SOBRE LO SUBLIME
eNingin hombre tiene que “tener que», dice l
juaio Netan al derviche, y cata sentenca es verdade-
sida ua alcance mayor Sel que quicas vn quisiera
concederie, La volustad es ol eapacter genético del
fombre'y ia tason misma cs solo su regia eterna
Hactoalmente eta la naturale Yoda a prer0-
iva del hombre no consiste: més que en!actuar
Biaonalmente son conceaca y volumtad, El resto
de ins donee stcnen quess el Hombre es el ser que
ioe
ae fusto por eso, nada es més indigno del hombre
ue pideber siolencia, pues Ia Violen le anula,
Suien nos [a inflige nos disputa nada menos que la
humnanidad quiew la padece arroja cobardeImente
Nomanidad: quer padres aa oon
iteraion absolut de todo Toque es olenela pa
ce presuponer un ser que. pokea ‘poder sufickente
fark wepeler cualquict otro foder. Brtai pretension
Ee Cacubatra en uf ser que Ho ocupa el rango supre-
mmo nel reino de las/tuerzas, surge de esto una
Seeafortunada contradiceton entre €) impulso y la
capacidad
El hombre se halla en este caso. Rodeado por
un sinndmero fueras que son superiores a él Jue-
tan ager ss due, preted por a nature,
Ber padcoct violencss alguna, Es verdad que gracias
pis)
ESCRITOS SOBRE ESTETICA 219
a su entendimiento acrecienta de modo artificial sus
fuerzas naturales y que, hasta cierto punto, consi.
jue de hecho ensenorearse fisicamente de todo lo
isico. Todo, dice el refrén, tiene remedio menos la
muerte. Pero esta tinica excepcion, si lo es realmen-
te en el sentido mis riguroso, suprimieria todo el con-
cepto de hombre. Este no puede ser jamas el ser
que quiere si se da un solo caso en el que absoluta-
mente «tenga que» lo que no quiere. Esto, Io nico
horrible, con respecto'a lo cual «tiene que» Y no
quiere, le acompaiaré como un fantasma y, como
sucedé de hecho en Ia mayoria de los hombres, le
entregaré como presa a los horrores ciegos. dé la
fantasia; la libertad de la que presume no es absolu-
tamente nada si esta sujeto aunque s6lo sea por un.
{inico punto. La cultura debe poner en libertad al
hombre y ayudarle a llevar a cumplimiento todo su
concepto. Debe, pues, capactarle para afirmar su
voluntad, pues el hombre es el ser que quiere
Esto és posible de dos maneras. O bien de modo
realista, cuando el hombre pone violencia a Ia vio-
lencia, cuando él en cuanto naturaleza domina a la
naturaleza; o bien de modo idealista, cuando sale
de la naturaleza y asi, en consideracién a si mismo,
anula el concepto de violencia. Lo que le ayuda a0
primero se llama cultura fisica. El hombre forma su
entendimiento y sus fuerzas sensibles para, de
acuerdo con las propias leyes de la naturaleza, 0
bien hacer de las fuerzas de ésta instrumentos de’su
voluntad, o bien ponerse a buen seguro de aquellos
efectos suyos que él no puede encauzar. Pero las
fuerzas de la naturaleza s6lo se dejan dominar 0
desviar hasta un cierto punto, més alld del cual se
sustraen al poder del hombre y le someten al suyo.
Por €s0, ahora estarfa arruinada su libertad si
no fuera capaz de otra cultura que de la fisica. El
hombre debe ser hombre sin excepcién; asi pues,
en ningéin caso debe padecer algo en contra de si
‘voluntad, Sino puede oponer a las fuerzas fisicas220, 4. cm. F scHLLER
{ita era fsia proporciona, para no padecer vo-
lencia no le queda sino suspender totalmente una re-
lacién que le es tan perjudicial y anular, conforme
at concepto, una violencia que tiene que padecer
conforme aj hecho. Anular conforme al concepto
una violencia no quiere decir otra cosa que someter
se voluntariamente a Ia misma. TL le
hace apto para ello se lama cults :
EI hombre formado moralmente;
totalmente libre, O bien es superior & la naturaleza
como poder, o bien esta en acuerdo con ella. Nada
de lo que elia ejerce'en él es violencia, pues, antes
de que liegue hasta é, ya'se ha convertido en sw
propia accion, y la naturaleza dindmica nunea le al-
canza a él mismo, porque él, actuando libremente,
se separa de todo 1o que ella pueda alcanzar. Ahora
Byeasese mao de sentir, que Is moral ometa bao
el concepto de renuncia ante la necesidad y la reli
si6n bajo el de ta tesignacidn a la voluntad de Dios,
exige una clatidad del pensamiento yuna ener
de la voluntad mayores de lo que suele ser propio
del hombre en Ia vida activa, sites que tal modo de
sentir debe ser una obra de la eleccton libre y de la
TeflexiOn. Afortunadamente, empero, no es solo en
su naturaleza racional donde hay una disposicion
moral, la cual puede llegar a ser desarrollada por el
entendimiento, sino que incluso en su. naturalesa
sensible racional, esto es, humana, existe una ten:
dencia estérica aun modo de sentir tal, tendencta
que puede ser despertada por ciertos objetos sensi
bles y cultivada, mediante purificacion de sus senti
mientos, en direccién a este impetu ideal del animo
Ahora pasaré a tratar esta disposicion, idealista
conforme a su concepto y esencia, que, sin embar-
20, hasta cl realista muestra de modo suficiente-
mente claro (aunque no la admita en su sistema) *
“ie cbg mismo que, en general, no hay nade que pueda Mamarse
de verdad idealists mas-que lo’ que ef realises consumed’ pone
a
ESCRITOS SOBRE ESTETICA 221
Es verdad que tos sentimientos de:
favor de la belleza bastan para haces
dientes hasta un cierto grado de lati
“Guanto poder. Un dnimo que s¢ ha ennoblecido has-
tel punto de conmoverse mas por las formas que
por Ia materia de las cosas, y sle-crsar una. compla
cencia_libre a_partic-de_la-simple-s¢flexidn sobre el
miodo-de aparietot-sin c carat apo
Sesioti, Wir" animo tal Ueva ens ttismo una plenitnd
interna de vida que es imposible que pieraay-c
no necesita apropiarse de los objetos eintre Tos que
‘ve 0 3 lla Lampoeo en peliaro de verse pata
do, de ellos. Pero al final fa apariencia tambien
quiere tener un cuerpo en el que mostrarse y, en
{anto en canto haya tna necesdad sigur despa
riencia bella, queda atin una necesidad de que exis.
tan objetos, y nuestro contento, por consiguiente,
depende todavia de la naturaleza como poder que
impera sobre toda existencia. Es, en efecto, al
totalmente distinto que sintamos tin ansia de’ obje
tos bellos y buenos @ que meramente ansiemos que
Jos objetos presentes sean bellos y buenos. Esto
‘mo puede coexistir con la suprema libertad del an
mo, pero Io primero no; que lo existente sea bello y
bueno, eso podemos exigitlo; pero que lo bello y lo _
bueno’ existan s6lo podemos desearlo. De aquel
temple del énimo al que le es indiferente si existe 10
bello y bueno y perfecto, pero que exige con rigor
de rigorista que Io existente sea tuene y belloy ten
fecto, se dice en sentido eminente que es grande y
sublime, porque contiene todas las! realidades del
cardcter bello sin compartir sus limitaciones.
Es un rasgo caracteristico de almas buenas y be-
llas, pero débiles en todo momento, el desear tnsis-
teniemente la existencia de sus ideales morales y el
resultar dolorosamente conmovidas por los impedi-
{en préctica incomscientemente y niega s6lo por una inconsecuen-
la fNota de Scher. ncaa222 4 cH scHnieR
mentos que éstos encuentran. Tales hombres se po-
nen en una triste dependencia del azar y siempre
Puede predecirse con seguridad que, en’ las conoe
estéticas y morales, concederan demasiado s la mat
teria y no resistiran tas pruebas supremas del cargo,
ter y del gusto. Lo deficlente moraiments nore
infundirnos padecimiento ni dolor, to que siempre
{estimonia mas una necesidad insatisfecha que fea
exigencia incumplida. Esta ha de ir acompatads da
luna emocidn vigorosa, y antes fortalecer al fmitno
consolidate en su fuerza que volverle pusilanine }
desgraciado,
Dos son los genios que Ia naturaleza nos dio
como comparicros en la vida. Uno de ellos, social
¥ Propicio, con su juego vivaracho nos Taco wag
Gofto el faligoso viaje, nos alvin las Cale gets
Recesidad y nos conduce, con alegria y desenfacles
hasta los peligrosos parajes en los que tenemos que
actuar como espiritus puros y deshacernos de tae
le e0rporal en pos del conocimiento de la verdad 9
del ejercicio del deber. Aqui este genio nos abande,
2a, plies su esfera es solo el mundo de los sentides,
mas alld del cual su ala terrenal no puede levers
Pero ahora se acerea el otro, grave silencioso
con fuerte brazo nos lleva por Ta profundidad ev I,
que la luz se desvanece
En el primer genio se reconoce el sentimiento
de lo bello: en el segundo, el de lo sublime Closer
mente lo bello es ya una expresion de Ia libecter
pero no de aquella libertad que nos cleva por ener,
Injdel poder de Ia naturale y nos destga de odo
influjo corporal, sino de aquella de la que. en cuore
fo hombres, gozamos dentro de la naturaleza, Nos
sentimos libres cabe la belleza porque los instintos
sensibles se armonizan con ta ley de a razdns moe
sentimos libres cabe lo sublime porque los instintos
Sensibles no tienen influjo alguno sobre la lepila:
eign de Ia razén, ya que el espiritu obra aqui gore
Sino estuvieran Bajo otras leyes que las suyad props
a
ESCRITOS SomRE ESTETICA 223
El sentimiento de lo sublime es un sentimiento
mixto. Es una composicién de dolor, que se exter
Tiza eh su grado supremo como estiemecimiento. y
de contento, que puede erecer hasta el Extasksy gue
Jas almas refinadas prefieren con mucho a todo fee
cer aunque no es propiamente placer. Esta coms
navion de dos senstciones ontradcoriag oa Go,
sentimiento prucba de modo irrefutable nucstraron:
fonomia moral, Pues, como es absolutamente impor
sible que el mismo objeto guarde con nosotros how
relaciones contrapuestas, se sigue de aqui que noses
‘708 mismos guardamos con ek objeto dbs Llacone
diversas; pot consiguiente, que en nosotros tienen
que estar Unificadas dos naturaiezas contrapuesten,
las cuales estan interesadas cabe la representacion
del mismo objeto en un modo totalmente conte
wuesto. As{ pues, mediante el sentimiento de lo sa.
Brim itcgantos a saber que cl estate ae ee 9
Piritu no se rige necesariamente por el estado del
Sentido, que las leyes de la naturaleza no necesarie
mente Son tambigh las nuestras, ¥ que tenemos ta
Principio autonomo en nosotros, que es indepen
iente de todas las emociones sensibies
EI objeto sublime es de dos tipos. Nosotros to
relerimos bien a mucsiafueran de captactn, y st
carbines cl tents armani fg
un concepto de él, bien nuestra fucrsa vite 5 Io
Gonsideramos como un poder fremteal cach abe
tro se desvanece. Pero, aunque tanto en tno como
en otro caso, aleanzamos con ocasion del obieioae
bilime el penoso sentimicnto de nuestros limites, vo
hhuimos de tal objeto, sino que, antes bien, nos se.
tims atratdos por ei con una violencia infeetsibie
Serla acaso esto posible si los limites de mucctsa
fantasia tueran al mismo ticmpo los limites de nee
tia fuerza de captacion? {Nes gustaria acase que
fos recordaran la omnipoténcia de las fuctase de ig
naturaleza si no tuvigramos apoyo en algo dstinto
de aquetlo que puede sex preside ellas? Nos tenvee204 1, CH. F SCHILLER
jamos en Jo sensible-infinito porque podemos pen-
lo que los sentidos ya no captan y el entendi-
miento ya no concibe. Llegamos a entusiasmarnos
con 10 temible porque podemos querer lo que los
instintos aborrecen y desechar lo que apetecen. De-
jamos de buen grado que la imaginacién encuentre
én el reino de los fendmenos quien la domine, pues
al fin y al cabo se trata solo de una fuerza sensible
que triunfa sobre otra fuerza sensible, pero la natu-
raleza, en su total carencia de limites, no puede Ie-
ar a fo absolutamente grande en nosotros mismos.
Sometemos de buen grado nuestro bienestar y nues
tra existencia a Ia necesidad fisica, pues justamente
es0 nos recuerda que ella no ha imperado sobre
nuestros principios.-El hombre esta en manos de
necesidad fisica, perc mt i
en gus propias maids.
‘Se, ash manuTaTet ha aplicado incluso un me-
lio sensible para ensefiarnos que somos mas que
meramente sensibles; supo utilizar hasta sensacio-
nes para ponernos en la pista del descubrimiento de
que no estamos sometidgs a la violencia de las sen-
saciones como esclavas-¥ és es un efecto del ado
listinto del que puede ser producido por lo bello;
por lo bello de la realidad efectiva, ke entiende,
pues en lo bello ideal también lo sublime tiene que
perderse. Cabe 1o bello coinciden raz6n y sensibili-
Gad, y s6lo por mor de esta coincidencia tiene Io
bello atractivo para nosotros. Asi pues, por la sola
belleza nunca jamas llegarfamos a saber que esta-
mos determinados a mostrarnos como inteligencias
puras y que somos capaces de ello. Cabe fo sublime,
por el contrario, razén y sensibilidad no coinciden,
Y justamente en esta contradicci6n entre ambas re:
de el encanto con el que lo sublime se apodera de
nuestro énimo. El hombre fisico y el hombre moral
estén separados aqui del modo més tajante, pues
precisamente cabe objetos ante los que el primero
S6lo tiene sensacidn de sus limitaciones, el otro hace
ESCRITOS SOBRE ESTETICA 225
experiencia de su fuerza y se cleva infinitamente jus.
Tolgracias a lo que oprime al otro contra el sui
Supongamos que un hombre posce todas las vi.
tudes ‘euya unificacién constituye el eardcter Bello
Gue encuentra su-delicia en el ejercieio de la jut
Sa, la beneliciencia, la templanza, la perseverancia
J la fidelidad; que todos los deberes cuya observan-
fia ielindean i circumstances, se convirten ch un
juego facil para él, y que la felicidad no le hace ditt
UW'Ringuna accion & la que tan slo su corazdn al-
truista pueda exhortaric. ZA quién no resultara cau-
thadore esta bella consdnancia entre los istntos
naturales y las preseripeiones de la razon, ¥ quicn
podrd contenerse de amar a un hombre ial? Pero
[podemos acaso estar seguros, con todo el afecto
ue sintamos hacia é1, de que es efectivamente un
ombre virtuoso y de que hay en general una vir
tud? Ineluso si este hombre todo lo hubiera eitrado
tneramente en tener sensaciones agradables, nO po-
ria en absoluto, a menos que fuera un loco, obrar
de otra manera, y. si quisiera ser un depravado, ten-
fia que aborrecér su propio provecho. Puede que
{a fugnte de sus acciones sea pura, pero eso tiene
{que convenirlo con su propio Corazdn; nosotros no
Yemos nada de eso, Nosotros solo le vemos obrar
como tendria que hacerlo el hombre. meramente
prudente que da satisfaccin a su Dios. El mundo
Stnsible explica, pues, todo el fendmeno de su vir
iad y no necesiiamos en absohuto buscar su finda-
mento mas alla
Pero supongamos que este mismo hombre cae
de repente en tna gran desgracia, Le roban sus bie-
hes 9 arruinan su-buen nombre. Las enfermedades
Te postran en un lecho de dolor; todo To que él ama
selo arrebata la muerte, todos aquellos en los que
tonffa le abandonan en la miseria. Supongames
ue, en este estado, volvemos en su busea ¥ ex!
thos al desdichado el ejercicio de las mismas viru.
des para las que, cuando era dichoso, habfa estado226 J. CH. SCHILLER
tan dispuesto. Si en este momento se le halla atin
en todo el mismo hombre, sila pobreza nie ha di
Iminuido ‘su benefciencay ni a Ingratied 0 act
ialidad, ni el dolor su ecuanimidad, ni la propa
desgracia su capacidad de alegrarse de la dicks te,
na, sila transformacion de sus circunstancias se neta
en’su aspecto, pero no en su conducta, ch la mater
fia, pero no én la forma de su actuacion, entoness
ya no basta, clertamente, con una explicacion que
arta del concepto de naturaleca (conforme al coal
5 absolutamente necesario. que lo. presente, cn
cuanto efecto, se funde en algo pasado como su cate
sa), pues no puede haber nada mas contradictoro
que el hecho de que el efecto siga siendo el mismo
cuando la causa se ha transformado en su contrario
Por tanto, hay que desistir de cualquier explicacion
natural, hay que renunciar completamente al inten,
to de derivar el comportamiento a partir del estado
y bay que desplazar el fundamento del primero des:
de el orden fisico del mundo a otro completamente
distinto, hacia el que la razon puede, clertamente,
volar con sus ideas, y que el entendimniento, empe,
0, no puede captar con sus conceptos. Este dese
brimiento de la facultad moral absoluta, que 0 esta
ligada a condicién natural alguna, da al sentimicnto
melancdlico que se apodera de nosotros ante lav
si6n de un hombre asf el atractivo totalmente propio
€ inefable que ningun placer de los sentidas (por
muy ennoblecidos que ésten) puede disputarle 10
sublime
Lo sublime nos proporciona, pues, una salida
del mundo sensible, dentro del qué lo bello quer
‘mantenernos. siempre. prisionetos. Noes poco a
poco (Pues no hay trénsito alguno de ta dependen
cia a Ta libertad), sino de repente y mediate tna
sacudida, como Io sublime arranca al espiritu auto,
nnomo de la red en la que le enredé Ia sensibilidad
fefinada, y que ata tanto mas fuerte. cuanto, mas
transparenite es su trama, Aunque entie los hom.
ESCRITOS SOBRE ESTETICA 227
bres semejante sensibilidad, por el influjo impercep.-
lible de un gusto maleable, it ganado tanto semere
que ha conseguido introducirse arteramente en Ta
sede més intima de la legislacion moral con ta'set
ductora envoltura de lo bello espiritual, y envens,
har alli la santidad de Ins maximas en’ su fuente,
suele bastar, empero, una nica emocion subline:
fata degra eta rama de engao, para devolver
dle una vez al espiritu encadenado toda su auilidad,
para revelarle su verdadera determinacion'y. pass
hacerle sentir, al menos por un momento, aw dient
dad. La belleza, bajo la figura de la diosa Califa,
ha hechizado al intrepido hijo de Ulises y, mediante
el poder de sus encantos, le mantiene prolongadse
mente prisionero en su isla. Durante micho tiempo
cree éste rendir homenaje a una divinidad iamorta,
cuando tan solo esti en los brazos del placer: pero.
de Fepente, tna impresion sublime se apodera de
bajo la figura de Mentor, recuerda entonces. que
est destinado a algo mejor, se lanza a las
e, al igual que lo bello, esté prédiga-
mente derramado por toda la naturaieza, ya capi:
cidad de tener sensacion de ambos esta asentadaten
todos tos hombres: el germen de esta se desarrolla,
empero, desigualments'y el arte iene quc ayudarle
Ya el fin de fa naturaleza conlleva el que al prince
pio, eaando todavia rehuimos lo sublime, aculamos
restos al encuentro de la belleza; pues ta belleza
es nuestra guardiana en la infancia y debe conducie
nos desde él tosco estado de naturaleea hasta el ref
amiento. Pero, aunque ella es nuestro. primer
amor y aungue nuestra capacidad de tener sents
cidn de la misma se despliega la primera, le natura.
leza ha cuidado de que tal capacidad madure: mas
lentamente y de ‘que, para su desarrollo. pleno,
aaguarde [primero] ala formacién del entendirntento
¥ del corazon. Si cl gusto aleanzara su madutez ple.
ina antes de que verdad y moralidad hubieran qu228 J, cH. F SCHILLER
dado implantadas en nuestro coraz6n por una via
mejor que la del propio gusto, el mundo sensible
setia para siempre el limite de nuestras aspiracio-
hes. No lo sobrepasarfamos ni en nuestros concep-
tos ni en nuestras convicciones, y lo que la imaging.
cin no puede exponer no tendri
ria realidad alguna
para nosotros. Pero, afortunadamente, esta ya en
Frorganizacion de la naturaleza el que el gusto, aun
floregiendo el primero, aleanee su madurez el G
mo de entre todas las facultades del animo. En este
Tempo intermedio se gana un plazo suficiente para
somar'una abundancia de canceptos en ia cabeza
un tesoro de principios en cl pecho, y para desa-
Jrollar entonees, a partir de la razén, tanbign ¥ eS-
podiaimente la capacidad de tener sensacion de lo
Brande y sublime
Rifeduras el hombre era tan s6lo esclavo de la
necesidad fisica y segufa sin encontrar salida del e
Trecho errculo de las necesidades, mientras no pre
ontia aun en su pecho la alta ibertad de su daimion,
is hauuzalera inaprehensible no. podia recordarie
Sno fas limitaciones de su fuerza de representacion,
Via naturaleza corrupdble su impotencia isis. Ei
Hombre tenta que pasar, pues, junto 2 la primera
Con el éniimo encogido y apartarse de In. segunda
Con expanto. Pero apenas ia Hbre contemplacion le
face suo frente al Clego embate de las fuerzas de 1a
natratera, yrapenas descubre en esta marea de f
Rémenos-aigo permanente en su propio ser, las ma-
for naturales jndomitas su alfededor comienzan
SThablarle a su corazon en un Ienguaje del todo dis
Gator y lo que fuera de él es relativamente grande
Tesulla ser el espejo en el que eapta con la mirada
fo absolutamente grande en él mismo. Sin temor y
Con un placer estremecido se acerca ahora a estas
fombles figuras de su imaginacion, e intencionada-
monte emplea toda ja fuerza de esta facultad en ex-
poner lo sensiblesinfinto para, aun sucumbiendo en
Pxte‘intento, tener una sensacion mas viva de la st-
FSCRITOS SOBRE ESTETICA 229
perioridad de sus ideas sobre lo més alto que pueda
rendir la sensibilidad. La vision de lejantas sin limite
y de alturas inabarcables, el vasto océano a sus pies
y el océano atin mayor por encima de él arranean
Su espiritu de la estrecha esfera de lo efectivamente
real y del opresivo cautiverio de la vida fisica. La
sencilla majestad de la naturaleza le muestra un pa-
tron de estimacion ain mayor y, rodeado por las
magnas figuras de ésta, no soporta més lo mezquino
én su modo de pensar, Quien sabe cudinto. pensa-
miento Iuminoso 0 cudnta resolueién heroica que
no pudieron ser alumbrados en ninguna celda ‘de
estudio ni en ningén salon, no nacieron, durante un
paseo, de esta valerosa disputa del dnimo con el
mragno espiitu de la naturaleza:quién sabe st ha de
imputarse en parte al eseaso trata con este gran ge-
mio el hecho de que el cardeter de los que viven en
la ciudad se incline tan gustoso a lo mezquino, se
deforme y marchite, cuando el sentido del nomada
Bermanece abierto y libre como el firmament bajo
ST que scape
0 no solo Jo inalcanzable para la imaginacién,
Jo sublime ‘de I cantidad, sino tambien Io. ina:
prehensible ‘para el entendimiento, la confusion,
puede, tan pronto como [ésta] se enéamina hacia 16
andé y se anuncia como obra de la naturaleza
(pues de otro modo seria despreciable), servir para
tuna exposicién de lo suprasensible y dar empuje al
nimo. ,Quién no prefiere demorarse en el desor-
den ried en espiritu de un paisaje natural en lugar
de en la regularidad falta de espiritu. de un jardin
francés? ;Quién no prefiere contemplar con aso
bro la prodigiosa lucha entre fecundidad y desola-
cion en la campina de Sicilia, o cebar su vista con
las salvajes cataratas y las montanas brumosas de
Escocia 6 con Ia inmensa naturaleza de Ossian, en
lugar de admirar Ia amarga victoria de la paciencia
sobre Io mas obstinado de los elementos én la Ho-
Tanda de tiralineas? Nadie negara que el hombre ff-230.1. CH. F SCHILLER
sico esti. més seguro y mejor provisto en los pastos
de Batavia que bajo el crite fraidor del Vesubio. y
gue los edletlos del entendiniento, que quicte coi
cebir y ordenar, Se cumplen mejor eh un huerto Te-
ular queen un palsaje natural silvestre. Pero el
Fombre tiene ain otra nécesidad que no es la-de
vivir y darse buena vida, y otra determinacion que
In'de tomprender fos fendmenos que le rodean
Justamente aquelio que hace que la desordeniada
extravagancia ena creaeign fisica resulte tan aura”
Yente para el vigjro sensible es fo que abre, incluso
én la anarquia preocupante del mundo moral, la
fuente de una peculiar satisfaccién para un dnimo
capay de entusissmarse. En efecto, quien ilumina la
grandiosa economia de la naturalez con la pobre
ntorcha del entendimiento y siempre trata de Fesol-
ver en armonfa el desorden temerario de aquélla,
ho puede complacerse en tun mundo donde mis pa
reve regir el azar absurdo que un plan sabi, y do
de merit y fortuna estan en contradiccign et fam
Yyorta, con mucho, de los casos. Pretende que en el
agno curso del mundo todo esté ordenadlo como
en una buena administracion y echa en falta, como
no podia ser'de otro modo, aquella legalidad; ast
queino le queda sino esperar devuna existencia fata
fay de otra naturaleza el contentamiento. que. Te
adcudan la existencia presente y la pasada, Se por
cheontrario, renuncia voluntariamente a querer so.
meter este Caos de fendmenos carente de ley a una
Unidad de conocimiento, gana de. sobra por otro
Tado lo que da por perdido en éste. Es preceamente
esta completa fata de un enlace final ante semejan-
te agtomeracién de fenémenos, por la cual éstos so
brepasan al entendimiento (que tene que atencrse
aresta forma de enlace) y llegan a resultare inservi-
ties, la que convierte a tal forma de enlace en un
simbolo de la razon pura tanto mis ajustado, de tal
modo que Ii razén pura encuentra expuesta justo
Gn esta desordenada falta de higazOn de la naturale
ESCRITOS SOBRE ESTETICA 231
2a su propia independencia de las condiciones natu
Fales. Pues, cuando uno se hace con todo el enlace
de una seri, gana entonces el concepto de indepen.
dencia, que coincide sorprendentemente con el son
cepto rational puro de libertad. Bajo esta idea de
libertad, que'la razén obtiene por sus propios mi
dios, ésta lleva a cabo la éomprehension en una t
dad de pensamiento de aquello que el entendimien.
to no puede enlazar en una unidud de conoeimien
to, y lirazén somete por medio de esta tea el jue
20 sin finde los fenémenes y afima ast su poder sl
mismo tiempo sobre el entendimiento. como facul-
tad condicionada sensiblemente. Ahora bien, se
recuerda ahora qué valor ha de tener para un Ser
Tacional el hacerse conseiente de su independene
de Ts Tepes naturals, se omprende emo cs pos
ble que los hombres de temple de dnimo sublime,
Bracias a esta idea de libertad que les ha sido ofrec.
ase consideren resarcides de todos los fracasos
di conocimiento. La libertad, con todas sus contra.
Gicciones morales y sus males fisicos, es para Tos
4inimos nobles un espectéculo infinitamente mas in:
teresante que el bienestar y el orden sin libertad,
donde las Ovejas siguen pacientemente al pastor y
{a Voluntad deta de sf misma se degrada & mien.
bro servicial de un mecanismo. Esto timo reduce
al hombre a la condicion de producto ingenioso ¥
de ciudadano de la naturaleza, seaso mas afortuns.
do; la libertad hace de él eiudadano y corregente de
tin sistema mas alto, un sistema tal que resulta infi-
hitamente mas honfoso oeupar en lel lugar mds
bajo, que ira Ia cabeza de las series en el orden
fist.
‘Considerada desde este punto de vista, y 3610
desde él, la historia universal es para mf un objeto
sublime.’El mundo, en cuanto objeto histotico, no
es en el fondo otra coxa que el conicto de las fuer.
2Zas naturales entre sf y eon la libertad del hombre,
Yel resultado de esta Richa nos lo refiere la historia232 J. cH, SCHILLER
Hasta donde ha llegado por el momento, la historia
tiene que narrar de la naturaleza (en la que entra
todo cuanto en el hombre es afecto) hecho mucho
Tayores que los de fa razon autonoma, y esta slo
hha podido mostrar su. poder mediante excepeiones
indlviduales de Ta ley natural, tales como un Cat6n,
tun Aristides, un Focion y hombres semejantes. Si
‘inicamente hos acereamos a I con grandes
expectativas de luz y de conocimiento, ;que decep-
cionados quedamos! Todos. tox bicnintencionados
intentos de la flosofia por hacer concordar lo que
él mundo moral exige con lo que el mundo real un-
de'son refutados por los testimonios de la experien-
fia y tan complacientemente se Tige 0 parece regi
se i naturaeza\ ens rein organico conforms
rineipios regulativos de! enjuictamiento, como in-
Egmitamente se suclta de las riendas en cl reino de
ia libertad, en el que el espiritu especulativo desea-
ria llevar sujetas
Qué distinte =s si uno renuncia a explicarta y
hace de esta su incomprensibilidad el punto de apo-
@- del enjuciamlentor Justamente el hecho de que
ja naturlera, considcrada a gran scala, se bute
de todas las reglas que le prescribimos ‘mediante
nuestro entenditentS, que, en su marcha capriche-
Sa'y Hre, eche por terra con el mismo descuido las
creuciones de ld subiduria y las del azar, que atras-
tre consigo en un [mismo] ocaso tanto a lo impor.
tame cost fo Ansignileante, tanto. to noble
como a lo vulgar, que sostenga’ aga un mundo de
hormiges yal tone cn sus lganteoos bras 2S
criatura més espléndida, al hombre, y le destroce,
que eche a pefder con frecuencia sis logros mis
costosos en Un momento de ligereza y trabaje dic
Fante siglos en una obra insensata, en una palabra:
esta defeccidn de la naturaleza a gran escala respec-
to de las reglas del conocimiento, a las que ella se
somete en cambio en sus manifestaciones singula-
tes, hace patente Ta imposiblidad absoluta de expli
ESCRITOS SOBRE ESTETICA 233
car mediante lees de a naturaleza la naturateza mis-
‘may’ de hacer valer para’ su_reino {considerado
Gomd un todo] lo que fiene vatidee en su reino, el
§nimo sera, pues, cmpujado irresstiblemente desde
el mundo delos fendmenos al de las ideas, desde lo
condicionado a lo incondicionado.
‘La naturaleza temible y destructora nos conduce
todavia mas lejos que la naturaleza sensible-infinita,
2 saber, “mientras ‘no. hagamos. sino. permanece?
Eomo contempladores libres. de a misma. El hom.
bre sensible, én efecto, y la sensibilidad en el hom
bre racional'a nada temen tanto como a enemistarse
con este poder que tiene que imperar sobre el bie
nestar y In existencia
El ideal supremo por el que huchamos es perma-
necer en bucha armonia con el mundo fio, en
Cuanto. que custodio de muestra felicidad, sin’por
clio vernos en la necesidad de romper con el mundo
‘moral, el cual determina nuestra digmdad. Ahora
bien, Gomo es sabido, no siempre resulta hacedero
elservir a ambos sefores y, aunque asi fuese (algo
cash imposible) eh deber No deri nunca enter
en conflicto con fa necesidad; la necesidad natural
no hace tratos con el hombre, y nila fuerza nt
Rabilidad de éste pueden ponerle a salvo de la pert
dia de las fataidatles.;Dichoso, pues, i ha aprend
440-4 soportar lo que no puede cambiar y a renunciar
con dighidad a To que no puede salvar! Pueden pre
Sentarse casos en lox que el destino vence todos Tos
Pertrechos sobre los que el hombre fundaba su se~
Brida’ los gue Ho te queda sno acogerse a fa
Sagrada hibertad de ios espiitus, donde no hay otro
medio de aplacar el insinto vital que querer, y no
hay otro modo de resistir a poder de Ia natutateza
ue anticiparse a él, y, mediante una libre anulacion
interés sensible, y antes de que 1o haga un
poder fisico, quitarse la vida moralmente
Pues bicn, las emociones ‘sublimes y un trato
més frecuente’ con Ia naturaleza destructora le forta-234 1. CH. F SCHULLER
lecen para ello, tanto alli donde le muestra su poder
funesto solo de lejos, como donde lo exterioriza
clestivamente contra sus congéneres. Lo patélico es
tina desgracia artifical y, al igual que la auténtica
esgracia, nos pone en’ iraio inmediato con. la ley
del espiritu que’ impera en nuestro coraz6n. Pero la
dlesgravia.auténtica no siempre escoge bien st
hombre y su momento; nos sorprende a menudo in
defensos y, lo que es atin peor, mos hace indefensos.
Lia desgracia artificial de lo patetico, por el contra
Tio, nos encuentra siempre completamente pertre-
hls, y como es meramente iaginaria, ef ues.
tro nimo gana espacio l principio autonome que
aifirma la absoluta independenela de este. Ahora
bien, cuanto mis renueva este acto de autoactiv-
dad, tanto més versado en él se Yuelve el espiritu y
tanta mas delantera le gana al instinto sensible, de
modo que, al final, incluso cuando la desgracia tmnt
inaria'y artificial se convierta en una desgracia se
fia, sera capa de tratarla como artificial y —ioh,
empuje. supremo. dela. naturaleza “humanal— de
convertir ef padecimiento real en una emocin s-
blime! Lo pattie, puede decire por tant, ot una
inocuiacion en el destino inevitable, mediante la
Cual este es despojado de su maldad y su ataque
resulta desviado al flanco fuerte del hombre
‘Ast pues, dejemos a un lado el cuidado respe-
tuoso enttendido erroneamente y el gusto débil y mi-
mado que arroja un velo sobre el grave semblante
de la necesidad y que, para. congraciarse con los
Sentidos, finge usa srmonia, de la que no se mucs-
tran hucilas en el mundo efectivamente real, entre
el bienestar y la buena condueta. Frente a frente se
hnos mucstra la malvada fatalidad. No en la ignoran-
cia de los peligros que nos rodean (pues ésta tiene
We terminar alguna ver), sino solo en la falar
lad con ellos es donde esté nuestra salvacion. Esta
familiridad nos ln proporciona el especticulo, tc-
rriblemente espléndido, del cambio que todo lo des-
ESCRITOS SOBRE ESTETICA 235
truye, Io vuelve a rear y lo vuelve a destruir, y el
de la’ perdieién, que tan pronto socava lentamente
como Sobreviene eon Tapidez: esta familiaridad nos
fe proporcionan los cuadros patéticos de la human
dal [luchando} con el desting; los cuadros de la fuga
incontenible de la felicidad, de la seguridad engano-
sa, de fa injustiia triunfante y de la inocencia derro
tada, cuadros que la historia ofrece en abundancia
y'el arte tigico, imitandola, nos pone a la vista,
ues quien sera’el que, no teniendo su disposicion
moral del todo abandonada, pueda leer algo sobre
Ia hucha obstinada y con todo infructuosa de Mitr
dates, 0 sobre la detadencia de las ciudacles de Sir
ccusay Cartago, y demorarse en tales escenas
twibutar su homenaje, con un estremecimiento, a la
dad, y sin sujetar las riendas a sus apet
or un instante, y sin empurfar, sobrecogide por
esta infidelidad eterna de todo lo’ sensible, lo per=
manente en su coraz6n? La capacidad de tener Sen-
Sacion de lo sublime es una dé las més esplendidas
disposiciones en la naturaleza del hombre, la cual
merece tanto nuestro. respero por su origen en
facultad autonoma del pensamiento y de la volun
tad, como el desarrollo mas perfecto por su influjo
sobre el hombre moral. Lo bello se hace merecedor
meramente del hombre, lo sublime del daimon puro
en él; y como nuestra determinacién es sin més te
gimmos por el cOdigo de los espiritus puros, aun con
{das i imiaciones sensible, fo subl
éstetica unt todo completo'y para ampliar, conforme
4'la totalidad de aleance de nuestra determinacion
Y, por tanto, incluso més alla del mundo sensible,
idad de sentir que es propia del corazon dei
lo ‘bello habrfa un perpetuo conflicto entre
nuestra determinacion natural y nuestra determina-
cién racional. Por medio de nuestra aspiraci6n a dar
satisfaccin a nuestra vocaciOn de espiritus seriamos236. 4. CH. F SCHILLER
negligentes con nuestra humanidad y, resucltos en
todo instante @ abandonar el mundo sensible, per-
maneceriamos “constantemente como extrafios cn
esta esfera del actuar que una ver nos fuera asigna
da. Sin lo sublime la belleza nos harfa olvidar nues-
tra dignidad. En el relajamiento de un goce ininte-
rrumpido mermariamos el vigor del cardeter y, en-
Cadenados indisolublemente a esta forma azarova de
existir, perderiamos de vista nuestra determinacion
invariable y nuestra verdadera patria. Solo cuando
To sublime Se desposa con lo bello y nuestra recept
Vidad hacia ambos ha sido formada-en igual medida,
somes
“Pues bien, esto es Io que el coro hace en la tra-
gedia viduo,_sino.up
concepio ii 7 > se Fepresen-
fab través de Un musa To sensible
que impone a los sentidos la plenitid a sir pre
Gia. El coro: abandona el circulo estrectns dr la-ac=
“cio para extenderse sabre To pasado y. 10 por venir,
Sobre tiempos ¥” pueblos. lejainos, sobre-fe-humana~
en-general, para sacar las ensenanzas importantes.
ronunciar-las-lecciones dé la-sabiduria.
jodo él pode® de Ta Tantasta:
con una libertad lirica audaz, que va caminando ha:
cia las altas cimas de las cosas humanas con pasos
como los de los dioses, y lo hace acompanéndose
de todo el poder sensible del ritmo y de la musica
en soniios ¥ movimientos
El coro purifica, pues, el pooma trégico separan-
do la reflexion de la'accidn, y consigue precisamen-
te con esta separacion armarse de fuerza postica: y
esto es lo mismo que hace el artista plastico cuando,
sirviéndose de ricas colgaduras, transforma la co”
‘mn indigencia de vestido en un atractivo y en una
belleza,
Fero, al igual que ta necesidad de mantener et
equilibrio con respect alas materias poderosas
bliga al pintor a intensificar el color de Ie vviemtes
el lenguafe lirico del coro impone al poeta una cle”
vacién proporcional en el lenguaje de su poema y,
mediante ella, una intensificacion del violento po-
der sensible dé la expresion en general, Solo el coro
justifica que el poeta tragico eleve el tono de tal
manera que los Ofdos se saturen, el espiritu se pon-
2 en tension yl imo todo se ensanche. Esta
forma gigantesca sola con su figura obliga al poeta
calzarle el coturno
todos sus personajes, y a darle
ESCRITOS SOBRE ESTETICA 247
asi a su cuadro la grandeza de lo trigico, Si se pres-_
inde del coro, se hundird el lenguaje de la tapedia
‘eh su totalidad, y lo que ahora es grande y podsroso—
Sparesera Torzado y exagerado: Et-coro-anagio. de”
‘ser introducido ef la tragedia francesa, Ja expondria
en toda su penuria y la arruinaria; y és justamente
‘el coro antiguo el que sin duda darti-au verdaders
Significacion's hr-teagedh oe Stakespeare,
Bast como cl coro aporta Vda al lengusjeaporta
cabarets ceion, pero ess catma belay eleva
que tiene que ser’ cl cardcter det SCARE
noble. Pues el Anime der espectador debe conservar
Sur libertad aun en Ia pasion mis violenta; el expec.
tador-no debe verse atrapado por las tmpresiones,
sino. que siempre debe ‘distanciarse, con lucides
y sereniiads de las emociones que padcce, Lo que
21 julio vuigar acostumbra:a censurar en ef coro
ue desbarata la ilusiOn, que quiebra el violento
poder de los afectos— es lo que constituye su mejor
arta de recomendacion; pues es preeisamente esta
Giega violencia de los afestos to que evils el verds.
dero artista, y ¢s esta ilusion lo que rehusa suscitar
Silos golpes Con los que la tragetia aleanza nues
orazdtrse siguieron uno detrds de otro sin ntessape
idn, el padecer derrotaria a la actividad. Nos con:
fundiariamos con la materia en-vez de estar por en
ima de ella. El coro, manteniendo separades las
partes y adentréndose en las pasiones como un con
Templador que infunde calma’ nos devuelve nuestra
Hipertad, que sin él se perdetia en la tormenta de
lo afecion Hast 10s propios personajes tgcos
han ‘menesier de este apoyo, de esta calms. para
Feoogerse, pues no son seres feales que meramente
Sbedezean ‘a la violencia del momento y expongan
tin mero individuo, sino personas ideals 9 repre
Sentantes desu genero que expresan To profundo
de la humanidad. La presencia del coro, que les es.
cha como testigo y'juez, y que, con su'interven-
cién, domesa los pitineros'estalidos de la pasionee aquéos, motva, a prudencia con que actian y
Ia dignidad con que hablan. En algana inedida estan
ya sobre un teatfo natural, porque hablan y actuan
Ante espectadores, y justamente por ello se hacen
tanto mis aptos para hablar «vun publico en el arte
que Hlamamos Teatro (Kunst-Theater.
Hasta aqui sobre mi derecho a volver a llevar el
coro antigue al escenario tragico. Es cierto que tam-
bign se conocen coros en la propia tragedia moder.
na; pero el coro de Ta tragedla griega como yo lo he
usado aqut, el coro come un tnieo personaje ideal,
que soporta y acompana toda la accion, este coro
&'csencialmente diverso de aquellos corbs operist
sos, y cuando, a propésito de la tragedia Briega
igo Hhablar de Corot en vez de de tn eoto, se despie.
{a'en mf fa sospecha de que no se sabe muy bien de
4ué se est hablando. El coro de la tragedia anti
ua, hasta donde yo sé, no ha vuelto a aparecer en
ia cacena desde la deeadencia de aquélla,
Bs verdad que he dividido el coro en dos partes
y que lo he representado en conflicto.consigo i
ino; pero esto ocurre s6lo cuando participa en la
accion como personaje real y como multitud ciega
Como coro y'como personaje ideal es siempre uno
contigo misino. He eambiado el lugar y he dejado
ue el coro haga mutis algunas veces; pero también
squilo, el ereador de la tragedia, y SOfoctes. el mis
grande maestro en este arte, se han servido de esta
libertad.
Otza libertad que me he permitido podria ser
més dificil’ de justificar. He empleado fe religion
Cristiana y la mitologia griega mezclandolas, y hasta
hre evocado la supersticion arabe, Pero es que el es
cenario de la acon es Mesina, donde estas tres re
Higiones continuaron ‘obrando,’en parte como reli:
siones vivas y en parte en los’ montumentos Conme-
Iorativos, y donde hablaron a os sentidos. Y, al
Feparar en clo, empiezo a considerarcomo.un dére~
“Tas diversas religiones como
cho de la poesta tratai
ESCRITOS SOBRE ESTETICA 249
jones yaice Ta a,
la idea de algo divino, y al poeta tiene que estarle
permitido pronunciarlo en aquella forma que;
€1 caso, le parezca mas cémoda y mas pertinente.