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CENTRO DE MÈXICO
V000000796
LIC. CRIMINOLOGIA
CRI072
7º CUATRIMESTRE
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APLICACIÓN DE PENAS Y SISTEMA PENITENCIARIO
Supervisa que el lugar o la instancia en que se encuentran las personas detenidas, esté
en adecuadas condiciones estructurales y funcionales, que haya buena iluminación,
ventilación, higiene, y que cuenten con todos los servicios indispensables y necesarios
para que puedan vivir dignamente.
Es muy importante conocer los inicios del sistema penitenciario desde las primeras
épocas como se fue desarrollando este sistema, y porque dio inicio, en mi opinión fue
muy bueno implementar este tipo de sistemas en México, ya que no es muy común
hacerles valer sus derechos a las personas privadas de su libertad.
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LOS SISTEMAS PENITENCIARIOS EN MEXICO
México ha adoptado medidas en materia penitenciaria, como las Reglas Mínimas para
el Tratamiento de los Reclusos, Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para el
Tratamiento de los Reclusos (Reglas Mandela), Las Reglas de las Naciones Unidas
para el Tratamiento de las Reclusas y Medidas no Privativas de la Libertad para las
Mujeres Delincuentes (Reglas de Bangkok), entre otros, a pesar de ello, las estrategias
no han arrojado resultados contundentes en el país.
Época pre-colonial
Los mayas cuando un individuo cometía un delito utilizaban el resarcimiento del daño
para todos aquellos delitos que no eran graves. Y para todos aquellos delitos que en
ese entonces se consideraban graves ellos recurrían a la esclavitud y en otros casos
más fuertes llegaban a matar a los delincuentes.
Los Aztecas la autoridad de ellos eran 4 ancianos caciques la manera de imponer las
penas era la pena multa prohibida que en su lugar era, que decomisaban sus bienes, a
sus hijas las convertían en esclavas, cuauhnochili (lugar de enjaulados), y el empleado
ejecutor era el alguacil mayor. Sus cárceles que en su idioma náhuatl se le decía
telpiltoya, estas eran, cuevas oscuras, eran crueles, eran jaulas de madera gruesa, y
las personas que cuidaban eran carceleros y guardias.
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Época colonial
En esta época sistema penitenciario se basó en distintas las leyes de las Siete Partidas,
la Novísima Recopilación y las Leyes de las Indias.
En este periodo los presos pagaban el derecho de carcelaje, los espacios de encierro
se dividían para hombres y mujeres, se establece un sistema de limosnas para la
alimentación de los reos.
En esta época el trabajo no era algo que tenía que ser obligatorio no era esencial, el
preso debía pagar el llamado derecho carcelario, las penas impuestas no buscaban
alguna rehabilitación.
Antecedentes
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Barreiro conciben la terapia penológica como reajuste moral, intelectual, y jurídico que
convenciendo al reo de su dañosa desviación le evite nuevas penitencias y proteja
simultáneamente, ahora y luego, a la sociedad. Aunque no existe unanimidad, el más
antiguo sistema de prisión conocido (en el sentido de establecimiento destinado al
cumplimiento de la pena) es la cárcel, que data de 1166, en que Enrique II de Inglaterra
mandó construir una en Claredon, donde promulgó sus famosas constituciones. Ya en
la Edad Media, surgieron nuevos establecimientos carcelarios de carácter privado, de
propiedad de familias, cuyo derecho de gestión fueron vendidas o cedidas en lugar de
una pensión. Asimismo, Garrido Guzmán8 se refiere a esa época, manifestando que
toda medida restrictiva de la libertad que se ejecutara por medio de las cárceles, se
hallaba bajo el arbitrio de príncipes o gobernantes, quienes la imponían en forma
restrictiva en función del status social, la severidad o gravedad del delito cometido,
pudiendo conmutarse por prestaciones en metálico o en especie.
Ley de indias
En México existen más de 430 cárceles estatales y federales. Tienen una capacidad
para atender a 189 mil 397 internos. Sin embargo, según el Diagnostico Nacional de
Supervisión Penitenciaria, realizado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos,
en ellas hay una población de 238 mil 269 reclusos, es decir, hay una sobrepoblación
de 48 mil 872 personas.
Este informe señala que las 10 peores cárceles están en el Distrito Federal, Estado de
México, Tamaulipas, Nuevo León, Quintana Roo, Coahuila, Oaxaca, Guerrero, Tabasco
y Nayarit. Las mejores evaluadas están en Aguascalientes, Guanajuato y Tlaxcala.
Lo más grave es que en el 60 por ciento de los reclusorios hay autogobierno, es decir,
mandan los presos.
Aquí el autogobierno es solapado por las autoridades, según ellos, para mantener el
control y orden.
En Guerrero, existen 17 penales con capacidad para más de 3 mil internos, pero
actualmente están recluidas 5 mil 262 personas. Según Miguel Ángel Orihuela,
subsecretario del Sistema Penitenciario de Guerrero, en dichos centros penitenciarios
no mandan los presos.
La cárcel de la acordad
La Acordada, donde se privaba a los presos del mundo exterior, era uno de los sitios
más temido por los reos, ya que aquí se cumplían de manera rígida los reglamentos.
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manzana, limitada por la calle Acordada, hoy Balderas.
En cuanto a las condiciones en las que vivían los reos, se cuenta que se les servían los
peores alimentos, moraban en las galeras húmedas sin luz ni ventilación y por las
noches eran acosados por insectos sin más cama que una estera miserable y una sucia
y vieja frazada.
Este edificio de pesada arquitectura albergó una prisión de la que salieron hacia el
patíbulo miles de delincuentes que habían sembrado el terror y el espanto en la ciudad.
La historia cuenta que durante el siglo XVIII el país estaba lleno de asaltantes y
ladrones de caminos, por lo que el virrey duque de Linares y la Audiencia de
México acordaron reducir el crimen por medios enérgicos y declararon una persecución
contra los malhechores.
Velázquez era juez y verdugo de los criminales por lo que fue conocido por su
brutalidad y por mandarlos directo al patíbulo.
Además, Miguel de Velázquez pasaba todos los días a visitar a los prisioneros y los
castigaba con azotes, cadenas y hasta ratas que devoraban vivos a los reos.
Las crónicas de aquella época arrojan un gran saldo de castigos:
68 entregados a la Inquisición
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1,280 muertos en la prisión
La constitución de 1857
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dando origen al Código Penal de 1871, conocido como Código Martínez de Castro. Este
ordenamiento constó de 1 152 artículos, además de los transitorios, ordenados en
cuatro libros denominados: el primero; De los delitos, faltas, delincuentes y penas; el
segundo, Responsabilidad civil en materia criminal; el tercero, De los delitos en
particular; y el cuarto, De las faltas.28 Este código de 1871 tiene marcada influencia del
Código Penal español de 1870, inspirado en las corrientes doctrinales de su época,
pero con las innovaciones consistentes en la inclusión de las Medidas de seguridad, y
la institución de la libertad preparatoria. Tomando, fundamentalmente, para la
determinación de las penas, la proporcionalidad cualitativa y cuantitativa entre las
mismas y el daño causado por el delito, procurando la divisibilidad de las penas y
estableciendo igual graduación de ellas respecto de los participantes en el delito.
Acogió el sistema de clasificación de delitos graves y leves, señaló las penas a unos y
otros, y otorgó al juzgador un arbitrio limitado con un sistema de agravantes y
atenuantes.
En el año 1903, y con el propósito de renovar la legislación penal de 1871, se integró
una comisión en la que figuraron Miguel S. Macedo, Manuel Olivera Toro y Victoriano
Pimentel, a fin de realizar los trabajos de revisión y proponer las reformas pertinentes, a
la que se unió Jesús M. Aguilar, comisión que concluyó sus trabajos mediante el
proyecto de reformas de junio de 1912, sin que el mismo llegará a tener vida jurídica.
De nueva cuenta, a partir de 1925, se designa por el presidente de la República una
nueva comisión, que en 1926 queda de manera definitiva integrada por José Almaraz,
Ignacio Ramírez Arriaga, Antonio Ramos Pedraza, Enrique C. Gudiño y Manuel Ramos
Estrada, misma que concluyó sus trabajos, y el presidente Emilio Postes Gil, en uso de
sus facultades concedidas por el Congreso, expide el Decreto de 9 de febrero de 1929,
dando vida legal, el 30 de septiembre del mismo año, al Código Penal de 1929.
La constitución de 1917
En 1916, año de cita del Congreso Constituyente revolucionario, la situación de las
cárceles era ruinosa. Muchos de los diputados reunidos en Querétaro habían padecido
prisión y maltrato. Por ende, clamaban contra la represión de la dictadura y solicitaban
la destrucción de los viejos penales y la adopción de un nuevo sistema carcelario. En su
mensaje al Congreso, Venustiano Carranza planteó un ambicioso proyecto
centralizador. Así, el segundo párrafo del propuesto artículo 18 decía: "Toda pena de
más de tres años de prisión se hará efectiva en colonias penales o presidios que
dependerán directamente del gobierno federal y que estarán fuera de las poblaciones,
debiendo pagar los Estados a la Federación los gastos que correspondan por el número
de reos que tuvieren en dichos establecimientos".
La idea de Carranza sublevó al Congreso; tocaba algunos puntos delicados: la
soberanía de los Estados y la mala experiencia acerca de las colonias penales. No
bastó la defensa del proyecto que hicieron algunas voces autorizadas, como Macías y
Terrones. La comisión reprobó el proyecto y ensayó un nuevo texto, que tampoco
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prosperaría. En el debate, para impugnar la sugerencia del "Primer Jefe", se escuchó a
Medina, Jara, Colunga, Mújica, De la Barrera, Calderón, Truchuelo, Rodríguez. Al cabo,
el 3 de enero de 1917 fue aprobado el texto que regiría durante cerca de medio siglo,
hasta 1965: "Los gobiernos de la Federación y de los Estados organizarán, en sus
respectivos territorios, el sistema penal -colonias, penitenciarías o presidios sobre la
base del trabajo como medio de regeneración".
Como se ve, esa fórmula procuraba reservar a cada plano o nivel del Estado la
autonomía que le corresponde, proyectada hacia la ejecución penal, como existía en los
dos espacios previos de esta misma materia: el derecho sustantivo y el régimen
procesal. Se habló de "respectivos territorios", expresión que es por lo menos opinable
en lo que concierne a la Federación. La idea del trabajo redentor es antigua en la
experiencia penal y penitenciaria. Por otra parte, el precepto adoptaba un concepto
difícil, controvertible, que va mucho más lejos de donde puede llegar, verdaderamente,
la acción recuperadora del Estado: "regeneración" es demasiado. Esta idea moral,
apreciable por muchos motivos, no parecía la más afortunada para dirigir los trabajos
penitenciarios de la República.
Artículo 18 constitucional
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La propuesta fue bien recibida en la Cámara de Diputados. El dictamen de las
comisiones, del 25 de octubre de aquel año, recogió la idea que justificaba esta
importante salvedad al principio de ejecución territorial de las condenas, hasta entonces
sólo matizado en el interior de la República por los convenios sustentados en la reforma
de 1964, y destacó:
Consistiendo la readaptación en la reincorporación a la vida social, en armonía con los
intereses, circunstancias y valores colectivos de una sociedad determinada, que es
aquella en la que el sentenciado va a convivir permanentemente, resulta por demás
improbable que se obtenga en establecimientos de países extranjeros o que pueda
lograrse su incorporación a una sociedad cuyas formas de convivencia (difieren), en
ocasiones profundamente, de las del país del que es originario.
Sólo los diputados del Partido Popular Socialista se pronunciaron en contra de la
iniciativa y el dictamen: México no podría verificar el efectivo cumplimiento de las
condenas más allá de sus fronteras sostuvo el legislador Ildefonso Reyes Soto;
además, siempre cabría la posibilidad de que los extranjeros condenados regresaran al
país para continuar sus actividades delictivas.
Esta reforma al artículo 18 fue innovadora en el derecho americano sobre ejecución de
condenas. Permitió resolver constantes problemas en los reclusorios del país, cuya
mala situación tradicional se agravaba por la presencia de reclusos extranjeros. El
primer tratado sobre esta materia se suscribió con los Estados Unidos de América, país
del que eran nacionales la mayoría de los reos extranjeros en prisiones mexicanas; a
partir de entonces, México ha celebrado convenios semejantes con numerosos países.
Conocido como el Código Almaraz, el cual consta de 1 228 artículos, sin contar con
transitorios, que se agrupan en tres libros precedidos de un título preliminar, los cuales
se ocupan de: Principios Generales; Reglas sobre Responsabilidades y Sanciones
(primero); De la Reparación del Daño (segundo), y De los Tipos Legales de los Delitos
(tercero). Las críticas a este código pusieron en evidencia sus defectos, señalándose su
inclinación a la doctrina positivista que no encontró verdadera expresión en su texto, el
cual no se separó radicalmente de su antecesor de 1871. Como novedades aportó la
responsabilidad social muy restringida (artículos 151, 171, 194 y 195), prisión con
sistema celular (artículos 106 y 195), supresión de la pena de muerte, multa tasada en
el sistema de “utilidad diaria” reparación del daño exigible de oficio por el Ministerio
Público. Acoge igualmente los estados peligrosos y como atenuante de cuarta clase, la
falta de “discernimiento” del sujeto para conocer la gravedad del delito, originada en su
ignorancia y superstición, así como la condena condicional tomada del proyecto de los
trabajos de revisión al código de 1871.
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Para algunos autores, el articulado del Código Penal de 1929 no refleja la pretensión de
sus autores de ser un Código del Delincuente, porque sustancialmente no es distinto de
su predecesor, ya que en sus materias básicas sigue la misma técnica, como lo es
limitar el arbitrio judicial y no llegar a la sentencia indeterminada, censurándole además
haber olvidado referirse a las “medidas de seguridad” adoptadas por el código de
1871.33 Ante el notorio fracaso de la legislación penal de 1929, se integró una comisión
en la que participaron José Ángel Ceniceros, representante de la Secretaría de
Gobernación, José López Lira, representante de la Procuraduría General de la
República, José Teja Zabre, representante del Tribunal Superior de Justicia del Distrito
Federal y los entonces Territorios Federales, y Ernesto G. Garza, por los jueces
penales, quienes redactaron un proyecto de Código Penal que el presidente Pascual
Ruiz Rubio hizo ley mediante Decreto de 13 de agosto de 1931, el cual se publicó en el
Diario Oficial de la Federación, código que a la fecha ha recibido multitud de reformas,
adiciones y derogaciones.
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REFERENCIAS
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Innova Uned Sitio web: http://ocw.innova.uned.es/ocwuniversia/derecho-
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http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2013/08/doctrina37067.pdf
Francisco Rabino. (2017). Las Leyes de India. 13 de abril del 2020, de La america
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http://www.aliat.org.mx/BibliotecasDigitales/derecho_y_ciencias_sociales/Derecho_pen
al_I.pdf
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