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UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL

DE LOS LLANOS OCCIDENTALES


“EZEQUIEL ZAMORA”

La Universidad que Siembra

VICERRECTORADO DE PRODUCCIÓN AGRÍCOLA


DIRECCION DE ESTUDIOS AVANZADOS
PROGRAMA DE ESTUDIOS AVANZADOS
DOCTORADO EN EDUCACION
GUANARE – ESTADO- PORTUGUESA

Ensayo Crítico

Perspectivas Ontoepisteaxiológicas de la educación

Doctorante:
Rus María Oviedo Villegas
C.I: 9.400.372

Licdo. Vicente A. Blanco P. (Dr)

Guanare, 9 Abril de 2020


Perspectivas Ontoepisteaxiológicas de la educación
Por: Rus María Oviedo Villegas
(rusmariaoviedo@gmail.com)

Introducción
La educación se vuelve cada vez más un sistema complejo
multidireccional que implica compromisos sociales y humanos; es necesario
lograr una mejor comprensión del mundo y de la vida, y la educación es la
mejor forma de generar actitudes positivas para hacer frente a los
innumerables retos que nos ofrece el mundo actual. Los procesos educativos
están involucrados en la formación y transmisión de cultura, conocimientos,
valores, habilidades y destrezas que conllevan al desarrollo de un ser cada vez
más humano.
Es por ello que los docentes estamos en la necesidad de buscar el
conocimiento y los saberes humanos, que nos permitan mejorar la praxis, pero
también los procesos de aprendizaje. Ha sido el profundo interés por
evolucionar, lo que nos ha llevado a tener un contacto más directo e indirecto
con el entorno de nuestras aulas, o sea con todo lo que nos rodea en el
acontecer del proceso formativo. En este sentido, el presente ensayo tiene
como propósito fundamental analizar desde una visión ontológica,
epistemológica, y axiológica su aplicabilidad y relevancia para la enseñanza de
las ciencias sociales en el marco de la praxis educativa.
En primer lugar, la visión ontológica nos hace referencia al ser como
individuo que siente y padece con relaciones sociales, sentimientos,
concepción de sí mismo, con capacidad para transformar su vida. En este
sentido Dilthey desarrollo una amplia doctrina de la comprensión, que abarcaba
la vida humana; pero es Heidegger quién lo fundamenta en la complexión de
ser del hombre, apoyado en interpretación hermenéutica y fenomenológica que
logra el análisis de los datos y de argumentos obtenidos en la investigación.
Que permiten un abordaje descriptivo y legitimado orientándose entonces hacia
la formación de teorías, basadas en estructuras simbólicas aproximables a una
realidad determinada.
Los argumentos ontológicos atienden a la naturaleza del fenómeno, su
origen, interpretación que en un contexto específico, describe e interpreta esa
realidad desde múltiples visiones que finalmente especifica la esencia de lo que
desea. Para, Breuker (1999), “la ontología es una representación explícita de
una conceptualización cognitiva, es decir, la descripción de los componentes
de conocimiento relevantes en el ámbito de la modelización”. (p.32).
Las perspectivas ontológicas caracterizan el ser de la educación a la luz
de los principios, atributos e ideales que definen la naturaleza humana y su
devenir histórico-cultural, así como las condiciones materiales y espirituales de
su realización en el mundo actual. Es el estudio de lo que es en tanto que es.
Por ello es llamada la teoría del ser, es decir, el estudio de todo lo que es: qué
es, cómo es y cómo es posible. La Ontología se ocupa de establecer las
categorías fundamentales o modos generales de ser de las cosas.
La forma en que conocemos la realidad, es una construcción social y va
a depender de las creencias, los valores de los investigadores docentes y su
afección estricta a métodos y técnicas abstractos. El autor Angen, (2000), nos
refiere “El mundo "objetivo" de la ciencia no constituye más que una
interpretación del mundo, resultado de la experiencia inmediata” (p. 386). Por
ende la ontología que un docente desarrolla responde y se enmarca en los
procesos de contexto sociales actuales de una sociedad, los cuales moldean la
generación del conocimiento. Esto sugiere que el docente, al comprender a los
alumnos, su contexto y ser empáticos durante los procesos de enseñanza, no
sólo los fortalece sino que además les permite comprender, revelar y valorar a
sus estudiantes.
En esta perspectiva ontológica, considero que se debe desarrollar una
educación humanista. El humanismo debe ser entendido y asumido como el
componente constitutivo fundamental de todo proceso de planeación y
desarrollo educativo. En otras palabras, toda acción educativa debe
necesariamente estar orientada a la búsqueda del desarrollo pleno del ser
humano.
Tanto en el plano nacional como en el estatal, la misión de la educación
es la formación integral de la persona. Dicha formación se relaciona con el
desarrollo armónico de las capacidades físicas, intelectuales, emocionales y
morales de los educandos con el fin de propiciar su plena realización como
sujetos conscientes y autónomos, aptos para decidir de manera lúcida y
responsable sus objetivos, aspiraciones y alternativas de vida, como miembros
activos y solidarios de la sociedad.
Para lograr verdaderos cambios cualitativos en el proceso educativo es
necesario transformar las estructuras del sistema educativo. La educación
requiere modernizarse estructuralmente, pero también es necesario crear una
nueva conciencia en los profesores. Se requieren nuevas formas de
organización académica y apoyos didácticos, pero fundamentalmente es
necesario desarrollar nuevos modelos y teorías educativas que posibiliten
responder racionalmente a las demandas cada vez más fuertes de una realidad
cambiante. El sistema educativo tiene la responsabilidad de ser la esperanza
de un futuro mejor, un camino hacia una sociedad más justa, en donde el ser
humano encuentre un espacio digno para vivir. Es evidente que para lograr los
objetivos que la sociedad demanda del sistema educativo, éste debe adaptarse
y transformarse en función de la nueva realidad.
Por otro lado, la epistemología hace referencia a los fundamentos a
partir de los cuales se trata de explicar una realidad en esencia la dialéctica
entre el conocimiento que se posee y el entendimiento del comportamiento
humano. Apunta a las formas de producción de saberes que se obtienen como
legítimos y a la actitud que deben asumir todos los actores del proceso de
investigación respecto al fenómeno de conocimiento. Por su parte, Ugas
(2005), señala que la epistemología estudia la ciencia para prescribir criterios
de cientificidad, por eso especula para entender el conocimiento científico en sí
mismo, “el epistemólogo estudia las herramientas del científico, sus métodos,
sus lógicas, mientras que el científico se limita a utilizarlas”. (p. 2).
En otras palabras, lo epistemológico según Sandín (2003), se refiere a la
forma de comprender y explicar cómo conocemos lo que sabemos: el tipo de
conocimiento que obtendremos, sus características y el valor de sus
resultados”. (p. 208). Desde esta perspectiva lo fundamental que ocupa a la
epistemología es establecer la relación entre el sujeto y aquello que ha de ser
conocido; debido a que se pretenden abordar circunstancias humanas cuya
complejidad no puede ser aprehendida desde un paradigma positivista, por ser
una realidad con múltiples aristas, lo cual nos conduce a reestructurar una serie
de fundamentos que nos van a permitir construir una nueva teoría. Teniendo
siempre en claro que el fenómeno de estudio es el que nos permite seleccionar
el paradigma.
En este orden de ideas, es pertinente apuntar las ideas expuestas por
Morín (1999), “el conocimiento es sin duda, un fenómeno multidimensional en
el sentido de que de manera inseparable, a la vez es físico, biológico, cerebral,
mental, psicológico, cultural y social”. (p. 27). Visto de este modo, la
comprensión del acto educativo como un todo, para ello se incursiona en el
fascinante camino propuesto por el pensamiento complejo, cuyo camino implica
un encuentro desde la diversidad con lo formal y lo cotidiano, es decir, desde el
entramado del saber escolar y la experiencia práctica vivida.
Ello supone, la adopción de una matriz epistémica compleja, como
trasfondo que permitirá comprender e interpretar este fenómeno en estudio, y e
intentar desde ahí, hacer emerger una teoría de una nueva cosmovisión acerca
de la realidad social escolar, donde se integren saberes provenientes del
mundo lógico disciplinar o saber escolarizado y los imaginarios sociales
culturales propios de las concepciones docentes.
Esta postura epistémica, permite argumentar que todo aquello
referido a ese mundo formalizado entendido como todo lo relacionado con el
aprendizaje escolar del sujeto y su mundo cotidiano, es decir, experiencias
asumidas informalmente en prácticas diarias, conforman la visión amplia del
mundo del sujeto o su cosmovisión, el cual se supone se proyecta en las
relaciones intersubjetivas que mantienen los actores, objetivándose cuando
son percibidas por los otros con quien entabla tales interacciones. De allí, que
ese mundo interior, que corresponde a interpretaciones de los actores sociales,
es posible gracias a esas relaciones cara a cara que tienen lugar al interior de
las aulas de clases.
En tal sentido, se estudia una realidad social escolar donde aparezca
integrado ese saber formal o “saber sabio” escolarizado y el saber cotidiano de
los sujetos implicados, como contenido de una realidad que aparece como
multidimensional, multifacética, diversa e integrada. Es así como estudiar los
campos de significación desde los cuales el sujeto no sólo enseña sino que
también aprende.
En un aspecto puntual, se reconoce que la educación es una forma de
modificar el hombre, para adaptarlo y posibilitarlo a un desenvolvimiento de las
posibilidades del ser. Esta modificación no tendrá sentido si no implica una
mejora, el perfeccionamiento intencional de las funciones superiores del
Hombre, de lo que éste tiene de específicamente humano, dicho
perfeccionamiento es intencional porque a través de la planificación del
proceso de enseñanza aprendizaje, se buscan los métodos, las técnicas y
estrategias necesarias para aprender de manera significativa, es aquí donde
entra la epistemología de la educación, que busca dar la orientación eficaz para
enseñar de una manera significativa. De allí, que a través de la historia muchas
posturas pedagógicas han explicado la manera cómo se produce el
conocimiento.
Según Balza (2010), señala que “se requiere de una praxis docente que
se nutra de nuevos conocimientos provenientes de procesos sistematizados de
investigación”. (p. 139). Haciendo referencia a lo citado por este autor, urge una
transformación de las prácticas educativas y tal meta se logra con formación en
nuevos conocimientos, una formación que busque cultivar en ese docente la
sensibilidad por comprender y ser útil al otro, quien es su complemento. Esto
significa, mejorar los procesos de enseñanza- aprendizaje según la mirada de
él, gira en torno a formar al docente y con ello proponer nuevas prácticas
pedagógicas, en tal sentido, que se logre reforzar una nueva formación docente
ello se revertirá en cambios en los procesos escolarizados.
La visión axiológica se refiere a los valores que el investigador asume y
los que presentan los sujetos de estudios. Etimológicamente proviene de “axi” y
de “logia”, que quieren decir acción y estudio, o sea es el estudio de la acción o
los actos del ser humano. De acuerdo a este enfoque, la importancia de la
investigación científica docente ha brindado relevantes aportes a generaciones
de educadores con soluciones ante la realidad cambiante, herramientas para
conocer la existencia de las cosas reales del o que el sujeto este en contacto.
En el entendido de que los valores del investigador son primordiales, al
formular una teoría que permita explicar la existencia y la vigencia de todo el
mundo de producción humana que tiene importancia definitiva para la vida del
hombre y su desarrollo histórico social.
Es por ello que Contreras (2004), expresa que “la interacción del
docente con sus estudiantes debe girar en torno a lo afectivo y valorativo”.
(p.98). En consecuencia, cuando se produce la interacción dentro del ambiente
escolar, es importante que el docente tome conciencia de los aportes que
hacen sus actuaciones y pensamientos en el proceso de aprendizaje, pues,
muchas de sus actitudes pueden ser oportunidades u obstáculos que este
puede ofrecer al estudiante en su contexto y en el aprender para la vida.
Desde este punto de vista, Solís (2009), señala “el gran desafío de las
instituciones educativas en el presente siglo será alcanzar las condiciones para
que tenga lugar el aprendizaje significativo en el aula de clase”. (p. 42). Sobre
la base de lo expuesto, lo puedo interpretar como el reto que debe asumir la
escuela para que en este tiempo y en el venidero logre el desarrollo de
aprendizajes con sentido para los estudiantes, ello amerita armarse de todas
las habilidades que impliquen cambios de concepciones docentes y aperturas a
nuevas formas y modos de concebir los espacios escolares y sobre todo que
haya pertinencia con la vida práctica de los estudiantes y sus saberes teóricos.
Como todo lo humano, el mundo axiológico no es neutral. Deben
hacerse explícitos los valores que queremos que los educandos encarnen,
debemos describir las actitudes que deseamos objetiven a través de su
conducta y las que quisiéramos inhibir totalmente; para ello, por la naturaleza
de los valores con sus respectivos antivalores, basta con que se enuncie lo que
se desea, o lo que no se desea, para que con ello quede implícito lo que se
rechaza o lo que se acepta.
Desde mi postura axiológica, se debe cultivar los valores desde la
formación académica, pues, es evidente que para la construcción de esa
sociedad ética y humana se debe formar desde la escuela, ya que, es de
suponer la preexistencia de un relativismo axiológico que comienza a
posesionarse de los sujetos de hoy, y que tal vez, entran en crisis cuando
chocan con las creencias y concepciones de los docentes formados desde la
modernidad académica. Obviamente, que se reconoce aquí lo fundamental de
cultivar unos mínimos y máximos valores éticos que ayudan a visionar, no una
crisis de valores sino la construcción de una sociedad solidaria desde la
pluralidad.
De allí, que los procesos de enseñanza- aprendizaje han de estar
orientados por docentes con nuevos modos de pensar que se expresen en
concepciones distintas al modo reduccionista y mecanicista que
ha imperado en los procesos escolarizados. En conclusión, para que lo
ontológico y lo epistemológico se desarrollen como procesos fundamentales, es
necesario que el docente se reconozca dentro de una práctica de principios y
valores que rijan y definen el desarrollo de la misma, que atiende a los
supuestos axiológicos que rigen ese proceso educativo, que hago, cómo lo
hago, que visión principios orientan el fenómeno en estudio.
El docente vive en un entorno físico y simbólico al mismo tiempo que se
revela en su pensamiento, interacción y acción; desde esta referencia la
práctica pedagógica consiste en una nueva forma de pensar la realidad donde
se evidencia un conocimiento propio que ha elaborado históricamente y que
constituyen una base teórica para explicar su actuación profesional y desde
este proceso reflexivo se deben crear las condiciones para que surja una visión
crítica de su proceso formativo que le permita reconstruir sus concepciones,
discursos y prácticas.
Referencias Bibliográficas

Angen, M. (2000). Evaluación de la investigación interpretativa: revisión del


debate de validez y apertura del diálogo. Investigación cualitativa, 10(3),
378-395.

Balza, A. (2010).Complejidad, transdisciplinariedad y transcomplejidad.


Caracas, Venezuela: Gremial APUNESR.

Breuker, J. (1999). Ontología del Conocimiento Educativo. IOS Press,


Amsterdam. Amsterdam: IOS Press.

Contreras H. (2004). Mediación pedagógica y aprendizajes interactivos.


México D.F., México: Trillas.

Morín, E. (1999). La cabeza bien puesta. Repensar la reforma, reformar


el pensamiento. Bases para una reforma educativa. Buenos Aires,
Argentina: Nueva Visión.

Sandín, M. P. (2003). Investigación cualitativa en educación. Fundamentos y


tradiciones. Madrid: McGraw-Hill.

Solís, J. (2009). Teoría del aprendizaje significativo de Ausubel.


Disponible: http://Psicopedagogia/Perú./Blogspot.com. (Consulta: 2012,
septiembre 28)

Ugas, G. (2005). Epistemología de la educación y la pedagogía. Táchira:


Ediciones del Taller Permanente de Estudios Epistemológicos en Ciencias
Sociales.

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