca, sino a algo mucho más preciso: el discurso analítico
ha relación entre el marxismo y el psicoanálisis está sin embar­ es un tipo de “mediador evanescente” entre el universo tra­
go marcada por una tensión irreductible. Entonces, desde el punto dicional, prefilosófico, del mythos y el universo filosófico del
de vista del psicoanálisis lacaniano, ¿qué es lo que sigue vivo en el logos. En su Seminario VIII sobre la transferencia, Lacan des­
marxismo? pliega esta idea de un modo ejemplar a propósito de Sócrates
en tanto punto de partida de la filosofía. Sócrates -al menos
Lo primero que hay que hacer es invenir la forma están­ el Sócrates de los primeros diálogos de Platón, que afirma sa­
dar de la pregunta “¿Qué es lo que sigue vivo hoy del filóso­ ber únicamente que ño sabe nada, y ser versado en materia de
fo X?” (como Adorno hizo a propósito de la pregunta torpe amor- proporciona la primera encamación de la posición del
y condescendiente “¿Qué es lo que sigue vivo y qué es lo que analista: lejos de impartir a su interlocutor -el sujeto que afir­
ha muerto de Hegel?”). Mucho más interesante que la pre­ ma saber o que cree que sabe- un conocimiento verdadero,
gunta sobre qué del marxismo está aún vivo, sobre qué signi­ lo enfrenta con la incoherencia de su posición, con el he­
fica el marxismo aún hoy, es la pregunta sobre qué es lo que cho de que su pretensión de saber es mera apariencia; más
significa nuestro mundo contemporáneo a los ojos de Marx. precisamente, lo fuerza a reconocer que su deseo (de Ver­
El avance teórico clave de Marx, que le permitió articular dad) no está garantizado por la Verdad misma, de modo
el desequilibrio constitutivo de la sociedad capitalista, fue su que la responsabilidad de sus afirmaciones recae entera­
idea de que la lógica misma de lo universal, de la igualdad mente en él.
formal, entraña desigualdad material, no como un recuerdo La “ignorancia” de Sócrates no es, por tanto, una simple
del pasado que debe ser gradualmente abolido, sino como ne­ ignorancia de un humano mortal para quien la Verdad-Logar
cesidad estructural inscripta en la noción formal misma de eterna es inaccesible; representa la incoherencia del campo
igualdad. No hay “contradicción” entre el principio burgués del propio Logos: Sócrates no habla desde el lugar de la Ver­
de igualdad ante la ley, el intercambio equivalente entre indi­ dad completa; el lugar que ocupa es el de la incoherencia, el
viduos libres y la explotación material y la dominación de cla­ agujero en el Logos. Esta experiencia intermedia de lo que
ses: la dominación y la explotación están contenidas en la -mucho más tarde- Lacan llamó la “no existencia del gran
noción misma de igualdad legal e intercambio equivalente; son Otro”, esta experiencia del “Otro barrado”, se vuelve invisi­
un elemento necesario del intercambio equivalente unlversali­ ble apenas el gran Otro restaña sus heridas y se presenta co­
zado (dado que en este punto de universalización, la fuerza de mo el garante de la Verdad. El psicoanálisis -más
trabajo se convierte también ella en una mercancía que puede precisamente, la posición del analista- representa por ende el
intercambiarse en el mercado). Esto es lo que Lacan tiene en núcleo ex-timado de la filosofía, por su gesto fundacional ne­
mente cuando afirma que Marx descubrió el síntoma. gado.
214 Slavej Zizek Toma de partido: una autoentrevista 215
En la filosofía contemporánea, la “metafísica ” es habitualmen­ ta razón, Lacan establece un vínculo entre la Lichtung de
te concebida como un tipo de cierre: hay que ir más allá de ella, o al Heidegger y la Bejahung freudiana, el “Sí” primordial, la
menos “atravesarla”y perforarla hasta las raíces. Aun cuando se aserción del ser, opuesta a la Verwerfung psicótica.) En sínte­
admite que una salida simple no es plausible (Detrida), el objetivo sis, “sujeto” designa esta elección imposible-forzada por me­
sigue siendo atravesar continuamente el cierre... dio de la cual elegimos (o no) estar “en el mundo”, es decir,
existir como el “ahí” del ser.
¿Y si el ímpetu metafísico fundamental se preservara en
esta misma pulsión por atravesar el cierre metafísico; es de­ ¿Dónde encontramos, dentro de lafilosofía, al sujeto “descentra­
cir, y si este ímpetu consistiera en el esfuerzo mismo hacia do”, “barrado”, por primera vez?
una meta, más allá del ámbito percibido como cierre? En
otras palabras, ¿no es acaso el único modo de salir efectiva­ En la filosofía de Kant. La clave de este “descentramien-
mente de la metafísica renunciar precisamente al impulso to” del sujeto kantiano es proporcionada por su noción de
transgresor y someterse al cierre sin reservas? objeto trascendental. Como se sabe, el objeto trascendental
-esa forma vacía de la unidad del objeto, cuya referencia con­
vierte la multitud de afecciones sensibles en un objeto deter­
E l s u je t o d e s c e n t r a d o minado, idéntico a sí mismo- es posible sólo con el trasfondo
de la unidad de la apercepción del puro yo: el objeto trascen­
¿Por qué Lacan, a pesar de todo el trabajo “desconstructivo” dental es en un sentido idéntico al yo, es el yo mismo -la sín­
realizado por Heidegger y Derrida, entre otros, mantiene el con­ tesis primordial que “es” el yo- en su externalidad, bajo la
cepto de sujeto? apariencia de una objetividad opuesta al yo -o, como habría
dicho Hegel, en su otredad-. Sin embargo, si hemos de disi­
Toda la tradición, desde la prefilosofía (Parménides: “el par el enigma del objeto trascendental, no es suficiente evocar
ser pensante es uno y el mismo”) hasta la posfilosofía de Hei­ el hecho de que está construido según el modelo de la unidad
degger (“ser-en-el-mundo”), se basa en un tipo de “acuerdo” del yo; el verdadero enigma -hegeliano- es, antes bien, ¿por
primordial entre pensamiento (“hombre”) y mundo; incluso qué el objeto trascendental emerge en primer lugar? En otras
en Heidegger, el Dasein está siempre-ya “en” el mundo (o, palabras, ¿por qué el yo se opone a sí mismo bajo la aparien­
como afirma Heidegger en su célebre inversión de Kant: el cia de un objeto externo, por qué proyecta su propia sombra
escándalo no es que el problema de cómo pasar de las ideas o fuera de sí?
representaciones en nuestra mente al mundo objetivo quede La única respuesta coherente entraña una escisión radical
sin resolver; el verdadero escándalo es que este pasaje sea del yo: contrariamente a lo que el propio Kant afirma ocasio­
percibido como problema, dado que supone tácitamente que nalmente, uno tiene que mantener incondicionalmente la di­
una distancia infranqueable separa al sujeto del mundo...). ferencia entre el yo de la pura apercepción y su soporte
Sin embargo, Lacan insiste en que nuestro “ser-en-el- noumenal, el sujeto qua Cosa; la relación del yo trascenden­
mundo” ya es el resultado de cierta elección primordial: la tal de la pura apercepción con el yo fenoménico no es la re­
experiencia psicòtica demuestra el hecho de que es posible no lación de un entidad noumenal con una fenoménica. Y es por
elegir el mundo; un sujeto psicòtico no está “en el mundo”, ello -porque el yo no es accesible para sí mismo qua Cosa­
carece de la claridad [Licbtung] que se abre al mundo. (Por es­ que está constitutivamente predispuesto a proyectar su pro­
276 Slavoj Zizek Toma de partido: una autoentrevista 277
pia unidad fuera de él. En otras palabras, el Objekt primordial ¿Es el objeto trascendental, entonces, la versión kantiana del ob­
no es un Gegen-Stand sino el yo mismo como Cosa. jeto a lacaniano?
¿No estáya resuelto este problema en la refutación de Kant del Sí; la prueba suprema es el enigma de la teoría kantiana
idealismo (empírico), por medio de la cual demuestra que la intui­ del esquematismo: ¿por qué las categorías a priori deben ser
ción interior necesariamente, en su noción misma, viene después “esquematizadas” a través de su relación con el tiempo, si
de la intuición exterior: si he de ari'ibar a la intuición de mí mis­ han de estructurar en una realidad la multitud de efectos
mo qua yo fenoménico, debo ya estar relacionado con la realidad sensibles? En otras palabras, el enigma del esquematismo
“externa”a través de mi intuición sensible...? reside en el hecho de que, en un sentido, es superfino: si
nuestra experiencia está siempre-ya estructurada a través de
No, porque estamos ante la relación entre la intuición inter­ las categorías trascendentales, si nunca está dada en estado
na y la externa, es decir, entre dos entidades empírico-fenomé­ “puro” (dado que sin la intervención de las categorías no
nicas. Fichte, el inmediato continuador y crítico de Kant, habría habría experiencia en absoluto), el gesto de Kant -que con­
señalado que el yo empírico/finito depende, desde luego, de la siste primero en oponer la experiencia sensible y las catego­
objetividad externa, del no-yo opuesto a él, aunque el yo abso­ rías, y luego en tratar de resolver el problema de cómo
luto está definido por el hecho mismo de que trasciende esta podemos aplicar las categorías a la experiencia-, ¿no cons­
oposición. El problema de Kant, por el contrario, es cómo y por tituye un caso ejemplar de quedar atrapado en un pseudo-
qué el objeto trascendental qua entidad inteligible es un corre­ problema?
lato necesario no para el yo empírico, sino para el yo de la pura Y sin embargo, a fin de convencerse de la inevitabilidad
apercepción. Mi tesis es que Kant comprende esta correlación del esquematismo, basta con focalizar nuestra atención en el
-el hecho de que no haya un yo de la pura apercepción sin su paralelismo entre el esquematismo como mediador entre las
correlato objetal- precisamente debido a su rechazo de la intui­ categorías de la razón y la experiencia en Kant y el fantasma
ción intelectual: es decir, debido a su insistencia en que, en la como mediador entre el orden simbólico puramente formal y
conciencia de sí, el yo no accede a sí mismo qua Cosa. la realidad en Lacan. Es decir, el enigma del fantasma es es­
Para el saber común, una noción como la conciencia de sí trictamente homólogo del enigma del esquematismo: si nues­
no puede sino parecer extraña. ¿Por qué? Porque la mayoría tra experiencia de la realidad está siempre-ya estructurada
de nosotros somos todavía víctimas del prejuicio persistente por el orden simbólico, si nunca está dada en su pura “ino­
que reduce la conciencia de sí en el idealismo alemán a la cencia” pre-simbólica (dado que como tal sería la experiencia
problemática posterior, decimonónica, de la conciencia de sí no de la realidad sino de lo real imposible), entonces, oponer
qua “introspección”, es decir, del sujeto volviendo su mirada nuestra experiencia de la realidad al orden simbólico y plan­
hacia adentro y convirtiéndose en objeto de su intuición. De­ tear el problema de la “aplicación” de la red simbólica a la
be señalarse que la conciencia de sí kantiana consiste en un realidad significa embarcarnos en un pseudo-problema arti­
gesto formal vacío de reflexión que no tiene nada en común ficial, autogenerado...
con la introspección psicológica.5 Sin embargo, Lacan proporciona la clave de este enigma
cuando concibe el fantasma como correlato estricto de la in­
5. Véase Zdravko Kobe, “The unconscious within transcendental apper­ coherencia, del carácer “defectivo” del gran Otro, el orden
ception”, The American Journal of Semiotics, vol. 9 (1992), n° 2-3, pp. 33-SO. simbólico. El esquematismo es requerido debido a lo “defec­
278 Slavoj Zizek Toma de partido: una autoentrevista 279
tivo” del marco trascendental; su necesidad prueba que el dialéctico? ¿Por qué la “tesis”no persiste simplemente en su identi­
marco trascendental mismo está ligado al horizonte de la fi- dad positiva? ¿Por qué disuelve su identidad satisfecha de síy se ex­
nitud y/o temporalidad del sujeto. Lejos de funcionar como pone a lospeligros de la negatividady la mediación? En síntesis, ¿no
un tipo de escalera auxiliar que nos permite franquear la brecha está Hegel atrapado en un círculo vicioso; no logra disolver toda
que separa nuestra experiencia sensible finita del reino de las identidad positiva sólo porque la concibe de antemano como
categorías suprasensibles de la razón pura, el esquematismo algo mediado por la negatividadí’
demuestra una escisión mucho más radical: la brecha que se­
para el orden a priori trascendental del ámbito noumenal. En Lo erróneo es la presuposición implícita de esta objeción:
otras palabras, el esquematismo demuestra que lo que expe­ que hay algo emparentado con la inmediatez plena de la “te­
rimentamos como el ámbito suprasensible de la razón pura es sis”. Para Hegel, por el contrario, no hay “tesis” (en el senti­
radicalmente heterogéneo respecto del orden noumenal do de identidad plena y unidad orgánica de un punto de
inaccesible: nosotros, sujetos finitos, siempre lidiamos con lo partida). Es decir, una de las ilusiones que caracterizan la lec­
suprasensible tal como éste aparece dentro del horizonte de tura estándar de Hegel se refiere a la noción de que el proceso
nuestra finitud/temporalidad. dialéctico de algún modo avanza desde lo que es inmediata­
mente dado, desde su plenitud, a su mediación; digamos, des­
Usted insiste siempre en una relación estrecha entre Kanty He- de la conciencia ingenua, no-reflexiva, que es consciente sólo
gel, en cómo Hegel es “más kantiano que Kant”, en aquello que “en del objeto opuesto a ella, hasta la conciencia de sí que impli­
Kant es más que Kant mismo”; entonces, ¿por qué las opiniones de ca la comprensión de la propia actividad en tanto opuesta al
Hegel sobre Kant combinan la más alta apreciación (Kant como el objeto.
primerfilósofo queformuló el verdadero principio especulativo, etc.) La “reflexión” hegeliana, sin embargo, no significa que la
con el peor abuso? conciencia está seguida por la conciencia de sí, que en cierto
punto la conciencia mágicamente vuelve su mirada a sí mis­
Hegel suele denostar a Kant más que a cualquier otro fi­ ma, convirtiéndose en su propio objeto, e introduciendo así
lósofo, ya sea a un metafísico pre-crítico o a Fichte y Schelling, una distancia reflexiva, una escisión, en la previa unidad in­
por la misma razón que compele al verdadero estalinista a mediata. Para Hegel, la conciencia siempre es conciencia de sí.
denostrar a un trotskista más que a un liberal burgués: por­ no hay conciencia sin una mínima reflexión sobre sí del suje­
que un trotskista está, en un sentido, infinitamente más to. Hegel está en contra de Fichte y de Schelling y, en cierto
cerca de él. Hegel se enerva precisamente porque Kant ya sentido, vuelve a Kant, para quien la apercepción trascenden­
estaba allí, dentro del principio especulativo, y sin embar­ tal del yo es una condición inherente de la conciencia que el
go, pasó por alto radicalmente la verdadera dimensión de yo tiene de un objeto.
su propio acto, y abrazó los peores prejuicios metafísicos. El pasaje de la conciencia a la conciencia de sí entraña,
pues, una suerte de encuentro fallido: en el momento mismo
en que la conciencia se esfuerza por establecerse como con­
L acan y H eg el ciencia “plena” de su objeto, cuando se esfuerza por pasar del
confuso presentimiento de su contenido a su clara represen­
Pasemos a Hegel. Una objeción ingenua - aunque difícil de con­ tación, súbitamente se encuentra dentro de la conciencia de
testar- a Hegel es: ¿qué es lo que “pone en movimiento” el proceso sí, es decir, se encuentra compelida a realizar un acto de re­
280 Slavoj Zizek Toma de partido: una autoentrevista 281
flexión, y a tomar nota de su propia actividad, en tanto opues­ está, por tanto, lejos de dominar los medios y el objeto: el fin
ta al objeto. En ello reside la paradoja del par “en sí” y “para y el objeto externo son las dos objetivaciones de los medios
sí”: estamos ante el pasaje de un “no aún” a un “siempre-ya”. qua medio móvil de la negatividad.
En el “en sí”, la conciencia (de un objeto) no está plenamen­ En síntesis, el resultado de Hegel es que el fin es en últi­
te realizada, sigue siendo una confusa anticipación de sí mis­ ma instancia un “medio de los medios mismos”, un medio
ma; mientras que en el “para sí”, la conciencia es en cierto autopostulado para poner en marcha su actividad mediadora.
modo pasada por alto, la comprensión plena del objeto está (Lo mismo sucede con los medios de producción en Marx: la
enturbiada por la conciencia de la propia actividad del sujeto producción de- bienes materiales es, desde luego, un medio
que simultáneamente hace posible e impide el acceso al ob­ cuyo objetivo es satisfacer las necesidades humanas; en un ni­
jeto. En síntesis, la conciencia es como la tortuga en la lec­ vel más profundo, sin embargo, esta satisfacción de las nece­
tura que Lacan hace de Aquiles y la tortuga: Aquiles puede sidades humanas es un medio postulado por los medios de
fácilmente superar a la tortuga y, sin embargo, no puede al­ producción para poner en marcha su propio desarrollo. El
canzarla. verdadero fin de todo el proceso es el desarrollo de los me­
Otro modo de ver la cuestión es enfatizar que el pasaje de dios de producción como aserción de la dominación del
la conciencia a la conciencia de sí siempre entraña una experiencia hombre sobre la naturaleza, o, como afirma Hegel, como “la
de fracaso, de impotencia: la conciencia vuelve su mirada ha­ auto-objetivación del Espíritu”.)
cia adentro, hacia sí misma, se vuelve consciente de su propia Otro punto que merece una mención es cómo Hegel pa­
actividad, sólo cuando fracasa la aprehensión directa, no pro­ sa de los medios al objeto: “medios” designa una objetividad
blemática, de su objeto. Basta con recordar el proceso de co­ externa que ya está subjetivada, al servicio de un fin subjetivo
nocimiento: la resistencia del objeto al conocimiento fuerza interno. Sin embargo, dado que el fin es una noción mera­
al sujeto a admitir la naturaleza “ilusoria” de su conocimien­ mente subjetiva, “interna”, opuesta a la objetividad externa,
to; lo que confundió con el en sí del objeto es en realidad su real, se sigue de la lógica inherente de esta estructura que el
propia construcción. fin no impregna ni domina toda la objetividad; de otro mo­
do, no habría un fin meramente subjetivo. En consecuencia,
¿Quépiensa acerca de la teleología de Hegel, de su noción de te- debe existir, además de los medios, una objetividad externa
los como ímpetu intrínseco del proceso dialéctico? ¿No es su idealis­ que ya está bajo la dominación del fin- otra objetividad, in-
mo completamente explícito? diferente-externa, que no esté aún bajo la dominación del fin:
esta objetividad indiferente-externa es el objeto qua material
Más que repetir como loros las gastadas frases sobre la te­ que el fin se esfuerza por transformar mediante el uso de los
leología hegeliana de la noción que domina el proceso de su medios, confiriéndole así una forma en la que encuentre una
propia actualización, vale la pena leer atentamente la sección expresión adecuada.
sobre teleología en la Parte II de la “Lógica subjetiva” de He­ Una conclusión especulativa muy precisa se sigue de esto,
gel. La primera sorpresa que nos espera es que, en la tríada es decir, de la identidad última del fin y el objeto: son una y la
de fines, medios y objeto, la unidad efectiva, la instancia me­ misma entidad, su diferencia es meramente formal y concier­
diadora no es el fin, sino los medios: efectivamente, los medios ne a la modalidad; en otras palabras, el objeto es en sí lo que
dominan todo el proceso mediando entre el fin y el objeto ex­ el fin es para sí. Es crucial recordar esta coincidencia del fin
terno en el cual el fin ha de ser realizado-actualizado. El fin (la interioridad subjetiva aún no externalizada en el objeto a
282 Slavoj Zizek Toma de partido: una autoentrevista 283
través de los medios) y el objeto (la objetividad indiferente ta nueva unidad es sustancialmente distinta de la perdida uni­
externa aún no internalizada, transformada en una expresión dad orgánica inmediata.
del fin interno a través de los medios): los medios son literal­ Para decirlo de otro modo: la “castración” designa el hecho
mente el mediador, el medio de una conversión puramente de que S, el sujeto “pleno” inmediatamente idéntico a la sus­
formal del fin en el objeto gracias a la cual el objeto “deviene tancia “patológica” de las pulsiones, tiene que sacrificar la sa­
lo que siempre-ya era”. tisfacción libre de éstas, subordinar la sustancia de pulsiones a
las órdenes de una red ético-simbólica ajena. ¿Cómo “retoma
Nuevamente, ¿no es el uso regular de Hegel del sintagma “re­ a sí mismo” este sujeto? A través de la consumación plena de
torno a sí” (que sigue a su pérdida en la alienación de sí, el espíri­ esta pérdida de sustancia, es decir, cambiando el “centro de
tu vuelve a sí mismo, etc.) un signo inconfundible de la gravedad” de su ser de S a S, de la sustancia de las pulsiones al
“metafísica de la presencia”? vacío de la negatávidad: el sujeto “retoma a sí mismo” cuando
ya no reconoce el núcleo de su ser en la sustancia de las pulsio­
Es aquí donde debemos estar al acecho de la más pérfida nes, sino que se identifica con el vacío de la relación negativa.
trampa de la lectura de sentido común de Hegel. Sí, en la Desde este punto de vista, las pulsiones parecen algo externo y
“negación de la negación” el Espíritu “retorna a sí mismo”; contingente, algo que no es “verdaderamente él”.
es absolutamente crucial, sin embargo, recordar la dimen­ También hay otro modo de reiterar la diferencia entre
sión “performativa” de este retomo: el Espíritu cambia su Derrida y Hegel: Derrida varía incesantemente el motivo de
propia sustancia a través de este retorno-a-sí. Dicho de otro que retornar a sí está condenado al fracaso, que el gesto de
modo, el Espíritu al cual retornamos, el Espíritu que retorna a internalización entraña una diseminación que nunca puede
sí mismo, no es el mismo que el Espíritu que previamente estaba ser superada-reapropiada. Hegel, por el contrario, afirma que
perdido en la alienación. Lo que ocurre en el medio es una el retorno a sí es totalmente posible; el problema es más bien
suerte de transustanciación, de modo que este retorno-a-sí que el “yo” al cual retornamos ya no es el mismo que el que
marca el punto en el que el Espíritu sustancial inicial se estaba previamente perdido...
pierde definitivamente.
Basta con recordar la pérdida, la alienación de sí del Espí­ En cuanto al propio Tacan, su enfática afirmación de que “una
ritu de una comunidad sustancial que se produce cuando sus carta siempre llega a su destino”, ¿no entraña cieno tipo de teleolo­
lazos orgánicos se disuelven con la emergencia del individua­ gía? Véase la elaborada lectura que Derrida hace de Tacan...
lismo abstracto. En el nivel de la “negación”, esta disolución
es medida según el estándar de la unidad orgánica y, por tan­ Una carta no “llega a su destino” por una oculta teleolo­
to, es experimentada como pérdida. La “negación de la nega­ gía que regula su deambular: s.e trata de una construcción
ción” ocurre cuando el Espíritu “retorna a sí”, no por medio siempre retrospectiva, fundada en el errar fortuito de la car­
de la restitución de la comunidad orgánica perdida (esta uni­ ta. Por ejemplo, en la novela Posesión, de A. S. Byatt, cuando
dad orgánica inmediata está perdida para siempre), sino por Maud, una joven historiadora de la literatura que ha descu­
la consumación plena de esta pérdida, es decir, por la emer­ bierto unas cartas desconocidas de la poeta victoriana Chris-
gencia de la nueva determinación de la unidad de la sociedad, tabel LaMotte, encuentra que Christabel era su tatarabuela,
ya no la unidad orgánica inmediata, sino el orden formal le­ se reconoce a sí misma como la destinataria de la última car­
gal que soporta la sociedad civil de los individuos libres. Es­ ta de Christabel a su gran amor, el poeta Randolph Ash:
284 Slavoj Zizek Toma de partido: una autoentrevista 285
"... él nunca pudo leerla, ¿no? Escribió todo eso para nadie. vial oposición entre un varón chovinista patriarcal blanco y
Debe de haber esperado una respuesta -y ninguna pudo ha­ “malo” y un “buen” hombre blanco convertido en nativo, que
ber llegado-.” es, por este motivo, más susceptible al goce femenino. Cuan­
[•••] do observa la interacción sexual de Ada y Baines a través de
“Ella no sabía qué hacer, quizá. No se la dio a él, y no la le­ una grieta en la pared, Stewart en un sentido se quiebra; es
yó -puedo imaginarlo- simplemente la guardó-.” decir, su reacción no es en absoluto la de la simple furia pa­
“Para Maud”, dijo Blackadder. “Finalmente. La conservó, triarcal dirigida al goce femenino. Al contrario: sólo ahora, a
para Maud.”6 través de este descubrimiento de una nueva, imponente y ve­
nerable dimensión en Ada, comienza a respetarla y a tratarla
Por otra parte, el principal encanto de Posesión reside en el como un sujeto por derecho propio, de modo que cuando
típico gesto posmoderno del desdoblamiento: los dos héroes más tarde, en la casa, se esfuerza por acercarse a ella sexual-
de la novela (Maud y su colega, el historiador Roland) pue­ mente, estamos ante un intento desesperado de entrar en
den constituirse como pareja sexual sólo por medio de la re­ contacto con esa dimensión, cuya intensidad lo excede.
ferencia al romance pasado entre Christabel y Randolph: el El posterior estallido de violencia de Stewart (le corta un
amor directo no es posible; siempre necesitamos el marco dedo a Ada) está lejos de ser una simple persecución mascu­
fantasma tico de Otra Pareja a ser imitada... lina y chovinista de la mujer: antes bien, expresa su impasse,
Otra variación inesperada del tema de la carta que “llega su pena por ser incapaz de hacer contacto con ese “goce del
a su destino” está en el filme de Jane Campion La lección de otro”. De algún modo, tiene el presentimiento de la dimen­
piano (The Piano), cuando la pequeña hija (Anna Paquin) en­ sión del “goce del otro” y, sin embargo, quiere capturarlo en
trega a su padrastro, Stewart (Sam Neill), la tecla del piano el goce fálico; consecuentemente, Ada lo rechaza disgustada
que su madre Ada (Holly Hunter) le pidió que entregara a su cuando, incapaz de aceptar su sensualidad táctil, comienza a
amante Baines (Harvey Keitel), desencadenando la trágica bajarse los pantalones para saltar sobre ella. La desdeñosa mi­
agravación de su relación: para la niña, determinada por la rada que ella le lanza en ese preciso momento lo dice todo: a
imagen fantasmática de una familia feliz que ella, su madre y
su padrastro podrían haber constituido, Stewart es el verda­ pesar de la violencia real de él, es ella la que vence, y él se re­
dero destinatario. Sin embargo, ¿es este fantasma única y tira avergonzado. Así, cuando la hija “entrega la carta a su
simplemente la ilusión de una hija ciega a las tensiones libi- destinatario”, lo hace con la esperanza utópica y/o presenti­
dinales reales de sus padres? Las cosas son mucho más ambi­ miento de que Ada y Stewart serán capaces de encontrarse en
guas. La prueba de que La lección de piano es un retrato de el nivel del “goce del otro”...
mujer, no sólo la ilustración de nociones “feministas” políti­
camente correctas, es proporcionada por el hecho de que evi­
ta la condena simplista a la violencia patriarcal masculina: el L a c a n , D e r r id a , F o u c a u l t
filme es muy sensible a la impasse libidinal que subyace al es­
tallido de violencia masculina. Mordamos ahora la manzana de la discordia: la traumática re­
La figura más compleja es la del infortunado Stewart; la lación entre Derrida y Lacan...
oposición entre él y Baines no puede ser reducida a una tri-
6. A. S. Byatt, Possession, Londres, Vintage, 1991, p. 504. [Ed. cast.: Sigo sosteniendo que la crítica de Derrida a Lacan es un
Posesión, Barcelona, Anagrama, 1993.] caso prodigioso de lectura errónea. Sin embargo, si deja­
286 Slavoj Zizek Toma de partido: una autoentrevista 281
mos de lado las confrontaciones principales y abordamos simbólico.7 Desde dentro del orden simbólico, los espec­
la naturaleza problemática de su relación en détail, como tros, las apariciones, los “muertos vivos”, etc., señalan las
corresponde a los freudianos, se abre una serie de inespe­ cuentas (simbólicas) no saldadas; como tales, desaparecen en
radas conexiones. Basta con mencionar la característica el momento en que estas cuentas se saldan por medio de la
fundamental de la noción lacaniana de orden simbólico: simbolización. Sin embargo, hay una deuda que nunca puede
este orden de los intercambios simbólicos está basado en ser satisfecha, dado que sostiene la existencia misma de un
un gesto agregado constitutivo que elude el equilibrio de sistema de intercambio-indemnización. En este nivel más ra­
los intercambios. En última instancia, de eso se trata la dical, los “fantasmas” y otras formas de apariciones demues­
“castración simbólica”; es aquello a lo que Freud mismo tran el carácter virtual, ficcional, del orden simbólico como
apuntaba a propósito de la “paradoja económica del ma­ tal, el hecho de que este orden exista “a crédito”, de que, por
soquismo”. definición, sus cuentas nunca sean saldadas completamente.
Un acto excesivo que perturba el equilibrio simbólico es Esto es lo que Lacan tenía en mente cuando afirmaba que
la condición misma de emergencia de la economía del inter­ la verdad tiene la estructura de una ficción. Hay que distin­
cambio: el primer movimiento es, por definición, superfino. (Y guir estrictamente entre ficción y espectro-, la ficción es una for­
quizás el problema de cierto tipo de utilitarismo pragmáti­ mación simbólica que determina la estructura de, lo que
co-ilustrado resida en el hecho de que se esfuerza por des­ experimentamos como realidad, mientras que los espectros
hacerse de este exceso sin estar preparado a pagar el precio: pertenecen a lo real; su aparición es el precio que pagamos
reconocer que una vez que anulamos el exceso perdemos el por la brecha que separa para siempre la realidad de lo real,
campo “normal”, equilibrado, de los intercambios, respecto por el carácter ficcional de la realidad. En síntesis, no hay Es­
del cual el exceso es excesivo...) Este gesto excesivo que de­ píritu (entendimiento, razón, etc.) sin espíritus (“fantasmas”,
sencadena el círculo de intercambios mientras sigue siendo aparecidos, muertos vivos), no hay espiritualidad pura, racio­
externo a él no “precede” simplemente al intercambio sim­ nal, autotransparente, sin la mancha concomitante de pseudo-
bólico: no hay modo de aprehenderlo “en sí mismo”, en su materialidad obscena, siniestra, espectral.8O, con respecto a la
desnuda inocencia; sólo puede ser reconstruido retrospecti­ distinción entre la Ley simbólica pública y su nocturno rever­
vamente como la presuposición inherente de lo simbólico. so superyoico obsceno:9el superyó es el “fantasma” que moles­
En otras palabras, este gesto es “real” en el sentido lacania- ta, el doble sombrío que siempre acompaña a la Ley pública.
no preciso: el núcleo traumático “segregado” por el proce­ Me parece que en este nivel específico es posible estable­
so de simbolización. cer el vínculo entre Lacan y la problemática articulada por
Puede señalarse lo mismo en términos de la dialéctica Derrida en Dar el tiempo,10 problemática centrada en torno
del Bien y el Mal, como la coincidencia del Bien con el
Mal supremo. El “Bien” representa el orden equilibrado 7. En cuanto a la coincidencia del Bien con el Mal supremo, véase el
de los intercambios simbólicos, mientras que el Mal su­ capítulo 3 de Slavoj Zizek, Durham, NC, Duke University Press, 1993.
premo designa el gesto excesivo (el gasto y/o pérdida) de 8. Véase un enfoque derrideano de los espectros en Jacques Derrida,
Spectres de Marx, París, Galilée, 1993. [Ed. cast.: Espectros de Marx, Madrid,
la dísrupción, disyunción, que no es simplemente lo Trotta, 1995.]
opuesto al Bien; por el contrario, sostiene la red de inter­ 9. Véase el capítulo 3 de este libro.
cambios simbólicos precisamente en la medida en que se 10. Véase Jacques Derrida, Dar el tiempo. La moneda falsa, Barcelona,
vuelve invisible una vez que estamos “dentro” del orden Paidós, 1995.
288 Slavoj Zizek Toma de partido: una autoentrevista 289
del motivo del regalo qua acto “imposible”, inexplicable, el de es gibt con la problemática “económica” del regalo en
acto que subvierte la “economía cerrada” de los intercambios Marcel Mauss (Ensayo sobre el don), con las modalidades de su
simbólicos y es, como tal, “eternamente pasado” -su tiempo funcionamiento en las relaciones intersubjetivas (el poema en
nunca es presente, dado que “siempre ya ocurrió” una vez prosa de Baudelaire La monedafalsa), etc. De este modo, Hei­
que estamos dentro de la economía simbólica-. El regalo pu­ degger es liberado de la “jerga de la autenticidad”, en la cual
ro impide todo gesto de retribución, no permite la compen­ los únicos ejemplos adecuados son aquellos tomados de los
sación ni las gracias; tampoco puede y/o debe ser reconocido poemas de Hölderlin o de la vida rural alemana.
como regalo; el momento en que un regalo es reconocido co­ Con Lacan, sin embargo, las cosas se complican. Como
mo tal, da origen a la deuda simbólica en el destinatario, que­ siempre, Derrida opone este il y a del regalo puro al orden
da atrapado en la economía del intercambio y pierde, por simbólico lacaniano que, supuestamente, se mantiene dentro
tanto, la característica del regalo puro. El regalo, entonces, no de los confines de la “economía cerrada” del intercambio
es; todo lo que podemos decir es que “{ily a/es gibt] lo hay”; simbólico: no hay lugar en ella para el exceso de un regalo.
como tal, tampoco puede ser atribuido a un sujeto positivo Según Derrida, el gesto fundamental de Lacan es ampliar el
que supuestamente, lo realiza; lo que le conviene es el imper­ ámbito del intercambio simbólico, y no volver visibles su li­
sonal alemán “es”. mitación y dependencia de un exceso. Lo mejor de Lacan es
Derrida, desde luego, lee este es gibt contra el trasfondo de que logra demostrar cómo, en la otra escena del inconscien­
es gibt Zeit de Heidegger, del “suceso” [Ereignis]: el regalo te, ya está funcionando un intercambio simbólico en el cual,
“sólo sucede”, podríamos decir. Quizás el rasgo más intere­ desde el punto de vista de la conciencia y su experiencia ima­
sante del enfoque de Derrida sobre Heidegger es el modo en ginaria, parece ser un gasto no económico (por ejemplo, en
que “combina lo incompatible” -aquí Derrida es posmo­ la economía inconsciente, un acting out “irracional” puede
derno en el mejor sentido del término-. Como señaló Fre- funcionar como el pago de una deuda simbólica).
dric Jameson, uno de los rasgos clave de la “sensibilidad Sin embargo, parece que Derrida paga el precio de su re­
posmoderna” consiste en poner frente a frente entidades ducción de lo simbólico lacaniano a la economía equilibrada
que, aunque son contemporáneas, pertenecen a distintas del intercambio, por su rechazo a reconocer en la poción de
épocas históricas. un “primer movimiento” excesivo que funda el orden simbó­
Una de las figuras míticas del viejo sur estadounidense es lico un elemento clave de lo simbólico lacaniano: este precio
el pirata Jean Lafitte: su nombre está asociado con la defensa es su incapacidad para tomar nota del modo como, en su pro­
de Nueva Orleans que realizó junto al general Andrew Jack- pio edificio teórico, la noción de regalo, de un “hay” primordial
son, con el romanticismo bucanero, etc. Lo que se conoce (ily ales gibt: “da”), introduce un aspecto que es heterogéneo
menos es que, en su edad provecta, cuando se retiró a Ingla­ a la problemática derrideana estándar de la differance-huellz-
terra, Lafitte fue amigo de Marx y Engels, e incluso financió escritura. Este “hay” qua suceso nombra el equivalente del
la primera traducción inglesa del Manifiesto comunista. Esta movimiento de la differance, de la irreductible diseminación-
imagen de Lafitte y de Marx caminando juntos en el Soho, diferimiento: la presencia misma en su inaccesibilidad defini­
un cortocirtuito sin sentido de dos universos completamente tiva. (Significativamente, en su intento de determinar el
distintos, es eminentemente posmoderna. Derrida hace algo estatuto paradójico de este regalo excesivo, Derrida se ve
muy similar con Heidegger: a menudo lo enfrenta con la pro­ obligado a recurrir a un lenguaje casi trascendental: el regalo
blemática “vulgar”, “óntica”; vincula el regalo heideggeriano como “la condición indesconstruible de toda desconstruc­
290 Slavoj Zizek Toma de partido: una autoentrevista 291
ción”.) El “hay” del regalo consiste en el gesto del puro ¡Sí!, ficante amo: con referencia a la serie de elementos “comu­
de un acuerdo que precede el movimiento de diseminación- nes”, el Centro es por definición un elemento excesivo, su­
diferimiento. Lo que elude para siempre la brecha del sujeto plementario, cuyo lugar es estructuralmente ambiguo, ni
o el Logos es finalmente la presencia misma y su “hay” no me­ dentro ni fuera. El nombre de Lacan para el suplemento es le
diado, prediscursivo. El exceso definitivo es el del aconteci­ plus-un, el elemento excesivo, el reemplazante de la falta, que
miento de la presencia misma. realiza la operación de sutura-, el significante amo propiamen­
O, para enfocar este mismo problema a través del motivo te dicho emerge a través de la “neutralización” del suplemento,
derrideano del fenómeno de la voz qua medio de la presencia a través de la anulación de su indecidibilidad constitutiva.
ilusoria que debe ser desconstruida y denunciada como efec­
to del proceso de la dífférance, de la interacción de huellas, Entonces, ¿cuál es el estatuto de la insistente referencia de De­
etc.: Derrida es ciego a la ambigüedad radical de la voz. El fe­ nuda a una “condición indesconstruible de la desconstrucción ”?
nómeno de la voz, en su presencia misma, es simultáneamen­
te lo real lacaniano, la mancha no transparente que pone un Lejos de demostrar una incoherencia, este motivo de la
obstáculo irreductible en el camino de la autotransparencia condición indesconstruible de la desconstrucción echa luz
del sujeto, un cuerpo extraño en su seno. En resumen, el sobre el voto/la promesa, el compromiso, que sostiene el
principal obstáculo de la autotransparencia del Logos es la voz procedimiento mismo de la desconstrucción: la apertura al
misma en su presencia inerte. suceso, a la otredad en su alteridad, previa al círculo de in­
Correlativamente a este rechazo de tomar en cuenta la tercambios entre yo y el otro, previo a la justicia qua ajuste
impenetrabilidad de la voz, está el no reconocimiento pleno de cuentas. Esta idea de justicia es “irrealizable”, en la medi­
por parte de Derrida de la identidad definitiva del suplemento da en que demanda simultáneamente el reconocimiento del
y el significante amo. Por una parte, Derrida varía intermina­ otro en su carácter único y la formulación de un medio uni­
blemente el motivo del elemento excesivo que funciona si­ versal dentro del cual el otro y yo podamos encontrarnos co­
multáneamente como falta y como plus, que es indecidible, mo iguales. Por esta razón, toda determinación positiva de la
inlocalizable, simultáneamente dentro y fuera, parte del tex­ idea de justicia es por definición deficiente e inadecuada, dado
to y a distancia de él, capaz de completarlo y de abrirlo ha­ que ninguna universalidad positivamente definida es siem­
cia lo externo, etc. Por otra parte, la “desconstrucción” de pre verdaderamente neutra respecto de su contenido parti­
Derrida apunta a minar la autoridad del significante central cular; siempre introduce un desequilibrio al privilegiar una
que pretende totalizar la textura de las huellas, y restringir parte de su contenido particular. (Aquí Derrida está efectiva­
así su diseminación; una y otra vez subraya que este signifi­ mente cerca de Marx, de la idea marxiana de la complicidad
cante central siempre es subvertido, desplazado, por aquello entre forma universal de igualdad y desigualdad material.)
que supuestamente domina, que depende estructuralmente En consecuencia, la idea de justicia que sustenta nuestro in­
de sus efectos, etc. terminable trabajo de desconstrucción debe seguir siendo
Podría parecer, por tanto, que el suplemento y el sig­ siempre una forma sin contenido, la forma de una promesa
nificante amo son opuestos cuya tensión proporciona los que siempre trasciende su contenido; en síntesis, deber se­
contornos del proceso textual: el suplemento es el margen guir siendo espectral, no debe ser “ontologizada” en una ins­
indecidible que elude el significante amo. Lacan, sin embar­ tancia positiva:
go, ubica esta indecidibilidad en el corazón mismo del signi­
292 Slavoj Zizek Toma de partido: una autoentrevista 293
[...] lo que es irreductible a toda desconstmcción, tan indes- sa espectral? La única respuesta lógica a esta pregunta es: del
constraible como la posibilidad misma de la desconstmcción, hecho de que tampoco hay espectro sin lo ontològico, sin le
es quizá cierta experiencia de la promesa emancipatoria; es peu de réel de alguna mancha inerte-opaca cuya presencia sus­
quizá la formalidad de un mesianismo estructural, un mesia- tente el espectro mismo en su oposición con lo ontològico. O
nismo sin religión, mesiánico incluso sin mesianismo, una -para decirlo en términos de Hegel- no hay espíritu sin hueso...
idea de justicia -que distinguimos siempre del derecho e in­ Desde luego, Kant apuntaba a mantener la brecha que se­
cluso de los derechos humanos- y una idea de democracia para la Idea ética de justicia de la justicia qua orden legal po­
-que distinguimos de su concepto real y de los predicados
que hoy la determinan-.11 sitivo; sin embargo, cuanto más purificaba la idea de todo
rasgo empírico, positivo, ontològico, mayor era el peligro de
A pesar de todas las negaciones, ¿acaso Derrida no está la caída, más “totalitario” era el sistema provocado por la caí­
siguiendo la lógica kantiana de la Idea reguladora? Este da. Su definición formal de actividad ética liberó el campo de
kantiano plus de la forma sobre el contenido en su esencia la ética de todo contenido “patológico”; sin embargo, simul­
misma, ¿ño es como el plus de la promesa reguladora sobre táneamente abrió el espacio para un Mal radical, incompara­
el principio constitutivo, sobre las determinaciones positi­ blemente peor que el ordinario Mal “empírico”.12 Es cierto
vas del contenido material? La insistencia de Derrida en que Kant proporcionó una definición precisa del cortocircui­
que esta promesa mesiánica de justicia debe seguir siendo to que condujo al Terror de la Revolución Francesa -la “on­
espectral, de que no debe ser “ontologizada” en una Enti­ tologización” de la libertad en principio positivo de la vida
dad presente para sí (el Dios supremo, la promesa del Co­ social-; sin embargo, simultáneamente estamos obligados a
munismo como futuro orden mundial efectivo, etc.), ¿no afirmar que, en cierto sentido, no hay Terror revolucionario
repite el mandato kantiano de que la Idea reguladora no de­ sin Kant, previo a la revolución kantiana.
be ser malinterpretada como un principio constitutivo? (Ya Aquí estamos ante un tipo de nudo, de concatenación, un
en Kant, esta distinción es de una crucial importancia polí­ “cuanto más puro (no ontologico, formal) eres, más sucio es­
tica: para Kant el horror de la Revolución Francesa reside tás”, que culmina en la radical ambigüedad del fuera de quicio,
precisamente en el intento de afirmar la idea de libertad co­ de este motivo central de Espectros de Marx, de Derrida. Por
mo el principio constitutivo, positivo, estructurante, de la una parte, “el mundo está fuera de quicio” representa “todo
vida social.) lo que está equivocado en este mundo”, pues todo ello causa
Esta sería, pues, la determinación mínima de Derrida de
y '
sufrimiento y alimenta la promesa emancipatoria de una libe­
la ideología: la lectura ontològica errónea del mandato ético ración mesiánica. Por otra parte, sin embargo, la más trau­
espectral. Aquí uno debería “desconstruir” esta misma oposi­ mática erupción del fuera de quicio es la emergencia misma de
ción de lo espectral y lo ontològico de una manera hegeliana. la promesa mesiánica -¿no es esta promesa el skandalon defi­
Derrida demuestra, ufano, que no hay ontologia sin lo espec­ nitivo que trastorna el tributo rutinario que se paga a la
tral, que no hay modo de trazar una clara distinción entre lo muerte? Si el supremo trastorno, el supremo fuera de quicio,
espectral y la efectividad-actualidad-realidad. La pregunta es el de la Idea mesiánica misma, entonces -como habría di­
que debe plantearse, sin embargo, es: ¿De dónde viene el peli­ cho Hegel- “combatiendo los males del mundo que parecen
gro inminente, incesante, de la “ontologización” de la idea-prome- impedir su realización, la Idea mesiánica está luchando con-
11. Derrida, Spectres de Marx, p. 102. 12. Véase el capítulo 4.
294 Slavoj Zizek Toma de partido: una autoentrevista 295
tra sí misma, contra su propia descendencia” (o, en referen­ tructurante. Lo que le provoca tantos problemas a Foucault
cia a la relación entre centro y suplemento: “esforzándose es, por ende, el espectro, la naturaleza espectral del panópti­
por controlar/dominar el suplemento, el centro está luchan­ co: el espectro de Derrida se adecúa perfectamente a la no­
do contra su propio gesto fundador”). ción psicoanalítica de fantasma, cuya emergencia, por
definición, da prueba de un deuda simbólica no saldada.
Abordemos a otro filósofo que suele considerarse cercano a La-
can: Foucault. La crítica (implícita) de Foucault a Locan en elprimer
volumen de Historia de la sexualidad es que Lacan permanece “F a l o c e n t r is m o ”
dentro de la noción tradicional de Ley que está caracterizada por dos
rasgos: es “negativa ” -la Ley como instancia de prohibición- y Un reproche crítico a su obra que se impone desde las premisas
“emanativa ” -la Ley obtiene su autoridad de un centro único y la historicistas foucaidtianas es el siguiente: si concebimos la falta co­
transmite hacia abajo-, A esto, Foucault opone su noción de Poder mo “castración”, si planteamos elfalo como su significante, ¿no es­
como productivo y constituido “desde abajo”... tamos eternizando una lógica de simbolización históricamente
específica, limitada?
...Lo sé, Foucault no se cansa de repetir cómo el poder se
constituye “desde abajo”, cómo no emana de una cima única: El punto crucial es distinguir historicidad propiamente di­
esta apariencia misma de una Cima (el Monarca o alguna otra cha de historicismo evolucionista. La historicidad propia­
encarnación de la Soberanía) emerge como efecto secundario mente dicha entraña una relación dialéctica con un núcleo
de la pluralidad de microprácticas, de la compleja red de sus ahistórico que sigue siendo el mismo, no como esencia sub­
interrelaciones. El problema real es, sin embargo, cómo he­ yacente, sino como roca que hace tropezar todo intento de
mos de combinar esta problemática del micropoder con el integrarla dentro del orden simbólico. Esta roca es la Cosa
modo como Foucault mismo (en Vigilar y castigar) usa la no­ qua “la parte de lo real que sufre del significante” (Lacan); lo
ción de panóptico como matriz uniforme, como modelo es­ real “sufre” en la medida en que es el trauma que no puede
tructurante que puede aplicarse a distintos ámbitos, desde las ser articulado adecuadamente en la cadena significante. En el
cárceles hasta las escuelas, desde los hospitales hasta los cuar­ marxismo, eso “real” del proceso histórico es la “lucha de cla­
teles, desde las fábricas hasta las oficinas. El único modo de ses”, que constituye el hilo conductor de “toda la historia
evitar el reproche de incoherencia es introducir la noción hasta el presente”: todas las formaciones históricas son otros
dt fantasma como matriz común que le confiere coherencia a tantos intentos (en última instancia, fallidos) de “aburguesar”
la pluralidad de prácticas sociales. En otras palabras, las rela­ este núcleo de lo real.
ciones sociales “reales” son plurales, consisten en la intrinca­ Debemos distinguir cuidadosamente entre Venveifung y
da red de microrrelaciones que van en todas direcciones, Verdrängung, entre forclusión y represión “ordinaria”. Lo
hacia arriba y hacia abajo, hacia la izquierda y hacia la dere­ real qua Cosa no está “reprimido”, está forcluido o “reprimi­
cha... lo que “reúne” esta pluralidad no es una esencia o fun­ do primordialmente” [ur-verdrängt]; es decir, su represión no
damento subyacente, sino precisamente la superficie pura del es una variable histórica, sino que es constitutiva del orden
fantasma como “no-lugar” (Foucault a propósito del panóp­ mismo de la historicidad simbólica. En otras palabras, lo real
tico), como matriz formal que, aunque no se encuentra en qua Cosa representa esa X por la cual toda simbolización fa­
ningún lugar en la “realidad”, proporciona su principio es­ lla —en su misma ahistoricidad, desencadena una nueva sim­
296 Slavoj Zizek Toma de partido: una autoentrevista 291
bolización después de otra-. Por esta razón, Lacan está muy aquellas que la impiden. Tal “posibilidad de comprensión”
lejos de convertir lo real en “tabú”, de elevarlo a entidad in­ afecta sólo lo “óntico”, el conocimiento positivo (por ejem­
tocable exenta de análisis histórico; antes bien, para él, la úni­ plo, está claro que antes de nuestra época no era posible for­
ca posición ética verdadera es asumir plenamente la tarea mular la relatividad del tiempo y el espacio); por otra parte,
imposible de simbolizar lo real, incluyendo su fracaso nece­ cada época tiene su propio y directo “acceso a lo Absoluto” a
sario. La intersección de la pornografía y la narración realis­ través de la experiencia de su limitación y fracaso inherentes.
ta “normal”, por ejemplo, es por definición imposible, un Este fracaso -la ruptura, la desintegración de cierto horizon­
conjunto, vacío: en el momento en que “mostramos todo”, te histórico del sentido- nunca es simplemente el fracaso de
nuestra creencia en la realidad diegética queda suspendida, la una constelación epocal específica; siempre vuelve posible,
narración es experimentada como un pretexto ridículo para por un corto tiempo, la experiencia de lo que Lacan llama la
mostrar “eso”.13 Sin embargo, es por esta misma razón que “falta en el Otro”, la incoherencia y/o no existencia del gran
Lacan estaba tan fascinado por El imperio de los sentidos, una Otro, del hecho de que no haya Otro del Otro, ninguna ga­
película que se esfuerza por realizar esta intersección imposi­ rantía definitiva del campo del sentido. Apenas los contornos
ble: ofrecer una narración coherente y (casi) hard-core sex... de la nueva época se afirman, la “no existencia del gran Otro”
Hay otro aspecto en este “conato” antihistoricista de La- vuelve a ser invisible.
can. En su clásico análisis marxista de Rojo y Negro, de Un equivalente fenomenològico de este historieismo mar­
Stendhal, Georg Lukács sostiene lo siguiente: Stendhal era xista es la lectura predominantemente historicista de Heideg­
claramente consciente del carácter alienado de la realidad ger, según la cual cada época está constreñida por el horizonte
social capitalista; sin embargo, debido al hecho de que, en su ontològico de la comprensión del Ser que es su destino; hace
época, el proletariado no se había afirmado como sujeto his­ cien años, Europa llegó al pico de la época de la subjetividad,
tórico, era incapaz de ver la posibilidad histórica de la aboli­ mientras que hoy es posible tener un presentimiento del cierre
ción de la alienación a través de la revolución socialista. En metafisico como tal... Esta lectura está desmentida por el pro­
consecuencia, fue capaz de concebir la protesta contra las di­ pio Heidegger cuando se refiere a Hölderlin, quien, en medio
fíciles condiciones sociales sólo bajo la apariencia de un esta­ de la época de la subjetividad de la era moderna, articuló el Ser
llido suicida, autodestructivo, individualista, de agresión como Ereignis; lo mismo sucede con Schelling, quien, en su
“irracional”. ¿En qué es errado este argumento? Según Lu­ Tratado de la Libertad, comprendió la dimensión más allá de la
kács, la distinción entre “nosotros” y Stendhal se basa en la metafísica, aunque enturbió esa comprensión articulándola en
diferencia en nuestras respectivas situaciones objetivas: las categorías ontológicas tradicionales.
condiciones históricas objetivas le impidieron a Stendhal En un nivel completamente distinto, esta noción de “ac­
comprender (el rol histórico del proletariado), mientras que ceso a lo Absoluto” a través de la experiencia de la desinte­
el cambio en las condiciones “nos” permiten comprender... gración del propio horizonte de sentido nos permite darnos
Si algo ha de aprenderse del psicoanálisis es la falsedad de cuenta de la grandeza de una figura como Jerónimo: al per­
tal distinción: las épocas históricas no están divididas en seguir la causa perdida de la batalla contra el hombre blanco,
aquellas que vuelven posible determinada comprensión y Jerónimo experimentó claramente la limitación del horizon­
te del americano nativo; aunque era totalmente consciente de
13. Véase el captalo 6 de Slavoj Zizek, Mirando al sesgo, Buenos Aires, la fragilidad de su universo, persistió en él, desplegando por
Paidós, 2000. ello una verdadera actitud ética.
298 Slavoj Zizek Toma de punido: una autoentrevista 299
Pero queda un argumento estándar a propósito del significante diferentes: si bien está plenamente justicada al enfatizar el ca­
fálico: Por qué falo?”. Llamando al sigñficante casi trascenden­ rácter en última instancia contingente del hecho de que el sig­
tal “falo”, ¿no legitimamos la elevación de una parte del cuerpo nificante elevado a reemplazo de la falta sea precisamente el
contingente a la condición trascendental del sistema simbólico mis­ falo, tiende a ocultar el hecho de que esta función parádójica
mo? ¿No suscribimos un cortocircuito “ilegítimo”entre una función del significante que representa su propia falta sea constituti­
puramente formal y estructural y el órgano empírico, contingente, vo del orden simbólico. En otras palabras, el falo suspende,
que la simboliza? ¿No estamos restringiendo la “apertura”esencial, vuelve inoperante, la oposición entre identidad fija y el pro­
irreductible, del proceso significante -la posibilidad de infinitas ceso de su subversión o “licuefacción”: la “identidad” del fa­
rearticulaciones del campo simbólico-? lo reside en su propio desplazamiento - “fálico” es el
elemento en la estructura que representa su propio opuesto,
En el momento en que oponemos la finitud/cierre de la una identidad que marca la pura diferencia, una presencia
textura simbólica dada al horizonte infinito de sus posibles que marca la pura ausencia-,
rearticulaciones, el lenguaje se reduce a una entidad natural
ordinaria y su desarrollo a una evolución gradual de tal enti­ Y qué sucede con el argumento aparentemente hegeliano de que
dad. Lo que diferencia el lenguaje de una entidad o sistema lasfamosas fórmulas de Lacan delfalo qua significante (ni órgano
natural es la presencia en él del elemento designado por Lé- corporal ni imagen sino significante) deben leerse como una nega­
vi-Strauss como “significante-maná”: el significante “reflexi­ ción o “negación determinada”que demuestra el hecho de que elfa­
vo” que, dentro del sistema, tiene el lugar de lo que elude el lo qua significante esta vinculado con, depende de y está marcado
sistema, de su no-todavía-significado. La “apertura” de un sis­ por, el pene qua soporte positivo: el significante fálico emerge como
tema simbólico no tiene nada que ver con la presión de las una superación-mediación del pene qua imagen que representa la
circunstancias externas siempre cambiantes que obligan al inalcanzable totalidad del cuerpo...
sistema a transformarse; en el caso de un sistema simbólico
propiamente dicho, esta apertura tiene que ser inscripta en Pienso que Judith Butler (quien desarrolla este argumen­
el sistema “cerrado” mismo bajo la forma de un significan­ to) es víctima de una obsesión no dialéctica con el contenido,
te paradójico que represente el sinsentido dentro del campo y es por ello que deja fuera de consideración lo que siempre
del Sentido -lo que Lacan llama el significante fálico- He- es crucial para Hegel, el “aspecto formal”. Cuando Lacan
gel, a su manera “idealista”, dice lo mismo cuando afirma afirma, en “La significación del falo”, que el falo es el signi­
que el Espíritu, en contraste con la naturaleza, contiene la ficante del gesto mismo de Aufhebung, hay que tomarlo li­
negatividad en sí mismo: la negatividad no es una fuerza teralmente: “falo” es la forma de mediación-superación
externa que descompone las formaciones espirituales desde como tal. “Falo” no es lo que queda del pene luego de que
afuera, dado que el Espíritu es capaz de sustentar una rela­ éste es sometido al proceso de mediación-superación; antes
ción negativa consigo mismo, de “demorarse con lo nega­ bien, representa este proceso mismo de mediación-supera­
tivo”. ción. En síntesis, “falo” designa la forma de simbolización
Nuevamente, el significante fálico no es otro que este sig­ en tanto tal.
nificante puramente negativo, un “significante sin significa­ Con respecto a Deleuze, esta diferencia entre forma y
do”. En consecuencia, la crítica feminista a la lógica contenido puede concebirse como la diferencia entre el “falo
“falocéntriea” de la castración peca de condensar dos gestos de la coordinación” y el “falo de la castración”. Por una par-
300 Slavoj Zizek Toma de partido: una autoentrevista 301
te, hay un falo “precastrativo”, el falo como órgano que lucha P oder
por coordinar todas las zonas erógenas en un campo global
unificado; este falo está sin duda construido sobre la base del En el contexto de la crítica feminista a Lacan se oculta la pro­
modelo de la unidad de la imagen del yo en el estadio del es­ blemática del poder, de la teoría psicoanalítica del poder, de la com­
pejo: su emergencia repite meramente la operación de la plicidad del psicoanálisis con los mecanismos de poder. El
identificación imaginaria con un órgano idealizado. En este psicoanálisis -o al menos, su versión lacaniana- enfatiza los meca­
nivel, “todo tiene un significado sexual”, y el falo garantiza la nismos simbólicos, la naturaleza simbólica del poder. Este énfasis,
unidad de este significado. Este falo, sin embargo, se convier­ ¿no nos lleva a desatender la diferencia entre poder “efectivo” y
te necesariamente en el “falo de la castración”, en el falo co­ “simbólico”?
mo significante de la pérdida y/o desexualización: lo que el
niño experimenta a través del “complejo de castración” es No, nos lleva únicamente a concebir esta diferencia como
que el falo -qua punto de cruce del sentido y la sexualidad- diferencia intradiscursiva entre lazo social efectivo performa-
puede garantizar una sexualidad “normal” sólo actuando co­ tivamente y los gestos simbólicos vacíos que lo legitimizan.
mo el operador de la desexualización, que puede realizar su El caso de Stalin es muy ilustrativo: la investigación histórica
función de garante del sentido (literal, desexualizado) sólo reciente llegó a la conclusión paradójica de que Stalin perdió
actuando como significante-ím-significado. la mayor parte de su poder “efectivo” en 1939, al final del pe­
Butler omite esta dimensión crucial y esta omisión del “fa­ ríodo de las grandes purgas, es decir, en el momento mismo
lo de la castración” la lleva a formular como reproche a Lacan, en que el “culto” de su personalidad se estableció plenamen­
como lo “impensado” de su concepto de falo, lo que en rea­ te, como si su elevación simbólica a “cuarto clásico del mar­
lidad es el rasgo fundamental del concepto de significante fá- xismo” sirviera como una suerte de recompensa por la
lico. Es decir, en su análisis crítico de la noción de angustia pérdida de poder “efectivo”. Hasta 1938, Stalin concentraba
de la castración, Butler demuestra de manera concluyente una enorme cantidad de poder ejecutivo en sus propias ma­
que “tener el falo como sitio de angustia es ya la pérdida que nos por medio de una estrategia muy precisa: utilizaba a los
se teme”;14lo que no nota es que es este mismo cortocircuito en­ dirigentes de la N.K.V.D. (la policía secreta comunista), esco­
tre posibilidad y realidad lo que define e-Lsignificante fálico como gidos en los estratos más bajos de la sociedad, para realizar
simplificante de la castración SIMBÓLICA: la angustia “real” del su­ continuas purgas en la burocracia gobernante, permitiéndoles
jeto de que perderá el falo, en el nivel simbólico, es “ya la el acting out de su frustración ante los privilegios de la Nueva
pérdida que se teme”. En otras palabras, el rasgo distintivo de Clase. Finalmente, en 1938, la burocracia gobernante, que
la castración simbólica, en contraste con la castración real y/o había sido incapaz de estabilizarse como fuerza frente a la
imaginaria, es que el temor a la posible castración es ya la cas­ autoridad personal de Stalin (aun los miembros del Politbu-
tración misma. ró eran arrestados al azar), contraatacó y obligó a Stalin a
transferir la mayor parte de su poder ejecutivo real al Polit-
buró qua cuerpo colegiado. Las purgas luego de la Segunda
Guerra Mundial (la campaña antisemita, el affair de los mé­
dicos, etc.) fueron entonces un último intento desesperado
14. Judith Butler, Bodies That Matter, Nueva York, Routledge, 1993,
de Stalin de concentrar poder “efectivo” en sus manos nue­
p. 127. [Ed. cast.: Cuerpos que importun, Buenos Aires, Paidôs, 2002.] vamente: un intento que culminó con su muerte.
302 Slavoj Zizek Toma de partido: una autoentrevista 303
En el ejercicio del poder habitualmente distinguimos entre la re­ el verdadero blanco de los acting out “terroristas” es la violen­
presión directa (la violencia o sus amenazas) y la hegemonía ideo­ cia implícita que sustenta el marco neutral, no violento.
lógica. ¿Qué tiene que decir la teoría lacaniana acerca de la Lo que se abre aquí es otra conexión con Derrida, con su
violencia política, acerca de la oposición entre violencia y consenti­ motivo de la violencia performativa “ilegítima”, constitutiva
miento no violento? del Sentido mismo, del orden legítimo mismo que retroacti­
vamente lo vuelve invisible o lo legitímiza (lo que en última
La conocida paradoja de violencia (social-simbólica) es instancia es equivalente). La violencia suprema reside en este
que la violencia suprema ya no es experimentada como vio­ círculo vicioso de un acto que establece el orden, el cual re­
lencia, dado que determina el “color específico” del horizon­ troactivamente vuelve invisible ese acto en su dimensión de
te mismo dentro del cual algo debe ser percibido como violencia constitutiva. En otras palabras, la violencia suprema
violencia. La tarea del análisis dialéctico, por ende, es volver consiste en la anulación de la doble inscripción de un únicoy mis­
visible la violencia que mantiene el marco neutro, “no violen­ mo acto: del acto que funda, produce, el Orden simbólico y
to”, que es luego perturbado por las irrupciones de violencia (re)aparece dentro de este orden como uno de sus elementos,
(empírica), el estándar según el cual medimos el grado de legitimado, fundado por él. La pregunta por los “orígenes”
violencia. Cuando somos capaces de percibir esta violencia es, por tanto, el punto traumático de todo orden legal: es lo
fundamental como violencia, el primer paso hacia la libera­ que ese Orden debe “reprimir primordialmente” si ha de
ción efectiva ya ha sido dado. (La lección del psicoanálisis la- mantener su carácter de Orden. En este sentido, la “dialécti­
caniano es, desde luego, que esta coincidencia de la más alta ca” designa el esfuerzo por exhumar, volver visible nueva­
forma de violencia con la ausencia de violencia sólo puede mente, esta violencia constitutiva cuya “represión” es
ocurrir dentro del universo simbólico, es decir, en un orden coextensiva con la existencia misma del Orden.15
donde la ausencia misma de determinación funciona como Además, el psicoanálisis nos vuelve sensibles al contraste
determinación positiva.) potencial entre la estructura manifiesta de dominación y las
Esta paradoja nos permite dar una explicación precisa del relaciones efectivas de poder. La más famosa escena en Bajos
concepto de hegemonía: estamos ante el efecto de hegemonía, instintos -el interrogatorio policial a Sharon Stone con el no­
esto es, un elemento ejerce hegemonía sólo cuando ya no es torio cruce de piernas, cuando, por un instante, entrevemos
percibido como usurpador que ha subordinado violentamen­ (o no) su vello púbico- merece su fama por su inversión de lo
te a todos los demás elementos para así comandar todo el que parece ser una estructura típica de dominación, de rela­
campo, sino como marco neutral cuya presencia es algo sis­ ción de poder (una mujer expuesta a la mirada de los interro­
temático; “hegemonía” designa la violencia usurpadora cuyo gadores masculinos que la bombardean a preguntas): el
carácter violento es superado. El discurso democrático ejer­ sujeto mismo que ocupa la posición de víctima tiene la situa­
ce hegemonía cuando incluso sus oponentes aceptan tácita­ ción totalmente bajo control, y juega con los interrogadores
mente su lógica subyacente, y recurren a ella en sus como un gato con ratones...
argumentos en contra de la democracia. En este contexto de­ 15. Véase Jacques Derrida, “Forcé of law: The mystical foundation of
beríamos poder abordar también el problema de los acting out authority”, en Deconstruction and the Possíbility ofjustice, Nueva York, Rou-
llamados “terroristas”, de los intentos desesperados de libe­ tledge, 1992. Véase una articulación diferente (lacaniana) de una línea si­
rarse del doble vínculo del discurso hegemónico en el cual la milar de pensamiento en el capítulo 5 de Slavoj Zizek, Porque no saben lo
violencia más cruda pasa por consenso y diálogo no violento; que hacen, Buenos Aires, Paidós, 1998.
304 Slavoj Zizek Toma de partido: una autoentrevista 305
En cuanto al análisis del ejercicio del poder, a menudo se insiste patriarcal con hijos sino, más bien, la pareja contractual. El
en el paralelo entre la opresión racial y la sexual, entre racismo y hijo ya no es un complemento que completa la familia convir­
sexismo... tiéndola en un todo armonioso, sino un suplemento perturba­
dor que debe ser desechado lo más pronto posible.
...olvidando su diferencia estructural fundamental: el hom­ La crítica habitual del patriarcado fatalmente desatiende
bre y la mujer no son dos “razas” de la humanidad del mismo el hecho de que hay dos padres. Por una parte, está el padre
modo en que lo son diferentes comunidades étnicas. Estas es­ edípico: el padre simbólico muerto, el Nombre-del-Padre, el
tán estructuradas según el principio de identificación del gru­ padre de la Ley que no goza, que ignora la dimensión del go­
po con la Cosa étnica; es por ello que entrañan la noción de ce; por otro lado, está el padre “primordial”, la obscena figu­
vida comunitaria independiente, no antagónica. La diferencia ra anal superyoica que es real y está vivo, el “Amo del Goce”.
sexual, en cambio, es radicalmente “antagónica”, es decir, la En el nivel político, esta oposición coincide con la que existe
posición de cada sexo se define por su relación antagónica con entre el Amo tradicional y el Líder moderno (“totalitario”).
el sexo opuesto. Si ha de establecerse un paralelo es más bien En todas las revoluciones emblemáticas, desde la francesa
entre la diferencia sexual y algunos antagonismos básicos que hasta la rusa, el derrocamiento del antiguo régimen impoten­
escinden una comunidad (la diferencia de clase, por ejemplo). te del Amo simbólico (el rey francés, el zar) terminó en el go­
La identidad sexual se vuelve efectivamente “nacionalista” só­ bierno de una figura mucho más represiva de padre-Líder
lo en aquellas formas del feminismo radical basadas en la ca­ “anal” (Napoleón-Stalin). El orden de la sucesión descripto
pacidad de las mujeres para reproducirse sin la fertilización por Freud en Tótemy Tabú (el asesinado Padre-Goce primor­
masculina; en este caso, las mujeres se constituirían efectiva­ dial vuelve bajo la forma de la autoridad simbólica del Nom­
mente en “raza” por derecho propio. Por otra parte, la estra­ bre) está, pues, invertida: el depuesto Amo simbólico vuelve
tegia antirracista que apunta a la emancipación de nuestra como el Líder obsceno-real. En síntesis, Freud fue víctima de
propia comunidad a través del apartheid, de la separación cul­ una suerte de ilusión de perspectiva: el “padre primordial” es
tural, económica, etc., de la comunidad dominante (la estrate­ un fenómeno posterior, eminentemente moderno, post-re-
gia de la Nación Musulmana Afroamericana, por ejemplo) volucionario, el resultado de la disolución de la autoridad
necesariamente entraña la afirmación patriarcal de la subordi­ simbólica tradicional.
nación femenina dentro de nuestra propia comunidad (“cada En la actualidad, los “padres primordiales” abundan en los
sexo en su lugar”). movimientos políticos totalitarios, así como en las sectas
New Age. David Koresh, el líder de la secta dravidiana asesi­
nado por el FBI en Waco (Texas) en 1993, implemento la re­
D e l pa tr ia r c a d o a l c in is m o gla fundamental del padre freudiano primordial: el comercio
sexual con las mujeres es su exclusiva prerrogativa, es decir, el
Uno de los motivos recurrentes de su obra es que elfimdamen- sexo está prohibido para los demás hombres. Esto arroja nue­
talismo patriarcal-identitario ya no es el verdadero enemigo en la va luz sobre el famoso sueño freudiano en el cual un hijo
actualidad... muerto se le aparece al padre y pronuncia un horrible repro­
che: “Padre, ¿no puedes ver que me estoy quemando?”, cuyo
Estoy tentado a arriesgar la hipótesis de que hoy, en el ca­ verdadero significado, desde luego, es “Padre, ¿no puedes ver
pitalismo tardío, el modelo hegemónico ya no es la familia que estoy gozando?”. En otras palabras, estamos ante un sus­
306 Slavoj Zizek Toma de partido: una autoentrevista 301
piro de alivio: “¡Gracias a Dios, mi padre no puede verlo!” Só­ jer de más edad, la condesa Olenska, que ha vuelto de Euro­
lo un padre simbólico muerto deja espacio para el goce; el pa­ pa luego de divorciarse y, por esa razón, no es totalmente
dre “anal”, el “Amo del Goce”, que puede verme también aceptada en la alta sociedad. Los dos amantes comprenden
cuando gozo, obtura completamente mi acceso al goce. El que no hay lugar para su amor en el espacio social-simbòlico
padre simbólico qua muerto -es decir, ignorante del goce- existente de rígida etiqueta y rígidas reglas de juego, y que no
nos permite mantener a raya los fantasmas que estructuran hay otro lugar adonde escapar, ningún lugar utópico donde
nuestro goce, guardar un mínimo de distancia entre ellos y el su amor pueda florecer sin restricciones, de modo que renun­
espacio social; mientras que el padre obsceno “anal” anima cian a él: la condesa parte rumbo a París nuevamente, mien­
directamente el soporte fantasmático de nuestro ser, que in­ tras el héroe se casa con , su joven novia y se integra
mediatamente invade todo el campo social. completamente a su sociedad. Al final, luego de la muerte de
su esposa, el héroe y su hijo (él mismo un joven y exitoso
Otro leitmotiv en su obra, complementario del precedente, es hombre de negocios) van a París, donde tienen planeado vi­
que hoy el verdadero enemigo ideológico es la actitud no identitaria sitar a la condesa Olenska. Eri el camino, el hijo le dice al hé­
(\post-ideológica” de la distancia cínica. Sin embargo, cuando conce­ roe que sabe que están a punto de visitar al amor trunco de
bimos el mundo actual como la era del cinismo, en la cual nadie toma su vida: su madre le contó todo al respecto mucho tiempo an­
seriamente el código ético predominante, ¿no caemos inevitable­ tes... Al enterarse, el héroe decide no visitar a la condesa.
mente en la típica trampa ideológica de peiribir erróneamente la En esto reside la “inocencia” de la esposa: lejos de ser una
época precedente como un tiempo de costumbres auténticas, cuando ingenua perfectamente inconsciente de las emociones de su
la gente creía aún plenamente en sus códigos simbólicos y los toma­ novio, ella sabe todo y, sin embargo, persiste en su rol de in­
ba en serio; en términos de Hegel: como el tiempo en que los indi­ genua, salvaguardando así la felicidad de su matrimonio; si el
viduos estaban inmediatamente inmersos en su sustancia ética? ¿No esposo hubiera sabido que ella sabía, su felicidad no habría si­
es la noción de “viejos tiempos”una ilusión retrospectiva par exce- do posible. Para comprender la “inocencia” del título de la
llencef novela correctamente es necesario introducir la noción laca-
niana del gran Otro qua campo de la etiqueta y las aparien­
En cuanto a la percepción errónea de los tiempos pasados cias sociales: la “edad de la inocencia” no es la edad de la
como la era de la “inmediatez” ingenua, La edad de la inocen­ aceptación ingenua e inmediata de la etiqueta social, sino
cia, de Edith Wharton, pone las cosas en una perspectiva ade­ aquella en la cual la etiqueta tenía una influencia tan fuerte
cuada. Aunque se trata de una obra canónica de arte elevado, en los individuos que, incluso en la esfera más íntima de las
La edad de la inocencia se acerca al melodrama con la inversión relaciones amorosas, las apariencias eran mantenidas; uno no
que se produce en las últimas páginas de la novela, cuando el se sacaba la máscara. La “inocencia” de la esposa consistía en
héroe se entera de que su supuestamente ignorante e inocen­ su compromiso sin reservas con las apariencias sociales: en
te esposa sabía que su verdadero amor era la fatal condesa cierto sentido, las tomaba más seriamente que a las emocio­
Olenska. nes. El punto no es entonces que su confianza ingenua fuera
La edad de la inocencia es la historia de un rico abogado en fingida: ella confiaba completa y sinceramente en la superfi­
la Nueva York del siglo XIX, comprometido con la hija de cie de la etiqueta social.
una rica familia, que lo ama con toda la inocencia de una mu­ Una de las posibles lecturas erróneas de La edad de la ino­
chacha inexperta; él se enamora apasionadamente de una mu­ cencia es que el héroe, al enterarse de que su esposa muerta
308 Slavoj Zizek Toma de partido: una autoentrevista 309
sabía, cambia totalmente la dirección de su deseo: el noble allá, etc. Sin embargo, hay otra dimensión, la dimensión que
acto de ella -su fingida ignorancia- la eleva retrospectivamen­ se corresponde perfectamente con lo que Lacan designaba
te a objeto verdadero de su deseo, y es por ello que renuncia con el término “la inmixión de los sujetos” [immixion des su-
a la condesa Olenska, aunque ahora ésta es finalmente acce­ jets]-, para la mirada privilegiada de James Stewart, la realidad
sible para él. Por el contrario, habría que insistir en que, en social es develada como la coexistencia de la pluralidad de
cierto sentido, es sólo ahora que la condesa Olenska es plenamen­ destinos individuales o familiares. Cada una de estas unidades
te confirmada como el objeto absoluto del deseo del héroe; al no vi­ forma su propio universo de significación exclusivo, con sus
sitarla, el héroe repite el gesto de “inocencia” de su esposa, y esperanzas y sus penas, de modo que aunque coexisten como
sacrifica el objeto a la etiqueta social. En resumen, el objeto partes del mismo mecanismo global, son completamente in­
de deseo es confirmado como absoluto sólo a través de su sa­ conscientes una de otra; lo que las mantiene unidas no es un
crificio. eje común más profundo de significado, sino numerosas co­
lisiones contingentes, “mecánicas”, que producen efectos lo­
Volvamos al cinismo: ¿cómo, entonces, evita Lacan la Escila de cales de sentido (la melodía del compositor le salva la vida a
la distancia cínica que concibe el lenguaje como un medio meramen­ Miss Lonelyhearts, etc.). Para la experiencia de la “inmixión”
te externo que puede ser inanipulado, sin acercarse demasiado a la es crucial esta noción de sentido como efecto local de un sinsenti­
Caribdis de la creencia ingenua en su poder perfiormativo? do global: el entremezclado de las vidas individuales es experi­
mentado como un mecanismo ciego en el cual, a pesar de la
Cuando se les preguntó acerca de su actitud respecto de falta de todo propósito regulador del flujo de acontecimien­
los Estados Unidos, los miembros del grupo post-punk eslo­ tos, “todo funciona”, de modo que la visión de la totalidad
veno Laibach contestaron: “Como los estadounidenses, cree­ proporciona una experiencia enigmática, extrañamente apa­
mos en Dios, pero, a diferencia de ellos, no confiamos en Él” ciguante, casi mística.
(una alusión a la inscripción en los billetes de dólar, desde En un nivel tecnológico más elevado se encuentra un efec­
luego). En la medida en que Dios es uno de los nombres del to homólogo en Sliver: un millonario excéntrico, poseedor de
gran Otro, esta afirmación paradójica traduce adecuadamen­ un gran edificio de apartamentos, instala en cada uno de és­
te la actitud lacaniana respecto del gran Otro del lenguaje: un tos cámaras ocultas de televisión, de manera que él puede ob­
lacaniano no es un cínico que sólo reconoce el goce; cuenta servar en las múltiples pantallas de su guarida lo que ocurre
con la eficiencia del gran Otro, aunque no confía en él, dado en los espacios más íntimos, más privados, de su edificio: re­
que sabe que está tratando con un orden de semblante... laciones sexuales, corrupción de menores, problemas finan­
cieros ocultos... Como en La ventana indiscreta, sin embargo,
Entonces, en un examen más minucioso, ¿cómo hemos de conce­ la “inmixión de los sujetos” está vinculada a una mirada vo-
bir la fiorma “posmoderna” de la subjetividad:! yeurista central que es parte de la realidad diegética: la mira­
da del millonario en su seguro refugio.
En La ventana indiscreta (Rear Window), de Hitchcock, la La gran revolución de Robert Altman es que independiza
relación de James Stewart con lo que ve a través de la venta­ este efecto de inmixibilidad de la mirada diegética privilegia­
na está referida por lo general a la centralidad de su m irada- da. Esta tendencia, que se expresó primero en Nashvitte, al­
está en juego su posición de dominación (o impotencia) res­ canza su culminación en Vidas cruzadas (Short Cuts). Los
pecto de lo que ve, los fantasmas que proyecta en ese más destinos de nueve grupos particulares (en su mayoría, fami­
310 Slavoj Zizek Toma de partido: una autoentrevista 311
lias) son reunidos no por la mirada de algún voyeur oculto, si­ La respuesta lacaniana a esto es que, “antes” de llegar al
no por helicópteros que fumigan insecticida sobre Los Ange­ sexo virtual, primero tenemos que exponer el mito del “sexo
les, una metáfora de la decadente megalópolis. Estos nueve real”, que supuestamente es posible. La tesis de Lacan de que
hilos se entrelazan de maneras totalmente contingentes, de “no hay relaciones sexuales” significa precisamente que la es­
modo que el mismo hecho adquiere significados absoluta­ tructura del acto sexual “real” (el acto con una pareja de car­
mente inconmensurables a través de su inscripción en series ne y hueso) es ya intrínsecamente fantasmática -el cuerpo
heterogéneas. Un niño atropellado por el auto de Lily Tom- “real” del otro sirve sólo como soporte para nuestras proyec­
lin, por ejemplo: este accidente instaura la reconciliación de ciones fantasmáticas- En otras palabras, el “sexo virtual” en
Tomlin con su marido borracho, la tragedia en la familia del el cual un guante simula los estímulos de lo que vemos en la
chico, una extraña amistad entre los inconsolables padres y el pantalla, etc., no es una distorsión monstruosa del sexo real;
pastelero que los acosa por haber olvidado la torta de cum­ simplemente pone de manifiesto su estructura fantasmática
pleaños del niño (Lyle Lovett), la confesión obscena, fuera de subyacente.
lugar, del abuelo del niño (Jack Lemmon) al padre del niño, el
inesperadamente cálido contacto del abuelo con la pareja
afroamericana en el hospital, etc. (En un relato de ciencia fic­ B o s n ia

ción, esta lógica de la inconmensurabilidad es llevada al extre­


mo: en el futuro cercano, los científicos descubren que el Tasemos ahora del caso universal al casoparticular de violencia:
cometa que anunció el nacimiento de Cristo en el cielo de Be­ la guetra en Bosnia. Uno de los motivos recumntes en los medios
lén era la huella de una gigantesca catástrofe cósmica, la des­ es la compasión por las víctimas de la guetra de Bosnia...
trucción de una civilización noble y altamente desarrollada.)
El tema de Vidas cruzadas, por tanto, no es el fracaso o la En el excelente relato de Patricia Highsmith “La tortuga
imposibilidad de la comunicación sino, más bien, su carácter de agua dulce” (de su primera antología, Once), la madre de
contingente en extremo: simultáneamente hay demasiada y un chico de ocho años lleva a su casa una tortuga de agua dul­
demasiado poca comunicación, dado que el contacto siempre ce que planea cocinar para la cena. Para que la carne de la
se produce como un subproducto imprevisto. Lo que Altman tortuga tenga buen sabor- tiene que hervirla viva, y esto es lo
ofrece es el más conciso retrato de la inmiscibilidad “posmo­ que lleva a la catástrofe: en presencia de su hijo, la madre
derna”, tardocapitalista, de los sujetos, donde la colectividad echa la tortuga en el agua hirviendo y cubre la cacerola con
ya no es experimentada como un Sujeto colectivo ni como un una tapa; la desesperada tortuga se aferra al borde de la cace­
Proyecto global, sino como un mecanismo impersonal, sin rola con sus patas delanteras, levanta la tapa con su cabeza y
sentido, que produce, como resultados locales y contingen­ se asoma; por un instante, antes de que la madre vuelva a su­
tes, sentidos múltiples y radicalmente inconmensurables. mergirla en el agua hirviendo con una cuchara de cocina, el
hijo capta la mirada desesperada del animal agonizante; el
¿Cuál es el destino de la sexualidad en todo esto? Uno de los lu­ impacto traumático de esa mirada lo lleva a apuñalar a su ma­
gares comunes es hoy que el contacto seocual real con un “otro real” dre con un cuchillo de cocina... El elemento traumático es,
está perdiendo cada vez más ten-eno en beneficio del goce mastur­ pues, la mirada del otro inerme -niño, animal-, que no sabe
batorio, cuyo único soporte es un otro virtual: sexo telefónico, por­ por qué algo tan horroroso y sin sentido está sucediéndole:
nografía, hasta “sexo virtuaV computarizado... no la mirada de un héroe deseoso de sacrificarse por una
312 Slavoj Zizek Toma de partido: una autoentrevista 313
Causa, sino la mirada de la víctima perpleja. Y en Sarajevo es­ piden que bailen para ellos, y la danza que ejecutan la maña­
tamos ante la misma mirada despavorida. No basta con decir na siguiente corresponde a la descripción; satisfecha, la expe­
que Occidente sólo observa pasivamente la masacre en Sara­ dición vuelve a la civilización y escribe un elogiado informe
jevo y no quiere actuar, o siquiera comprender lo que está su­ sobre los ritos salvajes de los primitivos. Poco tiempo des­
cediendo en realidad: los verdaderos observadores pasivos pués, sin embargo, otra expedición llega a la tribu y aprende
son los propios ciudadanos de Sarajevo, que sólo pueden pre­ a hablar su lengua correctamente; se demuestra que la terri­
senciar los horrores a los cuales son sometidos sin ser capa­ ble danza no existe en sí misma: en sus discusiones con el pri­
ces de comprender cómo algo tan horrible es posible. Esta mer grupo de exploradores, los aborígenes de algún modo
mirada nos vuelve a todos culpables. adivinaron rápidamente lo que querían los extranjeros, y en
. La compasión por la víctima es precisamente el modo de la noche siguiente a su llegada la inventaron especialmente
evitar la insoportable presión de esta mirada. ¿Cómo? Los para ellos, para satisfacer su demanda... En síntesis, los explo­
ejemplos de “compasión con el sufrimiento en Bosnia”, que radores recibieron su propio mensaje de vuelta de los aborí­
abundan en nuestros medios, ilustran perfectamente la tesis genes, en su forma invertida y verdadera.
de Lacan sobre la naturaleza “reflexiva” del deseo humano: el En esto consiste el señuelo que debe disiparse si se preten­
deseo es siempre deseo de un deseo. Es decir, lo que estos de entender la crisis yugoslava : no hay nada autóctono en sus
ejemplos presentan sobre todo es que la compasión es el mo­ “conflictos étnicos”; la mirada de Occidente estaba incluida
do de mantener una distancia apropiada respecto de un vecino en ellos desde el principio. David Owen y sus compañeros
en problemas. Recientemente, los austríacos organizaron una son la versión actual de la expedición a la tribu neocelandesa;
gran colecta en ayuda de la ex Yugoslavia con la divisa “Nach- actúan y reaccionan exactamente del mismo modo, pasando
bar im Notí” (¡Vecino en problemas!). La lógica subyacente por alto que todo el espectáculo de los “viejos odios que
de esta divisa era clara para todos: debemos pagar para que emergen repentinamente en su crueldad primordial” es la
nuestros vecinos sigan siendo vecinos a una distancia apro­ danza puesta en escena para sus ojos, una danza de la cual
piada, y no vengan a nosotros. En otras palabras, nuestra Occidente es enteramente responsable.
compasión, precisamente en la medida en que es “sincera”,
presupone que en ella, nos percibimos en la forma que nos parece Entonces, ¿por qué Occidente acepta esta narración del “estalli­
agradable: la víctima es presentada para que nos guste vemos do de pasiones étnicas”?
en la posición desde la cual la observamos...
Durante mucho tiempo, los “Balcanes” han sido uno de
Entonces, ¿cuál es el estatuto de las “arcaicas pasiones étnicas” los sitios privilegiados de investimientos fantasmáticos en po­
balcánicas, habitualmente evocadas a propósito de la guerra en Bos­ lítica. Gilíes Deleuze dijo: “si vous étespris dans le reve de Vau-
nia? tre, vous étes foutu” (si quedas atrapado en el sueño de otro,
estás perdido). En la ex Yugoslavia, estamos perdidos no por­
En Porque no saben lo que hacen, analizo la conocida histo­ que nuestros sueños y mitos primitivos nos impidan hablar el
ria de una expedición antropológica que trata de entrar en lenguaje iluminista de Europa, sino porque pagamos con vi­
contacto con una tribu salvaje en la jungla de Nueva Zelanda das el precio de ser el tema de los sueños de otros. El fantas­
que, supuestamente, ejecuta una terrible danza guerrera con ma que organizó la percepción de la ex Yugoslavia es que los
grotescas máscaras. Cuando llegan a la tribu por la noche, les “Balcanes” son el Otro de Occidente: el lugar de salvajes con­
314 Slavoj Zizek Toma de partido: una autoentrevista 315
flictos étnicos superados hace ya mucho tiempo por la Euro­ ser, son totalmente racionales dentro de los objetivos que
pa civilizada; un lugar donde nada es olvidado ni aprendido, quieren alcanzar; la única excepción, el único verdadero fac­
donde los viejos traumas son desplegados una y otra vez; tor irracional, es la mirada de Occidente parloteando acerca
donde el lazo simbólico está simultáneamente devaluado de las pasiones étnicas arcaicas.
(decenas de ceses de hostilidades son violados) y sobreva­
luado (las primitivas nociones guerreras de honor y orgu­ ¿Por qué Occidente está tan fascinado por la imagen de Saraje­
llo). vo, esa ciudad-víctima par excellencef
En este contexto, una multitud de mitos han florecido.
Para la “izquierda democrática”, la Yugoslavia de Tito era el Sin la economía libidinal de esta victimización, no es posi­
espejismo de la “tercera posición” de la autogestión más allá ble explicar lo que ha sucedido en Sarajevo en los últimos dos
del capitalismo y el socialismo de Estado; para los delicados años.
hombres de la cultura, era la tierra exótica de la renovadora La ubicación geográfica misma de la ciudad es significati­
diversidad, folclórica (los filmes de Makavejev y Kusturica); va: Sarajevo está lo bastante lejos para no ser percibida como
para Milán Kundera, el lugar donde el idilio de Mittekuropa parte de Europa occidental propiamente dicha; está teñida
se funde con el barbarismo oriental; para la Realpolitik occi­ por la exótica mística balcánica, aunque está lo bastante cer­
dental de fines de la década de 1980, la desintegración de Yu­ ca para hacernos temblar al pensarlo (un tema permanente de
goslavia funcionó como una metáfora de lo que podía los medios europeos es “¡Piénsese que no se trata de un dis­
suceder con la Unión Soviética; para Francia y Gran Breta­ tante país del Tercer Mundo; aquí, tan cerca del corazón de
ña, resucitó el fantasma del cuarto Reich alemán que pertur­ Europa, a menos de dos horas de vuelo de nosotros, están
baba el delicado equilibro de la política europea. Detrás de ocurriendo semejantes horrores!”). Entonces, ¿cómo proce­
todo esto se ocultaba el trauma primordial de Sarajevo, de los dió Occidente en este caso?
Balcanes como el polvorín que amenazaba encender toda Eu­ Según Alenka Zupancic, miembro de círculo lacaniano es­
ropa... Lejos de ser el Otro de Europa, la ex Yugoslavia era loveno, autora de un perspicaz análisis, Occidente proporcio­
Europa misma en su Otredad, la pantalla en la cual Europa nó la dosis justa de ayuda humanitaria para que la ciudad
proyectaba su propio reverso reprimido. sobreviviera, ejerció justo la presión necesaria sobre los ser­
Entonces, ¿cómo no hemos de recordar, a propósito de bios para evitar que ocuparan la ciudad; sin embargo, esa pre­
esta mirada europea sobre los Balcanes, el dicho de Hegel de sión no fue lo bastante fuerte para interrumpir el sitio y
que el Mal no reside en el objeto percibido como malo, sino permitirle a la ciudad respirar libremente, como si el deseo
en la mirada inocente que percibe el Mal en todas partes? El inconfesable fuera preservar Sarajevo en un bloqueo atempo­
principal obstáculo para la paz en la ex Yugoslavia no son las ral, entre dos muertes, bajo la forma de un muerto vivo, una
“arcaicas pasiones étnicas”, sino la mirada inocente de Euro­ víctima eternizada en su sufrimiento. Hace mucho, Lacan
pa fascinada por el espectáculo de esas pasiones. Contra el lu­ llevó nuestra atención al rasgo fundamental del fantasma sa-
gar común de la prensa actual acerca de los Balcanes como el diano, la eternización del sufrimiento: la víctima -en general,
manicomio de vehementes nacionalismos, donde las reglas una joven, hermosa, inocente mujer- es interminablemente
racionales de comportamiento están suspendidas, uno debe torturada por aristócratas decadentes y, sin embargo, conser­
señalar una y otra vez que los movimientos de todos los agen­ va milagrosamente su belleza y no muere, como si, más allá o
tes políticos en la ex Yugoslavia, por reprensibles que puedan por debajo de su cuerpo material, poseyera otro, etéreo, su­
316 Slavoj Zizek Toma de partido: una autoentrevista 311

blime. El cuerpo de Sarajevo es tratado como un cuerpo fan­ piar: la vehemente trotskista que ha empezado a hablar re­
tasmal, eternizado en la fijeza de su sufrimiento, fuera del pentinamente el lenguage de la victimización abstracta, evi­
tiempo y del espacio empírico. tando, como el vampiro evita la ristra de ajos, un análisis
Es interesante el marco general que subyace a esta percep­ concreto de la política que condujo a los horrores en Bosnia.
ción de Sarajevo: la ciudad no es sino un caso especial de lo No es sorprendente que, de lejos, el mayor éxito de la músi­
que es quizás el rasgo clave de la constelación ideológica que ca clásica de los últimos años (dos millones de CD vendidos
caracteriza nuestra época de triunfo mundial de la democra­ en Europa) haya sido la Tercera Sinfonía de Henryk Górecki,
cia liberal: la universalización de la noción de víctima. La prue­ un largo lamento sobre el destino de todas las posibles vícti­
ba definitiva de que estamos ante ideología en su forma más mas, adecuadamente subtitulado “Sinfonía de las canciones
pura es proporcionada por el hecho de que esta noción de dolorosas”. La filosofía misma fue rápida en su contribución
víctima es vivida como extraideológica par excellence: la ima­ a esta victimización universal: en su Contingencia, ironía y so­
gen habitual de la víctima es la de un niño o mujer inocente- lidaridad Richard Rorty, el filósofo del pluralismo liberal-de­
ignorante que paga el precio de las guerras por el poder mocrático, define al hombre como tal como víctima
político-ideológico. ¿Hay algo más “no-ideológico” que este potencial, como “algo que puede ser herido”.
dolor del otro en su presencia desnuda, muda, palpable? Es­
te dolor, ¿acaso no vuelve insignificantes todas las Causas Entonces, ¿qué es lo erróneo, qué oculta esta imagen fantasmal
ideológicas? Esta mirada perpleja de un niño famélico o he­ de la víctima?
rido que se dirige a la cámara, perdida e inconsciente de lo
que está sucediendo alrededor -una niña somalí hambrienta, La imagen fantasmal, su paralizante poder de fascinación,
un muchacho de Sarajevo cuya pierna ha sido arrancada por contraría nuestra habilidad para actuar; como dijo Lacan,
una granada-, es hoy la imagen sublime que cancela todas las “atravesamos el fantasma” por medio de un acto. La ética
demás imágenes, la primicia tras la cual están todos los repor­ “posmoderna” de la compasión con la víctima legitimiza la
teros gráficos. evasión, el interminable diferimiento del acto. Toda actividad
La victimización está, pues, universalizada; va desde el “humanitaria” de ayuda a las víctimas, todo alimento, ropa y
abuso sexual y el acoso a las víctimas del sida; del cruel desti­ medicamentos para los bosnios, están allí para ocultar la ur­
no de los sin hogar a los expuestos al humo de cigarrillo; de gencia del acto. La multitud de éticas particulares que se mul­
los niños famélicos de Somalia a las víctimas del bombardeo tiplican hoy (la ética ecológica, la ética médica...) debe ser
de Sarajevo, de los animales que sufren en los laboratorios a concebida precisamente como un esfuerzo por evitar la ética
los árboles que perecen en las selvas tropicales. Es parte de la verdadera, la ética del ACTO como tal. Lo que encontramos
imagen pública de una estrella de cine o de rock tener su víc­ es la tensión genuinamente dialéctica entre lo universal y lo
tima favorita: Richard Gere, el pueblo del Tíbet, víctimas del particular: lejos de ejemplificar simplemente la universalidad
gobierno comunista; Elizabeth Taylor, las víctimas del sida; la a la que pertenece, lo particular establece una relación de an­
última Audrey Hepburñ, los niños de Somalia; Vanessa Redgra- tagonismo con ella. ¿Y no sucede lo mismo con la afirmación
ve, los niños que sufren en la guerra civil de la ex Yugoslavia; posmoderna de la multitud de posiciones-sujeto contra el es­
Sting, la selva tropical; hasta la ya mayor Brigitte Bardot en pectro del Sujeto (denunciado como la ilusión cartesiana)?
Francia, preocupada por el cruel destino de los animales El muy publicitado “derecho a la diferencia” liberal-de­
muertos por su piel... El caso de Vanessa Redgrave es ejem- mocrático y el antieurocentrismo aparecen en su luz verdade­
318 Slavoj Zizek Toma de partido: una autoentrevista 319
ra: el otro del Tercer Mundo es reconocido como la víctima, en el nivel del contenido enunciado saben muy bien que nin­
es decir, en la medida en que es una víctima. El verdadero obje­ gún sujeto, ni siquiera el más repugnante racista o sexista, es
to de angustia es el otro ya no preparado para el rol de vícti­ totalmente responsable -y por tanto, culpable- de sus actos
ma; un otro de este tipo es rápidamente denunciado como -es decir, la “responsabilidad” es una ficción legal que debe
“terrorista”, como “fundamentalista”, etc. Los somalíes, por ser desconstruida-, en el nivel de la posición subjetiva de
ejemplo, sufren una verdadera escisión kleiniana en objeto enunciación, tratan a los racistas y sexistas como si fueran to­
“bueno” y “malo”; por una parte, el objeto bueno: víctimas pa­ talmente responsables de sus actos.)
sivas, sufrientes, niños y mujeres famélicos; por otra, el objeto La universalización de la noción de víctima condensa,
malo: fanáticos caudillos que se preocupan más por su poder pues, dos aspectos. Por una parte, hay una víctima del Tercer
o sus objetivos ideológicos que por el bienestar de su propio Mundo: la compasión por la víctima de los fanáticos caudillos
pueblo. El otro bueno reside en la universalidad pasiva anóni­ fundamentalistas enmarca la errónea percepción demócrata-
ma de la víctima; cuando encontramos a un otro real/activo, liberal del Gran Cisma actual entre aquellos que están Aden­
siempre hay algo que reprocharle: ser patriarcal, fanático, in­ tro (incluidos en la sociedad legal de bienestar y derechos
tolerante... humanos) y aquellos que están Afuera (desde los sin hogar de
Esta actitud ambigua frente a la víctima está inscripta en nuestras ciudades hasta los famélicos africanos y asiáticos).
los fundamentos de la cultural estadounidense moderna; es Por otra parte, la victimización paralela de los sujetos de las
discernible en Centauros del desierto (Searchers), de John Ford, sociedades demócratico-liberales indica el cambio en el mo­
y también en Taxi Driver, de Martin Scorsese: en ambos ca­ do predominante de subjetividad respecto de lo que es habi­
sos, el héroe se esfuerza por liberar a la víctima femenina de tualmente designado como “narcisismo patológico”: el Otro
los lazos de Otro malvado (los indios americanos, el macró como tal es percibido cada vez más como amenaza potencial,
corrupto); sin embargo, la víctima parece resistirse a su pro­ como usurpador del espacio de mi identidad (fumando, rién­
pia liberación, como si encontrara un goce incomprensible dose con demasiada estridencia, dirigiéndome una mirada
en su propio sufrimiento. ¿Acaso no es el violento passage a ávida...). No es difícil afirmar lo que esta actitud intenta elu­
Vacíe de Robert de Niro (Iravis) en Taxi Driver un estallido dir desesperadamente: el deseo en tanto tal, que, como sabemos
por medio del cual el sujeto evita la difícil situación de una por Lacan, siempre es el deseo del Otro. El Otro plantea una
víctima que se resiste a la liberación impuesta? ¿No es el mis­ amenaza en la medida en que es el sujeto del deseo, en la me­
mo atolladero libidinal el que se encuentra en- las raíces del dida en que irradia un deseo impenetrable que parece usur­
trauma de Vietnam, donde los vietnamitas también resistieron par el equilibrio aislado de mi “modo de vida”.
de algún modo la ayuda estadounidense? ¿Y no es posible dis­ Marx distinguía la economía política burguesa “clásica”
cernir la misma ambigüedad en la “políticamente correcta” (Ricardo) de la economía política “apologética” (de Malthus
obsesión masculina por la mujer como víctima del acoso se­ en adelante): los “clásicos” volvían visibles las antinomias
xual? Esta obsesión, ¿no está gobernada por un temor no re­ inherentes a la economía capitalista, mientras que los “apólo­
conocido de que la mujer de algún modo goce del acoso, de gos” las barrían bajo la alfonbra. Mutatis mutandis, lo mismo
que pueda no ser capaz de mantenerse a una distancia pruden­ puede afirmarse del pensamiento demócratico-liberal: alcan­
cial? ¿No se trata, una vez más, del miedo al goce femenino? za una suerte de grandeza cuando despliega el carácter intrín­
(Casualmente, una de las contradicciones propias de los des- secamente antinómico de su proyecto. Esta antinomia afecta
construccionistas políticamente correctos es que, aunque sobre todo la relación entre universalismo y particularismo:
320 Slavoj Zizek
el “derecho a la diferencia” universalista liberal encuentra su
límite en el momento en que tropieza con la diferencia real.
Basta con mencionar la clitoridectomía para marcar la madu­
rez sexual de la mujer, práctica de algunas partes de Africa
oriental (o -un caso menos extremo- la insistencia de las mu­
jeres musulmanas en Francia a usar el velo en las escuelas es­
tatales): ¿qué sucedería si un grupo minoritario afirmara que
esta “diferencia” es una parte indispensable de su identidad
cultural y, en consecuencia, denunciara la oposición a la clito­
ridectomía como un ejecicio de imperialismo cultural, como
la imposición violenta de los estándares eurocéntricos? ¿Có­
mo debemos decidir entre las afirmaciones en conflicto de los
derechos individuales y la identidad del grupo cuando la iden­
tidad del grupo explica una parte sustancial de la identidad del in­ A emperador”, 93
dividuo? La respuesta liberal estándar es, desde luego: que la Adorno, Theodor, 200, 272 Aristóteles, 199
mujer elija lo que quiere, a condición de que haya sido informada desublimación represiva, Austen, Jane, 94
adecuadamente sobre el abanico de elecciones alternativas, de modo 30-40 Austin, John L., 150
que sea plenamente consciente del más amplio contexto de su Dialéctica del Iluminismo
elección. La ilusión consiste en el implícito de que hay un mo­ (con Horkheimer), 219 B
do neutral de presentarle al individuo toda la gama de alter­ Habermas y, 48 Bajtin, M. M., 88-89
nativas: la comunidad particular amenazada necesariamente Minima Moralia, 90 Balibar, Etienne, 127
vive el modo concreto de esta adquisición de conocimiento revisionismo freudiano, Bentham, Jeremy, 119
sobre estilos de vida alternativos (educación obligatoria, por 21-22, 24-30, 85 Bradley, A.C., 262
ejemplo) como una intervención violenta que amenaza su Althusser, Louis, 100, 272 Brecht, Bertolt, 252
identidad. (Por esta razón, los amish de los Estados Unidos se interpelación ideológica, Buñuel, Luis
resisten a la educación obligatoria de sus hijos: están en lo 94-96 Ese obscuro objeto del deseo,
cierto cuando afirman que la asistencia a la escuela estatal co­ “Lenin y la filosofía”, 146-148
rroe su identidad de grupo.) En síntesis, no hay modo de evi­ 100-101 Butler, Judith, 299-300
tar la violencia: el medio más neutral de información que Para leer El Capital, 253 Byatt, A.S.
debería permitimos una elección totalmente libre ya está temor a la no-existencia, Posesión (Possession), 283-284
marcado por una violencia irreductible. 253
Altman, Robert C
Nashville, 309-310 Campion, Jane
Vidas cruzadas (Short La lección de piano (The
Cuts), 195, 309-310 Piano), 284-285
Andersen, Hans Christian Chion, Michel, 177-180
“El traje nuevo del Crisipo, 88
522 Slavoj Zizek Indice analítico 323
Cristianismo Elster, Jon, 105 Gould, Stephen Jay, 266 memoria mecánica, 74-81
Hegel sobre el, 65-71,77-80 Estoicos, 188, 203 teleología, 280-281
Cronenberg, David H universalidad, 220,223-224,
M. Butterfly, 162-166 F Habermas, Jürgen ( 237-240
Fenomenología (Flegel), 65 proceso psicoanalítico, 41-48 Heidegger, Martín, 151
D Fichte, Johann Gottlieb, subjetividad, 187-188 comunicación, 188
Dahl, Roald, 254 276, 279 Hammet, Dashiell el regalo, 288-289
de Laclos, Pierre Choderlos Ford, John El halcón maltes (The metafísica onto-
Las relaciones peligrosas Centauros del desierto Múltese Falcon), 191 teológica, 240
(Les liaisons dangereuses) , (Searchers), 318 Havel, Václav ser-en-el-mundo, 274-275,
110, 154 Forman, Milos, 252 “El poder de los sin poder”, 297
de Quincey, Thomas, 121 Foucault, Michel, 294-295 102 Highsmith, Patricia
Deleuze, Gilles, 139, 299-300, Frankfurt, Escuela de Flawks, Floward “La tortuga de agua
313 freudo-marxismo, 28 El sueño eterno (The Big dulce”, 311-312
Lògica del sentido, 81, 187- Lacan y la, 85 Sleep), 121-122 Flimmler, Heinrich, 107-108
188, 192-195, 196, 200, proceso psicoanalitico, ITegel, GeorgW.F., Hitchcock, Alfred, 94,
203,234 40-41 causa y necesidad, 57-64 119-120, 262
Derrida, Jacques retomo a Freud, 20-26, combatiendo los males, Asesinato (Murder), 165
crítica a Lacan, 285-291 34 293-294 Festín diabólico (Rape),
desconstrucción, 291-293 sustancia y sujeto, 57 conciencia de sí, 278-281 123-124
Espectros de Marx, 293 Freud, Sigmund Cristianismo, 65-71 La ventana indiscreta
retorno a uno mismo, Causa, 52-53 denuestos contra Kant, (Rear Window), 308-309
283 contradicción y verdad, 278 Los pájaros (The Birds),
Violencia, 303 27-30 espíritu, 298 262
Dilthey, Wilhelm desublimación represiva, Fenomenología, 65, 223-224 Hölderlin, Johann, 297
argumento de Habermas, 30-40 identidad, 55, 149 Horkheimer, Max
41,43 nominación, 79-80 inversiones del género, La dialéctica del Iluminismo
Dostoievski, Fedor, 262-263 revisionismo, 20-26 241-242 (con Adorno), 219
Los hermanos Karamazov, Schreber, 37 Jenaer Realphilosophie Hunt, William Holman,
130 y marxismo, 270-272 (Filosofía real), 79, 238 169-170
Drury, M., 256-257 Fromm, Erich, 21-22 la noche del mundo, 187, Husserl, Edmund, 203
Ducrot, Oswald, 150-151 214 Huxley, Aldous
Duras, Marguerite, 232 G Lecciones de Historia de la La eminencia gris, 129-
Gadamer, Hans-Georg, 188 Filosofía, 237-238 131
E Gilliam, Terry lógica del significante, Hwang, David Henry, 163
El asalto a la veì'dad Brazil, 104-105 81-85
(Masson), 17 Göring, Fiermann, 107-108 Mal, 314
324 Slavo] Zizek índice analítico 325
I y las referencias ideas cambiantes, 257-258 Corazón salvaje (Wild at
Ivory, James and Ishmail culturales, 261-262 identificación, 97-98,116-117 Heart), 155, 156, 179
Merchant Kieslowski, Krzysztof, 254 incoherencia del deseo, 226, Duna (Dune), 174-175,
Lo que queda del dia (The Koresh, David, 305 229-231 176
Remains of the Day), Ku Klux Klan, 89, 131 inmixibllidad de los sujetos, El hombre elefante (The
202-203 Kundera, Milan, 101-104, 309 Elephant Man), 173
314 insoportable plus de gozar, la lectura de Chion,
122 177-178
Jacoby, Russel, 30 L jouis-sense, 238 Prerrafaelismo, 171-173
La amnesia social, 20, 30 La amnesia social (Jacoby), 20 la carta siempre llega, 96 Terciopelo azul (Blue
James, RD. Lacan, Jacques lo inasimilable, 114 Velvet), 171, 172,180-184
A Tastefor Death (Sabor a amor cortés, 135-149, lo real, 295-296 Twin Peaks, 170, 175
muerte), 141-142 153,159 mujer, 162, 166-167
Jameson, Fredric, 288 castración simbólica, 195- nominación, 78 M
Jordan, Neil 196, 200, 232 psicoanálisis," 273-274 Mad (revista), 240
Eljuego de las lágrimas causa, 49-57 retorno a Freud, 38 Malcolm X, 220
(The Crying Game), 158- comunicación intersubjetiva, significante fálico, 298-300 Marcuse, Flerbert
162, 167-168 187-188 significante y significado, revisionismo freudiano, 22-23
comunidad de analistas, 84, 201-202 Marx, Karl
K 255-257 sujeto, 57-64, 275 Derrida, 291
Kafka, Franz, 110 crítica de Derrida a, superyó, 109-110 economía política, 319-
Kant, Immanuel, 46, 219 285-291 topología, 54 320
Antinomias, 233-234, cultura popular, 260-262 y deseo, 319-320 El Capital, 83
243 desexualización, 234-235 y el fantasma sadiano, el Todo, 150
Crítica de la razón práctica, diferencias sexuales, 242-243 315-316 lucha de clases, 237
148 discordia de la psicosis, y Weininger, 213-214 marxismo y psicoanálisis,
Crítica de la razón pura, 36-37 Laclau, Ernesto, 222 270-272
215 Discurso de Roma, 49 Laibach, 116, 308 necesidad, 59-60
Estética, 152-153 Escuela de Frankfurt, 85 Lang, Fritz, 122 psicoanálisis y, 28
ética, 110-111, 112-113 ética, 110-11 El secreto detrás de la puerta trabajo y vida social, 239
experiencia de lo existencia, 215-217 (Secret Beyond the Door), y Lafitte, 288
Sublime, 121 fantasma, 116, 127, 132, 267 Masson, Jeffrey
Idea reguladora, 292-293 201-202, 277-278, 317 Lenin, MI, 131-132 El asalto a la verdad, 17
identidad, 217 goce cínico, 92 Longus McCumber, John
imperativo, 99 gran Otro, 71-73, 117-118, Dafne y Cloe, 235-236 The Company of Words, 81-82
sujeto descentrado, 126,249, 265-267, 297, Lukács, George, 296 Meinong, Alex, 188-189
275-278 307 Lynch, David Miller,Jacques-Alain, 19,255,258
326 Slavoj Zizek Indice analítico 321
Milner, Jean-Claude, 94 Mi noche con Maud (Ma Rojo y negro, 298 sexualidad, 205-214, 226
Minnelli, Vincent nuit chez Maud), 156-157 Sexo y carácter, 183-184,
Los cuatro jinetes del Rorty, Richard, 125, 317 T 205-206
Apocalipsis (The Four Rosenberg, Alfred, 219 The Company of Words y Lacan, 213-215
Horsemen of the Rossetti, Christina, 138 (McCumber), 81-84 Welles, Orson, 107
Apocalypse), 231 Rossetti, Dante Gabriel, Truffaut, François El ciudadano (Citizen
Morris, jane, 184 138,184 La noche americana (La Kane), 107,261.
Morris, William, 184 Rostand, Edmond nuit américaine) , 156 Wharton, Edith
Mozart, Wolfgang A. Cirano de Bergerac, 154-155 La edad de la inocencia,
Costfan turn, 72, 190, 203 Russell, Bertrand, 189 W 306-308
Munch, Edvard, 227 Wagner, Richard Wittgenstein, Ludwig,
S Parsifal, 184, 226 256-257
N Sacher-Masoch, Leopold Weininger, Otto, 204, 244- Tractatus Logico-Philosophicus,
Noyce, Phillip von, 140 245 189
Sliver, 309 Schelling, Friedrich, 188-189, antisemitismo, 219-220 Woolf, Virginia, 94
279 lucha por la identidad,
O Tratado de la libertad, 297 216-217 Z
Orwell, George Schnittke, Alfred mujer dominada por la Zupancic, Alenka, 315
1984, 251 La vida con un idiota (Life
with an Idiot), 105
P Scorsese, Martin
Parménides, 274 Taxi driver, 318
Pascal, Blaise, 94 Sellars, Peter, 191
Pensamientos, 203 Shakespeare, William
Platón, 187, 273 Coriolano, 126-127
Poe, Edgar Allan, 152 Hamlet, 124-125
“La carta robada”, 120 Macbeth, 261-262
Ricardo II, 177-178
R Shelley, Mary
Reiner, Rob Frankenstein, 160
Algunos hombres buenos (A Siddal, Elizabeth, 138
Few Good Men), 87, 131 Socrates, 273
Rendell, Ruth Spielberg, Steven, 267-269
La alfombra del rey Jurassic Park, 267-268
Salomón (King Salomon ’s Stalin, Joseph, 92, 131, 301
Carpet), 72-73 analistas lacanianos, 256
Rohmer, Eric Stendhal

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