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Alumna: Tamara L.

Cheroki Minadeo
Legajo: 19H1036

Morgenthau, Hans J. (1948): Politics among Nations: The Struggle for Power and Peace. Cap 1.
El realismo clásico es el primer conjunto de teorías de las relaciones internacionales que estudia y analiza la
naturaleza de los Estado, su comportamiento y relaciones con otros Estados en torno al poder. Esta corriente busca
crear un paradigma que sea aplicable en cualquier momento histórico y en cualquier nación a partir de una visión
pesimista del hombre. Por consiguiente, y como bien afirma Morgenthau al principio del capítulo “Una Teoría
Realista de la Política Internacional”, la imperfección del mundo es fruto de fuerzas inherentes a la naturaleza
humana y, dada una lucha de intereses opuestos y conflictivos, “los principios morales nunca pueden realizarse
plenamente”1. Aunque admite, que es posible acercarse al equilibrio intereses y la conciliación de intereses de
manera temporal. Morgenthau señala que la teoría realista es muy extensa, limitándose a describir sus seis
principios básicos:
1. Los estados se rigen por las leyes objetivas universales: estas se hayan arraigandas en la naturaleza humana.
Por lo tanto, el realismo cree que es posible crear una teoría racional que explique estas leyes objetivas,
sometiendo dichas teorías a la “doble prueba de la razón” y la experiencia para así darles sentido. El realismo,
dado que la teoría verifica los hechos de manera racional, no cree que se deberían descartar teorías por ser
“obsoletas” o de tiempos remotos ya que la naturaleza humana no cambia con el pasar del tiempo.
2. El poder define los intereses: este principio supone que los políticos piensan y actúan movidos por el interés
del estado, el cual se traduce en poder. Para esta escuela, el búsqueda del poder es elemento principal que
define a la política como una esfera autónoma, por lo tanto: permite reconocer los hechos políticos de los que
no lo son. El realismo supone que todos los estadistas se mueven a partir de la búsqueda de poder apoyándose
en hechos históricos y reivindicando así la capacidad de predecir. Esto no implica la completa prudencia de los
implicados en las tomas de decisiones. No todas las políticas exteriores han seguido un curso racional, objetivo
y no emocional. Los elementos contingentes de personalidad, prejuicios y preferencias, suelen apartar a las
políticas exteriores de su curso racional. El realismo político considera que una política externa racional es
aquella que: tiene prudencia, minimiza riesgos y maximiza beneficios.
3. Los intereses son variables:“…el concepto clave de interés definido como poder es una categoría objetiva de
validez universal, pero no otorga al concepto un significado inmutable” 2. el poder puede comprender cualquier
cosa que establezca el control del hombre por el hombre, por lo tanto el poder (y su uso) puede variar según el
contexto histórico, cultural y decisiones en el espacio doméstico dentro del cual se formula la política exterior.
4. Valores morales vs. Acción política: este principio, de naturaleza maquiavélica, insiste en que el realismo no
desconoce la existencia de la moral, pero cree que hay una evidente tensión entre los valores morales y el
alcance de la satisfacción de los intereses. Es por esto para la ejecución de una acción política exitosa, los
principios éticos no pueden ser aplicados de manera abstracta y universal, sino que deben ser filtrados según la
circunstancia. El valor moral que prima en la política es la prudencia.
5. No existe una moral universal: el realismo es escéptico a la tentación de los estados de encubrir sus actos y
aspiraciones con propósitos morales universales. Este principio infiere en que se deben establecer los intereses
de cada Estado con transparencia. De ese modo, cada miembro del sistema estará en condiciones de juzgar al
otro de manera igualitaria y, a su vez, se llevarán al cabo políticas internacionales en consideración con la
protección y promoción de las inclinaciones de cada país.
6. Autonomía de la política: este principio acude al hecho de que la corriente realista no ignora ni desprecia la
existencia de otras esferas y escuelas de pensamiento. Tampoco duda de su relevancia. Sin embargo, cree en la
separación de todo lo político de cualquier otra área intelectual. Este principio se basa en la concepción
pluralista de la naturaleza del ser humano, en la que el hombre real es una conjugación de los distintos tipos de
“hombres” provenientes de las esferas paralelas a la política: hombre “político”, “hombre moral”, “hombre
económico”, “hombre religioso”, entre otros. En tanto, el realismo político cree que para comprender cada uno
de ellos, es necesario que se mantengan dentro de sus propios límites y esferas.

1
Morgenthau, Hans J. (1948): Politics among Nations: The Struggle for Power and Peace. McGraw-Hill: Nueva York.
Capítulos 1, pág 11.
2
Ibídem, pág 19.
Alumna: Tamara L. Cheroki Minadeo
Legajo: 19H1036

Alexander Wendt-La Anarquía es lo que los Estados hacen de ella.


Wendt es uno de los principales exponentes de la corriente constructivista, nacida en el marco del tercer
debate de las Relaciones internacionales (neorrealismo vs liberalismo institucional) y el cuarto debate
(racionalismo vs reflectivismo) 3. El constructivismo hizo su aparición como una alternativa a estas corrientes,
estando en una posición media entre el positivismo y el reflectivismo. Wendt hace hincapié en el estudio de
las estructuras sociales subjetivamente construidas.
Wendt introduce el capítulo haciendo referencia a este debate neo-neo y el condicionamiento de la estructura e
intstituciones de ambas posturas: la anarquía y la distribución de poder. Al ser el neoliberalismo y el realismo
corrientes “racionalistas”, toman como punto de partida que los Estados son los principales actores del sistema
y que estos se mueven a través de él en busca de la satisfacción de sus intereses. En cambio, Wendt arguye
que el principal actor no es el Estado, sino las ideas y los discursos.
En cuanto a la naturaleza de la anarquía, Wendt critica a la afirmación neorrealista de que la “autoayuda” es el
corolario del sistema anárquico. A su juicio, la “autoayuda” es una institución y no un rasgo constitutivo del
sistema anárquico. Por lo tanto, el autor afirma que no es la única posible dentro de la anarquía: existe, de
forma contraria a las concepciones realistas, la posibilidad de una estructura donde hay cooperación y el puje
por una seguridad colectiva por parte de todos los miembros del sistema. La estrategia de Wendt se basa en
afirmar que no existe una lógica de la anarquía, esta no tiene rasgos esenciales y como su obra bien lo dice: la
anarquía es lo que los estados hacen de ella.
En el texto se exponen las tres dimensiones de las estructuras políticas según Kenneth Waltz, reconocido autor
de la rama neorrealista: principios ordenadores, especificación de las funciones y la distribución de
capacidades4. Un principio fundamental del constructivismo es que los Estados accionan a partir de su visión
del otro. Por lo tanto, la teoría de Waltz nada nos dice sobre si dos estados serán amigos o enemigos, o si se
reconocerán la soberanía entre ellos.
Wendt no difiere en el hecho de que cada país actúa en pos de sus intereses, pero destaca que los dichos están
dados por las diversas identidades que estos poseen Para ilustrar esta idea, se podría decir que durante la
Guerra Fría la armada estadounidense no significaba la misma “amenaza” para un país de Latinomérica que
para la propia Unión Soviética.
Una institución es entonces definida como un conjunto de identidades e intereses. La autoayuda es una de
estas conjugaciones de preferencias e identidades, en la que los estados son llevados a concentrarse en su
propia seguridad “individualista” como lo cree el neoliberalismo y “competitiva” como lo asume el realismo.
En ambos casos, los estados se identifican negativamente entre sí.
Las instituciones actúan de forma coercitiva, sin embargo son sólo resultado de los entendimientos
intersubjetivos. Para el constructivismo es lógico pensar que, en la realidad, las instituciones son solo
entidades cognitivas que existen únicamente partir de lo que los individuos comprenden del funcionamiento
del mundo, del yo y del otro. Estos entendimientos se dan si y solo si hay interacción mutua. Estos se van
internalizando llegando al punto de ser “naturales”. Esta idea se ve claramente con el argumento del estado
depredador: la malversación de un Estado no significa que se llegará a una guerra con lo demás, pero puede
conducir a la predisposición hacia la agresión por parte de los otros estados, a volverse competitivos y
combatir “fuego con fuego”. Se lleva a un ciclo de señalización-interpretación-respuesta, entendido como un
acto social en la que un país dará una respuesta reflejo según la concepción que tenga el otro de ese país.
Una vez que surge este estado depredador y a su vez la respuesta individual de self-help, habrán Estados que
se verán beneficiados. Esos actores favorecidos serán aquellos con mayor fuerza militar. Es esta la razón
principal por la que Wendt encuentra tan difícil el cambio del sistema de autoayuda e inseguridad a uno que
opte por la seguridad colectiva. Esto también explica la resiliencia del sistema anárquico hobbesiano.
Se puede concluir a partir de este texto que el constructivismo no niega varios de los principios realistas y liberales.
Por otro lado hay que destacar un punto importante: Wendt defiende el hecho de que la estructura hobbesiana y de
autoayuda no son consecuencias necesarias de la anarquía. Al contrario: la interacción en el sistema anárquico no
empuja a ningún Estado a actuar de alguna forma determinada, por lo cual posible cambiar diche estructura. Esta
tarea no implica facilidad pero sí posibilidad de ser llevada a cabo.

3
Lake, David A. (2013): Theory is Dead, Long Live Theory. The End of the Great Debates and the Rise of Eclecticism in
International Relations. European Journal of International Relations, 19 (3): pág 570.
4
Kenneth N. Waltz (1979): Teoría de la política internacional. Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano, 1988).
Capítulo 5: pág 150.
Alumna: Tamara L. Cheroki Minadeo
Legajo: 19H1036

Comentario
Como punto de partida, traslado la teoría realista a la realidad actual en la cual nos encontramos: afectados por una
pandemia global, como la es la del COVID-19. A partir de que el realismo clásico establece que ante una situación que
pone en peligro la seguridad y los intereses de un estado, me pregunto yo ¿cómo debería este maniobrar y garantizar su
supervivencia frente a esta pandemia global? ¿Está este sólo ante esta amenaza hacia su seguridad?¿Necesitará a otros
para derrotar a este enemigo invisible a pesar de encontrarnos en un sistema de “autoayuda”?
Es correcto afirmar que el realismo es una de las teorías que durante más tiempo ha explicado a las Relaciones
Internacionales. Como vemos que Lake y Waever afirman en sus escritos sobre los debates de la disciplina, el realismo
ha surgido como la teoría “dominante”5. Sin embargo, esta nada nos dice sobre pandemias. Podemos tomar de esta
corriente conceptos como la anarquía y autoayuda en evidencia de que para el realismo la cooperación es concebida
como un obstáculo por los Estados.
Por un lado, es evidente que, en cierta parte, la realidad concuerda con la visión de muchos realistas, como la de
Morgenthau, del estado como el “actor principal” del sistema global. Es decir, los ciudadanos acuden a aquello que
conocen para resguardarse de este peligroso virus: sus estados-nación. Son estos los encargados de velar por su salud y
seguridad. Pero, por el otro lado, podemos visualizar como contrario a este precepto realista, el seguimiento por parte de
los estados de las órdenes y sugerencias de un organismo transnacional que se eleva por sobre ellos, robándose así un
porcentaje de su protagonismo: la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Hay que tomar en cuenta algunos casos concretos como el de la República de China, lugar dónde se originó el virus. En
un primer principio, China reaccionó de manera “realista”: moviéndose hacia una postura más aislacionista,
centralizando su poder interior y exterior. Alemania, siendo la mayor potencia económica de la Unión Europea, actuó de
manera similar cuando otros miembros de la UE como España y Francia corrieron en su ayuda para enfrentar la
pandemia. La respuesta de Alemania consistió en la inacción, dado que no consideraba responsabilidad de sus habitantes
el tener que usar el dinero de sus impuestos para acudir a los afectados por la pandemia en otro territorio. Este caso
ilustra el cuarto principio de Morgenthau, en la cuál los principios morales son filtrados según la circunstancia.
Por otra mano, y posicionándome de manera más constructivista, China adoptó un papel más colaboracionista a medida
de que la curva del virus se fue aplanando, enviando insumos sanitarios a países como Italia, España e inclusive a
Argentina. La noticia de las cajas enviadas hacia nuestro país por parte del gobierno de China se expandieron
rápidamente por los medios de comunicación. Las mismas poseían una de las frases del Martín Fierro, los hermanos sean
unidos, porque esa es la ley primera, junto a la imagen de ambas banderas nacionales. Con este acto, China demuestra,
de alguna forma, su concepción subjetiva de la imagen argentina: un amigo frente a este gran enemigo global.
También se ve actualmente un rol activo del estado en su lucha por conjugar una respuesta para salvar vidas y al mismo
tiempo la economía. Esta situación viola la autonomía de la política, yendo en contra del sexto principio de Morgenthau.
En sus seis principios, Morgenthau pone de alguna manera los intereses del estado por sobre los valores morales. En el
hipotético caso de que una vacuna o una cura fuese desarrollada para subyugar a este virus, hay probabilidades que solo
aquellos estados con mayor poder adquisitivo puedan acceder a ella. De manera implícita, la moral está sometida a la
preponderancia de los “más fuertes” según el realismo, comprendiendo a aquellos con mayor poder militar y resucitando
la discrimanción internacional a países más débiles. ¿Pero en qué influiría tener más armamento si lo que se combate es
un enemigo invisible e intangible? Morgenthau afirma que en el sistema anárquico en el que nos hayamos existen
intereses opuestos en conflicto, en especial el de la seguridad individual frente a los vecinos ¿Pero es ahora un momento
donde todos los miembros del sistema internacional luchan por vencer al mismo actor que amenaza contra su seguridad?
¿No sería mejor en este caso encaminarnos a estar todos en un solo bando?
Creo yo que ante esta gran pandemia los miembros del sistema global deberían pujar por un carácter más cooperador. Si
este virus se agrava y los países toman una posición realista, la cooperación se tornaría muy difícil y la globalización
disminuiría. Por el otro lado, el constructivismo nos da la salida hacia una posibilidad de cooperación, más allá de que
esto no resulte tarea fácil.
La cooperación se podría dar de diversas maneras. Una de ellas podría ser que en la medida en que la curva del
coronavirus se aplane, la economía se reactivaría en los países más fuertes, como en el caso de China, traccionando así al
resto de economías más pequeñas que forman parte del sistema.
Como conclusión, destaco que el realismo es una corriente de la teoría de las relaciones internacionales con un amplio
alcance, con capacidad de evolucionar y adaptarse a los nuevos tiempos dando nacimiento a ramas como el neorrealismo
de Waltz. Aún así, considero que esta ha tenido un gran auge particularmente en el siglo pasado, donde se evidenciaron
conflictos como las dos Guerras Mundiales y más tardíamente la Guerra Fría. Sin embargo, creo que el coronavirus
podría llegar a lograr plantear nuevas respuestas a cómo teorizar los hechos y tal vez encaminarnos a un nuevo sistema
internacional con un carácter más cooperador. Así como Wendt manifiesta: la anarquía es lo que los estados hacen con
ella.

5
Ole Wæver: (1996): The Rise and Fall of the Inter-Paradigm Debate. En International Theory: Positivism and Beyond,
editado por Steve Smith, Ken Booth y Marysia Zalewski. Cambridge: Cambridge University Press: 155.

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