Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1
LA UNIVERSALIDAD DE LOS DERECHOS HUMANOS
Que los derechos humanos son universales quiere significar que le son
debidos al hombre -a cada uno y a todos- en todas partes sea, en todos los
Estados-, pero conforme a la situación histórica, temporal, y espacial que rodea
a la convivencia de esos hombres en ese Estado, la exigencia del valor no
traza límites sectoriales, ni en cuanto a espacios territoriales, ni en cuanto a
ámbitos humanos; pero se acomoda a los ambientes históricos que se
circunscriben geográfica y poblacionalmente. El modo de realización de los
derechos exigido por el valor es, por propia naturaleza y vocación de
encarnadura histórica del mismo valor, variable y dependiente de las
situaciones sociopolítico, jurídicas.
La universalidad se entronca, además, con la igualdad de todos los hombres en
cualquier tiempo y lugar, pero salvada idéntica conexión del valor con las
circunstancias históricas.
La supra temporalidad o atemporalidad, la eternidad, la inmutabilidad, y todo
otro predicado análogo acerca de los derechos humanos, merece la misma
puntualización. Todos esos adjetivos admiten mantenerse si los vinculamos a
la persistencia o incolumidad del valor justicia en su deber ser ideal objetivo y
trascendente, más allá de la realización histórica con signo positivo o de la
disvaliosidad de las conductas humanas que acusan signo negativo en aquella
realización.
Aunque parezca posiblemente un mal juego de palabras, los "mismos"
derechos humanos que se predican como universales, eternos, supra
temporales, etcétera, pueden adquirir, y adquieren. "diversos" y "distintos"
modos de plasmación en cada situación histórica, en cada época, en cada
lugar, en cada Estado, para cada sociedad, para cada cultura.
La actual trilogía de las generaciones de los derechos humanos, los de la
tercera generación incluirán el derecho a la paz, al desarrollo, a un medio
ambiente sano y ecológicamente equilibrado, etcétera, y pondrán en evidencia
la progresividad histórica que, arrancando de los clásicos derechos civiles que
se proclamaron universalmente, sumó a éstos los derechos sociales y
2
económicos, y continúa hoy diversificando el plexo hasta extremos casi
inconcebibles en la hora primera del constitucionalismo moderno.
Estos agregados ampliatorios obedecen a un afinamiento multiplicador de la
estimativa axiológica, se enuncia un dato objetivamente cierto, y es él el que,
precisamente, pone en evidencia que la "mismidad" universal y permanente de
los derechos humanos, su supra temporalidad, su inmutabilidad, no han sido ni
serán un punto final que clausure la serie, ni un círculo cerrado que los rodee,
porque el tiempo histórico nos muestra que las evoluciones habidas -y las que
seguramente han de sobrevenir- mantienen a los derechos en constante
apertura
3
asociativa que surge de su ejercicio ha de tener también derechos "suyos"
como asociación más allá de las formas legales con que se la invista, o de la
personalidad jurídica propiamente tal o no tendría demasiado sentido
reconocerle y garantizarle al hombre como persona física el derecho de formar
asociaciones y/o de ingresar a las ya constituidas, si tal derecho se agotara en
esa instancia. y no sirviera para que la asociación originada en su ejercicio
invistiera a su vez y así mismo -como asociación-- el conjunto de derechos y
libertades que le fuera necesario para cumplir su fin específico, de acuerdo con
la llamada regla de especialidad. En esa órbita, la asociación tiene también un
derecho a su autonomía o zona de reserva, equiparable al derecho a la
intimidad o privacidad de la persona física; si para ésta todo lo no prohibido le
está permitido, para las asociaciones debe quedar exento de prohibición todo lo
que es conducente a la realización de su fin específico. En una palabra, la
asociación es un centro o sujeto de actividad que, si bien está formado por
hombres, alcanza una realidad social que no se reduce a su mera suma
cuantitativa; tanto hacia adentro (en su vida interna) como hacia afuera (en las
relaciones externas, incluso con el Estado) merece la titularidad de muchos
derechos que, por analogía con los "del hombre", tienen que entrar en una
categoría afín con ellos.
El término "sujetos plurales" alude a los que, no siendo persona física se
componen de una pluralidad de ellas en membrecía con la entidad de que
forman parte, pero dejando en claro que tal entidad es una realidad social que
cobra investidura propia como centro o sujeto de actividad. Y es a éste al que
hay que imputarle la titularidad de los derechos que merece para cumplir su fin,
dentro de la citada regla de especialidad.
¿También el Estado es titular de derechos?
El Estado no es titular de derechos humanos -como sí pueden serlo
analógicamente las asociaciones - no obstante estar formado por hombres,
tener como finalidad proveer al bienestar de los mismos mediante el bien
común público, e investir una función vicaria y de servicio en favor de la res-
publica, como cosa común al conjunto de hombres y grupos que llamamos
sociedad humana. .
Hay que eliminar la noción de que el Estado sea titular de derechos análogos a
los de los hombres," cuando pretende hacerlos oponibles a los particulares.
4
Otra cosa distinta ocurre cuando, en el ámbito de la comunidad internacional y
del derecho internacional se habla de derechos "de los Estados" -entre sí, uno
frente a otro u otros o frente a los organismos internacionales caso en el que
Dabin propicia no renunciará la idea de derechos subjetivos a propósito de los
Estados miembros de la comunidad internacional cuya existencia previa se
supone.
Sintetizando podemos afirmar que en las situaciones excepcionales en que se
acepta atribuir un derecho subjetivo al Estado dentro de un ordenamiento
jurídico, tal derecho subjetivo está desprovisto de la naturaleza que, con otros
fundamentos filosóficos, históricos, o políticos, revisten los derechos humanos.
Por fin, cuando enfocamos el caso de los Estados federales, o con alguna
descentralización regional que se aproxima a la federal solemos emplear la
terminología de "derechos" para postular facultades o competencias de las
entidades estaduales frente a la Federación, o viceversa. Pero en tales casos
lo que se pretende acentuar es un "poder reservado" frente a avances de la
Federación sobre sus partes. No es correcto, por ende incluir al Estado entre
los sujetos activos de eso que denominamos "derechos”
5
subjetivos, en el sentido de que son del hombre. Pero en cada uno hay que
extremar la precaución de descubrir bien su contenido, tanto como la
prestación del sujeto pasivo que le da satisfacción, y como la debida ubicación
personalizada de ese sujeto pasivo (o sea, cuál y quién es ese sujeto pasivo),
ya que sin esa cautela se puede incurrir en pérdida del sentido cabalmente
jurídico de lo que llamamos y de lo que es en rigor un derecho personal.
En lo político-constitucional: la libertad ( jurídica) es un status o situación del
hombre (y por proyección, de la sociedad y sus grupos, en sentido lato) que,
presuponiendo el libre albedrío, equilibra el dualismo "persona-Estado".
El desglose de los contenidos fundamentales de la libertad, pueden explicarse
así:
a) ante todo, la libertad jurídica exige que a todo ser humano se le reconozca la
calidad de persona jurídica, es decir, de persona en el ámbito jurídico-político:
cabría decir que el primer derecho de todo hombre es el derecho a que se le
depare el status de persona jurídica b) en segundo lugar, adviene la libertad de
intimidad, o la autonomía personal, como zona de reserva de la privacidad; e)
en tercer lugar el espacio de licitud jurídica que se enuncia así: para la persona
humana, lo que no le está prohibido le esta permitido, y d) por último, la libertad
jurídica supone que con su ejercicio el hombre pueda cumplir actos
jurídicamente relevantes, o sea, actos a los que se le reconozcan efectos en el
mundo jurídico-político.
El precedente deja entrever que para el goce y ejercicio de los derechos
humanos se hace imprescindible instalar al hombre en la comunidad política
con el expuesto status de libertad jurídica. Cada derecho personal es, de
alguna manera, una libertad, y por eso se emplean a diario las expresiones
"libertades individuales" (o personales) y "libertades
Públicas". Derecho de trabajar equivale a libertad de trabajar; derecho de
profesar el culto equivale a libertad religiosa; Casi no hay derecho personal que
no pueda ser visualizado como una libertad personal.
El principio conforme al cual ninguna persona puede ser obligada a hacer lo
que no manda la ley, ni privada de hacer lo que la ley no prohíbe ("principio de
legalidad" ), bien podría figurar como un contenido más de la libertad jurídica,
en común con el ya enunciado de que lo no prohibido está permitido, porque
sirve para delimitar el espacio de la misma y la frontera de la exigibilidad, aun
6
cuando para que quede satisfecha aquella libertad hace falta un añadido: que
lo que la ley manda o lo que la ley prohíbe sea justo o, que tenga un contenido
razonable (principio de razonabilidad, o de racionalidad)."
La libertad social es libertad de hombres, de los que forman la sociedad de los
que dan origen a grupos, asociaciones y entidades del más variado tipo que le
han permitido a García Pelayo acuñar la muy sabrosa locución de "sociedad
organizacional".
7
están formulados en normas jurídicas, guardan una connotación prescriptiva y
deontológica, especialmente cuando, "debiendo ser" "no son" todavía objeto de
recepción en el derecho positivo, mientras la expresión "derechos
fundamentales" apuntaría más bien al cúmulo de derechos y libertades
reconocidos y garantizados por el derecho positivo de cada Estado."'
Estas acotaciones nos guían ahora a una distinción: si toda toma de posición
alrededor de los derechos humanos reconoce una raíz filosófica, lo que aquí
estamos insinuando como "filosofía de los derechos humanos" es una
perspectiva filosófica que les resulta favorable, que los auspicia, que les depara
basamento axiológico propicio. No entra, pues, en esta acepción de filosofía de
los derechos humanos, la que le sea hostil. detractora, o negadora; esta última
es también una perspectiva filosófica de los derechos humanos pero, en cuanto
no resulta conducente a su reconocimiento, a su defensa, a su exaltación,
difiere de la otra que le es adicta y que cumple la función de inspiradora de una
idea de derecho de tipo personalista y dada la desembocadura en esa idea de
derecho, hemos de ver a la filosofía de los derechos humanos ~de aquí en
más, en la acepción de filosofía favorable a los mismos~ Como "idea" o
ideología jurídico-política.
Todo régimen político tiene una filosofía, o responde a una filosofía, en cuanto
conjunto de principios, ideas, valoraciones y pautas que le sirven de
orientación, que encauzan su actividad. que proponen sus fines. En esa
directriz, la tal filosofía asume para nosotros el papel de una ideología. Y a ella
vamos.
8
ideología confiere inserción en el régimen al humanismo o personalismo que es
el quicio de la filosofía de los derechos humanos.
9
La convocatoria que nos hace el debatido tema de los principios generales del
derecho es solamente colateral. Demasiado arduo es de por sí para que en un
estudio dedicado a un tema parcial, cual es este de los derechos humanos,
intentemos penetrar en el otro con plenitud. Por eso, muy dogmáticamente
vamos a aceptar que hay principios generales del derecho de carácter
axiológico. Dejamos de lado las discusiones acerca de: si provienen o no del
derecho natural o valor justicia; si son propios de cada orden jurídico o
comunes a varios o a todos; si revisten naturaleza normativa o Son únicamente
orientaciones o pautas directrices; de los fines que cumplen, etcétera. Con un
origen o con otro, con una naturaleza o con otra, nos alcanza con decir que
están dentro del orden jurídico, que forman parte de él, que son suyos y nos
basta porque si hemos reconocido una filosofía de los derechos humanos y una
ideología tributaria de ella, que encarrilan hacia el Estado democrático, se nos
ocurre fácil admitir que los derechos humanos figuran entre los principios
generales del derecho. Por tangencia, recordamos que forman una concepción
común, ingresada ya en el derecho internacional.
Peces-Barba enseña que los principios generales del derecho son fuente de los
derechos fundamentales, y que lo son casi siempre como supletorios de las
carencias de fuentes en este campo, como son la Constitución y las leyes
ordinarias. Su afirmación tiene el sentido de indicar que los principios que
acoge el derecho positivo (y trae como ejemplo los valores del respeto a la
dignidad humana. o el principio de libertad) sirven para dar recepción a los
derechos humanos cuando faltan normas expresas, y para acicatear su
inclusión en ellas. Pero, a la inversa, nosotros nos atrevemos a decir, sin por
eso eliminar la anterior perspectiva que la filosofía y la ideología de los
derechos humanos son una fuente de los principios generales, si por fuente
entendemos que aquéllas hacen ingresar a los principios generales el de que
hay que respetar, promover y dar efectividad a los derechos humanos. Por
supuesto no se trata de erigir a cada uno de los derechos humanos en un
principio general, porque éste engloba y abarca algo prioritario, cual es lo ya
señalado: que es un privilegio general del derecho, en todo Estado
democrático, la existencia de los derechos humanos y que en consecuencia
deben ser reconocidos, tutelados, promovidos y eficaces. Tal vez no resultara
aventurado -al menos para ciertos ordenamientos jurídicos, cuyo ejemplo
podría ser el argentino- pensar en un desglose que llevara a hablar de
principios "generales" del derecho, y "meros principios" del derecho, que en
algunos casos serían algo así como subprincipios dentro de los principios
generales. ¿Podría entonces imaginarse que el principio general de dignidad
de la persona deriva a los meros principios de in dubio pro reo, in dubio pro
operario, etcétera, o al de que hay una escala axiológica en los derechos –que
obliga a preferir los de rango superior frente a los de nivel inferior (la vida, por
ejemplo. a la propiedad; o la dignidad y el honor o la intimidad personal a la
libertad de prensa de crónica y de información)?
10
Lo dejamos a la sagacidad de otros, sin pretender dar una respuesta
totalmente asertiva.
Pero que la defensa del plexo de derechos humanos (así como por el ius
cogens obliga internacionalmente a su reconocimiento, respeto y tutela) hace
parte de los principios generales del derecho. Parece configurar un enunciado
válido y de necesaria aceptación.
11
0
LA CIENCIA DE LOS DERECHOS HUMANOS
La doctrina y los autores, abordan el tema de los derechos humanos con una
la multiplicidad de locuciones, pero pese a las diferencias, hay un denominador
común y un mismo objeto aunque los acentos varíen: la persona y sus
derechos en la sociedad y en el Estado.
1
La historia ha ido dando razón de la variación del léxico, y tal vez sea la
filosofía la que, más allá de la historia, explique las preferencias de cada
corriente de pensamiento y de cada autor por una expresión u otra -derechos
individuales, derechos del hombre, derechos de la persona humana, derechos
fundamentales, derechos naturales, derechos subjetivos, libertades
individuales, libertades públicas, libertades personales, etcétera-. Épocas y
fundamentos doctrinales hacen de respaldo a cada una de esas expresiones.
Mientras se mantenga una mínima coincidencia en el objeto al cual mientan
ellas, no nos parece fundamental cuestionar su empleo indistinto, en respeto al
gusto de cada quien. Y por sobre todo, mientras la recepción eficaz en la
vigencia sociológica confiera funcionalidad a los derechos humanos, el
problema de cómo se los llame vuelve accesorio.
2
Las normas sobre derechos "no serán normas de derechos fundamentales si
no recogen esa filosofía surgida históricamente en el mundo moderno"
argumenta Peces Barba ni habrá derechos humanos en el derecho positivo si
su vigencia sociológica no responde al canon objetivado de la misma filosofía
3
oportunidades, compatibilizando la optimización general del sistema integral de
los derechos.
Y como la eficacia es esencial a la positividad, hay otra función motriz que
hemos de adjudicar a los derechos, cual es la de fundar su tutela jurisdiccional
mediante un sistema de órganos y vías idóneos, con base en el derecho a la
jurisdicción, y en el llamado status activas processualis que permite acceder al
ejercicio del mencionado derecho.
Pero la función de los derechos no se extingue en el orbe de lo normativo y de
sus secuelas. Se proyecta más allá, hay que proyectar los derechos humanos
hacia la promoción y realización efectiva de políticas de bienestar en el área
económica, social, cultural, para crear, consolidar, y difundir condiciones de
bienestar común y de accesibilidad al goce real de los derechos por parte de
todos los hombres, en especial de los menos favorecidos. Los derechos
humanos son la conditio sine qua non para que los hombres participen en
libertad razonablemente igualitaria de los provechos del bien común público,
pero para que así sea, hay que acudir a la regla de optimización o
maximización de los derechos, de modo que su efectividad y eficacia generales
tengan fuerza difusora y expansiva en toda la sociedad, y para todos sus
integrantes y todos sus sectores.
4
0
LA PERSONA HUMANA
Para hablar de dignidad del hombre hay que admitir que ella es inherente a su
ser, a su esencia a su naturaleza.
1
Dice Pérez Luño: "La dignidad humana supone el valor básico fundamentador
de los derechos humanos que tienden a explicitar y satisfacer las necesidades
de la persona en la esfera moral”
Los derechos humanos parten de un nivel por bajo del cual carecen de sentido:
la condición de persona jurídica, o sea, desde el reconocimiento de que en el
ser humano hay una dignidad que debe ser respetada en todo caso, cualquiera
que sea el ordenamiento jurídico, político, económico y social y cualesquiera
que sean los valores prevalentes en la colectividad histórica, afirma Ángel
Sánchez de la Torre. "La persona humana se concibe así como un ser de
eminente dignidad caracterizado por su razón y por su libertad", comenta
Peces-Barba, "Y añade: "Se trata del derecho a ser considerado como ser
humano, como persona, es decir como ser de eminente dignidad lo que se
compadece con la idea de Legaz y Lacambra: "hay un derecho absolutamente
fundamental para el hombre, base y condición de todos los demás: el derecho
a ser reconocido siempre como persona humana "de ahí fluye su dignidad. Y
de la dignidad humana se desprenden todos los derechos, en cuanto son
necesarios para que el hombre desarrolle su personalidad integralmente. El
"derecho a ser hombre"", es el derecho que engloba a todos los demás en el
derecho a ser reconocido y a vivir en y con la dignidad propia de la persona
humana. Cada vez que, con una expresión o con otra, se afirma que el hombre
tiene derechos por su propia naturaleza, o por el hecho de ser persona, se
arguye realmente que los tiene por su dignidad de tal.
Los derechos humanos tal lo manifestado por el autor Sánchez de la Torre:
representan la capacidad de dignidad que el ser humano puede desarrollar," y
que esa dignidad se refleja en: a) la racionalidad humana, b) la superioridad del
hombre sobre los otros seres terrenos (animales, vegetales, minerales,
etcétera), y c) la pura intelectualidad (como capacidad de comprensión directa
de las cosas sin que a ello estorbe la materialidad de las mismas). Tal dignidad
se despliega en dos dimensiones interconectadas: negativamente, como
resguardo a las ofensas que la denigran o la desconocen y positivamente,
como afirmación positiva del desarrollo integral de la personalidad individual."
La esfera de dignidad de cada uno debe entenderse éticamente, en un mundo
de reciprocidad, porque cada quien inviste la suya. Por ello Recaséns Siches
2
trae a colación el mandato bíblico: todo lo que quisierais que hiciesen con
vosotros, hacedlo vosotros con los demás (Evangelio de San Mateo, VII, 12)
Por último, de la dignidad humana, puede considerarse derivada la teoría de
los derechos de la personalidad o derechos personalísimos, que componen un
sector dentro del más amplio de los derechos humanos, y que Castán Tobeñas
resume como derecho a la inviolabilidad de la persona en sus diversas
manifestaciones, por ejemplo- los derechos a la vida, a la integridad física y
síquica, al honor, a la privacidad, al nombre, a la propia imagen, al estado civil,
y el propio derecho a la dignidad personal
3
derechos que tienen que ver más estrechamente con la idea de dignidad
humana, pueden ser considerados como derechos humanos fundamentales. El
sustantivo "derechos" expresa la idea de que los derechos humanos están a
caballo entre las exigencias éticas y los derechos positivos, pero también la
necesidad y pretensión de que, para su "auténtica realización", los derechos
humanos estén incorporados en el ordenamiento jurídico, es decir, que a cada
derecho humano como derecho moral le corresponda paralelamente un
derecho en el sentido estrictamente jurídico del término.”
Los supuestos derechos morales están sumergidos en la juridicidad, aun
cuando precisan positivarse en el mundo jurídico (derecho positivo o vigente) y
son exigencias del deber ser ideal del valor que subsisten incólumes a pesar de
la eventual falta de recepción en aquel mundo. La positividad es necesaria (es
exigible por virtud del valor) pero su ausencia no priva de juridicidad al deber
ser ideal de ese mismo valor justicia. Precisamente, la juridicidad de lo que se
llama derecho positivo proviene de su sentido direccional hacia la justicia.
Bobbio dice que no puede haber un fundamento absoluto de derechos que son
históricamente relativos; No se trata tanto de saber cuáles y cuántos son los
derechos humanos, ni cuál es su naturaleza y fundamento, o si son derechos
naturales o históricos, absolutos o relativos, sino cuál es el modo más seguro
para garantizarlos, y para impedir que a pesar de las declaraciones solemnes,
sean violados continuamente.
La lucha por los derechos humanos hace inevitable la cuestión de su
fundamento, lo que tal vez deba lograrse, para pacificar la inquietante discusión
filosófica, sea una conciliación empírica: que desde una u otra postura, con uno
u otro fundamento, se coincida en que el hombre es sujeto de esos derechos
(¿se podría decir que el hombre es su fundamento?) y que el régimen político
debe darles vigencia sociológica en un Estado democrático
4
hombre es hombre porque tiene esa naturaleza o esencia. Es cierto que el
vocablo naturaleza es ambiguo, pero pueden resumirse en la noción de Del
Vecchio, cuando alude a la idea de que el ser humano tiene: "por su
naturaleza" ciertos derechos valederos, tales derechos podrá llamárseles
naturales, o personales, o fundamentales, o individuales, o humanos, etc., y
podrá asimismo predicárselos como puramente morales, o como juridicos; o
decirse que
"deben ser" positivizados para alcanzar la juridicidad propia de la entidad"
derechos"; o que son valores. Estando siempre la base de arraigo dada por la
naturaleza humana. Pero
las ramificaciones proliferan, y es así como la fundamentación de los derechos
en la naturaleza humana puede aislarse y ensimismarse en esa misma
naturaleza como esencia propia de la especie humana, o insertarse en una
ontología. La naturaleza humana no sería, así, única y última fundamentación
de los derechos personales, porque su raíz final o mediata arraigaría en un
orden natural objetivo (iusnaturalismo ontológico)
La teoría de los valores muestra un sesgo que, sin desgajarse del
iusnaturalismo, se ha dado en apodar iusnaturalismo deontológico, en el que el
derecho natural se traduce en un complejo o plexo de valores (el valor justicia).
Otro fundamento luce en lo que convencionalmente se denomina el derecho
"ideal", que viene a ser la "idea" racional de como debe ser el derecho positivo.
Ahora bien otro fundamento, el histórico, cree que el único fundamento de los
derechos -muy relativo y circunstancial, por cierto, es la aceptación histórica de
los mismos: son derechos del hombre "en la historia".
El fundamento exclusivamente pragmático ofrece dos caras; una nos muestra
que él radica en la necesidad preocupante de tutelar al hombre frente al Estado
y a sus semejantes para sacarlo de la indefensión y la amenaza; otra nos
muestra que el sustento reside nada más que en el consenso social en torno
de los derechos. Las dos caras guardan parentesco y se complementan.
Una nueva fundamentación -tal vez sin demasiada autonomía ha sido
propuesta alrededor de las necesidades humanas. Según Eusebio Fernández,
la introducción del concepto de necesidades humanas aclara mucho las cosas:
"los derechos humanos tienen su fundamento antropológico en la idea de
necesidades humanas".
5
Desde el positivismo, vemos que el mismo exhibe tanta proliferación de
versiones y matices como el iusnaturalismo, y vuelve difícil abarcarlo en toda
esa gama de dimensiones. Si en cambio nos referimos a lo que Peces Barba
llama el modelo positivista voluntarista, entonces corresponde dar por cierto
que al decirse que "los derechos fundamentales son los que decide la voluntad
del poder, aquéllos que sea cual sea su contenido se designen como derechos
fundamentales"
6
generales, dejando una vasta serie de cuestiones en terreno de neutralidad
para que el derecho positivo las atrape según mejor le parezca y convenga a
las circunstancias.
Dentro del tema preciso de los derechos humanos, tampoco habrá
iusnaturalista alguno que, al hacer su defensa y su reivindicación, deje de
reconocer que si esos derechos, por provenir del derecho natural, exhiben una
alta alcurnia, exigen y necesitan positivizarse con igual dignidad y reforzarse en
un ordenamiento jurídico de origen humano
El punto de fricción está dado por la reticencia de quienes, fundamentando los
derechos humanos "fuera" del Estado y de la positividad, niegan a ese algo que
está "fuera" la esencia de la juridicidad (será ética, será la naturaleza humana,
será la idea de derecho, será el valor historizado relativamente), frente a
quienes el mismo "fuera" posee naturaleza jurídica. El punto de contacto, -en
cambio, está dado por la coincidencia de que el derecho positivo debe
"positivar" como derechos humanos eso que, con tal nombre, tiene su
fundamento "fuera" de la positividad.
La afirmación de que existen algunos derechos esenciales del hombre en
cuanto tal, en su cualidad o esencia absolutamente humana, no se puede
separar del reconocimiento previo y necesario de un derecho natural; natural
en cuanto distinto del positivo y, a su vez, preliminar y fundamental respecto a
éste. Argumenta Crawford B. Macpherson que “cualquier doctrina de los
derechos humanos ha de constituir, en cierto sentido, una doctrina de los
derechos naturales.” Sólo pueden concebirse los derechos humanos en cuanto
especie del derecho natural en el sentido de que deben deducirse de la
naturaleza
del hombre en cuanto tal.. Decir esto implica sencillamente reconocer que ni los
derechos legales, ni los derechos reconocidos por la costumbre, constituyen
fundamento suficiente para los derechos humanos.
7
La positividad o actualidad del derecho (en tiempo presente, aquí y ahora)
equivale a la vigencia sociológica que se emplaza en el orden de conductas (o
sociológico) del mundo jurídico, por lo que la mera formulación escrita de
normas jurídicas en el orden normativo no es equiparable a derecho positivo;
un derecho es positivo cuando vige, funciona, se aplica, cuando es eficaz.
La eficacia del sistema normativo –nos dice García Máynez: es un elemento
del orden jurídico concreto "El derecho como orden concreto sólo puede existir
cuando los destinatarios de su sistema normativo ajustan normalmente su
conducta a las prescripciones en vigor”; lo que no podemos perder de vista es
que el "derecho" de los derechos humanos no será derecho positivo hasta
tanto obtenga vigencia socio~lógica, que es coma decir eficacia actual, en
tiempo presente.
8
justicia o derecho natural que señala a tales derechos como debidos al hombre,
y por ser injusto es inválido: el derecho positivo que no reconoce, ni tutela, ni
promueve los derechos humanos, carece de validez, pero es vigente.
9
0
LA RECEPCIÓN O POSITIVIZACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS
1
en un relativismo, sino conectar las exigencias de la naturaleza humana (según
el valor justicia en su deber ser ideal) con la historia, como alguna vez anterior
hemos ya procurado hacerlo
Diríamos que el destino que el derecho natural o valor justicia les traza a los
derechos humanos hacia la positivización está encadenado a la historicidad,
porque el derecho positivo siempre es histórico, como el hombre, como su vida,
como la sociedad, como el Estado. La naturalidad de los derechos se traslada
históricamente a la positividad, en aquella Simultaneidad o sincronía a que
antes aludimos, y la positividad
recoge históricamente a la naturalidad. No se trata de "desnaturalizar" (o vaciar
de esencia) a los derechos, ni de echar a un lado el objetivismo del derecho
natural o valor justicia, pero sí de reconocer las fluctuaciones que, por su propia
entidad, admite y requiere cuando se encarna históricamente en la positividad.
Seguramente, es en el campo del ingreso y recepción en la positividad -más
que en la esencia misma de los derechos- donde es necio negar su plasticidad
y permeabilidad históricas. Pero volvemos a reiterar la salvedad de que habrá
que atender a cada derecho en concreto, y a cada caso también concreto y
particular, para interpretar qué margen de elasticidad histórica ofrece ese
derecho.
2
LA RELACIÓN DE ALTERIDAD Y OBLIGACIÓN RECIPROCA
3
comparte principios propios de la filosofía jurídica y de la filosofía política, como
los recibe previamente de la ética (sea que a ésta se la conciba como una parte
de la filosofía, o se le atribuya autonomía propia)
Establecer una definición de los derechos humanos es una tarea difícil. Existe
una gruesa línea de frontera que va a superar las definiciones, colocando de un
lado el grupo de cuantas arrancan de alguna instancia que dimos por incluida
en el objetivismo y por situada fuera o sobre la positividad, y del otro lado todas
aquellas que, desconociendo
o negando esa instancia posible, parten únicamente del derecho positivo.
Peces-Barba intenta una definición posible de lo que llama "derechos
subjetivos fundamentales" como "conjunción de la filosofía de los derechos
humanos con su plasmación en un derecho positivo vigente", y la presenta así:
“ Facultad que la norma atribuye de protección a la persona en lo referente a su
vida, a su libertad, a la igualdad, a su participación política o social, o a
cualquier otro aspecto fundamental que afecte:
a su desarrollo integral como persona, en una comunidad de hombres libres,
exigiendo el respeto de los demás hombres, de los grupos sociales y del
Estado, y con posibilidad de poner en marcha el aparato coactivo del Estado en
caso de infracción.
Pérez Luño, por su parte, divide la definición en una de los derechos humanos,
y otra de los derechos fundamentales: los derechos humanos Son un "conjunto
de facultades e instituciones que, en cada momento histórico, concretan las
exigencias de la dignidad, la libertad y la igualdad humanas, las cuales deben
ser reconocidas positivamente por los ordenamientos jurídicos a nivel nacional
e internacional"; en cambio, los derechos fundamentales son "aquellos
derechos humanos garantizados por el ordenamiento jurídico positivo, en la
4
mayor parte de los casos en su normativa constitucional, y que suelen gozar de
una tutela reforzada",
Eusebio Fernández nos propone que "los derechos humanos son algo (ideales,
exigencias, derechos) que consideramos deseable, importante y bueno para el
desarrollo de la vida humana"
5
0
EL MARCO SOCIOLÓGICO DEL
CONDICIONAMIENTO DE LOS
DERECHOS HUMANOS
2
personal, los factores de tipo sicológico y de tipo cultural, así como en lo
ambiental, el nivel de la cultura que signa a una sociedad.
En un segundo espacio, y supuesto un conocimiento promedio suficientemente
amplio y claro del valor, al que se agregue la decisión libre de realizarlo
positivamente, hay que computar los escenarios de esa realización, tanto los
que proporcionan facilidades y posibilidades como los que presentan
obstáculos o resultan reacios.
Esta nos demuestra que la empresa cultural -de naturaleza jurídico-política- de
hacer sociológicamente vigentes a los derechos humanos alcanza éxito no solo
con proclamarlos, difundirlos en el plano científico y en el popular, sino que
además es necesario, definirlos en la normativa constitucional o legal, hacerlos
objeto de una enseñanza reiterada y expandida, y todo ello es solamente y
nada más que un tramo -necesario y útil.
3
También hablamos de un orden político, que es a la vez, necesariamente, un
orden jurídico, si el orden es visto como un valor dentro del plexo de los valores
político-jurídicos. Pero, el orden es, políticamente, un orden dinámico, porque
el Estado o régimen político no está inmóvil, ni definitivamente construido o
hecho, sino que, transcurre, es dinámico, como la vida del hombre y como la
vida social.
Dentro del marco político también podemos decir que la llamada libertad
política o libertad de participación -en contraste con la clásica libertad civil o de
autonomía..- reviste aptitud funcional para dar marco político a los derechos
humanos. Cuando los hombres a, quienes el sistema político reconoce libertad
política tienen vivencias democráticas, valoran sus derechos y se los
representan como debidos y defendibles encuentran en la participación que
cobra apertura con aquella libertad política una oportunidad para sus opciones
a favor de los mismos derechos, para sus opciones
a favor de los mismos derechos, tanto para mantenerlos y mejorarlos -si
participan en un sistema democrático- como para eventualmente hacerlos
posibles en un cierto futuro, Pero no reducimos la libertad política al derecho de
sufragio exclusivamente, ni a los procesos electorales para la designación de
los gobernantes. Eso es algo, pero vemos a la libertad política como libertad de
participación, y de participaciones informales, no institucionalizadas
formalmente, como en el caso de las que protagonizan las organizaciones
sociales, los medios de comunicación social, los grupos religiosos, los partidos
políticos, el sindicalismo, etcétera, cada vez que intervienen en el proceso
político para gestionar o defender sus intereses cuando están en juego, o creen
que lo están, ante decisiones del poder.
4
universo y en este tránsito de nuestra realidad humana y vital. El tiempo –
tiempo histórico, ha hecho su aporte, y lo sigue haciendo, y lo hará,
seguramente para bien y mejoramiento del sistema de derechos. El tiempo es
algo así como un espacio _temporal_ en el que se conjugan y confluyen el
pasado, el presente y el futuro, y convergen en esa realidad radical que es la
vida de cada hombre.
El marco temporal y el marco espacial son dos coordenadas indisolubles.
Estamos instalados territorialmente en un lugar, y en un tiempo. Vivimos en un
tiempo y estamos en un ámbito geográfico, ni uno sin el otro.
Los supuestos demográficos y demológicos cuentan mucho en los estudios
politológicos. El urbanismo, las migraciones internas, la forma de distribución
de la población con relación al territorio, la densidad (alta o baja), las zonas
rurales, las aglomeraciones industriales y obreras el índice de natalidad y de
mortalidad, la composición poblacional por edades y ocupaciones, remiten a
cuestiones que tienen estrecha conexión con los derechos del hombre.
5
0
Aspectos jurídicos de los derechos humanos en el derecho constitucional y en
el derecho internacional público
Ubi societas, ubi ius; donde hay sociedad hay derecho, que es igual a decir que
donde hay hombres hay sociedad, hay politicidad, y hay juridicidad, "Hacer" un
derecho de los derechos humanos es volvemos a repetirlo.-' una obra de
cultura como cima de la organización jurídica democrática que confiere
estructura a una sociedad en un Estado discurriremos lentamente por los
principales aspectos del derecho constitucional y del derecho internacional
público-.
EL CONSTITUCIONALISMO MODERNO
Para nuestro punto de vista lo constitucional va mucho más lejos de lo que está
escrito en las normas de la Constitución codificada, porque la Constitución
material (O el derecho constitucional material) siempre la excede -aun cuando
la Constitución escrita tenga vigencia sociológica- y algunas otras veces la
transgrede o se le opone (en cuyo caso los contenidos transgredidos pierden
vigencia sociológica, quedando relegados a la normatividad escrita del texto
constitucional, los derechos humanos no son derecho positivo por el mero
hecho de estar acaso consignados en las normas de la Constitución formal o
codificada; lo son cuando con o sin esa consignación escrita, tienen vigencia
sociológica.se dice que la normación constitucional escrita -que es
característica del constitucionalismo moderno o clásico- implica la positivización
de los derechos, o su ingreso al derecho positivo, es porque se piensa que
aquella normación coincide con la vigencia sociológica, cosa que en muchos
casos es así, pero en otros no. Y cuando no lo es, no hay positividad porque
falta la eficiencia, la normativa constitucional escrita sobre derechos del hombre
no funciona.
LA CONSTITUCIÓN ESCRITA
2
hayan tenido recepción en las normas de la Constitución escrita, de forma que
la declaración de aquéllos en éstas los convierte en derechos del hombre como
sujeto políticamente situado en un sistema de relaciones jurídicas de carácter
público, tan público que es el derecho constitucional el que las regula. Y tan
verdad es esto, que la fuerza de los derechos humanos como derechos
públicos subjetivos proviene del reconocimiento que les depara el sistema
'normativo estatal en su máxima formulación, que es la constitucional, se podrá
decir, 'a la vez, y sin cambio del sentido, pese a la diferencia de denominación,
que los derechos del hombre una vez trasvasados a la normativa
constitucional, se convierten en derechos' fundamentales.
Dentro del clasicismo normativo, habrá entonces un "derecho objetivo" (de nivel
constitucional) que será la dimensión normativa objetivada en la Constitución
escrita, que reconoce o declara los derechos, y un "derecho subjetivo" que, a
raíz del primero. y por supuesto con idéntico nivel constitucional, será atributo o
facultad que titulariza el hombre de acuerdo a la Constitución , puede quedar
fuera de duda que en ninguna de ambas dimensiones el constitucionalismo
clásico pudo ser originariamente interpretado como otorgando o concediendo
derechos a los hombres, sino únicamente como reconociéndolos o
contrastándolos. La inscripción constitucional es una constancia jurídica
solemnizada en la Constitución a favor de derechos humanos que no son un
regalo que ella hace, no obstante lo cual no se pierde el sentido de que, en el
sistema normativo estatal, son derechos públicos subjetivos porque el Estado
los reconoce en su Constitución. Del precedente párrafo se desprende que
permanece nítidamente destacada una dualidad imposible de confundir o
identificar: por un lado las normas formuladas en la Constitución escrita que
reconocen los derechos y por el otro los derechos que constan en esas
normas. Norma declarativa, y derecho declarado, no son lo mismo: los
derechos declarados son derechos "en" las normas de la Constitución, y las
normas declarativas son normas "de" la Constitución que se refieren a
derechos. La misma locución clásica "declaración de derechos" (que bien
puede convertirse en esta otra: "normas declarativas de derecho") hace bien
patente que la declaración -o el reconocimiento declarativo- se formula por
escrito en la Constitución para definir a los derechos como derechos del
3
hombre en el Estado. Gráficamente, diríamos que en el constitucionalismo
clásico esa declaración normativa en la Constitución es como una fotografía de
los derechos humanos, que cuando quedan impresos en ella se vienen a llamar
derechos públicos subjetivos o derechos fundamentales. El derecho público
(constitucional) les ha puesto su sello identificador para evitar dudas. Con otro
lenguaje que no modifica la perspectiva, resulta acertado afirmar que este
fenómeno merece el rótulo de constitucionalización de los derechos del
hombre." Los derechos gozan o se impregnan de constitucionalidad porque
están reconocidos en una declaración normativa que forma parte de la
Constitución formal o escrita.
4
La universalización de las declaraciones de derechos
5
españoles, y el fuero del trabajo. Nada de lo dicho contiene opinión sobre la
vigencia sociológica porque aquí estamos nada más que ofreciendo el
panorama visual de una constante histórica: la de la universalización progresiva
de un fenómeno costumbrista en el campo jurídico cual es el de escribir "unos"
derechos así rotulados, en una declaración normativa que se inserta en el
cuerpo de la codificación constitucional de los Estados. La eficacia, la
valerosidad, el funcionamiento y la forma de cada organización política
(democrática o no democrática), quedan en este rubro totalmente apartados de
nuestra consideración. El hecho histórico no es la vigencia de los derechos,
sino su proclamación escrita