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EL ESTADO OLIGÁRQUICO

En el periodo de los años sesenta, el ambiente político, económico y


sobre todo social, se encontraba en un estado cambiante. Muchas fuerzas sociales,
tales como la juventud estudiantil, los partidos de izquierda, los migrantes de la
sierra, se encontraban presentes en las grandes ciudades ejerciendo presión y
queriendo dar su opinión sobre los asuntos relevantes de la política. En este último
aspecto, el estado oligárquico se caracterizaba por excluir a las masas populares,
particularmente al campesinado, de los elementales derechos democráticos,
mediante la violencia institucional del Estado, por neutralizar políticamente a las
clases medias mediante la represión y la integración y por imponer el dominio
exclusivo y excluyente del bloqueo oligárquico.

La oligarquía fue una categoría social cuantificadamente reducida


compuesta por un grupo de familias cuyo poder eran las propiedades de tierras,
terrenos mineros y un gran comercio de exportación e importación. Un estado
oligárquico vendría a ser una forma de ordenamiento de poder de los estados
semicoloniales que económicamente se asientas en la sobreexplotación de la
fuerza de trabajo y en la aprobación de la renta diferencial, y socialmente es
definido por una trama de relaciones sociales heterogéneas que muestran los
principios de la formación de clase, pero que configuran un bloque dominante,
conformado por la oligarquía.

En un aspecto social, el estado oligárquico supone una formación de


clase no desarrollada en que las relaciones sociales no se han depurado en un
sentido específicamente capitalista, para permitir el desarrollo de las bases
materiales del hombre colectivo, por cuya razón la pobreza en las relaciones
sociales es el denominador común de la sociedad oligárquica y la baja densidad de
las organizaciones políticas.
El estado oligárquico era insostenible a largo plazo como sistema de
gobierno en el Perú, porque la dinámica de ésta élite político-económica se
degradó sucesivamente al pasar de tener una relación directa y preponderante
con el poder.

Esto ocurre porque Gran Bretaña y otros países europeos, protagonistas de la


relación económica con los países latinoamericanos entre los años 1850-1914,
pasan a un segundo plano como consecuencia del estallido de la primera guerra
mundial, momento en el que Estados Unidos de América emerge como nueva
potencia económica y hegemónica convirtiéndose en el nuevo interlocutor de la
élite del poder en Latinoamérica.

Este acontecimiento fue el detonante para que la oligarquía peruana


volviera su mirada dentro de sus fronteras nacionales para diversificar los sectores
productivos y orientarlos hacia el desarrollo del consumo interno.

En este periodo se presentaron algunas contradicciones que son perceptibles aún


en la actualidad. La oligarquía se refiere a la concentración del poder en pocas
manos y surgió en los Estados semicoloniales. Este sistema político se estableció
en Perú a finales del siglo XIX. Uno de los cambios que se dieron fue la
explotación de la clase trabajadora, los gamonales que querían acumular riquezas,
este fue el motor del actual sistema capitalista en el país. Se ejerció opresión y
dominio.

En la actualidad, esa categoría política trascendió y se evidencia tanto


en las elecciones como en la conformación del gobierno.  

De la misma manera que se dieron cambios en este periodo también hubo


aspectos que prevalecieron, como por ejemplo los conflictos étnicos y una clase
social con intereses políticos y económicos. La administración política se ha
concentrado en una élite de familias, quienes  además, controlan aspectos como
empresas exportadoras, haciendas en la costa, bancos, entre otros comercios.  

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