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TRANSFUSIÒN SANGUINEA

NATALY LOZANO MESTRA

JEFE. JOSÈ MARIA ORTIZ

ENFERMERIA

UNIVERSIDAD DEL SINU ELIAS BECHARA ZAINUM

MONTERIA CORDOBA

02 – 04 – 2020
INTRODUCCIÒN

La sangre ha sido a lo largo del tiempo objeto de importancia, puesto que hasta ahora no hay nada
que la sustituya y su transfusión puede considerarse como el primer trasplante de un tejido vital,
el cual se realizó en el año 1942.

La transfusión de sangre es la transferencia de la sangre o un componente sanguíneo de una


persona donante a otra receptora. Con los descubrimientos realizados acerca de la circulación de
la sangre por William Harvey, se inició una investigación más sofisticada para las transfusiones de
sangre en el siglo XVII, con experimentos acertados de transfusiones en animales. Sin embargo, las
investigaciones sucesivas de transfusión entre animales y seres humanos no fueron tan exitosas
como cualquier técnica médica experimental que emerge hasta que estas técnicas se refinaron y
hoy en día salvan cientos de miles de vidas diariamente.

Actualmente se están estudiando nuevas formas de liberación de fármacos mediante


transfusiones sanguíneas para liberar sostenidamente el fármaco en circulación, mantenerlo en el
torrente circulatorio o bien como vehículo de nanopartículas.

La Organización Mundial de la Salud OMS en el año 1975 emitió la resolución WHA28.72,


relacionada con el suministro de sangre humana y sus hemoderivados, que ha identificado la
seguridad sanguínea como de alta prioridad, impulsando la cooperación para hacerle frente al
problema en los diferentes países.
Historia y desarrollo del método

El primer intento de transfusión sanguínea registrado ocurrió en el siglo XV relatado por Stefano
Infessura. En 1492 el Papa Inocencio VIII cayó en coma, por lo que se requirió de la sangre de tres
niños para administrársela a través de la boca (ya que en ese entonces no se conocía la circulación
sanguínea) a sugerencia del médico. A los niños de 10 años de edad se les prometió pagarles con
sendos ducados de oro y, sin embargo, tanto el Papa como los jovencitos murieron. Algunos
autores desacreditan el relato de Infessura, acusándolo de antipapista.

La primera transfusión de sangre humana documentada fue administrada por el doctor Jean-
Baptiste Denys, quien el 15 de junio de 1667 describió el caso de un enfermo de sífilis que murió
después de haber recibido tres transfusiones de sangre de cordero: Estaba en el proceso exitoso
de recibir la transfusión pero algunos minutos después su brazo se calentó, su pulso aceleró, el
sudor brotó sobre su frente, se quejaba de fuertes dolores en los riñones y en el estómago, su
orina era oscura, negra de hecho luego murió. Durante la primera década del siglo XX se
identificaron los diferentes tipos de sangre y que la incompatibilidad entre la sangre del donante y
del receptor podía causar la muerte.

Karl Landsteiner descubrió que las personas tenían diferente tipo de sangre y que las transfusiones
no eran compatibles entre personas de diferente tipo. En 1901 describió el sistema de AB0 y en
1940 el sistema Rh. El método de conservación de sangre humana para su uso diferido en
transfusiones, mediante la adición de citrato de sodio, fue desarrollado por el médico argentino
Luis Agote en 1914.

En 1936 durante la Guerra Civil Española, el médico Frederic Durán-Jordà organizó un banco de
sangre en Barcelona con un servicio de transfusiones a distancia y el médico Norman Bethune
desarrolló el primer servicio móvil de transfusiones de sangre que llegaba hasta el frente de
batalla. A fines de la década de 1930 e inicios de la de 1940, la investigación del médico
estadounidense Charles Drew llevó al descubrimiento de que la sangre podía ser separada en
plasma sanguíneo y células rojas, y de que el plasma podía ser congelado separadamente. La
sangre almacenada de esta manera duraba más tiempo y era menos propensa a contaminarse.
Donación de sangre.

Mediante la donación de sangre se pretende cubrir las necesidades de transfusión que necesitan
las personas enfermas. En los países en vías de desarrollo la donación suele ser realizada
principalmente por voluntarios o familiares de los enfermos. Los países desarrollados cuentan con
un sistema que controla las donaciones a través de los bancos de sangre.

La sangre se extrae por medio de una punción en el brazo y se trata para impedir su coagulación,
posteriormente la sangre se separa en sus componentes principales, plasma, plaquetas y glóbulos
rojos. La sangre de los donantes es posteriormente analizada, pasando un exhaustivo control que
incluye numerosas pruebas para detectar los principales virus que puede contener la sangre,
como: pruebas para la detección de anticuerpos irregulares, pruebas de serología infecciosa,
pruebas para medir el nivel de transaminasas y prueba del NAT.

Contraindicaciones y tipos de sangre.

Para realizar transfusiones, deben tomarse medidas para asegurar la compatibilidad de los grupos
sanguíneos del donante y el receptor, para evitar reacciones hemolíticas potencialmente fatales.
La tabla de compatibilidades e incompatibilidades de tipos de sangre es como se indica en la tabla.
Sin embargo, no son el AB 0 y el Rh los únicos tipos de grupos sanguíneos existentes. Existen otros
tipos de grupos sanguíneos menos conocidos por ser menos antigénicos que los anteriores y por lo
tanto menos susceptibles de provocar reacciones de incompatibilidad. Por ello es imprescindible
realizar pruebas cruzadas entre la sangre de donante y la del receptor, para descartar la existencia
de anticuerpos en el receptor contra eritrocitos del donante.

Antiguamente este análisis se hacía observando la reacción al microscopio y valorando con el


mismo la aparición o no de aglutinación incompatibilidad. En la actualidad el proceso está
automatizado y ya no es imprescindible depender únicamente de la fiabilidad del observador al
microscopio.

¿A quién puede
Sangre ¿De quién puede recibir donación?
donar?
0- TODOS 0-
0+ 0+ A+ B+ AB+ 0- 0+
A- A- A+ AB- AB+ 0- A-
A+ A+ AB+ 0- 0+ A- A+
B- B+ B- AB+ AB- 0- B-
B+ B+ AB+ 0- 0+ B- B+
AB- AB- AB+ 0- B- A- AB-
AB+ AB+ TODOS
¿Qué tipos de transfusiones existen?

Las transfusiones pueden ser de varios tipos dependiendo de la necesidad que presente el
receptor en virtud de la enfermedad que padezca. La donación más común es la de concentrado
de hematíes los glóbulos rojos. Las enfermedades que pueden hacer imprescindible la transfusión
de concentrados de hematíes son numerosas como hemorragia grave, leucemia aguda, anemia
tras tratamientos de quimioterapia y radioterapia contra el cáncer, aplasia medular, cirugía mayor,
síndrome mielodisplásico, anemia hemolítica, etc. Pero todas tienen como clave común la
existencia de una anemia grave que no sea posible corregir por otro medio y que comprometa
seriamente la función cardiocirculatoria y oxigenadora de la sangre en el organismo.

La anemia es la situación en que se produce escasez de hemoglobina, que es la proteína


transportadora de oxígeno, presente en los glóbulos rojos. Si se produce anemia es siempre
debido a que no hay en la sangre una cantidad suficiente de hemoglobina, lo que en general se
corresponde con un número excesivamente bajo de glóbulos rojos, pero no siempre. Por ello la
cifra clave del análisis de sangre de una persona que requiera una transfusión es el nivel de
hemoglobina, que indica la capacidad total oxigenadora de su sangre. Cuando esta cifra es inferior
a 9 g/dL suele ser necesario transfundir concentrados de hematíes, pero si el médico está
convencido de que la hemoglobina podrá incrementarse en el paciente gracias a una previsible
buena evolución de la enfermedad o por otros medios terapéuticos, puede decidir no hacerlo. La
clave final de la decisión reside por encima de todo en el estado general del paciente y la
reversibilidad o no de su anemia por otros medios.

El número de bolsas de concentrados de hematíes necesarias varía según cada caso, pero se debe
decidir el volumen total justo que garantice la recuperación de un nivel de hemoglobina mínimo
adecuado para remontar su mala situación, ni más ni menos. La transfusión de plaquetas es otro
tipo de transfusión necesaria para ciertos enfermos. Un concentrado de plaquetas se obtiene
mediante la suma de las fracciones adecuadas procedentes de varias donaciones de sangre
completa; por ello las plaquetas son un derivado de la sangre más preciado aún.

La obtención de concentrados de plaquetas no solo se realiza mediante la suma de las plaquetas


de varias extracciones. También es posible conseguir concentrados de plaquetas mediante
procedimientos de cito-aféresis. Esta técnica obtiene un concentrado de plaquetas de un único
donante y se realiza extrayendo selectivamente un pequeño porcentaje de tales células de su
sangre. Esto se consigue haciendo pasar la sangre de uno de los brazos del donante a una máquina
que va retirando de la misma únicamente las plaquetas. Después, esta máquina devuelve la sangre
restante al donante inyectándola en una vena del brazo contrario. El proceso no suele durar más
de 2 horas y no conlleva riesgos dignos de mención en la inmensa mayoría de los donantes.

Las enfermedades que hacen precisa la donación de plaquetas son aquellas que producen un
déficit grave de dichas células en la sangre y un riesgo incrementado de hemorragia por dicha
causa leucemia aguda, agravamiento de cuadro hemorrágico, cirugía de trasplante de hígado,
aplasia medular, síndrome mielodisplásico, poli transfusión de hematíes, etc. La transfusión de
plaquetas está indicada por lo general cuando la cifra en sangre desciende a menos de 50.000
plaquetas/mm3 y existe riesgo evidente de sangrado. Cuando el nivel desciende a menos de
10.000 plaquetas/mm3 el riesgo de sangrado es tan notable que la transfusión suele estar siempre
indicada si no existen otros medios terapéuticos alternativos que consigan elevar de modo
inmediato dicha cifra.

Otras posibles transfusiones son las de plasma fresco congelado o concentrados de factores, que
suelen requerirse en casos en los que existen déficits parciales o globales de ciertas proteínas de la
sangre, sobre todo factores de coagulación. La transfusión de glóbulos blancos es también posible
para enfermos gravemente inmunodeprimidos, pero actualmente no se suele utilizar de modo
habitual.

Hoy en día es muy inusual que se indiquen transfusiones de sangre completa porque no es
frecuente que un enfermo requiera más de un derivado transfusional y porque no es
médicamente aceptable el riesgo añadido y el desaprovechamiento indebido que puede
comportar el aporte del resto de componentes sanguíneos no necesarios.

¿Qué riesgos entrañan las transfusiones?

La transfusión hoy día es un procedimiento extremadamente seguro. Ello se debe a que se


cumplen unas estrictas medidas de seguridad que garantizan una cuidada selección de los
donantes sanos adecuados, un esmerado fraccionamiento, procesamiento y conservación de los
hemoderivados y una asignación de bolsas de transfusión totalmente segura para el receptor en
términos de compatibilidad. Para llevar a cabo esta última fase del proceso es esencial que los
concentrados a transfundir sean del mismo grupo sanguíneo que el del receptor. Existen muchos
grupos sanguíneos conocidos, pero el más importante de todos es el perteneciente a los sistemas
antigénicos ABO y Rh; sin embargo, existen otros sistemas que hay que tener en cuenta en la
asignación de la sangre en las transfusiones. Para ello, antes de transfundir se realizan siempre en
el laboratorio lo que se denominan pruebas cruzadas. Éstas consisten en enfrentar una pequeña
muestra de la sangre del receptor con distintas muestras de sangre de bolsas de concentrados del
mismo grupo sanguíneo ABO y del mismo Rh, y elegir sólo aquéllas en que no se observa un
rechazo de la mezcla. De esta manera sólo se transfunden aquellos productos que no reaccionan
con la sangre del receptor, garantizándose así una transfusión segura y del adecuado rendimiento
terapéutico.

Todas estas medidas de seguridad consiguen reducir a porcentajes bajísimos la posibilidad de


efectos indeseables derivados de la terapia transfusional. Sin embargo, no es posible aún eliminar
dichos riesgos de modo absoluto. Por ello el criterio general es prescribir la transfusión solo
cuando sea estrictamente necesaria. Algunos de los riesgos, de rarísima frecuencia, son la
transmisión de enfermedades infecciosas, por diferentes causas, como son: mala conservación de
los productos; transmisión de un donante en que no se haya manifestado clínicamente la infección
y tampoco se haya detectado con el estudio previo por haber contraído muy recientemente su
enfermedad; reacciones por incompatibilidad de grupo; reacciones alérgicas; fiebre
postransfusional por la transmisión de pirógenos, que son sustancias que favorecen la aparición de
fiebre, o de células que producen estas sustancias; efectos complejos de tipo inmunológico, o
efectos derivados de la poli transfusión.

¿Por qué se sigue necesitando la terapia transfusional?

Para determinadas enfermedades existen hoy día tratamientos alternativos a la transfusión. En


muchos pacientes, para los que hace unos años no existía otra opción, es posible actualmente el
tratamiento con eritropoyetina, una hormona producida de modo continuo por el riñón y cuyo
principal efecto es la estimulación de la producción de glóbulos rojos. Desde hace unos años se ha
conseguido sintetizar esta sustancia y ahora muchos enfermos con anemia se benefician del uso
terapéutico de esta hormona. Desgraciadamente, aún no existe la posibilidad de uso
farmacológico de una hormona análoga respecto a la producción de plaquetas, la denominada
trombopoyetina, pero se espera que esto sea una realidad en un futuro no muy lejano.

La tecnología que permita fabricar preparados sintéticos de sangre o fluidos similares con
capacidad de vincular oxígeno, aún permanece en investigación y previsiblemente tardará varios
años en llegar. Hasta entonces sigue siendo imprescindible mantener y estimular la solidaridad
que supone el acto de donar nuestra sangre, pero de un modo regular, sin olvidar que durante
todo el año en nuestros hospitales existe una necesidad continua de hemoderivados.

¿Cuándo se indica una transfusión de sangre?

La transfusión de sangre está indicada para el tratamiento de pacientes que, en un momento


determinado, presentan una falta de componentes sanguíneos que no puede ser substituida por
otras alternativas.

A pesar de ello, teniendo en cuenta que los componentes sanguíneos son un producto de origen
humano y que, por tanto, siempre existen riesgos, cada transfusión se ha de tratar siempre con
una decisión clínica basada en el estado del enfermo, en datos analíticos y en una valoración
positiva de la relación entre el riesgo y el beneficio.

El American College of Surgeons propone un esquema para el uso de sangre en el


politraumatizado, considerando variables clínicas importantes, pero es demasiado complejo para
retenerlo en la memoria. A continuación, se presenta un esquema un poco más simple:

 Pérdidas de sangre mayores al 20% del volumen sanguíneo o mayor a 1.000 ml, dentro de
un contexto de trauma.
 Hemoglobina menor a 8 g/dl, cuando el paciente tiene alguna patología agregada.
 Hemoglobina menor a 10 g/dl, si usamos sangre autóloga.

Si el paciente depende de ventilación mecánica, situación en la que los requerimientos de oxígeno


tisular son mayores, tendría que ser considerado para decidir cuándo transfundirlo.
Hemoderivados: Las plaquetas.

La trombocitopenia dilucional se caracteriza porque no es proporcional a la dilución sanguínea.


Actualmente se recomienda no tratar con plaquetas, a menos que existan evidencias de
coagulopatía, y no usar profilácticamente en la coagulopatía dilucional. Sin embargo, en cirugía, el
uso profiláctico es raro si el recuento es superior a 100.000 por mm3; sí parece aconsejable si el
recuento es inferior a 50.000 por mm3, siempre que realmente se conozca una alteración de las
plaquetas.

Si el paciente presenta microhemorragia o hemorragia incoercible se recomienda este mismo


criterio: si el recuento es mayor a 100.000, las plaquetas no van a aportar beneficios, pero con
menos de 50.000 está justificado su uso. Como siempre, con cifras intermedias, la decisión
depende de la valoración clínica; pueden estar indicadas, a pesar de un recuento normal, en
pacientes con disfunción plaquetaria conocida, como en pacientes sépticos o que estén recibiendo
fármacos que alteren la función de las plaquetas, como la aspirina.

Ahora bien, la conservación de las plaquetas se hace a temperatura ambiente, por lo que son muy
proclives a contaminarse; por esto, siempre que aparezca fiebre después de una transfusión de
plaquetas se debe asumir que es un proceso séptico.

Plasma fresco congelado.

No existe evidencia suficiente de su utilidad en la coagulopatía dilucional. Existen pocas


indicaciones de uso del plasma fresco congelado en el perioperatorio. Las alteraciones de la
protrombina y el TTPK se ven en pacientes en quienes se ha reemplazado el 100% de la volemia; el
plasma fresco congelado es beneficioso cuando el tiempo de protrombina y el TTPK están
elevados 1,5 veces el valor normal; por último, cuando no pueden tomarse exámenes y el paciente
tiene un sangramiento microvascular, puede ser beneficioso el uso de plasma fresco congelado en
forma empírica.

Por lo tanto, según las recomendaciones actuales, su uso estaría justificado plenamente en los
siguientes casos:

 Para revertir los anticumarínicos o los warfarínicos.


 Para corregir alguna coagulopatía conocida.
 Para corregir microhemorragias o sangramientos con los tiempos de protrombina y TTPK
elevados.
 En pacientes que han sido transfundidos con más de una volemia.

Sin embargo, el plasma fresco congelado debe ser utilizado en forma inteligente, con el objetivo
de alcanzar un mínimo de un 30% de los factores a nivel plasmático. Esto se obtiene
administrando entre 10 ml y 15 ml por kilo.
¿Cuándo no se debe usar plasma fresco congelado?

 Para expansión de volumen.


 Como suplemento nutricional (no tiene ninguna justificación).
 Profilácticamente en la transfusión masiva.
 Profilácticamente en el by-pass cardiopulmonar.

Los factores de coagulación son los mismos en 5 unidades de plaquetas, en 1 unidad de plaquetas
obtenida por plaquetoféresis, en 1 unidad de sangre total o en 1 unidad de plasma fresco
congelado. Por lo tanto, en el shock hemorrágico, en el cual tenemos claramente una pérdida de
factores de coagulación, se recomienda el uso de sangre total versus el uso de glóbulos rojos, y no
sólo porque la sangre total dé más volumen, sino porque tiene más factores de coagulación,
disminuyendo la incidencia de coagulopatía dilucional en forma más efectiva que con el uso
glóbulos rojos, cristaloides o coloides.

Crioprecipitado.

Este producto es rico en factor VIII, fibrinógeno, "fibronectina", factor von Willebrand y factor XII.
Está demostrada ampliamente su utilidad en:

 Perioperatorio de pacientes con déficit congénito de fibrinógeno, en forma profiláctica.


 Hemofílicos, ya que en nuestro país la disposición de factor VIII liofilizado es limitada por
su precio y disponibilidad.
 Enfermos con von Willebrand que no responden al acetato de desmopresina, ya que éste
tiene poco rendimiento en situaciones de hemorragia en los portadores de esta
enfermedad.
 Pacientes poli transfundidos con niveles de fibrinógeno entre 80 y 100 mg/dl.

Efectos de la transfusión homóloga sobre la inmunidad.

La transfusión de sangre y hemoderivados aumenta la susceptibilidad a las infecciones y la


progresión de tumores, porque provoca trastornos supresores en el sistema inmune. Por eso se
usa en pacientes que van a ser trasplantados, básicamente renales.

Los cambios observados en el sistema inmune se resumen a continuación.

 Disminución de la respuesta linfocitaria.


 Disminución de la producción de citoquinas.
 Disminución en la respuesta mitógena.
 Aumento en la función y número de las células supresoras.
 Disminución en la actividad de los natural killer.
 Disminución en la función de los monocitos.
 Disminución de la citotoxicidad.
 Aumento en la producción de mediadores y anticuerpos supresores de linfocitos.

Complicaciones de la transfusión

 El 1% de las transfusiones de glóbulos rojos ocasiona fiebre.


 El 20% de los pacientes transfundidos de plaquetas presenta reacción urticarial, alergia.
 La reacción hemolítica aguda se ve en una de mil transfusiones.
 La reacción hemolítica tardía es más rara, pero más grave.
 La enfermedad injerto-huésped también es rara.
 El daño pulmonar agudo relacionado con la transfusión también es raro, pero muy grave.

El uso de sangre depletada de leucocitos puede disminuir los efectos inmunosupresores y la


incidencia de estas reacciones postransfusionales.

Actualmente, se están desarrollando distintas alternativas para suplir la necesidad de aumentar el


transporte de oxígeno. Se han creado líneas de investigación de sangre sintética y, en este minuto,
ya existen soluciones de hemoglobina libre, que aún tienen muchas reacciones indeseables. Existe
hemoglobina obtenida por medio de ingeniería genética, hemoglobina encapsulada en liposomas
y soluciones que transportan O2, que son afines al O2, como la globina. El objetivo de estos
sustitutos es, básicamente, mejorar el transporte de O2, disminuir el uso de sangre y dar un apoyo
vital en las anemias severas, disminuyendo la morbimortalidad de las transfusiones y aportando
volumen. Todo esto sería bastante práctico en ambientes especiales, fuera de los hospitales o en
situaciones de catástrofe.

El uso de productos sanguíneos debe restringirse al máximo, debido a sus efectos indeseados. Los
errores cometidos por transfusiones incompatibles pueden ser minimizados aumentando el
control a la salida del banco y al llegar el producto al enfermo, chequeando tanto la unidad que
vamos a administrar como el grupo del paciente. Deben promoverse todas las técnicas de ahorro
posible en cirugía.
CONCLUSIÓN

La transfusión de sangre está indicada para el tratamiento de pacientes que, en un momento


determinado, presentan una carencia de componentes sanguíneos que no puede ser sustituida
por otras alternativas. Por ejemplo, algunos pacientes con cáncer pueden necesitar transfusiones
de concentrados de hematíes o de plaquetas porque durante la quimioterapia la médula ósea
puede perder temporalmente la capacidad de fabricar nuevas células sanguíneas. O personas con
hemofilia, una enfermedad que afecta a la capacidad de la sangre para coagularse, necesitan
plasma o los factores de coagulación contenidos en el plasma para favorecer la coagulación y
prevenir posibles hemorragias internas.

No debemos olvidar que los componentes sanguíneos son un producto de origen humano y,
aunque el proceso de la transfusión se hace con las mayores garantías de seguridad para el
paciente, siempre existen riesgos que deben valorarse a la hora de decidir si se debe llevar a cabo
una transfusión o no. Por eso hay que considerar la causa que motiva la indicación, cuál es el
objetivo a conseguir, si hay alternativas terapéuticas, o los posibles efectos desfavorables que
pueda provocar la transfusión.
BIBLIOGRAFIA

https://iris.paho.org/bitstream/handle/10665.2/8392/15737.pdf?sequence=1

https://www.cochrane.org/es/CD009007/SYMPT_transfusiones-de-sangre-para-la-anemia-en-
pacientes-con-cancer-avanzado

http://www.humv.es/index.php?option=com_docman&task=doc_view&gid=1869&Itemid=27

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