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El Estado de Puebla es grande, sus 36,000 km2 encierran

una gran cantidad de pueblos y ciudades que muchas


veces pasan inadvertidos en la geografía nacional pero
que contienen atractivos que vale la pena dar a conocer,
porque en la medida en que se vayan descubriendo,
valoraremos la riqueza que las diversas culturas nos han
legado.

Un buen ejemplo de ello sería Tepeaca, que casi nadie


sabe que fue el auténtico primer ayuntamiento que
Cortés estableció tierra adentro.

La ciudad fue diseñada para albergar al gigantesco


tianguis, y de ahí la enormidad del espacio. Aquí se
encuentra la torre de homenaje llamada “El Rollo”,
rodeada de unos fabulosos leones emplumados,
esculpidos en piedra, quizás una de las primeras
esculturas coloniales.

Luego está Tecamachalco, con su magnífico convento


franciscano, célebre por las pinturas en amate que el
indio Juan Gerson colocó la bóveda en 1562.

Tehuacán, la segunda ciudad del estado, es famosa por


sus aguas minerales, pero tiene también un convento
carmelita, otro franciscano y una muy interesante
catedral.

Al sur, ya en la tierra caliente, está Izúcar de Matamoros,


con su enorme convento dominico, el gran mercado y los
múltiples balnearios donde se disfruta del maravilloso
clima reinante

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