a esos tres idiotas de mis mejores amigos. Quedando a vernos en el parque donde recorrimos miles de sonrisa en nuestra juventud, donde fue la primera vez que conocimos a una chica especial para cada uno que al final de una temporada les hubiera roto el corazón, un amor persistía para cada uno, menos en mí. Esa noche donde volví a quedar con mis amigos después de tanto tiempo, en mi cumpleaños numero 25. Tomando por sorpresa la noche ya asechaba en cada rincón del parque, en cada luz que se encendía al proclamar, en cada lugar donde el ruido abundante ya no habitaba, decidimos ir a una calle después del parque a una cafetería que su apertura había sido el día de ayer, por fin la conocería después de tanto tiempo de construcción. Viviendo de las risas y de todas aquellas bromas entre nosotros, de ese brillo en nuestro ser por volver a vivir experiencias de varios ayeres, nos apoderábamos mas de la noche; hasta que se escucho el abrir de la puerta de la cafetería y se sentía la presencia de ser inigualable que convertía a todas nuestras miradas en espectadores de alguien más. Una joven bellísima entraba a tomar lugar en la esquina del establecimiento donde una lampara daba la mejor luz a su rostro y el aire que tocaba aquel cabello de color café. Inmediatamente desde que había entrado aquella chica nadie había comentado nada entre si, todos callaban. Hasta que en la cabeza de uno de mis amigas surgía la estúpida idea de que alguien de nosotros fuera hablar. Fui yo el que se levanto de la mesa con un nudo que envolvía a mi garganta, con la sangre que agitaba todo mi cuerpo hasta la punta de mis dedos, me acerque mas a su mesa, tome la silla y me senté con la mirada hacia abajo, apreté fuertemente el puño de mi mano derecha, trague una saliva espesa, tome valor para levantar mi mirada y ver esos hermosos ojos color café que hacían espinar con gracia al mi ser. -hola---le dije con una voz partida de nervios. --hola ¿Cómo te llamas? ---ella contesto con una sonrisa en su rostro como si me conociera de toda una vida, que me hacia comentarme a mí mismo un amor. --me llamo Anderson ¿y tú? ---le estire mi mano como un saludo formal que quería aprovechar en ese momento, ella tomo mi mano y me saludo respondiendo ----me llamo Susan, todo un gusto Anderson. Tranquilamente sin pensar en como giraban las manecillas del reloj que mostraban ala noche terminar, nuestra conversación envuelta en café, la noción enloquecía. ¿vienes habitualmente a este café? ---Susan preguntaba --no, es que hoy es mi cumpleaños número 25 y hemos venidos qui a festejarlo. Pero a uno de mis amigos le surgió la idea de que viniera a charla contigo ---suspire soltando una sonrisa Espera, ¿Qué dijiste, es tu cumpleaños? –Susan exclamaba con la emoción de una niña de cinco años. --si, hoy es mi cumpleaños --¡Esto no se puede quedar así, te daré un regalo! ¡Aquí en mi bolso tengo algo! –ella movía y movía cosas dentro de su bolso hasta que saco algo— ¡Acá esta! Lo he encontrado, ten este es mi regalo para ti— Teniendo en mis manos una figura de un pincel, moldeada de porcelana capaz de hacerme recordar a Susan cada día. --¡muchas gracias, Susan! --- respondí levantándome de mi asiento, dando tres pasos hacia ella dándole un abrazo que nos contemplaría a los dos.
Capítulo 2 Cuando late el corazón
Mientras disfrutaba de eso abrazo, Mi hombro izquierdo sintió el caer de una mano extendida, alzándola y volviéndola a dejar caer por dos veces más, voltee mi rostro para ver quien era aquel que vivía de la prisa por insistir, no era nadie mas que uno de mis mejores amigos que replico ¿ya has terminado? Hay que irnos, mira qué hora es Anderson--- Al gozar todo ese rato con Susan el tiempo paso tan rápido como una estrella fugaz que marcaba las 22 horas en el reloj de aquella cafetería. Los dos reaccionamos al tiempo, esto provoco que Susan tomara su bolso color rojo, que echara su silla hacia atrás haciendo que raspara con el piso provoco así un sonido, se levanto y me vio a los ojos, esos grandes ojos se impregnaban en mi mirada, ella podría lograr que me pusiera lo mas rojo que mi tono de piel morena clara alcanzara. No temía a nada en ese momento, dio un paso para estar mas cerca de mi y coloco su mano derecha en mi mejilla izquierdas. Colocando sus pies en puntas para así conseguir alcanzarme dejo un beso sumergido mi mejilla derecha. -Nos vemos luego, Anderson --Lo menciono con la misma sonrisa de alegría que me había causado conocerla. Paso caminando alado de mí, dejando esa esencia que lograba atrapar a todos, con ese perfume; continúo caminando hacia aquella puerta y salió hacia la noche oscura de perdiciones. Regrese ala mesa con mis amigos, pagamos la cuenta y salimos diez minutos departamento al que me había mudado tres meses ante de mi cumpleaños en febrero. Al llegar al departamento tomando lugar en el balcón, apreciando la belleza de 20 pisos de altura, fui ala pequeña repisa que tenia y tome la botella de vino mas casual, tome 4 copas de cristal y me dirigí nuevamente al balcón donde ya estaban mis tres amigos de la vida, me senté en una de las sillas, coloque las copas en la mesa de madera oscura. Al terminar de abrir la botella se escucharon tres golpes en la puerta, extrañado deje la botella de nuevo, avance hacia la puerta, gire la manilla; la puerta me dio un golpe en la corre porque alguien quería entrar con una voz que exclamo --¿dónde has estado todo el día? ¡te he estado buscando! ¡feliz cumpleaños Anderson! --- Soltándome un fuerte abrazo e intentando cargarme con sus brazas, me di cuenta de que se trataba de Angela; la conocí desde el primer día que llegue a este edificio, porque se ofreció ayudarme a subir cajas cuando me mude. Ese mismo día que me mude, en la noche le invite a salir a comer por la ayuda que había brindado en la mañana, Angela consintió la invitación, así que sin dudar pasaría por ella al anochecer.
Capítulo 3 La puerta abierta
¡joder! Que se me ha hecho tarde, ya es la hora en que la habíamos acordado, pero Anderson aun no viene, ¿será que estará esperando a que vaya por el o mejor lo espero? ¿me cambio? ¿me voy así con el vestido amarillo o me pongo el otro? ¡venga! Que me he arreglado y me iré con el vestido amarillo, sin esperar mas. Pero me pregunto --¿Qué pasa con Anderson? ¿por qué no vendrá? --- me cuestionaba demasiado que me quede sentada en el sofá, con mi dedo pulgar en la boca mordiendo mi pequeña uña. - ¡paz! --- ¿Qué? ¿Qué ha sido eso? Proviene del departamento del frente, pero si el único departamento de frente es … ¡Anderson! ¿le habrá pasado algo? Camine hacia la puerta de mi departamento y Sali sigilosamente, yendo de punta en punta de mis pies, iba con tranquilidad, pero con la integra. Me percate que la puerta del departamento de Anderson estaba entrecerrada. No es que la curiosidad me haya ganada, abrí un poco mas la puerta, acercando mi ojo. Maldita soy si me llega a describir que lo estoy espiando; me seguí inclinando mas para tener un mayor campo de visión sobre lo que escondía o lo que había pasado dentro de su departamento. No veía nada a simple vista, tan intrigada estaba que paso el pensamiento por mi cabeza de entrar por completo, lo dude, lo analice, lo respire y apreté el puño. Fui abriendo mas la puerta hasta el punto donde ya pudiera entrar, una vez dentro di vuelta y coloque la posición en la que se encontraba la ´puerta, continúe dando pasos sigilosos, recorrí cada habitación del departamento con la saliva atorada en la garganta, con el medio que paralizaba a mis piernas, el recorrer todas esas habitaciones no sirvió de nada --¡Diablos! ¿Dónde estará metido? ¿si no está aquí donde estará? –exclame aun mordiendo mi uña del purgar. -¡¿Angela?! ¿te encuentras ahí? – se escucho la voz de Anderson en el pasillo. - ¿Qué hago ahora? Estaré toda apenada que Anderson me vea salir de su departamento – vamos Angela, se te tiene que ocurrir algo, no tengo mucho tiempo—era lo único que podía pensar, al paso de este miedo y estas piernas temblorosa estaré más que muerta. Sali lo más rápido posible del departamento de Anderson, pase los dos metros del pasillo, voltee rápido ala derecha y vi ha Anderson con una cara de felicidad que soltó la carcajada nada mas que verme, entre a mi departamento cerrando la puerta y con la pequeña curva de mi boca que aguantaba toda una carcajada, era imposible no soltarla. Tanto la risa de Anderson y la mía estallaron casi al mismo par que entonamos una sola, proclama mando en nuestros seres que desde ese momento nos llevaríamos de lo mejor, la felicidad y la comodidad estaba presente.
Capítulo 4 Venas que profanan
Toca la puerta Anderson ¿Que no piensas abrir? ¡Vamos Angela!, que una cena nos espera esta noche —Anderson con una voz de alegría, exclamó- ¿Qué? ¿no estás enojado conmigo? —Lo dije con la voz más apenada pero llena por completo de alegría. Tomé ese mismo valor que tuve para entrar a su departamento y salí. Lo vi con la mirada más apenada del mundo que mi corazón recibía una pequeña gota que me congelaba, sus ojos se penetraban en mi, la mirada más hermosa que podía existir en el mundo me hacía sentir paralizada a cada centímetro de mi cuerpo, ¿qué es esto que siento? ¿por qué lo siento por él? Mis manos presionaban la pared sin piedad alguna, me siento sujetada fuertemente hacia él que no quiero, me niego a creerlo. -claro que lo estoy, solo estoy… apenada — conteste tartamudeando
–¿Por qué entraste a mi departamento, ¿eh?
Bueno, luego quiero que me des una explicación de eso, le pregunté al gerente de aquí si conocía un lugar bueno a donde ir a comer y me recomendó el "centro de los mil caminos" ¿lo conoces? –¡Claro que lo conozco! Siempre he querido ir, pero el único problema que existe es que ese restaurante solo es para los enamorados —la voz triste y la mirada hacia abajo se envolvieron en mi respuesta. –Que no te pongas así Cristina, vamos ahí a cenar, disfracémonos de pareja esta noche ¿te parece? — Estire mi mano, aunque sabía que nunca iba a tener algo con Angela, me parecía bien ser la mejor persona con la que ella pudiera contar, apenas la conoceré del todo, pero me hace sentir bien, logra que cada pedazo mío que me conforma nadé en un lago de felicidad. –¡Cristina! vayamos de una vez, pero antes necesitas quitarte esas gafas y esa camisa— Carcajadas comenzamos a tener. –¡Cierto! ¡Perdón, que vergüenza! Nuestro trote ya daba inicio entre los pasillos del hotel, sonrisas inundadas comenzaban a proclamarse campeonas de una grata noche. Salimos del hotel, ocurría algo que era difícil de explicar en ese momento; vivíamos la noche más hermosa que una cuidad podría brindar. –Toma mi mano querida, que cuando lleguemos al restaurante debemos ser la mejor pareja de ahí. — Intente decirlo con la voz más sensual y arrogante posible, mientras guiñaba el ojo para seducirla
–Claramente tomaré tu mano, querido
Nuestras manos se presionaban tranquilamente, desde ese preciso momento que hicieron contacto algo se encendía, era como si una pequeña chispa hubiera recorrido todas nuestras venas hasta profanar a fuertes latidos cada corazón. angela me provoca esto, pero ¿qué quiere decir? –No lo puedo creer, sí que han cambiado todas estas calles, aún recuerdo una que otra. De más joven siempre venía junto a mis amigos hacia aquel parque, el que queda por el poniente Sur, sino mal recuerdo como a cinco calles para allá — señale
–Por cierto, cuéntame eso ¿antes vivías por aquí?
–Si, pero surgió un empleo mejor para mi padre y nos mudamos de ciudad; quise regresarme a vivir porque me ha gustado desde siempre por la gran gente de aquí, como por ejemplo tu que me has ayudado a subir cajas.
–Siempre me ha gustado ayudar a los que se ven
medios tontos ¿sabes? —Angela río, contagiándome –Espera, según mi celular estamos a pocos metros de llegar
–¡Es ese de allí!
–¿Por qué están demoliendo junto al restaurante?
¿sabes que construirán? —Cuestionaba a Angela por el gran tiempo que llevaba viviendo ahí, tal vez sabía algo –Sino me equivoco harán un café que se llamará "Conoce y disfruta" algo así me habían dicho, pero dicen que los cafés estarán super riquísimos, cuando lo terminen deberíamos venir juntos por primera vez.
El reloj convirtió al tiempo oro, las rocas detenidas
en el océano y las pacíficas estrellas del espacio marcaban una amistad hecha de sentimiento puro.
Capítulo 5. Noche de locura
—¡Adivinen quien ha llegado a la fiesta! —Angela gritó a los miles de habitantes de la ciudad desde aquel balcón con euforia.
—¡Tranquilos todos! Al parecer el señor periodista
se está dignando a servir la botella. —¡Vamos Anderson! ¡Sirve ya!
—Es que vamos, desde que se ha convertido en un
buen periodista el alcohol lo ha dejado atrás ¿que no, Anderson?
—Les serviré, yo paso esta vez —Tuve que
acceder, la botella fue puesta en descenso. Aún con la intriga de darle la noticia a Angela, se creó un estanque completo en mi garganta, la profundidad era abastecedora a mi sed de nervios. —Dinos Angela ¿cómo conociste a Anderson? — Cesar, uno de mis amigos preguntó.
—¡Es la historia más divertida y tonta que podrías
escuchar! —Grite con continuidad de carcajadas acompañadas con las de Angela. —Anderson nunca contó bien la historia, la verdadera historia está plasmada en Anderson, la recepcionista y mi negra memoria, deberán guardar el secreto —Cristina comento misteriosamente.
—¡Cuéntenla de una vez! —Mis tres amigos
gritaron al par. —Muy bien, comenzaré — Jeffrey tomó el short con velocidad. —El día que Anderson llegó a este edificio, lo vi desde el elevador a la recepción, detrás suya una gran sombra en forma de monstruos creados por decenas de cajas, corrí lo más rápido a donde él se encontraba —¡No cabe duda, miles de monstruos han entrado contigo, debemos encerrarlos! —grité, golpeando el mostrador de la recepción con mi palma. —¡Tienes tanta razón, deben ser encerrados en el departamento cuarenta, la prisión más cruel! ¡Tómalos con mucho cuidado, no debemos tardar! —respondí, uniéndome a la acción
—¡A dejarlos allá! —Impaciente Angela
comenzaba a subirlas, seguido mío. Corriendo de ascenso y descenso terminamos lo más rápido, la misión había terminado, llenos de sudor y euforia las decenas de monstruos estaban encerrados.
—Historia completada de una vez—Angela
aplaudió mientras se sacudía las manos, expreso —. Bueno, no más preguntas de eso, por favor— dejando en huella, Angela se levantó de la silla caminando hacia la cocina —Anderson ¿cuándo le dirás a Angela que te mudaras? —acercándose, Jeffrey, murmuró.
—No quiero pensar en eso por ahora. Dejemos que
pasen los días — aclaré, con la gota de sudor resbalando a mi piel.
El tiempo continúo entre copa y copa, perdiendo
las nociones básicas del ser; fui a dejar a mis tres amigos afuera del edificio, un taxi los esperaba. —¡Nos vemos luego! — vociferamos en conjunto, mientras la puerta del taxi se abría y ellos comenzaban a subirse. Dando seguimiento para regresarme a mi departamento, mi cuerpo se golpeaba junto con mi mente para encontrar la manera indicada de hacer sabedora a Angela que me iría. Tome el ascensor, indique el piso número veinte, llegué y mi paso ya tranquilo estaba. Abrí la puerta de mi departamento y me quedé viendo con la sonrisa más bella a Angela, quien, tumbada en el sofá por el sueño, dormida estaba. Capítulo 6 día menos esperado. Día 15 de febrero del 2013, un día después de mi cumpleaños.
He soñado una vez sobre abandonar de nuevo esta
ciudad, he dejado a duras penas a alguien, a quien no debí. Hoy no escuché los golpes contundentes de Angela para indicar a la mañana y recordarme de levantar mis grandes ganas, e ir a correr. Hoy no me siento bien. Me levanté de la cama, mirando al reloj las 7:30 eran marcadas, brillantes junto a un ruido paralizante. Salí de mi departamento con la muda puesta para irme a correr, como todas las mañanas que me acompañan; caminé hacia las horribles plantas que se encontraban fuera de la puerta de Angela, que eran estorbosas. Me pare frente ahí, alzando mi puño hasta mi pecho, tomando impulso para golpear… —¡No toques Anderson, no toques! — Vocifere, mientras inundaba a mi cabeza propiamente con mis manos.
—¿Te encuentras bien? —Cuestionaron al final
oscuro del pasillo.
Voltee al pasillo, mirando a la recepcionista
haciendo el aseo —Si, lo siento— Aclaré con pena.
Seguí mi paso hasta tomar el ascensor para salir
los más rápido del edificio. Emergiendo ya de él, mire a las calles, era atípico ver que las calles estuvieran poco transitadas —¿Habrá algún evento? — me cuestione. Aún sin tomar importancia a lo que pasaba, tape mis oídos del silencio absoluto para regenerarlo de paz, con melodías sanas a mi gusto. Mi cuerpo comenzaba a agitarse lentamente, esperando a que mi respiración soltará alguna malicia para acabar con mi resistencia, mi cuerpo comenzaba a aumentar la velocidad de contracción para avanzar, recorriendo varios kilómetros mi respiración esperaba. Cuando comenzaba a sentir que nadie podría pararme, la falta de respiración me hacía sentir como un bobo; hasta detenerme. Comencé a caminar lentamente hacia el mismo parque que se encontraba cerca de mi edificio, retranqué mi mano sobre una de las inmensas macetas que servían de decoración para estas fechas de mayo. No se celebraba nada, pero por lo absurdo que es gastar, el hombre se alimenta. Al terminar de acomodar mi mano, en palma sobre la maceta, continúe dando pasos más despacio hasta una de las bancas ocultadas entre árboles llenos de ramas y hojas color verde oscuro, claro y en otros momentos hechas blancas por el reflejo del sol. el hombre se alimenta. Al terminar de acomodar mi mano, en palma sobre la maceta, continúe dando pasos más despacio hasta una de las bancas ocultadas entre árboles llenos de ramas y hojas color verde oscuro, claro y en otros momentos hechas blancas por el reflejo del sol. —¡Hey!, tú! debilucho. ¿También sales a correr? — Increpó una voz agitada, una voz que logro llevarme de nuevo al día de ayer. Donde tomaba con calma una taza llena de café frío, que congelaba a poca temperatura la porcelana de la taza. Donde la porcelana fría de forma de pincel también me hacía sentir cálido. —¡Susan! Estamos aquí juntos, otra vez— Anderson, estás llorando… índice Tendría que ser hasta el cumpleaños número 25 de Anderson donde su mejor regalo de aquel día, y la mejor noche de su vida se conocería con Susan, quien haría latir y cambiar a detalle el pensamiento de Anderson.